domingo, 26 de diciembre de 2021

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

EL EMBAJADOR

TERCERA PARTE

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

 


El destino o Alguien los había puesto allí, y con ello les había regalado todo el tiempo del mundo, contra planes  siniestros de otros, para encontrarse y conocerse en profundidad, para amarse más allá.

 

“El hombre nunca es sincero cuando interpreta su propio personaje.

Dale una máscara y te dirá la verdad”. Oscar Wilde.

Siempre habrá personas que les gusta recoger frutos

de lo que nunca han sembrado… “Montecristo.”

“El amor usa muchas máscaras, la más peligrosa,

es la máscara de la virtud”. Sleepy Hollow.

__ Lo que las personas buscan en la vida se puede dividir en pocas cosas, por supuesto que la mayoría buscamos o quisiéramos todo, pero “todo” no se puede. Enseguida aprendemos que todo no se puede y entonces le apuntamos a algo principal, y lo que podamos de lo otro, te lo ejemplifico: Algunas personas se concentran en triunfar en lo económico, ser ricos y lo logren o no, su corazón está en eso. Otras personas ocupan la mayor parte de su tiempo en conseguir logros personales. Estudios, cursos, aprendizaje, lo que sea. Otras personas se enfocan en criar a sus hijos y dicen sentirse completos, satisfechos, realizados siendo padres y dedicándose full time a esa tarea. Otras personas dedican su vida a Dios y son los mejores remunerados, sus vidas realmente están llenas pero siempre y cuando realmente estén en el lugar correcto, si no… desperdiciaron su tiempo.

Hay otras personas cuyo interés no se manifiesta tan claramente como en los ejemplos anteriores, digamos que en ese grupo entrarían los que no saben lo que quieren, los que no les importa nada y los que ni siquiera entienden qué hacen acá, en la tierra. No me quiero concentrar en esas personas, más bien pretendo mostrarte que no hay muchas cosas en pos de las cuales ir, son pocas y comunes a la humanidad.

Hay un grupo de personas, los menos, que enfocan toda su atención en el amor, tratan de que su vida sea completa o sentirse realizados con lo que realmente llena a las personas, el amor. Estas son las menos, pero son la clase de personas que jamás se van a arrepentir de su elección aunque sean defraudados o traicionados. Su realización se basa en el amor que ellas dan sin miramiento y aunque tengan que atravesar momentos dolorosos, saben que su elección fue la correcta, que no perdieron su tiempo, que su manera de vivir fue la más remuneradora y nunca se van a sentir vacíos.

Las personas que van tras las riquezas, si es que las logran, pronto entenderán que el vacío existencial, el sentimiento de que no se va a ningún lado, no se llena con viajes, compras, o comida. Seguramente para tapar ese sentimiento, viajarán más, comprarán más, comerán…

Quien dedica toda su vida a la crianza de sus hijos y olvida su propia vida, en algún momento comprende, de la peor manera, que una vez que ellos crecen, vuelan y en el mejor de los casos, se quedan cerca pero estarán la nuera o el yerno y las ocupaciones de la vida, e irremediablemente tienen que confrontar la realidad: No tienen vida propia y aun son mujeres u hombres pero ya con poco tiempo o sin él.

El que le apunta a la realización personal, no tardará en sentir vacío y seguirá estudiando más para no tener tiempo en pensar otra cosa.

Todas las personas tenemos un poco de cada cosa pero no se puede todo. También hay algunas excepciones pero son eso, excepciones. La mayoría solo puede elegir poner su corazón en una sola cosa y repartir lo que quede un poco acá y un poco allá.

Si tu vida entera la encausas en el amor y comprendes la importancia de sentirse satisfecho con lo que uno tiene, de alguna manera has descubierto el secreto de la felicidad. Más allá de que las circunstancias te sean favorables en lo económico o no, el sentimiento de plenitud, te va a acompañar siempre y quizá  también tengas la alegría de que alguien a tu lado también te va a dar su amor, en los buenos o malos momentos. Es muy fácil confundirse y dejarse llevar por este mundo que no sabe a dónde va ni qué quiere. El amor es perfecto y yendo tras él, nos convertimos en mejores personas a pesar de las decepciones.

__ ¿No me podías simplemente responder mi pregunta con unas simples palabras? ¡Por Dios! Solo te pregunté si me amabas, Guille.

__Hace muchos años que voy tras el amor, ¡sí! Sos la recompensa a mi elección. Sos  el hombre que siempre soñé.

 

Guillermo se removía y gruñía en sueños, Pedro adormilado comprendió que estaba soñando, padeciendo una pesadilla más bien, era extraño, en él sí eran frecuentes… una misión fallida, la muerte de su hermano, la guerra, pero no en Guillermo. Con sigilo le depositó una lluvia de besos suaves como pluma, sin resultado, le susurró ternezas al oído mas él seguía hablando cosas ininteligibles, hasta que al fin pálido y empapado en sudor, terminó entre sus brazos abriendo los ojos como ventanas, gritando los nombres de sus hijos.

Pedro le clavó la mirada, le tomó  de la barbilla hasta tropezar con los ojos color café inundados en pánico.

 

__ ¿Amor? ¿Qué sucede?

__Pedrito… Los chicos, Fabián y Malena…

__Shhh… __lo cortó Pedro adivinando la pesadilla__. Fue un mal sueño cielo, ellos están bien. Tranquilo, amor, tranquilo.

 

Guillermo se aferró a su amor como si en ello le fuera la vida, por las mejillas,  las lágrimas silentes habían dejado surcos, Pedro los deshizo con sus pulgares.

__ Fue un sueño muy feo, ellos, mis hijitos, Fabi al inicio me llamaba, y yo corría hacia ellos, pero… cada vez que estaba por alcanzarlos, una bomba caía entre ellos y yo, nos alejaba, nunca tomé sus manos, y…

__Ya mi amor, no sigas, te lo prometo que ellos y Abdul están perfectos, nada les sucederá, ni verán jamás una bomba, ¿me crees? __ intentó Pedro sin dejar de acariciarlo.

__ ¿Y si allá también están en guerra? __ interrogó Guillermo intentando desalojar los pensamientos negros que lo habían dominado en sueños.

__Así esto fuese general, es imposible que alguien bombardee el colegio, amén de que tienen refugio, Guille, mi amor, estás  transfiriendo a ellos el horror que vivimos nosotros, pero te prometo, sea Juan el cabecilla de todo u otro, jamás estos países irían contra occidente, y esto no debería decírtelo, pero todos ellos intentan ser aceptados por la OTAN, no harán nada a los chicos.

__Te creo, pero lo siento aquí __ y con la mano se señaló el pecho__ es un presentimiento, algo feo va a suceder, peor que estar atrapados acá__. ¿Y si no pudiéramos salir y ellos quedaran solos? ¿Quién se ocuparía de ellos si morimos Pedrito?

__Shhh… no digas eso, te lo prometo, me salvaste la vida hace un rato, y no creo que si Alguien superior existe, quiera que ahora no regresemos, eso no va a suceder,  mis mensajes llegarán, si Alberto lo hace terminar en mis jefes del grupo de elite, ellos en una hora nos sacarán de acá, y no tengo que decirte lo que es Marcos para mí, es mi padre, es más,  hasta puede que ya todos los servicios de inteligencia nos estén buscando, tranquilo mi amor, daré mi vida si no llegan pronto, pero tu saldrás de acá _ afirmó Pedro apretujándolo a su pecho.

__ No digas eso nunca más __ le gritó Guillermo__, cuando creí que morirías en esa casa no supe cómo seguir si algo…,  saldremos juntos de esto, o muero con vos, ¿entiendes? ¿Alguna vez estuviste cerca de la muerte en alguna misión? __ indagó Guillermo.

