domingo, 1 de diciembre de 2019

EL EMBAJADOR. TERCERA PARTE. CAPÍTULO TREINTA.


EL EMBAJADOR.
TERCERA PARTE.
CAPÍTULO TREINTA.


“Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir
en tu pecho, sin sombres ni fantasmas, te quiero como para no
soltarte jamás”. Mario Benedetti.
 “Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad
errante, hasta tu compañía!” Pablo Neruda.

Si bien para pasar las noches juntos le robaban horas al sueño, se sentían vitales y todos lo notaban. Las ojeras se esfumaban y las mejillas se arrebolaban. La mucama de la casa de manos que curan preparaba las bandejas que les dejaba en la mesa de la cocina, que Guillermo buscaba para compartir con Pedro luego de hacer el amor, lo mismo que largas charlas…  de sus infancias, sus temores, sus sueños, sus fracasos, de las relaciones con sus padres, de sus visiones de la vida y la muerte y aunque el trabajo y la tensión en la mina no mermaban con los días, Pedro se las ingeniaba para regresar cada noche y además visitar la misión los fines de semana, convencido de que el peligro acechaba a Guillermo en Bucarest, y de que estarían seguros con los chicos allí, alejados de la capital, en tanto sus hombres de confianza buscaban sospechosos  y responsables de los atentados.

“Salimos de aquel bar cuando ya la noche se había apoderado de la ciudad, estábamos contentos, pasamos a una licorería a comprar un tequila azul, luego le sugerí que buscara un buen hotel, él  accedió y por un rato deambulamos por la ciudad  casi un pueblo en su carro en busca de nuestro objetivo hasta que finalmente encontramos el adecuado. El cuarto tenía una cama de grandes proporciones, pero lo mejor era el jacuzzi; y mientras uno  lo preparaba con esencias aromáticas, yo preparaba las bebidas, le pasé su copa y brindamos mirándonos a los ojos intensamente, sabiendo que por dentro estaba consumiéndonos el deseo de amarnos como la noche pasada. Y mientras bebía su copa por segunda vez sus ojos café claro me miraban directamente a la cara, luego una sonrisa tierna asomó a sus labios, me acerqué y lo sentí demasiado frágil, lo abracé y hundí mi nariz en su pelo, extasiado por su embriagador aroma, después me separé un poco y lo sujeté con una mano por la nuca mientras le daba un beso que me correspondió generosamente, con la mano que me quedaba libre la fui deslizando lentamente por su cuerpo y toqué su pecho, su cintura, sus nalgas, sus muslos y Pedro  gemía.

Lo ayudé a desnudarse y luego yo hice lo mismo, y descendimos a las cálidas aguas del jacuzzi, lo encendimos y miles de burbujas nos rodearon y sentimos un masaje reconfortante y al abrazarnos sentimos la viscosidad de nuestros cuerpos, la temperatura iba en aumento, y mis manos eran como tentáculos que se multiplicaban y deslizaban por toda su piel; con mi verga ya bien erecta hice el primer intento de penetrarlo  y así lo hice, entraba y salía y me producía una delicia en todo mi cuerpo y él gemía y lo disfrutaba con una entrega total. Luego de disfrutar hacer el amor dentro del jacuzzi por unos minutos pero sin concluir, salimos y nos fuimos a la cama, ahí él  se abrió de piernas y comencé a chuparle a placer su fuente, con una mano empecé a mover mi dedo en el sentido figurado de las agujas del reloj para deleitarlo mientras mi lengua por momentos en forma alternativa le chupaba el pene.
Después de un rato me puse en posición y lo penetré, primero despacio deleitándome al sentirlo alrededor de mi  carne  y gradualmente aumenté la velocidad y lo seguí penetrando una y otra vez cada vez más deprisa, en mi mente solo estaba el objetivo de saciarlo,  de querer hacerlo  feliz y al parecer lo estaba logrando, porque lo veía en su cara y lo escuchaba en sus gemidos. Luego de un rato de intenso placer para ambos, explotamos en un orgasmo fabuloso, Pedro  gimió más fuerte y se estremeció, yo exhalé un suspiro largo y me desmadejé sobre su cuerpo por un momento en un clamor torturado que brotó de mi garganta,  luego me rodé a un lado; por unos segundos no dijimos nada, solo respirábamos agitadamente y nuestros cuerpos estaban perlados de sudor. Luego me incorporé y preparé dos bebidas, le alcancé su copa y dimos un trago grande, lo necesitábamos.”


La tarde en que Alberto y Pedro se presentaron con  regalos para los niños, el orfanato se convirtió en una fiesta.  Las religiosas junto a Gaby y Sonia, clasificaron y seleccionaron los juguetes, escribieron los nombres en los paquetes, mientras los niños aguardaban con expectación e impaciencia en el salón del refectorio, que se colmó de risas, exclamaciones, papeles y moños, mientras los niños aguardaban. Los huérfanos se enseñaban los regalos, los estudiaban, preguntaban cómo funcionaban y abrían grande los ojos, reían, hablaban todos al unísono.
Guillermo que paseaba la mirada por el grupo con la sonrisa dibujada en los labios, buscaba entre ellos a Abdul y a Koly sin éxito. Pedro tampoco estaba en el refectorio. Medio preocupado e intrigado, salió del orfanato, no los halló en el predio tampoco. Corrió a la casa de las religiosas y los encontró en la cocina. Se quedó quieto y callado bajo el umbral. Los niños, arrodillados en la banqueta, con los codos apoyados sobre la mesa, observaban la pieza pequeña que Pedro manipulaba y escuchaban con atención reconcentrada  las explicaciones. Los labios de Guillermo, se curvaron lentamente en una sonrisa cuando  se percató del ceño de Abdul que él le conocía y que le comprometía incluso la nariz y la boca, la seriedad del asunto debía de ameritarlo,  se dijo.

