martes, 11 de enero de 2022

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

EL EMBAJADOR

TERCERA PARTE

CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

 

 


 

Recorrer tu cuerpo con mis manos es como

acariciar mil milagros. “Montecristo”.

Un viaje por tus curvas es el comienzo de un

camino al amor, sin regreso ni olvido. “Montecristo”.

Si me siento perdido en los senderos del amor,

es por no poder encontrarte “Montecristo”.

 

__ ¿Puedes llegar a tu presidente?

__Estamos sitiados, cada uno quedó congelado donde estaba, apenas pude hacerme con el teléfono, no podría llegar a la embajada ahora, me temo que no, que si Pedro no llegó por sí mismo a él, yo por ahora no podré _ se sinceró Alberto mientras rogaba para sí que Pedro tuviese encima su burner, que no fuera cierto lo que ocultaba a todos, no podía serlo, él lo amaba, jamás lo arriesgaría, sin embargo, todo apuntaba y así lo decía el único mensaje que le había llegado, Pedro estaba con… el embajador.

_ ¿Estás seguro de eso?

__Sí, lo sé por el mensaje de Pedro, no es de extrañar, hace poco sufrimos dos atentados, uno al parecer destinado a secuestrar al embajador, en el otro perdimos al papá de Gaby, luego contra Pedro, y conjuntamente esta guerra de milicias que nadie sabe de dónde viene. No es extraño que Pedro se pegara al embajador y yo a Gaby _ disfrazó y no del todo Alberto.

 

__Está bien, Pedro es de nuestros hombres más capaces, está vivo, solo tienes que estar atento a cuando pueda conectarse, es eso lo que no puede hacer obviamente _ dijo la voz.

__Es lo que imagino _ratificó Alberto__, tenemos cortes de energía y suministros a cada rato, es de suponer que estando solo, él se arriesgaría a todo, mas debe de estar cuidando a Guillermo. Yo apenas llegué a mi casa de campo a rescatar el teléfono satelital, pero desgraciadamente el de Pedro voló con todo, el  otro lo tenemos en la embajada, en nuestro refugio cuyo acceso está sitiado, y apenas este me sirve para comunicarme con las hermanas de la misión, les dije que llevaran a todos al refugio.

No me es posible llegar ni al nuestro ni a la capital, entiendo que Arismendi está escondido por acá, que la capital está tranquila, aunque teníamos sospechas de un gran atentado allá, lo cierto es que aún no ha sucedido, y nos sorprendieron acá. Yo estoy en un sitio seguro, en la finca de Gaby, con ella y Sonia, ya atacaron, no regresarán, no sé cómo estará la gente de manos que curan ni en el hospital.

__Bien Marini, quédense donde está, no es poca cosa tenerlos seguros a ustedes, ahora urge ayudar al rescate de Pedro y del embajador, no sería conveniente un abordaje aéreo por ahora, intentaremos sacarlos por tierra, pero en verdad dependemos de que Pedro logre conectarse, manténgase atento pues será al primero que llegará, nosotros avisaremos a Labrapoulus, seguramente habrá una acción conjunta si es necesario, lo volveré a llamar en cuanto tenga todo en claro.

__Gracias señor.

__ ¿Y los hijos del embajador?

__Seguros, en el colegio americano, Pedro tuvo el buen tino de resguardar a todos los niños, ellos estarán bien _ informó Alberto__, tengo un contacto allí, puedo  hablar con ellos.

__ Bien, espere instrucciones y contáctese solo si tiene noticias de Pedro.

 

__

Rumania

 

_ Quiero tenerte en mis brazos, sentir tus labios besando mi boca, con esas ansias que me indican que un solo beso te sabe a poco, quiero sentir tu calor, tu aroma, y cómo fluye tu excitación, quiero palpar el roce de tu cuerpo cubriéndome cada vez más, mientras mis labios recorren tu cuello, tu pecho, tu vientre, tu cuerpo entero, quiero acelerar tu corazón, hacerte gemir de placer y que en ese instante de excitación me murmures todo aquello que cada caricia te provoque y cuántas fantasías recorren tu mente, quiero vivir este momento de locura, este momento de sublime pasión, que es amarte una y otra vez. Hombre que a diario me quitas el sueño… En este camino, por donde todos andamos, que no es otra cosa, que el camino de la vida, no he encontrado jamás, un placer tan hermoso, capaz de embriagar mi alma, como besar esos labios tuyos cada amanecer.

 

El calor no daba tregua. El clima era asfixiante. Un sopor ahogante se cernía sobre la ciudad. Los pocos autos que solían deambular por las calles habían desaparecido, al igual que las personas.

Guillermo no se soportaba a sí  mismo, Pedro se había escabullido solo antes de que él pudiera detenerlo, y su ausencia le quitaba el aire, decidió recorrer la calle desierta, justamente por ello sería segura, nadie podría verlo, en verdad entre la guerra y el clima, parecía un pueblo fantasma. No iría muy lejos, solo sacaría unas fotos al aire libre. La trampa que le armaran a Pedro, al fin podría servirles para dar testimonio de lo que se vivía en Rumania. Qué lejos de aquella imagen romántica de la tierra de su abuelo que soñara con Silvina y sus hijos cuando planeaban visitarla. “Pedro, precioso”, seguramente se hallaría  en su diaria incursión en busca de alimentos y electricidad, de no haberlo seguido en verdad se haría matar por conseguirla, si estaba siendo prudente era por cuidarlo a él, y en ese sentido se  sentía mejor.

 

Se camufló apenas, bajó  los escalones y salió, aunque hacerlo conllevaba peligros, se asfixiaba  encerrado y sabiendo entre otros mayores a Pedro. Al fin si las posibilidades de morir eran tan altas, deseaba al menos haber podido dejar constancia de la ciudad en guerra, y al fin de cuentas, nadie moría antes de la víspera.

Ya en la puerta retrató los vidrios rotos y las paredes destruidas con el cielo azul de fondo. Luego plasmó un hallazgo. Una muñeca desnuda con el pelo chamuscado que estaba en el suelo, el recuerdo de Malena lo atravesó, su hermosa hijita, cuánto llevaba sin verla, cuánto había sufrido en ese corto tiempo siendo tan pequeña, apenas nueve años, al menos Fabián era un hombre, pero si él no se hubiese embarcado en esa locura, estaría seguro en un campus universitario.

El recuerdo de los chicos lo embargó de más tristeza y decidió regresar a la casa, estaba emocionado, había retratado un retazo de la ciudad. Subió con prisas los escalones, se sentó en el piso, y mientras apreciaba las tomas, la voz de Pedro le hizo dar un vuelco al corazón, y se sobresaltó como un niño haciendo travesuras. Dejó la cámara, algo había sucedido, él nunca regresaba tan temprano.

 

__ ¡Guille ven, tienes que ayudarme! _ le gritó desde las escaleras.

 

Entonces el embajador se preocupó, llegaba temprano, a menos de dos horas de recorrer las calles, Pedro llegaba agitado y gritando, algo debía de haber sucedido.

 

Invariablemente, pese a la balacera que lo había espantado, todos los días procuraba acercarse a la zona de la valla, Pedro estaba seguro que ese celular muerto estaría ya lleno de instrucciones para salir de allí, y que,  de que pudiera cargarlo dependía la vida de los dos, ya tenía muy cerca de los soldados, identificada una casa abandonada que contaba con electricidad. Sin embargo, diariamente  fracasaba por la cercanía de los milicianos, si al menos tuviera un arma. Visitaba el lugar hasta dos o tres veces por día, mañana y tarde, con la esperanza de que se produjera un descuido que le permitiera ingresar a la vivienda para cargar el celular. Estaba convencido de que en algún momento contaría con la oportunidad, una distracción o un cambio de guardia.

Cada día se aproximaba a la valla, merodeaba desde una esquina, a veces por horas. Su límite consistía en no llamar la atención, porque, si alguien se acercaba, él de inmediato se retiraba. Circulaba, disimulaba, daba una vuelta, y regresaba a la zona, o aprovechaba las horas para buscar comida, tarea que cada vez le demandaba más tiempo, pues, agotados los frutos del árbol que en los últimos días se habían convertido en su principal alimento, debía ampliar su radio. Pensaba en quienes volaran sus cosas, si tan solo tuviera sus barras y sus infusiones energéticas. Agotadas las galletas, y buena parte del resto, tenía que rebuscar en sitios no explorados. Solo les quedaba una bolsa de avena, que comían en raciones cada vez más pequeñas. Con tan poca comida, los dos últimos días habían sentido hambre.

 

__ Guillermo, ven, necesito tu ayuda _ insistió Pedro.

 

Guillermo abandonó el letargo y corrió hacia el pasillo que comunicaba con la entrada. Tal vez, Pedro había sido herido.

Pero lo vio regalándole sus hoyuelos arrastrando con la sonrisa pintada, tres bolsas negras de consorcio, y respiró aliviado.

