jueves, 27 de agosto de 2020

“EL EMBAJADOR” TERCERA PARTE CAPÍTULO TREINTA Y DOS

 

 


“EL EMBAJADOR”

 

TERCERA PARTE

CAPÍTULO TREINTA Y DOS

 

 

 

Quien te quiera bien te buscará siempre, porque

estar contigo es la razón de su vida. “Montecristo”

 

 

No sientas vergüenza. Si yo pudiera soñar,

soñaría contigo”. Stephanie Meyer.

“Todo acaba bien, para aquel

que sabe esperar”. León Tolstoi.

 

 

Guillermo se debatía con fuerzas, hasta lo golpeó en la espalda hasta que le dolieron las manos, en su frustración intentó más pero en verdad no quería lastimarlo. Aunque no lo reconociera delante de él,  sabía que su comportamiento no era precisamente el de un hombre sensato, allí, increíblemente colgado del hombro de Pedro, con la ropa embarrada, el orgullo  herido. Desistió de cualquier intento de querer escapar cuando, al ingresar al refugio, Pedro cerró la puerta de una patada. Luego le puso las dos manos en el trasero y se tomó su tiempo para bajarlo. Guillermo  sintió que a pesar de su enfado, su  amor estaba disfrutando de todo aquello. Apenas sus pies tocaron el suelo, se apartó de él, lo fulminó con la mirada y corrió hacia la chimenea para calentarse.

 

__No es conveniente que te quedes con esa ropa mojada _ dijo Pedro, acercándose él también al fuego.

 

Guillermo le lanzó una mirada asesina, la millonésima de esa mañana y se cruzó de brazos cuando percibió la mirada de miel en su torso donde la tela mojada se había pegado dibujando sus músculos, senderos y pezones, y sintió la sangre en el rostro al pensar que era él quien se hallaba bajo el escrutinio de Pedro. No quería quitarse la ropa. Él lo había sugerido con tanta naturalidad que a él se le erizaba la piel, y sabía que no era precisamente de frío.

 

_Deberías hacerme caso __insistió Pedro, restregándose las manos para entrar en calor.

 

Haberse expuesto a la lluvia le había dejado empapado, los bóxers chorreaban, sin embargo no deseaba quedarse desnudo delante de él. Lo observó fríamente en tanto Guillermo no hacía más que castigarlo con la indiferencia.

 

__No voy a quedarme en cueros __despotricó, dándole vuelta la cara.

Pedro, armándose de paciencia respiró hondo antes de seguir hablando.

 

__Si Alberto se fue y aunque no lo hiciera, no puedes regresar a ninguna parte con ese aspecto, hace demasiado frío, enfermarías, no conoces el camino. Recuerda que debo velar por tu bienestar.

__Te relevo de tu misión _ respondió dejando de lado, por la momento la hostilidad. Aunque se había dedicado a hacerle la vida imposible desde que lo encontrase al fin, era reconfortante saber que él se preocupaba por su bienestar.

 

__Si tu temor es que me atreva a espiarte, puedes quedarte tranquilo. __Le dio la espalda para que no le quedaran dudas de su honestidad__. Quítate la ropa mojada y envuélvete en esas mantas, así entrarás en calor más rápido.

 

Guillermo lo miró por el rabillo del ojo. Que Pedro se hubiese volteado no era garantía de nada, sin embargo, debía darle la razón. Cuanto más tiempo permaneciera con la ropa puesta, más posibilidades de enfermarse tendría, Y no podía caer en cama justo ahora, menos allí, a solas con él en medio de la nada. Se alejó un poco y comenzó a desvestirse muy despacio porque a cada rato se cercioraba de que él no le hiciera trampa. Deslizó la camisa por su cuerpo hasta que  cayó al suelo y se agachó para levantarla.

 

Guillermo no podía ver que, mientras se quitaba el pantalón, Pedro se mordía los labios para cumplir con sus palabras, deteniendo improperios por cómo la cercanía de ese hombre lo trastocaba en sus deseos y desbarataba su control y razón. No era sencillo mantenerse al margen cuando sabía que el hombre que deseaba y amaba estaba desnudándose a pocos metros de él.

 

De pronto una revelación lo golpeó como un ramalazo. No era la lluvia ni la tormenta, la magia y encanto del bosque lo bello, no era el refugio, ni era el mar, ni el mismo sol, el mar solo tendría sentido si Guillermo mojaba en él su piel, el sol brillaba solo si se  reflejaba en su cabello negro, cada cosa adquiría sentido, la vida misma solo si Guillermo estaba en ella, la plenitud de ese momento existía solo porque él estaba allí,  él y solo él podía espantar sus fantasmas, su mirada penetrante entrar en sus sombras y ocupar el vacío de pérdidas y carencias, solo él alejaba desazones y dolores, solo él podía sanar las heridas de años, y solo un hombre enamorado podía sentir algo así por otro, él estaba locamente enamorado del embajador y no lo volvería a perder, por nada ni nadie.

 

 

Guillermo ajeno a los pensamientos de Pedro tardó unos instantes en deshacerse de las últimas prendas que cubrían su cuerpo, las medias y el bóxer también estaban hechos un desastre. Se sentó en el camastro y comenzó a quitarse las medias,

Pedro contuvo el aliento. Ahora que él había cambiado de sitio, su imagen se reflejaba en el cristal de la ventana. A pesar de que la imagen aparecía distorsionada,  podía apreciar sus esbeltas piernas fuertes mientras Guillermo las iba despojando de las medias, cuando se incorporó para terminar de desvestirse, cerró los ojos, era una tentación espiarlo, su piel era una vocación para su mirada, sus ojos una tentación, su aroma lo hechizaba, sin embargo, se sentía demasiado culpable ya por todas las barbaridades que le había dicho como para encima faltar a su promesa de no mirarlo.

 

Guillermo, ajeno de nuevo a las tribulaciones de Pedro, terminó por quedarse completamente desnudo después de quitarse también el bóxer, que no solo estaba mojado, si no que había sido alcanzado por el barro tras su aparatosa caída en el charco. Rápidamente tomó una de las mantas y se cubrió hasta el cuello.

 

__Ya estoy listo _le anunció mientras se peinaba con los dedos el cabello que estaba sucio y olía a tierra mojada. Con todo lo acontecido había perdido el tiempo, la noción de él, o era uno de esos hechos donde el tiempo no existe, o  torna un instante en eterno, porque al fin estaba con Pedro, en una pelea tonta, pero a su lado. Deseaba una ducha caliente mas no se atrevía a pedirla.

 

Pedro se giró sobre sus talones y volvió a arrimarse a la chimenea, en silencio, se agachó y arrojó más leño en su interior para alimentar el fuego.

 

Guillermo dejó escapar un largo suspiro. En esa posición su cabello rebelde le tapaba la frente, y su torso se mostraba en toda su majestuosidad de senderos y montes. ¡Era tan dolorosamente atractivo!

Mientras él lo miraba, Pedro sin pedirle permiso, recogió toda la ropa del suelo y la colgó en el respaldo de una silla para que se secara, Guillermo desvió la mirada cuando lo vio tomar su bóxer.

 

 

__ Yo podía haberlo hecho _ repuso a sabiendas de que no se hubiera movido ni un centímetro por temor a darle el gusto de que, en algún descuido la manta se deslizara y terminara desnudo ante él.

 

__Quería devolverte el favor de tantas veces en la casa _ le dijo utilizando una mueca en un tono burlón que solo encrespaba más los nervios de Guillermo.

 

__No era necesario, Pedro. Te puedo asegurar que lo que hice en cada noche lo hice con mucho gusto __ replicó retribuyéndole la estocada.

 

__ ¿De verdad? __ inquirió él, más que dispuesto a continuar un asunto, que de alguna manera siempre quedaba pendiente entre ellos, y lo miró, ansioso por oír su respuesta.

 

Guillermo tragó saliva, estaba jugando con fuego, había entrado en su juego, ahora podía quemarse y no sabía cómo salir.

 

__Creí que lo que viene sucediendo entre nosotros en la casa de manos que curan cada noche fue suficientemente convincente como para que no te quedase ninguna duda de lo mucho que disfruté de cada una. __Se acomodó y la manta se abrió por un costado, revelando buena parte de su pierna y muslo izquierdos. Podría haberse cubierto pero no lo hizo. Sin proponérselo, estaba ejerciendo una especie de poder sobre él y lo utilizaría a su favor __. Como te dije hace un rato, mi cuerpo desde que te conoció siente como vos le enseñaste a hacerlo por un hombre, algo que jamás sucedió antes, algo que no sentí por Silvina, que de haber seguido a su lado nunca habría experimentado.

 

Con un brusco movimiento, Pedro se puso de pie, obligándolo a levantar la cabeza.

 

__ ¿Hasta cuándo vas a seguir provocándome de esta manera, Guillermo? __lo confrontó, haciendo un esfuerzo sobrehumano en controlar su deseo e impulsos__. Pensé que deseabas hablar.

 

 

__ Y sí…  creo que tienes mucho por decirme.

 

Lo que hizo Guillermo cuyos ojos color café entraron en la mirada de  miel, donde en las pupilas había una línea de tristeza nueva, en sus ojos brillantes algo menos de ello, perdido en el camino de la vida, lo que hizo lo desconcertó.

Sin decir absolutamente nada, se levantó y con un rápido movimiento dejó caer la manta, quedándose completamente  desnudo.

