viernes, 9 de abril de 2021

PROHIBIDO CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.

 

PROHIBIDO

CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.



 

“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú”.

Gustavo Adolfo Bécquer.

 

Bs. As. Miércoles  22  de febrero.

 

El conocer a Carlos, la tutela, el que Ernesto fuera a responder ante un juez, el amor de la familia de cuatro. La mano del destino los había tocado a todos ellos. Y en buena parte había sido por Felipe.

 Los hijos estuvieron encantados con la casa que habían elegido, y sin más espera para tener tiempo de efectuar las remodelaciones, luego de la vista firmaron el boleto de compra, le confesaron ante la algarabía de todos, que de salir todo bien en octubre, se casarían el veintinueve de diciembre.

__No tiene que ver con el nene, y fui con Carlos, es solo que le pedí no decir nada durante la cena _confesó y logró total atención de padre e hijo__. Él me está ayudando, en algún momento tendré que ir a Roma, no es casual que tocara el tema, pero regresé a la archidiócesis para dejar la petición formal de dispensa absoluta de mis votos al Vaticano.

 

__ ¿Que hiciste qué cosa? __se sorprendió Guillermo.

 

__Amor, si ya te lo había dicho, quiero dejar de ser cura, y la notificación que adjunté no creo les deje dudas, pero sé que inicié el camino largo que antes evité, ahora puedo enfrentarlo porque no estoy encerrado.

__El que termina junto al papa.

__Exactamente, y tal vez sea bueno que cuando llegue el momento ya estemos casados, en el pedido no oculté nada, ni el traslado compulsivo, ni lo del padre Ernesto que me avergüenza, sin mencionar a Felipe, ni que soy gay. Si llego al Vaticano casado con un hombre, Carlos dice que no cree que me sigan reteniendo, que igualmente lo conseguiré.

 

Estudio Graziani y socios. Setiembre.

 

“En el preciso instante en que se derretía mi férrea voluntad o la apariencia de una fortaleza construida a puro error y años, el aspecto de la eminente figura que observaba había irremediablemente comenzado su viaje a estados de los que solo yo fui testigo.

Su rostro regresaba en el tiempo y lo vi radiante, la lozanía de momentos de atrás habían regresado, quizá solo para mostrarme a este bello hombre en todo su esplendor. No lo necesitaba, por supuesto que no, ya lo contemplo hermoso y sutil, ya eleva mis emociones y latidos a niveles que rondan lo imposible. Igualmente disfruté y disfruto cada vez que sucede esta transformación, lo acepto como un regalo de su amor, como su amor que me entrega esta visión para que recuerde que él es, que no necesito nada más.

En ese momento tan especial, yo también me transformo y son cosas que no puedo entender ni me preocupo ya por hacerlo, las disfruto como lo que son, milagros que esta vida nos permite ver a los que prestamos atención. Me reconozco en situaciones similares, sé que estuve ahí, pero el momento avanza y se lleva como viento fresco, toda mi ansiedad, todo recuerdo, y me cubro con un bálsamo que torna la angustia y la soledad, como un jarabe de amor. Las grietas, mis propias grietas, se embeben de esto que no puedo definir y me vuelve íntegro y espiritual. Miro sus ojos tratando de comprender cómo es que amé y aun así no logro recordar este sentimiento, o compararlo con algo anterior. Me emociono como ahora  y lo miro con bondad y agradecimiento por estar ahí, en este difícil lugar que es junto a mí. Veo que comprende la seriedad de esta avalancha de emoción tras emoción. Quisiera gritarle que lo amo pero en vez, se lo digo dulce y sin esconder, desde la profundidad de un corazón que se expresa con mirar, con ojos brillantes de humedad.

Nuestro abrazo, que no se puede evitar, marca el rumbo de un amor tan precioso. Besos sin querer saber de nada más que los latidos de agitado corazón. Su perfume me envuelve y por un ratito soy feliz, segundos que intento perpetuar. Cada vez que lo beso, llega la transformación. Hombre en ruinas llega a ser especial, hombre precioso, lo es cada vez más.

No se puede tener todo en esta vida, pero si sos lo suficientemente sabio, podrías comprender que el amor lo es todo y desintegra toda necesidad. Yo eso lo sé bien, yo, te tengo a vos.

Miro hacia atrás y apenas me reconozco, es increíble cómo cambió mi vida desde que Pedro entró en ella de manera tan tormentosa y a la vez apacible.  Ahora  tengo que volver a casa o lo deseo para no preocuparlo o simplemente por el ansia de reencontrarlo, intento despertar antes que él cada amanecer para preparar el desayuno y que lo halle servido, me encanta estar en casa y cocinar mis pastas para él, ando tonteando por negocios que antes jamás vi  pensando en qué ropa regalarle o  qué perfume, sabiendo lo que me puede enloquecer, miro el reloj a cada rato, empujando las horas para verlo, el celular buscando un mensaje, un corazón, me encanta verlos a todos desde lejos en esa postal familiar que antes no podía disfrutar…  Qué razón llevaba Jorge cuando se espantaba de mí antes de él. Cómo reconocerme en aquel tipo  vacío, inescrutable, egoísta, medio ogro hasta con mi hijito, cruel con Ana y con tantos que fui antes de entrar a aquella capilla, de tropezar con esa mirada aun antes de verlo, con esa sonrisa de luz que me puso el mundo patas arriba. No sé si mis amigos tienen idea del regalo que me hicieron al pedirme que fuese padrino de bodas, yo me negaba por no desear entrar a la Iglesia, porque ni siquiera tomé los sacramentos, y sin embargo, escondido allí estaba ese amor que sin saber llevaba una vida esperando, y que al no hallarlo, ya daba casi por cierto que era un invento de los poetas. Solo al verlo lo amé, y Pedro me despertó de un largo período de adormecimiento, donde  mi vida era hastío,  deslizarme por ella como autómata, cubierto de armaduras de acero, sin sentir al corazón más que en su latir biológico, soportando las peleas con Ana, discusiones con Fabián, el estudio porque sí, al imbécil de Miguel, y buscando alivio  sexual en cuerpos cualesquiera a los que usaba y a quienes les permitía usarme como estaba sucediendo al fin con Juan. Hoy siento que el corto tiempo que llevo junto a Pedro ocupa en mi corazón el mismo lugar que toda mi vida previa por la intensidad de cada momento que vivo a su lado, y cuando no está el anhelo me dispara su imagen, cuando llega el más mínimo roce  genera el calor del contacto entre dos chispas, que estalla como un relámpago.

Qué  magia tuvo aquella presencia angelical, etérea, disfrazado tras una sotana para desenmascarar mi alma, para que vibrara la vida dentro de mi ser, para llevarme a desafiar a Dios, porque en verdad estuve seguro de que Pedro era mi destino y que no le pertenecía a su institución, no quise ofenderlo, no se lo he quitado, de hecho él sigue amándolo, reza, y cree en su Dios, en el de todos, solo entendió que ni las instituciones, ni los curas a veces tienen su palabra…  menos la verdad.

La llegada de Felipe fue providencial para Pedro, y para que terminara de entender que no estaba tan mal la vida mundana, que el dinero que le pertenece por derecho no es una vergüenza, menos en sus manos,  ni que todo es color de rosa entre esos muros, sino que por el contrario, allí se esconde gente capaz de todo, y Felipe, su guía, su único compañero en el destierro brutal que le impusieron le dio una gran lección.

Hoy lejos de sentirse culpable, o de ocultar que dejó la Iglesia, lo dice sin reparos, orgulloso comprobó que nadie lo juzgó ni marcó con el dedo como temió, ni en la cátedra que retomó, ni en los domicilios donde da clase, ni en la UBA, menos en la calle donde es uno más. Y en esa libertad se mueve hoy, liviano de equipaje,  descansando en haber presentado esa dispensa de sus votos equivocados aunque llegue dentro de años, sabe que es lo que debía hacer.

Trabaja y estudia, y sé que hace malabares para pasar tiempo a mi lado, me cuesta mucho dejarlo ir, es un estigma que me marcó de cuando no era mío, y tenía que dejarlo en ese encierro, pero siento un desgarro cada vez que su sonrisa se difumina tras una puerta, me quedo con su aroma en la piel, con su imagen grabada a fuego en las retinas y en la mente, pero en mi egoísmo ya quisiera no tener que dejarlo ir, mas no puedo retenerlo. Pese a ser rico si quisiera, él sigue siendo un muchacho simple,  que no se cree superior ni alardea de nada, y quiere vivir de sus clases, y por tanto no me queda más remedio que dejarlo ir a la facultad y a los domicilios donde las da, amén de la UBA donde  me consuela saberlo cerca de Fabián, aunque como se siente a veces cohibido por su edad, sé que estudia a escondidas o en el estudio, para rendir libre materias y  avanzar, en esa necesidad de ser algún día abogado canónico.

Y ese es el momento más feliz del que disfruto, cuando pasa a buscar a Felipe por el instituto, y llegan los dos de la mano, o jugando cada tarde, con la excusa de estudiar, mientras yo termino el trabajo, cosa que es en lo que menos puedo concentrarme estando ellos acá.