__! Papá! __exclamó Abdul, al descubrirlo, y Pedro giró la cabeza hasta dar con la mirada penetrante y asombrada de Guillermo__. Mira lo que Pedro nos ha regalado a Koly y a mí.

Había dos cajas con fotos de aviones de guerra en las tapas, y enseguida se dio cuenta de que se trataba de aviones  a escala para armar. Las piezas estaban prolijamente colocadas sobre la mesa junto con un pomo de cola, una pistola para pegar con barras de pegamento transparente, autoadhesivos y herramientas pequeñas. Indispensables para una tarea de precisión y delicadeza.

__! Qué hermoso!
_Este es el mío _ dijo Koly, y levantó la tapa con un F- 16.

__Y este es el mío _proclamó Abdul y le mostró la tapa con un Sukhoi.

De manera atropellada, peleándose para ver quién relataba qué,  Koly y Abdul lo pusieron al tanto de las funcionalidades de los cazas mientras Pedro se asombraba de que hubiesen retenido tanta información.
__Pedro voló en un Su_ 27 _ se enorgulleció, Abdul__. ¿No es cierto, Pedro?__Pedro, sin levantar la cabeza de las partes que intentaba encastrar, asintió__. Pedro, ¿cómo se llama eso que hiciste? ¿Cuándo pusiste al avión así? __trató de explicar el niño, y colocó la manito hacia arriba y un poco inclinada hacia atrás.

__Esa maniobra se llama cobra de Pugachev, y se ejecuta para eludir al enemigo que te persigue muy de cerca.

A Guillermo le recorrió un escalofrío, mezcla de orgullo, aprensión y excitación. Fijó la vista en Pedro, este, sin embargo permaneció con la mirada en los fragmentos que pegaba.
__ ¿Ya le entregaron a Pedro sus regalos? __preguntó y Koly y Abdul corrieron al orfanato a buscarlos__. ¿Almorzaste? _ quiso saber una vez solos.

Pedro se puso de pie, y sin pronunciar palabra lo acorraló contra la  mesada, le cubrió la parte posterior de la cabeza con la mano abierta y lo pegó a él. Pasándole un brazo por la cadera. Guillermo entrelazó los dedos en el cabello de él, entreabrió los labios, deseoso de recibirlo en su boca.

__Anoche estuve a punto de raptarte para que hiciéramos el amor en cualquier parte. __Guillermo gimió ante la imagen que conjuró en la mente__. No podía dormir por tu culpa, pero me alegro de haber podido venir, los chicos en verdad extrañaban.

__Anoche tampoco dormí _reconoció Guillermo sobre los labios de él__, y te aseguro que habría encontrado el modo para ir con vos a cualquier parte. Yo también te extrañé y quería que hiciéramos el amor, y me pregunto qué será de esto… lo nuestro al regresar, cuando todo está lleno de cámaras y micrófonos enemigos.

__Pues te llevaré al parque, al bosque, donde sea, mi amor. __No podré quedarme esta noche _ dijo, Pedro__. Solo vine a verlos, a traer los regalos y un teléfono satelital para la misión, lo pueden necesitar, pero debo volver a la mina.

__ ¿Problemas?

Pedro agitó la cabeza para negar porque no tenía ganas de estropear el momento contándole las escaramuzas y enfrentamientos con guerrillas locales.
Siguieron besándose y tocándose hasta que decidieron refrenarse.

__Basta _ jadeó, Pedro__ o terminaré haciéndote el amor sobre la mesa.

__ ¿Te imaginas si nos vieran las hermanas?_ se burló, Guillermo y cayó naturalmente en la lengua de él.


__Nos envidiarían.
__Espero que no desaparezcas en misión secreta por semanas de nuevo _ dijo Guillermo__. Gracias. Y le acarició con el dorso de la mano la mejilla sin afeitar__. Gracias por todo esto, Pedro. Por haber traído la felicidad al orfanato.

__ ¿Me quieres un poquito más por eso?
__No sé cómo podría quererte más de lo que te quiero. Es imposible.
El correteo de los niños, que acababan de irrumpir dentro de la casa, los obligó a apartarse y regresar a la banqueta. Las alabanzas que Pedro destinó al avión de Abdul  no eran fingidas, estaba asombrado de la prolijidad y del esmero que se apreciaban en los detalles. En la parte superior del ala, Guillermo le ayudó a escribir una leyenda: “Para Pedro, con amor. Abdul”. Pedro releyó la frase varias veces, emocionado. Guillermo se ubicó detrás de él, se apoyó sobre la espalda de Pedro y  le pasó los dedos por el pelo de la nuca. Lo sintió estremecerse. Se inclinó para hablarle al oído.

__Koly también tiene un regalo para vos.

Más tarde cuando Abdul los sorprendió besándose con un ardor que hubiera aturdido a un adulto, en el principio les dirigió un vistazo endurecido por el mismo ceño con que había observado los  aviones. Después corrió hacia ellos sonriente.
__Pedro, ¿mi papá es tu novio?
Pedro se acuclilló, se ahuecó las manos en torno a la boca  y le contestó al oído.
__No le digas nada a Guille ni a tus hermanos, pero voy a pedirle que se  case conmigo, no ahora, pero pronto.

El niño lo imitó para responderle y  Guillermo contuvo la risa.
__ ¿Entonces tú serás mi papá?
Pedro asintió en el mismo tono, y Guillermo no supo por qué, Abdul apretó los bracitos en torno al cuello de Pedro y le besó varias veces las mejillas.

