miércoles, 17 de noviembre de 2021

REENCUENTRO CAPÍTULO CUARTO FINAL

REENCUENTRO

CAPÍTULO CUARTO

FINAL

 


 “Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto.”

William Shakespeare.

“He cometido el peor pecado que uno puede cometer.

No he sido feliz”. Jorge Luis Borges.

Frecuentemente, cuando un ignorante elige un camino

y el camino se termine, el ignorante seguirá caminando.

“Montecristo”.

 

Hay un vacío muy dentro,  traspasa la piel, los huesos y el corazón, hay un vacío que no me avisa si es gris  o lágrima, sufrimientos dentro de un cáliz, hay un vacío que desde ya lo siento vacío sirviente fiel a una sola llamada  de piel desarraigada.  Toca, ¡toca! mi vacío, licor amargo al que quiero endulzar  con un abrazo.  Hay un vacío tan grande que no encaja en mi alma, aunque las miradas bonitas me hablasen seguiría en el desbande, hay un vacío en mí que se encarna. Hay un vacío egocéntrico que me desvela, que me asedia, hay un vacío igual e idéntico al sol que contrasta la vida. Hay un vacío aquí en mi alma es un vacío que es inevitable, donde cupido ya no lanza sus flechas, hay un vacío incontrolable que me acecha. Hay un vacío que me desvela, hay un vacío masoquista infeliz, hay un vacío que me tortura a diario y aunque fenece,  al final resultó  como Ave Fénix, pues así me siento pero es hermoso  como un adagio  sobre la fragilidad de una mariposa.  Hay un vacío que la tristeza promete y tiene cara hermosa,   hay un vacío ante tanta gente, hay un vacío por una soledad acompañada,  hay una soledad libre y elocuente; dulce ternura, dulce fulgor. Hay un vacío en el alma,  hay un vacío que estoy pagando: intereses fortuitos que desarman, y en vez de correr, estoy gateando. Hay un vacío más claro que el agua,  más lejano que la casa de dios y más oscuro que el alma del diablo, más fiel que el ángel de la guarda, más cambiante que los ríos, es un vacío que grita en su silencio,  hay un vacío que no puedo decir,  es un vacío que conmigo ha de morir.

Principio del formulario

Final del formulario

 Regálame aunque sea una noche... De esas que, coqueteándole inocente  al pudor  inquieto de tu sábana,  va dibujando mi rostro en la sombra helada, donde las arrugas plateadas de tu inalcanzable almohada, suenan las bisagras de tu puerta abierta y la burbuja blanca de tus ganas. Regálame tan solo una noche… No… No para convencerte ni pedirte que te quedes.  Tal vez para que te lleves, el paquete helado y mudo, ¡envuelto en él! La esperanza plástica de mi muerte.

Que, como tu presencia solo pasará y luego será olvidada, como la perla que viaja en la arena, acompañada de nácar, espuma blanca y silbidos de sirena.

Regálame tan solo una noche... Para que sea derroche nuestro ahogado idilio. Una copa de vino y tal vez un beso, ¡en el labio frío, de este amor tan mío! Para que se sienta viva tu carne y los pétalos se mojen de almíbar en tu pecho. Para que tu corazón ciego y esos,  tus ojos  se abran y puedan ver mi amor en el lecho. Para que el viento sople mi flauta  y le cante a tu cuerpo los verbos ciertos de tiempos en los que te ama. Para que se sienta alegre tu inocencia y viva tu alma inmaculada. ¡Regálame tan solo una noche! Y en ella puedas sentir... El derroche de mi alma enamorada.

 

Las sirenas. Tal vez sean Santiago y sus amigos, gracias a él lograron detener al segundo de los secuestradores, que era nada menos que el hermano del comisario Gómez. Por eso tanto recelo y estancamiento en la investigación cada vez que iban a la policía.

Pero todavía faltaba el cobarde del comisario, que ante tanto alboroto había desaparecido. Pedro relacionó: esos ojos claros de su captor eran iguales a los del comisario. Todo cerraba. Gracias a Malvárez desbarataron a la banda dedicada a sacar presos de la cárcel para robos y tráfico de lo que fuere, no solo armas sino de personas, ¿acaso los de la empresa estarían allí? Como fuera ahora él era una presa más de esa organización que había caído en sus garras, y tal vez lo usaran como botín de guerra, como pieza de intercambio.

 

Años atrás.

Apenas pudo disfrutar del regreso de Guillermo de su viaje de trabajo. Solo esa noche que pasaron en la casa de la playa, donde todo había comenzado y terminado, por orgullo, temores, dudas, cosas no dichas, por celos.

Recién llegado, Guillermo apareció una mañana en su cocina, era sábado, pidió unas herramientas al empleado de su padre. Iba a hacer unos arreglos en la casa de veraneo de sus padres.

Al verlo, él se puso de pie y fue a su encuentro. Pedro vaciló, emocionado luego de tanto tiempo. Guillermo lo abrazó como en los viejos tiempos, y Pedro pudo sentir que era sincero. Volvían a ser los amigos de siempre, los primos postizos. Una mezcla de sentimientos lo aguijoneó, no lo quería como hermano o pariente, sin embargo simuló una sonrisa y le dio la bienvenida.

Guillermo lo invitó a acompañarlo, y Pedro aceptó. No iba a dejar escapar la oportunidad de pasar una tarde con él. Vistió ropa cómoda, preparó una mochila con provisiones y partieron.

