“NAUFRAGIO”.
RESURRECCIONES.
PABLO NERUDA.
“Si
alguna vez vivo otra vez
será
de la misma manera
porque
se puede repetir
mi
nacimiento equivocado.
y
salir con otra corteza
cantando
la misma tonada.
Y
por eso, por si sucede,
si
por un destino indosránico
me
veo obligado a nacer,
no
quiero ser un elefante,
ni
un camello desvencijado,
sino
un modesto langostino,
una
gota roja del mar.
Quiero
hacer en el agua amarga
las
mismas equivocaciones:
ser
sacudido por la ola
como
ya lo fui por el tiempo
y
ser devorado por fin
por
dentaduras del abismo,
así
como fue mi experiencia
de
negros dientes literarios.
Pasear
con antenas de cobre
en
las antarticas arenas
del
litoral que amé y viví,
deslizar
un escalofrío
entre
las algas asustadas,
sobrevivir
bajo los peces
escondiendo
el caparazón
de
mi complicada estructura,
así
es como sobreviví
a
las tristezas de la tierra”.
CAPÍTULO
CIENTO SÉIS.
Nordelta,
20 de octubre de 2016.
“Mi
esposo está impactado, desbordado por
una catarata de recuerdos que no sólo eran de Mirna, sino que guardaba
enterrados… casi muertos como pensó que
estaba ella, y que regresan sin remedio,
como sucede en su misma madre.
Se
durmió exhausto como quizá pase casi con todos, pero mañana cumplimos el año de
casados, y no quiero dejarlo pasar, el catamarán espera para zarpar al Atlántico
unos días, casi una segunda luna de miel, aunque en verdad nunca la hubo.
Apenas unos días navegando antes de aquel viaje a Kenia donde sané del todo mi pasado, donde se completó la familia con la esposa de
mi padre, con Andrés.
La
desnudez de un gemido que roza mis labios tal cual suspiro, cándida melodía vibra
en mi boca, desnudo en la tarde recorro tu cuerpo dormido.
Pálpitos
movimientos recorren tus caderas, mi boca golosa planea en los caminos de tu
cuello como pétalos de miel en mi boca, dulce despertar, sabroso y dulce como
eres conmigo.
Húmedas
comisuras, gemidos que afloran despacio, piel que resbalan mis manos como sueños
encontrados por el surco de tus labios.
Camino
que mi boca hambrienta devora, deleito mi hombría en tu sendero de seda,
hombría que muerde a besos mis besos. Esposo y amante, jefe y colega, socio de
mi vida, de mi alma el consuelo, susurro
de mis frías noches, gimes en mis labios cuando se acercan a los tuyos.
En
tus ojos encontré el sentido perdido, en tus ojos encontré la calma y la
lujuria, en tus ojos encontré el anhelo buscado, en tus ojos encontré el amor
deseado.
En
tus labios encontré el deseo rebuscado, lo caliente y lo dulce, la pasión de
unos labios que aman, en tus labios encontré el juego bonito, en tus labios
encontré el sentido de la vida.
Deseo
ser un estruendo y olvidarme en los rincones de tu alma, cultivar el fruto del
amor, ser el señor de todo y de nada a la vez.
Existir
como los ríos que corren en la tierra, que moja su camino y luego se va, así
como el río anhelo viajar en la senda de tu cuerpo, ahogarnos de besos y
caricias.
Aspiro
ser el viento y sentir tu piel, deseo ser tus lágrimas, anhelo verte sonreír,
ser psíquico para conquistarte en los sueños cuando duermes por las noches para
hacerte mío, sin tener que sufrir.
Quisiera
ser como un lucero, reflejarme en tu mirada y observarla brillar, deseo ser la
capa que envuelva tus tristezas, amarte eternamente, hacerte muy feliz y
enseñarte a ser fuerte día a día”.
__
__Mami,
¿puedo darle el regalo a papi?
__preguntó con su año y tres meses José a Camila que amamantaba a Pilé.
__Sí
mi amor, puedes, pero a papi deberás darle el de cumpleaños y el de
aniversario, además de uno a Guillermo y otro al tío.
__Uh,
son un montón __exclamó José llevándose las manos a la boca, paseando la mirada
hasta dar con los paquetes que Camila guardaba para cada uno, cuando se asomó Manuel.
__Claro
que son muchos, sobrino, a ver, venga con el tío, que tenemos que ponerles las tarjetas, porque además se casa
Mirna con Fernando.
__Mi
amor, ¿dónde estabas? _preguntó sonriente Camila.
__Con
mi hermano, terminando de dejar en condiciones el barco para su viaje con
Guillermo, espero que quiera subir luego de lo que está recordando.
Mi
princesa, ahora que pienso, si seguimos con sobrinos e hijos nunca tendremos nuestra luna de miel.
__Exagerado,
en cuanto Pilé sea un poquito mayor, la tendremos, no pienso darte la nena sin antes un viaje. Ahora que lo pienso,
es también nuestro aniversario, nos conocimos el veintiuno, nos enamoramos en
el momento, mereceríamos regalos, casi pareciera Navidad el día, sólo espero
que Mirna se encuentre bien.
__Lo
estará, dicho sea de paso, regreso a la otra casa, quieren reunirse en el
living, y terminar el relato, si es que acuden todos los recuerdos.
Vaya
enigma que es la mente, recuerdo años de ella en Kenia donde luchaba hasta por
saber su nombre y solamente tenía la
imagen de Guillermo, y de repente el saber que se casaba o la charla con mi
madre, disparó el resto.
Estamos
todos de licencia por estas fechas, pero me llamó Máximo, al parecer terminó la
sucesión de la mansión y llegó todo al estudio, ahora se venderá esa casa, le
daremos el dinero a Pía, si quiere podrá comprar algo, de lo contrario ahorrar
el dinero para terminar su carrera, para el nene.
__No
se mudará, adora a María y a Mirna, a ustedes, y el nene se pegó a los
nuestros, es de la familia, tampoco creo que Fernando se lleve a Mirna
demasiado lejos, pasará como con papá y
María que al fin se quedaron acá, ellos terminarán en la otra casa, y
Fabián en el verano en el anexo que le dijo Guillermo, estará listo antes que
nazca la nena, verás.
__Recuerdo
cuando Orestes nos prestó el dinero para comprar, esto parecía inmenso, y mira,
ahora para alojarnos a todos hasta se hará una ampliación, pero me encanta que
Fabián también quede acá, si al fin todos viajamos al centro para cada trabajo.
Bueno,
el barco está, no puedo olvidar nuestra primera vez allí, mi bella esposa,
tenía pánico de que amaras a Pedro, de que no pudieras separarnos, y
disfrutaste tanto del paseo por el Delta.
