lunes, 26 de julio de 2021

PROHIBIDO CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE PENÚLTIMO

PROHIBIDO

CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE

PENÚLTIMO

 


“Quizá solo se trate de encontrar a quien te sigue mirando

cuando tú, cierras los ojos...” Elvira Sastre.

“No existe nada más interesante que la conversación de dos

amantes  que permanecen callados”. Achile Tournier.

Si la pasión y si locura no pasaran alguna vez por mi alma…

Pienso, ¿para qué valdría mi vida? “Montecristo”.

 

Nordelta, octubre.

Por la tarde, Pedro se afanaba en acomodar macetas y mesas en los alrededores de la piscina, antes de hundirse en ella para continuar empeñado en pintarla, mientras Guillermo que a regañadientes se había visto obligado a contratar a una cuadrilla de jardineros para desmalezar y podar los árboles los despedía, pues raudas las nubes cubrían el cielo anunciando tormenta. Él se dedicaría a su pasión, el jardín, ya liberado el terreno de malos yuyos, ahora si podría colocar las semillas, el césped y las flores que deseara, su segunda pasión laboral luego de la abogacía, antes de cocinar pastas, y fuera de las personales que era Pedro, amén de su hijo. Parte del césped ya lucía impecable, y se empeñaba en plantar dos cajones de clavelinas rojos en los canteros que bordeaban la galería. Ayudaban fuera mientras los obreros remodelaban los interiores pues se empeñaban en dejarla acabada antes de la fecha prevista para casarse el  veintinueve de diciembre, previendo el tiempo que perderían en los trámites de Felipe. Además deseaban hacer una gran y única fiesta reuniendo los dos acontecimientos el 31 de diciembre, y contar entonces con los amigos, los chicos, y su amor significaba una gran alegría, quería por primera vez festejar y agradecer a la vida por todo lo superado y logrado tras grandes desafíos, el mayor…  enamorarse y lograr casarse con alguien que quitara a la iglesia, había luchado con denuedo para ello, no solo se trataba de su felicidad sino que no era como antaño un enamoramiento pasajero o ni siquiera, era el amor, el único, su destino en pos del cual desafió al mismo Dios. Deseaba ser feliz con Pedro, había movido cielo y tierra para lograrlo. Y ahora planeaban esa fiesta de bodas y fin de año al aire libre, que él deseaba contara con la presencia de la gente del estudio, Cuca, Jorge, Carlos, Miller,  sus hijos, los papás de Pedro, y su amor por supuesto, que para entonces ya sería su esposo, quizá la noviecita de Fabián , y algunos amigos de los chicos, de su parte no necesitaba a nadie más, aunque intuía que tal vez en uno o dos años, el patio estaría lleno de gente, y con niños correteando por el parque. Desde allí veía cómo Pedro, vestido de short de baño celeste aparecía y desaparecía dentro de la enorme piscina que estaba empeñado en pintar y llenar, y pese a pasar poco tiempo allí, había notado su bronceado tanto como las ganas que tenía de darse ese primer chapuzón. Rogó para que la vida les concediera paz y felicidad, y todos los deseos que atesoraban en sus almas.

La idea de escribir algo o pintar algo en la piel de mi amado, estaba presente en mí desde tiempos inmemoriales. No era que no tuviera tiempo, o no supiera qué hacer o el miedo a que él rechazara mi propuesta. Creo que algunas cosas tienen un tiempo natural para dar a luz. El tiempo para que esta idea, o más bien necesidad, porque así lo veo, una necesidad, madurara me lo dio a entender, o corroboró, el hecho de estar frente a la empleada de la librería solicitando me asesore sobre los materiales necesarios para plasmar mi amor sobre la piel de mi novio, en forma de colorido dibujo.

El lunes a la noche, libre de las tensiones ordinarias que rodean mi vida y que no sé por qué motivo los lunes a la noche desaparecen, me arrodillé al lado de su cuerpo que yacía expectante como esperando que mi amor por él se manifestara en forma natural. Lo supe cuando noté cómo la respiración de él se aceleraba mientras dibujaba sobre el objeto de mi deseo, el objeto de mi deseo que iba a plasmar sobre su piel.

Llevar a cabo esa empresa pergeñada con tanto tiempo de antelación no fue tan sencillo como prima facie había intuido. No se trató de un problema con los materiales, o de adaptarme a lo que no conocía muy bien su uso, la dificultad estribaba en la poca concentración que yo le dispensaba al dibujo al saberme observado por él  en modo incendiado. Quién podría mantenerse absorto y concentrado en tamaña actividad sabiendo que a escasos segundos se encontraba una preciosa boca esperando ser besada con total impunidad. En fin… logré terminar el diseño deseado segundos antes de que el otro deseo fuese saciado con creces.

Es cierto que había realizado una obra de arte o por lo menos algo parecido, pero a mis ojos, carecía del brillo que a priori esperaba me devolviese la contemplación del mismo. Esto me preocupó pero no se lo hice saber, pues él estaba encantado con el colorido dibujo pintado sobre su pecho. Pintar sobre su cuerpo se volvió una afición, un hobby, una forma de demostrarle mi amor. Lamentablemente, por más que me esforzara en conseguir mayor detalle, colorido, o elevar lo intricado de cada diseño, siempre me topaba con la desilusión del sueño no realizado, nunca estaba conforme, pero él seguía sin saberlo. Tal fue mi preocupación ante este hecho, que decidí visitar a un terapeuta para que me ayudara a dilucidar el enigma de mi decepción, que por supuesto, era exagerada, ya que mi destreza como dibujante y pintor no estaban en duda para nadie, menos para mí.

--Entonces… ¿lo que usted me quiere decir es que no importa cuánto se esfuerce al dibujar sobre el cuerpo de su amado algo, al final nunca está conforme con el resultado? –preguntó el siquiatra tratando de entender el dilema que preocupaba a su paciente.

--Exacto Doctor.

--Necesito hacerle una pregunta: ¿Cómo es su relación con su novio?

 ¿Está usted enamorado de él?

--Luego de un monólogo de más de quince minutos en el cual le detallé pormenorizadamente mis sentimientos, mi analista tras una sutil sonrisa, me explicó con total autoridad:

“Mi querido amigo, usted está tan enamorado de él y tiene una visión tan elevada de su persona, que lo ve como una preciosa obra de arte, lo que usted pinta sobre él siempre lo va a ver como algo de inferior calidad. Si es su deseo, siga pintando sobre su cuerpo, no se preocupe demasiado por el resultado de su trabajo, porque lo que a usted realmente le interesa, es el hombre que respira acelerado frente a sus ojos. No deje de decirle cuánto lo ama.”

 

El ver a Pedro acercándose lo sacó del ensimismamiento, que se le pegara detrás rodeándolo con sus brazos mucho más, o mejor dicho lo estremeció.

 

__ Abrázame de todas las formas que puedas, con tu cuerpo, con tu alma, mente, corazón, con el agua, la tierra, el aire, con los encuentros, las sonrisas, las palabras. Abrázame con los momentos bonitos, el espacio fresco y cálido, los colores, los sabores, los aromas, los sonidos, con el disfrute, con el tiempo y a tu tiempo.

Abrázame con amor, que solo tú lo sabes hacer, aceptándome con mi gratitud increíblemente y vuelve a abrazarme y no quieras soltarme.

Respira lento, suave y deja que fluya y viva así hasta un nuevo amanecer. Abrázame calculando cada latido de este corazón atrapado en la inseguridad de un  tal vez, deja jugar a la imaginación proporcionándome mi propia libertad.

Acurrúcame, así tu aroma se impregna en mi piel acaramelada de pasión. Abrázame abrazándote... Acostúmbrame a endulzarme lentamente, así creo que el amor existe en nuestro mundo, sin esperar para dar.

Enséñame a entender que todo puede ser real con tan solo sentir. Abrázame con ternura, pasión, con lunas y mares, primaveras y otoños y con inviernos y veranos.

Abrázame con los soles y las montañas, en las mañanitas, en la inmensidad del infinito. Arriésgate con tu pureza inmaculada, con tus sueños y tus derechos. Abrázame...

No hay moneda que compre este instante, ni latido que quede sin ser percibido en el pecho, las trémulas manos se escurren sin límites en tu cuerpo, las ansias se ahogan con los labios que no dejan de besarse, se acelera la respiración entrecortada,  solo bebemos el aire de las apetencias exhaladas, el silencio deja lugar a la armónica melodía de los deseos, los secretos huyen alegremente dando lugar a la entrega plena, no se cuentan en segundos la pasión desatada, son momentos eternizados en la piel y en la memoria, es un vicio percibir los aromas a codicias consumándose, quedar entrelazados en una sola existencia atizando el fuego __ le susurró y acompañó con la acción.

 

__Te abrazaré en ese instante donde eres mío  y el tiempo se detiene sin importar tu pasado, solo este presente que se hace eterno estando juntos, te abrazaría hasta el amanecer, nada sería más placentero que ser el abrigo de tu piel, eres ese hombre que me enamora sin querer.

Entre tus brazos siento ese calor de hombre  que eriza mi piel y entre mis brazos siempre tendrás ese refugio que no quiere soltarte jamás, recostarme en tu pecho y ver tu hermosa mirada, llenarte de besos y esos ojos hermosos que tan solo con un gesto dicen mil palabras; entre tus brazos me dices todo  lo que tus labios callan.

Quizá falte muy poco para verte de nuevo, muero de ganas de estar a tu lado como estuvimos ayer, pero cuando suceda quiero verte fijamente a los ojos y sentir cómo detienes el tiempo con tu mirada en la mía,  que me tomes entre tus brazos y nuevamente me hagas tuyo y te diré suavemente que eres el hombre que mi corazón prefiere.

