martes, 14 de noviembre de 2017

"EL OTRO". CAPÍTULO TREINTA Y SEIS.



“EL OTRO”.
CAPÍTULO TREINTA Y  SEIS.

Bariloche.
"Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Illón fue, pero Illón perdura en el haxámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.”
*Jorge Luis Borges. Los conjurados

 Viernes, 03 de junio de 2016.

Durante el camino de regreso a la cabaña Pedro empezó a inquietarse por el dolor que sentía en el tobillo. Debía de habérselo torcido en algunas de las caídas en la nieve, aunque no recordaba el momento preciso en el que le había sucedido.
Intentó disimularlo en sonrisas y besos que aminoraran el paso de los dos,  sin embargo Guillermo comenzó a intuir que algo le estaba sucediendo.

_ ¿Qué se supone que estás haciendo amor? __ interrogó Pedro cuando al bajar del coche desde la clínica donde  concurrieron, lo llevó en andas hasta la puerta de la cabaña, y con una mano intentó no sin esfuerzo abrir.

__Llevarte bajo techo, ¿acaso  pretendes además  terminar internado con una neumonía? Te aclaro que poco faltó por tus ocurrencias de andar haciendo piruetas.
__Guille, estoy bien, no exageres, es sólo un esguince, no me andarás llevando alzado sólo porque se torció el tobillo __ dijo Pedro enfurruñado.
__Te callas, que te advertí que tarde o temprano algo iba a suceder con estas subidas a esos aparatos siniestros, por poco te matas al saltar de esa maldita silla __ gruñó Graziani aunque Pedro estaba mareándose inhalando su perfume del cuello, aprovechando el abrazo.

__Ya Guille termina y bájame, no pensarás que me voy a quedar quieto por esto.  No me he golpeado la cabeza, es sólo un tobillo, un poco de hielo, la venda y ya.
__Ya, nada, te quedarás en reposo con la pierna en alto hasta que regresemos, no quiero que llegues lisiado a Bs. As. Se terminaron los paseos en esos aparatos. __Bramó Guillermo con ceño, depositándolo en el sillón, acomodando almohadones sobre la mesita del living para colocarle el pie elevado.

__Graziani, eres insoportable cuando quieres, casi que el otro tenía razón  __dijo Pedro y ante la mirada asesina se contuvo, y desvió la propia __. Perdón no quise decirlo, pero es que amor, no es nada. Ya ni siquiera me duele, ya verás que mañana estaré bien. Bueno pasado.

__Basta cielito, me enojé. Además me parece genial, iré al supermercado para traer de todo, y ya no volveremos a salir, está divino, frío, nevando, qué más lindo que estar en la cabaña frente al hogar jugando al ajedrez hasta regresar.
___ ¿Qué?
__ Lo que oíste, de paso acá ni siquiera tengo señal, iré a hacer las compras y a intentar comunicarme con Bs. As. y no se te ocurra moverte de allí, porque no respondo de mí, me vas a conocer enojado de verdad.
__No tengo por qué soportar esta venda si tengo el pie en alto, se me cortará la circulación, me pondré hielo y el antiinflamatorio, y puedo andar a saltitos.
___!Pedro! No quiero  tener que dormirte, no vas a hacer nada sin mí.
__Tampoco me llevarás alzado a todos lados, no estoy ni moribundo ni fracturado.
__ Y no vas a romperte la otra pierna por andar saltando, te quedarás allí hasta que regrese, y luego  yo diré cómo y cuándo te vas a mover.
__ Ogro.
__ ¿Qué dijiste?
__Que vayas al supermercado,  me hartaste, si no sales tú, terminaremos peleando en el primer viaje de novios, ve. ¿Es nuestra primera discusión de pareja?

Guillermo salió luego de arrancarle cien promesas, dejando  la mesa con bebidas y comida, el televisor y los comandos a mano, como para impedir todo movimiento, se abrigó, tomó el morral y salió.
Tras media hora de ver un noticiero, Pedro se arrancó la venda elástica, y en un pie dando saltitos fue a la cocina a buscar hielo, un gel congelado para colocarse, el dolor le sacó una mueca, cuando se asomó por la ventana y lo que vio lo dejó de piedra.
Guillermo se distinguía entre los copos de nieve por su porte. No había duda, era él. Y estaba dando un beso tomado de la mano al maldito del fiscal, al supuesto José Miller que debería estar en Bs. As. trabajando con Moravia investigando al otro, el mismo que en la cara dijera a Pedro en tribunales que su único enemigo era… “el otro”. Cerró y abrió los ojos varias veces, pero la visión era la misma y sin querer apoyó el pie, la punzada le recordó la lesión y maldijo por lo bajo. Se los quedó mirando sumido en uno de los estados más extraños de los que tenía memoria. Estaba petrificado, no respiraba, los ojos iban calentándose en sus cuencas, aunque la visión no se le borroneaba y los labios se le resquebrajaban como una superficie helada. Guillermo lucía raro, como si estuviese incómodo, las manos embutidas en los bolsillos no abrazaban al fiscal, los hombros encogidos como si tuviese frío. El dolor no le hizo cambiar un ápice la posición junto a la ventana, con la vista fija en la pareja que se separó y de la mano avanzaba en silencio por la vereda hacia la cabaña. Guillermo alzó la cabeza  con un movimiento brusco y lo descubrió, mirándolo. La transformación de su gesto, fue tan brutal que Pedro se asustó, y pudo intuir en sus labios que pronunciaba su nombre, cuando sin importarle el dolor, el esguince ni el pie, fue a la habitación a armar su bolso, y desde el teléfono fijo llamó a un coche de alquiler.
Abrió la puerta y empujó a Guillermo, casi apretando los dientes echó a correr hacia el auto, al tiempo que Guillermo lo llamaba.

__!Pedro! __El grito de Guillermo como un rugido cargado de desesperación y de enojo, lo alcanzó como si le hubiesen asestado un piedrazo en los omóplatos__ ¡Pedro, espera!

También lo alcanzaba la voz de Miller que lo llamaba a Guillermo. Se lanzó dentro del automóvil y cerró la puerta.
__!Arranque, se lo suplico! ¡Arranque, lléveme al Llao Llao!

El hombre puso primera y avanzó mientras lo estudiaba por el espejo retrovisor. Pedro a su vez divisó a Guillermo que corría como un loco detrás del auto por la calle y lo llamaba a gritos sin importarle la atención de la gente, hasta que el coche de alquiler dobló en la esquina y lo perdió de vista.

“Ya está”, pensó. “Todo se acabó. Al fin Matías tenía razón, es un infiel empedernido y no supe verlo”.
Giró la mirada hacia delante y la clavó en el vacío. Respiraba de manera superficial y temblaba como si padeciese una hipotermia.

__ ¿Se siente bien, señor? ¿Le robaron?

Sacudió la cabeza incapaz de articular y al elevar una mano para pedirle tiempo, se quedó mirándola, le temblaba sin control. La convirtió en un puño contra el asiento. Dejó caer la cabeza y apretó los párpados. La garganta le convulsionaba y le dolía, un peso le oprimía el pecho y el estómago  se había convertido en una roca, todo lo cual dejó en el olvido el dolor en el tobillo. Se esforzaba por pensar qué hacía Miller allí, por acomodar las ideas, empresa imposible con el ciclón emocional que lo azotaba. No quería llorar, no quería, no quería reconocer que al fin Guillermo lo había usado para vengarse de el otro, que había llegado a pedirle casamiento, que  había dejado a Juan no por él sino por Miller, que le habían mentido desde la misma convención donde se volvieron a encontrar. El llanto se abrió paso y explotó dentro de la cabina del automóvil. Unos minutos más tarde sacó un pañuelo y se secó las lágrimas aclarándose la garganta.