 

__Hasta que entiendas que soy el que soy desde que me  enseñaste, de que soy un hombre con deseos y apetitos por otro como cualquiera de nuestra naturaleza. __ Le temblaba la voz, sin embargo, se armó de valor para continuar__. Y lo único que sé es que solo vos me despiertas, es que solo quiero estar en tus brazos, fundirme en tu piel pues la mía solo responde a ella,  besarte y comerte en ese beso para que te quedes siempre dentro de mí y no vivir con el temor a que desaparezcas a cada rato, con el pánico a perderte. __ Se aproximó más a él__. Te necesito, Pedro. Aquí y ahora. Lo cierto es que pensé que amaba a Silvina pero luego  de conocerte, el pasado solo fue vacío, soledad y farsa aunque la quiero y amo a mis hijos, no es esta felicidad plena que derruye el tiempo y lo torna eterno aunque sea un instante, lo que sé es que no veo un futuro si este no te contiene a mi lado, y que ahora, solo tengo este presente, aquí y ahora se impone el deseo de sentirte dentro de mí, de que te quedes allí para siempre, aunque en verdad, el después… no importa diluido en la urgencia del ya.

 

 

A Pedro e costaba respirar. El cuerpo desnudo de Guillermo era una visión subyugante, su piel nívea una vocación, sus labios finos y húmedos una invitación a extraviarse en ellos, los pezones rosados y enhiestos, se abrían paso erguidos, estaba mojado, con vestigios de barro, pero a la luz del fuego, parecía tener luz propia. Sus ojos  de miel, hambrientos de deseo, recorrieron su cintura, bajaron por la sinuosidad de sus caderas, deteniéndose en el triángulo cubierto de vello oscuro, en los montes gemelos laterales, en la hombría que  imprudente revelaba su deseo y asomaba arrogante en su entrepierna. Su miembro comenzó  a palpitar y el bóxer ajustado se había convertido en un verdadero estorbo. Ansiaba deshacerse de la última prenda mojada que cubría su desnudez, pero la osadía de Guillermo le impedía reaccionar.

 

Este se acercó  aún más poniendo en jaque su cordura. Cuando desvió la mirada hacia abajo y sonrió al ver su erección, Pedro ya no pudo soportarlo. Era demasiada audacia de su parte. Aunque luego se arrepintiera de lo que estaba a punto de hacer bajo el techo de su refugio, se valdría de las palabras de Guillermo, no pensaría en que estuvo en brazos de ese idiota de Matías, o en la cara lujuriosa de Juan, Guillermo era suyo, para siempre suyo, y así seguiría siéndolo, e importaba demostrarlo en el ahora, con ese deseo incontrolable que sentía de hacerlo suyo y salvajemente dejarle su marca de posesión grabada a fuego, al tiempo amarlo con delicadeza demostrando que era diferente, que se le había metido bajo la piel pero también en el alma.

 

Acabó con los pocos centímetros que los separaban y, tomándolo del rostro, lo besó como si fuera la última vez, invadiendo salvajemente su boca hasta quitarle el aliento. Su intempestivo arrebato casi lo hace perder el equilibrio, por eso Guillermo se pegó a su cuerpo, asombrando de lo fácil que se amoldaban sus piezas a las del otro, en encastre perfecto, armónico, sublime, comenzó aturdido a acariciarle la espalda delineando con la punta de los dedos sus músculos marcados. Con un rápido movimiento que lo tomó por sorpresa, Pedro lo sujetó por la cintura, y lo depositó encima de la mesa. Lo hizo sin apartar la mirada porque quería embeberse de él con todos los sentidos, mirarlo, oír sus jadeos y gemidos, por los oídos, embeber su piel y mezclar sus fluidos que serían vida, por el gusto saborearlo y v devorarlo entero, y mientras su lengua continuaba debatiéndose con la suya en una lucha sin cuartel, lo miró más allá de las pupilas y no hizo falta preguntarle nada, la respuesta de Guillermo estaba escrita en cada centímetro de su cuerpo, en el beso apasionado que acababan de darse, en esa respuesta que sentía entre las piernas y que le era deliciosamente familiar.

 

Se apartó apenas para contemplar su torso, recodos y montículos con devoción. Guillermo estaba asombrado por la intensidad de su mirada. Fascinado, observó cómo el sensual brillo de sus ojos se convertía en sombrío deseo. Pedro contempló durante instantes eternos esos montículos antes de tomar posesión de ellos. Se inclinó hacia abajo para rozarle apenas los erectos pezones con la punta de la lengua y Guillermo creyó que se quebraría en mil pedazos. Sentía que todo el cuerpo y cada fibra le latían, que rápidamente iba perdiendo el control. Arqueó la espalda para darle mejor vista, mayor libertad y se mordió los labios cuando Pedro comenzó a dibujar círculos, a pellizcar los duros pezones hasta hacerlo gemir de placer. Volvió sobre su boca, demandándole un beso caliente, hambriento mientras lo volteaba apenas y le iba separando las piernas.

 

Aturdido por la pasión  e  incapaz de reaccionar, Guillermo dejó que Pedro lo empujase suavemente hacia atrás hasta acostarlo encima de la mesa. No sabía cuál iba a ser su próximo movimiento y eso lo excitaba todavía más.

 Pedro le acarició las pantorrillas, las rodillas y fue ascendiendo haciendo pinceladas lentamente hasta explorar la cara interna de sus muslos. Al advertir el temblor, se acercó para besarlo. Guillermo se movió, buscando un contacto más íntimo, Pedro, respondiendo a su ardiente demanda, cerró la palma de la mano sobre su sexo, sobre sus testículos ejerciendo una delicada presión. Sus hábiles dedos  se deslizaron lentamente por su hombría y hacia atrás, en su interior. Guillermo dio un respingo, y Pedro sonrió.

 

__ Shhh __ le susurró al tiempo que sus labios abandonaron la boca de Guillermo para volver a torso y a los pezones.

 

Se apartó unos centímetros para disfrutar de la espléndida desnudez, allí, desparramada sobre la mesa de madera que él mismo había construido. Su piel era cálida y sedosa. Pedro se encontró perdido en ella, acariciándola con reverencia, maravillándose ante la perfección de sus formas, la delicada suavidad, la forma con la que trepidaba a su contacto. La paciencia nunca había sido una de sus virtudes...  Mucho menos cuando su virilidad endurecida, todavía atrapada en su ropa interior, anhelaba estar dentro de él. Contemplar cómo Guillermo experimentaba el amor físico que antes de él nunca imaginó con un hombre lo llenó de éxtasis. Temblaba, gemía, se ofrecía a sus caricias, sin ningún reparo, expectante a lo que estaba a punto de suceder.

 

De súbito lo levantó y enredados llegaron a la improvisada cama. Lo soltó para tenderlo con suavidad sobre las mantas desparramadas y luego se quedó de pie frente a él, mientras dejaba escapar un suspiro. Cuando se llevó ambas manos a la cintura para deshacerse del bóxer, notó que Guillermo se mordía los labios. Para Guillermo la imagen de ese adonis desnudo, excitado…  suyo era abrumador.

 El miembro viril de Pedro surgía como una agresiva prominencia de un nido de rizados vellos castaños. Lo miró, y su cuerpo ya empezaba a responder.

 

Pedro se tendió a su lado y lo tomó en sus brazos. Comenzó a recorrer su cuerpo con el dorso de la mano. Piel contra piel… Conocido. Labios contra piel… Conocido. Pliegues, recodos, saliva, sudor. Lo acariciaba con movimientos suaves, prolongando el momento en el cual lo hiciera suyo por fin. Lo besó en el cuello y sonrió cuando Guillermo musitó su nombre al tiempo que sus dedos se deslizaban por su espalda para terminar enredándose en  los cabellos de la nuca, que también estaban húmedos. Le mordisqueó el lóbulo de la oreja y descendió por la curva del cuello hacia la cima de sus montes. El gemido de placer se tornó un grito ahogado cuando Pedro frotó su lengua en el sensible pezón hasta que se hinchó y se endureció en su boca., Guillermo perdía la razón mientras esos labios carnosos lo sometían a la más dulces de las agonías. Y luego sintió las imprudentes manos explorando nuevamente su sexo y sus nalgas.

 

__Ya no puedo esperar _ le susurró mientras se humedecía  los dedos con restos del elixir de Guillermo.

 

Pedro se aseguró de no aplastarlo con su peso cuando se puso encima. Se acomodó entre sus muslos, adoró sus nalgas con labios, dedos, y buscó sus dominios, su puerta de entrada, penetrándolo con mucha delicadeza ante el gemido prolongado que ahogó en un beso, intentando desbaratar toda barrera que le impidiera perderse en el interior de ese ser con el cual deseaba fundirse, ser lo mismo, y reanimada la pasión en el beso, se deslizó en su interior que lo anidó, tomándose su tiempo para que Guillermo sintiera cómo lo colmaba, y para sentirlo ceñirlo.

El calor de Guillermo lo envolvía, ciñéndose con fuerza alrededor de su virilidad haciéndole perder el control. Aun así, consiguió retirarse e iniciar un delicado vaivén, en donde sus cuerpos se fueron acoplando hasta convertirse en uno solo. Dejando atrás toda necesidad de moderación, una impetuosa embestida bastó para que los dos emprendieran el glorioso viaje hacia la culminación.

 

Guillermo lo rodeó como pudo con brazos y piernas curvándose y lo mantuvo casi fundido a él, muy dentro de sí y contra sí.