Te abrazaré tan fuerte que te impregnarás de nuevo en mi piel, te sentiré tan adentro que mi sangre arderá de tu ser.  Quisiera que fueras el dueño de cada uno de mis días, pero prefiero que lo nuestro sea una puerta de libertad... Que si sigues en mí, es porque me sabes amar y si te quedas, será porque quieres amor de verdad.

__ Guille, me da pena haber dejado a los chicos, ellos disfrutan estando acá _ murmuró Pedro al oído adormilado.

__Ellos están planeando una salida de hombres, por decir que lo son, no tenían ganas de venir a trabajar, acabo de hablar con Fabián,  y Felipe se estaba probando su ropa _ le contó Guillermo__, solo espero que no terminen presos porque aunque lo disfrace, el nene es eso, un nene, no da para que lo lleve a un boliche o sitios raros __ afirmó con dudas.

__ No amor, Fabián es sensato, lo que me alarma es que por lo que veo se viene un diluvio, y estarán vaya a saber dónde _ se lo dijo mirando el cielo que estaba oscuro como de noche sin estrellas__, por ello salí de la piscina, de pronto me pareció que la luz se iba, que las horas se habían esfumado, pero era por esto.

__Le dije a mi hijito, me contestó que sabe nadar, y que Felipe ya aprendió desde que planean irse a la costa mientras estemos de luna de miel. __ Guillermo se giró en el abrazo y miró a Pedro.

__ ¿Qué sucede?

__ ¿Crees que deberemos quedarnos a dormir acá?

__Quizá sea lo mejor, me temo que no tendremos tiempo de llegar al centro y esto se inunda, a mí me encantaría, ¿por? _ se preocupó Pedro.

__Pues…, nada, la casa quedará muy linda y urbanizada en diciembre, pero por ahora sigue rodeada de la nada, y no hemos fumigado, ni nada de eso, y yo le tengo horror al campo __ le dijo con cara  de susto.

Pedro lanzó una risa tan luminosa que lo obnubiló.

__Amor, esto no es campo, hasta la maleza ya sacaron, a lo sumo podría haber algún corte de luz, pero tenemos generador, velas, y además estás conmigo __ lo animó,   sin embargo Guillermo tembló__. Guille, mírame, no pasa nada. ¿Sabes que en mi celda solo tenía velas? Y no solo cuando me castigaron, a veces acá también. Y pregunta a Felipe qué tenía en su casa. Con suerte velas.__ Pedro sintió el escozor en los ojos y Guillermo esquivó la mirada.

__ Perdón precioso, soy un idiota, con mis fobias no me di cuenta de lo que pasaron ustedes, de lo que sufre más de la mitad del país, quizá del mundo, y yo siendo tan afortunado, temiendo por si por una tormenta se corta un rato la luz, lo siento.

__Perdona tú por traer esos recuerdos, ven, están cayendo  ya gotas, veamos dentro si funciona el generador, prepararé todo por las dudas, y tú ve armando la cocina, la comida o te devoraré a ti, por suerte ya dejamos mudas de ropa, y tenemos agua  haya luz o no por la cisterna.

 

Apenas lograron entrar, y el teléfono de Guillermo lo sacó del sonido de la lluvia que empezaba a preocuparlo, Pedro se detuvo en seco a escuchar pensando que sería Fabián o Felipe.

__ ¿José… estás llorando vos? _ preguntó Guillermo atónito. Pedro en dos pasos se pegó a su lado y al aparato.

__ Guillermo, ¿no sabes nada de Juan? _ le lanzó el amigo.

__No. Hace mucho, más de un año que quisiera no saber nada de él _ se sinceró este.

__ Sé que abordó a Pedro no hace mucho, perdona, el caso es que no fue a la reunión del grupo, quedamos en encontrarnos allí, pero nunca apareció, y me sentí en la obligación de avisarte, ¿dónde estás?

__Estoy con Pedro en la casa nueva, estábamos trabajando en ella, pero tal vez no fue por la tormenta…

__No entiendes, Guille, no __ lo cortó Miller__, me engañó, nunca le interesé como hombre, y ahora tampoco, en la intimidad… hace un par de días, te nombró a vos, él sigue enamorado u obsesionado con vos, sabe que estás con Pedro, por eso lo atacó en el parque, y me temo que no soporta perderte, no sé si le interesa dejar su adicción, pero yo no puedo seguir engañándome, nunca se enamorará de mí__ sentenció Miller apesadumbrado.

__Me dejas helado _ le confió Guillermo__, en verdad creí que podría funcionar.

__Estaba fingiendo, haciendo tiempo, no lo sé, pero temo que se les acerque de algún modo, por eso necesité avisarles, no está tomando en serio lo del grupo, tampoco a mí _ dijo con tristeza, poco después cortó.

__Ya, bueno, Guillermo, hasta acá llegaremos, como dijiste él fue quien me denunció ante las autoridades en la capilla, tampoco seguiremos pensando en su futuro, ¿verdad? _ convino Pedro.

 

Poco después tras  corroborar que lamentablemente el generador no funcionaba, este distribuía velas en todos los ambientes habitables, la tormenta  fuera se cernía sobre la casa, ya ni veían el parque, la cortina de agua les ocultaba el camino, el aire se colaba por las hendijas de los cristales de las puertas correderas, y Guillermo intentaba distraer al miedo, cocinando pastas, mientras Pedro ya había puesto la mesa y traído vinos de la bodega, armado lo necesario en el dormitorio, por si perdían la luz.

Luego del llamado de Miller Fabián quiso tranquilizarlos, llamó  para decirles que en la ciudad no pasaba nada, que irían a lo de un amigo, era reunión de chicos conocidos, pero que si veía tormenta acechando regresarían al departamento. Guillermo sin delatarse respecto de Juan pero con un miedo difuso instalado en la piel, le pidió que se encerraran seguros, o que pasaran la noche en casa de Ana.

Luego se perdió en la imagen de ese muchacho alto, sensible, espiritual,  aunque ya no ejerciera en ese mundo, siempre seguiría confiando en Dios, Guillermo solo lo hacía a veces, prefería admirar al amor de su vida cuyos ojos al mirarlo le mostraban el alma, su mirada profunda la desnudaba para él límpida, sin secretos,  al tiempo que una sonrisa de luz se le colaba en el rostro mientras le retiraba la silla para que se sentara a la mesa, lo distraía así del corte de luz tan temido, y se ofrecía para traer la fuente de la cocina.

_El hombre que amo __ susurró__,  era lo que esperaba en todo sentido. Me hizo vibrar desde un principio, y el amor es como fichas que van cayendo hasta que la sumatoria de ellas abre una compuerta que satisface tu deseo, tu necesidad. ¿Qué era eso que tanto me atraía de él? La felicidad tiene niveles que dependen en gran medida de lo conforme que estés con algo o con todo. Creo que por ahí pasa mi tema con él. Me conforma a niveles que no había experimentado antes. Estar con él es el remanso y la tormenta de granizo y nubes amenazantes, es la música que amo y trompetas ensordecedoras, es la guerra y la paz más conmovedora.

Tiempo después comprendí el verdadero significado de mi amor por él que mantiene las sinapsis de mis neuronas encendidas como una gran ciudad al anochecer.__ Lo miró con picardía__. Ese hombre, el hombre…  sos vos, Pedro, solo vos. Los otros dejaron de existir, aun Juan.

 

Esa noche  de tormenta, sentados uno frente al otro, Guillermo y Pedro daban por finalizada la cena, los platos ya estaban vacíos, el pábilo de la vela les teñía de sombras y luces, y las últimas velas se extinguían. Tener comida y techo en una noche así era una bendición para Pedro, una suerte para Guillermo, una celebración en sí misma para ambos.

No habían abierto el vino, pensaban no hacerlo, el temor difuso de Guillermo le pedía lucidez, sin embargo se la robaba la visión de su prometido, desde que se habían duchado, desde que lo viera en la piscina en verdad, luego con el pelo mojado y remera oscura contrastando con sus ojos, Guillermo suspiraba arrobado por él, y si alguien hubiera podido ver lo oculto, habría descubierto que su corazón latía con violencia en cada roce furtivo, en cada mirada, en cada palabra, y en ese ambiente lo sintió más cercano que nunca, pero una sombra le quitaba la paz y lo rondaba, el saber lo de Juan, era imposible, y sin embargo…

__Pedro… Cuando desapareciste, cuando luego supe lo que sucedió…, es que si  Juan o alguien te hiciera daño, si alguien te volviera a lastimar, me volvería loco, de hecho cuando te enviaron a ese sitio casi muero en el intento de rescate, y si tengo que defenderte de nuevo, la haré, con mi vida _ dijo deshecho en recuerdos.

La declaración embargó de emoción a Pedro.

__ No pasó nada esta vez amor, solo es que no sé, estaba pensando en cómo viví engañado, ciego, con anteojeras en toda mi vida, y sin darme cuenta terminé en esa plaza, y ese hombre… está enfermo, es solo eso, pero ya pasó _ intentó restarle importancia.

__Eso espero __ dijo Guillermo, pero necesitaba decírtelo, pasa que hay algo más… __ hizo silencio porque deseaba elegir las palabras, o las miradas que expresaran lo mismo, y Pedro se alarmó.

__ ¿Qué?

__ Te den o no esa dispensa alguna vez, me enamoré locamente de vos, desesperadamente de vos, no pude evitarlo, pecado o no, sacrilegio o no, eras mi destino, eras mi camino, no eras de ellos, ni de esa institución.

