viernes, 30 de noviembre de 2018

“LA CÁTEDRA”. CAPÍTULO CUARENTA.



“LA CÁTEDRA”.
Te amo por ceja.
Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente
lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua, y los leones cuando
se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino es
también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.
*Julio Cortázar /


CAPÍTULO CUARENTA.
Escribiremos la perfecta historia de amor con letras doradas en las páginas de ese libro universal  y  todos desearán leer e intentar vivir lo que vivimos nosotros.
No quiero solo sexo a escondidas, Guille, aunque sé que me amas, necesito que estés seguro de mí, y que razones lo que dijiste en ese bar… Agustín ha sufrido mucho, y yo, en tanto cuídate de Miguel, pero lo que no pensé entonces en aceptar, lo haré hoy, no me iré para siempre, solo unos meses… regresaré, pero aceptaré el llamado de la Organización con central en Nueva York, me necesitan, no sé si para alguna misión o para trabajo administrativo, no iría si me lo pidieras, pero  no lo has hecho ni confías en mí, me alejaré por un tiempo, si cambias de opinión… llámame, escríbeme… y regresaré, te amo. Mi Amor resiste, Guille, demuéstrame que el tuyo lo es.
Miller puede darte seguridad, pero no es el Amor, estoy seguro de ello.
Viernes, 25 de setiembre de 2016.
TRES MESES DESPUÉS.
Bs. As.

Idas y venidas, promesas incumplidas,  fuiste agrietando mi corazón.  Inventaste sueños, anhelos, entre manantiales y castillos de ensueños. Supiste decir lo que necesitaba oír, una y otra vez, no querías que resurgiera la luz.
Al mirar el horizonte me reflejé, vi cómo peleaba conmigo mismo, por luchar conmigo mismo por ser lo que tú quieras que sea. Tu manantial se desbordó y tu castillo se derrumbó.
Con sangre rescaté mi corazón, ya nada podrás hacer, tus maniobras quedarán en el vacío, ya no me atormentarás.  Sin fecha podré cicatrizar mi frágil y sensible alma, y archivaré el veneno de tanta falsedad, nunca más me tocarás para manipular mis nobles sentimientos.  Si estás dispuesto a amar y ser fiel, búscame, Guille, yo te di todo, y no supiste amar”.

“Me hallo perdido en la inmensa ciudad, tocando las puertas de un místico lugar; cargando tristezas vacías y soledad, buscando a tientas… un ser para amar. Mas al encontrarte; no puedo conjugar, te diluyes cual espejismo en tono de crueldad, cual aire frío de invierno invitándome a jugar  como juegan las olas con tinte de ansiedad. Deseos profanos golpean mis sentidos, hundiéndome en el infierno de amarte; aires de lujuriosos y mágicos torbellinos donde tu amor crudo e impertinente, desgarra mi corazón con heridas constantes  que me someten fácilmente al círculo de tus danzas carnales.  Pasión
silenciosa  que adereza mi pecho, cual carne ávida; preparada para glotones morando en la laguna de tu lecho  calcinando nuestros corazones ardientes. ¿Por qué te conocí? ¿Por qué te amo? ¿Por qué esa muralla donde se separa; todo lo que se construye todo aquello que amamos; amo y amaste?  Por simple orgullo; quedamos en el olvido que navega en el  río donde te sigo amando con ese amor violento, apasionado, tajante. Quizá tonto, frágil fraudulento, o tierno; grácil y tolerante, que al entregarme en tus brazos… Eres y serás mi dulce ángel verdugo.
Quiero amarte así sin que importe una llamada, sin que nada interrumpa, que solo sea mi placer  esperando por el tuyo, y solo se escuchen suspiros  cuando mis manos te cubran,
 mis labios  devoren  cada centímetro de tu piel  que se estremece  y reacciona  rasgando surcos  en mi espalda... Y eso me desestabiliza, me apasiona, y no soy yo, deseo poseerte,  cual fiera a su presa, deseo darte el mundo, bajarte el mismo cielo, somos amantes  de esos que se aman, que se entregan, que se extrañan, que no se dejarán nunca aunque en la realidad,  tenga, cada uno su propia historia.
Soñé, así como siempre he sido, un soñador empedernido, un apasionado en el amor, amor, qué palabra tan pequeña y que encierra tanto. Soñé despierto, soñé con vos  a mi lado, amándote, amándome, amándonos así sin más, sin importar nada ni nadie, me diste tu mano, ahuyenté tus miedos, arropé tus dudas. Soñé y desperté de súbito, me encontré sin vestimentas, mi alma desnuda y mi corazón abierto, inevitablemente una lágrima rodó por mi mejilla y en mi interior algo se rompió y diluvié sin poder evitarlo ¿quién dijo que los hombres no lloran? ¡Y culpo a mi bendita sensibilidad! No hubo un adiós, no hubo despedida, mis manos vacías daban cuenta de mi soledad ¡cuántos besos se marchitaron! ¡Cuántos abrazos se quedaron fríos! ¡Cuántas caricias se enmohecieron! Es que siempre lo he dicho, nací para amar y no para ser amado, tonto corazón que no aprende la lección, tonto corazón lleno de amor, recojo los pedazos y remiendo una vez más, amor que amar solo sabe, amor que amar solo quiere, amor que mendiga un te amo o un te quiero. El tuyo, Pedro, solo el tuyo, perdón amorcito”.

__ ¿Le escribiste? _interrogó Beto.

__Cada día desde hace un mes pero no puedo contactarlo, tampoco a Agustín, y no  tengo noticias de ellos, Beto. Llamé a la central de las Naciones Unidas, alguien cree que puede estar en una misión en África con una delegación de médicos sin fronteras, me pregunto a dónde dejó al hermano y cómo puede arriesgarse así.
__Tranquilo, Guille, debe de estar bien o  en su empresa sabrían de pasarle algo malo, estaba celoso, enojado,  ya va a aparecer.
__Lo traté espantosamente, dije cosas horribles,  pero él sabe que lo amo, yo siento que me ama. No entiendo. Si no lo localizo pronto creo que terminaré en un psiquiátrico más que mejor, hice todo al revés, todo mal.
He agotado mis pasos en cientos de lugares a ninguna parte. Entre calles de olvidos, he caminado entremezclándome aglomerado con la masa solitaria de las gentes, y como un átomo de sentimientos he tropezado con ellos, generando la reacción en cadena de la soledad. He amado a quienes no me quisieron, y me quisieron cuando no les amaba,
amigos perdidos, profanadores de la tumba de mis secretos, devoradores al igual que yo que hace más personal la soledad. He mirado el cielo con los prismáticos de mi espíritu, con el ansia de la respuesta precisa que justifique mi existencia. He divagado entre estrellas las distancias vacías de la bóveda, pero el universo es ese dios indescifrable que abandona el mundo arrepentido, dejando tras su llanto expandido estrellas y esperanzas para la soledad. He des crucificado mil cristos y clavado ángeles caídos anunciantes de utopías
agonizadas. He escarbado la tierra saciada de lo prohibido donde el perdón justifica el pecado. He buscado entre profundidades y sombras a quien vender mi alma para justificar
el bien que prevalece  sobre el mal de la soledad.
He visto la muerte  traspasando la carne, demonios disfrazados de la paz. He contemplado el infierno en mil guerras sin vencedores y he visto a Dios, viejo y asustado en sus ojos de hombre solitario, donde él y yo, nos rendimos a la soledad.
"El ser humano es el más ciego de todos, mira al cielo esperando ver a dios y es tan ciego que no ve al que tiene delante".
Yo lo tenía todo a su lado, Beto, fuimos muy felices todos en la costa para el cumpleaños, nos prometimos, y luego, apareció Silvina, los hijos, y empezó todo a tambalear, después Miguel, y yo con las estupideces que dije e hice.

