jueves, 24 de febrero de 2022

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE CAPÍTULO CUARENTA

EL EMBAJADOR

TERCERA PARTE

CAPÍTULO  CUARENTA


El amor es como los vientos, apaga los fuegos pequeños

pero enciende lujurioso y con fuerza los grandes fuegos.

“Montecristo”.

Vamos a cumplir con nuestros deseos más apasionados.

Lo demás, no importa… “Montecristo”.

“Tú sabes que cuando te odio, es porque te amo hasta el punto

de la pasión, que desquicia mi alma”. Julie De Lespinasse.

 

Washington

El jugo no atravesaba la garganta de Camila. Había recibido una llamada de su padre, para avisarle, que desde hacía unas semanas , solo habían recibido un par de mensajes respecto al estado de Pedro, Rumania era un caos, había quedado atrapado en el interior, y luego de ese aviso, habían perdido el contacto. Las lágrimas pintaban su rostro, ella lo había presentido, y ya no sabía cómo disfrazarlo ante sus hijos, ese maldito país, ese trabajo que lo alejara de ellos y que Pedro siempre había puesto en primer lugar, pero, no, desalojó el pensamiento que quiso dominarla, aunque de eso ya hacía días. Orestes le explicó que había muchos implicados en la noticia y que estaban haciendo todo por localizarlo. Y que si en breve no tenían novedades, Marcos intentaría pedir ayuda al gobierno del país, aunque al parecer también el presidente estaba  desaparecido. Se había intentado mantener el hecho en reserva, Pedro custodiaba al embajador, pero la noticia se había filtrado, y pronto se difundiría en los medios, y ella no podía permitir que los chicos lo supieran.

 Pedro no le anticipaba nada a ella de su trabajo, simplemente le hacía un llamado cuando  llegaba sano y salvo de una misión, o a los chicos los fines de semana. Recordaba bien el día en que lo despidió, ella había sentido un dolor muy grande, y por primera vez, temor por la vida de Pedro. ¿Acaso había sido un mal presentimiento? Para tranquilizar su ansiedad se dijo que no, que solo era su imaginación, la misma que la llevara a oírlo en la piscina. Pero ahora, una voz interior taladraba su cabeza con la palabra “peligro", junto con el nombre de su exesposo. Y ahora, allí estaba su padre, que venía de dejar a los chicos en su sala de juegos.

 

_ ¿Ha llamado alguien, papi? ¿Tienes noticias?

__No, Camila, no tengo. Lo último que supe a través de un contacto de inteligencia, es que halló a Beto, y por él me dijo que no tenía novedades. Sabes que es su mejor amigo, me dijo que lo oyó desesperado.

_No es para menos. Imagina cómo estoy yo _ suspiró. Se puso de pie y caminó hacia la ventana que daba al parque, allí estaba la piscina. Consternada se perdió en épocas felices en que no podía dejar de retar a Pedro por lanzarse al agua haciendo peligrosos clavados, él siempre corriendo riesgos, asumiendo consecuencias, desde…Ya no importaba. Tantos años había disfrutado de esa piscina, y ahora nadie podía asegurarle que alguna vez volvería a nadar allí. Estaba a punto de lanzarse a llorar en brazos de su padre, cuando el timbre del celular de este que sonaba con fuerza la detuvo en seco.

Otra vez oía secretos en clave. Los gobiernos estaban en contacto, que los hombres del presidente habían tomado participación e intentarían negociar con los grupos rebeldes la devolución de los miembros de la embajada, que los servicios secretos de varios países estaban detrás, que Marcos hasta ofrecía un rescate _ dijo la voz en el teléfono _, Pedro era un hijo para él, y pagaría lo que fuera para que este regresara con vida.

 

_ ¿Esas son las buenas noticias? _ dijo ahora ofuscada.

__Bueno,  se está moviendo mucha gente para rescatarlos hija, además Pedro siempre logra huir de los peores momentos, está capacitado _intentó el padre.

__Hasta que lo maten, hasta que ya no lo esté papá, si alguna vez le dieran un trabajo normal, pero  no, siempre el de mayor riesgo, tiene hijos pequeños, tus nietos además  _ le espetó con furia en la mirada.

 

Rumania.

 

El hombre salió de la fastuosa casa de gobierno, el calor fue una bofetada en su rostro mas al menos la capital estaba tranquila. Pese a la belleza del casco histórico, no daban ganas de caminar. Los restaurantes y bares rebosaban de gente que buscaba refrescarse tomando bebidas frescas mientras los chismes de la huida del presidente, de las rencillas en el interior, eran el tema de todos. Caminó y miró al cielo agradecido.  Si bien Arismendi estaba recluido en su bunker de campo, sus hombres acababan de confirmarle que lo ayudarían, que contactarían al presidente. Si bien él ya había actuado por su cuenta y había enviado dos hombres al foco de conflicto, sus enviados habían regresado sin noticias. Al par parecía habérselo tragado la tierra, o la guerra. Trataba de tranquilizarse asumiendo que se encontraban bien, si los hubiesen asesinado _razonó_, sus hombres habrían regresado con la noticia. Debían estar secuestrados o escondidos. Aguardaba con ansias la intervención gubernamental. Si el presidente sabía lo que le convenía, pronto encontraría solución y recibiría instrucciones.

A punto estaban ellos de intervenir, pero esperarían, no querían poner en riesgo con sus movimientos la vida de Pedro, y del embajador.

 

Pedro llevaba un diario y el calendario de esos días, y en el primero estaba inmerso.

“Estos días vienen siendo de aprendizajes y descubrimientos. A pesar del peligro, y del encierro en que vivimos, para mí cada jornada es una escuela y eso pese a todo, no deja de asombrarme. Aprendo a ser simplemente un hombre, ya no el diplomático, menos el soldado, solo un ser humano. Y descubro cosas, que por haberlas naturalizado hasta hoy, ni siquiera las veía, o antes de él… no me interesaban.

La vida, lo primero, que ahora sí valoro por primera vez, la compañía del amor de mi vida, y el sustento diario, que aun en las misiones, siempre di por sentados, hoy son un tesoro, los tres se aparecen como un regalo.

 

Primero la vida, hoy sé que estar vivo es lo más maravilloso del mundo, aun bajo estas circunstancias. En Washington, en cada misión, aun en la embajada, el estrés cotidiano, la agenda llena de actividades apretadas a la que me apegaba, no me lo permitía. Cada día me levantaba renegando porque el despertador sonaba demasiado temprano, cada noche me narcotizaba con un mal programa de televisión y vino. Hoy miro el sol que entra por esa ventanita y me siento vivo, como las plantas, que a pesar de la destrucción reinante, siguen creciendo entre los escombros. Me percibo parte de un todo que respira al son de la música de la vida. Cada noche redescubro las horas que viví durante la jornada, medito sobre los sucesos recientes mientras miro un pedacito de cielo con estrellas que se cuela por la ventanita. No hay nada especial, y puedo pensar, amar, y dejarme envolver por el sueño, y caigo extenuado, agradecido, soy feliz por la sola felicidad de existir.

Segundo, la compañía del ser amado. Guillermo, tenerlo como mi hombre, amante, compañero, par, confidente, me hace feliz, y a su lado, he descubierto que el sexo por amor no tiene parangón. Yo, que siempre tomé las relaciones sexuales como una descarga, como una manera de tener compañía, hoy me siento embriagado por lo sublime de la experiencia del arte de amar. Porque pasé de ser un experto en relaciones no comprometidas a sentirme un privilegiado de tener a alguien de quien preocuparme y que se preocupe por mí. Me agrada saber que, si me pasara algo, una persona se preocupará desde las raíces por mí, y me gusta ocuparme de él. ¿Qué nos deparará el futuro a los dos? ¿Tendremos un futuro como alguna vez le propuse? Hoy, no lo sé. Pero sí estoy seguro, que por el amor que le tengo a Guille, si es necesario en algún momento, aquí, daré la vida por él. Guille se ha hecho parte de mí. Carne de mi carne, alma parte de la mía, y agradezco la compañía de este hombre. Mi amor, mi amigo. ¿Amistad o amor...? Fuertes sentimientos de un mismo corazón. Círculo infinito  el poder comprender: ¿Qué sentir primero? ¿Cuál nos lleva a qué? El amor nos nutre, la amistad germina y se riega con amor tan frágil semilla. Van entrelazados ambos sentimientos. ¿Amistad sin amor?  ¡No dura un momento! Y amor sin confianza, sin camaradería es un triste intento, que no dura un día. Mas hoy tenemos las dos cosas.

Contigo a mi lado siento la fuerza, de este gran corazón que ilusionado, late con gran pasión tras ser querido, por un ser alado de gran nobleza. Contigo a mi lado siento confianza, cuando junto a mí vienes abatido, dándome tus alas de enamorado, guiando mi volar con mucha destreza. Contigo no percibo desvalor, al transmitirme amor del verdadero, provocando a mi ser sentir valor. Contigo a mi lado por el sendero, puedo andar muy ligero sin dolor, dándome tu gran amor verdadero. Dios me permita que no debas leer esto sin estar yo presente amor mío.

Me regala su voz, me ofrece su beso, mis ojos hechizados perdidos en tus anhelos, vestido de tu piel esperando tu regreso,  dibujo tu fragancia perdida en  tu noche,  clonando tu sonrisa en los hoyuelos  de mis mejillas  pronunciando tu nombre.  A fuerza de pensarte te hago mío,  devoro tus labios,  sabor compartido, entregado a la pasión de poseer tu amor infinito, ese que me llama muy suavecito proyectando un deseo  que vuelve locos mis sentidos humanos.

 

 Tercero, los alimentos, porque la comida en estos casos toma otro lugar dentro de la existencia, como debe de haber sucedido en cada guerra, el poseerla quizá represente la diferencia entre vida y muerte. De tener la  heladera y alacenas llenas, o sentarme en un bar a comer y beber, no habría reparado en que los alimentos no son gratuitos, y que deben ser conseguidos, que la comida puede faltar aunque tengas la mejor tarjeta de crédito. Reflexiono mientras sopeso las latas que están sobre el escritorio, y el corazón me da un brinco de alegría, y entonces agradezco por los alimentos que desde  algún sitio, alguien hoy puso en mis manos.