Felipe es un chico sano, lo dijo Sarah, la terapeuta, el hecho de haber contado lo de los abusos y  de haber sido creído por nosotros era lo que necesitaba para seguir adelante, pese a que aún nada se resolvió, el camina su nueva vida sin secuelas.  Ama el instituto que Fabián le encontró, adora estudiar, es ávido y curioso, y adoptó a mi hijo como su hermano mayor, amén de que lo ponemos al habla con sus padres y hermanos al menos una vez al mes, su unión con Fabián es inenarrable, y es mutua, pues nunca vi a mi hijo cuidar tanto de alguien, ni siquiera de mí. Siempre sentí que le debía un hermano, que creció muy solo, y creo que lo halló. Fabián se ocupa de todas sus necesidades, le compra los libros, le ayuda más que nosotros en las tareas, lo lleva y trae de paseo por Buenos Aires, juega poniéndose en su piel, le enseñó ajedrez, y  entre ellos no hay secretos. Además le pasó medio guardarropas, ante  lo cual Felipe quedó azorado, y encantado. Le encanta saber que visten el mismo estilo. Van juntos al cine, y a donde pueden y sospecho que hasta a alguna salida furtiva por allí. Y nosotros con Pedro disfrutamos de esa complicidad.

Felipe y su historia, Carlos que se convirtió en el gran amigo fueron providenciales para que Pedro se liberara de culpas y mochilas, y se sintiera lo que es, un hombre que ama a otro, que desea tener una familia, y que también ama a Dios. Para sorpresa de todos, Carlos terminó confesándonos delante de Felipe el porqué tomó los votos siguiendo como Pedro  un camino erróneo, y  entendimos al tiempo por qué nos ayudó desde un comienzo. Como Felipe también él de niño sufrió abuso de parte del párroco de su sitio, lo contó a sus padres quienes no le creyeron y abrazó el sacerdocio con el fin y deseo de ser el mejor cura, el más bueno, en un intento de compensar a seres perversos como el que lo marcara, para comprender mucho después que en verdad nunca tuvo vocación, que realmente deseaba tener un hogar, esposa e hijos y ejercer de abogado, y es por ello que puede hoy disfrutar mucho más desde afuera, haciendo juicio a sacerdotes como Ernesto y ayudando a chicos como Felipe.

 

Las reformas de la casa están casi listas, yo deseaba ya mudarnos y terminar estando allá, pero a Pedro le hace ilusión llegar a ella luego de casados, y voy a respetar su voluntad, igualmente a veces los fines de semana todos nos quedamos allá, más ahora que ya los chicos empiezan a disfrutar del río y de tomar sol, a lo cual se une mi amor, y a veces yo mismo solo por estar con ellos.

Sé que Pedro ya no ve pecaminoso tener dinero, más cuando escucha a Felipe de su necesidad de ayudar a su familia si lograra tenerlo, sin embargo, no aceptó lo que sus padres, que viven a pocos kilómetros en la estancia y compraron un departamento para estar cerca cuando desean, le ofrecieron de lo que nunca quiso recibir, mas se negó a recibir la herencia en vida, y yo que me prometí nunca más ser un farsante, ni jamás volver a usar la mentira, le omito algo a lo que no me pude negar. El papá me lo suplicó, y no tuve corazón para negarme. “Soy viejo, Guillermo”, me dijo,   me puse en su lugar y acepté, su hijo por una creencia errónea, tomó una decisión equivocada, se negó a la vida y casi la pierde por ello, ante lo cual cuando me dijo que estaba seguro de mi amor por él, de que Pedro entendería algún día que todo lo que tenían era suyo, me pidió que guardara y resguardara sus bienes, ser una especie de albacea, por si algo les sucediera, y al fin logramos hacer el pase de bienes, y dejó en mis manos consultas con fondos de inversiones y lo que deseara para custodiar los fondos bancarios. En definitiva, no me fascina la tarea, menos no decírselo a Pedro, pero sus padres se sintieron aliviados luego del trámite, y sé que tal vez un día, por Felipe, o si tenemos hijos, Pedro quizás al fin acepte que no está mal hacer uso de lo que le correspondió desde siempre por derecho de cuna, que no era nada malo, como sí lo fue esa vocación inexistente.

Desde que tengo la tutela, a veces a Felipe se le escapa y me dice pa, padre… me sobresalto, sé que por su edad y alegría a Pedro casi lo ve más como hermano, y que como identifica a Fabián como tal se le escapa decirme papá, me derrite el corazón, pero le recuerdo que ya tiene un papá, por ahora me parece sano que recuerde que tiene una familia, amén de que esa tutela solo  hacia mí es injusta y quiero sea compartida con Pedro, a veces creo que él nos pedirá que lo adoptemos luego de casarnos, algo me dice que se aleja de sus verdaderos padres, pero por ahora intento que me diga padrino, o como a Pedro, simplemente Guillermo. Más adelante… veremos.

Compartir los cuatro la mesa es un placer que ninguno creo disfrutó antes, cada uno cuenta su día, sus cuitas, ejemplo mi hijo conoció a una chica que parece que le va a durar, Valeria, y la que Felipe perseguía pasó a la historia, ahora se enamoró de una compañera de instituto, pareciera que solo desea los libros, y conocer el mundo que antes se le negó, y a sus catorce años, no vamos a imponerle otra cosa. Nos divierte con eso, nos conmueve contándonos de su vida anterior a Pedro, más allá de los abusos y del cura, hablando de su familia, de sus carencias y pérdidas,  y vi correr las lágrimas en el rostro bello de Pedro cuando dijo que sus padres confundían las fechas de cumpleaños, de tantos que eran y de lo poco que compartían, y que de todos modos nunca hubieron regalos, ni árboles de Navidad ni Reyes ni Papá Noel, y en momentos como ese, y como cuando hablando de la indemnización el nene dice que les haría regalos y ayudaría a sus hermanos, es que sentí y siento que Pedro aceptaría que él dispone de dinero para ello, y sé que de no darse lo que supone Carlos, por el nene lo hará, aunque nunca use ese dinero por y en él.

Fabián no abandonó a Ana, y me parece lo justo, gracias al cielo usé el año que la Iglesia me quitaba a Pedro para organizar mi vida, porque en él pude ayudarla, y al divorciarme liberarla, en definitiva no puedo más que agradecerle pues siempre amó a mi hijo, y yo fui el responsable de su adicción, no obstante, ahora casi no la veo pero sé por Fabi que está recuperada, que sale con amigos del grupo, y que no depende tanto de él, por lo cual es su deseo vivir con nosotros, idolatra a Pedro, adora a Felipe, y pasa un par de días solo con la madre, según arregló, como ella sale frecuentemente los fines de semana los días en que no sale al mismo horario que Pedro de la UBA sino antes, entonces cena con ella y se queda a dormir fuera de casa, y alguna que otra vez.

Jorge nos visita a menudo, de lo contrario nos llama, no quiere perder detalle ni de lo de Felipe ni de la dispensa de Pedro, menos de mí, creo que le cuesta creer que al fin pude ordenar mi vida, o recrearla como tanto me pidió, y es todo tan diferente, que cuando miro hacia atrás, a veces no reconozco a aquel ser oscuro que fui antes de conocer el verdadero amor”.

 

__Guille, lee, ya terminé __ dijo Felipe.

__ ¿Qué es esto?

__ Algo… lo escribí mientras veía a Pedro sufrir por ti, mientras me enseñaba a escribir, ahora lo corregí, él no lo vio aún, es para ti, porque eso me contaba él. __ Le tendió una hoja escrita en manuscrito, y las manos de Guillermo temblaron__.  Luego quiero hacerte una consulta, de un regalo que me dio Fabi, y no sé…, pero lee antes.

 

Felipe se afanaba por estudiar, y en las tardes, cuando terminaba sus tareas, solo o ayudado por Pedro en el estudio, y este se ponía a estudiar para adelantar exámenes, se dedicaba a ayudar en lo que pudiera. Gaby y Alberto, hasta Cuca y Marcos estaban enamorados del ahijado de Guillermo.

 

 

“Se conocieron una mañana, sin querer se cruzaron las miradas, no se hablaron, no se dijeron nada; qué hermosos ojos tiene ese hombre, dijo para sí el hombre, qué sonrisa de luz. Pasaron algunos días, hasta que volvió a saber de él, escucharlo hablar a distancia le erizaba la piel.

Fue pasando el tiempo y los encuentros fueron más recurrentes, estando con ese ser etéreo,  él se veía contento y  el ángel  no podía sacarlo de su mente.

Se hicieron grandes amigos, se veían cada día,  uno era  luna de noche, él su sol de amanecer. Ninguno declaraba lo que sentía, ninguno quería traicionar la amistad, los dos se amaban en silencio, los dos se amaban en la soledad.

Una noche él se fue a despedir, el otro disimulaba ser feliz en su encierro, aunque su alma se iba a desgarrar. Su corazón dejó de latir, se detuvo su respiración,  se quería morir, pues, había muerto su ilusión.

Él fue tras un sueño, se fue en busca de un tesoro, sin saber que en la capilla  del pueblo había quedado su amor verdadero. Un día tomó el teléfono y le hizo una llamada, le dijo: “Pensarás que soy un cobarde, porque nunca te dije nada, pero no dejo de pensar en ti, tú eres mi dulce amor; cuánto diera por estar contigo y decírtelo en tu cara, quizá tú no sientas lo mismo y para ti yo no valga nada, pero esta distancia es como un abismo, que ha hecho perder mi fe y la calma.”