Guillermo colocó los codos sobre el escritorio, y la cabeza entre las manos, mientras Alberto, le apoyó la mano en el hombro, impotente al verlo sufrir.

__ ¿Qué te sucede Fabián? _le preguntó Gaby a pasos de ellos.

__Me mandé una macana gigante, Gaby, mi viejo no me va a perdonar nunca si se entera, menos si no recupera a Pedro, lo hice por su bien y me salió todo mal, creo.
__ Cuéntame, algo haremos, ellos se aman.
__Hace como dos meses pude dar con Pedro, estaba qué sé yo dónde perdido, en Asia, o en África, pero le dejé dicho que se contactara y lo hizo. __Gaby lo miró con expresión curiosa__. Nada…  solo quise hacer que regresara y conseguí lo contrario, le dije que mi viejo se estaba por casar.

__ ¿Qué  hiciste qué?
__Lo sé, un idiota perfecto soy. Con Miller.
Gaby, creí que viajaría a romperle los dientes  a la cara de cera, yo de verdad temía que mi viejo se quedara con él, quería que Pedro lo echara a patadas, pero creo que se enterró en el desierto, desapareció.
Gaby resopló.

__Y no. Todo mal, que Guille no lo sepa o sí te va a matar, déjame ver si entre todos logramos localizarlo y hacerle saber que Guille mandó a Miller de paseo, ¿sí?
__ Por favor, Guillermito además me tiene loco preguntando, él lo idolatra a Pedro. ¿Ya no corre peligro?
__Y no. A Miguel lo agarraron en la frontera, está preso con los otros esperando juicio, ya no corre riesgo.
__Peor para mí, me siento horrible.
__Tranquilo, Fabián, ellos se aman, ya lograremos dar con Pedro.
__ ¿Y si mi papá viajara?
__No creo que quiera ponerse a llamarlo en medio del Central Park, esperemos un poco a localizarlo, luego sí creo que le corresponde ir  a por él.

Nueva York.

 Habían tardado siete horas en todoterreno desde las aldeas de las inmediaciones de Luena hasta Malange, a partir de allí el viaje continuaba en tren hasta Luanda, la capital de Angola, en el sudoeste de África. El trayecto desde Luena era largo y dificultoso debido a las minas terrestres que quedaban sin explotar, lo que requería extremar las precauciones durante el camino para evitarlas: después de cuarenta años de conflictos el país estaba asolado y necesitaba toda la ayuda exterior posible. Por ello se encontraba allí  Pedro, como enviado de SOS Human Light, fundación privada con sede en New York que enviaba a trabajadores humanitarios por todo el mundo. Las misiones duraban en general entre dos y tres meses. Formaba parte de un equipo de apoyo cuyo objetivo era defender los derechos humanos que estuvieran vulnerándose o en peligro, él solía asistir a mujeres y niños, pero a veces se ocupaba también de las necesidades físicas más urgentes de un foco problemático en algún sitio del mundo, como la falta de alimentos y agua.
Había dejado a su hermano en casa de unos amigos activistas, habida cuenta de que no quiso quedarse en un internado en el colegio, y no lo dejaría solo en el departamento que tenía  desde años allá. A menudo intervenía en cuestiones legales cuando visitaba a presos, hablaba con abogados o intentaba que aquella gente tuviera un juicio justo. Aunque la organización cuidaba a su gente, en ocasiones el trabajo entrañaba peligro. Pedro desde muy joven había recibido cursos en el que le habían enseñado de todo, desde cavar zanjas, potabilizar el agua, atender partos, pero nadie le había preparado para lo que verían sus ojos desde que empezó a trabajar para SOS/HR, había aprendido en esos meses más acerca de la crueldad de los hombres y las dificultades a las que se enfrentaba la gente en países emergentes o en vías de desarrollo que años atrás.