__En
él y al aprender a llevar el timón del barco, al hacer el amor supe que no eras
él, excepto el parecido externo, la esencia, tenían la sexualidad diferente, es
la tuya y tu alma la que me correspondían.
Iré
contigo, estamos con Pía y con Valeria
verificando el catering y todo lo
necesario para la fiesta, mañana en esta casa es más importante que cualquier
otra fecha, es aniversario de muchas cosas. Vamos Josecito __concluyó emocionada
Camila.
Entre
todos colocaron a Pilé en el cochecito, y José insistió en empujarlo, abrazados
salieron rumbo al mini bus y hacia la otra casa, donde ya estaban todos
reunidos en el living, bebiendo unos jugos, se había sumado la familia de
amigos del alma, Marini- Soria.
__
__Poco
se supo de los abuelos, madre, papá me
dejó una carta, pero…__Las palabras se quedaron encalladas ante el asombro de
Guillermo, una carta que estaba en una caja fuerte desde hacía casi cuarenta
años, una carta que su padre le pidió sólo abrir en caso de saberse alguna vez
algo de Mirna.
__ ¿Amor?
__ interrogó Pedro, con la mirada, con las palabras.
__Papá
me dejó una carta que he olvidado por años, allí seguramente cuenta lo que
recordó de aquellas horas finales, lo que nos falta en la mente para completar
la historia. Perdón, madre, lo había olvidado, me la entregó poco antes de
morir cuando fui a visitarlo, de las pocas veces en que nos vimos en aquellos
años.
__Está
bien hijo, está todo bien.
“En
el único camarote ocupado del Italy, una pareja mayor charlaba tendida sobre la
cama. Era el diálogo final de una vida de dos, la última conversación de toda
una vida de conversaciones… juntos.
Los
padres de Mirna, los abuelos de Guillermo sentían cómo el agua avanzaba hasta
alcanzar sus ropas y les mojaba el cuerpo en su correr inexorable. Se habían
pasado casi cinco horas en la cama recordando buenos y felices momentos de la
vida, en especial, lo memorablemente bonito, porque no valía la pena pensar en
el resto.
Si
en alguna ocasión, por cierta razón o por culpa de una persona se habían
sentido lastimados o traicionados, se
esforzaron para no grabar esos momentos en sus mentes y corazones. Y hoy,
sintiéndose livianos, disfrutaban de haberse tomado ese trabajo porque podían
afirmar que se encontraban en paz para partir. Ni siquiera el agua que los
empapaba los irritaba. Eran sus últimos momentos juntos y no los arruinarían
quejándose, a pesar de que el cuarto era ya una piscina.
__No
tengo miedo a lo que viene __ dijo ella__. ¿Y tú?
La
linterna que iluminaba sus cabezas les permitía verse el rostro.
__Tampoco
__dijo seguro mirándola a los ojos, los mismos que conocía desde que era casi
una niña.
__He
sido feliz contigo… con lo bueno y con lo malo.
__Yo
igual, muchísimo, de eso se trata amar, sólo espero que Mirna lo consiga alguna
vez…con lo bueno y aun con lo malo __aseguró él.
Ambos
sonrieron. Sus vidas no habían sido perfectas, ni todos sus días soleados, pero
se habían amado mucho y habían sido muy felices.
__Te
amo _dijo ella casi en estado de ensoñación.
__Y
yo te amo a ti _respondió él.
__ ¿Te
preocupa Mirna? __ preguntó ella volviendo a la realidad.
__No.
Guillermo sabrá muy bien qué hacer con ella __contestó él que había buceado en
diferentes oportunidades en los ojos de ese hombre. Creía que su presentimiento
de padre no le fallaría, desconociendo el largo peregrinar de su hija hasta
llegar a su destino, tan lejos de ese Océano donde quedaron ellos.
__Yo
opino igual… ellos serán felices, como así también nuestro nieto __pronosticó
ella con una sonrisa en el rostro. Y luego agregó __. Te amo, amor mío.
Quería
que a él se le grabaran las palabras, para reencontrarse tal vez del otro lado,
tal vez en otra vida.
__Y
yo te amo a ti. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Se
pegaron más aún y abrazándola, se quedó muy quieto. El camarote estaba tan
inundado que su camisa ya se hallaba
mojada a la altura del abdomen. Ella lo besó en la boca. El agua comenzaba a
tapar la cama y subía hasta casi sus pechos, pronto llegaría al cuello. Se
abrazaron con más fuerza. Para ellos, no habría desesperación, tampoco
griterío, ni luchas por un bote. Sería como lo habían planeado, quedar
sumergidos y no salir más. En ellos no había miedo, sino sólo amor.
__El
perfecto amor echa fuera el temor __recordó ella. Y esa fue la última frase que
se escuchó en el interior del Italy. Sus bocas volvieron a unirse mientras sus
mentes se aferraban a ese pensamiento para enfrentar lo que vendría en
segundos. El abrazo se hizo más fuerte… ellos… juntos para siempre.
Sí…
Otra vez el entorno acomodándose al amor”.
__No
llore madre, fueron ejemplo del amor eterno, quizá por ellos llegó a nosotros
__dijo Guillermo abrazando a su madre.
Trataré
de recordar lo que viví junto a papá, y me ayudaré con la carta, porque de
usted, madre, lo que se supo luego de hundirse el bote, lo saben los Beggio,
fue el hallazgo en aquella playa por el papá de los gemelos.
__Sigue,
amor, escuchamos __alentó Pedro.
__En
el mar la actividad frenética continuaba. Algunos botes se alejaban logrando
huir del terror mientras cientos de personas braceaban enloquecidas cuando
desde el Italy se oyó la atronadora detonación que quedó en mi mente, provino
de sus entrañas y fue seguida por el pavoroso grito dado al unísono por todas
las personas que aún se hallaban en el barco. Fue entonces que aparecieron las
llamas, y papá me aferró, con las últimas fuerzas que le quedaban.
Efectivamente
aquellos disparos fueron el último sonido que se escucharía de la nave.
A
las veintidós horas, la inclinación del barco fue espantosa. Nadie podía
mantenerse en pie sin sostenerse de la baranda y la gente quedaba colgada, pendida
de un hilo.
El
mozo español, que estaba en el lado derecho de la nave, en ese momento
experimentó la sensación de un torbellino enorme sobre su cuerpo, que lo
envolvía, lo arrastraba y gobernaba su ser, casi así logró contarnos minutos
después, porque él fue quien nos permitió la vida, madre. Era el final del fin.
Sintió cómo la presión del agua lo arrebataba, lo arrancaba del buque y lo levantaba
por el aire varios metros hasta caer en
el mar. El Italy se hundía por completo y se llevaba todo consigo. Desaparecida,
y en su lugar, sólo se divisaban terribles y enormes remolinos. A pesar de la
violencia con la que fueron eyectadas, algunas personas lograron salir a flote,
las llamas que guardé por años, se apagaron al ganar el agua. Papá llego a
tener secuelas, porque estábamos asidos al barco, y sólo se soltó al final para
evitar que nos devorara el mar.