 

Una vez en la ruta, él comenzó a contarle de su trabajo en La Plata, y además del sitio que había alquilado, pequeño pero muy acogedor, cerca del bufete en que estaba trabajando. Le refirió excursiones que había hecho.

__Fui a un lago de aguas cristalinas y mansas, muy hermoso, me hubiera gustado que pudieras verlo _ dijo Guillermo mientras tomaba una curva a gran velocidad.

 

Llegaron a la casa y, como hacía muchos meses que nadie iba, el pasto estaba crecido, un olor a humedad inundaba todo.

Luego de ventilar, Guillermo se preparó para hacer unas modificaciones en el cuarto de sus padres, se le daba bien el trabajo de jardinería y también  hacía esculturas, tallaba en madera, moldeaba metales, para Pedro era un artista, y él se ofreció a ocuparse de cortar el pasto.

Trabajaron cada cual concentrado en lo suyo hasta que  Guillermo encendió el fuego para cocinar esta vez unos trozos de carne. Pedro terminó con el pasto y fue a ayudarlo haciendo ensaladas. Estaba lavando las verduras cuando Guillermo se situó detrás de él, le pasó los brazos alrededor de la cintura, sin tocarlo y se enjuagó las manos, aunque el calor que parecía venir desde las entrañas e invadir la piel los abrasó, y Pedro se estremeció al sentir ese fuego de su cuerpo en la espalda, se embriagó al oler su perfume, casi olvidado,  sin verlo podía adivinar cómo sus manos lo aprendían de memoria recorriendo como plumas las sienes, los párpados, y con avidez el cuerpo entero dibujando sus accidentes.

Comieron contándose lo vivido en los meses de ausencia, y luego Guillermo volvió a su tarea con la madera mientras Pedro lo observaba sentado en la cama.

Cuando finalizó decidieron dar un paseo por la playa, y caminaron en silencio hacia la costa, Pedro sin tapujos se empecinó en quitarse las zapatillas y las medias, y dejar que el agua lamiera su piel, Guillermo a regañadientes al fin lo imitó. Había varias nubes corriendo en el cielo, el sol había huido a su escondite, y así, descalzos en la arena pasearon por la orilla. El mar estaba revuelto, furioso. Guillermo tomó algunos caracoles y comenzó a arrojarlos al agua.

 

__ La misma vieja costumbre _observó Pedro.

__ Uno no cambia aunque crezca.

Siguieron recorriendo hasta que el viento que se levantó aullaba impiadoso. Cerraron los cuellos de las chaquetas y decidieron emprender el regreso. En ese momento, una fuerte e inesperada lluvia se descargó sobre ellos. Las gotas eran enormes y caían con fuerza, golpeando sus rostros.

 

__ Será mejor que nos apuremos _ dijo Guillermo, lo tomó de la mano y corrieron juntos los metros que los separaban de la casa.

Ingresaron con frío y empapados. Guillermo trajo dos toallas, se quitaron las chaquetas y comenzaron a secarse, unidos por la mirada. Pedro solo sentía a esos ojos escrutándolo, penetrando su piel y su alma,  como si flotara sobre el piso solo anclado al mundo por la mirada de Guillermo, por toda su presencia.

__Encenderé el hogar así nos secamos __acomodó los leños y los encendió. Pasó un largo rato hasta que el fuego creció__. Acércate. ¿Tienes ropa para cambiarte?

__No traje, no creí que esto pasaría.

_Veré si hay algo que pueda quedarte _ susurró y desapareció en su propio cuarto, regresando al rato con un jean y un cinturón__. Toma, sácate ese pantalón y ponte este o enfermarás.

 

Guille también se cambió la ropa, afuera la tormenta se volvía más poderosa. La lluvia era torrencial, y se oían los aullidos del viento. Miraron por la ventana, y vieron que los árboles se inclinaban demasiado a punto de quebrarse.

Guillermo encendió la radio y al finalizar la canción que estaban pasando, el locutor anunció que se recomendaba a la población no salir, estaban en alerta naranja. La tormenta empeoraría. Los fuertes vientos habían arrancado árboles y cortado cables, habían causado grandes destrozos. Además informaba que tres rutas habían sido cerradas, una de ellas la que tendrían que utilizar para volver a la ciudad.

 

__Tendremos que esperar a que pase _ dijo Guillermo mientras iba a preparar café. En eso estaba  cuando la luz se apagó.

 

Buscaron velas y con ellas iluminaron la estancia. Para matar las horas jugaron al ajedrez sentados sobre la alfombra, frente al fuego, hasta las nueve de la noche. La tormenta seguía con su aullido feroz y supieron que tendrían que permanecer allí.

Prepararon una cena con lo que había en la alacena. De vez en cuando sus cuerpos se rozaban, la mesada era pequeña. Guillermo extrajo una cerveza de la heladera, lo único que halló, sirvió dos vasos y le entregó uno a Pedro. Comieron conversando y destaparon otra bebida.

No había mucho para hacer de modo que continuaron jugando. Pedro había bebido demasiado y estaba alegre. Sentía las mejillas ardientes y su visión no era del todo clara. Se quitó el buzo y desabrochó el botón de su camisa.

 

__ ¿Estás borracho?  __preguntó Guillermo sonriente.

__ Aún no _ respondió Pedro devolviendo la sonrisa__, alegre… un poquito nada más __y se sirvió otro trago.

_Pedro, deberías dejar de tomar. Ya fue suficiente __ lo amonestó Guillermo.