__Disculpe.
__No se disculpe. ¿Está mejor?
__No, la verdad es que no.
__Pero… ¿está bien? Físicamente me refiero...
__Si, no me pasó nada. Vi algo que me alegro de haber visto pero que me destrozó.
__Entiendo. Se trata del señor que corrió detrás del auto, ¿no?
__Sí, pero ya no importa.

El llanto había servido para descomprimir la presión por lo que respiraba mejor, sólo quedaba un ligero temblor, que no tenía ánimo para controlar, e intentó fugar la mirada hacia el lago, pero los recuerdos de los paseos lo abrumaron.
Al llegar al hotel, el chofer junto al guardia le abrieron la puerta y lo ayudaron a bajar, entonces recordó el esguince, y que había salido sin zapato y sin la venda.
Se hizo conducir a enfermería, y el llanto regresó al recordar la primera vez, cuando Guillermo y el otro, habían estado allí, cuando él se había preocupado más por el extraño que por el entonces su esposo. No obstante se dejó ver, y colocar otra venda,  llevar en silla de ruedas a recepción donde al reconocerlo, le fueron dadas  la suite sin demoras y todas las atenciones.

Despidió al empleado del hotel, y cerró. Se quedó horadando la oscuridad, apenas herida por la luz de la calle. Observaba la cama, enorme, la mesa de noche, el frigobar, el lujo, su bolso, y revivía cada noche compartida allí con Guillermo, meses atrás y en esa estadía en que se había creído el ser más feliz. ¿Cómo podía la realidad cambiar en un instante y tan drásticamente? No sabía qué hacer ni cómo proseguir, encima lesionado, por la culpa de Guillermo, por intentar evitarle la caída a él, y no sólo no sabía qué hacer allí, sino cómo continuar en Bs. As. en el juzgado, sin Baunes, en curso de su divorcio de Matías. ¿De dónde sacaría el coraje para mirar a su tío, a Camila, al otro, para ir a tribunales y encontrarse con esos dos hipócritas? ¿Y verlo cada día? ¿Dónde obtendría las ganas para seguir viviendo? Ideas negras antiguas de alguna vez renacieron desde las entrañas, lo envolvieron como un cálido y confortable manto, sería tan fácil  echarse al lago y terminar con ese dolor espantoso. Estaba cansado de la vida, de que el amor y el dolor fuesen compañeros inseparables.
¿Existía Dios? Y si existía, ¿por qué era tan perverso? ¿Para qué hacerle conocer el paraíso si siempre había planeado sumirlo en el infierno, en el abismo más frío y tenebroso? La idea de pasarse la vida en ese hueco de tristeza le resultó abrumadora, en especial después de haber probado la fruta de la felicidad. Se echó en la cama vestido, se le escapó un quejido y otro, y otro más, hasta que hundió el rostro y lloró a mares, el acolchado de plumas absorbía sus alaridos en tanto la expresión devastada de Guillermo se le presentaba una y otra vez. Por más que intentase odiarlo, no lo conseguía. Sólo experimentaba pena al recordar la última mirada de súplica que le había lanzado mientras corría detrás del automóvil.
Fue calmándose y hurgó en busca de un pañuelo cuando rozó el celular. Lo extrajo del bolsillo y la pantalla brilló en la ya oscuridad de la habitación. Había decenas de mensajes y llamadas perdidas de Guillermo de las que no se había percatado porque había enmudecido el celular. A punto de borrar los mensajes del Whats App, el último le sobresaltó.

__Estoy en el hotel, abre tenemos que hablar.

Dio un respingo con el sonido de la aplicación que le advertía de otro mensaje.
__Dime que llegaste bien. No me iré a ninguna parte sin saber que llegaste bien.

Pedro con esfuerzo se incorporó, y dando saltos sobre el pie sano, fue hacia la ventana. Apartó el grueso cortinado. La impresión que le causó verlo en la entrada con la vista fija en la ventana lo condujo al borde del quebranto.
“! Maldito!, exclamó y le dio la bienvenida a la ira y al rencor que no había conjurado hasta ese momento.

__Contéstame. Te voy a llamar a los gritos si no lo haces.

Se encerró en el cuarto de baño y prendió la luz. Bajó la tapa del inodoro y se sentó. Escribió deprisa para evitar que Guillermo armase un escándalo.
“Llegué bien. Vete”.
“Gracias por contestar amorcito. Mañana vamos a hablar. No voy a permitir que un malentendido acabe con lo mejor de mi vida. Hasta mañana amor mío. Cuida el pie”.

Regresó al dormitorio y corrió apenas la cortina. Él seguía allí, la vista clavada en la ventana.
“¿Por qué no te vas?” ¿Por qué te expones?” Apretaba el celular con el puño.
Habría debido odiarlo y lanzarle todo tipo de maldiciones en lugar de estar angustiado por su suerte. Y el alivio que creyó que llegaría cuando lo viese alejarse se convirtió en una congoja profunda, negra y devastadora, que volvió a doblegarlo. Se sentó en el suelo, la espalda contra la pared. Y lloró hasta quedarse dormido.


Bariloche, sábado, 04 de junio.

Se había despertado alrededor de la seis de la mañana en el suelo, todavía con la ropa del día anterior, le dolía el pie, el alma y hasta las uñas. Tenía el celular en la mano.
Se dio un baño haciendo caso omiso del dolor en el pie y permaneció varios minutos sobre el chorro de agua caliente que le caía sobre la nuca y le relajaba las contracturas y los calambres. El estómago le latía como si hubiese desarrollado un corazón propio, lo mismo que las sienes. Por mucho que tomase inspiraciones profundas no lograba aplacar las náuseas, al final terminó por marearse, ya no recordaba cuándo comió por última vez. Se vistió lentamente para no exacerbar los  malestares, y pidió el desayuno a la habitación, aunque apenas logró tomar un café cargado. Escondió la cara en el antebrazo y  pugnó por espantar el fantasma del día anterior. Estaba cansado de llorar, le dolían los músculos de la panza, como si hubiese hecho abdominales. El esfuerzo se demostró inútil, las escenas danzaban en su mente y lo atormentaban
“!Qué idiota he sido! Quería gritar, aporrear la mesa, lanzar la vajilla por el aire.
“Me arriesgué a amar de verdad, sabía que iba a sufrir, lo supe siempre, me dije que si confiaba de verdad me iban a lastimar. Debí seguir casado sin amor, engañado por “el otro”, o mejor, sin compromiso saliendo con Diego”.
Se obligó a tomar un café y a comer una medialuna, consciente de que si no echaba algo al estómago se desmayaría. Cuando sintió el timbre en la puerta pensó que venían a retirar la bandeja, a trompicones abrió, y el corazón le dio un brinco cuando vio a Guillermo.
¡Tenía huevos! ¡No podía negárselo!
¿Por qué me miras así, con esa cara de carnero degollado? __ se enfureció __.Ahora te haces el santo cuando ayer saliste para encontrarte y andar a los besos con el cara de cera de Miller. Les vino perfecto mi esguince, ¿verdad? ¡Lo odio! ¡Los odio a los dos!
__Hola.
__ ¿Qué haces aquí?
__Vine a hablar.
Se quedó mirándolo, actuaba como si nada hubiese pasado. Tenía el pelo sin arreglar, tampoco se había afeitado, y sus párpados inferiores estaban hinchados y violetas.
__ ¿Adónde lo tienes? ¿En otra suite como antes a Juan? Tal vez no te quedó claro que ayer rompimos.
__! No! __ Pedro retrocedió atemorizado por la agresividad de él___. No voy a permitir que destruyas nuestro amor por nada.