 

__ Mira qué regalo traje… _señaló satisfecho desde abajo.

__ Pedro, qué susto me has dado… __dijo Guillermo mientras bajaba los escalones__. Por Dios que no te dejaré salir solo nunca más, que no vivo pensando en que te aventuras a la valla y…

__ Shhh… Ya déjame de retar y ponte contento. ¡Es comida amor! ¡Ayúdame! __exclamó y le entregó la bolsa más liviana. Él no podía subirlas a las tres con sus manos.

__ ¿De dónde has sacado todo esto? _preguntó sorprendido. Si las bolsas contenían alimentos, ya el hambre no les perseguiría por bastante tiempo__. Júrame que no se lo robaste a los milicianos. __ Lo penetró con una mirada de reproche.

 

__No amor, te dije que estando contigo jamás haría algo así. Lo saqué del sótano de una de las casas que tenía marcada. El sótano lo descubrí de casualidad buscando corriente.

__ ¡Cómo pesa! _soltó Guillermo mientras ponía todo su empeño en cargar el bártulo, pensando en que había deseado no separarse de él, y al fin solo, seguramente Pedro ya estaría a salvo.

Este, como leyéndole la mente lo sorprendió:

__No estoy de acuerdo con que te arriesgaras, y sí, por ti no me abalanzo sobre esos cables de los guardias, pero me salvaste la vida,  o estaba bloqueado al llegar, así que deja de torturarte. Y pesa porque está llena de latas, y eso significa que al menos ya no pasaremos hambre y que ahora sí podré ir por la corriente.

__No lo harás. La comida me pone feliz, pero me prometiste no arriesgarte solo nunca más, o salimos juntos de esta o moriremos juntos _ le dijo dejando de sonreír.

__Guille, amor, ¿olvidaste a nuestros hijos? ¿La promesa que me pediste antes? Uno de  nosotros al menos tiene que salir salvo  de acá, están ellos, tú mismo me lo recordaste en esa casa y me sacaste del estupor.

__Sé lo que dije, pero no podría, apenas me repuse de la muerte de Silvina por ellos, pero ahora sé que si te pasara algo, ni siquiera por ellos podría seguir adelante, no podré _ dijo con la mirada brillante y Pedro soltando las bolsas lo abrazó__. Alberto y Gaby… ellos se harían cargo…

__No digas eso…  Yo daré la vida por ti si es necesario.

__Tú eres fuerte y joven, conoces a mis hijos y ellos te adoran,  ahora quiero que me prometas que saldrás de acá, yo lo intentaré, pero si por algo no pudiera… Dime que no me esperarás, que no te arriesgarás, que si tienes la posibilidad saldrás, yo me metí en ese auto. En cambio vos caíste en una trampa, amén de que alguien la tendió también por mi causa.

__ Mierda _lo soltó enojado_ por ti sigo vivo, ¿cómo puedes pedirme ahora algo así?, es mi trabajo dar  la vida por ti, y resulta que por sobre ello, eres el hombre que amo, cómo puedes pensar que seguiría adelante sin ti, aun estando los chicos, ya basta de decir tonterías, justo cuando al menos no moriremos de hambre, saldremos vivos, juntos de acá.

Guillermo asintió, y la alegría los embargó cuando colocaron las bolsas sobre un escritorio y comenzaron a vaciarlas y clasificarlas: Atún, tomates, arvejas, garbanzos, carne, frutas enlatadas, y hasta fideos. Varias unidades de cada producto. Guillermo olvidado de morir  reía cuando iba descubriendo el contenido.

 

__ ¡No lo puedo creer!, abre ya mismo una lata de duraznos por favor _pidió.

Tomaba café amargo, pero también mermelada desde el frasco a cucharadas, adoraba lo dulce, y venía sufriendo su falta.

Pedro comenzó a golpear la lata con un cuchillo, Guillermo fue por algo y sonriendo lo apartó.

 

__ ¡No seas cavernícola! Tenemos el abrelatas que encontré en la cocina el día en que llegamos.

Él se lo quedó mirando y los dos comenzaron a reírse a carcajadas. ¿Acaso reían por cómo lo había llamado? O, tal vez, solo se trataba de la dicha de tener  comida, un gusto para darse. Como fuera que fuese la felicidad los embargaba.

__Perdón por lo que dije aunque es mi pedido _ balbuceó el embajador__, pero ahora te regalo mis caricias...

__Guille, ya basta por favor, mi mundo se detiene si tú no estás en él, desde que te conocí sueño con el brillo de tu  mirada y con las caricias de tus manos,  tú te convertiste en mi esperanza de vida, yo que creía que mis mariposas  agonizaban y morirían sin conocer el amor, llegaste tú y con un solo beso  me devolviste la ilusión. Bésame, muérdeme la boca, arrebata el suspiro más profundo de mi alma y deja las huellas  de tus caricias tatuadas en cada rincón  de mi cuerpo, deja que nuestras almas se unan. Déjame besarte el alma y tatuar sobre tu piel  desnuda las caricias de mis manos sedientas, tu piel necesita mis caricias, ámame, unamos  nuestros cuerpos, fundamos nuestras ganas unidos en un pacto de amor que no conozca  la soledad. Permite que mi boca navegue por tu piel  dejando con los besos húmedos  un sendero de placer, besos brujos que  hechizan mis sentidos, yo solo en tus brazos  encuentro el calor exacto que abriga  mi corazón y la paz que calma toda  tempestad y así se caiga el mundo entero,  siempre estaré allí donde tú estés, junto a ti regalándote mi amor. Hoy mis labios recorren suavemente la humedad de tu desnudez, mis manos  sigilosas dibujan tu silueta  y disfrutaremos del calor del amor,  esta noche mis oídos disfrutarán  de la dulce melodía de tus jadeos, de la excitación de tu alma,  yo y mis deseos por recorrer cada parte de tu cuerpo,  loco por sentir cada roce de tu cuerpo  y disfrutar de cada centímetro  de tu piel desnuda,  y mis ansias locas de sentir el placer de tus caricias, hoy me perderé en el aroma de tu piel,  hoy te amaré hasta saciar mi sed de ti,  de tu cuerpo, disfrutando con la esencia de tu alma,  con los besos de tu boca, porque soy yo  el hombre que te ama, el hombre que te regala  cada día las caricias en tu piel para que nunca olvides cómo es el cielo  entre mis brazos, cada mañana te diré que te amo con un beso en la frente para que sea mi voz  la primera que escuches al despertar,  dicen que no existe la felicidad eterna  pero sí existen momentos felices  los cuales pueden ser eternos junto a ti. Has nacido para mí. Soy como una brújula rota, si tú no estás a mi lado siento  que pierdo el rumbo de mi vida  y soy capaz de perderme en  la noche oscura, noche en la  que se pierde el alma de un buen hombre. Las noche sin estrellas, noches de oscuridad  en las que salen los malos pensamientos, esas noches en las que los caminos te pueden llevar al paraíso o al más cruel infierno, pierdo los puntos cardinales, no veo cuál será mi norte, cómo encontraré el sur,  en mi camino sin ti vago solo sin sentido,  solitario cual nómada buscando su destino, dejemos que sea la magia de la noche  quien marque mi desvarío. Siento que he nacido para ti, estaba marcado en el destino, sumando te vi, lo supe,   nuestros caminos se unieron  dando comienzo a una nueva vida,  las estrellas me guiaron a tu lado  y yo en ti encontré mi destino, eres el amor que caminando a mi lado le dio sentido a mi vida, tú me robaste el corazón,  lo marcaste con tu amor para que el latido  diga tu nombre, a tu lado soy más fuerte. Me pregunto si mi vida sin ti tendría sentido  o en realidad sin ti perdería mi camino,  seguir adelante en este mundo sin ti,  yo estaría  perdido, cuando me preguntas si te quiero yo me río,  porque yo te amo y en cada encuentro te amo más, tanto que por ti doy mi vida. ¿Por qué tu rostro viene a mi mente radiante  cada vez que pienso en ti?, la respuesta es bien sencilla, eres tú, tu amor, es por el cual vivo  y por el cual cada día más deseo acariciar tu cuerpo, aceptaré con amor lo que venga, ten la fortaleza  y el valor de abrazarte a mí para que juntos  descubramos el camino del amor.

 

__ ¿Cómo es posible que unas latas nos causen felicidad? _ dijo de pronto Guillermo, con la seguridad absoluta de que también eran capaces de hacerles olvidar que aún estaban atrapados en ese sitio. No le encontraba explicación, pero siguió contento__. Nada tiene el poder de amargarme en este momento, nada, estamos vivos, juntos y tenemos comida.

 

Mientras Guillermo saboreaba directamente de la lata, y  daba trozos a Pedro desde su boca. Con la destreza que otorga el hambre, abrió una lata de duraznos  y con los dedos los llevaba directamente a la boca.

