“LA CÁTEDRA”.
Te amo por ceja.
Te amo por ceja, por cabello, te debato en
corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente
lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando
se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es
también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente
lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando
se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es
también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
*Julio Cortázar /
CAPÍTULO CUARENTA.
Escribiremos la perfecta historia de amor con
letras doradas en las páginas de ese libro universal y todos
desearán leer e intentar vivir lo que vivimos nosotros.
No quiero solo sexo a escondidas, Guille,
aunque sé que me amas, necesito que estés seguro de mí, y que razones lo que
dijiste en ese bar… Agustín ha sufrido mucho, y yo, en tanto cuídate de Miguel,
pero lo que no pensé entonces en aceptar, lo haré hoy, no me iré para siempre,
solo unos meses… regresaré, pero aceptaré el llamado de la Organización con
central en Nueva York, me necesitan, no sé si para alguna misión o para trabajo
administrativo, no iría si me lo pidieras, pero no lo has hecho ni
confías en mí, me alejaré por un tiempo, si cambias de opinión… llámame,
escríbeme… y regresaré, te amo. Mi Amor resiste, Guille, demuéstrame que el
tuyo lo es.
Miller puede darte seguridad, pero no es el
Amor, estoy seguro de ello.
Viernes, 25 de setiembre de 2016.
TRES MESES DESPUÉS.
Bs. As.
“Idas y venidas,
promesas incumplidas, fuiste agrietando
mi corazón. Inventaste sueños, anhelos,
entre manantiales y castillos de ensueños. Supiste decir lo que necesitaba oír,
una y otra vez, no querías que resurgiera la luz.
Al mirar el horizonte me reflejé, vi cómo
peleaba conmigo mismo, por luchar conmigo mismo por ser lo que tú quieras que
sea. Tu manantial se desbordó y tu castillo se derrumbó.
Con sangre rescaté mi corazón, ya nada podrás hacer, tus maniobras quedarán en el vacío, ya no me atormentarás. Sin fecha podré cicatrizar mi frágil y sensible alma, y archivaré el veneno de tanta falsedad, nunca más me tocarás para manipular mis nobles sentimientos. Si estás dispuesto a amar y ser fiel, búscame, Guille, yo te di todo, y no supiste amar”.
Con sangre rescaté mi corazón, ya nada podrás hacer, tus maniobras quedarán en el vacío, ya no me atormentarás. Sin fecha podré cicatrizar mi frágil y sensible alma, y archivaré el veneno de tanta falsedad, nunca más me tocarás para manipular mis nobles sentimientos. Si estás dispuesto a amar y ser fiel, búscame, Guille, yo te di todo, y no supiste amar”.
“Me hallo perdido en la inmensa ciudad,
tocando las puertas de un místico lugar; cargando tristezas vacías y soledad,
buscando a tientas… un ser para amar. Mas al encontrarte; no puedo conjugar, te
diluyes cual espejismo en tono de crueldad, cual aire frío de invierno
invitándome a jugar como juegan las olas
con tinte de ansiedad. Deseos profanos golpean mis sentidos, hundiéndome en el
infierno de amarte; aires de lujuriosos y mágicos torbellinos donde tu amor
crudo e impertinente, desgarra mi corazón con heridas constantes que me someten fácilmente al círculo de tus
danzas carnales. Pasión
silenciosa que adereza mi pecho, cual carne ávida; preparada para glotones morando en la laguna de tu lecho calcinando nuestros corazones ardientes. ¿Por qué te conocí? ¿Por qué te amo? ¿Por qué esa muralla donde se separa; todo lo que se construye todo aquello que amamos; amo y amaste? Por simple orgullo; quedamos en el olvido que navega en el río donde te sigo amando con ese amor violento, apasionado, tajante. Quizá tonto, frágil fraudulento, o tierno; grácil y tolerante, que al entregarme en tus brazos… Eres y serás mi dulce ángel verdugo.
silenciosa que adereza mi pecho, cual carne ávida; preparada para glotones morando en la laguna de tu lecho calcinando nuestros corazones ardientes. ¿Por qué te conocí? ¿Por qué te amo? ¿Por qué esa muralla donde se separa; todo lo que se construye todo aquello que amamos; amo y amaste? Por simple orgullo; quedamos en el olvido que navega en el río donde te sigo amando con ese amor violento, apasionado, tajante. Quizá tonto, frágil fraudulento, o tierno; grácil y tolerante, que al entregarme en tus brazos… Eres y serás mi dulce ángel verdugo.
Quiero amarte así sin que importe una
llamada, sin que nada interrumpa, que solo sea mi placer esperando por el tuyo, y solo se escuchen
suspiros cuando mis manos te cubran,
mis labios devoren cada centímetro de tu piel que se estremece y reacciona rasgando surcos en mi espalda... Y eso me desestabiliza, me apasiona, y no soy yo, deseo poseerte, cual fiera a su presa, deseo darte el mundo, bajarte el mismo cielo, somos amantes de esos que se aman, que se entregan, que se extrañan, que no se dejarán nunca aunque en la realidad, tenga, cada uno su propia historia.
mis labios devoren cada centímetro de tu piel que se estremece y reacciona rasgando surcos en mi espalda... Y eso me desestabiliza, me apasiona, y no soy yo, deseo poseerte, cual fiera a su presa, deseo darte el mundo, bajarte el mismo cielo, somos amantes de esos que se aman, que se entregan, que se extrañan, que no se dejarán nunca aunque en la realidad, tenga, cada uno su propia historia.
Soñé, así como siempre he sido, un soñador
empedernido, un apasionado en el amor, amor, qué palabra tan pequeña y que
encierra tanto. Soñé despierto, soñé con vos a mi lado, amándote, amándome, amándonos así
sin más, sin importar nada ni nadie, me diste tu mano, ahuyenté tus miedos,
arropé tus dudas. Soñé y desperté de súbito, me encontré sin vestimentas, mi
alma desnuda y mi corazón abierto, inevitablemente una lágrima rodó por mi
mejilla y en mi interior algo se rompió y diluvié sin poder evitarlo ¿quién
dijo que los hombres no lloran? ¡Y culpo a mi bendita sensibilidad! No hubo un
adiós, no hubo despedida, mis manos vacías daban cuenta de mi soledad ¡cuántos
besos se marchitaron! ¡Cuántos abrazos se quedaron fríos! ¡Cuántas caricias se
enmohecieron! Es que siempre lo he dicho, nací para amar y no para ser amado,
tonto corazón que no aprende la lección, tonto corazón lleno de amor, recojo
los pedazos y remiendo una vez más, amor que amar solo sabe, amor que amar solo
quiere, amor que mendiga un te amo o un te quiero. El tuyo, Pedro, solo el
tuyo, perdón amorcito”.
__ ¿Le escribiste? _interrogó Beto.
__Cada día desde hace un mes pero no puedo
contactarlo, tampoco a Agustín, y no
tengo noticias de ellos, Beto. Llamé a la central de las Naciones
Unidas, alguien cree que puede estar en una misión en África con una delegación
de médicos sin fronteras, me pregunto a dónde dejó al hermano y cómo puede
arriesgarse así.
__Tranquilo, Guille, debe de estar bien
o en su empresa sabrían de pasarle algo
malo, estaba celoso, enojado, ya va a
aparecer.
__Lo traté espantosamente, dije cosas
horribles, pero él sabe que lo amo, yo
siento que me ama. No entiendo. Si no lo localizo pronto creo que terminaré en
un psiquiátrico más que mejor, hice todo al revés, todo mal.