__!Nada! ¡Ahora un beso con uno de tus amantes es… nada!

Guillermo entró y su aroma a madera y unas notas de bosque bailoteaban bajo las fosas nasales, se mezclaban con la bronca y lo sumían en una confusión de la cual se habría deshecho con más complacencia que la tristeza porque le conocía la naturaleza traicionera, ésa que lo llevaría a perdonarlo. Y él no era idiota. No caería en un círculo enfermo de amantes, excusas y mentiras, mentiras y engaños. Por una puta vez en la vida quería tener algo verdadero, honesto y puro.
¿Tan ciego había estado? ¿Tanto necesitaba sentirse amado que se entregaba al primer desconocido que lo miraba? Él podía ser medio ingenuo, pero Guillermo era un actor para el Oscar. Sus besos, sus sonrisas, sus frases, sus meses de cartas y mails, sus promesas, ¿todo había sido mentira? Cada vez que lo había tocado y deseado, ¿había estado pensado en ese tipo?
Un roce lo rescató del soliloquio mental, Guillermo había intentado aferrarlo de la mano.

__ ¿Me estás jodiendo? ¿Me estás tocando con la mano que le diste a ese imbécil?
__Yo no le di la mano.
__No  claro, mejor, le diste un beso antes.
__Tampoco.
__Ahora resulta que aparte de rengo estoy ciego.
__No sos ciego, viste lo que viste. Sólo te pido que me dejes explicarte.
__No puedo prohibirte que camines de la mano con quien te dé la gana por un sitio público, pero me duele la cabeza, el pie, y tengo náuseas. ¿Crees que podrás mantener la boca cerrada así no empeoras lo mal que me siento?
__Sí, por ahora. Pero vos y yo vamos a hablar. No vas a terminar lo que tenemos y tanto nos costó, es lo más grande que nos pasó en la vida, menos por una pelotudez.
__También se llama pelotudez _masculló para sí.

Estaba tan cerca que él había retrocedido, de pronto lo tenía rodeado en jaula acorralado contra la pared, su pelvis le rozaba la parte baja de la espalda y sus brazos lo circundaban. Por mucho que intentase despegarse, él avanzaba y cubría el espacio.
“Relájate y goza”, se dijo, y en verdad estaba gozando, pues por mucho que lo odiase, su cuerpo seguía amándolo.

Bajaron a la cafetería, casi se echó a reír cuando Guillermo clavó la mirada siniestra en un cincuentón sentado delante de él que no hacía un misterio del deseo que le inspiraba. Pedro giraba el rostro con disimulo para admirar su rostro de malo, de cejas unidas, boca entreabierta y mandíbula tensa. El baboso, extasiado con él, no se percataba de la amenaza que lo acechaba hasta que Guillermo  se puso de pie y le pateó el pie.

__ Deja de mirar a mi novio o te arranco los ojos.
¿Cuándo había perdido la diplomacia de juez?  El hombre farfulló una disculpa y bajó la vista.
__!No soy tu novio!, le habría recordado si no hubiese admitido que le había gustado que lo protegiese.

__Te amo, Pedro, no tienes idea de cuánto __ le susurró él y Pedro bajó la mirada abrumado por el placer, asustado por el poder que él ejercía sobre su cuerpo y su mente. Las cosas habían terminado entre ellos. ¿Cómo haría para convencer a su corazón de esa realidad?

__Hemos terminado, Guille. ¿Cómo tengo que explicártelo?
__!Y una mierda! __Se sintió pequeño cuando él lo acorraló contra una pared __. No hemos terminado, no vamos a terminar nunca porque nos amamos, porque sos lo mejor de mi vida, porque sos mi alma gemela. __Pedro se cubrió el rostro___. Amor, mírame, te lo suplico.

__Guille, cometiste el único error que no estoy dispuesto a perdonarte, me metiste los cuernos.
__!No te metí los cuernos! Te lo juro.
__No me siento bien, déjame ir al baño sin seguirme.
__ Aquí te estaré esperando.

Habría esperado que se fuese. Orinó, se lavó la cara, se acomodó el peinado y todo lo hizo mordiéndose los labios, parpadeando para evitar las lágrimas, soportando las pulsaciones y los dolores en el pie.
__Estás pálido. ¿Por qué no subimos y te recuestas?
__No vas a ocupar mi suite.
__Pedro, necesito que me escuches, todos merecemos una oportunidad, el derecho a dar nuestra versión. Lo que viste anoche no fue una metida de cuernos, todo lo contrario.
__¿Es tu hermano Miller?
__No digas tonterías.
Estaba rompiendo con él porque estoy enamorado de vos.
__ ¿Me pediste que fuera tu novio estando de novio con otro?
__José y yo no somos novios.
__ ¿Cómo se rompe un noviazgo que no existe?
__Nuestra relación no era seria, no lo fue antes, no lo es ahora.
A ver, Pedro, cuando nos encontramos en la convención y estabas casado con… “el otro”, yo estaba descolocado, sentía por vos lo que no deseaba, me la agarré con Juan, lo eché de la suite, y esa noche que viniste a cenar mas te fuiste con el otro, apareció José, habíamos salido dos años antes, y cometí el error de agarrarme de él,  sí, tuve sexo con él esa noche, nada serio, luego ya en Bs. As. le dije que te amaba, se lo dijiste en el juicio, y nunca le juré fidelidad ni nada parecido, y supongo que él salía con otros tipos, no sé, no me importaba.
Hace poco empezó a ponerse demandante,  me llamaba, me mandaba mensajes, me pedía vernos todo el tiempo, y yo le daba bolilla en el tiempo en que estuvimos sin vernos porque me sentía solo y no estaba con nadie y porque me daba pena.
__ ¿Y no te dabas cuenta de que se estaba enamorando de ti? Porque yo sí lo vi, le dije al terminar el juicio que eras mi pareja ahora.
__Sí, pero…
__Pero tú también estabas enamorándote de él.
__No. Nada que ver. Déjame hablar, por favor. Necesito explicarte bien cómo fueron las cosas. Estoy jugándome todo aquí, Pedro, tal vez para vos lo nuestro no significó nada.
__!No te atrevas a decir que lo nuestro no significó nada para mí cuando arriesgué la vida por dejar a Matías!  Lo nuestro fue lo más importante que he vivido.

Guillermo me sujetó las manos y se inclinó para besármelas. Reuní el valor para apartarlo. El contacto me debilitaba, lo sabía, pero estaba proponiéndome un momento de solaz para reponerme de tanto dolor, Guillermo permanecía con la frente apoyada en las manos unidas.

