lunes, 3 de enero de 2022

SUR. CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO CAPÍTULO FINAL Y EPÍLOGO

 

 

SUR.

 

CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

CAPÍTULO FINAL Y EPÍLOGO

 

“Es mejor haber am


ado y perdido que nunca haber amado.” Alfred Tennyson.

Estar solo es un camino cómodo para caminar.

Pero nunca florecerán flores ni amor en él. “Montecristo”

Yo estaré allí cuando tengas ganas de llorar o cuando te rías

también en tus días de tristezas y en las alegrías. “Montecristo”

 

Aróbaro era su nombre de guerra. Pese al aspecto de hombre común, era un doble agente. Analía  no estaba errada al desconfiar de él. El carácter arquitectónico de la mentira en que vivía, permitía sostener dos realidades paralelas: El agente encubierto de Interpol, inmerso en el corazón de La Legión, y Aróbaro, el espía que La Legión creía haber formado  y preparado para infiltrar en la Editorial.

Para los Servicios secretos de Interpol, Alejo Riglos se convirtió en el Agente Cero y solo unos pocos oficiales conocían su verdadera identidad, misión y destino. Para la Legión, que venía formándose desde aquella vieja legión seguidora del Arzobispo de Alejandría, era Aróbaro, su espía en la Editorial de Analía.

--

 

El humo impregna el ambiente tan sutilmente, la música suena, en acordes puros de aire y percusión. Tu impronta se deja asomar apenas, con la luz tenue del salón. Zapatos de cuero, pantalón oscuro, camisa blanca y chaqueta.  Miras hacia el rincón donde te espero, con disimulo, casi imperceptible, pero te descubro, pues, te estoy mirando; desde que tu aroma impregnó el ambiente. Tu vanidad de hombre te hace hacer estupideces que me encantan… aun en la inexperiencia de tu acción, de creer saberlo todo en el amor.

Pronto giras hacia mí y finges sorprenderte y te acercas atento, con todas tus presunciones de galantería, de un hombre  experimentado. Pero no… conmigo no te sirven, no bastan, no llegan, nunca alcanzan, para sorprender mi corazón viviente, de azules tiempos.

Por deslizo,  por contemplación,  recorres mis piernas hasta la altura de mi cadera, te detienes allí, y saltas tu penetrante mirada a mis ojos que no dejan de mirarte, felinos, acechando en la selva de mis pestañas, curiosos de ti, y divertidos de tu infantilidad desmedida.

Tomas una flor y me la acercas, invitándome a bailar un suave blues, te complazco, no me niego, dejo que mi mano se pose en la tuya.  Ambos estamos en conquista, ambos estamos jugando peligrosamente, arrastrando la pasión, encerrando el ímpetu y mordiendo las  ganas. Deslizas tu otra mano por mi espalda, acariciando el cuello  que delimita toda mi piel, hasta zonas prohibidas, ocultas y deseadas. Miras mis ojos nuevamente, sabes que esta  especie no se entrega a cualquiera, y te enredas inocentemente a un suspiro verde esmeralda. Pronto tu corazón acelera el rimo, me invitas a salir a tomar aire fresco. Salimos presurosos, como espantados de todo y alocados de risas, la playa nos aguarda, la arena húmeda, la luna y el azul del cielo. Hablamos cosas sin mucha importancia, el vapor de nuestros cuerpos, pide  a gritos otra comunicación, otro lenguaje, otro paso. Y lo damos en un beso casi cinematográfico, casi perfecto, casi inolvidable…  te miro y tus ojos siguen  cerrados, no pronuncias palabra alguna.

Sabes que esta  joya no se entrega a cualquiera, y que eres afortunado, que esta noche será, la que te lleve a la enajenación, y quizás a otra búsqueda.

Regálame el tiempo que perdimos, muéstrame aquellas miradas  con las que se cosieron nuestros cuerpos en el sur.  Déjame volver a sorprenderme  con tu silueta entre beso y  beso.

Trasnochar hasta que las risas sean cosquillas y el amanecer firme como testigo  que despertar a tu lado  es lo mejor que hacemos cada vez, nos envolvemos en abrazos, ten mucho cuidado, permite que te ame,  ya estamos frente a frente.  Permite olvidar viejos recuerdos. Despierta en mí despacio.  Abrázame muy fuerte, quédate esta noche que quiero adorarte y hacerte tantas cosas, hoy solo quiero que me regales  una noche en tus brazos. Regálame tus sueños, tus besos, tus caricias. Haz de esta noche la mejor de todas,  regálame esta noche que no termine nunca  destapa tus caricias,  muestra todo lo que sientes, con pasión  y locura. Tómame en tus brazos, permíteme amarte  no dejemos pasar el tiempo  en angustias vanas. Construyamos un mundo nuevo,  hoy quiero que muera todo lo que duele,  jamás olvides que vivo contigo lo más bello que he conocido. Permite a mi silencio dejarlo  y solo amarte, permíteme esta noche amarte hasta el delirio, entrégate con pasión a un amor  que no termine,  pues si se ama no se piensa,  solo se ama, se entrega. Amor con solo una mirada,  una palabra rompiste mi silencio entraste en mi vida,  vivamos la inconsciencia, no pienses solo vive, regálame esta noche,  regálame tus noches.

 

La noche pasa deprisa, como todos los momentos felices y únicos, los rayos del sol asoman curiosos, rozando la tierra con sus dedos de fuego.

 

Abrió los ojos y, ante la luz punzante, los cerró. La cabeza le dolía, estaba aturdida, no lograba definir dónde estaba. Lo último que recordaba era la ambulancia. Trató de incorporarse, y enseguida escuchó una voz conocida.

 

__ No te muevas Analía _ dijo afable Guillermo__. Te dieron un sedante para que descansaras.

__ ¿Dónde estoy? ¿Qué día es hoy?  Recuerdo que quise ver el tesoro, luego la ambulancia y nada _ tenía una sensación de haber dormido un siglo.

__ Relájate, estamos en el sanatorio. Solo pasaron dos días.

__ ¿Qué? _ dijo sorprendida.

__Sí, pero quédate tranquila, estás bien _ dijo el abogado__.  Cuando te trajimos al hospital, te descompensaste. Tenías tres costillas rotas, una de ellas te perforó un pulmón cuando insististe en subir por tu cuenta a la ambulancia, ¿no te acuerdas de nada?

__Nada… ¿Y ustedes?

__Pedro está afuera, estamos bien, ya sabes por qué _ dijo con recelo Guillermo, ante el dolor ajeno su condición especial, como a Pedro,  también a él le pesaba.

_ ¿Cuándo me operaron?

-Apenas llegaste, entraste directamente al quirófano. La anestesia, el sedante que te dieron y el estrés de los últimos días hicieron el resto, dormiste hasta ahora.

__ ¿Y Gutiérrez?

__Bien. A él lo revisaron en el hospital y Belén lo llevó a su casa. Despreocúpate y descansa.

 

Belén estaba agotada. Llegó a la oficina a las cuatro de la tarde, y luego de pedir café, junto a los abogados, se sumergió a leer el informe de la muerte del padre de Analía. Había interrogado a los individuos que entraron en el túnel y a Martha, una y otra vez.

 

__Malditos sean _ balbuceó__, siempre repiten la misma historia. “La Legión es invencible, somos más de los que creen, estamos en todos lados”. Locos de remate.

Los tres tomaban su café, cargado, amargo, pensando e intentando recuperar la lucidez para desentrañar ese asunto. Pedro solo pensaba en su objetivo.

 

__Recuerdo el momento exacto en que divisé a Martha _ dijo ella__ ella  entre los sujetos capturados, pensé que era un error, que mis ojos me estaban jugando una mala pasada. Pero al acercarme, encontré a la mujer dulce y cálida que recordaba de nuestra infancia, convertida en una pieza fría, en una criminal especializada en el arte del engaño. Durante treinta años esa mujer que decía llamarse Martha, se hizo pasar por la fiel ama de llaves de Beltrán, por la nana de Analía, y sus objetivos solo eran descubrir dónde se ocultaban los manuscritos salvados de la Biblioteca de Alejandría, en custodia de la editorial.

__Es demoníaca _ aseveró Guillermo.

__Treinta años fingiendo ser quien no era requiere de un nivel de entrenamiento y de entrega inauditos. Nunca entenderé ciertos fanatismos.

Guillermo tomó la taza y se deleitó en el aroma intenso del café, anticipando el sorbo que bebería, mientras ella prendió la computadora y buscó el archivo con el detalle de los documentos recuperados. El doctor a cargo le había hecho llegar el inventario de los manuscritos alejandrinos. El corazón de Pedro dio un vuelco.

 

__Me emociona saber  que hay textos inéditos de Sófocles, los diálogos perdidos de Aristóteles y maravillas que se creían perdidas de Hiparco. La humanidad completa se beneficiará con este descubrimiento.

__Los diarios del mundo anuncian el hallazgo en el zoológico de Buenos Aires como el descubrimiento del siglo _ acotó Guillermo__. Y la prensa internacional busca a Analía, heredera de la editorial, custodia del tesoro, para hacerle entrevistas.

__La historia del mundo va a cambiar, y ella estará allí para verlo.

“”No tanto”, pensó Pedro.

 

Madrid

 

Pereyra tomó el sobre y vació su contenido en el escritorio de su despacho. Un pendrive. Cerró el artículo publicado sobre el increíble descubrimiento en la Argentina, insertó la memoria en su computadora y esperó a que la máquina la reconociera. En su interior había una sola carpeta. Pronunció su nombre, y enseguida apareció la serpiente circular que devora su propia cola, símbolo de la lucha eterna. Al abrir la carpeta supo que se trataba de un legajo confidencial de Interpol. ¿Cómo había Maler conseguido esa información?

Con la vista en la pantalla, levantó el teléfono, para llamar a un colaborador, el hombre era un especialista en asuntos de la International Police. Esperaba que le corroborara la veracidad de los documentos que estaba por estudiar.

__ ¿Esto es real? _ le preguntó cuando este apareció.

 

El hombre se acercó a la  PC  y verificó los códigos ocultos en toda carpeta de Interpol que permitieran convalidar la autenticidad.

Es auténtico. No sé cómo llegó a tus manos pero es un asunto pesado.

__ ¿Cómo?

__Si tú has encontrado al agente Aróbaro, estás ante el despegue de tu carrera.

__ ¿Quién? _preguntó desconcertado el detective. Había algo que aún no sabía y que parecía fundamental.

-Es el nombre que se le dio al más célebre espía del Vaticano. Se dice que pertenece a una Logia bajo el nombre de La Legión, hace más de quince años que se le perdió el rastro, y el tipo es una celebridad.

__ ¿Un espía papal? ¿Y qué tiene eso que ver con la muerte de Rubén Maler?

Abrió el documento y empezó a leer. Luego abrió el archivo con las fotografías del espía. Cuando el rostro apareció en la pantalla, sintió que el aire se le escapaba del cuerpo.

 

Viernes

Cortó la comunicación y una aparente extraña sensación se adueñó de su habitual seguridad. No sabía nada de Antonio.