He agotado mis pasos en cientos de lugares a
ninguna parte. Entre calles de olvidos, he caminado entremezclándome aglomerado
con la masa solitaria de las gentes, y como un átomo de sentimientos he
tropezado con ellos, generando la reacción en cadena de la soledad. He amado a
quienes no me quisieron, y me quisieron cuando no les amaba,
amigos perdidos, profanadores de la tumba de mis secretos, devoradores al igual que yo que hace más personal la soledad. He mirado el cielo con los prismáticos de mi espíritu, con el ansia de la respuesta precisa que justifique mi existencia. He divagado entre estrellas las distancias vacías de la bóveda, pero el universo es ese dios indescifrable que abandona el mundo arrepentido, dejando tras su llanto expandido estrellas y esperanzas para la soledad. He des crucificado mil cristos y clavado ángeles caídos anunciantes de utopías
agonizadas. He escarbado la tierra saciada de lo prohibido donde el perdón justifica el pecado. He buscado entre profundidades y sombras a quien vender mi alma para justificar
el bien que prevalece sobre el mal de la soledad.
amigos perdidos, profanadores de la tumba de mis secretos, devoradores al igual que yo que hace más personal la soledad. He mirado el cielo con los prismáticos de mi espíritu, con el ansia de la respuesta precisa que justifique mi existencia. He divagado entre estrellas las distancias vacías de la bóveda, pero el universo es ese dios indescifrable que abandona el mundo arrepentido, dejando tras su llanto expandido estrellas y esperanzas para la soledad. He des crucificado mil cristos y clavado ángeles caídos anunciantes de utopías
agonizadas. He escarbado la tierra saciada de lo prohibido donde el perdón justifica el pecado. He buscado entre profundidades y sombras a quien vender mi alma para justificar
el bien que prevalece sobre el mal de la soledad.
He visto la muerte traspasando la carne, demonios disfrazados de
la paz. He contemplado el infierno en mil guerras sin vencedores y he visto a
Dios, viejo y asustado en sus ojos de hombre solitario, donde él y yo, nos
rendimos a la soledad.
"El ser humano es el más ciego de todos,
mira al cielo esperando ver a dios y es tan ciego que no ve al que tiene
delante".
Yo lo tenía todo a su lado, Beto, fuimos muy
felices todos en la costa para el cumpleaños, nos prometimos, y luego, apareció
Silvina, los hijos, y empezó todo a tambalear, después Miguel, y yo con las
estupideces que dije e hice.
Guillermo colocó los codos sobre el
escritorio, y la cabeza entre las manos, mientras Alberto, le apoyó la mano en
el hombro, impotente al verlo sufrir.
__ ¿Qué te sucede Fabián? _le preguntó Gaby a
pasos de ellos.
__Me mandé una macana gigante, Gaby, mi viejo
no me va a perdonar nunca si se entera, menos si no recupera a Pedro, lo hice
por su bien y me salió todo mal, creo.
__ Cuéntame, algo haremos, ellos se aman.
__Hace como dos meses pude dar con Pedro,
estaba qué sé yo dónde perdido, en Asia, o en África, pero le dejé dicho que se
contactara y lo hizo. __Gaby lo miró con expresión curiosa__. Nada… solo quise hacer que regresara y conseguí lo
contrario, le dije que mi viejo se estaba por casar.
__ ¿Qué hiciste qué?
__Lo sé, un idiota perfecto soy. Con Miller.
Gaby, creí que viajaría a romperle los dientes a la cara de cera, yo de verdad temía que mi
viejo se quedara con él, quería que Pedro lo echara a patadas, pero creo que se
enterró en el desierto, desapareció.
Gaby resopló.
__Y no. Todo mal, que Guille no lo sepa o sí
te va a matar, déjame ver si entre todos logramos localizarlo y hacerle saber
que Guille mandó a Miller de paseo, ¿sí?
__ Por favor, Guillermito además me tiene
loco preguntando, él lo idolatra a Pedro. ¿Ya no corre peligro?
__Y no. A Miguel lo agarraron en la frontera,
está preso con los otros esperando juicio, ya no corre riesgo.
__Peor para mí, me siento horrible.
__Tranquilo, Fabián, ellos se aman, ya
lograremos dar con Pedro.
__ ¿Y si mi papá viajara?
__No creo que quiera ponerse a llamarlo en
medio del Central Park, esperemos un poco a localizarlo, luego sí creo que le
corresponde ir a por él.
Nueva York.
Habían
tardado siete horas en todoterreno desde las aldeas de las inmediaciones de Luena
hasta Malange, a partir de allí el viaje continuaba en tren hasta Luanda, la
capital de Angola, en el sudoeste de África. El trayecto desde Luena era largo
y dificultoso debido a las minas terrestres que quedaban sin explotar, lo que
requería extremar las precauciones durante el camino para evitarlas: después de
cuarenta años de conflictos el país estaba asolado y necesitaba toda la ayuda
exterior posible. Por ello se encontraba allí Pedro, como enviado de SOS Human Light,
fundación privada con sede en New York que enviaba a trabajadores humanitarios
por todo el mundo. Las misiones duraban en general entre dos y tres meses. Formaba
parte de un equipo de apoyo cuyo objetivo era defender los derechos humanos que
estuvieran vulnerándose o en peligro, él solía asistir a mujeres y niños, pero
a veces se ocupaba también de las necesidades físicas más urgentes de un foco
problemático en algún sitio del mundo, como la falta de alimentos y agua.
Había dejado a su hermano en casa de unos
amigos activistas, habida cuenta de que no quiso quedarse en un internado en el
colegio, y no lo dejaría solo en el departamento que tenía desde años allá. A menudo intervenía en cuestiones
legales cuando visitaba a presos, hablaba con abogados o intentaba que aquella
gente tuviera un juicio justo. Aunque la organización cuidaba a su gente, en
ocasiones el trabajo entrañaba peligro. Pedro desde muy joven había recibido
cursos en el que le habían enseñado de todo, desde cavar zanjas, potabilizar el
agua, atender partos, pero nadie le había preparado para lo que verían sus ojos
desde que empezó a trabajar para SOS/HR, había aprendido en esos meses más
acerca de la crueldad de los hombres y las dificultades a las que se enfrentaba
la gente en países emergentes o en vías de desarrollo que años atrás.
Cuando dejó atrás el control de aduanas del
aeropuerto JFK de Nueva York, llevaba veintisiete horas de viaje a sus
espaldas, contando el vuelo de Luanda a Londres, cuatro de escala y el vuelo
hasta Nueva York. Vestía como cada vez, vaqueros, botas de montaña y una pesada
parca militar, el pelo largo recogido en una coleta.
Había estado en África desde llegar, y
regresaba el veintidós de diciembre con permiso, solo para pasar las fiestas y
vacaciones de Navidad, aunque lejos de Buenos Aires, sabiéndolo seguro a
Agustín, sin Guillermo habría esperado estar en el Congo antes que en el mundo
occidental, pero iba a tener que enfrentarse a las Navidades solo en la ciudad,
puesto que Agustín estaba en San Francisco, e iría por él para Nochevieja, sin
deseo alguno de regresar a la ciudad donde se criara, o a la que albergaba al
amor que había perdido a manos del fiscal.
Desde la comunicación con Fabián vivía como
nómade, trabajando para SOS. Le encantaba el trabajo, el sentirse útil, y
además que fuera tan absorbente que le impedía pensar en su vida personal.
Había ayudado a comadronas a traer niños al mundo o había hecho de obstetra
solo, había sostenido en sus brazos a niños desnutridos, moribundos, a gente
con tuberculosis, con malaria, con fiebre negra, o tifoidea, había dado
palabras de consuelo, había ayudado a morir, había consolado a madres, a niños huérfanos
en campamentos de desplazados, atendido a gente con sida. Había recorrido zonas
arrasadas por la guerra, había vivido levantamientos populares, una guerra
civil, había sido testigo de una angustia y una devastación que de otro modo no
habría conocido jamás. Todo aquello le permitía relativizar el costo del resto
de las cosas. Y no le importaban los peligros a los que se exponía. Había
aceptado lo peor que le podían ofrecer con los brazos abiertos de buen grado,
siempre podían contar con él cuando necesitaban voluntarios. Sus informes eran
precisos, perspicaces y útiles, y en una ocasión presentó los resultados en una
conferencia de las Naciones Unidas, en otra en Ginebra, ante el Comisionado
para los Derechos Humanos.