__Estamos aquí para que me des tu versión de los hechos ¿Qué hace acá? ¿Cómo supo dónde encontrarte?
__Perdón, es que te extraño tanto. Necesito tocarte. Me parecía que no terminaba más esta noche de mierda. Sólo pensaba en verte.
__Pero sí pudiste verlo a él.
__Déjame que te explique.
__Habla, entonces.
__Yo sabía que él estaba enamorándose, lo estaba antes, y ahora volvió a suceder, pero me daba lástima cortarla. Es un buen amigo, un buen tipo, no como el otro. Sé que suena mal, pero no voy a caretearla  con vos, las cosas fueron así.
Hace unos años él se fue de viaje y fue un alivio. Entonces me di cuenta que tenía que cortar con él, que no podía seguir ni siquiera por costumbre o para consolarme por el abandono de Matías, menos por lástima o por lo que mierda fuese. Cuando regresó no lo vi, y te conocí acá justo al volver a verlo. Me quedé idiota, al verte con Matías fue como si me hubiese dado con un mazazo en la cabeza, y no dejaba de pensar en vos, en cómo podía hacer para acercarme, para que confiaras, pero escapaste.
Cuando desconfiaste y dejé de verte pasó lo de él, luego fuiste a casa, y  sé que debí cortar con él antes de pedirte ser mi novio, no pensaba que me darías la hora alguna vez. Y estar esa vez en casa resultó ser mil veces mejor de lo que jamás pude soñar. Nos reíamos, nos contamos cosas, había encontrado un tesoro, mi tesoro, mi alma gemela.

Las lágrimas rodaban por las mejillas de Pedro. Lloraba de emoción y de tristeza, sumido en una gran confusión. ¿Debía creerle? Se pasó la manga por la nariz antes de preguntar.

__ ¿Por qué apareció ayer acá? ¿Por qué me mentiste diciendo que ibas al supermercado?
__Porque iba al súper, y justo al salir entró un mensaje, pensé que eras vos. Qué desilusión cuando vi que se trataba de él, pero atendí porque pensé que estaba en Bs. As. y que algo pasaba. Me decía que acababa de llegar, que necesitaba hablar conmigo, y pensé que sería lo mejor verlo, y pedirle que no guardara esperanza ninguna, que estaba comprometido para casarme con vos.
__Eso se lo dije yo en Bs. As.
__Tenía que decírselo yo.
__ ¿Qué pasó entre ustedes ayer?
__Nada. Apenas me vio me robó un pico y lo empujé, le dije que teníamos que hablar.
Me dijo que la señora que atiende el comedor al que apadrina estaba mal, internada, es como la mamá, tiene un tumor cerebral, estaba mal por eso, se notaba que había llorado, y dijo que me necesitaba, casi no dije nada porque me daba pena. Sabía que estábamos acá, pero viajó lo mismo, en definitiva pareciera creer que volverás con Matías y yo con él.
Pero pensé en vos, en lo nuestro, en que quería que estuviéramos bien, que lo nuestro al fin fuese real sin terceros, que no hubiese secretos. Entonces le dije que estaba realmente enamorado de vos, prometido para casarme en cuanto saliera tu divorcio, que no eras uno más, que habías aceptado, que no quería seguir viéndolo fuera del juzgado. Se largó a llorar. Me puse mal, no me gusta lastimar a la gente buena. Me pidió seguir siendo amigos. Me preguntó si cada tanto podía llamarme, si podíamos vernos. Le dije que sí, pero los tres.
__Está enamorado de ti. No puedes ser su amigo.
__Lo sé amorcito, pero en ese momento no podía asestarle un golpe de gracia diciéndole que ni siquiera quería seguir siendo su amigo. No es Juan, no tengo intención de alentar la amistad y de seguir viéndolo más allá de lo laboral.
__Nada de todo eso explica lo que vi.
__Ahora llego a ese momento de mierda __ añadió y su acento se endureció__. No recuerdo haber vivido peor momento en mi vida, incluso peor que… __Se calló. Sumió los labios. Cerró los ojos__. Yo no veía la hora de volver con vos. Le dije que tenía que volver porque te habías  lesionado, que regresara a Bs. As. Cuando  iba a despedirse me robó el pico y me tomó la mano, no tuve corazón para sacar la mano, acababa de dejarlo, lo usé, había llorado. No tuve corazón, no tengo justificativo. Y en ese exacto momento vos nos viste. Y el corazón se me paró y creí que me moría. Nunca voy a olvidar tu expresión. Fue como si me clavasen un puñal en el pecho. Sentí un dolor  muy fuerte de sólo pensar en el dolor que estaba causándote. ¡Y por nada!
__Guille, si alguien hubiese querido aunque más no fuese rozarme la mano, esta mano que considero sólo tuya, habría sido capaz de morderlo, de patearlo, de hacerle cualquier cosa con tal de que no me tocase, porque no habría soportado que alguien tocase lo que era tuyo. Tu mano era mía, tu boca más ahora. Sólo mía, Guille. Nos comprometimos, no son los primeros días.
__Mi mano, mi cuerpo entero, mi corazón, todo  es tuyo amor. Sólo tuyos.
Pedro lloraba y negaba con la cabeza.
__ Estoy loco por vos. Loco, hoy ardo en locura por el café de tu boca, por la pasión desenfrenada de tus labios, hoy ardo por morder a besos tus labios de café y azúcar, como líquido molido que en mi boca endulza la lujuria de mi hombría, aroma a hombre que cautiva el paladar de mi boca. Bálsamo embriagador, misterio en mi boca que abrasa tostada y estalla sabores en mi boca. Sos tan sabroso como una  perla de lágrima de moscatel, como mi negro licor, licor que en boca me hace soñar despierto, piel tostada como grano de sal y azúcar, aroma cautivador de las mañanas entre sábanas blancas.
En mi cuerpo sólo hay ansias por hacerte el café cada día, mientras mis labios endulzan tu boca, desveladora de mis despertares dormidos,  sos el precioso café de mis madrugadas,  mi hombre que a mis labios tu temperatura calienta el deseo de éste…  tu hombre, tu aroma me invita a tomarte entre mis manos que me calientan para beberte hasta el último trago. Sos el único café de mis labios.
Un aciago destino se deleita de la tristeza habitada en mi pecho, pecho roto, como cuchillas sangrantes, llevo el puñal, volver de unos recuerdos que fueron idos regresan al latido, como peregrino eclesiástico los rezos deleitan un alma en esperanza, quebrado cielo en mí desde que el dedo de la soledad marcó mi vida.
Mi savia, como fuego quebrado, carente de la gota de sal que da vida a un iris, deambula en espera del roce amado de la pluma perdida de tus labios, aguas silvestres que fueron vida en lo azul de tu cielo, hoy convertidas en lo marchado, mis manos quedaron vacías desde que el suspiro ahorcó los momentos. Besos marchitos ausentes vacíos desde la nada, mi boca sigue esperando la vuelta de tus labios como pétalos flotantes, como hojas que navegan en mares de mariposas, brisas que a tiempos llegan cargadas de la mirra del perfume de tu cuello, suplicio que habita en los adentros de mi alma, anclados momentos que no olvido.
Sólo el ansia aguanta a la acidez asolada de un sueño, sólo el pálpito aún espera a los amores de tus labios, sólo mi pecho abierto a tu alma resiste el agónico regreso de tus besos no dados, como crisoles mis labios esperan el deshielo desde lo más húmedo y dulce, ya sólo la espera aguanta a mis ojos cerrados.
__ ¿Cómo puedo creerte? ¿Cómo puedo creer que lo que dices es verdad?
__Te lo juro. Sabes que digo la verdad. __Lo sujetó por las mandíbulas y lo obligó a mirarlo, Pedro descubrió que también había lágrimas en sus ojos, en su rostro__. Te amo, Pedro. Voy a luchar por nuestro amor con uñas y dientes. No voy a permitir que rompas esto tan perfecto que tenemos por nada .Lo que te conté fue tal cual. Quiero que me des una oportunidad para demostrarte que no miento, que te fui  y te soy fiel.
__ ¿Por qué no me contaste que estuviste con él luego de la convención?
__Tienes razón, tuve miedo de que te enojaras, apenas confiabas en que no quisiera vengarme de Matías, él me prometió no decir nada. Era todo tan perfecto entre nosotros. No quería que nada lo arruinara, sobre todo algo sin importancia. Me equivoqué. Y ahora estoy pagando muy caro mi error, pero ¿me merezco el perdón? ¿No me darías otra oportunidad?
¿Debía creerle? ¡Cuánto lo deseaba! Le asaltó una náusea y le latieron las sienes.
__Dame tiempo. ¿A dónde está él?
__No lo sé, supongo que regresando a Bs. As., si no me crees regresa conmigo a la cabaña o déjame quedarme acá, no estoy con él, no pasó nada  con nadie desde que fuiste mío en casa.
__ Dame tiempo. Tengo miedo, Guille, no quiero equivocarme otra vez, acabamos de prometernos y pasa esto, entiende, no quiero que nadie vuelva a manejarme como lo hizo… “el otro”.
__No amorcito __suplicó con voz quebrada __.Te amo.