__ Y luego yo soy el cavernícola…

 

No importaba lo que Guillermo hiciera, a sus ojos siempre parecía bello. Un hombre distinguido, con clase, y él lo encontraba hermoso, comenzaba a sentir que el embajador lo llevaba  de las narices sin siquiera intentarlo. Porque él no era como los hombres que había conocido, algunos que buscaban poder, y muchas veces lo lograban, otros llegaban por aburrimiento y se iban, o por satisfacer instintos. Guillermo se medía por el respeto que a diario le brindaba, por el compañerismo, y el amor, y no pretendía dominio alguno, solo anhelaba que él no lo ejerciera sobre él, que fuesen pares en lo bueno y en los riesgos. Pedro sentía que perdía estabilidad cuando pensaba en estos, ese hombre no solo le gustaba demasiado,  era sin exagerar, el hombre, el amor de su vida.  Sus misiones, ser soldado, piloto, andar entreverado en ello  y sus escondrijos tal vez fuesen supuestas culpas, sueños de juventud, mas aun así, y antes de conocer a Guillermo ya había momentos en que añoraba la calidez de un fuego, el aroma de la cocina de un hogar, y por qué no, más allá de las correrías de sus hijos, el bullicio de las risas de otros, de más, y pensaba entonces algún día quizá, quién sabía dónde estaba escrito su destino. Hasta conocerlo, hasta cruzar las miradas y desear saber qué escondía ese enigma de hombre tras esa máscara de desdén y frialdad donde intuía cuando por momentos se resquebrajaba,  un interior tierno, apasionado y alegre.

 

__ Están deliciosos… --dijo Guillermo mientras los seguía comiendo con la mano__. Dime que hay alguna lata de mermelada, y te amaré por la eternidad.

 

Pedro comenzó, y ambos volvieron a reírse con ganas. Devoraron el contenido de una lata, Guillermo de dulces, Pedro de atún. Satisfechos y con el estómago lleno con tan poco, conversaron.

__Y esto no es todo _ dijo Pedro, y abriendo la mochila, le mostró otros tesoros, una botella de vino, unos libros, y unos conjuntos de ropa de calle de colores diferentes.

__ ¿Y eso…?

__Los libros los tomé pensando en ti, con ellos tendrás en qué entretenerte mientras no estoy. La ropa es para los dos, parece más la que ellos usan, además la que tenemos ya no aguanta más __afirmó frunciendo el ceño__. A veces recuerdo los trajes de etiqueta de los eventos de la embajada, o de las cenas en Washington y creo que fue de otra vida,  ahora necesitamos lo opuesto si queremos pasar desapercibidos.

Bueno, y el vino, es para esta noche, para festejar los manjares.

-¡Libros, ropa sencilla pero limpia, vino! _ exclamó Guillermo sintiéndose afortunado, y eligió un pantalón y una  remera blanca.  Tomó las prendas entre sus manos, las pegó a su nariz y comentó_: Huelen bien.

__Este debe también ser un buen aroma y sabor _ dijo Pedro levantando la botella de vino.

__No tienes que beber si piensas salir, ni yo si quiero acompañarte.

__Lo sé, pero es solo una botella, y hoy podría ser una excepción.

_ Lo pensaré _ comentó al descuido el embajador.

 

Pedro estaba conforme con todo,  lo dicho contenía un dejo de flexibilidad.  Él era elástico en sus opiniones desde hacía tiempo, al ver morir a su hermano, pensar que se podía morir de un momento a otro, lo volvía menos radical sobre muchas ideas que hasta entonces había creído inamovibles, como amar a un hombre sin reparos, por ejemplo.

 

__Somos ricos _ dijo de súbito mirando todo lo que habían sacado de las bolsas.

__ Sí, esto es oro _ reconvino Guillermo, y observando el botín pensó en los supervivientes a las grandes guerras,  los que pasaron por los campos de concentración, a tantas veces en que el hombre sometía a su raza, y agregó_: Evidentemente, son las provisiones que una familia ocultó en un sótano, previendo que afrontarían una situación como la que nosotros estamos viviendo.

 

__ ¿Qué  habrá sido de esas personas? _ preguntó Pedro más para sí.

 

No lo sabían. Pero, felices por la buena suerte, decidieron sentirse agradecidos, y agradecer a esa gente desconocida juntos, ellos habían acumulado los artículos que ellos podrían disfrutar. Aunque esa familia no podría escucharlos, le agradecieron de todos modos. Estaban seguros que en el agradecimiento algo bueno les llegaría.

 

__ Irá de alma a alma _ dijo Pedro seguro, y pegó su mano al corazón, guiando a Guillermo a un Ser Superior.

Juntos dieron gracias a esa familia, al universo que los había provisto y también a ese Dios esquivo a veces, y a la vida. Estaban vivos cuando tal vez esa gente no, no les faltaba comida, y se tenían el uno al otro. Enfrentar ese calvario separados hubiera sido mucho peor, y pensaron en los amigos y en los chicos, ellos también se tenían uno al otro.

Se emocionaron al percibir que el ambiente se había colmado de gratitud, percibieron una especie de vibración, de conmoción interior. Algo extraordinario había sucedido. Acababan de vivir una experiencia fuerte, sobrecogedora, de esas que experimentan las personas que en la vida han soltado todo _porque ya no tienen nada_ y aun así sus almas agradecen. El mensaje de agradecimiento había llegado donde debía. El círculo se cerró.

 

Se miraron. Se sentían extraños, envueltos en una paz interior profunda. Las paredes exudaban gratitud. Y si hubieran podido ver con los ojos del alma... cuántos movimientos espirituales  habrían descubierto en ese cuarto.

 

Media hora más tarde, luego del momento trascendental. La normalidad se apoderó de ambos y la charla giró en torno a la última incursión callejera de Pedro. Agotados los detalles de la casa con sótano, le contó que el derrotero le había llevado al vehículo abandonado que seguía en el mismo lugar.

 

__Me odio por no haber quitado la llave cuando el bloqueo, pero tal vez podamos escapar – dijo Pedro de pronto.

__Pero no la tenemos.

__No, debería encontrar esa casa donde escapamos y revisar la ropa de ese pobre hombre, además para sacar el celular y el arma. __ La idea y el ceño de Guillermo no le parecieron buenos__. Pero yo creo que podría intentar hacer un puente para que arranque. Lo intentaré.

__ Aun así, deberíamos cruzar una balacera en esa valla, excepto que justo diéramos con guardia amiga _razonó Guillermo.

Pedro… suponiendo que lograras hacerlo arrancar… ¿Estás proponiendo que pasemos la valla con el auto?

__Escapar así sería nuestra última opción,  o tal vez sea la opción, y la diferencia solo la haga que los amigos ayuden y yo cargue ese burner,  que ellos liberen o no la valla. Si pasan los días y no logramos cargar los celulares, si nadie nos saca de aquí porque dudo violen el espacio aéreo, entonces nos subiremos a ese vehículo, y trataremos de atravesar el puesto de control.

__ ¿Aunque estén los guardias?

__Sí amor, hablo de jugar la última carta, de marcharnos por las buenas o por las malas. Peor será quedarnos aquí toda la vida. O que nos descubran y nos fusilen. Tenemos más chances de huir en un vehículo que a pie.

 

Guillermo aceptó el razonamiento de Pedro. Debían escapar, aunque existiera la posibilidad cierta y latente de que los mataran.

__ ¿Cuándo quieres que lo intentemos? _ interrogó.

_Ya lo pensé luego de ver las casas  que recorrí, no queda mucho más, la fecha la pondrá esta comida _ dijo Pedro señalando las latas y paquetes, y agregó-:Cuando se acabe, si aún no logramos establecer contacto, probaremos pasar la valla.

 

A pesar de la dura conversación que acababan de tener, la alegría que les había otorgado la comida no se les quitaba, además el alivio venía de que para que la comida se terminara y llegaran esos momentos drásticos aún faltaba mucho tiempo.

Esa noche, por primera vez después de la última cena decente, comerían una buena comida. Guillermo planeó poner la mesa y usar platos que había traído de la cocina, aunque fuesen de plástico. Y si Pedro quería beber el vino, pues que lo abriera, no tenía sentido dejar nada para después en esos momentos. Aun así estaba feliz por las novedades del día, y seguía agradecido por sus recientes posesiones, comida y ropa limpia, esas que tal vez ambos valoraban por primera vez __normalidades en su vida cotidiana, lujos en esta vida de carencias que la guerra les imponía.

 

Pedro por su parte se concentró en revolver la casa buscando utensilios para fabricar algo parecido a una llave que destrabara el volante del vehículo. Después, hacerlo arrancar sería otro cantar. Tomó entre sus manos un abrochador de hojas de papel y sus piezas de metal le parecieron perfectas para empezar el intento.

La voz de Guillermo lo sacó de sus cavilaciones de inventor.