Cuando aterrizó, estaba física y mentalmente
cansado. Le había dado pena despedirse de la gente del campamento, tanto
compañeros de trabajo como a quienes asistía, el continente con su magia había
calado hondo en su ser, y pensaba a menudo en los niños que había tenido a su
cargo en un campamento de refugiados de Luanda, Angola. Los cooperantes habían
estado tratando de realojarlos, pesar de
la maraña de trámites burocráticos. Le habría gustado quedarse un año más,
pero… estaba Agustín. Hacían lo que podían mientras estaban en un sitio, mas
era como intentar vaciar el mar con una cuchara, aun así, Pedro era capaz de
hallar en esas condiciones motivos de alegría en todo cuanto hacía.
Solo declaró estatuillas de madera y
sencillos regalos de aquellos niños en aduanas. Sus tesoros eran los recuerdos
que llevaba consigo para siempre allá adónde iba, de las personas y cosas que
había conocido por el camino. Ya no le importaban las posesiones, solo
acarreaba una mochila de trabajo, y una vieja maleta ajada. Y menos tenía
tiempo de mirarse al espejo cuando trabajaba, y tampoco importaba, una ducha
caliente era su mayor y raro lujo y placer, el resto del tiempo bañarse era
esperar a que dos o tres compañeros le echaran agua fría con fuentones en horas
fijas, con el jabón que llevaba consigo. La ropa que tenía, solo era muda de
vaqueros, shorts, sudaderas, camisetas,
y sombreros, siempre limpia pero nunca planchada, y ya era mucho más de lo que
poseía mucha gente, con frecuencia regalaba parte de la suya a quien la
necesitaba.
En las conferencias lucía trajes sencillos,
lo único importante era el mensaje, no su persona.
Salió de la terminal y se llenó los pulmones
del aire frío de la noche. Los viajeros que habían llegado para pasar
vacaciones se apresuraban a tomar los diferentes autobuses o subir a taxis, o
saludaban a sus familiares en el exterior de la terminal. Pedro los observaba
en silencio- Estaba molido, le dolía todo el cuerpo, y además sentía culpa de
gastar dinero en sí mismo luego de lo que había visto, pero al fin se acercó y
llamó a un taxi. Abrió la portezuela y metió la maleta y la mochila. El joven
paquistaní, lo miró de arriba abajo y preguntó adónde iba... Él vio el nombre
en la licencia expuesta en la mampara que dividía el vehículo, le indicó la
dirección y se lanzaron en medio del tráfico en dirección a la autopista. Se le
hacía raro el mundo civilizado luego de la zona inhóspita de dónde venía. Se
sentía como un hombre sin hogar como le dijo al taxista al entablar
conversación, así era como se sentía desde dejar Buenos Aires. Ya no necesitaba
ninguno, solo le bastaba el campamento o la tienda donde lo enviaran, y cuando
su hermano fuera mayor de edad, sería así, para siempre.
__ ¿Es médico? __ preguntó el taxista cuando
supo algo del trabajo.
__Abogado, pero acá trabajo para una organización de derechos humanos.
No deseaba quedarse dormido, sino antes
ducharse al llegar al departamento y entonces sí entrar en la cama. La nevera
estaría vacía pero había comido algo en el avión. Continuaron en silencio y
contempló los edificios que comenzaron a perfilarse. No podía negarse que el
paisaje era hermoso pero se le antojaba un decorado de cine no un sitio donde
residiera gente real. El departamento cercano a la central era una carcasa a la
que se arrastraría, cada pocos meses como cangrejo ermitaño que necesitase un
rincón en el que quedarse. Los objetos personales estaban sin desembalar, ni
siquiera recordaba qué contenían las cajas.
“Condenado
a nacer, a vivir, a morir, biológicamente a existir. A llorar la necesidad fisiológica
sobre el seno de la vida. A ser quien soy sobreviviendo a esta especie
condenada en el accidente de su origen. A mi alma que no es libre, que no es mi
alma. Condenado a la cruz de la creencia donde soy apostata turístico de la fe.
A creer, a dudar la mentira que el tiempo no cede a la razón. Condenado a un
dios condenado a ignorarme, perdido en el universo de mis ojos como el demonio de
mi sombra.
Condenado
al oxigeno que extirpa el aire de mi pecho. Al alimento que sustenta mi derrota
en jornadas vencidas en mis espaldas. Al agua que no aplaca mi sed en las
lágrimas de mis ópticas que no bendicen mis pecados. A mi corazón que bombea mi
incertidumbre en el circuito de mi sangre derramada. Condenado al amor. A sufrir
las ausencias, el monótono exceso de la compañía. A sentir el húmedo deseo de
la soledad hiriente.
A la multitud de las soledades, a las soledades de la multitud. Al ansia de conocer tus defectos antes que tus virtudes. A fracasar para ser sabio siendo un sabio fracasado. Elevarme y caer, errar y enmendar mi imperfecta perfección, y buscar, buscar la felicidad entre objetos perdidos. Condenado a mi ciudad que deprisa me ignora, contribuyente entre semáforos, me brinda su publicitaria libertad. Condenado entre acústicas sirenas que urgen la vida con la sombra de la muerte más veloz que la luz que ilumina.
A la multitud de las soledades, a las soledades de la multitud. Al ansia de conocer tus defectos antes que tus virtudes. A fracasar para ser sabio siendo un sabio fracasado. Elevarme y caer, errar y enmendar mi imperfecta perfección, y buscar, buscar la felicidad entre objetos perdidos. Condenado a mi ciudad que deprisa me ignora, contribuyente entre semáforos, me brinda su publicitaria libertad. Condenado entre acústicas sirenas que urgen la vida con la sombra de la muerte más veloz que la luz que ilumina.
Condenado
a ser torpemente joven en el conocimiento de mi alma. A mi cuerpo deteriorado
entre salas de esperas con destino a la absoluta libertad de la nada, donde
todo se siente,
nada se sufre. Condenado, a ser condenado, a nacer, a vivir, a morir, como la última condena a mi libertad.
nada se sufre. Condenado, a ser condenado, a nacer, a vivir, a morir, como la última condena a mi libertad.
Qué
difícil es amarte y no poder tenerte, pasaron los días, los meses sin saber de
ti, algunas veces traté de llamarte pero me arrepentía, por inseguridad y temor
que alguien más contestara tu teléfono, o tú con tu soberbia me contestaras con
desprecio. Sé que tú no estás solo, pero siempre te recuerdo, aun sabiendo que
no soy para ti.
Eres
un amor fuera de mi alcance e imposible de tenerte en mi vida, que solo me
ilusionaste sin tener la intención de quedarte a mi lado, despertaste sueños e
ilusiones sin tener buenas intenciones, jugaste con mis sentimientos; ahora
solo me queda conformarme, que todas las noches que salga la luna, para
hablarle de ti, quién más que ella que puede entender mi soledad, mis lágrimas,
mi desamor, que de a poquito se han ido secando de tanta desilusión.
El
astro que me acompaña algunas noches, sabe muy bien que mi corazón siente tu
ausencia que me llena de tristeza, en el fondo de mi alma añoro tus besos, tu
presencia, tus caricias, todo de ti.