__Una vez, lo más cerca de ella  que estuve fue cuando desapareció mi hermano a pasos de mí, en misiones estamos muy cuidados, solo una vez, uno nos traicionó, y caímos en una trampa, es decir, la vimos antes de iniciar el operativo, pero seguimos adelante, pero al fin un compañero me salvó, el herido fue él, pero no murió tampoco, ya Guille, no hables más de morir, saldremos de acá, mi querido embajador. Si me hubieras hecho caso de volver a casa, pero ahora tendrás que confiar en mí. Yo también temo, también dudo, ya no sé quién armó esto, si son cosas diferentes o la misma  que se inició  en el refugio, siguió con el papá de Gaby, luego contra mí, para alejarnos y capturarte, si todo está unido, Juan está detrás, si son cosas diferentes, tal vez no, pero nadie iría contra occidente, menos contra los niños, eso te lo aseguro, y yo solo necesito cargar ese maldito adminículo para recibir instrucciones, así me escabulla en el puesto de los guardias.

__No lo harás. A veces no recuerdo, o no me reconozco acá, con un hombre, enamorado de él, miro atrás y recuerdo mi apacible vida acomodada con una mujer, como abogado y profesor, y no sé cómo vine a parar acá, pareciera otra vida, pero el caso es que aun en medio de estas  bombas, pasando hambre y aterrado, si estás a mi lado me siento vivo, más que antes, y sí, puede que el sueño fuese temor, unido a lo que nos sucede a nosotros, pero no me arrepiento de haber subido a ese coche para seguirte, al menos te hice reaccionar en esa casa, no estaba Alberto, y solo yo podía, porque si te pasara algo, ni mis hijos ni yo  saldríamos de Rumania _ adujo serio Guillermo.

 

Lo miró. El hombre fogoso y valiente que tenía delante lo cautivaba de modo inexplicable siendo que al conocerlo lo odió. Dulcificó la mirada, Pedro sonrió y Guillermo se dejó mecer por el sonido de esa sonrisa con hoyuelos cristalina. Era un hombre bello, inteligente, corajudo, generoso en su entrega, fiel en la amistad, sin retaceos ni ocultas intenciones, amaba a sus hijos como propios. Los ojos quedaron atrapados en la hipnótica mirada del hombre, y Guillermo fue calmándose a medida que solo escuchaba la voz seductora,  hasta que al fin las palabras fueron penetrando en su mente y prestó atención, y una oleada de ternura lo invadió, Pedro dejaba que su mirada reflejase su deseo, con claridad sus pensamientos.

Guillermo lo miró con intensidad indagándolo con sus ojos penetrantes. El aire se empañó entre ellos por las lágrimas que fueron agolpándose bajo sus párpados, y clavó de súbito la mirada en los ojos almendrados, atando a Pedro en un pedido desesperado, hasta que la mirada tropezó con una advertencia en los ojos de Pedro. Habían establecido un modo de comunicación donde a veces el silencio era más elocuente que miles de palabras, y mientras Pedro deslizaba piropos en su oído, Guillermo demoró en poder enhebrar las palabras y respuestas adecuadas. Guillermo supo que lo que había comenzado como un capricho de hombre curioso por otro más por aburrimiento y diversión, hoy era un amor que estaba a punto de consumirlo. Sin darse cuenta el destino había trenzado sus caminos con fuertes nudos. Y su corazón clamaba por su amor de cualquier modo que fuese, aunque no fueran libres en ese país, aunque no pudieran casarse, ni siquiera vivir juntos aún, y de pronto Guillermo acercó a Pedro a su pecho de un tirón.

__Mírame _ le ordenó.

 

Los ojos verdosos titilaron al elevarse hacia los suyos, había esperanza y temor en el fondo.

__ Déjame besarte, déjame liberar el amor. Y sigo andando en los senderos sin ver y sin sentir, quizá  busco lo que nunca tuve, sin saberlo ya no sé qué soy, qué seré, o si voy a serlo. ¿Será una canción desesperada muda en mis oídos? ¡Fuera máscara inaudita! Quiero que me veas y verte. Contigo voy a liberarme a mi amor sin suerte porque sé que yo nací para quererte y mírame, para que te bese al mirarte, sin tenerte. Ven a mí amor de mis amores, acércate a mi lado, te contaré la triste historia de mi vida, mi pasado… yo era un hombre gris, entre los fuegos del diablo que con tu amor apagarás con un beso de tus labios.

Deja que la fresca brisa nos cobije bajo el infinito cielo, deja que mi canción se escuche con todos los sentidos, deja que suavemente hagamos nuestro amor consentido, deja que busque una estrella y le diga que te amo y quiero. Estoy aquí amor, y con mis ganas de arriesgarme con el tibio y dulce sabor de vos, y enamorarme. A veces creo que eres aire, y otras veces te siento como el agua, pero siempre te transformas en un fuego abrasador, en un fuego, que me alucina, que hace arder mi alma, que me roba la calma, que me enloquece y me arrebata, ese fuego que incinera mi piel, cuando tu piel a mi piel  abraza, ese fuego que hierve en mis venas,  que me hiere y que me mata, ese fuego que ha atravesado el espejo del tiempo y la distancia, haciendo de dos vidas, una sola vida, porque tú eres fuego, mi pasión ardiente y fuego, puro fuego…

__El más hermoso amanecer eres tú, sí,  tú mi amor, ya que una vez más he despertado pensando en ti, veo las primeras luces de la mañana, escucho las aves que cantan, mi corazón dice que te extraña, mi cuerpo da gritos y te llama, qué hermoso es despertar con tu imagen en mi mente y más sabiéndote a mi lado, aun en medio de una guerra _ susurró Pedro__. Bésame, mientras las primeras luces del alba nos invaden, bésame con pasión hasta romper el silencio del deseo, bésame como saboreando el tiempo y ahoguemos nuestros sueños, bésame, pero bésame ya, que hoy quiero morir en tus labios. Estoy atrapado dentro de un suspiro, que exhaló mi corazón cuando te conoció, tu mirada fue un mimo para mi atormentada alma, y la mágica luna también nos sonrió... El hechizo transformó las flores del cardo, en sedosas orquídeas de sublime glamour, acunando el eterno sueño de mi soledad, musitando  murmullos  inconscientes desde mi interior... Estoy atrapado dentro de un suspiro, que juega en la mano, haciendo saltar la banca de mi cabeza, porque me quita el sueño y no me deja pensar... Está tiritando mi piel arropada por tu corazón, en medio de la cálida luz de un albor trémulo, que irradia los rayos tibios del supremo sol, desplazando a la luna de la noche perpetua... Estoy atrapado dentro de un suspiro, que ejecuta mis sentidos hasta hacer conmigo lo que quiere, para doblegarme con el sabor de la pasión, y beberse de mí hasta la última gota de deseo.

 

Pedro bajó los párpados, escondiendo su vulnerabilidad, y dejó que los labios de Guillermo rozaran los suyos, con delicadeza primero, de modo firme y demandante después, hasta que atrevidos forzaron la entrada a su boca repitiendo tantos besos descarnados dados por él, y ser besado de esa forma le quitaba toda resistencia, lo rendía a las caricias de ese imponente hombre sin poder resistirse. Estaba enamorado, no podía ser de otra manera, sentirlo así era una prueba. ¿Alcanzarían a los suyos los sentimientos de él tan esquivos al inicio? Él le hablaba de unirse, Guillermo aceptaba a veces. ¿De qué modo? No deseaba que se aferrara a él solo para ser rescatado, o como sintiéndose responsable porque lo salvaba a cada rato. ¿Y tenía derecho a condenarlo a un hombre con su pasado de guerra, de muerte, de dolor, con un presente de riesgos, de lo mismo, de traiciones? Guillermo era tan inocente, había sido tan manso hasta llegar a Rumania, tan ignorante de ese mundo feroz, cruel, desalmado.

Pedro había pasado buena parte de la noche perdido en sus pensamientos acerca del futuro de Guillermo, rumiando planes de venganza contra Arismendi, se preguntaba dónde estaría. Nunca le permitiría que tomara a Guillermo. Tales pensamientos agitaban su sangre, hacían peligrar su cordura, y fue entonces cuando percibió en medio del beso un sonido ahogado. Guillermo volvía a llorar, intentaba contener sus sollozos.

