viernes, 30 de agosto de 2019

REDENCIÓN CAPÍTULO OCTAVO.



REDENCIÓN

CAPÍTULO OCTAVO.

“Me besó sin pedir permiso y me pareció la gloria.
Le devolví el beso con hambre atrasada”. M. Benedetti.

“Si la pasión y la locura no pasaran alguna vez por las almas…
¿De qué valdría la vida?” Jacinto Benavente.




El Profesor. En efecto era un engreído. Y ya era hora de que dejara de serlo.
Poco después la camarera rubia de bote se acercó a Pedro y le entregó una cajita dorada Guillermo enarcó una ceja.


__Es para ti.
__Lo siento debe de haber un error, yo no he pedido nada.
---es obvio cariño. Uno de esos tipos de la mesa de los banqueros te lo envía, y me ha pedido que te diga que le romperías el corazón si lo rechazas. __con una seductora sonrisa en dirección a Guillermo añadió__: ¿Le traigo otra copa señor Graziani?


__Creo que estamos servidos, gracias _respondió Guillermo, con la mirada clavada en Pedro mientras este examinaba la caja dándole vueltas.

Al abrirla, encontró una tarjeta y un bombón envuelto en papel metalizado dorado. En la tarjeta se leía:

“Ben Aguilera.
Presidente, mercado de capitales.
Banco City.
Teléfono…”


“Él no era lo que esperaba pero no esperaba lo que sucedió.
Lo conocí de una extraña manera, típico en mí, así que eso no me sobresaltó. Cuarenta y ocho horas de charla telefónica me bastaron para comprender que yo era lo que él estaba esperando y que tal vez él fuera lo que yo deseaba. La voz dulce y calmada, la inteligencia como estandarte, y el sufrimiento que cobraba protagonismo con cada palabra suya. Nos íbamos a encontrar a la madrugada, cuando él salía de trabajar, raro sí, tan raro como mi propia vida. Hablamos hasta la madrugada y nos dijimos “hasta luego” esperando que ese `luego´ fuese maravilloso. Imposible dormir las escasas horas hasta ver al chico soñado por mucho tiempo y conocido solo por cuarenta y ocho horas.
Camino al encuentro y mientras el rojo del semáforo aceleraba mis ansiosos latidos del corazón, un globo amarillo cruza impune la avenida y casi bajo corriendo a buscarlo, pero solo me reí imaginando lo ridículo que me vería haciendo tal cosa a las cinco de la mañana en la avenida principal. Lo sentí una señal, un mensaje de optimismo. ¿Cómo era posible que un globo se cruzara en mi vida en este momento tan particular? tenía que ser un mensaje. Es que cuando nos despedimos por teléfono, yo estaba buscando infructuosamente globos para colocarlos sobre el auto y así sorprenderlo cuando viniese caminando a mi encuentro. Fue imposible conseguirlos a esa hora de la noche y lo lamenté. De ahí lo significativo del aparecimiento del preciado elemento mientras iba en busca del amor.

Unas cuadras adelante y tras haberme detenido en otra esquina, todo cambió de perspectiva. Un manojo de ocho o diez globos verdes y negros atados entre sí, cruzaron la calle frente a mis narices y ni lo pensé: coloqué las balizas, y salté del vehículo sin siquiera estacionarlo.
 Los corrí unos metros y los tomé con la ilusión desbordante y pensando que si esto no era una señal, ¿cómo se podría explicar? ¿Qué posibilidad tiene un ser humano de que dos veces en una noche, a una distancia de  diez cuadras se le atraviesen un globo y luego un manojo de ellos frente a sus narices? No me quedó otra que pensar que de algún modo la vida me guiñaba el ojo, que lo nuestro iba a salir bien. Llegado al punto de encuentro, até los sonrientes globos a la antena del vehículo y lo esperé, con toda mi sangre clamando por verlo. Postura de galán de novela, falsamente despreocupado lo seguí mientras se acercaba. Habíamos acordado darnos un abrazo sentido al vernos y luego lo que sea. Sentí la intensidad, la transferencia y descansé unos segundos en el que posiblemente llegaría a ser todo en mi vida. Le expliqué lo de los globos y no lo entendió, lógico porque eso era un asunto entre la vida y yo y estaba bien así.
La voz del teléfono ahora tenía imagen y esa imagen era más de lo que había visto en las pocas fotos que él me envió. Pero nada es perfecto, mi ilusión no se veía reflejada en los  tristes ojos que me miraban, y eso me preocupó. Lo describo como  hombre con todas las letras, dulzura infinita, desempeño moderado, inteligencia fácil de leer, encanto natural y profundo.
Sabía que tenía minutos para encantarlo, para que pensara en mí. Encandilarlo con mi efusividad pero decliné, preferí que la máxima expresión de mi ser profundo fuese lo que él viera y tal vez no fue una buena decisión, pero si la correcta. Nos despedimos con un beso y solo quedaba esperar.
La realidad de la espera silenciosa se contraponía con dureza a la catarata de llamados de los días anteriores y supe que algo andaba mal. Sé que él me buscaba, que quería lo que yo tenía para dar: Un amor cuidado y despojado de egoísmo, una cura para sus cansada alma, eso lindo que pasa cuando dos se aman, pero el miedo ganó la partida aunque solo jugó con él. No es que no lo entienda, nadie quiere sufrir y es difícil pensar que ese parado frente a vos poco tiene que ver con los que te hicieron tanto mal. Qué ironía tener el amor al alcance de la mano y no permitirte el tiempo para saber si es o no. Esos ojos… decían más de lo que en esos momentos juntos escuché. Lamenté el haberlo conocido así, golpeado y sin valor para probar.
Los globos descansan maltrechos y desinflados en mi cuarto y los miro de vez en vez.
Qué mala interpretación. Quizá lo que me quisieron decir es que él iba a pasar así por mi vida, inesperada y velozmente y que aunque lo tomara por unos minutos se iba a ir como el aire que inexorablemente escapa de ellos llevándose también mi esperanza de amor. Tal vez el mensaje de los globos no fue para mí, tal vez el mensaje estaba equivocado. Sigo soñando que puede cambiar, que todo está por llegar, que en cualquier momento él  va a llamar y decir que sí, que se rinde, que no teme más, que nos demos una oportunidad, pero creo que eso solo es mi deseo y nada más”.