__
Lo miró desde su  ventana, su pelo rojo ante el reflejo de la luna y las luces del parque  dejaba ver el fuego que tenía entre sus piernas, le miró fijamente admirando su bello cuerpo. No podía creer que lo tuviera tan cerca ahí de frente, había fantaseado con él por muchos días, y cuando vio su piel de cristal, y sus caderas dominantes al andar, su paso firme,  no pudo más que caer rendido a sus encantos.
Sus labios eran un templo a la perdición del pecado, de la lujuria.
Sabía que ese hombre  era uno de los que muy pocas veces se veía, el mejor, un devorador, de esos que te bajan al cielo y te suben al infierno, y luego no crees que fue real, pero las marcas quedaron en tu ser.
Uno de esos que de un beso te prenden el corazón y hacen que el macho que llevas dentro se vuelva un tierno gatito.
Él no podía creer que lo tuviera cerca.
Se llamaba Pedro. La roca, el pilar, el poder, nombre de grandes  hombres de poder.
Y él no era la excepción, era un emperador del placer,  del deseo y del amor.
Ese hombre  clavó sus ojos en él. Le pareció muy atractivo y vio algo en sus ojos.
Lo invitó a pasar, sintió confianza, y curiosidad,  no era la primera vez que se veían, le deseó por un momento.
Se fijó en sus manos, le gustaron sus manos,  por un momento fantaseó con sentirlas en su cuerpo, se veía como un hombre que sabía tocar  a otro.
Tomaron asiento y hablaron de cosas triviales, sencillas y poco a poco comenzó él  a sentir su mirada.
Sentía el deseo con que miraba sus  montes, le enloqueció ver la manera como disimulaba que no los veía, le encendió ver la lucha que veía en su ser por controlar el deseo que tenía de tirarse sobre él  y besar su cuerpo.
Le encantaba sentir esa mirada y saber que era irresistible, era el poder que buscaba, el sentirse un dios del deseo, el sentir que él no se podía controlar porque su mera presencia era suficiente para encender los demonios que habitaban en él, por un momento él dejó ver esa lujuria, fue por un segundo…  la vio en su lengua, en un ligero movimiento de su lengua que le hizo sentir cómo su  glúteo se contrajo, y ya no pudo más que pensar en esa lengua, deseaba sentirla tocando su  pene, tocando sus labios, besando su boca, sus muslos, tomando con sus grandes manos sus  pezones, apretándolos, el olor a deseo comenzó a sentirse en el aire.
Las palabras poco a poco se desvanecían perdían sentido, dejando solo en el ambiente la lujuria y el placer...
Sintió lo tibio de sus labios, sintió la frescura de su alma, sintió ese aroma que desprendía su piel.
Se había sentado sobre él, y la ropa se convirtió en su peor enemigo.
Guillermo  le arrancó  la camisa y dejó expuestos sus  pezones enhiestos, su piel blanca como la luna y un  halo rosa que espantaba la oscuridad de la habitación.
Pedro le arrancó los botones de la camisa y se abalanzó sobre su cuello mordiendo chupando, y lamiendo, degustando cada parte de su macho, porque así lo hacía sentir con su mirada, lo llenaba todo.
Él se puso de pie y le dijo: ¿quieres chuparlo verdad?
__ sí por favor _ respondió. Y con sus manos temblorosas de un jirón arrancó su cinturón y abrió su pantalón y quedó al aire un pene firme duro y jugoso, al que  Pedro no pudo resistir.
Lo tomó del pelo y llegó hasta el fondo de su garganta mientras él no podía escapar de su mirada, no podía escapar del placer de ver esa bella cara con todo el miembro en su boca.
Luego lo  volvió agarrar del pelo y lo estrujó contra la pared,  separó sus piernas, sus nalgas  y sin pronunciar palabra, Pedro  sintió cómo lo atravesaba, y percibió que sus piernas le traicionaban, lo dejaron a merced de sus fuertes manos, que le sostenían de sus caderas mientras lo embestía una y otra, y otra vez.

__ ¿Quieres ser mi hombre Pedro? _ le dijo al oído con la voz agitada de las embestidas fuertes que le daba.

Y el derrame fogoso de los jugos de su placer bañaron sus piernas, su orgasmo hizo que sus uñas se clavaran en las nalgas de su amante, mientras lentamente se desvanecía en sus brazos, mientras con voz débil y placentera le decía...! Sí acepto ¡__ y la eyaculación caliente resbalando por su espalda y perdiéndose entre sus nalgas,  desde sus entrañas, fue el sello sagrado del pacto entre amantes que se cerró esa noche...

__
__Mañana solo quiero una cosa, tenerte a mi lado y todo poro sea reclamo,   he pensado, rozar tu piel, lamer su miel, besar los pies,  ante cada paso  daré lo soñado, lo esperado, lo que rogaba no dar, entregaré con agrado  para que tu alma sienta en cada caricia, eso que dulce rindo si lo avalo.
Me voy a pasar el día entero dando tanto de ese cuento que nunca paro  si enredado ando en el poema que recite esa mirada cada vez que alabo,   así sabré que habré logrado  eso que hago al arder con amor su reclamo  al obtener todo el calor de lo causado y tal flaqueza del corazón curado. Besarte con la mirada, los labios, las manos, lo que nunca han tersado,   cada sístole y diástole que mi latir en su insistir  ande redicho tocando  que haré escuchar ese concierto tan grato que mil vidas enteras  negaron  pues de toda caricia  escribiré la poesía con su sinfonía de tanto aclamo. Cuando nada más te vea, será tu cuerpo quien reciba el roce de la mano,   el descaro de su mimo que se suelta con decoro despertando el encanto  en su cálido arrebato, donde relato  todos los versos que dicto en pecado  con cada beso que santo será dado si relacionado cargo con lo que amo.
Quiero hacer gozar al alba en mi regazo, volverte loco al nacer su ocaso,  escribiré las palabras en tu espalda, una obra que será digna de ensayo  que buscas representar todo día del año, la misma ruta, el mismo tramo,  el sol en lo alto, la luna al rato, su pasión, el placer, lo que fue forjado. Pasaremos horas entre besos, al susurro de Eros enredados por su lazo  dando forma a todo trazo, vamos a ver la vida cómo pinta al ser amado,  nos estaremos besando hasta que los labios duelan de mutuo trato,   pues de su abrazo prolongado lo tengo claro, lo traigo todo con halago.
Un día me diste un beso mudo porque no hubo eco, fue como seco, algo inacabado pero me miraste y me dijiste ciego y sordo el beso no se ve ni se oye, se siente y desde entonces no me fijo si tus besos dejan sonido, me interesa más la huella que en mis labios tatúas.

