domingo, 22 de agosto de 2021

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

EL EMBAJADOR

TERCERA PARTE

CAPÍTULO  TREINTA Y SEIS



 


«Mientras dura la mala racha, pierdo solo. Se me caen las cosas de los bolsillos y de la memoria: pierdo llaves, lapiceras, dinero, documentos, nombres, caras, palabras. Yo no sé si será gualicho de alguien que me quiere mal y me piensa peor, o pura casualidad, pero a veces el bajón demora en irse y yo ando de pérdida en pérdida, pierdo lo que encuentro, no encuentro lo que busco, y siento mucho miedo de que se me caiga la vida en alguna distracción».

Eduardo Galeano. "La mala racha."

 “Un hombre que no ha pasado a través del infierno

de sus pasiones, no las ha superado nunca”.

Carl Gustav Jung.

“Yo me enamoré de sus demonios, ella de mi oscuridad.

Éramos el infierno perfecto”. Mario Benedetti.

 “El amor es invisible y entra y sale por donde quiere, sin

que  nadie le pida cuenta de sus hechos”. Miguel de Cervantes.

La República Socialista de Rumania (en rumano, Republica Socialistă România) fue un Estado socialista que existió entre 1965 y 1989 en el territorio que actualmente ocupa Rumania. Entre 1947 y 1965 fue denominada oficialmente República Popular de Rumania (Republica Populară Română).



República Socialista de Rumania - Wikipedia, la enciclopedia...

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¿Cómo era el comunismo en Rumanía?

El Partido Comunista Rumano (PCR; en rumano, Partidul Comunist Român) fue un partido marxista-leninista de Rumanía, que gobernó el país desde el 30 de diciembre de 1947 hasta el 22 de diciembre de 1989.

OTAN/Fundación

4 de abril de 1949, Washington D. C., Estados Unidos

Mosad/Fundación

13 de diciembre de 1949.”

“Lo poco que quedaba del bote era mayor a mi esperanza, y lamía la muerte que en sigilo extremo, me observaba derrochando avidez. Llega el punto en que ¡basta de naufragios! El corazón no es tan fuerte y la pérdida, produce más daño que el breve espacio de tiempo en que el amor asolea mis costas de profundos fiordos temibles. Sórdida la felicidad, juega a las escondidas con este ser que ya no quiere jugar. El agua salada y fría de mi oscuro mar melancólico, objetaba el vago deseo de permanecer con vida. Entendí el final y ya no peleé más. Quizás había consumido ya mi porción asignada de amor. Quizá  nunca lo había conocido en realidad. Miré entre el oleaje aterrador y me pareció algo pero… qué importaba ya. Como no queriendo, aflojé la mano que sostenía el trozo de madera que prometía una ingenua esperanza. Me encomendé al dios que me hacía tropezar así y me hundí.

El desmedido tirón me colocó en la zona de los que aún respiran. Admití como maldición esta realidad de seguir respirando azul. Cuando vi tus ojos, casi llegué a entender. Me tomaste del brazo y me ayudaste a llegar. El suelo rocoso lo entendí de seda y tu sonrisa me insufló lo que ya no tenía. “Bienvenido a mi país” -dijiste en tono sensual-.  Comprendí que me habías salvado y te cedí toda autoridad. Lo de los besos y el olor de tu piel, lo asumí como regalo inmerecido de exquisito valor.”

 

 

 Guillermo abrazó a Gaby, en tanto Alberto les informaba que el entierro sería pasado mañana, y una enfermera  vino por ella que antes había solicitado ver a su sirviente, quien seguía en unidad de cuidados intensivos.

 

__Pedro _ empezó Alberto viviblemente cansado__,  la llevaré con Sonia a la estancia, necesita ver  a los empleados, buscar sus cosas, ver  qué hacer con las del padre, mil trámites, ¿podrás con todo?

__  Me quedaré al entierro y luego haré una recorrida por la mina y la misión,  cuento con los muchachos, y Guillermo estará en Manos que Curan, si  todo anda bien, luego hablaremos y viajaré a la capital _ le respondió Pedro.

__ ¿No quieres que el embajador  venga con nosotros? __ le ofreció.

__No quiero molestarlos Beto _ afirmó Guillermo__, ya bastante tiene esta chica con lo sucedido, además Pedro prometió verme antes de irse, y será mejor que me mantenga visible en sociedad, o pensarán raro si todos desaparecemos _ concluyó palmeándolo.

__ Tengo el teléfono satelital en casa, veré de pasar a buscarlo __se molestó Alberto__, lo olvidé.

__ Déjalo, ocúpate de Gaby,  mantén abierto el celular solamente, el burner, yo le daré uno a Guillermo.

__Les agradezco a los dos, pero en verdad ella me necesita __ les dijo apenado__, maldito bastardo que…

 

En tanto hablaban, Gaby se encontró con su sirviente fiel, casi un tío para ella, le tomó y besó la mano, la colocó contra su mejilla.

 

__ ¡No hables! ¡Debes descansar! __ Él tenía la mitad del rostro vendado__. Te ves horrible por las magulladuras, pero dice el médico que te pondrás muy bien, pero no te hagas el fuerte, si te duelen las heridas avisa para que te suban la dosis de calmantes.

__ ¿Su padre mi niña?

A Gaby le resultó imposible disimular, y rompió a llorar.

__Murió, mi querido. ¡Esos animales le perforaron el corazón!

Resultaba estremecedor presenciar el quebranto del hombre de la contextura y fiereza de ese negro.

__Cálmate, solo me dejaron entrar si no te alterabas, por favor __ suplicó Gaby.

__ Yo tenía que protegerlos mi  niña.

__ ¿Cómo habrías podido? Eran tantos. Él no dejó que Albert nos ayudara antes, nunca previó el peligro.

__Y tú. ¿Qué te hicieron?

__No te angusties, nada. Alberto y Pedro llegaron como en las películas, justo a tiempo de salvarme _ añadió, con una risa teñida de llanto__. Ellos se ocuparon de todo, ellos te cargaron en una camioneta y te trajeron acá.

__Siempre me gustó ese muchacho. No te separes de él Gabriela.

_No lo haré. Te lo juro.

 

Gaby regresó junto a sus empleadas, se ocupó de darles de comer y de satisfacer todas sus necesidades, y exhausta, a la tarde tras la insistencia de Alberto que había ultimado detalles y almorzado con los amigos, aceptó dejar el hospital. Recibió con alivio la imagen ordenada que la recibió en la estancia. Los empleados ilesos habían trabajado toda la jornada para devolver los cuadros y el resto de piezas de arte a sus sitios y para limpiar manchas y desorden perpetrado por los rebeldes, aunque no pudieron reparar vidrios ni cerraduras reventadas.

__ Lo haremos de a poco preciosa __ le dijo Alberto__, Pedro enviará a dos de sus hombres para que vigilen la casa y yo no me moveré de tu lado.

__Y ya no tendrás que escabullirte al amanecer.

 

Después de servirles la cena en la cocina, la empleada se dirigió al baño de la habitación de Gaby,  llenó con agua tibia la bañera, y ella  completó con sales y aceites especiales.

__ Quiero que te desnudes y tomes un baño conmigo.

__Sí __ aceptó Alberto__ todo quiero contigo, y mientras se quitaba la ropa no apartaba los ojos de ella que se desvestía a metro de él.

 

Suspiraron al primer contacto con el agua, se acomodaron de modo de quedar uno frente al otro, con las piernas recogidas, el baño colmado de aromas de las sales y aceites. Durante minutos se sostuvieron las manos y se miraron a los ojos sin pronunciar palabras.

__Amor _ dijo Alberto__, pronto esta región se convertirá en un infierno, y hasta quizá la capital. Me gustaría que arregles todo acá y tal vez podamos regresar a Estados Unidos.

__ ¿Y dejar la embajada?

__El embajador y Pedro entenderán, lo sé __ respondió Beto.

__No lo sé, quizá podamos  quedarnos allá cuando todo se calme, sí quiero arreglar todo esto, vender las fábricas, indemnizar a los trabajadores. Mi padre… tenía una cuenta a nombre de ambos, puedo pagarles con eso.

__Pedro y yo te daremos el dinero, o tendrías que viajar a Suiza y regresar, luego  iremos juntos más adelante y le devolverás  a Pedro su parte.

__Y a ti _ dijo ella.

__ ¿A mí? ¿Por qué le devolverías dinero a tu esposo? Preciosa, quiero que nos casemos lo antes posible, acá  o en nuestro país, pero no pienso dejarte en otra casa _ le dijo muy serio.

__Me parece imposible que serás mi esposo, mío para siempre.

__Por ahora nos casaremos por civil _ le informó él__, yo no soy muy practicante, pero si más adelante deseas la boda religiosa y una gran fiesta la tendrás, ¿y qué harás con esta propiedad?

__Hoy sería imposible de vender, la conservaré _  resolvió ella, contrataré a hombres de Pedro para que la protejan, y si algún día este país consigue vivir en paz, tal vez podremos venir a este sitio de tanto en tanto.

__Volveremos con nuestros hijos entonces _  acotó Alberto, y la sonrisa de Gaby lo animó__. Y les enseñaremos a amar la casa y el campo que tanto ama su madre.

__ ¿Qué pasó con él?

__Con tu ex…,  a estas alturas ya Juan le debe de haber puesto un tiro certero, seguramente conocía demasiado de él. __Y Alberto no se equivocaba.

 

Gaby resbaló sobre el piso de la bañera y se fundió en el torso de Alberto, que la envolvió en sus brazos y apretó los párpados al comprender lo cerca que había estado de perderla.