Entre
las personas que quedaron ilesas estaba ese hombre, y algunos más lograron entre
las olas, aferrarse a las maderas que iban de un lugar a otro, como restos de
un universo que alguna vez existió.
El
mar se convirtió en un revoltijo de personas y objetos, de los peores insultos
y de las más sublimes oraciones. Un revoltijo de esperanza y desengaño, de vida
y de muerte, de buenos actos y de malos.
En
ese vaivén y sin imaginarlo, ese hombre estaba a punto de cometer uno, aunque
no sabía de qué clase. Miró hacia arriba y vio la luna brillante y límpida como
nosotros, le pareció buen presagio y le subió el ánimo. Miró un poco más allá en busca de algún buque redentor, pero no lo halló,
sólo descubrió que el destino había querido ponerlo cerca de papá para que nos
ayudara. Porque lo tenía al alcance de una brazada, y lo manoteó justo cuando
vio que la cabeza se hundía, yo estaba apenas encima, trepado a sus hombros, y
desaparecía él bajo el mar.
Papá,
que había pasado largo tiempo meditando sobre sus recuerdos y que había sufrido
la explosión final y las llamas, intentando
mantenerme ileso, ahora se daba por vencido, desfallecía y yo con él,
abandonábamos la vida, casi como los abuelos. El cansancio le había ganado.
Había
luchado con todas sus fuerzas pero el agotamiento lo hizo flaquear y pese a
tenerme aferrado sobre sus hombros, se dejó ir, una vez más.
Te
amo, hijo, me dijo cuando el agua le cubrió la cabeza, y mis lágrimas caían al
mar. Pero la mano de ese hombre lo sacó del agua. Y otra vez, y otra, y otra y
yo nunca me hundí del todo… hasta asegurarse que no nos tragaría el mar, hasta
que papá recibiera las bocanadas de aire necesarias para subsistir, hasta
salvarlo. Lo sujetó bien fuerte y ya no lo soltó, ni yo a papá. La luna
alumbraba y le daba el impulso para hacerlo.
__Había
una vez una luna que cuidaba a los hombres y a un niño de doce años.
Y
así como papá había usado sus trucos para mantenerse despierto, ese hombre
también empleó los suyos valiéndose de sus recuerdos. Tenía un cometido, y lo cumpliría.
Salvarnos.
Pero
las horas fueron pasando: una, dos, tres y la inconsciencia también lo acechó
porque los hombres seguían varados en el
mar y en la misma posición sobre la tabla. Agua, madera, sal, lágrimas,
recuerdos, cuentos. Parecía que esa madrugada de octubre, no podía haber nada
para ellos cuando algo inesperado y muy malo sucedió: corrió una brisa fuerte
hasta convertirse en viento, y la ventisca, aunque no era violenta, formó
olas más altas que las sufridas durante
la catástrofe. El mar abierto se comportaba como tal, bravo, implacable,
indócil, turbulento. Un nuevo enemigo había aparecido y les hacía frente, no
tenían otra opción que luchar en su contra. Las grandes olas tapaban a los
sobrevivientes que aún quedaban braceando en la zona del naufragio. El clamor,
que poco a poco se había apagado, resurgió con el embate aunque ya con mínima intensidad,
débil, debilísimo, pues no había voz para gritar, ni energía para resistirse.
La mano del hombre, acalambrada de tanto
sostenernos, los náufragos que intentaba salvar, no resistió un potente oleaje
y debió abandonar la tarea. Por lo tanto, desaparecimos bajo el agua.
Ese hombre, a quien ese ser inconsciente se le
había vuelto prioridad, quizá por mí, o los dos, se desesperó y, soltando la
tabla, se sumergió antes que nos perdiéramos para siempre en las entrañas del
océano. Tras encontrarnos, nos trajo consigo a la superficie, pero ya no halló
la tabla a la que se había aferrado, sino una más pequeña abandonada por uno de
los náufragos que acababa de darse por vencido. Era una mesilla blanca de la cubierta, en esa en las que él
había servido cada tarde bebidas a los pasajeros. Haciendo un esfuerzo
sobrehumano, usando sus últimas fuerzas, ubicó a papá sobre la tabla de
flotación y me posicionó encima, él permaneció a un costado, nadando. Creo que
entonces, mientras braceaba lo comprendió: era su vida o la nuestra. Porque esa
madera sólo soportaba apenas nuestro peso. Si él se apoyaba, nos hundiríamos
los tres. El hombre braceó, braceó, braceó y, a punto de quitar nuestros
cuerpos para apoderarse del lugar, se arrepintió, y no lo hizo. Tomó una
decisión: nosotros nos quedábamos en la mesilla aunque a él le costase la vida.
Braceó y braceó. Porque él había visto a mamá salvarse, y pensó que debíamos ir
tras usted para ser felices, madre, para aprender ustedes a no discutir, a entenderse
y yo a crecer y anestesiar los recuerdos. Braceó. Porque él daba la vida, se la
ofrecía aunque no lo conocía a papá, porque lo había visto llorar, así como la
había visto llorar a usted. Braceó, braceó. Porque él ya no tenía una vida sino
migajas, despojos de una existencia pasada. Braceó recordando que quizá aquella
mañana que salió a caminar y desde la playa vio los barcos, comprendió por qué, justamente, tenía
que estar aquí, ahora, este día. Y
pensándolo, se sintió satisfecho de podernos ayudar. Braceó, y braceó. Pero
esta fue la última vez que lo hizo porque los brazos le dijeron “Basta” y sus
piernas lo abandonaron.
Una
sonrisa tenía en la boca cuando se hundió en el agua pensando… “Había una vez
un hombre que fue feliz después de mucho tiempo de no serlo, porque al fin dio
le mejor de sí…”
Eran
las cinco de la mañana cuando, en un vapor italiano, que se hallaba en la zona
dando la última vuelta, uno de sus tripulantes descubrió la mesilla, le pareció
que estábamos con vida. Uno de los marineros se lanzó al agua aunque con pocas
esperanzas. Acercándose a la mesilla que hacía de salvavidas, miró y nos tocó,
y emitimos un débil quejido.
__ ¡Hombre
y niño vivos! __comenzó a gritar para que lo ayudaran a acarrearnos.
En
pocos minutos, papá y yo, éramos subidos al vapor que llevaba algunos náufragos
rescatados en la última hora.