Cuando dejó atrás el control de aduanas del aeropuerto JFK de Nueva York, llevaba veintisiete horas de viaje a sus espaldas, contando el vuelo de Luanda a Londres, cuatro de escala y el vuelo hasta Nueva York. Vestía como cada vez, vaqueros, botas de montaña y una pesada parca militar, el pelo largo recogido en una coleta.
Había estado en África desde llegar, y regresaba el veintidós de diciembre con permiso, solo para pasar las fiestas y vacaciones de Navidad, aunque lejos de Buenos Aires, sabiéndolo seguro a Agustín, sin Guillermo habría esperado estar en el Congo antes que en el mundo occidental, pero iba a tener que enfrentarse a las Navidades solo en la ciudad, puesto que Agustín estaba en San Francisco, e iría por él para Nochevieja, sin deseo alguno de regresar a la ciudad donde se criara, o a la que albergaba al amor que había perdido a manos del fiscal.
Desde la comunicación con Fabián vivía como nómade, trabajando para SOS. Le encantaba el trabajo, el sentirse útil, y además que fuera tan absorbente que le impedía pensar en su vida personal. Había ayudado a comadronas a traer niños al mundo o había hecho de obstetra solo, había sostenido en sus brazos a niños desnutridos, moribundos, a gente con tuberculosis, con malaria, con fiebre negra, o tifoidea, había dado palabras de consuelo, había ayudado a morir, había consolado a madres, a niños huérfanos en campamentos de desplazados, atendido a gente con sida. Había recorrido zonas arrasadas por la guerra, había vivido levantamientos populares, una guerra civil, había sido testigo de una angustia y una devastación que de otro modo no habría conocido jamás. Todo aquello le permitía relativizar el costo del resto de las cosas. Y no le importaban los peligros a los que se exponía. Había aceptado lo peor que le podían ofrecer con los brazos abiertos de buen grado, siempre podían contar con él cuando necesitaban voluntarios. Sus informes eran precisos, perspicaces y útiles, y en una ocasión presentó los resultados en una conferencia de las Naciones Unidas, en otra en Ginebra, ante el Comisionado para los Derechos Humanos.
Cuando aterrizó, estaba física y mentalmente cansado. Le había dado pena despedirse de la gente del campamento, tanto compañeros de trabajo como a quienes asistía, el continente con su magia había calado hondo en su ser, y pensaba a menudo en los niños que había tenido a su cargo en un campamento de refugiados de Luanda, Angola. Los cooperantes habían estado tratando de realojarlos,  pesar de la maraña de trámites burocráticos. Le habría gustado quedarse un año más, pero… estaba Agustín. Hacían lo que podían mientras estaban en un sitio, mas era como intentar vaciar el mar con una cuchara, aun así, Pedro era capaz de hallar en esas condiciones motivos de alegría en todo cuanto hacía.
Solo declaró estatuillas de madera y sencillos regalos de aquellos niños en aduanas. Sus tesoros eran los recuerdos que llevaba consigo para siempre allá adónde iba, de las personas y cosas que había conocido por el camino. Ya no le importaban las posesiones, solo acarreaba una mochila de trabajo, y una vieja maleta ajada. Y menos tenía tiempo de mirarse al espejo cuando trabajaba, y tampoco importaba, una ducha caliente era su mayor y raro lujo y placer, el resto del tiempo bañarse era esperar a que dos o tres compañeros le echaran agua fría con fuentones en horas fijas, con el jabón que llevaba consigo. La ropa que tenía, solo era muda de vaqueros, shorts, sudaderas,  camisetas, y sombreros, siempre limpia pero nunca planchada, y ya era mucho más de lo que poseía mucha gente, con frecuencia regalaba parte de la suya a quien la necesitaba.
En las conferencias lucía trajes sencillos, lo único importante era el mensaje, no su persona.

Salió de la terminal y se llenó los pulmones del aire frío de la noche. Los viajeros que habían llegado para pasar vacaciones se apresuraban a tomar los diferentes autobuses o subir a taxis, o saludaban a sus familiares en el exterior de la terminal. Pedro los observaba en silencio- Estaba molido, le dolía todo el cuerpo, y además sentía culpa de gastar dinero en sí mismo luego de lo que había visto, pero al fin se acercó y llamó a un taxi. Abrió la portezuela y metió la maleta y la mochila. El joven paquistaní, lo miró de arriba abajo y preguntó adónde iba... Él vio el nombre en la licencia expuesta en la mampara que dividía el vehículo, le indicó la dirección y se lanzaron en medio del tráfico en dirección a la autopista. Se le hacía raro el mundo civilizado luego de la zona inhóspita de dónde venía. Se sentía como un hombre sin hogar como le dijo al taxista al entablar conversación, así era como se sentía desde dejar Buenos Aires. Ya no necesitaba ninguno, solo le bastaba el campamento o la tienda donde lo enviaran, y cuando su hermano fuera mayor de edad, sería así, para siempre.

__ ¿Es médico? __ preguntó el taxista cuando supo algo del trabajo.

__Abogado, pero acá trabajo  para una organización de derechos humanos.
No deseaba quedarse dormido, sino antes ducharse al llegar al departamento y entonces sí entrar en la cama. La nevera estaría vacía pero había comido algo en el avión. Continuaron en silencio y contempló los edificios que comenzaron a perfilarse. No podía negarse que el paisaje era hermoso pero se le antojaba un decorado de cine no un sitio donde residiera gente real. El departamento cercano a la central era una carcasa a la que se arrastraría, cada pocos meses como cangrejo ermitaño que necesitase un rincón en el que quedarse. Los objetos personales estaban sin desembalar, ni siquiera recordaba qué contenían las cajas.

“Condenado a nacer, a vivir, a morir, biológicamente a existir. A llorar la necesidad fisiológica sobre el seno de la vida. A ser quien soy sobreviviendo a esta especie condenada en el accidente de su origen. A mi alma que no es libre, que no es mi alma. Condenado a la cruz de la creencia donde soy apostata turístico de la fe. A creer, a dudar la mentira que el tiempo no cede a la razón. Condenado a un dios condenado a ignorarme, perdido en el universo de mis ojos como el demonio de mi sombra.
Condenado al oxigeno que extirpa el aire de mi pecho. Al alimento que sustenta mi derrota en jornadas vencidas en mis espaldas. Al agua que no aplaca mi sed en las lágrimas de mis ópticas que no bendicen mis pecados. A mi corazón que bombea mi incertidumbre en el circuito de mi sangre derramada. Condenado al amor. A sufrir las ausencias, el monótono exceso de la compañía. A sentir el húmedo deseo de la soledad hiriente.
A la multitud de las soledades, a las soledades de la multitud. Al ansia de conocer tus defectos antes que tus virtudes. A fracasar para ser sabio siendo un sabio fracasado. Elevarme y caer, errar y enmendar mi imperfecta perfección, y buscar, buscar la felicidad entre objetos perdidos. Condenado a mi ciudad que deprisa me ignora, contribuyente entre semáforos, me brinda su publicitaria libertad. Condenado entre acústicas sirenas que urgen la vida con la sombra de la muerte más veloz que la luz que ilumina.
Condenado a ser torpemente joven en el conocimiento de mi alma. A mi cuerpo deteriorado entre salas de esperas con destino a la absoluta libertad de la nada, donde todo se siente,
nada se sufre. Condenado, a ser condenado, a nacer, a vivir, a morir, como la última condena a mi libertad.
Qué difícil es amarte y no poder tenerte, pasaron los días, los meses sin saber de ti, algunas veces traté de llamarte pero me arrepentía, por inseguridad y temor que alguien más contestara tu teléfono, o tú con tu soberbia me contestaras con desprecio. Sé que tú no estás solo, pero siempre te recuerdo, aun sabiendo que no soy para ti.
Eres un amor fuera de mi alcance e imposible de tenerte en mi vida, que solo me ilusionaste sin tener la intención de quedarte a mi lado, despertaste sueños e ilusiones sin tener buenas intenciones, jugaste con mis sentimientos; ahora solo me queda conformarme, que todas las noches que salga la luna, para hablarle de ti, quién más que ella que puede entender mi soledad, mis lágrimas, mi desamor, que de a poquito se han ido secando de tanta desilusión.
El astro que me acompaña algunas noches, sabe muy bien que mi corazón siente tu ausencia que me llena de tristeza, en el fondo de mi alma añoro tus besos, tu presencia, tus caricias, todo de ti.
Mi alma tierna se encoge con el frío de la noche, de mi soledad y desengaño, yo te sigo amando, pero esta noche estoy melancólico, pero te siento cerca de mí, son los recuerdos que me abruman; en mi desesperación no me queda otra que clamar al cielo, la luna me habla de ti porque ve mi dolor, así estés lejos te llevo en mi mente y corazón... No olvido que bajo su luz nos amamos por primera vez.
El destino se opuso a que  estuviéramos juntos, e igual el océano nos separó; es difícil amarte sin poder tocarte y besarte, vivo en un mundo de fantasías de este amor imposible, escucho tu voz, veo tu sonrisa, siento tus cálidos besos fogosos de deseos, abro mis ojos de este sueño hermoso  y me pregunto, si alguna vez me quisiste de verdad, de ser así, cuándo dejaste de quererme mi amor.
Hoy me da la gana caminar descalzo por las veredas que conducen a aquellos sitios en los que me senté algún día a pensar en ti... solo quedan recuerdos de las palabras que dejé colgadas bajo los árboles cómplices de mi amargo sentir, caían las hojas del otoño y con ellas el alma desfallecida se sentía en compañía. Ellas caían una a una con el soplar del viento, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas sin detenerse entre pensamientos, alocadas ideas suicidas amontonadas que no atinaban a organizarse para decidir el rumbo de mi desquiciada vida, con las ilusiones resquebrajadas y los sueños abandonados en algún callejón nauseabundo, han transcurrido algunos meses más desde ese fatídico episodio que dejó hecha añicos la algarabía, la sonrisa y los anhelos.
Hoy me da la gana deshojar margaritas sin que pase por mi mente esa tonta idea de me quiere, no me quiere, ¡a la mierda! me vale un cacahuate quién me quiera o no me quiera, yo me quiero y ya mis ojos no lloran por cualquiera, las letras de ciertas canciones ya no duelen, una copa de vino me sabe a gloria y no a desconsuelo, disfruto la lluvia y ya no la utilizo para disfrazar las goteras que caían a raudales por mis mejillas.
Hoy me da la gana escribir verbos al viento y las letras antaño desangradas se han cubierto de sutil fragancia, me abrazan y me llenan de calma, vuelvo a vivir, quizá en otra galaxia.