__Ya profesor, que quiero leer, no es momento para que cite a nadie acá.
Al darle la vuelta, vio que Ben había escrito una nota con una letra que denotaba confianza.


“Pedro, siento que hayamos empezado con mal pie.
El chocolate me recuerda tus preciosos ojos.
Ben”.
Pedro le dio la vuelta a la tarjeta y sonrió. Ben bromeaba sobre el incidente. No pensaba que su timidez fuera un obstáculo y no lo había llamado virgen como si fuera una palabrota. Había elogiado sus ojos y le había hecho saber que le parecía atractivo.
Con delicadeza abrió el envoltorio y se metió el bombón en la boca. “Celestial.”
 ¿Cómo había sabido que le gustaba el chocolate caro? Tenía que ser el destino. Cerró los ojos y paladeó el sabor intenso, oscuro, pasándose la lengua por los labios para asegurarse de que no desperdiciaba ni una pisca.  Se le escapó un gemido involuntario.
“¿Por qué no lo conocí antes, por qué no conocí a alguien así en mi primer año de universidad?”

Mientras tanto Guillermo se estaba mordiendo los nudillos de la mano derecha como un animal desquiciado. Una vez más, la visión del señor Beggio disfrutando de los pequeños placeres de la vida estaba siendo uno de los espectáculos más eróticos que había presenciado nunca. Su manera de abrir los ojos al ver el bombón, el rubor que le había cubierto las mejillas al metérselo en la boca, el gemido, la lengua asomando para recoger los restos de chocolate de sus labios rojos como el rubí… Era demasiado.
Tenía que ponerle fin de alguna manera.

__ ¿No te habrás comido eso?

Pedro volvió la cabeza lentamente. Había estado tan perdido en las sensaciones cuasi orgásmicas inducidas por el bombón que casi había olvidado a Guillermo.

__Estaba delicioso.

____Podrían haberte drogado. ¿Nadie te ha dicho que no debes aceptar dulces de extraños niño?
__Supongo que esa norma no se aplica a las manzanas. ¿No, Guillermo?

Él entornó los ojos ante el brusco cambio de tema. ¿Se había perdido algo?

__Y no soy un niño __añadió refunfuñando.

__Pues deja de comportante como si lo fueras. No pensarás guardar eso, ¿no?

Señaló la caja que Pedro acababa de meter en el bolsillo.

__ ¿Por qué no? Parecía simpático.
__ ¿Serías capaz? ¿Serías capaz de liarte con un tipo al que has conocido en un bar?

Pedro frunció el cejo y el labio inferior le empezó a temblar.

__! No me he liado con nadie!  ¿Y tú? ¿No te has liado nunca con una mujer en un bar? ¿Y no te la has llevado a la casa? Yo no lo he hecho nunca, aunque eso no es asunto tuyo, profesor.

Guillermo se ruborizó. No podía contradecirlo, sería demasiado hipócrita por su parte. Pero algo de lo que había pasado entre él y el banquero rubio, lo había alterado mucho aunque aún no sabía exactamente qué había sido. Con un gesto de la mano pidió un whisky.
Por su parte, Pedro pidió otro Cosmopolitan, esperando que el  combinado afrutado pero potente le ayudara a olvidarse del hombre cautivador y cruel que estaba sentado a su lado, pero que nunca podría ser suyo.
Cuando Gaby regresó  se dejó caer agotada en el asiento, Pedro se excusó y busco los servicios. La arrogancia y condescendencia de Guillermo lo ponían furioso. Al parecer, no lo quería pero, tampoco quería que nadie más se le acercara. ¿Qué demonios le pasaba?

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que había un hombre en el pasillo, y tropezó con él. Cuando estaba a punto de caerse al suelo, el hombre lo aferró.

__Gracias _murmuró. Al levantar la cabeza vio que se trataba de ED, el gorila de la entrada.

__No pasa nada _dijo él soltándolo de inmediato.

__Estaba buscando el baño.
Ed señaló con el teléfono móvil.

__Está hacia el otro lado. __Y volviéndose a mirar el mensaje de texto que estaba escribiendo exclamó__: ¡Maldita sea!

__ ¿He roto algo?
Él negó con la cabeza.

__No, no es que tengo problemas para expresarme.

Pedro le dirigió una sonrisa compasiva.
__Lo siento.
__Yo también.__ Ed lo miró de arriba abajo y añadió __: Estoy impresionado. Graziani no suele venir nunca con compañía, más bien la busca acá.

__ ¿Ah, no? ¿Por qué?  

El hombre rio con ironía.
__ ¿Lo pregunta en serio? Mira a tu alrededor. ¿Cuántas de las parejas que ves crees que han venido juntas?
__Ya ¿y viene a menudo?
__Eso vas a tener que preguntárselo a él.

Pedro se sintió mal.
Al darse cuenta de su expresión, Ed trató de tranquilizarlo.
__ Eh, esta noche está acá contigo. Eso debe de significar algo, sin duda.

Pedro se miró las manos y jugueteó con los dedos.
__Bueno, en realidad no está conmigo. No soy más que un viejo amigo de su hermana.

Tenía un aspecto tan triste, con aquellos enormes ojos castaños y el labio tembloroso, que Ed trató de distraerlo con lo primero que se le ocurrió.

__Pedro, ¿no hablarás italiano por casualidad?
Pedro sonrió.
__De hecho sí, estudio italiano en la universidad.
Los ojos del hombre se iluminaron.

__ ¿Podrías ayudarme a escribirle un mensaje de texto a mi novia? Es italiana y me gustaría impresionarla.
__Guillermo lo habla mucho mejor que yo. Deberías pedírselo a él.

Ed lo miró como si se hubiese vuelto loco.

__Estás de broma, ¿no? No quiero que Guillermo se acerque a mi pareja. Veo cómo reaccionan las mujeres cuando está cerca. No puede quitárselas de encima.