 

Aprendo a lo grande, para ser feliz no se necesita mucho. Y una sencilla comida basta, si se disfruta junto a la persona amada, aunque fuera de mi barracón duerma el enemigo. Porque envuelto en los brazos queridos sientes estar en tu verdadero hogar, más allá del lugar físico y de las circunstancias.

Curiosamente antes de el embajador… me encontraba en la futilidad de la contemplación, por el solo hecho de tener tiempo y respiración gratis, cuando el anciano que cruzaba frente a mí, encendió las luces de mi cerebro y lo miré con alguna atención. Sombrío diría, apenas se podía mover, pero en sus ojos, el velo común de casi todos los que pululamos este planeta con cierta superioridad que atribuimos al hecho de razonar, filtraba cualquier emoción, que aunque tenue, deseaba pensar que aun poseía. Otro ser velado, otro que camina sabiéndose no poseedor de lo que la mayoría dice anhelar.

Me invadió la tristeza, pensé en los extraviados comprando y deseando y comprando más; en los coleccionistas de títulos, en los que solo esperan el fin, y me pregunté si yo no había pertenecido a ese rango de ser que no encontraba su lugar pero que fingía sí, y sí…, yo también por un tiempo fui así.

El éxito llegó a mi vida al fin, no sin esfuerzo, no sin acero derretido, no sin callosidades en el alma, pero llegó. Algunos le llaman suerte, yo prefiero entender todo como el justo salario a mi tenacidad, a mi búsqueda implacable a través del tiempo, de quitarme una y mil veces las vendas que intentaban sobre mis ojos y que lamentablemente muchas veces paladeé por comodidad, pero no me conformé. Pataleé sobre la leche de la complacencia hasta hacerla crema y salí, con esfuerzo pero salí, a puro deseo, creyendo en algo más.

No me rendí, puse el amor como señal para mi corazón. No cesé mi búsqueda hasta encontrar o quizá morir. Hombre exitoso que soy, hoy te tengo a ti, fruto de mi necedad y de la tuya. Inspiración que gritaba que fuéramos por más, que lo mejor nos esperaba allí. Te miro una vez más, te vuelvo a besar, te sonrío y me sonreís, pienso en el amor, en lo que siempre me dices, en la forma en que me amas.

Pensé en ese viejo otra vez. Sé que mi mirada no es como la de él, ni como la de los demás. Hombre exitoso que soy, hombre que supo batallar, hombre que al final encontró lo que muchos desisten de buscar, yo encontré el amor, yo te encontré a ti.

Principio del formulario

 

Final del formulario

 

Concluyo que nunca se debe dar por sentado nada de lo que tenemos, sino que es necesario agradecerlo todo, y lo haré, cada vez que tenga ante mí un plato de comida, brazos brindando el sincero amor y el sol de la mañana acariciándome para recordarme que sigo vivo.”

 

Guillermo despertó, y Pedro no estaba a su lado, de nuevo tembló al imaginarlo en peligro, y le susurró a la nada su amor y su necesidad.

-Eres tan bello, que la esmeralda del mar se enturbia de lujuria cuando recorre sin pudor y gozo tu cuerpo desnudo, y la herejía que sus olas besan tus partes ocultas en su tibia gloria. Amor, voy a ir a buscarte, ya no resisto más tu ausencia, extrañar tu piel es poco, mi cuerpo me exige tu presencia.  Tú, solo desnúdate y espérame. No tardaré en llegar.  Tengo el pensamiento lacerado de tanto extrañarte y desearte entre estériles y apasionados murmullos y rumores llamándote. Tu sombra se hace luz, en mis ojos mustios y son mi tormento y allí entonces te abrazaré hasta que te duela y beberé tu aliento.  Inventaré las caricias más locas y lujuriosas con mi boca que te arrancarán desde tu vientre suspiros y gemidos, enamorada mi lengua de las curvas de tu ombligo  y que serán como música celestial en mis oídos… Voy a morderte todo, hasta el límite preciso de una caricia,  entre la alegría de la carne, hasta que desfallezcas y casi mueras,  con toda la pasión que guardas en tus pezones.  Mientras, te atraparé sobre mi vientre y entre mis brazos  y vas a sentir el calor, el aroma, y el sabor de nuestra pasión cuando mi boca busque y beba de la tuya las savias lujuriosas  y así, piel a piel, romperemos todas las quimeras de las esperas  en el regocijo del sexo y el amor entre tu cuerpo y el mío.  Rendido de lujuria caeré en los tibios  senderos de tu pecho hasta los profundos abismos de la pasión, la dicha y tu candor porque  quiero amor, que me ames con la carne y hasta con los huesos  y así, quiero sentir tu  sexo palpitante, estremecido de gozo y alegría cuando ya extasiado pienses y al fin sientas, que serás mío,  perdidos en los espacios sin tiempo de este consentido amor. Voy a amarte con impúdica herejía y poseerte seguido, sin respirar, entre un apasionado fluir de aromas, manos, pieles, y besos  hasta perderme en el abrazo tibio de tus piernas y nos detendremos en el límite justo del éxtasis final. Y allí, comenzaremos otra vez lo que no debe terminar nunca  y volveremos  a amarnos viviendo lujuria, como locos de deseo y pasión  como si estos fueran,  los últimos momentos de nuestras vidas.

_Hazlo, amor _ susurró Pedro, que se vio atraído por la voz_. Voy hacia ti, vida mía. Espérame amor, enciende el fuego, y desnuda todos tus fuegos, y sírveme el vino que a mí me gusta. Ábreme amor, estoy aquí, tocando a tu puerta.  ¿Sabes?, me están matando tus recuerdos. Te amo. Si pudiera decirte lo mucho que te amo, en un descuido te miraría en silencio. Y sin que te des cuenta besaría a tus labios, mientras mi vida, la pongo en tus manos. Y si en un beso ya no siento a mi alma, será que en tus labios, mi alma se ha quedado. Será que lo tengo todo en tu existencia, o será que estoy muy enamorado.

Y tú me miras tan lindo y risueño, mientras mi mirada en tus ojos se cobija. Es que mi mirada dormida o despierta, muere y vive en tus pupilas. No digas nada mientras mis ojos a ti te miran, no digas nada mientras te entrego yo mi vida. Será que siempre seré tuyo, o será que tu alma ya es mía. Si pudiera decirte lo mucho que te amo, en mil besos a ti te lo diría, mientras Dios une a nuestras manos, une a nuestras vidas. Será que Dios conoce a cada humano, o será que Él sabe que no soy nada sin tu vida. Te amo, sí, te amo, aunque a veces te lo  diga en silencio. Sé que somos almas gemelas.

__ ¿Cómo? _ se interesó el embajador.

_Había dos almas gemelas, que vagaban muy unidas  por la diáfana inmensidad, se regocijaban  del amor que vivían.  Cierto día al fin felices bajaron a la tierra,  el destino quiso que nos encontráramos,  porque ellas eligieron anidar en nuestros cuerpos.

En cada momento del encuentro terrenal, las palabras  son la magia  que nos seduce, uniéndonos, en un abrazo pasional. Poseemos el gran poder de la plenitud, del amor inmenso, verdadero, y puro que estremece muy profundo a nuestro ser. Las dos almas, cada noche se entrelazan, con la algarabía de los corazones,  que  se abrazan al latir al unísono. Cuando deban regresar a la inmensidad, por siempre unidas seguirán ese viaje, que durará para toda la eternidad.

__! Qué bonito!

_Es por eso que te amé desde la primera mirada, al reconocer mi reflejo en tu alma, y que sé que mi amor es eterno, embajador. Amo tu alma, amo tu piel, cada poro de ella.

Tu espalda a mi espalda le dice: Ven, que tengo frío. Mi frío se adhiere  a tu piel como si no hubiera un mañana,  tus sentidos se disparan  como valor añadido a mis escalofríos.  Ya somos uno,  ya nos cubrimos,  ya nos vestimos, ya pasamos del sentir a difuminarnos, al juego de manos entrelazadas  buscando nuestras miradas,  con tu cabeza apoyada  en mi hombro  y mi boca llamando  a tus ganas... Tu espalda llama a mi espalda,  el descenso perpetuo,  el descanso de un todo vertebral que sabe cómo se ama. Invítame a pecar, a recorrer tu cuerpo palmo a palmo sin parar, a robarte un beso y a beber de tu cuerpo, hasta saciar mi sed, vamos amor,  hoy invítame a pecar y entrégame tu fuego, que quiero que apacigües estas ansias incontroladas de amarte intensamente, invítame a pecar y que nuestro amor dure por toda la eternidad, por eso tengamos una noche inolvidable, donde el deseo y la pasión,  se encadenen a la música de tus gemidos, ven hoy y pequemos juntos, que quiero sentir el calor de tu cuerpo,  mientras mis labios sofocan  tus suspiros y tus clamores, ven y olvidemos todo,  que hoy solo quiero  que me sientas dentro tuyo ¿Pues dime, si hoy me invitas?

 

“Exploramos el misticismo de crear sensualidad, noche de silencios sin ataduras morales, confesándonos ante el deseo de proclamarnos amantes, entintamos palabras mayúsculas, de nuestras inconscientes mentes, creamos tantas fantasías y en  nuestras entrañas sentimos cada una, condenándonos a ser exageradamente prohibidos, rindiéndonos ante tanta pleitesía  a los sentidos, a la voluptuosidad, al tenernos frente a frente con gran naturalidad. Transformando nuestras conductas, emociones,  esos sabores especiales que da el tan solo hecho de amar, nuestras manos inquietas empiezan a coquetear, entras  con pasos húmedos, titubeantes, tu olor me guía a tu oleaje, brasas intermitentes, explorando mis rincones en agonía,  ensimismado, ¡esta noche será la historia más erótica!  Océanos mezclados en este silencio, conquistando nuestros inexplorados territorios, sudorosos y con resuello, cortas mi aliento con tantos besos de tu boca. Abrigas a la perfección mi ropaje, en el éxtasis de esta noche, yo fuego, tu osadía, como dulce veneno circulando en las venas, poseído, sumiso, cuerpos enredados, aceleras mis latidos, ¡oh corazón mío! somos dos pecadores en la tierra,  dos enamorados infieles en el edén, es el sacrificio inventado por el hombre, por nuestra inquisición, destinándonos a la hoguera por ser herejes. Mi boca te demostrará las ansias que  tengo de ti, no consumamos deprisa lo magistral, lo soberbio,  la noche no termina, ¡sigue siendo perfecta!  pasiones hechas locura   en que mi escultura te reclama, mientras te disuelves en mis sábanas, volviendo a renacer, viviendo cada placer que nos hace únicos,  alimentándonos al explorarnos con gran sensatez.”