 

__Necesito que me ayudes a traer el agua para bañarnos. Ahora que podemos cambiarnos de ropa, podemos bañarnos y lavar la que tenemos puesta.

Pedro pensó que ahora que tenían ropa limpia, él también se bañaría y lavaría su pantalón y la camisa. Reparó en las diferencias abismales que había entre estos hechos, estos baños improvisados y la agradable ducha o baños de inmersión que tomara en su país, la vida civilizada estaba muy lejos, tanto como el agua fresca de la piscina de la casa de Camila.

 Cerró los ojos y se la imaginó, la anheló mientras se zambullía en el recuerdo, él amaba nadar, oyó la voz de los chicos chapoteando, la de Camila riendo. Tantos veranos pidiéndole que los visitara, que dejara por unos días todos… Pero él, siempre ocupado, se negaba. Se arrepintió de sus excusas, de no haber vuelto más seguido a su casa, de no haber pasado más tiempo o momentos como esos en compañía de sus hijos. ¿Cuándo volvería a verlos, si es que alguna vez los veía de nuevo?

Le vino la clara imagen de Camila. ¿Acaso estaría pensando en él? ¿Ya se habría enterado por su padre que estaba desaparecido y atrapado en el mejor de los casos? No, imposible, no se lo dirían. Se sintió culpable de la preocupación que le causaría enterarse, ella no estaba preparada para criar sola a los chicos, aunque él estuviera lejos, sabía que contaba con su apoyo. Pensó fuerte y profundamente en su familia.

La crudeza de extrañar y la preocupación que sintió lo obligaron a desalojar esos pensamientos, ahora necesitaba toda su mente despejada solo para sobrevivir, y sacar de allí al embajador, no podía sumirse en el abismo si deseaba que fuesen sobrevivientes.

Luego, acercándose a Guillermo, le dijo:

_Traeré un par de ollas. Yo también lavaré mi ropa.

Las viviendas deshabitadas y en pie habían quedado con sus tanques cisternas cargados de agua y Pedro optaba por traerla de allí para no vaciar lo propio. Aún tenían agua en el baño, pero  la guardaban para el funcionamiento de los sanitarios.

Pedro volvió enseguida con la primera tanda de ollas llenas.

Las llevó al baño y vio a Guillermo vestido con la ropa limpia.

 

__ ¡Ya te bañaste!

__No, solo me moría por probarla. Muero por sumergirme en una bañera como lo haría en casa o en un cuarto de hotel, pero…

__Ah… _respondió Pedro contemplándole con ternura, odiaba que se sometiera a esas incomodidades por el confinamiento y la carencia de todo. En oposición,  recordó la opulencia en que se escondía el maldito presidente seguramente, haciéndose bañar por sus amantes de turno, tal vez a pleno sol, y de pronto al evocarlo, se dio cuenta de lo poco que recordaba de él desde que llegaran pese creerlo culpable de todo, más lo perseguía cuando lo sabía cerca de Guillermo. Afligido por este le propuso:

__Te ayudaré, hazte espuma en el pelo primero, te arrojaré agua para enjuagarlo, luego haremos lo mismo al bañarnos.

La frase sonó natural, ya la confianza era total.

Pedro lo observó reclinado ahora solo con el bóxer, y vio la forma perfecta de sus glúteos,  cómo no, lo tenía muy en claro desde el principio, desde que lo vio en jean la primera vez y él caminó unos pasos por delante. Pedro, que había unido trazos de imágenes en su mente, logró recrearlo divinamente, acorde a su físico. El ser entero de Guillermo desbordaba distinción, y verlo llevar adelante el ritual de lavado del cabello, lo introdujo en una intimidad corporal nueva que le causó  un cosquilleo sensual.

Vio cómo las manos hacían espuma y luego frotaban con esmero la cabeza. Sus esbeltos dedos iban y venían  moviéndose  con blandura al compás de la melodía de la música llamada limpieza, pero a Pedro se le antojaba otra cosa, su imaginación avanzaba hacia algo mucho más íntimo y erótico. Podía fantasear con que así sería el toque de Guillermo sobre su cuerpo de hombre, esas manos, esos glúteos…

Absorto en los movimientos, la voz profunda de Guillermo lo tomó por sorpresa.

 

__Pedro, échame agua, así me enjuago.

Él obedeció y de inmediato como había perdido las palabras, vació el contenido de la otra olla sobre la cabeza. Cuando terminó, todavía le quedaba jabón pegado a la nuca.

 

__Te queda espuma _le avisó y, sin pensarlo, se la quitó con la mano en una caricia imprudente. Tocó la piel del cuello, a la par que la limpiaba un par de veces. Y entonces se vio a sí mismo junto a ese hombre reclinado hacia delante, con la cola tan cerca de él, al que le tocaba la nuca. No pudo evitarlo, su mente, y su piel fueron asaltados por imágenes sexuales.

__ ¿Ya está? _preguntó Guillermo tratando de sonar normal. Él también comenzaba a perder el respiro, la experiencia tomaba otros matices cerca de Pedro. Lo sintió a sus espaldas, muy cerca de su cuerpo, el calor que emanaba lo quemaba, el desasosiego lo invadió.

 

__ Sí __respondió Pedro con la voz queda por el deseo.

Guillermo quitó la tapa del lavatorio dejó escapar el agua. Luego, tras erguirse volvió a taparla.

__Por favor, echa en la pileta el resto del agua.

Pedro tomó la olla y, a punto de arrojarla, observó a Guillermo. Y quedó anonadado: el pelo mojado chorreaba agua y mojaba la ropa, el cuerpo se dibujaba, los rasgos se veían esculpidos. Guillermo lo escrutó con intensidad al tiempo.

__No te preocupes. Recuerda que apenas termine con la cabeza me bañaré con esta ropa que tengo puesta que vaya a saber de dónde salió _ explicó disimulando.

 

Pero Pedro no lo miraba abrumado porque le preocupara la ropa, lo observaba enardecido porque el líquido que caía del cabello le había mojado la remera y ahora la tela transparentaba la forma de sus pezones que lo invitaban. Allí estaban, enhiestos, claros, exigiendo atención, recién despiertos por el roce de la prenda húmeda.

__ ¡Dios! _exclamó sin poder ponerle freno a su boca, calculó que se trataba de la imagen más sexy que había visto en su vida. Se acordó de los artilugios que buscaba Camila para excitarlo, conjuntos de ropa interior, velas, inciensos y entonces reconoció con qué poco Guillermo había conseguido el mismo poder o más.

Ajeno a sus elucubraciones de hombre enamorado, sumergido en su quehacer de limpieza, Guillermo se inclinó nuevamente para recibir en la cabeza el agua que faltaba.

 

__ Cuando termine, me buscas una olla más, me la dejas aquí y yo sigo solo _propuso con la excusa de que se marchara del cuarto de baño. Le gustaba demasiado que Pedro se hubiera metido en su mundo privadísimo, y lo peor, deseaba más, pero entendía muy bien dónde los llevaría esa porción extra, lo quería inmerso en su universo, su piel lo reclamaba. Su interior se debatía entre lo que quería y el abuso, y era de día, y podía ser peligroso.

 

Pedro se debatía, seguía con la mente y el cuerpo trastornados, arrojó despacio un chorro suave de agua que quedaba sobre el cuello de Guillermo. ¡Por Dios, cómo le gustaba ese hombre! Extasiado ante su cercanía, no deseaba salir de ese cuartito para ir por agua ni por nada, quería quedarse allí para siempre, cerca de ese cuerpo formidable, y ayudar a asearlo, y todo lo que esa piel de porcelana le reclamara.

Pedro se le acercó aún más, seductor le mordió la oreja, se frotó contra la espalda desnuda de Guillermo, era demasiada la tentación y el embajador no demoró en aceptar. Lo empujó contra la pared de azulejos y le mordió el cuello, estrujó la piel que trepidó y las nalgas que se empinaron. Pedro gimió de placer, pero también exhaló un gemido de triunfo por la carta ganada.

Se deslizaron apenas, Guillermo abrió la llave que disparaba el mecanismo de ducha que habían ideado y la lluvia tibia los envolvió a ambos mientras los cuerpos se entrelazaban en una danza frenética. Pedro se apresuró, estaba enardecido por la visión previa, y lo penetró sin miramientos, pero Guillermo estaba listo para recibirlo. Su sensualidad que era parte de él y había despertado ante Pedro, brotaba como un manantial de una fuente siempre surgente. Vivía el momento sin reparos, gozando a la par, comprometiendo cuerpo, alma y corazón entregado. Pura lujuria palpitando al ritmo de la naturaleza salvaje, de la guerra y las armas.

Se dieron placer y amor uno al otro en un crescendo impetuoso y, antes de llegar al final, ninguno eludió los labios que se buscaban e invitaban para ahogar el grito, y recibir la lengua del otro, y bramaron el abismo y el derrumbe en el interior de la boca, Pedro se derramó por entero dentro del cuerpo exuberante del embajador, hasta que no le quedaron fuerzas, para seguir embistiéndolo.