 

__ ¿Qué sucede, Guille? ¿Te sientes mal?

__No estoy enfermo, solo triste.

 

La confesión traspasó el corazón de Pedro. ¿Qué consuelo podía ofrecerle si él mismo era un despojo que por primera vez en su vida de soldado no sabía cómo salir de allí? Sin embargo, intentó tranquilizarlo.

__Lo que nos sucede es muy duro, las sombras nos enfrentan a los fantasmas, pero te aseguro que saldremos de acá, que cuando vuelvas a ver a los chicos todo esto también pasará, ¿tienes miedo?

Guillermo asintió.

-Guille, sé que me bloqueé, que me salvaste la vida, pero no volverá a suceder, y estoy acostumbrado al peligro, aunque esté solo y me despojaran del vehículo,  de armas, de mis hombres, te sacaré de acá, así que no debes temer.

__Pedro, yo no soy un buen hombre, hemos compartido cosas importantes y puedo confiarte mis temores.

__Pues tus temores sí, lo que dijiste es una barbaridad, yo soy quien no te merece, ni a ti ni a Beto, debería liberarlos de mí, a todos, desaparecer y hacerles ese favor luego de salvarlos de este infierno. Tú eres la mejor persona que he conocido en años.

__Como hombre digo…

__ No entiendo.

__Olvídalo. Es complicado explicar estas cosas a otro hombre, a algunos al menos.

__Porque no soy el tipo de hombre en que puedas confiar _ dijo con voz fría, Pedro.

__No te ofendas, a veces creo que no nos conocemos tanto como para que confíe mis intimidades como con… __y Guillermo se interrumpió, como si temiese pronunciar el nombre.

 

La reserva encendió el temperamento de Pedro.

__ ¿Quieres decir como a Matías? Puedo entender que yo no sea digno de tu confianza, a veces he sido brutal contigo, ¿verdad?

__No, Matías fue solo un buen amigo, o eso creí _murmuró Guillermo en tono nostálgico__. Hablaba de Silvina, ella hoy entiendo era más mi confidente que mi amor.

__ ¿Eso consideraste a ese traidor? _ omitiendo a Silvina__, Matías, ¿fue nada más que tu amigo?

__No es poca cosa. Pedro, si lo que quieres saber es si amaba a Matías, déjame decirte que cuando confié en él y lo creí buena persona hice un gran esfuerzo por amarlo mientras aparentaba ser mi amigo y amar a mis hijos, me parecía encantador entonces, sin embargo, el amor no es algo que se pueda ordenar al corazón,  yo no podía reconocer que te amaba, pero aun desconfiando, ni por Silvina sentí lo que me une a vos.

Pedro no contestó. Su propio corazón latía frenético ante las intimidades que refería Guillermo. ¿Qué más podría confiarle en ese sitio de cielo estrellado e iluminado por las bombas, donde solo por momentos apenas se percibían como sombras?

 

__Pedro, quiero pedirte algo, por si ocurre lo peor.

__ Nada va a ocurrirte, Guille, e intento que tampoco a mí, tanto buscar la muerte por sentir que no pude salvar a mi hermano y hoy lucho por mi vida.

__No, no, déjame decírtelo, lo negaré en la mañana _ dijo Guillermo presa de desesperación con el recuerdo del sueño, mientras lo que presentía golpeaba las entrañas de Pedro como una revelación no deseada, las palabras lo habían conmocionado al punto de olvidar dónde estaban__. Por eso te decía que no soy buen hombre, te traicioné con Matías, casi me sedujo Juan, y sin embargo, quiero que me prometas algo.

 

__ ¿Qué puedo ofrecerte yo que no sea dar la vida por sacarte de acá?  Nada, no tengo nada para ti mi amor, solo puedo decirte que no amé a Camila, ni a nadie más que a ti.

__ ¿No la deseaste? _ se distrajo Guillermo__. Es preciosa, digo porque yo sí pensé que amaba a Silvina.

__Yo no, y en cuanto a desearla, algo no funcionaba, ella era quien tomaba siempre la iniciativa, yo me dejaba llevar, no sé si eso me convierte en bisexual, tampoco amé a nadie, hombre digo, hasta conocerte, pero sí, descubrí el deseo con pares.

__ ¿Juan?_ Guillermo se movió y se acercó para escudriñarlo en las sombras__. Déjalo, no importa ya, no es lo que importa ahora. Pedro, ¿puedo confiarte a mis hijos si me sucediera algo irreversible?

Pedro dio un respingo, él también era padre.

__Nada va a sucederte _ susurró conmocionado por ambas ideas__. Yo podría pedirte lo mismo.

Tan seguro estaba que era muy factible su propia muerte, que jamás había pensado en los temores de Guillermo.

__Aun así, si algo saliera mal, o en otro atentado… Solo quiero tranquilizarme con respecto a la suerte de mis hijos, ellos te adoran, quiero que crezcan seguros, protegidos, amados, acaban de perder a la madre.

__Por eso mismo, no sería lógico que perdieran al padre, y yo también tengo hijos en ese caso, y más posibilidades de morir que tú. __Pedro respiró hondo ante el temor súbito que sintió, controló su voz para responder__. ¿Qué quieres que haga?

__Que los cuides, que los saques de acá, también a Abdul, que busques a tus hijitos y los lleves a ese país libre y seas feliz, que los eduques y les hables de mí, que sepan cuánto los amé.

__Ídem entonces.

-Pedro…

__ ¿No aceptarías ser tutor de mis hijos? ¿Es muy comprometedor?

__No es eso, tus hijos tienen mamá, pensé que deseabas que ella los cuidara, y Orestes, son sus nietos.

__No es suficiente Camila, y Orestes… No es Marcos que se hizo cargo de mí, es un padre distante, un abuelo responsable, un suegro respetuoso, pero no es continente, no es cariñoso, no, ¿en verdad eso crees, que solo deseo que queden en manos de ellos?

Parecía de pronto desolado ante la idea, Guillermo contuvo el aliento, estaba siendo egoísta de nuevo.

__Guille, no te tortures. Todo saldrá bien, cumpliremos nuestro sueño, y nuestros hijos crecerán juntos y felices, aquí, en Estados Unidos o libres en Argentina.

__De todos modos, necesito tu promesa, y yo te daré la mía, aunque no sé si viviría si te pasara algo, sé que al fin seguiría respirando por ellos _ dijo apenado Guillermo.

__Sea. Prometo hacer todo por tus hijos y los míos, si solo sobreviviera yo.

__Quiero algo más ahora.

Pedro temiendo ante la nueva exigencia, asintió en silencio.

__Bésame ahora.

 

Pedro ya olvidado de la pasión de rato atrás se sorprendió ante la petición, entrecerró los ojos evaluando la expresión del hombre que amaba, deseaba saber si hablaba en serio o se burlaba, pero no la veía en las sombras.

 __Bésame, Pedro, soy un hombre triste, y tengo miedo.

Pedro debería haber sido un santo como para resistir el tono suplicante del hombre que amaba. Levantó la mano, la acercó al sitio donde suponía que hallaría la boca sensual de Guillermo y fue recompensado con el tacto sedoso de sus labios. Los recorrió con la punta de su dedo índice, y sintió el calor de un suspiro, sensación que lo sacudió hasta la médula.

__ Otra promesa te hago __susurró __. Esperaré cada día el cálido rumor del viento anunciando tu llegada y espero la madrugada para decir lo que siento. Solo tengo sentimientos que me llenan de alegría para dártelos el día cuando me digas que sí. Yo los guardé para ti a lo largo de mi vida, quizá nunca verás mi rostro frente a ti, pero sentirás esa debilidad que se apodera de tus pensamientos a cada segundo, y que respirará eternamente en tus deseos intensos llenos de pasión por encontrarme aunque sea en un instante fugaz de tu vida.