Lo había llamado varias veces al celular pero no lograba ubicarlo. Le resultaba extraño que no la visitara en el sanatorio. Belén le había corroborado que él estaba bien. Terminó de vestirse y se distrajo con la televisión. Estaban hablando de los libros recuperados, se emocionó. Gutiérrez y ella con sus amigos habían descubierto el secreto mejor guardado, habían participado del hallazgo que cambiaría el paradigma de la época. Había  sido invitada a infinidad de conferencias. Todavía no daba crédito a los sucesos de los últimos días.

Apagó el televisor y se dispuso a abandonar el sanatorio. Cuando estaba por llegar a la puerta, apareció su amiga Belén.

 

__ ¿Vienes a buscar a tu lesionada amiga ahora que es famosa? _ bromeó,  pero no obtuvo una sonrisa por respuesta. Belén estaba muy seria.

__Siéntate por favor, Analía.

La amiga obedeció sin quejarse. Se ubicó lentamente frente a su amiga con un extraño presagio, esperó que, ansiosa, le revelara aquello que la tenía tan consternada.

__Hace una hora recibí una llamada del detective español Pereyra, es quien está investigando…

__Sé quién es _interrumpió Analía__. ¿Qué pasó?

__Pues, él me informó que Rubén le dejó a través de la esposa una carta pidiéndole que me hicieran llegar un documento si estabas en riesgo, en verdad el expediente de unos espías, del espía más buscado por Interpol.

__ ¿Qué? ¿Qué quieres decir Belén? ¿Debo llamar a mis abogados?

__Ellos lo saben. Déjame terminar. De alguna manera, Rubén consiguió acceder a un archivo ultraclasificado: el expediente con la identidad de Aróbaro, o como se lo conoce más, el espía del Vaticano. Uno de los hombres más implacables de La Legión.

__ ¿Un espía papal? ¿De veras existe tal cosa? __ preguntó la criminóloga, la amiga asintió.

__Maler se hizo con un archivo secreto y dejó instrucciones para que el documento llegara a mis manos en caso de que corrieras peligro. Enterado de lo ocurrido, Pereyra me lo envió hace un rato. Creo que hay algo que  tienes que ver.

__ ¿Qué?

__Una foto del espía.

Analía estiró su mano y tomó la carpeta que le ofrecía la oficial. La abrió sin dilación. Luego de las últimas semanas, ya nada podía sorprenderla, pero el rostro con el que tropezó la mirada la dejó sin habla.

__No puede ser…

__Yo tampoco lo creía, pero verificamos sus datos. Interpol corroboró su autenticidad.

__ Es absurdo, es ridículo. No es posible.

__Analía…

__Llámalo, vas a ver que algo explica, que no es __ Analía tomó nerviosa su celular e intentó marcar. El contestador le informó que el número era inexistente.

__Amiga, escúchame.

-Vamos a buscarlo a la casa, debe de haber un error _insistió. La mano que sostenía el celular seguía temblando.

_Ya tuvimos en su casa, está vacía. Pelada, como si  se hubiera mudado. Verificamos la editorial, se esfumó de allí también.

__Su piso en Madrid, es su refugio, debe estar allí _ supuso Analía.

__Ya lo hizo Pereyra y es como si no hubiese vivido jamás en ese sitio ni en ninguna parte Ani.

__No lo creo __exclamó enojada la criminóloga__. Por Dios Belén, tuve una relación con él, lo conozco, no es un criminal, me protegió, me acompañó en esta búsqueda, pregunta a mis amigos… Aparte, si me dices que Rubén sabía. ¿Por qué no denunciarlo? ¿Cómo iba a citarlo a la lectura del testamento si  era un impostor?

La chica  le extendió una nota.

Es la copia de la carta que Maler le escribió a él. La que encontraron en la caja de seguridad. Maler puso una copia en el legajo. Léela.

Analía al hacerlo sintió náuseas.

__Déjame, Belén _ dijo presa de una calma furiosa__. Déjame sola, quiero estar sola.

__Está bien, pero antes te llevo a tu casa.

Apenas terminó la frase, el celular de Belén vibró.

__ ¿Qué? Está bien, entiendo, ya voy para allá.

__Era del Centro de Estudios Antropológicos. Han robado un manuscrito.

Analía sintió que el corazón se aceleró.

__Te acompaño.

Y enfilaron hacia la salida con la triste convicción de intuir de qué documento se trataba y quién lo había robado.

 

Nordelta

__Pedro, acá lo tiene, cuídelo __ dijo el hombre sin titubear.

__ Gracias, lo haré como nadie, Antonio, para esto creo haber nacido, y sido el nieto del mayor alquimista, hoy sé que miembro del grupo de sabios.

__Lo sé, o no me arriesgaría a darle La Tabla, menos a que descubran que lo que entregaré es falso.

__Usted debe recuperar su identidad _ dijo calmo Guillermo__ y desaparecer nuevamente esta vez de sus antiguos jefes, demorarán en traducir la falsa que Pedro le dio.

__Confío en ustedes,  en que me ayuden a cuidar de Analía, y que no me odie, por favor, solo con eso me conformo, siempre la amé _ dijo el hombre con pena.

__ Lo sabemos, y mucho para alejarse así, sin siquiera volver a verla.

__Es la historia de mi vida, siempre dejándola junto a otros.

 

Rato después abordó el avión con tranquilidad, con la de la misión cumplida y la certeza de que era la última. Nunca imaginó conocer a Pedro, y terminar robando para él la tabla, pero la historia que contó, le hizo ver que era lo correcto, que al fin el destino a veces no estaba del todo escrito, y que los protagonistas podían cambiar su último tramo, y él lo había hecho, algo le  marcó que estaba bien así. Estaba más que decidido, ya no haría más trabajos, era libre, aunque se sentía un miserable. Podría ir donde él quisiera, pero al único sitio donde realmente deseaba ir, a la persona a la que desearía ver siempre ya no podía volver. Jamás.

Se ubicó en el asiento de primera clase del vuelo de Air France y observó su pasaporte, que tal vez debería volver a cambiar: Agustín Riglos. Luego extrajo la carta que llevaba en el bolsillo y la releyó.

“Conozco tu secreto Aróbaro __cuando leyó esta línea la piel se le crispó igual que le ocurriera en Suiza. Continuó __: Si no quieres que tu rostro esté  en todos los medios de comunicación del mundo, vas a cuidar a Analía como a tu vida hasta que encuentre los manuscritos, después vas a desaparecer. Para siempre. Si La Legión la lastima, o la pones en peligro, tu archivo personal llegará a los periodistas internacionales.”

Su vida había dado un vuelco secreto dentro del banco suizo, Rubén le daba el motivo del convite a la lectura del testamento. A partir de ese momento había entrado en un tiempo de descuento. No fue el hecho de que Rubén creyera haber descubierto su verdadera identidad, fue tener que dejar a Analía lo que lo había devastado. Maler había creído necesario protegerla, obligarlo a velar por ella amenazándolo con dar a conocer su identidad supuesta. No hubiera hecho falta, él había decidido protegerla con su vida mucho tiempo atrás.

Sintió que las pupilas le estallaban. Tosió, fingió acomodarse sobre el asiento. Cerró los ojos. Volvía a ser él, y ya no recordaba cómo era serlo. Se sentía incómodo dentro de su ser, no teniendo que montar un personaje, se sentía fuera de eje.

Pensó en ella. No había manera de que lo perdonara. No podía contarle la verdad, no había posibilidad de un futuro juntos. Tomó la carta y la rompió en mil pedazos, ya no quedaba nada de su último pasado. Nada de Antonio Gutiérrez. Estaba muerto.

 

El sitio estaba desbordado. No solo por el despliegue policial, producto del reciente robo, sino también por el asedio de la prensa y cientos de periodistas que querían acceder a los manuscritos recuperados. El lugar se había convertido en un destino de peregrinaje mundial. Filósofos, historiadores, políticos, escritores, pensadores, investigadores, el mundo entero quería ver los escritos.

El doctor a cargo del lugar estaba furioso con los guardias y recepcionistas, les recriminaba que hubieran dejado pasar al supuesto investigador del laboratorio de análisis, el antropólogo negaba con la cabeza.

 

__ ¡No puede entrar,  nadie! ¡Nadie! Por más que acredite ser el presidente de la nación, no puede entrar nadie. ¿Está claro?

Giró sobre sí mismo, con la intención de abandonar el escritorio de recepción, cuando se topó con las criminólogas que llegaban y detrás los abogados que  había visto con ellas. En efecto, Guillermo y Pedro ya se habían escabullido al lugar, había que alejar sospechas, y confirmar el resultado a quien en verdad participaba del plan que era Analía.

 

__Por fin _ dijo el hombre de mala manera__. Por acá _indicó que lo siguieran y volvió a hablar con la recepcionista__. Dame el libro de registro.

Caminaron hacia el final del pasillo, donde el investigador abrió una puerta. Ingresaron al cuarto de cámaras. En tanto Analía y Pedro cruzaron una mirada significativa.

__Estas son las imágenes __ dijo el hombre mientras solicitaba que les enseñaran la grabación del robo__. Y ese _ agregó enseñándoles el libro de firmas_ es el registro de su ingreso.

Analía se adelantó a tomar el registro.

__ ¿Qué manuscrito se llevó?

 

_La Tabla Esmeralda _respondió Analía segura de su postura__. El manuscrito de Hermes Trismegisto__agregó luego de observar la firma y la aclaración del ladrón y disimular el puñal en el pecho que sintió que le estaban clavando, ella sabía que quedaría en manos de Pedro, mas no quién sería el ladrón, y ahora dudaba del destino del secreto.

El doctor la miró absorto. ¿Cómo sabía que habían sustraído ese documento en particular? La observó entregarle la carpeta de control de ingresos y egresos a la oficial de policía, acercarse al monitor de seguridad y ver el rostro del malhechor. Luego, sin mediar palabras, se dirigió hacia la puerta y se retiró.

 Todos lo persiguieron con la mirada y luego enfocaron la vista en el libro de entrada: Antonio Gutiérrez se había registrado como el Doctor Eduardo Ladislao Holmberg, y eso pocos podrían descifrarlo, Pedro sonrió a Guillermo, y sintió la culpa de aún no haberle confiado todo a Analía, aunque el hombre les dijo que ni siquiera corrieran el riesgo, que el secreto valía más que el sentir de ella que igualmente no iba a cambiar.

 

En algún recoveco mental las frases que creyera inocentes de Gutiérrez, o quienquiera que fuese, empezaron a repetirse. “no sabes todo de mí”, “los dos ocultamos quiénes somos verdaderamente”,  “me gustaría poder decirte quién soy”. “Quien posea la Tabla Esmeralda tendrá un enorme poder”, “Analía quiero que sepas, que pase lo que pase, te quiero.”