¿A quién quiero mentirle? Nadie podrá decirte las cosas que yo te dije ni sabrá decírtelas como yo lo he hecho, pasarán los años y quedarán estos recuerdos  olvidados en algún rincón de una casa abandonada, pero en tu pecho los llevarás, sin quererlo, indelebles porque llevan impresa tu imagen tanto como la mía, son reflejos de un espejo mágico que al contemplarlo se convierte en caleidoscopio, en un mosaico íntegro  de toda una vida, los momentos que se vivieron, aquellos que podrían haber sido y jamás lo fueron,  todo sentimiento de amor que manifieste un alma es una palabra dirigida al Ser Supremo, humilde alabanza que a su vez lucha por romper los velos que nos ciegan a la única realidad, el infinito devenir que todo lo da y todo lo quita en el incesante fluir de cambio donde todo aparece, desvanece, quedando grabado en los desdobles cósmicos del universo. Nada se pierde y nada se olvida en el recuerdo eterno somos una sola alma por encima de un desmesurado yo todo amor, ternura y calor acercan el frágil corazón humano  a la fuente de toda existencia, manantial  Infinito, sin lindes de tiempo y espacio, paraíso prometido que se adquiere con  anhelarlo como milagro primordial perdido, magma creadora de cuerpo y alma,  efímera esencia de lo humano y lo divino.  No, Amor mío, mi melodía es inefable y en nuestras vidas nada se pierde y nada se olvida, aunque te hayas casado con él. Habitaré en tu mente donde sentirás esa pasión desbordada en tus pensamientos, y tu anidarás en mis deseos, ambos poseídos por ese sentimiento puro e incontrolable que llega sin avisar  adhiriéndose a las paredes del corazón,
tocando con su esencia las fibras delicadas que se refugian de las mentiras en la sensibilidad del alma, solo debemos tener la intuición y perspicacia del amor para descifrar quiénes somos en realidad tú y yo,  encontrar nuestros verdaderos rostros en los espacios ocultos del tiempo. Quisiera estar bajo tu cielo, mirar todo lo que tus ojos ven; quisiera ser la noche y guardar tus secretos,  el viento para estar donde tú estés.  Quisiera estar siempre a tu lado,  fundir mi savia con la tuya; un silencio de mi pecho ondulado, las cosas que se van, no vuelven nunca, quisiera regalarte mis manos, mis labios. La pasión hambrienta de besos de fuego,  el velo infecundo que cubre mis entrañas. Quisiera mostrarte lo que mi alma sueña, las estrellas de cielo profundo;  borrar de tu corazón las tristezas con mi amor profundo; un sueño en la distancia.

Quisiera tenerte todos los días,  que el aire renueve el amor, tu sustancia pura sal de los campos,  de la montaña oscura, que es contigo con quien quiero ver la estrella más antigua.
Es contigo con quien quiero vivir. Mi alma quieres ser parte de la tuya; darte en tus manos mi alma  para verte siempre sonreír.  Quiero que sepas que tú eres mi delirio quiero borrar tus sueños antiguos; enamorarte  y arrancar de tu pecho mil suspiros”.

El taxi tardó una hora hasta llegar al edificio, Pedro dejó la propina generosa y saludó, al bajar rebuscó por las llaves en la mochila. El aire era gélido, parecía a punto de nevar. Depositó los bártulos unos momentos a su lado y tuvo que pelearse un momento con la cerradura del portal. La fachada del edificio estaba un tanto destartalada y soplaba un viento helado, él vivía cerca del East End, había alquilado aquel piso porque le recordaba al delta, y le gustaba pasear por la orilla del río cuando hacía más calor y ver pasar las embarcaciones. Entró y ya en el ascensor pulsó el botón del quinto piso.
El edificio tenía cierto aire deprimente. Observó que los vecinos habían colgado  coronas navideñas mas él llevaba años sin hacerlo ni armar árbol de Navidad, había en el mundo cosas más importantes.
Tenía pensado leer, hacer el último informe y recapitulaciones de la misión, mas sobre todo recuperar horas de sueño.
Lejos estaba la idea de sentirse en familia con Guillermo, y los suyos, y tal vez haber abierto un hogar de acogida para esos niños del refugio, o al menos adoptar a algunos, solo no le darían a nadie, bien sabía que la mayoría una vez descartada toda familia eran reubicados en la zona, pocos dados a adopción en el extranjero tras ardua lucha burocrática.