__No te preocupes, estoy bien __terminaron la partida a medianoche, como era evidente, Pedro perdió__. Este partido no es válido, no estoy del todo lúcido, así que tendrás que darme otra oportunidad.

__ Mejor te daré un café bien cargado – sugirió Guillermo mientras iba a prepararlo. Regresó al rato con la bandeja y se sentó a su lado en el sofá. __ Toma, a ver si te espabilas_bebieron en silencio uno al lado del otro__. Tendríamos que ir a dormir, prepararé las camas _ se puso de pie y comenzó a caminar hacia la habitación.

__ ¡Guillermo! __ Pedro estaba recostado en el sofá.

Guillermo volvió sobre sus pasos, y con la respiración entrecortada se paró frente a Pedro que lo miraba más allá de las pupilas con un brillo que antes no había demostrado.

__ ¿Qué ocurre?

__Estoy enamorado, y  no puede ser _ confesó Pedro con la ayuda del alcohol.

__ Amar no es pecado, Pedro _ dijo Guillermo tragando el asombro y más.

__ En este caso sí, es un amor prohibido, no está bien _ susurró con las mejillas arreboladas, el corazón batiendo con tal fuerza que puso las manos en el pecho evitando que huyera.

Guillermo suspiró.

__No hay amores prohibidos.

__En mi caso sí, además… olvídalo _ se arrepintió Pedro__. ¿Y si dormimos aquí? _propuso con timidez. Guillermo lo miró sin comprender,  aún aturdido por las palabras previas. __ Las habitaciones están muy frías y con olor a humedad. Podríamos dormir acá.

__ ¿Acá? _repitió asombrado__. ¿Vos en el sofá y yo sobre la mesa? _  se burló Guillermo.

__ No _replicó Pedro ofendido__, pensaba que… podríamos poner unas frazadas y dormir en el suelo, frente al hogar__ lo había dicho, de nuevo, solo las cervezas habían logrado eso. Le estaba proponiendo que durmieran juntos. Guillermo lo observaba, incrédulo y vacilante. __ Siempre quise dormir frente a un hogar, al calor de los leños.

__ Viste muchas películas _ declaró Guillermo, saliendo de su sorpresa__. ¿Me estás proponiendo que nos acostemos juntos?

__Hace frío. Además no sería la primera vez _ musitó, mirándolo con ojos de niño bueno__. ¿No duermes con Juan acaso?

__Eso es diferente, no quiero hablar de él con vos Pedro, además desde que regresé no he vuelto a verlo _ se enojó Guillermo__. ¿Y vos con Camila? ¿Acaso se ha  casado con otro que piensas que tu amor es imposible?

__ Yo nunca estuve enamorado de Camila. --Pedro mismo estaba asombrado de lo que acababa de proponer y decir, de lo que estaba iniciando, pero quiso seguir, después de todo estaba enamorado y tenía ganas de estar con él, aunque sabía que jugaba con fuego, el ansia y el frenesí competían y ganaban a la razón y no pensaba con claridad, de hecho, no estaba pensando.

Guillermo lo miró un momento.

__De acuerdo. Dormiremos frente al hogar. Iré por las frazadas.

 

Cuando Pedro salió del baño ya las mantas estaban acomodadas sobre la alfombra. A pesar de su apariencia serena, temblaba por dentro, sentía que las piernas no lo sostendrían, que el corazón galopaba y que no podría hablar, que de hecho había quedado mudo. Se quitó las pantuflas y se metió entre las cobijas.

Guillermo apagó las velas, se descalzó y se acostó a su lado. Ninguno de los dos se movía, a pesar de que ambos estaban alterados. Afuera todo era una cacofonía, el viento, los truenos, adentro las respiraciones agitadas y el crepitar del fuego que iluminaba los rostros de color naranja.

Permanecieron un rato mirando el techo sin decir palabra. Luego, Pedro se puso de costado y apoyó una mano en el pecho de Guillermo. Este posó sus ojos en los de miel preguntándole lo que intuía con la mirada, qué se proponía, pero Pedro no respondió. Se limitó a desabrochar los tres primeros botones de su camisa.

__ Pedro…

_Hoy necesito un abrazo. Un abrazo de esos donde  meterme y quedarme, acurrucado, protegido, seguro...  sin miedo a nada. Hoy necesito un abrazo que me permita no tener que pedirlo, que me dé la tranquilidad  de no tener que decirlo, que me exima de toda responsabilidad. Hoy necesito un abrazo, de piel con piel, sin que la piel sea nada más que eso, piel. De alma con alma, que se entiendan sin decir nada. Hoy necesito un abrazo lleno de magia, de luz, de calma, de silencio, de paz, de nada. Y fundirme, y perderme, y soñar eternamente que la vida ríe, mientras otros duermen.

Pretendo caminar sin mirar atrás, doy la espalda al pasado, así pretendo olvidarme de ti. Más aún sin saberlo siento tus pasos, oigo tu voz, sintiendo a diario tu aroma en mi lecho, en mi soledad.