Pedro lo escuchaba sereno mientras lo miraba  en profundidad.

__ También yo te amo así, y aunque me impuse no hacerlo, aunque me dije miles de veces que era una locura, acá estamos, es más, estudio para depurar ese sitio, me cuestioné cuántos de mis pares serían como yo, cuántos con real vocación, cuántos como ese Ernesto_ confesó__, pero en aquel momento donde salir parecía imposible amarte fue casi el abismo entre vida y muerte.

__ Y yo lo supe, por ello callé, ordené mi vida, intenté ocultarlo, esconder lo que sentía, verte desde lejos, pero era un hombre enamorado por primera vez…, y supe que no te era indiferente que no eras de ellos sino para mí, ¿entiendes?  Y yo que tanto había recorrido mundo, al principio pensé que era una atracción, que mi objeto de deseo era demasiado bonito, que el encierro, el que fueras prohibido, etc., pero el tiempo fue pasando aunque no lo necesitaba, y estuve seguro de que era otra cosa, inmensa, inconmensurable, aunque ni siquiera Jorge me creía _ susurró Guillermo._ De mi interior sale un suspiro, dejemos volar la imaginación, dejemos que fluya nuestra canción, con cautivadoras notas. Con el estremecimiento que produce el roce amoroso, de tu cuerpo con la suavidad de mi saliva, penetrándote húmedo en tu receptiva piel.

Que muchas veces nos tomamos por sorpresa, que solo yo puedo comprender. Mientras al compás del salubre y vaivén de las olas del mar, escuchamos el estimulante canto de sirenas, susurrando no parar, seguir, seguir, no dejar de tocar, dejar que fluya  la melodía, aún no ha terminado el día.

 

 

Palabras que hablan, notas que vuelan, pensamientos grabados a fuego  en notas que quedan prendidas en mi alma, sentidas por quien las mira, porque llevan en ellas lo mejor de mí mismo, el amor que acaricia a mi alma, llevado a mi corazón. Porque esa emoción, que nació en abril, emana de cualquier instante en el paso a paso de cada día.  Sin saber cuál ha de ser el fin del camino yo dejo pasar el tiempo, para ver si el destino me da todo en su momento. Ya que aquel que se apura por llegar a ser mayor, dejando atrás su niñez, no sabe lo que es mejor. Sabiendo que en este mundo, aquellos que no maduran, no saben que en sus miedos, la vida será más dura.  Para yo poder lograr llegar a la madurez, debo saber decidir y también saber comprender... que la vida es muy bonita si yo la quiero vivir, sin pensar en decepciones que han de hacerme sufrir. Inspiraciones de mi alma, que han de brotar con paciencia,  y fe en mí  para que paso a paso, vaya llenando mi corazón... sin dejar espacios vacíos, para que nada me sorprenda; y pueda hallar en mi calma,  a ese alguien que vive en mi interior y enseñarle en verdad a amar (me)… a comprender (me).__Guillermo miró fijo la miel de los ojos almendrados__. Ese trabajo hice luego del reto de Jorge, cuando mi vida era un caos, pasé ese año ordenándola para poder amarme, y desde allí merecerte.

 

Pedro lo tomó de la mano, lo miró, y en esos ojos del color del café, encontró el permiso para besarlo, deslizó el mensaje en los labios, no quiso ponerlo  en palabras. Se besaron durante unos instantes, y otra vez, la catarata de deseo que habían intentado frenar como tantas veces, rompió el dique. Habían puesto en palabras lo que venían sintiendo, habían traspasado cada día nuevos límites, y ahora, en esa casa, lejos de la vida que cada uno llevara por años, sus sentimientos no parecían ni prohibidos…  menos peligrosos, sino divinos.

Mientras se besaban, Guillermo encontró que el aroma al Pacífico, el aroma de las olas del mar que amaba Pedro se le antojaba el perfume más maravilloso y afrodisíaco que jamás había inhalado, que el pelo alborotado por sus dedos era el más suave que había acariciado, que esa boca cuya puerta sensual lo llamaba era la más dulce que había probado. ¿Qué tenía Pedro que jamás había hallado ni en mujeres ni en otros hombres? No lo sabía. La respuesta tal vez fuera que se trataba de un hombre en todo diferente a lo conocido, o quién sabe  qué. Tal vez no había una razón especial, pero Pedro también pese a su condición lo había elegido, aun a coste casi de su vida, y eso per se constituía un milagro. Y mientras se besaban, Guillermo siempre diestro y seguro en relaciones, esta vez no sabía si acariciarle una pierna, si besarlo por todas partes o esperar que Pedro tomara el mando. Por lo tanto se dedicó a la boca, perdiéndose en su saliva, bebiéndolo, degustándolo, inhalándolo en la piel, y dejó que Pedro fijara o soltara límites.

Y no lo defraudó, pues este, encendido por los besos, se puso de pie y se sentó en sus piernas. De inmediato sintió crecer el deseo contra sus nalgas, el propio latiendo, el cuerpo de dos hombres que pedía el todo, y no, ese deseo, el sexo por amor, aun por otro hombre y siendo cura no era un sacrilegio, el amor no merecía condena, no podía dejar que la culpa se interpusiera en su ardor, aunque se separó, de pronto la imagen de una cruz los desunió.

 

__Amor, lo siento, no sé qué me sucedió, no me siento bien.

Guillermo sintió volverse loco, no podía avanzar, retroceder, su mente profana no entendía, nada más lejano a lo vivido siempre, pero le dijo otra cosa,  si hasta Carlos confesaba que aún no se había liberado por completo del estigma del dogma.

__Lo entiendo amorcito__ dijo, ofreciendo un atisbo de comprensión__. Pero si estamos enamorados, nos vamos a casar,  lo confesaste todo al Papa, ¿por qué detener esto mágico que estamos viviendo? ¿Por qué solo te conformas con unos besos? Está bien, por ahora me basta la certeza de tus palabras. Vamos, levantemos todo esto y tratemos de dormir __propuso poniéndose de pie __ que, para un día todo lo sucedido ya nos agotó, y ese llamado trajo malos recuerdos, aunque para lo que a mí concierne la velada ni siquiera ha empezado.

 

Guardaron los restos de la cena, limpiaron la mesa, apagaron el pabilo de la vela y fueron a la habitación, se acostaron a la luz de otras. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando al nuevo ambiente en penumbras, apagaron las velas, y podían verse, mientras conversaban. Tras rato de silencio, ninguno de los dos podía conciliar el sueño.

__ ¿Guille, amor estás despierto?

__Sí.

__ ¿Aún tienes ganas de tomar un vinito?

Guillermo sonrió en la oscuridad. No lo dudó ni un instante, al menos se darían ese gusto. Fue por la botella, y por dos vasos, sirvió en cada uno, y  fueron degustando de a sorbos, un tinto grueso, perfumado.

__ ¿Empezaste a beber en la iglesia, con los vinos de misa?

__ No. En la escuela, a escondidas, como una travesura con mis compañeros _ confesó ruborizándose __, también fumé, pero ahora es diferente, porque soy libre, mayor y estoy disfrutándolo.

 

Mientras bebían, Guillermo comenzó a relatarle anécdotas de su vida universitaria, y Pedro lo interrumpió.

__Pero, tú eres un viejo. ¿Hace cuánto fue eso?

Guillermo fingió enojarse.

__No soy un viejo, el problema es que vos demoraste en nacer y sos demasiado joven _ se defendió, y no lograrás que sienta la diferencia de edad, porque bien que te enamoraste de este viejito.

Tomaron un vaso, luego otro. Iban parejos. El alcohol los puso de buen humor y olvidaron los miedos y dudas. Se reían de nada, el buen humor los embargaba, el vino había derrumbado las barreras levantadas por Pedro. Lo veía reír a carcajadas, lo encontraba feliz, y supuso que así debería ser él en tiempos normales de su adolescencia, si no  hubiese entregado su libertad. Y deseó vivir el sosiego a su lado, hasta que dejó las preguntas pues las respuestas estaban sin llegar en ese porvenir, y se dedicó a saborear el tinto.

Después de vaciar la botella, volvieron a tumbarse, relajados, mirando el techo en la penumbra, y así corrieron minutos, hasta que Guillermo habló:

__Pedro, te amo _ le dijo, sincero y con la guardia baja.

_Yo también te amo.

__ Pero yo siempre te amé para siempre, no para un momento como pudiste creer al inicio.

Esas palabras dichas en ese instante de felicidad, sumadas al efecto del alcohol movieron los cimientos del mundo de Pedro. Esas bases construidas en mucho por otros, durante años de enseñanzas y palabras, esos fundamentos que se habían gestado cuando era un nene, ya no tenían sentido, peligraron en una mirada, se resquebrajaron poco después para derruirse en el amor. Y en la cama se removió inquieto, hasta al fin estirar los brazos.

 

Guillermo entendió que Pedro se estaba quitando la camiseta, e intuyendo cuál sería el siguiente paso, se le aceleró el corazón. Le latía con tal violencia que le costaba respirar. Y así seguiría por varias horas. Porque la velada más importante de sus vidas era ese presente que comenzaba.