 

-Aquí estoy dejándome llevar por la ilusión de encontrarte a ti en el final del camino, de abrazar tiernamente esa esperanza que se esconde y llora en el silencio de mi eterna soledad, desterrar los adioses al olvido, alimentar los deseos que solo habitan en la pasión de amar,  te invito amor a que intentes hacer galopar de locuras a este corazón,  que intentes hacer respirar en libertad a mi alma que grita sin piedad en la prisión de recuerdos,  te invito a dibujar mis días grises en un arcoíris de colores y entregarte sin límites a ese sentimiento tan profundo y hermoso que guardo en el interior de mi ser, continuaré en busca de ese amor que llegará sin darme cuenta por los senderos de Dios a mis entornos para siempre.

-Amanece y aún siento la humedad de tus besos recorriendo mi cuerpo, amanece y aún permanece tu aroma  en la oscuridad, amanece y las sábanas todavía guardan el abrasador fuego de tu cuerpo, y mis labios, mis manos y todo mi ser, aún recuerdan el deseo y la pasión de esa noche mágica e inolvidable.

Qué  guapo te ves desde que dejaste caer la venda de tus ojos y decidiste ver las cosas como son y afrontarlas sin miedos, con la valentía de intentar ir  por todas. Qué bello te ves desde que decidiste vestirte de amor propio y darte tu lugar, ser tu prioridad y quererte por encima de todas las cosas. Qué  impresionante te ves, cuando te atreviste a abrir tus alas y surcar tu cielo volando sin parar, y sintiéndote verdaderamente libre. Qué  bonito te ves con esa sonrisa maravillosa, que da luz a cualquiera que la ve, y música a cualquiera que la oye...

Qué guapo, qué bello, qué impresionante, qué bonito cuando eres tú, sin tapujos, sin miedos, sin inhibiciones... cuando de verdad, eres tú.

 

__Aprendí a serlo con vos, nunca imaginé que aquella vida apacible en un pueblito con una mujer, siendo solo abogado y profesor, era un largo periodo de adormecimiento, donde ni siquiera conocía mi esencia, mi naturaleza, y que tenía que hallarte, para reclamar mi verdadero yo, mi vida, lo que soy _ reconoció el embajador_ . Creo que fue eso lo que me llevó a aceptar un cargo para el que no me sentía preparado, a huir de investigar la muerte de Silvina, yo pensaba que estaba escapando del dolor de la pérdida, que era insoportable, pero había una senda que debía de hallar, y era la que caminabas vos, esa en la que me estabas esperando.

 

_ Los dos despertamos en la primera mirada, los dos despertamos a la vida desde nuestro amor, y no quiero que temas, pues el miedo no deja espacio al amor, confía amor, confía, saldremos de aquí, vivos, para vivir en plenitud, contaremos el ser supervivientes. Por años me sentí culpable de haber sobrevivido a mi hermano, quise y coqueteé con la muerte intentando ir con él, hoy deseo demorar ese momento, sé que Agustín nos ve y me sabe feliz, que entiende que desee quedarme acá un rato más, cumplir mis sueños contigo, porque tú y los chicos, tuyos o míos, son lo mismo, somos uno, ellos son nuestra esencia, y hoy son todo lo que tengo, ya nada más importa, y él entenderá que demore mi partida, sé que intercederá para que pueda quedarme a tu lado, y me perdonará que no desee ya ir con él _ convino Pedro emocionado__. Hoy ya no me tortura el…  ¿por qué sobreviví yo? Hoy me digo…  ¿por qué no yo? Y conozco el porqué, estabas tú esperándome en un rincón del tiempo, y para hallarte necesitaba sobrevivir.

 

__ No quiero que salgas solo, si vamos a escapar o a morir que sea juntos _ reconvino Guillermo, ya no sabría vivir sin vos, te lo repito.

 

__Sabes y deberías, pero tranquilo, amor, tranquilo, afuera hay demasiada gente que necesita de nosotros, y mucha estará poniéndose en riesgo para salvarnos, créeme que hoy no busco la muerte, que agradezco y quiero vivir, que apuesto el todo por salir de acá juntos y vivos, aunque daría mi vida por ti, o por los chicos, porque hoy, son todo lo que tengo. Antes mi otra mitad, mi hermano ya no estaba, y yo deseaba ir a él, ahora, sé que me ve sonriendo, que desea que yo pueda ser feliz, vivir ese sueño de libertad a tu lado, me lo susurra en mi esencia, y quiero que así sea _susurró con lágrimas rodando.

 

Guillermo imaginó la escena, casi pudo ver en su rostro al hermano, sonriendo, bendiciendo esa unión, y las lágrimas corrieron por las mejillas.

“No se hace mucho de rogar. Posa el glande en mi  hendidura  e inmediatamente lo noto horadándome y tratando de abrirse paso hacia las profundidades. Yo separo ligeramente las piernas e inclino mis nalgas para facilitarle la labor. Apoyo mis manos en la puerta y apalanco mis pies. La abundante lubricación  permite que se adentre por completo, aun así, la sensación es la de que me va a partir por la mitad, pero nada más lejos de eso. Poco a poco, mi  túnel se adapta al calibre y empiezo a gozar de las embestidas del  hombre que amo, jadeando como un toro en celo. Por mi parte, intento refrenar mis jadeos. Siento la necesidad de jadear, de gritar y dejarme llevar por el placer, sin embargo, no puedo explayarme como me gustaría.  La guerra me lo impide y ahogo mi grito  mordiéndome las mejillas, la gloria final de ser el uno, uno con el embajador”.

 

 

Esa mañana el calor se hacía sentir desde muy temprano, Pedro había despertado antes, y como se prometiera, miró hacia el cielo y agradeció el estar vivo, y junto a Guillermo, contó que llevaban tres semanas atrapados. Pensó en que si no existieran los chicos, no les importaría a ninguno de los dos, tenían su mundo propio, pero afuera había gente que dependía de ellos.

Guillermo volvía a dormir a su lado, completamente desnudo, mirando hacia la pared. Durante la madrugada habían hecho el amor dos veces antes de volver a dormir. Pedro sentía que nunca se saciaba de ese hombre, y que si luego de sus prolongados y frecuentes encuentros sexuales se detenían, no existía otra razón más que la merma de las fuerzas. Recordaba al embajador, tan distante y negado al inicio, ahora era el hombre más fogoso, creado para dar placer, preparado para disfrutarlo con detalles y dedicación, su cuerpo era una esencia concebida para dar y recibir placer, y allí nada transcurría con prisas, impaciencia o culpas, allí inventaban la vida que practicaban como pareja, y tomaban las riendas de los encuentros alternativamente, y Pedro descubría que le encantaba transformarse en esclavo de ese cuerpo fuerte y exquisito dispuesto al goce.

 

“Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”, recordó de pronto un proverbio tan certero como aplicable en ellos, allí.

 

_ Amanece y que nunca nos falte el camino que nos lleva, la fuerza que nos levanta, el amor que nos humaniza y la razón que nos equilibra.

Te entrego la llave de mi corazón que tiene la magia de nuestro amor. Hermoso amanecer entre tus brazos  con mi rostro reflejado en tu mirada... ternura, pasión infinita rodea esta atmósfera mágica de amor.  Caminemos en el sendero de nuestro destino para realizar nuestros sueños. Usted, mi embajador,  tuvo el poder de detener la caída de ese sol, atormentado y herido de la tarde, tan solo con un beso de sus labios. Tal vez, con la sola intención de una caricia, o de un efímero pensamiento.

Basta decir que prefirió  ver cómo se fundían  mis lamentosas súplicas de amor por detenerlo con la candente lava de mi ocaso, allá donde se pierden los deseos ya sin esperanza con la noche.

Decidió disfrutar  del dantesco espectáculo de un loco, extraviado sin sentidos, sin vida y ya sin conciencia. Quemarse lentamente en ese delirante atardecer, que siempre había sido el sustento de mi alma.

Usted pudo detener  el curso vertiginoso del viento. Aquel que un día, despeinó su cabello para alojar mis caricias, y ahora penetra en mis oídos como un dolido susurro, en la quietud silenciosa de la  mañana.

Aún sigo escuchando con incrédula extrañeza, cómo se alejan sus pasos, sobre las hojas del suelo, y en su camino va triturando las hojas de la vereda, como a mis lamentos.

 

-En las cosas más bellas se siente el aroma del amor, al compartir y abrazar a los amigos esos que son, de toda la vida... los que ríen,  lloran y cantan contigo. En el hogar con los hijos, el perfume del amor se siente más, lo encuentras en las alegrías, en un beso, en el dar a los demás,  en la práctica de la enseñanza que das. La fragancia más exquisita, es el amor a tu lado mi amor soñado, mi perfecto completo, le pido a la vida, estar siempre a tu lado eres mi tesoro preciado. Ojalá que el bálsamo del amor, inunde los rincones del mundo, que borre rencores primero, ablande hasta el corazón más duro para que empiece a dar cariño sincero. Eso le hace falta a la tierra... que no se evapore el perfume del amor, que no se extinga, que dé fin a las guerras y enarbolemos la bandera de la paz, no rompamos las alas del amor, jamás. Pero por ahora, me embriaga la fragancia de nuestro amor y no sé lo que hay más allá de ti, no estás modelado en la realidad, me corroes las venas, extiendes tu insondable profundidad en mi alma, y confías en que ame el silencio de tu corazón; emerges como un sueño en mi imaginación, no conozco lo que tú sabes de mí, pero me gustaría vivir en ese lugar vacío de seres vacíos y no tener donde morir,  simplicidad, como tú _le susurró.