Pedro volvió a sentir náuseas, pero luchó contra ellas.
__Por supuesto. ¿Qué quieres traducir?

Ed le entregó el teléfono y Pedro empezó a escribir palabras en italiano. Con algunas de las frases más íntimas se le escapó la risa, pero en general se quedó impresionado de que un tipo de aspecto tan duro e insensible como Ed se molestara en asegurarle a su novia que la quería y que estaba manteniendo a raya a los clientes del pub. Cuando estaba acabando, alguien tosió a sus espaldas.
Pedro alzó la vista y se encontró con un par de ojos café muy enfadados.

__Señor Graziani _dijo Ed.

__Ed __contestó Guillermo.

Pedro pensó que sus oídos le habían engañado, pues le había parecido que la voz de  Guillermo había sonado como un gruñido animal surgido de lo más profundo de su pecho, pero no podía ser.
Tras apretar el botón de enviar, le devolvió el teléfono a Ed.

__Ya está listo.
__Gracias, Pedro. Te debo una copa _ dijo, antes de despedirse con una inclinación de cabeza y desaparecer.
Pedro se dirigió al baño.

__ ¿Adónde crees que vas? __preguntó Guillermo siguiéndolo.

__A los servicios aunque no sabía que fuese asunto tuyo.

Guillermo lo sujetó por la muñeca y no pudo resistirse a acariciarle con el pulgar las venas que latían bajo la pálida piel…  suficiente para que la electricidad atravesara el cuerpo de Pedro, tan solo una simple caricia en la muñeca. Y ahogó una exclamación.
Guillermo tiró de él arrastrándolo hasta un pasillo largo y oscuro y empujándolo contra la pared. Sin dejar de acariciarle la muñeca sintió cómo el pecho se le aceleraba y apoyó la otra mano en  la pared a la altura de su hombro. Pedro estaba atrapado.

__Vivía en el desierto de mis pupilas, donde habitaban mis nostalgias.
Y entonces se cruzó tu vida en mi camino, y allí fue la mía, era mi destino… bebí tu aroma, mi pasión fue lujuria y empecé a amarte en loco desatino.
Tus pezones menudos, martirizan tu ropaje con la punta.
Me sorprendes con un beso en la mejilla de tus labios como pétalos de rosas, domino mi lujuria y  tomo suavemente tu cintura leve, casi de mariposa.
Sonriendo sobre mi boca me besas, y siento que me robas la vida.
Al contacto de tu cuerpo, siento la magia del amor en el mar de tus ojos mientras lentamente te desnudo, todo el cielo con pudor se viste de rojo.
Y te poseo, buscando con amor el límite de todos tus misterios. Pasión, amor convertido en el mago de mis sueños, fantasías y desatinos al contacto profundo y místico del rito perecedero, en éxtasis consentido.
Un vendaval de  montes y fuentes encalla entre nuestras piernas.
Se  yergue el mástil del bosque de mis amores en el alba de la pasión entre tus miradas turbias de placer que cantan al amor.
Tu cuerpo engendra en mí, ilusiones escapadas de mis ensueños.
Tu belleza es como un estallido de silencios en el tibio rumor de la noche con tus continentes de intrépidas curvas y aromas, en pasional derroche. La noche se tiñe de estrellas, alojadas en tus pupilas y pestañas.
La brisa cubre nuestros cuerpos, con sus perfumes de una selva ardiente mientras descubro el lunar de tu cuello,  beso tu espalda, y sus nacientes.
Ahora duerme amor mío, velaré tu sueño como el sol a su luna.
Entre tus sueños, me haces más libre y más cautivo de tus rizos de oro de mi pasión en reposo en tus bellas primaveras, y mi otoño tormentoso.
¿Sabes, hombre de mi vida?  Voy a amarte mientras sienta el sol sobre mi alma.  Hubo una noche que fue una noche especial, la sueño creo,  una noche mágica, una noche donde amé tu ardiente cuerpo, y sacié tus ganas con mis besos, bebí de tu fuente de placer, cual sediento, mas no sé cuántas veces nuestros cuerpos se unieron, pero lo que sí recuerdo, son los besos desenfrenados, es el aroma de tu piel, las palabras entre gemidos, el sabor de tu carne, y que  esa noche fue una noche inolvidable.
Comienzo a recorrer lentamente tu ardiente cuerpo,  como un animal hambriento de deseo,  tu aroma me atrapa  y percibo cómo el latir de tu corazón  se acelera poco a poco,
tu piel se funde con mis caricias y en suspiros, sin aire, vamos alcanzando el clímax y en tu desnudez encuentro la excitación  de un amor desenfrenado y la lujuria que me hace falta, para escribir estos versos de amor y pasión, mas solo sé que mi amor por vos, es de tal forma que mis silencios  también gritan tu nombre.
Tengo un roce suave y tibio para tu mejilla  guardado en el cajón, esperando a que llegues, aunque te quedes o no, tengo diez abrazos nuevos que estuve inventando y que metí en una alacena para cuando tengas hambre.
Por si llegas cansado tengo también un masaje en tu espalda, abajo de la almohada, tengo a mis manos dibujando infinitos en tu ombligo junto a la mesita de noche, al lado de donde pongo los besos con los que te voy a pintar de colores las mejillas.
En el clóset tengo mi pecho envolviendo tu cuerpo para que te vistas con él, para que te quite el frío, para que te dé calma, tengo mis dedos recorriendo tus piernas ahí donde guardo mis zapatos, para que los lleves puestos y los sientas en cada paso.
Tengo cientos de caricias esperando por ti, en cada lugar de mi casa, las guardo, las acomodo, las desempolvo y cuido que estén frescas, las riego con la esperanza de que vengas, y me tengo a mí, sentado en el balcón, esperando tu llegada.
Allí te guardo, entre mi locura y mi cordura, entre la realidad y la fantasía, entre el suspiro y el gemido, entre la ternura y la lujuria, entre el silencio que te grita "te amo" y el verso que te nombra a cada instante, entre mis desvelos y el amanecer, entre mis deseos y mis anhelos.

