“LA HERENCIA”.
CAPÍTULO TERCERO.
Martes, 03 de octubre de 2017.
El amor es un centro.
“Una esperanza un huerto un páramo
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre
cáliz y musgo/ cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales
un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía
es todo eso y mucho menos
y mucho más/ es una isla
una borrasca/ un lago quieto
sintetizando yo diría
que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita”.
una migaja entre dos hambres
el amor es campo minado
un jubileo de la sangre
cáliz y musgo/ cruz y sésamo
pobre bisagra entre voraces
el amor es un sueño abierto
un centro con pocas filiales
un todo al borde de la nada
fogata que será ceniza
el amor es una palabra
un pedacito de utopía
es todo eso y mucho menos
y mucho más/ es una isla
una borrasca/ un lago quieto
sintetizando yo diría
que el amor es una alcachofa
que va perdiendo sus enigmas
hasta que queda una zozobra
una esperanza un fantasmita”.
*Mario Benedetti /
__Señor.
Al oír aquella voz, se encogió.
ÉL.
Se dio media vuelta y lo miró.
Las miradas se encontraron, los
ojos se comunicaron algo especial, único, irremediablemente único.
Bs. As., miércoles 04 de
octubre de 2017.
Estudio Graziani y asociados, provincia.
__Beto, ¿llamaste a Guille?
__interrogó Gaby preocupada, los papeles llenaban su escritorio.
__Lo llamé, pero no me dio
bolilla, apenas oyó creo que le dije que
tiene que venir un rato. Y pensar que no quería hacerse cargo de los hoteles,
ahora no sale de allí, si no fuera por el poco tiempo que pasó, diría que se
enamoró,
__!Albert! Ya pareces Marcos,
debe de estar muy ocupado, es sólo que acá también lo necesitamos, tengo mil
expedientes para su firma.
__Eso lo dices porque no viste
lo que es el lugar, y los pibes que hay __ dijo Alberto rodando el sillón hasta el de su socia
estampándole un beso en la mejilla, Marcos asomó los ojos claros por encima de
las gafas.
__Lo que faltaba, Guillermo con
un metejón en el hotel. No lo vemos más, es la culpa de ustedes que lo
empujaron.
__Marcos, termina, es su
herencia, es su trabajo ahora.
Albert _ronroneó__, ¿no me llevarías
a conocer? De paso le alcanzo los expedientes a Guille.
__No sin permiso, Gaby, al fin
me arrepiento de haberlo dejado solo, lo llamaré de nuevo. Si me dice que le
llevemos las cosas, le diré que me acompañarás.
__Porfa.
__ Che, si se van a mudar todos
allá, avisen que de paso me escapo de Isabel.
__!Marcos!
Ciudad Autónoma, Hotel.
—Oye, ¿vas a contarme algo de Moncho algún día? __interrogó Diego.
—Claro...— Respondió Pedro con un resoplido—. Cuando quieras... Pero no creo que ahora sea el mejor momento.
— ¿Por qué no? Es un momento como cualquier otro. Y hay cosas sobre él que me gustaría saber...— Pedro suspiró un momento en señal de rendición antes de contestar.
—Vale, pregunta lo que quieras.
Pedro contestó a sabiendas que Guillermo estaba
escuchando todo al tiempo eludiendo el llamado.
— ¿Cómo la conociste?— inquirió Diego sin levantar la vista mientras sus dedos acariciaban el suave pelo de Pedro, Guillermo enarcó la ceja.
—En el bar. Una noche que tocábamos se acercó y empezó a hablar conmigo. Me dijo que le encantaba nuestra música... y acabamos juntos en su casa...— contestó Pedro con más sinceridad de la que Diego había esperado.
— ¿Y cuánto tiempo estuviste saliendo con él?
—Un par de semanas, pero no significó nada, ya te lo he dicho. No fue nada comparado con... Sólo fue sexo, nada especial.
— ¿Y ahora... sigue sin significar nada para ti?
—Claro que no, ya te lo he explicado antes...
—No te enfades, sólo tengo curiosidad.
—Lo sé, pero no me gusta este tema. No quiero que acabemos cabreándonos otra vez.
—No te preocupes, no voy a volver a enfadarme. Sólo necesito saber si te gusta, porque está claro que tú le gustas a él e irá al cine.
—No. Te lo he repetido demasiadas veces esta mañana. No me interesa en absoluto, no me interesa nada ni nadie, ¿cuántas veces necesitas que te lo diga para que me creas?
Diego levantó la cabeza en ese momento y miró a Pedro con gesto preocupado.
—Sólo una vez más— respondió medio en broma. Pedro esbozó una pequeña sonrisa antes de volver a quedarse serio de nuevo, lo miró a los ojos y le acarició el pelo antes de responder a su petición.
—Sólo me gustas tú, tonto. Sólo me interesas tú y algún día serás capaz de verlo __. La estrategia para hacerle creer al jefe que era amante de Diego era genial, sin dudas.
Diego sonrió al darse cuenta de que había utilizado sus propias palabras contra él antes de abrazarse de nuevo a su pecho con fuerza. Quizá tenía razón y ambos eran demasiado inseguros, cada uno a su manera. Pero si había algo que tenía claro era que nada de eso importaba.
__Señor Beggio, ¿no oyó que lo llamé? __interrogó
Guillermo lanzando un sonoro suspiro.
Pedro se volvió y lo miró.
__ ¿Sería tan amable de traerme una botella de Cabernet
de 2005, Nieto Senetiner? __ pidió amablemente.
