lunes, 2 de agosto de 2021

REENCUENTRO CAPÍTULO SEGUNDO


 

 REENCUENTRO

CAPÍTULO SEGUNDO

 


Hoy…

Pedro sigue llorando. Llora por su situación actual y por el recuerdo de esa noche en que creyó que Guillermo moriría. Oye discusiones afuera, uno recrimina a otro a gritos y golpes. Tiembla. Reza para que se acabe pronto su calvario, para que terminen de una vez por todas con él o lo dejen ir.

Su mente empecinada vuelve a Guillermo.

Pensar en lo que vino después le hace cosquillas en el alma, y el dolor de no haberlo llegado a ver, lo lacera, pero ya es demasiado tarde, solo quiere revivir aquellas horas, no fantasear con un… reencuentro.

 

_ En algún lugar del tiempo…

 

Decidí juntar todos mis pedazos para hacer un hombre,

y así poder amarte entero, aun entre mis ruinas.

“Montecristo”.

“Si alguien llama a tu puerta y estás triste, abre,

que es el amor, amiga mía”. Gabriel García Márquez.

 

*Me encontraba junto al río, en una playa linda, apacible, un disfrute a los sentidos, sin embargo, mi alma estaba derrotada, mi voluntad hecha añicos como un vidrio templado estallado pero que todavía permanece en su lugar, resistiendo. Resistía como un hombre que aparenta normalidad, no porque eso era lo que quería, sino por mis hijos que jugaban y correteaban de aquí para allá. Recuerdo no poder detener el ahogo. Mis lágrimas de profunda angustia no dejaban de brotar de mis ojos, salvo en los momentos en que mis niños se acercaban para decirme algo o solo ver a su papá y compartir su alegría. A pesar de querer morirme, y no sé con qué fuerzas, me reía y trataba que no se entendieran mis ojos llorosos con algo que fuera más allá de la reacción normal frente al viento o el sol de frente. Ellos seguían felices.

Mi estado de aplastamiento no se debía al amor de una mujer o pérdida de él, qué va… tenía su origen en la imposibilidad de desplegar  todo el mío en la figura de  alguien, un compañero  y no se debía entender mi angustia como una reacción frente a la soledad, era frente a la imposibilidad de compartir mi corazón con alguien, sabía vivir solo o lo soportaba, pero no era de mi agrado.

En cierto momento me sentí observado, más aún, compadecido. Como si alguien estuviera contemplando mi dolor escondido y sintiendo lástima del desdichado hombre que miraba el río pasar. De un extraño modo, tuve la certeza de que quien me miraba era  él, aunque era imposible. No había nadie cerca, pero la sensación persistió por un tiempo.

 

** Miraba a ese hombre que destilaba su dolor sin que sus hijos lo notara. Juro que deseaba consolarlo. Si tan solo un ángel pudiera hacerle saber que todo pasaría, que pronto iba a reír nuevamente, que todo su amor iba a ser comprendido y valorado por un hombre  que deseaba lo mismo que él… Su angustia pude gustarla como propia en mi paladar y me entristeció. Miraba a ese hombre en la playa y nada podía hacer, sé que él me percibía pero no lo entendió en ese momento, el dolor lo cegaba. Yo, en otra dimensión de años transcurridos me esforcé por decirle, gritarle en pensamiento, que pronto todo iba a estar bien, que solo debía aguantar.

*Miro atrás y recuerdo ese día en la playa y un gustito del amargor probado todavía me sube a la nariz, tal vez para ayudarme a valorar lo que en ese momento deseaba y no dar ni un segundo por sentado hoy. Ese día no llegué  a comprender que desde el futuro, el amor de un hombre  se apiadaba de mí y me gritaba desde sus entrañas que lo esperara, que él  pronto desenredaría la maraña de debilidades propias y ajenas y saldría corriendo a buscarme. ¿Cómo podía yo saber que este hermoso  hombre podría estar a mi lado, me atraía hacia sí desde un futuro que no estaba en condiciones ese día de ver, tras el oscuro panorama que apretaba mi existir? Quizás un ángel me fortaleció, quizá fui valiente y salí a buscar el amor, quizá  todo esto, solo fue por vos, Pedro.

 Hoy-

 

__Guille, ¿dónde estás?

__Pensaba, Beto, pensaba, tengo que hallarlo, no puedo volver a perder, ni él __ murmuró al amigo que se acuclilló a su lado.

__ ¿Los chicos saben? __ interrogó Alberto.

__Fabián algo, Malena no, es chiquita aún, apenas digiere que me esté separando de Ana _ reconoció__  ¿Qué te dice tu olfato?

__ Que es lo que dice Marcos, o está cantado, tenemos que empezar por la empresa, ¿no piensas así?

Guillermo meneó la cabeza como sopesando los hechos antes de responder.

__Supongo que es claro, descubre el autorrobo, los enfrenta, renuncia y envía el currículum al estudio _ reconvino Guillermo mientras Beto asentía__, los tipos pensaron que los mandaría al frente y se lo llevaron.

__Y sí, o un cliente loquito como dice Marcos. Es lo que cree también la policía, el tema es que no hay rescate pedido.

__Eso y no sé, me parece demasiado simplista Beto, o a lo mejor estoy paranoico, pero es que ya nos sucedió, y ¿yo cómo sé que no viene de aquellos tipos? A estas alturas ya deben de estar sueltos, con la sangre en los ojos, detrás de  los dos, no sé si  son los tipos de la empresa, o una venganza, y aun más al no haber rescate pedido, y si son aquellos,  esta vez no le perdonarán, y si eso sucede y no llego a tiempo, me voy a morir.

__Ya Guille, sal de  ahí que así no lograremos nada, si crees eso, piensa, rebusca en los recuerdos, algo de él te dará aviso de su paradero, piensa.

 

 

“Guille, hablar contigo es descansar el alma que en medio del agobio por los golpes y vaivenes del día a día, por cómo el destino ha hecho su camino en mi vida, llevo preñada de soledad y angustia, las dos llevan tu nombre. He aprendido a decirte  tantas cosas sin requiebros, a escuchar tantas de las tuyas sin temores, a dejar el alma vacía de penas, a cerrar las heridas sintiendo que se van llenando de alegrías.