Mi
alma tierna se encoge con el frío de la noche, de mi soledad y desengaño, yo te
sigo amando, pero esta noche estoy melancólico, pero te siento cerca de mí, son
los recuerdos que me abruman; en mi desesperación no me queda otra que clamar
al cielo, la luna me habla de ti porque ve mi dolor, así estés lejos te llevo
en mi mente y corazón... No olvido que bajo su luz nos amamos por primera vez.
El
destino se opuso a que estuviéramos juntos,
e igual el océano nos separó; es difícil amarte sin poder tocarte y besarte, vivo
en un mundo de fantasías de este amor imposible, escucho tu voz, veo tu
sonrisa, siento tus cálidos besos fogosos de deseos, abro mis ojos de este
sueño hermoso y me pregunto, si alguna
vez me quisiste de verdad, de ser así, cuándo dejaste de quererme mi amor.
Hoy
me da la gana caminar descalzo por las veredas que conducen a aquellos sitios
en los que me senté algún día a pensar en ti... solo quedan recuerdos de las palabras
que dejé colgadas bajo los árboles cómplices de mi amargo sentir, caían las
hojas del otoño y con ellas el alma desfallecida se sentía en compañía. Ellas
caían una a una con el soplar del viento, mientras las lágrimas rodaban por mis
mejillas sin detenerse entre pensamientos, alocadas ideas suicidas amontonadas
que no atinaban a organizarse para decidir el rumbo de mi desquiciada vida, con
las ilusiones resquebrajadas y los sueños abandonados en algún callejón
nauseabundo, han transcurrido algunos meses más desde ese fatídico episodio que
dejó hecha añicos la algarabía, la sonrisa y los anhelos.
Hoy me da la gana deshojar margaritas sin que pase por mi mente esa tonta idea de me quiere, no me quiere, ¡a la mierda! me vale un cacahuate quién me quiera o no me quiera, yo me quiero y ya mis ojos no lloran por cualquiera, las letras de ciertas canciones ya no duelen, una copa de vino me sabe a gloria y no a desconsuelo, disfruto la lluvia y ya no la utilizo para disfrazar las goteras que caían a raudales por mis mejillas.
Hoy me da la gana escribir verbos al viento y las letras antaño desangradas se han cubierto de sutil fragancia, me abrazan y me llenan de calma, vuelvo a vivir, quizá en otra galaxia.
Hoy me da la gana deshojar margaritas sin que pase por mi mente esa tonta idea de me quiere, no me quiere, ¡a la mierda! me vale un cacahuate quién me quiera o no me quiera, yo me quiero y ya mis ojos no lloran por cualquiera, las letras de ciertas canciones ya no duelen, una copa de vino me sabe a gloria y no a desconsuelo, disfruto la lluvia y ya no la utilizo para disfrazar las goteras que caían a raudales por mis mejillas.
Hoy me da la gana escribir verbos al viento y las letras antaño desangradas se han cubierto de sutil fragancia, me abrazan y me llenan de calma, vuelvo a vivir, quizá en otra galaxia.
¿A
quién quiero mentirle? Nadie podrá decirte las cosas que yo te dije ni sabrá decírtelas
como yo lo he hecho, pasarán los años y quedarán estos recuerdos olvidados en algún rincón de una casa
abandonada, pero en tu pecho los llevarás, sin quererlo, indelebles porque
llevan impresa tu imagen tanto como la mía, son reflejos de un espejo mágico
que al contemplarlo se convierte en caleidoscopio, en un mosaico íntegro de toda una vida, los momentos que se
vivieron, aquellos que podrían haber sido y jamás lo fueron, todo sentimiento de amor que manifieste un alma
es una palabra dirigida al Ser Supremo, humilde alabanza que a su vez lucha por
romper los velos que nos ciegan a la única realidad, el infinito devenir que
todo lo da y todo lo quita en el incesante fluir de cambio donde todo aparece,
desvanece, quedando grabado en los desdobles cósmicos del universo. Nada se
pierde y nada se olvida en el recuerdo eterno somos una sola alma por encima de
un desmesurado yo todo amor, ternura y calor acercan el frágil corazón
humano a la fuente de toda existencia,
manantial Infinito, sin lindes de tiempo
y espacio, paraíso prometido que se adquiere con anhelarlo como milagro primordial perdido,
magma creadora de cuerpo y alma, efímera
esencia de lo humano y lo divino. No, Amor
mío, mi melodía es inefable y en nuestras vidas nada se pierde y nada se
olvida, aunque te hayas casado con él. Habitaré en tu mente donde sentirás esa pasión
desbordada en tus pensamientos, y tu anidarás en mis deseos, ambos poseídos por
ese sentimiento puro e incontrolable que llega sin avisar adhiriéndose a las paredes del corazón,
tocando con su esencia las fibras delicadas que se refugian de las mentiras en la sensibilidad del alma, solo debemos tener la intuición y perspicacia del amor para descifrar quiénes somos en realidad tú y yo, encontrar nuestros verdaderos rostros en los espacios ocultos del tiempo. Quisiera estar bajo tu cielo, mirar todo lo que tus ojos ven; quisiera ser la noche y guardar tus secretos, el viento para estar donde tú estés. Quisiera estar siempre a tu lado, fundir mi savia con la tuya; un silencio de mi pecho ondulado, las cosas que se van, no vuelven nunca, quisiera regalarte mis manos, mis labios. La pasión hambrienta de besos de fuego, el velo infecundo que cubre mis entrañas. Quisiera mostrarte lo que mi alma sueña, las estrellas de cielo profundo; borrar de tu corazón las tristezas con mi amor profundo; un sueño en la distancia.
tocando con su esencia las fibras delicadas que se refugian de las mentiras en la sensibilidad del alma, solo debemos tener la intuición y perspicacia del amor para descifrar quiénes somos en realidad tú y yo, encontrar nuestros verdaderos rostros en los espacios ocultos del tiempo. Quisiera estar bajo tu cielo, mirar todo lo que tus ojos ven; quisiera ser la noche y guardar tus secretos, el viento para estar donde tú estés. Quisiera estar siempre a tu lado, fundir mi savia con la tuya; un silencio de mi pecho ondulado, las cosas que se van, no vuelven nunca, quisiera regalarte mis manos, mis labios. La pasión hambrienta de besos de fuego, el velo infecundo que cubre mis entrañas. Quisiera mostrarte lo que mi alma sueña, las estrellas de cielo profundo; borrar de tu corazón las tristezas con mi amor profundo; un sueño en la distancia.
Quisiera
tenerte todos los días, que el aire
renueve el amor, tu sustancia pura sal de los campos, de la montaña oscura, que es contigo con
quien quiero ver la estrella más antigua.
Es
contigo con quien quiero vivir. Mi alma quieres ser parte de la tuya; darte en
tus manos mi alma para verte siempre
sonreír. Quiero que sepas que tú eres mi
delirio quiero borrar tus sueños antiguos; enamorarte y arrancar de tu pecho mil suspiros”.
El
taxi tardó una hora hasta llegar al edificio, Pedro dejó la propina generosa y
saludó, al bajar rebuscó por las llaves en la mochila. El aire era gélido,
parecía a punto de nevar. Depositó los bártulos unos momentos a su lado y tuvo
que pelearse un momento con la cerradura del portal. La fachada del edificio
estaba un tanto destartalada y soplaba un viento helado, él vivía cerca del
East End, había alquilado aquel piso porque le recordaba al delta, y le gustaba
pasear por la orilla del río cuando hacía más calor y ver pasar las
embarcaciones. Entró y ya en el ascensor pulsó el botón del quinto piso.
El
edificio tenía cierto aire deprimente. Observó que los vecinos habían
colgado coronas navideñas mas él llevaba
años sin hacerlo ni armar árbol de Navidad, había en el mundo cosas más
importantes.
Tenía
pensado leer, hacer el último informe y recapitulaciones de la misión, mas
sobre todo recuperar horas de sueño.