Pedro se puso de pie y tambaleó.
__!Pedro! __ Guillermo lo sujetó antes de que perdiera el equilibrio.

__Acompáñame a la enfermería, no me siento bien.
Cruzaron los pasillos, por fortuna vacíos en dirección a la enfermería, y un enfermero con sangre fría le indicó a Pedro la camilla. Le revisó el tobillo, le midió la presión, le controló el reflejo en las pupilas, le tomó la temperatura. Pedro mantenía la vista fija en los ojos de Guillermo que no lo abandonaban. Había rastros de llanto en las pestañas, en las mejillas de los dos.
¿Cuánto lo amaba? ¿Cómo era posible? No había pasado tanto tiempo, y sin embargo se trataba de una verdad tan contundente como el termómetro que le había calzado en la axila.

__Tienes baja la presión, Pedro, y el tobillo hinchado por demás. No lo estás cuidando. ¿Has comido algo?
__ ¿No se puede colocar un yeso?, no deja de caminar __ lanzó Guillermo.

__Ya no se usa yeso, si quiere puede cuidarlo ¿Has comido?
__ Sí, medialunas y café.
__No es algo muy nutritivo que digamos. Va a ser lo mejor que pidas jamón y queso, o un buen almuerzo y que te quedes en cama, al menos por hoy, de paso dejarás el pie en reposo.
__ ¡Yo lo acompaño! Soy su pareja, puede contarme todo a mí.
___!Guille!
__ Nosotros nos ocuparemos de todo, señor, lo verá el médico. Y le prometo que en una hora, Pedro estará descansando sano y salvo.
__Ve, Guille, es lo mejor. Déjame pensar en lo que hablamos y descansar por hoy.

Guillermo asintió, se inclinó en la camilla y sin importarle la presencia del enfermero, lo besó en los labios.

__Te amo tanto __susurró sobre su boca__. Iré a la cabaña a recoger mis cosas y a devolver las llaves, me instalaré en el hotel, prometo no molestarte, pero llámame cuando despiertes.
Se irguió y sin echarle otro vistazo, abandonó la enfermería.
Pedro comenzó a Sollozar en silencio.

 Cuando lo llevaron en la silla a la habitación, instalado en la cama, en penumbras al salir el camillero, Pedro tomó el celular y encontró lo esperado: varios mensajes de Guillermo.

Te lo suplico. Dime que llegaste bien. Estoy preocupado.
Llegué bien. Estoy en la cama. Me siento mejor.
Gracias amorcito. Te amo, no lo dudes. En un raro estaré en el hotel. No quiero presionarte ni despertarte, cuando quieras llámame.
Necesito descansar y necesito tiempo. Fue muy duro  para mí verte ayer con Miller. No puedo sacarme la imagen de la cabeza. Por favor.
Está bien, supongo que me pasaría lo mismo, fue su respuesta, y aunque Pedro aguardó un nuevo mensaje, no llegó. Se quedó dormido esperando.
__
Lo despertó el sonido de WhatsApp.  Miró la hora. Había dormido seis horas seguidas. Enseguida se dio cuenta de lo relajado y bien que se sentía. Se incorporó entre las almohadas y temió que le doliese el cuello, la cabeza, el pie. Nada. Se sentía fresco y renovado. De igual modo lamentó no haberse despertado antes. Como creyó que el mensaje era de Guillermo, se sorprendió al ver que se trataba de Gaby, lo leyó, preocupado.

__Pedro, ¿es un buen momento para que te llame? Necesito hablar con vos.
__Sí, claro. Llámame o te llamo ahora.
El teléfono sonó segundos después.
__Hola, Pedro.
__Hola Gaby. ¿Pasa algo?
__ De todo un poco, líos de trabajo, pero temo que se corte, quiero hablarte de Guille.
__ ¿Qué la pasó? ¿Está bien?
__ Los creíamos juntos, llamó como Zombi, algo  me contó, estaba apagado, triste. Le pasé con Alberto pero no quiso hablar demasiado. Le íbamos a contar de un caso que Marcos tiene entre manos, pero estaba tan apagado, que no quisimos alarmarlo. ¿Vos sabes algo? ¿Se pelearon ustedes? Quiero que sepas que Albert y yo no nos metemos de curiosos sino por todo lo que lo queremos a Guille, y a vos ahora.
__Lo sé. __ Pedro respiró profundo antes de confesar__. Ayer se apareció Miller y los vi besándose, me enojé.

__ ¡Qué! No, no puede ser. Imposible. Viste mal.
_! Qué más quisiera yo, Gaby! Pero lo vi. Y él no me lo negó.
__Es imposible, Pedro. Pocas veces he visto a alguien tan enamorado como lo está Guille de vos, y mira que Alberto  me quiere, pero Guille… Bueno, lo de él es de novela. Lo debe haber buscado José, pensé que había cortado con él, con Juan y con todos.
__ ¿Sabías?
__Sí, claro. Salimos varias veces juntos, también con Juan a veces, pero Guille salía con ellos más para pasar el rato que por otra cosa. No se lo veía enganchado con nadie antes de vos, desde que te conoció los dejó a todos plantados, no paró de hablar de vos aun antes de que te separaras. Nos volvía locos con su cielito.