Hablar tus cosas es comprender tus cosas, y entender las mías, y en la medida en que destilo mi amargura en los fuertes senderos de tu pecho paciente, el mío se va colmando de esperanza y lozanía. Es renacer al lado tuyo, ya sin penas, con la fuerza que me inoculas cual abono  al surco donde siembras nuevas mieles de optimismo insospechado, que despejado me descubres nuevos horizontes. Es encontrar un nuevo aliento en el sendero, un llano en la ardua cuesta, donde furtivo mi macilento andar se me hace breve y el cansancio que me agota, reconforta. Es buscar la sombra acogedora cada tarde  de un oasis donde dar de beber a mis ansias, donde encontrar el solaz a mi quebranto y el refugio en la aciaga noche del desierto. Es escuchar el susurro de tu aliento, de tu risa jovial, tu voz, tu alegría y pensar que es el viento, que es la brisa que me abriga con la calidez en el verano. Es penetrar tu ambiente con el mío, fundir tus penas con mi ardiente llanto y hacer que brote un destello de esperanza del seno sombrío de mi destino.

Es retomar la música de mi guitarra, templar sus cuerdas, sacudirle el polvo y arrancar de nuevo los acordes que otrora bulliciosa y joven lanzara entusiasmada por los aires. Es caminar a tu lado con la esperanza  de emprender de nuevo el sendero del futuro, con alma y corazón reforzados, hallando siempre una disculpa, para de nuevo hablar contigo. Es raro porque contigo hablo poco, pero me interesa cada sílaba que viene de ti. Es extraño, voy lento, y pienso que todo conozco de ti pese a los años de distancia y que no me da miedo si me entrego por completo, yo sé que tenemos todo en común, más que esta atracción de almas, lo sé porque no necesito interrogarte tanto ni hurgar en tu pasado. Me basta con mirarte y escucharte  y sentir que estás frente a mí como un espejo, aunque no nos parezcamos, eres mi reflejo. Yo sí creo en las almas gemelas,  porque hay tanta gente en este mundo  y por ahí debe haber alguien que nos comprenda.

¿Y, si fueras tú? El tiempo es un concepto abstracto para definir el movimiento. Pero cuando hablo contigo, haces que todo se detenga. El reloj deja de andar y, el temor a ponerme viejo, ya no existe. Porque siento de algún modo, que cuando hablo contigo, puedo vivir para siempre. Me encanta hablar contigo, porque haces que me interese  hasta de los temas más irrelevantes. Cualquier cosa que salga de tu boca, es magia, sabiduría, reflexión. Me encanta hablar contigo,  porque cuando pronuncias una palabra,  el mundo queda mudo. Tu voz retumba en cada esquina de la casa, aun cuando no dices nada. Y lo mejor de tus palabras, es que  la mayoría no sale de tu boca, sino de tu alma. Llevas la honestidad en cada frase, y haces que las promesas cobren el valor que un día solían tener. Me encanta hablar contigo,  porque no encontramos razones para alzar la voz. Me encanta hablar contigo,  porque dentro de ti, siempre hay un buen libro que escuchar. Me encanta hablar contigo,  porque cada vez que dices algo, tu voz sustituye a la de mi conciencia. Me encanta hablar contigo,  porque dices que te encanta hablar conmigo.”

 

Años atrás…

 

Febrero otra vez y ese sentimiento de culpa atado a su espíritu. Hoy sus padres cumplirían las bodas de oro, cincuenta  años juntos y él sigue aún sin cumplir su promesa.  El teléfono pone fin a la escena:

__ ¿Señor Graziani? –pregunta una voz que presagiaba algo oscuro.

__ Si, con él habla.

__ Hubo un… no sé cómo decirlo… un accidente aquí, en el cementerio en donde sus padres se encuentran descansando. No se alarme, no es muy grave aunque un poco inquietante. Por favor aproxímese en cuanto pueda así lo ponemos al tanto de lo que sucedió.

En camino al cementerio,  Guillermo pensando en Pedro no dejaba de  dudar  e inquirir a su mente en qué sería lo que había sucedido con sus padres y recordó la voz de su padre, el día en que falleció. Le hizo prometer que cuando su madre muriera, los enterrarían juntos. Habían sido un matrimonio digno de admiración, se habían amado hasta el fin. Cuando casi dos años después su madre murió, unos minutos antes le recordó la promesa que le había hecho a su padre. Hacía siete años desde que su madre había abandonado este mundo y no había cumplido su promesa, eso lo agobiaba, especialmente cada catorce de febrero, el día en que sus padres contrajeron matrimonio.

Ante la tumba de su padre,  Guillermo no puede dar crédito a lo que contempla, esta se había rajado a la mitad, a lo largo, como si la hubiesen dividido con cincel y martillo. Corrió hasta la de su madre, que distaba unos siete metros de la de su amado, y lo mismo. Se sentó y lloró, de alguna manera entendió que esto estaba relacionado a su promesa no cumplida.

Arregló con la administración y en unos días revisarían las tumbas para tratar de averiguar lo que sucedió allí. De regreso a casa y conmovido por lo presenciado jura que en unos días cumpliría la promesa.

Cuando destaparon las tumbas otra vez, la sorpresa y algo parecido a un aire helado ganó el corazón de los presentes que estupefactos miraban la escena sin pestañear. Las tumbas se habían llenado de raíces de un árbol y no se distinguía ni la madera de los cajones, ni huesos, ni nada, solo raíces entrelazadas habían colonizado el lugar.

__ Ese es el árbol  -comentó uno de los peones del cementerio haciendo referencia al gigante que distaba a unos  metros de distancia de cada tumba.

Era uno de esos viejos árboles al costado del camino principal que conduce por el interior del cementerio.

__ ¿Se amaban mucho? -preguntó el paisano mirando a  Guillermo  que todavía no había vuelto totalmente en sí.

__ ¿Qué? -preguntó no entendiendo a qué se refería el peón.

__ ¿Si sus padres se amaban mucho? -repreguntó el hombre dejando un halo de misterio en su pregunta.

__ Como no vi a otros  -contestó apesadumbrado por ese peso de la promesa incumplida.

__ El amor se abrió paso -dijo y se fue con sus herramientas hacia otro sitio del cementerio.

Otros empleados colocaron las tapas en su lugar, haciendo caso al pedido del  hombre que necesitaba más tiempo para decidir qué hacer.  Guillermo volvía a su casa pero la intranquilidad era insoportable. Frenó el auto y meneando la cabeza giró hacia el cementerio, como obedeciendo a una corazonada, a su instinto. Buscó al peón en el cementerio y cuando lo halló le preguntó qué era lo que quiso decir con eso de “el amor se abrió paso”. El hombre lo dirigió al enorme árbol y desde allí le señaló la distancia entre este y las tumbas de sus padres.