Lejos
estaba la idea de sentirse en familia con Guillermo, y los suyos, y tal vez
haber abierto un hogar de acogida para esos niños del refugio, o al menos
adoptar a algunos, solo no le darían a nadie, bien sabía que la mayoría una vez
descartada toda familia eran reubicados en la zona, pocos dados a adopción en
el extranjero tras ardua lucha burocrática.
Todo
estaba como lo había dejado. El viejo sofá raído adquirido en un rastrillo de
Brooklyn parecía tan gastado como siempre. También había comprado el asiento
más cómodo que había tenido en su vida. Con frecuencia se quedaba dormido en él
con un libro en la mano. Frente al sofá había un sillón grande, por si alguien
venía a verlo, cosa que no pasaba nunca.
Su
mesa de centro consistía en un vetusto baúl
metálico con pegatinas de viajes. También tenía una mesa comedor con
cuatro sillas distintas, unas cuantas lámparas viejas que daban una luz tenue y
un televisor que rara vez encendía. En el cuarto una cama y una cómoda de
segunda mano, una silla era el mobiliario. Una vez por semana acudía la señora
de la limpieza.
Dejó
los bolsos en el cuarto y regresó al salón, se sentó en el sofá y apoyó la
cabeza en el respaldo, pensando en la larga distancia que había recorrido en
horas, era como si hubiera estado meses en otro planeta, y fue el teléfono lo
que lo devolvió a la tierra. No imaginaba quién podía llamar ya que las
oficinas estaban cerradas, sacó el móvil del bolsillo de la parka que había
encendido tras el control de aduanas y contestó.
__Has
vuelto. ¿O todavía estás de viaje? _dijo la voz alegremente, era su hermano.
__Acabo
de pasar la puerta hermano _respondió sonriendo.
Se
mandaban mensajes de texto con regularidad cuando él tenía señal, o lo llamaba
cuando podía ir a algún sitio con ella o teléfono, pero hacía casi un mes que
no hablaban. Y había olvidado que le había dicho qué día llegaba.
__
Debes estar agotado _dijo Agustín.
__
Estoy cansado __reconoció, Pedro __y odio venir por Navidad __explicó, cerrando
los ojos mientras luchaba contra el sueño__. Lo que me deprime no es el piso
sino no tener nada que hacer entre misión y misión luego de que terminen tus
vacaciones, no ser de utilidad para nadie acá.
__ ¿Y
si te lo tomas con calma? ¿Vendrás unos días antes que vuelvan a mandarte
lejos?
__Claro,
te lo prometí _respondió sin mucho convencimiento, llegaré por allá uno de
estos días. ¿Te has portado bien?
__Siempre
_respondió Agustín sonriendo__. Esto es una locura antes de Navidad, tal vez
vaya a esquiar, y creo que tengo una novia nueva que te gustará.
___Agus,
eso espero, por favor.
--- Pedro,
me cuesta entender lo que haces, entiendo los motivos pero no por ello deja de
parecerme loco que andes de una zona en guerra a la otra, no curarás los males
del mundo, no quiero que te vuelvas demasiado diferente, raro, ¿cuándo volverás
a una vida más normal?
Admiro
lo que haces pero me muero de miedo.
__Te
llamo mañana, ¿vale?
Ambos
sabían que sería un día horroroso, una Navidad que había soñado estar casado
con Guillermo y en que su vida en cambio había cambiado para siempre. Un día
que hubiese querido olvidar. Todo lo que había soñado para él, se había borrado
de un plumazo, solo le quedaba la alianza que juró que jamás se quitaría de su
dedo, y el resultado aunque repasara en la mente escena tras escena era siempre
el mismo, allí estaba… solo.
En
su fuero interno, no quería seguir viviendo y buscaba que lo matasen en alguna
de las misiones en las que se embarcaba, se le rompía el corazón cada vez que
regresaba al mundo, y con ello las imágenes de sus meses felices en Buenos
Aires, había perdido a las personas que más amaba en el mundo, pero seguía
estando… Agustín.
Por
unos meses había sido feliz, con éxito, su amor, plenamente realizado, y de la
noche a la mañana su vida se había transformado en la peor pesadilla que podría
imaginar, no obstante algún día tendría que parar y afrontar su realidad que
por mucho que corriera, por lejos que viajara, no volvería a recuperar a
Guillermo. Él había elegido la seguridad y estabilidad que le daba un tipo
aplomado y mayor como José Miller y ya nada podría hacer contra ello.
Voy caminando por la calles de la ciudad
viendo caras llenas de dolor y algunas llenas de felicidad, niños jugando y
brincando por cualquier lugar, mientras camino y giro mi rostro, me invade la
nostalgia de pensar qué es la felicidad, empiezo a dudar si es verdad que
existe la felicidad, o solamente es una fantasía de nuestra alma o es
simplemente el egoísmo de buscar la frialdad de la soledad.
Hoy mi corazón esta atormentado como las flores de mi jardín que se han marchitado, mi corazón se llenó de un dolor por la ausencia de buscarte en mi cama fría y solitaria, deseo matar estas ganas de sentir tu presencia y saber que nunca volverás.
Ahora es muy difícil soportar este cruel castigo, el cual fue extinguiendo muy suavemente mis ansias de vivir y mi alma envenenada llena de tanto odio que sentí por tu abandono.
Hoy te diría dame una oportunidad para volver a sentir la magia del amor y escuchar el susurro de tu voz diciendo que me amas en esta vida, de demostrarte cuánto te amo porque jamás deseo alejarme de ti.
Hoy mi corazón esta atormentado como las flores de mi jardín que se han marchitado, mi corazón se llenó de un dolor por la ausencia de buscarte en mi cama fría y solitaria, deseo matar estas ganas de sentir tu presencia y saber que nunca volverás.
Ahora es muy difícil soportar este cruel castigo, el cual fue extinguiendo muy suavemente mis ansias de vivir y mi alma envenenada llena de tanto odio que sentí por tu abandono.
Hoy te diría dame una oportunidad para volver a sentir la magia del amor y escuchar el susurro de tu voz diciendo que me amas en esta vida, de demostrarte cuánto te amo porque jamás deseo alejarme de ti.
Cuánta razón tiene el tiempo, cuando en su
imperceptible pasar, todo lo cura, todo lo borra, todo, todo lo hace olvidar;
medicina necesaria para la peor enfermedad. ¿La tiene?
Ese mismo tiempo, amigo discreto de tu belleza, fiel amante de tu mirar; acosador de tu sombra en tu cálido caminar; ese mismo tiempo, terco e insaciable, aquel que con espadas y flechas se enfrenta a su propia naturaleza, por tan solo verte tan hermoso, como una eterna primavera, como una rosa en la eternidad.
Ese mismo tiempo, verdugo que ejecuta los destinos de cada individuo, que se resiste a equivocarse, que se resiste a fracasar; santo y tirano de los que lo hacemos responsable de cada sonrisa y cada lágrima; ese mismo tiempo que me hipnotiza, me aprisiona en cada eslabón de los recuerdos, que irremediablemente me hunde en el abismo infinito de tu amor; ese mismo tiempo que me arrastró en tu pasado, que me enterró en el polvo de tu olvido; ese mismo tiempo que me encadena en tu eterno presente; ese mismo tiempo, al que ahora repudio sus caricias, al que ahora le rindo homenaje; a ese mismo tiempo que te grita olvidarme, hoy yo le digo, postrado ante un eterno instante, congelado en el témpano de un ayer; tú, enemigo mío, corta con el puñal de tus horas, corta cada vena de mi cuerpo, y en cada gota de sangre, permite que se impregne en ella mi memoria; y aunque sin respirar yo me quede, permíteme olvidarlo; te ruego enemigo mío, si a él lo embelleciste con la calma del olvido, te ruego enemigo mío, que me quites el peso de su ausencia, con el filo de tus dedos; con la medicina que profesas, cura el veneno de sus besos, que envenena el plácido respirar de mi alma; arráncalo de mi presente, sepulta mi pasado, aunque mi vida misma, tenga que sacrificar; te la obsequio en un pedazo de lino, pero haz pronto, que me olvide de él, porque, porque me estoy muriendo. Y tú en mí no pasas, eternizando mi doloroso e injusto castigo, perpetuo ante la tortura de su olvido; mueve tu reloj, y desencadena a mi pobre alma, del presidio errante de su sombra; libérame del eterno instante, instante que atormenta a mi espíritu, aquel eterno instante en que tanto yo lo amé.