__Quiero llevar a mi sirviente y criada con nosotros, solo a ellos dos, han estado en casa desde pequeños.

__Vendrán con nosotros __ aceptó él__. Los necesitaremos en la casa enorme que planeo comprarte y llenar de hijos.

__! Albert, cuánto te amo! ¡Soy tan afortunada por tenerte!

Se besaron apasionadamente, ella pasó las piernas  por la cintura de él, que se puso de pie, con ella enroscada en su torso, y la condujo a la cama, chorreando agua, dejando huellas húmedas en el roble del piso. Siguieron besándose y tocándose sobre el edredón que se empapaba con la humedad de sus cuerpos y de sus cabellos, hasta que ella apartó el rostro y él la observó inerte bajo su cuerpo.

 

__ ¿Qué sucede?

__Me da culpa gozar con tanto sufrimiento alrededor _ confesó al fin__. Mi padre muerto, mis empleados internados, y yo haciendo el amor contigo.

__ ¿Qué crees que desean ellos para ti? ¡Desearían que fueras feliz! Tu padre me lo pidió antes de morir. Tú has sido generosa con ellos, mi amor. Creo que por eso, por tu dedicación y por el modo en que te brindas a los otros, es que te amo y te respeto tanto. Pero ha llegado el momento  en que te permitas ser feliz. Tú vida no ha sido fácil, vienes sufriendo desde niña. ¿No crees que ha llegado el momento de que te permitas vivir en paz y feliz?

__Sí __ sollozó__. ¡Estoy de acuerdo contigo, de igual modo me cuesta!

__Para eso estoy yo, para ayudarte. Mira cómo te ayudo. Sé que si te acaricio de este modo __ tocó notas precisas__, y si te hago esto __ le succionó un pezón con lamidas lánguidas y suaves__, y si te toco así __ deslizó la mano hacia la cola y la acarició entre las nalgas__, te ayudo a olvidar todo, excepto a mí y a nuestro amor.

 

A ese punto, ella se contorsionaba y gemía, y minutos después se olvidó de todo excepto del hombre que la penetraba y que la hacía estremecer. Al acabar se abrazaron, mudos, agitados. Pasaron minutos en silencio.

 

En la mansión de Arismendi, una visita de un espía infiltrado en Manos que Curan le corroboraba lo que sospechaba.

 

__Hablemos de cosas más interesantes que ese traidor que mataste, del embajador, por ejemplo, ¿sabes que es amante de Pedro? Se encuentran a diario en la casa, a escondidas claro.

La reacción espontánea de Juan causó una impresión de triunfo en el otro.

__Veo que te afecta sobremanera. ¿A cuál de los dos quieres para ti? __ le interrogó.

__Ahora mismo… a Guillermo, y como sé que Pedro te interesa, puedo ofrecerte algo interesante __ le dijo Juan al tipo que se hacía pasar por enfermero en la casa.

__ ¿De qué se trata?

__De esto __ dijo Juan y le extendió un sobre del cual el otro extrajo varias fotografías donde se veía a Pedro junto a Juan que rio ante el gesto desmesurado.

__ ¿Comprometedoras, verdad?

__ ¿Por qué me das esto? ¿Por qué quieres perjudicar a Pedro?

__ ¿Te llenas de escrúpulos?

__No es eso, es que quiero saber por qué vas a usarme.

__No intento usarte, voy  a ayudarte y tú a mí.

__Pero… son un montaje, ¿verdad?

_No del todo, en todo caso son del día en que Pedro me agarró a trompadas, Guillermo recordará la ropa _ le respondió.

Con eso los destruiría a los dos, pero la idea de perderlos a los dos, ahora a Guillermo a manos de Pedro que siempre le quitaba y negaba todo…

 

__ ¿Qué quieres a cambio?

__Nada__. Solo te pido que cuando Pedro viaje, las hagas llegar a las manos correctas.

__Lo haré.

 

Al día siguiente, un viernes 20 de julio, una pequeña multitud se congregó en torno a la fosa. Empleados la habían abierto bajo el cenador, sitio elegido por Gaby para enterrar a su padre.

La gente presente además de Alberto, Guillermo y Pedro, Sonia, eran empleados y sirvientes, pero eran alrededor de cien personas.

La mano de Gaby descansaba en el brazo de Alberto, que se erigía como columna sólida y confiable. Su energía parecía rodear y contener a Gaby como un halo de protección. Él y Pedro la habían salvado de una crueldad.

Al volver la mirada, encontró las figuras queridas de Pedro y Guillermo, colegas y amigos, y no se extrañaba que Arismendi cayera presa de la belleza y hechizo de cualquiera de los dos. Era lo que buscaban esos mercenarios asquerosos de la muerte, la traición y del cinismo.

El sacerdote finalizó el responso, al que siguió un discurso corto del director del hospital, que encomió al difunto por su generosidad en la comunidad local, y a las últimas palabras el silencio se pobló  por el trino de las aves, el rugido de animales y perros del exdueño de la granja.

Gaby ordenó a los empleados que bajasen el cajón y se echó a llorar mas Alberto la alojó en su pecho. Al cabo, la multitud se alineó para saludarla antes de retirarse.

 

“Hay momentos perfectos que debemos apreciar,  hay juegos competencia,  hay gritos y bailes sin parar. Si comparamos nuestra vida como un baile que debemos disfrutar  sabemos que queremos lucirnos y gozar toda una eternidad.

Ser perfecto en esta vida es amar y saber amar. Ser perfecto en competencias y pensar que competir ya es un triunfo más. Hay que tener espíritu,  hay que ver más allá de la verdad. Hay que caminar en punta para no dejarte pisotear.

Enséñame hoy tu danza, enséñame a saber triunfar. Enséñame un nuevo ritmo y así un mundo nuevo puedo conquistar. Ahora déjame danzar solo porque así el triunfo muchos  apreciarán.”

__ Sabemos que aunque pasen días, meses,  mis huellas quedaron grabadas en tu cuerpo, en tu hermosísima y risueña silueta, quizás  una existencia mayúscula que nunca deseamos, pero esta en este mundo, siempre que los dos nos hemos deseado y hoy deseo esta constante en amarte. Sé que nuestro tesoro está oculto en ese lugar que nosotros solo sabemos, donde nos dimos nuestros besos siempre, y como siempre con el capricho de amarnos, a través de esa luna plateada llena de luz, llena de calor y llena de sentimientos que nos da mucha firmeza para sentirnos libres para amarnos. Sé que nuestro amor nunca será olvidado y los días y las horas pasan, pero estos sanos sentimientos quedarán vivos en nuestras vidas, donde esta vida se apoderó  de nuestro ser, pero eso queda  muy bien guardado en el ver de hoy  y en del mañana y nuestro amor crecerá más cada amanecer de nuestros días, hoy me sentí muy afortunado por pensar en el  sol  que me ha apoyado. Tú solo; yo solo,  soy tu interruptor; te toco y te enciendes; mueves mis emociones, pero soy tu dueño...

__ Pedro… no me vas a engatusar con palabritas tiernas, ¿quién te llamó? ¿Qué sucede? __ interrogó el embajador con expresión preocupada__. Y no intentes disfrazarlo porque no te creeré.

__ ¿Quién no ha sido tocado por un artista? Esa ave inquieta que seduce con gran precisión, que te ausculta como si fueras obra de arte con sus mismas manos, esa ansiedad de sentirse vivo, la consumación para adentrarse hasta las mismas entrañas, ese amor ilícito que sueña ser tu fantasía, que en la memoria se queda en la piel, siendo una especie de profecía de confusas emociones,  esa inquietud que transforma todo en ese encuentro que desata amar, que se abisma ante los ojos de un juego hipnótico, disimulando grilletes imaginarios, plasma la divinidad de tu silueta perfecta, como solo él lo sabe hacer a la perfección. Ilusión por quien alegre muero, triunfa de mí tu tiranía, tú,  mi desventura, mi aventura inagotable, pura, misterio, revelación, abismo insondable, ritmos donde mecen nuestras más hondas miradas, apacible de anhelos, subyuga, clamando la consumación, urgencia de mi piel en ti, inconsolable, a gritos, tornado cómplice cotidiano, detallas, observas, desgranas en silencio, fórmula maravillosa, mezcla cadenciosa, rito, prácticas insubordinadas que buscan la pasión desatada,  clamor de terror al caer vencido, ante tu templo me inclino. Sabes leer mis pensamientos, contemplándonos en el espejo, haciendo el amor, muerdo tu carne, salada, fuerte, mi bosquecito de arbustos que crece, suave, negro, bajo mi piel desnuda, que desorbita tus convicciones guerrilleras,  tus piernas enredadas entre las mías, vigorosas, varoniles, entras a mi  oscuridad  como la fuerza de la marea,  me encandilan tus besos, me invades con el ir y venir, ese mar furioso que sudados nos desvanecemos ante el ímpetu de tanto gozo perpetuado. Sordas sacudidas de un volcán, nuestro placer asciende, abandónate ¡amor mío! Al alba, donde pongo mi vida, pongo el fuego, es un delito resucitar, llenar de escalofríos lleva pena capital y amarte es un combate  donde caigo preso  a tu edén sediento, me incitas, me invitas  a viajar por tu interior, enjuagando pudores, delatas llamas en tinieblas, dilatas mi túnel, me colmas, te retengo, te libero, obsceno sitio del milagro por donde mana el rayo de la vida, velando por universos de licor.

__Pedro, aunque me estás volviendo loco, me harás enojar, ¿qué está sucediendo ahora mismo por lo que casi me mandas con Alberto?  Solo no lo hiciste porque me doy cuenta de que deseas verlo junto a Gaby.