Allí te llevo, en mi mirada que brilla con tu recuerdo, en mi sonrisa que se dibuja cuando te pienso, en mi corazón que se agita con tu voz y te siente aun estando lejos, en los abrazos, en los besos, en las caricias, en los roces furtivos, en las miradas cómplices, en las sonrisas pícaras y tiernas, en mis ganas de tenerte cerca, en mi necesidad de hacerte mío y de ser tuyo.
Aquí te quedaste, grabado por siempre en mi pecho, tatuado a fuego en mi piel, impregnado como un perfume en mi ser, a veces tierno, a veces loco, a veces seco a veces fuego que quema, a veces frío que congela, a veces dulce, a veces amargo, a veces triste, a veces risueño, a veces niño mimado, a veces  hombre en toda la extensión de la palabra, a veces lleno de dudas y otras tan seguro, a veces débil y otras fortaleza pero siempre enamorado y yo siempre enamorado, enamorados el uno del otro.
Aquí habitas, allí habito…  en nuestros corazones remendados pero palpitantes, en nuestras almas algo rotas pero resplandecientes, en nuestros seres colmados de amor.


Se permitió un momento para aspirar su aroma a  vainilla mientras se pasaba la lengua por los labios, pero no parecía contento en absoluto.

__Guillermo, ¿qué recuerdas?
__ ¿De qué?
__Lo que acabas de decir.
__Sueños. Solo sueños, Pedro. ¿Por qué le has dado tu número de teléfono? Ed vive con una mujer. ¿Por qué de repente te llama Pedro y te invita una copa?
__! Me llama Pedro, porque es ese mi nombre! Tú eres el único que no lo usa. Y, a estas alturas, aunque quisieras hacerlo te diría que no.
Será mejor que de ahora en adelante me llames señor Beggio.
Y no le he dado mi número de teléfono.
Que se despierte el sol en este día… si brilla sea para iluminar tu belleza… si las nubes lo ocultan será por miedo a competir con tu brillo en este día. Con el amanecer desde el cielo se te cantan mañanitas, algún pajarillo alegrará tu despertar o quizás alguna ardilla te regalará su alegría en su inquieto andar.
Desde que ese día nació, más que otro día pido al cielo me sientas, que este amor te llegue como un presente envuelto en besos con un moño de caricias, que te lo lleve un suave viento… que te lo lleve en sus alas un pensamiento… que llegue en un momento de la noche cuando a tus labios, aquí impresos, dejo un beso.
Te llegará el cariño y afecto entre letras y voces de familia y amigos… besos y abrazos que no son los míos,  te llenarán de calor y luz  encendiendo tu mirada y haciendo brillar tu día, pero pido te abrace un pensamiento mío, cuando un segundo te invada el silencio y sientas mi amor dándole un alegre sonido a tu corazón.
Entre felicitaciones y muestras de cariño recibirás algún presente quizá… yo aún expectante esperaré ese día en que recibas el mío, para poder abrazar tu cuello y sientas mi aroma acariciar tu piel, sabrás que tendrás mi amor entre tus manos teñido de pasión, aguardaré sentir que se te emociona el alma al sentirme allí tan cerca y hecho para ti.
Alzaré mi vista al cielo y pediré las bendiciones te lluevan, que sean horas de alegría y felicidad en este tu día, sin verme aguardaré me sientas y quizás en tus ojos la emoción te invada al saber distante tienes para ti aguardando todo mi amor… quizás alguien te pregunte por ese brillo en tu mirar… dirás que no es nada, mas callarás, que en este día de tu cumpleaños, más que nunca te sientes amado por mí.

__ ¿Cómo sabes esta fecha? ¿Qué quieres decir?
__ Sueños, profesor, solo sueños.
__ ¿Cómo que no le has dado tu teléfono? Te he visto. Se lo estabas anotando. ¿Con cuántos hombres a la vez piensas quedar?

Pedro negó con la cabeza, demasiado enfadado como para responder, y trató de escabullirse por debajo de su brazo, pero Guillermo lo atrapó.

__Baila conmigo.
__! Ja! ¡Ni loco!
__No seas rebelde, solo por hoy.
__Solo estoy empezando a ser rebelde profesor.
__Ten cuidado _susurró él en tono amenazante.

Pedro sintió que un escalofrío le recorría la espalda.
__ ¿Por qué no me clavas un puñal en el corazón y acabamos antes? _susurró, mirándolo fijamente__. ¿No me has hecho ya bastante daño?

Guillermo le soltó inmediatamente y se tambaleó hacia atrás.
__Pedro. __Su  tono estaba a medio camino entre un reproche y una pregunta. Frunció el cejo, muy disgustado. No estaba enfadado. Más bien parecía herido __. ¿Tan perverso soy? __murmuró.

Pedro negó con la cabeza, con los hombros hundidos.
__No tengo ningún deseo de hacerte daño. Todo lo contrario __dijo él al ver que había vuelto a adoptar una postura sumisa y le buscó la boca con la mirada. Vio que el labio inferior le temblaba. Y también que no sabía dónde mirar.

“Está asustado, payado. Afloja un poco.”
__Antes has dicho que no te había invitado a bailar. Te invito ahora __añadió, suavizando mucho su tono de voz__. Pedro ¿me harías el honor de  bailar conmigo, por favor?

Y sonrió con la cabeza un poco ladeada, un gesto que usaba mucho cuando deseaba seducir a alguien, pero que no tuvo el efecto deseado, porque Pedro no alzó la vista. Alargando la mano volvió a acariciarle la muñeca como si estuviera pidiéndole disculpas a su piel, aunque esta no las habría aceptado de haber podido hablar.
Pedro se llevó la mano al cuello instintivamente como si estuviera sufriendo un latigazo cervical por culpa de su vaivén emocional. Al levantar la vista hacia su garganta blanca como la nieve, Guillermo volvió a fijarse en sus venas azules, que vibraban con cada latido.
“Tan frágil. Ten cuidado…”

Pedro tragó saliva y buscó una salida con la vista.