Ese mismo tiempo, amigo discreto de tu belleza, fiel amante de tu mirar; acosador de tu sombra en tu cálido caminar; ese mismo tiempo, terco e insaciable, aquel que con espadas y flechas se enfrenta a su propia naturaleza, por tan solo verte tan hermoso, como una eterna primavera, como una rosa en la eternidad.
Ese mismo tiempo, verdugo que ejecuta los destinos de cada individuo, que se resiste a equivocarse, que se resiste a fracasar; santo y tirano de los que lo hacemos responsable de cada sonrisa y cada lágrima; ese mismo tiempo que me hipnotiza, me aprisiona en cada eslabón de los recuerdos, que irremediablemente me hunde en el abismo infinito de tu amor; ese mismo tiempo que me arrastró en tu pasado, que me enterró en el polvo de tu olvido; ese mismo tiempo que me encadena en tu eterno presente; ese mismo tiempo, al que ahora repudio sus caricias, al que ahora le rindo homenaje; a ese mismo tiempo que te grita olvidarme, hoy yo le digo, postrado ante un eterno instante, congelado en el témpano de un ayer; tú, enemigo mío, corta con el puñal de tus horas, corta cada vena de mi cuerpo, y en cada gota de sangre, permite que se impregne en ella mi memoria; y aunque sin respirar yo me quede, permíteme olvidarlo; te ruego enemigo mío, si a él lo embelleciste con la calma del olvido, te ruego enemigo mío, que me quites el peso de su ausencia, con el filo de tus dedos; con la medicina que profesas, cura el veneno de sus besos, que envenena el plácido respirar de mi alma; arráncalo de mi presente, sepulta mi pasado, aunque mi vida misma, tenga que sacrificar; te la obsequio en un pedazo de lino, pero haz pronto, que me olvide de él, porque, porque me estoy muriendo. Y tú en mí no pasas, eternizando mi doloroso e injusto castigo, perpetuo ante la tortura de su olvido; mueve tu reloj, y desencadena a mi pobre alma, del presidio errante de su sombra; libérame del eterno instante, instante que atormenta a mi espíritu, aquel eterno instante en que tanto yo lo amé.
Habían sido casi extraños con su hermano mas
en el último año el vínculo se había hecho real, y en todo pensaba
cuando se metió en el baño del apartamento, abrió el grifo de la ducha y se
desvistió. Debería pasar por la peluquería y afeitarse, ya no estaba en África,
pero desde que partiera de Buenos aires ya no tenía una vida ordenada, ni le
importaba la abogacía, ni las posesiones, vivía como nómade, de a ratos en un
departamento con cosas de segunda mano, y salvo
Agustín, lo esperaban en su vida las personas a las que ayudaba.
En cuanto el agua salió lo suficiente caliente,
se metió en la ducha y dejó que al fin empapase el cuerpo, largo, esbelto, y
que se llevase las lágrimas que
resbalaban por sus mejillas.
Era consciente de lo doloroso que sería el
día siguiente, lo superaría, pero demasiado a menudo se preguntaba por qué.
¿Por qué luchaba para seguir con vida y aguantar? ¿Por quién lo hacía? ¿De
verdad importaba?
Su hermano no quedaría solo, sabía que
Guillermo de estar en Buenos Aires lo llevaría con ellos.
Cada vez le costaba más hallar la respuesta a
esas preguntas a medida que pasaba el tiempo y nada cambiaba. Le resultaba
difícil que hubiera logrado sobrevivir esos meses sin… Guillermo. Sin
Guillermito. Pasar sin ellos el resto de su vida era su mayor castigo. Los
recuerdos lo acosaban como fantasmas.
Te has metido en mi alma, hoy vives dentro de
mi corazón y me dejas, agonizo cuando no
estás junto a mí, el frío de la noche me acompaña en mis largas noches de
desvelo, castigando a mi corazón destrozado, hoy extraño tanto las largas
noches cuando disfrutamos de la lluvia
de estrellas que nos acompañaban en las largas noches de pasión, no sabes cuánta
falta me hace sentir el dulce sabor de
tus labios, porque ahora que ya no escucho los murmullos de un te amo aquí en
nuestra habitación, me hace falta tu mirada la cual florecía mi existencia en
mis noches de agonía y me encantaba ver cómo el aire soplaba tus bellos hilos
de plata.
Ahora mi corazón está partido en dos, ya no creo en el amor, mataste mis ilusiones, hoy no tengo ganas de seguir viviendo esta triste desilusión, me ahogo en mi silencio, el cual me devora a cada instante, imaginé que un día cambiarías, pero veo que mi espera fue una gran decepción y cuando me acuerdo de ti es como un baño de felicidad, que pasa en un breve momento.
Tú fuiste el motor que bombeaba mi sangre por las venas, me enamoré de ti amado mío y pensé que tú serías el amor de mi vida, y eternamente te llevaré dentro de mi corazón.
Ahora mi corazón está partido en dos, ya no creo en el amor, mataste mis ilusiones, hoy no tengo ganas de seguir viviendo esta triste desilusión, me ahogo en mi silencio, el cual me devora a cada instante, imaginé que un día cambiarías, pero veo que mi espera fue una gran decepción y cuando me acuerdo de ti es como un baño de felicidad, que pasa en un breve momento.
Tú fuiste el motor que bombeaba mi sangre por las venas, me enamoré de ti amado mío y pensé que tú serías el amor de mi vida, y eternamente te llevaré dentro de mi corazón.
Al día siguiente cuando Pedro despertó, hacía
una mañana clara y soleada, y, por el frío que reinaba en la habitación imaginó
que la temperatura fuera sería gélida. Era el día antes de Nochebuena, el día
que más aborrecía de todo el año. Y estaba acusando los estragos del cansancio
y del cambio horario. Cuando despertó otra vez, cuatro horas más tarde, el día
se había tornado gris y estaba nevando. En un armario de la cocina encontró
café instantáneo y una lata de cacahuetes rancios, que tiró a la basura. Le
daba demasiada pereza salir al frío de la calle o por algo para comer, ni tenía
una pizca de hambre. Fue al salón en pijama, y una única fotografía que dejara
en la mesilla atrajo su mirada, era la
del día en la costa, antes del compromiso, el rostro feliz de su yo con
Guillermo, su hermano, Valeria, Fabián y Guillermito le resultaron una daga
clavada en medio del pecho, la añoranza era insoportable.
Pese al exiguo sueldo de SOS/HR, Agustín
vivía bien de las ganancias de la empresa que Gutiérrez giraba a una cuenta que
tenía, y él disponía de lo suficiente para desempeñar ese trabajo por mucho
tiempo. No tenía prácticamente ninguna necesidad, salvo botas de montaña cuando
se desgastaban, ni tenía gasto otro que los de ese departamento ni deseaba rodearse de todo lo que acompañaba a
una vida de opulencia. Lo traía sin
cuidado cómo vestía, lo que se ponía, qué comía, cómo vivía… Todo lo que le había importado antes, ahora,
había desaparecido. Su vida sin
Guillermo era un cascarón vacío, salvo por la vida que hacía, que era lo único
que daba sentido a su existencia. No toleraba las injusticias que se cometían a
diario, en las culturas y países de todo el mundo.