Pedro completamente desnudo, se tendió de nuevo en la cama  y pronunció las palabras que a Guillermo le sonaron a su música preferida:

__Ven… __propuso con voz suave y segura.

 

Él se reclinó hacia él para verlo mejor. La luna que se había colado entre nubes y entraba por la ventana le permitió descubrir detalles nuevos. El cuerpo fibroso, delgado aún, la piel sedosa bronceada, los pezones claros, el ombligo delicioso, el tatuaje que descendía a ese sitio solo suyo, el cabello alborotado… Quería tocarlo, besarlo, beberlo, aspirarlo, navegar en su piel, hacerlo su hombre…

__ Tómame… _ dijo Pedro__, perdona, a veces surge alguna imagen, pero el muro construido durante años hace mucho que cedió__. Hazme tuyo__ insistió__, disfrútame y yo lo haré.

Las palabras enardecieron, encendieron cada fibra de hombre de Guillermo, y al mismo tiempo llamaron su atención. La ingenuidad que a veces mostraba Pedro colisionaba con esa forma de hablarle y actuar en otras, y él lo leyó.

__ Quiero entregarle todo al hombre que amo, darle placer y obtenerlo, nosotros no tendremos sexo para procrear, como se impone en nuestra sociedad, sino por placer, y está bien porque eres mi amor.

A pesar de que Guillermo era el experimentado en el sexo, Pedro parecía estar por tomar el control de lo que estaba por acontecer. Y a punto de treparse sobre él, el movimiento de Pedro lo descolocó. Sentado, inclinó la cabeza sobre su cuerpo y deslizó esa boca divina por el sexo de Guillermo. Una y otra vez. Su lengua parecía tener un sexto sentido para hacer lo que él quería, sus labios succionar  al ritmo exacto, porque Guillermo no llegaba a desearlo, que allí estaba Pedro realizándolo con su boca diestra, y creyó que moriría de placer. Fueron minutos de puro goce hasta que su mente recordó  cómo articular una frase coherente.

 

__ Pedro, detente, por favor…

Casi las palabras agonizaban en la garganta, pero logró y se esmeró en expresar su deseo.

__Yo quiero darte placer a vos, déjame por favor.

 

Pedro se detuvo, las miradas chocaron, le sonrió con dulzura, y entonces las manos de Guillermo indagaron los enigmas de lugares íntimos de Pedro y otra vez esos secretos húmedos le respondieron. Solo que ahora Pedro gemía, jadeaba sin cuidados ni vergüenzas, sus manos guiaban las de Guillermo y empujaban a sus dedos para que penetraran en su interior anticipando el acto, pues la decisión era dejarse arrastrar por la correntada, hacia donde fuera que los llevara.

Luego con sus manos, Pedro condujo la cabeza de Guillermo hacia sus pezones. Y él, obedeció, su boca sedienta inventó piruetas sobre esas cúspides enhiestas que exigían que no se detuviera.

Tres instantes de ardor mutuo, Pedro gimió, convertido en director de una sinfonía, Guillermo se sintió como el simple músico que ejecutaba la partitura que Pedro le presentaba.

Lo besó con ardor, y sin intervalo, se subió sobre el cuerpo, con sus manos acomodó las piezas, y luego empujó, despacio, una vez, dos, fuerte, fuertísimo, una vez, tres.

Pedro gimió de placer, suspiró, jadeó, y siguió componiendo notas y acordes.

Guillermo descubría el goce en cada sonido, y volvió a arremeter porque por primera vez desde el inicio de la noche ahora era él quien dirigía y sabía hacia dónde iba, quería perderse, quedarse a vivir dentro del ser amado. Con el rostro escondido en la nuca de Pedro, dejó que sus sentidos se embriagaran con el aroma a su mar que exudaba desde el cabello, esa piel, como ninguna otra, lo enajenaba por completo. Nada podría detenerlo, nada.

Algunos movimientos como en la música fueron suaves, adagio, otros no tanto, alegro. Ajustó las embestidas y el meneo al punto exacto. Sumó palabras pronunciadas para acrecentar el placer, otras incoherentes, pero necesarias con ese fin, y Pedro con los ojos cerrados entraba a ese mundo inexplorado por años y se expresaba con sus vocablos, con su fluido, con su trepidar.

 

__Amor…

__Pedro…

Colmado de palabras y sonidos, el ambiente desbordaba el inconfundible lenguaje del encuentro que allí estaba aconteciendo.

La locura de la noche avanzaba, las sábanas conocían la humedad de los dos en una, en ellas el amor se abría paso, demostrando que lo hacía como fuera, donde fuere, nacido en los lugares más insólitos como una iglesia, en los más inesperados, aun en  sitios sagrados, guerras, o entre armas o velas, y entre dos hombres, con pasados tan diferentes. Ese germen sinuoso y contrariado demostraba que la vida urdía citas que no se planeaban pero allí estaban, marcando la existencia para siempre, en contra muchas veces de las decisiones de la razón de los hombres.

Lejanos se escuchaban truenos, pero ellos no se enteraban porque esa noche era de amor. Por varias horas, nada lograría perturbarlos. La labor que acababan de empezar solo terminaría cuando ambos quedaran exánimes. Porque harían el amor una y otra vez… Y más.

La penumbra mostraba sus figuras, las barreras de sus pieles se derrumbaban. Eran uno. Pero esa luz tenue no alcanzaba a revelar los límites del alma que allí se rompían también en cada vaivén, porque no solo se entregaba el cuerpo, sino dogmas inculcados, prejuicios, culpas, errores, enseñanzas y críticas, principios que prometían la vida eterna en el cielo para Pedro, que lo hallaba siendo uno en y por amor.

Guillermo se soltaba en cada envite de lo aprehendido, de eso que había hecho suyo al creer que lo mantendría a salvo de una vida rutinaria y de caer en los lazos de alguien para un por siempre.

Los absolutos de ambos se quebraban, y en el éxtasis, en cada orgasmo se hacían añicos.

 

“Caigo extenuado y agradecido. Soy feliz por la sola felicidad de existir, y hoy al fin agradezco el privilegio de estar vivo, y de honrar la vida, y esta compañía querida, porque tener a Pedro por pareja par me hace feliz, como nunca pensé en serlo.  He descubierto desde él, que el sexo por amor no tiene parangón. Yo, que siempre tomé las relaciones casuales como descarga de tensiones, como una manera más de buscar compañía, hoy me siento embargado por una sublime experiencia. Y pasé de ser un experto en escapar de relaciones comprometidas, a sentirme un privilegiado de tener a alguien de quien preocuparme y que se preocupe y ocupe de mí. Me agrada saber, que si me pasara algo, una persona se preocupará realmente por mí, y adoro ocuparme de que él esté bien. ¿Qué nos deparará el futuro? No lo sé, pero siento que será juntos, y aquí, ahora, por el amor que siento, daría mi vida por Pedro que se ha hecho parte de mí, carne de mi carne, sangre de la mía,  lo mismo. Y aprendo que para ser feliz no se necesita de mucho. Solo una sencilla comida basta, si se disfruta junto al ser amado, aunque fuera de las paredes de una trinchera se halle el enemigo. Porque unos brazos que quieren y queridos pueden ser un verdadero hogar, más allá del lugar físico, y tiempo donde uno se encuentre, y concluyo que nunca se debe dar por sentado nada de lo que tenemos, sino que es bueno agradecer por todo. Por eso ahora que aprendí, que casi perdimos la vida, me renuevo la promesa de agradecer cada vez que tenga frente a mí un plato de comida, unos brazos queridos brindándome amparo y cariño sincero, el sol recordándome que desperté vivo.”

 

 Apenas clareaba y Guillermo despertó, obediente a su promesa agradeció estar vivo y junto a Pedro. Su prometido dormía plácido, completamente relajado, desnudo, mirando hacia la pared por lo cual le privaba de su bello rostro. Durante la noche habían hecho el amor tres veces antes de dormirse, pues nunca parecían saciarse, y si luego de sus continuos y frecuentes, prolongados encuentros, en algún momento se detenían, no había otra razón que la anatómica, la merma de fuerzas. Pedro que al salir de la iglesia era tan negado a la intimidad hoy se revelaba como un hombre fogoso nacido y creado para dar placer y disfrutarlo con paciencia, detalles y dedicación,  sin prisas, impaciencias ni culpas, de lo cual también se desnudaba Guillermo que no dejaba de asombrarse de lo que Pedro inventaba en la vida sexual que inventaban como pareja. Jamás dejaba de sorprenderlo cuando su figura tomaba las riendas del encuentro y él se transformaba en un esclavo de ese cuerpo exquisito constantemente dispuesto al goce.

Guillermo observó la espalda querida y pudo descubrir cada vértebra de esa columna, con dolor aún  estaba allí la cicatriz recordatoria de la tentativa de la muerte de arrebatárselo dos veces, y su mente vagó a lo delgado, y demacrado que lo halló en ese pueblo perdido de Chile, con el pañuelo en el cuello ocultando la vergüenza de sus pares, cuánto le había costado llegar hasta él, cuánto lo ayudó Felipe, y mientras recordaba el reencuentro, el paso por Chile, le pasaba la mano por la espalda, dibujando distraídos garabatos. Pedro se movió y, poco a poco, volvió a la vida después de una noche reparadora. Luego giró regalándole ese rostro bello del despertar con sus hoyuelos y sus labios, lo abrazó, y así, en paz, piel con piel, estuvieron unos minutos. Hasta que el cuerpo  de Guillermo empezó a responder a la proximidad y estuvo listo para amar a Pedro. Le dio pequeños besos en la frente, enseguida bajó por los hombros y pronto se prendió a explorar los pezones. Guillermo suspiró profundo, se tendió un momento con los ojos cerrados, disfrutaba de estar vivo, de tener a Pedro a su lado.