__Por favor _insistió Guillermo. Con los ojos brillándole en la oscuridad__. Quise mentirle a la tarde su melancólico broche, en su gris sinfónico, sobre el borde de una lágrima que yace desaparecida de mis ojos. Quise esconder en la tarde, las libélulas algas de sus rizos entre los dedos de mis costas sobre un suspiro tan oscuro como un profundo mar.
Quise liberar de la tarde todo rastro de despedida, una mano cruel  dibuja un adiós, y un vehemente beso se escuda callado y triste. Quise mostrarte en la tarde el flujo de mis estrellas, el torrente de imaginación, mis prados cubiertos de genuina emoción, y un sol naciendo de las cenizas… Quiero decirte a ti, no guardes tu corazón, tengo brisas tan suaves que alimentan el alma, tengo agua tan tibia  que calman los pesares, tengo este amor tan tierno, capaz de vivir fuera de mí, donde tus ojos puedan brillar en sus caminos.
Te amo mío.  ¡Te amo amor! Te amo porque te amo, ni yo sé por qué te amo, solo sé que me nació este querer para quererte como a nadie más. Amarte sin compasión, y amarte sin redención, solo por amarte lo merezcas o no. Amarte en mi pecho que de ti tiene ganas.
Amarte entre mis piernas, mueren porque las beses. Déjate querer como sé querer, déjate amar como sé amar, eres mío y yo tuyo, muy mío y muy tuyo, déjate querer como yo te estoy queriendo, entre mi corazón y mi alma, entre mi piel y mi carne, entre mis huesos y mis ganas de ti, con tu nombre tatuado en mi piel, eres mi dueño... mi boca pronuncia tu nombre mil veces para que sepan que soy tu dueño.
Con la vida que me queda he de amarte, déjame amarte hasta que me muera.
Te quiero porque te quiero. Te amo porque sí, ni yo mismo sé por qué te amo. Te amo como nunca amé a nadie y como nunca antes te amaron. ¡Te amo mío, te amo, amor!

__Estás borracho no sabes lo que dices _susurró, Pedro.

__Tal vez sea la única vez que lo diga, por favor. __ Conquístame con tus besos, besos con sabor a miel  déjame llevarte a recorrer mi mudo, déjame amarte, con solo escuchar regálame un momento.
Quédate aquí, a mi lado,  déjame observarte con tu silueta escultural que me cautiva, cada noche al tenerte frente a mí aquí con mi reflejo ante tus ojos, déjame seguirte amando así, beso a beso recorriendo tu silueta, aunque solo sea un sueño…  sé que algún día vendrás

__Tengo las orillas de mi piel cargadas de inquietos demonios que se agolpan en los caminos que me llevan a tus manos, mi alma se siente agonizar cuando en los dulces anocheceres marca mis versos que a borbotones quieren salirse de ese reino que habita en mi mente.
Mi corazón asustado, ya ni late por el vacío que siente de ti, al igual que mis manos se llenan de miedos muertos cuando en la noche negra no llegas a la cita, las mareas suben en mis labios, son mareas que sueñan con dormirse en la playa de tus labios vida mía.
La tarde se termina en todo su esplendor, puesta de sol hermosa pintando el cielo de rojo al que yo clamo por tus ojos, la noche, se acerca serena, como la luz
de un reloj detenido en el momento exacto, donde yo tengo que traerte a mi sueño, donde tu presencia se convierte en esa realidad que enaltece mi alma, cuando irresistiblemente sueño tus besos, y su caída en mis labios, son como las gotas de rocío entre las alas del ángel de los sueños, ese que me cuida en cada momento de desespero, convirtiéndolos en reparadoras lágrimas de miel, cayendo por mi piel.
 Me confieso adicto a tus caricias,  dependiente del fuego de tu cuerpo,  presa del sabor de tus caderas;  soy deseoso del néctar de tu simiente,  que se desborda cálida en mi  entraña. Soy confeso innegable de varios delitos,  que plácido cometo aun sabiendo del castigo.
Robé sus noches de monotonía insultante, dándole amor, dulzura y pasión ardiente;  secuestré sus tardes insípidas y sombrías torturándolo entre satinadas ambrosías. Soy adicto de tus manos delirantes,  del sabor amalgamado de sudor y miel  que inunda y penetra los poros de mi piel  cuando me posees sin permiso, porque eres mi catarsis, mi delirio, la hegemonía deliciosa y aplastante, sencillamente eres mi mayor vicio, del cual no quiero liberarme, pues moriría al intentar dejarte.
Pero no sé bailar.
__Estabas bailando hace  un momento, Pedro, yo…
__Bailar lento es distinto. Te pisaré y te haré daño. O tropezaré y acabaré en el suelo y te sentirás avergonzado. Ya estás bastante enfadado conmigo… __El labio le empezó a temblar de un modo más evidente.

Guillermo dio un paso hacia él que se apretó contra la pared casi como si tratara de desaparecer a través del muro. Guillermo le tomó la mano y se la llevó a los labios ceremoniosamente. Con una sonrisa decidida, se inclinó y le acercó la boca a la oreja. La piel de Pedro con su cercanía y la calidez de su aliento trepidó.

__Pedro, ¿cómo podría estar enfadado con alguien tan dulce? Te prometo que no me enfadaré ni me sentiré humillado. Ya verás como  sí sabes bailar _susurró. Su voz era suave pero decidida, seductora y sensual…  sexual, whisky escocés y licor de menta__. Ven conmigo.

Al tomarlo de la mano un nuevo escalofrío le recorrió el brazo. Mientras Guillermo esperaba su reacción, Pedro se quedó muy quieto. Se sentía muy raro. Un momento antes estaba temblando, pero en ese instante parecía no poder moverse.
__Por favor profesor __ le rogó con un hilo de voz, con los ojos clavados en su pecho.

__Pensaba que esta noche éramos Pedro y Guillermo.
__En realidad, no quiere bailar conmigo. Es el whisky el que habla por tu boca.