Sin remedio los labios le temblaron, la visión se tornó nublosa. Se sentó en el borde de la cama.
Ayer mandó un mensaje a Beto, diciéndole que José se le había aparecido, que iba a cortarle el rostro antes de que lo hicieras vos porque no soportaba tener ningún fato por resolver.
Dijo que se puso a llorar cuando le cortó el rostro. Que le dio lástima, nos pidió que fuéramos a ver a la señora del comedor.
__ ¿Pero la cortó?
__Si, la cortó de plano. No dio el brazo a torcer. Nos dijo que al despedirse lo tomó de la mano, que no tuvo corazón para soltarse,  no. Me quiero matar. Justo en ese momento vos los viste.
__Sí.
__La gran puta, perdón. __Gaby suspiró en el teléfono. Transcurrieron unos segundos en silencio__. Pedro, sé que todo apunta en su contra, y me dan ganas de matarlo por  cómo es, pero esta vez pongo las manos en el fuego por él. Si yo supiese que te está engañando, te lo diría. Es mi código. Pero sé que a vos no te ha engañado con nadie, y que no lo hará. Está loco por vos, sos su amor, su Pedro. Si supieras cómo se le ilumina la cara cuando habla de vos. Por favor, perdónalo. Se lo merece. Fue José el desubicado que se le apareció allá.

__Gracias, Gaby.
__Llámalo. Está muy mal.
__Vale, ahora lo llamo.
__Gracias. Y les llamo en otro momento para contarles del caso.

Pedro iba a preguntar por el estudio, pero se cortó la señal, entonces, al sentir la voz muy tomada, no llamó, envió un mensaje.
__Quiero verte esta noche, ¿puedes?
__Sí, por favor. ¿Cómo te sientes?
_Mejor. Dormí toda la tarde. Necesitaba descansar.
__Qué bueno amorcito. ¿Cenamos o  pido en la habitación?
__Espérame en el comedor, iré a las veintiuna horas, no te preocupes, puedo andar con cuidado.
__Está bien, me devolviste las ganas de vivir.
__Y tú amor mío, nos vemos en un rato, te amo.
__ Dilo de nuevo. Yo te amo.
__Te amo.

¿Estaría precipitándose?
 “No empieces, Pedro, no. El instinto te dice que le creas. Los relatos de Gaby además coinciden con los de él, sólo me quedan unas ligerísimas ganas de ahorcarlo por haberle permitido avanzar a ese tipo cuando bien sabe que es mi novio. Igualmente cuando regresemos, afilaré las uñas, mostraré los colmillos y sacaré a lucir la espada con Miller. Algo me dice que no se quedará tan tranquilo”.

Se había arreglado especialmente para el reencuentro con Guillermo, y en el ascensor sintió vistazos apreciativos, pero sólo deseaba encontrarse con él, y descubrir el brillo de su mirada que lo hacía sentirse deseado.
En el comedor había unas mesas empotradas en la pared flanqueadas por  los bancos enfrentados con respaldos tan altos que le conferían un aspecto apartado e íntimo, como cubículo. Eligió una de esas mesas, la más alejada y se mantuvo atento a la puerta.

Guillermo llegó detrás. Se detuvo bajo el dintel y paseó la mirada por las mesas. Pedro se quedó mirándolo absorbiendo su expresión ansiosa, la tensión de su cuerpo y experimentó tanto amor y ternura por él que temió no ser capaz de controlar el llanto. Salió del cubículo para hacerse visible y agitó la mano en el aire. Él lo divisó, y de nuevo lo golpeó la oleada de amor ante el cambio súbito de su semblante que se iluminó cuando una sonrisa le despejó los dientes. Su cuerpo respondía a la cercanía de Guillermo, la atracción que se despertaban era poderosa, Pedro admiraba su cadencia al caminar, la belleza de sus piernas, del balanceo de los brazos largos, de los hombros anchos. Regresó al sitio y se ubicó en el extremo contra la pared. En silencio,  él se deslizó junto a su cuerpo trémulo.
Había creído que lo besaría, Guillermo en cambio, sin pronunciar palabras innecesarias, lo recogió entre sus brazos y lo apretó, permaneció quieto escuchando los latidos, sometido a su destemplanza y desesperación, mientras percibía la respiración agitada de él en el cuello. Hasta que sintió una cálida humedad, y bajo el murmullo de fondo de voces, los sollozos y gemidos de ellos mezclados.

__ ¿Qué pasa, cielito?, no me asustes.
Guillermo se apartó apenas y le secó la cara con el dorso de los nudillos, Pedro le acunó el rostro y se obligaron a mirarse.
__ ¿Lloras?
__De felicidad. Y Tuve tanto miedo de que rompieras conmigo, supongo que mi pasado me condena. Cuando vi tu carita. Cuando vi cuánto te había lastimado… __La voz se le quebró y sus manos se ajustaron en la espalda de Pedro.

__ Shhh… Ya todo pasó, somos sólo tú y yo.
__No te metí los cuernos con José. No lo haría nunca. Con ninguno. Nunca.
__Te creo. Tampoco yo.
 __ ¿En serio me crees?
__Sí, Guille, te creo.
__Necesito de tus suspiros, de tus gemidos, de ese lenguaje corporal que se amarra a la conciencia, donde el deseo y la pasión se combinan para a través de ellos dejar escapar a los “te amo”.
Son el compromiso de dos cuerpos ajenos que hilvanan sueños, sueños que desvelan un "Te Amo" al pie de ellos, mas lo peor de todo esto es que está prohibido gritarlo a los cuatro vientos.  Gemir es el compromiso de dos amantes fieles a sus palabras de amor, e infieles al compromiso, cuando sábanas reposan enredadas a los pies de la cama, donde ya no hay para qué ocultarnos, solos vos y yo. Quiero recuperar eso en la cabaña, donde trascurrida la noche la luna se asome a la ventana sonriéndonos  porque no la dejamos dormir. En verdad los labios y los cuerpos hacen que sobren las palabras cuando ambos en el lecho entrelazamos los deseos y las pasiones, hablan por nosotros. Y ya  no habrá conversación pues se pierden los sentidos y comienzan los gemidos propios de la excitación. Y  hasta el te amo queda en el olvido pero muy adentro de nuestras entrañas  sin desterrar el deseo de decirlo porque mañana en el mismo lugar y a la misma hora estaremos enredados de nuevo. El mundo nos llamará amantes por ahora pero nuestros gemidos se convertirán en aplausos del alma donde una vez más pintaremos arco iris para alcanzar el cielo.
__ ¿Qué van a tomar, señores? __ La intromisión del camarero los devolvió a la realidad.

__ Traiga la carta de vinos, vos no, Pedro, no todavía, traiga dos jugos exprimidos de pomelo _dijo cómplice Guillermo ___. Y la carta, aunque creo que cenaremos pasta.
__Pescado.
__ ¿No tienes hambre? No comiste nada. Quiero que comas bien.
__Está bien.
__Traiga la carta, por favor.

El mozo se alejó, y Guillermo le tomó las manos, besándole los dedos, perdiendo la mirada en el abismo en que se arrojaba por elección en los ojos marrones.
__Gracias por preocuparte por mí.
__Estaba loco de la angustia sabiéndote renguito y solo.
__Gaby me llamó, y también me preocupé por ti.
__ ¿Por qué? __le preguntó al tiempo que le arrastraba la nariz por el cuello perfumado.

