miércoles, 8 de diciembre de 2021

SUR CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE. PENÚLTIMO.

SUR

CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE. PENÚLTIMO.


Madrid,  domingo 21 de agosto de 2016.

 


__Previos…

 

Aróbaro era su nombre de guerra. Pese al aspecto de hombre común, era un doble agente. Analía  no estaba errada al desconfiar de él. El carácter arquitectónico de la mentira en que vivía, permitía sostener dos realidades paralelas: El agente encubierto de Interpol, inmerso en el corazón de La Legión, y Aróbaro, el espía que La Legión creía haber formado  y preparado para infiltrar en la Editorial.

Para los Servicios secretos de Interpol, Alejo Riglos se convirtió en el Agente Cero y solo unos pocos oficiales conocían su verdadera identidad, misión y destino. Para la Legión, que venía formándose desde aquella vieja legión seguidora del Arzobispo de Alejandría, era Aróbaro, su espía en la Editorial de Analía.

 

… Él ya no sabía quién era, en realidad. Demasiados  años  pasaron, trabajando en la clandestinidad.

Y fueron las muertes del padre de su único amor y de Rubén Maler, su amigo,  las que despertaron la necesidad de parar. El objetivo de estar metido en el centro de la organización era poder desbaratar sus planes, pero Disco no lo había participado del asunto.

 

__Fin de año con suerte, es la idea al menos que en parte podamos habitarla, que lleves el barco, quizá podamos ir a navegar todo enero para darles más tiempo, pero es la idea a inicio del año estar en el Delta.

__Sí, papi,  tío, por fa, quiero ir a navegar. ¿Llegaremos al sur?

__No amorcito, al Sur por ahora no, te llevaremos a conocer otros sitios, para el otro lado, ¿de acuerdo?

__Bueno.

 ¿Festejaremos el cumpleaños de Fabián en el catamarán, papi?

 

__Sin chistar. Divorcio común acuerdo, quinientos metros de exclusión, y nosotros dejaremos que la defensa haga lo suyo. Listo. El juicio será en marzo.

__Bien, pensé que demoraría más, mejor así,  firmó entonces, bueno, al fin.

__

Federico Zaldívar Maler asintió lentamente. Luego posó sus ojos sobre Justo en busca de un gesto de aprobación.

Beltrán inclinó la cabeza. Estaba de acuerdo. Aliviado Eduardo les entregó el libro.

__Julio Roca está de acuerdo en que la Editorial sea el custodio de este secreto.

__Dígale al general Roca __respondió Zaldívar Maler __que lo cuidaremos con nuestra vida.

__

Francisco Pérez tenía concertada una entrevista con Samanta, la socia de Maler, para esa misma tarde en las oficinas que ella había compartido con la víctima.

Sábado 20 de agosto…

 

__Gaby, estamos viajando a primera hora __informó Pedro__ pero no nos comprometan en nada que el caso está que arde, creo que esta chica necesitará penalistas a todo tiempo, ni siquiera creo que vayamos a casa por ahora.

__Lo sé __ reconoció, Gaby__ es desgarrador cuando lo viste morir, o cuando lo ayudaste a nacer y luego esperaste que creciera, o cuando le perdiste de vista hasta enero cuando fue al sur, sin querer, todos lo empujamos hacia ti al morir Ana y aconsejarle que viajara, es increíble cómo el sino nos movió también a nosotros.

__ ¿Cómo se llevan nuestros niños? __ interrogó Pedro haciendo un guiño a Guillermo.

__Por lo que hemos aprendido en estos días,  si tanta gente custodió ese tesoro, otros tantos pueden estar detrás, esos que enviaron a asesinar, y si vos sos el custodio, tal vez sí, el mal no fuera un ser, sino varios, o puede que aquel fuese sobrenatural, y estos no sean más que delincuentes tras el mayor tesoro,  al mal lo venciste, si es eso lo que temes, aquella bestia desapareció  en el sur, murió o como se le llame, ¿eso no lo viste?

__No. Pero lo siento, siento que se avecina otra lucha feroz como la de sur __ musitó Pedro mientras Guillermo lo acunaba.

 

__Y venceremos…  juntos, como aquella vez, solo que esta vez, ese tesoro de la humanidad al fin quedará en tus manos __ lo tranquilizó__. Esa es la herencia que quiso dejarte tu abuelo.

Pero tuve una respuesta, aunque me parte el alma dejar ir a quienes amamos, hoy la humanidad no  está preparada para que se haga público ese tesoro, esa es la razón de mi inmortalidad. __Hablaba como en trance, Guillermo lo miró en lo hondo, buceando en el alma _. En algún momento del tiempo, será el instante, pero no es hoy, ahora debo resguardarlo, por mucho tiempo, eso supe.

 

 Domingo 21 de agosto de 2016.

__ A mí me contó  que  Belén fue a la casa del padre  y entrevistó a los empleados, a Martha que es ama de llaves que todo dispone, que le dijo que antes de su muerte, Rubén Maler lo había llamado, pero que ella no sabía nada más, no es mucho lo que encontraron allí.

 

__ ¿La carta de Roca a Holmberg no está fechada en 1903?__interrogó Guillermo.

__Mejor todavía, Carlos Correa Luna estaba casado con la hija de Eduardo Ladislao Holmberg.

__Analía, ¿cómo sabes esas cosas? _preguntó Guillermo mientras Pedro permanecía embargado de una extraña inquietud.

__Papá estaba obsesionado con la vida de Holmberg. Leía y releía cada nota antigua, cada escrito, cada libro del científico, es más Monalisa, puede ser…

__Algo tomado del libro Olimpio Pitango de Monalia… _ adujo Guillermo__, bueno también pudo venir de Monalisa directamente.

 Antes de salir Analía tomó la laptop de su padre y la introdujo en su bolso. Tomaron el coche de Gutiérrez y partieron raudamente hacia el instituto de Botánica en Barrio Parque. Mientras Analía buscó información en internet.

__La biblioteca del lugar se llama Eduardo Ladislao Holmberg, ahí tenemos que entrar.

__No va a haber nadie, es  domingo.

__No pensamos pedir permiso _ dijo Guillermo.

__Claro __ aclaró la amiga, conozco el instituto, Rubén me llevó hace años. Es una casa en un barrio residencial, no creo que encontremos ni guardias. Será fácil entrar.

 

__ ¿Qué buscaremos allí? __interrogó Analía.

__El mapa, el mapa del tesoro _ murmuró Pedro, y un escalofrío le recorrió la espina dorsal, Guillermo le tomó la mano__. Guille, no necesito decirte que estamos en peligro, ¿verdad?

__ ¿Nosotros?

__Todos, pero nosotros no moriremos, no pierdas de vista a Analía por favor, en determinado momento deberíamos llamar a la policía, aunque…

__ ¿Aunque?

__No pueden ver… No debería nadie ver la Tabla.

 

“A veces pienso que tu risa es un poema que escribió Dios,

el  día que se enamoró del mundo.” Ron Israel.

 

Luego de recibir la orden que había estado esperando durante años, se subió al automóvil y mientras encendía el motor dio inicio al dispositivo de rastreo en la computadora personal de Analía.

No había sido fácil colocarlo, pero una vez que logró violar la seguridad virtual de la máquina, instaló el software espía y colocó un GPS para saber dónde se encontraba ella a cada hora.

Iba  rumbo al norte de la ciudad, se movía rápido. Estaba en un auto. Enfiló hacia el lugar y sonrió pues en un par de horas  Analía y sus amigos ya no serían un problema.

Encendió el auto y los hombres que le habían asignado para la misión se acomodaron. Su celular vibró.

Aróbaro, su contacto desde hacía más de una década era exacto con sus datos. No lo conocía en persona, no sabía cuál era su alias ni dónde estaba su base, pero en su pequeño mundo era casi como un amigo. Arrancó el auto y partió en busca de su objetivo.

 

Pedro se hallaba ensimismado, Guillermo sentía su desasosiego, tal era la armonía entre ellos, y se limitaba a acariciarlo sigilosamente. Un roce, una mirada, una atrevida mano revolviendo el cabello, y los ojos de miel tropezando con los de él. De pronto supo lo que le sucedía, y acercó el oído a las palabras susurradas.