Él enarcó las cejas. Habría respondido de mala manera. Pero se reprimió. Le estaba provocando. Parecía que supiera exactamente qué botones tenía que pulsar para que saltara.
__Solo un baile. No es mucho pedir.
__A mis noches y a mis días yo les llamo amor apasionado. Porque llegaste entre la niebla de mi soledad y como un racimo de besos mojaste mis labios y como un viento recio me abalancé a tus brazos.
Era como un fuego que explotó en nuestros cuerpos, éramos brasas ardiendo de deseos y pasión, fogón encendido entre el querer tenernos y darnos, amándonos como si el mundo fuera solo nuestro, nos amaneció la vida juntos entre pasión y deseo en un decir y sentir poético creando orgasmos, para amarnos muchas noches más llenas de pasión, de día o de noche, poco importa eso tú de mí,  yo de ti, la vida pedía vida y ahí está amándonos tú mío y yo tuyo, meciendo tus ganas en mi cuerpo y sintiéndote todo mío, abrazando tu vida para que nunca me faltes, una noche valió por mil entre tus brazos, y tu olor de hombre atrevido, se quedó en mí, en mi piel y mi cuerpo tu nombre aclama a gritos de pasión, y yo alborotado enredándome en tus brazos fuertes en la incandescente ruta de tus manos de dedos largos, sujetándome a tus deseos... yo sin fuerzas me dejo amar y conducir al refugio de tu pecho.
Con tus piernas ajustándose a mi cadera sumergido en mí,  un volcán encendido eras y como lava ardiendo bajabas a mis piernas, tu pasión y tus deseos incandescentes envolviéndonos como tea humana al fuego erótico, dejamos salir todos los miedos y angustias que nos ahogaban por la ausencia de no tenernos y aquellas creencias equivocadas para no amarnos.
Noche nos dimos con más pasión ya habituados al placer abrazamos la muerte que a vida nos lleva a los dos con pasión y deseo. Yo le llamo amor apasionado que nos ciñó en ardientes deseos de tenernos y sentirnos hasta amanecer uno en brazos del otro, jurándonos amor nos amaneció la vida y nos llenó de amor y de placer, donde no había vida, Dios, nos volvió a la vida y al amor. Siempre tuyo, siempre mío. ¡Te amo mío!
__ ¿Y eso qué significa?
__Un sueño, una noche especial, profesor. ¿Por qué quiere bailar con uno virgen? __murmuró tratando de cambiar de tema decepcionado al entender que él no lo recordaba.

__No quiero bailar con uno virgen, quiero bailar contigo, Pedro. Pensaba que tú también querías bailar con alguien que no fuera a acosarte en la pista y que no se tomara libertades contigo en un club lleno de hombres sexualmente agresivos.

Pedro lo miró con escepticismo, pero no dijo nada.
__Estoy tratando de mantener a los lobos a raya__ añadió, Guillermo en voz baja.

“Un león manteniendo a raya a los lobos __pensó, Pedro__. Muy adecuado.”

Pero él  no parecía tomárselo en broma. Sus intensos ojos penetrantes le mantenían clavado en el sitio.

__Si bailas conmigo, aunque sea una vez, nadie te molestará. Y eso será muy de agradecer _añadió con débil sonrisa__. Con suerte nadie volverá a acercarse a ti, y podré bajar la guardia durante el resto de la noche.
A Pedro no le hizo ninguna gracia, pero se dio cuenta de que era una tontería discutir con él. A esas alturas de la vida, estaba acostumbrado a salirse con las suyas.
“Pero no siempre fue así. ¿No es cierto, Guillermo?”

__ ¿Qué quieres que bailemos? __preguntó él, con una mano apoyada en sus hombros, mientras volvían al reservado__. Pediré que pongan lo que tú quieras. ¿Qué tal los Nine Inch Nails? Podría pedir Closer.

Guillermo sonrió para que viera que estaba bromeando, pero Pedro no se dio cuenta, porque estaba mirando el suelo para no tropezar y no avergonzar a El Profesor. Sin embargo, en cuanto el nombre de la canción salió de su boca, y brotó de sus labios se quedó petrificado.
__Pedro, mírame.
Pedro contuvo la respiración.
__Por favor __insistió Guillermo.

Obedientemente, Pedro levantó la vista y lo miró a través de sus largas pestañas. Vio que estaba asustado y, sobre todo, muy incómodo y se le encogió el estómago.
__Ha sido una broma… de mal gusto. No ha tenido ninguna gracia. Nunca pediría esa canción para bailar contigo. Sería una blasfemia horrible someter a alguien como tú a unas palabras como esas.
Pedro parpadeó, confuso.
__He sido un auténtico… Stronzo, esta noche. Pero elegiré algo bonito. Te lo prometo.

No queriendo soltarlo, por miedo a que saliera huyendo, se lo llevó con él hasta la cabina del dj, y, deslizando un billete en su dirección, susurró su petición. El DJ sonrió y asintió, saludando a Pedro con la mano antes de ponerse a buscar su encargo.
 Guillermo lo guió hasta la pista de baile y lo acercó a él aunque no demasiado. Se fijó en que sus manos, mucho más delgadas que las suyas, habían empezado a sudar. No se le ocurrió pensar en que esa reacción pudiese tener algo que ver con la canción de los Nine Inch Nails que había mencionado. Lo que pensó fue que Pedro le tenía una gran simpatía y que él había empeorado las cosas con su prepotencia y sus modales insultantes, cuando lo único que pretendía era ahuyentar a los lobos que habían acudido a olisquear a su presa.

“¿Y por qué tengo que preocuparme yo por quién se le acerca? Ya no es un niño. Ni siquiera somos amigos.”
Pedro se estremeció y Guillermo volvió a lamentar haber sido tan brusco. Era un ser delicado, evidentemente muy sensible. No debería haber mencionado que había notado que era virgen. Había sido un comentario zafio. Mirna se habría sentido horrorizada, y con razón.
Trataría de compensarlo. Trataría de demostrarle, al hermoso Pedro que era capaz de comportarse como un caballero, sujetándolo con delicadeza lo acercó un poco más. La respiración de él se aceleró inmediatamente.