 

Aún alborotado por la visión de Guillermo, unas voces provenientes del piso de abajo lo alertaron. Intentó descifrar de dónde provenían. Tal vez estaba confundido y solo se trataba de gente que pasaba por la calle y la conversación se colaba por la ventana. Pero la proximidad le indicó que los hombres habían ingresado por el boquete, como lo hacían ellos.

Permaneció muy quieto, concentrado en entender una parte de lo que hablaban, aunque solo pudo distinguir un cúmulo de frases. Le bastó para que se le erizara la piel.

Los hombres decían que iban a revisar la propiedad. Se alteró por completo. Si los encontraban, acorde al modo en que operaban esos terroristas o lo que fuesen, los matarían, y ni siquiera había intentado la fuga. Un tiro a cada uno sin mediar explicación ni palabras podía ser un final muy posible.

Guillermo que a esas alturas también estaba seguro  de que había escuchado voces, abandonó la pileta. Aterrorizado, señaló en susurros.

 

__ ¡Están aquí!

__ Si _respondió Pedro y con sus ojos perforó los de Guillermo que aun en el peor momento sintió que nunca lo había nadie mirado así.

 

Pedro pensaba que la ropa de Guillermo mostraba cómo mojada y pegada al cuerpo delineaba su anatomía, transparentaba sus pezones, pero entonces no se enardeció, recordando el episodio del refugio, se horrorizó, porque demasiado sabía de soldados, y comprendió con qué ojos podrían verlo esos. Si los encontraban les podría ir muy mal, pero más a Guillermo, semidesnudo junto a un hombre occidental desarmado… Los tacharían de lo que eran pero a Guillermo peor, y lo violarían o lo matarían. Él correría la misma suerte, pero ahora solo le  importaba Guillermo.

 

Consciente de su propio riesgo, a este se le desdibujó el rostro. Con rapidez tomó del suelo una cortina que había llevado como toalla y se la calzó a la espalda intentando tapar su cuerpo por completo, sin abandonar más la mirada de Pedro que lo mantenía prendido a él en ella.

Ambos en silencio, permanecieron agazapados, alertas a las voces y a cada paso que a cada minuto parecían más cercanos, estaban a punto de llorar, de frustración, de miedo, de impotencia, y en un arrebato el soldado unió los labios pidiéndole en un beso desesperado a Guillermo que no emitiera sonido. Luego con una seña, lo exhortó a esconderse detrás de la puerta del baño. Él fue detrás y allí se quedaron muy juntos, con el corazón en vilo, y la piel temblando, mientras los hombres recorrían la casa. A su paso, de una patada,  echaban por el aire los artefactos  con los que se cruzaban. Subieron las escaleras y avanzaron por el pasillo del piso donde  ellos permanecían escondidos.

Cada uno a su modo y con todas sus fuerzas, rogó a su Dios para que no entraran ni al baño ni a la sala donde habitaban, o sus pertenencias los delatarían, y ya no se detendrían en su cacería.

Transcurrieron varios minutos que para ellos fueron  eternos, instantes en que los pasos se agigantaban, las voces fueron sentencias y los movimientos, la guadaña que siega.

Pero en lugar de husmear en el piso, continuaron subiendo la escalera a una terraza, y luego, cuando se escuchó la bocina de un jeep, descendieron a la carrera.

Se habían marchado.

Guillermo suspiró, y Pedro no supo muy bien qué hacer a continuación.

La precaria normalidad que les había proporcionado el baño, se había esfumado, así era la existencia en esa Rumana del presente. Se estaba vivo en un instante y al siguiente se podía estar muerto. Por un instante los movía el instinto sexual, pero en pocos minutos, el del miedo. Comían los fideos crudos, la fruta de las latas con las manos como si se tratara de manjares y delicias. Habían aprendido que la vida continuaba y, con la esperanza de que pronto escaparían, seguían adelante. Sin esa ilusión, era imposible subsistir.

 

Washington

 

 Camila de pie junto a la mesada de la cocina, sintió que la piel de le erizaba, tomó un plato y se le cayó al piso, la loza se hizo añicos al estrellarse, había escuchado clara la voz cantarina de Pedro jugando con sus hijos. Miró hacia el jardín, y a la piscina, se quedó inmóvil esperando escuchar de nuevo la voz, sin embargo allí solo estaban riendo los chicos.

¿Cuánto hacía que se había marchado? ¿Meses?

Aunque siempre comentaba con su padre y estaba contenta con el éxito laboral del padre de sus hijos, a veces lo extrañaba demasiado, todavía. Y los chicos preguntaban por papi, tal vez era tiempo de que le pidiera que pasara a visitarlos, aunque lo había hecho en otras oportunidades sin resultado.

Se agachó a juntar el estropicio, y se sentó luego en un banco del desayunador, ¿había tenido alguna señal? No era normal, jamás le había pasado, mas al comunicarse con su padre, este le confirmó que  no tenía noticias de Pedro, pero que era habitual, muchas veces iba a misiones en el interior donde no podía comunicarse en forma segura.

Decidió tranquilizarse, su padre tenía razón, ella sabía que ese país era un infierno, casi por ello había puesto fin a su matrimonio. Ya se comunicaría con ella cuando pudiera. Hablar a la embajada era peligroso. Esperaría al fin de semana, por lo general, Pedro huía a la burbuja para hablar con sus hijos en secreto los fines de semana.

 

 

En alguna parte de Europa, el hombre se ubicó en una mesa de un bar. El tipo de reunión que preparaba no podía haberla llevado a cabo en su oficina. Los hombres con los que se reuniría eran personas peligrosas y no quería ser visto con ellos. Había comunicado el mensaje de Alberto a Marcos, y este estaba al tanto de todo. La orden era clara. Rescatar a Pedro y al embajador de ese infierno.

En el bolsillo llevaba un sobre con dólares para pagar la tarifa que le dijeron cobrarían para entrar al sitio.

Si bien se había denunciado la desaparición de las autoridades de la embajada  y la gente de inteligencia de varios gobiernos se habían comprometido a averiguar el paradero del embajador y su subjefe de misión, él tenía otro grupo, contactos secretos, e insistiría por su lado. Nunca se estaba seguro de dónde podía venir la respuesta, no se podía confiar en nadie, las traiciones estaban a la orden del día, podían padecerlas en cualquier bando.

Dos hombres jóvenes ingresaron en el bar. Por el sigilo en los movimientos, supo que llevaban armas escondidas entre sus ropas.

Se acercaron a él, comprobaron su identidad, falsa por supuesto, se sentaron y conversó lo justo, y en minutos se marcharon con el trámite terminado.

Si actuaban como le habían explicado, pronto los hallarían. Además le dieron a entender, que no solo estaban vivos, sino que no habían sido tomados como prisioneros. Si así hubiera ocurrido, los captores ya los habrían contactado para pedir su rescate, pues seguramente los usarían como piezas de intercambio de algo importante con el gobierno propio y cualquier autoridad de occidente. Pero, a falta de noticias, le aclararon que tampoco podía descartar lo peor, cosa que el hombre prefirió obviar, no lo creía, ellos estaban vivos.

 

Rumania

 

_No me metía en tu cama, me metía en tu mente, y allí perdíamos las normas, no había leyes y entonces era  cuando perdíamos el juicio, chocando como dos trenes, tú siempre querías estar encima, y yo nunca quise  estar debajo de nadie, fuiste tantas noches mi sábana, yo tu colchón, compartimos almohada, también sueños y alguna mano que  con otra se entrelazaba, era una cama pequeña, en ella no cabía casi nada, la tristeza quedaba en el suelo, y si había lágrimas se secaban con las sábanas, se nos caían los besos, empapando la almohada, tú saltabas sobre el colchón, yo me tapaba con la sábana, tantos besos había que por el suelo se derramaban, por allí pasaban las caricias, muchas veces se paraban, acariciaban el paisaje, no tardaban en seguir viaje, caminos de cielo e infierno, calor y sudor en verano, sudor y calor en invierno, los besos ya hirviendo  erizan la piel,  y una boca busca otra boca, un beso busca otro beso, una mano a otra mano, un suspiro se convierte en gemido, y en esa cama tan pequeña donde, no caben las leyes ni las normas, un algo indefinido va tomando forma, nos invade, nos conquista, nos posee, yo el colchón, tú la sabana, la cama pequeña, los besos ya por el suelo y un abrazo de agárrame fuerte y no me sueltes… yo el colchón, tú la sabana, la cama pequeña, los besos ya por el suelo y un abrazo de agárrame fuerte y no me sueltes… y otra vez que, no hay dos sin tres… yo el colchón, tú la sábana, la cama pequeña, los besos ya por el suelo y un abrazo de agárrame fuerte y no me sueltes… Caminos de cielo e infierno, calor y sudor en verano, sudor y calor en invierno.