Este, absolutamente despierto, se trepó sobre el cuerpo de su hombre, listo para tomar su cuota de goce y darle el todo. Guillermo sintió el peso del cuerpo de Pedro sobre el suyo amoldándose en curvas, salientes y hondonadas y abrió los ojos, entonces la imagen lo impactó, la imagen de ese adonis le parecía sobrenatural.

Pedro se acomodó para descender y entrar, Guillermo para sentir a su amor por completo dentro suyo y comenzaron a moverse suavemente  de arriba abajo, de abajo arriba, cerrando los ojos, dejándose tragar por la bocanada de placer, olvidados del mundo, otra vez prisioneros de la piel, quedaban a merced del otro, y Guillermo seguía el compás que le marcaba el cuerpo que embestía, lo acompañaba en la danza que le exigía, por momentos mansa, por otros dura, en otros muy ruda, mientras la ciudad despertaba, por la ventaba se colaba la luz que parecía haberse instalado alrededor de los cuerpos, posándose sobre los amantes, que concentrados en su rítmica labor, no se percataban de nada. En ese estado invadidos por una sensación bella, pacífica, sintieron la certeza de que no había nada que temer, de que todo estaba en orden, todo estaba bien  y como flotando entre nubes, llegaron al infinito, una y otra vez.

Solo un aroma extraño, los sustrajo del ensueño agónico rato después, tal vez no habían al fin apagado las velas.

 

__ ¿Hueles? ¿Podrás haber dejado la olla al fuego?

__ No precioso, si limpiamos todo, pero es verdad, huele a…  humo…

El humo los hizo ver el rojo, las llamas… estaban fuera, en la casa de invitados, y no trepaban más pues todo había quedado anegado, pero algo empezaba a arder, y no tenía sentido ni parecía probable, ellos no…

 

__ Lástima __ sonó la voz, pastosa, pero clara__, de no haber llovido tanto, entretenidos como estaban pude quemarles la preciosa casita, pero creo que al fin esas llamitas solo te dejarán sin tu precioso jardín, y tu linda piscina... ¡curita! _ sonó Juan que se recortó a contraluz para espanto de la pareja, desgreñado, tambaleante, con los ojos rodeados de zonas violáceas, la mirada perdida y sin embargo en ellos.

 

__ Juan, vete_ dijo Guillermo tratando de ser claro, conciso, manteniendo la calma mientras se vestía y Pedro lo imitaba.

Un movimiento los alertó, la mano delgada sostenía un arma.

__ Sos un idiota maldito _ le espetó mirando al examante__, me dejaste por un pendejo precioso, pero que siempre será un cura traumatizado, endeble, y vos, por bonito que seas, nunca serás lo que él necesita.

__Ya termina, Juan, estás borracho __ lo cortó Guillermo__, bien sabes que no sos mi amor, que nunca lo fuiste, que nos usamos uno al otro, que al fin ya no quedaba ni algo de respeto, y Pedro no estaba en mi vida entonces.

__Pero sin él, siempre regresabas,  aun si te casaras con él, regresarías al fin a mí, pero no estaré para esperarte__ dijo turbado, mientras pasaba de apuntar a uno o a otro.

__Nunca, no te hagas esto, José te ama, puedes salvarte de  esa porquería que te domina, y lo que yo te daba no merecía la pena_ intentó alentarlo Guillermo.

 

__ ¿Qué mierda sabes  lo que significaba para mí que aparecieras, aunque me dieras migajas? Ahora soy un despojo, perdido entre el alcohol y más drogas, dejé el trabajo, no quiero arruinar la vida de otro por despecho, no merece eso José, él no tiene nada que ver, este   estúpido cura pudo haberse muerto de verdad y ya lo habrías olvidado, pero no, se salvó, y sobre todo lo que intenté en su contra, con ayuda de Matías desde adentró inclusive, siguió adelante, y vos casi muerto, fuiste a buscarlo, se confabularon aun contra Dios y los curas, más desde  que tienen a ese nene.

__ Felipe no tiene nada que ver…

Guillermo dio dos pasos y Juan alerta lo apuntó a Pedro.

__! Quieto o  termino lo que empezó y no terminó él! _gritó.

__ ¡No! Juan, verán el fuego, pronto vendrán bomberos y policías, tira esa pistola, vete, busca a José, comienza de nuevo, olvídate de nosotros.

La risa en el rostro demacrado les pareció diabólica.

__No te preocupes, no voy a asesinar al putito, y a vos te hice hombre, no podría, pero nunca serán felices, así como yo arderé en el infierno, mi vida no tiene sentido, pero sí lo tendrá mi muerte, porque vos, Guillermo, nunca olvidarás al que te mostró el camino de tu esencia, y vos Pedro, nunca dejarás de ser cura, por tanto de sentir la culpa de mi muerte.

___ ¡No! _le gritó Guillermo cuando vio el trayecto del cañón del arma dirigirse a la boca, y entendió__. ¡Mierda, no hagas esa estupidez! Puedes empezar de nuevo, José te ama, te sanará, te va a rescatar, solo date y dale una oportunidad. Yo no soy quien te merece y corresponde, te humillé con Ana, con mujeres, soy basura, José no.

__ No valgo nada, y soy un estorbo para todos __ musitó Juan, con el arma a mitad de camino, la mano temblaba__, nunca te lo conté, Guillote, pero antes de vos, hubo un pibe, precioso, este me lo recuerda, éramos dos pibes, pero se suicidó, porque no pudo enfrentar saberse gay, no soportó plantarse frente a sus padres y gritarlo, se pegó un  tiro frente a mí, en mi cama, y nunca pude olvidar eso, jamás lo desalojé de mis recuerdos, su sangre se me quedó pegada en la piel.

 

Guillermo lo miró horrorizado, nunca lo había dicho antes.

__ Y así sucederá ahora, me reuniré con él, y ustedes, nunca olvidarán lo que quede, esto es de a tres, como te dije en Palermo, Pedro, no quisiste, pues será diferente, pero siempre tres.

__Estás enfermo, déjanos ayudarte, no lo hagas, no tiene sentido, puedes emborracharte, pero no acabar con tu vida, eso solo empeorará las cosas, siempre hay una salida, Juan _ balbuceó Guillermo, pero tras una última mirada que pareció tornarse en ternura, el sonido fue más rápido que cualquier reacción, y la bala entraba en la boca de su examante, mientras la vida huía, como la sangre que salpicó para todos lados, como las llamas que afuera avanzaban hacia la casa.

 

Pedro intentó tapar los ojos de Guillermo con sus manos, pero no llegó a tiempo, Guillermo corrió en la ingenua esperanza de hacer algo por esa vida que terminaba, y sin embargo la cara chamuscada por la pólvora no mostraba el rostro conocido sino jirones de carne, y un mar de sangre que lo perturbó, y le dijo que nada quedaba por hacer.

Las sirenas estaban cerca, Pedro lo conminó a separarse, a salir de allí, Guillermo se dejó arrastrar, puso su energía en desenganchar la mirada de los despojos de alguien que ya no estaba allí, y en salvar esa casa, y recordar el amor de Pedro, le dio una fuerza sobrenatural que lo impulsó a moverse. Qué frágil y efímera era la vida. Nada tenía sentido,  ni siquiera la existencia sin los afectos, la suya no la tendría sin Pedro, su vida era significada como tal por el amor que le profesaba y entonces supo cuán grande era.

Mientras bomberos y policías hacían el trabajo, ellos se abrazaron con la certeza de que ya no podrían vivir el uno sin el otro.

 

No quisieron alarmar a los muchachos, Pedro declaró lo sucedido, Guillermo permanecía sumido en el silencio, una hora después recostado en otra cama, en otro cuarto, recibía las caricias de Pedro.

 

__Ya se fueron, le avisarán a Miller, él se ocupará de todo _ le dijo sin pronunciar más nombres__, el fuego solo lamió las paredes de la casa, se perdió la menor, se chamuscó lo que hicimos ayer, pero eso no importa.

Pedro preguntaba, Guillermo respondía con monosílabos, la experiencia traumática lo mantenía atrapado en un mundo propio, donde él no podía ingresar.

__ Guille, no estás bien, ¿cómo puedo ayudarte?

Guillermo no supo qué responderle, nunca amó a Juan, pero sin embargo él le había mostrado su esencia, había sido su primer hombre, el guía, y la escena sangrienta dolía, le tocaba una fibra íntima, y debería darse tiempo para sanar esa muerte.

__ Ya me ayudas estando cerca__ respondió.

Pedro se tendió a su lado y le acarició la cabeza, Guillermo lo miró y le dijo lo que sentía.

__ Pedro, la muerte es un monstruo que lo aniquila todo a su paso, nos toca, y ya no queda nada, no hay por qué luchar, la persona se ha ido, y temo, temo perderte, o dejarte si muero antes.  ¿Qué puedo hacer yo o José ahora por Juan? Nada.

__No olvides que estamos acá de prestado, esta vida es algo transitorio _ habló Pedro desde su fe__. Somos de Dios y a Él regresaremos. Ese hombre traspasó el umbral, una puerta que todos pasaremos algún día. Todos lo harán.

Pero Pedro no obtuvo respuesta, Guillermo no tenía su fe, y ni siquiera parecía prestarle atención a las palabras.

Rato después lo oyó respirar fuerte, se había dormido, y era lo mejor, por momentos el sueño era lo mejor.