 

__Pedro, sigues borracho _ adujo Guillermo.

__Pretendo ignorar estos sentimientos, intento caminar de frente, con ganas de vivir, ilusionado, anhelando el mañana. Pretendo...  si lo sé, pretendo ignorarte pero no puedo. Estoy un poco borrachito pero más estoy enamorado de ti, Guille, y es un amor como alcohol porque asemeja sus efectos. Un amor bonito es como el néctar granadino. Embriagante cóctel de whisky muy fino que rápido marea y nos hace ir de bruces. Aquella vez cuando estabas herido y yo cuidándote caímos piel con piel, labio con labio perdiéndonos en algo raro que llaman pasión. No estamos ebrios, sino enamorados. El amor nos ha tomado como prisioneros como trago a botellas y copas llenas. Nos consumimos y nos siguen las ganas. Copas tras copas de adictivas caricias. Beso tras beso,  alcohol de delicias, de haber ingerido nada más que vino solamente hubiéramos sido amigos. Pero nuestras bebidas fueron tan fuertes que terminaron encendiéndonos por dentro y el amor ardiente nos quemó los nervios. Empezamos únicamente con miradas que se pasaron a tan suaves caricias. Tus labios jugosos, los míos deseosos al igual que el alcohol…  exquisitas probadas.

Después de ingerir no recordamos nada. Terminando acostados tú y yo en la cama pero no borrachos sino de amor extasiados. Dichosos los dos por habernos amado.

Me miras, te miro, no decimos palabras, nos vestimos rápido pues la timidez regresó. Esto ya no vale,  tuvimos desnudo el cuerpo,  tocamos hasta nuestros sentimientos. Nunca tomamos ni gota de ningún trago. Solo nos imaginamos estar muy ebrios para perder el miedo y romper el hielo. Únicamente queríamos poseernos y  no sabíamos cómo poder hacerlo. Lo que pasó, pasó,  no hay vuelta atrás. Debemos ser responsables de estos actos, sí, el amor fluyó, algo bello pasó, y si continuamos fue decisión tuya y mía. Así debe ser el amor tan verdadero. No hay que esperar a tomar trago alguno para que los enamorados puedan estar juntos. Toda relación debe hacerse en conciencia.

El alcohol debe ingerirse con prudencia. Las intimidades sexuales no son juegos y merecen respetos. Aguardiente, ron, whisky o cerveza a los humanos nos hace perder la cabeza. Para hacer el amor debe haber razón y un gran sentimiento salido del corazón. Ya que esto no es juego si no una bendición. Hoy necesito un abrazo. Un abrazo de esos donde  meterme y quedarme.

--- Pedro, estás borrachito, aquella vez, no pasó lo que dices, llegaron nuestros padres y…

__ No digas nada __ Pedro solo veía sombras. Estiró las manos y se encontró con algo conocido, descubrió una tela, un torso, un cuerpo y se acercó más,  introdujo su mano y comenzó a acariciarle el pecho, su palma subía y bajaba hasta la cadera de Guillermo__, siempre quise hacer esto _ confesó con voz apenas audible__. ¿Acaso no sabes que sé que Silvina era una pantalla, que eras amante de Juan? ¿No sabes que yo siento y soy como tú? Me dejas sin aliento, pienso en ti y me estremezco. __Pedro lo miró con lágrimas de felicidad. Había podido decir al fin, lo que le pasaba, lo que le perturbaba desde hacía años, esa emoción que desbordaba su pecho y sus entrañas. Sabía que era un amor imposible pero el haberlo puesto en palabras, el haberse escuchado confesando el sentimiento lo liberaba, y no sabía si estaba preparado para ocultar lo que sentía, quería salir a gritarlo al mundo, aunque entendía que aquello era un imposible, aunque tampoco lo que sentía tenía vuelta atrás. Estaba teñido de rubor, fulgor del relámpago, ardor del espíritu, era puro frenesí.

Pedro sabía que sus pasos transitaban la cornisa del pecado mas ya parecían unidos por lazos invisibles y le dedicó una sonrisa seductora. El tiempo era un hilo suspendido en la contemplación de la figura excelsa del hombre amado y en el recuerdo del abrazo infinito mil veces imaginado, y una sonrisa plena le ganó por asalto cuando se cruzaron las miradas.

__Sabes lo que deseo, Guille, no podía estar así más tiempo.

 

Guillermo lo miró con desesperación. No quería mancharlo, no quería hacerle daño,  pero se le hizo evidente que desde que había dejado de ser un niño, tal vez desde antes había sentido el deseo corroyendo sus sentidos y su razón. La mirada de Pedro, miel y oscuridad hablaba sin decir.

__ Ay, Pedro, ¿qué es esto que nos pasa? No puedo hacerte esto, no puedo hacérmelo, yo soy un hombre hecho y derecho, debería poner freno a esta locura.

__ Lo amo hombre hecho y derecho. Usted no me hace nada. Necesito decirte la verdad, los celos me han carcomido con ella y con Juan, no puedo mentir más. Me arrastraste a tu precipicio desde que éramos niños. Y estoy dispuesto a que hagas conmigo lo que quieras, es lo que más quiero. Eres el dueño de mi corazón Guille __ confesó Pedro y apoyó su cabeza sobre le fuerte pecho__. Es el refugio para mi inocencia, el protector de mi alma, eres dueño de un alma a su vez intensa y generosa que se empeña en cuidarme.

 

Guillermo desalojó sus pensamientos, dejó de hacerse rogar, levantó su brazo instándolo a acercarse. Pedro obedeció, elevó la mirada, y se recostó sobre su hombro, y continuó acariciando el pecho amado mientras Guillermo se excitaba cada vez más. Entonces inesperadamente le acarició el brazo, y Pedro de súbito deslizó la boca hacia su cuello saboreando su piel, y caminó hacia los labios finos haciendo que Guillermo se encendiera más y más con cada avance.