_Algunas nubes grises enamoradas de la brisa, juegan en el cielo. Un azulado picaflor bebe las últimas savias de la flor en un estío de rojos y en el espejo de ese paisaje tu imagen entibió mis ojos. La suave brisa fresca esculpe el tenue ropaje en tu cuerpo. Rizos de sol y oro acarician el óvalo de tu rostro y los luceros de tus ojos y sonrío rendido a tu belleza y tu infantil antojo. Mis manos amantes recogen el fresco aroma de tu piel. Y recorren el paisaje del barranco de tu pecho  mientras vivo el oasis de tu cuerpo tenue, como el de una mariposa.  Quiero ser mar y espuma, que besa tus pies de nácar. He de desnudarte en las olas, en el infinito placer de amores soberanos, amar sin límites, beber de tu boca mi sed, lujuria de placer descarriado.

Tu risa invade el silencio, que se esconde como en un arrullo en flor. Un beso sorprendido escapa de tu boca y se aposenta tibio en los míos y mi corazón siente la música íntima, del instante supremo del amor.

Intentaré otras quimeras, entre el desierto donde habitan mis sueños, en tu piel, labios, cuerpo, volando tus manos sin pensar en el tiempo. Nuestro amor ha de abolir las fronteras de nuestros cuerpos. Entre el éxtasis íntimo de la comunión de ser dos amores conjugados, dos hombres arrebatados por la vida y en alborozo, enamorados. Amor, llévame a tu cielo, sin salir de nuestro lecho. Quiero tu amor de todos los momentos olvidando esperas, vida mía y así, lenta, dulcemente hacerte mío, calmando ansias desmedidas. Déjame reposar en tu regazo, amor de todos los instantes. Te enseñaré mis  deseos con palabras tibias hasta arrancarte lágrimas, bello y dulce adonis de pasiones descarriadas, que me robas el alma. En silencio y sin pensar, caminaré por tus senderos solo para que el amor sin límites, me desborde el alma.

_Hoy quiero tenerte en mis brazos y que el tiempo se detenga definitivamente, recibir tus sedientos labios y que se sacien sobre los míos, hoy quiero confesarte que tú eres mi pecado y mi paraíso, porque mi día no amanece, si tú no estás a mi lado, porque eres ese cálido soplo de aliento que da vida a mi existencia, porque eres el agua fresca que sacia mis sentidos y calma mis ansiedades, luz que irradia mi ser porque en sí, tú eres mi todo y sin ti, yo no soy nada, porque en ti, mi alma descansa, y mi amor ha alcanzado un éxtasis, que hasta hoy me era desconocido.

Amanece y sigo pensando en ti, mas lentamente mi cuerpo comienza a estremecerse y mi sangre como si fuera un río de lava comienza a recorrerme, pero nunca pensé que ese fuego que incinera mi piel, sería tan húmedo. Amanece y hay un camino a tus pies,  es tu alegría el mejor equipaje para recorrerlo, y solo pienso en ti, y me imagino reflejándome en tu mirada, y siento en mis labios el sabor de los tuyos,  solo logro pensarte, sentirte, soñarte y amarte, trato de despejarme, pienso en un anochecer y tú estás en él, pienso en el viento marino y siento tu voz susurrándome al oído, pienso y sigo pensando, pero solo tú estás en mis pensamientos

 

 

 Esa noche, sentados uno al lado del otro, daban por terminada la cena. Los platos de plástico apoyados en el escritorio ya estaban vacíos. Civilizadamente, con cubiertos y servilletas, tal como lo habían planeado, comieron de las provisiones encontradas mientras la última vela se extinguía. La intrusión de los milicianos les había arruinado el festejo, pero tener comida era una celebración por sí misma, y agradecieron el haber dispuesto de esos manjares.

Tras la requisa, cuando esos hombres se marcharon, Guillermo completó apurado el baño, y luego Pedro hizo lo mismo, ahora sabían que conocían el lugar, que aunque ya bombardeado podían regresar, y ya la seguridad de un día previo, de por sí precaria,  se evadía.

La sensación de limpieza y saciedad los mantenía en paz. Ambos vestían la ropa que Pedro había encontrado en el sótano abandonado. Y los fideos de la lata servidos al plato con el atún habían sido comidos con ganas, aunque Guillermo añoraba cocinar su pasta y le contaba a Pedro de sus dotes en la cocina.

 

__Abre el vino si quieres, no tiene sentido dejarlo para un después que con lo de hoy no sabemos si existirá. La vida está llena de pequeños placeres que posponemos a menudo, desconociendo que todo puede terminar en segundos.

__Lo que sucedió más temprano fue horrible_ puso en palabras Guillermo.

__ Lo sé. Fue peligroso. Pero ya pasó, ya no pensemos en ello __pidió, Pedro.

 Cualquiera hubiera pensado que nada pasaba al embajador, pero desde que Pedro había aparecido con ese jean ceñido y esa remera, limpios, el pelo mojado todavía, el embajador suspiraba por él, era precioso, divino, y si alguien hubiera podido ver lo que no se ve, habría descubierto que se le cortaba el respiro en cada mirada, que el corazón le latía con violencia con solo verlo, que sentía ascender la sangre al rostro al oír su voz, que desviaba a veces la mirada pues sentía que el brillo de los ojos era transparencia de sus sentimientos, ese muchacho lo había mirado entonces en Washington para siempre, solo que él entonces no lo supo, y se había mantenido por meses distante, desconfiado, frío, mas ahora lo sentía más cercano que nunca.

 

__Guille, hoy… tal vez por lo que sucedió en el refugio, temí que esos hombres te hicieran daño, y me di cuenta de que si alguien te lastimara, me volvería loco. Y ahora estoy seguro, quiero que sepas  que, si tengo que defenderte, lo haré con mi propia vida _dijo deshecho. Le hablaba con el alma a flor de piel.

__Pedro, basta, ya pasó, no repitas eso, ya lo hablamos, y solo espero que no nos pase nada a ninguno y que podamos salir de acá.

-Yo también espero lo mismo, pero necesitaba decírtelo, nada más, me he enamorado perdidamente de ti, me has hechizado desde conocerte, te llevo incrustado bajo la piel y en mis entrañas, sé que puedes no creerlo, que puede sonar cursi pero más que nunca te estoy hablando con el alma en tus manos, y desde mi corazón – confesó consciente de que no tenían el futuro comprado, y si morían al menos dejaba todo en claro.

 

__Ya basta cielito, también yo te amo, pero no hables como si fuera el fin, lo nuestro es tan enorme que es de vida o muerte, y hoy no podemos hacer nada.

__Lo sé, y no te pido nada, solo vivir el momento, solo que me dejes decirte lo que siento, que te me acercas y me quemo, me vuelvo loco, y no es una atracción por la convivencia, el encierro, la supervivencia, esto es otra cosa y es única.

__Para bien o para mal yo siento lo mismo _confesó el embajador, y ambos rieron.

 

Aquel cargo importante, encontró a Guillermo con más años de los que deseaba admitir en verdad, pero sin embargo, luego de la muerte de Silvina, y aun estando con ella, lo cierto es que algo le oprimía el pecho, le pesaba una especie de soledad en compañía, sentía la ausencia de alguien que compartiese sus afanes  y entendiese sus estados de ánimo, cosa que su esposa no compartía y Pedro adivinaba en silencio, como él,  venía anhelando esforzarse por alguien, dedicarle atenciones, descubrir los secretos de su corazón. La sombra furtiva que proyecta el alma de quien sabe verla. Y así se lo dijo a Pedro. El hombre que lo había hecho sentir inquietud ante la primera mirada, el que había logrado que el corazón despertase y latiera con fuerza, el que con su belleza lo dejaba sin aliento, nada le importó cuando comprendió la diferencia, ni juicios, ni peros, ni normas sociales y a él se entregó aun desconfiando. Esa sonrisa con hoyuelos avasalladora era capaz de vencer cualquier resistencia, tanta virilidad en un objeto tan precioso de deseo lo había capturado. Nunca antes había percibido la fuerza de la vida, como en ese sitio de amenaza continua, donde por momentos el silencio aturdía su cabeza y las fragancias especiales mareaban su entendimiento. Pedro en el modo de contenerlo adquiría un sentido distinto a sus oídos, como si le hablara a su fuero íntimo, a sus dudas, a sus temores, a los resabios de un pasado que no quería recordar, aun en los peores momentos siempre su mirada parecía decirle que sería siempre tierno con él, que a nada debía de temer, de solo imaginarlo seducido por otro, el humor se le enturbiaba, y eso era algo nuevo en él.