“¡Dios! No sabes cuánto he esperado esta declaración, es que de ti estoy enamorado, cuando te fuiste del pueblo, yo quedé triste y desconsolado. Lo eres todo para mí, te pienso hasta en los sueños, eres la razón de mi vivir, eres el dueño de mis pensamientos.”

Él volvió a la capilla y buscó a su gran amor; desafió hasta a Dios…  “Tú eres lo más bello, el tesoro que no había podido encontrar. Le preguntó…  “¿puedo?” Y sus labios comenzó a besar.”

Desde ese mismo instante, comenzó una gran historia, hoy son amigos, novios, esposos y amantes y nada los ha podido separar. Son inspiraciones de poetas, lienzo de escritores, musas de las letras de cantores”.

 

Lágrimas de emoción acudieron raudas a los ojos de Guillermo, quien abrazó a Felipe con todo el amor que le despertaba el chico que lo guiara cuando no encontraba a su amor en el Litoral.

 

__ Guille, Fabián me quiere hacer un regalo, pero no creo que deba aceptarlo _ le confesó con timidez.

Guillermo le clavó los ojos.

__ ¿Por qué? ¿Qué ropa te llevó esta vez?

__La ropa me copa, me encanta vestirme como él, así… canchero y que crean que somos hermanos _ reconoció entre las risas de Guillermo borboteando de pura felicidad__. Pasa que el otro día cuando Pedro no pudo ir a buscarme, me colgué charlando con unos compañeros y lo tuve de plantón como una hora, eso dice él, que no puedo andar por la calle sin reloj, o terminaré por llegar tarde a todos lados… pero yo nunca tuve uno, y él me quiere regalar uno muy fino, muy caro, no sé si Pedro no se enojará, a él tampoco le gusta ostentar_ le dijo con expresión compungida, y Guillermo entendió el problema, le enmarcó el rostro, le miró el alma.

__Precioso, los regalos no se rechazan ni se devuelven _ comenzó__, y no creo que Pedro piense que sea ostentar que lleves algo tan útil como un reloj, mucho menos si sabe que regalártelo lo hace feliz a Fabián, ¿puedo verlo?

__ Lo tiene en casa de Ana, esta noche que pasa allá lo va a rescatar _ le informó__, entonces… ¿me lo puedo quedar?

__Yo creo que sí, en verdad ya vas al instituto, y el reloj, o el celular aunque siempre uno de nosotros te lleve y traiga nos dejarían más tranquilos, saber que los tienes, a vos también, es una necesidad, no una ostentación, por bonito que sea _ lo reconfortó y la  risa de Felipe brotó espontánea  y fresca como Guillermo la deseaba__. Bueno, y como hoy mi hijito se queda en lo de Ana y Pedro llega famélico, nos iremos a casa a preparar una pasta con unos buenos vinos para nosotros, un rico postre, ¿no es así?

__Sí, yo te ayudo, ¿me enseñarás a cocinar? Lo extrañas mucho en estos días en que no regresa al estudio luego de buscarme, ¿verdad? Yo también.

__ Uy, cuántas preguntas, siempre lo extraño, a  los tres, y sí, más en estos días, añoro que termine la carrera y que trabaje acá, que algún día entienda que es rico y ya no trabaje fuera, en realidad quisiera tenerlo siempre conmigo, sí, pero es un secreto o se va a agrandar, ¿lo guardarás?

__ Claro. Pero ya no falta nada para el casamiento, ¿se irán de luna de miel?

__No lo creo, no queremos pasar fin de año sin ustedes, y yo al menos no quiero llevarlos al viaje _ le dijo Guillermo revolviéndole el pelo__, aunque tal vez luego escapemos cerca unos días, y quizá  vos desees tomar vacaciones en la costa con Fabián,  se lo pasarían muy bien.

__Sí, claro, siempre quise conocer el mar.

__Salvo que desees ir a ver a tu familia _ tentó Guillermo.

__No, Guille, yo los quiero, pero me hace ilusión viajar con Fabián al mar, que me enseñe a nadar, a bucear, no sé… ¿Está mal?

__No mi amor, no está mal, se lo pasarán en grande, además ya puedes salir del país y hay muchos sitios bonitos donde ir, pero ahora vamos a casa, ¿sí?

 __

 

Una hora después Guillermo había disfrutado de compartir la cocina con Felipe, y la pasta estaba esperando, la salsa a fuego lento, Felipe puso la mesa, Guillermo cuidó de cada detalle, luego de ducharse y de cambiarse,  comenzó a sentir un extraño desasosiego, como si esperara algo que no terminaba de llegar, o que nunca llegaba, se sentía desgarrado, sin saber por qué, y de pronto supo la hora… Pedro ya debería estar allí,  expulsó todo mal presagio, no, él ya no necesitaba de tiempos o de espacios a solas, seguramente estaría al llegar.

Con una medida de whisky espiando el camino por la ventana, no pudo evitar la pregunta… ¿y si Pedro había huido otra vez? ¿Y si en sus tantas ocupaciones había conocido a otro más joven, más guapo, y se había fugado en secreto? No. Jamás en ningún caso dejaría a Felipe, además sus cosas estaban allí, ¿sería capaz de llegar como si nada e inventar una mentira? Ya la rabia le hinchaba la garganta cuando empujó de su mente las proyecciones que desde su propia vida de farsante estaba fabricando, claro que Pedro no haría nada igual. Cuando se volvió ante el sonido de la llave,  el corazón le dio un vuelco, mas la sangre se le congeló en el pecho cuando quien le sonrió fue… Fabián.

 

__ ¿Y Pedro? ¿Qué haces acá?

__ De Pedro me despedí en la puerta de su última clase, ¿acaso no llegó?

__ ¿Vos lo ves?

__Qué extraño,  debería estar acá desde hace rato, yo fui a casa de mamá, pero dejó una nota de que no la esperara, que salía a cenar,  le dejé como respuesta que la vería otro día y me vine, pero pensaba encontrarlos cenando. __ La preocupación  se pintó en los rostros de padre e hijo__. No te hagas la cabeza, seguramente se juntó con Carlos por algo de la dispensa, o con Jorge y está al llegar.

 

__ A ellos ya los llamé, y también a Beto, nadie sabe nada de él __ respondió Guillermo con una garra arañándole el pecho__. ¿Tiene algún amigo en especial en la facultad?

Fabián rio sin ganas.

__No pa, mis amigos me  preguntan por qué siempre que salimos de clases y vamos al bar se escapa a una mesa apartada a estudiar, harto estoy de explicarles que quiere recibirse, que trabaja y estudia, que el tiempo lo corre __explicó__ solo comparte un cafecito apurado conmigo y se escabulle a estudiar. Lo único que me dijo, es que tenía ganas de empezar a entrenar, que en verdad nunca debió dejar el programa de ejercicios que le dieran al alta, pero que desde que volvió a Buenos Aires nada hacía.

__Sí _ reconoció Guillermo__, me contó que lo invitaste a ir al gimnasio.

__Me lo rechazó, dijo que no podría mantener un horario, que tal vez le convendría salir a correr un rato, pero luego lo desestimó también, por lo mismo, el tiempo, pero no sé, tal vez salió embotado y se le dio por correr, o por venirse caminando, debe de estar al caer _ intentó Fabián.

__ Gracias por el intento, pero correr o caminar ahora de noche, para él es mucho más peligroso que para nadie _ le retrucó Guillermo sin dejar de caminar de un lado al otro, mientras Felipe empezaba a preocuparse a la vez.

__Pa, tampoco allá… Bueno, no era un monje de clausura, salía, tenía su cátedra, no le es desconocido el mundo del todo, amén de que lleva tiempo fuera _ lo alentó el hijo.

__ Solo conoce el caminito diario, y ninguno de los peligros de la calle, hijo, es muy ingenuo, apenas se asoma ahora a lo que puede darse en la Iglesia, del afuera no sabe nada. __Una oleada de pensamientos atravesó la mente de Guillermo pero no dijo nada__. Ya pasaron dos horas desde que debía regresar, algo sucedió, nadie lo ha visto.

__ Ya, si te deja más tranquilo, me voy a la facultad,  seguro lo encuentro afuera o en el camino y en cinco te lo regreso _ aventuró Fabián, tomando el camino hacia la puerta.

__ ¿Y si alguien le ofreció traerlo, habrá subido por su voluntad? ¿Y si lo secuestraron?

__ No digas tonterías, papá, por qué, para qué. Voy a la facultad.

 

__Vamos los tres __ dijo Felipe.

__No. Ustedes esperen acá, puede llegar por otro lado y nos desencontraremos, no está lejos, lo sé _ dijo Fabián y desapareció.