A los dos días, Pedro visitó a Guillermo y se trepó al alféizar para entrar por la ventana. Se abrazaron sin mediar palabras. Guillermo acababa de bañarse y se había perfumado para él, Pedro pegó las fosas nasales al cuello, y tomó una inspiración profunda seguida de un suspiro que calentó la piel de Guillermo.
__Te extrañé mucho. Tanto __jadeó, mientras sus manos le comprimían los cachetes de la cola y lo pegaba a su erección__. ¿Qué hiciste sin mí?

__Soñar cosas locas y luego dormir ocho horas seguidas _ contestó con ánimo burlón y Pedro rio contra su cuello.

__ ¿Qué soñaste?
__Una cosa loca, como todo sueño, algo para llegar a vos que espero no se haga realidad o tendré mucho que trabajar.
__Cuéntame.
__Solo si me dices que me amas _respondió, Guillermo.

Pedro hincó la rodilla frente a él y juntó las manos en posición de rezo.
__Yo confieso antes dos, o ante tres, no sé, ante ti o ante aquel, ante mi perro o ante mi soledad, ante mis libros, que encierran miles, quizá millones ¡qué sé yo! Todos poderosos, todos llenos de amor, ante mis hermanos de corazón, que he amado, y sigo amando mucho, con el pensamiento, con miles de palabras y con mis obras y acciones, con rosas y tulipanes, con bombones y mariposas, pero nunca con omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa, pero sin arrepentimiento y sonriendo, con los brazos siempre abiertos, así como el corazón, con besos a flor de labios, con manos siempre abiertas para  tomar las tuyas, con sonrisas y caricias, con dulzura y pasión, con ternura y locura, con silencio y canción.
Por eso ruego a la vida, siempre bella, a los locos y a los valientes, a los que aman sin tregua, a los que ríen siempre, a los eternos soñadores, a los que miran la luna y con ella lloran, a los que se bañan bajo la lluvia, a los que saben amar, que intercedan por mí ante ti, ante quien sea necesario, para así poder compartir y expandir mi amor pero siempre a tu lado
¡Amén! O mejor ¡Amen, siempre amen!
¿Está  bien? Ahora dime qué soñaste.
__Está perfecto como vos, cielito, lo que soñé se parece a algo que hice una vez en la capital.
__Dime.
_A pura frustración pero sin ceder en mis deseos por verte, salté al techo del auto, que ya no sería el mismo, y miré hacia tu casa. Como nada vi, bajé de un salto y entré a la mía a buscar más cosas. Lo primero que encontré fue la colección de libros de autoayuda entre los cuales estaban los de Paulo Coelho y los apilé cuidadosamente sobre la chapa hundida y probé, nada. Los árboles de la vereda que da hacia vos eran enormes. Las seis sillas las até con hilo sisal y tampoco. Bajé las sillas y puse primero la mesa y nada. Les siguieron el ropero, el lavarropas automático que aún estoy pagando y los cuatro viejos televisores que agradecí no haber cambiado por led sino… Con cinta de embalaje fui ajustando todo, hasta el microondas que coloqué haciendo las veces de estrella en árbol de Navidad. Trepar no fue fácil pero lo logré, no sin padecer algún susto, y las piernas cobraron vida propia y no querían dejar de temblar. Miré con un entusiasmo que pronto sería anulado por la última rama de estos árboles que tanto respeto pero que hoy hubiese preferido no existieran.
A nivel del mar, tomé mi mentón y pensé en lo que podría usar para elevarme un poco más y pude imaginar cómo se me iluminó el rostro al recordar el viejo aire acondicionado que descansaba en el patio de casa, ajeno a mi intención de nombrarlo mi mejor amigo. Subirlo fue más difícil que el pensar subirlo pero la voluntad de un corazón enamorado no tiene límites, si no, no sería un corazón enamorado. Gracias a la billetera y a pararme sobre las puntas de los pies, alcancé a ver tu casa pero no estabas y mi ilusión se derrumbó como pronto lo haría esta montaña que realicé sobre mi auto. Casi llegando al suelo, levanté la vista y contemplé el rostro que causaba en mí todos estos desajustes emocionales, y me miraste con sorpresa, aunque ya me conocías bien. “¿De qué se trata esto?”, me preguntaste y asomó esa comisura que tanto amo en tu rostro. “Soy un tonto” respondí casi desmayado por la imagen que tu presencia reflejaba exagerada en mis emociones. “Solo necesitaba verte, solo eso.”

__Yo también deseaba verte… Siempre.
__Mentira, tienes sueño. Creo que voy a tener que dejar de venir todas las noches para que descanse embajador.
__! No te atrevas! _ Lo amonestó Guillermo__. Ya cuando regresemos a la embajada llena de micrófonos podré dormir, o ir a esas aburridas recepciones donde no estás casi nunca.

__ ¿Eso quiere decir que me quieres en tu cama  todas las noches?
__Todas _ aseguró, con una vehemencia que no le era propia y que enardeció a Pedro.

__Guille, sabes, que en los cargos que tenemos, eso no será posible, y tampoco vivir juntos, o casarnos, o adoptar a Abdul juntos, ¿verdad?
Una sombra cruzó la mirada de Guillermo.
__ Una vez dijiste que lo lograríamos, que dejaríamos todo por estar juntos, ¿no es así? __le inquirió.