Del
Italy, no quedaba nada. En la zona, sólo se hacía palpable el dolor que habían
sufrido sus pasajeros y que quedó impregnado en el mar, el cielo y el aire del
sector. Porque jamás nunca antes ni después había habido un desastre marítimo
tan terrorífico allí como ése: Las mujeres y los niños perecieron porque nadie
les cedió el lugar en las lanchas, la tripulación se reservó su sitio en los
barcos y una vez a salvo, se desentendió de la suerte de los pasajeros y nunca
volvió para ayudarlos, la Navigazione Generale Italiana dio órdenes equivocadas
porque primó cuidar su economía antes que la vida de los pasajeros.
El
veintisiete de octubre perecieron
cientos de personas. Papá y yo habíamos salvado la vida por milagro,
pero nunca más seríamos los mismos de antes, él había aprendido lecciones,
entre ellas la que había reclamado tantas veces al universo para saber cómo ser
feliz, y no sé si alguna vez sin usted pudo, madre. El precio pagado por el aprendizaje
al menos de no suicidarse por temas económicos, había sido muy grande, pero se
supo dueño de un valor supremo: la vida. Era poseedor de una existencia para criarme,
para seguir disfrutando más allá de lo que sobreviniera, diera o negara, y ya
no le interesaba si tenía dinero o no, estaba vivo, con eso le alcanzaba, pero
sí deseaba recuperarse por mí, tampoco
le importaba si usted decidía seguir su destino, pero no dejó de
preguntarse dónde estaba.
Los
vapores que llegaron para el rescate final, además de los sobrevivientes,
también cargaron los cuerpos sin vida que recogían en el mar. Unos habían
muerto ahogados al inicio del naufragio, otros, al momento de la terrible
explosión de las calderas que consumió al barco, y algunos, hacía sólo minutos.
Así era el mar, no perdonaba.
Entre
los cuerpos hallados, ciertos casos llamaron la atención de los marineros dice
la carta de papá: una madre abrazaba a su niñito de manera tan fuerte que fue
imposible despegarlos. Sólo el forense, más tarde lo logró. Otro caso similar
fue el de un hombre y una mujer que habían quedado abrazados muy fuerte. En el
cuello, ella llevaba una cadenita de oro. La explosión había querido que los
cuerpos volvieran a tierra, como el suyo madre, porque de hecho estábamos muy
cerca de la costa de Kenia, una excentricidad de ésas que decide el destino,
como cuando con su dedo señala vida para unos y muerte para otros.
Sí,
Mirna, dice, papá, los abuelos fueron encontrados abrazados en la playa, así
como él no supo que Don Pedro la encontró a usted, viva.
Así
durante días y meses posteriores a la tragedia, se llenaron los hospitales de
Kenia, había cuerpos para llorar y enterrar, mientras que, para otros, ni eso...
Los nombres de los fallecidos y de los heridos que viajaban a bordo de los
barcos se desconocían porque todavía reinaba el caos. Sólo a partir de los que
podían hablar y contar el horror vivido, que eran trasladados por los vapores a
Kenia, se podía reconocer un listado con algunos apellidos del pasaje, como fue
que yo llamé a papá y di el nuestro al despertar, como fue que el suyo no
estaba en las listas.
La
opinión pública estaba consternada, no había periódico en todo el mundo que no
hablara del naufragio, así se enteró Marcos. El planeta entero estaba conmovido.
La gente de mar aseguraba que antes hubo otros, pero ninguno tan horroroso como ese naufragio.
Nosotros
fuimos llevados a Kenia, fuimos atendidos en el hospital de la ciudad junto a
otros náufragos. Tardaría como le dije en recuperarse, la herida de la pierna
se había infectado, tenía quemaduras y los pulmones habían sufrido, había
tragado demasiada agua salada por lo que una gastroenteritis y fiebre lo tenían
en vilo, estuvo en coma. Y fui yo el menos afectado, el que antes despertó, y
un médico argentino convocado para entenderse con el idioma fue al que le di el
apellido, al que le pedí que los buscara, el que le preguntó a papá, al que le
pidió que no me trasladaran, yo di los datos, y respiré de verdad cuando me dijo que papá estaba allí, mal pero
vivo, no sabiendo que Marcos ya estaba en camino. Al oírlo comencé a llorar
pidiendo verlo, y tras la conmoción, como sucedió luego con papá vino la inevitable
pregunta.
“__
¿De Mirna de Graziani saben algo?
__Déjame
que traiga la lista de sobrevivientes _pidió el médico.
El
hombre se marchó y regresó unos minutos después, que por la ansiedad, se
hicieron eternos.
Cuando
regresó, se sentó en la punta de la cama, comenzó a leer los nombres. A algunos
los deletreaba en voz alta, pero el suyo mamá no estaba por ninguna parte. Ni
siquiera el apellido de los abuelos.
¿Está
seguro? __pregunté antes que papá despertara.
El hombre
por cortesía la repasó. Pero era indudable que esa mujer no estaba en el registro.
Me lo hizo saber con dolor, y luego yo se lo dije a papá, los dos más tarde a
Marcos.
__No,
lo siento, sólo sabemos de tu papá, pero pueden haber más sobrevivientes, no
todos están en condiciones de hablar y decirnos sus nombres _reconoció el
médico tratando de dar esperanza.
Más
adelante fue papá el que preguntaba.
__ ¿Cómo
puedo hacer para saber de ella?
El
hombre recordó que en algunos casos había sido posible identificar a los
cuerpos por un anillo u otra alhaja. Las piedras preciosas tan de moda, habían
ayudado a reconocer a tantos muertos como sobrevivientes graves que no podían
expresarse. Le preguntó.
__ ¿Ella
llevaba alguna joya?
__No
lo sé…
Madre,
usted no las usaba, entonces papá
recordó la alianza y la cadena con el dije que le había colocado regalo del
abuelo.
__Bien
déjeme averiguar. Intentaré conseguir algún dato… __dijo el hombre y agregó__.
Si tengo noticias, regresaré para
verlos.
Luego
se marchó dejándonos consternados pero con una pizca de optimismo.
Papá
ansioso miraba el reloj de pared del cuarto esperando el paso de las horas, de
los días, pero quien llegó antes fue Marcos.
Uno
de los días anteriores, el médico había llegado con la noticia de que entre los
cuerpos que los vapores encontraron en el mar se hallaba el de una mujer que
llevaba una cámara y una cadenita al cuello como la que le describió. Tenía que
ser usted mamá.
Al
oír la noticia, papá se dio vuelta
contra la pared y lloró amargamente durante horas. El médico se retiró. Papá se
quedó allí, sin cambiar de posición, y no volvió a emitir palabra ni tampoco
quiso verme ni comer por días”.