__ Por supuesto, señor.
Con paso sigiloso, se dirigió
hacia el sitio donde tenían aquel maravilloso vino, y regresó con él. Guillermo
extendió la mano para cogerlo y Pedro le entregó la botella.
__ ¿Lo has probado? __Mirando
la etiqueta.
Pedro negó con la cabeza, los
vinos no lo volvían loco. Guillermo continuó.
__Esta maravilla es un fruto de
unos viñedos de más de sesenta años de Mendoza, en su proceso de elaboración ha
sido altamente mimado para que se lo disfrute al beberlo.
Acalorado por aquellas simples
palabras dirigidas al vino, que Pedro se tomó como si se dirigieran a él,
mintió. Cuando él le devolvió la botella y Pedro estaba a punto de tomarla,
chispas se dispararon en el roce, y Guillermo preguntó:
__He oído que esta noche quizá
vayas al cine con unos amigos.
Sorprendido por su curiosidad,
murmuró abriendo la botella para decantarla:
__Puede…
De pronto, el jefe de sector se
acercó hasta ellos y, quitándole al joven la botella de vino de las manos, le
ordenó.
__Yo me ocuparé, Pedro. Regresa
a tu trabajo.
Pedro asintió, y, sin mirar a
un ofuscado Graziani, se marchó. Debía continuar con sus tareas.
Aquella tarde, al salir del
trabajo, Pedro esperaba en la puerta del hotel fumándose un cigarrillo cuando
oyó una voz a sus espaldas.
__Fumar perjudica a la salud.
Al volverse, sorprendentemente
se encontró de nuevo con el hombre que no podía quitarse de la cabeza, Pedro,
sin hablar asintió. Cuanto menos hablara él, mejor.
Durante unos segundos ambos
permanecieron callados, hasta que Guillermo agregó.
__ ¿Has terminado tu turno?
__Sí.
__ ¿Sabes qué película vas a
ver?
__No. Llegaremos a un consenso
con los colegas.
Guillermo molesto por saber que
se marchaba con los amigos iba a hablar, cuando un coche con la música a todo
volumen apagó todo esbozo de sonido y paró junto a ellos.
__!Pedro! __saludó alegremente
el Moncho desde el interior.
Pedro sonrió y apagó el cigarrillo,
y Guillermo, sin dejar de escudriñar al
chico que iba dentro del vehículo, preguntó con curiosidad:
__ ¿Qué le pasa en las orejas?
“Otro antiguo como mis padres”,
pensó resoplando y, sin contestar a su pregunta, se despidió.
__Hasta mañana, señor.
Guillermo farfulló también una
despedida y, ante sus ojos, aquel joven arrancó el vehículo y Pedro se marchó.
Para Guillermo, perderlo de
vista era decepcionante, por lo que se dio la vuelta y decidió volver al
trabajo. Para eso estaba allí descuidando el estudio.
Esa tarde Pedro lo pasó de
muerte con sus amigos e intentó olvidarse de su engreído propietario del hotel,
aunque no lo consiguió. Aquel endemoniado hombre tenía un magnetismo especial y
fue incapaz de quitárselo de la cabeza.
Se fueron a pasear por Palermo,
y al final de la tarde, decidieron aparcar el cine e irse a tomar unas cervezas
a un local de unos amigos.
Durmió peor de lo que pasó la
tarde, dio mil vueltas y soportó otras
tantas veces, convencido de haberlo soñado.
“Sutil movimiento de formas...Apenas somos perceptibles
ante nuestros propios ojos. Historias que sólo quedan en nuestra memoria y que
se irán con nosotros. ¿Qué es nuestra existencia?
Sólo son reflejos. Algunos turbios, sucios, que tememos y evitamos.
Otros claros y nítidos, los cuales nos emocionan con sólo mirarlos y no quisiéramos que nada los distorsionaran, ni siquiera el fuerte viento, ni que la tierra los convierta en simple barro.
Amores intensos, reflejos de emoción en las miradas, besos escondidos entre los reflejos del agua.
Todo. Todo son reflejos, nada más, cada momento… nos acompañan a lo largo de nuestra frágil existencia, tan frágil como ese charco de agua de lluvia que una tarde reflejó esos momentos de amor y promesas que nunca se cumplieron y se secaron como se secó aquel charco con el sol.
Cuántos reflejos sin ver, cuántos espejos sin mirar, cuánto temor al ver nuestros espectros avanzar.
Amar, amar y volver a amar nos devolverá ese brillo que perdimos y volverá a reflejar ilusiones nuevas en nuestros caminos.
Quiero ser ese espejo en el que tú, mi amor, te mires sin temor, con esperanza e ilusión por avanzar cada día, paso a paso sin dudar.
Y, si acaso llegan las dudas, los recelos y la incertidumbre, el calor de mi mirada de nuevo te alumbre, que te mires en mis ojos enamorados y que tu reflejo en ellos te lleve hasta la cumbre.
Que nuestra felicidad sea tan inmensa y plena que se afiance en nosotros hasta que sólo quede un simple reflejo de nuestro paso por la tierra.
Sólo son reflejos. Algunos turbios, sucios, que tememos y evitamos.
Otros claros y nítidos, los cuales nos emocionan con sólo mirarlos y no quisiéramos que nada los distorsionaran, ni siquiera el fuerte viento, ni que la tierra los convierta en simple barro.
Amores intensos, reflejos de emoción en las miradas, besos escondidos entre los reflejos del agua.
Todo. Todo son reflejos, nada más, cada momento… nos acompañan a lo largo de nuestra frágil existencia, tan frágil como ese charco de agua de lluvia que una tarde reflejó esos momentos de amor y promesas que nunca se cumplieron y se secaron como se secó aquel charco con el sol.