__Está bien, eres el embajador, supongo que tienes que saberlo, no sé bien ni cómo,  pero me llamaron de una ciudad cercana, dice mi contacto que hay bombardeos y disparos, que al parecer es una guerra, que saben que hay milicias marchando a rodear al palacete de Juan y a diseminarse por los caminos, y no entiendo nada, porque estos no son los rebeldes, me hablan de miles __ se delató al fin Pedro mirándolo sin evasivas.

 

__ ¿Cómo? Pero…

__ Querías saberlo, eso sucede, o eso me dicen, te llevaré a Manos que Curan, y necesito pasar por un teléfono satelital, llamar a la misión, a la mina, reforzarlos, y sí también intentaré decirle a Beto pero creo que ellos estarán más seguros que ninguno __ borbotó ansioso las palabras__, hasta donde yo sé no quedó nada del golpe al morir Grosa, pero… ¿y si en verdad fue un montaje y no murió y este es el ansiado golpe? ¿O acaso si dejó ya dentro del país a gente preparada y armas? Un ataque desde otro país no se me ocurre, hace desde la primera guerra que no se matan con Hungría, los otros…, no lo entiendo, en cualquier caso debo resguardar a todos, avisar a Washington, e ir donde me dicen, verlo, pareciera ser el centro de operaciones, es muy cerca de acá __ concluyó casi ya estacionando.

-Ahora recuerdo el camino de mi vida  como ese hilo rojo que  cosería mis heridas,  después de noches locas sin sentir apenas que doliera. Quizá debí saltar al vacío...  Cambiar el rumbo...  Salir volando, arrancando del suelo  las sogas que ataron mis pies a  otras colinas. Ahora, el último segundo...  el vuelo de mis brazos entre las nubes vacías de mis ojos... Allí, donde se pierde el tiempo  y las palabras son efímeras y el último segundo  entre la pregunta y la respuesta de saber cuánto te amo. Ahora una guerra _ se quejó Guillermo- . Yo  quiero más amor,  ese amor que tú siempre me ofreciste, quiero dormir tranquilo  en el abismo de las noches, no  en mis pesadillas sobre la seca  y amarga piel que me lastima... Tu sonrisa me enamora, esas líneas  que se dibujan en tus mejillas llamadas camanances, hoyuelos preciosos,  en ellos irradias alegría, vida, energía y amor, es esa frescura que deseo besar despacio y te robes mi aliento, degustar tu paladar y tus besos tiernos o apasionados.  Amo tu sonrisa, es exquisitamente bella,  quiero que nunca pase de moda,  que siempre me enamore y que siempre hermosee tu rostro porque con ella  me sentiría siempre pleno.  Siempre usa esa arma sencilla y mucho más cuando estés conmigo porque así iluminarás mis pensamientos y apartarás mis miedos; quiero besar siempre esos labios que me hipnotizan y que me tienen cogida el alma, cuando sonríes mi corazón siente calma, detienes mi sentido cuando sonriendo te veo.  La magia de tu sonrisa es la que se adueña  de mí  y tu bella personalidad hace que el deseo de verte crezca más y más... entre los susurros de mi alma me doy cuenta que no necesito ni quiero nada más, porque tan solo  al verte sonreír sé que para ser feliz me sobra  y me alcanzas tú.

Tus dulces ojos llenan mi corazón de alegría y curas por completo mi alma, con solo escuchar tu voz y me llamas vida mía, me das calma porque eres magia, esa magia que te hace tan bello, esa magia que me hace quererte y extrañarte cuando no estás.

Con estas sencillas palabras  te digo que jamás quiero que se apague tu bella sonrisa, porque eres esa luz hermosa que le da paz a mi alma e iluminas  mi vida con tu maravilloso existir.

Pedro, iré con vos, soy el embajador.

__No Guille, por Dios, todo lo que venimos haciendo y…

__ ¿Esto es un golpe de estado?

__ Puede que sí.  No tengo idea. Guille, no me obligues, déjame ir solo, prometo regresar, llamarte, en cuanto sepa de qué se trata. Y…

__ ¡Dije que voy con vos! Ven a la casa, tomaremos lo necesario,  te acompañaré a hacer las llamadas, pero iré contigo, mi subjefe de misión, aunque no sea soldado soy  tu jefe, y tu hombre, ¿no es así?

Pedro apoyó la frente en la de él, y asintió derrotado.

__Deberás camuflarte, y esconderte de mi guía, no es de mis hombres, ni siquiera les diré a ellos hasta no hablar con Marcos, él no sabe de mi grupo de élite, o quizá sí, pero no lo tengo en claro _ le confesó ante la mirada atónita de Guillermo__. Vamos  a disfrazarte y saldremos, ve entrando, les diré solo que me cuiden la Ranger, por favor, acá tengo un teléfono para no ir a casa.

__No. Vienes conmigo.

 

Pedro le indicó qué hacer, esperó en el patio.  Cerró los ojos, las imágenes llegaron sin aviso.

 

“Conduzco y me juego la vida si avanzo o si me detengo, porque las balas silban a mi alrededor, a pesar del peligro que me acecha, mi mente caprichosa vuela, me lleva a los días vividos recientemente. Y veo, y siento, y huelo… piel de hombre con aroma a madera, besos, caricias, cielo azul, destrucción, escombros, calor…

Sé que los pensamientos que llegan a la mente son de quienes están por morir. Los reconozco, pero no tengo miedo. Solo quiero salvarlo a él.

 Guillermo. Mi embajador.

Odio verlo lastimado, ya vi en el refugio el acecho, ahora entre las ideas, me asaltan las preguntas. ¿Se puede amar tanto a una persona? ¿Cuánto tiempo se  necesita para aprender a amar? porque antes de él yo no lo sabía. ¿Meses, minutos? ¿Se puede amar de la manera que yo amo a este hombre maduro, diferente, que enfrenta la muerte a mi lado? ¿Moriremos hoy?

Una mirada furtiva me muestra que hay sangre por todos lados, y ya no sé de quién es. ¿Mía? ¿Suya? ¿De los dos? Por Dios no quiero que la vida se acabe ahora, no. ¡No quiero morir, menos que muera él!

Si no fuera quien soy. Pero antes pensé que esto era mi misión en la vida, luego de perder a mi hermano, sentía que aportaba mi granito de arena en el intento de inclinar el planeta hacia un lado más justo. ¿Pero acaso los aliados al vencer a Hitler le llevaron la paz a los sobrevivientes de Aushwitz? ¿Existe la paz luego de la masacre? La paz interior no, pero la lucha por lo justo merece la pena. Yo creo que las vocaciones vienen grabadas en el ADN  de las personas y no por obra de la casualidad, pues no se eligen, se nace con ellas, y si logras desarrollarlas haces el mundo un lugar mejor, porque se trabaja con pasión, al menos fue mi caso, nunca lo hice por dinero, pero hoy mi pasión es él, él es mayor que todo el resto, y agradezco que sea así, no miento al decirle que quiero dejarlo todo, sé que es lo que hoy siente Alberto, lo leo y lo entiendo, no quiero que sea demasiado tarde, necesito otra oportunidad.”

Guillermo se vistió de jean y remera, y aunque muriera de calor, se cubrió con un abrigo con capucha,  los anteojos siempre ayudaban, sacó el morral y puso los documentos falsos que le diera alguna vez Pedro, Dios, nunca pensó en usarlos, bajo el forro los verdaderos y qué más, dinero algo, no tenía armas, ni siquiera sabía usarlas.

“Su mente de pronto voló a su apacible vida con Silvina, en paz, demasiada quizás, anodina vista desde el hoy, a veces pese a hacer el amor y dormir en la misma cama, se hablaban a las apuradas y no existía al final un “te amo, te mando un beso.”, solo preguntar por los chicos, por la hora de llegar a casa, a veces un te quiero. Sí, compartían sobre sus trabajos, sus amores que eran los hijos, tenían buen sexo, y la verdad sea dicha, ¿porque se tenían a mano y era más fácil que la farsa de ser infieles? En verdad antes de ella él nunca había sentido la urgencia de comprometerse, de implicarse en una relación seria, de los hijos, la familia, como lo mismo Pedro ante sus andanzas entre países en guerras y misiones terminó todo colisionando con su vida conyugal. Pero, aun así, Fabián estaba en camino, y terminó en ese matrimonio que con el tiempo creyó perfecto, para venir a descubrir con Pedro que solo podía amar a un par, raro destino, raro camino.

¿Cuánto tiempo necesitó para verlo, para reconocer que lo amaba? El tiempo, esa palabrita inventada por los seres humanos para medir los cambios que se producen en su mundo, para mensurar cuánto se tarda en pasar de un estado a otro. Las horas, esa medida, que dependiendo de con qué se las llene, pueden cambiar un entorno, transformar y aun robar una vida, trastocar la existencia de una familia, vaya si lo sabía. El caso es que no quería con Pedro y los chicos seguir pasando una vida perdiéndose de las mejores cosas como desde llegar, de tomar un helado, de sacarse fotos, de los juegos, el teatro, cocinar juntos, comer juntos, ir al cine, bailar, debería de haber un mundo así para ellos.

Una cámara, sí, eso debería ser útil como prueba, videos, fotos, ¿Pedro no le había dejado una allí? Qué hermoso era, lo hallaba además muy interesante, por lo mundano, lo valiente y audaz, amén de todas sus habilidades, de su seducción, le gustaban sus movimientos salvajes tanto como los felinos, los unos que acentuaban su determinación, como si nada pudiera detenerlo. Le fascinaba su rostro armónico, sus hoyuelos, su sonrisa de luz, su mirada de miel, su incipiente barba, esos ojos claros que no escondían ahora nada y no dudaban, que mostraban su interior sin pudores. Le simpatizaba verlo con traje o con un jean gastado como ese día en  Washington, como tantos, como si la ropa le importara poco, no como a los estirados que lo rodeaban allá. Amaba cruzar sus miradas, dejar en ello las promesas, todo lo que podían decirse, hablar desde las pupilas de futuro sin más.