__ Mire, este árbol está a la misma distancia entre ellos, ¿comprende? -le preguntó el peón como ayudando a ese  señor racional a ver una realidad demasiado codiciosa para ser cierta.

__ La verdad que no lo comprendo  -contestó no queriendo darse por enterado de la realidad en frente de él.

__ Usted me dijo que sus padres se amaron mucho, ¿no es así? Bueno, el amor entre ellos se abrió paso, y ahora están unidos, son parte de ese hermoso y añejo árbol.

Antes que  Guillermo pudiera reaccionar, el hombre le dio la mano y le dijo en tono suave y paternal: “Hay que cumplir las promesas”.  Guillermo  miró el añoso árbol y lloró apesadumbrado. Secó sus lágrimas y algo en él le llamó la atención, no podía creer lo que veía. Sobre el tronco del mismo, grabadas a fuego las iniciales de sus padres aparecían como en un film romántico dentro de un corazón. Pensó en quién habría escrito eso o si eran en realidad las iniciales de sus padres o solo una hermosa coincidencia. Volvió a casa y abrazó a su  amor…   puro e inocente  y le contó detalladamente lo sucedido.

__“Qué romántico” __  expresó con sus lindos ojos de miel  mojados en ternura __. “¿Nosotros vamos a terminar así?”__ preguntó  Pedro mientras se acurrucó en su pecho tiernamente.

__“Te lo prometo” __ aseguró  Guillermo, mientras de alguna manera sentía que ese peso soportado por años, lo abandonaba__. “Te lo juro mi amor”. No puede no pasar.

Las lágrimas bañaban el rostro mientras los recuerdos se abrían paso y atropellaban todo lo restante.

“No puede no pasar, cielito, resiste precioso, te voy a hallar, te encontraré, como entonces, lo prometo.”

 

Años atrás.

La mente de Pedro regresa a Guillermo.

Guille en ese cuarto pequeño e impersonal del hospital, con el rostro pálido, casi sin vida. Le habían extraído las balas, estaba delicado porque había perdido mucha sangre, pero sobreviviría. Según los médicos había tenido suerte… unos centímetros… y habría quedado con las piernas muertas. Sentado al lado de su cama, perdió la noción del tiempo. Por momentos, sus ojos, víctimas del agotamiento, se cerraban.

 Cuando al fin Guillermo despertó, Pedro dejó libre de contención a su llanto y fue el mayor quien lo consoló con palabras tiernas  y caricias en sus manos, que se desesperaban por abrazarlo.

-El amor no tiene fin. Allá está el mañana que parece tan lejos y tan cerca, con tanto dolor, tal vez una irrealidad en la realidad, pero allá está ese sueño, ese deseo, ese momento tan guardado en mi corazón. Puede pasar el tiempo, y este volverse milenios o convertirse en la eternidad pero el amor nunca tendrá fin,  ¿o ese mar de estrellas en el cual nuestros sueños flotan tiene fin? ¿Cómo medir la distancia, el final? Puras teorías, tal vez ese mar de pasión donde las olas nos invitan a amar agarran fuerza de nuestro corazón, van  y vienen, no se cansan, no terminan,  llevan un latir, un movimiento pausado como si ese movimiento fuera el suspiro del mar. ¿Cómo saber, cómo entender lo que está dentro de uno? El amor no tiene fin y este amor que siento es solo para ti.

Con lo confuso que estaba, Pedro se atrevió a expresarse, pero luego se ruborizó, y regresó al rol de amigo.

 

Al ser dado de alta, Pedro insistió con alojarse en la casa de su hermano, estaba claro que los agresores ya conocían sus domicilios, y allí estarían más seguros. Juan, el amigo de Guillermo que esta vez se portó bien, los ayudó a trasladarse y a llevar algunas cosas.

__ Yo intentaré dar con Malvárez,  ustedes tranquilos.

Guillermo delegó la tarea en Juan, quien luego de unas horas tras reunirse con el detective, exmilitar, les informó que este les aconsejaba esconderse hasta que él pudiera mover algunos contactos pues desconfiaba del comisario Gómez.

__Hubo antecedentes similares hace algunos años, fue algo menor, no hubo heridos ni disparos. Se inició una investigación para nada, los sospechosos fueron absueltos continuando en sus cargos. Uno de ellos, era el actual comisario __reveló.

 

Guillermo descansaba en el único dormitorio habilitado de la casa de Agustín, dado que la parejita la estaba remodelando, situado en la planta alta. El esfuerzo de subir lo había agotado, y yacía sentado en el borde de la cama matrimonial.

Pedro le había colocado almohadones para que estuviera más cómodo, iba y venía de a ratos para ver si necesitaba algo, una duda lo carcomía pero no preguntaba. ¿Qué rol tenía ese tal Juan en la vida de su Guillermo? Porque que él supiera y viera la novia oficial era Silvina.

Preparó de comer, se dio una ducha, llamó a sus padres para contarles lo sucedido, la cuestión se estaba complicando demasiado. Si bien minimizó lo ocurrido, los instó a volver pronto. Se enredó en excusas para explicarles el porqué de la toma de la casa de su hermano, y no logró convencerlos.

Al anochecer subió a cambiarle los vendajes y notó que Guillermo lo miraba diferente, como  si lo viera por primera vez, o descubriera en él a otra persona, o tal vez al fin se daba cuenta de que había crecido, que ya no era un nene, que era un hombre. Pedro no supo que Guillermo sucumbía ante su belleza masculina, que una inoportuna erección le robó  el aliento y temió que Pedro leyera sus pensamientos o notara su deseo.

Pedro ausente a las elucubraciones de ese hombre dueño de su vida lo ayudó a acostarse, lo cubrió con una fina manta, y se disponía a salir cuando Guillermo lo retuvo.

 

__ Siéntate aquí – dijo señalando el borde del lecho.

__ Con el corazón en la mano soñé contigo. Todas las vivencias que habíamos hablado. Éramos dos personas que se funden. Al contemplar nuestros cuerpos  fue tan delicado, profundo,  con tanto sentimiento. Descubrimos todos los placeres de hacernos el amor que solo  vos  y yo descubrimos. Sentir besos,  abrazos, cómo se siente cuando uno está enamorado. Fue un regocijo descubrir todas esas sensaciones que nos puede dar el cuerpo. Quedarte extasiado. Solo  vos  y yo  porque el amor está en nuestro interior y  la forma de satisfacerlo es entregándonos  a los placeres que  vos y yo descubrimos. Es un goce poder ofrecer todo mi sentimiento. Y tú el tuyo.

Guillermo oyó incrédulo, no, Pedro no podía ser como él, además él no tenía derecho a ilusionarlo.