 

--Precioso, no tienes que estar triste _ le musitó Guillermo.

__ Es que no entiendo quién me eligió para esto, por qué tuve que ser yo _ respondió en el mismo tono__, desde que mi abuelo comenzara a contarme del don, de la misión, y de todo eso apenas lo creí, y menos que sería eterno, y que debería pagar tan caro por lo que me fue dado.

__ ¿Mis muertes?

__Eso fue lo peor, hasta poder asegurar el reencuentro final, de hecho que fue lo peor, pero ahora si esto es lo que pienso, vendrá a mis manos lo que tantos añoraron, y  la duda me corroe, en verdad no debo de hacer uso de lo que hallemos, pero duele tanto recordar la mirada anhelante de Gaby, la de mi hermano cuando preguntaron si podía darles lo que a ti, cuánto más pensar en el día en que los veamos morir, aun sabiendo que los reencontraremos, en otro recodo del tiempo, con otro cuerpo, pero será muy doloroso _ continuó Pedro con los ojos brillantes.

 

__ Es el precio a pagar por lo que tenemos, vos lo pagaste conmigo en cada una de mis muertes, esperaste el renacer, el reencuentro, sufriste lo indecible, dudaste en el sur, pero hoy… juntos podremos,  retendremos a los chicos, a Dora y Cuca, y sé que quienes están a nuestro lado no lo están por casualidad, que los podremos reconocer cuando regresen, no te tortures cielito, mi niño sabio hará lo que debe, no lo dudo _ afirmó Guillermo mirándolo con ternura, mientras Pedro asintió aliviado.

 

_Cuántas veces te habrás preguntado, ¿qué es el amor?

¿Será esperarte? ¿Será pensarte? ¿Será buscarte o quizá será solo soñarte? No imaginas cómo quise saberlo,  porque de día o de noche,  siempre venía  disfrazado de ti.

¿O será porque el amor es esa luz  que ilumina nuestras vidas, ese sentimiento  que no admite mentiras, porque quien ama con el alma, nunca dudará siquiera  que la persona a la que quiere  se pueda olvidar de ser sincera,  por eso: ¿Qué es el amor?  Sino la entrega de todo lo que se tiene… alma, corazón, cuerpo y mente, es permanecer anhelando a que llegue  esa persona que nos hace feliz,  porque el amor de verdad se siente y se vive desde el primero al último instante… Cómo decirte que te amo.  Es algo más fuerte que el amor,  es más fuerte que todo.  Lo que siento cuando estoy cerca de ti es para mí lo más hermoso que me puede pasar. Eres el aire que respiro,  la sangre que corre por mis venas,  que recorre todo mi cuerpo y llega a mi corazón.  Simplemente, te necesito como la luna a la noche.  Eres la persona más dulce, más tierna, más hermosa… eres la persona perfecta.  Tú lo significas todo para mí. Solo un beso tuyo, una mirada, una caricia, podría transportarme al paraíso…  No me cansaré de decirlo, te amo. Y, aunque trato de explicártelo,  siento que no hay formas o palabras para expresarte todo lo que mi corazón siente. Nunca  nada había tenido tanto sentido para mí, conocerte me ha hecho comprender que estamos hechos el uno para el otro. Te necesito, para mirarte y perderme en tu mirada. Para poder soñar cada noche.  Para despertar y pronunciar tu nombre. Anhelo un beso tuyo,  que tu calor me quite el frío…  quiero recorrer cada rincón de tu cuerpo,  para que los días dejen de ser grises,   para que no se apague mi alma  y se mantenga viva y pasional. Quiero que sepas que vivo para amarte.  Déjame pronunciar una vez más estas bellas palabras: te amo.

El secreto del amor o el amor secreto… Junto a ti he creado tantos escenarios, juntos hemos diseñado una vida maravillosa, jamás hemos puesto límites a nuestro amor  y si hablo en plural  es porque yo siempre cuento contigo  porque tú eres el complemento ideal  para compartir la vida, una vida  que sin ti no tendría sentido. Cada una de las caricias, cada uno de los besos,  cada uno de los enfados, cabreos y broncas  forman parte de un mismo amor porque  aunque discutimos y nos enfadamos,  lo hacemos sin perdernos el respeto,  lo hacemos simplemente porque los dos  tenemos mucho carácter y cada uno defiende  sus ideas,  porque estar juntos y enamorados  no quiere decir que tengamos  que estar siempre de acuerdo en todo,  porque  amar es respetar y ser libre  para defender tus ideas …  Porque aun así siempre te deseo  a mi lado  en cada sueño, en cada suspiro y siempre  estaría dispuesto a dar mi vida por ti, aun así me preguntas si estoy enamorado, necesitas una confirmación, pues te diré  que sí lo estoy, muy enamorado  de ti mi amor,  mío, de ti mi amor secreto y cuando digo secreto es porque solo tú y yo  sabemos lo que significa nuestro amor  o al menos eso creo,  pero lo que siento es aun  más real, es lo más real de todo lo que puedes imaginar,  más te diré…  ponte mirando frente al mar  y dime si ves la otra orilla o solamente  el horizonte, un horizonte sin fin,  pues   igual es mi amor por ti, infinito …

 

Desde que entraste a mi vida, te he amado desenfrenadamente y tengo miles de razones para amarte, pero solo sé que amarte es mi destino, ya que con solo escuchar tu voz, mis sentidos se revolucionan, más cuando me dices te amo, tu voz socava mis instintos y mi cuerpo se enciende, pero luego me miras, pero con una mirada pícara y me transformo en una hoguera, besas mis labios con los tuyos y el fuego comienza a consumirme, me rozas con tu húmeda piel y la sangre se excita, vuelves a decirme te amo y el placer invade por completo los cuerpos… Despierto, e inmediatamente pienso en ti y comienzo a extrañar esos besos, con los que me recibes cada mañana, besos que ¿cómo llamas?...  ardientes, hacen arder e incinerar mis labios, porque esos besos tuyos, siempre han generado un fuego similar al del propio infierno…

Estás dentro de mi alma… ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos?,  esa primera mirada, el primer beso  y la primera vez que te dije que te amaba…  Yo sí, lo mío fue amor a primera vista,  esas cosas raras de la vida  que algunos dicen que no existe,  pero creo que sobran las explicaciones  porque tú y yo sabemos qué es lo que sentimos,  desde el primer día descubrí  el amor en tus ojos que robaron mi corazón… Hay muchos  en el mundo pero  ninguno sonríe como tú, me vuelves loco,  cada día te amo más, tú provocas  mis deseos más perversos que nunca imaginaste,  eres quien acelera mi corazón… Hoy recuerdo el primer beso,  ese beso que terminó  de enamorarme,  ese día siempre será un día especial  sin llegar a ser mi primer beso  sí fue el beso más especial, el amor a tu lado  es lo más bello que viví…

Esos primeros momentos a tu lado,  la primera mirada, el primer beso,  jamás lo podré olvidar,  la más bella complicidad que surgió entre los dos  con mis brazos rodeando tu cuerpo,  creí que ibas a desmayarte  al sentir mis besos en tu cuello,  sentí que te faltaba el aire  de emoción y felicidad cuando te dije que te amaba… Hoy es bello recordarlo pero para mí,  fue aun más bello comprobar lo que tú sentías,  eso que mi corazón me decía siempre,  nunca te olvidaré porque para mí tu amor fue, es y será el verdadero amor de tu vida…

Te amo de una manera inexplicable, de una forma inconfesable, de un modo contradictorio.

Te amo con mis estados de ánimo que son muchos, y cambian de humor continuamente  por lo que ya sabes, el tiempo, la vida, la muerte. Te amo... con el mundo que no entiendo, con la gente que no comprende, con la ambivalencia de mi alma, con la incoherencia de mis actos, con la fatalidad del destino, con la conspiración del deseo,  con la ambigüedad de los hechos.

