Ficción.

NAUFRAGIO. NUEVA FIC. PRESENTACIÓN.

 Octubre de 2014.

___ Me llamo  Mirna, y no hace demasiado tiempo que lo recuerdo,  vivo como esclava en Kenia. Sí hacen 40 años que soy esclava en este país de África Oriental, esclava de  una familia de chilenos en exilio.  Ellos me salvaron la vida a los 30 años y desde entonces sigo con esa familia que en cierta manera se transformó en la mía.

 Ellos, la familia Beggio, llegaron a las costas de África huyendo del régimen Militar en octubre de 1973, siendo muy jóvenes y recién casados. 

 Los antepasados y los padres de mis dueños o patrones pertenecían a la aristocracia chilena, cuando ante la llegada al poder del Gral. Augusto Pinochet  enviaron a Juan y a María de  Beggio fuera del país. Apenas con veinte años se casaron antes de emprender el exilio dejando a padres y hermanos en Santiago de  Chile, familia que terminó desaparecida por su franca filiación con el derrocado Presidente Salvador Allende.

Jóvenes, llenos de sueños y con una cuenta bancaria con la herencia en vida de sus familias, Juan Pedro Beggio y María, luego de terminar el Sr. las carrera de ingeniería civil en Kenia, se mudaron a un pueblito perdido  del país, a 50 Km. de la costa del Océano Índico.

 Allí el Sr. Pedro como todos lo llamaban, fue contratado para administrar plantas industriales y en ese pueblo construyó su casa, que con el tiempo se transformó en una mansión.

 La Sra. María,  diseñadora industrial, personalmente se ocupó de que la casa con el tiempo pareciera la que Juan dejara en Chile.

 Por cinco años, los mismos que mi memoria no acudía a mi mente, ellos trataron de tener los hijos que se negaban a ser concebidos.

___¿Por qué y cómo llegué a esta vida?

 Me casé a los 18 años con un brillante abogado penalista de Bs. As, aún a su edad ya había  heredado el estudio de su padre, ambos se llamaban Guillermo, Guillermo Graziani. Ese nombre maravilloso que despertó mi mente de años de letargo.

 Nos casamos a mis dieciocho años  porque estaba embarazada, él tenía  28 y a mis padres no le hacía gracia la diferencia de edad pero el Amor fue más fuerte. Cuando nuestro  hijito terminó la escuela primaria, a sus doce años, decidimos darnos el gusto del viaje que nunca habíamos hecho, Europa y luego las costas africanas, nuestra luna de miel postergada.

….Todo esto que cuento lo recordé con los años, ante lo que mis Sres. me fueron contando del naufragio. Sí del maldito naufragio  del crucero que nos llevaba a recorrer la costa africana cuando un tsunami nos  condujo al infierno. Yo estaba en cubierta cuando el horror comenzó. Mi esposo y mi hijo dormían en el camarote. Quise ir con ellos pero la  gente de la tripulación me  condujo entre las primeras al acercarse la prefectura naval. Luego de bajar a la lancha de rescate solamente recuerdo la desesperación,…, y por años luego de ser encontrada tirada moribunda por mis patrones, lo único que mi mente resguardaba era la imagen de un niño llamándome: Guillermo, sí, como el padre mi hijo se llamaba Guillermo Graziani. Por él sigo viva y con el trabajo de años he comprado mi libertad.

Sé que soy muy grande, que mi niño puede haber muerto en el  océano, como todos dicen que murió mi marido, pero su imagen recurrente en mis sueños me da las fuerzas para intentarlo, para tratar lograr lo casi imposible.

Regresar a Bs. As., buscarlo, tratar de encontrarlo y solamente tengo dos nombres in mente, Guillermo mi hijo, hoy de 52 años y Pedrito, el hijo de mis patrones, mi Pedrito porque creció a mi lado, Pedro Daniel Beggio que por motivos que esta mente tramposa de a poco irá clarificando sé que también puede estar en  Argentina y que tendría 35 años.

… Dos nombres, dos amores, dos destinos: Pedro y Guillermo,  Guillermo y Pedro, mis razones para continuar, mis razones para vivir y regresar a Bs. As….. A buscarlos.

 Continuará...