La vida es difícil de describir,  nos paseamos en ella sin entenderla, pero  es lo mejor que podemos hacer, porque nos convencemos que nunca lograremos descubrir su enigmático juego de ajedrez.

Vagamos en ella como brisa en el viento, disfrutando o sufriendo cada situación, cuando nos chocan en la cara los embates imparables del tiempo, en mi vida y estoy seguro que en muchos  que se encuentran en el mismo camino,  no ha sido fácil, tropiezos tras tropiezos,  sabores amargos que se nos hacen adictivos no porque queramos  sino porque abundan en más cantidades momentos de amargura que con sabor a miel,  encauzamos nuestro destino tratando de olvidar,  disfrazando los fracasos en bellas y hermosas verdades para respirar un poquito de la paz que nos brinda la corta y fugaz vida. Miramos hacia el futuro tratando de montarnos en el tranvía de la felicidad y el amor, aunque siempre llevemos equipajes del pasado queramos o no,  seamos soñadores o no,  siempre permanecerán con nosotros esos recuerdos arraigados en el alma,  solo que debemos entender cómo convivir con ellos sin malograr nuestro futuro, es difícil pero nuestra mente está capacitada para ingerir y saber actuar acorde a lo que seamos capaces de proponernos. Dios siempre nos guiará en este pasaje ínfimo por la tierra y solo Él sabe cuándo viajaremos definitivamente al reino de la vida eterna,  mientras tanto con nuestros problemas debemos continuar tratando de buscarles soluciones a ellos y nunca ahogarnos  por pretender que otros nos lo resuelvan,  en ti esta la respuesta de un mañana deseado, solo vive sin remordimientos porque hacen mucho daño,  vive con el deseo a flor de piel,  con una pasión infinita en tu interior,  con un placer enorme en todo lo que realices como ser humano. Quizá me he extendido en lo que pienso sobre la vida.

¡Sabes que es posible que ella no me haya llevado muy bien!  Pero la sigo amando con todas mis fuerzas desde lo más profundo de mi corazón,  pues la felicidad la encontramos cuando existe amor en nuestro interior,  ese amor que brindamos desde adentro,  desde nuestra alma hacia el exterior,  hacia todos incluyendo a la propia vida.

Te amo Guille, y amo la vida, por ello sé que saldremos de acá, y de este país, ya no deseo morir, ya sé que anduve equivocado por años, solo quiero ser un simple abogado, socio de mi amor, afamado profesor, en el sur, en un país libre.

 

Se inclinó apenas, ubicándose mejor, comprobando que Guillermo se había movido también, acortando la distancia. Sin dejar de tocarlo, fue Guillermo quien acercó la cara y rozó los labios con los suyos, refrenando el impulso de separar esos labios carnosos, de empujar con su lengua hasta el fondo, hasta que sus ingles se tensaron al captar la tibieza del cuerpo de Pedro. Se alejó, y distinguió el bello rostro ofrecido hacia él, en actitud expectante, los ojos cerrados, las mejillas arreboladas, los labios entreabiertos, no podía resistir a esa tentación, esa actitud pasiva de entrega le crispaba las ansias, y unió de nuevo su boca a la de Pedro, lo sintió latir bajo su beso, estaba tan excitado como él. O quizá temblasen de miedo. Volvió a besarlo con insistencia, y captó la sutil invitación en los labios entreabiertos, sin detenerse a pensar en las consecuencias, abrió los suyos y atrapó la boca de Pedro con voracidad, recorriendo los recovecos cálidos con su lengua atrevida y sorbiendo la del joven con fuerza, hasta tomarla para sí, privándolo de toda voluntad.

Pedro se sintió transportado a otro universo, al fin Guillermo era su dueño, ese mundo era tibio, se sintió seguro en los brazos continentes, la corpulencia del hombre lo envolvía, las manos recorrían y delineaban su silueta escondida bajo poca ropa. Olían a tierra y pasto, olores distintivos de esas horas en el piso, mas reconfortantes, y en su repentina fragilidad necesitaba asirse a cosas terrenales. Elevó sus propias manos, enredó  sus dedos en el suave cabello del hombre que se estremeció al sentirlo. Impulsado por la necesidad, hundió los dedos hasta la nuca y allí permaneció, dejando que el calor del cuerpo de Guillermo aliviase su frío, pues aquel estaba en llamas. Había añorado esos besos de pasión que conservaban siempre la combinación de dulzura y audacia que tanto lo cautivaba. Con delicadeza retiró su boca y  en la oscuridad observó los rasgos, era perfecto, con los ojos enturbiados de deseo, los labios hinchados, el pelo alborotado, una oleada de ternura súbita se apoderó de él, y lo abrazó con fuerza, jurándose acompañarlo, protegerlo de todo mal.

Guillermo regresó al beso, aspiró con deleite ese olor tan de Pedro, deslizó los labios por el cuello, y descendió caminos. Su precioso había conservado una camisa raída, con una hilera de botones, las manos ansiosas de Guillermo desabrocharon los primeros, y, al no percibir resistencia, bajaron hasta las caderas, oprimiendo la carne con suavidad, moldeándola. El cabello crecido del joven a veces entorpecía los senderos, aunque también su tacto sedoso lo excitaba. Con una mano sujetó el cabello enrollándolo en su muñeca, tirando hacia atrás expuso el cuello llano a su boca exploradora. Con la otra mano continúo desabotonando hasta ver el torso bronceado o imaginarlo al tacto, el esbozo de montículos perfilados, y alejó la cabeza para verlos mejor.

__ Ven.

Pedro obedeció, trémulo. Guillermo acomodó las mantas de nuevo, lo obligó a acostarse. La noche sin luna, se extendía sobre ellos, cubriendo las caricias que las sombras delineaban. El aire que los envolvía olía a pólvora. No había testigos del encuentro, solo las bombas a distancia, el canto de  aves nocturnas. Guillermo cubrió el cuerpo de Pedro con el suyo, y lo mantuvo encerrado.

 

__ ¿Qué sucede? __ preguntó aquel ansioso al sentirlo más lejos.

__ Sos precioso _repuso el hombre con sencillez.

__Debo estar horrible __ lo contrarió Pedro.

__El hombre más hermoso que haya visto, y mío.

_Adulador.

__ ¿No me crees? No te culpo, te he despreciado tanto…

Sin aguardar respuesta, Guillermo recorrió el rostro del muchacho con sus dedos, deleitándose en la suavidad de la piel, en la rapacidad de la barbilla, deteniéndose en la comisura de los labios, el hueco detrás de las orejas, frotando de manera tenue los sitios sensibles de Pedro que respondió con un ronroneo que estuvo a punto de volverlo loco. Guillermo oprimió apenas la pelvis de Pedro con su ingle henchida, para que comprobase su estado de excitación. Y se divirtió al ver cómo abría los ojos como ventanas.

__Así me haces sentir _repuso con descaro que asombró a Pedro que no le conocía esa faceta desafiante.

 

Guillermo con sus fuertes muslos separó los de Pedro hasta quedar encajado en la suavidad de su cuerpo, chocando hombrías. Se frotaron un poco, disfrutando del disparo de sensaciones y produciendo deseos anticipatorios en Pedro. A veces sentían que en muchas cuestiones del amor entre pares eran vírgenes aún,  pese a haber estado y tenido a su hombre entre sus piernas y dentro de sí antes.  Había más cosas que los excitaban, más formas de cómo llevarlo a la cumbre más rápido, y tampoco Pedro pese a su mayor experiencia lo conocía demasiado en esos aspectos, aunque podían adivinar las sensaciones. Sosteniéndose sobre sus codos para mantener la visión y no pesar sobre él evaluó la situación, luego se arrodilló entre las piernas esbeltas, dispuesto a arrancarle el bóxer, mas lo pensó mejor, y tuvo la perversa inspiración, sin dejar de mirarlo, hurgó con sus dedos bajo la prenda, buscando la carne tierna que escondía. El respingo de Pedro cuando abarcó sus montes y fuente  le dijo que había dado en la tecla, y acarició desde la entrepierna la totalidad de lo hallado con delicadeza, luego siguiendo un ritmo, modelando accidentes, friccionando, frotando, mientras contemplaba las expresiones del rostro que oscilaban entre la sorpresa y el placer.