Aun cuando te digo que no te amo, te amo, hasta cuando te engaño, no te engaño, en el fondo, llevo a cabo un plan, para amarte mejor. Te amo... sin reflexionar, inconscientemente, irresponsablemente, espontáneamente, involuntariamente, por instinto, por impulso, irracionalmente. En efecto no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados para fundamentar este amor que siento por ti, que surgió misteriosamente de la nada, que no ha resuelto mágicamente nada, y que milagrosamente, de a poco, con poco y nada ha mejorado lo peor de mí.

Te amo con un cuerpo que no piensa,  con un corazón que no razona, con una cabeza que no coordina. Te amo incomprensiblemente, sin preguntarme por qué te amo, sin importarme por qué te amo, sin cuestionarme por qué te amo. Te amo sencillamente porque te amo, yo mismo no sé por qué te amo.

Que lindo sería que estuvieras a mi lado, pero seguro estoy que donde estés, hermoso adonis debes estar mirando el firmamento y te has detenido a observar  la belleza de la luna y horas más tarde, cuando esté despuntando la mañana, será el sol al que observarás y siempre estoy seguro mi amor, estarás pensando en mí…

Convencido estoy que yo todo el día estoy en tu pensamiento, como tú estás en el mío, porque somos un solo corazón, que se ha trazado el más bello de los sueños, estar juntos por siempre y poder mirarnos a los ojos y decir que todo el tiempo ha valido la pena, que todas las lágrimas por la ausencia solo ha sido consecuente por amarnos tanto y desear por siempre estar juntos y todo compartirlo,  porque nuestros corazones viven en nosotros y se aman con pasión y devoción.

Me encanta esperarte en la ausencia,  me encanta cuando llegas y me abrazas,  me encanta sentir cómo te cuelgas de mi cuello,  que no quieras soltarme, abrazarte por la espalda  besando tu cuello, siento mi cuerpo pegado al tuyo,  cuando mis manos recorren tu cuerpo sintiendo tu piel  sé que enciendo tus deseos,  la respuesta de tu cuerpo es tan real  como la humedad que fluye de tus intimidades. Ahora ya lo sabes,  tú eres mi amor,  eres tan real como el aire que respiro,  no hay nada más que explicar, tú  y solo tú eres mi amor.

 

Cerca de las seis de la tarde llegaron al instituto, el sitio parecía desierto. Abrieron la verja baja que rodeaba el caserón y se adentraron en el jardín. La casa no tenía rejas ni cámaras al parecer. Levantaron una de las cortinas de madera y, tras forzar la ventana, entraron sin problemas, no había alarmas.

 

__ Es por acá __ señaló Analía a quien Pedro no perdía de vista, sentía una alarma que le indicaba cuidarla.

 

La siguieron en medio de la penumbra solo herida por una linterna que apenas iluminaba pero al menos servía para guiarlos. Ella empezó a subir unas escaleras, había encontrado la biblioteca.

__ Busquen la sección de Holmberg, cualquier libro de él _pidió.

La cantidad de tomos era incalculable. Había estanterías por doquier, ejemplares de todo tipo, tamaño y color. Analía subió el interruptor y las luces iluminaron la biblioteca. Gutiérrez inició la búsqueda por los estantes de la derecha. Buscó alfabéticamente y no halló nada. Analía seguida de Pedro y Guillermo se dirigió al área de botánica, y apenas enfocar halló todas las obras de Eduardo Ladislao Holmberg. Llamaron al hombre pues había dado ella con el autor.

 

__ Pedro _  vaciló ella__, ¿y ahora qué buscamos?

Pedro retrocedió para tener mejor perspectiva de los estantes. ¿Dónde escondería un mapa? A simple vista, pensó... Sus ojos revolotearon por las paredes del lugar… no parecía haber ninguno a la vista. Entonces observó un cuadro del científico.

__ Ese cuadro __pensó en voz alta.

Se acercó a la lámina antigua y la descolgó. Era pesada, gruesa y estaba sucia. La apoyó sobre el piso y la dio vuelta, la mirada de Guillermo lo perseguía en cada movimiento. Pedro revisó la cara interior del cuadro y notó un relieve en uno de los costados. Abrió su morral, sacó una lapicera y con ella rompió el papel  madera que cubría los vértices. Levantó el lienzo y ante sus ojos apareció el último eslabón de la cadena de pistas. Un sobre antiguo y lacrado con las iniciales. ELH. Habían encontrado el mapa. Todos se aproximaron de inmediato, Pedro con cuidado abrió el documento y encontró un papel doblado: “Divina Protectora inmutable.” Terminó de leer la frase y clavó los ojos en Guillermo.

 

--El zoo de la ciudad. Los libros están en la biblioteca del zoológico.

__No _ lo supo Analía __, papá los descubrió de algún modo y lo mataron.

Sin que pudieran detenerla, la vieron correr escaleras abajo, tomar de la cartera su celular. Estaban tras los pasos de su padre. Si a él lo habían asesinado, a ellos también los encontrarían.

 

__ Belén _  dijo agitada__, necesito entrar al zoo.

__ ¿Qué sucede, Analía?

__Ya sé por qué mataron a papá, Rubén me dejó las claves. Necesito total acceso a las instalaciones de la biblioteca. Estoy yendo para allá, y dile a Malvárez que tendrá todo el crédito por lo que va a suceder. ¿Crees poder arreglarlo?

 

Analía cortó y siguió a los otros, Gutiérrez ya estaba encendiendo el motor y tomó la Avenida El Libertador. Tras él, otro auto tomó la misma senda.

 

__No la pierdas de vista a ella en ningún momento _ susurró Pedro a Guillermo__, será el objetivo del asesino.

 

Cinco días antes de la muerte del padre de Analía.

 

El golpecito suave en la puerta del dormitorio lo despertó. Reconocería la forma de tocar de Martha, su ama de llaves, en cualquier sitio y tiempo. Un primer golpe fuerte, tres suaves y cortos a continuación.

 

_Pasa, estoy despierto __ indicó Beltrán mientras encendía su velador y se acomodaba en la cama. Miró el reloj, cuatro de la madrugada.

__ Disculpe, señor, pero es el señor Rubén Maler.

El hombre asintió, estiró la mano, tomó el teléfono y, antes de atender, dijo:

__Vaya a dormir, Martha, no hace falta que espere. Descanse por favor.

__Gracias señor, hasta la mañana.

Martha se fue, y él respiró profundo antes de atender, necesitaba estar lúcido.

 

__Hola.

__Perdón por la hora de la llamada, pero es importante.

__ ¿Lo encontraste?

__Creo que sí. Después de ordenar toda la documentación de Federico y Justo que me diste, me puse a analizar cada papel, caja y escrito, y entre ellos encontré una carta del general Roca a Holmberg advirtiéndole de su pronta destitución como director del zoo y pidiéndole que resguardara el legado de Hipatia.

__ O sea que es verdad, Hipatia de Alejandría logró sacar manuscritos de Serepis y, a lo largo de los años, un grupo de sabios ha estado custodiándolos.

__Exacto, y el sabio naturalista fue el último guardián…

__ Increíble _murmuró el hombre.

__Creo que pese a la misiva de Roca, Holmberg nunca sacó los códices del zoológico.

__ ¿En el de Buenos Aires?

__ Él fue el creador de recintos para animales. A nadie le hubiese llamado la atención si hacía una jaula más o una menos. Es el lugar perfecto, nadie sospecharía que en el centro de la ciudad…  Además, sería una suerte de guiño. La Biblioteca de Alejandría, dentro de un gran zoológico también…

__Si lo que dices es cierto, estamos ante el descubrimiento inusitado, Rubén.

_Sí, y tengo que pedirte un favor.