 

__Pedro, no hagas esto _inquirió pero faltaba firmeza en sus pedidos.

__ ¿No te gusta acaso? __inquirió, sin dejar de besarlo ni acariciarlo.

__ Demasiado _ gimió Guillermo.

__Guille, soy yo, siempre he sido yo.

 

Unas manos fuertes tomaron sus brazos y lo trajeron hacia sí. Pedro acarició esa cara, esos ojos, se acercó a él que lo apretó fuerte. Se besaron entre jadeos hambrientos de pasión guardada. Las manos de ambos se desataron en una búsqueda frenética, protegidos por la penumbra, que en algún modo, los exoneraba de semejante herejía, habían crecido como hermanos.

 Descubrieron sus cuerpos, cada uno por segunda vez, sin verse, solo con sus manos y sus bocas, voraces por poseer. No dijeron ni una palabra, fueron minutos que parecieron la eternidad, y sintieron como si las pieles quemaran, como si el ardor del otro dejara heridas incurables y eternas.

Guillermo perdió la cordura, de algún modo decidió dejar el destino en manos de Pedro, cedió en él su voluntad, primero fue tierno, acariciando sus labios con su boca, luego introdujo su lengua y Pedro le dio gustoso la bienvenida, elevando los brazos para enlazarlos alrededor del cuello.

Se apretaron más, Pedro sintió por primera vez cómo era un verdadero beso, la lengua de Guillermo lo exploraba, ávida, lo paladeaba, lo succionaba, sorbía de su saliva la vida, y Pedro se aferraba más a él pues él era su vida, sin él se sentía muerto, y no le importó cuando sintió su dureza entre sus muslos sino que lo excitó aún más.

Guillermo de los labios gruesos descendió a la garganta y lo mordisqueó arrancando gemidos de su boca. Hizo una pausa para quitarse la camisa, y Pedro se aferró a sus hombros para atraerlo nuevamente, queriendo fundirse a su piel. A través de sus manos podía sentir la tensión de los músculos de Guillermo quería tenerlo así para siempre, sin que importaran sus padres ni  qué dirían fuera.

Las manos de Guillermo avanzaron a lo largo de su cuerpo delineándolo, de la cadera subieron a las axilas, pasaron por sus hombros, y finalmente se posaron en sus pezones, que acariciaron con maestría y lentitud, mientras besaba su rostro.

De pronto supo que estaba asustado, Pedro nunca había estado con un hombre, pero la ternura de Guillermo lo tranquilizaba. Este seguía disfrutando, rozaba delicadamente sus pezones, a través de la camisa, Pedro gemía y se aferraba a él, que le susurraba palabras tiernas al oído.

__ Eres precioso cielito __ lo besaba en los labios gruesos.

 

Con pericia Guillermo le desprendió los botones de la camisa, y lo acarició sobre la piel, Pedro lanzó un pequeño gemido de placer y de temor a la vez.

La boca de labios finos se deslizó desde su cuello por los caminos que llevaban a las cumbres y de allí pasó directamente a deleitarse en los pezones. Los besó con ternura, uno por uno, mientras Pedro temblaba.

__Pedro_ murmuró en voz ronca__, sos tan perfecto, tan dulce_ seguía besando y saboreando, mientras Pedro descubría una nueva sensación que le venía desde su centro y se evidenciaba en el latir de su virilidad.

 

Guillermo siguió descendiendo los senderos con su boca hasta su vientre, pobló de saliva el ombligo, Pedro se aferraba a su cabello como si quisiera arrancarlo. Se quitó el cinto que le había dado a la tarde y  se desabrochó el pantalón,  Guillermo introdujo una mano en sus secretos vírgenes.

Los cuerpos se enredaron una y otra vez, tratando de calmar tanta hambre acumulada. La situación fomentó el ardor que los devoraba a fuego lento, se abandonaron a sí mismos y fueron pura entrega.

Guillermo pronto tuvo conciencia de las consecuencias a las que los podría llevar aquel arrebato, mas allí, en ese instante había una unión de almas puras, el deseo realizado de ambos era pura felicidad, el placer era celestial, pero él sabía que todo aquello tenía un lado oscuro que podría acarrear culpa y castigo. Pedro no era el culpable de la furia de su deseo, solo él era responsable, él debería haber puesto los límites. Pedro era precioso, cada partícula de su piel la perfección más absoluta que jamás hubiera visto. Era pura ansia y bondad, dulzura e inocencia, y supo que por él sería capaz de todo, de lanzarse al infierno si ese amor era pecado, de dar la vida por él.

Y para Pedro,  Guillermo era el único ser que lograba darle  calor, aire  a su vida, vida a su ausencia, sería capaz de buscarlo y encontrarlo en cualquier hora, en cualquier lugar, sabía que juntos eran amor, lujuria y todo, él era su amigo, su cómplice, su aliado  y confidente.

 

-Ven al encuentro de mi alma enamorada, desliza tus dedos en mi espalda, con tus miradas hazme perderme en el tiempo y encontrarme en el caudal de tus besos atrevidos y acalorados.

-Voy a tu encuentro,  de tu alma enamorada, para recorrer con mis dedos cada parte de tu cuerpo, tatuaré en tu espalda mis mejores  besos, posaré mis labios sobre los tuyos, te besaré en la boca con pasión y nuestras lenguas serán causantes de perder todo los sentidos.

-Recorreré tu cuello en pocos segundos,  escribiré en tu pecho mis más ardientes deseos, haré que olvides el tiempo, y el espacio, aun cuando nos rodeen,  escucharás mis susurros que te seducirán sin que puedas alejarte jamás, extasiado de ti quiero estar.