Lo había decidido sin dudarlo, o aceptaba que fuera con él o se colaría en donde fuera que fuese, pero esta vez correrían la misma suerte, ya no esas largas horas de espera y desespero, ya no más.”

 

Pedro lo abrazó desde atrás, se había descolgado desde la ventana, como siempre.

-Este punto exacto__ le besó tras la oreja__ se vuelve tentación, declarándote mi amante, mi futuro seductor, amenázame con deleitarte al fusionarte en esta entrega total, vérsame, deletréame, soy libro abierto, una hoja en blanco para describirme en todo sentido, ¡sé imprudente! Deambula en mis terrenos fervientes, acaricia con ímpetu todos mis pudores sin pena. Incítame a caer en tus delirios, en esos indecentes al agravio de cada beso excitante, tatúa mi lienzo, que sea inolvidable, invéntame, soy desierto que clama humedades, intensiones impúdicas que se hacen sin demora, tiempo impostergable en que todo arde, siendo arte  favorito volviéndome vulnerable, hurgando tantas manías, palpa mis múltiples encantos. ¡Cómo si fuera miel! Tatúame a fuego lento, tus labios en mi boca, impregna tu nombre poro a poro, muy pausadamente,  que la voracidad de mis  labios excitados, se apresan a tus ojos, encadéname, marca mi cuerpo con tu presencia, pretendo seducir hasta tu mente, rendirme a tu esencia en tan febril encuentro, devela mi figura que entre sombras  la ropa nos estorba, atracción que nos lleva a detener el tiempo, sumándonos cuerpo con cuerpo,     que entre suspiros al viento gocemos estos instantes sin prejuicios, sumergidos en el más grande insomnio. Naufraguemos vida, armémonos de osadía, atrévete a amarme despiadadamente  llévame al precipicio, a la muerte segura, somos magia en este firmamento, hasta llegar el alba,  grábame hasta el último recodo con tinta indeleble, que mi llanura, mis montañas y fuentes, solo tengan tu escritura; desgranando tu destreza.

 

Y Guillermo le hizo caso, hicieron el amor con descaro y urgencia,  más que  como siempre como si fuera la última vez. Y extasiados se observaron al caer del infinito, enredados en alma y piel.

__Me enamoré de no poder dormir sin tocarnos. De despertarnos en mitad de la noche  para volver a la casilla de salida, medio dormidos, como en un parque de atracciones sin colas, siempre quieres repetir. De no contarte mis días malos porque no quiero perder el tiempo. Cóseme con hilo rojo, sobre púrpura y blancos, cóseme las alas de tu magia. Pues en ti, confiado, volaría. Empújame hacia ti. No renuncies. Cóseme al borde de esta emoción, con hilo de nube gris, para que se deshaga en  mar si amanecemos enredados. Píntame del color del atardecer, del de la caricia desconocida de tu mano. Deja que entre en ti, para no salir, para poder sentir, que encontré mi sitio  dentro de ti, a tu lado.

 

 __Temo, pero igual te sigo. Camino en el bosque entre sus penumbras de soles de los álamos como un llanto, caen dos gotas suspendidas y entre sus gratos silencios y tibios resplandores vuelan, mueren las hojas de otoño, lloran sus lágrimas cristalinas. El tímido sol abraza con tibios reflejos los troncos centenarios en sus silencios cómplices, amantes prohibidos son amados en encuentros furtivos, entre sus hojas de oro y bronce  con sus promesas, plegarias, suspiros y gozos apasionados. El bosque deja caer sus párpados y la luna enciende la noche la brisa fresca es gris testigo de aquel último beso atormentado que despide al amor, la pasión y otra tarde fecunda de amores atrapados en el recuerdo fugaz del prohibido y lujurioso pasado.

Sé que tú no volverás, todo me huele con aroma a despedida y allí quedo yo, perdido en el recuerdo de tus ojos bajo tus pestañas, que se entrelazan sentidas. Mi corazón se moría triste y lento  cuando partías  sin mirar atrás, te alejas hacia las noches tristes y frías,  tu vida como una cándida aureola caminará por el mundo con tus ojos al conjuro del llanto y tu andar vagabundo. Mi corazón triste desfallece  en su agonía y mi razón lo calma, en la angustiosa despedida. Guardaré en la memoria el triste secreto en mi alma escondida y dejaré al tiempo que sacuda mi letargo, en el largo y profundo sendero de la vida…  Tú, te enamoraste de mis otoños. Yo, de tus perfumadas primaveras. No seamos un cuento, seamos una historia,  no seamos un sueño, seamos una realidad  en esa lujuria cargada de amor, porque quien no ama huye, no cambia y repite,  quien hoy y ahí en ese bello lugar ama  resuelve cambia y mejora en ser hombre; ningún ser humano  puede ver y comprender  en otros lo que en sí mismo  no ha vivido hoy. Sabiendo que lo que deja huella  no es lo que se prometa, sino lo que cumplas; en un día como hoy, esa playa íntima  donde estamos tú y yo  siendo uno solo, en alma y cuerpo  como ser pareja ardiente; aprendiendo mutuamente,  de lo positivo y de lo negativo del ser yo humano en ese escaparse y compartir como pareja, en la playa de la lujuria, un sueño vivido  en la realidad de pareja. Con este amor sincero para vivirlo permite a los amantes  ver las divertidas tonterías  que cometen y las viven  en alma y cuerpo. Sabiendo como pareja que están o estamos  viviendo lo deseado,  que la vida es deseo,  porque una realidad; ese conocerte fue suerte,  hacernos amigos una bella y real opción; pero enamorarnos, eso hoy no tiene control,  en esta bella playa de la lujuria siendo vida y realidad;  en lo deseado por vivirlo tú y yo, existiendo como esa pareja  que nos deseamos uno del otro. Hoy y en este lugar, de arena y bella agua  en zona ardiente  tenemos y compartimos nuestra vida; sin tener preocupaciones,  como pareja que nos entregamos uno al otro con esa bella verdad, en verte como un bello ángel;  con ese cuerpo del ser hombre  y con ese tu cuerpo del par que nos delatamos en nuestra lujuria;  de entregarnos como ser pareja.

__ ¿Por qué sentías lo primero? Yo no existiría sin ti, te amo __ afirmó Pedro regándolo de besos__.  Te amo cuando callas, cuando gritas, cuando ríes, cuando lloras, tan único, tan leal, tan caballero. Te amo más allá de mi egoísmo, de mis deseos, de mis necesidades y mis ansias. Te amo con todas tus virtudes, con todos tus defectos, con todos tus aciertos, con todos tus fracasos. Te amo libre como el viento y te juro que el día que tú no puedas volar, te daré mis alas, te ayudaré a seguir, alumbraré  tu camino, caminaré por ti. Te amo con mi alma, con mi cuerpo con el deseo de sentirte a mi lado y también con el desapego de dejarte ir cuando ya no encuentre en mí ese alimento que te haga florecer. Te amo a ti solo a ti mi hermoso cielo azul, mi luz, mi sonrisa, mi todo.

¿Sabes cómo te amo? Como la noche ama el silencio, como el día ama el bullicio, como la alegría ama su sonrisa, como la tristeza ama sus lágrimas, como el perrito ama su dueño, como el pajarito ama su libertad, como el cielo ama sus estrellas, con la locura de vivir el presente, con la cordura de saber, que tal vez un día te dejaré partir. La pasión y el deseo nos invade, somos amor entrega y lujuria piel a piel. Sangre ardiente recorre nuestros cuerpos extasiados en complicidad,  atados en alma y mente, funcionando besos y caricias al desliz de nuestros labios. Respiro tu aliento, me embriago de tu aroma y transpiro calor al compás de tus gemidos liberando sensaciones incandescentes al palpitar de nuestros corazones. Nos damos así vida en cada embestida, en cada penetración y en múltiples orgasmos dejando parte de la misma entre sábanas y pétalos de rosas. Vive y muere en mí así como yo habito y existo en ti, en sangre piel y esencia.

 

Vamos, haré las llamadas, despediré a mis hombres e iremos donde mi contacto, él nos cruzará a esa ciudad embajador, y que  si existe Dios, esta vez no me robe lo que más amo.

 

Salieron ocultos por las sombras de la noche, mas cuando volvieron la mirada  el frío caló hasta los huesos, y quedaron anclados en el piso, la mirada perdida en el sitio donde otrora dejaran el vehículo.

 

__ ¡Mierda, no! __ gritó Pedro que reaccionó y sin darse cuenta que lloraba abiertamente corrió hacia los cuerpos chamuscados de sus amigos, ya nada quedaba de  la camioneta, y de ellos solo jirones de carne y ropas quemadas.

Cayó de rodillas con la cara entre las manos mientras Guillermo sintiendo los pies de plomo logró llegar a él, y al fin llevarlo a su pecho para acunar su pena.

 

 -Los asesinaron, amor… quemaron todo, y pese a ser soldados, no pudieron escapar, ¿qué mierda es esto? __ El rostro anegado se volvió para  indagar respuestas en los ojos café, respuestas que no existían por ahora en ninguna parte.

__No lo sé precioso, se supone que no estaban acá, no sé qué es esto, pero pareciera ser una granada o algo así, ¿verdad?

Pedro asintió.

Cuando pudo articular nuevamente con voz ronca dijo:

__ Perdí el teléfono… a  los muchachos, todo, y ellos ni siquiera sabían nada, no tengo cómo avisarle a Beto y ahora me arrepiento de no haberlo advertido _ musitó.