__Lo que quieras, estoy en deuda con vos.

 

Aunque Beltrán no lo vio, Rubén sonrió con tristeza del otro lado de la línea. “Lo volvería a hacer una y mil veces”, se dijo, y rememoró el momento en que Beltrán le confesó que La Legión había amenazado con matar a Analía si no abandonaban la búsqueda de los códices. Sabían de sus movimientos, los espiaban, incluso le habían enviado fotos de su actividad cotidiana. Y entonces, aquel verano, bajo la excusa de la debacle financiera, armó las valijas y se fue a Europa. Abandonó la búsqueda de los manuscritos, rompió la promesa que había hecho a su abuelo en el lecho de muerte y se alejó de ella. La dejó en el aeropuerto. Se fue para no volver, y protegerla. “Lo volvería a hacer, Analía. Por vos sufriría nuevamente cada uno de los días que pasamos separados…”

 

__Lo que pidas, Rubén _ repitió.

_Creo que el sitio donde están ocultos los manuscritos alejandrinos es la biblioteca del zoo. Me están siguiendo. No te lo pediría si no fuera porque estoy poniendo en peligro la vida de  mi mujer si voy yo. ¿Podrías ir a investigar? Si ese es el lugar, viajaré a Buenos Aires de inmediato.

__ Por supuesto.

__Por favor, no cuentes este asunto a nadie. Te están vigilando, conocen todos nuestros movimientos.

__Tranquilo, lo sé.

__Gracias _el bróker guardó silencio un momento, tomó el aire y el valor para pronunciar lo que deseaba__. ¿Cómo está Analía?

El amigo sonrió conmovido. Rubén Maler nunca había dejado de amarla y, se había alejado solo para protegerla. Era un hombre noble.

 

__ Sabes que no tengo forma de agradecerte... Ella está bien.

__No te preocupes _interrumpió, Maler__. Ani lo vale.

 

Beltrán cortó la comunicación y repasó mentalmente lo charlado. Luego se levantó de la cama. Debía ir a la editorial de inmediato.

 

Él amaba la editorial, se deleitaba en ella cuando cada mañana llegaba casi al alba y en el silencio recorría los pasillos cuando la luz matutina apenas dejaba ver los escritorios vacíos. Era feliz allí.

Ingresó en su oficina, prendió las luces y luego cerró la puerta del despacho con llave. No tardó un minuto en mover la biblioteca y entrar en su verdadero refugio. Encendió las luces, prendió la computadora. Se sentó  frente al escritorio. Extrajo un llavero de su bolsillo, de allí sacó una pequeña llave, abrió el cajón central que destrababa los restantes seis cajones bajo el escritorio.

Introdujo sus manos con la palma extendida hacia arriba, palpó la superficie superior como quien busca algo, lo halló, lo sacó. En su mano, otra llave. Le retiró la cinta que la sostenía contra el panel superior del compartimiento, a modo de escondite, y, se levantó.

Abrió la caja de seguridad y de allí sacó el cuaderno de notas de Justo Beltrán, luego de su charla con Rubén, había recordado cierta anotación que su padre había hecho en el viejo cuaderno que tenía en su caja de seguridad y que una vez había leído. Buscó la hoja. Su padre también había buscado los manuscritos, por eso, cuando Rubén habló del zoo, cierta entrada en el diario paterno volvió a su memoria.

“Recorrí el recinto en busca de algún acceso oculto, pero en este, como en los demás, no encontré nada. Sin embargo, la construcción presenta escrituras cuneiformes que no logro descifrar. Pediré que se analicen.”

 

Avanzó un par de páginas. Había una nueva entrada sobre el tema.

“Ramos Mejía, el experto lingüista que contraté por el asunto de los grabados, me informa que se trata de textos védicos, pero su significado le es desconocido.”

Más adelante reflexionaba frente a otra anotación:

 

“¿Qué  mensaje oculto dejó el director del zoológico cuando mandó a construir la jaula? ¿Por qué agregó, a último momento, esas indescifrables frases al ojo humano?

“Volví a recorrer el recinto. Ese es el lugar donde deben de estar. Pero, las inmensas paredes no parecen otra cosa que eso: paredes. El octógono es perfecto, las escrituras védicas están en cada uno de sus lados. No parece haber un orden lógico a seguir, ni una razón para seguirlo. ¿Cómo interpretar estas escrituras? ¿Qué secreto esconden detrás de sus líneas cuneiformes grabadas en el silencio de la piedra?”

 

Finalmente, la última entrada del cuaderno:

“La palabra veda proviene del término indoeuropeo que también es el origen de la palabra verdad. En sánscrito significa verdad o conocimiento.”

 

Beltrán cerró el diario. En todos los escritos de su padre no se hacía mención a qué recinto se refería. ¿Sería la biblioteca el lugar? Guardó el libro. Se incorporó y fue a la computadora. Empezó a escribir.

 

Al día siguiente, miércoles él llegó a la editorial cuando el sol despuntaba, debía ultimar detalles antes de ir al zoo. Movió la biblioteca, ingresó a su despacho, se sentó frente a su escritorio, repasó las anotaciones de su padre y abrió el libro de Holmberg que había revisado una y otra vez a lo largo de las noches anteriores.

El perfecto criptograma. El sabio naturalista había diseñado un mapa en piezas. Se sorprendió por no haberse dado cuenta antes. Una pista llevaba a la otra y así hasta el recinto con los grabados vedas. Indescifrables. Pero en realidad lo que indicaban era que aquel era el sagrado escondite de los últimos códices alejandrinos.

Volteó el libro y buscó la página donde primero había notado el dibujo. La última. Dobló la hoja por la mitad y, apenas perceptible a la vista, podía verse la mitad de un dibujo. A continuación, dobló la página anterior de igual manera y ante sus ojos apareció el mapa del zoológico compuesto por dos mitades perfectas. Y sobre él, el camino a seguir.

Maler estaba equivocado, la biblioteca no era el lugar donde estaban los manuscritos rescatados por Hipatia, solo era la puerta de entrada. Divare Matri Matutae: divina Protectora inmutable que, por más de un siglo, había custodiado la entrada secreta al tesoro mejor guardado.

Sonrió. Escribió algo más en su computadora y dejó el despacho secreto. Cuando se disponía a salir de su oficina, alguien lo golpeó en la cabeza. No supo cuánto tardó en recuperar el conocimiento, pero debió de haber pasado un rato ya que estaba dentro de una camioneta cuando despertó.

 

__Por fin __ dijo alguien quien se ubicaba a su lado. Adelante, otro sujeto manejaba.

__ ¿Qué? __preguntó desconcertado__.  Pero ¿cómo…? ¿Cómo pudiste…? ¿Dónde estoy?

__No importa dónde estás, importa dónde vamos. Y eso, mi querido, me lo vas a decir vos.

__No puedes…

__Silencio _lo interrumpió__, no tienes opción. ¿Dónde están los manuscritos?

__Nunca voy a revelar dónde están los libros. Hice un juramento.

__Si no dices dónde están, Analía muere.

 

Beltrán trató de zafarse de las ataduras que lo retenían. El cuerpo cansado no le respondía como a los veinte. No podía permitir que mataran a su hija pero sí podía darles solo una parte de la información. A fin de cuentas, iban a matarlo igual.

 

__La Biblioteca del zoológico de Buenos Aires.

 

El zoológico ya había cerrado. El sol de la tarde había caído hacía rato y la ciudad se mostraba más silenciosa  y tranquila que en la semana. Eran cerca de las veintidós horas cuando Analía y su gente llegaron al parque. No había señales de la policía, pero Belén le informó que tenía acceso al sitio, que ellos estarían llegando en minutos.

Ingresaron por uno de los laterales y fueron directamente hacia la biblioteca. Los dejaron ingresar con el vehículo y estacionar  frente al recinto.

Gutiérrez descendió primero del auto, lo siguieron Guillermo y Pedro. Analía en cambio, se quedó adentro. Al percibirlo, Guillermo giró sobre sí mismo y se asomó por la ventanilla del lado del acompañante.

 

__ ¿Qué haces? __preguntó incrédulo. Analía había apagado su netbook y sacaba otra de su bolso.

__ Necesito información de la construcción de este edificio y mi computadora se quedó sin batería. Voy a usar la de papá.