__”Es mío” _pensó maravillado__. “En este instante y para siempre, Pedro es mío.”

 

 

__Sos mío _soltó en voz alta sin que sus labios pidieran permiso y Pedro sonrió, la frase lo derritió, era tan dulce y esperada, le besó la nuca.

 

Y Guillermo como si le hubiese vaciado la voluntad lo dejó hacer. Ese hombre lo enfurecía pero también lo convencía de lo que fuera. Se dio vuelta y comenzaron a besarse hasta que  Guillermo perdiéndose en los labios gruesos,  hundiendo los dedos en el cabello empapado, bajó sus manos estrechándolo, aprisionándolo al rodearle la cintura.

 

Y fueron solo ellos y la inmensidad del momento, minutos perfectos y por esa plenitud eternos. Puro viento, piel, saliva y sentimientos. Porque a ninguno de los dos a estas alturas se le ocurría pensar que eso era pura atracción y química. En algún momento, desde lo intangible, había nacido lo que solo germina en los laberintos aterciopelados del alma. Esas piezas del puzzle que se juntan encastrando a la perfección, asombrando al mundo real  que los rodea, burlándose de normas, razón y  juicios, presentando prueba científica de que a veces uno más uno, no son dos.

 

 

__Te arrojé en los desnudos de la cama, a través del tropical aire de la ventana, te arrojé entre almohadas sin nombres y sábanas coloreadas por las vaporosas nubes de tu túnica de piel  y yo de pie, observo el baile que de tus manos va ansiando el abierto murmullo de tus piernas, haciendo girar tu cuello hacia mí, un gesto, una vil locura, avasallando cada término de mi imaginación, me encantas cuando creas la guitarra más hermosa y ver en tu osada palabra la olorosa génesis de mi cabalgata, que la depositas en mi rostro y te detienes infinitamente donde mi boca vacila ante la fuente  de los frutos, ¿fresa? ¿Almendra? ¿Ambrosía? No sé lo que es, pero lo siento bajar por mi garganta a  cada fastuosa liberación, alucino con sus pliegues, todos caben en mi lengua, la que busca, la que encuentra, la que mueve, la que hechiza, mi lengua la que desviste tus dedos, la que sofoca tus islas, la que se ahoga en tus aguas, la que se hunde en tu túnel  con los himnos más profundos, la que llega, la que habla y te pronuncia en un quejido.

Ángeles sobre mis decadentes manos aguantan tu cintura y me acercan a tu rostro para susurrarte una melodía en el instante que abres el día con su noche y me tomas en convulsa situación, me divierto con palabras teófobas digna de esos labios, difamo cada verbo de entre tus muslos y tu pelo se antoja en sacudidas, en extasiado ritmo y es entonces que tomo tu boca limpio tus dientes, trago tu aire y vuelvo alimentar a la saliva.

Continúas, exclamas poseído y te giras de espalda a mis ojos yo cubro tu sombra, bajo mi luz dentro de tus glúteos, forcejea en un dolor, incitas, excitas, anhelas ese placer, le sollozas un antojo y quedamos solo un relampagueante destello y es cuando todo quema, cuando todo estalla. Cuando morimos al unísono para renacer y recomenzar.

 

 

El cuerpo de Pedro era una vocación para las manos de Guillermo, su boca una llamada a la suya, su aroma lo embriagaba, y los dos sentían el deseo de amar al otro o ser amados, de ese sexo con y por amor tan diferente a lo conocido previamente que perdía sentido.

El pelo de Pedro era un revoltijo, las mejillas arreboladas, los labios henchidos de besar y ser besados, sus dedos ya estaban de fiesta como la piel de Guillermo, unos reconociendo pliegues y humedades que les pertenecían, la otra respondiendo solo a esa piel íntima y familiar sin la cual era inerte. A Pedro la verdad se le hacía evidente a cada instante, y aprisionándole las muñecas a Guillermo se las elevó por encima de la cabeza.

Los ojos intensos  entraron en  los de color café, profundamente…  más allá.

 

__Guille, esto no es solo piel, no es solo química… yo te amo, desde la primera mirada aun cuando me miraste con desdén tomándome por un chico irreverente y engreído, ¿verdad? Desaliñado además. __ Rio.

 

 

__ Yo también te amo, Pedro _ lo dijo seguro de sus palabras__. Y  desaliñado para el sitio… estabas y un poco arrogante eres.

 

__ ¿Yo?

__Vos, más de una vez y con ciertas personas.

__ Puede ser, un poquito, a veces necesito serlo,  pero es que tú eres una roca a veces, levantas muros, desconfianza, celos, y tantas cosas que me sacas de casillas, de eje.

__ ¿Yo?

__Tú. Y mejor no me hagas recordarlas ahora, no quiero romper la magia.

 

 

Embargado de deseo, Pedro que nunca había dejado el interior de su amor, se ajustó a él, y sin dejar de mirarlo, lo acomodó,  y embistió suavemente, una y otra vez. Quería hacerlo suyo por todas partes, también por los ojos, por los oídos absorbiendo sus jadeos y gruñidos, por la boca desde su sabor, quería llenarse de él hasta rebasar. No deseaba volver a sentir el vacío de no tenerlo, y como la conexión que lograban en momentos de armonía era tan fuerte, Guillermo lo leía, y se asombraba de sentir y desear lo mismo, solo con y uno con él se sentía completo y pleno, era muy diferente a todo lo vivido con Silvina, con Matías inclusive.

Se volvieron a amar con desvarío e intensidad. Dos veces, una detrás de la otra con poca espera. Luego, extenuados y enredados conversaban.

 

__He perdido mi ropa y ni siquiera sé dónde _ dijo, Guillermo.

 

__Te quedaba muy bonita.

__ Era estreno, la tenía en la valija y cuando Beto me dijo que me buscaría decidí ponérmela.

__ ¿Nuevo? ¿Para mí? __ Pedro se incorporó y lo llenó de besos ruidosos en el cuello, en los hombros, mientras Guillermo muerto de risa y cosquillas imploraba:

 

__No. No, basta. __ Entonces Pedro reemplazó las caricias por besos y más caricias, hasta que el cuerpo de Guillermo se aflojó.

 

__ ¿Y ahora qué?

__ ¿Tienes hambre? __ le preguntó sin dejar de acariciarlo.

 

__Mucha, pero de vos _ respondió, Guillermo__. Además no veo que otra cosa pueda devorar en este sitio que no seas vos.

 

__Te equivocas, no sabes lo que tengo preparado, pero creo que antes necesitaríamos un baño, y ponernos algo cómodo.

__ ¿Aquí?

 

Pedro, vine a hablar con vos, hay cosas, mucho, todo que necesito saber de vos, no solo lo poco que me dijo tu amigo. ¿Cuándo pensabas contarme lo de la guerra? __ La mirada de Guillermo se hundió en los ojos marrones donde vio una sombra que antes no estaba.

 

__Tal vez… nunca.

__Pedro, mi vida como le dije a Beto es simple,  fue normal, solo que estuve años casado con una mujer sin saber lo diferente que podía sentir con un hombre, el resto ha sido normal, pero vos sos  un misterio, todo quiero saber, desde que naciste, no sé nada, aunque no me cuentes de eso raro que haces para no sé quiénes por ahora,

-¿Por qué estamos fuera de la embajada y también Arismendi? ¿Desde cuándo tienes este sitio y para qué? ¿Por qué trasladaste a los chicos al colegio?

 

__De eso sí podemos hablar pero luego, mientras comemos algo, o luego. No quiero que nos vayamos ya que me encontraste, lo que tengo que hacer puede esperar.

__ ¿Qué se supone que tienes que hacer y a dónde te irás?

__Protegerte, siempre cuidarte, y por ahora debo ayudar a Beto con la seguridad de la casa de Gaby, y luego ir a la Embajada.

__ ¿Qué? ¿Sin mí?

__Guille, ya basta, no quiero pelear, si no escuchas antes todo, de esto sí podemos y tenemos que hablar o no entenderás.

Te amo,  si te pasara algo, yo… no podría seguir viviendo _ le confesó con los ojos llenos de lágrimas y Guillermo no pudo responder__. Tú eres la paz, la alegría, la plenitud, la luz, la ilusión, la vida misma, todo adquiere significado a tu lado. Solo tú sanas mis heridas, mis pérdidas, las ausencias, sin ti todo era vacío y soledad y por ello no me importaba morir.

 

Eran palabras importantes, frases que decidían un futuro. Guillermo lo miraba, no podía sacar sus ojos de encima de él, sentía que nadaba, navegaba, se inundaba en Pedro, que él entraba entero en esencia en cada uno de sus poros, ese perfil amado lo embebía en cada fibra. Sí, nadaba en Pedro Beggio, daba braceadas en el agua calma, las palabras de ese hombre que amaba resonaban, y él seguía nadando. Pedro explicaba sus sueños de huir de todo para el porvenir y Guillermo se zambullía en él, una y otra vez, solo por momentos emergía buscando aire, el suficiente para seguir vivo y poder continuar nadando. Flotaba, braceaba y se sumergía una y otra vez. Nada que no fuera ese mar le importaba, quería asfixiarse, ahogarse dentro de Pedro Beggio, sentía que estaba a punto de hacerlo.