Pase lo que pase _repitió en voz alta sin saber el porqué y sonrió para no llorar. Se odió. Pero ¿por qué Pedro lo había dejado? Nada cambiaba las cosas. Se odió por haber sucumbido nuevamente a los encantos de un impostor, por haber vuelto a confiar en él, por ser débil.  Por creer que había cambiado. ¿Cambiado? Se rio. Antonio Gutiérrez nunca había sido él, en verdad ese hombre no existía. Era un espía, trabajaba para La Legión. Era la serpiente que devora, y solo la había usado para encontrar la tabla y después, tirarla a la basura.

Aturdida llegó al departamento, abrió la puerta, cerró, se apoyó sobre la madera, y permitió que el peso del cuerpo devolviera la abertura a su lugar. Luego se sentó sobre el piso, acurrucó las rodillas contra el pecho y allí se quedó, quieta, obligándose a ordenar la cabeza.

No, él era una basura, nadie, pero de algún modo, la tabla solo podía estar en manos de Pedro, al menos esa convicción, la tranquilizó.

 

El comisario Malvárez llegó pasado mediodía.  Caminó agitado por el corredor principal viendo a Belén correr hacia él.

 

__Traté de venir cuanto antes. ¿Qué sucedió?

__No sabemos, aparecieron así _ respondió ella __.Los peritos están tomando muestras. Suponemos que usaron algún veneno.

__Esto ya no me gusta nada __resopló el comisario, que intentaba seguirle el paso a la mujer pese a lo agitado que estaba__. ¿No había nadie en la guardia?

__Sí, pero para cuando se dio cuenta, ya era tarde __respondió Belén, al tiempo que abría la puerta tras la cual se encontraban las celdas de los prisioneros.

Malvárez entró y se ubicó en el centro del recinto. Separó las piernas como buscando equilibrio, y colocó los brazos en jarra observando el reclusorio. Tenía cinco cuerpos prolijamente ubicados, uno en cada celda. La mujer y los cuatro hombres. Parecían dormidos.

__ Que levanten hasta el último indicio _ordenó__. De acá no se va nadie sin que me expliquen cómo mierda se mataron estos tipos si les sacamos todo al ingreso y acá no entró nadie.

__No hará falta _interrumpió un hombre vestido de traje y corbata que había ingresado al lugar acompañado de un grupo de tres personas__. Nosotros nos haremos cargo.

__ ¿Interpol? _ dijo Malvárez atónito.

__ Soy el agente Rafael Venegas _los hombres se estrecharon rápidamente la mano__. Les agradecería su colaboración en este caso, si fueron ustedes quienes interrogaron a las víctimas _ dijo

__Fui yo _ respondió Belén__. Yo los interrogué.

__ ¿Por qué le interesan estos cinco a Interpol? –quiso saber el comisario.

__Porque pertenecían a una organización que hemos estado vigilando por los últimos diez años o más _ contestó Venegas__. ¿Respondieron a sus preguntas?

__No respondieron a ninguna de ellas. Pero todos repitieron el mismo discurso. No obtuvimos nada.

__Es lo que suelen hacer.

-Les asignamos un abogado de oficio pues nunca pidieron uno.

__ Y así los encontramos _interrumpió Malvárez ofuscado ante esas muertes bajo su custodia.

__ ¿Tiene grabación de las declaraciones?

__Por supuesto __respondió ella, que tomó su celular, y tras buscar el registro de los interrogatorios en la red, los envió por correo electrónico__. En segundos recibirá los documentos, pero no le serán de mucha ayuda, no dicen nada que sirva.

_ ¿Usted conocía a la mujer, verdad? _preguntó  el agente.

--Eso creía.

 

 

Sentada frente a la ventana, podía ver la playa solitaria. El paisaje le robaba el aliento. El desierto infinito la rodeaba y resultaba un bálsamo a la vista. Cuánto pasado en pocos meses. Había tomado las riendas de la corporación de su padre y estaba empezando a disfrutar la mística de la empresa que él había amado tanto. Pero sin dudarlo, su muerte había sido el peor de los golpes. Y además estaba el vacío que se había alojado en medio del pecho en el instante en que comprendió que Gutiérrez la había usado para acceder al secreto que guardaba la editorial más allá que luego entendiera quién debía ser custodio de la tabla.

Pero antes de que Guillermo y Pedro llegaran allí, el hombre había logrado manipular a su padre y a Rubén para convertirse en una de las figuras más importantes, y con mayor poder de la empresa. Pero, por otro lado, ni su padre ni Rubén le habían contado sus sospechas que Holmberg había escondido los últimos manuscritos rescatados en Alejandría y que estaban investigando dónde. Pero Gutiérrez ya lo sabía. Y desde su fingida preocupación, había estado a su lado mientas desentrañaban el misterio que Rubén había tejido. Antonio sabía qué era lo que buscaban desde el primer momento, pero participar en la búsqueda fingiendo ser otra persona, le permitía estar en el momento exacto en el que descubrieran dónde estaban los documentos. Aunque lo que realmente deseaba era la obra de Hermes, su objetivo desde el principio había sido la Tabla Esmeralda, y allí es donde no entendía qué lo llevó al final, a aceptar el plan de Pedro y Guillermo, a dejarla en manos de Pedro. ¿Miedo?

Las imágenes que tenían del robo al centro de estudios antropológicos eran el  último registro que tenían de él. El hombre se había esfumado. Tenía orden de captura internacional, pero se lo sabía hábil. Veinticuatro horas después del robo, estimaba Interpol, Gutiérrez había adquirido una nueva identidad, había salido del país y modificado su apariencia. Era lo que sabía hacer. Y era el mejor de todos.

Sin embargo, Analía se resistió a la teoría del espía encubierto. Cuando salió del hospital fue a su departamento, nadie lo conocía. Revolvió de punta a punta su oficina en la empresa y, más allá de papelerío y documentos de trabajo legítimo, no encontró nada. No supo nada más de él. Solo cuando Pedro le dijo que le había entregado lo convenido, nada más. Lo odió.

Lo odiaba por mentiroso pese a cumplir el pacto final, por haberla hecho creer otra vez en él, porque ella de no haber aparecido Guillermo con Pedro, le habría entregado en bandeja el secreto que su padre había custodiado hasta el último día de su vida y que le había causado la muerte.

Escuchó su nombre, volvió a la realidad. Invitada por el gobierno de Egipto y la Unesco, esperaba en la antesala del hotel Ritz para dar una conferencia sobre los códices recuperados,  se  incorporó lentamente y caminó hacia el estrado. Saludó, sonrió y bebió un poco de agua antes de empezar a hablar. Estaba acostumbrada a participar en charlas y conferencias. Empezó a hablar, y su voz se deslizó cómodamente entre los oyentes relatando con pasión los sucesos de los días de locura tras el rastro de los manuscritos perdidos. Se detuvo en el detalle de haber hallado trescientos vellums en perfecto estado, con obras originales de Sófocles, Eratóstenes, Herodoto y varios, siguió describiendo el sitio que los resguardaban y por un segundo algo la distrajo. A lo lejos, en el fondo del salón, un hombre se retiraba de la sala. Las manos trémulas se le humedecieron, la boca se le secó, habría jurado que era él, Gutiérrez. Trató de agudizar la vista, pero el hombre ya no estaba. Volvió a concentrarse en el relato, respiró, trató de relajarse y de volver al público.

Cuando terminó la conferencia, volvió al lobby agotada. Con la intención de ir directamente a la habitación, enfiló por el corredor principal hacia el ascensor. Pero cuando pasó por recepción, el conserje la detuvo.

 

__ Madame Beltrán _ dijo en un francés elegante__. Un caballero dejó esto para usted.

__ ¿Dijo quién era?

-¡Si, por supuesto! _ contestó el hombre__. Un momento_ agregó mientras buscaba el registro en la computadora__. Dijo que se llamaba… Eduardo Holmberg.

 

Había estado en la conferencia. No había sido su imaginación. Pálida, siguió caminando erguida intentando disimular el temblor de sus piernas, el sudor frío que le recorría la espalda, las lágrimas contenidas en el rabillo de los ojos. Lentamente abrió el sobre, extrajo la hoja, una nota.

Una sola palabra en el centro: “Perdón”. Se le hizo un nudo en la garganta. Los latidos se dispararon, se concentró en el estallido de tristeza, en el vértigo que ocupó su cabeza y en el alma que se le escapaba para no volver. Entonces recién supo que había olvidado respirar. Lo hizo. Sintió que  la palma de la mano se cerraba sobre el papel y lo apretaba con furia. Lo estrangulaba, lo destruía, una y otra vez, hasta reducirlo a trozos triturados, húmedos y calientes.

Abrió la mano y los dejó caer.

Antonio Gutiérrez firmó el último documento, y, aliviado, se recostó sobre la silla tras el escritorio. Dejó que Venegas lo revisara y aguardó.

__ Si aseguras que la Tabla está en manos seguras, entonces ya está, oficialmente estás de vacaciones.

__Por fin, pensé que este día no llegaría nunca, llevo años esperando.

__ ¿Qué piensas hacer? _ quiso saber Venegas.

__Reinventar o recordar mi vida _ respondió al tiempo que se reincorporaba dispuesto a salir de la oficina de la agencia__. Hace casi veinte años que dejé mi identidad. Tengo que reencontrarme conmigo mismo.

_Los tipos que atraparon en el zoológico aparecieron muertos. Si no fuera por todo lo que averiguaste no tendríamos nada contra La Legión.

__El hombre asintió.

__ ¿Y la Tabla? Me hace ruido ese tema _ insistió Venegas__. Sabes que la obra mayor de Hermes Trismegisto debías de entregarla a Interpol para su análisis y resguardo.

__Pues apareció alguien especial,  créeme, está en las mejores manos.

__ Bien. ¿Qué sabes de  Disco y su gente?

Te están buscando.

 Riglos dejó que una risa contenida se escapara, y se dirigió a la puerta.

__ Es bueno volver a verte _ dijo Venegas.

El hombre caminó con cierta cadencia, casi contando los pasos que faltaban para llegar a la puerta y salir de la agencia. Cuando lo hizo, se deslizó hacia el exterior, y sin querer, giró sobre sí mismo y elevó la cabeza para poder   ver el edificio de Interpol por última vez. Observó su reflejo en los paneles espejados que lo recubrían y notó cierta tristeza en sus ojos, bajó la mirada y se perdió en las baldosas. Ensimismado en los pensamientos de tantos años, se dirigió a buscar su auto. Al subir,  un torrente de recuerdos desfiló por su mente. Se abrochó el cinturón, puso en marcha el vehículo, tenía un largo trayecto desde las oficinas al hotel donde se alojaba, solo oía el ronronear del motor, el murmullo de sus pensamientos. Había dejado Buenos Aires hacía dos meses, y desde que puso rumbo hacia Lyon, no había dejado de pensar en Analía su amor prohibido de años... Y no bastaba que ella hubiese hallado los manuscritos que su padre protegiera por años, ni que Pedro tomara la Tabla para bien de todos, no alcanzaba haberla protegido de La Legión durante la búsqueda, ni siquiera que el mundo la admirara por el descubrimiento. Nada era suficiente para desalojar de sí la culpa. Le había mentido, la había usado y, después, la había dejado para no volver.