__ ¿No puede esperar?

__No. Necesito saber cómo se construyó este lugar. Es la única manera de encontrar los textos, salvo que Pedro…

__ No _ acotó Guillermo__, vidente no es,  Ani.

Analía asintió. Guardó su computadora  y encendió la otra. Al iniciarse la sesión, un único archivo apareció sobre el escritorio virtual. Su nombre.

Había sido creado un día antes de la muerte de su padre.

 

__Mira esto… Guille…__le señaló el archivo.

Lo abrió.

 

“Analía insiste con que los libros están escondidos en la biblioteca”, reflexionó mientras entraban en el parque para concretar la misión. Ya habían revisado el recinto de punta a punta luego del asesinato y, ciertamente, ese no podía ser el lugar del escondite. “Necia”, pensó y se perdió en la inmensidad del zoológico.

A lo lejos, frente a la biblioteca, divisó el auto de Gutiérrez. Como Analía y el resto estaban dentro, aprovechó para acercarse por uno de los accesos laterales sin que nadie lo notara. Aquel sería el día en que los manuscritos saldrían a la luz. Analía y los suyos tenían los minutos contados.

 

“La biblioteca es la entrada. El verdadero escondite se encuentra bajo el silencioso resguardo de los cantos vedas: la verdad está bajo la jaula de los elefantes.”

Releyeron el mensaje, les parecía increíble.

Descendieron del auto rápidamente pero, cuando estaban a punto de entrar al lugar, Analía se detuvo. La imagen de su padre colgado se coló de nuevo en su mente.

Guillermo se acercó, y la tomó del hombro. Entendía lo que sentía mas llevaban apuro.

 

__ ¿Puedes entrar o quieres que vayamos solo nosotros?

__Estoy bien. Entremos __ respondió  y, decidida, abrió la puerta.

__ ¿Y ahora?

__No sé, la construcción debe de tener un pasadizo o… ¿Un sótano?

__ Si la biblioteca es la entrada _ acotó Pedro y estamos acá __ siguió,  señalando un mapa que había tomado del mostrador de entrada__ y deberíamos llegar acá, a la jaula de los elefantes, debe de existir un camino subterráneo que atraviese el parque desde este recinto hasta la jaula.

 

Gutiérrez y Guillermo miraron alrededor: bibliotecas por doquier.

La estructura circular les permitió ver el lugar en su conjunto. En una de las paredes había una puerta. La criminóloga la abrió, halló una escalera. Pedro estaba detrás, sintió una alarma  indefinida.

 

__Es por acá __  dijo con determinación.

 El resto corrió tras él.

__ Yo voy delante, ustedes me siguen, Analía entre los hombres por favor _indicó y miró de soslayo a Guillermo que entendió el mensaje, aun sabiéndolo inmortal temía que fuera a la delantera sin embargo eso mismo es lo que respondía a las preguntas de Pedro, de por qué él, Algo superior lo había guiado hacia Analía.

Descendieron a un sótano.

Cajas, algunos muebles desvencijados, nada que pareciera indicar que se tratara de una puerta al mejor secreto guardado. Pedro y Guillermo junto a Analía recorrieron el sitio lentamente en busca de indicios: estructuras gastadas, texturas, salientes o desniveles, algún detalle que, por minúsculo que fuera, les indicara dónde podía estar el acceso. Las paredes, uniformes al tacto, no evidenciaban puerta alguna, tampoco el piso de cemento… Sin embargo, una pequeña rajadura en el suelo, junto a una de las paredes les llamó la atención. Pedro se agachó, repasó la superficie con la palma de su mano. Volvió a empujar el piso y lo que parecía una rajadura se convirtió en una hendidura que se extendió. Era una separación, un espacio diseñado para abrir una puerta trampa. Volvió a ejercer presión y pudo ver entre la separación de la pared y el suelo, una vieja palanca de piedra. La empujó con fuerza y la puerta se abrió.

Ante ellos se extendió un largo corredor. Gutiérrez sacó linternas y le dio una a cada uno.

 

_Si seguimos el túnel, pasaremos bajo la glorieta, la jaula de los  guacamayos  y aves rapaces y, al final, llegaremos al recinto de los elefantes. Ahí deberían estar escondidos los libros.

Pusieron el primer pie en el túnel. Cuando se disponían a recorrerlo, una voz conocida los detuvo. Analía giró.

 

__Gracias Analía _la voz venía de atrás_. Me has ahorrado mucho trabajo _la mujer estaba acompañada por tres hombres y estos estaban armados__. Tu padre me engañó, pero no cometo el mismo error dos veces. Por eso ustedes van a guiarme hasta los manuscritos y luego terminaremos con este asunto.

_ ¿Martha? __ la criminóloga no salía de su asombro__. ¿Qué se supone que es esto?

Analía intentó avanzar un paso, pero de inmediato un hombre de más de un metro ochenta se lo impidió. La tomó de las muñecas y la escoltó hacia el ama de llaves.

Martha miró con disimulo a quien supuso sería el otro agente, sonrió con sorna, había hecho un gran trabajo para La Legión. Tres décadas al servicio del grupo, y no solo nunca habían sospechado de ella, sino que era quien luego de tanto tiempo de escuchas, de revisar documentos, violar computadoras y cajas de seguridad sin que nadie lo notara, pero sobre todo, después de treinta años de pasar inadvertida, era ella quien descubriría dónde estaban los manuscritos perdidos de la Biblioteca de Alejandría.

Otro hombre emergió de las sombras, uno a uno sujetó a los del grupo. Martha se acercó a Analía y le apuntó con su vieja colt, y la obligó a caminar.

 

__Déjela _ gritó, Pedro ante el vuelco del corazón de Guillermo__. Yo soy quien puede llevarla ante ellos.

__ ¿Y usted quién es?

Analía trato de quitarse de encima las fuertes manos que la atrapaban pero desistió cuando sitió el metal del arma sobre su sien. Se obligó a mirar a la mujer, le costaba asimilar la idea de su ama de llaves apuntándole, la conocía desde que era niña.

 

__ Es un amigo, no entiendo Martha.

__Les explicaré, creo que tus amigos entenderán tanto como vos. He estado al servicio de La Legión desde que tengo memoria y durante los últimos treinta años he vigilado desde las sombras a tu padre y sabíamos que iba a llegar este día. La Legión actúa desde la penumbra, estamos en todos lados, somos muchos más de los que creen y aunque muchas veces no nos conocemos las caras, estamos, siempre y La Legión es implacable. No puede ser vencida. La apoya la Iglesia.

__No entiendo… _insistió Analía que miró a Pedro con desesperación, él sí lo entendía__. Es que Martha, vos me criaste…

__El fin justifica los medios. Tenía y tengo una misión ineludible. Ya se lo expliqué a tu padre antes de darle la orden a mi amigo _ dijo señalando a uno de los hombres_ para que lo matara.

 

Al oír quién había dado la orden de asesinar a su padre, Analía perdió el control, sin tiempo, se abalanzó sobre su empleada, la empujó contra una de las paredes del túnel y la pateó, pero Martha era más fuerte, le devolvió los golpes y la tumbó en el piso, Analía sintió una patada tras otra, y apenas podía respirar. Sintió que la levantaban. Tosió, ahogada. Propinaba golpes al aire, y mientras el grupo era retenido por los matones, ella intentaba sacarle el arma, pero recibió una trompada en la mandíbula y perdió el equilibrio nuevamente. Martha la sujetó otra vez, y con fuerza inusitada, la puso de pie y la obligó a enderezarse. La tomó de los brazos y los sujetó en la espalda. Con la otra mano tomó un par de esposas y las ajustó alrededor de las muñecas. La chica giró, la mujer le musitó al oído:

__No hagas más pavadas. Fui entrenada por los mejores, y vieja y todo puedo matarte con mis puños.

El susurro macabro hizo que la piel de Analía se erizara.

Gutiérrez, Pedro y Guillermo habían saltado sobre los hombres, en la lucha por momentos lograban derribarlos, pero eran fuertes y devolvían los golpes.