__Sí, lo dije y lo sostengo, en cuanto tú me digas, yo dejaría todo, y podríamos irnos  como un día te dije a Buenos Aires, y trabajar como abogados, allá podríamos casarnos, adoptar al nene y a cuantos desees.
Después de amarse, mientras comían desnudos, sentados como indios sobre la cama, con la bandeja entre ellos, conversaron acerca de los hechos del día. Aunque no lo mencionaban, añoraban esos momentos de complicidad y de confidencias tanto como el sexo.  Por primera vez, Guillermo experimentaba la certeza de que Pedro no le ocultaba facetas de su vida y de que compartía con él sus problemas pequeños y también los más serios. Le encantaba cuando le pedía su opinión.

__ ¿Qué propones? __ Le interrogó, Guillermo en un momento de la noche.

__Que nos vayamos de acá antes de que todo se ponga peor, Guille _ se sinceró, Pedro__. No soporto saberte en peligro ni un atentado más. Este sitio es de conflictos, y hasta es posible que manos que curan decida levantar su misión.

Guillermo se  quedó mirándolo, entre desorientado, abrumado y enojado. Palideció deprisa, y Pedro se apresuró a retirar la bandeja, y atraerlo hacia él.

__Pedro, no voy a dejar Rumania ni nuestro país sin Abdul. No me importan los atentados ni si estallara una guerra mundial. No voy a irme sin él. No voy a dejarlo solo.
__Lo sé.

Lo acomodó sobre sus piernas y lo abrazó.  Su arrogante embajador, su dulce hombre, era capaz de enfrentar a un ejército por su  muchachito Abdul.

__Mi precioso y valiente soldado sin armas _le susurró sobre la frente, y le besó los párpados. Y le depositó besos diminutos sobre las pecas, las sienes y la nariz__. Tengo celos de él _ admitió, con aspecto contrito.