 

Estaba a punto de hacerlo cuando Pedro le tomó la cara y lo llenó de besos con ternura que se mezclaban con la sal de lágrimas, Los dos lloraban, se decían cosas al oído, se acariciaban, se tenían apretados uno al otro, sintiéndose todos, sintiéndose el alma, no deseando soltarse nunca más, por momentos asustándose del sentimiento, se besaban y se perdían en los vericuetos que hasta meses antes no conocían, se extraviaban en el otro hasta el punto de no reconocerse, de no encontrarse, hasta amalgamarse por completo y emerger como nuevos seres. Abrazados, los cuerpos y las almas hablaban y se daban las respuestas sin necesidad de palabras, deshaciéndose de temores, ambiciones, temores atesorados en una vida, de orgullos y egoísmos solo porque los corazones exigían, porque de qué servirían, si la vida por ellos se malograba al perderse lo más importante.

 

Pedro sentía que estaba en una encrucijada en su vida, debía contarlo todo, estaba harto de arriesgar, de correr tras quimeras de otros, de ocultar dolores y vivir para ser aceptado, y Guillermo había aparecido justo a tiempo para ayudarlo a ser mejor persona y liberarse de cargas. Lo estaba eligiendo a él con todo lo que esto significaba, empezaban a ver una vida nueva, en un sitio nuevo, y quería con  él donde fuese formar una familia, darle prioridad a las cosas importantes de la vida, era su oportunidad y no iba a desperdiciarla, cuando todo terminara, se irían lejos, donde pudieran no ser juzgados, vivir libres su amor.

Se reconocían por demás celosos con el otro, pero qué hacer, se amaban demasiado, profundamente, y cada momento que pasaban juntos estaban más seguros de que todo valdría la pena, Descubrían que se complementaban, que disfrutaban de las mismas cosas y les gustaba hacer planes juntos, nada podía competir con el gusto que hallaban de estar juntos.

 

Pedro soñaba con llenarlo de regalos exóticos aunque Guillermo insistiera en que nada necesitaba, perfumes, flores, aviones, libros, excentricidades, porque era apasionado, y como era exaltado e impetuoso en todas las cosas de la vida, también lo era en el amor, donde Guillermo le respondía.

Entre ellos los besos eran largos, fogosos, y las caricias osadas, los momentos de intimidad buscados y disfrutados. No había límite, no había reparo o pudor válido.

 

Guillermo lo miraba hablar a Pedro y sentía que podía tocarle el alma, era como si se la recorriera con el dedo índice y claramente percibiera cada arista, cada relieve de su corazón, cada textura aterciopelada de sus emociones ello sentía, lo percibía con el alma en carne viva. Sus palabras eran magia, sus deseos coincidían, sus planes concordaban. Pedro le anunciaba que lo bueno era posible. Se miraban y escuchaban llenos de amor, las respiraciones entrecortadas, la tormenta como eco a lo lejos, los cuerpos pegados se enardecían, eran reales como el pan y el vino. Otros aromas habían pasado ante ellos, pero estos… estos los impregnaban, les penetraban por cada poro, los dejaba heridos, los desarmaban. Uno se metía dentro del otro a vivir para siempre. Cada uno era para el otro lo real, el que quitaba la soledad, las ausencias, se querían para ellos, se querían enteros, para siempre… para toda la vida  y más allá de ella.

 

__Te amo, Pedro.

__Y yo a ti __ respondió él y la última palabra se confundió con el largo beso, rendido lo besaba con desvarío, Guillermo, aprisionado por el cuerpo se entregaba a esa boca como nunca antes. Se sumergían el uno en el otro, nadaban y se ahogaban, dejaban de ser dos, y comenzaban a ser uno nuevo, morían y renacían, se quemaban, sanaban para volver a quemarse, dos en uno, y de pronto las manos descendieron, aprisionaron  las nalgas, hábilmente se introdujeron en sitios secretos, recorrieron las piernas, y los dedos de hombres demandaron más. Pidieron piel, piel… y la encontraron, mientras se besaban con desesperación sin saber dónde irían a parar sin que tampoco les importara.

 

 

Luego de una hora fue Guillermo quien se dedicó a mimarlo. A Pedro le dolía la espalda, se hallaba boca abajo en la cama, la cara enterrada en la almohada, y Guillermo se ofreció a hacerle un masaje, con sus manos grandes le acariciaba la cintura, se perdía en las caderas y entonces sentía que se moría de ganas de él, por él. Ese hombre tenía el poder de sacar lo más sublime y lo más bajo de él. Por un lado se enternecía al saberlo vulnerable, deseaba protegerlo, por otro, sentía que hacía aflorar en él su instinto de hombre, arrastrándolo a pasiones desenfrenadas, queriéndolo amar con violencia y descaro.

Todo empezaba y terminaba en Pedro, él encerraba el total, la suma del todo. La dulzura, el dolor, la alegría, la pasión, la risa, el ardor y la calma, Aún se sumergía en él, los lapsos, los ciclos, y los periodos con que el hombre había clasificado las eras para no perderse en la nebulosa.

Porque el pasado sin Pedro pese a lo vivido y sus hijos se le presentaba estéril e infructuoso en casi todo lo vivido con anterioridad como le sucediera a Pedro, todo lo previo era solo una sombra, y sin él,  solo imaginaba momentos solitarios e incompletos. El futuro también era de él pues aunque incierto había un plan de casarse, de ser una familia, de años juntos, pero el presente era donde él se hacía  más presente que en cualquier otro tiempo, ya que esa imagen de adonis lo cubría todo, llegando a narcotizarlo. Un vello suave casi rubio, un trozo de piel… la vida misma. Lo abrazó por detrás, pegándose a él, amoldando las piezas y no quería separarse más en la vida.

 Pedro sentía el pecho y el latido de él en su espalda, aunque no le veía la cara intuía los poderosos sentimientos que lo recorrían, la conexión entre ellos era fuerte. Y así, abrazados, se quedaron rato largo, Pedro sintiendo la suavidad de la sábana contra su cara, y Guillermo el perfume de la piel de Pedro. Minutos eternos, hasta que el deseo  le ganó a las emociones, y se amaron con la desesperación  de quien el amor los lleva a descubrir que somos finitos, que los años se van, y quizá nada vuelva a ser igual.

 

 

__Pedro, de verdad quiero que hablemos, necesito saberlo todo de ti,  para poder confiar necesito conocerte, porque a veces hay cosas que haces o dices que me confunden __ reconoció__. Por ejemplo, por meses pensé que deseabas mi puesto, que por eso me querías lejos de Rumania, y…

 

__Que quería asesinarte…

__Bueno, no, inventaste un avión cuando el atentado para llevarme a Zúrich, me cuidaste, no te apartaste de mi lado, proteges a los que amo, pero…

 

Pedro lo miró y le tomó el rostro entre las manos.

__ Guillermo, todo lo que hice fue para protegerte, nunca quise tu puesto como creo ahora entenderás, tengo decenas de obligaciones, pero lo único que no puedo es dejar que algo malo te suceda, a ti o a los nuestros, e intenté de todas las maneras posibles   convencerte de volver a casa, solo porque sé que corres peligro, y fracasé, y lo único que conseguí fue tu desconfianza y hasta tu odio.

__ No, odio no.

__ Está bien, odio quizá no, pero tampoco el amor que yo sentí desde siempre, porque sé que al inicio me aceptaste para estudiarme, por deseo, porque descubriste el deseo por un par, lo diferente que sientes a todo lo conocido, y quizá te fuiste enamorando en los días que fueron pasando acá, pero  como me resulta muy complejo contar de mí, en la capital imposible por la vigilancia, y porque duele, por acuerdos, porque es complejo y hay cosas que solo te diré cuando logremos salir de todo esto si es lo que se decide, entonces no me amaste lo suficiente como para confiar a ciegas, en que haga lo que haga, diga lo que diga, y veas o escuches lo que sea, siempre estaré cuidándote.

 

Ayudaré a evaluar la casa, la propiedad de Gaby porque Alberto es mi mejor amigo, saqué a los chicos de las casas y los resguardé en el colegio porque es un sitio seguro, porque así lo quiso el gobierno de Los Estados Unidos.

__ Si vas a la embajada me corresponde ir contigo, eres mi subjefe y mi amor, casi todos lo saben, si allá hay peligro para mí, lo hay para ti, y además soy El embajador, ¿qué se supone que hago fuera tanto tiempo? ¿Lo sabe el gobierno?

 

Pedro no evadió la mirada, y no derrochó sonrisas.

__ No me harán nada, no soy blanco de nadie, y no lo sabe nadie,  aunque estés acá o fuera de la embajada, el trabajo continúa, y necesito ir a buscar algunas cosas, a ver cómo está todo, y no. No puedes venir conmigo. Solo te prometo que nada me sucederá, pero ni tú ni nadie de la gente que amo regresará hasta que no sepamos qué sucederá __ anunció.

 

__Te recuerdo que ya pasé por varios atentados, me salvaste de los peores, según me dices siempre me tienes vigilado, y quiero ver a los chicos  __ insistió.

 

__ Guille, eres todo para mí, solo la vida tiene sentido porque estás en ella, y si te pasara algo a ti… __ Las lágrimas descendieron raudas por las mejillas del bello rostro, Guillermo conmovido por el sentimiento atrajo a Pedro a su pecho, le acarició el cabello.

 

__ No llores, por favor, no por mí, no lo soporto, tranquilo, solo  al menos prométeme que irás con Alberto, ¿acaso no es él el agregado militar de la embajada? ¿No puede ir solo él?

 

 Hablaba y le secaba el rostro a besos, a caricias, Pedro entre sollozos negó y luego habló:

__ Pensaba hablar de esto luego, pero te adelantaré algo,  Alberto ama a Gaby como yo a ti, no puedo sacarlo de acá porque ella no está segura ni ella dejará su casa de acá sin medidas de seguridad, ya sabes del anciano incapacitado, él es como mi… hermano __  el tono de voz se dulcificó.