Todo estaba como lo había dejado. El viejo sofá raído adquirido en un rastrillo de Brooklyn parecía tan gastado como siempre. También había comprado el asiento más cómodo que había tenido en su vida. Con frecuencia se quedaba dormido en él con un libro en la mano. Frente al sofá había un sillón grande, por si alguien venía a verlo, cosa que no pasaba nunca.
Su mesa de centro consistía en un vetusto baúl  metálico con pegatinas de viajes. También tenía una mesa comedor con cuatro sillas distintas, unas cuantas lámparas viejas que daban una luz tenue y un televisor que rara vez encendía. En el cuarto una cama y una cómoda de segunda mano, una silla era el mobiliario. Una vez por semana acudía la señora de la limpieza.
Dejó los bolsos en el cuarto y regresó al salón, se sentó en el sofá y apoyó la cabeza en el respaldo, pensando en la larga distancia que había recorrido en horas, era como si hubiera estado meses en otro planeta, y fue el teléfono lo que lo devolvió a la tierra. No imaginaba quién podía llamar ya que las oficinas estaban cerradas, sacó el móvil del bolsillo de la parka que había encendido tras el control de aduanas y contestó.

__Has vuelto. ¿O todavía estás de viaje? _dijo la voz  alegremente, era su hermano.

__Acabo de pasar la puerta hermano _respondió sonriendo.

Se mandaban mensajes de texto con regularidad cuando él tenía señal, o lo llamaba cuando podía ir a algún sitio con ella o teléfono, pero hacía casi un mes que no hablaban. Y había olvidado que le había dicho qué día llegaba.
__ Debes  estar agotado  _dijo Agustín.

__ Estoy cansado __reconoció, Pedro __y odio venir por Navidad __explicó, cerrando los ojos mientras luchaba contra el sueño__. Lo que me deprime no es el piso sino no tener nada que hacer entre misión y misión luego de que terminen tus vacaciones, no ser de utilidad para nadie acá.

__ ¿Y si te lo tomas con calma? ¿Vendrás unos días antes que vuelvan a mandarte lejos?
__Claro, te lo prometí _respondió sin mucho convencimiento, llegaré por allá uno de estos días. ¿Te has portado bien?

__Siempre _respondió Agustín sonriendo__. Esto es una locura antes de Navidad, tal vez vaya a esquiar, y creo que tengo una novia nueva que te gustará.

___Agus, eso espero, por favor.
--- Pedro, me cuesta entender lo que haces, entiendo los motivos pero no por ello deja de parecerme loco que andes de una zona en guerra a la otra, no curarás los males del mundo, no quiero que te vuelvas demasiado diferente, raro, ¿cuándo volverás a una vida más normal?
Admiro lo que haces pero me muero de miedo.
__Te llamo mañana, ¿vale?

Ambos sabían que sería un día horroroso, una Navidad que había soñado estar casado con Guillermo y en que su vida en cambio había cambiado para siempre. Un día que hubiese querido olvidar. Todo lo que había soñado para él, se había borrado de un plumazo, solo le quedaba la alianza que juró que jamás se quitaría de su dedo, y el resultado aunque repasara en la mente escena tras escena era siempre el mismo, allí estaba… solo.
En su fuero interno, no quería seguir viviendo y buscaba que lo matasen en alguna de las misiones en las que se embarcaba, se le rompía el corazón cada vez que regresaba al mundo, y con ello las imágenes de sus meses felices en Buenos Aires, había perdido a las personas que más amaba en el mundo, pero seguía estando… Agustín.

Por unos meses había sido feliz, con éxito, su amor, plenamente realizado, y de la noche a la mañana su vida se había transformado en la peor pesadilla que podría imaginar, no obstante algún día tendría que parar y afrontar su realidad que por mucho que corriera, por lejos que viajara, no volvería a recuperar a Guillermo. Él había elegido la seguridad y estabilidad que le daba un tipo aplomado y mayor como José Miller y ya nada podría hacer contra ello.

Voy caminando por la calles de la ciudad viendo caras llenas de dolor y algunas llenas de felicidad, niños jugando y brincando por cualquier lugar, mientras camino y giro mi rostro, me invade la nostalgia de pensar qué es la felicidad, empiezo a dudar si es verdad que existe la felicidad, o solamente es una fantasía de nuestra alma o es simplemente el egoísmo de buscar la frialdad de la soledad.
Hoy mi corazón esta atormentado como las flores de mi jardín que se han marchitado, mi corazón se llenó de un dolor por la ausencia de buscarte en mi cama fría y solitaria, deseo matar estas ganas de sentir tu presencia y saber que nunca volverás.
Ahora es muy difícil soportar este cruel castigo, el cual fue extinguiendo muy suavemente mis ansias de vivir y mi alma envenenada llena de tanto odio que sentí por tu abandono.
Hoy te diría dame una oportunidad para volver a sentir la magia del amor y escuchar el susurro de tu voz diciendo que me amas en esta vida,  de demostrarte cuánto te amo porque jamás deseo alejarme de ti.

Cuánta razón tiene el tiempo, cuando en su imperceptible pasar, todo lo cura, todo lo borra, todo, todo lo hace olvidar; medicina necesaria para la peor enfermedad. ¿La tiene?
Ese mismo tiempo, amigo discreto de tu belleza, fiel amante de tu mirar; acosador de tu sombra en tu cálido caminar; ese mismo tiempo, terco e insaciable, aquel que con espadas y flechas se enfrenta a su propia naturaleza, por tan solo verte tan hermoso, como una eterna primavera, como una rosa en la eternidad.
Ese mismo tiempo, verdugo que ejecuta los destinos de cada individuo, que se resiste a equivocarse, que se resiste a fracasar; santo y tirano de los que lo hacemos responsable de cada sonrisa y cada lágrima; ese mismo tiempo que me hipnotiza, me aprisiona en cada eslabón de los recuerdos, que irremediablemente me hunde en el abismo infinito de tu amor; ese mismo tiempo que me arrastró en tu pasado, que me enterró en el polvo de tu olvido; ese mismo tiempo que me encadena en tu eterno presente; ese mismo tiempo, al que ahora repudio sus caricias, al que ahora le rindo homenaje; a ese mismo tiempo  que te grita olvidarme, hoy yo le digo, postrado ante un eterno instante, congelado en el témpano de un ayer; tú, enemigo mío, corta con el puñal de tus horas, corta cada vena de mi cuerpo, y en cada gota de sangre, permite que se impregne en ella mi memoria; y aunque sin respirar yo me quede, permíteme olvidarlo; te ruego enemigo mío, si a él lo embelleciste con la calma del olvido, te ruego enemigo mío, que me quites el peso de su ausencia, con el filo de tus dedos; con la medicina que profesas, cura el veneno de sus besos, que envenena el plácido respirar de mi alma; arráncalo de mi presente, sepulta mi pasado, aunque mi vida misma, tenga que sacrificar; te la obsequio en un pedazo de lino, pero haz pronto, que me olvide de él, porque, porque me estoy muriendo. Y tú en mí no pasas, eternizando mi doloroso e injusto castigo, perpetuo ante la tortura de su olvido; mueve tu reloj, y desencadena a mi pobre alma, del presidio errante de su sombra; libérame del eterno instante, instante que atormenta a mi espíritu, aquel eterno instante en que tanto yo lo amé.