-Ya me olvidé  del tiempo y de tu amor soy preso, siente mi amor, estoy entrando en tu cuerpo, mi boca pide asilo entre tus piernas para beber la miel de tu  fuente. Tu susurro y tus gemidos hacen el mejor concierto en mi oído.

-Siente mis gemidos cual música vibrante, entrelazados estaremos, mis piernas tiemblan al sentir cómo te colocas en ellas, suspiro, te siento tan dentro de mí que no te quiero soltarte, mis aguas te recorren como torbellino de aguas espesas, desvelado estaba queriendo tenerte en mi cuerpo.

-No voy a soltarte mi amor,  haremos el amor hasta quedar rendidos y sin aliento. Nuestras esencias se mezclarán dentro de tu ser y así nos sorprenderá el alba, fundidos en un solo cuerpo te diré te amo mi amor y te dormirás sobre mi pecho.

 

__A la distancia mi corazón te dice  que te amo con la fuerza del viento  que viene de la montaña o del mar, y me abraza con la pasión que tus brazos me hicieron sentir en nuestras noches de puro amor. Cuando me besas,  tus labios dibujan felicidad, me miras y me enamoras con caricias. Te entrego mi vida porque solo tú y solo tú me hiciste hombre  para complacerte y para que sintiera la dicha y el goce del amor. Me gusta acariciar tu piel y calmar tus dolores, mis manos son el bálsamo que necesita  tu cuerpo.

Tus besos recorren mi cuerpo dándole vida, despiertas los instintos de un hombre ardiente que solo ansía estar a tu lado. Cuando me haces el amor, me aferro a ti y  nos perdemos en el laberinto de la pasión. Te amo en un dulce silencio, en esta ausencia que la distancia nos marca. ¿Sabes amor? Nací para amarte y amándote moriré, es el mejor estado para mi corazón, te amo en mis verbos, en una canción desesperada y en cada suspiro al recordarte.

¿Sabes amor?

Te amo desde mi corazón hasta el horizonte que solo mis ojos en el infinito, pueden ver. Vuelan tantos besos en el aire que en  cada suspiro lo podemos sentir, nuestra luna  y el sol confirman  este intenso amor que alimentamos con solo pensarnos y amarnos en sueños, así lo vine haciendo desde que te fuiste de viaje _ reconoció Pedro sintiéndose borracho pero esta vez de Guillermo.

_La adrenalina está en mis venas, haces arder mi sangre _  confesó Guillermo y así era, mas la inquietud comenzaba a ganar sus pensamientos. Pasarían meses envueltos en una relación clandestina como si estuvieran en otro mundo, temerarios, impetuosos, pero evadía la mirada de Pedro, lo sumía en una lucha interior. Los ojos de miel le ofrecían la convicción más fuerte del amor y el atractivo de su inocencia, y su encanto divino le encendía el deseo pero al mismo tiempo le silenciaba el respeto que sabía que él merecía. Y se consumía en la culpa. El fuego ardía en sus veas y no deseaba apagarlo, pero tampoco sabía cómo seguir con esa relación.

¿Y si con ese desenfreno le arruinaba la vida a Pedro? Él no era como los otros. ¿No debería ser él quien pusiera cordura a ese vendaval desatado como afuera esa tormenta? Más pensaba, más se arremolinaba en sus pensamientos. No quería provocarle mal alguno, no quería hacerle daño.

Mientras, Pedro era pura  intuición. Su cuerpo y su alma eran el imperio de los sentidos. No quería pensar no tenía intención de hacerlo, pero se daba cuenta de las tribulaciones de Guillermo que intentaba callar.

_No quiero que te arrebate la desazón, no has empleado malas artes para seducirme, no eres culpable de nada, tu desenfreno es el mío, y siento con fuerza que nuestro destino nos ha unido para siempre, y juntos debemos ser dichosos o desgraciados, eres mi bien y mi mal, lo sé, a despecho de la suerte, a pesar de nuestros padres, aun en contra de nosotros mismos.

Te miro y me  acribillan los siete puñales del deseo, alta la marea, sueña mi piel con tu delectación prohibida, desnúdenme tus manos lentamente, me reflejo en tus ojos, ábreme la camisa, que no desesperen mis pezones prisioneros,  percibo temblores, ardor abrasador jugando con mis transgresiones, tinte de frivolidades, besa con humedad mi boca hambrienta, nuestras lenguas retozan, explora mi arquitectura, encuentro de caricias mudas.

Dos amantes una sola vida, un nuevo gozo, una caricia sin más nombre que él, entre sus brazos péndulos en sombras, me rindo, sin defensa, dejando que me domine, ven a mí con la audacia, que ni dudo, ni niego, voluntad de esclavo, fiera que avasalla, fuérzame fiero, sin escuchar gemidos, ni demandas, al galope, mi jinete de intrépida jornada, íntimo surtidor inaplazable, tu estertor inequívoco presagia. Fervor sudoroso, mi piel aprende todos los oficios, arrollador barco pirata, lanzado a toda vela al abordaje, amalgama de animal humano que soy víctima voluntaria  de tanta galantería, haciéndose las palabras bellos ronroneos, tu sexo albergue despoblado, susurros eróticos me invitan a que tu oscura intimidad se adentre, columnas lubricas hospitalarias, donde cruzan sendas principales, susceptibles audacias sensoriales, mi ritmo se acelera, tú mi enramado, yo tu enredadera. Un beso inextinguible, todo entero, adherido a mi costado, silencioso, invisible, irrespetuoso, pícaro, seductor,  hueles a amanecer, a noches quemadas de gran placer, a las mil aromas de uno, a huida del día, a ausencia después de amar, la medianoche debilita mentes, voluntades, cuando el sentido explora zonas en ti ignoradas, eres el huracán en la meseta, amor de umbral, encuentro carnal que muere, esplendida aritmética de números sensuales, me asesina tu huida, al no saberte mío, como océano embravecido.