Luego
le contó a Marcos que no entendía, por qué no se había salvado usted, él la
había visto subir al bote de las primeras, pero tenía claro que muchas de esas
pequeñas embarcaciones habían zozobrado por sobrepasar su capacidad o porque
las maderas estaban resecas… De nuevo: ¿Por qué usted? ! Por qué! No encontraba consuelo ni
resignación, no le importaba no tener
dinero, ni siquiera le hubiera importado que usted quisiera trabajar... Lo
vivido le había hecho cambiar la manera
de ver la vida. Ahora miraba cosas como pequeñeces y no como los grandes
escollos que creía le habían impedido ser feliz. Él no necesitaba más que a su
familia, y sólo me tenía a mí, a usted no la tenía. Lo importante era respirar
para vivir juntos y recomenzar. Trataba de aferrarse a la idea de que la vida
era un don, porque sabía que sin usted, la vida sería vacía.
Al
día siguiente su salud empeoraba, el médico
se había preocupado por su estado. Trataba de darle ánimos. También lo
retaba por negarse a comer, cuando la llegada de Marcos lo sacó del letargo,
que apenas llegar y enterarse que estábamos con vida se presentó de inmediato
en el hospital.
No
bien él entró en la habitación, se abrazaron y lloraron. El cariño estaba allí,
incondicional, como siempre. Yo no podía verlo, fue entonces que papá le
encargó a Marcos que me buscara, que la buscara, que él tenía para rato.
Intentó el traslado pero los médicos se lo negaron.
A
pesar que nadie era el mismo que antes de la desgracia, sólo los que habíamos
vivido el infierno del Italy entendíamos cuán grande era el cambio del
encuentro producido.
Luego
de la emoción de éste, de las primeras frases y las palabras sobre el
naufragio, el resto salió a borbotones. Entre la turbación y las lágrimas,
Marcos le contó de la gente de Bs. As. y que en cuanto autorizaran haría los
trámites para regresar a Argentina. Papá lloraba al contarle que aparentemente
su cuerpo había sido encontrado, e identificado por la cámara y una cadenita,
tal como la que recordaba que llevaba ese día. Hablaba y no tenía consuelo, entremezclaba
su relato con el de la historia de los abuelos, quienes habían decidido
quedarse a morir en el barco encerrados en su camarote.
Marcos
no podía creer tanta desgracia, pero algo lo dejó pensando, y dudaba si
contarlo.
“__Cuando
comencé a averiguar si estaban con vida me dieron el dato de una muchacha que
no pudo dar datos, que estaba con vida pero inconsciente. Por eso no sabían el
nombre.
__Pero
está lo de la cámara y la cadenita… __dijo papá sin ilusión.
__No
sé qué decirte, sólo cuento la información disponible”.
Marcos
trataba de ser cuidadoso, no quería darle esperanzas, pero cuando se marchó a
buscarla por los hospitales, a papá y a mí nos latía con fuerza el corazón, a
pocos días me dieron el alta, empecé a acompañarlo, papá se infectó, supimos
que estaría tiempo internado, y se empecinó en que se quedaría hasta
encontrarla, madre.
Lamentablemente
ocurrió aquella confusión, que los forenses nos llevaron a la morgue, y sólo
nos dieron la cámara y la cadenita, entonces la dimos por muerta, sin recorrer
clínicas privadas por desconocimiento, por no tener listados, por no saber que
usted estaba en coma como para saber su
identidad, menos que quedaría sin memoria por años, y Marcos se lo dijo a papá,
que no obstante nos envió de regreso y se quedó buscándola, pero jamás dio con
usted, era casi imposible encontrarla en coma, sin memoria en una clínica
privada, o con el apellido de los Beggio que le dio María.
__Lo
sé hijo, lo sé. Lo que ustedes no supieron es que cuando el bote se hundió,
estaban llegando barcos ingleses, que ante el s.o.s. hallándose a cinco millas
del Italy, apuraron máquinas y llegaron a tiempo para ayudar.
Todo
había pasado de manera precisa como en una película. Las voces nerviosas de los
marinos resonarían para siempre en el aire.
__Apuren,
aún podemos encontrar gente con vida __ordenó el capitán de uno de los barcos,
lanzando al agua los últimos botes salvavidas de su nave. Sus hombres venían
trabajando arduamente en el rescate, sabían que el tiempo corría en su contra.
A las nueve de la noche habían logrado rescatar cien personas entre pasajeros y
tripulantes. Pero a medida que se acercaban al Italy, faltando minutos para las
diez, veían el hundimiento acelerado, e iba quedando pequeñito mientras que el
mar se lo tragaba. Hombres y mujeres desesperados atiborraban los botes, al
punto de que tres de ellos ya habían zozobrado. Les resultó imposible controlar
a la gente, que, aterrorizada, sin importarle nada, sobrepasaba el número que
soportaba un bote. Mientras los marinos del buque inglés regresaban a la nave
madre con las barcazas llenas de sobrevivientes hacían un doloroso trabajo: se
detenían y revisaban los cuerpos de niños y mujeres que flotaban, los subían al
bote y, al ver que ya no respiraban, los volvían al agua, para dejar lugar a
otros posibles náufragos. Ni uno solo estaba con vida, todos eran pequeños
cadáveres.
Yo
los veía hijo, estaba en el agua, me sumergía y volvía a aparecer, una y otra
vez, las olas me tapaban, la vida se me escapaba, a punto de desmayarme, sentía
que sería la última bocanada de aire, y de pronto supe que o me ayudaban o me
moría, entonces a nado llegó un marinero. Quería decir “! Ayuda!” Pero la
extenuación era tan intensa que no salía ni una palabra y veía alejarse el
barco y la vida de nuevo. Mis gritos eran mudos, sin sonido alguno, salían del
alma, llegaban al cielo y allí, una fuerza poderosa, me oía.
Esa
noche, un marinero que dejó el barco alejarse, viró el bote con los remos,
justo cuando yo me hundía de nuevo. Al acercarse, sin embargo, vio que mi
cabeza reaparecía entre la espuma de una ola. Entonces, sin perder tiempo, me
tomó con fuerza del cabello. Alcanzó a hacerlo porque era largo. La maniobra
dolorosa hubiera hecho gritar a cualquiera, pero yo estaba mitad en este mundo,
mitad en otro: los ojos cerrados, la boca entreabierta y un solo pensamiento:
¡Ayuda!
__!
Está viva! ¡La rescataré! __gritó el marinero, que de inmediato fue asistido
por otro compañero. Entre los dos me subieron. Llevaba el vestido hecho
jirones, hacía horas que luchaba en el agua, era una chica desvalida que pálida
y lastimada, peleaba por la vida, y en algún momento sé que pensé que quería
una vida contigo, un porvenir, un mañana, que nada más importaba, lo único que
deseaba era vivir. La vida era bonita y ya no quería desesperarme por nada.
La
desgracia ponía en su lugar las prioridades de la vida, también aprendía mi
lección, esa que, al igual que papá, tantas veces había pedido al universo,
cuando pedía que sucediera algo trascendental, que al fin acomodara las cosas.