 

__ Pero si viajas es porque crees que los atentados serán allá y que vienen por mí, ¿no es así? ¿Cuándo deseabas que me fuera, era por esto, o pensabas como algunos que nunca debí ser embajador porque no tengo carrera? __ Antes de terminar la frase ya se había arrepentido.

 

__ ¿Tengo que responderte? __ le dijo dolido, Pedro__. Guille por favor, eres excelente embajador, siempre quise protegerte, y está bien,  sabemos que las cosas están raras, no por dónde ni para quién, pero que algo grande se está armando, y tanto ignoramos que hasta el idiota de Juan se vino a refugiar acá, porque teme que sea en su contra.

 

__ ¿Pero acaso su principal opositor no fue asesinado?

__Sí, y hasta donde sé todo su grupo desbaratado, pero este sitio es un hervidero, y si alguien corre peligro acá, es más él que nosotros, en efecto, creo que si lo que se viene gestando es en la capital será en tu contra.

__ ¿Los comunistas?

__Ellos, Juan, los nuestros, los grupos que nunca te quisieron en el cargo… Guille si lo supiera, no estaríamos acá, ni viajaría, pero solo sé que lo único que me importa en esta vida es proteger a quienes amo, no puedo perder a nadie más, y a quien más amo es a ti y a los chicos, ¿entiendes? __Los ojos llenos de lágrimas mostraban algo más… Dolor, conocimiento, angustia.

 

__ ¿Perder a nadie más? ¿Hablas por lo lejos que estás de tus hijos?

__También, pero ellos están seguros __ musitó tratando de recomponerse__. ¿Podemos cambiar de tema?

 

Por un rato, luego te contaré de mi vida, más tarde.

__Está bien.

 

__ Veré si eso te deja más tranquilo cómo puede arreglarse lo de la propiedad de Gaby, ella y Sonia no volverán a la capital hasta que no sepamos quiénes y contra quién se está armando algo. Es el amor de mi mejor amigo, y Sonia es su mejor amiga, y tú…  mi amor, pero si el tema no demora demasiado, quizá lo espere y vayamos juntos __ concedió__. El especialista en seguridad es él, pero luego de ver qué y cómo usar lo que sea puede delegar.

 

__ ¿Acaso no sigues custodiando la mina? _preguntó Guillermo prefiriéndolo allí que en la capital.

 

__Delegué, aunque no me hace gracias, puede que espere unos días allí.

__ Y no puede alguien de allí hacer el trabajo en lo de Gaby.

__No amor, esa gente  es de minería, paisanos, nativos, no pueden hacer más de lo que hacen. Este país es un hervidero de guerrillas, y en todos lados se corren riesgos, solo sabemos contra quién lo peor cuando suceda, pero creo que lo de Juan muerto el rebelde es paranoia, aunque ya te mostré o intenté que vieras la  Rumania verdadera y cualquiera que vive así puede disparar un atentado o una guerra.

__ ¿Y por qué me crees seguro acá si ni él lo está?

__A él lo odian todos y en todos lados, a ti te buscarán en la embajada o cerca como viene sucediendo, sutilmente, y por ahora o ya no estarían acá, la casa de Manos que Curan es segura _ confesó, Pedro.

 

__ ¿Y la misión, no?

__Si piensas en Abdul, quédate tranquilo, espero que la misión lo sea, nunca han atacado a las hermanas o a los chicos, si algo me enfurece de ocultar lo nuestro es no poder casarnos, no ser libres, sería más fácil obtener la adopción, no es nuestro y por ello debe de estar allí, pero estará bien.

__ ¿Crees que nunca me lo darán?

__La burocracia es imposible, pero  claro que te lo darán _ dijo Pedro mirándolo emocionado__. Eres el embajador, él no tiene a nadie y te adora, y ya tienes dos hijos ejemplares.

 

__Dos hijos a quienes casi no he visto, y que de no ser por mi subjefe olvido hasta de buscar del colegio _ dijo Guillermo culposo.

 

__Tontín, los adoro _ confesó Pedro__, y me compensan por lo lejos que están los míos.

 

__ Es mutuo, ellos deliran por vos.

 ¿Y no pueden ayudarlos en esto esos amigos tuyos secretos? __ tanteó Guillermo mirándolo preocupado.

 

__Tal vez en algún momento necesite de ellos, por ahora tengo solo conjeturas, ni siquiera, una seguidilla de atentados menores, y algunas cosas que sé… justamente desde ellos.

__ ¿De veras construiste esto solo?

 

Pedro suspiró aliviado ante el cambio de tema.

__Esta parte que parece un rancho, sí_ dijo con picardía__. ¿Tienes hambre entonces?

 

__ No he visto camioneta para irnos y no sé si quiero salir con la tormenta y a oscuras __ dijo Guillermo__. ¿Cómo es que sobrevives sin nada cuando te refugias acá? ¿Desde cuándo lo tienes?

 

__Desde la primera vez que vine, a veces los problemas me abruman, y cuando necesito pensar, me refugio acá, a diez minutos a caballo, hay una estancia, una granja pequeña. Allí podría ir por comida y vino _ dijo sonriendo.

 

__Y dejarme solo acá, ni loco. ¿Tienes una estancia? __Lo miró sorprendido.

 

__No es mía, son unos amigos que me quieren como un hijo, una vez el de ellos siendo un chico desapareció, y lo hallé, desde entonces me veneran, tengo  cama y comida allí si deseo, he pasado temporadas con ellos, pero cuando en verdad deseo estar solo, vengo acá.

Y hoy quisiera quedarme acá, más porque creo que sí te pido confianza tienes derecho a saber algo de mí, lo que puedo contarte.

__ ¿Entonces?

__ Solo pensaba pasar el día acá porque me volví loco de celos y Beto me sacó a la rastra, pero ahora que estás acá, podríamos pasarlo mejor. ¿Ves ese aparador?

__Con lo poco que hay acá, sí, es claro que lo veo. ¿Acaso me dirás que dentro escondes manjares y vinos?

__Algo así. __ Rio, Pedro y le robó un beso suave y rápido__. Detrás de él, en la parte posterior, hay un panel que oculta una puerta, y tras ella… Una ciudad, lo que pida embajador.

 

Guillermo lo miró atónito.

__ ¿Un sótano?

__Algo más que ello, una especie de búnker, y en él lo que desees, casi una ciudad subterránea, y allí sí me ayudaron mis amigos en el montaje _ confesó Pedro más de lo que debía_. Guille, esto lo sabemos solo Beto y yo, de este sitio como en aquellos sitios donde se resguardaban los aliados en la segunda guerra depende la vida de los nuestros, nunca, a nadie, debes mencionarlo, pero ni siquiera a la gente de la embajada.

 

__Obviamente que no, me asombras, ¿quién desconfía ahora? ¿Acaso no lo saben Orestes y Marcos?

__No.

__ ¿No?

__Ellos saben que yo protejo a la gente que me asignan, el cómo ni siquiera ellos, te asombrarías de saber qué pocas personas manejan los destinos del mundo, y cómo. En su montaje me ayudó gente de El Mossad que me debía favores, tomé ideas de… una misión especial, pensé que si venía Camila o los chicos, quería tener una entrada y una salida, es lo que se dice cuando llegas a un sitio enemigo, pero decidimos que no, y faltó hacer la salida completa, es decir el aeropuerto, el tema aviones es el que más nos complica, pero no los creo necesarios ahora.

Por el resto, hay de todo, pantallas… de tv, y de las otras, para ver al enemigo, todos los sistemas de seguridad que puedas imaginar… una ciudad.

 

Guillermo lo oía incrédulo.

__ ¿Trabaja gente de ese grupo al que perteneces?

__No. No ahora, si en algún momento fuese necesario, llegarían, un llamado y lo harían, no tengas dudas.

Y si te vas a quedar tranquilo, te digo que en la misión las hermanas tienen algo similar y el protocolo para evacuar a todos en caso de bombardeo, por ello te digo que Abdul está seguro allí, como Fabián y Malena en el colegio.

__ ¿La misión otra ciudad subterránea?

__Algo menos sofisticada, pero sí, además les llevé teléfonos satelitales para que ante cualquier peligro funcionen desde allí, y poder llegar _ le confió para tranquilizarlo.

 

__Algo vi que instalaba Alberto.

__ ¿Y si Gaby y el padre vinieran a la casa conmigo o a la misión así viajas con Alberto?

__El viejito es incapacitado, no quiere dejar la casa, y ella a él, además en la casa ya no cabe un alfiler, y tú allí estás seguro, excepto por algunas visitas indeseables, pero seguro al fin, la misión está demasiado lejos.

__ ¿Y podríamos refugiarnos todos aquí? Bajo esta fachada __ tanteó Guillermo.

 

__Caso de guerra o bombardeos, sí, pero en ese caso yo estaría con ustedes, y parte de mi gente también, hay engranajes y pasos que no podrían manejar ¿Vamos a ver la parte habilitada para  bañarnos, cenar y tomar ricos vinos?

__ ¿Y el resto?

__No pensaba venir, y no tengo los accesos, en parte son digitales pero necesito otros mecanismos _ le confió, Pedro.

 

__ ¿Que están dónde?

__Ya Guille, no más preguntas, hoy conocerás la casa, la que hice con los lujos que merece mi amor aunque confieso que cuando vengo solo, a veces paro en la estancia, y si necesito absoluta tranquilidad, me quedo acá, ni siquiera bajo, eso pensaba hacer hoy, algún día te mostraré todo.