Cuántos reflejos sin ver, cuántos espejos sin mirar, cuánto temor al ver nuestros espectros avanzar.
Amar, amar y volver a amar nos devolverá ese brillo que perdimos y volverá a reflejar ilusiones nuevas en nuestros caminos.
Quiero ser ese espejo en el que tú, mi amor, te mires sin temor, con esperanza e ilusión por avanzar cada día, paso a paso sin dudar.
Y, si acaso llegan las dudas, los recelos y la incertidumbre, el calor de mi mirada de nuevo te alumbre, que te mires en mis ojos enamorados y que tu reflejo en ellos te lleve hasta la cumbre.
Que nuestra felicidad sea tan inmensa y plena que se afiance en nosotros hasta que sólo quede un simple reflejo de nuestro paso por la tierra.
¿Qué estoy pensando? Ese hombre no es mi amor, santo Dios
bendito, es imposible, sólo es un reflejo, una ilusión, mas pareciera la brisa
que acaricia mis pensamientos, y mi piel, alborota mis ilusiones, me roba el
desaliento, despierta mis sentidos herrumbrados de ausencias, anida su recuerdo
en mi mente, en mi sonrisa.
Quitaría los obstáculos de su camino por caminar a la
vera de sus pasos, por ser su sombra, por abrazar sus tristezas, parir alientos
desde las vísceras cuando en esos ojos refleje desamores, si dejara de verlo
sería un vaho de añoranza, una lúgubre silueta lejana respirando el mismo aire,
anhelando verlo feliz aunque jamás pueda ser mío”.
Jueves, 05 de octubre.
A la mañana siguiente, cuando Pedro llegó al hotel,
coincidió con él en el ascensor.
“¿Por qué lo encuentro siempre? ¿Acaso me sigue?”
Sólo se saludaron con una rápida mirada que a él lo acaloró, la de Guillermo la percibió
insondable.
Aquel hombre tan serio, tan imponente y tan interesante
despertaba sus más prohibidas fantasías, le hacía sentir algo que nunca había
experimentado e, inevitablemente, al final se tuvo que dar aire con la mano.
Pero el ascensor se llenó de gente, y Guillermo en actitud protectora, se
colocó a su lado, el calor que irradiaba el cuerpo lo abrasó mas necesitaba aquella cercanía.
A Pedro, el olor de su perfume y de
su piel le inundó las fosas nasales y, cuando segundos después los nudillos de
sus manos se rozaron con más intensidad de la necesaria, no puedo evitar
temblar.
“¿Qué me está ocurriendo? Y sobre todo, ¿qué estoy
haciendo?
Añoro sentir su abrazo, quedar atrapado en la red de esos
brazos fuertes, sentir su beso en mi espalda desnuda, su cálido aliento en mi oído, su voz susurrando tiernas palabras. Sería
divino sentirme querido por él…perseguido por su mirada otoñal, seducido por
sus mágicas manos que me elevan a un mundo irreal. Sentir que me besa con
frenesí, que me hace llegar cerca de la gloria, que me deja suspendido entre
cielo y tierra, atando las almas con un hilo rojo de amor como dice la leyenda.
Qué bueno sería al fin, sentirme amado por él, que ilumine mi horizonte, que
jamás desaparezca”.
__
Guillermo, al llegar a la planta donde tenía sus
oficinas, se bajó del ascensor con aplomo y sin mirarlo y, tras él, las puertas
se cerraron, entonces tuvo que pararse unos instantes para tranquilizarse.
Pedro, sin saberlo, lo estaba volviendo loco.
“Olas largas viajan a la orilla, con tu luz iluminas la
espuma y estrellas, también mi mirada, que a él espera, ver al amor que aún no llega...Luna radiante,
luminosa aclaras mis verbos que van con la brisa, aire salobre en mi costa
cercana, la dulce miel de sus labios, los míos esperan.
Oigo el murmullo, rugir del mar, lamentos de ballenas
escucho al pasar, cantos de amor, bellas sirenas, tranquila la arena, espera la
suave ola...Son noches inspiradoras para mí con aire fresco que refrescan mis
prosas, escritas desde mi alma con la pluma al amor que suspira en sus costas
lejanas.
Pedro, me estoy
mirando en tu espejo para no volver a
caer en fracasos cuando recién salgo de Ana, me he alejado del mundo desde que
recibí la herencia y por ella te conocí.
Vengo siguiendo tus pasos y ya nunca me alejo de vos, te espío, te anhelo, oigo lo que planeas, te huelo, te escruto, te añoro, sos precioso, pero sos diferente a todo lo que en miles he conocido.
Cuando no estás junto a mí la vida es un poco incierta. No me cierres esa puerta que vengo detrás de vos. Cuando a vos me acerco, un aroma de flores y bosque me envuelve, siento un sinfín de mariposas revoloteando en mi cuerpo. Me despierto con la brisa que me susurra que llegarás, te busco en mi cama y no te encuentro pues tan sólo te sueño cada noche. Bajo para
Vengo siguiendo tus pasos y ya nunca me alejo de vos, te espío, te anhelo, oigo lo que planeas, te huelo, te escruto, te añoro, sos precioso, pero sos diferente a todo lo que en miles he conocido.
Cuando no estás junto a mí la vida es un poco incierta. No me cierres esa puerta que vengo detrás de vos. Cuando a vos me acerco, un aroma de flores y bosque me envuelve, siento un sinfín de mariposas revoloteando en mi cuerpo. Me despierto con la brisa que me susurra que llegarás, te busco en mi cama y no te encuentro pues tan sólo te sueño cada noche. Bajo para
Tomar un café con vos sin prisas y charlar de nada.