 Mientras él comía el muchacho observaba cada uno de sus movimientos arrobado, como lo notó cuando se lavaba, con sus ojos que parecían reflejar aguas profundas y a la vez lo hechizaban. Pedro conjugaba la fuerza y el pensamiento sereno, el coraje del soldado y la calma que era su remanso, en un carácter jovial que atemperaba la dureza del trabajo y ocultaba las tormentas de su pasado, y así,   mientras más lo conocía más a gusto se sentía a su lado, a pesar del drama que vivían a diario. Comprendió que el destino había movido los hilos para que se encontrase allí, que existía una razón para ello, y entendió que debía cumplir su papel, y dentro de ese rol, supo también en algún momento del camino, pese a su asombro, que se había enamorado de Pedro Beggio, y que de ello no habría marcha atrás, que en aquella mirada de desparpajo de la primera vez, ese muchacho lo había prendido, prendado, y mirado para siempre. Y cuando estaba huyendo de todos tras la muerte de su esposa, de pronto pensando que no debía confiar en nadie, se encontraba conmocionado por Pedro, confiaba en él, y soñaba con un sitio a compartir, luego de haber sentido que ya no podría echar raíces en ninguna parte, entendió que cada elemento de la naturaleza tenía un lugar asignado y ahora entendía que el suyo era donde lo llevara Pedro.

Para Pedro, Guillermo ya simbolizaba un espíritu afín al suyo, sentía que lo conocía desde el inicio de los tiempos, lo supo al verlo, y anhelaba su compañía aunque al inicio no se atreviese a demostrárselo. Su vida se desarrollaba en una danza de quita y pon, una de fingimientos donde él creaba una coreografía confusa: deseaba permanecer en soledad y a la vez sufría por ello. El haber fracasado con Camila lo tomó como una señal, la que indicaba que él estaba destinado a una misión, que no tenía derecho a comprometer a nadie en ese tortuoso derrotero, vivir de aquí para allá, dormir en tiendas de campaña, pasar noches agazapado o mirando monitores, o recibiendo mensajes entrecortados, no era tarea para todos, una pareja requería atención, y en ese refugio íntimo cuando ya había descartado hallarla, se había colado… el embajador.

 

__ Brindo porque estamos vivos precioso _ dijo insinuante Guillermo  elevando la copa que había catado como elixir de dioses.

__ Porque lo importante es que nos conocimos, nos amamos, estamos vivos y juntos, y saldremos de acá, lo prometo.

_No puede no pasar __ afirmó el embajador__. ¿Crees que fue casualidad o que en algún momento te vieron, te siguieron? Digo, esto ya está destruido.

 

__ Nadie me siguió hoy, era la hora del relevo, si no fuera casual, no se hubiesen ido ante el bocinazo sin requisar, entraron por si había algo _ tranquilizó Pedro__, lo único que espero es que no sea su zona de cambio de guardia habitual. No te asustes amor, tranquilo.

 

Bebieron en silencio sin apartar las miradas, perdidos en recuerdos que atesoraban.

 

__ Me pregunto cómo estarán viviendo en la misión, Abdul tan chiquito, pensará que lo olvidamos _ balbuceó Guillermo.

__ Guille, nada de pensar así, estoy casi seguro de que Beto y las chicas están más que seguros en la finca de Gaby, al fin no hay mal que por bien no venga, sé que sonará cruel, pero el papá era mayor, estaba enfermo, pero tal vez gracias a eso, ya no regresen allí, y ellos estén a salvo. Y Alberto puede haberse camuflado entre los milicianos, puede caminar Km.  así, está entrenado para ello _ continuó ante la atenta mirada de Guillermo__. Estoy  casi seguro  de que debe de haber ido por el teléfono satelital a la casita de campo, y con él estará en contacto con la misión, ellos están a salvo y al tanto de todo. Solo lamento que el mío lo volaron y los otros están en la burbuja y en el refugio, no me dejaron nada, sabían lo que hacían al volar la camioneta.

__ ¿Y la mina que custodiabas?

__Estará sitiada, la mina estará, la explotaban extranjeros, ahora los trabajadores en su mayoría eran locales. Los de afuera supongo estarán muertos, los de acá, muchos eran parte de esos grupos de milicias, aunque me pregunto dónde dejarían a sus esposas e hijos, no lo sé, Guille, no sé qué quede del mundo que dejamos __admitió Pedro

__Prométeme que no saldrás por unos días, por si alguien te ha visto – pidió Guillermo__ tenemos agua y comida, no  urge que salgas a toda hora.

 

Pedro le clavó la mirada intensa.

 

__ Amor, justamente ahora que tenemos comida es cuando más tengo que concentrarme en dos cosas, sin ellas no saldremos. Puede que todos nos estén buscando, pero no pueden lanzar un avión,  sería suicida…

__ Pero vos lo conseguiste cuando me llevaste a Zúrich _ intentó el embajador.

__ Eso fue diferente, no estábamos en guerra y era un avión sanitario, no entrarán ahora, aunque no lo descarto… Quizás algún día le cuente a nuestros nietos algunas misiones especiales que tuve como aviador, pero no, me urge leer mensajes e instrucciones, esperarán primero confirmar que seguimos vivos, luego que yo me comunique, y no puedo entender cómo no doy con electricidad, me he aventurado a casas que están pegadas a la valla, hubiese jurado que esos tipos dormían allí, pareciera que solo tienen cables en las garitas, pero eso no puede ser, excepto que fuera de acá haya zonas liberadas, el camino de ingreso estaba tranquilo, aunque mis vecinos dijeron no haber podido regresar, solo espero que estén a salvo en lo de algún pariente, escondidos como nosotros, tanto tiempo protegiéndolos…_Pedro se perdió en el recuerdo de lo que parecía una vida pasada__. Perdón, paralelo a seguir buscando un enchufe con carga, debo hacer arrancar ese vehículo, si es que no le robaron el combustible,  si afuera la cosa arde, ellos no entrarán fácilmente, solo podrán arriesgar acercarse una vez, lo que supone que tendremos que ver instrucciones, y pasar esa valla en el coche, para ello debo  inventar algo símil a su llave, maldigo mi bloqueo y estupidez.

__Manejas muy bien, nunca podré olvidar cuando llevamos a la nenita al hospital, hiciste cosas imposibles, pero cruzar la valla en ese autito… _ dudó Guillermo.

__ No es mi Ranger blindada precisamente, pero deberemos hacerlo mi vida, siempre será mejor que a pie, y tú deberás echarte al piso, cruzaré _ afirmó y la expresión en el rostro del embajador reflejó el terror de lo que acababa de decir, sabía que era verdad, que ya lo habría hecho de no estar con él, pero estaría expuesto a las balas, a lo sumo podría agacharse pero, no se pondría a salvo, la sangre pareció congelarse, y palideció.

 

__Guille, mi amor, ya deja de pensar en eso, no quiero morir, ahora no, ahora deseo hacer realidad esa vida que soñamos con los chicos, llevaré a Camila con nosotros por mis hijos, quiero volver a verlos,  voy a dar batalla así me perforen las balas, una vez del otro lado, estarán esperándonos, y  aunque yo… , Alberto o nuestros amigos me llevarán donde sea si  salgo herido, solo tienes que mantenerte fuerte y sano, ¿sí? No voy a negarte que nunca estuve tan expuesto, no me dejaron hombres, ni armas, ni plan ni medio de comunicación, pero necesito que salgamos con vida, nos necesitamos, y los chicos  a los dos _ afirmó con los ojos colmados de lágrimas.

 

__ Mi vida sin vos hoy no tiene sentido, lo sabes _susurró Guillermo a través del nudo que aprisionaba la garganta__. Quiero besarte…  Si he de arder por pecador será en el fuego de tus brazos  para condenarme en el infierno de tu piel, hay miradas  que son eternas y besos que saben a gloria. Te regalo mis caricias  para que nunca olvides  cómo es el cielo entre  mis brazos. Escribir en tu piel con mis uñas, es una manera de sentir, tocarte entre  sueños aun estando lejos, amarte con mi alma es cerrar los ojos  e imaginar que pronto llegarás para  darte mi vida, así mi triste corazón  se llenará de felicidad. Sabes que te lo he dedicado a vos, para siempre.

Quiero besar tu boca, acariciar tu cuerpo,  memorizar cada detalle, cada sensación,  sentir el dulce sabor de tus labios… Paso mi día pensando en ti y cada noche añoro el momento en que me pierda en la inmensidad de los placeres de tu cuerpo  y pueda disfrutar de la eternidad  de tus besos. Porque yo, amor mío,  no he dejado de amarte ni un solo instante  de mi vida, nunca dejé de pensarte,  de añorar el sabor de tus besos, el calor de tus caricias,  de tu piel quemando la mía en cada roce… Te amo hoy, mañana y siempre  y si es que existe  la vida después de la muerte  yo regresaré tan solo para quererte.

 

El día transcurrió sin prisas, Pedro lo dedicó a sus intentos de inventar una llave, Guillermo a ordenar  las provisiones, hasta que la luz del sol se escondió, y la vela se encendió, Guillermo  se sobresaltó.