 

Observó la espalda que conocía de memoria y se le estrujó el corazón pues pudo reconocer las vértebras de Guillermo. Nunca había sido delgado  a ese extremo, la escasa alimentación de los últimos tiempos venía haciendo estragos, mella en su físico, se preguntó  cómo se vería él, ambos contaban con menos kilos desde la llegada al infierno, y cómo no, con  la dieta que llevaban. Porque si bien desde que había encontrado el último tesoro, no pasaban hambre, había ciertos alimentos, como harinas que no probaban desde hacía semanas.

Esa mañana hubiera dado cualquier cosa por desayunar con un simple pedazo de pan blanco con manteca y la mermelada que amaba el embajador, con poder hacerle el café que le daba cada día en la embajada, pensó en el pan recién sacado del horno que le diera alguna vez su madre de niño, recordó lo que había estudiado de las guerras mundiales, de los racionamientos, de cómo comenzaron hasta los aliados más ricos a padecer la falta de pan fresco, la de mantequilla sustituida  por una  horrible margarina y el café con té aguado, y volvió  a agradecer.

Mientras recordaba antiguos y memorables desayunos, le pasó la mano por la espalda a Guillermo, dibujando garabatos antojadizos que  hicieron trepidar la piel bajo sus dedos. La deslizó hacia arriba, hacia abajo, como a él le gustaba. Él se movió, y poco a poco volvió a la vida después de unas horas reparadoras de sueño. Luego giró y lo abrazó, y así, en paz, piel con piel, estuvieron solo contemplándose unos minutos.

 

_ ¿Hace cuánto que llevas mirándome y hablándome? _ le reprochó.

_Un rato, ¿cómo sabes que hablé?

_Te oigo en sueños y despierto, leo lo que piensas, como ahora, sé que añoras un suculento desayuno, ¿verdad?

_ Creo que lo hallaré en tu boca _ alcanzó a decir pues el cuerpo de Pedro respondió ante la proximidad de Guillermo como un rayo cae en medio de la borrasca, y estuvo listo para amarlo, y saciarse con y en él. Le dio pequeños besos en la frente, enseguida bajó por los hombros y pronto exploró otros sitios sensibles, suspiró profundo, se tendió en la cama boca arriba con los ojos cerrados, disfrutaba del momento, de estar vivo, de tenerlo a su lado. Guillermo, absolutamente despierto aprovechó el momento, y se trepó sobre el cuerpo, listo para tomar su cuota de goce.

Pedro sintió el peso del cuerpo amoldándose a sus engarces, y un rayo de sol se coló por la ventada acompañando el enredo de miembros. El vaivén de los amantes. Guillermo se acomodó, hasta sentirse por completo dentro de Pedro, cobijado, seguro, y comenzó a moverse… arriba, abajo, adelante, atrás. Pedro, olvidándose de todo, cerró los ojos y se dejó engullir por la bocanada de placer. Otra vez, prisionero de esa piel, quedaba a su merced. Guillermo seguía el compás que Pedro le marcaba con su cuerpo, iban creando el crescendo de una sinfonía sensorial y sonora magistral, lo acompañaba en la danza dulce que le exigía, esa que por momentos era una marea mansa que lamía apenas la orilla, y por otros, ruda, muy ruda y amenazante.

 

La ciudad despertaba poco a poco, por la ventana se colaban los primeros ruidos de la mañana, y la luz se posaba sobre los amantes, que, concentrados  en su rítmica labor, no se percataban de nada más.

 

Mas una hora después, la realidad los tragó, Pedro se dedicaba desde hacía largo rato a tratar de fabricar el famoso instrumento o artefacto parecido a una llave. Apenas logró darle forma, aun ante la súplica de Guillermo huyó a la calle. Se concentraría en destrabar el volante, luego en perseguir su meta diaria, ubicarse muy cerca de la valla de ingreso, para vigilar a los guardias, para controlar a los controladores, para encontrar una distracción y colarse en la casa abandonada que sospechaba usaban para dormir, estaba solo a pasos del puesto de vigilancia, estaba convencido que esa vivienda sí recibía la electricidad, y no cejaría en su intento.

 

_Amor, solo tenemos una oportunidad y lo sabes, no quiero morir de hambre, menos caer prisionero de estos fanáticos, debo dar carga al burner, y  poder disponer del coche.

 

Guillermo se tragó la angustia, ese era su mayor temor, no morir de hambre, ni siquiera morir, sino cruzar esa maldita valla, él se arrojaría al piso, Pedro era eximio al volante, pero no podría ver que una bala lo atravesara, y la imagen de la sangre lo perseguía en sueños y despierto.

 

“Guille, te extraño amor. Cada día despierto pensando en ti,  hoy me imagino que soy un pintor y así recorreré tus magnificas curvas con las pinceladas de mis labios  haciendo de ti, un óleo seductor, una acuarela sensual llenos de pasión y fuego  y  así trazaría en tu piel  mis más deseadas fantasías, y entonces te tendría por siempre, atrapado en mi pintura. Pero cada vez que te dejo temo y te extraño  porque me acostumbré a tenerte, extraño no poder darte tus besos de cada día y cada noche, lo que hace que muera poco a poco, más no sé si tú entiendes, ¿por qué te extraño tanto? y por eso me parece verte entre esos rostros callados con los que me cruzo a diario, y eso no es todo corazón, sino que todo tiene sabor a ti, hasta el  agua que bebo cada mañana, se parece al sabor de tus besos, te extraño, y  vivo amándote desde mi silencio, si te ausentaras de mi vida, si desconociera la razón, desearía detener el tiempo, lo haría antes de tu partida y sé que las horas, los día y los meses pasan irremediablemente, mas sé que ya  gozaré de tu presencia y solo sé que yo me encuentro incompleto sin ti, qué más puedo decir, que siempre te tengo presente, y debo conformarme con solo tenerte todas las noches.”

 

Salió de la ensoñación  cuando llegó al coche, luego de comprobar que su presencia no había llamado la atención, se metió en el auto para constatar que el pequeño metal que tanto trabajo le había dado, ni siquiera ingresaba en la rendija de la llave. Tendría que gastarlo aún más contra la pared de la oficina.

Se bajó abatido. El desánimo pintaba su rostro. Comenzaba a pensar que nunca lograrían salir de allí con vida. Apesadumbrado y sigiloso, cubrió el trayecto que lo separaba de la guardia.

Mientras avanzaba miró el cielo, y lo halló más celeste que nunca. El encierro, el estrés, el estado de vigilia, el sueño liviano, la falta de alimentación adecuada, la incomunicación comenzaban a enloquecerlo, pero mientras contemplaba el cielo un estremecimiento movilizó su interior, invadido por una sensación pacífica y bella, transformó su desaliento en optimismo. Sintió la certeza de que todo saldría bien, que no había qué temer.

Luego caminó como si flotara entre nubes. Dio unos pasos, la esperanza creció. Tal vez hoy se tratara de un día diferente, tal vez se tratara de una jornada especial, tal vez, al fin enchufara el bendito teléfono y recibiera instrucciones.

Al llegar a la esquina donde solía detenerse para espiar a los guardias vio movimientos extraños. Dos autos negros pasaban lentamente. Evitó mirar abiertamente a los pasajeros, para que no hallaran sus rasgos occidentales. Pero, algo estaba sucediendo, y necesitaba saber qué. Observó de soslayo, sus ojos descubrieron que en el interior de un vehículo viajaba un hombre de cabello rubio. Lo escrutó mejor, llevaba una cámara en las manos. ¿Era un fotógrafo acaso? ¿Se repetiría su trampa o eran periodistas? Sintió el impulso de gritarles, de pedir ayuda, de que avisaran que estaban allí, vivos, de que al menos rescataran a Guillermo… Y para…

 Pero los coches avanzaron. Mantuvo la calma y el silencio, razonó que gritar lo descubriría, lo convertiría en blanco de ataque. Más adelante, al fin se detuvieron. Si quería hablar con los ocupantes, debería apurar el paso o llamaría la atención.

Dos hombres del lugar bajaron del auto, los supuestos periodistas, uno el fotógrafo, comenzaron su trabajo. Entonces, Pedro a grandes zancadas decidió llegar a ellos, y al fin estando a pocos metros, el grupo lo descubrió. Pedro se acercó aún más, una sonrisa despuntaba en su rostro.

 

_Soy Pedro Beggio, trabajo en la embajada de Estados Unidos. Por favor, necesito de su ayuda, estoy atrapado con el embajador de mi país desde hace días.

Trató de ser claro, temía que la emoción distorsionara sus palabras.

Los hombres lo miraron sorprendidos, pese a la vestimenta de camuflaje, viéndolo de cerca, escuchándole hablar, enseguida se notaba que era extranjero. Pero las palabras tardaron en penetrar al cerebro de los hombres.

_ Somos franceses.  Pero, ¿qué podemos hacer por usted?

Preocupados, los otros dos hombres rumanos se acercaron al sitio de la conversación. ¿Quién era ese extraño que se había acercado? ¿Por qué hablaba con los periodistas que custodiaban? Ellos eran contacto para los franceses. Por ese motivo, en la anormalidad identificaban peligro, como lo era esa presencia de un extraño.

 

__Ayúdenme _ pidió Pedro dirigiéndose a los periodistas_. Mi contacto murió, hemos quedado atrapados acá.

_De acuerdo. ¿Cómo dijiste que te llamas?

_Pedro Beggio, subjefe de misión de la embajada _repitió mientras reparaba en la camisa blanca, sintió una bofetada de realidad. El hombre vestía una prenda casi idéntica a las tantas que guardaba en su departamento de Washington, que ahora le parecía tan lejano como la vida civilizada.

 

_Okey, avisaré a mi diario que está acá.

_Por favor, contacta a alguna autoridad de mi gobierno o periódico de allá… _alcanzó a articular Pedro.

 

A punto de ofrecer más explicaciones, comprendió que debía marcharse. La comitiva había llamado la atención de los guardias, entonces solo agregó:

_Debo irme.