Precioso si algo nos pasa, no pierdas la constancia, ámame siempre a distancia,
que todo amor traspasa el alma y al fin se ve.
No temas porque somos de mundos diferentes, si fueras
mío, no podría dejarte jamás. Cuando está amaneciendo y aún observo a la
hermosa luna de primavera, mientras le
confieso mi amor y mi dolor, grito desde el fondo de mi corazón todo el
amor que siento, como un aullido de lobo, en cálidas noches de amor.
Tanto te quiero, que quisiera detener el tiempo
cuando estoy con vos, para amarte por más tiempo, para amarte con el alma y
corazón, para amarte como sólo yo sé amar y sólo desde que te conocí. Sólo tu
amor me da vida, sólo tu amor llena mi vida de alegría”.
__
Aquella tarde, tras rechazar decenas de llamadas e
intentar pasar el día alejado de él, vio, a través del cristal del ventanal de
su despacho, cómo el mismo joven del día previo, lo recogía en una moto.
“¿Por qué te viene a buscar ese chico? ¿Será tu novio
acaso o lo es el que dice ser tu amigo acá?”
Ver cómo él le sonreía, cómo posteriormente se aferraba
de su cintura, lo llenaba de frustración.
Las horas y días iban pasando, en silencio y a la
distancia lo veía bromear y salir con sus compañeros. Aquellos muchachos con
los que él reía y confraternizaba, que llevaban pantalones caídos, remeras con
imágenes plasmadas en ellas, eran chicos de su edad o menores. Jóvenes a los
que les encantaba divertirse y parecían no tener un sentido del ridículo, tan
opuesto a sus malditos pudores, a su falta de osadía hasta para salir del
armario y gritar que era gay.
Pero no dispuesto a cesar en su empeño y necesidad de
conocerlo, ese día decidió dar un paso adelante, y comer en su despacho. Avisó
a su secretaria, para que le sirvieran el almuerzo allí, y se aseguró para
quien lo hiciera fuese, Pedro. El jefe de salón, al recibir la nota, sin darle
la mayor importancia, así se lo pidió a éste, que suspirando se decidió a
cumplir su cometido.
__ “¿Pensará en mí como yo en él? Dime por favor que he
cruzado por tu mente en bellas noches de luna enamorada. Haz un esfuerzo
amor mío y ven, rescata todo este amor que por ti yo siento desde el alma y
corazón, ven estréchame entre tus brazos y regálame un beso de amor, un beso que
me libere de tanto dolor.
Ya no dejes que arroje tantos suspiros al vacío, ya no
dejes que arroje al viento
mis versos de amor, ya no dejes amarte así desde esta lejanía.
mis versos de amor, ya no dejes amarte así desde esta lejanía.
Qué diferente es pronunciar la palabra amor. Decirla
frente a frente pues suena a la distancia diferente. Es como si se pronunciara en
una pieza vacía al espejo en frente, con rostro sonriente.
Observarte a ti mismo en el reflejo. Es como estar viendo sólo en cruel pensamiento mientras pronuncias: “Te amo” pensando que tú estás en lejanía como dos polos opuestos a la distancia, sin esperanzas en esta vida, pensando que la distancia o las diferencias matan el sentimiento y dejan vacía el alma.
Se angustia la vida, se pierde la calma, se muere el amor y sólo queda, un vacío lleno de dolor.
Ahora comprendo lo imposible. Ahora quizá observe... morir el amor”.
Observarte a ti mismo en el reflejo. Es como estar viendo sólo en cruel pensamiento mientras pronuncias: “Te amo” pensando que tú estás en lejanía como dos polos opuestos a la distancia, sin esperanzas en esta vida, pensando que la distancia o las diferencias matan el sentimiento y dejan vacía el alma.
Se angustia la vida, se pierde la calma, se muere el amor y sólo queda, un vacío lleno de dolor.
Ahora comprendo lo imposible. Ahora quizá observe... morir el amor”.
Una vez que tuvo en la bandeja lo que él le había
solicitado, se encaminó hacia el despacho. La secretaria al verlo, se levantó
y, guiñándole un ojo, le indicó:
__Entra. El jefe espera su comida. Yo me voy a almorzar.
Pedro asintió y, tras llamar con los nudillos a la puerta
y oír su ronca voz invitándolo a entrar, pasó.
Sin mirarlo a los ojos, se acercó hasta la mesa donde él
lo esperaba y preguntó:
__ ¿Dónde quiere que coloque la bandeja, señor?
Atontado como siempre que lo veía, Guillermo rápidamente
miró a su alrededor y señaló una mesita baja que había junto a dos sillones
mientras indicaba:
__Allí estará bien.
Pedro se encaminó hacia donde le había dicho. Una vez
hubo dejado la bandeja, se volvió para marcharse y se tropezó con él. Lo tenía
detrás. Guillermo, al percibir el gesto molesto de él, se retiró a un lado,
pero añadió:
__ ¿Serías tan amable de sentarte un segundo, Pedro?
Tengo que hablar con vos.
Al escuchar aquello, se le vino el mundo encima. Sin duda
había tomado la decisión y lo iba a despedir. Con las piernas temblorosas, se
sentó en uno de los sillones que había libre y él planteó:
__ ¿Lo pasaste bien el otro día con tus amigos?
Sin entender a qué se refería con aquella pregunta,
respondió.
__Sí, señor.
__Guillermo, por Dios, ya no soporto que contestes como
una máquina a todo, “sí, señor” __lo corrigió.
Pedro no dijo nada y lo miró con cierto reproche.