 

El rugido de un motor los sacó del letargo,  un auto nuevo  se acercó, y un hombre hizo seña de luces, Pedro reconoció al chofer y tomó del brazo a Guillermo, se incorporaron y fueron hacia él, munidos de sus morrales y no mucho más.

__ ¿Qué está sucediendo, Abdal? ¿Nos puede explicar algo? __pidió Pedro al hombre que lo había contactado antes.

__ Algunos provincias y rutas son un pandemónium, señor __ respondió__, están bombardeando por aire y tierra, y los grupos rebeldes huyen o algunos se unen a los milicianos, pero nadie sabe si son hombres que buscan derrocar al presidente o enviados por él mismo, pese a que su palacio está rodeado.

__ Por favor __ dijo Pedro antes de reaccionar a lo que su mente estaba procesando__, perdí mi teléfono, deténgase, necesito llamar a la embajada, mal que me pese a quien menos quisiera.

__ ¿Qué? __ lo interrogó Guillermo.

__ Guille, necesitamos saber si esto está sucediendo allá, o solo es contra o causado por ese enfermo de Arismendi, llamaré a Mendoza, no podrá mentir en esto __ le explicó. —Miró su burner, la línea de batería  lo hizo  maldecir entre dientes__.  Apenas tengo carga, ¿tienes el tuyo?

Guillermo comprendió que no lo había cargado, solo tenía el celular común, en la mirada se lo dijo a Pedro.

__No llamaré a Miguel, llama a los chicos por allí, y luego dile a Fabián que me pase con Mateo, es uno de mis muchachos en el colegio, ellos sabrán mejor que este tipo de la situación, pregúntale a tu hijo, embajador. Y tú amigo, tienes que dejarme ver la mina, necesito saber si voló como mi Ranger o al menos está en pie, luego iremos donde quieras.

__Pero…

__Es de paso, por favor.

 

__ ¡Papá, al fin! _ se maravilló Fabián al oír a su padre que se aclaró la garganta intentando no transmitir el temor.

__ ¿Cómo están ustedes hijito? ¿Cómo está todo por allí?

__ Bien… como siempre, la piojo ya está molesta, Pedro al menos prometió venir, y nada, ¿están peleados ustedes? __ preguntó el hijo preocupado.

__No, es más, está a mi lado, pasa que tenemos poca carga, y estamos con mucho trabajo, en estos días estaba por viajar, pero… falleció el papá de Gaby _ confesó intentando darle un curso natural__. Por eso se quedó unos días más acá.

__ ¡Qué macana! Mándale besos. Todo bien papá, pero ya queremos que regresen, verlos, ayer salimos de paseo por la ciudad y pasamos por la embajada, extrañamos.

__ ¿Salieron? ¿Y se lo  permitieron?

__Claro, cada dos o tres días hacemos visitas guiadas a distintos sitios.

Pedro asintió entendiendo que la guerra o lo que fuera que estaba sucediendo era alrededor de Juan, o de ellos, o de  ese sitio. Guillermo habló un rato más y pidió a Fabián que llamara al tal Mateo, que en minutos estaba al teléfono, fue entonces que Pedro tuvo la confirmación, en la capital, sin el embajador y sin el presidente en sus lugares, todo estaba en calma, la acción era por uno de ellos.

__Por favor,  como supones no tengo modo de comunicarme con nadie, necesito que avises a Alberto, y lo mismo a Marcos, y a nuestra gente, yo ni siquiera tengo carga en el burner, pero intentaré comunicarles lo que sucede y dónde estoy,  avisa a Alberto y a la misión, que en tanto yo no los llame, vayan a sus refugios, ¿está? Gracias. _Cortó cuando la batería era mínima, y devolvió el teléfono a Guillermo, justo a tiempo de mirar cuando el coche se detuvo, que la mina estaba indemne, pues las medidas de seguridad eran casi inviolables, pero… estaba desierta.

 

__Como sea que fuere, los hombres huyeron o los reclutaron, los niños y mujeres, no sé, no hay nadie, ni mi gente siquiera, o tal vez sí, y estén ocultos, pero al menos no la volaron __ le informó, e hizo una seña al chofer que se puso en marcha hacia su destino __. Este es un sitio privado, vienen por Arismendi, por ello no lo tocaron, pero me volaron lo mío, atacaron el refugio, a Gaby… es él mismo, es ese hijo de mil putas de Juan, es un monstruo.

__ ¿De verdad es lo que piensas?

__ Guillermo, si esto fuera un ataque externo, ¿dónde está su tropa? ¿Cómo violaron el espacio aéreo esos aviones? No son de el Mossad, ni de potencias extranjeras, son aviones locales, son pocos, hacen ruido donde él desea, intenta tapar su cobardía simulando un ataque y de paso fulminar a los grupos rebeldes que no se camuflen entre su gente, y seguramente él se esconde en sus ciudades subterráneas en tanto simula que rodean la mansión. ¿Por qué volarían otros puntos y no allí?

__Tiene lógica, pero es de locos __ admitió el embajador.

__ Es un malnacido, un psicópata de mierda, ojalá fuera gente de…, ese pobre patriota murió, y toda su gente, o casi _ susurró__. No te lo dije antes, pero soy uno de ellos, tal vez por ignorancia o error, el único sobreviviente del grupo rebelde, llevaba años con ellos ayudando en logística militar cuando lo asesinaron, entonces regresé a Estados Unidos.

Guillermo procesó la información, antes de que terminara de infiltrarse en su mente, y al fin cerró los ojos suspirando.

 

__ ¿Para qué me quieren donde sea que vayamos Abdal? __ interrogó, Pedro.

__ En un rato en el puesto de control estarán los guardias de confianza, y pasaremos sin problemas, me pidieron que con credenciales de periodista, y la idea es que saque fotos y videos de todo, y regresemos en el día, que muestre al mundo lo que está sucediendo, a través del grupo que elija, que se sepa, Pedro __ le explicó el hombre, y Guillermo le clavó la mirada__. Son apenas quince kilómetros, pero la travesía puede depararnos cualquier cosa, llegaremos con la mañana, y en la noche o antes deberíamos estar volviendo.

 

El hombre hablaba poco, su atención estaba fijada en la ruta, y a poco de andar se toparon con los primeros controles del gobierno.

__ Ustedes no hablan, yo me encargo de todo acá __ les dijo un instante antes de detener el coche y entregar papeles que funcionaban como salvoconducto.

Los milicianos les permitieron seguir de inmediato. Evidentemente, se trataba de una autorización con alguna firma importante. Aun así,  los dos notaron que el hombre respiró aliviado como si hubiera existido alguna posibilidad de que algo saliera mal.

Llegando a la ciudad, muy cerca del ingreso, los mismos  papeles hicieron levantar la valla del segundo puesto, y de nuevo se escuchó el suspiro del conductor. Tras superarlo habló:

__Fue el último control de este lado. El próximo será del grupo  ese que está haciendo lío, ahora comienza lo peligroso.

__ ¿Qué papeles presentará, los mismos?

__No. Allí presentaremos los nuestros y otros que traigo, pero tranquilo, que la gente apostada en el lugar ya fue avisada de que cruzaríamos. Alguien poderoso pagó y mucho por ello. Aunque _ advirtió con cierta tensión en la voz__ seguramente requisarán el coche.

 

__ ¿Hace esto seguido? __ preguntó Guillermo asombrado.

__ Es mi trabajo. Así me gano la vida __ respondió el hombre cogiéndose de hombros.

 

A lo lejos divisaron la valla rodeada por varios guardias vestidos con ropa militar. La tensión creció en el aire.

Mientras se  preparaban para afrontar la inspección, tal como si el habitáculo del coche fuera el teatro de un concierto herido por un violín desafinado, oyeron un ruido que los sobresaltó. Provenía del asiento trasero, totalmente fuera de contexto, hizo al chofer dar un respingo. La voz de una tercera persona, aunque suave les erizó  la piel por diferentes motivos.

 

__ Hola.

La palabra inundó el auto.

Hasta a Pedro le costó entender de dónde venía ese hola y quién lo pronunciaba. A Abdal, igual, pero su reacción fue rápida, clavó los frenos de golpe, sacó el revólver de abajo del asiento y con un giro de inmediato apuntó a…

__ ¡No! _ gritó Pedro.

De inmediato los dos miraron hacia atrás y descubrieron riendo el dulce rostro de… el embajador que arrobado contemplaba a su amor, con la cabeza cubierta por una capucha. El conductor insultó, Pedro suspiró.

 

__ ¡Carajo!, ¿qué hace el embajador acá, Pedro? ¿Cómo ha llegado? ¿Lo hemos traído escondido todo el viaje y no me he dado cuenta de que era él?

__ ¡Cálmate, no grites! __ exclamó Pedro.

Desde donde estaban, podían divisar a los guardias. Aún no los habían detectado, pero, si seguían estacionados, pronto tendrían problemas. Tres hombres discutiendo en un auto detenido atraerían la atención, vendrían por ellos y, si no les disparaban antes quién sabe qué les harían. Pero Abdal parecía más aterrorizado por la presencia del embajador en su auto que por la de los guardias.

Pedro comprendió que, si iban a avanzar, debían hacerlo cuanto antes. Y si no, debían regresar ya mismo. Aunque algo le decía que, si abandonaban el camino, aumentarían las posibilidades de enfrentar problemas. En su mente barajaba las posibilidades, pero no conocía todas las combinaciones, como por ejemplo, si Guillermo lograría pasar el control sin contar con la inmunidad diplomática, no podía exponerlo como tal sin saber si se buscaba asesinarlo. El chofer deseaba regresar, él lo conminaba a continuar.