Cuando Pedro obedeció y se sentó callando el resto de palabras, Guillermo le tomó el rostro entre las manos, lo miró a los ojos, buceó en el alma, percatándose de su tensión, y aunque sintió el impulso de besar esos labios gruesos, y sensuales, se contuvo. Por mucho deseo que sintiera en ese momento, sabía que lo suyo era un impulso sexual, como siempre, muy fuerte por cierto porque su objeto de deseo era diferente, y muy lindo, pero solo eso. Podía lastimarlo, y mucho. Le dio un suave beso en la frente.

 

__Gracias por todo lo que haces por mí. Deseo poder retribuirte como mereces- un decir más, le soltó la cara.

 

Pedro, aturdido, se puso de pie.

 

__No tienes nada que agradecer, me salvaste del tipo, y no espero ninguna recompensa _ dio media vuelta y salió enfurruñado.

 

Guillermo quedó con una gran sensación de vacío, que fue interrumpida por la llamada de Juan. Él también estaba en peligro, había un auto vigilando su casa constantemente. Guillermo maldijo haberlo involucrado, para protegerse mutuamente le pidió que no volviera a visitarlos.

__! Qué diantres es esto! A veces creo que son narcos, otras que andan en la trata, no confío en nadie _ le dijo antes de despedirse.

 

Ante las últimas novedades, Pedro sintió mucho miedo. Afuera se había desatado una feroz tormenta de verano, la temperatura había descendido abruptamente,  el viento hacía gemir a las ramas,  crujir a los árboles que ondulaban tras la cortina de agua y azotaba contra las ventanas.

 

__Guille, si estás de acuerdo, pensaba dormir aquí _mientras lo decía sentía la sangre acumularse en las mejillas, y el sudor en la frente__. Sabes que los otros cuartos ni siquiera tienen muebles y de abajo no te escucharía si necesitaras algo en medio de la noche _ las palabras atolondradas se atropellaban en la rapidez.

 

Guillermo asintió y Pedro dispuso todo para dormir al lado, pero por encima del edredón.

__ ¿Qué haces? _ preguntó Guillermo, sin comprender.

__Es para taparme.

_ ¿No te meterás en la cama?

__! No! _contestó ruborizado.

__ No pensaba violarte y no sería la primera vez que dormimos juntos, desde niños que lo hacemos _ le amonestó Guillermo.

 

Cuando eran pequeños, sus padres viajaban mucho o a veces armaban  ellos viaje de vacaciones y acampadas, y ya fuera en la parte de atrás de camionetas o en la cabina de camiones, los niños dormían juntos mientras los mayores iban delante o en sus propias carpas.

 

__Ya no somos niños, aunque tú sí lo creas _ dijo Pedro, encendiendo el velador.

__ ¿Acaso dejarás también la luz encendida?

 

Hoy.

Pedro sonríe de nuevo. Esa conversación de niños, ese titubeo, esas ganas de estar juntos que ninguno deseaba reconocer y que gestos y miradas gritaban a  voces. Lamenta no haber hecho el amor con él, que esa noche no durara un poquito más, no haberse entregado a su amor.

Años atrás.

 

Se descalzó y se acostó sobre la cama debajo de la fina colcha que había sacado del placar. Guillermo retiró un almohadón que estaba detrás de su cabeza y se acostó también.

__ Despiértame si necesitas algo__ susurró Pedro, girando hacia el otro extremo. Apagó la luz e intentó dormir, sin embargo una mirada penetrante le quemaba la espalda, lo sentía como si lo palpara.

 

Tardó mucho en dormirse,  lo sentía pegado a su piel, podía oír su respiración, su aura y su aroma lo envolvían. Era una tortura estar allí, sentía deseos de acercarse, de abrazarlo. Probó concentrarse en otra cosa y fue imposible.

Sabía que a su compañero le sucedía otro tanto, podía oler su deseo.

__ ¿Tienes frío? __ interrogó Guillermo.

__ Un poco _ admitió el otro.

__ Vamos Pedro, no seas ridículo, ¿por qué no entras bajo las sábanas? ¿Acaso me temes porque sabes que soy gay y que Silvina es una pantalla?

Pedro le clavó de súbito la mirada. Nunca antes lo había admitido con él, y por lo que vieron sus ojos con Silvina se acostaba, ¿o no?

 

__ ¿Pantalla? Pero…

__Me acuesto con ella, sí, a veces, pero ella hace todo, si ya sos un hombre debes  entender, vamos, ven. Olvídate de lo que está bien y lo que dicen que está mal. Nadie te juzgará por esto, y además nadie tiene por qué saberlo.

La oferta era tentadora y Pedro aceptó, tapándose hasta el cuello.

__ ¿Estás mejor así?

__Sí, mucho_ se acomodó para dormir__. ¿Entonces tu pareja de verdad es Juan? __le lanzó de súbito.

 

__De verdad no hay nadie, Juan es quien me mostró lo que deseo, pero no estoy enamorado tampoco de él, es solo un amigo, duerme.

“Un amigo, se acuesta con él, amigo le llama.”

Todo era peor ahora, y ambos lo sabían. No había barrera  que se interpusiera entre sus cuerpos. A Guillermo le bastaba estirar el brazo para tocarlo, y cómo le gustaba ese adonis precioso e impertinente que ahora preguntaba todo, pese a que se había acostado sobre el lado opuesto podía percibir el calor, sabía que respiraba su aire, y también percibía que Pedro le temía.

 

__ ¿Y Camila?

__ ¿Qué pasa con ella?

__ Están de novios, ¿no es así?

__No. No tengo novia, es una amiga _ habló intentando devolver el golpe.

__ ¿Y Diego que anda rondándolos siempre?

__Es… como tú, es gay _ balbuceó.

 

Las palabras penetraron en la mente de Guillermo con lentitud, ella era una amiga, Diego que lo rondaba y adulaba era gay… La duda se coló entre sus neuronas. Ninguno podía dormir, y los dos advertían que el otro estaba cerca, evitaban moverse, contenían  la respiración.

Pedro no soportó la posición, amén de que dormido si se movía terminaría aterrizando en el piso y se volvió, mirando hacia el centro de la cama. Trató de conciliar el sueño pensando en otras cosas, y no pudo. Luego de un rato, sintió que la respiración de Guillermo se hacía más pesada y regular, estaba dormido. Deseaba acercarse a él y abrazarlo, siempre había soñado con dormir entre sus brazos, como cuando en la playa de niños jugaban a pelear, y él lo llevaba en andas, y lo enterraba en pozos de arena, y ahora que estaba tan cerca, se debatía internamente.