Me intentaron revivir, cuando ya era de noche y
se producía la explosión, escuché un ruido que no supe qué fue, un aullido
general y desgarrador que impregnó el cielo y el mar. El palacio se hundía, y
nadie podía evitarlo. Era un final sin el gran milagro. Se sucedían algunos
pequeños, yo respiraba en brazos de aquel oficial.
El
viejo y los dos niños que aferramos a su cuerpo mientras nadaba en un intento
desesperado de arrimarse al Athens, a pesar de haberse estrellado varias veces
contra el casco de esa nave debido a la violencia de las olas, también se había
salvado, y sin embargo, cuando el bote intentaba alcanzar al buque inglés, el
mar de nuevo ganó la partida, hijo, pese al desesperado intento de ellos,
volvimos a zozobrar, y no me pudieron retener en sus manos, no supe si a nado
se salvaron, no supe más nada de nada, al parecer algo hizo que quizá yo sí
nadara, o que como a los abuelos el mar me llevara a la playa, porque lo último
que recuerdo, o lo primero fue a María, cuando abrí los ojos… sin memoria.
__Madre,
leo lo que le dice papá en su carta a usted.
“Amor
mío…Si algún milagro hace que estés viva, quiero que sepas que pasamos un año
buscándote. Deseé con cuerpo y alma volver a encontrarte, desechando en un
abrazo egoísmos, ése… que antes habíamos tenido a la hora de exigirnos
renuncias o de negarnos a aceptarlas, sería un encuentro sublime, único y
maravilloso. Pondría en cada palabra y lágrima el amor pero pasado por el fuego
de la desgracia. Jamás volvería a exigirte nada, ni sacrificio que te hiciera
doler el alma. Tú sé que no me romperías el corazón negándome nada. Exigencias
y negaciones eran avaricias que el naufragio se habría llevado. Esos deseos
mezquinos eran menudencias al lado del don de la vida que se nos estaba
regalando al menos al nene y a mí, para disfrutar y ser felices. Ese obsequio,
junto al amor inmenso que nos teníamos, podrían haber estado allí para expiar
todos y cada uno de los dolores y darnos la fuerza para seguir adelante.
No
puedo estar a tu lado para acariciarte y consolarte a la hora de decirte que
tus papás murieron en el barco porque así lo quisieron, no te encuentro y no
puedo darte en persona la dolorosa y cruel noticia, pero tu mamá se estaba
muriendo, pero quiero que sepas que estuvimos con el nene junto a ellos hasta
último momento, y a pesar de lo terrible de la situación, tus padres se
encontraban bien, se cuidaban uno al otro, se amaban y ese amor les quitaba
todo el miedo. Lo último que me dijo tu madre es que el perfecto amor desaloja
el temor, echa fuera el temor, y al no encontrarte, lo dejo escrito, se lo dejo
a nuestro hijo, es como habría vivido de haberte podido encontrar, dejando de
lado desacuerdos, lugar donde viviéramos o dinero, sólo deseaba estar vivo, con
ustedes, lo podría haber tenido todo, pero no te hallo, y debo regresar con
Guillermo, sé que donde sea que estés así lo entenderías. Quisiera mirarte a
los ojos y abrazarte con fuerza, hacer un pacto tácito, de sostener la relación
en medio de futuras discordias y pequeños naufragios cotidianos, como le enseñaré
a nuestro hijo, el mismo acuerdo se encargaría de traer cordura en medio de
discordias, él salvaría del egoísmo. Ese pacto que jamás olvidaríamos porque la
experiencia del naufragio ha grabado a fuego la enseñanza: mientras se está
vivo, hay que luchar por ser feliz, y los seres queridos no son para contender,
sino para acompañar, respetar y amar, es lo que intento trasmitir a nuestro
hijo, porque en verdad, debo regresar a su lado, aunque jamás olvidaré a mi
amor, y ese amor sos y serás tú, Mirna”.
___
__
Pedro, mi cielo, ya todo terminó, ve con Guillermo, iré con Orestes, Fernando recibió
bien la noticia, la carta digo, porque Mirna hoy lo ama, está seguro del
mañana, ya no quedan fantasmas, ya cada uno sabe todo lo que debe de saber.
__Pensar
que papá fue quien la encontró, quizá los objetos quedaron en el agua en la
primera caída y ella llegó a la playa luego de la segunda, como sea que haya
sido, el destino la puso en nuestro camino, y ella me trajo a su hijo, y yo se
la traje a ella.
__Ya
pasó todo, ahora mañana ella se casa, tú cumples años, con Manuel, el
aniversario, es una fiesta mayor, hoy estamos todos en el Delta, lejos de
Kenia, lejos del Naufragio, Mirna se irá de viaje unos días a Brasil, regresará
luego a esta casa, ustedes se irán con José en el yate, yo me quedaré con Pía y
Camila, con los chicos y Orestes.
Está
todo bien, ve a descansar mi amor, todo es como debe de ser.
__
__Abrázame
fuerte amorcito que esta noche tengo temor. Abrázame… tómame inclemente, entre
mis brazos, quiero tenerte. Abrázame como nunca lo has hecho, estrújame con tus
manos, dentro de tu pecho. Esta noche
quiero verte cual última noche de amor a muerte.
Abrázame
con tus lindas palabras. Abrázame con tus detalles de belleza.
Abrázame con sonrisas que me das. Abrázame como si fuera el último día.
Abrázame con sonrisas que me das. Abrázame como si fuera el último día.
Quiero
sentir el roce de tu piel en la mía, tu bello despertar mirar cual una
avecilla, así amor abrázame fuerte sin tapujo ni decoro, sos la joya que
siempre quise, mi tesoro.
Sentir
tus labios en los míos, besarlos, retorcerse en gemidos lastimeros, de placer,
tan sólo en el abrazo, escuchando que
vivo en tu propio latido en el pecho. Tu
alma, fundida con mi alma, sintiendo cómo galopa tu corazón. Como un tropel,
viento en popa cuando susurras, te amo en calma. Que mis oídos, escuchen sin
bulla y sentir, que tu vida entregas, con la mía.
Saber que mi alma y la tuya son una sola. Igual que nuestras vidas.
Saber que mi alma y la tuya son una sola. Igual que nuestras vidas.
__Te
elegí a ti con tus defectos y virtudes porque es ideal sentirte en mis
inquietudes, si mi vida dio un vértigo de noventa grados, felices hemos vivido unidos desde hace dos
años, uno casados, codo a codo siendo mucho más que dos, como bien dice la
canción, mira el hogar que hemos sabido construir. Y no me arrepiento, de lo
que hice a tu lado, porque se vive una
sola vez, y te amo, pese a que has
estado un poco frustrado, mi amor cerca de mí te siento...te clamo.