__ ¿Lo prometes?

 

 

__ Mi lecho guarda el secreto de este temblor de amarte, me miro en el espejo, me veo radiante, vivo, sexy, tan feliz, tan lleno de vida, soy un loco irremediable,  con ese caos de mis sentimientos, de mi carácter, nunca faltas a la cita, eres tan puntual, tan varonil, seductor, cautivas y me derrotas en tus fuertes brazos, nuestro amor y el deseo se sumergen cada noche,

fundiendo mis impulsos en vehemente oleaje, mi almohada cómplice de todos mis delirios,

si ella te contara, te  robarías mis secretos y no quedaría nada para atesorarme.

Mi piel pide a gritos la tuya, mi boca espera tu boca, morir en tu cuerpo es fascinante,

abusas de mi sexualidad, tormento heroico, inolvidable, prohibido y perfecto, nuestros encuentros tan esperados, antojos, te toco, emprendemos el vuelo en frecuencias distintas, sentidos vívidos diluidos en suspiros, sin decencia te hago mío sin tregua, noche de placeres y punto; ansias convergentes que a tu desnudez me ciego.

Me esclavizo ante tu lava, cálido como siempre, tu sudor recorre tu tez, yo muero de sed,

gritan tus manos, al enlazarme, somos pecados capitales, hechos culpa.

Si yo te contara, cómo me quemo como brasa, cuando me despojas de lo poco que me cubre como fronteras desnudas, como mares bravíos, deseando pervertirnos, lo natural de nuestros cuerpos perfectos, mezclas de aromas que se absorben uno del otro,  corazones amantes que se aman en la esperanza de un segundo.

De pronto todo vuelve a la calma, si te contara que solo es un sueño en que no tengo y extraño tu ser en que tengo ganas de ti, en que te imagino solamente descubriéndome, no quiero despertar, seguir soñándote, si tú…  mi amante, mi amigo, mi cómplice, en el que navego noche a noche, empapándome de ti, de tu sustancia ignota en que siempre me imagino devorarte.

__Pedro…

__Vamos, que tenemos que cocinar y mucho por hablar mi amor, y no más peleas, por favor. No me enorgullece mi pasado, tampoco puedo modificarlo, pero te contaré hasta donde pueda hacerlo _ musitó Pedro posando suavemente sus labios en los finos__. Te amo y eres mi presente y eso es mi guía, y si las noches hablaran, dibujarían con tus labios mi cuerpo

descubriendo  mis secretos, el hueco de mis ansias, una noche eterna llena de memorias, quedarían grabadas en el torrente de los sentimientos. Soberanas mieles deletrean cada beso que pregona tempestades, yo he de ser tu gozo, tu tormenta, tu llamarada, tu terremoto, sacudiendo tu mundo, ¡te haría mío, solo mío!

¡Oh si las noches hablaran! Qué no dirían las manos, las miradas, esos besos, esas caricias de locura, esos murmullos intensos que el oído escucha muy suavemente, nuestras bocas gritan rebeldía, tiemblo a gusto ante tus murallas altas,  qué no diría ese silencio de amarnos intensamente todas las noches con la bravía de nuestras fantasías, capricho de mis antojos, deleite del fruto más sabroso, dejando que el fuego avance en la hoguera, trepando mis poros.

Confesando tus anhelos. Siluetas enlazadas piel a piel sodomizándose con rudeza, te regocijas como ninguno, dame de tus agonías, de esta mi codicia crecer mi retorcido afán de darme tus delicias, nuestros cuerpos tiemblan en ese éxtasis que solo la carne sacia, ¡cuánto placer existe en cada luna llena! delirante sensación que explota, dominando nuestro aire, noche etérea y apasionante, pensamientos sórdidos e indecentes, apetitos desquiciados, márcame soy de tu propiedad, me tomas, me encadenas en esta tu habitación, te acercas sigilosamente nuevamente caigo sin redención, murmullas:

¡Eres mío por siempre! ¡Si las noches hablarán! nos saboreamos como el vino, embriagándonos en exceso uno del otro, doblegando la selva sensible, la precipitación de nuestras furias, ven a habitarme ya sea de día, o de noche, ya sin miedos nos transformaremos en pasión y deseo, tú y yo somos lo prohibido, lo que sabe a sublime, a excelso, serás rey en la melaza de mi boca, labraré tu cuerpo ardiente  sembrando mi aroma, mi esencia en ti,  porque entre más te miro más te deseo, esta noche si hablara seríamos piel obligada a amarnos intensamente.

De esto deseaba hablar, de futuro, de planes, pero respeto tu deseo, tu cargo, lo que decidas hacer en y con él, cuando las amenazas sean menores tú y solo tú decidirás si continúas o nos liberamos de todo para ser una familia, un matrimonio en un país libre, que no condene ni juzgue, donde los chicos sean respetados…

 

__ Donde los dos adoptemos a Abdul y más. ¿Y tus hijos?

__ Con nosotros supongo _ dijo Pedro con la mirada en el futuro__. Creo que Camila no los apartaría de mi lado, que sería feliz de dejar esa vida, no creas que le gusta ser la hija del poder.

 

No hubo nadie antes ni durante ese matrimonio, Guille, por mucho tiempo ni siquiera ella, pero ya hablaremos de todo. Quizá fui algo solitario, ermitaño, pensaba que la vida me marcó así, y tal vez las chicas no me atraían, no lo comprendía, aunque tuve algunas relaciones ocasionales de más grande, no me gusta decirlo, muchas fueron por hastío aunque me dejaron más solo, otras por conveniencia, por intereses, amar antes de ti, nunca, lo que siento por ti jamás pensé siquiera que existiera y por ello ya había dejado de buscarlo.

Deja la ropa acá, se secará, en la casa tengo algo más cómodo. De verdad no te esperaba ni pensé en ir allá. Cuando me escapo a este sitio, paso a veces un día en la granja, me dejo mimar por ellos, o de lo contrario me quedo acá como pensaba hacer hoy, no necesito demasiado,  cuando pierdes lo que realmente duele, cuando sientes que te arrolló un tren, aprendes a valorar las cosas realmente importantes de la vida, y no son los lujos, solo bajo a veces por algo de comer o de beber, y por ello no ando con los dispositivos para entrar a la parte más sofisticada, menos esta vez.

 

__ Entiendo que te trajo Alberto, ¿cómo saldremos de este sitio? _interrogó Guillermo que envuelto en una manta miraba las sombras por el cristal de la ventana.

 

__ Seguramente él mismo vendrá a buscarnos, de lo contrario, tengo siempre un vehículo dispuesto, está escondido en una especie de granero cercano, la casa abajo tiene una puerta de salida camuflada entre arbustos que da a un sendero conocido solo por nosotros y pocos, ese sendero conduce allí, y desde esa zona se abre otro que linda con un terreno  solitario, a poco de andar podemos hacer recambio de vehículo, y a no mucho más salir del país por una ruta secreta.

__ Nunca lo imaginé. __ La expresión de Guillermo era de pasmo y curiosidad __.Refugios, salidas secretas, proyectos de aeropuertos…

 

__ Ojalá no los necesitemos embajador, pero creo que es bueno que vaya sabiendo que esto existe, y hasta dónde podemos protegerlo, si es obediente y no se me va por allí con cualquiera que busque seducirlo.

__ Tontín, aunque no te he tratado muy bien es verdad siempre cuando no me ves… Te busco de lejos en tu mirada, sin que cuenta tú te des. Tus ojos,  tus ojos son como el largo y silencioso caminar del tiempo, aquel que me dio muchas esperanzas, en un ayer que no pasó,  y en un mañana... que no da indicios de llegar; y en la arrogancia de su indiferente andar, todas las esperanzas que el tiempo y tus ojos alguna vez me pudieron dar, en un segundo eterno, en un corto y risueño parpadear, todas mis esperanzas heredadas del tiempo, tu mirada... sin piedad, sin piedad me las quitó; me las quitó  como la indiferencia de un crudo invierno, como el invierno le arrebata, le arrebata las esperanzas de vivir a una flor; ¡pobre flor que en un otoño!  silenciosa y solitaria ella murió,  aun cuando en primavera... cuando en primavera no nació. Solo de lejos puedo verte,  y besarte en secreto con mi mirada. Besarte a lo lejos,  besarte en labios...  del consuelo de mirarte. Y la mañana... que no deja de observarme, y te observa como huyes de quien te entrega su vida en un instante, en un día eterno,  en una eternidad constante.

Huyes de quien en mil y una noches, muere por besarte, y su boca en el sonido y en el silencio... no deja, no deja de nombrarte. Y sus ojos...  perdidos en el espejismo de tu imagen, no dejan... de llorarte. No sueltes mi mano, mientras imagino andar a tu lado a lo lejos. Déjame imaginar una vida, una eternidad en los sueños de tu mente, déjame respirar dicha de tu aliento, mientras huelo el perfume de tus cabellos, en las rebeldes... y lejanas caricias del viento. Y tú como el viento, lejano y cercano, a mi lado... a mi lado y a lo lejos. No cierres tus lejanos ojos, mientras deliro que te tengo. Déjame cobijar mis suspiros en tu hombro, déjame posar mis más secretos sueños... en el limbo de tu vientre; dame un aliento de vida para mi alma, ¡Muéstrame qué es la vida! En la lejanía de tu mirada. Déjame en mis rezos matutinos poseerte, déjame amarte con mi vida, ¡Déjame amarte! Déjame amarte hasta mi muerte.