Pedro era todo suyo, esta vez él podía hacer lo que deseara, Pedro no se opondría a nada. El temperamento brioso del joven se ponía de manifiesto en la intimidad y se alegraba de ser él quien lo encendiera. Pedro ahogó un grito cuando las caricias aumentaron su ritmo y le produjeron un temblor involuntario.

 

__Aún no, espérame _ dijo Guillermo, con voz enronquecida.

Pedro  no podría haber respondido aunque quisiera. Estaba suspendido entre dos mundos, el de la razón y el de la locura, sin saber de qué lado caería.

 

__ Tan dulce, tan tierno, tan bello _ murmuró encantado Guillermo al ver cómo respondía el cuerpo a sus caricias.

Introdujo un dedo en el interior de sus dominios,  al mismo tiempo la otra mano siguió con su faena, y lo besó con fuerza, hundiendo también la lengua  en la boca tibia. Atacó las defensas de Pedro desde todos los flancos, saboreándolo y acariciándolo, hasta que él lanzó un grito, sofocado. Entonces, sin darle tregua, bajó la cabeza y reemplazó dedos y manos por lengua, labios y dientes, repitiendo invasiones y caricias con destreza de mago. Fue demasiado para Pedro. Incapaz de librarse de las sensaciones que lo invadían, maravillado, el joven solo atinó a aferrarse a los cabellos de su amante, sin saber si suplicar que lo dejara o que siguiese atormentándolo.

Guillermo entendía a la perfección su estado, de modo que continuó minando su voluntad hasta que el cuerpo de Pedro estalló, le empapó con su elixir que se apresuró a beber, mientras contuvo convulsiones, gemidos, gritos, jadeos, y vio la cabeza echada hacia atrás, rendido ante expertas caricias.

Con presteza recuperó su posición sobre el cuerpo de él, mientras le arrancaba el bóxer desgarrándolo, lo penetró con fuerza sin tiempo hasta lo más hondo, exhalando un grito de triunfo a su vez, sintiéndose más pleno que nunca. Inició una secuencia de embestidas y balanceos para hundirse y acariciarlo por dentro y arrancaba más suspiros, y jadeos. Pedro jamás pensó que existiera algo semejante, antes Guillermo pocas veces lo había tomado, y jamás así, no supo que un hombre pudiera tocar de esa manera, ni él permitirlo. Sin embargo, le había permitido a aquel hombre todo lo que él deseó tomar, sin reservarse nada ni pedir nada a cambio.

Guillermo se movió de pronto con frenesí, supo que increíblemente Pedro estaba nuevamente al borde del abismo, que se lanzaría con él al pozo, creció, se dilató, arremetió con furia hasta convulsionar juntos gritando los dos el éxtasis en plena noche y sin tapujos ante el placer derramado.

Acalorados y felices, Guillermo se dejó caer sobre el cuerpo de Pedro, murmurando incoherencias y repartiendo besos por todas partes.

Al cabo de un tiempo no medible percibió frialdad y elevó la cabeza para observarlo. Pedro yacía prisionero de su abrazo, los ojos muy abiertos y una expresión tensa.

 

__ ¿Qué ocurre mi amor, te hice daño?

La idea de haberle causado heridas en su fiereza  lo llenó de temor. Se incorporó, saliendo a regañadientes del acogedor cuerpo que lo contuvo, reteniéndolo en sus brazos mientras se acostaba a su lado.

__Soy un bruto sin remedio _ se quejó.

__Estoy bien _ dijo Pedro con un hilo de voz.

 

Guillermo miró con agudeza, el joven había vuelto la cabeza para que él no descubriese sus lágrimas.

__ Amor mío, ¿qué sucede?

La falta de reacción lo hizo zarandearlo con brusquedad para obligarlo a enfrentarlo. Pedro tenía los ojos enturbiados por llanto no derramado. Guillermo lo abrazó sin decir nada y permanecieron así por un rato hasta que los sollozos remitieron.

En su vida, jamás se había enfrentado al llanto de un hombre, solo algunas mujeres, y pocas, en parte porque aquellas con que se enredó probando su deseo sabían a qué a tenerse. Sin embargo, no era insensible a esas debilidades, las había vivido en su casa a veces con Silvina, pero sentirlo en Pedro le despertaba una ternura infinita que lo desarmaba, le hacía desear mantenerlo al abrigo de cualquier sufrimiento, evitarle todo desengaño. Se sentía ahora desnudo ante él. La coraza construida al conocerlo durante tanto tiempo y cuidado se resquebrajaba ante aquel adonis capaz de amarlo sin medida.

 

__A ver, cuéntame _ le dijo al fin, cuando él se calmó.

__No es nada _  comenzó Pedro, pero Guillermo lo cortó en seco.

__Prometimos no mentirnos ni engañarnos, ¿recuerdas? Por mi parte estoy cumpliendo.

__No quiero preocuparte con tonterías.

__Nada de lo tuyo me resulta indiferente. Esto es nuevo para mí, sentirme de esta manera. Si no he sido tu primer hombre, para mí sí has sido el primero que me inspira lo que ahora siento.

Pedro lo miró con intensidad e interés.

__ ¿Y qué es lo que sientes?

Guillermo permaneció callado unos segundos hasta al fin musitar.

 

__ ¿Qué nombre darle al sentimiento arrollador que me invade cuando estoy con vos? ¿Amor? Nunca había creído en la pureza del amor romántico con otro hombre. Hasta conocerte, Pedro Beggio, aunque lo negué.

Pedro titubeó, aún dudaba, reconocía a medias, y suspiró.

 

__ No quiero agregar un problema a los que ya tienes, cuando salgamos de acá, no te sientas obligado a seguir a mi lado. Soy complejo, pero independiente, tengo hijos, trabajo…

__ ¿Crees que me colé en ese vehículo solo para cumplir con vos, por curiosidad, como si fuera un alumno que corre tras la maestra, o como embajador? No, mi subjefe, no soy tan noble como pareces creer. Si querías a un hombre digno y entero, ese es Alberto tal vez, pero me temo que no es gay, aunque alguno debe de haber dispuesto si quisieras, yo no soy un santo, y si me aceptas, tendrás que aceptar todo lo malo también, mi carácter, mis enfermedades, hasta mi deshonra si no logro nada bueno en la embajada, todo. En realidad puedes salir perdiendo en el trato de aceptar ser parte de mi vida, soy demasiado egoísta como para renunciar a vos, en verdad, ¿estás dispuesto a darme un sí ante un juez alguna vez?

__Guille, te mataría, lo que dices de ti es para mí, quisiera abofetearte.

Pedro lo decía en serio de no vislumbrar al hombre herido debajo del estallido. Guillermo había recibido una herida mortal con el asesinato de Silvina, con ese cargo, con una aceptación a medias, con los atentados, al verse separado de sus hijos, ahora deshonra, era un término muy duro, él no lo permitiría, así corrieran riesgos lo apoyaría para que terminase su mandato.

Con su intuición natural decidió guardarse algunas preguntas y tal vez confesiones hasta que Guillermo afrontase la realidad del sentimiento hacia un par y sus consecuencias. Por ahora se conformaría con lo mucho que pudiera ofrecerle.

 

__Soy un tonto al hablar así, no tengo que pedir explicaciones a alguien que me ofrece compartir la vida, ¿no es cierto? _repuso recomponiéndose.

 

__En ese país libre te ofrezco casamiento __ confesó Guillermo.

Pedro no respondió aunque había sido él quien implantara esa semilla. No sabía si estaba siendo justo al condenarlo a compartir esa aventura alejándolo de sus raíces, del sitio ganado, de investigar el crimen de Silvina, para arrastrarlo a su lado, él había matado, había sido soldado, mercenario, ni siquiera sabía si no se convertiría en un desertor de la misma patria que era excusa a sus remordimientos.