 

__Pedro, no, te dije que no encendieras fuego, no hoy.

 Pedro levantó la vista hacia el hombre que resplandecía como un tótem. En los ojos bailaba la chispa que él supo interpretar, su hombre lo deseaba. Pedro se le acercó descalzo, cimbreante, vestido con ropa informal. En su aliento perduraba el aroma del cigarrillo que encontró en algún lugar y que iba fumando de a poco. Por eso el fuego. Guillermo permaneció rígido al principio, debatiéndose entre el enojo y la pasión, hasta que la seducción le ganó la partida y atrajo a Pedro con fervor a su cuerpo ardoroso. Este se pegaba a él como hiedra, como una hoja húmeda, restregándose con deleite, anticipándose a sus caprichos.

Aquel hombre que había llegado a su vida era lo que Pedro pedía en noches de mágico arco iris. Un hombre de verdad, que lo poseyera completo, también lo respetara, algo que jamás se le había concedido antes. Tomó una mano de Guillermo y la llevó a su virilidad, clavándole los ojos de ese modo certero que le arrebataba los secretos, y tal vez aún quedaran muchos en ambos.

 

__Vamos a la cama _propuso el mayor.

__No, acá mismo. Ahora.

Era la voz de la urgencia, y  Guillermo  vibró de placer al escucharla.

Se desnudaron a la luz de la luna y se tumbaron sobre el piso. Pedro  dejó a su hombre acariciarlo por entero, modelarlo a su gusto, marcarlo a su ritmo y fuego, conteniendo el aire cuando la mano fuerte presionaba, frotaba, y hacía estragos en sus sitios sensibles. Guillermo dibujaba curvas, delineaba caminos, marcaba y conquistaba territorios, plantaba banderas de arrojo y conquista, con precisión de arquitecto amaba los montes y valles buscando terrenos propicios, estudiaba las reacciones y lo contemplaba con avaricia. Si Pedro sonreía se ahogaba, pero lo hacía él también, sabedor de lo que sentía. Si fruncía el entrecejo, el embajador devoraba sus labios para borrar cualquier mal pensamiento. Guillermo hubiera querido multiplicarse para brindarle más placer aún. En la noche tibia, ocultos hasta por momentos de la luna por el baile de las nubes, unieron sus cuerpos, perdidos en sus propias ansias.

Guillermo lo poseyó con movimientos sinuosos que enterraban a su presa bajo su peso, Pedro aceptaba todo cuanto su hombre le daba, devolviendo beso por beso, caricia por caricia, la pasión desbordada.

Extenuados, permanecieron uno sobre el otro, con la respiración pesada y el corazón adormecido. Cuando Guillermo giró sobre su espalda y dejó a Pedro al descubierto, él se acurrucó en el brazo de su par, un gesto que solo practicaba con él, y que a su vez solo él le permitía, entre todos los hombres a los que había conocido, lo mismo que el regalo de sus besos. En los momentos que compartían, solo ellos dos importaban, y amarse era la mayor urgencia.

 

__ ¿Quieres? _dijo Guillermo, ofreciéndole el resto del cigarrillo que había fumado un rato antes.

 

A pesar de su reprimenda por el fuego encendido frotando piedras, los labios gruesos se abrieron, aspiró el humo, reteniéndolo unos segundos, para soltarlo en un suspiro.

__ Relaja el ceño hombre preocupado _ susurró, Pedro mientras con su índice recorría las líneas de la frente que conocía de memoria por el hecho de respirar su mismo aire en cada beso desde tenerlo tan cerca alguna primera vez, hasta suavizarlas__. Deja que las cosas pasen, enójate después, hoy te hice caso, me quedé quieto, está todo bien.

 

Guillermo se incorporó sobre el codo y lo contempló con una expresión extraña. Retiró de la mejilla el mechón rebelde de cabello imprudente, húmedo de pasión, y miró con gula la boca llena y suave que tanto había besado sin saciarse jamás.

 

El ánimo juguetón les inspiró nuevas caricias, y esa vez decidieron entrar a la habitación improvisada, a la cama inventada donde los esperaba una alfombra tejida con hierbas perfumadas y una manta sobre ella. La morada destruida y sencilla era un hogar, la luna alta en el cielo, dibujó filigranas de plata en la espesura, del suelo brotaban sonidos y cantos de grillos y aves nocturnas, el exterior se poblaba de sombras furtivas que en la noche acechaban. La vida y la muerte celebraban cada hora un ritual, y para que unos viviesen, otros deberían morir.

 

__Comiste poco pese a que somos ricos _ le reprochó el embajador__. Estás muy delgado.

__Lo justo.

__ Si seguimos así, se nos cerrará el estómago.

Pedro abrió los ojos y lo miró intrigado.

__ ¿Quién lo dice?

_Mi tía Cuca que medio me crió tenía esa cantinela. Solía regañarme porque yo me apresuraba a dejar la comida en el plato para ir a jugar. Y me perseguía con el cuento de que el estómago se achicaba, se cerraba, algo de cierto habrá de eso.

Pedro sonrió. Le resultaba tierno imaginar a Guillermo de niño, con el cabello negro rebelde sobre los ojos  café, deseando salir a jugar en vez de comer, qué poco le había contado él de esa etapa de vida. Era una imagen insólita del hombre ordenado y meticuloso del hoy. Se le oprimió el pecho con sentimientos inapropiados, y las lágrimas afloraron a los ojos de miel.

 

__ ¿Pedro? No me digas que te ofendió lo que dije.

__No, es que me vino a la mente la idea de que  no recuerdo a mi madre, ni siquiera a una tía que nos dijera algo así, no sé si alguna vez las tuvimos, se me perdieron esos recuerdos, no tengo casi nada que recordar de mi madre, y poco de mi padre, éramos solo Agustín y yo… hasta…

 

A Guillermo le brotó un deseo incontenible de brindarle cuanto le había faltado en su vida previa, borrar de su memoria los malos momentos pasados, crear recuerdos que limpiasen la tristeza de sus ojos…

__Deja de pensar en eso precioso. Ahora que Marcos está tan ocupado, me tienes a mí para decirte esas sentencias ridículas, criado por mi tía solterona, tengo muchas.

 

Tomó su barbilla entre sus dedos y acercó su boca al rostro bello de Pedro. Él lo dejó hacer. Necesitaba el contacto, revivir la sensación de creer que era posible gozar de un amor así, aunque fuese por un rato, aunque muriera al siguiente. Guillermo rozó levemente el labio suculento, lo  mordió, y en el segundo intento reabrió la puerta con su lengua para profundizar el beso, que fue más intenso si cabía, que todos los recordados. Al separarse, lo envolvió con su mirada, el deseo brillaba de nuevo, salvaje, y Pedro no quiso dejarlo pasar.

 

Ahora no deseaba otra cosa que seguir conociéndolo, ahondar en sus secretos, descubrirlos, llegar al interior del alma, descubrir lo que empañara su juventud, como él ya sabía de él. Guillermo lo miraba y pensaba que el joven se le había metido en las venas como un veneno progresivo, del que uno no se da cuenta sino cuando empieza a sentir los efectos irreversibles, se sentía contaminado para siempre por Pedro, por su aroma, por su sabor, y hubiera querido analizar sus sentimientos, pero las circunstancias le impedían detenerse para hacerlo en paz.

 

__Siento acá y se tocó el centro del pecho _que nos conocemos desde siempre. No sé por qué, ni qué hacer con eso.

__Amarme como recién, es lo que anhelé por meses  cuando parecías tan maltrecho en tus sentimientos que no te creí capaz de amar o confiar plenamente, al menos en mí.

 

Guillermo lo miró con ternura. Pedro ya era un sobreviviente, sin sospecharlo, salía a flote de las calamidades que le tocaban vivir con sencillez, sin necesidad de que le tuvieran que devolver la estima, pues nadie se la quitaba, en cambio el embajador, criado en el amor y la indulgencia, luego mimado por Silvina, podía ser víctima de arrebatos y manipulaciones mezquinas pues no las veía venir, era confiado por instinto, cuando se daba cuenta del error, era tarde, y justo se había defendido de él, de Pedro.

Este se perdió en la mirada, leía su sentir, se juró que lo sacaría de allí como fuese, que jamás volvería a correr riesgo semejante, ni se sometería a la violencia de nadie. Él se jugaría la piel para evitarlo, si era necesario. Lo besó con suavidad, un roce delicado para mimarlo, pero no pudo evitar que la sangre le bullese por dentro al acariciarle la mejilla. Acaba de volver a corroborar… que no había vuelta atrás, no con… el embajador.

 

CONTINUARÁ.

 

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

 

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.

 

 

2 comentarios:

  1. Veronica Lorena Piccinino
    Hermoso Eve Monica Marzetti.... con este calor hasta me dio fiaca leer pero acá lo terminé y está precioso.. El amor siempre triunfa con ellos ...

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