Quizá mañana,  quizá mañana a lo lejos vuelva a verte. Quizá mañana a lo lejos puedas tú mirarme, quizá mañana con mis ojos, quizá mañana pueda yo tenerte; quizá a lo lejos oigas los latidos de mi pecho, quizá sientas en el viento a mis besos; quizá mañana pueda yo besarte, con los fríos labios... con los labios del lejano viento. Déjame sentirte que a mi lado yo te tengo, aun cuando te vea... cuando te vea a lo lejos.

Así sentí tantas veces, así temí con cada ausencia y secreto, así temo, pero siempre te vi.

 

Pedro quiso hablar pero  no pudo, las palabras se habían escapado, simplemente lo tomó de la mano, y lo condujo hacia el armario, ante la mirada atónita de Guillermo, lo desplazó, moviendo sus esbeltos dedos por debajo del borde inferior de un panel de madera algo que Guillermo no vio accionó, y este se desplazó, dejando una abertura algo menor que una puerta habitual, pero la luz que llegó del otro lado, cálida y clara lo encegueció, Pedro cruzó el umbral, llevándolo de la mano lo condujo, y lo que vio lo deslumbró aún más.

 

Una casa o lo que parecía serlo, pulcra y moderna apareció ante sus ojos, de  paredes blancas, con paneles de madera y obras de arte originales en una gran sala con un living completo, una mesa y butacas de bar, plantas llenas de flores, equipo de sonido, pantallas de tv en algunas paredes, y puertas varias, pisos de roble pulido, todo impecable como si Pedro lo hubiese estado esperando todo ese tiempo.

 

__ Tal vez sea así __ dijo este mientras estudiaba su rostro asombrado.

 

__ ¿Cómo?

__ Que tal vez esperaba que al fin estuvieras acá, aunque mucho no lo mereces, nunca me invitaste ni a una cena en tu casa… embajador _ le dijo con una sonrisa seductora.

 

__ Es verdad, y eso que mis hijos insistieron, pero para qué, al fin allá está lleno de micrófonos y cámaras, pero ¿cómo supiste en lo que estaba pensando? A veces me lees y me asusta.

__Quizá porque una parte de mí vive en ti, Guille, solo que tú no lo sabes. ¿Te gusta?

__ Es impactante. ¿Y las puertas?

__ Cocina equipada, con salida a un patio jardín, hasta un asador  tengo, una vez en Argentina alguien me enseñó a hacer asados, o lo quise tener, comedor, dormitorios, baños, escritorio, biblioteca, una casa con todo lo que desees. Una vez por mes vengo a equiparla o lo hace Alberto.

__ ¿Y yo nunca me di cuenta de esas escapadas en todo este tiempo? __ inquirió Guillermo enarcando la ceja.

 

__Tal vez si me prestara más atención lo sabría amor mío.

Ahora te propongo un buen baño, ponernos batas cómodas, o ropa cómoda, creo tener, y haré un asado… para ti, te gustará.

__ ¿Para mí?

__Por ti, todo, cenaremos como imaginando una vida cotidiana en el futuro que  te vengo proponiendo, pero a solas, a ver cómo te sientes, ¿sí?

 

Esas palabras teñidas de normalidad a Guillermo le sonaron a música celestial. Ellos, a quienes todo se les había presentado complicado, a quienes allí al menos la realidad siempre se les había opuesto, ahora iban a comer un asado hecho por Pedro, estando juntos, en tranquilidad, y le pareció un sueño. Le sonrió feliz.

El baño lo hizo alucinar en su lujo, mamparas de cristal, receptáculos con dos duchas enormes, una bañera común, otra tipo jacuzzi,  lavabos, espejos, velas aromáticas, una fiesta para los sentidos, y las batas de raso estaban en un vestidor que le pareció más grande y lujoso que la casa entera de manos que curan, vio remeras, jeans, y trajes  varios, todo lo que pudiera pedir, allí estaba.

 

__ Mira que ya no quiero perderte más __ le advirtió, Guillermo, y al hacerlo los ojos estuvieron a punto de llenársele de lágrimas. Tomó a Pedro en sus brazos, lo abrazó con fuerzas durante un largo rato, luego lo besó con ansias, como si todo su ser se concentrara en esa boca que lo cautivaba, en ese beso. Todo Guillermo estaba allí. Y no existía nada más.

 

Luego se separaron, se miraron largo rato a los ojos. Pedro lo beso corto, suave, el encuentro le sabía a poco, pero nada los apuraba, le prometió hablar, el asado, y la noche era joven.

 

Al rato salieron al patio interno desde la cocina, Guillermo parado al lado del asador miraba a Pedro que le había pedido lo acompañara mientras hacía el fuego y mientras lo hacía pensaba en cuánto quería a ese hombre, en cuánto le gustaba. Le gustaban sus manos fuertes de dedos esbeltos, sus brazos fuertes, su cabello alborotado con ese mechón rebelde que caía imprudente sobre la frente y que se quitaba con el antebrazo. Pedro parecía adivinar el estudio, porque a cada rato abandonaba la tarea y se acercaba, lo tomaba por la cintura, y sin más preámbulos le daba un beso en la boca seguido de su sonrisa seductora. Guillermo sentía en esa intimidad un nuevo inicio de relación, ¿un noviazgo a escondidas? No importaban los rótulos, al menos no por ahora, si cambiaban de vida y país ya lo verían.

 

En un rato el fuego estuvo listo, las brasas encendidas, Pedro puso la carne al asador, mientras Guillermo seguía el movimiento diestro de sus manos...

Entraron en la casa, pusieron la mesa en la cocina, comerían allí, sentados en sillas de roble, el mantel de hilo bordado con centro de mesa con flores, dos fuentes con ensaladas, dos vinos. Todo lo había hecho Pedro con sumo cuidado, todo lucía impecable, y Guillermo pensando en que era para él se enterneció, no conocía esa faceta de Pedro. Él siempre guerrero, y apasionado se comportaba como un verdadero anfitrión, cuánto más no sabía de él… todavía, había abierto ese sitio, para recibirlo a él.

 

__Gracias por preparar todo para mí. ¿No incluye el veneno?

__De nada, me encanta, cocinarte me encanta, es algo que nunca había hecho para ti… para nadie. En cuanto a lo último embajador, ya hice lo imposible para sacarte de acá, y ahora eres todo para mí, la vida misma, y como no podría vivir sin ti, prefiero protegerte a como dé lugar a que te vayas, perdiste esa oportunidad.

 

Se acercó a él, lo besó en la boca, de nuevo, mucho, largo, ¡cómo lo amaba! La noche auspiciaba encuentro, sin que Guillermo ni él supieran en el dormitorio la gran cama estrenaba sábanas, quizá para ellos.

 

Guillermo no pensaba, esa noche solo sentía y se dejaba abrazar, mimar, besar. Su piel estaba de fiesta. La boca de Pedro se había posado en su cuello, su interior reconocía complacido lo que ya habían conocido. Disfrutaba de esa libertad de ausencia de compromisos, de impedimentos entre ellos, de una nueva madurez que le permitía estar allí junto al hombre que amaba, porque en verdad él había amado a Pedro aun resistiéndose desde el mismo momento en que lo conoció.

Salieron de nuevo al patio, el asado casi estaba. Pedro cortó el primer trocito, pinchándolo en el tenedor se lo dio a probar en la boca, el gesto lo desarmó, luego le dio muchos besos pequeños por la cara, el pelo, el cuello, mientras Guillermo reía… despreocupado, de felicidad, comprendiendo que esta le borraba la medida al tiempo, hacía los instantes eternos.

Entraron con la fuente en la mano, se sentaron en la mesa, y mientras comían, Pedro comenzó su relato. Comer, beber una copa de vino, estar en la cocina de esa casa rara de Pedro… solos… charlando. A Guillermo el instante le sabía a plenitud como ningún otro.

Eran felices. Habían terminado de comer, charlado mucho, contándose cosas como nunca antes.

 

__Eres un gran seductor, un gran hombre.

Te transformas en un gran señor, en un gran seductor, tienes la voz precisa que me da  escalofríos, me haces tiritar, todo empieza por un beso de pasión, de esos que desarman, que humedecen los labios secos, cierro los ojos, provocas esa sensación relajante para actuar en el amor, la liberación de nuestras endorfinas mezcladas en estados de locura, caricias intranquilas en la piel, estímulos del placer y deseo conjugados con el verbo amar.

Procuras archipiélagos vivos, enjaulada furia, huelo a ti, no es la fragancia sobrepuesta, es tu olor más esencial, tu halo único; mi ropa interior favorece, te fascina, me la quitas lentamente, te hace vibrar, emociones vivas, es ese calor que se disfruta comenzando en el pecho, en la planicie más perfecta de mi vientre, tus ganas a flor de piel, y tu intimidad señor convertirse en sexo, ese sabor rico de tus labios tatuados en los míos, secuestras mis sentimientos, mis emociones,  envenenas mi boca quemando mi ser sin voluntad, las marcas de mis manos en tu dura piel hablan sin palabras. Desinhibido, fuera de vergüenza, de tabúes, me suelto en tus garras, poderoso te sientes ante tantos placeres que desbordas, seductor de juegos sensuales, del erotismo, me miras, unámonos hasta las mismas sombras, entre mis piernas te vuelves loco, gozas de mi hoguera encendida, tienes sílabas articuladas, palabras mudas que murmuran ¡te deseo! pasión que se vuelve códice interpretando sentidos, rompes cerrojos de puertas prohibidas, me deseas, me posees, mi bosque en que te pierdes en absoluta desmedida.