Guillermo lo besó de improvisto y se levantó con rapidez, ocultando su desilusión al no escuchar una respuesta a su inocente comentario como tantas veces.

Pero no le importaba, por ahora todo estaba teñido de sangre, y se resignaba a lo que podía tener, estaban vivos, juntos, y Pedro estaría a su lado, al menos como amante, sabía que estaba enamorado, de eso no dudaba, quizás aún tuviese secretos, pero él terminaría de conocer a ese muchacho enigmático.

Lo sorprendió  oírlo murmurar:

 

__Estamos unidos por los lazos de amor… Todo comenzó como una sonrisa, vi cómo me mirabas y al acercarme a ti  entre tú y yo surgió una sincera amistad,  una amistad que poco a poco fue transformándose  en un bello sentimiento de amor…  Y sin darnos cuenta ese amor que nació entre nosotros  fue un amor especial, un amor muy intenso, un amor cómplice y apasionado,  juntos hemos compartido problemas,  risas y miles de experiencias,  juntos hemos atesorando cada momento, cada instante,  juntos aprendimos amar, a querernos,  juntos hemos descubierto la fantasía de estar juntos, de despertar cada día junto a ti. El amor es así, nace en cualquier momento  y en cualquier lugar,  llega sin dar aviso, este amor nuestro,  un amor que cada día crece más,  un amor que será para siempre  pues nuestro vínculo es muy fuerte,  nuestros lazos nos hicieron más fuertes,  son irrompibles los lazos del amor.

Tú eres mi vida, Guille. La vida está llena de amor, de cariño, sentimientos que salen del corazón  y llegan al alma, esas pequeñas cosas que  te alegran el día. Vidas repletas de emociones, sentimientos que nos dan calor  en las noches frías  del largo invierno, que nos llenan  el corazón de amor,  de sentimientos puros que nos abrazan  con el inmenso manto  del cariño más puro  que alberga  nuestros corazones. Tú eres mi vida, eres el  que me da  fuerzas para seguir luchando  en el día a día, eres lo más bonito  que existe,  tú, junto a nuestros hijos, que jamás nos abandonarán, que nos hacen  reír y llorar, que nos dan mucha alegrías,  alguna que otra tristeza  pero de la que nos sentimos  súper orgullosos  cada vez que los miramos, esas vidas  en las que pensamos  día a día más  que en nosotros mismos. Nosotros así formamos un hogar, es nuestra religión, nuestra manera de vivir, vivir en familia dándonos calor, dándonos fuerza,  ayudándonos a afrontar  el día a día, luchando por nuestra unión,  apoyándonos en los buenos  y malos momentos, en eso consiste el  hogar y a mí  me encanta el mío _ concluyó adormilado soñándolo__. Eso es lo que deseo y vislumbro mi amor.

 

Por la mañana ya no hablaron de lo sucedido, ni intercambiaron más que un beso, la vida apremiaba a salir de allí, y silenciosos compartieron las últimas galletas y los consabidos frutos de cada día, esas cosas que venían salvándolos del hambre y dándoles vitaminas necesarias para afrontar la jornada, las pocas galletas que quedaban las guardaron para la cena.

 

__Si al menos tuviera mi mochila de soldado con las galletas energéticas y las infusiones especiales __ dijo Pedro como para sí mismo.

Cuando terminaron, de pronto se levantó y con un lápiz comenzó a garabatear en la pared ante el escrutinio de Guillermo.

__ ¿Qué haces?

__ Un calendario, para marcar qué día es hoy y cuántos llevamos aquí. Es fácil perderse y no podemos darnos el lujo de perder el sentido del tiempo.

__ Tienes razón _ aceptó el embajador. Él mismo empezaba a enredarse con los días y las noches en el sitio adverso y sin salidas.

__Llevamos ya acá una semana _informó, Pedro.

__ A mí me parece un mes.

__ Es fácil perder la noción del tiempo, era una bendición para la gente que estuvo en campos de concentración, apenas veían pasar las estaciones al fin, pero no es nuestro caso. Y en mi libreta comenzaré a llevar un diario para no olvidar lo que vivimos aquí cada jornada __ dijo Pedro__. Tal vez luego lo podamos unir a las fotos para dar testimonio.

 

Tras dar por terminado el calendario en el muro se preparó para la salida diaria, ante la atenta mirada de Guillermo.

__Amorcito, esta vez voy a acompañarte _ exclamó decidido de pronto Guillermo al verlo alistado.

__ Eres el embajador, pueden estar buscándote a ti, es muy peligroso. ¿Olvidas que antes de asumir Marcos distribuyó tus fotos por el mundo?

__No vivo ya  mientras no estás, es peligroso para vos también,  sos más conocido en este país que yo. Si sigo encerrado me volveré loco. Tengo la barba crecida, por allí encontré unos anteojos, más una gorra, no seré el mismo que vieron de gala en las revistas.

 

Pedro reconoció que tenía razón, desde que habían llegado a la casa, Guillermo no había salido al exterior. Si la situación resultaba desesperante por sí sola, pasarla encerrado, solo podía volverlo mucho peor. Pero había una realidad incontrolable en las calles, y él era el embajador, mas aun así respondió:

__ Está bien Guille, vamos. Pero  tendremos que ser más cuidadosos que nunca.

Se camuflaron lo mejor posible usando la ropa que encontraron en la casa sobre la de ellos, las gorras que disimulaban el cabello, y Pedro cargó la mochila. Con el cabello más largo, y barba, estaban casi irreconocibles. En minutos caminaban las calles como un par de amigos normal que rogaba no cruzarse con las milicias mientras intentaba realizar un trámite.

 

__ Dejé en vista una casa deshabitada en la que sospecho que encontraremos algo de comer _ dijo con el tono del experto en pillaje de subsistencia. Luego de avanzar en su dirección, agregó_: Por supuesto que intentaremos cargar el burner, esa es la verdadera solución,  a veces pienso si el puesto de los guardias será tan infranqueable…

 

La mirada fulminante del embajador lo llamó al silencio, aunque Guillermo se sentía mejor, al fin estaba en la calle.

Caminaron unos metros hasta ubicar la vivienda. Y una vez que se cercioraron que realmente no había nadie, ingresaron. El interior se mantenía sin roturas. No parecía estar entre ruinas. El mobiliario de la sala  reveló que la casa había estado habitada por una familia con niños, aunque se notaba que hacía mucho que nadie la habitaba. Pedro voló a comprobar las perillas  de luz y de agua, los enchufes para sufrir la misma decepción, allí tampoco había electricidad.

Fueron entonces a la cocina, uno halló latas de papilla y leche para bebé, y  el otro,  dos paquetes de fideos.

__ Te lo dije.

__Pero necesitaremos fuego para cocinarlos _ alertó Guillermo que sabía que el anafe de la casa no funcionaba por falta de gas. La guerra se lo llevaba todo.

__Ya nos arreglaremos, conozco algunas formas de encender el fuego –dijo Pedro mientras cargaba el hallazgo en la mochila.

 

Cuando se hallaron en el exterior se cruzaron con una pareja, como ellos bajaron la mirada al piso. Los pocos habitantes que se aventuraban al exterior tenían miedo, nunca se sabía dónde podía estar el enemigo, o cuándo ni por qué podrían ser tomados por tal. Por la diversidad de grupos rebeldes que habían tomado la ciudad, el riesgo aumentaba.

Se alejaron unos metros y Pedro giró para mirarlos. Y obligado a girar la cabeza le repitió a Guillermo por enésima vez el plan.

 

__En la guardia había electricidad. Así que probablemente las casas cercanas cuenten con el suministro.

__No entrarás en una de ellas, Pedro.

__Lo haré, en una casa abandonada. Tenemos comida, ahora es prioritario cargar la batería.

__No cielito, la zona está muy vigilada por la milicia armada.

__Debemos probar.

__Es muy peligroso _ protestó.

__ Pero es nuestra oportunidad para comunicarnos y pedir que vengan por nosotros o saber algo. Mira, ya que quisiste asumir el riesgo de acompañarme, podré contar con tu ayuda. Guille, no hay alternativas para salir de acá, es esto, o lanzarnos.