Sin más demora, avanzó con apuro y desapareció de la vista de los milicianos. Respiró aliviado. Pero en el instante se escuchó una ráfaga de tiros de metrallas proveniente de la zona que acababa de dejar. ¿Acaso…?

Se pegó a la pared de la esquina, desde allí espió con sigilo.

El espectáculo que vio le provocó pánico. Los milicianos disparaban contra los hombres que acompañaban a los periodistas y estos repelían el ataque con sus armas que habían hecho aparecer. La balacera perforó los dos coches. Y todos los hombres que estaban de pie, cayeron heridos al suelo. La sangre salpicaba los vidrios y la chapa.

Frente al panorama, Pedro se horrorizó. Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos. No podía ser verdad. Tenía que haber visto mal.

Pero la escena resultó más cruenta: los milicianos remataron a todos los hombres. Aunque ya no respiraban, continuaron disparando, enceguecidos. Ahora la sangre se había convertido en un río rojo que teñía la calle.

“¡Qué pesadilla! Esos hombres acaban de morir acribillados. Un momento atrás había hablado con ellos, iban a ayudarnos. Y ahora… muertos. Acaban de asesinarlos. Con ellos también se va nuestra esperanza de recibir ayuda del exterior.”

 

Pedro se tomó la frente con la mano en señal de horror e impotencia.

Los milicianos aún blandían sus armas calientes cuando se les acercó lentamente otro auto. Sin mediar palabras, los ocupantes abrieron fuego contra los guardias y se desató una batalla campal entre los bandos.

Ante la aparición del otro vehículo, Pedro comprendió que debía huir ya mismo. Una bala perdida podría alcanzarlo. Uno de ellos podía descubrirlo y dispararle.

Entonces se dio cuenta  de que se encontraba frente a la oportunidad que había esperado durante tantas horas y tantos días. La batalla campal que se libraba en la esquina, en el punto  caliente de conjunción de los autos, dejaba libre la valla. Si intentaba entrar en la casa que creía tenía electricidad, pasaría desapercibido. La valla estaba cerca, desguarnecida, sin hombres. Respiró con fuerza y empezó a caminar. Se jugaba la vida. Si lo descubrían, le dispararían, pero no le importó. Luego de lo que acababa de ver y vivir, no tenía dudas de que si se quedaba allí, lo matarían o terminarían muertos por una explosión.

Caminó los pasos hasta la casa y el tiempo se le hizo eterno, los metros se estiraban. Pero llegó.

Frente a la construcción, ajeno a los sucesos que ocurrían a sus espaldas, se lanzó al interior de la vivienda por una de las ventanas sin vidrios, como si se tratara de su piscina… sin agua. El envión le obligó a aterrizar en el piso. Se puso de pie y azuzado por la adrenalina, buscó sin pausa un enchufe. Sí, en la punta del salón. Se dirigió con prisa y, con las manos temblorosas, sacó el celular del bolsillo del pantalón. Sus dedos se enredaron en el cable y se le cayó al piso. ¡Por Dios! ¿Y si se rompía? No, estaba intacto. Necesitaba apurarse. Al fin logró enchufarlo. Y… apareció la figura de la batería en rojo. ¡Estaba cargando!

Volvió sobre sus pasos hasta la ventana para espiar. El tiroteo continuaba. Un jeep aportaba hombres de refuerzo. Por suerte la valla seguía vacía. Y nadie lo había visto entrar. Regresó hasta el burner y permaneció con la mirada fija en la pantalla como si pudiera apresurar la carga.

 

_! Préndete!

Los segundos transcurrían. Los minutos pasaban. Ya no medía el tiempo, pero las balas y los gritos continuaban.

De repente, la luz roja se transformó en blanca y apareció  el pedido de la clave, dudó unos instantes. Tanto tiempo sin marcarla que debió esforzarse para recordar la fecha de nacimiento de su hijo. Al fin encontró el número en su memoria.

Buscó el contacto de Marcos y escribió el mensaje que tantas veces había redactado en su mente: “Estoy vivo, atrapado en el interior. El embajador está conmigo. Urgente. Sácanos de aquí. No fuimos tomados prisioneros”.

Lo mandó, lo vio salir y también llegar al destinatario. Las dos líneas mostraban que acababa de entrar al celular privado de Marcos. De inmediato envió otro a Beto, y otro: “estamos escondidos en los escombros de la casa de manos que curan”.

 

Pero ya no tuvo la certeza de que este mensaje hubiera llegado. El silencio lo aturdió, el tiroteo había terminado y al acercarse a la ventana comprobó que la batahola había decantado en victoria de uno de los bandos y el grupo vencedor se alejaba. La valla había perdido a sus hombres y estaba vacía, pero pronto otros milicianos tomarían el control. Debía irse ya mismo. Desenchufó el aparato y, con energía, saltó por la ventana al exterior. Pero, cuando apoyó el pie en el piso, un dolor punzante le perforó el tobillo. No le importó el esguince y se lanzó a una loca carrera. Fuera de peligro, miró atrás y, aliviado, constató que nadie lo perseguía. Entonces, aminoró la marcha, y se permitió renguear para apaciguar el dolor. Entonces,  revisó el pie, el tobillo era una pelota. Se  alejó con la prisa que el dolor le permitía. Cuando no lo dejaba avanzar, saltaba con la pierna sana y la lesionada flexionada. Pero demoraba más. Siguió su camino aguantando.

A pocos metros del lugar de la balacera, abrigó la ingenua esperanza de hacer algo por los occidentales. Pero al acercarse ni siquiera pudo identificarlos.

La imagen de la masacre lo perturbó, mas recordó el bloqueo al llegar, e intentó no quedar paralizado, era demasiado similar a ese pasado que lo atrapada en ocasiones, a ese hermano que en segundos había desaparecido, necesitaba dar vuelta la página, o se quedaría de nuevo petrificado allí.

¡Guillermo!

 Recordó que él lo esperaba y de nuevo lo rescató, una fuerza sobrenatural lo impulsó a seguir. ¡Qué efímera es la vida! Llegó a la conclusión de que la existencia de una persona no tenía sentido sin los afectos, que para él nada tenía sentido sin Guillermo. La vida era un regalo, y de ellos dependía sentirla  y legarla como tal, siendo felices, reclamando su vida, eran inocentes. En ese hoy, ni la huida, ni los peligros, ni siquiera la vida misma le importaba sin el embajador. Y ante ese pensamiento, se dio cuenta de cuán grande era el amor que sentía por ese hombre que tiempo atrás ni siquiera conocía.

Miró el teléfono. Negro. La pantalla se había apagado nuevamente. Al menos, la carga había alcanzado para enviar el mensaje, el primero. Marcos contaba con noticias sobre su calvario. El segundo quedaba en la nebulosa, el tercero en el éter.

 

Guillermo leía unos libros que había hallado. Escuchó pasos y de inmediato supo que algo había sucedido. Pedro nunca regresaba tan rápido de sus incursiones, ni siquiera sus pisadas por la escalera sonaban iguales. Se acercó al rellano y, al comprobar el estado en el que llegaba, exclamó.

-¡Amor! ¿Qué ha pasado? ¿Estás herido? _ gritó mientras bajaba a ayudarlo.

_No, Guille, solo es un esguince, me doblé el pie mientras escapaba de una balacera.

Se abrazaron con la certeza de que ya no podrían vivir el uno sin el otro.

 

Una hora después, luego de atenderlo, colocarle paños fríos, vendarlo con trozos de telas que por suerte halló entre los restos de la casa, acostado en la improvisada cama, Pedro recibía las atenciones de Guillermo, que intercalaba trapos mojados en el tobillo a falta de hielo, y rebuscaba en la casa en penumbras por algún analgésico que no halló.

Pedro en pocas palabras le explicó el enfrentamiento del que había sido testigo y compartió el plan para volver a enchufar el teléfono y recibir respuesta al SOS. Intuyó que, si su mensaje había activado el rescate o lo estaba desde antes, pronto le suministrarían concretas instrucciones. Tendría que volver a esa casa.

 

_No estás en condiciones _ dijo Guillermo afligido.

_Tal vez mañana _reconvino Pedro con la mirada perdida, y desde ese momento  se sumió en el silencio.

 

Guillermo preguntaba, él respondía con monosílabos. No acertaba a desentrañar la causa de su silencio, fruto del dolor del pie o de la experiencia traumática nuevamente. Lo que fuera lo mantenía atrapado en un mundo propio.

_Amorcito, ¿cómo puedo ayudarte?

La masacre volvía a poner en tela de juicio su profesión, su vida misma, esa pasión por la que había relegado todo hasta poco tiempo atrás. ¿Valía la pena su trabajo?

__Ya me ayudas estando a mi lado _ susurró.

Guillermo se tendió a su lado, y comenzó a acariciarle la cabeza. Por momentos Pedro parecía delirar.

_Un día cuando todo esto acabe, te invitaré a volar, volaremos juntos _le propuso Pedro.

 

Guillermo no intentó contradecirlo.

_Me encantaría que fuera posible _ respondió, aunque no contaba con que aquel sueño pudiera hacerse realidad. Pero Pedro parecía estar decidido. Eso le proporcionaría  algo a lo que aferrarse en el futuro, le ayudaría a mitigar el dolor por la pérdida de Agustín.

Habían pasado momentos mágicos aun  entre escombros, una bendición que los ayudó a mitigar los pesares de los últimos meses, la angustia constante que les consumía desde que había comenzado esa guerra. Guillermo sentía que estaba fundido al dolor de su amante, cosa imprevista meses atrás, pero en tiempos desesperados las cosas pasaban muy deprisa. Nunca le había dicho a un hombre que lo amaba, pero con Pedro había nacido naturalmente. Y ambos eran conscientes de que cada día juntos,  podría ser el último, lo que hacía que los sentimientos fueran más intensos. Guillermo sintió que enloquecería si no pudiera verlo, ahora quería siempre algo más, no obstante ese sueño de ser libres lo intuía lejano, y deseaba que si alguna vez se casaban, fuese porque lo deseaban, no por deber como fuera con las mujeres, sobre todo para Pedro.

