sábado, 10 de noviembre de 2018

LETRADOS. CAPÍTULO TERCERO.


LETRADOS.
CAPÍTULO TERCERO.

"Cuando siento una necesidad de religión, salgo de noche para pintar las estrellas".
Vincent Van Gogh.
 “Ni la ausencia ni el tiempo no son nada, cuando se ama”.
Alfred de Musset.
A veces ocurre que cuando dejas que se vaya tu amor
te das cuenta que había algo, que valía la pena…Mike.
"El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento
de tener la esperanza muerta." Federico García Lorca.

Hablaba en el mismo tono de siempre, pero en sus ojos había algo distinto, y Pedro se preguntó por qué.

__En realidad, ya he firmado los papeles. Matías espero no haber hecho mal.
__ ¿A ti te gusta?
__Me encanta. __Lo miró sorprendido, ya que ninguno de los dos había hablado de comprar casa en años. No necesitaban una vivienda permanente, y él no había cambiado de idea. Pero, al parecer, Pedro sí, y Matías no sabía por qué.

 Pedro había cambiado mucho en dos semanas. Para él, todo seguía igual__. ¿No será una molestia, Pedro? ¿Conservarla, preocuparse por las goteras, el jardín y una serie de cosas que no nos interesaban?

__No sé… Creo que… __Le miró nervioso. Había llegado el momento de preguntárselo__. Vendrás a vivir conmigo, ¿verdad?

Estaba asustado y se lo dijo sonriendo con dulzura. Era vulnerable y tierno al mismo tiempo, increíblemente poderoso. Matías lo quería por eso y siempre lo querría. Era también lo que más apreciaba Beto de Pedro, eso, y su lealtad, su generosidad, su inteligencia. Era un hombre encantador, por muy juez que ya fuese a su edad. Sentado allí mirándole con esa sonrisa con hoyuelos parecía un tímido adolescente.
__ ¿Hay sitio para mí? __interrogó Matías.

Pedro asintió con vehemencia. Pocas semanas antes de recibir la noticia se había cortado el cabello, lo llevaba elegantemente peinado.
__Por supuesto.

Pero Matías aún tenía sus dudas cuando aquella tarde fue a ver la casa. Convino en que era preciosa, pero le parecía excesivamente diferente a él, mas justa para Pedro.
__ ¿Cómo puedes decir eso? Aquí no hay más que paredes y suelo, la haremos entre ambos, que sea un hogar depende de nosotros _insistió, Pedro.

__No sé, tal vez me da esa sensación porque sé que la casa es tuya. __Lo miró__. Perdona, Pedro. Es muy bonita. No quiero aguarte la fiesta, pero no la siento mía como la otra.
__No te preocupes, yo me encargaré de que resulte cómoda para los dos, te lo prometo _respondió Pedro acariciándole la mejilla con el dorso de los dedos__.  Siento haberla elegido solo.

Esa noche salieron a cenar y se pasaron horas charlando sobre el nuevo empleo de Pedro y la escuela judicial a la que tendría que asistir durante casi un mes, encerrado en un hotel en compañía de otros colegas. Todo era nuevo y excitante, hacía años que Pedro no experimentaba aquellas emociones.
__Es como empezar una nueva vida, ¿verdad?
__Supongo que sí _contestó, Matías.

Luego se fueron a casa e hicieron el amor y pareció que nada hubiera cambiado significativamente entre ellos.
Pedro dedicó una semana a la compra del mejor mobiliario, renovó su vestuario acorde al nuevo puesto, pagó el precio de la casa, eligió el traje para la ceremonia de toma de posesión del cargo inusualmente inquieto. Incluso le pidió a su madre que asistiera, pero su padrastro no se encontraba bien y Amalia no deseaba dejarlo solo. Asistirían en cambio, Alberto y Gaby, Matías, todos los amigos y conocidos.
En total fueron alrededor de doscientas personas. Beto ofreció luego una recepción en su honor en un club Vip. Pedro pasó la tarde más feliz en años, se divirtió mucho, y no se privó de abrazar y besar a Matías.
__ ¿Pareciera que nos hemos casado, verdad? __le dijo Matías entre risas mientras intercambiaban una mirada de complicidad.

__Mucho mejor que eso, a Dios gracias.

Bailaron y bebieron, y a medianoche cuando regresaron a casa estaban un poco embriagados. A la semana siguiente, Pedro se marchó a la escuela judicial.
Se alojaba en un hotel, tenía previsto pasar los fines de semanas con Matías, pero siempre tenía algo que hacer en la nueva casa. Un cuadro o unas lámparas que quería colgar,  un sofá que acababan de llevar, o un jardinero con quien quería hablar. Y de ese modo, durante las primeras dos semanas, cuando no estaba en la escuela judicial, dormía en la ciudad.