Estacionó frente al hotel, entregó las llaves, saludó y se perdió en el mar de turistas que inundaban la recepción. Buscó su tarjeta magnética y se dirigió al ascensor. Observó el reflejo en los espejos del elevador. La raya diplomática en su traje oscuro disimulaba el arma que llevaba bajo su brazo, mas la camisa blanca no ocultaba la desazón de sus ojos. Trató de relajarse, estaba cansado. El aparato se detuvo, Riglos descendió con la intención de llegar a la habitación y descansar, pero apenas había dado dos pasos, cuando su celular nuevo vibró. Era número seguro. Venegas.

 

__Sí.

__Es Disco. Tiene a Analía.

El agente cero de Interpol se rearmó en segundos, presionó el botón del ascensor rumbo a planta baja, tomó su BlackBerry y envió un mensaje de texto. Las puertas se abrieron, corrió hacia la entrada del hotel. Ubicó en minutos su vehículo, aún en espera para ser estacionado, recogió las llaves, y lo encendió. Emprendió al instante el camino de regreso hacia el cuartel general, sin reparar en nada, mientras el vehículo se deslizaba sobre el asfalto, puso manos libres.

 

__ Te escucho.

__Recibí el llamado de la oficial amiga, Belén. Analía llegó de Egipto ayer _Riglos recordó la conferencia__. Esta mañana debían verse en las oficinas de la editorial. En cambio, se encontró con esto.

__ ¿Sus amigos, los abogados?

__No están, viajaron al parecer.  Mira.

El hombre recibió un archivo que había enviado Venegas en su celular, lo abrió y masculló un insulto.

__ ¿Me oyes? _ interrumpió la voz del otro lado de la línea__, lo mejor será que no te involucres.

__Ya estoy involucrado, Analía es mi sino, protegerla lo es, hacerme cargo __respondió con furia contenida__,  si no la hubiera expuesto, nada de esto estaría pasando. Disco me quiere a mí. Yo soy el doble agente.

__Disco quiere a Aróbaro _ corrigió Venegas.

__Es lo mismo _respondió __. La rescataré, nunca debí dejarla sola, ella es mi sino.

El agente cero cortó la comunicación, y sin más, se dirigió hacia el aeropuerto.

 

Ushuaia,  31 de diciembre de 2016.

 

Previos

“.. La invasión querido, llegaron.
Tienes que poder escapar, ya sabes cómo hacerlo, lleva a tu abuela.
... No, no quiero. Todos o nadie.
... No, ya lo hablamos, no los acompañaré, sabes que me necesitarán acá, llévate a la mayor parte de gente que puedas, los ingleses los ayudarán.
No queda tiempo, debes salir antes del amanecer de Varsovia, por favor.
Nunca olvides lo que te enseñé, ni cuándo y cómo usarlo.
... Abuelo, no quiero dejarlo, por favor, acompáñenos.
.... Pedro, querido, están llegando las tropas, tenemos que salir ya o no podremos, todos moriremos.
... Iré a buscar a los demás, abuela, esperen en el lugar que preparamos, abuelo, al menos escóndase allí… con él.
... Estaré bien lindo. Cuida de todos y llega a puerto seguro.
Usa lo que sabes con sabiduría, nunca bajes la guardia.
..."Las calles están desiertas, nunca he sentido este frío en setiembre, pareciera el frío de la muerte.”
...! Alto! Detente, judío asqueroso.
... No puede ser, no. Déjenme, necesito ayudar a los míos. No se rían, no me maten ahora.
... Soldado, déjelo. Que lo dejen, dije. Me haré cargo en persona.

....! No!  


Pedro empapado, sentado en la cama, se tomó la cabeza con ambas palmas, mientras el corazón saltaba en el pecho, y el aire se negaba a ingresar a los pulmones, en el recuerdo del primer encuentro con él.
Polonia, Varsovia, setiembre de 1939.


2016.


___El apellido no decía nada que confirmara o descartara las sospechas de Guillermo, la mirada y el rostro  sin palabras, lo comunicaban todo.

Extendió la mano para estrechar la ofrenda, con la certeza de  que la descarga eléctrica los mataría, Pedro lo supo a su vez. No les importó, a ninguno de los dos.
Al momento del roce las chispas quemaron saltando por el aire alrededor, y siguieron sumergidos en la mirada, apartando el contacto para  cortar la descarga.



... No me trates de usted, me siento un viejo, no lo soy.
... Perdón, tienes razón. Además... por lo que sé, tenemos algo en común.


“... ¿Qué esto mi Dios?
 Juraría que en un instante más de sostener esa mano caeríamos fulminados como atravesados por uno de los rayos de afuera, jamás  he sentido algo así, lo que me sucedió al aterrizar era premonitorio de esto. Aquellas sensaciones están regresando, me estoy hundiendo en esos ojos marrones verdosos, en esa sonrisa luminosa con los pocitos como los del nene, en esa belleza de hombre.

¿Desde cuándo evalúo qué hace a un hombre único?

Él contiene y genera la magia que hechiza el lugar como dijo Raúl, la magia parte de ese  dios pagano, del hermano mayor cuyo nombre no mencionó."


...¿Qué tenemos en común?
Yo veo algo, pero quizá haya más cosas. Tienes un hijo precioso, también yo, solo que más pequeño,   el mío es un bebé, casi recién nacido. Antes que preguntes cómo puede ser... te digo que lo tuvimos grandes, tengo cuarenta y cinco años…

Ushuaia, miércoles 06 de enero de 2016.



No supieron cuándo comenzó el siguiente día del nuevo año, entrampados en el otro, en los sonidos mezclados de la furiosa naturaleza afuera, del CD de Gustavo Cordero adentro, con perfiles cincelados a antojo por las luces y sombras de las velas, hablando de todo y de nada en susurros, sin motivos....”

 

Actual

 “Y finalmente nos casamos, por una ceremonia tehuelche, casi me causó un infarto cuando Pedro me subió a su montura y me capturó desde ese alazán imponente, mas ya nada puede asombrarme, la magia de este sitio me atrapó desde llegar hace un año. Finalmente aunque viajamos en avión, Agustín hizo traer el catamarán, antes de que nazca su hijo, desea pasar días en el hostal, tal vez recibirlo acá que siente su lugar, y nadie nos ha dejado ir al hostal, ni siquiera a la cabaña adjunta  donde viviera mi amor.

46 años tengo, un año hace que llegué desesperado y perdido al morir Ana, en ese alocado viaje de investigación al sur, tanto vivido, tanto recuperado, tantos riesgos y todo por vivir aún, la eternidad junto a mi sino, junto a Pedro.

Sé que Matías con Lucía y Gerardo, aquellos fieles empleados de los Beggio, han organizado nuestro casamiento por civil en el hostal, para  este primer aniversario del reencuentro en esta vida mía,  y me cuesta creer la vorágine de este año, caundo llegué al hostal perdido y sin rumbo, sin saber cómo criar a mi niño luego de la muerte de Ana, para reencontrar el todo en este sitio, para reencontrar a mi familia de siglos, y a mi amor eterno, que al fin será mi esposo, ya lo es, mañana lo será por civil, por ahora estamos todos en el catamarán, mi madre, mi tía, mi Dora, Cuca , Gaby y Alberto, los chicos, mi hijito que corretea balbuceante y comienza a sumar palabras, y ese otro hijo que  siento como propio, José Thomas, la prolongación de la sangre de los Beggio, el alma de aquel abuelo alquimista regresando a nosotros, tal vez… no, no seremos nosotros quienes lo digamos, será de mi hijito lo que ellos deseen ser. Por ahora, Gaby dejó listos los papeles de adopción mutua, como siempre deseamos, queremos lleven y se sientan Graziani- Beggio o al revés, mas crecerán como su sino disponga, hermanos, compañeros, amigos, y serán lo que ellos decidan, sabiendo que  incluso llevando los dos apellidos tienen un tercero, el materno que es diferente. No deseamos que olviden en la eternidad que tuvieron mamás diferentes, que no son hermanos de sangre aunque nos digan papás, no deseamos que olviden a Ana y Camila, una ausente, la otra abandónica, pero guarden o no recuerdos, nada debe de impedir si llegaran a amarse como pareja más adelante en el libro de sus vidas, que lo sientan y se realicen, pueden decirnos papás a los dos, sin embargo tienen que tener en claro que no son hermanos de sangre, y que nosotros, separados por mis muertes y renaceres, equivocados y aturdidos, alguna vez nos casamos con mujeres, las quisimos sin que fueran el amor, y ellos fueron concebidos desde ese querer.”

- Tu boca hecha de miel, tus ojos bellos dos luceros que me miran hasta el corazón,  todo tú eres un rey en mis sentimientos, cada parte de ti es para mí un sueño, tenerte junto a mí,  te amo desde tus cabellos hasta el alma.

En amarte así me siento rey de tu corazón pues contigo vivo tocando el cielo con las manos, tú,  dulce ser me llenas el corazón de felicidad porque tu echaste lo peor de mí para hacerme ver lo mejor.

Tu boca que lleva miel en tus besos hace a mi corazón cantar, y tu piel fresca como el perfume de jazmín me hace enamorar cada día más de ti pues cada vez que me faltas no duermo pensando en ti

Tú, que vives agradecido a Dios porque nos regaló un ángel en mi vida donde seré tu eterno enamorado, porque no hay amor tan grande y tan puro como el nuestro, no habrá nadie que te quiera como te quiero a ti _susurró Pedro.

 

__Papi, ¡por fin en casa! _ exclamó el hijo disparando la mirada hacia todos lados mientras navegaban por el Beagle.

__Una de nuestras casa, hijito, recuerda que viviremos en Buenos Aires para que estudien en los mejores colegios _ le advirtió Pedro revolviéndole el cabello, mientras Guillermo con Fabián hurgando en su rostro los miraba con ternura.

__Lo sé, pero dijiste que vendríamos en vacaciones.

__Y lo haremos, siempre volveremos al sur, precioso.

__Quiero ir a la casa, Fabián no conoce mi patio de juegos _ continuó enfurruñado.

__Luego hijito, recuerda que los papás se casarán, y tienes que darnos los anillos, y vestirte y ayudar a Fabi, son nuestros príncipes _ le dijo zalamero Pedro.

__ ¿Y quién nos preparará?

__Cuca y Dora, o las chicas o el tío. A propósito, ¿dónde están ellas? __ interrogó Pedro pues había perdido de vista a las mujeres.

__Dora al parecer quería saludar a lugareños, y visitar la zona donde estaba el museo, extraña, fue mucho tiempo acá supongo _ le respondió Guillermo y la mirada de Pedro pareció centellear e irse al pasado mientras asintió.

__Bueno, ve a decirle al tío que  quieres ir al patio de juegos, que se arrime a nuestra cabaña,  que no espiaremos en el hostal.

__ ¡Sí!

 

Pedro fue por una botella apenas entrar  a la cabaña anexa al hostal que fuera su casa por años.