__ ¿Por qué?
__Porque para vos, él es más importante que tus hijos de sangre inclusive, mucho más que yo.

Pedro lo contempló con una fijeza que le robó el aliento. El color miel de sus ojos se había intensificado en el contorno oscuro que componían sus párpados y sus pestañas.
_ Cada letra que escribo, la desencadenaste tú, como los vientos originan el oleaje del mar, o como la noche siempre da origen a un nuevo día, o como tus ojos y tu sonrisa dieron inicio a este sentimiento, mas no sé el porqué  yo me enamoré de ti y solo vivo para amarte, siempre me creí libre y hoy solo puedo decir que soy esclavo de ti, desde el mismo día en que te conocí, esclavo de tu mirada, de esa mirada  a la que no me puedo resistir y prisionero de esos labios  que tanto anhelo, porque tú eres la fuente de mi amor
y sin ti, no tendría amor, no tendría vida y no podría jamás amar.  Ansías y anhelas…
Acaricias tu cuerpo, mientras me piensas, haces el amor con otro, pero añoras que sea yo quien te ame en ese momento, me dije por meses, cuándo te darás cuenta  que tus labios
solo quieren los míos, que tus pezones ansían y desean mi boca y que todo tu ser  desea que sean mis manos las que acaricien tu desnudez, por eso  ser de mis sueños, sé que hoy tú  estás conmigo, en realidad, ansías y anhelas ser solamente mío y que sea yo quien te haga el amor, por el resto de tu vida…
__Vuela, vuela mi mariposa de amor, así decía la canción cuando me acariciaba con tu voz, me puse en ese momento a soñar que me amas como yo te amo, me gusta sentirme tu amante en la noche oscura cuando me piensas, me gusta tener en mi haber caricias en mi piel y besos dados al cerrar mis ojos, sentir cómo mi cuerpo tiembla cuando centímetro a centímetro dibujas con tus dedos mariposas en mi piel, si vida mía, así soy yo, tu mariposa de amor, apasionado soñador  y amante de tus sueños bajo la luna.
Podríamos habernos encontrado y sin más darnos esa entrega que a gritos piden nuestras almas y dejar que los ojos del mundo nos miraran sin importarnos nada más, que el momento maravilloso donde nuestros labios ahogaran ese aliento dulce y templado, que, entre sonrisas y perdidos ya en nuestros ojos culmine ese beso lento deseado.
Discúlpame vida mía, discúlpame por entregarte desnudos mis verbos, discúlpame amor, si se me escapan versos que puedan perturbar tu sueño, es que no lo puedo remediar, tú sabes cómo te pienso y cuánto te amo, tú mi amor soñado de tanto tiempo ya, eres mi delirio en mis noches de soledad e insomnio.
Te amo. Nunca supe de rendiciones ni pasos atrás, nunca he retrocedido por mucho abismo que hubiese ante mis ojos, ni niebla que me cegara, por eso quiero que sepas amor que esta noche seguiré perdido en tus ojos, que jugaré con tus besos como mariposa de amor, pero también te diré vida mía que me sentiré morir sin tus labios dulces, sin tu olor a verdad, te prometo vida mía que nada más despertar, al abrir mis ojos te buscaré en el aire y mis pies descalzos me llevarán a tu encuentro, donde dejaré para ti mis besos  de amor para que sean el  recuerdo manso de tus sueños, donde mis brazos te acogerán para darte sosiego mientras mi boca te besa al tiempo que derrama mil letras enamoradas, llenas de dulzura, las que te hablen de los días que nos queden por vivir, si esta noche te sintieras solo sin mí, no sufras amor, búscame en tus sueños, esos que te procuro cada noche, son sueños llenos de libertad, sueños que son los dadores de vida a este amor nuestro.
Quiero que esta noche amor mío recuerdes algunos pasajes de los versos que cada noche escribo para ti, y así al tenerme en tus brazos y al cerrar tus ojos quiero que me sueñes vida y puedas así ver a tu enamorado.
_ En esas sensaciones  que se ocultan entre tu piel y mi piel;  está el deseo que se desnuda  ante el silencio de nuestro tacto,  es el lenguaje de nuestras caricias  que se deslizan por los caminos perfectos  de nuestros labios.
Porque hacer el amor contigo es como estar naciendo.  Es amanecer en todo el cuerpo.
Es no tener pasado ni recuerdos.  Es ceñirse a la piel que abraza  la carne estremecida,  el grito, el mar ruidoso,  las rítmicas oleadas de la sangre,  la torva oscuridad de los abismos,  las barcas sin amarra,  la lava del volcán,  el rosal florecido,  la voz ronca que murmura
palabras sin sentido...
Saboreo el dulce aliento de tu intimidad  que se sella en la desnudez de tu piel,  en un intenso y profundo  deseo de amarte y sentirte  para siempre en mí... Te Amo.
__Yo vivo a la espera de tu llegada. La noche amenaza con ser larga, y llena de misterios. Por testigo mudo, la luna, que va asomando sus claros destellos. Y mis labios se humedecen
al pronunciar su amado nombre. Se inquietan mis manos, y el pudor se esconde.
Esta noche seré como un regalo. Voy envuelto en exquisito aroma de pasión y vino tinto.
Y no quiero mentirle pero estoy dispuesto a robarle el aliento. A que usted navegue en mi mar, que se halla tempestuoso y violento. Quiero robar su mirada. Robar sus caricias, una a una. Guardarlas debajo de mi carne y extraviarlas donde termina mi espalda. Estoy en espera de su llegada... Mi mente y mi ser se alucinan cuando escuchan su voz. Se eructan dos botones, suave rocío bañando una  fuente. Quiero perderme en el marrón de sus ojos. Quemarle la piel y los labios a besos. Destilar mi sensualidad, poco a poco. Dejarlo rendido, suspirando en mis  cumbres Sí... Estoy en espera de su llegada.
__Quiero llegar a ti,  cuando me llamas en silencio,  cuando llegas sigiloso a nuestro lecho
y yo te entrego un beso entre tus labios… No… no soñaba,   solo sentía tus manos acariciar mi piel, tus labios lamer sigilosamente los míos,  y mis suspiros de amor arrancados  desde lo más profundo de mi ser… Sentir tu pecho rozar el mío,  y besarlo para saciar la sed de amarte, la sed de sentirte dentro de mi ser,  al roce de tu  carne que te hace ser mi hombre.
Sentir mis manos rozar tu piel,  sentir deseos de calentar tu cuerpo,  sentir la llama del deseo que tanto anhelas, cuando volamos juntos  unidos en un solo cuerpo, cuando viajamos por el cielo… por nuestro universo,  hacer un viaje único e inolvidable  donde tú fuiste mío… y yo fui tuyo… llegando a sentir nuestra flama de amor  como nunca tú y yo lo imaginamos.
Ahora te vas sigilosamente igual como llegaste, y yo… yo me quedo feliz por tenerte y abrazarte,  llegará una nueva noche para sentirnos felices  en las fantasías de nuestros encuentros de amor,  porque ahora ya eres parte de mi vida…  Gracias a ti mi amor, nuevamente soy feliz.
Tus eres la persona amada. La que puedo amar con mis ojos. La que puedo amar con mis dedos,  la que puedo amar con el corazón. La que puedo amar con el alma. Eres la persona amada con mi esencia.
Busca un instante del día, o de la noche. Abrázate fuerte, muy fuerte con ese abrazo que se siente que calienta el alma, y que se necesita tanto para tener valor para seguir adelante y siente... ¡siente lo que hay en mí, para ti! Siente este infinito amor que no se acaba, que no se olvida porque echó sus raíces fuertes y poderosas en mi alma.
Y en ese abrazo que te das también siente mi abrazo que te cobija con la ternura y entrega que me caracteriza y... quédate con ese, ¡con ese abrazo de almas eterno!
Eres mi amor, eres mi único amor, eres amor primero y el amor solo es contigo.
Eres una bella compañía en el amor, eres mi otra parte en el amor, me entiendo mucho contigo, me gusta caminar de tu mano. Me gusta contarte mis cosas amor, me gusta comer contigo me gusta hablar contigo, me gusta soñar contigo. Me gusta tocar tu corazón,
me gusta tocar tu alma en el silencio.
Me gusta cuidar tu sueño, adoro nuestro tiempo en el cosmos.  Me gusta chupar helado contigo, besarte como mi helado anhelado, como el manjar de mis deseos y el encuentro del amor sincero pleno. Me gusta estar contigo todo me gusta contigo.
Eres mi único amor, y el amor lo siento contigo. Eres mi amor terreno,  soy tu amor terreno.
Nuestra proyección  en el espíritu es el armónico sonoro del amor.
Desde luego no somos perfectos, tenemos aciertos y desaciertos. Pero buscamos todo el tiempo ser un poco mejores, somos humanos en proceso de construcción. Pero somos amor en construcción; eres mi gran amor. Hoy, mañana y en lo por venir. Somos la galaxia del amor primero. Eres lo mejor. Eres mi amor, eres mi bello amor con un hermoso corazón. Eres mi camino seguro, eres el alivio de mi corazón. Eres  modelo de mis sueños. Eres mi vida amor. Eres el camino seguro, eres la mano en mis desaciertos. Eres de la galaxia del amor inaugurado por nuestro deseo y pasión.