 

Guillermo sin embargo sintió removerse las entrañas. ¿Pedro secuestrado? ¿No sucedía a diario? Era lo que más temía pero no tenía sentido. Luego lo sacudió otro ramalazo de miedo que le enfrió la piel. Pedro era bello, precioso, casi una aparición. Cualquier degenerado podría haberlo codiciado para su placer. No hacía falta que tuviese un propósito determinado y después… Tragó el nudo doloroso que se le formó en la garganta. Había historias de chicas y chicos que desaparecían, que se aventuraban corriendo por parajes solitarios y ya no se sabía nada de ellos. Y en los pocos casos en que eran encontrados…

 

Guillermo negó, desechó la imagen de Pedro muerto, de Pedro herido junto al río, de Pedro con la ropa desgarrada y la mirada fija en el cielo.

Tuvo el impulso de lanzar un rugido como de león herido mas se contuvo y ensayó una media sonrisa que no alcanzó la mirada solo por el rostro de Felipe que estaba peor que él de acongojado.

Guillermo imaginó que si estuviese allí dormido a oscuras, o en el estudio, o en algún sitio conocido, él le besaría los ojos, los labios, el pelo como si Pedro fuese su esposo, como si fuese un regalo de los dioses para compensarlo por tantos años de soledad y amargura, claro que él había desafiado a Dios y no merecía eso. Sumido en el dolor, volvió a intentar con el celular, apagado, fuera del área…, los amigos, nadie sabía nada, todos deseaban ayudar… pero Pedro... no estaba allí. Sintió que un puño le oprimía el pecho y desvió la mirada para ocultar el dolor que no deseaba transmitir el chico, musitando  una plegaria.

--

 

__ Pedro salió de la facultad agotado, embotado, y enojado,  no quería decirle a Fabián pues era su profesor, pero desde el inicio,  un tipo de sonrisa  cínica intentaba seducirlo, y ahora que lo había rechazado miles de veces, le había dicho que si estaba justificando su salida de la Iglesia con esa cruzada por el chico abusado… y qué hacía Guillermo metido en eso, un penalista de su talla, qué hacía Guillermo junto a él, si intentaba con esto justificar que era gay, y para rematarla, cuando Pedro a punto estuvo de perder el control… le envió saludos para él… para Guillermo, de parte de Franco Nazarre.

Cuando el tipo atisbó una sombra de inquietud en su rostro lo había palmeado como en burla diciéndole que era un viejo amigo.

La rabia ahora le borboteaba en el pecho, se lo horadaba por saber que antes su Guillermo se entregaba a cualquiera…  como ese, y unos celos recién nacidos inexplicables le nublaban la razón, no quería sentirlos, no deseaba llegar a casa en ese estado, ni siquiera comentarlo, menos empezar a preguntar nombres, o averiguar sobre ese pasado asumido como erróneo de su novio, todos habían cometido errores, él no deseaba saber nada de aquello, menos juzgaría a su amor. Pero Nazarre le resultaba tan  repulsivo, que de pronto sintió  la ira bullir en la sangre, esta latiendo en las sienes, y solo el aire fresco al salir, le permitió desanudar la opresión y la tenaza que le comprimía la garganta.

Se dijo que debería en verdad comenzar a entrenar, tal vez por ahora los fines de semana en el Delta, faltaba tan poco para la mudanza y tenía tan poco tiempo, pero lo cierto es que se propuso quitarse la bronca y el cansancio  corriendo un par de kilómetros antes de tomar un coche y tuvo que conformarse con caminar, estaba fuera de estado.

Sin darse cuenta, sus pies lo llevaron a Palermo, no tenía intenciones de ir a la Iglesia, menos a esa hora, pero no supo cómo en su andar por sitios conocidos para luego tomar un coche, terminó en la plaza cercana a la capilla de Jorge, y exhausto se sentó en un banco, cerró los ojos, dejó fluir recuerdos de su vida en ese sitio, le faltaba el aire como en aquella celda del Litoral, e imaginó a sus compañeros, preguntándose cuántos de ellos habrían sido abusados, y cuántos serían como Ernesto, se le erizó el vello de la nuca, y abrió los ojos, para de pronto darse cuenta que había perdido la noción del tiempo, que había pasado una hora, que la luna que guiaba sus pasos no estaba, que densos nubarrones encapotaban el cielo, y que pocos faroles lo dejaban en medio de sombras fantasmagóricas… se estremeció.

Al salir de la facultad, con luna llena le había parecido fácil orientarse, y más yendo por senderos conocidos, mas ahora en penumbras, en medio del follaje, sin un sendero claro, se sentía perdido, inspiró hondo, su instinto lo conduciría de regreso a casa, intentó levantarse comprobando con espanto que un peso lo retenía clavado en el banco, volvió a intentarlo, inútilmente, solo percibió la amenazadora presencia a su espalda antes que la voz.

Se volvió apenas, y un hombre curiosamente de rostro familiar lo miraba sonriendo con una mueca repulsiva, pero lo que más lo impactó fue su mirada vidriosa, estaba borracho, y el corazón de Pedro se desbocó, aunque mantuvo la entereza de hablar como si aquel encuentro fuese normal.

__Perdón, si me permite…  _y volvió a intentar ponerse de pie, pero el hombre se apoyó en sus hombros, para luego sentarse a su lado, cerca… demasiado cerca…

-Pedro Beggio… qué extraordinaria coincidencia. ¿No te acuerdas de mí?

__Pues… no.

__Visitando tu antigua casa, ¿extrañas a los curitas o la vida de curita?

__ ¿Qué? __ se asombró, Pedro.

__ Claro, aquella noche en que nos conocimos en esta misma plaza estabas aún muy atribulado, por la culpa supongo, embobado también, Guillermo seduce hasta las piedras, ¿verdad?

__ ¿Juan? ¿Eres… Juan?

__Caíste, al fin, claro que lo soy, el primero, el único hombre de verdad en la vida de Guillermo, al que siempre regresó y regresará.

__Eso no es verdad, hace un año que no te ve. ¿Qué quieres?

__Me lo quitaste, y claro, sos bonito, y pendejo, justo como a él le gusta, no iba a dejarte escapar, pero no te hagas ilusiones, hoy te jura amor eterno, mañana te echa a la basura, se aburre, y regresa siempre a mí, aunque no tiene el gen de la fidelidad, nació fallido, a mí me engaña también, ¿te dijo que yo era un abusador? Y sí. Me vengaba de sus aventuras tomándolo por la fuerza, pero él se dejaba, le gusta todo… y todos.

__! Basta! _ gritó Pedro__. No te creo, Guille no es el que conociste, no te humilles así, no te hagas esto, acepta con dignidad que nunca te amó, y busca tu verdad, Juan, eres guapo, abogado, tienes una vida por delante.

 

La risa de Juan a Pedro le dio asco, y se estremeció cuando este pasó el brazo por sobre sus hombros, fue tal la sorpresa que se paralizó.

__No soy celoso, como te dije, a Guillermo le gusta todo, y todos… y yo podría aceptarte, sos muy lindo.

__ ¿Qué mierda dices? __ se espantó Pedro.

__Escucha, Pedro… a ver, si no te gusta un trío, no hablemos de él, déjalo correr, no merece la pena, hablemos de nosotros.

__N… ¿nosotros?

__Sí. __Juan se aproximó más a él, esta vez recorriendo la espalda de Pedro__. ¿No ves que quiero besarte?

 

__Juan, no.

-¿Por qué no? ¿Cómo puedes creerte enamorado de esa basura si no comparas? ¿Si pasaste años encerrado y solo él te hizo suyo? Conmigo podrías descubrir otro mundo, de verdad. ¿No te gusto ni un poquito acaso, Pedro? A ver, di que sí, a ver… __Juan hizo girar la cara de Pedro azorado hasta que sus labios  quedaron a la misma altura. Entonces, sin previo aviso, estampó su boca contra la de él, manteniéndolo apretado. Pedro, tomado por sorpresa, no atinó a moverse, el cielo le daba vueltas, hasta que sintió las manos vagar por su espalda hacia abajo. Decidido reaccionó, y tomándolo por las muñecas, recordó sus técnicas de artes marciales, pateó, retorció, mordió, y  tumbó  a Juan en el piso.

 

__Dije que no _ exclamó, me das asco.

__ ¡Te vas a arrepentir, putito! __ le espetó.

 

Pedro huyó, huía como una animalito que esquiva a su depredador, sin mirar, y corriendo, siempre hacia delante, no sintió la lluvia torrencial que lo empapó, ni las ramas raspándole los brazos, no se daba cuenta de los tropezones.

__! Pedro, por favor, vuelve! _  oía a Juan__. Yo te llevo.

 

 

“Mi piel te llama  en este inmenso desierto de arena ardiendo, camina despacio, porque te pierdes enloquecido, te ahogas en mi sol sofocante, podrías morir, sé que no intentas escaparte,  prosigues delante de forma salvaje, en un instante mi oasis apaga tu sed excitante... Te hundes en un espejismo y un viento suave te envuelve ante mí, colinas desafiantes, bañado de mi fuente alcanza mi cima de calor intenso en mi piel... El inmenso desierto eleva tus gritos, su llamado a morir, en mis arenas intensas llegando a mi pozo de aguas sublimes que apagan tu sed insaciable jadeando, ahogado en mi agua, tu calor en mi oasis, en tu ardor rendido sin remedio al llamado de mi amor....

Te gustan mis besos,  así como cada noche  te beso con pasión  hasta empapar las sábanas, hasta que sus labios palpiten y tus piernas tiemblen. Te beso con pasión,  con ansias y desespero. Sí,  beso boca, tu cuello,  tus espaldas, tu pecho,  tus nalgas pero más beso tus labios. Pues ese es el lugar  donde a ti te encanta, donde gimes y hasta gritas,  en el lugar donde mis labios  se unen con tu humedad, mi lengua lame  y se introduce hasta  saborear tu ósculo, tu néctar. Te encantan mis besos y  a mí besarte,  así que cada vez que hacemos  el amor, antes te beso con mucha pasión,  con aquellas ganas  de saborear tus mieles. De arrancarte ese orgasmo  que llene de sabor mis labios,  de dejar tus piernas temblando  y tu corazón palpitando a gran velocidad. Sí,  te beso, hasta sentir esos espasmos cuando liberas tus ganas  y dejas correr tu miel  que brota cual manantial y  que yo loco y ansioso disfruto hasta saciar mi sed”.

 Guillermo balbuceaba con la mirada fija en la calle desierta, Felipe de su mano lo estudiaba, estaba llorando mas él no lo veía, lloraba por Guillermo, por Pedro, por él, y los sonidos de la noche se enseñorearon indolentes en el lugar, Guillermo podría pasar la noche entera parado allí, con el aliento contenido, el corazón atrapado en el pecho y la vista alerta. Podría pasar la noche entera esperando ver aparecer la conocida silueta de su amor… como la primera vez.

 

Pedro corría como alma que lleva el diablo sin rumbo preciso. Después de largo rato se apoyó en las rodillas y se detuvo a recuperar el aliento, seguro de que Juan no lo seguiría hasta allí, qué estaba sucediendo con los ex de Guillermo, aparecían en su camino uno a uno, qué más. Contempló azorado a su alrededor. ¿Cómo podía perderse uno en el sendero, si era el único que existía para salir  de allí hacia la calle?

Guille, ¿qué pensaría de su prolongada ausencia? El solo pensarlo le arrancó lágrimas, cuánto daría por tenerlo allí, cerca en ese momento… Aunque tuviese amantes, aunque fuese posesivo, a veces  malhumorado, él confiaba en su fortaleza y en su capacidad para sobrevivir, se sentía solo seguro viviendo con él, sentía solo sus brazos como su hogar. ¿Qué quería Juan de él… violarlo por venganza?

Casi se ahoga en su propio asco y temor, le hormiguearon los pies, la sangre rugía en sus oídos impidiéndole escuchar nada que no fuese su propio palpitar.

Y de súbito se sorprendió haciendo lo de toda la vida… rezando. “Dios mío sálvame… Que ese hombre depravado no me encuentre, que Guille esté cerca. Dios mío, por favor… “

Repitió la plegaria de forma inconsciente varias veces, hasta que el temor tan grande, lo hizo caer de rodillas. Cerró los ojos, se balanceó hacia delante y hacia atrás, “Señor, llévame donde Guille. Guille, ¿dónde estás? Amor mío ven a buscarme. ¿Por qué no vienes a buscarme?”

 

Permaneció en actitud de recogimiento durante minutos hasta que una sensación de fortaleza lo invadió. Levantó la cabeza y miró de nuevo  ya no con la vista perdida en torno suyo, sino buscando el camino, el correcto. Como una señal, la luna iluminó con claridad el sendero, la calle, ¿estaba solo a metros del edificio? Dios, era el camino verdadero, lo supo. Sin detenerse a pensar en la extraña sensación de seguridad, avanzó mirando solo el suelo que pisaba, nada más. Corrió, corrió y corrió. El frío que la lluvia dejara le impedía respirar normalmente, pero sus pies lo llevaron más rápido de lo que él mismo se proponía. Sus pies y la voz profunda de Guille cuyo eco resonaba en su pecho, todo él tenía alas.

Y cuando menos lo esperaba, un resplandor apareció, supo que era la casa, el edificio, una sombra imponente con un farol, una luz, un faro en la tormenta. No trató de fingir que no le importaba, no pensó en si era él que lo esperaba o si estaría dormido o enojado, o quizá ni siquiera en el departamento.

 

¡Guillermo! __gritó con todas sus fuerzas__. ¡Guillermo, aquí, estoy… aquí!

Corrió el último tramo, que le pareció más largo todavía que el anterior, tanta era el ansia por llegar, y ni siquiera reparó en el entorno, en Felipe, en Fabián que regresaba en el coche. Pedro solo veía la figura poderosa que avanzaba hacia él, como cada vez, como la primera en la capilla, como  cuando lo soñaba en su celda, como cuando lo viera ante la muerte, como en el pueblo de Chile, como cada vez, la silueta de Guillermo devorando metros a zancadas.

 

__Guillermo _ volvió a gritar, exhausto y empapado, y se arrojó a sus brazos ni bien estuvo a su alcance, colgándose de su cuello como si en eso le fuese la vida, ocultó la cabeza en el pecho de su amor y lo abrazó con todo su cuerpo y también con el alma. Con los ojos cerrados, no quería ver ni escuchar nada, solo sentir. Sentir esa piel suave y ligeramente sudorosa, su olor, el latido acompasado de su corazón. Su voz, su voz profunda que estrangulada solo podía susurrar.

Aturdido elevó la mirada, la intensidad de la de Guillermo capturó sus ojos anegados, y murmuró como un niño:

 

__Me perdí.

 

Lo que Guillermo vio… además de que Pedro estaba empapado, además de las lágrimas, la mirada asustada, mientras silenciosamente con el rostro desencajado lo escrutaba de cabeza a pies, como deseando convencerse de que estaba sano y salvo, lo que vio fue su preciosa boca hinchada, enrojecida. Escrutó el resto y comprobó que la ropa estuviese entera. Tenía el cabello mojado enmarañado, sí, pero lo que lo preocupaba era la forma en la que se aferraba a él, parecía necesitado de consuelo, y la imaginación de Guillermo tejió miles de situaciones capaces de encenderle la sangre a alimentar la fiera que llevaba dentro.

 

 __Shhh… __murmuró procurando calmar la desesperación de su amor, haciendo señas a su hijo para que los dejaran solos, por lo cual a regañadientes, Fabián tomó de la mano a Felipe, y lo condujo al coche.

 

Sin poder apartarlo de él, Guillermo casi lo arrastró hasta la sala, y una vez en el interior, se desprendió_ no sin dificultad __de los brazos de Pedro, para mirarlo con atención a la luz mientras lo secaba con devoción.

 

__ ¿Qué sucedió amorcito?

__Voy a explicarte todo, pero si te quedas acá y me prometes que no harás ninguna locura _suplicó Pedro__, ya todo pasó.

__No puedo prometer eso si no sé…

Pedro comenzó a explicar con su endemoniada y seductora voz, Guillermo se sintió borracho, mareado, lo veía moverse con donaire, gesticular, hablar, reír y llorar… Nazarre… Juan… Dos nombres se colaron en el relato, penetraron en la mente de Guillermo, tardó en asimilar lo que eso significaba, y el demonio se apoderó de él, y ya una furia irracional le impedía atender a las palabras y gestos, si estaba perdido, que lo estuviera del todo. De nada había servido su vida decente de los últimos años, nadie podía huir de sus manchas, de su pasado, de las huellas marcadas en él.

La furia se empezó primero a concentrar en su pecho, luego abrasó la garganta, hasta que fue imposible no  delatarla en una mueca en el rostro, que Pedro captó pues había aprendido a leerlo como a un libro.

Ante el estupor de Pedro que creía estar convenciéndolo y calmándolo con su discurso, Guillermo lo tomó por la cintura, lo cargó con un solo brazo y lo llevó al dormitorio, de pronto ¿quería cobrarle a él el haberse dejado besar por Juan? No, quería matar a Juan, y a Franco, a su pasado, a sí mismo, huía de sí mismo, y castigaba a Pedro, y más se odió por ello. Lo desnudó sin reparos, hizo lo propio con prisas, lo tumbó sobre la cama y se echó encima de él, con todo su peso.

 

__ Qué placer es cuando te tengo frente a mí, sin ropa, mordiéndote los labios, y provocándome con tu sensualidad, con esa belleza que desprende todo tu cuerpo. Mirándote detenidamente de arriba a abajo, acercándome lentamente a vos, a tu piel, acercando mis dulces labios a tu cuello, y haciéndote cosquillas con mi lengua, excitándote, poniéndote duros los pezones, lamiéndotelos y mordiéndolos con ese placer. Y vos, sintiendo ese calor, yo sintiendo esa locura, dirigiéndome aún más abajo, y con mi mano, introduciéndote el dedo muy lentamente, muy profundamente, hasta el mismo fondo,  moviéndolo por dentro, y estimulando tu hombría, recorriendo tus montes,  provocándote ese orgasmo, acelerando el ritmo de tus latidos, haciéndote gritar  de placer…  sin parar de hacerlo.

Seguidamente, dejándome caer en la cama de nuestra habitación, siendo todo tuyo, te dispones a dejarte caer sobre mi cuerpo, y dirigiéndote hacia mis partes más íntimas, empiezas a juguetear con tu lengua, lamiendo mis testículos con esa delicadeza, cogiendo mi miembro con tus manos, llevándotelo hacia tu boca con esas ansias, y empezando a saborear con una inmensa intensidad, sintiendo ese gran placer. Y... abriéndome de piernas y tú disponiéndote a aposentarte encima de mí empiezo a  arremeter muy despacio, con esa suavidad, con esa gran ternura mirándonos fijamente, y cabalgando encima de mí cada vez más rápido, hasta llegar a correrme dentro de vos.

A qué saben tus labios, será que saben a miel  o quizás a caramelo,  lo mejor será  comprobarlo yo mismo, de lo único que estoy seguro  es que me haré adicto a ellos.

Te muerdo siendo tú una fruta prohibida, un manjar delicioso que sin decoro devoro hambriento, la inflexión de mi pensamiento descubriéndote es un gran regocijo, nado en el cielo, en el zumo de anhelos,  floto en tu océano, me intoxico de vos, no puedo evitarlo,  tanta sed que tengo que busco lo perfecto, halago lo excitable, lo lúdico que es mi vida, así como  tus caricias, tus besos transformados en excelsas sensaciones, tan natural, en que se perfeccionan dos cuerpos al fusionarse, ese que no te toma a la fuerza, del  que no eres propiedad, que tienes la libertad para esas fantasías que puedes provocar convirtiéndose en locura.

Soy místico, soy sensual, necesito el éxtasis, me envenenan tus labios, la saliva con que compartimos lo bello de nuestros fluidos, estás aquí, con esa fuerza de hombre varonil, abstracto, renovados en la luz brutal de cada amanecer, deslizándome como siempre, en este silencio ante tu árbol erótico, ágil, tierno, listo, sin complicaciones, víveme, hagámonos inmortales, confesemos nuestros secretos en esta noche inefable, haré arder tus sentidos, adhiérete a mis entrañas, salvaje, aventurándome a tu altar sagrado, ofrenda a mi desobediencia, cuando con suspiros las palabras flotan en el aire, resonándome.  Invitaciones irreverentes, imposibles de no aceptar, ritmos contagiados a plena luz del sol, mi piel se eriza, dejo todos mis prejuicios,  me enamoro, implorando el arte de amarte, inventaré retos, juegos, para poder conquistarte, encarnado ante tus habilidades celestiales,  en el edén de la cama, que tus brazos me ciñan entero, tembloroso ante la embriaguez sudorosa de nuestros vaivenes, en pleno acto de hacer el amor indecentemente,  amado espacio de revelaciones, hogueras que haremos a solas.

 

Pedro soltó un resoplido, sofocado, y lo miró de hito en hito. Los ojos ennegrecidos de Guillermo taladraban los suyos, y Pedro sintió una excitación renovada al percibir la respiración entrecortada, esto no se parecía en nada al beso insulso de Juan, esta sensación lo arrasaba por completo, lo sacudía desde la coronilla hasta los pies, provocándole oleadas de placer, palpitar de su virilidad, erizándole el vello.

 

__Promete que no harás nada.

Guillermo perdido captó una nota disonante en la solicitud, pero pronto la olvidó, no dejaba de mirarlo mientras sus fuertes manos rozaban sus piernas desnudas, mas sus ojos oscurecidos se desviaron por un instante hacia los labios de su hombre, allí donde aún veía las huellas de un beso robado… el beso de Juan.

Espoleado por los celos, Guillermo oprimió su boca sensual contra la gruesa y anhelante de Pedro, dispuesto a borrar ese maldito beso con miles de los suyos. Al principio Pedro quiso hablar, a medida que la boca ardiente de Guillermo empujaba la suya, sintió cómo sus labios se entreabrían solos, de modo natural, como si siempre hubiese sido besado por él. Apenas pudo, la lengua áspera y caliente se introdujo en su boca, explorando todos sus recovecos para cerciorarse de que siguieran allí, hurgando en sus más profundos secretos, solo de ellos dos. Fue un beso descarnado y salvaje, un beso provocador, pero cuando Pedro espió entre sus párpados, vio con satisfacción a Guillermo perdido en él con los ojos cerrados.

Este mantuvo la presión sobre la boca mientras se las arreglaba para continuar acariciando el cuerpo deseado, creando y recreando senderos, esculpiendo montes y salientes, desafiando curvas peligrosas, adentrándose en selvas inhóspitas, desde abajo hacia arriba, chupando los dedos, devorando los pies, mordiendo la piel, saboreando bocados de carne, sintiendo la calidez de sus muslos, la suavidad de sus caderas, el hueco insinuado de la cintura. Se movió apenas para llegar a los pezones, pequeños, enhiestos, y las enormes manos los hallaron en la textura que buscaban, apoderándose de ellos con gula.

Tímidamente, Pedro levantó los brazos, sus manos, para sentir la textura del cabello de Guillermo, lacio, áspero, pesado, suave, podía hundir los dedos en él, no verlos por un rato. Mas ahuecó las palmas para enmarcar la cara con delicadeza. Guillermo pareció sorprendido por el gesto, pero después, volvió decidido a la tarea de apoderarse de Pedro, de borrar otras huellas, de marcar su posesión eterna, hasta hacerlo suyo frente a Dios, esa medianoche en que casi lo había perdido, a manos de otro… otros.

__ Guille, ya pasó, no existen… __ murmuró, Pero arrobado.

 

La dulce voz penetró en la mente embotada de nuevo con una nota disonante. Levantó la cabeza y lo contempló. Se lo veía adorable en su florecimiento sensual que era suyo y solo para él, el cabello húmedo enmarañado, las mejillas arreboladas, la boca entreabierta, los ojos entornados, suplicándole que lo tomara, que siguiera. Embriagado de deseo, Guillermo tiró de él hasta sentarlo frente a él.

__Quiero verte __ murmuró con voz ronca.

Pedro asintió hipnotizado, y como no hizo nada para obedecer con aquella orden, el propio Guillermo terminó de quitarle la camisa que antes había desabrochado y mostraba los botones erguidos que coronaban su pecho, que lamió y chupó uno a uno, las manos fueron pasando y abrasando la piel, acariciando mientras descubrían el cuerpo masculino solo suyo, rozando y provocando estremecimientos en Pedro. Siempre como en trance acercó los labios a uno de los pezones y comenzó a lamerlo, succionando a través de la piel, humedeciendo todo en regueros, mordiendo y marcando, saboreando tanto la piel como el perfume del sudor mezclado. Pedro echó la cabeza atrás rendido de placer, y dejó que él pasara a endulzar con su boca, el otro pezón. No pudo reprimir un quejido cuando Guillermo se separó dejando un hueco frío allí donde sus labios cálidos habían estado.

Ven _ susurró.

Tomó a Pedro, y lo puso de pie para poder bajarle en un movimiento pantalón y bóxer, una mínima prenda que más que ocultar la selva que deseaba con sus accidentes, parecía destacar el secreto de Pedro.

Lo aferró por la cintura, y mirándolo más allá de las pupilas acercó la cara a las caderas del joven, y posó su boca audaz sobre la tela primero, sobre lo que apenas ocultaba después, chupando, succionando, humedeciendo como había hecho con los pezones, y los ojos de Pedro se cerraban de puro placer, mientras dio un respingo cuando sintió los dedos hurgando en la hendidura por detrás.

__Quieto _ fue todo lo que dijo.

 Los dedos habilidosos ya se habían desembarazado del bóxer, y antes de que Pedro protestara, la boca se adueñó de ese lugar íntimo por entero, por todos lados buscando huellas de violación extraña, pero no las halló, Pedro lo supo, y negó con ahínco mientras el calor lo abrasaba por dentro, y la sangre palpitaba en su miembro. Pedro sintió que las rodillas no lo sostenían, Guillermo lo aferraba de los glúteos que masajeaba y moldeaba a antojo, pellizcaba, y cuando intentó apartar apenas la cabeza, esto terminó de enardecerlo. La lengua caliente lamía, acariciaba, sorbía, chupaba, penetraba su túnel hasta que Pedro no se sintió más dueño de sí, como si algo oscuro lo estuviese recorriendo y no pudiese evitar el estallido. En ese instante Guillermo de rodillas, se incorporó con rapidez, y levantándolo, lo tumbó de nuevo sobre la cama. No hubo preámbulos para lo que sucedió. Con sus piernas poderosas, abrió las de Pedro, mordió las nalgas, las adoró con la boca, humedeció a besos su ingreso, se situó decidido entre ellos. Levantó la cabeza un momento, para mirarlo a los ojos, y apretando los dientes, clavó en él sus caderas, su pene fue engullido por las entrañas de Pedro en un túnel apretado que nadie más había explorado, y Pedro no pudo contener las lágrimas. Guillermo se petrificó un instante, ya no lo miraba como deseando devorarlo, había descubierto algo inesperado, y aliviado Pedro quiso pronunciar su nombre con labios trémulos que Guillermo silenció en otro beso.

 -Shhh…

 Mientras lo decía y permanecía quieto dentro de él, por delante su mano hacía proezas acariciando con suavidad, modelando, apretando, frotando, pasadas lentas y superficiales por el glande, luego de atrás adelante  más intensas y bruscas, y Pedro se sintió morir entre ellas y la intrusión posterior, su cuerpo cedía a todos los requerimientos de aquel hombre que le hacía el amor, mientras en su gesto se curvaban los labios en un dibujo de placer. Las manos se movieron por delante más rápido clavándolo con la mirada posesiva que Pedro sentía más excitante que nunca.

__ ¿Te gusta?

Pedro no podía responder, así que intentó asentir sonriendo. Entonces las manos se aquietaron, volvió la fiereza detrás que imponía su voluntad, él lo tomó por las caderas con fuerza elevándolo hacia las propias para clavarse más hondo, más allá de lo conocido de él, había ritmo y cadencia en el movimiento de vaivén, y Pedro se acopló a la perfección en una danza frenética y desesperada, la dureza en la suavidad oscura, más adentro, más adentro… cada embestida y golpe era más intenso que el anterior más rápido, hasta que el balanceo se hizo convulsivo y terminó suspendido en un grito de Guillermo que desgarró el aire mientras se derramó en Pedro ahogando su propia cima, y jadeante pareció el poderoso morir dejándose caer, gozando con la presión de sus vibraciones interiores, asombrado de haber vivido algo tan intenso, con alguien tan etéreo, tan… Levantó la cabeza y lo contempló. El pelo con reflejos dorados, húmedo se había pegado a las sienes, las mejillas rosadas, la boca conservando ahora la huella de sus besos y esos ojos… maravillosos almendrados contemplándolo con arrebato, como si estuviesen descubriendo una maravilla. Se tentó de acostarse a su lado sin salir de él y anudarse en el abrazo, Pedro lo mantenía sujeto por los brazos, y los dos sucumbieron a dormir y dejarse ir del mundo de los miedos, celos y dudas… todo lo que no fueran ellos, era pasado.

Pedro despertó asustado, extendió el brazo buscando la calidez del cuerpo amado mas solo halló su huella en la sábana, el aroma que dejara en la almohada, y se sentó adormilado, mientras sus ojos escrutaban, estaba a salvo, estaba en casa, y entonces lo vio, apoyado en el vano de la puerta, sonriendo y con una bandeja que prometía delicias, de súbito recordó que no había comido nada desde la mañana.

 

__ ¿Amor?

__ La cena _ dijo Guillermo depositando la bandeja en la cama, sentándose en el borde__, la preparé con Felipe, los chicos comieron algo mientras te esperábamos, pero a mí no me pasó bocado, tus pastas favoritas, estás muy delgado aún.

__Estoy bien, qué ricas, gracias mi amor, estoy hambriento, ¿y ellos?

__Acabo de llamar a mi hijo, pobre, fue a buscarte a la facultad, al camino, y cuando llegaste los eché, están en lo de Ana, solo quería tranquilizarlos o no iban a dormir __le informó Guillermo feliz de verlo saborear su cena tardía.

__Guille, no me has respondido a la pregunta, mejor dicho prométeme que no harás nada  de locos, te conozco, por favor. __Le clavó la mirada por sobre los cubiertos y Guillermo evadió la suya, sintiendo que deseaba ahorcar a Juan, y tras él a Nazarre,  solo por haber posado uno sus sucios labios, el otro la mirada en Pedro.

__No puedo dejarlo pasar, mi pasado se vuelve hacia vos y te lastima, ese loco pudo violarte, el otro te acosa…

__No soy un nene, Guille, olvidas que puedo defenderme, que en la capilla dirigía el equipo de gimnasia, sé artes marciales _ dijo sin dejar de mirarlo, ya empezaba a quemarlo a su hombre con los ojos almendrados__, si no hice más  es porque ese tipo me da pena, está herido, enfermo, podría haberlo lastimado demasiado, y no lo deseo.

__ ¿Pena de Juan? Yo no siento ninguna pena, cualquier cosa menos pena_ le reconvino con una mirada de reproche__, te recuerdo que lo nuestro no era nada aun antes de conocerte, no tiene derecho alguno a lo que hizo.

__Lo sé, pero está enfermo, lo que menos necesita es que lo tomes a puñetes _ le hizo saber Pedro__. Al principio no lo reconocí, luego recordé quién era, y que la primera vez que nos encontró en esa misma plaza, también estaba borracho, como hace un rato, creo que perderte lo arrojó a la adicción, de alcohol y más si no me equivoco.

__Hace tiempo que bebía de más, entonces abusaba de mí __ murmuró Guillermo mirando el plato__, y yo se lo permitía porque no me amaba a mí mismo, me perdí en el camino de  la farsa, el desamor, de las culpas, pero no volveré sobre mis pasos, allá él con su vida, fui muy claro cuando lo dejé, nada tuvo que ver con vos, hasta Ana lo entendió y se hizo cargo de su vida. El haberme hecho saber de mi naturaleza, el haber sido el primero, no le da más derechos, nunca lo amé y lo sabe.

__Pero solo el amor nos salva, mírame, mírate _ razonó Pedro pensativo__. Juan no necesita trompadas, sino alguien que lo ame de verdad, y tal vez podríamos ayudarlo. __ Miró a Guillermo con una chispa de picardía.

__ ¿Qué está pensando mi curita preferido? __ A menudo ahora lo cargaba con lo de curita, a Pedro ya no le hacía mella.

__ Que entre tus amigos… quizá y solo quizás alguno pueda estar interesado en Juan, ¿verdad?

Guillermo entonces sí le clavó la mirada sorprendida.

__ ¿Desde cuándo sos celestino de mis ex?

__Desde que no quiero que los tomes a golpes, o que me acosen, ¿entonces? Vamos…  piensa.

Y Hablando de ex, y será solo una vez, no quiero engancharme en ello, ¿Nazarre… qué?

__ Nazarre… nada. Un profesor que mi hijo quiso acercar a mi ruta cuando eras lo prohibido, nada, no pasé de una cena con él, no pude más, y si sigue molestándote,  me temo que no me convencerás de que no lo enfrente, a él sí que no me une nada, es más, siento rechazo__ confesó Guillermo.

__ Y yo, su risa cínica me da ganas de… Nada, ya fue, era solo eso, no te preocupes, no le permitiré que vuelva a acercarse.

__! Ya sé quién! __ exclamó de súbito Guillermo__. No lo vas a creer, si hasta yo lo había olvidado, Miller estaba enamorado de Juan, solo que sabía que estaba conmigo, pero quizás…

__ ¿El Miller que nos ayudó con lo de Felipe?

__José, sí.

__Bien por él, ¿cómo te ves armando una cita entre ellos entonces en lugar de ir a pegarle a Juan?

__ Mi curita, te escucho y no me lo creo, ¿qué quieres armar… una cita a ciegas?

__ Algo así, solo que a ciegas para ellos, nosotros los citaríamos anónimamente, y si tiene que ser…

__ ¿Y vos me prometes que no irás a correr por allí si yo no desfiguro a Juan?

__No amor, no lo haré, no falta nada para que pueda hacerlo en la casa, allí tendré piscina, gimnasio, la ribera, no necesito más, hoy no necesito más, solo a ti… tú eres mi hogar, mi todo.

 

Guillermo dejó el plato, y le devoró  los labios perdido en ese hombre capaz de derruir sus muros y también su ira.

_Cada noche  intentas contar las constelaciones  que forman mis lunares,  pero cuando llegas justo a la curva  que se forma entre la espalda y la cadera,  no sé, si por torpe o distraído  las matemáticas te fallan,  y te quedas ahí varado,  entre lo permitido y lo prohibido,  entre caricias y pasiones,  entre roces de manos desbordando  y pintando sensualidad  justo a la medida de mi cuerpo.  El néctar de tus labios  se adueña de mis ansias,  quiero protestar,  pero me callas a besos,  ahogándome en un grito  y dejando escapar un te amo en silencio,  como suspiro  que se pierde con el viento. Secuestras mis deseos  y los encierras en tus brazos,  disfrutas el momento como  si en ello se te fuera la vida.  Te quedas recostado,  entre el cansancio y la madrugada,   esperando a la noche  para empezar de nuevo a contar  las constelaciones que nacen  entre mi cuello y la curva que se forma  en la frontera sin nombre de mi espalda. Hombre que no pide permisos, ya que el solo roce de las pieles  nos hace perder la conciencia, en un beso apasionado, caricias por doquier, que no se hicieron esperar, por las ganas y deseos  de entregarnos al placer.

Las ropas han quedado en el piso, y nuestros cuerpos sudados, secándonos el uno al otro, con las lenguas de fuego, que iban disfrutando del gusto salado, con sabor delicioso placer, ese que nos hace enloquecer, y estar el uno el otro. Entre vaivenes acompasados, nos vamos consumiendo, como adolescentes candentes, estamos llegando al clímax perfecto, cuando los dos al unísono, en un mismo grito, jadeo, quedamos unidos, inundados del mismo placer.

 

__ Pedrito…

__ ¿Mmmm?

__Recuérdame que organicemos nuestra boda, y nuestra luna de miel además de arreglar la vida de otros, Felipe está haciendo el rol de casamentero, y muy interesado en nosotros te aviso.

 

Octubre…

 

La reunión de octubre en la archidiócesis fue frustrante y confusa. Guillermo acudió con Carlos. Este perdió los estribos más de una vez, tuvo varios choques con el monseñor y se lanzaron amenazas veladas a diestro y siniestro como si fuesen pelotas de tenis y aquello un torneo… Y También las hubo, no tan veladas. En esta ocasión estuvieron presentes en el despacho seis prelados, y hasta un obispo en un momento dado. Carlos tan pronto mantenía una actitud diplomática como les pegaba con la misma moneda y les devolvía las amenazas. Por su parte, los prelados alternaban las insinuaciones de llegar a un acuerdo sobre la indemnización con las de rechazarla de plano, más para poner a prueba a Carlos, imaginó Guillermo. Carlos sabía que lo que pretendían era sondear el terreno, ver qué pedía su representado, pero resultaba imposible tratar con esa gente pese al hecho de que diecisiete hombres y niños habían declarado ante la policía haber sido víctimas de abusos sexuales por parte del padre Ernesto cuando eran menores de edad, los sacerdotes seguían dando a entender que era inocente y que los demás mentían.

__ ¿Diecisiete hombres y niños respetables hoy mienten? __les preguntó Carlos indignado__. ¿Cómo llegan a esa conclusión? Su hombre es un sociópata, un pedófilo que se burla de todo lo que representa el sacerdocio. Yo ya no soy cura, pero me indigna el hecho de que él se atribuya tal nombre. ¿Cómo pueden defenderlo sabiendo lo que sabían? ¿Cómo es posible que lo protegieran mandándolo a otra ciudad, donde podía reincidir pues estos no se curan? Sus manos están manchadas de sangre por destruir la vida de estos niños. Son ustedes tan responsables como él. Y no entiendo por qué no lo fuerzan a que admita la culpa. Un tribunal lo declarará culpable y lo mandará a la cárcel. Están haciendo perder el tiempo a todo el mundo __ les recriminó con dureza.

 

La reunión duró cuatro horas, durante las cuales los ánimos fueron caldeándose cada vez más. Al final, admitiendo que así no iban a llegar a nada, monseñor suspendió el encuentro. Dijo que la cuestión estaba zanjada y que tendrían que volver a reunirse.

Salieron de allí echando chispas, Pedro los esperaba, fueron a un bar.

 

__ Estoy de acuerdo con todo lo que expusiste __ le hizo saber Guillermo.

__ ¿Qué sentido tiene defender a un hombre que todos sabemos que es culpable? Por Dios, las pruebas y testimonios hoy son abrumadores. Lo único que pretendían era averiguar hoy si íbamos a ablandarnos. Pero ya deberían conocerme. Pienso morirme con la certeza de que se detiene a ese cura y se lo declara culpable, y pelearé por conseguir la mejor indemnización posible para Felipe.

 

Carlos sentía que se lo debían, la pareja compartía la opinión, no tirarían la toalla, y eso les había quedado en claro en la reunión. Y además, tendrían que vérselas con las demás víctimas. El caso le iba a salir caro a la Iglesia, sobre todo por haber ocultado los pecados del cura, y por no haber movido un dedo para pararlo, simplemente habían cerrado los ojos y lo habían cambiado de ciudad. Ellos habían tenido la potestad de proteger a todos esos niños y no lo habían hecho, lo cual habría destrozado muchas vidas, si esos niños no se recuperaban del trauma. Algunos, ya hombres adultos, no lo habían superado.

Luego de la inútil reunión, las aguas se calmaron durante un tiempo, mientras Felipe se concentraba en sus estudios, y  ocasionalmente requería ayuda de Pedro o de Fabián.

 

Una tarde Franco se cruzó con Pedro en el bar, y volvió a la carga  con el caso de la Iglesia.

__Mira Nazarre… no soy nada tuyo, ni alumno por suerte y para serte sincero, me importa un bledo lo que opines de mi batalla contra la Iglesia al lado de Felipe, lo mismo  le pasa a Guillermo, me contó todo lo que debo de saber y le creo, y en cuanto al chico… siempre  me miras por encima de tu hombro, con esa sonrisa cínica, y perdona que te lo diga, pero ese chico tiene más productos de pájaros por decirlo en fino que todos nosotros. ¿Te imaginas lo que supuso para él hablar y contar lo que pasó? ¿Denunciar a un sacerdote? ¡Y tú me hablas de que es inmoral perseguir a un sacerdote que ha abusado de diecisiete niños! No intento disculparme de haber salido de la institución, esto es real, los chicos no mienten. ¿A santo de qué tienes que meterte y censurar? ¿Quién te crees que eres? Ya me hartaste Franco, no vuelvas a dirigirme la palabra, ni a poner en tus labios el nombre de mi prometido, no vas a lograr nada. Adiós.

Pedro le dio la espalda, y lo dejó solo, con expresión incrédula y sin más argumentos, en un pasillo solitario de la UBA.

 

Una noche entre amigos con Carlos,  mientras los chicos estaban en la suite,  este les remarcó su caso, algo que ya habían  atisbado.

 

__ ¿Por qué nos ayudas tanto? __ le preguntó Guillermo sin intención de más.

Carlos vaciló solo instantes antes de responder, con la vista perdida en algún punto del pasado.

__Porque a mí me pasó lo mismo, cuando era un niño de diez años. Mi cura era un tipo enorme, alegre, gordo, con una colección increíble de libros y trofeos y me prometió que me dejaría leerlos, que me mostraría esos trofeos. Total que fui a su casa, a su celda… y me hizo más o menos lo mismo que Ernesto a los chicos, luego me dijo que era culpa mía por haberlo tentado, que el demonio me perseguiría en el caso de que lo contara, etc., etc. Tardé meses en hacerlo… a mis padres. No me creyeron nada. En la parroquia todo el mundo lo quería mucho, y digamos que yo siempre había sido un niño rebelde, travieso. Nunca volvimos a sacar el tema. Por eso equivoqué mi ruta, Pedro, decidí que algún día me ordenaría sacerdote para compensar a Dios por lo que yo creía era mi culpa “tentarlo”, y para ser un sacerdote bueno de verdad. Nada más terminar el secundario, ingresé en el seminario, y me convertí en un cura muy bueno, tal como le había prometido a Dios. Pasa que estaba vacío, y me sentía fatal. No tenía la vocación que pensaba que tenía. Quería salir con chicas, tener una familia. __ Sonrió al decirlo__. Pero de nuevo me invadió el sentimiento de culpa, ahora por pensar en la dispensa. Entonces tuve la señal, empezaron a salir a luz los casos de curas como ese, la gente empezaba a hablar de esos curas. Al mío nunca le hicieron banda, y debió abusar de cientos de niños en los años, acabó su vida en paz. Pero cuando la gente empezó a hablar de ello abiertamente, solo deseaba colgar los hábitos y ejercer de abogado para defender a esos niños a los que antes nadie daba crédito, como me pasó a mí y a Felipe antes de conocerlos. Sabía, que si trataba de hacerlo desde dentro, me presionarían para que defendiera a los agresores o los encubriera, y por eso acabé marchándome y dejé de sentirme culpable.

 A veces extraño, había cosas que me gustaban. Pero soy más feliz ayudando a chicos como Felipe mandando a la cárcel a curas perversos, y no tengo que ser cura para hacerlo. Les agradezco, porque lo curioso es que creo que aún me quedaba un resto de culpa, y cuando vi cómo ustedes creían en Felipe, cómo lo defendían, creo que algo dentro de mí sanó también y seguirá sanando.

---

 Dos semanas después las fechas corrían, y la casa los esperaba, pero no querían iniciar planes de boda y luna de miel hasta no tener resuelto lo de Felipe, y fue para entonces cuando monseñor los convocó a otra reunión sin adelantarles nada, el caso seguía en punto muerto o peor, pues el cura había salido bajo fianza y se había ido a vivir a un monasterio del interior, la reunión sería el treinta de octubre, y esperaban con ansiedad, mas los distrajo antes otra cosa.

 

__ Me encanta la idea de pasar Nochevieja en la casa haciendo la inauguración con todos, y luego ir unos días de luna de miel, aunque el sitio, dilo tú __ ronroneó Pedro recostado en una tumbona__, y más me gusta que hayas pensado en que Felipe viaje en esos días con Fabián, el pobrecito no conoce más que de paso Cataratas creo.

 

En eso estaban mientras Guillermo intentaba comunicarse con Miller, con la excusa de la próxima reunión que veían la definitiva para Felipe, quería saber si había picado con lo de la cita.

Pedro lo escudriñaba mientras hablaba y gesticulaba, ansioso porque finalizara y le contara, y para cuando Guillermo colgó, una sonrisa enigmática se pintó en el rostro.

__ ¿Y?

_ No lo vas a creer.

__Dime Graziani, por favor.

__ Acaba de decirme que cortaba porque lo esperaba Juan, que lo está acompañando a las reuniones de alcohólicos anónimos, y que pareciera que además de ir sanando de sus adicciones, comienza a mirarlo con… algo más que amistad.

__! Sí!__ fue el grito de Pedro que saltó de su sitio para aterrizar en brazos  de su amor.

 

CONTINUARÁ.

 

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS, CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.

 

1 comentario:

  1. Alicia Vitolo Eve querida, es tan hermoso todo lo que vos escribís y ponés tanto sentimiento en tus historias que vale la pena la espera, aunque la ansiedad aumente con el paso de los días...Beso y abrazo de oso!!!

    ResponderEliminar