Mañana
cumplo años como esa víspera de nuestro encuentro en Palermo o de nuestro
casamiento, y se casa tu madre, la que pude devolverte al llegar a tu lado, la
que le diste de la mano a Fernando, la que hoy sabe que lo ama y elige,
mientras ella trajo a María a nosotros y a los brazos de Orestes.
Fabián
vivirá en esta casa, Guillermito en ocho meses tendrá una hermanita, José,
Andrés y Pilé crecerán juntos, y en dos días zarparemos en otra mini luna de
miel, pero sin temor de naufragios, sólo a compartir la vida, con nuestro hijo
pequeño.
__Déjame
que sueñe esta noche con tus labios en los míos. Déjame que imagine poder tenerte
en mis brazos, contornear tu cuerpo con caricias que provoquen pasiones en tu
ser, déjame que mis manos te devuelvan miles de caricias un poco olvidadas que tanto
me regalabas.
Deja
que vuelva el amor a nuestras vidas, deja que tus ojos vuelvan a mirarme como
hace tiempo cuando era tan fuerte esa mirada que hacías que temblara de emoción, sin resabios
de muertes. Déjate abrazar con amor, con ternura, con deseo, que aunque sea en
sueños pueda revivir el tiempo que se fue lento, las noches son el refugio del
amor, del recuerdo de mi padre, al que quizá no supe amar como debí, porque
había perdido los recuerdos como mamá.
El
porqué nunca se sabrá, los caminos nos llevaron por rutas distintas, pero mi
amor por vos destierra culpas y miedos,
legado de mi abuela que también había olvidado y a pesar de todo ello en mí queda la noche
para volver a estar en tus brazos, poder besarte y sentir que mi corazón sigue
amando como el primer día.
__
Quiero sentir en mi cuerpo, el río que de tu cuerpo emana, cuando estamos tendidos
en esta cama. Ser leño y chispa que el viento aviva, para formar ese fuego que nos queme de a poco
y sentir cómo los dos ardemos en nuestro
infierno. Ese infierno de pasiones, que
entre ambos formamos, hasta quedar
nuestros cuerpos, muy calientes y
mojados. Siento cada gota de tu mar y tú del mío alojando umbrías, y ahora
quiero sentir en mi boca, ese río que me ahogue. Río de lava caliente, que cae en mi boca y me ahoga, es manantial de
pasión, que me entregas con amor. No he de dejar ni una gota, de todo lo que me entregas, es la más bella
coronación, de una noche apasionada. Sellamos
nuestro encuentro, en un beso apasionado, entre tu boca y la mía, todo ese elixir derramado, que lleva tu sabor
y tu nombre.
Una
mañana de octubre de hace dos años desperté desconocido. Repleto de destinos, de
luces con consignas y secretos sin candados, los segundos entraban gateando, no
entendían las huellas que el naufragio había trazado en nuestros caminos.
__
Son miles y miles de idiomas los existentes, y entre esos tantos, mi preferido
es tu idioma corporal. El contenido que trasmite.
Tu mirada, la entiendo a la perfección y la sensación que despierta en mí ser es excepcional.
Todos tus gestos me provocan, tus besos surcando los caminos de mi piel desalojan pretéritos, los diluyen en horizontes de esperanza y de fe, son verbos conjugados que deseo encanten mi boca. Tu cuerpo es un diccionario, y como buen alumno me lo he memorizado,
Tus caricias sensuales son símbolos de puntuación que viven en mi corazón.
Tu mirada, la entiendo a la perfección y la sensación que despierta en mí ser es excepcional.
Todos tus gestos me provocan, tus besos surcando los caminos de mi piel desalojan pretéritos, los diluyen en horizontes de esperanza y de fe, son verbos conjugados que deseo encanten mi boca. Tu cuerpo es un diccionario, y como buen alumno me lo he memorizado,
Tus caricias sensuales son símbolos de puntuación que viven en mi corazón.
Tus
gemidos son aumentos de latidos de mi corazón. Soy un adicto a tu idioma y mi
deseo es aprender más de ese lenguaje que me induce y produce mi ventura.
__Somos
sexo y tentación. En mi pelvis tus
anhelos, mis ansias en tus besos, cierra
tus ojos, abre tus deseos. Caricia tu
aliento, mi esencia agita deseos al
vuelo, adoro tu hombría. Mi besar es candor, hazme volar, provoca mi entrega, mi
almíbar haz brotar. Disfruta mi aliento, camino tu cuerpo, incito tu desenfreno,
transito tu desespero, instigo tu devaneo. Bosquejo tu cetro, degusto tu vino, excavas
mi sendero, navegas mis mareas, te pierdes en ella, avanzas y retrocedes en
exquisito vaivén. Somos locura sublime, somos aventura, sexo y tentación.
__Placer
y delicadeza, agenda liberta. Sos suave nostalgia tejida en seda lavada en
caricias.
Hilvanando miradas adosadas al preludio. Amanecido en labios catando maestría de besos que yacen en ardientes entradas y salidas o que se quedan silentes mordisqueando ternura en el universo del mar con sus olas entregadas al deseo infinito de instintos apresurados, de estallidos y choques contra acantilados humeantes. Muero de amor y muero de tanto sentir y espero. Muero cuando presiento que esta noche el frenesí dormirá en tu cama, en mi cama pegado a vos y junto a mí... es tu sueño y es el mío.
Cuerpo a cuerpo, piel con piel…Lengua y besos en frenética batalla que al final juntos se gana entre pasión y placer.
Hilvanando miradas adosadas al preludio. Amanecido en labios catando maestría de besos que yacen en ardientes entradas y salidas o que se quedan silentes mordisqueando ternura en el universo del mar con sus olas entregadas al deseo infinito de instintos apresurados, de estallidos y choques contra acantilados humeantes. Muero de amor y muero de tanto sentir y espero. Muero cuando presiento que esta noche el frenesí dormirá en tu cama, en mi cama pegado a vos y junto a mí... es tu sueño y es el mío.
Cuerpo a cuerpo, piel con piel…Lengua y besos en frenética batalla que al final juntos se gana entre pasión y placer.
Tiernamente
me acaricias y vas limpiando mi espalda de
esos granitos traviesos de la arena de la playa. Se deslizan por mi piel tus
yemas, despertando sensaciones que me
erizan, me estremecen encendiendo las pasiones. Y volvemos a perdernos y
encontrarnos otra vez entre pájaros y brisa, entre mar y atardecer…
__
Te amo, Pedro, y amar no sólo es dar sino también estar. Hacerse presente en la
desgracia, atender y dar ayuda con eficacia. Hombro con hombro salir a
luchar...Porque cuando nos unimos, es que nos encontramos cuando en algo el
alma damos.