Guillermo se sentó frente a él. Lo miró y lo miró, hasta
que éste, con un hilo de voz susurró:
__Escúcheme, señor, si me va a despedir…
__Pedro, tutéame, por favor, estamos solos __insistió él.
Con la cabeza embotada por todo lo que por ella pasaba,
Pedro prosiguió:
__Si me vas a despedir créeme que lo entiendo, te
enojaste con razón, te he demostrado que soy mal empleado tras aquel maldito
café lleno de azúcar que te serví. Pero… por favor… por favor, piénsalo de
nuevo. Necesito este trabajo y te prometo que…
__Pedro…
__ ¡Qué mala suerte la mía! Con lo bien que estaba aquí y
con lo que me costó que aceptaran mi currículum. Recién, hace poco que llegué
de Chile, y estoy acomodándome, apenas tengo los papeles, y departamento
alquilado, quiero estudiar, con la crisis que hay en el país y siendo
extranjero, me costaría encontrar un nuevo empleo. Y eso por no hablar del
disgusto que le voy a dar a mis padres. Estaban tan felices de que hubiera encontrado
mientras esto y…
__No te voy a despedir __lo cortó___. ¿Por qué crees eso?
Oír aquello fue un bálsamo para sus oídos.
__Que yo haya heredado esta cadena de hoteles no quiere
decir que vaya a despedir a todos, es más, no he pensado en cambiar nada de
nada, no me he dedicado jamás a este rubro, soy abogado, he abandonado en estos
días mi estudio.
__ ¿De verdad que no me vas a echar? __insistió,
incrédulo, con un hilo de voz.
__No, Pedro. Claro que no. Es más, quizá podrías trabajar
en el estudio. Los horarios de acá rotativos te harán complejo estudiar, podría
darte algo mejor.
Pedro, nervioso se tocó la frente. Contó hasta diez para
tranquilizarse mientras se retiraba un mechón de pelo que le caía sobre el
rostro sintiendo cómo la mirada de Guillermo perseguía el movimiento de su
mano. Se restregó los ojos, se dio aire con la mano y, levantándose murmuró:
__Uff… Pensé que querías hablar conmigo para eso.
Consciente del mal rato que le había hecho pasar, se
levantó de su sitio, y plantándose frente a él, dijo tomándole una mano:
__Tranquilo, Pedro y discúlpame por la confusión. No me
temas, no soy tan malo como parezco.
Pedro sonrió y tras soltar una bocanada de aire, afirmó:
__Ya me veía en la cola del paro, arreglando papeles con
mi madre detrás.
Guillermo hechizado por el magnetismo que Pedro le
provocaba, acercó una mano a su rostro y, mientras se lo acariciaba, susurró:
__Sos muy bueno trabajando, a pesar de lo ocurrido entre
nosotros. Te observo y veo cómo cuidas al detalle tu zona de trabajo, cómo
sonríes a los huéspedes y cómo te desvives para que ellos se sientan como en su
casa.
Sorprendido por aquello y consciente de que la cálida
mano de él estaba en su mejilla, fue a decir algo, cuando intuyó lo que iba a
pasar, pero no se movió. Lo sabía. Aquél era un momento lleno de tensión sexual.
Ambos se miraban a los ojos a escasos centímetros el uno del otro y, como
imaginó, Guillermo acercó la cabeza y, rozándole en la boca con sus labios,
murmuró:
__ Sólo proseguiré si lo deseas tanto como yo.
Sus bocas se tocaron, sus alientos se unieron, sus
cuerpos se tentaron. Guillermo controlaba a duras penas su loca apetencia y
ambición por él. No quería asustarlo. No deseaba que huyera. Desde hacía
tiempo, Guillermo en referencia a los hombres, tomaba lo que se le antojaba,
sobre todo desde que Ana le diera el divorcio. Por suerte podía hacerlo. Podía
elegir y ellos nunca lo rechazaban, pero Pedro tan joven era diferente y sólo
anhelaba que lo deseara y no se asustara de él.
Sin apartarse de él, sus respiraciones se aceleraron y
Guillermo insistió:
__Pedro… ¿qué deseas?
Sos gay, ¿verdad?
Atontado por el morbo de la situación y la sensualidad de
su voz, Pedro cerró los ojos. Tomar lo que él le ofrecía era lo más fácil. Lo
deseado... Durante unos segundos dudó sobre qué debía hacer mientras su bajo
vientre se deshacía por aceptar aquella propuesta dulce y seductora. La
sensación era muy fuerte, y Guillermo, muy apetecible.
El deseo que sentía por besarlo le nublaba la razón,
pero, consciente de que él era su jefe y no uno de sus compañeros con derecho a
roce, dio un paso atrás y en un hilo de voz musitó, marcando las distancias:
__Señor, prefiero no continuar.
Guillermo asintió. Aceptó aquella negativa. No iba a
presionarlo.
__Puedes marcharte, Pedro _dijo, sin dejar de mirarlo.
Acalorado caminó hacia la puerta del despacho y, una vez
que hubo salido, se apoyó en la pared para darse aire con la mano y respirar.
Había estado a punto de besar al jefe. Había estado a punto de cometer una
tremenda locura y, consciente de que había hecho lo más sensato, se encaminó
hacia el ascensor a toda prisa.
Exaltado le dio al botón de llamado varias veces. Debía
huir de allí cuanto antes. La tentación, el morbo y el deseo gritaban en su
interior que no lo dejara así y, cuando las puertas de la cabina se abrieron,
no se pudo mover. Su cuerpo le exigía, le rogaba, le pedía que ingresara al
despacho y acabara lo que no había sido capaz de terminar.