__Tantos recuerdos, no puedo desalojarlos de mi mente, aquella noche mágica en que llegué, la tormenta, el nene recibiéndome y detrás el padre, el impacto del reencuentro, aquella mágica habitación que me asignaste para mi disfraz de investigador y escritor, nuestras noches de insomnio entre volutas de humo, whisky y café intentando reconocernos, negar lo evidente, miradas, roces, descargas, abrazos, tus dudas, mi incredulidad, aquella magia en la mutua atracción, yo como el nene quisiera quedarme a vivir acá, como lo deseé aquella primera vez _ confesó Guillermo abrazando a su amor perdiendo la mirada en el rostro bello, aspirando la brisa fresca.

__Tenemos una eternidad para regresar, y lo haremos, no dudes que vendremos cientos de veces _ lo consoló Pedro que le tendió un vaso con un brebaje oscuro.

__ ¿Esto qué es? __ exclamó Guillermo con picardía más para bromear que por curiosidad.

__ Licor de dioses _respondió él, con una sonrisa enigmática que su esposo bien conocía.

__Has querido envenenarme muchas veces y no lo has conseguido.

__Siempre queda la esperanza. Prueba. _ Y Pedro le colocó el cuenco bajo las narices.

__Ah… __ Guillermo puso cara de conocedor__. Es de arrayán o de hayas. Pero tiene un toque de…

__Te voy a ahorrar la curiosidad sabihondo. Tiene vino, limón y azúcar, es un excelente elixir. ¿No te parece?

__Lo hiciste a escondidas. ¿Cuánto lleva en reposo?

_Una semana al sol y seis a la sombra, aún tengo secretos, no intentes tan pronto sonsacármelos a todos, o será aburrida la eternidad.

Guillermo sorbió encantado el exquisito brebaje, las mezclas de Pedro eran para el goce de los sentidos, para crear placer, su precioso ahora gozaba de la vida. En cada encuentro hacía acopio de caricias como si algo pudiera separarlos.

De súbito se apoderó de sus labios que sabían a licor de arrayán y lo degustó de los recovecos recónditos de la boca de Guillermo, nunca se saciaba de él, poseía una natural disposición para el amor, daba tanto como recibía, y entre ambos descubrían cada día nuevas formas de amarse. Sin que ninguno hablara las manos hurgaron bajo la ropa, y rodaron sobre las mantas como dos cachorros, prodigándose besos envueltos en el vaho del vino que enturbiaba los sentidos.

_ Quiero que lejos de separarnos antes de casarnos, y para recibir el nuevo año,  pasemos la noche solos, en una cabaña del bosque _ dijo Pedro seductor, y el deseo de Guillermo se reavivó.

__ Creí que lo haríamos en tu cuarto de la casa, donde todo comenzó.

__Hay mucha gente, por mí te llevaría a la reserva, pero no hay tiempo, debemos terminar con la misión, iremos a una reserva de parques más modesta por ahora, ¿sí?

Pedro sentía a Guillermo parte de su carne, hacía siglos que le había entregado su corazón, y era lo único, el único que existía. Solo pasarían horas allí, se casarían, dormirían unas horas para volver al avión, el viaje era largo, la luna de miel requería resguardar antes el tesoro, y Pedro aún no se recuperaba de la conmoción de amar a su hombre, de los sucesos de ese año, pero los hechos se sucedían y encadenaban con tal rapidez que se sentía suspendido entre el cielo y la tierra, y en la mirada cálida de Guillermo siempre había una bienvenida e invitación.

Dejaron a los chicos, amigos y familiares en la cabaña junto al hostal, habían saludado a pobladores originarios, lugareños, y a Matías  durante la ceremonia que les organizara. Este no dominaba los sentimientos hacia Pedro, perdía su mirada clara en él, pero sabiendo que era Guillermo su amor eterno, eso le ratificaba que no era su sino, que este ya aparecería sin que lo esperara, que solo necesitaba fluir, y que el tiempo le develara la verdad, y con gusto les había preparado el hostal para el casamiento, hasta había trasladado a los huéspedes que empezaban a llegar, para darles ese regalo de reencontrar el pasado año, y esas pocas horas antes de partir.

Solo llamaba la atención la falta de noticias de Analía que les prometió estar presente. Meses después recién conocerían su destino y derrotero.

“La lluvia cae despacio y se escurre entre las estepas de mi corazón nutriendo tanto amor atrapado, tanto dado y que me han dado.

Escucho su canto y se me abre el pecho de esperanzas y respiro profundo ante la belleza de un cambio interior que derrama luz.

Y el pájaro tan lírico del alma sale a destiempo y en el reloj cucú no hay puertas, que antes cerradas, aprisionaron el aletear de su lenguaje limpio.

La mansa quietud del día primero de este año es la primera palabra que pude utilizar aunque hay otros sentimientos que retozan y un volcán que explota en este idioma interno que pocos comprenden de mi boca.

Y sin aliento, volviéndome tan loco, hay mudez y llanto al mismo tiempo.

Un universo completo y tan vacío, un mar que está lejos, el verde de mi espíritu que en blanco se tiñe y se consume y no se entiende el existir que voy midiendo con el centímetro en trozos y restos.

Pero estoy tan vivo y creyente de este elixir y en tantas misiones he sido designado, que, nadie sabrá lo mucho que hay en mí si aun  dejándome expresar todavía soy nada.”

 

La cabaña en medio del parque nacional más parecía un refugio que otra cosa, sin embargo Guillermo al ingresar vio el espíritu de Pedro en el sitio, pulcro, ordenado, meticuloso, el sitio era encantado y encantador, con un catre arrimado a una mesa llena de libros, y a una ventana, una chimenea, un hogar, un cuenco llenos de piedras sobre el piso de ladrillos, la piedra y la madera en paneles que tanto le impactaran en el hostal un año atrás, las velas,  y una mesa de  madera con   bancos rodeándola, no necesitaban más.

Pedro había ido por leña, o estaría saludando gente, Guillermo se aventuró al exterior, un extraño ulular lo paralizó, una sucesión de cortos bramidos, se recordó que nunca debía salir sin su amor en esos parajes, no podía pedir ayuda a gritos, menos salir corriendo a refugiarse en la cabaña, mas en ese instante de terror recordó a Mateo, a cuando juntos con Pedro vencieran el mal, y su mente se tornó lúcida, fresca, adquiriendo un aplomo desconocido. En lugar de temblar, su cuerpo se tornó flexible, en vez de detenerse su corazón latió acompasado, se sentía dueño de la situación.

 

_ Quieto, no te muevas.

La voz calma y sensual de Pedro lo acompañaba.

El silencio era abrumador, escudriñaban en la oscuridad de la reserva con toda la fuerza de la intención, para al menos saber de qué animal, de dónde podría venir el ataque, Pedro leía su pensar y se anticipaba a las preguntas.

__Detrás del cerco, entre arbustos congelados. Nos está observando, pero no nos hará daño.

La voz inusualmente serena evitaba que Guillermo entrara en pánico.

__ ¿Está hambriento?

__No lo creo. __ La risa suave lo tranquilizó__. Y aunque lo estuviera, no nos elegiría, dejemos que pase de largo, por el olor es un macho en celo tras su presa.

Guillermo se admiró de la sencillez con que Pedro le explicaba todo.

Por un rato la fiera permaneció allí, asomada, mirándolos  a los ojos, y luego del mismo modo sigiloso en que había llegado, dio la vuelta y caminó alejándose pavoneándose de su poderío y belleza.

Pedro tomó la cintura de Guillermo desde atrás y lo guió hacia la cabaña. Pedro reavivaba el fuego preparando un brebaje porque Guillermo temblaba, había presentido el peligro ante el bramido que había sonado cerca, y  su sexto sentido le dijo que si Guillermo había salido, podría estar en peligro, por suerte, él había actuado con cautela, se había quedado quieto, callado, pero ahora notaba sus nervios, temblaba, y estaba helado, como en aquellas noches primeras de tormenta y nieve del año previo.

__Bebe esto _ lo conminó, al tiempo que lo arrastraba al catre para cubrirlo con las mantas, de a sorbitos, no temas, son solo hierbas, te sentirás mejor.

Guillermo probó un sorbo, y pese al sabor peculiar no le disgustó, le reconfortaba, y el brazo de Pedro en su espalda también, él no cejaba en su intento de devolverle el bienestar, de protegerlo, quizás arrepentido de ese escape fuera de la seguridad de la casa.  Guillermo se dejaba arrullar por las palabras, y de pronto asumió recordando lo vivido, la fugacidad de la vida de los otros, el dilema que estaba viviendo su niño sabio, portando ese secreto ancestral sin poder usarlo.

__ ¿Qué pasa? __dijo Pedro sin poder resistir la pena que vio en los ojos de color café, la mirada que se enturbió de lágrimas que él pugnaba por retener.

__No llores, no puede pasarnos nada, además estás a salvo conmigo. Ven mi amor.

Pedro lo retuvo entre sus brazos y Guillermo se lo permitió, la necesidad de apoyo y amor era fuerte, amén de su deseo de ser protegido unido a su fuerte deseo de hombre que comenzaba a crecer cada vez más, Pedro olía a carbón y humo, la camisa áspera de campo raspaba, pero nada le importó, desde que supo quién era nada más importaba, salvo los momentos que vivían, peligrosos o en calma, con Pedro había podido creer en la existencia de un par que lo amaba incondicionalmente, capaz de preocuparse por su bienestar  y el de los chicos, capaz de darse por entero y recibirlo, de haber equilibrado las fuerzas que como losa de piedra lo comprimieran al llegar un año atrás sin norte, sin  rumbo, cuando las nubes se amontonaron presagiando aquella tormenta reflejo de las propias, de esa familiar pertenencia al mundo de los hombres solos del cual Pedro lo había rescatado, y él a su vez.

Pedro lo mantenía atrapado, y permanecían así, contemplándose el uno al otro, por segundos que eran siglos de indefinible significado, cautivados, enamorados.

 

_La brisa suave y perfumada, azota tu ardiente mirada. Fue solo verte y descubrir la ternura escondida en todo tu cuerpo, que atrapa mis sueños. Las curvas de tu cuerpo engalanan el horizonte. Tu belleza, desnudez, tu mirada encantan como la lluvia al paisaje cuando caminas entre la arena, acercándote a mi lujuria de hereje. Siento el aroma de tu piel y la pasión y el deseo me turban. Sin pudor ni malicia, tus manos acarician mi pecho, abrazo tu cintura y estrello en mi cuerpo tus pezones.

Mi sangre bulle en mi cuerpo como un mar de lava ardiente. Tu boca y aliento en la mía, con el único horizonte de tus pestañas. Allí cuando los pétalos de tus manos dibujan caricias en mi espalda. Tu mirada cristalina enturbia mis pupilas. Mueren mis otoños en tus primaveras con la humildad de mendigo cuando mi boca acaricia la bella  hondonada tallada en tu ombligo.

Amarte es como un despertar de todas las ausencias. Un rojo de soles enerva mi sangre, en la búsqueda del éxtasis final abrazando tus piernas, entre el mar de tus ojos, en dicha celestial.