Después
de lo que sufrimos...que de caídas nos levantamos, del dolor nos reponemos,
antepondremos siempre este acto de fe y cuando ayudemos sin ver a quién,
estaremos confiando en el porvenir, en un mañana mejor donde siempre vamos a
construir.
Antes
de vos dejé pasar el tiempo indolente, el recuerdo de muchos se lo llevó el
viento, y la calma regresaba cuando estaba en el trabajo o con mi hijo, acaso
con Juan.
Pero
al verte en Palermo, supe que sería capaz de recorrer mares y subir montañas,
de recorrer kilómetros de valles para no esperar por vos. Nadaría océanos y
ríos para terminar la búsqueda, pero al fin fuiste vos el que regresó a mis
brazos devolviéndome el alma que dejé en tus manos. Un nuevo horizonte me
esperaba. La luz de la esperanza junto
con tranquilidad y calma. Dando paz y amor con ese bello resplandor que surgió
en el alba con vos a mi lado. En los
brazos de este tierno querer que apartara el dolor, mientras calmé tu pánico en
la primera guardia. Encendiendo mi corazón con el calor de tu pasión, allí,
aprendimos a ser felices en ese primer acto de entrega al unir lo que el
destino venía hilvanando, y supe que la búsqueda había terminado porque las
almas se reconocieron, y se juraron un juntos para siempre, en ese amor eterno.
Ven, preparemos el mejor elixir. El fruto del
deseo está en su punto exacto y su textura es inigualable. Mientras, capta su
esencia y su perfume triturándolo en tu paladar exigente.
La
fiesta será una danza de cuerpos excitados. Apretando y exprimiendo nuestros jugos
con las manos. Saborearé la casta exquisita y dedicaré a los dioses las primicias. La
música no para hasta que la última gota de placer caiga al suelo en este paraíso
que inventamos al amarnos; fugaces relámpagos que tiritan a lo lejos; besando
los matices que conocemos, alimentándose el amor profundo y claro. No deben
terminar nunca las palabras en alas; depositando allí nuestra calma; seremos
fuego al amarnos y remanso en noches claras...Eterno nuestro amor que jamás dejará de existir.
__Amanecí
despierto soñando con tu piel. Rasgué mil veces tu alma sintiendo estremecer tu
cuerpo. Entre tus alientos mantuve mi soledad. Sólo tuve el deseo de diluir tus
sueños en mi amanecer. Susurré mil veces tu nombre que me suena a poseía. Si
más aún la oigo de tus labios, del sabor de tu boca. Si, así siento al decir tu
nombre. ¿Cómo será sentir tus besos?
Serán como seres pasionales que buscan sueños dentro de un cielo descubierto.
La humedad de esta noche al sentir la calidez de tu piel se reflejó en mis entrañas al sentir el furor de tu ser entre sueños desnudos apasionados delirantes. Sentí que mi cuerpo inerte deseaba ser acogido en tu ser.
Serán como seres pasionales que buscan sueños dentro de un cielo descubierto.
La humedad de esta noche al sentir la calidez de tu piel se reflejó en mis entrañas al sentir el furor de tu ser entre sueños desnudos apasionados delirantes. Sentí que mi cuerpo inerte deseaba ser acogido en tu ser.
¿Estás mejor?
__Estoy
feliz amorcito, ya no quedan fantasmas,
ya todo pasó, cada uno está donde debe, en su lugar.
Guille se arrojó al abismo de mis ojos, se perdió en
los vericuetos de mi alma, y con los labios casi en los míos, respirando el
mismo aire, al fin susurró.
__!
Feliz cumpleaños amor mío, feliz
aniversario esposo amado, feliz vida cielito lindo!, te amo más que hace un año
cuando nos casamos, mucho más que hace dos en Palermo y en ese momento dejé mi
alma en tus manos.
__ ¡Feliz
vida, amor de mis vidas!
¡Feliz
aniversario! y gracias por esperar… que llegara a ti desde Kenia.
CONTINUARÁ.
UN
DESTINO. UN AMOR. PEDRO Y GUILLE. GUILLE Y PEDRO.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICITICIOS, CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
ResponderEliminarGraciela Bonfiglio
HOLA EVE HOY RECIEN LEI, ES HERMOSO ESE AMOR Y ESE CUIDADO QUE SIENTEN CADA UNO REALMENTE ES MARAVILLOSO SOS REALMENTE UNA GENIA NOS HACES VIBRAR TODO EL CUERPO TE QUIERO MUCHO Y TE FELICITO UN BESO GRANDE Y DE NUEVO GRACIAS POR TU FICCIONES SON DIVINO
Patricia Muy ciertas tus palabras. La vida es una sorpresa. El mañana puede ser diferente, impensado. Muchas gracias Eve Monica Marzetti!! Cariños!!!
ResponderEliminarMario Hola.Gracias por compartir tan lindas letras, llenas de tantas emoCiones.ha sido un deleite leerte amiga.
ResponderEliminardejaré en tu cuerpo la huella de mis besos apasionados..
Silvia Gracias siempre, tan amable dulces sueños bella Eve Monica Marzetti.
ResponderEliminarValeria Słońce
ResponderEliminarGracias Eve por tus relatos maravillosos que siempre me animan. y por favor no deja de escribir, TQM
Lucero Precioso!! Me encanta esa pasion! De verdad me erizo la piel! Buenos días amigo querido! Dios bendiga tu camino, tu día, tu trabajo, tus finanzas, pero sobre todo.. Bendiga a tu familia. Tqm
ResponderEliminarGladys Hermosa querida amiga, cada una de ellas toca las fibras más íntimas de nuestro ser. Que tengas un lindo y bendecido día.
ResponderEliminarPedro R Eve Monica, tu si que eres “destacada y de oro”, un abrazo!!
ResponderEliminarPilar Bello amiga... El mundo tiene un campo muy amplio... Felicidades por conseguir tanta belleza... Saludos..
ResponderEliminarLyda Garcia Gracias Eve Monica Marzetti.
ResponderEliminarPaulina HERMOSO
ResponderEliminarJose Luis Una preciosidad
ResponderEliminarJulio Hermoso
ResponderEliminarEdelmira BELLEZA.
ResponderEliminarMarcia Gracias Eve Monica Marzetti
ResponderEliminarMaria De La Luz Estrada Tapia DIVINO
ResponderEliminar
ResponderEliminarPatricia M Hermoso!!!
Veronicka Hermoso como siempre mi bella
ResponderEliminarVictoria Hermoso
ResponderEliminarEve emocionante capítulo, tu descripción sublime de tantas emociones provocadas por el naufrágio que cambio sus vidas pero el destino les permitió reencontrarse y estar unidos en el amor eterno, la familia,bella tu forma de escribir gracias por tanto sos la mejor genia te quiero :) !!!
ResponderEliminarHermoso Eve, y muy emocionante...
ResponderEliminarHermoso capítulo revelador y sanador.
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