__ ¿Cómo que por qué? Porque te amo, porque eres lo más importante para mí, y aunque tenía ganas de matarte porque le permitiste a ese tipo tocarte, la preocupación era más grande, estaba volviéndome loco sin ti.

Guillermo reía en el cuello de Pedro y le depositaba besos, mordisqueándolo y lo enmudeció con una de sus miradas tiernas pero hambrienta.

__Dilo de nuevo.
__ ¿Qué?
__Todo lo que  me dijiste recién, que me amas, que soy lo más importante…

Pedro sonrió, elevó los ojos al cielo intentando retener la risa, y Guillermo soltó la carcajada antes de atraerlo con un tirón brusco y apoderarse de los labios que anhelaba, Pedro se dejó  seducir en la caricia de labios, abrió la puerta y acaso se colaba una brisa leve que en su boca se posó, supo era cálida, y de manera muy breve, la piel le acarició, y en su rostro retocó como el viento, diciéndole al oído palabras dulces que alteraban los sentidos, es que estaban flotando en una nube, viajando a un sitio muy íntimo en el beso desatado… que era el fondo del alma, al sitio más recóndito del alma.

__Esta noche la luz del afuera sólo va a permear siluetas y la luna de forma indiscreta si te menciona mi nombre, no creas que soy yo quien te habla sino mi imagen secreta, mi alma lanzando reproches a tu mirada  por la gracia belleza  de aquellas siluetas.
__Se enfriará la pasta.
__Yo no vendo eufemismos, ni soy mercader de bisuterías, no comercio fantasías en los abismos, ni soy promotor de antologías vestidas de estoicismo para que bailes al ritmo de mis humildes melodías, a vos te quiero comer. Aunque bien sabemos que no sos contrabandista de la magia, ni comprador impulsivo de la felonía, pero puede ser  que el recurso de las mariposas, con el arte de nostalgias te invada de dudas azarosas, y me acuses de hipocresía. Sí ves el sol  abrazar tu piel, es que mi calor te quiere recorrer y encender en tu corazón, no solo unos minutos de pasión, sino erradicar la niebla, la que tiñe de fisuras la quimera, y aleja con tontas moralejas, la ronda que engendra el amor.
¿Sientes cuánto de amo? __le preguntó.

__Sí, pero dilo igual.
__Vos antes.
__ Te amo, mi hombre terco, cariñoso, te pienso cada noche, mi cuerpo te añora, te extraña, en ella mis manos hablan de que desean surcar los senderos de tu piel, eres pasión y mis labios mueren por sentir el fundir de los suyos, mi boca aclama en locura por gritar tu nombre a la orilla encontrando las miradas como recién al posarte en mis ojos como besos que vuelan de labio a labio, aun mayor misterio me atrae de ti  cuando sonríes pensativo. Eres el sol, la lluvia, la brisa de agua cristalina, de agua de vida pura en mis manos inquietas por amarte, dulce que llevas al trote mis sueños pues con tu caminar de caderas has cautivado mi sentir lentamente hasta entrar en mi alma. Eres mi dios pagano, mi príncipe encantado, me haces quedar cautivo del ronroneo de tus labios, en mi boca, beso a besos. Con besos voy a borrar toda huella de ese tipo y de todos, y tú  en mí.
__Mi cielo, mis manos van a recorrer tu cuerpo como a una escultura preciosa, moldeada por el tiempo y pincelada por el viento. Hechizada por la ternura, como manos de escultor iré moldeando palmo a palmo cada cumbre y llano. Sos greda fina, arena suave, arcilla tierna, joya esbelta, y amarte es una obra de arte. Mis besos retocan con extrema sutileza la sublime creación divina que sos, entre suspiros y besos de amor, con manos de artesano creador de sueños peregrinaré tu ser plasmando los te amo, volviendo a garabatearlos en cada recoveco. Como manos de pintor entre paletas y lienzos sollozaré el amor.
Quisiera hacerte el amor de la manera más hermosa, profunda y sincera, déjame hacerte el amor sin dejar de besarte, déjame amarte de la manera más bella y ser inmortal en cada una de mis caricias. Deja  que mi corazón viva con alegría, déjame que  grite que te amo con locura, déjame besarte en mis sueños, déjame secar mis lágrimas en la brisa cálida, que la marea moje mis pies desnudos, que mis huellas marquen de nuevo destino, déjame sólo besarte, déjame dormir en tu pecho como un niño asustado, que tus latidos me calmen, que tu aroma me llene, déjame abrazar este sueño.
__  Te añoro, te amo, siento olores de humedad, pubertad en los cristales rotos por el viento que trae deseos de placer en sus brisas, tiemblan las paredes vírgenes al encuentro de besos afrodisíacos  que hacen estremecer sus firmes cimientos. Ojos en la oscuridad, miradas desgarradoras de un lado a otro, el tiempo testigo en el camino de diversas historias que anclan en los recuerdos, afuera se escuchan ecos de voces que irrumpen como fantasmas en las calles donde el destino nos unió, donde el silencio es cómplice de nuestro pecado, mientras tanto la antigua puerta rechina al moverse sin poder evitar el control de sus irónicas risas nerviosas al escuchar suspiros en los espacios de la noche, la lámpara en aquel rincón nos delataba al encender descontrolada por el instinto de ver las sombras de nuestras siluetas, nos conocimos aquí, nos amamos en tu casa. Recuerdo aquella cama, cómo olvidar a nuestra amiga inseparable, que lloraba pero de alegría, cuando protagonizábamos batallas encarnizadas por locuras de divino amor, ambos seduciéndonos, unidos como agua y arena en un mar de pasiones provocando olas que ahogaban el dolor, imponiendo la felicidad que existe en la libertad de dos almas que se aman a pesar de su majestad el implacable tiempo.
Nuestro amor callado desequilibra la razón, amantes sin control de locuras. Ese secreto que resiste las embestidas de víboras indiscretas que sacuden su venenosa lengua en la intimidad de un pecado. Descubrimos en el viento del lago el aliento, el aroma que necesitamos para fundirnos en cuerpo y alma a la distancia por ese hilo imaginario que se mece en el tiempo, aumentando esos momentos imborrables de amarnos por un deseo que grita en silencio. Ya no más mentiras ni confusiones o misterios indescifrables, ansiedades envueltas disfrazadas de dudas porque así se sienten aquellos que no logran encontrar las respuestas a los vértigos de noches que nos cobijan en sus brazos. Seguiremos riéndonos del destino, arrancándonos la piel por deseos que gimen, en las sombras de nuestra verdad.
__Estréchame fuerte contra tu pecho quiero que sientas cuánto te deseo, palpita dinámico mi corazón, al contacto  estremecedor de mi anhelante cuerpo. Y quiero sentirte agitado por mi hombría, sos mi sed de caricias y fantasías, el efluvio  de mis tormentos irrumpe y conquista mi ser; tiemblo  como niño ante tu cercanía. Destrózame… con la impetuosa furia de tu río,  perturba  este ciclón de emociones, despójame de toda moralidad, hazme vibrar con impetuoso morbo; que broten vehementes  mis pasiones. Bésame  con la imperiosa furia de esos labios carnosos. Mírame  deseoso de tanta perversión, que tu sola presencia  me provoque lujurias groseras e insanas. Tómame  con esa potencia y vigor que desparramas cuando me miras. Deséame como yo tanto te deseo, sé por una sola vez mi hombre, mi todo, emerge como titán de mis cálidos antojos, ve que soy fuego  impetuoso esperando el clímax de la tormenta, frenética y violenta. Apágame  hasta el fondo de mis erupciones, ahora un impetuoso volcán, donde se consumen nuestros deseos, donde hay caricias impetuosas y brioso amor; y nuestros incontinentes libertinos se complacen. Ahora soy feliz, salvajemente feliz,  la furia de nuestro amor, es de  conquistas, yo seré tu esclavo, seré tu amante impetuoso, pero  nunca me dejes, porque moriría al instante; mejor abrázame, abrázame fuerte y sígueme conquistando.
Sólo sé amarte a vos, Pedro __ masculló Guillermo y lo mantuvo pegado a él mientras el camarero depositaba la orden en silencio y se marchaba __. Todavía no puedo separarme de vos. Te amo de la única forma que sé, la aprendí con y por vos, en cada día de estos días  con vos. Tus besos fueron mi refugio, en momentos de dolor las caricias atraparon el tiempo, y en ellas me aferré al presente viviendo la historia de este amor que comparto enamorado de tu piel. Y somos el mismo sentimiento. Las miradas hablan en sonrisas, todo lo decían cuando aun era secreto, o sabiéndolo prohibido, ni entonces fingimos el pecado infiel del sentir viviendo en la ilusión.
__Mañana, antes que el niño travieso del día despunte con su sonrisa. Antes del amanecer de tu primera mirada, mis sueños, junto a mi alma escaparán buscando tu compañía. Acompañaré  tu desayuno por la vida y la existencia bajo en calorías de realidades lleno de ti. Inaugurarás el día tras la puerta de tu habitación, inaugurando el sol que te consume y te envidia, y entre adoquines y asfaltos, cogeré tu mano, entre calles y avenidas me aferraré a tu cintura y en el rojo mas largo de un semáforo me entretendré en tus labios. Acompañaré  tu rutina emocionado de tus cotidianos días con la emoción de mi sentir en el palco de tus risas, en la platea de tus miradas, frente a los horizontes de tus ojos. Al cierre de tus labores cuando el sol aún brille, envidioso de tus ópticas nos sentaremos en un banco del complemento de la ciudad. Tú, absorto en un libro y yo, en el libro de tus pensamientos. Volveremos a tu casa y aligerarás tus ropas acomodando tu estancia. Te ayudaré a cocinar  deshaciendo el lazo de tu delantal provocando tus risas.
Cuando ya la noche derrumbe los andamios del día y tú, luz de mi alma seas el aditivo del sol contemplaré el ocaso de tus telares en el amanecer de tus desnudeces. Te miraré, bajo esa lluvia artificial,  cómo el agua te humedece te moja, te empapa en el húmedo vapor de tu cuerpo. Te arroparé  con las sábanas de mi piel, con la manta de mi cuerpo en la almohada de mis sueños, me abrazaré  a ti como quien abraza la utopía, como el creyente abraza a Dios, como Dios, abrazaría a la humanidad. Ahuyentaré  tus pesadillas, espantaré tus sombras y cuando ya dormido te diré te quiero durmiendo en tu pecho. Y cuando la sonrisa del sol, nos sorprenda como a dos niños abrazados con la nitidez del sentimiento en las retinas nos poseeremos y que el amor, nos juzgue porque mi fe, mueve la montaña de tu compañía.