Mientras le dio algo para cenar le sostuvo la mirada y la mano todo el tiempo, lo veía tan bello como siempre, aunque se le estrujaba el alma al comprobar los moratones que no solo estaban en el tobillo, ¿cuántas veces se habría golpeado sin siquiera percibirlo? ¿Y en la vida? Los fue acariciando con suavidad.

_No pasa nada, parece peor de lo que es.

Guillermo decidió creerlo, aunque se le notaba preocupado. Cuando lo besó, había cierta urgencia en los sentimientos, en la forma de acariciar…

__Guille, estos días me han enseñado que no quiero perder un solo minuto del tiempo que pueda estar contigo, hoy me di cuenta de cómo te amo _ le susurró rodeándolo con sus brazos.

__Yo también te amo _ respondió el embajador, y lo decía de corazón__. Alguien me dijo alguna vez algo muy cierto. _Cuando te enamores, enamórate de alguien que quiera saber cosas tan simples como tu color favorito o la forma en la que tomas el café. Tu canción preferida o lo que te gusta para desayunar, enamórate de alguien que ame la forma en que te ríes y haga todo lo posible por oírte hacerlo. Enamórate de alguien que simplemente, guste de recargar su cabeza en tu pecho para oír latir  tu corazón. Enamórate de alguien que te bese en público y te tome de la mano sintiéndose orgulloso de hacerlo frente al mundo. Enamórate de alguien que te haga cuestionarte por qué estabas tan temeroso de enamorarte antes. Enamórate de alguien que aunque sabe que no eres perfecto, te trate como si lo fueras. Enamórate de alguien que te haga sentir el único en su vida; ese con quien quieres empezar y terminar cada uno de tus días. Pero lo más importante, enamórate de alguien que cuide tu corazón hoy, mañana y todos los días, que se quieran y se puedan regalar.

-El amor de las almas. Cuando el amor es verdadero el alma de los amantes se colma de gozo y cada día al estar juntos  renace una inexplicable emoción incluso solo con saber que pronto estarán juntos  la ilusión que los invade los llena de gozo,  cuando se ama de verdad el amor  envuelve las almas para fundirlas  en una sola haciendo que estas jamás se separen y el amor crezca aun más. Porque lazos de un amor verdadero  son inquebrantables y perduran por toda la vida dándote alas y sintiendo que nada puede separarlos  sabiendo que incluso en otra vida seguirán unidos  más allá del tiempo, más allá del destino,  mas allá de cualquier persona o sentimiento,  eso es amor puro y sincero _reconvino el embajador__. Amorcito, enviaste el mensaje, solo eso era o parecía imposible.

Pedro evadía la mirada ocultando las lágrimas que pugnaban por escapar.

-Fue mi culpa Guille, por mi culpa asesinaron a esa gente _ confesó al fin.

_ ¿Qué dices?

__Que  los expuse, debí de imaginar que  sucedería, iban a ayudarnos y yo los envié a la muerte, atraje la atención de los guardias hacia ellos, y gracias a ellos dejaron desguarecida la zona, lo que me permitió enviar el mensaje, pero…

__Shhh… No fue tu culpa, otra vez con eso no, la culpa del sobreviviente, como bien me contaste que sentiste cuando murió Agustín, si vos mismo luego entendiste que por qué no tenías derecho a vivir, además nada podías hacer, en una guerra a veces hay que matar,  para salvarse a uno mismo o a otros, luego hacer las paces con la conciencia y las consecuencias, pero con esto nada tuviste que ver, seguramente los guardias vieron  peligro, o no, al ser extranjeros los ultimaron, ni siquiera sabes de dónde salió el otro vehículo, ya basta. Pudieron asesinarte a vos cuando estabas con ellos, apenas huiste de allí, por favor.

__A veces temo traer la desgracia a tu vida, llego a pensar que todos quienes me rodean mueren, Agustín, mis padres, el papá de Gaby. Mis hombres, ahora estos…

_En todo caso al papá de Gaby lo maté yo, fui yo quien fue a tu refugio y te distraje de colocar las medidas de seguridad, amén de que por mi pedido a Beto, casi lo descubren, pues  me estaban siguiendo a mí _ se hizo cargo Guillermo__. Y quizá sea mi culpa el que aún estés atrapado acá.

__Esas son tonterías, y lo sabes.

Dios, cuando pasó lo de mi hermano, pensé que podría superarlo todo, primero la incredulidad, el pensar que no era cierto, que de un momento a otro lo vería aparecer, la negación, luego la sed de venganza, el desear asesinar a gente que era tan inocente como él, o el odio hacia los gobiernos, después la furia, la ira, que soltaba con entrenamientos compulsivos, y cuando pensé que estaba superándolo, creí que hacer justicia sería sanador, y me uní a cuanta cosa de riesgo hallara, y ahora entiendo que solo deseo salir de este infierno, tener una vida normal, ya la adrenalina no me resulta adictiva, hay demasiadas muertes a mi alrededor.

_Te entiendo y no, pasé por algo similar cuando murió Silvina, pese a no amarla, mi mundo se derrumbó, estaba perdido hasta con los chicos, y por ello entré en esto aun sabiendo que no era mi lugar, pero te conocí a vos, y no estoy de acuerdo en que arrastres a nadie a ninguna parte. Nada podías hacer por tu hermano, a esa gente los asesinarían lo mismo, como pudiste  morir vos en esa balacera o en la guerra. _El escalofrío lo hizo estremecer.

 

_Cuando vi esa masacre,  me sucedió nuevamente, volví a quedar paralizado, y fuiste tú quien volvió a rescatarme, el deseo de volver junto a ti me hizo  volver en mí, y seguir adelante.

Guillermo podía ver el enorme cansancio que traslucían los ojos de miel, y el solo pensar que deseaba volver a esa casa por la carga le preocupaba, y al mismo tiempo, no podía dejar de saborear la dicha de saber que su amado estaba vivo, cada día cuando salía no respiraba hasta verlo regresar. Se sintió egoísta por no poder sentir lo mismo por el resto, por esos hombres abatidos.

De pronto Pedro se soltó, y gritando pegó un puñete a la pared, el dolor en la mano lo hizo retroceder, Guillermo lo sostuvo atónito.

 

__ ¿Qué haces? ¿Te volviste loco? ¿Por qué te castigas de ese modo? No eres culpable.

_ Es que no debí sufrir ese bloqueo, años de terapia para nada, cuando estuve junto al contacto, de haber tomado el arma, el celular, hubiésemos salido al otro día, esto no  debió   suceder. _Lo miró con lágrimas de furia saltando de sus ojos__. No puedo contarte por años, pero he sido sometido a un entrenamiento que no imaginas, soy una máquina de matar por mí mismo, y me dejaron sin nada, ni siquiera  tengo una pieza metálica para poner en marcha ese auto, y no lo entiendo. Si tan solo tuviera algo de  metal, la llave del auto, carga, ni arma necesitaría, esos hijos de mil putas sabían lo que hacían cuando volaron mi Ranger, allí llevaba todo, hasta barras energéticas para sobrevivir meses sin comida.

_Es mi culpa, el bloqueo apareció por mí _ dijo Guillermo__, no me arrepiento de haberte seguido pues a esta hora estaría muerto entre los escombros de la otra casa de manos que curan, y no quiero morir, vos me anclas a la vida, pero yo, el sentirte responsable de cuidarme, te hizo sentir débil y vulnerable, el pensar que a él no pudiste salvarlo y que  debías hacerlo con ese contacto, conmigo, y no, eres un ser humano. Soldado entrenado, hermoso, pleno pero humano e imperfecto al fin, tienes permitido cometer errores o estarías negando tu humanidad _ concluyó, evaluando la mano con delicadeza.

_Lo sé,  ni soy inmortal ni perfecto, no pretendo ser Dios, pero cuando alguna vez pueda contarte las cosas que he hecho, entenderás que eso no tenía que suceder.

Por mi bloqueo inicial seguimos acá, por mi imprudencia de hace un rato murió esa pobre gente que solo iba a darnos ayuda, ¿cómo no sentirme culpable?

_No es así, esto es una guerra, cualquiera muere o vive, es más, es todo lo contrario, yo estoy vivo por vos, ¿olvidaste de cuántos atentados me salvaste? Gaby está viva por vos, ya basta de decir tonterías.

Y de hacerte más daño, por favor, ahora tendré que vendarte la mano también. Voy a confesarte algo, yo no podía soportar el terror de que viajaras a la capital solo, y no te creí lo de esta misión de comprobar y probar lo que estaba sucediendo acá, me colé en el auto pensando que me estabas disfrazando que regresabas a la capital, para acompañarte.

_ ¿Qué?

_Lo que oyes, yo tengo la culpa de que aún estés atrapado acá, por mí te debilitas, y al mismo tiempo, sé que subirme al vehículo y estar a tu lado me salvó de una muerte segura, de un secuestro o peor.

_Amor, yo  no te había mentido, sabías que iría a la capital, pero me dijeron de esto que parecía un ir y venir…

_Precioso, yo hubiera muerto si nos separábamos, solo vos me vienes salvando de quien sea que quiera verme muerto. Si no subía a ese vehículo, hoy estaría entre escombros, y en verdad acá no lo he pasado mal en absoluto, porque estamos juntos. Estoy convencido de que separados, no volvería a verte, lejos de temer que la gente muera a tu alrededor, a mí me salvas, y no me importaría quedar atrapado acá para siempre, si no fuese por los chicos. ¿Qué sucede?

-No sé si esta guerra es contra Juan, tal vez sí,  si permanece escondido en búnkeres, pero esto quizá no fue una trampa dirigida a ti o a mí, sino un ángel guardián que nos salvó _ razonó de pronto entendiendo todo al revés de lo que pensara hasta entonces.

_ ¿Qué? _ preguntó confundido Guillermo.

_Que puede que  tras el intento de secuestro en el refugio, o tras el ataque a lo de Gaby estuviera Juan, pero no es él quien está tras este viaje, es más, creo que ni siquiera debe de saber que estamos atrapados, aunque sí esta guerra puede ser en su contra, en contra de su maldita política de hambre, pero son cosas separadas. Alguien… no imagino quién, pudo querer distraerme de ir a la capital, y salvarme, salvarnos…  arrastrándonos a quedar atrapados aquí, sabiendo que te colarías.