Amenazas mi calma, invitándome al delirio, encendiendo mi fuego, savia perdida; esta ley de atracción inexplicable,  déjame sentir tu sudor corriendo por mi piel invitándome a ser tu  hombre.  Tienes ese toque clandestino, parecido a la perfección, enamorarme de ti es un delito, mi condena por amarte así, fragante y nuevo, ¡inquietante sabor que tienes!

Mi cuerpo sin límites de un extraño temblor cuando me bebo contigo, que frescura tiene mi cuerpo cuando en la mitad de la madrugada seduces sobre la yerba.

 

Se sentaron en un sillón, comenzaron a tomar un café en silencio, Pedro había dispuesto bandejas con masas, le ofreció.

 

__No, gracias, solo quiero escucharte, que hablemos _ dijo Guillermo posando su taza en la mesa__. Nos debemos esta conversación _ concluyó sincero.

 

 

__ Los recuerdos que tengo de niño, los sé desde mi padre, porque mamá murió demasiado pronto _ comenzó, Pedro__, ellos no quisieron saber el sexo del bebé, eran muy jóvenes, se adoraban, y nos adelantamos,  vivían en el Oeste, papá tenía tierras, caballos, ganados, negocios por todo el país, pero estaban en el campo, el médico no llegó, y éramos dos, y mi mamá murió poco después de nacer mi hermano…  gemelo… Agustín.

 

 

__! Pedro…! ¡No sabía…! __ Las palabras penetraron el cerebro de Guillermo y desataron la tormenta que venía anunciándose desde hacía tiempo.

 

Las lágrimas se deslizaron raudas,  Pedro lloraba sin consuelo, Guillermo le secaba con su pañuelo, pero Pedro continuó con el relato.

Papá como pudo nos dejó en manos de una nana, se zambulló en el trabajo para resistir el dolor, hasta que pensando en nosotros, volvió a acercarse, hizo lo mejor que pudo.

Pero ya el dolor de vivir en la casa de Nueva York donde había conocido el amor y la felicidad lo abrumaba y nos mudamos al oeste, allí tenía sus campos, allí crecimos con mi hermanito, tuve una infancia feliz, nada nos faltaba y papá siempre nos contaba todo de ella, cabalgábamos, jugábamos, éramos muy inquietos, a veces viajábamos con él que mantenía negocios en la ciudad, Marcos era entonces abogado, el mejor amigo de papá.

Nuestro presidente, ya imaginarás por qué es el padrino de mis hijos, nos conoció desde siempre.

 Crecimos bien pero aburridos, con el tiempo éramos demasiado inquietos para vivir en el campo, la ciudad nos llamaba, éramos gemelos. __ Guillermo buscaba la mirada que seguía en algún punto del pasado__. Llenamos las solicitudes de las universidades, éramos gemelos idénticos, iguales, un alma en dos cuerpos Guille, nunca creo que nadie pueda entender lo que éramos.

 

Un día entró a mi cuarto, se sentó en el borde de la cama, y antes de que pronunciara sonido lo supe.

 

“Me alisté” __ me dijo.

 

Entonces mi mundo, todo lo conocido se desmoronó, se hizo pedazos. Entonces, todo se tornó una locura.

Guillermo se puso de pie, No soportaba verlo sufrir y llorar de esa manera. Destemplado caminó hacia una ventana, el viento que se filtraba traía frío, sonidos y dolor.

 

__ ¿Por qué no me lo dijiste antes?

__ ¿Cuándo? ¿Dónde? No pude Guille, es demasiado doloroso, y los momentos contigo tan escasos.

Como imaginarás, no lo dudé, un par de días y se lo dijimos a papá, él respetaba nuestras decisiones,  y no lo cuestionó a pesar del dolor, así en un mes estábamos en el campo de batalla, y conocimos a Beto, era un superior, pero nos cuidó como hermanos menores.

A partir de allí… todo fue tan duro.

Camila, era la novia de él, de mi hermano _ confesó, Pedro__, a veces jugábamos a confundirla, éramos idénticos, pero el amor es más fuerte y al fin ella lo descubría, cosa que ni papá conseguía por cierto.

 

Una noche de tantas, mi hermano caminaba tras de mí… se distrajo… venía hablando de ella, de que se casaría cuando regresáramos… y de pronto un estampido me detuvo en seco,  volé por el aire, pero en ese instante me volví… él… mi hermano… no… no estaba más, Guille, una maldita mina antipersona y no estaba más.

Nada es igual a eso, a que muera así un ser que es como  tú mismo, nada… __ hizo un alto, las palabras no le salían, luego continuó__: Tú no estabas en mi vida, te necesitaba sin saberlo, pero no habías llegado… __Pedro hablaba entre hipos, lloraba desconsoladamente.

 

Guillermo entonces no soportó más y lo abrazó. No le alcanzaban los brazos para consolarlo, las palabras que le decía al oído, no le alcanzaba la vida… Lo alzó y lo sentó en su regazo como si fuera un niño, su niño, su hombre su amor. Y lo acurrucó contra su pecho, y lo arrulló en su regazo. Cuánto había sufrido él, tanto más que él mismo al perder a Silvina. Y aquí estaban, y se amaban. Y con la manga de la camisa le secó la cara. El pañuelo se había perdido entre sus cuerpos que unidos festejaban el encuentro. Mientras lo hacía los ojos café estaban en los de miel, hinchados de llorar, también la nariz, y le pareció más hermoso que nunca, la sensibilidad le daba una nueva belleza, la quería toda para él. Y así, sin dejar de tenerlo sobre su regazo, sin dejar de mirarlo con su boca buscó la de él y esta le respondió, sus labios se encontraban, ellos se besaban, y hacía minutos que eran todo beso, saliva, caricias, Guillermo no quería soltarlo, no quería perderlo de nuevo, ni dejarlo ir, Pedro no deseaba dejar ese regazo que lo contenía, lo abrigaba, lo consolaba, lo cuidaba. Nadie durante su dolor lo había hecho, él había tenido que sostenerse y sostener a su padre, pero ahora Guillermo estaba allí, con él, en su casa, consolándolo.

 

Pedro como poseído continuó.

 

__Pedí permiso, no quería que mi padre recibiera ese maldito telegrama, y fui yo quien se lo dijo, y a Camila, y… Lo intenté, Guille, y él hizo lo imposible por continuar, lo sé, no hubo cuerpo, no hubo nada, solo que a mí me amputaron una mitad, a él una parte más de mi madre.

 

Camila estaba embarazada. Y acordamos, me pareció en su desdicha que era mi deber ayudarla, le propuse casamiento, aturdida como estaba, aceptó. Entonces, por ella y por Agustín conocí a Orestes.

Aun así, papá no pudo, un día en medio de la sala se desplomó, llamados, corridas, pasillos de hospital, espera, la muerte otra vez. Infarto masivo dijo el médico, Camila y yo llorábamos abrazados, hacía meses que había regresado, solo… No pudo, ni nosotros quedarnos en el campo.

Marcos se ocupó de todo, de los negocios, de poner administradores, de apuntalarnos, y antes de irme a la universidad, me casé con Camila, pero no pasó nada, solo porque ese niño era como mío, no consumamos sexualmente nada, ella no me amaba a mí, ¿entiendes? __ Pedro elevó la mirada, Guillermo solo asintió, estaba aturdido, anonadado.

 

Antes de que alcanzara a irme, viviendo ya en Nueva York, perdió  el embarazo, un aborto espontáneo, y así… los dos perdimos el último regalo que nos dejara mi hermano.

 

Lo que sigue, fue una mezcla de que ya nada me importaba, de que mi vida estaba acabada, era un autómata en la universidad, quería saberlo todo, derecho, política, diplomacia, y piloteaba, era bueno desde… Nunca dejé, eso hizo que luego a través de Beto me buscaran del grupo que sabes, en principio les servía como piloto, luego cumplí funciones diplomáticas.

La adrenalina me mantenía en pie, pero de noche el vacío, el dolor, las ausencias y la culpa regresaban.

 

__ ¡No! ¡No fue tu culpa! Pedro, pudo pasarte a vos, a los dos, nada fue tu culpa, eran chicos con ideales, apasionados, inquietos.

__Nunca me liberé de esa culpa, por esa guerra estúpida, porque pude convencerlo de no ir, él me seguía en todo, si yo no me alistaba, si insistía, tal vez…

__No, él iría igual, no es tu culpa __ Guillermo elevó el tono de voz y Pedro lloraba de nuevo.

 

__Como sea, como los hijos de los alcohólicos creo, que o lo son o se vuelven abstemios, con el tiempo, me convertí en soldado, en parte para luchar contra las injusticias, o esa era la excusa que me puse, cuando en verdad deseaba…

__ Morir, como él.

__Supongo, pero acá estoy, y lo cierto es que me gradué ya también entrando a ser entrenado por el grupo de elite, y al volver a casa, empezamos algo parecido a un matrimonio con Camila, ella creyó amarme, yo la quería mucho, aunque nunca la amé, pero llegaron los chicos, y fueron un bálsamo, un motivo, un medio y un fin para entender que la vida continuaba, y que podría tener sorpresas…Tú, Embajador, mi mejor, y mayor sorpresa.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.

LIBRO DE ANCAJE. EL CAPRICHO  DE LOS DIOSES. Sidney Sheldon.