 

__Suéltenlos __ gritó Martha que retenía a Analía__. Nada harán si no quieren verla muerta.

__Déjala. Te llevamos a los libros y haces lo que quieras, pero déjala, por favor _ suplicó Gutiérrez.

__Bueno linda _  dijo la mujer__, parece que a este también lo tienes seducido.

__! Suéltame por favor! Eres como de la familia, fuiste como mi madre, por favor te lo pido…__Analía intentó zafarse pero Martha tiró de las esposas y ella gritó de dolor, y la maniobra bastó para que se detuviera de inmediato.

__ Quieta chiquita, esto recién empieza _  bramó la mujer_, camina.

 

Analía obedeció, la mirada de Pedro la perseguía, ella vio que los hombres vestidos de negro habían esposado a sus amigos que caminaban también obligados,  apuntados por las armas, sin embargo, Pedro y  Guillermo…

__ Tranquila Analía _ le comunicó Guillermo como si leyera su mente, y ella asintió, se obligó a concentrarse en su respiración agitada, en el modo en que el pecho subía y bajaba y en la transpiración fría de las palmas de sus manos. Así trató de olvidar el cañón del arma en su espalda y se encontró contando los pasos que daba a lo largo del túnel oscuro. Las manos le temblaban, la linterna iluminaba poco, al avanzar el sitio se tornaba más seco y frío. Martha la empujaba, los hombres a los otros. Uno de los grandotes  se adelantó con una linterna potente.

 

__ ¿Por qué matar a mi padre, Martha?

Golpeada y sangrando, Analía sentía que no tenía mucho más que perder, ella no era inmortal, tal vez sus amigos lograran salvar los manuscritos, pero ella intuía su final.

__Tu padre fue un privilegiado, tuvo el honor de custodiar uno de los secretos mejor guardados del grupo de los sabios.

__ ¿Del qué?

Pedro agudizó los sentidos.

__ Cuando Hipatia de Alejandría murió en la quema de la biblioteca, se creyó que todos los textos paganos habían desaparecido con ella, pero había logrado salvar cientos de umbilicus originales que logró poner a salvo con la ayuda de un conjunto de hombres que se apartaron de los setenta. Estos fueron setenta y dos sabios judíos enviados por el Sumo Sacerdote de Jerusalén, que bajo las órdenes de Ptolomeo II Filadelfo trabajaron en la traducción de la Biblia.

Pedro escuchaba en trance, la voz de su abuelo por momentos se sumaba a la de la mujer, él ya había  oído ese relato.

 

__ ¿Y qué tenía que ver mi padre o Rubén en esto?

 

La mujer le hundió el cañón del arma en la espalda para que no la interrumpiera.

__No me detengas. Si quieres saber la historia, tendrás que tener paciencia.

El silencio volvió a apoderarse del túnel, Guillermo intuía que su niño sabio conocía todo, pero no encontraba su mirada, que estaba perdida más allá del tiempo. Supuso no obstante que ya debía estar bajo la jaula de aves rapaces. Analía respiró profundo, Guillermo suspiró, les costaba, un dolor punzante horadaba el pecho.  Gutiérrez no estaba mejor. Un ojo casi había desaparecido bajo la hinchazón del golpe, el labio le sangraba, parecía vencido, agotado. La mujer había retomado la perorata. Analía volvió a prestarle atención.

 

_Existe un documento especial, la carta de Aristeas, que cuenta que cuando se compararon las traducciones de los textos sagrados realizadas por separado por los setenta y dos estudiosos judíos, se descubrió que los sabios habían coincidido en cada uno de sus relatos. Así nació la primera versión griega de estos textos. Algunos eruditos acusaron a los israelitas, que vivían en la Diáspora, de manipular los escritos y se apartaron. Los apóstatas se congregaron en lo que se conoció luego como grupo de los sabios, un conjunto de herejes que, ante el avance del cristianismo de la mano del emperador Teodosio, decidieron confabular junto con Hipatia con el fin de robar ciertos manuscritos paganos y formar una nueva biblioteca, la de Pérgamo donde el conocimiento sería absolutamente pagano.

_ ¿Y qué pasó con ella? _se animó Gutiérrez.

__ Nunca se armó, gracias a la intervención divina y a La Legión, que bajo el mando del arzobispo Teodosio, a las órdenes del emperador, logró quemar aquellos hervideros de herejías y destruir los textos paganos.

__ Pero Hipatia había logrado sacar textos __ dijo Pedro.

__Sí, pero el grupo de los sabios, nunca logró armar la biblioteca de Pérgamo. Debió ocultarse, esconder los manuscritos, pasar a la clandestinidad con el fin de proteger las herejías más grandes.

__Y durante estos años __ dijo Antonio_ han estado tras su rastro.

Ella asintió.

 

_ Hasta ahora. Hoy esos libros  dejarán de existir, y todo  gracias a ustedes.

 

La mujer sonrió, Pedro sintió un escalofrío en la médula, era él el encargado de evitar que eso sucediera, y él quien debería luego decidir qué hacer con ellos.

Uno de los hombres se acercó a Martha, susurró algo al oído, y luego iluminó el pasadizo. El potente haz de luz atravesó la oscuridad y permitió divisar a lo lejos una pesada puerta de hierro, a solo pocos metros por recorrer.

 

__ ¿Cómo llegaron esos manuscritos a la Argentina? _preguntó Analía.

_La logia masónica _la burla en el tono de su voz resultaba desagradable__. Sin la ayuda de los masones, el grupo de los sabios no hubiera podido resguardar los umbilicus alejandrinos __se detuvo.

 

Martha guardó silencio. Habían llegado. Parecía la puerta de una antigua bóveda de seguridad. De hierro impenetrable, oscura y oxidada. Reposaba allí desde que Eduardo Holmberg la había cerrado por última vez, más de un siglo atrás, Pedro supo que su abuelo los había conocido, que él estaba por nacer entonces. Cubierta de remaches, con una manija giratoria en el centro, estaba tapada de polvo pero, aun así, se distinguía la inscripción. Uno  de los matones refregó con su brazo sobre el metal y barrió la tierra acumulada. De inmediato distinguieron las sólidas puertas de la fábrica de cajas fuertes y bajo el logo de esta, un texto grabado decía: “Aquí se encuentra la sabiduría del cosmos. Cuando llegue el momento, que la humanidad la conozca, pues ella es su verdadera dueña”.

 

“No es el momento", se repitió Pedro volviendo a sumirse en la duda, la vida de sus amigos y de su hermano dependían  de lo que decidiera, si es que lograba evitar que esos locos destrozaran todo.

 

Belén se puso su chaleco antibalas, verificó el seguro del arma reglamentaria, la aseguró a su cintura y encendió la radio.

 

__ Estamos listos.  A mi orden, avanzamos __indicó y cortó la comunicación sin esperar respuesta.

Se acercó a los monitores de seguridad en el área de control del zoológico de Buenos Aires donde se habían ubicado apenas llegaron al parque y los guardias emitieron el alerta. Pidió otra vez las imágenes capturadas frente a la biblioteca. Una mujer y cuatro hombres habían ingresado minutos después que Analía, Gutiérrez, y los abogados. Iban armados. Cuando la seguridad del parque notó el movimiento, dio aviso a la policía, que esperaba las órdenes de ella, a cargo del operativo. Mas lo que le había parecido un sencillo trabajo de campo, ahora se había convertido en toma de rehenes. Malvárez estaba histérico. Se jugaba la carrera en ese procedimiento. Cuando Analía se había comunicado poco antes les había comunicado respecto del fabuloso descubrimiento que su padre había custodiado, por el cual lo habían matado. Se trataba de asistirla en la búsqueda del sitio secreto y salir con el secreto mejor guardado en las manos y el caso de su padre resuelto, tal vez unido al de Maler. Un pasaje directo al comando de la Policía Federal, sin embargo, aquel simple operativo, se había transformado en una película.