Sonrojadas tus mejillas, caminas y te pierdes en el mar. Y allí quedo yo, aferrado al silencio,  mi sangre  en agonía y  esperando tu regreso y tu amor. Mis recuerdos navegarán en el mar de tus ojos. Hasta la próxima vez.

_ Tu mirada es la mirada entre un hombre y  otro que sienten amor,  es  como palabras secretas, un código para llegar al corazón, esas miradas se buscan con cualquier excusa para verse cuando se enamoran.

Las miradas entre dos personas que se enamoraron son porque no se atreven a confesarse el amor que sienten, por eso dejan como un puente entre los dos esas miradas dulces y llenas de amor en silencio.  Cuando se miran diferente  es porque sin saber el amor entró en ellos, porque sin saber, cupido los flechó pero guardan en silencio ese sentimiento,  en secreto en los corazones.

Tu espalda, ese lugar protegido  donde lo prohibido se vuelve proscrito. Tu espalda es mi descanso, mi sosiego, la calma después de haber amado, el refugio donde llego a lamer mis heridas  en este ser angustiado. Tu espalda, esa caída al vacío,  ese vacío que colma mis deseos, esa llamada a lo primigenio... Tu espalda es taller de mi  obra en las noches que paso desvelado. Tu espalda tiene el fin de cada día, es el sueño y un beso ya descansado. El reposo de un comienzo sin final  en un tiempo donde tú te difuminas  en cuanto soy gracias a ti, sí, porque tú me haces mejor  a cada instante.  Y si todo se me hace cuesta arriba, si la vida se ensaña con mi vida, más que nunca,  tu espalda es necesaria pues si es dura la mano  del destino, tu espalda es el altar donde me inclino para llegar a Dios con mi plegaria.

 

Pedro cubrió a Guillermo con la manta de campaña, formando una cueva penumbrosa sobre la alfombra junto a la fogata, deseaba recibir el nuevo año dentro de su hombre o al revés, siendo ese uno eterno desde entonces y ya para siempre. La noche estaba helada, pero la tibieza de los cuerpos los reconfortaba. Él recorrió con su boca el cuello, los hombros, las clavículas de Guillermo, hasta anclar en los pezones, los lamió con minuciosa dulzura y sorbió hasta que escuchó el gemido que esperaba. Entonces intentó recolocarlo, acariciando sus partes íntimas, acarició y frotó sus ingles hasta que Guillermo rendido abrió sus piernas, su hombría enhiesta esperaba, Pedro le sonrió y colocándose sobre él, se dejó caer sobre el regazo de su hombre que así lo penetró hasta lo más profundo, permitiendo a su vez que Pedro lo cabalgara a su gusto, llevando el ritmo que deseara cuando Guillermo no lo reubicaba desde las caderas aferradas por sus manos, la postura se les antojó deliciosa, dominaba el encuentro uno o el otro como jamás lo habían hecho. Se adivinaban bajo la manta, se enredaban y entretejían, iluminados apenas por el resplandor del fuego, oyendo muy lejos el ulular de la sirena del faro anunciando la medianoche, las explosiones que no verían en el cielo, sino tras sus párpados en el éxtasis. En ese momento íntimo, cuando existían solo ellos dos, los ojos expresaban toda su bravura, dejaban salir a los machos agazapados en el día y tomaban uno u otro las riendas para brindarse el mayor placer y exigir a cambio el que el otro necesitaba. Estaban completos, nada más necesitaban. Se habían encontrado un año atrás uno al otro luego de merodear solitarios por esta vida, ya no existiría otra separación, y por ello al llegar a la culminación el grito fue mayor que el bramido de la bestia, Pedro se derrumbó agonizando sobre el pecho de Guillermo, los corazones latiendo al unísono. Dos corazones que desde eones eran uno solo.

__Feliz año nuevo, precioso.

__Feliz uno más de lo eterno mi amor.

 

EPÍLOGO

 

01 de enero de 2017

Ingresar al hostal fue impactante para ellos, más de lo imaginado. Matías había cumplido con creces su rol, y todo estaba preparado como en un cuento de duendes, sin embargo, más allá del casamiento, la mirada se perdió en los recuerdos. Guillermo observó a su cuñado, y lo vio un año atrás en esa recepción con cara de pocos amigos y el ceño fruncido, el comedor y las mesas relucían esperando el banquete, en el pequeño salón los aguardaba el juez y los pocos íntimos que se encontrarían allí, familiares, amigos de la base, Matías, Dora y Cuca que ya tomaban sus pañuelos, Alberto, Gaby, mas Guillermo como tras un manto de niebla lo que veía era dos sombras compartiendo confidencias entre cigarros, whisky y café, tan solo un año atrás. No solo festejaban el inicio de un año, el cumpleaños algo atrasado de Fabián y ese matrimonio, sino el aniversario del ansiado reencuentro definitivo en esta centenaria vida de Pedro en la cual se despertara su don.

 

_! Ey, hermano! __ los despabiló Agustín__. El juez los espera, iré por los chicos que son un primor.

 

Agustín, las lágrimas se agolparon tras los párpados de Pedro, ese hermano fiel y compinche, siempre presente, siempre fiel, a su lado  sin reservas, sin llevar su sangre, él y los Beggio que le dieran mucho más que un apellido, una vida respetable en un mundo donde no encajaba, una carrera,   ese hermano le daba todo aun sabiendo que no  era un Beggio, que no podría darle la eternidad, y de solo pensar en eso, volteando la mirada hacia Gaby y su sonrisa, testigo de Guillermo, Alberto tan fuerte y vital como Agustín su testigo, el mismo Matías que le susurraba que les tenía preparada para esa noche la suite que Pedro le destinara al escritor un año atrás, al pensar que debía dejarlos ir en su momento, portando el secreto de la eternidad, sintió una tenaza aprisionándole la garganta, donde morían las palabras, y el llanto pugnaba por salir. Guillermo lo supo, era su propio sentir, y solo atinó a darle su apoyo apretando su mano, conteniendo su dolor. Era su Pedro, el niño sabio, él tenía la tabla esmeralda, los secretos del alquimista mas sabía que no la usaría fuera de lugar. En la mirada que compartieron llegó el alivio, ellos completarían su sino, disfrutarían de cada minuto de cada vida como del último, y cultivando el profundo amor que se tenían sabían que así como sucediera con ellos, al fin los verían partir a otro plano para luego regresar, en otro cuerpo, con otro rostro pero estaban seguros, que los volverían a reconocer, pues Pedro no podía dudar que todos ellos, y mucho más Agustín, eran almas compañeras de vidas, y así sería por la eternidad.

Los esposos no quisieron descollar en el vestuario, tan solo un traje elegante y sobrio, una corbata, una camisa especial los cubría, mientras pensaban que no creían en los lazos de sangre, sino en los hilos que hilvanaban las almas, y el alivio llegó como si el nudo de las corbatas se deshiciera, en la certeza que vistos desde el cielo, todos ellos estaban reunidos en el mismo campo de luz.

La emoción reapareció al ver ingresar a los chicos, Josecito, sí, con un trajecito celeste y corbata azul, los miraba desde la profundidad del alma vieja del abuelo de Pedro encarnada en él, y aferraba de la mano a Fabián con sus ojazos asombrados y empeñado en caminar, con sus primeros pasos en aquella vida unido al niño mayor que nunca lo dejara desde conocerlo un año atrás.

Agustín y Matías parecieron empujarlos hacia el juez, quien conocía desde llegar al sur a los Beggio, y que sentía que ese muchacho de sonrisa franca y mirada clara al fin encontraba su lugar. Había celebrado su unión con la muchacha rubia, sin embargo entonces tras  la pompa impuesta por ella, sintió que aquello no sería de verdad, en cambio,  ahora lo veía uniéndose a un par, y lo único que percibía entre ellos y hacia los demás era la pureza del amor, tal vez si hubiese sido sacerdote, pudiera decir francamente que un aura blanca azulina rodeaba a la pareja, a sus hijos y a todos en la magia del hostal.

Los testigos habían ya entregado documentos, y el juez los saludó con afabilidad, sería el primer casamiento formal en esa impredecible eternidad que tal vez siglos por delante les permitiera mucho más, y hasta una bendición de Dios.

Cuando todos estuvieron tras ellos, los chicos de la mano como los amantes frente al escritorio del juez, las palabras formales solo fueron oídas de fondo, pues Pedro recibió en el inicio un ramalazo de recuerdos de uniones y vidas pasadas siempre con él, con Guillermo, y este que iniciara el periplo con los recuerdos de su viaje  accidentado en la anticipación, con el ingreso en el año anterior, la mirada de José que lo cuidara de que no enfermara, y el encuentro mágico con esa mirada del dueño del lugar, con esa sonrisa con pocitos que lo perdió, con esa certeza de consumirse en la electricidad del primer contacto, de pronto pudo seguir a Pedro en su viaje universal más allá de ese inicio de esta vida en el judío que amó en Varsovia,  desde que tropezaron las miradas sus ojos se quedaron prendidos,  atontados en imágenes, y el alma descansando en la gemela, en esa mirada dedicada, prendido quedó de esa mirada que transmitía sin tapujos los sentimientos del hombre desde los albores del tiempo, y no hubo palabras entre ellos, ellas ya no eran necesarias.

 

__ ¿Repito la pregunta? __ la voz del juez los sacó del ensimismamiento eterno y parecieron reírse de ellos mismos  al comprender que se habían ido muy lejos de allí.

__Pedro, ¿aceptas por esposo a Guillermo  y prometes amarlo y serle fiel hasta que la muerte los separe?

Pedro intentó reencontrar su voz, mas sabía que solo la mirada le diría a Guillermo todo lo que en palabras no podría expresar.

 

__ Desde que despierto, la mañana brilla largamente, porque pienso en ti y tengo un motivo para sonreír, un motivo para seguir luchando y así poder alcanzar mis sueños, porque mis sueños siempre llevan grabado tu nombre. Y tú eres el que dicta toda mi vida. Y tú eres el que todos los anhelos llaman. Sientes mi alegría cuando te veo. Sabes cómo son las noches sin ti. Te prometo que no te olvidaré y si los días se alargan, viviré para recordarte. Tú eres el que comienza con a, eres la definición de la palabra amor.

Te he esperado por tanto tiempo, en tantos sitios, tras tanto dolor, te he amado desde que todo comenzó y reconocido entre millones una y otra vez, te amo como siempre fue, pues sí que el amor es un acto de fe que jamás perdí pese a la tardanza en el reencuentro, un acto de voluntad, un  acto de verdadera libertad, que sí, te acepto por esposo desde siempre y hoy y prometo amarte, respetarte, en lo bueno y en cada obstáculo, serte fiel como siempre ha sido, por toda la eternidad.

 

El juez no pudo entender la profundidad de lo dicho, mucho menos nadie  entrever lo que hablaron las almas,   pero una emoción mucho más profunda si cabía lo embargó, la misma que hacía que Dora  tras casi con más de un siglo esperando esa unión apenas se sostuviera en pie, llorando sin reparos en el mismo amor, viendo cada momento de los que se sucedieron entre esos dos seres que hoy al fin se unían para siempre.