Habían sido casi extraños con su hermano mas en  el último año  el vínculo se había hecho real, y en todo pensaba cuando se metió en el baño del apartamento, abrió el grifo de la ducha y se desvistió. Debería pasar por la peluquería y afeitarse, ya no estaba en África, pero desde que partiera de Buenos aires ya no tenía una vida ordenada, ni le importaba la abogacía, ni las posesiones, vivía como nómade, de a ratos en un departamento con cosas de segunda mano, y salvo  Agustín, lo esperaban en su vida las personas a las que ayudaba.
En cuanto el agua salió lo suficiente caliente, se metió en la ducha y dejó que al fin empapase el cuerpo, largo, esbelto, y que se llevase las lágrimas que  resbalaban por sus mejillas.
Era consciente de lo doloroso que sería el día siguiente, lo superaría, pero demasiado a menudo se preguntaba por qué. ¿Por qué luchaba para seguir con vida y aguantar? ¿Por quién lo hacía? ¿De verdad importaba?
Su hermano no quedaría solo, sabía que Guillermo de estar en Buenos Aires lo llevaría con ellos.
Cada vez le costaba más hallar la respuesta a esas preguntas a medida que pasaba el tiempo y nada cambiaba. Le resultaba difícil que hubiera logrado sobrevivir esos meses sin… Guillermo. Sin Guillermito. Pasar sin ellos el resto de su vida era su mayor castigo. Los recuerdos lo acosaban como fantasmas.

Te has metido en mi alma, hoy vives dentro de mi corazón y me dejas,  agonizo cuando no estás junto a mí, el frío de la noche me acompaña en mis largas noches de desvelo, castigando a mi corazón destrozado, hoy extraño tanto las largas noches  cuando disfrutamos de la lluvia de estrellas que nos acompañaban en las largas noches de pasión, no sabes cuánta falta me hace sentir el dulce  sabor de tus labios, porque ahora que ya no escucho los murmullos de un te amo aquí en nuestra habitación, me hace falta tu mirada la cual florecía mi existencia en mis noches de agonía y me encantaba ver cómo el aire soplaba tus bellos hilos de plata.
Ahora mi corazón está partido en dos, ya no creo en el amor, mataste mis ilusiones, hoy no tengo ganas de seguir viviendo esta triste desilusión, me ahogo en mi silencio, el cual me devora a cada instante, imaginé que un día cambiarías, pero veo que mi espera fue una gran decepción y cuando me acuerdo de ti es como un baño de felicidad, que pasa en un breve momento.
Tú fuiste el motor que bombeaba mi sangre por las venas, me enamoré de ti amado mío y pensé que tú serías el amor de mi vida, y eternamente te llevaré dentro de mi corazón.

Al día siguiente cuando Pedro despertó, hacía una mañana clara y soleada, y, por el frío que reinaba en la habitación imaginó que la temperatura fuera sería gélida. Era el día antes de Nochebuena, el día que más aborrecía de todo el año. Y estaba acusando los estragos del cansancio y del cambio horario. Cuando despertó otra vez, cuatro horas más tarde, el día se había tornado gris y estaba nevando. En un armario de la cocina encontró café instantáneo y una lata de cacahuetes rancios, que tiró a la basura. Le daba demasiada pereza salir al frío de la calle o por algo para comer, ni tenía una pizca de hambre. Fue al salón en pijama, y una única fotografía que dejara en la  mesilla atrajo su mirada, era la del día en la costa, antes del compromiso, el rostro feliz de su yo con Guillermo, su hermano, Valeria, Fabián y Guillermito le resultaron una daga clavada en medio del pecho, la añoranza era insoportable.

Pese al exiguo sueldo de SOS/HR, Agustín vivía bien de las ganancias de la empresa que Gutiérrez giraba a una cuenta que tenía, y él disponía de lo suficiente para desempeñar ese trabajo por mucho tiempo. No tenía prácticamente ninguna necesidad, salvo botas de montaña cuando se desgastaban, ni tenía gasto otro que los de ese departamento ni  deseaba rodearse de todo lo que acompañaba a una vida de opulencia.  Lo traía sin cuidado cómo vestía, lo que se ponía, qué comía, cómo vivía…  Todo lo que le había importado antes, ahora, había desaparecido.  Su vida sin Guillermo era un cascarón vacío, salvo por la vida que hacía, que era lo único que daba sentido a su existencia. No toleraba las injusticias que se cometían a diario, en las culturas y países de todo el mundo.

Mientras duermo, sueño con nuestra primera vez, cuando deslizaba mis manos  por tu ardiente piel y tu cuerpo comenzaba a temblar, se erizaban tus poros y yo besaba tus labios, bebía tu humedad, y sofocaba tus gemidos con mis besos, mas despierto empapado en sudor, sé que te he vuelto a soñar y pienso,  que sería capaz de dar el resto de los días de vida, por volver pasar otra noche contigo. Pero no mi señor, no, ni lo olvido ni  perdono quererlo como lo quiero, ni le disculpo las caricias ni indulto su sexo, ni omito sus susurros ni lo libero a que me desnude,  en esta esclavitud libremente mía, de amarlo.
Te extraño, Guille,  te echo de menos,  te necesito a mi lado,  junto a mí  cuerpo con cuerpo. Nuestras mentes se unen en el firmamento junto con estrellas y planetas, pero no es suficiente,  te extraño y deseo tocarte... Añoro el calor de tu piel, despertar junto a ti, compartir un café, una conversación, tu sonrisa, deseo ver tus ojos  que me mires con deseo.
Extraño tantos momentos juntos, tantas cosas vividas, pero lo que en verdad extraño  es tenerte junto a mí,  el tacto de tu piel, tu melodiosa voz, tu risa, extraño tu forma de enfadarte,   que me eches la bronca. El amor es así, extrañarte  cuando no estás junto a mí,  desear acariciar tu cuerpo, besar tu boca, tu cuerpo. Cierro los ojos y en mi cabeza  solo existes tú,  esos ojos mirándome, con una mirada basta para entendernos,  te extraño, solo han pasado unos meses  y no puedo estar sin ti.

Bs. As.