Levantó la vista y pudo ver al grupo especial de operaciones federales alistándose para ingresar en la biblioteca, iban de negro, con los rostros enfundados en una capucha  de tela inteligente y casco militar, chaleco táctico, equipado con funda de seguridad integrada por un arma corta y múltiples bolsillos cargadores de fusil y subfusil, cartuchos, linterna táctica. GPS, brújula, esposas, granadas, y gases de todo tipo. Llevaban binoculares, dispositivos de audio por los cuales recibían órdenes, y pudo distinguir al francotirador pues portaba un fusil de precisión con acción de cerrojo Remington 700 y mira óptica de aumentos variables. Una obra de arte, pensó el policía inspector, que notó que el grupo de élite se movilizaba y percibió la presencia de Belén, la mujer se había acomodado a su lado, y observaba atentamente los monitores infrarrojos que seguían los movimientos en el exterior, y al mismo tiempo daba instrucciones al grupo GEOF con la firmeza y experiencia de un oficial experimentado. La admiraba, médica criminóloga, especialista en análisis forense, era además excelente detective federal.

_Halcón uno. A la cuenta de tres ingresen _ ordenó través de la radio y sin sacar los ojos de los monitores.

 

El comando esperó la cuenta regresiva e irrumpió en la biblioteca. De inmediato diez hombres desparecieron de las pantallas que mostraban el exterior del jardín, y aparecieron, en las cámaras de seguridad internas del recinto y en los monitores de la federal que transmitían las imágenes capturadas por las cámaras en los cascos de los integrantes del grupo.

__ Sector uno, despejado __ transmitió el jefe de asalto táctico refiriéndose al ingreso a la biblioteca.

__Prosiga_ contestó  la mujer, que no perdería detalles desde el sector de control y seguridad.

 

Belén tomó unos auriculares con micrófono, sintonizados en otra frecuencia y se los colocó.

__Agente dos, prepárese para rodear el lugar.

Veinte oficiales armados rodearon las inmediaciones. Y en poco la biblioteca estaba invadida y rodeada de especialistas. Y metros atrás se encontraban ambulancias, camiones de bomberos, y patrullas policiales, todos se habían movilizado en completo silencio.

En el interior los diez hombres se movilizaban con sigilo, las cámaras de visión nocturna reproducían los espacios que recorrían, y ya descendían por una escalera hacia el sótano. Belén en la pantalla divisó la apertura del túnel, y alertó a Malvárez que saltó a su lado.

__ Analía tenía razón _ dijo la detective__. Halcón uno, el grupo de antropología forense está presto a ingresar una vez neutralicen al objetivo, el material que encuentren es invaluable, cuidado.

 

Lunes.

Con las manos  torturadas por las esposas y sus espaldas apoyadas contra la pared, los cuatro observaban cómo uno de los hombres de Martha intentaba girar la manivela de la puerta de seguridad, uno no dejaba de apuntarlos.

La mente de Pedro era un torbellino, Guillermo la leía. Por un lado temía por la vida de Analía, pues ellos no podrían morir, por el otro sabía con lo que se encontraría allí dentro, lo que no imaginaba era cómo rescatar de manos ávidas e imprudentes la tabla esmerarla, estimó que ya había pasado la medianoche.

Guillermo se debatía en saber qué haría Pedro con el tesoro, conocía su decisión, pero, ¿la mantendría? Y por otro lado, aunque fuesen inmortales, cuando el mundo supiera que tenía ese material, los perseguirían siempre, excepto urdir un plan para desviar la atención y mantener el secreto, pero eso mismo llevaría a que el blanco fuese Analía o  Gutiérrez, La Legión iba a matarlos. Ellos deberían fingir, pues no podría haber testigos de aquel descubrimiento. Recordó con pena a Beltrán y Maler.

Lo mismo pensaba Analía, se le hizo un nudo en el estómago y se reprimió para que las lágrimas no afloraran en cualquier momento. Trató de concentrarse en la puerta de hierro que los hombres se esforzaban por abrir en la oscuridad del túnel. Arqueó el cuello y enfocó la vista en el techo. Una obra de ingeniería, razonó. El pasadizo subterráneo diseñado por Holmberg  frío pero en absoluto húmedo, era el refugio perfecto para los manuscritos. No les permitirían ni siquiera verlos. Iban a matarlos una vez que girara la manivela y la puerta  se abriera. Tembló, se le escapó una atrevida lágrima. Se acercó a Gutiérrez, sintió el roce de su piel, su calor, pero eso no la tranquilizó.

__ Ani _ dijo él acercándose todo lo que pudo__. Quiero que sepas que pase lo que pase… te quiero, y siempre te quise.

Cuando estaba por decir algo más no pudo,  los ojos le escocían, la garganta se le cerraba. El humo invadió la totalidad del lugar, nadie sabía qué sucedía. Analía instintivamente se agachó y se hizo un ovillo, sintió que el cuerpo de Gutiérrez se cerraba en torno protegiéndola. Escuchó pasos firmes, gritos, entraba gente, luces, más gritos. Policía. Escuchó estruendos. Martha gritaba y disparaba a mansalva. Las explosiones de las balas retumbaban en las cavidades de la bóveda. La policía devolvía más disparos. Sintieron pánico. Analía trató de calmarse, de respirar ese humo lo menos posible y serenarse, al fin era su amiga la que llegaba. No veía nada, y solo escuchaba el grito de “policía”. Internamente agradeció a Belén. Los había salvado.

Se quedó así, quieta, hecha un nudo en el piso, con las manos esposadas, una costilla o más rotas, esperando que el gas se dispersara. Cerró los ojos y los abrió. El grupo comando había apresado a Martha y a sus cómplices, que confundidos por los gases y tomados por sorpresa, no se habían defendido del ataque. El médico del equipo se quitó la máscara y se acercó al grupo.

 

__Van a estar bien _ les dijo. Luego con un dispositivo especial abrió las esposas y los liberó.

__ Tiene que verlos un médico – les dijo.

__ Después _ dijo Analía y todos asintieron__, quiero entrar en la bóveda.

 

Acompañado por Belén, el equipo de antropología y arqueología de la ciudad se adentró en las inmediaciones del pasaje subterráneo.

La unidad especial había retirado el objetivo del lugar y el recinto estaba listo para ser explorado.

Malvárez iba tras ellos, firme, ansioso, a la espera del descubrimiento que lo lanzaría en su carrera, y dos médicos oficiales se sumaban al grupo para asistir a las víctimas.

Recorrieron el trayecto subterráneo entre la biblioteca y la jaula de los elefantes, y el director del equipo de investigación forense, notó que a lo largo del trayecto colgaban cada treinta metros sobre la pared, soles de noche para que quien entrara tuviera luz. Y a medida que avanzaban, la policía iba empapándolos con querosene y quemándolos. El pasillo iluminado, invitaba a recorrerlo, había adquirido un aspecto cálido y solemne, como si pudiera anticipar la importancia del  descubrimiento que estaban  por realizar.

La puerta parecía una bóveda antigua, la manivela estaba oxidada. El médico abrió el maletín y se arrodilló en busca de algo, extrajo del interior un gotero grande de aceite.

Embadurnó el dispositivo con el líquido y comenzó a hacer fricción en la rueda que movilizaba el sistema de apertura, lentamente la circunferencia de metal, comenzó a ceder.

El antropólogo abrió la puerta, la oscuridad era  absoluta. Les llevó minutos adecuarse a la penumbra. El doctor ingresó primero, y dos de sus asistentes lo escoltaban con potentes linternas.

 

__Traigan luces _  dijo ya en el interior.

El resto del  equipo se movilizó rápidamente e ingresó con las luces. Las colocaron sobre el perímetro externo del octógono con una separación de un metro entre cada una. A medida que las prendían, los cuatro que aún estaban fuera de la bóveda, empezaron a divisar el interior, y sin consultar dieron unos pasos y se encontraron en el centro de un octógono perfecto. Observaron atónitos cada detalle, cada estante, cada mueble, cada centímetro.

__Armó una biblioteca – dijo Pedro intentando adivinar cómo encontraría lo que debía llegar a sus manos, dónde lo ocultaría aunque ya había decidido qué hacer y su destino.

 

Ante ellos, una planta octogonal de trecientos metros cuadrados fue descubierta después de más de un siglo de estar sellada. Estupefactos ante tanto conocimiento, ante la magnitud del descubrimiento, se acercaron a los estantes y vieron múltiples cajas de vidrio. En cada una reposaba un manuscrito en perfecto estado de conservación.