__Guillermo, ¿aceptas por esposo a Pedro y prometes lo mismo?

__Perdón si me fui, perdón si te hice esperar, perdón por morir, y renacer, perdón por cada momento de soledad y desencuentro, mas yo creo que el amor no es tan débil como para acabar por cualquier circunstancia extrema de la vida de un hombre, el amor resiste a toda adversidad, política, racial, histórica ,geográfica, y mi amor, lo sabes,  resistió hasta la muerte y más allá como el tuyo que me esperó, y porque el alma no tiene género, es que hoy se nos permite esta unión impredecible siglos atrás, y en ella, te acepto por esposo y prometo amarte, serte fiel y respetarte, cuidarte, apoyarte y protegerte, caminar la misma senda por toda la desconocida eternidad.

 

Las lágrimas corrían raudas e imprudentes por las mejillas de todos, y resbalaron muchas más cuando los hijos entendieron su papel, el mayor sacó una cajita del bolsillo de su trajecito, y llevando la manito del menos, cada uno entregó a su papá en esta vida una alianza, para retomar luego su unión que parecía eterna en esas manitos unidas siempre a la par. Las alianzas se deslizaron y brillaron como las miradas, terminaron de fundirse en un beso sin apuro, sin prisas, la eternidad les daba el lujo, y tras las firmas, con vítores y aplausos que eran un eco lejano, el juez los declaró unidos en matrimonio igualitario.

Lo que vino después los separó, cayendo en abrazos y besos húmedos de todos los presentes, en las  delicias de la Patagonia que añoraron,  en ese banquete de centollas y cordero, de postres y bebidas, de música suave culta, y el vals que siguió después, el ensueño de una de tantas de las ceremonias de esa eternidad.

La pareja despidió con amor a cada invitado, las miradas lamieron cada rincón atrapando recuerdos de cada momento en el sur, vieron a los seres destinados a estar con ellos llevar a los chicos a dormir, oyeron pese a no desear despedidas el compromiso de llevarlos muy temprano al aeropuerto de parte de Agustín, y al fin los recibió con el tumulto de más, esa suite que Pedro acondicionara para el profesor y escritor, con su somier inmenso, su bar, su escritorio, y biblioteca, y tras los cristales la magia de la noche del sur, testigo eterna del amor que se prodigaron los cuerpos, pues las  almas eran una sola desde eones, y reinventaban el amor en esa noche última por ahora en el hostal que los vería regresar una y otra vez.

Cómo definir la locura cuando mi locura eres tú, mi locura es sentir tu cuerpo,  cómo definir esa primera vez en la que  sentí que entraba en un túnel  húmedo demasiado estrecho mientras que yo te sostenía  fuertemente por tu deliciosa cadera, mientras mi pelvis golpeaba en tus nalgas…  Una vez dentro de tu cuerpo nos quedamos quietos,  parados, mirándonos a los ojos unos instantes  con la mirada perdida en la excitación,  jadeando los dos al mismo ritmo,  mientras nuestros cuerpos seguían unidos en uno,  sintiendo la lubricación que se formaba en nuestros genitales,  mientras tu  sexo y el mío pulsaban rítmicamente,  apretando  mi virilidad dura dentro de ti de una manera latente. Entonces, espontáneamente, solo comenzaste a moverte  poco a poco, aumentando gradualmente la velocidad  y los gemidos que comenzaban a ser música en mis oídos,  te movías de una manera increíble,  mucho mejor que cualquier  otro experimentado  conocido, penetrándote sutilmente,  haciendo círculos con tus caderas, de ida y vuelta,  de arriba a abajo, fue delicioso tenerlo así,  mi hermoso amado sentir tu delicioso cuerpo entre mis manos  moviéndote locamente sintiendo ese inmenso placer. Escucharte gemir y gritar incontrolablemente,  escucharte decir que te gustaba muchísimo,  que te volvía loco sentirme dentro de ti, estábamos completamente locos. El único sonido en la habitación,  era el de  nuestros propios cuerpos, el de nuestros propios gemidos,  el excitante ruido de nuestros cuerpos chocando  en intensos empujes, tus gritos, el ruido de la cama  que parecía que iba a romperse protestando  por la pelea que nuestros cuerpos estaban teniendo  encima de ella, golpeando el cabecero contra la pared.  Después de un rato cambiamos de postura,  levantando tus piernas sobre mis hombros,  yo encima de ti, mi penetración era aun más profunda,  sintiendo en cada embestida cómo lograba tocar tus entrañas,  intensificando los largos y fuertes gemidos  que de tu garganta salían cuando me sentías más profundamente dentro de tu cuerpo,  y poniéndote en cuatro, estilo perrito,  para disfrutar del espectáculo de tu lisa espalda,  tu cintura  y tus glúteos  mientras te tomaba de esa cintura  y te daba deliciosas y brutales embestidas haciendo que los fluidos de ambos produjesen  excitantes ruidos al golpear nuestros cuerpos,  mis testículos chocando una y otra vez  contra tu cuerpo golpeando tus glúteos,  vaciándonos por completo hasta caer rendido a tu lado.

Cómo definir el amor intenso de nuestra primera vez si tú eres la definición del amor.

_Para hablar de amor necesitaríamos primero entenderlo,  hablar de amor no es solo un te quiero,  un amor mío cuando todo está en silencio,  hablar de amor es escuchar con el corazón,  ponerte en el lugar del otro,  poniendo al otro siempre por delante de ti,  por encima de todos, no solo es escribir  versos o prosas porque de amor  no se habla, se demuestra con el día a día.

Cómo hablar de amor sin hablar de ti,  tú eres el amor de mi vida,  hablar de ti es hablar de algo inmenso,  eres mi cielo porque siempre te llamo cielo porque sin ti me falta el aire, siento que me muero, tú me das alas, me das la energía suficiente  para superar la vida, eres la ternura personificada,  eres quien me saca la pasión, tú eres un ángel siempre con la ternura en cada caricia, en cada beso, pasión en tu mirada, fuego que arde,  la pasión de las caricias. Para hablar de amor no es necesario gritar,  con susurrarte al oído un "te amo, vida mía " sin gritar tu nombre y no es porque sea un secreto,  pero solo con que tu alma escuche un te amo sincero es más valioso que un grito en medio del silencio, te amo mi cielo, esa frase que hace que  las mariposas vuelvan a revolotear en tu estómago  al amarte. Me vuelvo loco si me embriaga el sonido melódico de tu charla susurrada y el contacto de tu mano me da la vida y me mata. En tu boca roja y fresca beso, y mi sed no se apaga, que en cada beso quisiera beber entera tu alma. Siento al ceñir tu cintura una duda que me mata que quisiera asesinar y morir  en un abrazo  de todo tu cuerpo y tu alma.

 

Polonia. Varsovia. 03 de enero de 2017.

 

El sendero nevado entre altos árboles  que proyectaban sombras fantasmagóricas los condujo al sitio donde todo comenzó, como les relatara Pedro, pues solo en esta vida y para vencer el mal, para salvar el secreto de Hermes, es que recordaba había despertado su don. Quizás el todo comenzó fuese Hipatia, o esos filósofos o más atrás mas él hablaba desde donde todo cobraba sentido en sus vidas, y mientras recorría esa tierra, en su mente oía la voz de su abuelo,  se agolpaban las imágenes de su infancia, de su entender que comulgaba con el alma de las plantas, de la naturaleza, del horno del alquimista, también de esa figura negra que vencieran con su amor en el sur, de la huida, del viaje al sur, de Guillermo renaciendo para morir, de años de peregrinar en soledad, todo paseó por su mente en segundos, pero ahora estaban allí, y la cabaña que semejaba  la de un guardabosque,  con los materiales del hostal, guardaba un secreto, que nadie conocía… todavía.

__ ¿Por qué vinimos acá, papi? _ preguntó José mirándolo y entendiendo.

__Porque en este sitio vivieron los abuelos, los bisabuelos, en este país nació papá _ balbuceó Pedro como en trance ante la atenta mirada de Guillermo que desconocía de aquella casa y del bosque encantado, de la  cabaña, y empezaba a entender dónde se guardaría la tabla esmeralda.

__ ¿Naciste aquí papi?

__Sí, precioso, y acá  vivió toda la familia, mi abuelo… 

__ ¡Pedro!

 

La advertencia de Guillermo llegó a tiempo, aunque Josecito fuera él, debería guardar apariencias, no sabía hasta dónde entendía su mente.

__Mis antepasados nacieron y algunos murieron acá, otros huyeron durante una gran guerra hacia el sur.

 

Guillermo no terminaba de entender, el hostal tenía sitios mucho más seguros para guardar el tesoro, esa cabaña volaría con el viento, con un temporal, no terminaba de entender pues él nunca lo dijo, cuándo había comprado esa casa, ese sitio, qué guardaba allí, el porqué sería la tumba del secreto de Hipatia.

Pedro leyó sus dudas, y comenzó una especie de cuento.

 

__Nadie supo, pero cuando fue concebido el niño- lo decía por su hijo__ en la comprensión de quién era, en un sueño, oí la voz, era mi abuelo, él me mandaba a este sitio, pues yo  había olvidado el lugar exacto de los hechos, de la explosión, de la muerte del soldado. _Miró a Guillermo en profundidad__. Mas todo regresó al nacer el nene, y poco después viajé, y llegué acá. La casa y el terreno estaban en manos de otros, que asustados del clima en invierno desearon vender,  compré y remodelé, hice construir la cabañita, y allí coloqué una cruz, la hizo un orfebre con troncos de los árboles del lugar.

__ ¿La tumba de los bisabuelos? _ preguntó el nene.

__No, hijito,  tu bisabuelo, mi abuelo, no quiso estar bajo tierra.

__ ¿Lo incineraron, papi?

Pedro había hablado del tema con su hijo, y este todo sabía y recordaba.

__ Lo hizo… la naturaleza, sí, mi abuelo se esparció en el aire, quiso vivir  flotando siempre sobre este lugar, por ello siempre será nuestro, pero …__se detuvo, sabiendo que era hora de  volver a casa y acostar a los niños, para luego regresar solo con Guillermo, a guardar el tesoro.

Una hora después recorrían de nuevo el sendero, los chicos en la casa dormían, una nana los cuidaba, y Pedro confesó sin tapujos a Guillermo que en efecto en ese viaje había buscado el sitio  donde se amaron una noche, donde murió  a manos de los nazis, y luego la zona del galpón donde volara su abuelo con la explosión del horno tras la invasión. Aquella vez, él le había susurrado el secreto de cómo huir y guiar a su gente hacia Inglaterra, por los túneles subterráneos que le había comentado en sus relatos, lo que no dijo entonces, es que el inicio del pasadizo secreto se hallaba bajo esa cabaña, a muchos metros de profundidad, y fue al concebir a José que su abuelo en sueños le reveló que debería construir allí un bunker para algo que llegaría a sus manos a poco tiempo después.