__ ¿Me cuentas un cuento abuelo? _pidió Guillermito.

__Estaba un valiente y poderoso guerrero llegando de una batalla, su brillante armadura ahora opaca, llena de polvo y sucio, abollada por todas partes, cubriendo su rostro, ocultando lo verdadero en él. Guerrero y luchador, vencedor de mil batallas, noble y piadoso guerrero, solitario y herido  bajo todo ese ropaje de metálico sentir. Pocos saben de sus lágrimas, de lo indefenso que puede ser, pocos conocen  su frágil pero inmenso corazón, ese que reluciente le da brillo a su mirar de compañía negada, de compañía truncada en los albores de sus años. Orgulloso pero a la vez humilde, emerge de sus cenizas una y otra vez, calla sus tormentos, que no son pocos, y ríe y sueña para que el mundo le vea resplandecer, para que el mundo, con su alegría, sea contagiado, pero ¿cuándo le ven llorar? ¿Quién su llanto ha escuchado alguna vez? ¿Cuántos sus penas han acompañado? Acá me tienes, acá estoy para vos, acá estaré para vos siempre, dejo en tus manos mi corazón y alma, mi amor que quiere crecer a tu lado, en tu fértil campo lleno de fragantes flores. Despójate de tu pesada armadura y deja libre esa mirada hermosa, esa sonrisa llena de vida, deja al desnudo tu ser que luminoso compite con el sol. Los tuyos no han batallado a tu lado.
 ¿Los tuyos? Son muchos quienes de sangre no son pero sí de alma y corazón y te dicen, aupándote en tus peores momentos, en aquellos en los que la soledad te acompaña callada, vienen ellos y gritan ¡Sigue adelante valiente guerrero! Entonces, mira el horizonte, que nada logre parar tu andar, que nada ni nadie detenga ese ímpetu arrollador que hay en vos. Sí vale descansar, sí vale tomar un instante para recobrar fuerzas, pero no  vale claudicar. Deja atrás decepciones y tristezas, te ofrezco mi humilde mundo, con sus deficiencias y virtudes, para que vivas en este por siempre.

__Ese no es un cuento, abu, estás hablando de Pedrito, ¿volverá a buscarnos? Lo prometió y sé que él me llevará a ver los delfines.
__Sí amorcito, volverá, y si no lo hace pronto, iremos nosotros a buscarlo.
__ ¿Lo prometes abuelo?
__Lo prometo.

__Por mi culpa, Pedro no regresará, papá.

Tanto Guillermo como el nene se volvieron hacia Fabián que se miraba los zapatos y apenas balbuceaba.

__ ¿Qué?
_ Que es mi culpa, viejo, perdón, lo hice por bien.
__ ¿Hiciste qué? __ Guillermo habló calmo.


__Lo encontré hace un tiempo y le dije…, quise que se enfureciera y regresara a buscarte, y le dije que ibas a casarte con Miller.
Y perdí contacto, y… lo siento.

Las palabras se ahogaron en el llanto, tampoco Guillermo necesitaba oír nada más, Fabián había clavado una daga en el centro del corazón de Pedro.

Nueva York.

Cuando anocheció, Pedro se quedó mirando los copos de nieve que caían sobre la ciudad. La nieve había cuajado y ya había una capa de varios centímetros. Estaba precioso y, de pronto, le dieron ganas de salir a dar un paseo. Necesitaba tomar un poco de aire y desalojar los pensamientos de un verano que ya no vería en aquella otra  lejana ciudad. Las imágenes que se agolpaban en su mente le resultaban opresivas, y sabía que el frío y la nieve lo distraerían y despejarían. Podía comprar algo para comer y algún regalo para Agustín en el camino de vuelta, dado que no había probado bocado en dos días. Pese a que no tenía apetito, se daba cuenta que debía comer. En ese momento lo único que deseaba era salir del departamento y de sí mismo.
Se puso dos jerséis gruesos, unos vaqueros, las botas de montaña con calcetines de invierno, un gorro de punto y la parka. Se echó la capucha por encima del gorro y sacó un par de manoplas de un cajón. Todas las prendas que tenía en ese período de su vida eran sencillas y funcionales. Había guardado todas las joyas menos la alianza en una  caja de seguridad, la ropa fina en casa de su amigo, no podía imaginar que pudiera volver a usarlas.

Se colgó el morral, las llaves en el bolsillo, apagó las luces y salió de la casa. Tomó el ascensor y, segundos después, estaba andando en medio de la nevada por la calle ochenta y nueve en dirección este, hacia el río, tomando profundas bocanadas de aire gélido mientras los copos de nieve seguían cayendo alrededor. Largas volutas de vaho ascendían por el aire  cuando exhalaba. Cruzó por el paso elevado hasta el río y se asomó por la barandilla para ver pasar los barcos…  un remolcador y dos barcazas, además de un yate de ocio totalmente iluminado en el que estaban celebrando una fiesta navideña, lo apuñaló el recuerdo del día en que salieron a navegar en Argentina, felices. Desde donde se encontraba se oían música y risas, que flotaban en el aire frío y vigorizante de la noche.
En la autovía Franklin D. Roosevelt Drive apenas había tráfico mientras contemplaba el agua a sus pies.
Las imágenes de Guillermo, y de la familia volvieron abrirse paso en su mente y reflexionó acerca de cómo había cambiado su vida desde la separación. Había pasado a ser una vida entregada a los demás, una vida que al menos tenía alguna utilidad para alguien, pero, tal como había adivinado su hermano que había madurado de golpe en la distancia, le daba igual vivir que morir, y, por eso no le importaba exponerse a peligros brutales. La gente creía que era valiente, pero solo él sabía lo cobarde que era, pues esperaba que lo matasen para no tener que pasar el resto de sus días sin Guillermo.
Mientras observaba el agua que rielaba a sus pies, pensó en lo fácil que sería subirse a la barandilla y tirarse al río. Sería mucho más sencillo que vivir sin ellos. Con una extraña sensación de paz, se preguntó cuánto tardaría en ahogarse.
Estaba seguro de que en el río había corrientes que, con todas las capas de ropa que llevaba, lo arrastrarían al fondo rápidamente. Y, de pronto, la idea le resultó irresistible. No pensó ni en su hermano ni en la gente. Agustín estaría bien. Mientras cavilaba, le pareció que era el momento idóneo para hacer mutis.