“Sonido seco, vacío y sin melodía es mi fría bienvenida a mi casa, libero mis cansados pies de mis gastados calzados, libero mi cuerpo de las ropas que huelen a calle ruidosa y contaminante,  pero al tiempo que libero mi piel también se libera mi mente y disparo imágenes que adornan tan solo para mí el vacío de este departamento.
Imágenes de un futuro soñado que convierta este lugar en un cálido hogar pero mi propia mente se vuelve mi enemigo, me hace ver por momentos un borroso futuro.
Como si tan solo fuese una ilusión que la luz de esta realidad la hace por momentos evaporar, así me engañan mis pensamientos en días de un depresivo despertar, me invaden dudas al llegar tu silencio y saber que por mí, tienes mucho allí por dejar.
Mente engañosa distorsiona mi raciocinio, dispara como filosas agujas que lastiman mi corazón, grises y lúgubres pensamientos, ¿será que dejará todo aquello por tan solo amarme y dejar ser amado por mí?
La fría soledad que me abraza por momentos,  a él siento que te alias para aun distante saber que te pienso,   saber que te necesito, saber que por ti aquí solo  sigo por ti esperando y mi pecho inundado de amor para un día bañar tu alma en él.
Fría soledad, como un oscuro manto me cubre y oculta de mi mente la luz de este amor que late tan cerca que logra mi ser por momentos sentir y a la vez tan distante que la fría razón quiere turbar mi corazón.
Lucho contra mí mismo, en forma desigual,  razón y corazón están en una contienda que al tener tu ausencia parece continuar sin final continuar  la soledad terreno ideal donde la razón sus ideas deja germinar,  mas mi corazón late a puro amor, sabe que a ti mi alma fue entregada y que no habrá pensamientos turbios que puedan acallar los gritos en silencio que ahogo en mi pecho enamorado y que en noches de nostalgias a viva voz en él acallo… te  quiero Matías.”

__ ¿Por qué no vienes aquí a dormir conmigo? _le preguntó a Matías en un tono apesadumbrado y quejumbroso.

Llevaba varios días sin verle, aunque de todos modos estaba muy ocupado.
__Tengo mucho trabajo _contestó su amigo lacónicamente.

__Lo puedes traer aquí. Te prepararé algo de comer y podrías utilizar mi estudio.

Matías captó el tono posesivo y se molestó, pero no dijo nada porque tenía muchas cosas en la mente.
__Pero, ¿tú sabes lo que significa llevarse todo el trabajo a casa de otra persona?
__ No soy otra persona. Soy yo. Y tú también vives aquí.
__ ¿Desde cuándo? _preguntó él, sarcástico.

Pasaron el cumpleaños de Julio Renzo en compañía de Beto y Gaby, con los niños, pero la tensión que había entre ambos no había desaparecido.
__ ¿Qué tal la nueva casa, Pedro? __preguntó Beto, contento por él.

Pedro observó en cambio que estaba fatigado, y Gaby estaba  más nerviosa que de costumbre. Fue un día muy difícil para todos, y hasta los niños berrearon más que otras veces. La ahijada de Pedro y Matías se pasó casi todo el día llorando. Cuando regresaron a la ciudad, Matías lanzó un suspiro de alivio en el interior del automóvil.

__ ¿No te alegras de no tener hijos? __preguntó.

__En días como este, desde luego, y nos felicitó _contestó, Pedro sonriendo. Pero, cuando los veo con sus vestidos graciosos o dormidos en las cunitas, y ves a Beto mirando con tanto amor a Gaby… A veces, pienso que sería bonito… __Exhaló un suspiro y miró a Matías__. De todos modos, no creo que pudiera soportarlo.

_Sería divertido verte en el estrado de juez con una sarta de chiquillos al lado _dijo él en tono levemente burlón.

Hacía días que estaba muy ofensivo con Pedro, y al ver que se estaba dirigiendo a la ciudad y no a Tigre, este lo miró desconcertado.

__ ¿No vamos a casa?
__Claro, pensaba que querías ir a la tuya.
__No me importa. Yo… __ Respiró hondo y pensó que tenía que preguntárselo__. Estás enfadado porque he comprado la casa, ¿verdad?