__Relájate __susurró, Guillermo, rozándole la mejilla con los labios accidentalmente.

Sus cuerpos se acercaron hasta que sus pezones entraron en contacto separados solo por la ropa.  El pecho masculino duro, firme, recibía el contraste de la cumbre enhiesta y dura. Guillermo bailó, comportándose de un modo irreprochable.
Pedro no reconoció la canción que había pedido. La vocalista cantaba en español, y, aunque no entendía la letra,  reconoció las palabras: “bésame mucho”. Sabía poco español, pero lo suficiente para entender eso. Moviéndose al compás lento del ritmo latino, Guillermo lo guió como un experto por la pista de baile. Que hubiera elegido una canción tan romántica hizo que Pedro se ruborizara.

“Te besé mucho, Guillermo, durante una única y gloriosa noche. Pero tú no lo recuerdas. Me pregunto si te acordarías si te besara otra vez.”

Notó que el dedo meñique de él le rozaba el borde del bóxer por encima del pantalón y se preguntó si sabría lo que estaba tocando. Al pensar que probablemente sí, sintió que la piel se le encendía. Disimuló fijando la mirada en los botones de la camisa de Guillermo.
__Sería mejor que me miraras a los ojos. Te sería más fácil seguirme.
Al hacerlo, vio que lo estaba mirando con una sonrisa amplia,  arrebatadora y genuina que hacía muchos años que no veía en su cara. Aunque el corazón le dio un vuelco, Pedro le devolvió la sonrisa y, por un instante, bajó la guardia, aunque por el momento eso era lo único que pensaba bajar.

La expresión de él se volvió más solemne.
__Tu cara me resulta familiar. ¿Estás seguro que Gaby no nos presentó durante alguna de mis visitas?

Los ojos de Pedro se iluminaron esperanzados.
__No, Gaby no nos presentó, pero…
__Habría jurado que nos habíamos visto antes __lo interrumpió él, arrugando la frente.

__Guillermo __dijo Pedro tratando de revelarle la verdad con la mirada.

Pero él respiró hondo, negando con la cabeza.
“¿Cómo tomar este capricho del destino… cómo enfrentar esta lucha desigual, que parece se lleva nuestro tiempo? Avanzamos en dirección a un perpetuo encuentro y luego tropezamos por designio del destino… alzamos la mirada y vemos ese día alejarse, cerramos los ojos, en nuestro interior vemos el amor que nos tenemos y nuevamente nos ponemos en marcha buscando el camino que nos lleve al punto de nuestro encuentro.
Una señal de que esto es imposible será… ¿Cómo puede un amor así de fuerte titularse así? Si en los pensamientos nos llevamos presente, si en el corazón sentimos,  latimos con fuerza al escucharnos, al poder recorrernos con la mirada, si sentimos nos necesitamos cada día con más fuerzas, si sentimos al nacer la noche la falta de nuestro calor para encender la pasión, si al nacer la mañana nos falta ese amanecer de nuestros besos despertando en los labios.
O quizás aún está a prueba nuestro amor… incrédulo el destino o quien sabe quién lo estará que necesita más prueba de que este amor es verdadero e incondicional… yo lo afirmo y confirmo que te amo más que a mi propia vida, que mi alma te pertenece y no la quiero de vuelta en mi cuerpo si no viene en tus manos, envuelta en tu amor, con el alimento perpetuo de tus besos y la tibieza de tus caricias... que esperaré por ti pues un amor así no volveré en esta vida a sentir.
Señal o prueba como quiera este caprichoso destino llamarle, esto es amor que nos corre por la piel, nos late en el corazón y nos ilumina el alma y un sentimiento así no se deja pasar, se vive, se late, se palpita y se respira con tan solo pensarte, con tan solo verte los sentidos estallan en la piel, una sonrisa se dibuja en mi rostro y una emoción le da brillo a mis ojos… un amor así con tu nombre es por quien espero y quiero por lo que me reste de vida”.

__No, supongo que no. Pero me recuerdas a la Beartriz del cuadro de Holiday. ¿No te parece curioso que tú también tengas ese cuadro en tu habitación?
Si Guillermo hubiera sabido qué buscar, o si se hubiera fijado un poco más, habría visto que el brillo esperanzado desaparecía de los ojos de Pedro.
Este se mordió el labio inferior.

__Un… un amigo me habló de ese cuadro. Por eso compré la lámina.
__Tu amigo tenía buen gusto.
La respuesta de Pedro le molestó, pero le quitó importancia diciéndose que lo que le molestaba era que hubiera vuelto a tensarse entre sus brazos. Suspiró y apoyó la frente en la suya, acariciándole el rostro con su aliento.
Olía al whisky escocés y a algo genuinamente suyo y potencialmente peligroso, pensó, Pedro.
__Pedro, te prometo que no te morderé. No estés tan tenso.

Aunque sabía que Guillermo estaba tratando de hacerlo sentir cómodo, se tensó un poco más. Estaba harto de su temperamento voluble. No era una marioneta con la que pudiera jugar dependiendo de sus cambios de humor. No podía librarse de la sensación de que solo aquello había sido provocado por un banquero rubio que le había enviado un bombón. Más que un baile, era una oportunidad de proclamar su supremacía.
__No me parece que esto sea muy profesional _dijo Pedro, molesto.

La sonrisa de él se desvaneció y sus ojos destellaron.
__No lo es, señor Beggio. No estoy siendo profesional contigo. En mi defensa, solo puedo alegar que quería bailar con el chico más bonito del club.
La preciosa boca de Pedro se abrió ligeramente pero en seguida apretó los labios con fuerza.
__No te creo.
__ ¿Qué es lo que no crees? ¿Qué eres lejos el chico más hermoso que hay aquí esta noche, con el debido respeto por mi hermana pero es mujer? ¿O que un cabrón insensible como yo quiera bailar una canción romántica contigo?
__No te burles de mí.
__No es lo que estoy haciendo, Pedro.
Cuando lo sujetó con más fuerza por la zona lumbar, Pedro ahogó una exclamación. Guillermo había esperado provocarle una reacción, pero sus propias entrañas eran las que habían reaccionado. Pero, lo que él no sabía, era que no era la primera vez que lo tenía agarrado de esa manera. Había sido el primer hombre en hacerlo. Y la piel de Pedro nunca había dejado de añorar ese contacto.
Cuando la excitación dio paso a la indignación, Guillermo lo observó divertido.