Estaba planteándose encaramarse a la barandilla cuando percibió con el rabillo del ojo un movimiento brusco, a su izquierda, que lo sobresaltó, y volvió la cabeza para ver qué era.
 La capucha de la parka le bloqueaba parcialmente la visión, de modo que lo único que acertó a ver fue un destello blanco que se metía a toda prisa en una caseta de obras públicas y la cerraba dando un portazo. Era evidente que alguien se había escondido dentro y se preguntó si, fuera quien fuese pretendía atacarlo. Tirarse al río para ahogarse le parecía acto sencillo y lógico dado su estado de ánimo, pero que lo asaltase un matón que se ocultaba en una caseta le pareció más desagradable y, además cabía pensar que, además después seguiría vivo. Pero prefería quedarse donde estaba.
Tenía un plan, tirarse al río, estaba dispuesto a llevarlo a cabo y no quería esperar al día siguiente. Algo le decía que debía suicidarse esa noche. En ningún momento se le pasó que tenía las facultades mentales afectadas sino solo un dolor intolerable, el juicio paralizado por el dolor. Ese plan le parecía lógico. Y no podía tirar la toalla y echar a correr solo porque alguien se hubiese escondido en esa caseta. De hecho, le molestaba que aquella persona no diera la cara, que siguiera escondiéndose en la caseta. Se quedó esperando a que quien fuera saliera, para que no lo sobresaltara ni lo atacara.
 Decidido a llevar adelante su plan, se negaba a marcharse, no se movió de donde estaba. Haber tomado la decisión le procuraba alivio después  tanto dolor. Había escogido la vía de escape.

Bs. As.

Luego de la confesión de Fabián, Guillermo se encerró en su cuarto, llorando de a ratos, sumido en un sueño ligero con las imágenes de Pedro en otros, no supo cuánto tiempo pasó, ni cuántas fueron las veces que su hijo, o su nuera llamaron a la puerta, simplemente necesitaba pensar no quería ver ni hablar con nadie.

“Mirando frente a frente veo en tus ojos  la mirada de sensación de entrega y amor de siempre, precioso. Siguiendo tus sentidos sin dejar de mirar a vos  un fuerte ímpetu de anhelo hasta mi alma, un deseo que desborda el todo mi interior, cada vez más fuerte hace palpitar el corazón  por amarte sin tenerte. Solo está en mi mente este desear que con amor esperé de vos. Una llama de fuego como un volcán sintiendo  que cada vez es más intensa por todo su amor, que en silencio quedó sin palabras tan amadas. Solo una inspiración de este sentir que llegó  por tu belleza que llegó a mí, amor tú me has dado todo lo mejor de vos. Y con amor entregaste lo mejor de tu alma interior con venero valor y santa bendición de corazón, y yo te eché de mi lado.
Amo tus labios cuando besan los míos, provocando suspiros, deseos de amar cuando tu boca pronuncia mi nombre en sílabas, entrecortadas por la pasión, gemidos que brotan con locura de tu garganta, benditos gritos de placer, acariciando tu piel, emancipando tu carne afrodisíaca, gusto irrepetible en cuerpo ajeno, te adoro en la distancia, con lágrimas a flor de piel, que bañan mis sentimientos lejanos en el recuerdo.
Te amo en silencio, pacientemente estoy perdido en el tiempo,  esperando por tus manos firmes que me salven del olvido, añoro tus formas de entregarte al amor, caricias espontáneas con aroma dulce a tentación obligada, sin excusas, tus ojos de toques nostálgicos y brillantes, reflejo de una eterna belleza que me atrapa en su mirada delicada y segura, idolatro tu entrega, tus encantos, tus sentimientos, cuando conquistan mi interior, apoderándose de él, besándome el alma curando mis lamentos.
Amor mío,  eres mi sueño perfecto y preferido, serás por siempre mi refugio que me ampara de los engaños ocultos que disfrazados en sentimientos hermosos nos apuñalan por la espalda, dejándonos sin aliento. Serás ese aire de vida, que respiro alimentando mis ansias de seguir luchando por el bienestar de mi alma. Seguirás siendo esa luz encendida que alumbra mis pasos para no hundirme en las penumbras del infierno. Tus decisiones precisas en el instante adecuado, me devuelve la confianza de sentirme seguro y protegido del abismo impropio de los miedos y fobias que se apoderan de mi memoria.
Agradezco tu presencia, eres mi brújula donde me guías hacia mares de tranquilidad y paz, dejando en el camino vientos tormentosos que habitaban en mi interior provocándome tristezas, dudas y sufrimientos, me limpiaste las heridas de mi corazón.
Te seguiré como un loco tras las huellas de tus razones, porque sé que encontraré el amor en tus brazos, mantendré mis manos firme al timonel de tu barco y morir si es necesario por salvarte de la muerte que navega como sombra en el regazo de nuestras siluetas reflejadas en la bruma.
Solo me queda darte la vida y esa sabes que ya la tienes, porque estás en el otro extremo opuesto a mi orilla, eres mi otro yo, donde liberamos nuestro amor en las intimidades de misterios que abundan en los sueños, vuelves sin pedir permiso usurpando los extremos de mis latitudes, abrazando las intimidades de mi presente, que están atadas a un amor que arriesgó todo por ayudarme a encontrar las respuestas a las dudas de las cuales en tu momento huiste por temores hacia mi forma extraña de amar, ahora regresarás porque necesitas esas locuras que aún vibran en tu cuerpo, te digo algo, quizás aun te recuerde en mis deseos, pero  más en mis sentimientos,   nunca serás para mí  un desahogo pasajero de mis ansias tentadoras al placer de una noche que se olvida cuando te espera un amor verdadero y puro, esos que te acompañan hasta la muerte y seguirán en la eternidad, porque ese amor eterno siempre has sido vos, Pedro, nada de lo que te dije era cierto… nada.

El teléfono lo sacó del sueño, de las imágenes, y aturdido, atendió.

__Guille, no cortes.
__Gaby, no estoy para trabajo ahora.
__Fabián me comentó todo y hemos estado rastreando a Pedro, dimos con Agustín, esta tarde, Guille, tienes que ir a buscarlo. No se pierdan de nuevo.

Guillermo se incorporó en la cama y se espabiló en segundos.
__ ¿A dónde está?
__Acaba de regresar de una misión a pasar las fiestas con el nene, bueno con Agustín, está en Nueva York, él no supo decirme dónde pero en un par de días irá a San Francisco, allí está Agus, al menos estará allí en Nochevieja, tienes que ir.
__Gracias a Dios, Gaby, ¿me ayudarás a prepararlo todo?
__ ¿Irás entonces? ¿No dirás que necesitas más tiempo de terapia y esas cosas?
__La haré luego, lo que necesito es a Pedro. Claro que iré.
__No demores, Guille. Según Agustín está haciendo cosas raras, mucho más de aquellas tontas carreras.
__ ¿Qué quieres decir?
__Que… está como buscando que lo maten, que no puede vivir sin ti, viaja Guille, te reservaré los vuelos. Viaja.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.