__De pronto, Analía  se acercó a Pedro, le susurró al oído y  este cruzó una mirada con Gutiérrez.

Había cientos de manuscritos acumulados uno junto al otro, resguardados de la humedad, del frío. De cualquier bacteria gracias a las cajas transparentes. El mundo no imaginaba el conocimiento al cual accedería en días cuando lograran trasladar los manuscritos al centro de estudios antropológicos y pudieran estudiarlos. La obra del director del zoológico era invaluable. Su visión de futuro y su compromiso con el conocimiento, inconmensurables.

El lugar era una réplica de la biblioteca de Alejandría, y, en su interior, cientos de estantes albergaban manuscritos originales salvados del incendio de aquella por su directora… Hipatia.

 

En Madrid, tras una semana de debatirse contra su exesposo, sin lograr conciliar el sueño, odiándolo tanto  a Rubén como a Analía,  a su esposa la carcomía la culpa por no cumplir con Rubén, la ira por el pedido. Él le había dejado una carta, al leerla había sentido la furia en cada centímetro de su cuerpo. “Si crees que Analía corre peligro, hazle llegar esto a su amiga, la oficial Belén en la Argentina.”

Nada tenía sentido, la había echado sobre el escritorio, mas tras una semana volvía al sobre, y llamó a la única persona a la que le entregaría esa carta, el resto correría por cuenta de él. Ella no pensaba hacer nada más. Su relación con Rubén Maler y Analía terminaba allí, para siempre. No pensaba mirar atrás.

Y  llamó al detective Pereyra que estaba en cero con el crimen de Maler. Solo sabía que el asesinato estaba relacionado con el de Buenos Aires, más allá del vínculo, no contaba con indicios para saber quién lo había hecho. Solo era evidente que ambos estaban al tanto de algo, pero nadie sabía de qué se trataba, todo era un enigma. Había hablado con Analía, con Gutiérrez, con Samanta la socia, y todos estaban desconcertados, pero lo suyo era peor, era un oficial de policía, un detective. Y frustrado accedió   a encontrarse con la mujer de Maler en un bar del centro. La vio a lo lejos, parecía una sombra, como si la muerte de su esposo le hubiera robado su luz.

__Buenas tardes señora Maler _ dijo mientras le acercaba la silla.

__ Gracias.

Ella se sentó, apoyó la cartea sobre la mesa, se quitó los lentes. Se hallaba abatida.

__ ¿Cómo está? _ preguntó el, más por cortesía pues el estado era evidente.

__Tengo algo que encontré entre las cosas de mi esposo para darle. Se supone que debo hacérselo llegar a una oficial de Buenos Aires, pero ya estoy harta de los pedidos de Rubén, así que le ruego que lo vea y haga lo que quiera.

Ella abrió la cartera y sacó el sobre. Se lo entregó con prisas como si el papel le quemara. Luego sin decir palabra, se levantó y se fue.

 

Buenos Aires.

 

__Pero, qué preciosura está mi niño _ se asombró Guillermo atrapando en sus brazos a Fabián que lo  miraba sonriendo y reconociéndolo.

__ Y el mío _ lo copió Pedro haciéndole cosquillas  a Josecito echado en el piso, dirigiendo una mirada de ternura a su hermano.

__Son dos soles, pero espero que no vuelvan a dejarlos, ya los extrañaban _ recriminó Agustín. ¿Y tu amiga, Guille?

__En el hospital,  nada grave, pero  le rompieron costillas, luego iremos a verla.

¿Ivanna?

__Divina, esperaba  a tener a nuestro niño a que los padrinos regresaran, y  la casa del Delta los espera, si tienen decidido casarse en el sur, Matías viajó a preparar el hostal y todo allá.

__ ¿Casarnos? __ se asombró Pedro que detuvo la mirada en Agustín__. ¿Y Camila?

__Te lo iba a contar Gaby, pero, bueno, ya, ya fue, huyó con su abogado __ lanzó el hermano, el corazón de Pedro dio un vuelco.

__! Ey, yo se lo diría! __ se asomó Gaby que corrió a saludarlos__.No es tan así, solo que él volvió a apelar y bajo juramento de salir del país para no regresar logró la excarcelación, ya firmó el divorcio, y calculo que ya se fueron.

 

Los ojos de Pedro se abrieron como ventana, miró a su hijo, pero este no parecía ni registrar de quién hablaban, solo estaba atento a Fabián.

__ Gracias por todo, Gaby, te ocupaste de ella desde  el inicio y yo no hubiese podido hacerlo mejor. ¿No quiso despedirse?

__Nunca le interesó. __Se referían a José sin nombrarlo__. Intentó matarlos a los dos, cuando supo que en verdad tenían vida eterna, ya solo le interesó no terminar en la cárcel y huir lo más lejos posible, el abogado fue su puente pobre.

__ Ojalá valore lo que hizo por ella.

__Bueno, pues, que ya tenemos la casa, todo listo en el sur, y ya pueden casarse _ se entusiasmó  Agustín__. Si quieren mando el catamarán así pasan unos días de luna de miel allí.

__No __anunció Pedro__. Guille y yo tenemos algo por terminar, algo que es más importante que casarnos ya, pero tal vez podamos, y la luna de miel sea parte del plan.

__ ¿Plan? __Guillermo lo miró confundido.

 

En ese momento Fabián dio la nota que los sustrajo de lo eterno, al esbozar la palabra.

_Pa…

__ ¿Qué dijiste? __ interrogó Guillermo con las lágrimas nublándole la visión.

__ José… dijo esta vez, y su compañero corrió a él.

__Habla desde hace pocos días.

__Lo primero que dijo fue José _ informó este con orgullo, solo ahora ha dicho pa.

 

Guillermo miró a Pedro y este tradujo su pensamiento. Sin embargo fue Dora que entraba con Cuca en ese momento la que lo puso en palabras.

__ Me recuerda tanto a Pedrito cuando me ayudó en aquel parto… cuando regresaste a la vida hijo, él te esperaba, y como no podía ser de otra forma te reconoció al nacer Guillermo, y esperó a que crecieras, a que volvieras a enamorarte de él, y los veo a Fabián y a Josecito, y no puedo evitar pesar que ellos… ya se vienen conociendo y encontrando.

La emoción atravesó a los padres, que anudaron sus miradas y el entorno se detuvo.

__Eso es lo que yo dije _se ufanó Gaby.

__Perdón que cambie de tema, ¿pero qué fue eso que dijiste antes hermano?

__Que tenemos una misión que cumplir, que algo de lo que encontramos en ese túnel, no puede  ser traducido, ni quedar en manos del mundo, y tengo que hacerme cargo.

__ ¿Cómo? ¿Acaso allí se encuentra aquello de lo que tanto me hablaste siempre? _ lo interrogó Agustín.

__En efecto, no pude hacer nada entre tanta gente, pero hay un plan, debo recuperar la Tabla Esmeralda __confesó Pedro, notó la mirada anhelante de todos y negó con la cabeza__. No puedo darla a conocer, no debo hacer uso de ella, no aún.

__ Pero… te perseguirán siempre…

__No  seré yo quien la saque de manos de la custodia.

Guillermo estaba confundido, conocía parte del plan, mas no el final.

__ ¿Dónde estará a salvo, amorcito? ¿Acaso… en el sur? ¿Será nuestro casamiento el pretexto para ponerla a salvo?

__En parte, sí. Solo en parte. Llevaremos la tabla… donde todo comenzó. Hay un sitio que no he contado que existe y recuerdo aun luego de un siglo. La Tabla solo estará segura, donde todo comenzó, hasta que el ser humano esté preparado para que sea revelada, y allí la llevaremos tú y yo.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS, CUALQUIER  PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.

 

 

1 comentario:

  1. Graciela Bonfiglio
    Eve Monica Marzetti GRACIAS QUERIDA Eve Monica Marzetti QUE TENGAS UN MUY BELLO DIA BESITOS

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