Comimos entre arrumacos y risas, abrazados ajenos al resto, cuando  de pronto nos perdimos en la mirada.

___Creí que te iba a perder. Ahora vas a aguantarme más pesado que un collar de tuercas. Come. O mejor, hagamos así, me sueltas, pero me dejas que te dé de comer en la boca.
__ ¿Me quieres cuidar porque me amas?
__Mucho.
__Tampoco soy un santo, antes de Diego, salí un día que estaba medio borrachito con el hermano de una compañera del colegio.
__ ¿Y?
__Nada, nos besamos, pero no estaba tan borracho como para no darme cuenta de lo mal que besaba. Lo dejé plantado sin decirle una palabra. Me levanté y me fui. Él me siguió por el boliche insultándome, pero Diego lo paró,  te lo cuento por si alguna vez aparece alguien y me ves, no quiero secretos.
__Gracias por contarme. Me jode, no lo voy a negar, me jode porque estoy volviéndome loco de celos de todos los que te tocaron antes que yo, pero no puedo reprocharte nada. Yo no te conocía, no existía en tu vida.
__Gracias amor, sólo fue eso, y Diego, luego, sabes, me casé. Ayer te dije que mi mano era tuya, que no permitiré que nadie la toque. Ahora te repito que todo mi cuerpo es tuyo y que sólo tú tienes derecho sobre él. Y yo sobre el tuyo.
__ ¿Nos quedamos acá o regresamos a la cabaña?
__ Esta noche podríamos quedarnos, y mañana ir a la cabaña. Guille…
__ ¿Qué?
__Gaby, habló de un caso, creo que Marcos tomó un caso, quería decirme algo, pero se cortó la llamada.
__No me importa nada, que se arreglen solos, no somos abogados ahora, deben aprender a resolver ellos, ya no estoy en el estudio, al menos por un tiempo.
¿Seguro que no llamó nadie más?
__No. ¿Alguien como… quién?
__Ya sabes,  ¿no llamó?
__Si estás preguntando por Matías, no sé nada de él, y me preocupa más que si el que hubiese venido en lugar de Miller, fuese él.
__No quiero pensar, no por a hora,  debes recuperarte del pie, de lo que sucedió, quizá nos dé alguna sorpresa, y esté jugando con el tiempo, es esperable lo que sea de… “el otro”.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS, CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.

16 comentarios:

  1. Lucia Muchas gracias querida Eve m gracias tus novelas, me acompañan, te quiero.

    ResponderEliminar
  2. Silvia Gracias mi bella amiga linda, ahora voy, me encanta y corrí, beso.

    ResponderEliminar
  3. Paloma Sánchez-Archidona Gracias divina, amiga.

    ResponderEliminar
  4. Aura Saraccini Estimada Eve Monica Marzetti. Sus novelas en entrega solidaria, es para mí, un estímulo invaluable. Le quedo muy agradecida, me ayudan en lo mío.

    ResponderEliminar
  5. Angel.Fuiste testigo de UN VERDADERO AMOR QUE LEJOS DE TERMINAR VA EN AUMENTO..HOY ESTÚVO MAS RICO QUE NUNCA

    ResponderEliminar
  6. Hermoso Eve,celos y reconciliación aunque esta vez Pedro tenía razón de estar enojado...Espero que ahora Guillermo pueda darse cuenta de la trampa que le está preparando Matías y le gane de mano...

    ResponderEliminar
  7. Veronica Lorena Piccinino Me encanto ese Guillermo en fase ex.pirata; enamorado y ese Pedro dolido por la supuesta traición... Se nota el amor de ambos. Gracias

    ResponderEliminar
  8. Totalmente atrapada con esta historia brillante Eve, el amor que describis sublime resiste a toda esta situación de confusiones, sos inalcanzable gracias te quiero!!!

    ResponderEliminar