__Sos lo más hermoso que he visto en toda mi vida _pensó, Guillermo en voz alta, sobrecogido por la sacralidad de su belleza. Elevó la mano y le acarició las líneas del rostro con el índice, maravillado de la armonía de sus huesos, de la forma de sus ojos, de la línea de sus cejas, del largo de sus pestañas, cada aspecto le hablaba de perfección__. Cuando te observo, Pedro, que es lo que hago la mayor parte del tiempo que estás cerca de mí, caigo como en una hipnosis porque tu hermosura me deja anonadado. Es en esos momentos cuando más lamento no poder estar en un sitio aislado, con los chicos, o no poder concebirlos para que hereden  tus facciones perfectas, el color de tus ojos, tu naricita, tus labios, la forma redundante y carnosa de tus labios, amo la forma de tus labios _ remarcó con énfasis, y les dibujó  el contorno con el dedo.

__No quiero hijos si no son los tuyos o no pueden nacer de nosotros _ afirmó, Pedro__. No quiero nada que no venga de ti, Guille __enfatizó__. Aunque tengo dos y los amé antes de conocerte, como tú a los de Silvina, y serán de los dos.

__ ¿Sabes una cosa atorrante insolente? Eso pensé cuando te vi por primera vez, pero ahora pienso que viajé a Washington solo para conocerte, y que llegué acá solo para encontrar a Abdul. Y sí, vos y nuestros hijos son parte de un plan cósmico que no sería perfecto si alguno faltase. Cuando conocí a Abdul, el vínculo que me unió a él, me recordó al hilo que me encadenó a vos  antes, se trataba de un lazo del cual no podía escapar por mucho que lo intentase. Vos y  ellos son mi destino. Para mí son una unidad, una sola cosa. Mi hombre y mis hijos.
_Guille __susurró, Pedro, y comenzó a besarlo de modo desenfrenado, intentaba comunicarle con su pasión lo que las palabras no lograrían explicar.

__ ¿Me quieres eternamente o infinitamente? __preguntó Guillermo.

__ ¿Qué diferencia hay? –le respondió, Pedro.

 __ No es lo mismo, amor… Eterno es una cosa e infinito otra.
__ Tal vez sea así pero yo no veo la diferencia  -le contestó mientras trataba de resolver esa cuestión.


“Haciendo uso de mi sagacidad le contesté que lo amaba eternamente y pasé a explicarle: Si yo te amara infinitamente, mi amor sería algo indefinido, ligado a lo matemático,  a lo tangible y razonable. Yo te amo eternamente porque mi amor es profundamente espiritual y completo, siempre te dije que eras mi amor eterno, el real y verdadero.

Yo creo que  sabe perfectamente lo que le estoy diciendo pero le encanta ponerme en aprietos, exprimir mi mente y escuchar que le diga cuánto lo amo, por eso se ensaña en esa clase de preguntas. Creo que el día que vivamos juntos, igual nos vamos a separar un rato y hablarnos por teléfono aunque sea de habitación a habitación, sobre todo cuando queramos decirnos algo importante o escuchar al otro decir que uno, es el amor eterno del otro”.


Volvieron a amarse y mientras uno se balanceaba y embestía sobre el otro, se miraban a los ojos y sonreían, dichosos, felices, olvidados de que se hallaban en un país complejo, lejano, agresivo y de que los rodeaban las enfermedades, la pobreza y el dolor. Se bastaba el uno al otro. Cuando Pedro acabó, aún acezante y sensible a causa de los últimos estremecimientos del placer, le habló con una emoción y una desesperación que afectaron a Guillermo al punto de hacerlo detener las inspiraciones airadas y quedar en suspenso, quieto debajo de él.

__No te merezco, Guille. Lo sé. Mi espíritu quizás es muy inferior al tuyo. Pero no puedo vivir sin ti. Por favor  acéptame como tu esposo. __Y sin darle tiempo a expresar una contestación, se lanzó a explicarle eso de “no puedo vivir sin ti”, y le describió las primeras horas del día sin él, los primeros días sin él luego de chocar las miradas, mientras a solas se mataba haciendo ejercicio, nadando, o se torturaba escuchando el adagio de Albinoni y le detalló las primeras semanas a solas luego de ese primer encuentro donde lo veía en cada habitación y donde estuvo a punto de perder la cordura por trascurrir horas imaginándolo.

__Sí __musitó, Guillermo y Pedro siguió hablando, enfrascado en la narración catártica_. Sí _ volvió a susurrar, y le sujetó la cara para obligarlo a callar_. Digo que sí. __Ante la expresión  demudada de él, Guillermo aclaró__. Digo que sí, que acepto, que quiero ser tu esposo.

__ ¿Sí?
__Sí, mi amor, sí. Quiero ser tu esposo. Sabes que no creo en la institución del matrimonio, pero si para vos es tan importante… __Pedro profirió un clamor de alegría y lo apretujó en un abrazo desmedido__. Pedro, vas a despertar a todos.

__! Qué me importa! Estoy tan feliz que sería capaz de darle un beso y un abrazo a Arismendi. ¡Sí, para mí es muy importante!
__No hacía falta que mencionaras a ciertas personas. Terminaremos un periodo en el cargo y luego nos iremos a cualquier país libre.
__ ¿Lo prometes? __ inquirió, Pedro.

__Lo prometo.

Pedro detuvo las palabras antes de pronunciarlas, y Guillermo advirtió que la sobriedad se apoderaba de él, aunque perdurara una sonrisa que lo iluminaba.  No quería decirle que necesitaba que su amor con su imperio le hiciese entender que era de él, que, pese a ser Guillermo una criatura superior, le pertenecía a él, un soldado, a veces un mercenario, un ser inferior. Casi masculló el nombre, que anidó  en su boca, se enredó en su lengua y le ocasionó un cosquilleo que terminó por despertar su miembro saciado.

__Es importante porque nos conviene _ contestó en cambio_. Mi prima puede ayudarnos en el trámite de adopción de Abdul, pero me dijo que los jueces son más proclives a conceder la adopción a un matrimonio legalmente constituido que a una persona soltera.