Mientras duermo, sueño con nuestra primera
vez, cuando deslizaba mis manos por tu
ardiente piel y tu cuerpo comenzaba a temblar, se erizaban tus poros y yo
besaba tus labios, bebía tu humedad, y sofocaba tus gemidos con mis besos, mas
despierto empapado en sudor, sé que te he vuelto a soñar y pienso, que sería capaz de dar el resto de los días
de vida, por volver pasar otra noche contigo. Pero no mi señor, no, ni lo
olvido ni perdono quererlo como lo
quiero, ni le disculpo las caricias ni indulto su sexo, ni omito sus susurros
ni lo libero a que me desnude, en esta
esclavitud libremente mía, de amarlo.
Te extraño, Guille, te echo de menos, te necesito a mi lado, junto a mí
cuerpo con cuerpo. Nuestras mentes se unen en el firmamento junto con
estrellas y planetas, pero no es suficiente, te extraño y deseo tocarte... Añoro el calor
de tu piel, despertar junto a ti, compartir un café, una conversación, tu
sonrisa, deseo ver tus ojos que me mires
con deseo.
Extraño tantos momentos juntos, tantas cosas
vividas, pero lo que en verdad extraño
es tenerte junto a mí, el tacto
de tu piel, tu melodiosa voz, tu risa, extraño tu forma de enfadarte, que me eches la bronca. El amor es así,
extrañarte cuando no estás junto a
mí, desear acariciar tu cuerpo, besar tu
boca, tu cuerpo. Cierro los ojos y en mi cabeza
solo existes tú, esos ojos
mirándome, con una mirada basta para entendernos, te extraño, solo han pasado unos meses y no puedo estar sin ti.
Bs. As.
__ ¿Me cuentas un cuento abuelo? _pidió
Guillermito.
__Estaba un valiente y poderoso guerrero
llegando de una batalla, su brillante armadura ahora opaca, llena de polvo y
sucio, abollada por todas partes, cubriendo su rostro, ocultando lo verdadero
en él. Guerrero y luchador, vencedor de mil batallas, noble y piadoso guerrero,
solitario y herido bajo todo ese ropaje
de metálico sentir. Pocos saben de sus lágrimas, de lo indefenso que puede ser,
pocos conocen su frágil pero inmenso
corazón, ese que reluciente le da brillo a su mirar de compañía negada, de
compañía truncada en los albores de sus años. Orgulloso pero a la vez humilde,
emerge de sus cenizas una y otra vez, calla sus tormentos, que no son pocos, y
ríe y sueña para que el mundo le vea resplandecer, para que el mundo, con su
alegría, sea contagiado, pero ¿cuándo le ven llorar? ¿Quién su llanto ha escuchado
alguna vez? ¿Cuántos sus penas han acompañado? Acá me tienes, acá estoy para
vos, acá estaré para vos siempre, dejo en tus manos mi corazón y alma, mi amor
que quiere crecer a tu lado, en tu fértil campo lleno de fragantes flores.
Despójate de tu pesada armadura y deja libre esa mirada hermosa, esa sonrisa
llena de vida, deja al desnudo tu ser que luminoso compite con el sol. Los
tuyos no han batallado a tu lado.
¿Los
tuyos? Son muchos quienes de sangre no son pero sí de alma y corazón y te
dicen, aupándote en tus peores momentos, en aquellos en los que la soledad te
acompaña callada, vienen ellos y gritan ¡Sigue adelante valiente guerrero!
Entonces, mira el horizonte, que nada logre parar tu andar, que nada ni nadie
detenga ese ímpetu arrollador que hay en vos. Sí vale descansar, sí vale tomar
un instante para recobrar fuerzas, pero no vale claudicar. Deja atrás decepciones y
tristezas, te ofrezco mi humilde mundo, con sus deficiencias y virtudes, para
que vivas en este por siempre.
__Ese no es un cuento, abu, estás hablando de
Pedrito, ¿volverá a buscarnos? Lo prometió y sé que él me llevará a ver los
delfines.
__Sí amorcito, volverá, y si no lo hace
pronto, iremos nosotros a buscarlo.
__ ¿Lo prometes abuelo?
__Lo prometo.
__Por mi culpa, Pedro no regresará, papá.
Tanto Guillermo como el nene se volvieron
hacia Fabián que se miraba los zapatos y apenas balbuceaba.
__ ¿Qué?
_ Que es mi culpa, viejo, perdón, lo hice por
bien.
__ ¿Hiciste qué? __ Guillermo habló calmo.
__Lo encontré hace un tiempo y le dije…,
quise que se enfureciera y regresara a buscarte, y le dije que ibas a casarte
con Miller.
Y perdí contacto, y… lo siento.
Las palabras se ahogaron en el llanto,
tampoco Guillermo necesitaba oír nada más, Fabián había clavado una daga en el
centro del corazón de Pedro.
Nueva
York.
Cuando
anocheció, Pedro se quedó mirando los copos de nieve que caían sobre la ciudad.
La nieve había cuajado y ya había una capa de varios centímetros. Estaba
precioso y, de pronto, le dieron ganas de salir a dar un paseo. Necesitaba
tomar un poco de aire y desalojar los pensamientos de un verano que ya no vería
en aquella otra lejana ciudad. Las imágenes
que se agolpaban en su mente le resultaban opresivas, y sabía que el frío y la
nieve lo distraerían y despejarían. Podía comprar algo para comer y algún
regalo para Agustín en el camino de vuelta, dado que no había probado bocado en
dos días. Pese a que no tenía apetito, se daba cuenta que debía comer. En ese
momento lo único que deseaba era salir del departamento y de sí mismo.
Se
puso dos jerséis gruesos, unos vaqueros, las botas de montaña con calcetines de
invierno, un gorro de punto y la parka. Se echó la capucha por encima del gorro
y sacó un par de manoplas de un cajón. Todas las prendas que tenía en ese
período de su vida eran sencillas y funcionales. Había guardado todas las joyas
menos la alianza en una caja de
seguridad, la ropa fina en casa de su amigo, no podía imaginar que pudiera
volver a usarlas.
Se
colgó el morral, las llaves en el bolsillo, apagó las luces y salió de la casa.
Tomó el ascensor y, segundos después, estaba andando en medio de la nevada por
la calle ochenta y nueve en dirección este, hacia el río, tomando profundas
bocanadas de aire gélido mientras los copos de nieve seguían cayendo alrededor.
Largas volutas de vaho ascendían por el aire
cuando exhalaba. Cruzó por el paso elevado hasta el río y se asomó por
la barandilla para ver pasar los barcos… un remolcador y dos barcazas, además de un
yate de ocio totalmente iluminado en el que estaban celebrando una fiesta
navideña, lo apuñaló el recuerdo del día en que salieron a navegar en Argentina,
felices. Desde donde se encontraba se oían música y risas, que flotaban en el
aire frío y vigorizante de la noche.
En
la autovía Franklin D. Roosevelt Drive apenas había tráfico mientras
contemplaba el agua a sus pies.
Las
imágenes de Guillermo, y de la familia volvieron abrirse paso en su mente y
reflexionó acerca de cómo había cambiado su vida desde la separación. Había
pasado a ser una vida entregada a los demás, una vida que al menos tenía alguna
utilidad para alguien, pero, tal como había adivinado su hermano que había madurado
de golpe en la distancia, le daba igual vivir que morir, y, por eso no le
importaba exponerse a peligros brutales. La gente creía que era valiente, pero
solo él sabía lo cobarde que era, pues esperaba que lo matasen para no tener
que pasar el resto de sus días sin Guillermo.