De súbito un alarido de Pedro  hirió los sonidos de la noche.

 

__No Guille, eso aún no, son solo palabras, pero no _ estaba asustado, tenía miedo, no había querido llegar tan lejos, él era muy joven, y Guillermo tenía amantes, experiencia, era mayor. Guillermo parecía no escucharlo, estaba enardecido.

__Basta, Guillermo _ logró articular con firmeza, intentando apartarlo de sí__. Tú no me amas, para ti seré uno más.

 

Guillermo sintió una alarma, entonces supo que todo estaba mal al ver la cara de terror de Pedro, sus presagios eran reales, él no tenía derecho a arrastrarlo a la oscuridad de su mundo.

__Perdóname _lo abrazó, mientras Pedro se cerraba la camisa__. Perdóname, no quise asustarte _ lo apretó contra su pecho y le acarició los cabellos alborotados con ternura__. Perdóname precioso __ repetía Guillermo.

Pedro lo abrazó, y al cabo de un rato le dijo:

__Yo ocasioné esto, yo te provoqué.

__ No cielito, no _Guillermo lo apartó y le buscó la mirada, se la persiguió hasta encontrarla, Pedro la rehuía__. No te avergüences de esto, por favor. __Pedro seguía con la cabeza gacha__ Pedro mírame. ¡Fui un animal!

__No te culpes, yo te llevé a esto, yo empecé con este juego. Pero quiero que sepas que… no hago esto todos los días… que…

--Pedro, no te justifiques, sé quién sos

__No, déjame terminar __ explicó, con la mirada aún escondida__. Yo… te extrañé tanto. Necesitaba acariciarte y abrazarte… _confesó.

_Está bien…

__Quiero que sepas que esta fue la primera vez que… alguien me besa y me toca de esta forma, y… __Pedro no quería que él tuviera una opinión ligera de él.__ Nunca estuve con un hombre.

__No tienes que explicar nada. El error fue mío, me dejé llevar por tu belleza. Esto no debió ocurrir. __Guillermo salió de la improvisada cama y se sentó sobre el sofá. __ Lo siento, Pedro, esto no puede ser. Yo… solo siento deseo, nunca fui capaz de amar, no podemos estar juntos. Si fueras otra persona… Pero no puedo. Está la familia y años de por medio.

 

Pedro lloraba en silencio, no daba crédito a lo que oía de nuevo. Guillermo le confesaba abiertamente que solo quería acostarse con él como con todos, no hablaba de sentimientos sino de deseo, y la única valla era la familia y que habían crecido juntos.

_Olvidemos todo esto, Pedro, por favor __propuso y al notar su angustia añadió: No entiendo por qué estás tan angustiado, no fue tan grave.

__ ¡Para mí, sí! No suelo dejarme besar mis partes íntimas, ni que… __ había dolor y recelo en su voz, congoja en su mirada.

__ Bebiste demasiado, seguramente pensabas en ese tal Diego, y yo no debí aprovecharme _ se excusó Guillermo.

Escuchar de su boca que pensaba que extrañaba a Diego lo hizo dar cuenta de su error. Se enfureció contra él.

__! No entiendo nada! ¿Es que no te das cuenta de lo que siento? __ hablaba casi a los gritos, se estaba delatando pero ya nada importaba__. ¿Cómo puedes ser tan ciego?

__Cálmate, Pedro, por favor. No puedo verte así _ él lo miraba entre confundido y preocupado__. Vamos a dormir__ lo tomó por los hombros y lo empujó hacia las mantas.

Pedro se acostó de espaldas a Guillermo, mirando el fuego que con su calor secaba sus lágrimas. Guillermo volvió a la cama e intentó abrazarlo, pero Pedro lo rechazó.

Guillermo se quedó mirando el techo un largo rato, mientras lo escuchaba respirar entre sollozos. Afuera la tormenta era cada vez más voraz, adentro, el fuego comenzaba a extinguirse.

 

Cuando lo dejó en su casa, a la mañana siguiente, Guillermo le pidió disculpas nuevamente.

__ No sé qué me pasa últimamente, me cuesta estar cerca de vos _ estaba nervioso, a pesar de su aplomo habitual__. No quiero ofenderte, pero te deseo.

__Yo te confesé algo más, no me alcanza lo que ofreces, yo quiero algo más que tu deseo Guillermo _ fue su seca respuesta antes de descender del vehículo.

 

Esa fue la última vez que se vieron.

 

HOY.

 

Las sirenas están cada vez más cerca, y del otro lado de las paredes no se oye nada. Pedro siente que está solo y eso lo esperanza.

Se levanta lentamente, le cuesta hacer equilibrio con las manos a la espalda pero por fin lo logra. Da unos pasos muy despacio, teme chocar con algo, vacila, la oscuridad es mayúscula, pero el miedo se va alejando.

Autos que se detienen, la sirena está allí, voces de mando, puertas abriéndose.

__ ¡Ahí está! _ es Malvárez.

De nuevo lo estaba salvando.