Les pareció que los milicianos señalaban el auto, tal vez ya los hubieran descubierto. Si era así, debían avanzar. De lo contrario, si se marchaban, les dispararían.

 

__Creo que nos vieron _ susurró Pedro__. Sigamos con el plan. Si nos descubren dando la vuelta pensarán que huimos y será peor.

__Y nos fusilarán __ bramó el hombre.

__Continuemos. Tengo mis papeles _ exclamó  Guillermo, que los sacó de entre las ropas y se los extendió al chofer que por un momento apoyó la cabeza en el volante, mientras mascullaba para sí.

-¡Vamos, arranca! __ le rogó Pedro.

__Está bien. Seguiremos. _Y apretó el acelerador del Audi.

Habían adelantado unos metros cuando Pedro se dio vuelta,  vio a Guillermo con las cámaras.

__ ¿Qué haces?

__ Traje las cámaras __ dijo señalando la mochila que llevaba cruzada detrás.

__ Bueno, ahora no, quieto.

__ ¡Cúbrase embajador! __ gritó enojado el chofer cuando se acercaban a los milicianos, aunque pese a la situación, Pedro notó que se había serenado. Guillermo se encerró en el abrigo de modo que prácticamente dejó al descubierto solo la nariz y los ojos.

 

Los hombres de uniforme verde y metralletas les indicaron que se detuvieran. El hombre les hizo caso y los saludó con parsimonia, tal como si viniera de paseo. Uno de los milicianos lo reconoció y lo saludó. De todos modos le pidió los papeles. Otro se dedicó a inspeccionar el interior del auto. Los tres entregaron sus documentos y, cuando se los devolvieron, los guardaron celosamente pues ellos establecían la diferencia entre la vida y la muerte.

Un guardia de mayor rango comentó algo en tono amigable y dijo algo al chofer que de inmediato habló a Pedro.

 

__ Quiere que les saques una foto, sin que se vean los rostros, no enfoques al rostro.

Pedro entendió que se trataba de una orden. Si bien el convite lo había tomado desprevenido, Guillermo le pasó la cámara e improvisó un par de fotos. Dos de los milicianos posaron con la seña de la victoria. Sobre la muñeca de uno, Pedro vio una inscripción tatuada, y retrató el detalle con sigilo. Terminada la breve sesión, el Audi avanzó y se alejaron de la guardia. Los tres iban mudos. A través de las ventanillas, descubrían en la castigada ciudad la misma cara sufriente, la que Pedro había visto de cerca en la guerra, y más tarde en Irak, en Afganistán y tantos sitios, calles cubiertas por montículos de escombros y cenizas, casas partidas por la mitad con los cables y las cañerías al aire, como si se tratara de un cuerpo humano con una fractura expuesta. Abundaban las viviendas sin los vidrios en las aberturas y las montañas de basura se acumulaban en las esquinas. Los rostros de las pocas personas que se cruzaron iban cargados de dolor, de mugre y polvo.

 

__ Pedro, mira __ exclamó Guillermo atónito.

__ ¿Qué?

__ La casa de Manos que Curan y la Cruz Roja, estos animales la han bombardeado también __ se asombró el embajador y el frío le caló hasta los huesos__. Por favor, ¿crees que les pase lo mismo en la otra?

__No lo sé, en cualquier caso espero que no estuvieran dentro, y que al menos respeten los hospitales __ dijo apesadumbrado Pedro__, esto me hace pensar en Juan, ni los rebeldes ni la gente de Grosa es así de cruel, jamás tocarían esto, es la gente de la que dependen, no así el presidente, es un montaje de él.

 

A trecientos metros de la valla Abdal dijo que deberían seguir a pie, y abandonar el auto.

Tras bajarse, avanzaron con precaución, siempre mirando para todos lados.

__El lugar este pareciera tranquilo _ comentó  Pedro.

__Este sector de la ciudad por ahora está en calma _  dijo el guía__, pero en cualquier momento puede violentarse. ¿Escuchan los tiros? En otras zonas están peleando.

 

Prestaron atención.  A los lejos se oía el ruido sordo y constante. Si se agudizaba el oído se reconocía el inconfundible sonido de una balacera. Pedro se mantuvo atento a las variaciones de los silbidos y de los ecos que generaban los disparos. Podía distinguirlos, más lejos o más cerca, con impacto o balas perdidas.

Caminaron hasta que estuvieron frente a un grupo de hombres con armas al hombro, esperaron a que se alejaran y avanzaron, por la vereda de enfrente apareció una mujer, encorvada, con un bebé en brazos, mirando a todos lados, de pasos apurados que denotaban terror, como si alguien la persiguiera o escapase de  algo, en definitiva presumieron que era una viuda que huía de la guerra. Pedro la retrató como se dedicaron a tomar fotos y videos de las casa derruidas, de cables tendidos, captando el aspecto desolado que se mostraba, mientras por momentos y no tan lejanos oían disparos y explosiones.

 

__ Esto es su sitio peligroso, Guillermo __ lo amonestó Pedro.

__ Entiendo que lo es, pero no es ajeno para mí, conozco cada cuadra de Rumania desde fotos y el diario de mi abuelo, casi como si lo hubiera visitado todo de niño.

La respuesta puso de manifiesto la discordancia que Pedro percibía en sus actitudes. Tal vez por ello lo hallaba tan atractivo. Además de su arrojo para colarse desafiando las prohibiciones y la pasión con que aferraba la cámara demostraba e inspiraba respeto,  se ponía en peligro por amor, y por la tierra de su abuelo.

 

__Conoce el lugar en tiempo de paz, pero ahora es completamente diferente. Hay una guerra en esta ciudad.

El hombre formuló la queja dejando en claro su disconformidad.

 Vieron grupos de niños jugando a la guerra, y al caminar las de una real infame conformaba en imágenes una película de terror sin cortes.

 La carrocería carbonizada de los coches abandonados en las calles. Una casa derruida cuyos habitantes usaban el marco de una ventana desnuda para atar un cordón del que colgaban su ropa que secaban al sol, entre ellas abundaban los niños. La hora corría y las cámaras continuaban registrando el desastre. Más adelante  un jardín mostraba flores que sobrevivían entre un montón de  escombros mostrando cómo la vida se abría paso aun en medio de la destrucción.

Hombres aferrados a trozos de verduras, mujeres llorando a sus muertos, y más, demasiado dolor.

Pedro sacó su iPhone y sacó algunas fotos más.

Abdal chequeó su celular y al ver que era más de las doce avisó:

__Es momento de ir a la zona de fábricas.

__ Buena idea __ aprobó, Pedro__, retratar negocios que prósperos antes de este gobierno, ahora estaban cerrados con miles de empleados sin trabajo.

 

Regresaron por el vehículo, Abdal los convidó con cereales y golosinas que había cargado antes de salir, sería el almuerzo con unas botellas de agua. Luego condujo hasta una zona atestada  de oficinas y galpones abandonados, hasta que estacionó y avanzó a la par.

 

__ Aquí es _  exclamó__. En estos edificios funcionaban empresas, hay uno de oficinas y galpones de maquinarias en cada uno de ellos. Sería bueno saber si siguen en su sitio o fueron saqueadas o incendiadas, pero nada de entrar, solo saquen imágenes desde afuera.

Las persianas bajas transmitían melancolía y las montañas de escombros y basura daban cuenta del horror. Aun así, seguían siendo grandes construcciones que se mantenían en pie, todas en estado de abandono.

Plasmaron la toma.

Guillermo observó que Pedro, a pesar de intentar disimular tenía los ojos llenos de lágrimas, perdidos en otra guerra, en ese pasado de dolor que ahora entendía. Se enterneció. Hubiera querido cubrirlo de abrazos y besos. Decirle que allí a nadie perdería, que esa calamidad acabaría pronto, que a las guerras les quedaba poco tiempo, pero sabía que estaría mintiendo. Deseaba tomarle la mano, abrazarlo, apartarlo de allí, de Rumania, del mundo entero, y también entendía que era algo imposible entre pares, al menos allí.

Cuando terminaron, Pedro habló sobre la siguiente etapa de la misión, Guillermo se estremeció, el otro se negó, deseaba retratar la acción de los soldados y de los milicianos.

 

_Necesito que me lleves a la línea de fuego.

__Es muy peligroso. Estamos con el embajador, no.

__Tengo que hacerlo. He venido para esto. Es mi oportunidad.

__ Vendremos otra vez.

Pedro insistió.

__Te llevaré, pero solo bajarás tú del auto.

__ De acuerdo.

 A medida que se acercaban a la zona roja los tiros se oían con absoluta claridad. Una explosión fue el límite que Abdal no cruzaría.

 

__ Hasta aquí llego. Bájate _ ordenó__, y ve a hacer ese loco trabajo que quieres.

Pedro obedeció, y antes de grabarse las referencias visuales que lo traerían al punto de encuentro, Guillermo habló:

__ Yo también iré.

Y al intentar descender, los otros exclamaron al unísono.

__ ¡Tú, no!

Con su grupo de elite Pedro siempre trabajaba en equipo, es más le costaba moverse solo allí, aun sin Alberto, pero Guillermo no sabría cómo moverse en la línea de batalla, además, era el embajador, y su amor, no lo expondría jamás.

 

El chofer bajó el vidrio y le habló.

__ Escúchame: esperaré por ti, aquí, en el auto por media hora, pero si la cosa se pone fea, tendré que moverme, cambiar de posición, en tal caso deberás arreglártelas solo hasta que pueda regresar por ti.

Pedro miró la hora y asintió.