__
“Pedro, no te
vayas, acércate y amémonos bajo esta luz del sol de primavera, o esta
noche de la luna que me mira silenciosa,
que atenta escucha mis confesiones de amor, bella luna que me alumbra llenándome
de una inmensa necesidad de verte, de amarte.
¿Cuántas noches más seguiré solo, lleno de amor guardado
en el fondo de mi alma?
¿Por qué no me puedo entregar al hombre que sé que voy a amar?
¿Cuántas noches más miraré con los ojos llorosos a la bella luna, mi fiel compañía de mi eterna soledad? Pero aun así, te amaré, sin estar, te amaré en cada noche.
¿Por qué no me puedo entregar al hombre que sé que voy a amar?
¿Cuántas noches más miraré con los ojos llorosos a la bella luna, mi fiel compañía de mi eterna soledad? Pero aun así, te amaré, sin estar, te amaré en cada noche.
Pero tus pocas palabras y tu profundo silencio me privaron
las esperanzas, quedé esperando ansioso, con nostalgia. Si, fuiste la estrella
que en mi cielo vi brillar, fuiste aquel horizonte que una vez creí alcanzar. Pero
todo fue un sueño, está bien. Una
estrella, un horizonte era mucho poseer.
Ya mi vida siguió el rumbo que el destino le marcó,
quizá te escriba, y no respondas y viva siempre no sabiendo si mi carta te
llegó. Te agradezco mucho que aunque no te conocí, mantuviste en este hombre la
ilusión para vivir.
Luz cálida de mi amanecer un dulce sorbo a café, fresca
brisa que me acaricia, es tu voz amada melodía. Sos mi dulce noche… soñador,
ironías del destino no poder tocarte ni
sentir tus labios besar los míos, ni calmar mi sed con tu dulce miel y aroma. Se
desviste mi día, desnudando la noche yo con un baño de luz, de la luna acaricio
estrellas con mi mirada tierna, viajo con las nubes, ¿dónde estás? Estos pasos
andaré sin fin que se interpone entre vos y yo,
haces vagar cada uno de mis sentires deshojando ocasos en noches sin fe.
haces vagar cada uno de mis sentires deshojando ocasos en noches sin fe.
Hojas verdes y
flores vagan como yo, con ellas he de vagar buscando respuestas a esta soledad
suspirando estamos, yo aquí y vos allá”.
Pedro se resistió durante unos segundos. Era una locura.
Era su jefe máximo. No debía hacerlo. Pero, al final, en lugar de entrar en el
cubículo, se dio la vuelta y regresó sobre sus pasos.
Esta vez entró sin llamar. Encontró a Guillermo en la
misma posición que lo había dejado y, cuando éste lo miró, Pedro sin hablar
caminó hacia él y se hundió entre sus brazos.
Sin dudarlo
Guillermo lo acogió. Aspiró su perfume, su aroma desde el pelo,
lamiéndole detrás de la oreja y enloqueció cuando lo oyó decir cerca de su
boca:
__Quiero ese beso, dámelo.
Encantado por aquella efusividad y exigencia, acercó su
boca y, con decisión, lo devoró. Lamió los labios saboreándolos, los mordió,
los succionó. Introdujo su lengua en el ósculo a conocer y conquistar y saboreó
hasta su último aliento poseyéndolo en la boca, mientras lo tenía enjaulado en
sus brazos y lo sentía temblar de excitación.
Durante varios minutos, los dos se olvidaron del mundo,
de quiénes eran y de cualquier cosa que no fueran ellos, sus bocas, el sonido
de sus respiraciones acompasadas.
Guillermo enredó sus dedos en el abundante pelo suave de
Pedro, Pedro enardecido le revolvió el
suyo, y mientras notaba cómo
Guillermo lo apretaba contra la pared y colaba las manos para acariciarle con posesión
las nalgas, murmuró en silencio el placer, arrebatado al sentirse entre sus
brazos.
Extasiado por lo que aquel hombre le hacía experimentar,
se dejó llevar. Nunca ninguno de los chicos con los que había estado, lo habían besado con tanto deleite y maestría,
ni lo habían tocado marcándolo con tanta posesión y precisión, y un jadeo
escapó de su cuerpo cuando él, separando su boca unos milímetros, murmuró:
__Te arrancaría la ropa, te sacaría el bóxer con los dientes,
te separaría los muslos, bebería hasta la última gota de tu esencia, te haría
mío contra esta pared, luego sobre la mesa y seguramente en mil sitios más. ¿Lo
permitirías, Pedro?
Excitado, calcinado y exaltado al oír a aquel hombre
decir aquella barbaridad tan morbosa, se olvidó de todo decoro y asintió. Sí…
quería que le hiciera todo aquello, lo anhelaba.
Sin demora la atrevida mano de Guillermo, agarró un
lateral del bóxer y tiró de él para clavárselo en la piel, Pedro jadeó.
__Hazme saber lo que te gusta para poder darte el máximo
placer, Pedro.
Esas palabras y los movimientos de las endemoniadas manos
enredadas bajo su jean en el bóxer lo volvieron loco. Inconscientemente, su
nuevo jadeo cargado de tensión salió de su boca y tembló de morbo al sentir que
un experto en aquel campo era quien lo guiaba a la acción y lo iba hacer
disfrutar.
No hacía falta hablar. Ambos sabían a qué jugaban y qué
querían, jamás un hombre poderoso se enamoraría de alguien inferior, pero ya a
Pedro no le importaba… hasta que sonó el teléfono de la mesa del despacho y, de
pronto, la magia creada se rompió en mil pedazos.