“La vida me ha agotado en soledad y la esperanza que me ames. Cuántas veces te escribí tanto en mi encierro con mi loca porfía, amarte sin que me ames y despertar de sueños queriendo seas mío. Viví en lenta agonía buscándote y con tu aliento volví a nacer. Dolor de ausencias desgarran mi alma, angustias mi desconsuelo cuando te busco para amarte, entre mis delirios de amor y anhelo. Con el amor color rojo pasión de tu boca quiero vivir hasta morir. Me sonríes con el rosedal de tu boca y no quiero dejarte marchar, con amor apasionado y lujuria, de cuando siento respirar tu boca.  Nuestras pasiones dejarán atrás todas las búsquedas olvidadas. Entre martirios de esperas y lujurias consentidas tú, serás mío… entre silencios y murmullos dulces bebiendo alientos, vida mía. Desnúdame y desnúdate, y llévame al cielo entre tus brazos. Tengo celos del espejo que con desparpajo te contempla desnudo porque te quiero solo mío,  saciadas mis esperas de amor y ternura. He vencido la soledad de todos mis recuerdos con tu amor. Te amo hasta cuando respiro en el aire de tu  boca y sin regreso, desde el horizonte ciego de mi soledad dormida. El embrujo de tu cuerpo se aposenta tibio  sobre el mío. Tu boca recorre mi pecho y vientre como una mariposa en vuelo hasta regiones donde habita la lujuria de mis carencias y desvelos. Mis otoños habitan en el gozo de tu primavera temprana. Seré el diablo mismo y te quemaré con fuego cuando te haga mío. Espérame amor, gocemos juntos el éxtasis de la vida. Entre movimientos apresurados de la pasión de nuestros cuerpos olvidando mis otoños en penumbras  en tu primavera de sueños.”

 

__De todos los conocimientos posibles,  el más sabio y útil es conocerse a sí mismo; comprender  quién eres realmente es mucho más importante  que perseguir aquello, que deberías ser,  porque si comprendes lo que eres hoy,  empieza ese proceso de trasformación espontáneo,  mientras que si tratas de convertirte  en aquello que crees que deberías ser; no se produciría ningún cambio positivo   en esta nuestra personalidad. La vida de cada ser humano hombre o ser mujer  hoy es un camino hacia sí mismo, ese el ensayo de un camino,  boceto de un sendero para llegar al destino;  y eso se logra hoy y en este recién día nacido  con solo tratar de dominarse y de vencerse a sí mismo, razonando que victorioso;  no es el que vence a los demás, sino  el que se domina a sí mismo, frenando sus vicios y venciendo sus defectos  porque la victoria sobre sí mismo; es mucho más difícil,  y quien lo consigue sin desanimarse hoy día desde muy temprano,  puede catalogarse a sí mismo, como verdadero héroe. En esta nuestra humanidad hoy  de todos los conocimientos posibles; para el hombre,  el más sabio y muy útil de todos  es el conocerse a sí mismo, desde su alma a ese su cuerpo  del ser humano, siendo parte de la maravillosa naturaleza con vida,  siendo mucho más relevante  que nos conozcamos hoy día  que darnos a conocer  a los demás a nuestro lado. Al realizar ese viaje hacia sí mismo,   a esas conclusiones, pensamientos,  modificaciones, afirmaciones en ese mi existir y actuar  concluyo con el proceso  del maravilloso autoconocimiento; sabiendo mirarse a sí mismo, de muy buena y positiva manera. Logrando ese ganar para sí mismo; esta mi personalidad,  como ser humano  la bella y noble sabiduría, en conocerme. __ Pedro le hablaba, Guillermo persistía en su mutismo__. Guille Juan ni se conoció nunca, y mucho menos se amó, tú pudiste rehacerte, él no tuvo el valor...  No todas las parejas son perfectas, creo que lo que sucede es que rodeamos con un halo de perfección a lo que se pierde, y no quiero que lo hagas, ¿acaso él era  tu ideal y complemento?

__ No, ni era perfecto ni mucho menos, ya sabes lo del abuso, ahora que sé de ese chico que se suicidó, entiendo más su rabia, sus adicciones, los abusos, me sentí culpable porque al fin él y Ana terminaron alcohólicos _musitó.

__Nada de culpas, tú no puedes elegir por ellos, Guille, eso no, lo de él no era amor sino obsesión. __Te tengo porque la vida es misterio, porque los soles lejanos se aparecen por las noches  deleitándose en sus salmos. Te tengo,  aunque no sueñe tus ojos,  aunque no busque los besos  que coquetos tus labios  lanzan  para sellar sus excesos...  ¿Cuántos quisieran tenerte? Como se tienen los tiempos  que sin medida ni historia fluyen y surcan los cielos. ¡Te tengo!  la providencia es mi amiga. ¿Será que nunca me apego;  ni persigo, ni desnudo  a los que viajan en cuerpos? ¡Me tienes!  Me tienes porque te tengo. Porque  es como si atara tu limbo, lo endosara al purgatorio,  al infierno tuyo y mío.

 

__ En el crepúsculo de mis ansiedades me desvelo al pensar que la contemplación es el privilegio de otras madrugadas, que formo fragmentos para dominar el silencio así no se apodera de mí.

En sueños en donde el silencio es el tesoro,  hago promesas sin continuidad,  presintiendo ojos permitidos no tan lejanos y el deseo de las palabras me nombra sin cesar.

Las uniones posibles del otro lado conforman un lazo mortal que se disfraza  de ausencias en plenas pérdidas, solamente ya comprendo la verdad,  estalla en mis deseos y en mis desdichas perdiendo el control.

En mis desencuentros y en mis desequilibrios, ya comprendo que es la hora de la verdad. Es un instante que no permite errores. Son mundos opuestos que atraen fuerzas dominantes invisibles.

He dicho palabras para desahogarme llenas de fuego, he inventado nombres para no lastimar ni ser lastimado, pero sucede que oigo a la noche llorar sobre mis huesos y en sus lágrimas delira algo que no volverá.

En el eco de la desesperación aún hay miedos, yo no entiendo muy bien pero quiero ser diferente aunque  deba de pagar un costo. Extraño desacostumbrarme a construir finales para no sufrir doblemente en la memoria de aquí y de allá.

El reconocimiento es pretexto  entre ceremonias que se dejan fluir en una duración eterna, entre los pasos perdidos,  la despedida se agudiza pero su compañía es una pequeña lluvia de emociones que me da el atrevimiento de no perder la memoria.

Mis ojos abiertos son la extensión del alba, alguien apuñala al alma en busca de un impío del respeto. Insiste en un abrazo, redobla la furia,  crea un espacio de injurias entre mí yo y el espejo de la vida, crea un canto desgarrador entre yo y lo que me creo.

Siento un abandono en suspenso. Nadie es visible,  solo la música de los latidos del corazón aseguran resiliencia en un lugar no tan conocido. Todo se convierte en sombras de los días a venir y me amarro al vértigo de la contemplación de lo que se terminará.

Es inminente la continuidad, se transforma en una tenebrosa luminosidad de los sueños ahogados y es dolorosa, silenciosa e inquietante,  va de lo real a lo irreal aduciendo facetas irreconocibles. Mi cuerpo se va abriendo a lo no conocido de mi estar y de mi ser confuso y difuso, mi cuerpo está vibrando y respira con un aliento casi olvidado. Algo de mí me abandona, me arrasa invisiblemente me distancia de mi mismo. El lenguaje silencioso engendra fuego, se propaga y se convierte dentro de mí. Y yo con mis voces y la nada misma hace una metáfora de asfixia que se despoja con el fin de no equivocarse en plenas pérdidas. Alguna vez, tal vez, encontraré refugio en la realidad verdadera. Entretanto puedo decir hasta qué punto estoy en contra __ balbuceó Guillermo.

 

La noche fue cayendo y Pedro percibía que Guillermo continuaba taciturno y acongojado. Nada que hiciera modificaba su estado de ánimo. Pedro había intentado explicarle sus creencias acerca de la muerte, pero para un hombre como Guillermo, sin embargo, semejante grado de fe era desconocido.

Habían cenado en silencio, sabiendo que policías, bomberos y tropillas de bomberos seguían trabajando en la casa, que el cuerpo de Juan se había retirado, y que evaluarían los daños en otro momento. Para cuando acabaron, Pedro llamó a los chicos, a Fabián le dijo algo de la verdad, pero no quiso que le contara a Felipe, les dijo que se quedarían en la casa un par de días, y ahora terminó de ordenar y lavar las cosas, mientras las penumbras ganaban al día, y lo mismo veía en la mirada de Guillermo a quien había servido una medida de whisky.

Se acostó junto a él que continuaba sumido en el ostracismo. Se apenó, él no era así, se enterneció. Quiso ayudarlo e hizo lo único que estaba a su alcance. Le besó por todos lados, el pelo, las sienes, los párpados, la cara, los hombros…  pero él no le respondía como siempre, así que solo se quedó allí, cerca, muy quieto junto a él, mientras la noche caía por completo y la luna asomaba su cara por la ventana.

__Amor, mañana nos tomarán declaración _ le informó, y Guillermo asintió con la cabeza__. En el día evaluaré los daños, al parecer se perdió la casa de invitados, y parte de la pintura de la casa, la piscina, el jardín, solo árboles viejos y fuertes, y maleza enraizada sobrevivieron, pero eso no importa.

 

La voz grave de Guillermo retumbó en la estancia.

__Te juro que vi la muerte cielito, la sentí. Estuvo junto a mí. Y en un momento pensé que nos asesinaría antes de matarse, además de entender que la vida puede torcerse de un momento al otro, que de súbito una muerte inesperada puede quitarnos la vida, la fe, el dinero, la salud, la gente que amamos, y al verlo hecho jirones de carne y sangre, siento que entro en pánico, si algo te pasara…

__Shhh… Estamos vivos, Guille, y sí, si envejecemos hasta ser viejecitos, tal vez alguna vez uno se adelante en el camino, y deje al otro desolado, pero nos volveremos a encontrar, siempre y para siempre.