Luego comenzó a correr como lo había hecho en la guerra, en tantas misiones. Se lanzó a la calle protegida por las construcciones bajas y en minutos se atrincheró en lo recio de la contienda. Los disparos resonaban a pocos metros, la adrenalina le corría por la sangre por entero mientras una sola meta se adueñaba de su mente: dejar testimonio del horror y no morir. Todo lo demás quedaba suspendido, supeditado a esos objetivos, y sin Guillermo hasta su vida estaría del otro lado, y nada importaría, excepto las imágenes que mostrarían al mundo lo que sucedía en ese frente de batalla, en ese país. Un tiro zumbó muy cerca. No le importó. Y siguió avanzando.

 

Otra noche ha pasado y cuando despierto, te veo en mis brazos, siento el calor de tu piel, arrasándome, quiero besarte y acariciarte, pero tan solo, continúo mirándote embelesado. Amanece, te veo junto a mí,  dormido, y mientras el calor de tu cuerpo, comienza a encender mi hoguera y ansió convertir ese fuego, en locura y pasión, entreabres los ojos, sonríes pícaramente y comienza ese juego, llamado seducción.

Cuando no estás a mi lado, me siento vacío, porque sin ti la vida no vale la pena, extraño la ternura de tu voz, tus sonrisas, las caricias y los besos que nos dimos, las promesas hechas, que no sé si llegaremos a cumplirlas, por eso cuando tú no estás, me lleno de miedo y siento que me falta todo, desde la luz que ilumina mi destino, hasta el aire que respiro y que la vida ya no tiene sentido, cuando tú no estás, el tiempo parece haberse detenido y mi vida es oscura y sombría pero solo escuchando tu dulce voz, es lo único que puede volver a encender este viejo corazón. Hoy déjame amarte así, de la forma que solo tú y yo sabemos   y así poder dibujar tu cuerpo,  con mis manos y mis labios  y así poder mostrarte con mi mirada mis ansias por ti, y es así como enciendes la pasión,  el deseo y el amor dentro de mí, para que con mis labios empiece a recorrerte, comenzando por tus labios  y continuando por todos los confines de tu cuerpo, para que así mis labios puedan llegar  hasta el manantial que nos da la vida, y que tanto me vuelve loco de deseo, llevándote lentamente a lo desconocido, encendiendo en ti, el ardor y la pasión al máximo, robándote tus suspiros, gemidos y temblores de excitación,  para que entre suaves caricias,  deliciosos besos y susurros de deseo y placer,  podremos llegar al fin a un éxtasis celestial… Amanece y a veces quisiera ser como las gotas de rocío que acarician  las flores y se quedan en ellas, muy pegadas, como perlas de agua y así como lo hace el rocío, así quisiera estar sobre tu cuerpo, y recorrer tu ardiente piel, inundándote con mi pasión. Se deshace un suspiro en el deleite del deseo. Se desnuda la noche, entre la fragua y el martillo mientras dos cuerpos se funden, en un silencio sostenido.- Un disparo sacó a Guillermo del ensueño.

 

Pedro llevaba pocos minutos deambulando por las calles donde se peleaba la guerra. Corría a velocidad, buscaba lugar para guarecerse y ubicarse tras la cámara.

La balacera lo rodeaba, con el afán de alcanzar dos hombres una metralleta destruyó una pared y el ambiente se llenó de un intenso polvillo que lo cegó. Cambió de lugar y recuperó la visión de la calle.

A su alrededor, las exclamaciones__ arengas, gritos, órdenes de odio__ se mezclaban con las de dolor físico de los heridos. Logró instalarse en un sitio que consideró perfecto para su labor. Y captó lo que deseaba: rostros aterrorizados, hombres disparando, casas humeantes, trazas aéreas de proyectiles, mujeres con su llanto largo lastimero frente a sus muertos. Una síntesis de la locura que se vivía en esa violenta guerra.

Sin medir su seguridad ni la hora, continuó haciendo el trabajo  hasta que un rapto de lucidez lo llevó a mirar el reloj, diez minutos de retraso.

Entonces dio media vuelta e inició una carrera a todo lo que le daban sus piernas. Tenía que llegar al auto cuanto antes o si no se marcharía. Concentrado en ello, lo sorprendió la figura que venía hacia él. Abdal iba a su encuentro corriendo a máxima velocidad. Cuando lo tuvo a centímetros, exclamó:

 

__Vamos. Tenemos un problema. Acaban de avisarme que cambiarán la guardia. Si se van mis conocidos antes que lleguemos, se complicará nuestra salida, corra.

 

Ambos  cubrieron el trecho que los separaba del auto, donde aguardaba Guillermo con el corazón detenido, solo latió al ver a Pedro, se subieron y el chofer arrancó con violencia. Durante la retirada, una detonación impactó, muy cerca y por unos instantes quedaron sordos. El auto se detuvo. Cuando salieron del shock, los tres comprobaron que estaban sanos, no heridos. La mirada les devolvió la certeza de que se hallaban sanos y salvos, siguieron avanzando con prisa.

El ejército del presidente bombardeaba la zona. No tenían otra alternativa que cambiar de ruta, no podían regresar por el mismo camino. Abdal se concentró en la calle. Temían que los disparos y las bombas los alcanzaran y destrozaran el Audi.

El hombre manejaba con frenadas bruscas y puestas de marcha violentas. Desesperado, buscaba cómo huir del laberinto. Necesitaba dar con calles alternativas que lo condujeran hacia la guardia que les facilitaría la salida. Pero cada esquina estaba imposible. La explosión de otra bomba provocó un grito y él clavó los frenos. Los tres pensaron que habían sido lastimados. El aturdimiento les duró un rato, pero para cuando se repusieron, Abdal avanzó nuevamente, aunque más lento porque la escasa visibilidad a raíz del polvo en suspensión y la ausencia de referencias –las casas conocidas habían sido demolidas_ lo habían desorientado. Decidió esperar a que el polvillo se disipara y detuvo el motor.

 

__Abajo amor mío, al piso _ dijo Pedro y llevó a Guillermo al suelo del coche cubriéndolo con su cuerpo, el embajador aprovechó y apresó su boca en un beso devorador.

__ Casi muero cuando te metiste en ese sitio, ¿cada vez que desapareces ocurre algo así y nunca lo supe? __ susurró en los labios.

__ Más o menos, guerras son pocas, y siempre que hay misiones peligrosas voy con gente que me cubre las espaldas, pero tranquilo, amor, tranquilo, estoy bien, nunca debiste venir.

__ Claro, nunca, debí permanecer acostado en la casa imaginando esto, ¿no es así? Prefiero morir acá con vos que dejarte solo de nuevo.

__ No moriremos, ya calla. __ Esta vez Pedro cerró los labios con los suyos, y permanecieron en silencio, haciendo el amor con la mirada, mientras Abdal chequeaba en su reloj que ya era tarde, la guardia ya había sido cambiada, tendrían que esperar allí hasta que recibiera instrucciones para saber dónde dirigirse.

Urgido por novedades, mandó mensajes por celular y permaneció atento a la pantalla. Esperaba una respuesta, la necesitaba ya mismo.

Pedro se movió y aprovechó para enviar un mensaje a Beto. En pocas palabras lo puso al tanto… “Ahora solo resta salir de este infierno pero estoy bien”. Y siguió amando al embajador en la mirada abandonada en los ojos café que escaparon hacia los de miel llenándose en esa mirada de ansias.

 

Estos deseos que me dominan, estas ganas que tengo de ponerte con tu espalda contra la pared,  besar tu cuerpo mientras me agacho  deslizándome por tu cuerpo  sintiendo cómo tiemblas de pies a cabeza,  besando la senda del deseo  siguiendo las curvas y senderos  de tu cuerpo  quedándome entre tus piernas,  siento cómo mis manos te estremecen,  hoy solo deseo beber  del mar  de tu ser… Deja que sea mi lengua la que marque  el ritmo besando tu piel tibia  enredándose entre el vello de tu selva, mis dientes y labios, buscando en el infierno de tu entrepierna, deleitándome con el aroma que invade mi nariz,  besándote hasta sentirte mío,  deja que tus piernas se aflojen,  tiembla, puedo sentir cómo  has perdido el control de tu cuerpo, estás a punto de estallar en mi boca y eso me pierde… Subo abrazándote por la espalda, te tomo del cuello suave, te susurro al oído date la vuelta y ponte en cuatro, siento cómo tiembla tu cuerpo, rozo tu sexo, tus nalgas, me llena de placer, siento que tu cuerpo es el infierno  donde quiero quemar todos mis deseos, agarrado a tu cadera, solo somos  dos cuerpos desnudos, sudados, babeantes de placer envueltos  en una lucha sin tregua,  batalla cuerpo a cuerpo  en la que solo buscamos dar y obtener placer …

Jamás olvidaré… Antes de que te conociera  mi vida estaba vacía,  carecía de amor, no conocía  el sentimiento tan inmenso  que es el amor, carecía de intensidad,  vacío de emoción. Era más que evidente que te necesitaba,  tú me hacías falta,  tú me enseñaste a amar,  si, tú amor mío.  Por fin comprendí que el amor a tu lado es distinto,  es mucho más bello, mucho más puro, a tu lado por fin soy feliz y  he hallado el significado del amor, el que alborota mi corazón. Jamás olvidaré esos primeros días  en que tú y yo nos encontrábamos, comenzaba a conocerte y sabía  que sin ti ya no podría vivir, desde aquel momento en que te conocí  todo en mi vida cambió,  desde aquel instante empecé a amarte,  a conocer ese sentimiento nuevo,  profundo que alegraba mi alma  y cómo no,  mi corazón. Gracias amor de mi vida por haberte fijado en mí, gracias por brindarme  la oportunidad de conocerte.

 

Luego de media hora, y cuando Abdal estaba a punto de enloquecer, recibió el esperado mensaje con instrucciones.