Separaron sus lenguas y posteriormente sus bocas que
parecían pegadas con cemento, para quedarse detenidos mirándose. La mano de
Guillermo soltó las prendas íntimas de Pedro, mientras sus respiraciones
desacompasadas les hacían saber el deseo que sentían el uno por el otro, porque
sólo podía ser eso... deseo, jamás más allá.
De repente, Pedro pensó en su padre, si él se enterara de
lo que estaba haciendo él con su jefe en el despacho se llevaría una tremenda
decepción. Él no lo había criado para eso, y tembloroso, susurró:
__Creo… creo que es mejor que paremos.
Guillermo suspiró sin dejar de mirarlo. Si por él fuera,
lo desnudaría en un instante para continuar con lo que deseaba con todas sus
fuerzas, pero, como no quería hacer nada que él no deseara, murmuró:
__Tienes razón. Éste no es el mejor momento ni lugar para
lo que estamos haciendo.
Pedro mintió rápidamente y afirmó:
__No. No lo es.
Con pesar, Guillermo lo bajó al suelo y, una vez que lo
hubo soltado, se tocó el pelo para peinarlo, cuando fue a decir algo, Pedro se
dio vuelta y se marchó. Necesitaba salir de allí. El calor y la vergüenza por
lo ocurrido apenas lo dejaban respirar y corrió hacia la escalera, no quería
esperar el ascensor.
Cuando llegó a las cocinas, fue al fregadero, se llenó un
vaso con agua y se lo bebió.
__ “¿Qué he hecho? Por el amor de Dios, no puedo
enamorarme de mi jefe”.
Sus labios todavía hinchados por los fogosos besos de
aquel hombre todavía le escocían cuando oyó a su jefe de salón decirle:
__Vamos, Pedro, regresa al restaurante. Te necesitan.
Soltó el vaso, se arregló el pelo y la ropa, y levantando
el mentón volvió a su trabajo. No era momento de pensar, sólo de trabajar.
__
En tanto Guillermo en el despacho se desmoronó en el
sillón, cerró los ojos, y su mente y cada átomo llevaban un nombre… Pedro.
“Nunca he dicho te amo, y hoy quise decirlo y preferí
sentirlo, y ahora te dejé ir con el alma rota de dolor, se ahoga mi calma pensando en amarnos a la distante lejanía
esperando el tan añorado día en que tus verbos besen los míos llenos de amor.
¡Te Amo! Lo repetimos incansablemente en cada una de
nuestra comunicación haciendo revivir la llamarada del amor que una triste
lágrima no la ha de apagar.
Siento mis manos vacías, sin las tuyas siento frío en mis
noches solitarias, cada día sin verte en mis amaneceres, cuando busco la diferencia
entre amar y querer. Aunque te quiero pero más que quererte te amo, quiero tenerte cerca, a mi lado para
decirte sin cansancio siempre...Te Amo.
¿Y si me equivoco y no lo es?
Quiero pedirte perdón por este error, a veces la soledad
nos confunde, al decir te amo sin querer se hiere y no fue mi intención hacerte
daño. Deseo que me comprendas y perdones, aún es tiempo para rectificar el daño,
entre vos y yo no debe existir amor aunque amor es lo que yo siento y me
posesionó el deseo por un momento. Quise abrazarte entre la soledad reinante de
mi oscura y fría habitación, pero sólo sentí el murmullo de risas burlándose de
mí y me llené de pena.
Tuve miedo del silencio que reinaba, abrazando mi
almohada te sentí a mi lado, se apasionó mi cuerpo, se elevó mi alma, para luego
regresar...Me sentí tan solo.
Caricias muertas de un amor ausente, amante de mis sueños
y mis deseos inquietos, amor de tierras lejanas... ¿Dónde andas cuando no te
veo para acariciar tu rostro acongojado y escuchar tu voz como un eco entre la
brisa?
Le diré adiós nuevamente al amor, guardaré mis emociones,
ocultaré mi tristeza mas me sentiré confeso ante el mundo entero, al decirles
que te amé, que te sigo amando.
Te amo en el silencio de las noches calladas cuando el
insomnio se quede lejos de mis sueños, cuando sorprenda el alba boreal mis ojos
henchidos de tanto llorar. Te recordaré como aquel caminante de sueños que pasó
por mi vida sólo en mi imaginación.
No voy a poder, no después de haber probado de tus besos
la miel, sabes a café, a dulce, a vos. Ansío que tu cuerpo sea cómplice
del mío y de tu corazón compartir sus latidos. Acostarme con vos, compartir
el sudor, la lujuria, el deseo al hacer el amor. Recorrer los
caminos ya por mí conocidos de tu rostro, indagar los de tu
pecho, de tus lugares íntimos.
Saciarme del sabor de tu piel, de tu boca, de
ese sabor tan tuyo que me excita y provoca. Quemarme en el calor
abrasador de tu vientre mientras te cabalgo con mi pasión ardiente.
Alcanzar el instante sublime del encuentro. Piel con piel, alma y alma.
Complicidad de sentimientos.
No lo sabe, quizás
ni lo imagina, pero mi pluma recorre la blancura del papel dejando escritas
para él líneas con tinta fina, cree que sólo lo deseo, y siento por primera vez
mucho más.
No está enterado, yo no se lo he dicho, y no se lo he
dicho por falta de valor, me inspira verbos su carita con una tierna sonrisa
iluminada y sus mejillas con un leve toque de rubor, sus hoyuelos que deseo
moldear.