_ ¿Cómo?

_Que ahora veo, que la verdadera trampa era mantener en apariencia tranquila la capital, que yo fuera hacia la embajada, y al constatarlo, luego regresará por ti, y por todos, algún ángel lo supo, y me encargó esta absurda misión, alguien que también sospechó que me seguirías.

 Ese ángel, nos salvó del verdadero atentado contra ti, tal vez contra todos, que sería allá, ya no es Juan quien está detrás de esto, él necesita coquetear con occidente para entrar a la OTAN.

_ ¿Y quién querría salvarnos?

__Tal vez  él, o no sé quién, no debería decirte esto, pero si con Alberto los sacamos de Bucarest, fue porque tuve noticias de un gran atentado, no ya esbozos como los que venías sufriendo, uno definitivo hacia ti, tal vez hacia la embajada, y tras él no estaría Juan. Alguien supo que yo intentaba regresar, y me desvió del camino, colocándome este señuelo, alguien quiso salvarnos dejándonos atrapados acá, cómo no lo vi antes, la verdadera trampa era que te devolviera a la embajada _ lo afirmó ahora seguro _. Quedar acá nos mantuvo a salvo del gran atentado que vengo previendo desde que Matías entró a tu vida.

 

_No me recuerdes eso que muero de vergüenza – dijo Guillermo evadiendo la mirada__: Él pudo asesinarme sin problemas, fui tan idiota que viajé con él, ¿lo olvidas? ¿Por eso lo… hiciste desaparecer?

_Porque era el señuelo para alejarte de mí y que quedaras expuesto a ese atentado, Guille esto no debes repetirlo a nadie, nunca, no debo decirte nada.

__Somos uno, lo sabes, no tienes que ocultarme nada.

_Amor, en la segunda guerra, los espías aliados llevaban pastillas de cianuro por si eran apresados, ¿entiendes? Si no sabes nada, nadie puede hacerte confesar nada, te protejo además de cumplir mis órdenes no contándote.

_ ¿Cómo supieron que atentarían en mi contra en la capital?

_Supe, solo yo, y sí, es lo que me detiene en devolverte allá, es lo que no podré contarte por años, no puedo, solo lo sé, he dicho más de lo que debí, y ahora que veo la realidad, sé que nadie nos persigue acá, que de no ser por los chicos, porque debemos retornar a la embajada, es acá donde alguien nos quiso tener seguros, no es Juan quien intenta atentar contra ti en la embajada, solo eso tienes que saber, puede ser una basura, pero tras eso no está él, ni creo que tras esta revuelta. Y Matías no te hizo nada porque siempre supo que aunque no me viera, yo siempre estuve, que jamás te dejaría en sus manos _ le confesó_. Mis hombres siempre te cuidaron, él lo sabía, por ello intentó solo alejarte de mí, develando lo del veneno, todo lo que intenté para persuadirte de volver a Kansas. _Lo miró  más allá de las pupilas__. Amor, yo… cuando te vi en Washington, iba a decirle a Marcos que jamás regresaría a Rumania, fue solo verte, y me enamoré de ti, y  entonces decidí que si aceptabas el cargo, no podía hacer otra cosa que estar a tu lado, para cuidar de ti, yo no iba a aceptar ser tu subjefe, solo cuando supe que aceptabas el cargo, aceleré mi divorcio, y decidí seguirte… para siempre

_Entonces, más  soy el culpable de todos los riesgos que están todos corriendo acá, por haber aceptado este maldito cargo, solo para huir de investigar lo de Silvina, del dolor de la pérdida, del de ver a los chicos desolados, nunca pensé en el riesgo ni nuestro ni de quienes me fueran fieles, el tuyo.

_Como sea, ahora debo regresar por carga, e intentar hacer arrancar ese maldito coche, y  sí, tengo que viajar a la capital, terminar de averiguar aquello _ afirmó Pedro pensativo __. La valla quedó desierta, tal vez continúe así, sin tan solo tuviese un transmisor,  códigos encriptados,  algo real para construir una llave, nunca me he encontrado solo conmigo mismo.

_ ¿Todo eso manejas?

_Perdón, Guille, tengo una autorización de alta seguridad firmada, un acuerdo de confidencialidad, no deberías ni siquiera saber del refugio, ni del grupo de elite hasta que pase mucho tiempo, en verdad, no puedo traicionarlos ni quiero comprometerte, si el mensaje primero o este llega a Beto, no descarto que ellos nos rescaten antes que Marcos, y no puedo contarte. Tengo de todo, pero no acá, tenía en la Ranger, y tengo en la embajada, en el refugio, acá nada de nada.

 _A veces pienso cuánto te conozco, pero da igual, te ahorraré el trabajo de seguir preguntando así no tienes que mentir al hombre que amas, solo deseo que no sigas arriesgándote.

_Nada de lo que fui, cambia que te amo cada día más, eso es lo único que debe de importarte -dijo_. Tengamos presente que a veces es importante perder el norte, porque eso nos hace descubrir que podemos ir en muchas otras direcciones.  Siento este sitio como un hogar, y eso es solo porque estoy contigo. Mas si deseas continuar la carrera diplomática, no seré yo quien te disuada, te acampanaré en lo que decidas.

__¿Carrera? _ se asombró Guillermo__, eso nunca existió, es posible que esa gente de carrera sea la que quiere eliminarme, no, tan solo quisiera terminar este mandato, para luego desaparecer, con vos, con los chicos, ¿podrás en verdad dejarlo todo? ¿Eres  miembro de algún servicio…  de inteligencia?

Pedro pintó los hoyuelos, Guillermo negó con la cabeza, acababa de prometer no preguntar mas deseaba saberlo todo, y tal vez, nunca Pedro dejaría de ser un enigma, pero era valiente, inteligente, confiable, era su amor.

_ ¿Por qué odias tanto a Juan si no es él quien nos tiene acá?

__Eso no quita que sea un cerdo dictador, que  tal vez esta guerra la desencadenara él, que sea un asesino_ explicó__, pero tú le sirves más vivo que muerto, puede haber estado tras lo del refugio, y lo de Gaby, mas no acá, él quiere seducirte, y usarte para colocar un pie en occidente.

_ ¿Por qué dijiste que eras una máquina de matar?

_Porque me entrenaron para ello, si estuvieras en peligro lo sabrías,  con poco puedo defenderte y supervivir, pero no soy inmortal ni me creo dios, no creas.

__Algo vislumbré cuando lo trompeaste a Juan por celos en la fiesta, y aún no sé por qué no te envió a fusilar tras ello.

_Por lo mismo que no lo hace contigo, los dos le servimos más vivos que en la tumba. Amor, puedo sacarme una bala de mi propio cuerpo y coser la herida, y te lo digo para que comprendas, es ahora cuando puede que tenga la posibilidad de cargar el burner.

_No podrías huir con el pie así, ya llegaron esos hombres acá, escapaste de la balacera hace un rato, ¿cuánto más? _ explicó el embajador_, además, no quiero separarme de vos todavía. ¿Me regalarías unas horas antes de volver allá? _ suplicó en la mirada penetrante.

 

Pedro lo deseaba tanto como Guillermo, y estaba a punto de decirle que no e ir hacia el enchufe, cuando algo lo detuvo esta vez.  ¿Y si le ocurría algo a alguno de los dos? En la situación en que se hallaban debían aprovechar cualquier oportunidad que les concediera la vida, tal vez  no se volvería a presentar, ya ni siquiera se atrevía a proyectar el futuro. Así que, en lugar de rechazar su propuesta, Pedro aceptó.

_Está bien, tienes razón además, no podré caminar ahora mismo. Ojalá pudiéramos hallar en pie un hotel, una posada, algún sitio de la resistencia, ya que esos milicianos llegaron acá, pero no, saldremos antes, además en todo este tiempo no he visto ni uno.

_Yo estoy bien acá, cuando no sales, tengo todo lo que necesito.

__Estamos apenas en una habitación en ruinas, austera, con una cama improvisada, el escritorio como mesa, de paredes agrietadas, boquetes, ventanas sin vidrios…, esto me lleva a pensar que si no sucediera nada más,  si decides terminar este periodo, en la capital buscaré un departamento, limpio, sin micrófonos, un sitio que sea nuestro lugar de encuentro, nuestro mundo de dos. No podremos convivir mientras estemos acá, pero sí al menos pasar noches juntos _ le dijo sonriendo.

_ ¿Aún piensas en salir de acá y viajar hacia allá?

Pedro asintió, y calló la protesta del embajador sellando los labios con un beso.

-Por ahora este palacio resiste a los bombardeos, sigue en pie, y será nuestro hogar hasta que reciba esas instrucciones, y logre abrir ese auto, no entró la maldita cosa que llevo días haciendo.

_Yo ni siquiera imagino cómo puedes de la nada imaginar que con eso lo harás arrancar, pero sé que lo vas a lograr.

 

Sin perder un  minuto más, con temor a que escapara, Guillermo lo tomó en sus brazos,  comenzó a besarlo mientras lo desvestía con delicadeza, murmurando protestas por cómo se había lastimado.

Poco después Pedro se hallaba solo en bóxer, sus manos emocionadas temblaban mientras desabrochaba la camisa de Guillermo que él acabó de quitarse, como los pantalones, ahora todo le molestaba. Luego Guillermo con su mayor ternura, lo fue llevando hacia su cama, lo tendió despacio sobre las mantas, cuidando de no agravar las heridas. Sus cuerpos se amoldaron las pieles trepidaron, sus cuerpos se unieron, Pedro gimió suavemente cuando las manos de él recorrieron la piel. Ya no tenía dudas, se había decidido, y como todo lo que hacía, una vez tomada la decisión, seguiría hasta el final, cumplirían su sueño de ser libres, fue lo último que pensó.

 

__Te amo precioso _ dijo Guillermo mientras hundía sus dedos alborotándole el cabello sin dejar de morder sus labios, de absorber su lengua, de paladear su sabor, de respirar su aire.