__Cuando no estás frunciendo el cejo, me miras con tus ojos grandes y dulces, eres muy bonito. Eres atractivo siempre, pero en esos momentos pareces un ángel. Casi como si fueras… Te pareces a…
Lo miró como si lo hubiera reconocido y Pedro dejó de bailar.
Apretándole la mano, lo miró a los ojos, animándolo a recordar.

__ ¿A quién, Guillermo? ¿A quién te recuerdo?
La cara de él perdió toda expresión. Negó con la cabeza y sonrió tristemente.
 __Ha sido una ilusión pasajera. No te preocupes, el baile casi ha llegado a su fin. Pronto te librarás de mí.
__Ojalá pudiera _murmuró, Pedro.
__ ¿Qué has dicho? _preguntó, Guillermo, pegando su frente a la suya una vez más.

Sin pensar en que su acción iba a resultar demasiado íntima, le soltó la mano y le apartó un mechón de pelo de la cara, aprovechando para rozarle la piel del cuello con los nudillos mucho más tiempo del necesario.
__Eres precioso _ susurró.
__Me siento como Cenicienta. Gaby me ha comprado la ropa más cara y los zapatos _replicó, Pedro, cambiando totalmente de tema.
Guillermo bajó la mano.

__ ¿De verdad así te sientes?
Pedro asintió.
__Cuesta tan poco hacerte feliz… ___reflexionó él en voz alta__. El traje es precioso. Gaby debía de saber que es tu color favorito y tu talle.

__ ¿Cómo lo sabes tú?
__En tu apartamento he visto el color por todas partes.
Pedro hizo una mueca y desvió la vista al recordar su primera y única visita a su agujero de hobbit.
Guillermo quería que lo mirara a él. Solo a él.
__Y los zapatos son exquisitos _añadió, mirándolo de arriba abajo.
Pedro se encogió de hombros.
__Gaby es tan generosa como lo era tu madre.
__Sí, lo es igual que lo era Mirna.
Pedro asintió.
__Pero no como yo. __Las palabras que salieron de la boca de él sonaron más como una pregunta que como una afirmación.
__Yo no he dicho eso. De hecho, creo          que puedes ser muy generoso cuando quieres.
__ ¿Cuando quiero?
__Sí. Estaba hambriento y tú me diste de comer. __”Dos veces”, añadió para sus adentros.
__ ¿Estabas hambriento? __repitió, Guillermo, con la voz ronca y dejando de bailar__. ¿Estabas pasando hambre? __Sus ojos se convirtieron en dos piedras preciosas, frías como el hielo y su voz se enfrió con la temperatura del agua que corre bajo un glacial.

__No literalmente, profesor, solo he echado de menos algunas cosas. Filetes, frutas… manzanas. __Lo miró con timidez, tratando de calmarlo…

Pero él estaba demasiado alterado como para darse cuenta  a la referencia a las manzanas. Se le había hecho un nudo en la garganta al enfrentarse a la realidad de la vida de muchos estudiantes. Una realidad con la que estaba familiarizado, pero que no podía soportar ligada a Pedro Beggio. No era de extrañar que estuviera tan delgado y pálido.
__Dime la verdad. ¿Te llega el dinero para vivir? Si no, el lunes iré a hablar con el jefe de departamento y haré que te suban el importe de la beca. No, mejor te doy mi American Express, esta misma noche. Por el amor de Dios, no pienso permitir que pases hambre.
Pedro lo contemplaba en silencio estupefacto por su reacción.

__Estoy bien, profesor. Si me organizo, tengo suficiente dinero. Y cocinar en mi departamento no es cómodo pero no paso hambre.
Muy lentamente, Guillermo volvió a bailar, guiándolo con suavidad por la pista de baile.
Bajando la vista de arriba abajo preguntó:
__ ¿Vas a tener que vender la ropa y los zapatos para comprar comida o para pagar el alquiler?
__! Por supuesto que no! Son un regalo de Mirna. Más o menos, nunca me desprenderé de ellos. Pase lo que pase.

__ ¿Me prometes que si alguna vez necesitas dinero acudirás a mí? ¿Por la memoria de Mirna?
Pedro apartó la vista y guardó silencio.
Guillermo suspiró y añadió en voz más baja:
__Sé que no me he ganado tu confianza, pero te pido que en esto y solo en esto confíes en mí. ¿Me lo prometes?
Pedro inspiró hondo y contuvo el aire.
__ ¿Tan importante es para ti?
__Ni te lo imaginas. Muchísimo.
Pedro entonces soltó el aire ruidosamente-
__En ese caso… sí. Te lo prometo.
__Gracias _dijo Guillermo… aliviado.

__Gaby y Mirna siempre se portaron muy bien conmigo, especialmente luego de la muerte de mi madre.
__ ¿Cuándo murió tu madre?
__Durante mi último año de instituto. En aquella época yo ya estaba viviendo con mi padre, ella vivía en San Luis.
__Lo siento.
__Gracias. __Pedro abrió la boca como si fuera a decir algo más pero se quedó callado.

__No pasa nada _susurró él__. Puedes decir lo que quieras.

Lo animó con la mirada y, por un momento, Pedro se olvidó de lo que quería decir. Pero se obligó a concentrarse.
__Iba a decir que si alguna vez necesitas hablar con alguien… sobre Mirna… Quiero decir que… sé que Gaby va a regresar a casa pronto y… bueno, yo seguiré aquí. No será muy profesional pero bueno… eso.

Evitó mirarlo a los ojos y Guillermo notó que estaba tensándose otra vez, como si esperara que pasara algo horrible.
“¿Qué le he hecho a esta pobre criatura adorable? Está aterrorizado. Tiene miedo de que empiece a gritarle en medio de toda esta gente. ¿Qué le hice…?”

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.