__Estamos vivos de casualidad, él estaba fuera de sí, y bien ese cadáver pudo ser el mío. No puedo sacarme la idea de que un minuto atrás estaba hablando, aunque fuera amenazando y al rato su cuerpo se había reducido a pedazos de carne en un charco de sangre.

__Amor, deberías tratar de no pensar más en eso.

__Pedro, esa imagen, quise buscar sus rasgos, solo vi jirones de restos.

Pedro escuchó las últimas frases y entendió o creyó comprender qué le pasaba a Guillermo. Él era un hombre de imágenes. Como persona sensible, lo que entraba en su retina se le metía en el alma, y ese día la figura sangrienta de alguien que marcó una época en su vida había penetrado sus ojos, y había anidado en su interior.

Se trataba de eso: más que sentimiento, imágenes que no podía desalojar. Pero él tendría que abandonarlas  para seguir adelante. Tal vez la solución fuese centrarse en otras imágenes nuevas,  pero en esa casa ahora marcada por el fuego y sin terminar,  no encontraba paisaje bonito por ver, ni quedaron vivos verdes canteros con flores. La belleza natural de horas antes del afuera había sucumbido bajo el fuego, sí,  le dijo la verdad, solo los árboles fuertes se mantuvieron en pie en medio de cenizas y las malezas resistentes se aferraban aún a la tierra. En ese momento, no había nada lindo con lo que él pudiera reemplazar las imágenes nefastas que, grabadas en su mente, se repetían una y otra vez, como si fuera una película continuada, o peor, un álbum de fotos de horror.

__Pedro…

__ Dime.

__Su camisa era clara… pero luego, no pude verla porque la sangre… _ siguió en trance.

__Shhh…

Y comenzó a besarlo. Guillermo también lo besó pero su mente estaba muy lejos de allí.

Entonces Pedro apeló a su imaginación para crear algo nuevo, alguna experiencia que contuviera el suficiente poder de regresarlo a este mundo. Algo que reseteara su memoria, pero  ese universo tocado por el fuego y la maldad no le prodigaba elementos suficientes. Salvo a sí mismo. Una idea osada vino a su mente. Quizá podía ofrecerle algo diferente.

 Se puso de pie y se desnudó por completo, luego, dándole la espalda, se alborotó el cabello con las manos y le movió los glúteos de manera lenta y cadenciosa como si lo acompañara el son de una sensual melodía. Los ojos profundos y tristes de Guillermo quedaron sorprendidos ante la figura que le mostraba la claridad de la luna que ingresaba por la ventana. Pedro movía sus caderas suavemente para él, de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, y luego cada tanto, hacía una arremetida inesperada hacia abajo, un empujón fuerte que sacudía la imaginación de Guillermo,  en esa dualidad que lo enamoraba siempre en él, pasaba de la ingenuidad del sacerdote al coraje y sensualidad del hereje, el diablo con ángel.

Unos instantes de danza sensual, y Pedro se metía de nuevo en la cama y pegaba su cuerpo, sus nalgas a la piel de Guillermo. La espalda de Pedro quedó contra su pecho, se rostro pegado al cuello, al cabello negro, las piernas de ambos, entrelazadas. Los dos cuerpos apretados formaban uno. Guillermo apoyó sus manos en esa ofrenda, y sus pulgares apretaron el sacro, su mente regresó a las imágenes del baile sensual.

__ ¿Lo quieres? __lo incitó Pedro__. Ven por él.

La osadía se hacía carne. En brazos de Guillermo se sentía seguro para lo que fuere. Él le había prometido que daría su vida por él, todo lo demás, al lado de eso, eran menudencias, él como sacerdote nunca supo de fiestas ni de bailes, pero lo había inventado para él. Pedro lo deseaba de todas las formas posibles, lo quería dentro de él o al revés de todas las maneras que existían, pero sobre todo porque necesitaba sacarlo del estado de dolor, liberarlo.

La invitación, unida a su natural sensualidad surtieron efecto. Al fin, Guillermo lograba interesarse por otra cosa que no fuera la muerte. Pedro, para él, significaba la vida y otra vez lograba sorprenderlo... Cuando lo conoció, jamás hubiera adivinado que sería capaz de actuar así, que sería de esa forma.

__Ven aquí… te daré placer _ ordenó Pedro.

Escuchó la frase y se embriagó en el vino antes de tomarlo. La mera propuesta ya lo emborrachaba.

 

__ Y yo te lo daré a vos _ respondió.

Placer para ambos, placer, el adelanto de lo que estaba por acontecer los llenaba de erotismo.

“Exploró mi infinito cuando se sumergió en mi consciencia con cada halago bendito que salía de su boca. Profundos sus ojos que con anhelo me miraban y sentía sus besos cálidos y melosos en mi exquisito  secreto. Aterciopelados y secos se encendieron los caminos con caricias candentes y envolventes suspiros. Intensos se inundaron mis sentimientos y favorecían mis besos tibios. Resplandeciente y brillante se deslizó mi hombre afable a donde la lava estaba candente, así... Perdí mi sentido.”

Guillermo, urgido por su instinto de hombre, se alejaba de toda imagen sangrienta. En su mente solo había espacio para una: el pequeño y redondo, firme  monte exterior de Pedro, la entrada a sus entrañas y esencia. Las escenas cruentas ahora eran reemplazadas por otras de índole eróticas.

Dos o tres movimientos de ajustes entre los cuerpos, tres a cinco palabras, cuatro a cinco suspiros de excitación y adrenalina.

Y la vida se abría paso en la chamuscada casa del Delta. Las paredes conocían lo que nunca antes de ese fin de semana, Pedro gemía ante cada envite, con fuerza, apresado entre los brazos de Guillermo. Este hacía y deshacía, tejía y deshilachaba en su piel, tejía y destejía deseos en ese cuerpo amado, porque Guillermo en esa noche recreaba espacios, forjaba ganas, conquistaba piel, urdía pensamientos que le permitieron llevar adelante su propósito. Pero nuevamente se daba cuenta de que no era él sino Pedro, quien dirigía el encuentro. Como antes, todo lo que pasaba en esa cama, estaba en manos y creado por Pedro, quien seguía siendo director de la sinfónica, su voz suave daba direcciones: “Ahora, sí, espera, más”, “Sí, quiero”.

Él hacía caso a rajatabla y conquistaba geografías.

La noche avanzó y ellos perdieron el sentido del tiempo. No había lugar para nada más que no fuera el enardecimiento en que vivían en ese momento y lo que sentía el uno por el otro. Porque al final, cuando ya habían terminado y Guillermo aún respiraba con dificultad, le dijo:

 

__Pedro. Te amo. Te amo más allá de las costumbres, género, creencias, religiones diferentes, de tu manera de pensar distinta a la mía. Nada de eso es importante ante el sentimiento que tengo. Amo tu alma.

__Yo también te amo por entero, Guillermo Graziani. __ Se lo dijo con apellido, el nombre completo era sinónimo de honor y de individualidad. Y la declaración que acababa de formular tenía el don de ser la más importante de su vida.

Otra vez se hizo el silencio hasta que Pedro lo rompió.

__ Entiendo bien lo que dices porque siento lo mismo. Género, profesión, creencias, todo se ha vuelto insignificante al lado del amor que te tengo,  que deseo nunca acabe.

__Pedro, quiero que sepas, que pase lo que pase, ya no nos separaremos más, el amor resiste, es un acto de voluntad, de fe, es un acto de verdadera libertad. Y te propongo una vida para los dos, acá…  yo si luego de… si ahora no deseas esta casa ni este lugar, donde sea.

__ Sí. Y quiero esta casa, nada de lo que sucedió puede empañar nuestra vida, y por suerte los chicos no estaban, renaceremos desde los escombros cada rincón.

-Sabes que cuando volvamos, al menos al inicio todo puede ser duro, ¿verdad?

__Lo sé mejor que nadie, pero esto también va a pasar.

__ ¿Estás preparado?

__Sí. Y nada importa si tú lo estás, lo material lo reharemos, sé que lo que viviste hoy fue muy duro, pero estás vivo, y es lo más importante.

Transcurrieron unos minutos en silencio y quietos, y al comprobar el sueño que llegaba, Guillermo no obstante percibió las lágrimas en su amor.

__ ¿Qué sucede?

__Perdón _ musitó, Pedro, recién me doy cuenta de que tu estado fue por mi culpa, porque ver lo que él hizo te llevó a mi propio intento, fui un cobarde, casi hice lo mismo, perdón. __El llanto arreció, Guillermo lo acunó.

__No, nada que ver, vos estabas preso de unos infames, te robaron  tu libertad, ni siquiera tuvieron piedad porque entraste allí siendo un nene que no conocía el mundo, nunca fuiste adicto, vos estabas desesperado por liberarte, no vuelvas a compararte. __Le clavó la mirada certera__. Nunca.

 

Pasado el momento, y aclarado todo,  Pedro sintió a su hombre acomodarse para dormir. Estaba a punto de desfallecer. La conversación,  los hechos, el amor prodigado los había dejado satisfechos, complacidos y cansados, solo centrados en poder estar juntos. Se amaban mutuamente y querían un futuro juntos. Pedro se atrevió a formular aún más preguntas, quería que Guillermo respondiese antes de que el sueño lo atrapara, llenar su mente aun dormida de proyectos y sueños.