__ Tendremos que ir a la casa de unos conocidos de acá __ compartió los nuevos planes__. Allí estaremos seguros hasta que me avisen que ha llegado un guardia de confianza.

Los tres estaban preocupados, cada uno a su manera, más el chofer que era responsable de la seguridad del grupo, y más por la inesperada presencia del embajador.

 

__ ¿Podremos regresar hoy? __ preguntó el aludido desenredándose de Pedro.

__ Claro que sí __ respondió el hombre y comentó su temor__. Está cayendo el sol y eso nos obligará a pasar la valla durante la guardia nocturna. Será aún más peligroso. Son más rigurosos.

__Pedro maneja muy bien _  dijo Guillermo haciéndole un guiño__, puede ayudarlo con eso, ¿verdad?

El hombre desestimó la oferta, una vez que las explosiones se calmaron, se bajó del auto, y les ordenó:

__Vamos, iremos a la casa donde nos esperan, una de las pocas que hay en pie.

__ ¿A pie? _ preguntó Guillermo.

__ Sí. El auto quedará acá. No podemos comprometerlos estacionándolo frente a la puerta. No es tan lejos.

Pedro percibió que Abdal ya no transmitía el aplomo de las primeras horas del día. El regreso comenzaba a descontrolarse. Caminaron varias calles con mucha precaución hasta que llegaron a una zona donde algunas casas aún en pie mantenían vida de barrio. El ruido a motor delataba que además disponía de generador eléctrico propio pues la luz y el agua se cortaban constantemente. No obstante, Pedro recordó que en la zona de la última valla había observado que el tendido de electricidad funcionaba.

En minutos,  dentro de la humilde morada, Pedro se hallaba sentado junto a Guillermo en un sillón  desvencijado de cuero marrón, cuando entre la gente que no conocía apareció el rostro familiar de su granjero del refugio.

 

__ ¡Don Pedro, usted!

__ ¿Qué hace acá hombre?

__ Vine a traer a la patrona a ver a la hermana, y resultó que nos volaron la chata como la casa a todos los parientes y acá estamos… todos, pero nadie entiende nada, de no haber salido estaríamos seguros allá, pero me asomé en una bicicleta y ahora el camino está cortado _  dijo el hombre compungido.

__ ¿Qué se dice acá? No entiendo bien el dialecto.

__ Tranquilo, es buena gente, y nadie sabe nada, algunos dicen que es el presidente, otros los rebeldes usando armas ocultas, pero de verdad no sabemos, mi cuñado los ayudará a salir, señor,  Abdal es el mejor, conoce todos los caminos, Pedro, tiene que hacer conocer esto, usted tiene el modo y los medios, alguien tiene que ayudar a este país _ suplicó__, iré por la patrona.

 

Pedro empezaba a sentir cansancio y hambre. Asumió que Guillermo y el conductor estarían igual. El embajador se había quitado el abrigo y, ensimismado captaba retazos de la conversación de los hombres. Evidentemente, entendía solo algo. Desde el fondo, junto a una cocina, dos mujeres vestidas de negro y con el rostro de espanto reparaban en ellos como si fueran extraterrestres, habían dejado de lado lo que estaban cocinando cuando ellos llegaron y ahora se dedicaban a desentrañar cómo seguiría la trama instalada en su casa con los extraños que había traído Abdal. Su presencia les llamaba más la atención que las bombas que estallaban en el exterior.

Aunque arruinados y cubiertos de polvo, los muebles de donde se encontraban les demostraban que alguna vez eso había funcionado como la sala de un hogar. Unido a la cocina apenas separado por una tela, el living había perdido su esplendor. Todas las ventanas carecían de vidrios. Las paredes internas _derrumbadas por alguna extraña razón_ habían sido reemplazadas por telas de colores clavadas al techo. Los trapos colgados otorgaban la sensación de estar en una gran carpa de circo.

Pasado el momento de estupor, el dueño de casa ordenó a las mujeres que prepararan algo de beber, mientras afuera las explosiones continuaban  y Abdal les comentó que el hombre aseguraba que podían quedarse en la vivienda hasta que recibiera el aviso de que el guardia de confianza se hallaba en la valla. Luego, tras chequear una vez más el celular, se alejó unos metros hacia la entrada y siguió conversando en voz baja con él.

 

__ ¿Qué hablaba Abdal con ese tipo? _ preguntó Guillermo.

__Están preocupados. Tienen miedo de que nuestra visita llame la atención de algún grupo radical. Siempre hay miedo en la guerra amor _ respondió Pedro con aplomo pese al caos reinante __. ¿Estás bien? Pareces cansado.

__ Sí, estoy agotado, ha sido un día agitado y la noche está al caer.

__ Ahora no te puedes quejar, no debiste venir _ replicó Pedro.

__Es lo único que me pone feliz _ reconvino el embajador.

Por un instante, sus ojos tropezaron, las almas se encontraron. Los rostros reflejaron una sonrisa. Los dos sabían qué significaba esa mirada, ambos habían estado con otras u otros como para reconocerla como única. Cómo se gustaban y atraían. Pedro sin dejar de observarlo se acercó más, lo tenía a centímetros. Las piernas se rozaron. Pudo sentir la caricia del aliento.

Lo que transmitían los ojos café de nuevo y la cercanía le provocaron una oleada de excitación. Iba y deseaba besarlo, devorarlo. La escena no podía ser más ridícula, estaba refugiado en una casa en el fin de la nada, en medio de una guerra, gobernado por su más elemental instinto de hombre y por el amor de ese par. Decidió evitar las ideas sensuales que venían a su mente si lanzaba los ojos hacia los labios de Guillermo. Pero resultaba imposible, este también lo miraba a él, sus ojos taladraban sus labios gruesos, le quemaban la piel. Ambos tenían la extraña sensación de que el universo se había detenido y que allí estaban los dos solos gustándose, deseándose, con ganas de besarse, sentados en un sillón viejo de un living polvoriento, rodeados de telas que hacían de puertas, de cortinas, de paredes. Cada uno recordó a su ex, cómo creaban un ambiente propicio para pasar la noche juntos. Perfumes, velas, botellas y copas de vino… Se trataba de artilugios de pareja que usaban para lograr lo que allí acababa de darse como antes en el coche entre Pedro y el embajador… de manera espontánea, natural  y pura… simplemente por amor.

Mientras una de las mujeres se acercaba con dos vasos de vidrio, una explosión hizo vibrar las pocas paredes que quedaban en la casa. Guillermo se puso de pie, extendió su mano, tomó los dos vasos justo cuando una nueva detonación, esta vez más fuerte aún, lo desestabilizó, trastabilló y su bebida cayó al suelo.

 

En la sala, todos se observaban entre sí. Aún nadie había pronunciado ni una palabra cuando oyeron una tercera bomba. La onda expansiva los tambaleó y provocó la caída de la mujer mayor. La casa se movió desde los cimientos. Por la intensidad del ruido, Pedro creyó haber quedado sordo. A partir de ese momento, los vestigios de coherencia se perdieron. Las mujeres gritaban e invocaban a Dios, se agarraban la cabeza.

Haciendo los tragos a un lado, Abdal y el dueño de casa salieron de la sala por la puerta de calle. La casa se movía como si fuera una caja, parecía que iba a derrumbarse. La bomba había caído a pocos metros.

 

__ Tenemos que irnos ya mismo. De lo contrario… _ dijo Abdal asomado desde la puerta, enredado entre telas. Pero no terminó la frase porque una ráfaga de metralleta dio de lleno en el frente de la vivienda__. ¡Dios! _exclamó y se frenó en seco.

Además de bombardeada, la zona estaba siendo atacada por tierra por quien sabía quién.

__ ¡Pedro ven aquí! __gritó Guillermo que intentaba trepar por la ventana de la cocina que daba al patio trasero, por la que acababan de huir los granjeros y la mujer joven.

 

No había tiempo para nada.

Pedro se acercó unos metros hacia la abertura pero una segunda ráfaga de metralletas ingresó a la casa por la ventana del frente y traspasó las telas. Los proyectiles impactaron en la sala y alcanzaron el pecho de Abdal.

Horrorizado, Pedro detuvo su huida con la intención de ayudarlo. Pero no pudo avanzar.

 

“¡Mierda, como siempre, como entonces con Agustín, no puedo hacer nada!”

Se tiró al suelo para evitar la balacera justo en el momento en que una nueva explosión detonó tan cerca como la última.

 

__! Maldición, Pedro, ven! ¡Déjalo y ven acá! __ gritó Guillermo, que estaba seguro de que el hombre había muerto. Nadie podía sobrevivir a semejante disparo.

 

Pedro no pareció oírlo, estaba en otra batalla, y si lo hizo, no le importó, porque avanzó cuerpo a tierra hacia el cuerpo, se arrodilló junto al hombre mientras veía aterrado cómo la sangre brotaba a borbotones a través de la camisa, se escurría en ella la vida y los ojos de Abdal ya no se abrían, mientras las balas seguían silbando en la sala.

 

__! Pedro, ven! __ gritó desesperado… el embajador.

 

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.

 

 

 

 

 

4 comentarios:

  1. Veronica Lorena Piccinino
    Se puede amar de la manera que yo amo a este hombre maduro, diferente, que enfrenta la muerte a mi lado?.... si, claro que se puede, en las buenas y en las malas... ese Arismendi es de lo peor... fuerza a nuestros queridos Pedro y Guillermo en esta lucha solo por celos y venganza de parte de un bastardo que nunca sera correspondido por El Embajador .... gracias Eve Monica Marzetti

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    1. Eve Monica MarzettiAutor
      Administrador
      Veronica Lorena Piccinino me vas a matar con el final pero se haría muy largo si seguía

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