Quizás; si yo no consigo vencer mi absurdo orgullo, su
tonta timidez por sentirse mi empleado, nunca llegará a enterarse, me quedaré
mudo, sólo mirándolo y suspirando desde mi escondite, posiblemente sea que
alguna vez, mis ojos plañideros la han de mirar marcharse y una vez más en mi
vida la misma historia se repite.
No lo sabe, pero es culpable, así la declaro, responsable
de que estas mariposas no encuentren ni paz ni sosiego, el veredicto no puede
ser más claro, culpable, no se lo digo por falta de valor, pero valientemente
tampoco lo niego”.
“Guille, no logro desprender esa imagen de mi mente,
entraste como torrente por mis venas, dejando gotas de dulce
veneno que aún permanece tan estancado en mi cuerpo. Ese amor
impregnado es más dañino que la más altamente calificada como peligrosa
droga, eres tan adictivo para mi ser, sabía al escuchar tu voz que eras mi
dulce perdición.
Como paso de huracán dejas devastada la
razón, arrastras contigo mi alma, mi corazón, no dejas a salvo ni un
trozo de mi piel noche a noche adicta a inhalar el olor de su acanelada piel.
Yo no pensaba amarte pero tus estrategias me atrapan, eres un demonio con
camuflaje de divino ángel, seguro de conquistarme con besos que no me entregó
jamás nadie”.
__
Esa tarde, cuando salió del hotel, decidió irse a tomar
algo para meditar sobre lo ocurrido. Sin duda se había vuelto loco. Él no era
mojigato, pero ser algo de su jefe, era demasiado y en su despacho, un
escándalo. No era que le faltara un tornillo, sino miles.
Pensó en llamar a su amigo que todo entendía, que le
tenía confianza plena, pero no. Tampoco podía hacerlo. Meterse con el jefe era
una de las cosas peor vistas por la gente y hasta él se horrorizó.
Si sus padres se enteraran, se querría morir de vergüenza.
Pero le gustara o no, era incapaz de dejar de pensar en
él… en su ojos, en su boca, en sus manos cuando lo habían acariciado, en sus
palabras susurradas y llenas de deseo. Resopló. Sin duda aquel hombre sabía muy
bien lo que se hacía. Se lo había demostrado en segundos, y sólo con
imaginarlo, se acaloraba de nuevo.
Guillermo, como él, seguía dándole mil vueltas a lo
ocurrido, intentó no cruzarlo durante el resto del día para no incomodarlo,
pero estuvo pendiente de su marcha. Cuando vio que Pedro salía del hotel, no lo
dudó, y lo siguió a cierta distancia. Si antes lo espiaba y pensaba en él, tras
lo sucedido, y tras haber probado sus besos, se había convertido en una loca
necesidad.
Llovía como siempre en Buenos Aires, y Pedro tras aparcar
el coche en un parking público, caminó bajo su paraguas por las calles de la
ciudad hasta entrar en un bar de la calle Córdoba. Guillermo pidió a su chofer
que se marchara y, sin paraguas, anduvo tras él, cuando lo vio entrar en aquel
local, lo buscó a través de la cristalera. Mirarlo, desearlo y recrearse en lo
ocurrido ese día se había convertido en su mayor deleite. Cuando lo localizó,
empapado de agua, lo vio recoger en una bandeja su pedido y dirigirse hacia el
fondo.
Empapado hasta los huesos, vio que buscaba una mesa libre, mientras movía los hombros y
la cabeza al compás de la música, Sin duda llevaba los benditos auriculares
puestos.
Sonrió, justamente aquella espontaneidad y frescura, poca
vergüenza era lo que llamaba tanto su atención, y lo observó sin ser visto.
Durante varios minutos, bajo la lluvia, como un tonto,…
se planteó sin entrar o no.
Las dudas pasearon por su mente, las preguntas se
multiplicaron por mil, y todo por la culpa de… “la herencia”.
CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA RELIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
Sol Urvino De eso se trata, Eve, defender el amor de todo aquello que lo deteriora y lo desgasta. UN GRAN BESO.
ResponderEliminarSalvador Por eso te quiero y te admiró
ResponderEliminarKatia Es un placer leerte . Me siento honrada por ello. Bendiciones Eve Monica Marzetti. Saludos.
ResponderEliminarRafael maravilla
ResponderEliminarÁra Gracias... por la oportunidad de leerte amiga.... gracias...
ResponderEliminarJenn Querida Eve Monica Marzetti, es un enorme placer pertenecer a puentes, leerte y tenerte en mi vida, ... Dios te bendiga
ResponderEliminarAriel REALMENTE BUENA, FELICITACIONES
ResponderEliminarGladys Sandoval Me encantó. Igual a ti hermosa princesa, gracias. Feliz noche 💞
ResponderEliminarVictoria Precioso
ResponderEliminarPatricia Bellísimo!!!
ResponderEliminarBellísimo Eve...Me encantan esos encuentros donde se aman con tanta intensidad, con tanta seducción, aunque no se atrevan todavía a la entrega total y definitiva...Te imaginás que espero con ansiedad el próximo capítulo...Estoy segura de que esta vez no puede no pasar...
ResponderEliminarAnni Luro La herencia excelente capítulo
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino bellisimo Eve... de todos los que vengo leyendo tuyos, este me encanta... al igual que el que pierde la memoria, creo que es Accidente... ese fuego entre ambos me mata... hermoso
ResponderEliminarAlicia Leguizamon A mi también me encanta!!Solo que como son muchas historias tenemos que esperar para leer el próximo,admiro tu inagotable fuente creativa,sos maravillosa,deberías publicarlas al menos algunas,es que son tan hermosas!!!
ResponderEliminarHermosa historia, muero x seguir leyendo!!!!!
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