__ ¿Tendrías un hijo conmigo? Ya sé que tenemos a Fabián que pronto se casará y volará, a Felipe, me refiero a bebés, a concebir a alguien más…  con ayuda claro.

A Guillermo, somnoliento como estaba,  la pregunta lo tomó por sorpresa. Y sin tiempos para elucubraciones, respondió sincero y llano.

__Sí, quiero que tengas un hijo biológico, quiero tener un o una Beggio. Por supuesto, lo quiero todo con vos amorcito.

Aún se hallaban abrazados cuando Pedro sintió que Guillermo dormía profundamente. Estaba seguro de que la sombra de la muerte se había apartado de su ser, sus últimas palabras exudaban planes, vida, sueños, futuro. Lo besó con suavidad y se dio media vuelta, listo para dormirse, estaba en paz y feliz pues para serlo como alguna vez creyó hallarlo en una celda de la capilla,  no necesitaba grandes fortunas como le ofrecía su cuna, le bastaba esa cama con ese hombre que amaba, la cena frugal que compartieron. Sí, aceptaría sin dudar y para siempre aun una existencia sencilla como en el departamento del centro, o mutilada como esa casita de huéspedes chamuscada, si  le aseguraran que vivirían juntos y en paz con los chicos de por vida. Volvió a pensarlo, estaba seguro de su elección. Elegiría esa vida, una y mil veces, y al recordar su tentativa de suicidio cuando pensó que sería prohibida, se estremeció.

 Él no lo sabía, pero esos pensamientos certeros acababan de marca su ADN a perpetuidad.

 

-Al recorrer tu silueta serpenteando las montañas en los  mares de magma que vierten fuego en tu fuente, me contagio de ese calor corporal que se funde en la fragua de tu pasión, donde se mezcla el deseo con el amor del corazón.

Llegado el momento, respiras profundo entre las aguas mansas del cálido fluido  que refresca tus labios de amor, susurrando leve, presa de la convulsión masiva has rasgado la piel inerte del amante compulsivo, que bebe de tus pliegues claros oscuros el sabor salino de tu amor.

Quizás este amor no es de libreto, mucho menos de respeto, es salvaje tierno y violento, no apto para santos de ningún convento, somos dos disfrutando nuestros cuerpos lejos de dogmas indiscretos.

Ante la gente seremos perfectos, nosotros sabemos lo que hacemos en secreto, eso nos llena y lo queremos para vivir un amor eterno, que nos viaje muy cerquita del infierno, donde el amor es puro masivo y eterno. Les  haces el amor a mis pupilas,  con énfasis malditamente desacatado sobre rosas y pétalos de tequila, aguardiente engargolando sonrisas al son de un acordeón emancipado. Brillando a la espera del día. La erecta flauta entre tus labios hechizando las neuronas en esa majestuosa fellatio atravesando compromisos y espacio, colándose bajo las sombras de un bello reflejo apasionado.  El deseo no reconoce normas  ni moralidad que lo restrinja, él alborota nuestras hormonas en cualquier lugar, a cualquier hora por el mero hecho de gozar la vida. El sexo y la pasión que nos desborda. Les haces el amor a mis pupilas con voz dulce y mirada apasionada, agazapado, tus celos de lobo. Tras esa ternura que destilas en cada palabra de tu vocabulario, en cada éxtasis que me provocas.

 

“Por primera vez siento la necesidad de atarme a un hombre. Algo extraño, poderoso me ha unido a Pedro. Y desde que lo hallé, rechazó la falsa creencia extendida acerca de que una pareja estable resta libertad, esa idea arraigada por media vida en mi cerebro, era al revés, solo el amor nos hace libres en vida. Amor a Pedro, y lo quiero a mi lado. Él tiene todo lo que pensé que nadie tendría que me llevó a denigrarme y a usar a cualquiera, y lo que no tiene, no me importa, porque ya no deseo seguir buscándolo, no me interesa la búsqueda, solo quiero quedarme y crecer junto a él. Cuando avanzo en el camino de esas ideas sé que es el tiempo de formar una familia y de empezar a vivir más quieto. Tal vez va llegando el momento de dejar atrás mi vida de tapar mis vacíos de trabajo y aventuras, ya no necesito más de eso. Tampoco quiero perderme de vivir cada minuto, ya no deseo la vida apresurada y estresante, las corridas y competencias, y la falta de tiempo. No me interesan compensaciones ni premios laborales, ni palabras lisonjeras de mis colegas. Ahora, acá que casi pudimos perderlo todo, me siento libre de todo.

Y también he cambiado mi visión sobre la muerte, como Pedro predica desde su fe residual creo que comienzo a estar seguro de que hay algo del otro lado del portal, del camino. No puede acabar todo aquí, algo nos espera al cruzar esa puerta, espero que Juan allí halle la paz que no pudo acá. Entiendo que la vida es un minuto, un prodigio que debe de ser aprovechado y disfrutado de manera consciente en cada instante. Me prometo no volver a vivir adormecido, anestesiado, pues Pedro me ha despertado de ese periodo de insensibilidad  y farsa, en que como autómata no me daba cuenta de que cada instante es bello, único e irrepetible. Que se va, se esfuma sin posibilidad de vivirlo nuevamente, ya no quiero esperar a que llegue el fin de semana o las vacaciones para poder vivir junto a quienes amo. Me hago el juramento de no volver a aceptar el agobio, el acelere, la culpa del final del día por no haber completado el trabajo. Trabajaré para vivir, no a la inversa.

La vida es más compleja de lo que creemos, y cada episodio que vivimos tiene una razón. Nada es casualidad, tal vez sanar el suicidio de Juan me lleve a sanar la herida de aquella tentativa de Pedro. Sé que estamos donde debemos estar para aprender las lecciones necesarias que nos harán vivir mejor. Por ello no reniego de lo que hoy nos toca vivir ni del camino recorrido, solo deseo aprenderlo lo más rápido posible para que pase pronto.  Permito que fluya sin oponerme. No trato de cambiar lo que sé que no puedo.

Estar alejado junto a una persona que tiene creencias opuestas a las mías, estar al límite de la muerte, me ha otorgado una visión diferente de la vida, y bienvenida sea. Abro los brazos y la acepto, dejo que venga lo que tenga que venir. Ya no deseo manejar todo a mi alrededor. A fuerza de no poder hacerlo, estoy aprendiendo que lo mejor es soltar y permitirle a la vida que fluya. Lo cual me serena, porque a pesar de las carencias que pueda haber,  y de lo sucedido ayer, por primera vez en mi vida estoy en paz.”

 

 Bs. As. A pocos días de la resolución del caso de Felipe.

 

Los chicos estaba acostados, Pedro y Guillermo abrazados en el living del departamento, tomando whisky de la misma copa, o de la boca del otro entre besos.

__Hoy creo que hay capítulos en nuestra vida, Pedrito, como en una novela _ comenzó Guillermo__. Queremos creer que siempre van a aparecer los mismos personajes en la historia, sin embargo, casi nunca es así. Algunos personajes como en la ficción, desaparecen de la historia mientras que otros nuevos aparecen. Eso hace que la vida mantenga el interés y la capacidad de sorprendernos, ¿no te parece? _ preguntó mirándolo.

__Nunca lo había visto de esa forma. Supongo que yo esperaba que la historia siguiera siendo previsible, sin sorpresas. Era más fácil así, tú sacudiste esa monotonía.

__ Pero normalmente, la decisión no es nuestra. El destino la toma por nosotros. __ Sonrió sabiamente__. Yo tengo más de cincuenta años, y me he casado dos veces con dos mujeres muy…  inusuales, siendo gay. No lo planeé así pero, si lo pienso ahora, gracias a ello está Fabián, y también creo que me hubiera aburrido si la historia no hubiera cambiado radicalmente cada vez, y más,  si no hubieras aparecido.

__Yo me he casado hasta ahora una vez, con Dios, y podría haber durado para siempre, en realidad quizás así debería haber sido según algunos. __ Por momentos seguía aferrándose a pedazos  de su vida previa, aunque ya quedaba muy poco de lo que lo ataba a ella, además él se sentía una persona diferente a la que era entonces.

__Aparentemente, si no duró, es que no estaba destinado a hacerlo _ contestó Guillermo con aire filosófico__. Aunque para mí es fácil decirlo. Algunos cambios son más difíciles que otros, y yo he aprendido por los senderos complejos, como vos __ añadió, riendo de sí mismo. Cuando siento  lástima de mí mismo, Fabián me recuerda lo bien que lo hemos pasado, me da una patada y me lleva a recomponerme y seguir adelante. Y normalmente acierta.  Cuando me entristezco al pensar en lo perdido, me suelo dar cuenta de que las cosas se ven mejor de lo que realmente eran cuando miras atrás.

Y Pedro tras los últimos meses, supo que él tenía razón. Había entrado honestamente a la iglesia, sin embargo la pedofilia, gente como Ernesto, víctimas como Felipe, la mala situación que le creaban para salir de allí, habían  empañado los recuerdos que tenía de toda esa etapa, que como decía Guillermo, era un capítulo de la historia de su vida que tocaba su fin.

 

__ ¿Y qué planes tienes ahora amén de lo del nene, de casarnos, de reconstruir la casa, de pasar todas tus vidas conmigo? __ preguntó  divertido Guillermo__. Creo que he podido vislumbrar cómo va a ser el futuro, e intuyo que lo peor para ambos ya pasó, que se avecinan buenos tiempos _ afirmó seguro.

Volvía a ser una persona fuerte y positiva, y Pedro lo amó aún más, le gustaba mucho eso de él, le gustaba todo de él.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.