__Está bien, intentémoslo.

Si querían salir con vida, debían explorar la zona, activar el burner y dejar que el gobierno o alguien más negociara las condiciones de liberación.

Avanzaron y, en las proximidades de la guardia, extremaron los recaudos.

__ Guille, allí, ¿ves la casa de techo gris que está en la esquina? __ Él asintió con la cabeza__. Sé que está abandonada porque la vengo observando desde el primer día. Está muy cerca del puesto, intentaré entrar pues creo que tiene electricidad. Me harás de campana en la vereda de enfrente, si algo te alarma, sílbame. O llámame, lo que sea que no te haga correr peligro, me das una señal y emprende el regreso.

 

Apenas avanzaron unos metros divisaron a seis guardias, Guillermo se estremeció, eso no era lo suyo, ni la guerra, ni ciudades sitiadas, ni armas, hasta menos de un año solo había sido profesor, y abogado que las veía muy de lejos, en relatos. Los hombres reían, hablaban fuerte, se entretenían relajados pues no había vehículo circulando por controlar.

Guillermo se puso tras de Pedro con un peso en el estómago, así hicieron un trecho caminando con sigilo sin que los guardias se percataran de ellos. Un poco más allá, un gentío lloraba alrededor del cadáver de un muchacho que tal vez había sido víctima de los bombardeos de la noche, la triste muerte los ayudaba a pasar inadvertidos.

Habían transcurrido instantes cuando llegaron a la casa. Sin preámbulos, Pedro se coló por uno de los laterales de la vivienda. Mientras tanto, durante unos minutos que le parecieron eternos, Guillermo desde la vereda convenida controló el movimiento de la calle, sobre todo el de los milicianos.

Poco rato después Pedro salió, negando con la cabeza, le anticipó así que no había tenido suerte, y de inmediato, sin avisarle de su plan, de un salto, se introdujo en la casa vecina desde una ventana sin vidrio, Guillermo dio un respingo y lo supo antes de ver, el movimiento furtivo llamó la atención de un miliciano, que abandonó el grupo para encaminarse a la vivienda.

En voz baja, Guillermo intentó hacerse oír por Pedro, pero este no daba señales de haberlo oído, y él no podía gritar o pondría en peligro la vida de los dos. Con el guardia aproximándose, decidió acoplarse a los dolientes que a pasos lloraban al muchacho, y comenzó a fingir a medias el llanto cantado,  más fuerte que los demás. No sabía de qué otra manera llamar a Pedro, hasta que sus sollozos se transformaron en gritos.

 

__”Pedro, escúchame, sal de allí”, rogaba. Pedro debía ponerse a resguardo de quedar adentro para que la guardia no lo descubriera, o que él le hacía de campana. El miliciano pasó junto al grupo y lo ignoró, como si la muerte y los deudos fueran moneda corriente, pero el lamento consiguió alertar a Pedro que con su grupo conocía todo tipo de señales, pero en su huida, fue descubierto. No podía caer, no podía dejarse apresar, él estaba desarmado pero podía correr más rápido, y haciendo uso de su destreza física, logró dar vuelta la esquina antes  de que el guardia le apuntara.

Tras los primeros pasos, escuchó el sonido de las balas, pasaron cerca, casi rozándolo. Exigió el máximo a sus piernas, y corrió, todo lo que pudo pues en esa corrida le iba la vida, y la del embajador. Dobló la esquina y se puso a salvo de las balas.

El alivio, le permitió entrar en las callejas que había comenzado a conocer bien durante sus incursiones matutinas, y acabó la carrera internándose en un edificio vacío de varios pisos. Desde allí, espió la confusión del guardia, que no acertaba la dirección que había tomado, mientras otro miliciano se acercaba para apoyarlo. Los hombres intercambiaron frases inaudibles para Pedro y escrutaron hacia los cuatro puntos cardinales. Sin rastros del intruso, decidieron regresar. No valía la pena gastar balas y energías en un hombre desarmado que, seguramente, solo buscaba comida.

 

Guillermo en su afán de camuflarse, se había acercado al grupo. El cuerpo inerte de un muchacho de la edad de Fabián o menor,  herido por esquirlas le estrujó el alma, sumado a la zozobra recién vivida por los disparos lo quebraron, lo dejaron en carne viva, y esta vez lloraba de verdad. Estaba harto de la guerra, de ese país de su abuelo, de traiciones, harto de estar atrapado. Y Pedro era la única persona que tenía en ese mundo en guerra, podía haber sido atrapado o estar herido, muerto. Y siguió llorando mientras extrajo del bolsillo, una arrugada foto que le servía de amuleto,  mientras reconocía que sentía algo muy fuerte por ese hombre al que tanto había despreciado al conocerlo, y luego, ese que se había convertido en su compañero de trabajo, de vida, en su confidente, su amante y su amor, aunque le guardara secretos que él estaba más que dispuesto a seguir indagando. No podía pasarle nada, no a Pedro.

Y  ante su propio asombro, rogó por él.

“Sentado en silencio  con mi soledad ensordecedora miro tus fotos mientras por mi mejilla resbalan  lágrimas de nostalgia evocando a los fantasmas que atormentan mi cabeza y discutiendo a gritos con los recuerdos de mi soledad. Preguntándome una y otra vez qué es lo que hice mal, qué fue lo que te alejó de mí, por qué no entré con vos allí, cabreado conmigo mismo, con mi persona, con este yo  que hizo que te  arriesgues siempre solo.

A mí me encantaba despertar  y sentirte cerca , me encantaba saber que tú eres dueño de mi corazón,  porque tú eres esa persona  con la que yo deseo envejecer,  con la que deseo pasar  cada instante de vida, y maldigo mi orgullo de no decírtelo a cada rato, cuando tal vez ya no pueda hacerlo. El amor no está en las grandes cosas, en las más caras y relucientes,  el amor no es algo material  ni grande ni chico, el amor está  en una mirada, en una sonrisa, en un pequeño detalle,  en la forma en la que coloco tu pelo  detrás de tu oreja antes  de decirte que te amo, en un "buenos días, que descanses amor mío, buenas noches", es eso que te hace sentir  esa persona con su presencia,   en esa forma de mirarte,  de morderme el labio  al ver cómo me sonríes.  Por esas cosas sé que tú  eres el amor de mi vida,  porque siempre estás a mi lado, porque con cualquier cosa pienso en ti, en las cosas más cotidianas… Regresa, precioso, por favor no pueden atraparte, no puedes morir, no puedes dejarme vivo.”

 

Los guardias pasaban al lado del grupo como si ese llanto no existiera, como si la guerra fuese ilusoria, maldito fuera Juan si era responsable de aquello, malditos comunistas, y mientras lloraba contemplando las fotos de los gemelos que sacara del refugio, vio que los guardias se reagrupaban volviendo a su cháchara, entonces supo que debía marcharse, ni su presencia o ausencia les llamaría la atención, y apurado emprendió el regreso. Cada tanto miraba hacia atrás. Caminaba con tiento y miedo, temía que lo reconocieran, que lo atraparan, y más que eso hubiese ocurrido ya con Pedro, temor y más temor, casi se ahogaba en él.

Cuando llegó a la casa, a su refugio, subió las escaleras apresuradamente con el vivo impulso de sentirse a salvo, con la fútil esperanza de hallar a Pedro esperándolo, pero una vez estuvo dentro de la sala, la fría ausencia de él se le hizo más patente, y, nervioso, comenzó a dar vueltas por cada rincón, mirando a un lado y otro por las ventanas deseando divisar la figura amada, sana y salva.