Besó y acarició cada centímetro  de su piel, y trató de mostrarse lo más delicado posible al entrar en él, sintió cómo se tensó al volverlo, miró el pie, lo esquivó y se adentró donde deseaba estar para siempre al sentirlo relajarse entre la jaula de sus brazos e iniciar el vaivén armónico y sublime de cada vez, hasta que la pasión los arrebató a los dos, y el frenesí ganó a la calma, sintieron que aun con separaciones, estaban hechos el uno para el otro, que siempre se volverían a encontrar, que le vejez los hallaría juntos, que eran adecuados, justos en cuerpo y alma, mas en ese instante previo a desarmarse en una explosión mayor que las del afuera, los pensamientos eran caos, o se difuminaban en puro placer, eran veneno para cuerpo y alma que los llevaba a la agonía, se estremecían al pensar y sentir los cuerpos desnudos unidos fundiéndose de placer en una cama improvisada,  cuerpos sudados entrelazados con  mantas revueltas,  manos que recorrerían cada centímetro de anatomía, cuerpos de almas desnudas,  deseando frenar el ritmo, amarse despacio, recorriendo lentamente la geografía memorizando cada poro de  la piel y dibujando el mapa del deseo… Recordar,  unos ojos clavados en los otros sintiendo cómo  manos deseosas recorrían los accidentes de cada cuerpo  mientras  se miraban con deseo, con pasión,  tomándolo Guillermo en cada embestida, muy fuerte de las caderas, marcándolo a fuego por fuera y por dentro recorriendo el cuerpo con la boca…

“_Me excito al recordar mis besos recorriendo tu espalda,  tu cuello, tus pezones  desnudos ante mis ojos,  aun recuerdo el olor de tu piel, el calor del deseo,  el mundo se detiene con el brillo de tu mirada  y el calor de tus suaves caricias, tus manos de seda recorriendo mi cuello, en esos besos  en los que nos fundíamos los dos… Ambos agitados con la respiración acelerada  al finalizar mientas nos comíamos a besos, recobrando el aliento aun te recuerdo,  tú fundiéndote sobre mi pecho amándonos,  yo recorriendo con mis manos tu espalda, acariciando tu redondas nalgas, un suave beso  por tu hombro que nos trasporta al paraíso…

-Amor estás temblando- te dije abrazándote con cariño fuerte sobre mi pecho, se oyó de tus labios un…

- Sí - casi inaudible, apenas escuché un susurro  pues con un hilo de voz te aferraste aún más a mi pecho  para que te protegiera y sentir mi calor… “

__Deliras cielito.

 

_No, en cada cima de placer recuerdo el previo, y siempre es el siguiente superior.

Cuando la tormenta aplacó, yacieron juntos enroscados, jadeando, Guillermo lo estrechó contra su cuerpo, besándole los nudillos lastimados.

_Te amaré siempre – le prometió con voz ahogada por la emoción.

Pedro sabía ahora que era verdad, solo confiaba y pedía en que ese siempre no acabara demasiado pronto  para ninguno de los dos. En ese entorno ya nadie podía estar seguro.

_Yo también te amo _ susurró con lágrimas en los ojos.

Al verlas, Guillermo hubiese querido rezar para que nada ni nadie pudiera separarlos en ese mundo hostil, asolado por la guerra y el riesgo.

_ ¿Quisieras cuando todo acabe tener más hijos… juntos?

_ ¿Más? Con Abdul tendremos cinco, ¿me preguntas si quiero adoptar a más de la misión?

_No, si quisieras que una vez libres, usáramos nuestros genes para crear más vida, cuando nuestros hijos puedan estar seguros y a salvo, cuando seamos libres de casarnos. Cuando mi hermano murió, siempre deseé haber tenido más, y siempre soñé con una familia enorme.

_Bueno, en realidad Fabián es un grandote que echará vuelo, a Malena antes la mataría, podría ser _ dijo Guillermo sonriendo.

_Es hermosa, tan dulce.

_La tuya es divina.

_Malena me la recuerda, así imagino a Dayana a su edad, aunque más revoltosa.

Los dos deseaban permanecer despiertos todas las horas, para saborear cada instante juntos, más Pedro al fin se quedó dormido entre sus brazos, no oyó bombas, ni nada más esa noche, no despertó hasta que Guillermo apartó apenas la cortina improvisada de oscurecimiento que colocara luego de la entrada de los guardias, y los primeros rayos de sol se filtraron en la estancia. El embajador le acarició con dulzura la mejilla apartándole mechones rebeldes, Pedro regaló su sonrisa.

 

_ ¿Lo que pasó ayer luego de que yo volviera derrotado fue solo un sueño? _ le preguntó en un susurro.

_Sí, fue así, dormí cobijado dentro de vos, así no huirías porque yo soñé lo mismo _ respondió.

 

Volvieron a hacer el amor mientras Pedro continuaba dentro de una placentera somnolencia, solo despertó a regañadientes, cuando Guillermo se retiró de su interior, sintiendo el vacío, el frío, no había esperado que lo tomara con tanta pasión y dulzura, como ahora acariciaba su tobillo herido, y lo mimaba con besos.

_Amanecer de lluvia, de lluvia callada, fina y pertinaz que cae insistentemente, mientras yo aún recostado, mirando el infinito, ilusionado, recordando tu mirada, con mis labios secos y sediento de tus besos, enamorado hasta de lo que callas, escribiendo versos en el aire, deambulado en la antesala de la pasión, allí es donde te espero, te deseo, donde estarás y donde serás mío…

 

Por turnos fueron al baño a asearse, con temor de hallar a algún intruso, mas no había nadie.

Cuando Pedro regresó, Guillermo observó fascinado cómo él volvía a vestirse. Era como contemplar un estriptis al revés y se sintió igual de excitado que al desvestirlo, no tenía prisa.

_Sueñas con el suculento desayuno_ le dijo Pedro con picardía.

_En realidad sueño como mi sueño convertido en realidad, así es desde la primera vez en que hicimos el amor, sentí  que  todo había cambiado en mi vida, sentí que desde ese momento te pertenecía para siempre. Pedrito, sé que más temprano que tarde saldrás, ten mucho cuidado, si te pasara algo…

 

No pudo acabar la frase. Ese era el miedo que todos debían de sentir entonces por sus seres queridos, el que Pedro habría padecido antes con su hermano y en cada misión, una bomba que cayera en cualquier momento, una misión sin regreso, un avión derribado, y ya sin regreso, algo de lo que Guillermo hasta entonces no había tenido siquiera consciencia.

_Te amo, recuérdalo siempre, y cada vez que me separo de ti es como que el corazón abandona mi pecho, porque queda contigo, nunca he amado a nadie como te amo a ti, y aunque ahora mismo parezca imposible vislumbrar un futuro ante tantos peligros e incógnitas, por otro lado tengo la certeza de que siempre regresaré.

Pedro se acurrucó de nuevo a su lado.

_Me pregunto cómo podría haber sido todo de habernos conocido en una vida normal, en otro sitio, en otro entorno _ soñó.

_En una vida normal, no nos habríamos conocido nunca, o yo estaría casado con Silvina y vos con Camila, amorcito.

_ No sé, quisiera que pudiéramos comprometernos, colocarte un anillo, tener ese departamento, vivir en secreto, casarnos en secreto, por ahora. Sueño con viajar con nuestros hijos a un sitio lejano y exótico, con tener nuestra casa, nuestro bufete de abogados, la familia grande, con no sufrir apremios, con tener todo el tiempo del mundo para amarnos, nunca he sido tan feliz en toda mi vida como en tus brazos, quiero al fin que podamos tener un futuro… embajador.

Pedro lo echó los brazos al cuello, los labios se unieron, la razón se dio en fuga.

Te observo mientras duermes, y el deseo comienza a instalarse, sigo mirándote y mojo mis labios, intuyendo lo que ha de venir, trato de contenerme mordiendo mis labios, mas no puedo, me recuesto a tu lado, tu aroma comienza a envolverme, la razón se pierde, y el deseo es el que gana esta partida, acaricio tu desnudez, mis labios inquietos inician un camino de besos por tu espalda y uno tras otro me acercan al lugar que tanto deseo, despiertas, pero te mantienes inmóvil, los suspiros y gemidos lo invaden todo, mis manos acarician tus lugares secretos, preparándolos para poder saciar mi sed y lentamente la pasión va creciendo, siento tu calor quemando mis labios, temblorosos y ardiendo juntos, vamos lentamente alcanzando el clímax, te das vuelta, me miras y dices: ¡No hay prisa amor, la noche es nuestra! Hoy amanecí  con tu rostro en mis pupilas, el sabor de tus labios aún en mi boca y sintiendo el calor de tu cuerpo, así como los aromas de tu piel, inundando toda la alcoba, volví a la realidad,  al ver tu desnudez acurrucada  entre mis brazos y entonces me di cuenta que esta vez,  no te había soñado…

Dos cuerpos bajo una ducha, que se vuelven uno solo, labios mojados que se unen, gotas de agua que acarician apasionadamente los cuerpos, manos enjabonadas y ardientes  que recorren y seducen, gotas que se deslizan, mojándolo y refrescándolo todo, espuma que lentamente comienza a vestir la desnudez, besos, caricias y sensualidad bajo una corriente de agua, que trata de mojar y alivianar una pasión, pasión que se convierte en desenfreno, agua y jabón que seducen por completo y que se cuelan entre las hendiduras de los cuerpos,  espuma que nos llevan a gozar  de los momentos más sublimes del amor, agua que sigue cayendo, excitándonos al máximo y llevándonos al éxtasis, bajo la lluvia de una ducha.

 

No lejos de allí.

_Mira, me piden ayuda para hallar al embajador _ dijo Arismendi con sorna a su amante_.  Buena tajada podría sacar si lo hallo, claro que mi venganza con Pedro sigue en pie, no debió de elegirlo a él, ¿tienes las fotos aún?

_Obvio, a resguardo.

_Bien, aunque creo que me encantará entregárselas en persona al… embajador. Si  es que alguno de los dos sale de esta con vida.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.