Mientras
observaba el agua que rielaba a sus pies, pensó en lo fácil que sería subirse a
la barandilla y tirarse al río. Sería mucho más sencillo que vivir sin ellos.
Con una extraña sensación de paz, se preguntó cuánto tardaría en ahogarse.
Estaba
seguro de que en el río había corrientes que, con todas las capas de ropa que
llevaba, lo arrastrarían al fondo rápidamente. Y, de pronto, la idea le resultó
irresistible. No pensó ni en su hermano ni en la gente. Agustín estaría bien.
Mientras cavilaba, le pareció que era el momento idóneo para hacer mutis.
Estaba
planteándose encaramarse a la barandilla cuando percibió con el rabillo del ojo
un movimiento brusco, a su izquierda, que lo sobresaltó, y volvió la cabeza
para ver qué era.
La capucha de la parka le bloqueaba
parcialmente la visión, de modo que lo único que acertó a ver fue un destello
blanco que se metía a toda prisa en una caseta de obras públicas y la cerraba
dando un portazo. Era evidente que alguien se había escondido dentro y se
preguntó si, fuera quien fuese pretendía atacarlo. Tirarse al río para ahogarse
le parecía acto sencillo y lógico dado su estado de ánimo, pero que lo asaltase
un matón que se ocultaba en una caseta le pareció más desagradable y, además
cabía pensar que, además después seguiría vivo. Pero prefería quedarse donde
estaba.
Tenía
un plan, tirarse al río, estaba dispuesto a llevarlo a cabo y no quería esperar
al día siguiente. Algo le decía que debía suicidarse esa noche. En ningún
momento se le pasó que tenía las facultades mentales afectadas sino solo un
dolor intolerable, el juicio paralizado por el dolor. Ese plan le parecía
lógico. Y no podía tirar la toalla y echar a correr solo porque alguien se hubiese
escondido en esa caseta. De hecho, le molestaba que aquella persona no diera la
cara, que siguiera escondiéndose en la caseta. Se quedó esperando a que quien
fuera saliera, para que no lo sobresaltara ni lo atacara.
Decidido a llevar adelante su plan, se negaba
a marcharse, no se movió de donde estaba. Haber tomado la decisión le procuraba
alivio después tanto dolor. Había
escogido la vía de escape.
Bs.
As.
Luego
de la confesión de Fabián, Guillermo se encerró en su cuarto, llorando de a
ratos, sumido en un sueño ligero con las imágenes de Pedro en otros, no supo
cuánto tiempo pasó, ni cuántas fueron las veces que su hijo, o su nuera
llamaron a la puerta, simplemente necesitaba pensar no quería ver ni hablar con
nadie.
“Mirando
frente a frente veo en tus ojos la
mirada de sensación de entrega y amor de siempre, precioso. Siguiendo tus sentidos
sin dejar de mirar a vos un fuerte ímpetu
de anhelo hasta mi alma, un deseo que desborda el todo mi interior, cada vez más
fuerte hace palpitar el corazón por
amarte sin tenerte. Solo está en mi mente este desear que con amor esperé de vos.
Una llama de fuego como un volcán sintiendo
que cada vez es más intensa por todo su amor, que en silencio quedó sin
palabras tan amadas. Solo una inspiración de este sentir que llegó por tu belleza que llegó a mí, amor tú me has
dado todo lo mejor de vos. Y con amor entregaste lo mejor de tu alma interior con
venero valor y santa bendición de corazón, y yo te eché de mi lado.
Amo
tus labios cuando besan los míos, provocando suspiros, deseos de amar cuando tu
boca pronuncia mi nombre en sílabas, entrecortadas por la pasión, gemidos que
brotan con locura de tu garganta, benditos gritos de placer, acariciando tu piel,
emancipando tu carne afrodisíaca, gusto irrepetible en cuerpo ajeno, te adoro
en la distancia, con lágrimas a flor de piel, que bañan mis sentimientos
lejanos en el recuerdo.
Te
amo en silencio, pacientemente estoy perdido en el tiempo, esperando por tus manos firmes que me salven
del olvido, añoro tus formas de entregarte al amor, caricias espontáneas con
aroma dulce a tentación obligada, sin excusas, tus ojos de toques nostálgicos y
brillantes, reflejo de una eterna belleza que me atrapa en su mirada delicada y
segura, idolatro tu entrega, tus encantos, tus sentimientos, cuando conquistan
mi interior, apoderándose de él, besándome el alma curando mis lamentos.
Amor
mío, eres mi sueño perfecto y preferido,
serás por siempre mi refugio que me ampara de los engaños ocultos que disfrazados
en sentimientos hermosos nos apuñalan por la espalda, dejándonos sin aliento. Serás
ese aire de vida, que respiro alimentando mis ansias de seguir luchando por el
bienestar de mi alma. Seguirás siendo esa luz encendida que alumbra mis pasos
para no hundirme en las penumbras del infierno. Tus decisiones precisas en el
instante adecuado, me devuelve la confianza de sentirme seguro y protegido del
abismo impropio de los miedos y fobias que se apoderan de mi memoria.
Agradezco
tu presencia, eres mi brújula donde me guías hacia mares de tranquilidad y paz,
dejando en el camino vientos tormentosos que habitaban en mi interior provocándome
tristezas, dudas y sufrimientos, me limpiaste las heridas de mi corazón.
Te seguiré
como un loco tras las huellas de tus razones, porque sé que encontraré el amor
en tus brazos, mantendré mis manos firme al timonel de tu barco y morir si es
necesario por salvarte de la muerte que navega como sombra en el regazo de
nuestras siluetas reflejadas en la bruma.
Solo
me queda darte la vida y esa sabes que ya la tienes, porque estás en el otro
extremo opuesto a mi orilla, eres mi otro yo, donde liberamos nuestro amor en
las intimidades de misterios que abundan en los sueños, vuelves sin pedir
permiso usurpando los extremos de mis latitudes, abrazando las intimidades de
mi presente, que están atadas a un amor que arriesgó todo por ayudarme a
encontrar las respuestas a las dudas de las cuales en tu momento huiste por
temores hacia mi forma extraña de amar, ahora regresarás porque necesitas esas
locuras que aún vibran en tu cuerpo, te digo algo, quizás aun te recuerde en
mis deseos, pero más en mis
sentimientos, nunca serás para mí un desahogo pasajero de mis ansias tentadoras
al placer de una noche que se olvida cuando te espera un amor verdadero y puro,
esos que te acompañan hasta la muerte y seguirán en la eternidad, porque ese
amor eterno siempre has sido vos, Pedro, nada de lo que te dije era cierto…
nada.
El
teléfono lo sacó del sueño, de las imágenes, y aturdido, atendió.
__Guille,
no cortes.
__Gaby,
no estoy para trabajo ahora.
__Fabián
me comentó todo y hemos estado rastreando a Pedro, dimos con Agustín, esta
tarde, Guille, tienes que ir a buscarlo. No se pierdan de nuevo.
Guillermo
se incorporó en la cama y se espabiló en segundos.
__ ¿A
dónde está?
__Acaba
de regresar de una misión a pasar las fiestas con el nene, bueno con Agustín,
está en Nueva York, él no supo decirme dónde pero en un par de días irá a San
Francisco, allí está Agus, al menos estará allí en Nochevieja, tienes que ir.
__Gracias
a Dios, Gaby, ¿me ayudarás a prepararlo todo?
__ ¿Irás
entonces? ¿No dirás que necesitas más tiempo de terapia y esas cosas?
__La
haré luego, lo que necesito es a Pedro. Claro que iré.
__No
demores, Guille. Según Agustín está haciendo cosas raras, mucho más de aquellas
tontas carreras.
__ ¿Qué
quieres decir?
__Que…
está como buscando que lo maten, que no puede vivir sin ti, viaja Guille, te
reservaré los vuelos. Viaja.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.