Si no intentaba algo en ese momento supo que no lo haría nunca, Guillermo no sabía que él sentía como él si creía que Camila era su novia, además con él despierto y esos ojos que le tocaban hasta los huesos en cada mirada,  jamás tendría  el coraje para tomar alguna iniciativa. Tomó aliento, ánimo y se decidió. Guillermo estaba boca arriba, se acercó un poco más dibujando y acariciando sus rasgos con la mirada, qué bello que era, rozó sus piernas con las propias, y un ramalazo lo atravesó. Luego apoyó su cabeza sobre el hombro de Guillermo y una mano sobre su pecho, de inmediato sintió sus latidos que lo conmovieron, el calor se esparció desde la piel y penetró en la suya. Guillermo no tenía por qué enterarse de cómo habían llegado a estar juntos.

 

Despacito le susurró al oído:

__De repente me ilusiona tener a alguien especial que me tome en sus brazos, que arda por tener mi piel, que me enseñe cómo se debe amar, beber un vino y experimentar el verbo amar y no esta soledad, sueño con la bahía de su boca, con esa mirada que transforma los momentos llenos de perpetuidad a la entrega que se da cuando se enlazan fronteras.

 Siento ganas de escribir lo que se siente eróticamente en la piel, de besarlo en frío, en calor, sin pudor, que acaricie mi tristeza, volverlo loco con el sudor de mi ser, aprenderme sus preposiciones,  sabores variables que despiertan tentaciones,  sería mi rehén, mi esclavo, mi perfecto amante del silencio,  conocer sus laberintos,  reconocer su aroma a kilómetros, olas rompientes quebrando mis  entradas hirvientes, dos continentes desnudos en una noche cálida despedazándose, sería la dicha de mi obsesión palparlo seductoramente. Sería mi  furioso mar  probando los más deliciosos néctares, apresado en la rutina y la inconstancia, deseando tener un amor a escondidas, sería, resucitaría y me sentiría vivo,  que mi boca dulcemente lo atormente, que mis labios desciendan  a donde desea su mente, desear ese vaivén desesperado de mi cuerpo caliente y mojado, saber su nombre, sus fantasías, revelando mis ilusiones y mis sueños, por solo pensarlo diariamente.

 Amar es  cólera secreta donde se anhela lo más sublime, el sexo, la piel y el cuerpo que se mezclan y juegan con hambre y sed de embriagarse. Sería mi gula favorita, mi forma de perderme, cerrar los ojos y dejarme llevar sin miedos a esa locura, sintiéndome como un adolescente, agonizando siempre,  quemando mi aliento, que deje la música sensual de sus manos en mi estilizada silueta,  tomándonos el zumo de la vida trago a trago, cuerpo a cuerpo, enredarme en su cuello, encontrar en mis caderas el encaje perfecto, amanecer con su alma perdida, quedando rendido hasta la otra cita, ojalá algún día te encuentre así.

 

A veces no duele tanto. Cuando le saco intensidad, le resto la animosidad de intentar comprender el porqué, entonces no duele tanto.

Me pregunto qué será del aroma  sin la rosa, solo un efímero existir o un inexistente bosquejo de lo que podría ser o tal vez un recuerdo retenido en el olfato memorioso.

Los olores siempre me aproximaron a hechos, pasados o presentes, no importa en qué tiempo, pero situaciones, asociaciones, como un parentesco indisoluble, inquebrantable.

La vereda de doña Isa siempre olía a calidez, a estofado los jueves, a tuco los domingos, olía a comida, a manos laboriosas  a madre, así olía la vereda de doña Isa.

Uno asocia y no es casual, ni un bosquejo abstracto e individual de cada persona, todos los pibes de la cuadra nos reuníamos en esa vereda a oler, ¿recuerdas?

El taller de mi viejo olía a sus manos o sus manos al taller. Qué manos tan bellas tenía  entonces mi viejo. A mí no me gustaba el olor a grasa, pero aprendí que era olor a laburo, a trabajo, la habilidad de armar y desarmar esas cosas frías con cantidad de engranajes, que siempre necesitaban grasa.

Los veranos en la ruta de ida o de vuelta eran un choque de realidades, un abanico de sensaciones, un derroche. El camino al campo olía a hierba, a pasto húmedo, a animales, a río, a vida. Cuando regresábamos a la ciudad nos desprendíamos de cada prenda hasta la vuelta, cubriéndonos de nauseabundos olores a fábricas, a riachuelo. Él olía a su perfume, siempre lo recuerdo al atravesar los pinares, pero también el tabaco me lo hace presente. Con cualquier aroma, él se percibía maravilloso.

Por eso sufro algunos aromas, no por su nostálgica carga, sino que me cuestiono, ¿cuántos recordarán la vereda de Isa con el olfato, quién sabrá de las manos de mi padre, o del aroma a madera y selva que emana tu piel, qué será de ellos cuando ya no los evoque? Siempre besamos los pétalos aterciopelados de una flor, pero el aroma, ¿qué es del aroma? ¿Cuánto tiempo perdurará?  Eso me entristece, me duele profundamente, entonces intento sacarle esa profunda y metafórica simbiosis que hago, mato el razonar y el sentir, me hundo en boludeces como la T.V. y sus frivolidades. Ahí no duele tanto, hasta que me disparo un balazo certero en la frente, cuando entiendo que esas imágenes en aparato me trasladan a hechos, a situaciones y nuevamente llegan a mi memoria olfativa esos aromas.  ¿Qué será de ellos? Solo el tuyo perdura y sé que está tatuado, impregnado en cada poro, está bajo mi piel, fundido en ella,  lo llevo conmigo como tu belleza en mis retinas para imaginarte cuando no estás cerca.

 

Pero Guillermo no estaba dormido, sino asombrado, impactado por lo que estaba escuchando, y le hizo dar un vuelco al corazón cuando levantó un brazo para pasarlo debajo de su cabeza. Giró un poco el cuerpo, lo atrajo hacia sí y con el otro brazo, lo tomó por la cintura. Pedro lo dejó hacer y apoyó la cara en su pecho, estaba a punto de llorar de emoción.

 

__Mi bello invento, quizás alguna vez fue usted mi realidad. Sí, una bella, divina y palpable realidad, pero no lo recuerdo, créame. ¡Cómo podría olvidar a alguien como usted…!  ¡Cómo no aliviar con su recuerdo mi fría soledad!

 ¿Su nombre…? No podría olvidarlo, se lo aseguro… Sería un idiota si olvidara cuánto lo quiero, si no lo supiera,  no se sienta usted ofendido si le digo que no lo recuerdo… Porque mi vida entre amores se ha perdido como se pierden los recuerdos con el tiempo, como se pierden los ayeres de amores  vividos  en pasiones solitarias navegando en mis recuerdos,  pasiones que se esfuman traviesas como el viento  para morir en lo más profundo del olvido. Porque en mi realidad  ni ellas ni ellos existen.  Son solo inventos para pasar el tiempo, porque en mi mente  son solo un invento…

Y vos sos un sublime invento donde de niño floreciste  pleno de pasión  y aunque nunca elegiste, ni elegí conocerte me entregaste lúcido cual divino cuento  tu  divino amor. Ahora a vivir la vida sin pena ni gloria, pensar en el pasado sin queja ni drama, porque como todo hombre mi gentil este caballero ha perdido una victoria pero no la memoria como para olvidarlo a usted, al soñar con su amor que alguna vez fue vida, y añorar los instantes que hoy son parte de mi historia. Sí, usted mi más bello invento…  Eterno por siempre en mi memoria.

¿Estás mejor así? _le habló cambiando el discurso en tono de voz bajo, cerca del oído, con voz ronca, Pedro estaba aturdido, ¿qué le había dicho, de quién estaba hablando?

 

__Sí __ Pedro también lo abrazó, feliz, pero avergonzado. Estaba apretado  el uno contra el otro. __ Guille, yo…

__Shhh. No digas nada más _ interrumpió__, y olvida todo lo que dije, soy  gay, tengo farsas con mujeres, y no amo a esos hombres, huyo del compromiso, de las ataduras, eso quise que supieras, solo eso.

__Solo…

__Me gusta tenerte así, siempre me gustó, no estropees el momento. __ Lo abrazó con fuerza y él le respondió de la misma manera_. Lo que diga hoy lo olvidas mañana, pero cada momento, cada instante vivido con vos, es una dèjá –vu que se repite en mi mente. Mi cuerpo siempre sentirá tu piel. Mis manos nunca estarán vacías pues están llenas de vos,  cada día, cada momento las froto para que el calor del amor que te robo  esté solo conmigo.  Estar o no estar,  es  solo una conjugación del verbo.  No te olvido  ángel que con su mirada le dio luz a mis días de oscuridad.

 

Pedro tardó mucho en dormirse, quería disfrutar, sentir ese cuerpo amado, esos susurros prohibidos, era la noche más feliz de su vida y ansiaba hacerla eterna.

Afuera, la feroz tormenta no daba tregua. Se despertó varias veces durante la noche, temiendo que todo fuera ilusorio, que al despertar, él no se encontrara a su lado, que todo fuera solo un sueño.  Cada vez que abría los ojos se hallaba entre sus brazos, lo miraba, inmensamente feliz y volvía a dormirse.

 

Guillermo no tuvo una buena noche. El hecho de tener a Pedro entre sus brazos, y tan cerca lo inquietaba más de lo imaginado. Se moría de deseos de tocarlo, de besarlo, de tatuarlo, de beberlo. Le era casi imposible comportarse como un caballero. Más de una vez estuvo a punto de ceder, de despertarlo con sus caricias y hacerle el amor, sin  embargo algo así con él no tendría macha atrás, entonces la imagen de los otros invadían sus cabeza y su impulso se esfumaba.

 

Pero finalmente pudo más el deseo y empezó a acariciarlo. Pedro dormía y entre sueños sintió que unas manos esbeltas pero fuertes lo tocaban. A pesar de estar aún adormilado, era agradable.

_Siento el dolor de darme cuenta de mi soledad herida. Dolor y recuerdos de vida ya son jirones en mi alma ya herida de encuentros prohibidos, escondidos en los ocasos de mi vida.  Es honda mi soledad sin tenerte, en horizontes de olvidos.  Ayer éramos amores y deseos floreciendo todas las mañanas en auroras de amores y soles, y caricias en tu piel de porcelana. Nuestro amor  podría nacer tormentoso, entre besos húmedos y lujuria. Esperando el crepúsculo, vivir con los cuerpos alocados de deseos desnudos y libres donde el tiempo no exista, en el cielo verdadero.  Te extraño, el tiempo se hace lento en la vigilia de lo inaudito. Dormirme en tu vientre, sentir que  tu piel era mi morada, sueño con el surco tibio de tus labios en mi espalda, una caricia esperada. Tanto te esperé y sigo buscándote, que aún más te amo. Reniego a pensar en un viaje sin partida y no llegar nunca a tu vida,  en esta espera se va mi vida en horas lentas, tristezas y sin alegrías.

¡Y te encontré amor! entre el paisaje esmeralda de mar y cielo. Allí entendí la afiebrada búsqueda de tu presencia, y  tu nombre,  te cobijaré con pasión, deseos de amarte y quiero ser tu hombre. Y serás como el alba cristalina, en el crepúsculo de mi vida. Mis otoños vivirán tus primaveras, y cantaré mi amor en tu vera,  el amor nos salvará del tiempo que nos alejó, en un día cualquiera. Y ese día, cantaré con alegría,  o por amor, moriré por ti.

 

“Maldita sea, Guillermo, no  es para mí, ni lo que haces ni lo que deliras dormido.”

Tomó conciencia de lo que estaba ocurriendo a medida que se iba despabilando. Guillermo se había vuelto hacia él y su mano izquierda subía lentamente, desde su cadera por sus laderas hasta su axila, dibujaba sus contornos, bordaba con los dedos sus perfiles. Pedro no había abierto los ojos, empezó a trepidar. No sabía cómo actuar, si detenerlo o dejarlo hacer. Tampoco ahora tenía en claro si estaba despierto o soñaba con Silvina, o al parecer… peor, con Juan, ¿con otros?

La imagen que se le presentó, el recuerdo de ella en su casa lo malhumoró,  pero fue solo un instante. Después de todo, la chica ni siquiera había aparecido por el hospital al enterarse  que su novio estaba herido, ¿acaso sabía…? Juan, sí, él siempre estaba en todos lados.

 

Mientras Pedro se debatía entre sus celos, Guillermo continuaba con sus movimientos, cada vez más sensuales, incitantes. Sus dedos  daban pequeños pellizcos a la piel, buscaban y hallaban, estudiaban y memorizaban, haciéndolo vibrar.

De pronto él dejó su cintura y comenzó a acariciarle la espalda. Con dulzura le apartó cabellos de la nuca y trepó a masajearle el cuero cabelludo, el cuello. Pedro lanzó un débil gemido instintivamente se apretó contra él. No podía creer lo que estaba ocurriendo.

Guillermo continuaba estimulándolo, descubriéndolo, reconociéndolo como hombre, dejado en el pasado al niño, yendo de su cuello a su espalda, y paseando de allí nuevamente a sus caderas. Pedro podía sentir su ansiedad y decidió participar.

 

Empezó a acariciar su brazo, advirtiendo cómo aumentaba la pasión por él, le respondía. De vez en cuando dejaba escapar un gemido, un suspiro, un jadeo, que enardecía más a Guillermo.

Al fin este se incorporó  a medias, y lo tomó en sus brazos. Pedro elevó los suyos y los enlazó detrás de su espalda. En ese momento recién él abrió los ojos, se miraron, hasta que Guillermo se acercó aún más y unió los labios en un beso tierno, suave, apenas una caricia que lo dejaba anhelante de más.

Se apartó un instante para mirarlo, desvió los ojos a los labios, volvió a la boca, lo llamaba, y esta vez fue más intenso, pasional, y le arrancó a Pedro una catarata de sonidos, se apretó contra su cuerpo mientras las lenguas empezaron a buscar sitios nunca explorados, a degustar, paladear y conquistar, las manos las imitaban pues se movieron al son para acariciarle la espalda, y Pedro abrió instintivamente sus labios sintiendo la lengua avariciosa deseando ir más allá y darse entera.

 

El embrujo terminó en el sonido inoportuno del timbre que los paralizó. Guillermo se separó un poco y respiró, agitado, cómo le pudo suceder, se había olvidado del mundo.

Ninguno de los dos sabía qué hacer, la tensión se cortaba con el filo de un cuchillo.

Pero quien fuera que estaba afuera se pegó al timbre.

 

__ ¿Quién puede ser tan temprano?__ se dijo Guillermo alertado al comprender que ya era de día, en qué momento se le detuvo y perdió la noción de tiempo y lugar, lo soltó, y Pedro se peinó con los dedos el revuelo de su cabello.

Nuevamente el timbre, y esta vez más largo e insistente.

__Iré a atender _ dijo Pedro saltando de la cama.

Guillermo lo miró mientras se abrigaba y advirtió que estaba confundido, pero adorable.

__ ¿Estás bien? __ preguntó, con voz ronca. Pedro se volvió, aún estaba sonrojado y notó vergüenza en los ojos de miel.

__ Sí _ salió del cuarto.

 

Mientras bajaba la escalera intentaba controlar el galope de sus pulsaciones, tenían que regresar a las muñecas, salir de sus sienes. Estaba agitado, le temblaban las piernas, la piel, le costaba respirar. Todo había sido tan intenso y repentino, que aún no terminaba de creérselo, si había sido real o parte de sus sueños.

Dos timbrazos más lo volvieron a la realidad, y bajó corriendo los últimos escalones, se acercó a la puerta. Levantó la tapa de la mirilla y se asomó, lo que vio a través del vidrio lo paralizó. Su corazón, que comenzaba a relajarse, arremetió nuevamente, queriendo escapar de su pecho.

Detrás de la pesada puerta estaban sus padres… y sus tíos, o casi… y ellos casi habían estado haciendo el amor.

 

¡Oh, Dios! ¡Por qué ahora! _ De pronto recordó que él los había llamado, se apoyó contra la pared, se maldijo, y tomó aire. Volvió a tocarse el cabello, la ropa, ¿notarían lo que acababa de suceder en la planta alta? Sentía que hasta su piel gritaba la verdad. ¿Ellos sabrían que Guillermo era gay? No _ intentó tranquilizarse__, de saberlo no usaría a Silvina como pantalla de novia, tal como él usaba a Camila, aunque él no se acostaba con ella, ni  con Diego, de hecho acababa de recibir los primeros besos.

Unos fuertes golpes en la puerta lo decidieron a abrir. Tomó aire, dibujó la mejor sonrisa, y abrió.

 

__ ¡Hijo! _ Su madre se abalanzó sobre él como una ola gigante, lo abrazó para luego escrutarlo__. ¿Cómo estás? Estaba tan preocupada, temía que ocultaran algo.

__Hola mamá __también la abrazó, mientras los demás ingresaban a la casa. Luego abrazó a su padre, y a los de Guillermo. Los ojos de Mirna estaban llenos de lágrimas.

 

Pedro no supo cómo sus labios dieron respuestas a tantos por qué, pero en minutos todos subían las escaleras en tropel.

 Al abrir la puerta de la habitación, el panorama era desalentador. Guillermo yacía recostado en la cama matrimonial que había quedado impertinentemente abierta del lado que había ocupado Pedro, lo cual volvía evidente que él había salido de allí, con ese aspecto deplorable que lo vendía, y lo que hizo Guillermo fue la confirmación,  ni bien divisó la comitiva, acomodó las mantas, y cerró la cama.

 

“Idiota, un poco tarde me parece.”

Ante tal gesto tardío, el rostro de Pedro ardió, y recibió el calor añadido de las miradas de cuatro pares de ojos. Guillermo se percató tarde del error, temió la reacción, todos conocían su secreto, a los padres de Pedro aquello no les gustaría, con su hijo no se jugaba, era intocable, al tiempo sintió como propia la vergüenza que estaba sintiendo Pedro amén del temor, él ya había pasado por esa etapa.

Para suerte de los dos como la convocatoria allí había sido la salud de Guillermo, la tensión dio un vuelco. Y Mirna se acercó a la cama, indagando a su hijo entre llanto y preguntas.

Esa noche cada cual regresó a su casa. Pedro tuvo que dar demasiadas explicaciones para que sus padres entendieran que solo cuidaba de Guillermo, que entre ellos no había pasado otra cosa, que desde niños dormían juntos. No había enojo en ellos, pero sí leyó preocupación, ¿acaso ellos sabrían que eran gais?

 

__Pedro _ balbuceó su padre__, entendemos que él estaba herido, pero ya no eres un nene, menos lo es Guillermo, tú no sabes de esto, y menos debe de sospecharlo Camila, pero no conviene que sigas con las viejas costumbres, no duermas con él, hijito, Guillermo…  tiene novio, él es gay, no es bueno que te vean  tan a menudo con él hijo _ terminó su padre y aunque lo sabía sintió un mazazo que le daba en el estómago, no porque no supiera lo último, sino porque ellos creyeran que Juan era el novio de Guillermo.

Al fin  se comunicaron con  Malvárez que prometió mover sus conexiones en la policía y el ejército.

 

Al día siguiente, Guillermo lo llamó, quería pedirle disculpas por lo sucedido.

 

__ No sé cómo disculparme, Pedro, no quise que eso ocurriera, estaba aturdido __ hizo una pausa, estaba nervioso__. No debí hacerlo. Estaba durmiendo, me desperté, estabas tan cerca… sos tan bonito, me dejé llevar por la situación.

__ Está bien, Guillermo __ le costó articular las palabras__. Yo lo permití, pero cuando echas el resto y ya no es suficiente, cuando la vida te mira retadora y no tienes fichas a tu alcance, cuando lo has dado todo a cambio de promesas y tu firma no vale ni un torpe garabato. Cuando presientas que todos te hacen trampas,  que el destino te dio cartas marcadas, que nadie apuesta por ti en esta partida, que tu suerte está echada. Cuando sientas que hasta te huye hasta la sombra, y los espejos se rompen a tu paso, da una patada y tumba ese montaje, arranca el tapete y rompe la baraja, no sigas hasta perder tu propia vida,  tu dignidad, tu paz y tu autoestima. Levántate y busca otro horizonte busca otra mesa donde jugar tus cartas,  no hay más cadenas que las que tú te ciñes ni más desgracias que las que tú consientes.

__ ¿Qué quieres decir?

__Eso, que trates  de no equivocar el rumbo, que puedes modificar esa vida que llevas, que puedes dejar la farsa, y que no se necesita de mucho… un café, una conversación bonita, de esas que te hacen  abrir el corazón y escuchar con el alma, no se necesita de mucho, un roce de manos un par de miradas que se crucen buscando la complicidad de la noche, no se necesita de mucho…  dos cafés sobre una mesa y la complicidad de dos almas, más que de dos cuerpos, no se necesita de mucho para hacer de un instante un bello momento __completó aunque en verdad pensaba lo opuesto, y Guillermo jamás le habría confesado lo que guardaba su mente: “Te imagino en mis brazos  acariciando tu pelo. Reposando mis labios en los tuyos reflejándose en tus ojos,  embriagándome del perfume de tu cuerpo.

Imagino tu piel desnuda  en mi lecho al tatuar sobre ella mis mejores garabatos, cual el pintor lo hace en su lienzo. Imagino hacerte el amor hasta quedar rendidos y sin aliento,  ser el protagonista de todos tus deseos. Imagino ser el hombre  de tu vida, tu amante  tu amigo, el que te lleve  de la mano y te proteja por el resto de nuestras vidas. Imagino ser tu abrigo en las noches de frío, el hombro donde llores tus penas y el que haga de tu vida una eterna primavera.”

 

__No debí hacer lo que hice, yo ya soy un hombre grande __repitió__. Perdóname.

 

“Como susurros al  viento que va desapareciendo sin pedir permiso... tu voz, tu rostro, tu cuerpo, me alejaron de ti. Son recuerdos tan míos y tuyos sin motivos pero con causas propias. Se fueron alejando, como brisa de verano buscando refugios para los miedos, tal vez, así no dolieran tanto. Cenizas de ardiente fuego, que ha dejado cicatrices, sensaciones de lo amado, que ya era propiedad privada, caricias que estremecieron cada hueso, besos que nos quemaron con pasión.

Los disfraces del pasado van silenciosamente borrando las huellas en nuestras pieles, prefiero que el olvido se adueñe sin pedir permiso, para no sufrirte tanto, como un susurro al viento que va desapareciendo como una ausencia más. El miedo tranza con mis emociones y me hace sentir un cobarde, será que ya no puedo controlar mis sentimientos.

Saber que ya nada es posible, que la vida nos separa, prefiero negarlo todo, renunciar a nuestras ganas y tan solo convertirnos en esos amantes sin emociones, sin necesidad de olvidar. Me aterroriza pensar que por el miedo nos convertimos en cobardes y nos vamos…  olvidándonos.

Toda historia, tiene principio y final, pues llegó.  La vida seguirá escribiéndola  de  manos del destino.  Yo sigo viviendo sintiéndome feliz  por cómo y quién soy,  de ti por tus actos, no puedo decir lo mismo. Doy gracias por haberte conocido, por cuanto vivimos que fue mucho,  tanto bueno como malo y como ello nos reforzó para ser mejores y saber que  no es cómo se cae, si no cómo nos levantamos y eso  lo hacemos con esa fuerza con la que nos distinguimos. Sé feliz, cumpliendo tus metas. Crece hasta el universo y más allá pero no olvides que a tu lado hay personas que te quieren y no puedes tratarlas como cadáveres  dejándolos por el camino, mira que la vida devuelve el daño que infringimos. Me despido dejando la puerta abierta  a pesar de… como me aconseja un verdadero amigo, y siguiendo los consejos de mi padre: Ama, perdona y olvida.”

 

Cuando apenas pudo finalizar la conversación y cortó, solo se quedó pensando en que sonaba todo a despedida, a fin, a nunca pasará de allí, le dolía que él le pidiera disculpas, porque eso significaba que era uno más, que todo solo había sido un impulso, nada más que mero deseo físico. Y ahora ya no había nada... Por un momento se había ilusionado pensando que él entendía como nadie su verdad y que se estaba gestando algo verdadero y destinado en los dos. Sus disculpas le decían todo lo contrario.

Para él había sido un error y se retractaba.  Quizá lo real y verdadero al fin en la vida de Guillermo, no fuese más que Juan.

El llanto contenido,  lo venció, y lo arrojó sobre la cama…

 

Hoy.

Ruidos en el exterior otra vez. Voces, motores que se encienden, disparos, mierda, pero ¿quiénes eran, qué hacía él en ese juego?

 Pedro se hizo un ovillo en el suelo, sintiendo que igual se enredaban sus pensamientos, no imagina a nadie en su vida tan retorcido como para hacerle eso, ni siquiera a los de la empresa. Se hace cada vez más pequeño, siente que va a morir. El miedo lo paraliza, no puede estar sucediendo otra vez, la dictadura pasó, esos recuerdos que torturan a sus padres no son presentes, pero el hecho es que ni siquiera siente el dolor corporal, su piel acalambrada por las sogas que lo sujetan.

Esa noche, junto a Guillermo es uno de sus más bellos recuerdos, porque luego sus vidas cambiaron de rumbo, y es esa noche la que quiere llevar en su viaje al otro lado del camino, en su último viaje acompañado de la muerte,  pues alguien le torció los senderos, y  allí estaba en ese caos, en tanto soñaba… un reencuentro.

 

CONTINUARÁ.

 

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.

 

 

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