 

Las horas fueron pasando en lenta agonía y Pedro seguía sin aparecer. Comió su ración de galletas y frutos. Fisgoneó la calle una y mil veces. Se resignó a aceptar que había sido apresado, y rogando a un dios esquivo en el que nunca creyó demasiado, lloró sin reparos por él, por los dos, por los chicos. Ojalá no le hicieran daño, y se equivocara, ojalá encontrara electricidad o la salida de ese infierno. Si no era así, si estaba solo, si lo intentaba por los chicos y fallaba, en el mejor de los casos terminaría en una oscura celda de las que tanto se hablaba, en el peor, una vez atrapado, quedaría merced a sus captores, y ya no pudo pensar en las historias que había escuchado.

¿Quién podría ayudarlo? ¿Quién correría el riesgo? ¿Alguien podía hacer algo realmente?

Recordando lo sucedido con su contacto, y esa pobre gente al llegar, un escalofrío le recorrió la médula. El intento de huir se había transformado en un laberinto sin salida, y la penumbra que se cernía sobre el cuarto mostraba el avance de la noche devorando la luz de ese día, que se volvía más negro aún que sus pensamientos.

 

Acostado en la cama improvisada, presa de la desesperación, unos pasos en la escalera lo pusieron a la defensiva. ¿Sería Pedro? ¿O uno se esos milicianos armados?

Expectante y sin respiro, al fin oyó la voz.

 

__Guille… aquí estoy.

Era él, Dios existía, era Pedro.

__! Ay, Pedro…! _exclamó desde la oscuridad con una mezcla de alivio y emoción.

 

Pedro se deshizo de la mochila y se fundieron en un abrazo, Guillermo temblaba.

__Tranquilo amor, estoy bien, estoy bien… los milicianos patrullaban la zona y no podía salir del escondite y, también estoy seguro de que hay electricidad junto a ellos. Lo vi. Tenemos que volver a la valla.

 

Guillermo lo oía a medias, cuando apareció entre las sombras fantasmales se lanzó a sus brazos, y no le importaba ahora la electricidad, ni los enchufes o contactos. Nada. Solo que Pedro estaba vivo. El resto, ¿a quién le interesaba? Vivo. Había regresado a él, volvían a ser un nosotros, ya no estaba solo.

Continuaron unidos en el abrazo, así se quedaron un buen rato hasta que separándose un poco, Pedro lo miró en la penumbra. No podía ver sus ojos pero estaba convencido de que quemaban por el amor hacia él que había en ellos, así como él leería en su mirada el suyo.

 

__ ¿Sientes? _preguntó Guillermo.

__ ¿Qué cosa? _Pedro salió de su abstracción.

__El amor que te tengo.

Se quedó estupefacto. Estaba pensando exactamente lo mismo.

__Sí, puedo sentirlo en la piel ¿Y tú el mío?

__Te amaba desde antes de conocerte, hoy al creerte perdido lo supe. Vos sos hermoso, el hombre más precioso, el que yo soñé aun sin saberlo, el muchacho valiente de ojos de miel que al hablar me hace suspirar.

Cómo hiciste para hechizarme con tus labios,  vos has hechizado mi alma. Hoy te confieso que soy tuyo porque así es como lo siento,  soy tuyo completamente, tuyo eternamente,  me entrego a vos en cuerpo y alma, en esta vida y en las que vengan,  soy y seré tuyo eternamente por siempre. Quedé embrujado con solo contemplar  tus bellos ojos, tus labios rojos,  quedé cautivado de tu amor,  preso de tus dulces encantos, sos un duende o como una sirena que con su dulce canto  me dejó fascinado,  me hechizaste y caí preso de esos encantos.

En vos encontré el amor más grande,  el amor más puro, a veces pienso que fuimos destinados el uno al otro  desde antes de nacer,  nuestras almas se amaban en una vida paralela  y hoy aquí junto a vos solo con mirarte  sé que ese amor tan intenso que siento  es el amor que unió los cuatro vientos. Y soy esclavo de tu belleza, compañero fiel de tus solitarias noches, soy tu eterno guardián, quien cuida y protege tu corazón.

A media luz, Pedro vio cómo él murmuraba y asentía con la cabeza, el brillo de lágrimas imprudentes que con prisas secó con sus pulgares. No distinguía con nitidez su rostro, pero podía sentirlo en cuerpo y alma. Guillermo igual. Luego de unos instantes abrazados, los rostros se acercaron más, y se besaron, primero con ternura, apenas un roce de reconocimiento, luego con pasión contenida. Se besaron con locura y desesperación, se besaron con hambre y con temor, se besaron con la alegría de estar vivos.

¿Quién podría asegurarles hasta cuándo? Estaban lejos de todo, no tenían a nadie, salvo a ellos, el uno para y con el otro, el uno del otro, salvo ese abrazo, esos besos, y se amaban, lo habían declamado.

El instinto de Pedro lo instó a avanzar, le puso las manos en las caderas y lo pegó a su cuerpo, su boca se deslizó por el cuello de Guillermo y sintió su respiración agitada, sus latidos alocados por el deseo, pues el embajador le respondía. Le desabrochó el jean, las manos se cruzaron, entraron bajo los bóxers, avanzaron centímetro a centímetro, lentamente, tocaron piel, accidentes y llanos, hurgaron, descubrieron, conquistaron, dibujaron, mientras los labios crearon sonidos del amor que hirieron las sombras para competir con los del afuera, gemidos, jadeos, susurros…

 

Tu cuerpo está sediento, deseoso de mis caricias,  hambriento de besos y abrazos, tus ojos brillan  en cada caricia, tu piel se eriza al sentir mi aliento, tu cuerpo desnudo tiembla como hoja de papel,  será el amor, el deseo, será el calor  de nuestros cuerpos fundiéndose. Hoy soy fuego que solo puede  consumirse en los poros de tu piel besando con suavidad tus labios palpitantes  y febriles, besos que reclaman el espasmo  excitante de los amantes,  dulce y seductor,  deseoso del néctar del amor mi ser te reclama,  mi alma te lo suplica y mi cuerpo te lo exige, dame de beber de tu dulce elixir, dame el néctar más dulce  de tu fuente de deseo.

Esta noche recorreré cada palmo,  cada centímetro de tu cuerpo, besaré tu piel de seda deleitándome  con cada sacudida, con cada  estremecimiento de tu cuerpo  mis besos de pasión arden  sobre tu piel desnuda, te muerden, dejo mis huellas.

Hoy más que nunca buscaré atrincherarme, refugiando mis deseos con los tuyos,  explorando el centro de tu geografía,  deseo hacerte mío esta y todas  las noches de mi vida, deseo hacerte mío  una y otra vez así…  alojándome  en lo más profundo de tu ser, te amo, y eso me salva cada día de la muerte.

__

 

 A kilómetros de allí,  una voz preguntaba a Alberto.

 

__ ¿Cuándo se comunicó ese contacto por última vez?

__Al momento de ingresar a la ciudad… Después nunca más _ respondió el militar.

__ Pero… de eso hace más de cuarenta y ocho horas _ exclamó la voz.

__La Ranger de Pedro voló por los aires, con sus hombres, y todo lo de él, solo me enteré por un mensaje cruzado, y por un muchacho de la facultad, pero presumo que no lleva nada consigo, o…

__No llame a la policía, ni toque a nadie del gobierno, allí el poder solo lo detenta quien lleve un arma en la mano.

__ ¿Y si no recurro al presidente, a quién? _ interrogó Alberto, con Gaby apretujada a su pecho.

 

__ ¿Puedes llegar a tu presidente?

__Estamos sitiados, cada uno quedó congelado donde estaba, apenas pude hacerme con el teléfono, no podría llegar a la embajada ahora, me temo que no, que si Pedro no llegó por sí mismo a él, yo por ahora no podré _ se sinceró Alberto mientras rogaba para sí que Pedro tuviese encima su burner, que no fuera cierto lo que ocultaba a todos, no podía serlo, él lo amaba, jamás lo arriesgaría, sin embargo, todo apuntaba y así lo decía el único mensaje que le había llegado, Pedro estaba con… el embajador.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.

LIBRO DE ANCLAJE. EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON.