domingo, 26 de noviembre de 2017

"ATRAPADOS". CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO.





"ATRAPADOS".

CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO.

Bs. As., miércoles 29 de abril de 2016.

 La imagen puede contener: una o varias personas y personas sentadas

¿Quién?
__El padre de  Miguel, ese hijo de mil putas, no se murió como todos creen.
__ ¿Cómo?
__Está preso, pudriéndose, pero es un preso vip, un asesino, es más degenerado que Miguel, mucho más, y yo lo envié preso, yo lo descubrí, Pedro, yo rescaté a las chicas que violaba y torturaba en los límites de la propiedad donde vivíamos como familia ejemplar.
__ ¿Qué? __lancé aturdido.

__Decenas, y lo paré,  le paré las piernas, pero es un degenerado, un perverso, un psicópata, cada tanto necesita disfrutar como lo hacía el perverso del hijo de lo que para él es un triunfo…
“Bolero.
Julio Cortázar.
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.
Y este fragmento:
La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos
y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor”.
"Tenemos que obligar a la realidad, a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrir que el paraíso perdido, está ahí a la vuelta de la esquina."
*Julio Cortázar, 1964.

Estudio Graziani y socios.


“Voy al fin camino al estudio, lo que creo necesitar para sentirme yo mismo. Hemos pasado dos días entre el juzgado, el Penal y la Dirección de Estupefacientes, con las últimas declaraciones  de un horror que ya quisiera poder olvidar, el macabro plan de Miguel que no sé si fue propio o concertado con el padre, el caso es que casi nos mató a todos, Juan y Camila quedaron en el camino, también él, y  no me arrepiento de haberlo deseado.
Corrimos todos los riesgos mientras nos tuvo atrapados, y lo único que puedo rescatar es que en medio del horror encontré a Pedro, el amor de mi vida, curiosamente cuando acababa de resignarme a transcurrirla junto a Juan.
Fuimos al Penal de Ezeiza a agradecer al perro, le prometí apelar la sentencia y estar a su disposición para cuidarlo, mientas Alberto quiere ayudar a sus hijos, y quizá pueda hacerlo con el dinero que le daré de la venta de las cosas de Juan.
Juan, mi compañero de tantos años, lo amé profundamente desde conocerlo en la época de la facultad, un amor puro, pero que sin embargo no alcanzaba para ser feliz en ese matrimonio al que me había resignado antes de conocer a Pedro, con él fue el torbellino, el rayo, el amor que nos atravesó aun en medio de la muerte y del plan de mi hermanastro, que llegó cuando estábamos los dos casados,  y hoy ya somos libres de todo, de todos, con nuestros hijos que se adoran, con nuestra vida juntos comenzando sin amenazas, y sin embargo me quedan cosas por resolver, entre ellas enfrentar la lectura del testamento de Juan, vender su departamento, donar sus cosas quizá a la familia del perro, y salir de mis ataques de pánico que perturbaron el viaje de ensueño que nos regaló mi bello prometido.
Vivir en casa de Orestes no me hace mal, es un hombre agradable y generoso, sé que le hace bien tener cerca a su nieto a tan poco tiempo de la muerte de Camila, pero necesito entrar a mi casa, y ponerla en venta, no me sentiría bien allí, no sería justo llevar a Pedro donde estuvo Juan, donde pasó William.
Pero ahora me alegro de haber terminado los trámites judiciales y de estar llegando al estudio, mi ancla a la realidad, lo que necesito para volver a centrarme.
Al fin de nuevo en mi sitio, con mi gente, con mi despacho, con mis plantas.
Y aquí estoy, acariciando la verga,  barriendo con la mirada el jardín y cada detalle, realmente entendiendo cuánto lo extrañaba”.

__ ¡Buenos días a todos! _dije entrando sin ser oído. Cuca salió de la cocina  y se  apresuró a encontrar mis brazos.

__Sobrinito querido, al fin ¿cómo estás? __ dijo mientras me llenó de besos y vi acercarse a Marcos.

__Bien tía, bien, contento de regresar, de verlos. Marcos, te extrañé __ le dije en tanto solté a Cuca y lo abracé.

__ Bienvenido, Guillermo, la verdad es que se hizo largo esto, ya estaba pensando en contratar a otro penalista.
__Estás loco, supongo que debo de tener el despacho lleno de expedientes.
__ No Guille, te está jodiendo, no hay casos importantes _lanzó Beto desde su silla __. ¿Qué traes allí?

__Papeles de Juan, pasé por el departamento, y aunque no empecé a sacar cosas, traje lo de la caja fuerte para revisar,  mañana es la lectura del testamento, aunque reciba todo, quiero ver todos los papeles. Me cuesta creer que no está, era tan vital, tan alegre, y sin embargo, los matones de Miguel en instantes terminaron con él.
__ ¿Y Pedrito, Guille? __interrogó Cuca.

__Con Gaby, lo secuestró para ir a presentarlo al jardín donde iniciará el lunes las clases el nene con Julio Renzo, pobrecito está asustado, es chiquito y no está acostumbrado, aunque el viaje le haya sociabilizado algo, estuvo con mayores, no con chicos. Y Fabián ya fue a la facultad para ver si no pierde el año, en fin, todos comenzando a regresar a nuestros lugares, pero ahora necesito regar mis plantitas, y entrar al despacho, veré si hay algo importante en esto de Juan.
__Guille, te ayudo, digo para que Pedro no vaya, cuando tengas que ir al departamento a sacar las cosas, voy con vos.
__Sí, Beto, te lo iba a pedir. La ropa y cosas que veas que pueden servirle a los hijos del perro las llevarás a ellos, los muebles los venderé con el departamento, el dinero será para ustedes, ya sabes que con Pedro de eso no queremos nada, si te parece la semana que viene, podríamos ocuparnos, primero debo escuchar el testamento mañana. La camioneta la transferiré a Fabián para que vaya a la facultad.
Terminado con lo de Juan, me quedará hacer la misma tarea en mi casa,  sacaré la ropa, los libros y poco más, y pondré el resto en venta, para que compremos lo nuestro lo antes posible, en eso me ayudará Fabián, tiene que sacar lo suyo. Pedro dejó todo en Misiones para el médico que lo reemplace, cuenta con el auto y con el dinero que cobró, con todo creo que podremos conseguir algo bueno en el Delta, José necesita vivir cerca del río.
Beto, ¿sacaron todas las porquerías que colocó el enfermo de Miguel, verdad?
__Sí, ni bien regresé, José dio la orden y no queda nada, tampoco en tu casa, tranquilo, mañana los verán, en el asado, a José y Matías que ganó la fiscalía.
__!Qué bueno! Lo merece.
__Pedro ¿viene para acá o se va a trabajar?
__ Viene cuando termine, seguramente mandará con Gaby al nene, iba a renunciar al hospital, y al Ministerio, creo que en la semana que entra deberá empezar a trabajar, por eso quería  hoy mismo ver propiedades para el policlínico que quiere poner en lo privado.
__Che, ¿qué le dieron al fin? __preguntó Marcos.

__ La Dirección de Toxicología y el cargo en el CONICET para seguir investigando, lo que hacía en ese laboratorio que montó William pero oficialmente, se decomisaron y dejaron allí muchos de los aparatos.
Beto, ven, acompáñame al despacho, quiero que me muestres lo que tengo para ver.
__Voy.
__Ya les llevo cafecito sobrino.
__Mate cocido, tía, tomé tanto café amargo lavado en Estados Unidos que no quiero verlo por meses.

Entré al despacho y recorrí cada pared, me parecía  que hacía años que no entraba, me brincó el corazón al  ocupar mi sillón.
__Parece mentira, lo veíamos en esas pantallas macabras y era un espanto, y sin embargo es nuestro lugar.
__Guille, ¿cómo va el tema de tu problema del cautiverio? ¿Vas a ir al psiquiatra?
__Estoy bien por ahora. __Me incliné hacia delante mirando en profundidad a mi amigo__. Beto, no necesito hablar con un extraño sino ver a otro, lo sabes, ya es hora de terminar con ese fantasma o nunca me dejará por muerto que se encuentre Miguel.
__ ¿Lo vas a ver? ¿Le contaste a Pedro?
__Algo, resumido, no en detalle, pero lo haré, es parte de la liberación.
__Guille, para un poco,  me parece bien que quieras empezar limpio del pasado, pero todo junto, es mucho, la casa, lo de  Juan, y ese tipo, de a una cosa por vez.
__Lo sé, Beto, lo haré de a uno por vez, por ahora disfrutaré del asado de mañana y del fin de semana paseando con mi familia, le prometí al nene llevarlo a conocer, quiere ir al río, al Planetario, ya el lunes comenzaré con el tema de Juan,  luego lo de casa, al fin lo de este tipo, antes quiero contarle todo a Pedro.
__Me parece bien, dame que te ayudo.

“Pasé el día revisando papeles, de Juan y expedientes, ya ni recordaba si tenía casos pendientes, me siento bien. Regué las plantitas, vi a Solange y vinieron Aída  e Isabel de visita, cómo necesitaba de todo esto.
A mediodía pasado, llegaron Gabriela y José que se lanzó a mis brazos para contarme atolondradamente que le había gustado el colegio porque iría con su amigo.
Extrañé horrores a Pedro, casi como en la época del cautiverio, durante el viaje no nos separamos nunca,  y sin embargo sé que ahora debo acostumbrarme a verlo a la mañana y al fin del día, por suerte llamó que está llegando porque nuestro niño también pide por su papi, por más que adora a Gaby y casi no se separa de ella”.

__Hola gente, hola amor __ lanzó Pedro a todos viniendo a robarme un beso antes que José se colgara de su cuello __. Hola mi niño hermoso, te extrañé.

__ ¿Cómo fue amorcito?
__Bien,  presenté la renuncia en el hospital, ya tengo a la gente que irá a lo privado, vi  varias propiedades y seleccioné tres, veré por cuál nos decidimos de entre todas, luego hay que equipar el sitio, esperar la habilitación, esperaré a que llegue Nélida y se ocupe de ello.
Me recibió el Ministro de Salud,  asumo en una semana en ambos cargos, conocí a parte del personal a cargo, bien amor, me gustó todo.
__Qué bueno amorcito, ¿quieres comer algo o vamos a la casa?
__Comí en el Ministerio, pero si terminaste vamos a casa, sí, quisiera charlar del tema que dejamos pendiente, ya desde mañana tendremos mucho por hacer.
__Mañana el asado, Pedro, no vayas a comprometerte con otros.
__No Beto, por nada del mundo perdería de ese asado que tanto añoro que borre el previo, vamos amorcito, Guille, hasta mañana a todos.

“Nos despedimos y  José no paró de preguntar por su hermano hasta que lo encontró en la casa, con el abuelo ya nos esperaban, y  durante la tarde y parte de la cena les contamos las novedades”.

__Papá, dejé una semana libre para ayudarte con el departamento y la casa, pedí los apuntes de los días que perdí, no voy a poder rendir nada ahora, pero para fin de año estaré al día. Mi pequeño hermanito empieza el lunes las clases me contó.
__Es linda la escuela, además iré con Renzo _ dijo haciendo ademanes mi niño, el abuelo sonrió embelesado.

__Orestes, mañana vendrás al asado, van José y Matías, tenemos que estar todos _invité y asintió.
__No me lo perdería, hemos tenido dos días de terror en el Juzgado, ya todo quedó cerrado, voy a extrañarlos a todos ahora que empiezan en sus cosas, pero me debo ir acostumbrando para cuando se muden.
__ Irás a visitarnos y tu nieto ya no estará en el extremo opuesto, lo verás __ dijo Pedro y  le sonrió.

__Guillermo, ¿la pasaste bien en el estudio? __interrogó el juez.
__Sí, era lo que necesitaba, estaban todos, hasta la mamá de Gaby apareció, las plantas, mi tía, extrañaba horrores mi lugar, hasta tener casa nueva, sólo es el estudio.

__Estoy fundido, ¿vamos hermanito que te cuento  algo y te baño? Dentro de poco ya no podré, pero por hoy sí.
__Bueno, chao papi, Guille, papá, me voy a dormir con Fabián ahora. ¿Iremos de paseo?
__Sí precioso, iremos el sábado, ya comenzaremos a ver casas para mudarnos pronto, vayan.  Saluda al abuelo.
__ Yo…  los acompaño, también me voy a descansar, estoy agotado con  estos días.  Los veré en el desayuno.

Cuando todos se hubieron marchado, fuimos a nuestra suite con Pedro, y apenas entrar supe que se quedó esperando que le contara, me serví una copa de whisky  y me senté en el sillón.

_ ¿No te vas a asustar ni dejarás de amarme por nada?
__Mi amor, qué dices, confía al fin en mí, quizá no necesites más que ver a ese hombre, quiero saberlo todo para ir contigo, ya deja el pasado al fin, entiérralo con Miguel.
Nada puede olvidarse en el amor, de todo lo que ansioso fue vivido, ni borrarás en tus labios el sabor del beso apasionado y no fingido. Esas palabras dulces que al oído causaron en tu ser los embelesos, caricias con pasión, enfebrecido, dejándonos de amor en ellas presos.
Esas y tantas cosas tan hermosas vividas con fervor enamorados, cómo pueden borrarse tantas cosas, esos te quiero amor apasionados. Admirando el fulgor de las estrellas, con las manos de los dos entrelazadas, y con ese fulgor que brota de ellas; hablar de tantas cosas tan ansiadas.  Inútil es pensar que se olvidarán  los álgidos momentos que pasamos, sentir esas caricias que cimbraran de ansiedad y pasión que tanto gozamos. No temas, cuéntame.
__Llevo sobre el hombro este amor cansado por la meta de encontrarte, he agotado mis pasos y el cansancio se me acerca a susurrar la idea de no alcanzarte, el camino se ha hecho eterno y aun con el cuerpo maltrecho, es mi corazón que motivado sólo por la esperanza me permite continuar este sendero que me lleve a tener nuevamente la oportunidad de verte, a la realidad  amarte.
__Sólo tú me haces ser completamente diferente, al sentir esa voz que a veces está apagada, hoy te vi y la escuché, sentí felicidad dentro de mi ser, sabes que mi vida eres tú, desearía cambiar el cielo y ponerlo a tus pies.
Siempre esperé de ti, nunca llegó esa palabra muda que uno espera, es un significado del amor y paz, siempre la tuve en mi sien y pensamiento, pero tú sabes nunca llegó al fondo de mi ser. Sabes…  a veces nos acercamos a este final feliz pero nunca llega, por sentimientos adversos a una persona, solo tú estás en mi pensar de la vida, aunque a veces uno tiene dudas, pero lo mejor es seguir el camino y sentirse bien, libres de secretos.
Tú sabes que el mundo es pequeño y cuando hay un verdadero amor sólo se desea estar abrazados del ser amado, sabes en esa isla sólo los dos, pero a veces la convivencia nos llama y nos llena, me conformo de pasear por esos lugares llenos de fe y esperanza de tu mano y, que los dos hemos conseguido con nuestro amor.
Habla, no temas.

__“Yo era adolescente, mi madre acababa de unirse al padre de Miguel, él y el pampeano eran los mayores.
El tipo, el padre, parecía bueno, y nos quería a los cuatro, era un ejemplo de padre y esposo, diácono había sido un tiempo.
Un día de tantos, no sabía que había despertado, y por mucho que reviviera aquella noche, y me persiguiera la pesadilla, nunca lo sabría.
El verano había convertido el aire en una especie de caldo verde, húmedo, caliente y apestoso. No éramos ricos ni mucho menos, vivíamos en el campo, de allí muchas de las fobias que acarreo, cielito, nunca hice terapia.
El ventilador que zumbaba sobre el tocador removía aquel aire, pero era como dormir  bajo un chorro de vapor.
Sin embargo, estaba acostumbrado a yacer sobre sábanas mojadas por la humedad del verano, con las ventanas abiertas de par en par al canto incesante de un coro de cigarras y con la vaga esperanza de que se colara una leve brisa en medio del bochorno.
No me había despertado el calor, ni el rumor de los truenos de una tormenta que se formaba a lo lejos. Pasé del sueño a la vigilia en un instante, como si alguien me hubiera zarandeado o me hubiera gritado mi nombre al oído.
Me incorporé en la oscuridad, sin oír más que el zumbido del ventilador, el chirrido estridente de las cigarras y el ulular lento y repetitivo de un búho. Eran todos los sonidos veraniegos del campo que conocía bien como mi propia voz y no había nada que me provocara aquel extraño chasquido en la garganta.
Una vez despierto noté aquel calor, que era como una gasa empapada en agua caliente que envolvía cada centímetro de mi cuerpo. Deseé que fuera de día para poder salir a hurtadillas antes de que se levantara nadie y refrescarme en el arroyo, y hacía tanto calor que me daba la impresión que debería abrir el aire como si fuera una cortina para poder dar un paso, además era sábado, mi madre se relajaba con las normas en algo los fines de semana, más si el marido no trabajaba.
Entonces oí aquel trueno. Me levanté contento de la cama y corrí hacia la ventana. Me encantaban las tormentas, los remolinos que se formaban entre los árboles, el cielo que ponía los pelos de punta, los relámpagos que lo rasgaban y hacían que resplandeciera. Y quizá aquella tormenta trajera lluvia, viento y aire fresco. Quizás.
 Me arrodillé en el suelo, con los brazos cruzados sobre el alféizar y la mirada fija en el trocito de luna envuelta por el calor y las nubes.
Quizá.
Lo deseé. Faltaban pocos días para mi cumpleaños, había pedido de regalo una moto y aún creía en los deseos cumplidos. Una tormenta grande, pensé, con rayos como culebrinas y truenos como cañonazos. Y lluvia, mucha lluvia.
Cerré los ojos, levanté la cara y aspiré el aire, luego vestido con una camiseta larga, apoyé la cabeza en las manos y observé la oscuridad. Mi habitación daba al campo abierto, al bosque, Miguel y el pampeano dormían juntos en el contra frente que daba al patio.
Volví a desear que fuera de día, y como los deseos eran gratis, también que fuera el día de mi cumpleaños y que viviera mi padre, mas quería con todas mis fuerzas la moto, para poder ir a la ciudad, no tenía dinero para un auto, había dejado caer un montón de indirectas.
De rodillas, deseando que fuera de día, allí  estaba, alto, desgarbado, flaco, con el pelo largo aunque no lo creas, pegado al cuello por el calor. Ellos, los  otros dos eran los mimados, los hijos, más Miguel pese a sus celos enfermos, y le compraban lo que pidiera, el Pampeano era mayor y trabajaba para darse los gustos.
Yo ayudaba en las tareas del campo además de estudiar. Pero nada me importaba si podía obtener la moto.
 Vi un destello apagado, un relámpago bajo el firmamento.
Llegaría, me dije. Llegaría la tormenta deseada, que traería consigo el aire fresco y la lluvia. Si llovía sin parar, no tendría que arrancar la maleza del jardín, aunque desde entonces me ocupaba, me gustaba sembrar, no podar.
Primero pensé que alguien andaba merodeando por allí, quizá con la intención de entrar a robar. Hice amago de levantarme y correr a avisar a mi padrastro.
Pero entonces vi que se trataba precisamente de él, que se alejaba de la casa en dirección al lindero del bosque, se movía con rapidez y seguridad gracias al rayo de luz.
Puede que fuera al arroyo  a refrescarse. Si yo también iba, él no se enojaría. Si estaba de buen humor, se echaría a reír.
Sin pensármelo dos veces, tomé unas zapatillas,  un jean y una linterna diminuta, y me precipité fuera de la habitación, silencioso como un ratón, no deseaba despertar a los otros dos ni a mi madre.
 Sabía que los peldaños crujían. A papá no le gustaba que bajáramos a beber algo después de acostados por ello. No me calcé hasta llegar a la puerta trasera, que abrí lo justo antes de que chirriara para pasar por el resquicio, yo era flaco entonces.
Por un instante pensé que había perdido el rastro de la linterna, pero lo vislumbré de nuevo y como una flecha fui tras él. Me quedaría rezagado hasta saber de qué humor estaba mi padrastro, pero él se desvió del cauce poco profundo del riachuelo y se adentró en el bosque que bordeaba aquel trozo de tierra.
Me pregunté adónde iría. La curiosidad hizo que siguiera avanzando, así como la emoción casi vertiginosa de andar a hurtadillas entre los árboles en plena noche. Los truenos y relámpagos del cielo no hacían sino sumarse a la aventura.
Aunque no lo creas, hasta entonces no conocía el miedo, aunque nunca me había adentrado tanto en el bosque. Estaba prohibido. Mi madre me molería a palos si me pillaba, así que no podía permitir que me descubriera, era  implacable Mirna.
Mi padre como ya le decía, avanzaba con rapidez y seguridad, lo que hizo que pensara que sabía adónde iba.  Oí cómo las viejas hojas secas del estrecho sendero crujían bajo las botas, así que me quedé atrás. Mi padre no tenía que oírme.
De repente un aullido hizo que diera un respingo. Me tapé la boca con la mano para amortiguar el impacto, no era más que un viejo búho al acecho. Las nubes se movieron rápidamente hasta ocultar la luna. Estuve a punto de tropezar con una roca y ahogué un silbido de dolor.

Mi padre se detuvo: mi corazón palpitó con fuerza retumbando como un tambor, me quedé inmóvil como una estatua. Entonces me pregunté qué haría si mi padrastro se volvía y se me acercaba. Correr, no, me dije, pues me oiría, tal vez podría alejarme del camino con sigilo y esconderme entre la maleza confiando en que no hubiera serpientes durmiendo por allí.
Cuando mi padre  reanudó la marcha, me quedé inmóvil diciéndome que debía regresar si no quería meterme en un buen lío, pero la luz era como un imán que me atraía hacia él.
Por un momento el haz luminoso se movió rápidamente y dio una sacudida. Oí un golpeteo o un chirrido, un ruido parecido al que hacía la puerta trasera de la casa.
Luego la luz desapareció.
Me quedé a oscuras en medio del bosque, casi sin respirar, sintiendo en todo el cuerpo un frío punzante pese al aire caliente y denso.
 Di un paso atrás, luego dos. Cada vez con más ganas de salir corriendo, era como un presagio de que luego de aquello todo iba a cambiar.
Volví a sentir como un chasquido en la garganta, tan seco que casi no podía tragar. Y la oscuridad, en una gran inmensidad parecía envolverme, oprimiéndome del todo, es lo que sentí en Bahamas, en los parques de Disney, todo se relacionó con esto, cielito, no con el cautiverio, luego lo vi, me di cuenta.

Me dije, vuelve a casa corriendo, entra en la cama y cierra los ojos, me gritaba una voz estridente  como el chirriar de las cigarras dentro de la cabeza, pero me dije que era un marica miedoso.
Avancé con sigilo notando casi cada paso que daba. Las nubes se movieron otra vez, rápidamente, y bajo el leve resplandor lunar que se colaba entre ellas divisé la silueta de un edificio en ruinas.
Parecían restos de una cabaña que había sido pasto de las llamas y de la que sólo quedaban los cimientos y una vieja chimenea.
La extraña sensación de miedo se troncó en fascinación ante aquellas formas grisáceas, y ante el modo en que la tenue luz de la luna se movía sobre los ladrillos quemados y la madera ennegrecida.
Una vez más deseé que fuera de día para explorar el lugar. Si  pudiese regresar a plena luz del día sin que nadie me viera podría haber creado allí mi rincón, pensé. Un sitio donde tener mis libros y leer, sin que los otros dos me molestaran, o simplemente estar allí y soñar.
En aquel lugar había vivido alguien en el pasado, así que quizá quedaran cosas, me encantaría explorarlo, pero no entendía adónde habría ido mi padre.
Pensé de nuevo en el golpeteo y en el chirrido. Tal vez aquello fuera como otra dimensión y él hubiera abierto una puerta de ingreso, como en Cumbres Borrascosas, llegué a pensar en fantasmas, en si mi padre tendría secretos, en que quizá veía a su esposa previa como en el libro, secretos que por ello no contaba a nadie, secretos que hacían que se le endureciera la mirada cuando le preguntabas lo que no debías, como en los personajes del libro. Pensé que quizá fuese un explorador que atravesaba una puerta mágica para cruzar a otro mundo, pero a él no le gustaría que pensara en esas cosas, porque la existencia de otros mundos, al igual que los fantasmas y las brujas, no tenía cabida en la Biblia que el pregonaba. Pero quizá no le gustara porque en el fondo era verdad.

Me arriesgué a avanzar unos pasos más, atento a los ruidos, mas sólo oía los truenos, cada vez más cerca.
Esta vez di un grito del dolor ante otro tropiezo, maldiciendo las rocas, miré hacia abajo, y no era una roca.
Bajo la pálida luna vi que era una puerta en el suelo, que chirriaría al abrirse. Y con las puertas mágicas no te golpeabas. Aquello no era más que un viejo silo, o un sótano, para refugiarse de las tormentas. A pesar de que la decepción me desanimó, seguía habiendo una puerta en el suelo junto a una vieja cabaña en pleno bosque y mi padre había bajado allí.
Pensé en mi moto. Quizá la hubiera escondido allí abajo y ahora mismo estuviera revisándola. Dispuesto a correr el riesgo, pegué la oreja a la madera vieja, apretando mucho los párpados para aguzar el oído.
Me pareció oír a mi padre moviéndose abajo. Y que soltaba una especie de gruñido. Lo imaginé preparando mi moto, nueva, reluciente, de color rojo, cogiendo con sus grandes manos herramientas adecuadas para terminar de montarla, mientras silbaba entre dientes como solía hacer cuando estaba enfrascado en una tarea.
Estaba allí haciendo algo especial para mí. Así que me propuse  no volver a quejarme por nada.
¿Cuánto tardaría? Volvería corriendo a la casa y así él no sabría que lo había seguido, pero tenía muchas, muchísimas ganas de verla… Echaría sólo un vistazo.

Me aparté de la puerta con cuidado, y asegurándome de acercarme con sigilo a la cabaña quemada, me agazapé detrás de la vieja chimenea. Mi padre no tardaría demasiado, era un genio con las manos, podría haber tenido un taller de reparaciones perfectamente.

Alcé la vista hacia un relámpago, ante la primera culebrina que se formó en el cielo, y el trueno lo siguió no como un rumor sino como un estruendo. Debería haber regresado a la casa, esa era la verdad, pero entonces ya no podía, mi padre aparecería en cualquier momento y me pillaría. No habría ninguna moto si me sorprendía allí.
Si estallaba la tormenta, me mojaría sin más, eso sería todo. Me refrescaría.
Me dije que mi padre sólo tardaría cinco minutos en salir, y, cuando pasaron, le di otros cinco de plazo. Pasaron quince y la puerta se abrió con un chirrido.
Me quedé paralizado, con los labios apretados aguantando la respiración.

Con el siguiente relámpago lo vi: me pareció un salvaje, con el pelo muy corto y casi blanco a la luz de la tormenta, los ojos como los de Miguel pero brillando como de gato, los dientes al descubierto en una sonrisa feroz.
Al ver así a ese hombre, que casi parecía a punto de echar la cabeza hacia atrás y aullar como un lobo, creí que el corazón se me saldría por la boca, fue la primera vez que experimenté un miedo real en la vida.
Cuando lo vi frotarse la intimidad, sentí que las mejillas se me ponían al rojo vivo, entonces él cerró la puerta, que resonó como un portazo. Luego volvió a echar el cerrojo, con un ruido fuerte y chirriante que me provocó escalofríos. Me temblaron las piernas, mientras él ocultaba la puerta con capas y capas de hojas caídas.

Me quedé plantado un momento como él, mientras los rayos chisporroteaban ya en el aire, y luego él con el haz luminoso de la linterna recorrió la puerta. La estela de luz resaltó su rostro, de modo que sólo vi las duras facciones, y con el pelo tan corto me pareció el cráneo, y los ojos eran cuencas vacías.
 Miró alrededor, por un instante espantoso temí que me descubriera. Intuí que ese hombre me haría daño, que usaría sus manos y puños contra mí como nunca lo habría hecho el padre que trabajaba para sustentar la casa. Pero él se volvió y, a zancadas, con paso seguro, se alejó por donde había llegado.

No moví un solo músculo de mi cuerpo tembloroso hasta que sólo oí el canto de la noche, y los primeros indicios del viento. Se avecinaba la tormenta, pero él se había ido.
Me enderecé, me froté las piernas para que pasara el hormigueo. No veía la luna y la sensación de aventura se había convertido en horrendo pavor.
Pero la vista se me había acostumbrado a la oscuridad lo suficiente como para volver con mucho cuidado hasta la puerta tapada por las hojas. Sólo pude verla porque sabía que estaba allí.
Ahora oía mi propia respiración. Oí, que se alejaba arremolinada por el viento. El aire fresco, deseé que fuera cálido. Notaba el frío en los huesos, como si fuera invierno, y la mano me tembló al agacharme para apartar las densas capas de hojas.
Me quedé mirando el cerrojo, grueso y oxidado, que atrancaba la vieja puerta de madera. Seguí el contorno con los dedos, pero ya sin ganas de abrirla. Lo que quería era estar de nuevo en casa, en mi cama salvo, seguro. Ni quería recordar aquella imagen de mi padre, no con aquel aspecto salvaje.
Sin embargo los dedos tiraron del cerrojo y, al notar que no cedía, usé ambas manos. Cuando se descorrió con un chirrido, apreté los dientes.
Mi moto, me dije, aun notando un peso espantoso oprimiéndome el pecho. Mi moto de cumpleaños es lo que encontraría.
Poco a poco levanté la puerta y me asomé a la oscuridad del interior. Tragué saliva con fuerza, saqué la linterna del bolsillo y, valiéndome de la tenue luz, fui bajando con mucho cuidado por la escalera de mano.
De repente, temí que apareciera la cara de mi padrastro por la abertura. Con aquel semblante horrible y salvaje. Y que la puerta se cerrara de golpe, dejándome atrapado allí dentro. Estuve a punto de subir a gatas, pero entonces oí unos gemidos.
Me quedé parado en la escalera.

Allí abajo había un animal. ¿Por qué había mi padrastro llevado un animal allí? ¿Un cachorro?
¿Sería una sorpresa para Miguel? El cachorro que siempre había deseado tener.

Me escocieron los ojos por las lágrimas mientras bajaba hasta el suelo de tierra, tendríamos quizá los tres que pedir perdón por los terribles pensamientos, más yo __los pensamientos eran más pecaminosos que los actos __ que había tenido sobre mi padre.

Recorrí el lugar con la linterna, sintiendo que el asombro y la alegría embargaban mi corazón, cosa que no volvería a ocurrirme hasta hoy, cielito, hasta conocerte. Pero donde imaginaba un cachorro gimoteando en su caja vi…  a una mujer.
Tenía los ojos desmesuradamente abiertos y encharcados, brillantes como el cristal debido a las lágrimas que derramaba. Hacía unos ruidos horribles contra una cinta adhesiva que le tapaba la boca. En la cara y en el cuello se le  veían las marcas recientes de rasguños y moretones.
No llevaba ropa, ni una prenda, pero no hizo amago de taparse.
No podía. Tenía manos atadas con una cuerda __ensangrentadas por las heridas en carne viva de las muñecas ___. Atada a su vez a un poste de metal que había detrás del viejo colchón en que yacía. También tenía las piernas atadas, por los tobillos, y muy separadas.

Aquellos sonidos horribles  no cesaban y retumbaban en la cabeza, me revolvían el estómago.
Como si se tratara de un sueño, avancé. Notaba un zumbido en los oídos, igual que si hubiera estado  bajo el agua y no pudiera emerger a superficie. Tenía la boca tan seca que las palabras me raspaban la garganta.

__No grites. No puedes gritar. Él podría oírte y volver, por favor __le dije.

La mujer asintió y  me miró suplicante con los ojos hinchados.
__Tienes que estar callada _susurré con los dedos temblorosos __. No hagas ruido, por favor.___ Y con un ruido espantoso tiré de la cinta para despegarla.

En ella quedó una marca roja, en carne viva, pero no gritó.
___Ayúdame. Su voz sonó como una bisagra oxidada ___.Por favor, ayúdame. No me dejes aquí, te lo ruego.

__Tienes que huir. Tienes que salir de aquí corriendo.

Me volví hacia la puerta del sótano. ¿Y si regresaba? Dios, ¿y si aquel hombre salvaje que se parecía a mi padrastro volvía?

Intenté desatar la cuerda, pero los nudos estaban demasiado apretados. Acabé pelándome los dedos y, preso de la frustración, me volví, iluminando alrededor con la linterna.
Vi una botella de alcohol __prohibido en casa por la ley de ese hombre__ y más cuerda, enrollada y preparada para su uso. Una manta vieja y un farol. Revistas en cuyas portadas había mujeres denudas, una cámara y… fotografías de mujeres pegadas a las paredes. Mujeres como aquella de allí, desnudas, atadas, ensangrentadas y aterrorizadas.

Y mujeres con los ojos sin vida.
Vi una silla vieja, latas y tarros de comida en un estante clavado a la pared. Un montón de harapos… no, de ropa, ropa completamente rota y con manchas de sangre.
Percibí el olor a sangre.
Y cuchillos, muchos cuchillos.
Con la mente puesta en mi objetivo, sin pensar en nada más, tomé uno, y comencé a cortar el nudo.

__Tienes que estar callada. No hagas ruido.
Cuando llegué a la carne, ella no gritó.
__Date prisa, por favor, date prisa, por favor. __La mujer reprimió un gemido cuando le desaté los brazos, que le temblaron al intentar bajarlos. __ Dios mío, qué daño. Cómo me duele.

__No lo pienses. No pienses en el dolor. Si lo piensas, te dolerá más.

Dolía, sí, pensar dolía. Así que decidí no pensar en la sangre, ni en las fotos, ni en el montón de ropa rota y ensangrentada, destrozada.
Empecé con una de las cuerdas de los tobillos.

__ ¿Cómo te llamas?
__Ann, me llamo Ann. ¿Quién es él? ¿Quién es ese hombre?

No podía decirlo, no lo diría. No pensaría en ello.
__Ahora está en casa. La tormenta está cerca. ¿La oyes?
Yo también estoy en casa, pensé, estoy en mi cama, me repetí mientras cortaba la otra cuerda. Estaba en la cama, y aquello no era más que una pesadilla. No había ningún sótano abandonado que oliera a al- mizcle, pis y cosas peores,  no había ninguna mujer, ni ningún hombre salvaje. Amanecía en mi cama y la tormenta habría refrescado el aire.
Cuando despertara, todo estaría limpio, y fresco”.

__Ya amor, ya, ya pasó, tranquilo, basta, no sigas, no ahora.
Sólo dime una cosa, ¿se salvó la chica?
¿La salvaste?
__Sí __musitó Guillermo y se aferró a Pedro como si en ello le fuera la vida.

__Chisss.
Ya amor, ya pasó, estarás bien, como siempre dices, esto también va a pasar. Lo prometo, te daré tanto amor, que todas esas imágenes se van a desvanecer.

__Creo que por eso, y luego, odié ver mujeres desnudas, quizá más allá de mi  naturaleza, es lo que marcó mis fobias y el ser gay.

Pasamos una hora abrazados, hasta que acariciándolo despacio, su vello se erizó y buscó mi mirada.

__Describir lo imaginable es algo hermoso como hermoso es el cuerpo de un hombre con sus misterios internos y celestiales de toda su anatomía, una vez dijiste que se entiende mejor con otro hombre, quizás. Quién pudiera desvestir las sombras y  derribar el instante entre tu cuerpo y el mío, pero sólo el hecho de ver tu figura esbelta, limpia y desnuda me basta para saborear y encarnizar las redes de tu piel.
__El viaje empieza en el correr de tus cabellos que recorre los espacios del tiempo cuando recibe la brisa agradable y pura, como pura es tu boca de una sensualidad entre los labios que me incitan a chocarlos y exprimir sus dulces sabores naturales, como naturales son tus  cumbres que logran conectar y vibrar como campanas que anuncian la llegada del deseo innato y hondo, como hondo es el peregrinar de tu ombligo que nos muestra cuán cerca estamos en el camino hacia el paraíso de tu pelvis,  a ese bosque lleno de encantos que nos induce a revivir el placer de conectar con lo divino, con la virginidad del pecado. Caigo enmudecido y complacido en el espacio del abismo hacia tus piernas hermosas y fuertes buscando el apoyo para continuar mi camino llegando a tus pies extasiados y firmes por el andar de la vida y mi vida sigue su paso por tu cuerpo, ahora me decido a escalar hacia las montañas de tus glúteos donde quisiera descansar una eternidad, pero la cascada de solfeos que me llegan de tu espalda sinfónica y de arpegios me inclinan a llegar a tus hombros cargados de pasajes y decisiones tomadas por el cruzar del inevitable tiempo que queremos parar, como parar en una altura sideral. Así me encuentro al llegar a tu nariz la cual respira el aire que nos mantiene vivos, como vivos y hermosos son tus ojos como dos  piedras preciosas que brillan y nos guiarán por el camino correcto y esperanzador hacia un sueño que Dios lo convertirá en realidad en el infinito cielo alcanzado por nuestras manos llenas de pasión y amor.
Apaga el candelabro que dejaste entre mis muslos, la llama escandalosa que arruina la noche, los besos que deambulan en el filo de mi fuente. Quiero sentir el drama pasional de tus manos, el vuelo rapaz de tus ojos  cuando mis dedos planean tu espalda, la voz quieta de tus pezones y el aliento desnudo entre los dientes. Cuántas cosechas de suspiros quedaron en el granero de tu cuerpo. Comienzo a sentir la ausencia de tu sexo hambriento. Mi amor…yo te necesito en mi vida para ser feliz, porque el sonido de tu voz alegra mi espíritu y tu cercanía despierta todos mis sentidos. Te necesito para disfrutar mi vida porque con vos las horas parecen minutos y cada minuto es un tesoro para mí. Te necesito cada día a mi lado,  porque tu presencia renueva mi interior  y hace que crezcan mis sentimientos hacia a vos con más fuerzas como jamás antes conocí. Te necesito en mi vida para ser feliz porque no tengo la menor duda que sos la otra parte que le falta a mi vida para ser completa y realmente feliz.
__Caminaba sobre nubes soñando, suspirando por izar una estrella tener una galaxia como mi gema,  sólo que era esquiva  de mi pecho. No la hallaba en Camila. Vagaba por los astros tan perdido como arrastrando sigilosas cadenas de pena en pena, sin el dulce néctar, sí con los pies descalzos, en dolor. Arrancaba mis heridas, las curaba moldeando esos hierros torcidos sacando las espinas de mi óxido mientras anhelaba tener mi amor absoluto, contundente.
Me llegaron sólo lisonjeras sombras, fueron pasos de extrema reflexión, escalones enseñándome ser maestro en aulas, enseñándome a meditar. Fui órbita girando con extraños egos, saboreaba tener un idilio entre mieles, hallar en un jardín de oro, mi otra piel ganaba experiencias, al tronchar pétalos. En tantos años de órbita en órbita saltando hallé mundos de roca, pálidos mármoles lechos fríos, tristes, con el calor ausente, sólo estaciones para un viajero. Hasta que encontré, mi único diamante, brillo refulgente, hasta ser mi felicidad que me abrió puertas en feliz luminiscencia hasta hacerme  fluir  siempre efervescente. Me abrazo al sol de tu boca enamorada, me uno al tesoro desgajado de tu pecho, a tu fuente como riqueza burbujeante venida de tus adentros ante tu íntima entrega.
__Espacios que se pierden en tu piel, tiempos presos en tu boca, deseos que aparecen en tus ojos, placeres que se apoderan de tu ser. Instintos que florecen en tu roce ocupados de pasión al tocarnos, alimentando hormonas indomables que conquistan tu cuerpo lleno de goce.
Vuelos que se enredan en tus cabellos, encumbrados pasillos en tus  cúspides bailando al compás de tus caderas, obligándonos a esculpir tus deseos. Saboreando el elixir afrodisíaco de tus labios carnosos y suaves logro conectar con tus encantos y así apasionados y poseídos como locos nos amamos sin descanso. Déjame amarte tanto, perderme en tu cuerpo, déjame entrar en vos para demostrar lo que siento, y borrar aquellos recuerdos, deja quitarte las ganas aprovechando  el momento  para recorrer tu piel, hasta el último aliento.
Me encanta tu espalda, me enloquece tu cuello, quiero amar tus labios, y besar tus miedos, deseo meterme en ti, y disfrutar tus adentros para hacerte sentir que hoy tocas el cielo. Para hacerte vibrar, y descubrir tus anhelos, no dejes de abrazarme, y sentir mi calor, saborear tu sudor, mientras te hago el amor. Tu respiración se acelera, yo pierdo el control,  cuando rompes el silencio,  y gimes de emoción, cuando al fin terminamos, al mismo tiempo los dos, llegamos al paraíso, en un éxtasis de amor.
__Hacemos el amor cuando fluimos en el río de la ternura y llegamos al océano de tu hermosura, cuando desvisto tu alma con mi mirada y quedas allí  inmóvil,  encantado al flotar entre galaxias, perdiendo  nuestra materialidad  cuando nos envuelve la espiritualidad,
cuando te beso con ternura y bondad, cuando te beso entre mis verbos, cuando deambulas entre mis lecturas, cuando sonríes porque en ellos te ves reflejado.
Hacemos el amor en el lienzo de la vida donde pintamos arcoíris de amor y pasión, cuando como ávido y rápido colibrí  surcas los vientos del amor y ternura y vienes a libar la dulzura de mi corazón, cuando por horas conversamos y del tiempo nos olvidamos, cuando alma, energía, cuerpos y sentimientos sincronizamos, hacemos el amor cuando somos,  estamos y vibramos en silencio y al unísono. Viene tu yo, me mira a los ojos, me traspasa, me llena de hermosa luz, mi energía se cimbra, te mira y se tapiza de rojo tu bello rostro, ahora hay un campo energético, una esfera que nos atrapa, qué delicioso, nos llenamos de amor, ternura, alegría, la tristeza aparece ahora en nuestra vida enterrada.
Fundidos átomo a átomo, traspasando lo terrenal, lo superfluo se evapora, nos damos cuenta que la invisibilidad nos lleva a lo sideral en el aquí y ahora. Flotamos ya impávidos ante el universo y su majestuosidad, nos sentimos pequeños, lábiles, insignificantes ante tal inmensidad. Pero también simultáneamente grandes, majestuosos al sentirnos parte del todo, navegamos entre meteoros y galaxias sentimos la levedad y su gracia, estamos rozando lo bello,  sublime del cosmos y su magnificencia, la verdad no quisiéramos regresar de este estado tan bello, sublime de oro.
__Contemplo tu cuerpo desnudo extendido sobre mi cama... me llega la lujuria cuando miro lo que tienes entre tus piernas, dos volcanes alrededor, tu bello cabello rebelde.
Esta noche por fin serás mío sin mi secreto, te besaré los labios, acariciaré tu cuerpo;  me perderé entre la suavidad de tu piel… beso a beso disfrutaré de un cóctel de aromas y de sabores que descubran la textura de tu cuerpo y la de tus caderas.  Quiero que el olor de tu perfume se grave en mi cuerpo y que el mío penetre dentro de tu piel ardiente... Me excitas tanto con el roce de tu piel,  con las caricias de tus manos que van con dirección a mi parte más sensible.
Quiero que de tu boca con mis labios salgan dulces besos que sean de sexo y placer... Quiero bajar por tu cuello y que  sientas un sutil cosquilleo al pasar por tu hombro,  besarte lentamente hasta llegar a tus cumbres abotonadas, ver cómo crecen  tus pezones al sentir el calor de mi lengua. Llegaré a tu ombligo y lentamente me dirigiré por el diamante  a tus nalgas y entreabriendo tu secreto punto sentiré la humedad de tu elixir antes en la fuente de tu deseo, luego allí  donde saciaré mis ganas de vos  penetrando  mis sentimientos hasta el amanecer  para despertar con el aroma a sudor, sexo, orgasmo y placer.
Principio del formulario

Sálvame precioso.
__Guille…

Pronuncié su nombre por primera vez en horas como suplicando que confiara, me miraba extrañado curioso, ansioso, leyendo mi rostro, pero mi propio dolor me mantenía indescifrable, cuánto no conocía de él, del origen de sus fobias, de su vida pasada, en la urgencia de huir, de salvar la vida, de amarnos con urgencia.
No sé cómo fue que todas las pulsiones se zafaron, desbocadas y corrieron a él, a su boca. Nos fundimos en un beso brutal, desesperado, furioso. Sentí sus manos tomándome de la nuca, me aferré a su espalda, le clavé los dedos, las uñas en los omóplatos. No nos queríamos escapar. Eran nuestros cuerpos los que estaban decidiendo, sinceros, directos, y no podíamos dejar de escuchar el mensaje, dejar de sentir.
Nuestras lenguas se enroscaban saboreándose, como quien vuelve a reconocer el sabor que había olvidado. Se despertó cada célula, cada poro, exuberante, delicioso, verdadero, grabando las sensaciones para siempre, en libertad, sin miedos, sin trampas, y sin darme cuenta, me había penetrado, y el ritmo de las embestidas era el mismo del beso, el mismo que le di a mi pelvis, a mis caderas para llevarlo a traspasarme, supe que estaba descargándose furioso dentro, me atravesaba en cada envite, pero sabía que estaba dejando a su dolor de entonces, transmutándolo en amor, en olvido, y olvidé el dolor de entrañas desgarrándose, me aferré al placer de saber que amándome sanaría, y lo alenté a ir más y más allá, a medida que el acantilado estaba cerca, que los latidos estaban por hacer estallar el pecho, que la sangre bullía en las venas, en anhelos hechos realidades, con horizontes  de ansias y un mismo aire, una misma senda a recorrer ahora, de la mano, sin titubeos, sin dudas, sin soltarnos la mano, sin secretos, sin estar… ATRAPADOS.


Continuará.
Hechos y personajes son ficticios.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Lenguaje adulto, escenas explícitas.

15 comentarios:

  1. Gladis precioso compartes Ungusto leer tan bellas letras, profundas y tan reales.

    ResponderEliminar
  2. Mechi Impresionante, me gustó mucho. Gracias por compartir tanta belleza. Saludos desde la distancia.

    ResponderEliminar
  3. Mayra Wow, hermoso relato, intenso.
    Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar
  4. Javier Bellísimo, historia triste y de melancolía, recuerdos , felicitaciones amiga, me atrapas en tus letras, bendiciones a tu vida.

    ResponderEliminar
  5. Qué relato terrible Eve, no imaginé que detrás de tanto horror vivido se ocultara semejante historia...Por suerte el amor hará posible superar tanto dolor...

    ResponderEliminar