 

“__Lo curioso fue que luego de la caída de Hitler, los túneles y sitios como los campos fueron descubiertos,  y usados o cerrados, mas el tramo que está bajo la tierra de mi familia,  es tan estrecho y perdido que nadie lo tocó, y hoy es solo un pasaje sin salida”.

 

Entonces se excusó con Camila, mintió un viaje a Buenos Aires, y viajó, no le costó reconocer el sitio, el espíritu del abuelo lo llevó a sus árboles, a su tierra, y compró la nueva casa, descubrió el túnel,  e hizo construir la celda similar a la del zoológico de Buenos Aires, sin saber qué llevaría allí, decidió construir la cabaña, y allí en una urna dejar como símbolo de su paso, de quien fuera su abuelo, lo único que tras la explosión pudo rescatar. Antes de la huida a Inglaterra, buscando entre las llamas algún rastro de él, espantado al ver que huía el mal, mas que su alquimista quedaba allí, algo brillante cayó a su lado, y fue lo único que pudo rescatar.

__ ¿Qué? __ interrogó Guillermo aún atónito ante el relato.

__Un disco de plata, símbolo de lo eterno, lo llevaba él, mi abuelo como un dije colgando al cuello, y llegó junto a mí, por casi un siglo lo llevé  pegado a mi piel, era mi amuleto, mi fuente de protección, mi raíz, hasta que supe que debía enterrarlo acá. Y al viajar,  enterré la urna con él en la entrada del túnel que desciende al bunker. Es todo lo que quedó de mi abuelo, no le mentí a mi hijito al decir que él flota por acá. Fue entonces, cuando supe que había reencarnado en mi niño, por ello me casé con Camila, para que él pudiera renacer.

Guillermo negaba con la cabeza.  Creía en la historia pero consideraba mucho más seguro, cercano y fácil,  llevar la tabla al hostal.

Atardecía, y la nieve comenzó a caer incesante formando velos blanquecinos que ocultaban la vida entre los árboles de los que de niño Pedro conociera en su alma.

_Es una locura, Pedro, el hostal es mucho más seguro, y cercano, y debemos volver con los chicos __ lo conminó Guillermo de pronto sintiendo un remolino de rebeldía agitándose en su pecho. También allá puede decirse que es el sitio donde todo comenzó.

 

Al principio Pedro creyó que había oído mal, su amor no comprendía, no estaba leyendo su alma.

__ ¿Cómo dijiste?

__Que no me parece que debas dejar acá semejante tesoro __le dijo y se arrepintió al ver dolor y confusión en la mirada de miel, pero la piedra estaba lanzada, ya no podía recogerla ni esconder la mano.

 

Pero era injusto, lo supo, la cabaña podría volar con el viento, aunque se veía sólida como el hostal, el sitio mágico como los recovecos del sur, en el interior,  encontró la cruz, el hogar, el crepitar del fuego, el camastro, la entrada a una escalera, todo similar al sitio que visitaran para hallar los tesoros.

__No soy un niño para que me ocultaras todo esto, para que lo ignorara hasta hoy. Qué más no sé aún _ le espetó.

 

Se midieron unos instantes, reprimiendo sus sentimientos, Pedro era un volcán a punto de entrar en erupción, y Guillermo un mar de agua revuelta de emociones. Ojalá el agua lograse apagar el fuego que chispaba en los ojos de miel.

Pedro lo tomó del brazo, y lo condujo dentro de la cabaña.

__Es cierto, tienes derecho a saberlo todo, y por ello, nunca te oculté nada, solo que yo mismo hasta había olvidado el sitio, cien años tengo, Guillermo, en solo esta vida _era un tono capaz de intimidar a cualquiera__. A medida que yo mismo fui entendiendo las cosas, te las he ido confesando.

Guillermo entendió.

_Perdón, fui un tonto, pensé que ocultabas algo.

De pronto el tono de voz de Guillermo hirió el sentimiento de Pedro más hondo de lo que podía esperar. Con brusquedad lo acercó a su cuerpo, y lo mantuvo así, prisionero del abrazo. Él ya había dejado sobre una mesa de madera el tesoro, solo faltaba llevarlo a su arcón  donde dormiría siglos, quizás.

__Guille, mi amor, a veces no sé qué hacer contigo, no puedes comportarte como un rebelde conmigo, menos desconfiar que resguarde secretos, no hoy. Me estás poniendo a prueba. __ Y sin mediar aviso, unió su boca a la de él en un beso que parecía un castigo, pero, a medida que los labios de Guillermo se abrían, cobró una dulzura inesperada. Pedro recorrió con su lengua el interior de las mejillas, los dientes, el paladar, se embriagó con su sabor, respiró su aliento, sorbió el temor agazapado residual en su lengua, que retraía cuando la de él iba en su busca, y al final se apoderó de su boca con ímpetu de conquistador. Le arrastró, y sin interrumpir el beso, lo empujó y dejó caer sobre el camastro, con su propio peso encima. Aplastándolo. Guillermo gimió de placer, Pedro no le permitió huir ni dio espacio alguno, con una mano libre recorrió su costado hasta dar con el borde del pesado abrigo, deslizó la caricia bajo la ropa de lana, mientras continuaba besándolo, y sobresaltándolo con cada nuevo renovado roce que prolongó en la espalda, creando nuevos senderos, hurgando caminos previos, estremeciendo el mapa, en esa piel aterciopelada y tibia que reaccionaba trepidando ante sus avances, caminó con sus besos el cuello mientras la razón de Guillermo rendía sus armas, pues él se dejó llevar por esa marea sensual. La boca de Pedro lo acariciaba tanto como sus manos, y se sintió presa del embrujo irresistible. Apenas si percibió que él lo había despojado del molesto impermeable que se interponía entre los dos, y del propio para luego introducir su mano en los pantalones y llegar al bóxer y más allá, empapando su mano  en la caricia que se tornó osada en la excitación inicial, en medio del arrebato de deseo, Pedro de nada se percataba, solo tenía ojos para ese cuerpo amado, que no se resistía sino que acompañaba con exquisito movimiento al que él le imponía. Pedro lo contemplaba con intensidad, atento a sus reacciones, evitando hablar para que nada opacara ese momento febril, Guillermo agradeció el silencio y la manera en que él lo seguía sosteniendo, respetando y provocando. Nunca antes se había sentido así, debía de ser el lugar, pero estaba suspendido en el pico del éxtasis, sin llegar del todo, a punto de caer en picada al abismo pero siempre seguro. El beso que acompañó al momento de la penetración fue tan intenso que Guillermo ahogó en él su grito, perdiéndose tras las embestidas y vaivenes de cuerpos enredados, en posturas y curvas inverosímiles, cayendo en la inconsciencia del paroxismo final. Los estertores y convulsiones del deseo duraron tanto que estuvieron a punto de culminar de nuevo, y cuando se acunaron uno al otro, uno dentro del otro, pero abrazados, siguieron temblando, se cubrieron de besos, en las sienes, los párpados, la frente, la nariz, la boca, y se rogaron momentos repetidos como ese, aunque Pedro no deseaba más que quedarse en él para siempre, era su hogar, su puerto seguro, el que ya no podría volver a perder, y cuando invirtieron los roles, Guillermo compartió el deseo. Compartir, esa era la diferencia con Camila, con Ana, con otro. Jamás habían sentido el compartir la sensualidad con otros, solo les habían dado lo que ellos pedían, sin exigir a cambio ni pretender sentir algo especial en esos encuentros que terminaban con la otra persona duchándose y durmiendo de lado, dando la espalda. No hubo con otros,  palabras amorosas dedicadas al finalizar, las sábanas no conocieron al hombre que llevaban dentro como sí podían testimoniarlo las viejas mantas de lana cruda que los cobijaban en esa cabaña de Polonia. Ninguno dormía, más bien se contemplaban sonriendo.

 

__Eres capaz de matar a un hombre inmortal, ¿lo sabías? Hice bien en poseer el don _ le susurró Pedro.

 

Guillermo se echó a reír, como si no se hubiese entregado a él por entero minutos antes. Se acurrucó uno en el pecho del otro sintiendo lo que solo entre ellos y en esta vida se podía dar, la seguridad absoluta. Pedro lo oprimió contra él y subió las mantas.

Entrada la noche Guillermo cayó en un sueño placentero, sin temores ni preocupaciones, Pedro permaneció contemplándolo, con un brazo bajo la cabeza, el otro sosteniendo el cuerpo del hombre que amaba, cayendo en cuenta por primera vez, que ahora eran esposos, eternos. Y se creía al fin merecedor del regalo de haber desposado tras esa larga espera deambulando pampas y senderos al hombre de sus vidas, supo que había un tiempo para cada cosa, había entrado a su alma al inicio de los tiempos, y ahora los cuerpos volvían a pertenecerse.

Más tarde con sigilo, hizo lo que culminaba las misiones encomendadas por su abuelo, un siglo atrás, sin saber que Guillermo le seguía los pasos, descendió la escalera sinuosa, con el manuscrito de Hipatia, conteniendo la tabla esmeralda, hasta el bunker que esperaba resguardarla de todo mal uso y maldad, largo camino debió de recorrer antes venciendo al mal, para llevarla allí. Y allí, sin que siquiera él que podía leerla lo hiciera, esperaría siglos… hasta que la humanidad se liberara de egoísmos y bajezas, para liberarla al fin.

 

__ ¿Donde todo comenzó? _interrogó Guillermo emocionado cuando lo vio cerrar la gruesa puerta de hierro.

__Donde todo comenzó, aunque vislumbro muchas vidas antes, siempre a tu lado, y te las mostré en el casamiento, fue en esta que mi don despertó, y es acá donde por ahora, y solo por ahora culmina mi misión.

 

En la casa, el niño suspiró, y al fin se durmió con una sonrisa pintada en los labios.

A kilómetros de allí, Analía se rendía ante el amor que sentía por el agente doble, ahora de nuevo un hombre nuevo, anónimo, que se convirtiera en su salvador.

 

_ ¿Sabes? Como sentí en el hostal, hoy quisiera quedarme para siempre, a vivir acá, vos y los chicos, no necesito nada más.

__ Tenemos la eternidad para ir y venir.

 

Pedro sonrió, y le regaló los hoyuelos, que encantaran a Guillermo, en su llegada al sur… un año atrás.

 

 

Soñarían juntos aunque fuesen sueños distintos, lo importante sería compartirlos. Cambiarían de ciudades, de paisajes, las cataratas por mesetas, los ríos y llanuras por los mares, por lagos del sur y montañas pero ya no serían perdidos sin hallar raíces en ninguna parte, en cada sitio se encontrarían en casa, luego de haber merodeado solitarios durante vidas y tiempo, tener el hogar del otro donde regresar era  el don más precioso que se les podría haber otorgado, aun más que la eternidad. Se tomaron de la mano, allí, aquí o allá, no importaba.

“siempre juntos” eran las palabras justas y la magia… que les regalara el sur.

 

FIN.

GRACIAS GUILLEDRAS QUE SIGUIERON POR AÑOS LA MAGIA DE…  SUR.

 

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

 

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