La alegría lo inunda y no se asusta cuando  siente unas manos que lo desatan y le quitan la venda. La luz lo ciega y vuelve a cerrar los ojos.

__ Estarás bien _ le dice el policía__, ya pasó.

Lo toma del brazo y lo conduce hacia el exterior. Se toma las muñecas y se las acaricia allí donde la soga dejó su huella.

__Tus amigos de la empresa, tenían relaciones con tus secuestradores de siempre, Gómez está siempre en medio,  y roban,  trafican, y te metiste con ellos, en su camino desde otra parte _ le explica Santiago.

 

La visión poco a poco se torna normal y puede ver el camión del ejército, autos de la policía. Todo un operativo solo para él. Una ambulancia se lleva un cuerpo, el de la otra persona secuestrada en la celda contigua, que no tuvo su suerte. Nunca supo de quién se trataba.

Voces y órdenes mientras él avanza hacia uno de los autos.

 Quiere ver un rostro conocido, a sus padres, pero sabe que no dejan participar a civiles de operativos. Se asombra de su lucidez en un momento como ese. Avanza lento, todavía se siente inseguro, y en su cuidado no advierte la figura que se le acerca sino hasta que la tiene a escasos metros.

Es Guillermo. Incrédulo abre y cierra los ojos, es una ilusión, él hace siglos que no lo busca ni lo ve, abre los ojos y los labios, y Guillermo en un segundo los sella con un beso arrollador. El hombre de su vida lo abraza y lo aprieta contra su pecho como si al fin en ello le fuese la vida. Pedro se aferra a él y, sin importarle los ojos curiosos que siente a su espalda, al fin ahora es adulto, es otra época, otra ley, otro mundo, lo recibe y acoge en su boca. Se besan con sed y pasión contenida, se huelen, se palpan, se saborean, se acarician hasta que son interrumpidos por Santiago.

__ Tenemos que irnos.

Suben de la mano al automóvil que los conducirá a la ciudad a reencontrarse con la familia y el mundo, Guillermo ya ha hablado con todos.

Al fin lo recuesta a Pedro sobre su pecho sin dejar de acariciarlo, y él suspira como si tuviese aire de más que lo ahoga, y le confiesa al oído.

 

__ Hay algo que la última vez oculté, pero te amo cielito, mi corazón también te pertenece desde siempre, he dejado hace años mi alma en tus manos, al fin puedo admitirlo.

Pedro eleva la mirada brillante.

__ ¿Y ahora?

__Y ahora seguiremos nuestras vidas donde la dejamos. Yo en principio necesito en el bufete un socio penalista, y vos renunciaste a tu trabajo, tu currículum está en mis manos, y creo que es el elegido, ¿qué dices?

__Que tengo condiciones.

__ ¿Ah, sí?

__Sí.

__Yo también, luego de confesarte que te amo,  debo contarte que me casé y divorcié, que tengo un hijo que se llama Fabián, socios que ya te esperan ansiosos, que si te pasaba algo me moría, y que ahora que puedo gritar que te amo… tendrás que casarte conmigo.

__Vida mía, amor, alma mía, hasta este día desde que dejé de verte estuve a punto de desfallecer _ declama Pedro con las mejillas encendidas.

 

__ Y yo, aunque pierda la razón para siempre, aunque el torbellino de mis sentidos aumente a cada instante, vos serás lo más sagrado de mi existencia, lo único en mi vida, cuando creí que te perdía comprendí que el tiempo es el bien más precioso, y aprenderé a gozar de él como se ofrece, a tu lado, siempre con vos Pedro _ sentencia el enamorado.

__ Y este amor es irrebatible, lo sé, no puede no pasar, viviremos dominados por una felicidad constante, y nuestros padres entenderán.

__Ya lo saben.

__ ¿Qué?

__ Que buscándote ya les dije lo que siento por vos desde hace mucho tiempo _ admitió Guillermo sonriendo__. Cuando no sabía cómo seguir adelante me conmovía por la sencillez con que me ofreciste tu amor, sin dudas, frontal con razones invencibles para defenderlo, hasta estuviste por convencerme de regir nuestros destinos, y quise ofrecerte el dominio de mi voluntad pero entonces no sabía cómo reafirmar las palabras y los hechos en un compromiso, y casi te perdí, cuando en verdad eres mi amor verdadero, responsable de que abriera mi corazón para siempre __ le dice y le acaricia la mejilla__. Sos la dicha de mi existencia.

__ ¿Te asusta?

__Me conmueve.

__ Te ruego que esta vez no me alejes, yo ya no siento temor.

__Te confieso que, cuando la sed de amarte se apoderó de mí por completo, dejé de pensar. Pero luego tambaleé, cuestioné mis valores, pero siempre los sentimientos por vos fueron muy poderosos.

__Amor…

Pedro no puede evitar las lágrimas. Ruedan  por sus mejillas, y son  gotas de alegría, de emoción, de confianza hacia el hombre que en el hoy sí le entrega su amor.

__ ¿Aceptas entonces?

__ ¿Qué cosa?

__ Continuar nuestra relación donde la dejamos, y casarte conmigo _ le propone muy serio Guillermo.

__Acepto, las dos cosas, y defender para siempre, eso en lo que siempre creí aunque tú le escaparas __ le dice, misterioso.

__ ¿Qué?

__ Esto…Lo nuestro. Nuestro amor de pares… y este milagroso… reencuentro, te amo Guillermo Graziani… desde siempre.

__Yo te amo __ porfía Guillermo.

__Yo más.

 

FIN.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.