__Entonces  _ retomó, Guillermo, siguiéndole el juego, ¿te casas conmigo solo por un formalismo legal?

__Por supuesto, ¿qué pesabas?
__Que me amabas, que me querías para siempre a tu lado, que no podías vivir sin mí.
Pedro le pasó varias veces la mano por la coronilla. Nunca apartó la vista de la de él.

__Te pido que te cases conmigo porque te amo más allá del entendimiento, te amo de forma demencial, porque te quiero siempre a mi lado y porque no puedo vivir sin ti. Sin mi Guillermo, no, no puedo.  Es así de simple y egoísta, visceral mi necesidad, no vivo sin mi Guillermo. Sin él solo respiro y subsisto, soy una cáscara vacía, un ser sin alma, hace tiempo que he dejado mi alma en tus manos, amor.

Quiero recorrer tu cuerpo cada centímetro de tu ser,  quiero despertar en ti el deseo de sentir cómo al rozarte  se eriza tu piel. Quiero beber de tus labios ese río de besos que calman mi sed,  te brindaré de los míos mi aliento y mi calidez. Deseo pasear por tu cuello besando, mordiendo cada espacio,  de él acariciaré tu suave espalda, con la avidez de mis manos  en ella dibujaré.

Me escurriré por tu pecho besando, lamiendo; a tu abdomen llegaré lo recorreré sin prisa, despacio un torrencial de emociones, seguro esto provocaré. Continuaré lento, con mis manos tu vientre sujetaré,  lo acariciaré tierna y suavemente y mirando fijamente tus ojos la humedad de mi boca le brindaré. Te veo disfrutar como nunca,  siento cómo vibra tu ser,
veo cómo reacciona tu cuerpo ante este incesante placer. Mas ahí el recorrido no acaba…
aún quedan espacios por descubrir,  pero entre susurros me pides que pare pues también deseas explorar en mí. Tan solo a un paso del éxtasis sublime acaricias la desnudez de mi piel buscando, hurgando en mí encuentras la delicada fuente que ofrece miel. Te sumerges en ella desesperado saboreando así el néctar divino ofreciendo placer imaginado,  con tu lengua vas descubriendo el camino. Se arquea mi cuerpo, muerdo mis labios intentando acallar mis gemidos mas de mí se escapan, no los puedo contener como lobo en celo, aúllo de placer. Ya acompasados nuestros cuerpos disfrutando de ese salvaje vaivén buscan juntos alcanzar el cielo justo antes del amanecer. Con este llega la calma y abrazados y cansados  nos abandonamos al descanso del amor.
Solo tú sabes de los secretos que hoy, anidan en mi corazón. ¡Solo tú sabes el sentir de mis silencios! Solo tú conoces  cuán grande es el amor que hacia ti, en mi pecho llevo. Solo tú sabes de esta mi pasión amorosa que por ti siento,  que dejó de ser  solo una ilusión que dejó de ser solo un sueño.
¡Aunque en silencio, de amor esté muriendo!
Solo tú, me ayudaste a vencer mis miedos y pudimos cruzar el puente. ¡Solo tú  conoces los tantos intentos! Solo tú sabes, cuántas fueron las veces que te amé, en mis noches de desvelo. Solo tú sabes  lo que mi alma siente cuando de mí, cerca te tengo. Solo tú conoces, mi anhelo de  poseerte. Solo tú sabes  de este deseo ciego de querer tenerte en mis brazos.

_Un tibio rayo de sol perforó la penumbra vaga en aquella cristalina y fresca mañana.
Y la mariposa transparente toda vestida de oro en sus alas se asentó suavemente, en tu espalda. Todavía duermes también todavía sueñas en tu bella y joven primavera.
Y yo, testigo de tanta belleza pintada de rojo, tu amanecer desnudo entre tu imagen dulce, mi esperanza muda. Quieto mi verbo tiemblo, saciado de amor de verte y pensar que ya eres mío, hasta siempre.
Esperanza, agita mi vientre que permanezcas en mi morada como la bella mariposa, en tu espalda. Apasionado y enamorado  siento que vivo la dulce dicha de tenerte olvidando grises esperas, entre tu amor ardiente. Duerme amor, duerme y sueña mi etéreo, bello, dulce y joven hombre que mi amor te velará, hasta tu nuevo amanecer.
-Garabatear tu cuerpo es amarte con locura, descubriendo tus formas con cada palabra. Sentir con cada letra, cómo el deseo despierta, con tu viril hechura. Es hacerte el amor más allá de la piel, besando sin temor cada uno de tus sueños. Es soñar y tenerte al mismo tiempo, delirio vehemente que derriba mis dudas.
Te miro dormido me guardo las palabras para no hacer ruido  no quiero interrumpir tu sueño
tal vez estés soñando conmigo. Te miro dormido  me voy despacio en silencio, dejando mi amor aquí  en tu espacio, espacio  que ahora es mío.
Te miro dormido  y siento un escalofrío después de todo lo vivido,  aquí en nuestro nido,  ahora no habrá más frío  nuestro lecho siempre estará tibio.
Te miro dormido  y me siento feliz  de estar contigo, de verte cada mañana al lado mío.
Que los malos recuerdos no opaquen, al niño interior, aquel: que disfruta de las insignificancias; que en la caída se levanta para seguir luchando, sacudiéndose el polvo; que si fuera necesario curar la herida, así tenga que volver a caer para en los intentos, el triunfo conseguir; levantarse, no importando las veces que lo tenga que hacer. Celebra la vida segundo a segundo, disfrutando cada uno de tus sueños. Lucha por ellos, no guardes los deseos, ya que tienes el hoy, para seguir subiendo escalones y en la meta del triunfo lograr. Valora y retoma, las veces necesarias, para en cada decisión, gozar de la vida. Mi sueño, mi hogar y mi gozo eres tú, solo tú… embajador.




CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON