martes, 27 de diciembre de 2022

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

EL EMBAJADOR

TERCERA PARTE

CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

 


Algunas veces no es el amor lo que se nos termina.

Lo que se nos termina es la paciencia. “Montecristo”.

“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste,

porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa”.

Gabriel García Márquez.

 

 

Guillermo despertó y sintió el vacío de la ausencia entre sus brazos,  el sobresalto en sus latidos lo alarmó, luego supo que era de noche, que Pedro estaría por allí… cerca,  se incorporó intentando adaptar la mirada a la penumbra, y entonces lo vio, acuclillado, apoyando la espalda en la pared, con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, con sigilo fue hacia él. Se sentó a su lado,  su amor pintó una sonrisa  y abriendo los ojos le regaló la mirada.

 

_Estás preocupado_ lo amonestó Guillermo que no se dejó engañar por ninguna de las dos cosas.

_No.

__Pedro…

__Un poco _admitió_, en realidad estoy repasando qué hacer para lograr lo que necesito, ver los mensajes que tenga, hacer arrancar esa cosa que tenemos como auto _ confesó_. No me puedo permitir fallar.

_  Casi te matan la última vez. _La mirada café se posó en el rostro como una caricia__. Y no es la primera vez.

__Lo sé, me doy cuenta_ aceptó__. Admito que jugué con fuego.

_Morías por quemarte _lo provocó el embajador.

_Tal vez, puede ser…, lo hago en cada misión, siempre ha sido así. No, no me confundas, no fue lo mismo esta vez. Solo estaba pensando o mejor dicho imaginando los pasos certeros para cumplir mis dos objetivos y no fallar esta vez, solo con eso saldríamos de acá en horas.

__Y yo podría serte de gran utilidad.__ Pedro hizo un gesto de interrogación, ante lo cual  Guillermo  se limitó a fijarle la mirada con expresión neutra. Una sospecha se  alojó en el pecho del joven, hasta convertirse  al crecer en una pulsación dolorosa__. Pedro_ lo miró fijo_ ya lo hice una vez, puedo repetirlo, no seas terco, apenas puedes caminar, yo podría distraerlos, mientras huyes en un pie si algo los atrajera hacia vos, piénsalo al menos...

__Basta Guille, no intentes disuadirme, esto está muy hablado y sabes que no te arriesgaré_ dijo y lo miró con un dejo de reproche, mas también de dolor__. ¿Cuál es la idea? ¿Que yo salga huyendo en un pie mientras ellos te atrapan y te fusilan? _ La expresión del rostro  se tornó sombría, de solo pensarlo en manos de esos desconocidos  sintió escalofríos__. Guille, la primera vez en esa casa lograste sacarme del vacío y nos salvaste la vida, dos veces no sucederá, puedo andar en un pie, el otro en verdad ni duele.

__! No mientas! __ elevó el tono abatido__. Apenas puedes mover el pie roto, y casi quedaste en medio de una balacera.

La impotencia se señoreaba en los dos.

_Primero, no tengo nada roto, es apenas un tonto esguince, no quiero morir, aunque me  haya rondado la muerte hoy no la acepto, y segundo, esa balacera…, la muerte de esa pobre gente la provoqué yo, y aun así pude escapar y enviar los mensajes.

_ Ya,  termina con esa culpa _le reprochó Guillermo, nada de eso lo causas vos, son esos  desquiciados.

__Y tú termínala con lo de acompañarme, ¿cómo piensas que yo me alejaría de allí dejándote solo? Me atraparían y asesinarían antes que a ti, ¿acaso olvidas mi función? No es la tuya.

_ ¿Qué función?

_ El de ser tu subjefe de misión, buena excusa para cuidarte aun a costa de mi vida _ explicó nuevamente, por lo único que regresé a Rumania… embajador _ concluyó ofuscado__. La tuya no es estar en riesgo continuo ni morir de hambre precisamente.

_No me sirve para nada esa función tuya hoy _ le retrucó Guillermo.

 

Pedro respiró profundamente, intentó recordar sus técnicas de soldado, aplacar su mente y alma, y se volvió hacia él, llevándolo a sus brazos.

__ Tranquilo amor, tranquilo _ susurró de súbito_, nada va a sucederme, tengo localizada la casa con electricidad, y aunque no espero la suerte o desgracia de otro tiroteo, en algún momento esos tipos se distraen, y entonces iré por los mensajes, solo necesito un minuto para leer instrucciones,  de alguien,  de nuestros amigos.

_ ¿Amigos?

__ Beto, Marcos, alguno de mis jefes…

_Pocos.

_Contados pero suficientes y poderosos _  recalcó__. Luego iré por el arranque del cacharro, creo que funcionará, y ya, estaré de regreso antes de que empieces a extrañarme, lo prometo.

_Eso es imposible. Pero lo que yo prometo es que si en dos horas no estás acá, iré a buscarte _ insistió.

_ Que no embajador, ya basta, nos cruzaríamos en el camino, regresaré, lo prometo por los chicos.

_ ¿Y no se te ocurre pensar en que esos tipos que entraron una vez regresen, me asesinen y ya no sepas más de mí?

 

Pedro dio un respingo y le clavó la mirada.

_Ni los llames, esos borrachos no volverán, regresaré antes, ya amor, confía en mí, ¿bueno?

Pedro no le dio tiempo a responder acosándolo con cosquillas que los hicieron revolcarse y reír a los dos hasta agotarse.

Las voces se apagaron, los resquicios de luna fueron testigos tan solo de la música del amor.

Dos cuerpos entregados y totalmente unidos al amor y el placer, dejándose llevar por la pasión, dos cuerpos frente a frente, con las miradas hundidas en los ojos del otro, y los labios besándose apasionadamente, mientras las manos se acarician, los aromas se entremezclan, y las voces inundando el espacio y el tiempo, así son las extrañas sensaciones que invaden los cuerpos y que embriagan el alma, voces que se apagan, en un diluvio de silencios, cuerpos fundiéndose, saciando la sed con el néctar de la pasión, cuerpos que avivan el fuego y arden eternamente, mientras se hacen uno solo, dos cuerpos deseándose y amándose  por toda una eternidad.

 

_ Solo pido que no huyas _ susurró Guillermo__. Déjame amanecer a tu lado, nuestros cuerpos abrazados, sintiendo tu respiración y el calor que irradia tu piel, despertar, mirarte y continuar soñando, cómo amo a los amaneceres  cuando despierto a tu lado.

_ Hoy haré que mis caricias embriaguen tu ser hasta el punto de hacerte enloquecer, caricias traviesas y quisquillosas que se zambullen sobre tu piel ardiente,  luego haré que mis besos  incineren tu excitado cuerpo  y que mis labios saboreen la humedad de tu piel, y así haré que se sacie mi sed en ese nada apacible elixir secreto para luego hacer que  tu cuerpo candente y abrasador sea incapaz de controlar las oleadas de orgasmos que produciremos cuando los cuerpos comiencen a temblar mientras hacemos el amor, hasta llegar al éxtasis final,  mientras lentamente se adormece  la pasión de nuestros cuerpos…

 

_Pedro el amor no me  distrae, y ya que no puedo insistir con lo mismo, pensaba que si crees en tu teoría de que alguien quiso salvarnos de un atentado mayor, ahora no viajarás a la capital y menos solo _ afirmó Guillermo indagando en la mirada.

Pedro lanzó un suspiro.

_ Lo que dije es eso, una teoría _ empezó a explicar__; mas también podría ser lo opuesto _ continuó.

_No entiendo nada.

_ Guille, traernos acá pudo ser por mil motivos, tal vez el atentado mayor no estaba listo, o quizá  no era el adecuado, es posible que quisieran ganar tiempo para no fallar y crear algo mucho más devastador aún, es posible que mi teoría sea esta tanto como la otra y más que nunca necesito ir allá y estar seguro de qué planean _ afirmó sin titubeos ante el sobresalto de su amor.

_ Si insistes con viajar iré con vos_ replicó Guillermo__, después de todo me quieren a mí, por tanto úsame… úsame como señuelo.

La expresión del rostro de Pedro se transformó.

 

_Justamente, te traje a esta zona para evitar que en el próximo atentado ya ni en Zúrich te salvaran y ahora  usaría tu presencia _lo amonestó_, ya Guille, termínala con desear exponerte,  y ni se te ocurra intentar colarte como esta vez porque te prometo que  tomaré medidas drásticas.

Guillermo le clavó los ojos indagando.

 

_ ¿Medidas? ¿Por ejemplo?

__Por ejemplo si existe aún, te encerraré en el refugio oculto hasta que yo regrese, ni lo pienses siquiera.

Pedro lo soltó y se ovilló enfurruñado.

 

_ Si el blanco soy yo, ¿no es lógico que solo reapareciendo den la cara y todo esto al fin termine? ¿Y si te matan? O aun teniendo suerte, ¿quién  me cuidaría acá mientras?

_Nadie me tocará si voy solo, te necesitan, y si no estás conmigo les convengo vivo _le respondió dando la mirada__. En cuanto a ti, Alberto dará la vida antes que alguien te dañe, te quedarás con él y con las chicas hasta que yo regrese.

_Dijiste que renunciaría y se iría _ le recordó Guillermo en otra tentativa.

_Jamás lo hará con nosotros en riesgo, ¿olvidas lo que hizo por mi hermano y por mí? Es probable que si puede llegar, vayan todos al refugio.

 

Pedro vio la desazón más allá de las pupilas y llevó a Guillermo al abrazo, acariciándolo le habló en susurros.

__ Mi amor, de verdad te he contado cosas que jamás debí, sabes demasiado, y yo demasiado poco, pero lo único seguro es que si estamos hoy acá, más allá de que no tengo idea de qué es esto, es porque en verdad iban a atentar contra ti, y esta vez no fallarían _afirmó con dolor en la miel de los ojos, Guillermo se estremeció _. El cómo lo sé no puedo decírtelo aún, pero es certero, me urgía a sacarte de la embajada  tanto como que ahora necesito regresar para conocer los planes actuales de quien nos amenaza, y para ello tendré que moverme, o esperar que me contacten, hay gente que no sabe que yo te protejo, ¿entiendes?

Guillermo pintó el asombro en el rostro.

_ ¿Actúas como doble agente?

_Con alguna gente, sí, pero no preguntes más porque no diré más. Pero es la idea hacerme ver, que me contacten, y revelen planes a seguir para sacarte de en medio, o para que yo dé información, alguna pista que me sirva para evitar que te encuentren.

 

Guillermo negó con la cabeza.

_En algún momento deberé regresar, no podrás evitarlo.

_ Tendré antes la información que necesito, te cuidaremos en el refugio y si es necesario desde allí regresarás a Washington definitivamente o hasta que pase el peligro, confía en mí. _Pedro le tomó el rostro entre sus manos y le habló con el alma en la mano_. Mi vida,  necesito hacerme ver, que me busquen, y además ver a tus hijos. Fabián es grande pero es demasiada carga tanto tiempo sin vernos, al menos a mí, y Camila es buena madre, pero ya debe de saber por algún lado  de nuestra situación, y no  está acostumbrada a que yo no dé señales de vida, necesito llegar a la burbuja y comunicarme con mis hijos.

 

Los ojos color café se anegaron.

_Se supone que Marcos nos sacará de acá, entonces Camila sabrá todo _ dijo Guillermo con la voz rota__, y, supongo que él también se asegurará de que yo pueda regresar sin que me maten.

_No sé si será él quien nos saque de acá, y aun así, tengo que estar unos días en la embajada, descubriré la verdad y sabré qué hacer, contactaré a los míos, veré a los tuyos, y buscaré un sitio para nosotros por si regresamos, sin micrófonos ni espías, de verdad, no me pasará nada, ni a ti amor mío. Regresaré pronto y con la verdad, lo prometo, no puede no pasar.

Y mejor ahora  ¿por qué no nos centramos en el presente? Aquello no sucederá si no salimos de acá, y llegamos a un sitio adecuado.

_ ¿Qué crees que es esta locura? _ preguntó resignado Guillermo.

__No lo sé, si Juan se esconde puede  ser en su contra, la gente no soporta más, o puede ser una guerra de guerrillas, o rebeldes que ni sabemos que existen que deseen derrocarlo, en cualquier caso esto no tiene que ver con nosotros, no vienen por nosotros. Bueno, a dormir, que hay mucho por hacer porque aunque así sea, estamos atrapados.

 

Bésame, que ya amaneció y así como el rocío derrama su humedad sobre las flores, así deseo sentir tus labios, humedeciendo los míos, por eso al despertar cada mañana, bésame con un beso  de esos que despabilan pero que no empalagan, bésame con un beso matutino, de esos que expresan más cosas, que miles de palabras, bésame con un beso tempranero, de esos que solo tú me das y así poder saciarme con ese rocío que tus labios me brindan cada amanecer.

Pero Guillermo no pudo controlarse más, estiró sus brazos hacia Pedro que sintió el roce como un rayo. Levantó el mentón y lo miró de frente, sus ojos ardientes y penetrantes. Surgió entre los dos una corriente eléctrica, incluso antes de que se tocaran. Los dedos discurrieron por los rostros y cuando los labios se unieron, las bocas eran como libros abiertos, las lenguas una invitación. Cerraron los ojos, siguieron besándose, mientras lo hacían comenzaron a moverse. Guillermo redescubrió aromas y sabores de cada uno de los rincones ocultos de su pareja. La dulzura de su garganta, la carne de durazno del lóbulo de su oreja, los senderos de las clavículas, el círculo entre ellas, valle encantado donde pudo reposar su lengua.

Sintió con las manos las ondulaciones y salientes de las laderas, las teclas del piano de las costillas, luego se dejó caer al piso para volver a recorrerlo subiendo a partir de los tobillos deteniéndose en el lesionado hasta la tensa extensión de sus pantorrillas y la curva de sus rodillas, insistió hasta el camino llano de sus muslos. Pedro le ofreció perfumes y texturas propios, como terciopelo la fuente entre sus piernas, mientras sus tobillos parecieron mármol sin pulir.

Encontró a lo largo y ancho de su hombre todas y cada una de las estaciones entretejidas. La piel con la fragancia de hierbas de primavera, el aliento como la nieve que se derrite con el calor que ambos generaron, el sabor como el más dulce fruto del bosque, y antes de que todo desapareciera lo último que recordó fue la sensación de los dedos de Pedro en su piel, que se aferró a él en un intento de sostenerse entre quejidos y jadeos de los dos, entrelazados se estremecieron alejándose y acercándose, se estrujaron, se bebieron, se paladearon, se devoraron.

Al fin descansó sobre él con las rodillas flexionadas, las mejillas apoyadas contra su regazo, mientras él le acariciaba los mechones de su cabello, y trazaba con sus dedos la curvatura de su oreja. Con infinita ternura, Pedro lo acariciaba y las miradas se encontraron  quedando apresados por los ojos. Los ojos ardían, las miradas parecieron inextinguibles, la sonrisa con hoyuelos casi cegó al embajador.

Al fin se logró el amor en noche de luna y pieles de fuego, entre cuerpos desnudos y corazones latiendo cegados a pesar de ser ardientes y forzudos.

_Mi boca cerrada, en concierto mudo,  dejó hirviendo mi alma, no lo niego.  Llegó el momento, por favor tú dime, somos uno, y este acto redime en sensualidad el pecado con el amor tierno y limpio del sexo,  que es a la vez, rudo y perverso,  pero un sentimiento lindo, y sublime. Llegó la unión de nuestras bocas, el suspiro se ahoga  dentro de ellas,  ansiosas, voraces, sensuales, golosas,  tus piernas exóticas, carnosas y bellas,  brillante tu fuente,  tu mirada  límpida, dulce y hermosa.  Al final, todo quedó en silencio,  tu rostro acá, recostado en mi pecho, unidos, ambas miradas posadas en el techo,  ahora tranquilo el lecho,  porque al fin, nuestro amor se logró.  Llegó entonces Morpheo, con él vino el sueño,  y con su toque mágico cerró  nuestros ojos.

 

-No me voy a olvidar de ti, porque he querido esos ojos más que a mis propias manos, porque cuando eres víctima de asesinato, el culpable vuelve a la escena del delito, porque he jurado demasiadas veces quererte toda la vida, porque he llorado más tu partida que lo que muestra mi decir.

No me voy a olvidar de ti, porque le puse dirección a mi casa entre tus brazos, porque te llamé libertad, aunque no fueras mío, porque he contado las estrellas y en cada una escribí una poesía con tu nombre, porque me curaste las llagas pasadas y me abriste nuevas heridas, porque me llenaste de mariposas las entrañas y de fantasmas con tu cara la memoria, porque me he convertido en un paria que bebe a solas, porque no he podido olvidar tu nombre.

No te voy a olvidar, porque esta realidad me ha explotado en la cara, y ahora miro a los lados y solo veo polvo y pedazos de mi regados por rincones del mundo que no he visitado, porque ya no sé mantenerme en pie contra el huracán que eres y me golpea sin estrategia la memoria, porque la fuerza se me fue luchando por retenerte y solo…  me quedaría con  amor y muerte.

No me voy a olvidar de ti, porque no quiero, porque me pesa más el dolor de olvidarte que esta espada de melancolía que me atraviesa cuando se abre la puerta y la vida me derriba, porque te quiero y este latido no perdona.

 

“Rumania, país que no conocía hasta hace poco mas si salimos vivos de aquí, nunca olvidaré lo que este sitio significó para mí. Hace más de un mes que estamos atrapados, y soy una persona completamente distinta a la que llegó solo para tomar unas fotos testigo del horror. Mis conceptos sobre temas trascendentales han cambiado. Por primera vez estoy seguro de desear atarme a otro hombre al que me une algo extraño y poderoso.

Desde que lo descubrí rechazo el paradigma de que el amor quita la libertad, él es mis alas, esa idea ocupa mi cerebro, lo amo, y no me importa nada más, lo quiero a mi lado pues él tiene todo lo que pensé que nadie tendría, y lo que no tiene, ya no importa porque no deseo seguir  buscándolo, no me interesa esa búsqueda, donde sea, solo quiero quedarme junto al embajador que espero deje de ser, pues llegado acá avanzo en la idea de que deseo formar con él y los nuestros una familia, es hora de empezar a vivir más quieto y en paz, de dejar atrás mi vida de trotar y arriesgarme, para aventura esta ha sido la mayor, ya no necesito más.

Tampoco quiero dejar de vivir cada minuto, ya no deseo la vida con prisas y estresante, las corridas, la falta de tiempo, ver el rostro del peligro. No me interesan los premios ni ser un héroe, tampoco las palabras lisonjeras de mis colegas. Ahora que no tengo nada, me siento libre de todo.

 

También he cambiado mi visión sobre la muerte, no puede acabar todo aquí, algo nos espera, mi hermano estará en el gran Portal alguna vez, pero entiendo que la vida es un milagro, un prodigio que debe ser disfrutado de manera consciente en cada instante. Me prometo no volver a vivir insensibilizado, anestesiado, como un autómata que no ve que cada momento es bello, único e irrepetible, que se esfuma sin posibilidad de vivirlo nuevamente. No quisiera esperar  mucho más, me hago la promesa de no aceptar el agobio, la culpa, el vértigo al fin del día por no haber cumplido con todo lo que me exigen, solo quiero cuidar de él, y luego de los chicos. El amor de Guille me hace creer en lo sobrenatural. Aunque haya miles de balas silbando alrededor, lograré salir vivo y recibir mis mensajes como ayer los envié.

La vida es más compleja de lo que creemos y cada episodio que vivimos tal vez tenga su razón. Nada es  casual. Estamos acá para aprender lecciones que nos harán vivir mejor.

Por eso no reniego de este desafío, solo deseo aprenderlo lo antes posible para que pase pronto y continuar. No trataré de cambiar lo que sé que no puedo.

Estar alejado de todo, con una persona que tiene carencias, creencias distintas tal vez y vivir cada hora siempre al límite de la muerte me ha otorgado una visión muy diferente de la vida. Que venga lo que tenga que venir, no puedo manejarlo todo a mi alrededor, estoy aprendiendo a soltar y permitir que la vida fluya, mas serenamente,  pues a pesar de todo lo que está sucediendo acá, por primera vez en mi vida estoy en paz.”

 

Rumania

En la mansión de Arismendi no lejos de allí, en su despacho se llevaba adelante una importante reunión. Dos hombres negociaban con él el rescate del embajador y de Pedro Beggio. Lo acompañaban dos representantes del gobierno y un belga llegado ese día.

Uno de los hombres le mostró al delegado gubernamental un maletín repleto de dinero, darían eso y más para que devolvieran a sus hombres. Hacía más de un mes que estaban desaparecidos, aunque al menos sabían de buena fuente que estaban vivos.

Presionado por la situación, el presidente había puesto a sus hombres a trabajar en la búsqueda y negociación con un grupo rebelde. Claro que con la rápida actuación tenía que ver la presión internacional, hasta de servicios secretos y onegés  de derechos humanos ayudaban para visibilizar el caso. No podían desaparecer ellos así como así con sus rangos.

Y allí, sobre el escritorio, ultimaban detalles para el rescate. Según los mensajes recibidos el contacto había muerto.

Luego de gestiones públicas y privadas _ que incluía el depósito bancario de otra importante suma de dinero_, al fin uno de los grupos estaba en movimiento intentando encontrarlos para sacarlos de la zona de conflicto. El dinero se liberaría en el momento en que aparecieran, sanos y salvos los desaparecidos.

El representante del gobierno recibió el maletín, los hombres dijeron:          

 

_Cuando aparezcan, se pagará todo, tal como piden. Pero jamás debemos reconocer que hubo movimiento de dinero_ advirtió uno con elocuencia.

_O nos veremos obligados a pagar por cada rehén nosotros _ agregó Arismendi_. Para los grupos rebeldes que están en mi contra, se trata de una manera simple y directa de obtener fama y reconocimiento internacional para sostener su lucha y la justificación de los raptos es siempre la de que el secuestrado es un espía de Occidente.

 

_Sabemos que ni siquiera han caído prisioneros, se trata de negociar la salida una vez localizados, el pago será para liberar los controles en las vallas.

De acá no saldrá información sobre el dinero, y nadie más debe de saber sobre el depósito para los rebeldes.

Los milicianos, luego de muchas idas y vueltas habían aceptado que los dos hombres se presentarían en la valla, y los guardias, tras examinar los papeles entregados a ellos, los dejarían avanzar.

Persistía un problema: Pedro debía leer el mensaje con las instrucciones, pero su celular seguía inactivo.

 

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_Lástima_ dijo Juan a su hombre de confianza_,  me gustaba más separarlos con el jueguecito de las fotos, con lo que me costó drogar a Pedro antes de esa noche en que me molió a trompadas, pero ahora puedo hacerme más fácilmente del embajador, él debe morir, Guillermo será suficiente para que estos paguen.

_ Sí señor, las órdenes ya se dieron, Pedro Beggio tiene que morir.

_ Así de simple, solo que tenemos un problema mucho mayor aún _ soltó furioso el presidente__. No tenemos idea de dónde están, ni de cómo hacerlos llegar a esa maldita valla. ¡Ocúpate!

El estúpido de Marini está en su cueva con las mujeres y no sabe dónde están, la casa de manos que curan no existe ya, y las monjas y huérfanos hace más que no los ven, agudiza los sentidos y la imaginación. ¡Idiota!

 

__

Como cada mañana, Pedro en el refugio en ruinas, marcaba los días en el calendario que iba dibujando en la pared. Era su manera de decir “presente”  en la tomada de lista que le hacía la vida. Tras la marca, contó los palitos: casi dos meses desde que habían llegado y se puso a esmerilar la llave que intentaba crear para destrabar el volante del auto.

Al rato Guillermo se acercó a la mesa listo para desayunar.

 

_Hace un rato marqué el día en el calendario. Mañana  se cumplen sesenta días desde que llegamos aquí _comentó.

__ ¡Cómo ha pasado el tiempo! _reflexionó.

_El tiempo transcurre, la guerra sigue y los alimentos se consumen _ razonó Pedro, que abandonó su tarea, y utilizó la llave para abrir una lata de duraznos. Ese sería el desayuno.

 

Guillermo dividió las porciones en platillos de plástico y las sirvió en partes iguales, los dos estaban delgados.

Terminaron de desayunar y Pedro se ocupó de la llave, ser mecánico no era fácil, y menos aún desear abrir y encender un motor sin su llave.

Una hora después, como siempre antes de que se marchara, Guillermo se acercó por detrás. Lo abrazó y terminaron haciendo el amor.

 

-Contigo... quiero mucho más que besos ardientes y deseos fugaces, ir más allá de una simple rutina,  quiero hacerte estremecer con cada una de mis caricias. Que dentro de ti sientas el revolotear de las mariposas. Quiero despertar a tu lado,  regalarte un te amo diferente cada mañana,  contigo quiero tocar el alma en una caricia, hacernos el amor con la mirada, contigo quiero todo.

Quiero regalarte el sol que entra por la ventana, la suave brisa que resbala al caer la madrugada, contigo amor, quiero hacer cada día el más hermoso despertar.

 

-Hay algo en vos que me resulta adictivo. Quizá sea tu sonrisa o tal vez sea  tu mirada o tus labios carnosos o  quizá sea todo junto. Y es que si no te hubiera conocido me estaría haciendo falta conocerte _ susurró Guillermo__. Nunca pensé que extrañaría aquellas mañanas en la embajada cuando me regalabas la mirada, yo te maltrataba, aparecías con sigilo y ese… “¿Café?”

_Mejor lo del café olvídalo _ dijo entre risas Pedro.

 

Rato después, sosegados y abrazados en la cama improvisada Pedro concluyó que Guillermo ocupaba un sitio en su existencia como jamás supuso que un hombre lograría. Esta vez estaba seguro, el sentimiento no tenía retorno, había llegado para quedarse. Lo tenía atrapado al punto de haber trastocado sus sueños, su forma de vida, sus deseos, sus planes para el futuro. ¿Él sentiría lo mismo?

Lo contempló y en sus ojos leyó que sí. La mirada café se unía a la de miel de manera insondable. Los cambios se habían instalado de manera definitiva en su vida.

 

Un rato de sueño y charla y Pedro continuó puliendo el metal de la abrochadora con la intención de destrabar el volante del auto. Cuando consideró que estaría en condiciones de probarla, avisó a Guillermo y salió rumbo a las calles.

 

Al verlo desaparecer, Guillermo dejó pasar un rato. Luego se camufló como días previos y salió a fotografiar los alrededores. Precavido por si tenía que guarecerse rápidamente, jamás perdió de vista el boquete ni se alejó de las inmediaciones.

De pronto descubrió que la cámara le permitía abstraerse del salvajismo que lo rodeaba. Allí se  vivía de manera elemental y fotografiar lo conectaba a una labor civilizada.  Se  sentó en la acera dispuesto a usar los quince minutos que dedicaba a fotografiar. Alguien lo rozó por detrás y se asustó, mas era un perro famélico que se fregaba contra su pierna. Lo usó de modelo con una montaña de escombros de fondo y lo fotografió.

 

A un kilómetro de allí, Pedro luchaba por accionar la llave, ya arriba del auto.

Una hora después, él regresaba exultante porque había podido girar el volante, aunque todavía le faltaba lo más difícil, lograr que el auto arrancara. Tan solo con la pequeña victoria conseguida se permitió albergar la esperanza.

Además, después de merodear la casa donde había logrado cargar el celular, si bien no había podido ingresar debido a la cercanía de los hombres, se le había ocurrido la idea de volver de noche. Las sombras lo camuflarían hasta dar con el enchufe que él tenía ubicado.

 

Llegó al refugio, subió las escaleras y halló a Guillermo de muy buen humor. Le dio ternura verlo jugando con la cámara como un chico.

 

_Precioso, regresaste rápido.

_ Sí, con buenas noticias, logré usar la llave y destrabar la dirección del volante, aunque no intenté el arranque.

Guillermo se incorporó y sonrió feliz.

_ ¿Fue imposible entrar en la casa… la del techo rojo?_ preguntó esperando obtener la misma respuesta.

 

_No pude, no _ se lamentó Pedro, sin embargo su voz recobró el brío de un plan de nuevo___. Pero regresaré cuando caiga la noche.

 

Se abrazaron llenos de temores.

_Solo usted, embajador,  es capaz de inspirar experiencia, con el sutil toque de sus manos y el roce de sus labios, que seduce mis sentidos e incita mis deseos de una forma tan especial como la vida misma... Amo todo de usted,  hasta sus labios sedientos de agua viva de amor, al unirlos con los míos...

Amo su piel desnuda cuando se entrega a mí y la forma en que desnuda mis más íntimos deseos cobijándome con su tibia caricia que me estremece hasta el alma. Amo ser solo de usted y sentirlo tan mío como la vida misma _ le dijo brindando la sonrisa.

_Zalamero.

_ Si me das un minuto de tu tiempo te explicaré lo que siento por ti, sabrás lo que en verdad yo llevo por dentro. Un deseo incontrolable de acariciarte. Si me das  un minuto de tu tiempo no solo verás rosas y chocolates para regalarte sino también un mar de besos y caricias. Desde ahora ya no quiero  un minuto de tu tiempo, quiero toda una vida y que me des consejo todo el tiempo. Y enseñarte a hacer el amor con toda la  pasión que tienes reprimida.

Que solo te pedí un minuto de tu tiempo y  me sobraron cincuenta y nueve segundos para desear que tu nombre y el mío queden plasmados por todo el tiempo. Cada vez que salgo, piso la calle y te extraño. Cada momento escucho ese susurro de tu voz inundar mi mente... Cuánto sentimiento entre ese laberinto de momentos vividos, llega tu voz guiando mis pensamientos, llevando mi alma a encontrar la luz entre tanta soledad.

Cuántos momentos vividos. Cuánta historia escrita. Cuánto sentimiento suspendido en la eternidad. Solo tensar los músculos, fijar la vista en la nada, soltar el pasado, vivir un presente y soñar con un futuro. Te amo, no lo puedo negar. Y tenemos que lograr sobrevivir, en paz.

 

Los dos sabían que los tiempos se aceleraban, que la escasez de latas marcaba un punto de inflexión pues sin comida había que activar la retirada.

Ya no había fruta, tampoco quedaban casas por  hurgar, por lo menos, sin correr peligro. Si no se marchaban pronto, morirían de hambre. Debían emprender la huida aunque se jugaran la vida.

 

Diario de Pedro.

 

“Hoy, he marcado la fecha en el calendario que llevo escrito en la pared, anoto los días como si fuera un preso, pero no me siento así, en absoluto, todo lo contrario.

Cuando llegamos, jamás pensé que atravesaría la disyuntiva que hoy parte en dos mi corazón.

Por un lado quiero marcharme cuanto antes, por otro, cuando pienso en él y en que perderemos si no lo soluciono la existencia de pareja que aquí compartimos, ya no lo deseo.

No obstante, la vida nos empuja, y me aferro al plan de huir, porque sé que una vez que las latas se acaben, las entrañas comenzarán a clamar. Los setenta días transcurridos muestran que esto llega a su fin. El destino o Dios sabrán hacia dónde debe de girar nuestra existencia.

¿Qué nos espera si llegamos vivos a la campiña o al refugio?

¿Qué puede estar sucediendo en la capital y qué dirá mi viaje?

Como sea pelearé por la vida y por el amor de Guille.

Y este plan de huir y dejarlo seguro debe culminar bien, tengo que asegurarme de que salgamos vivos.

En una mirada tuya he visto tu pasado, tu presente y tu futuro. He visto tus lágrimas lloradas en noches infinitas de vacío, cuando tu esperanza de algún día ser feliz era parte inevitable del castigo. Veo tus fugitivas ganas de amar escapando velozmente de tus pupilas, las veo posándose en la sumisa piel de mis ojos, mientras mi amor es solo tuyo, aun cuando te hayan quitado todo.

Te veo en un eterno mañana, te veo aferrado al amor infinito de mis brazos; mientras las manos de mi amor eterno tranquilizan tus tristes recuerdos que pernoctan aferrados en tus cabellos.

Perdóname si ayer mi presente no estuvo a tu lado, aun cuando tú ya existías en mis eternos sueños. Pero hoy aunque ya no quieras creer en el amor verdadero, te amo más allá del tiempo, y te seguiré amando en este hermoso presente, mientras lloro contigo por tu ayer,  mientras hoy vivo por ti, mientras espero un mañana perfecto  para morir...

para morir en la eternidad de tu mirada.

A instantes abiertos, con pasos de puntillas, de saltos hasta el infinito  en la frescura que empapa, así te descubrí.  No me hace falta imaginarte, ni que el subconsciente hable, eres la locura más perfecta  para este roto humano.  Me enseñas a amar hasta a lo más simple,  a querer al caos de tus días  como fiesta, a normalizar comer tarde y dormir sobre el sueño despierto sobre tu piel.  Hace tanto que me quedé en tu mirada, entre la comisura de tus labios  como camino del lenguaje sagrado  que es amar por gestos. Así eres tú, lo inconveniente de mi yo, y mis circunstancias. Gracias por serme... Lo lograremos mi amor, no puede no pasar”.

 

Esa noche cenaron temprano. Buscaban liberarse para que Pedro pudiera partir. Cuando terminaron de comer, Guillermo miró por la ventana y dijo:

 

_La calle está a oscuras por completo, ¿seguro no te caerás con ese tobillo?

Pedro se acercó, y tras comprobarlo completó:

_Estoy bien. No hay nadie, es el momento ideal. Me voy amor. Deséame suerte y que regrese con una respuesta del que sea _ dijo levantando el celular en alto.

_! Por supuesto! Ojalá sea Marcos quien haya respondido al mensaje.

_ El que llegue primero cielo, me ronda el temor de no haber enviado correctamente, temo hayan ido a otros destinatarios, que no haya salido, que no haya llegado, que…

_! Ya, basta!

_ ¿Y si he visto mal y nadie los ha recibido? ¿Y si no entienden esa especie de telegrama que intenté hacer llegar a las apuradas?

 

Toda clase de fantasmas vinieron a la mente. Cómo no temer, si la pantalla del teléfono seguía negra.

 _ ¡Maldita y bendita electricidad! _ exclamó carcomido por la duda.

_Deja de maldecir y de pensar tonterías de una vez, estoy seguro de que te irá bien _ dijo acariciándole la mejilla.

 

Pedro salió a la calle camuflado en la vestimenta. La negrura de la noche lo ayudó a esconderse. Se sintió seguro. El sitio ya no era extraño para él, se manejaba muy bien en sus calles, pero la amenaza siempre estaba latente.

Cubrió el trecho que le separaba de la zona y se apostó en la esquina desde la que merodeaba los movimientos de los guardias: tres hombres, calmos, serenos, fumaban sentados y conversaban en voz baja.

No lo pensó más. Dio el primer paso y salió de la zona protegida de la esquina. Avanzó con la espalda pegada al muro, donde la oscuridad era más densa. En esos pasos se jugaba la vida, si lo descubrían, le fusilarían sin miramientos. Adelantó unos metros con el cuerpo adherido a la pared, pero se detuvo cuando un guardia se puso de pie. ¿Acaso se había percatado de su presencia?

Sintió un sudor frío que le recorría la espalda, que la respiración  se le aceleraba a ritmo de galope. ¿Y si era el final? No y no. Porque el guardia dio una última pitada  y lanzó lejos la colilla. Luego volvió a sentarse.

Veinte, treinta, cuarenta metros.

Cincuenta más. Había conseguido apartarse de la vista de los hombres, la penumbra era su aliada.

Ante la casa señalada, se zambulló por la ventana, igual que la primera vez, aunque con cuidado para no torcerse el tobillo. A rastras, fue directo al enchufe, sacó del bolsillo el burner y lo puso a cargar.

Con los ojos fijos en el aparato, rogaba porque la luz se encendiera. Impaciente por la espera, se cuestionaba:

 

“¿Qué hago dentro de esta casa? En este sitio. Como si fuera un ladrón”. “Y sin embargo acá estoy, en esta casa robando electricidad, ¿eso no se considerará robar?”

Meditaba una estupidez tras la otra para no volverse loco mientras esperaba que la batería diera señales, cuando al fin la pantalla refulgió y le lastimó los ojos. Parecía más potente que nunca. Temió que alguien del exterior notara la luz. Con las manos temblorosas buscó el contacto que intuyó: uno de sus jefes del grupo de élite. Y leyó el mensaje que esperaba.

Era largo y tenía  título en mayúsculas: “INSTRUCCIONES: tu escape y el del embajador están arreglados. Se ha pagado un rescate. Cualquier domingo podrán pasar la valla por la que entraron. El grupo que la maneja está avisado, pero ten cuidado, ya sabes cuán poca es la seguridad acá.

No sé si pasarán la guardia en auto o a pie, (un vehículo es menos riesgoso), pero una vez que estén del otro lado, avanza por la misma calle. A varios metros los interceptará nuestra gente. No necesito que me respondas”.

Pedro volvió a leerlo. Pese a lo dicho contestó: “Intentaremos el próximo domingo. No sé aún si conseguiré un auto”.

 

Hubiera querido quedarse y cargar por completo la batería, pero prolongar la permanencia en esa casa era un riesgo agregado. Debía moverse. Ya tenía lo que necesitaba: acababa de enterarse de que el salvoconducto estaba preparado. Se quedó unos minutos más y, cuando comprobó que el mensaje había sido recibido, emprendió el regreso sin aguardar nueva respuesta.

Otra vez caminó pegado a la pared, pero esta vez fue aún más fácil: los hombres habían girado y le daban la espalda. Apuró su paso y, al llegar a la esquina, respiró aliviado.

La incursión había sido un éxito. Ansioso cubrió el trecho hasta el refugio mitad caminando, mitad corriendo y pronto atravesó el boquete.

 

A Guillermo le bastó escuchar las pisadas para tener la certeza de que a Pedro le había ido bien, que llegaba rebosante  de felicidad. La pisada, que ya conocía bien, podía hablarle de su estado de ánimo.

Cuando lo vio aparecer, exclamó en la penumbra:

 

_! Te dije que te iría bien! ¡Cuéntame, por favor!

_ ¿Cómo lo sabes?

_Por tus pisadas.

Pedro sonrió en la oscuridad, tanto lo conocía.

_Deja de reírte y cuéntame todo, por favor _ insistió él.

 

“! Ah, también sabe leer que estoy riendo!”

 

Feliz comenzó a relatarle lo que había pasado. Intentó mostrarle el mensaje pero la batería se había agotado. De todas maneras, lo había memorizado y se lo repitió. El plan está armado, a ver… hoy es noche de viernes, nos vamos el domingo _dijo y contó los días con los dedos__: Solo dos noches más, Guille, hoy y el sábado, y… Bueno, mañana, sí o sí tiene que arrancar el auto, de no der así y si sigue empacado, nos vamos caminando.

 

Como fuera lo habían logrado y se marcharían ese fin de semana. Ya no había vuelta atrás.

Se acostaron, y luego de varias horas de insomnio, se durmieron abrazados. La ansiedad de saber de que al fin regresarían al exterior los había alterado. Había muchos interrogantes por resolver y develar.

¿Podrían sortear la valla sin contratiempos? ¿Realmente les permitirían pasar? ¿Estarían los hombres que le había mencionado el jefe aguardándolos tras pasar a los guardias?

Esa guerra de guerrillas,  ¿seguía fuera también? ¿Estarían sus sitios conocidos accesibles y en pie?

Una vez a salvo, ¿qué sucedería con su relación y con ellos?

Alberto estaría en la casona de Gaby, Guillermo quedaría seguro… Pedro viajaría…

 

No había lugar para el desaliento, llevaban mucho tiempo luchando para conseguir el mensaje que esa noche Pedro había traído.

Mirándose el alma, en silencio se confesaron su amor y agradecieron.

 

_ Lo conseguiremos, lo prometo… embajador.

 

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

Cualquier parecido con la realidad es coincidencia.

Lenguaje adulto. Escenas explícitas.