Matías se encogió de hombros y siguió conduciendo sin apartar la mirada de la carretera.
__Supongo que tenías que hacerlo, pero no me lo esperaba.
__Lo único que hice fue comprar una casita, porque me obligan a vivir en la ciudad.
No puedes marcharte vida mía, no puedes porque tengo miles de noches escritas para ti, noches enteras donde mis verbos se hicieron caricia para tu cuerpo cuando te sueño, no puedes borrar las noches donde mis besos recorrieron cada poro de tu piel, recorrieron cada una de tus islas, donde mis labios salados se mezclaban con el dulce sueño de amor, donde mareas de caricias llenaban tus manos que viajeras traían y saciaban mi piel, mientras nuestros labios se encuentran y entre susurro y suspiro se besan lentamente, haciendo que mi cuerpo se sienta vivo mientras mi alma muere de amor en tu ausencia.
Recuerda vida mía, que para ti tengo lo que me queda de vida, recuerda, aquel día en que nos conocimos, me quedé en tus ojos y de ellos no quiero salir, quiero vivir eternamente dentro de aquella mirada sorprendida al mirarse en los míos, quiero seguir ahí colgado del borde por donde se caen las lágrimas de amor.
Por eso vida mía quédate en mi vida, sin miedo al amar y ser amado.
La vida es como un viaje en un tren, con sus estaciones, sus cambios de vías, sus accidentes.
Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, y creemos que siempre viajarán a nuestro lado, pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos en el viaje…  solos. De la misma forma se subirán otras personas, serán significativas: nuestros hermanos, amigos, hijos y hasta el amor de nuestra vida. Muchos bajarán y dejarán un vacío permanente.
Otros pasan tan desapercibidos que ni nos damos cuenta que desocuparon sus asientos.
Este viaje estará lleno de alegrías, tristezas, fantasías, esperas y despedidas.
El éxito consiste en tener una buena relación con todos los pasajeros, en dar lo mejor de nosotros.
El gran misterio para todos, es que no sabemos en qué estación nos bajaremos, por eso, debemos vivir de la mejor manera, amar, perdonar, ofrecer lo mejor de nosotros...
Así, cuando llegue el momento de desembarcar y quede nuestro asiento vacío, dejemos bonitos recuerdos a los que continúan viajando en el tren de la vida.
Te deseo que el viaje en tu tren, sea mejor cada día, cosechando éxitos y dando mucho amor, y sobre todo dándole gracias a Dios por el camino recorrido. Ah y te doy las gracias por ser uno de los pasajeros de mi tren.

__Yo no creía que tú quisieras tener algo en propiedad _dijo Matías sin parecer haberlo oído.

__ ¿Y qué más da que la alquile o la compre? Ya vale, Matías, de todos modos es una buena inversión. Ya habíamos hablado de ello. No hay nada mejor que invertir en ladrillos.
__Sí, y habíamos decidido no comprar. ¿Por qué has tenido que complicarte con algo permanente? __Estaba irritado sin disimulo. Le gustaba vivir en una casa de alquiler, en Provincia__. Tú no querías eso antes.

__A veces las cosas cambian. Cuando vi la casa me enamoré de ella, no estaba en alquiler y pensé que merecía la pena comprarla, es todo.
__Ya lo sé. Es eso lo que seguramente me molesta. La casa es tuya, no nuestra.
__ ¿Hubieras preferido que la compráramos a medias?
__Las cosas no siempre pueden ser sencillas como aparecieron en estos años. Y la verdad, me parece que nosotros nos las hemos arreglado muy bien, somos las personas más libres que conozco.
Lo habían hecho a propósito. Nada era profundo, nada era permanente ni estaba grabado en piedra. Lo hubieran podido desmontar todo en horas o eso pensaban y decían ellos desde hacía dos años.

__Los dos teníamos departamentos en la ciudad cuando todo comenzó. ¿Dónde está la diferencia? __Pero como bien había visto Beto, el motivo del enfado de Matías no era la casa, sino el nuevo cargo de Pedro. Estaba molesto por el revuelo que se había armado en la prensa. Antes lo soportaba porque su pareja solo era fiscal, pero, de repente, se había convertido en juez. Su Señoría. El Juez Pedro Beggio.

Pedro se había fijado en la cara que ponía Matías cada vez que alguien se dirigía a él utilizando aquel tratamiento__. No es justo que te portes así conmigo, ¿sabes? No puedo evitarlo. Me ha ocurrido algo maravilloso y ahora tenemos que acostumbrarnos a vivir así. Hubiera podido ocurrir al revés.
__Creo que hubiera llevado las cosas de otra manera.
__ ¿Cómo? __exclamó, Pedro, dolido por sus palabras.

Matías le dirigió una fría mirada acusadora, se disponía a expresar la cólera que sentía. Era como una composición musical a la que, finalmente, alguien le hubiera puesto letra. Deseaba desahogarse.

__Creo que yo lo hubiera rechazado. Es una fanfarronada de tu parte.
__ ¿Una fanfarronada luego de quemarme los ojos y romperme entero una vida para esto? Me asombra que digas eso. ¿Piensas que soy un fanfarrón arrogante porque he aceptado el cargo que me han ofrecido?
__Depende de cómo manejes el asunto _contestó, Matías, enigmático.

__Explícate, porque no sé cómo se maneja… “el asunto”.
Al detenerse junto al semáforo, él lo miró brevemente.
__Da igual. Sencillamente, no me gustan nada los cambios que todo eso nos ha obligado a hacer. No me gusta que vivas en la ciudad, no me gusta tu maldita casa, no me gusta nada de todo eso.
__Y quieres castigarme por eso, ¿verdad? Intento hacer las cosas de la mejor manera, dame una oportunidad. Deja que me oriente. También ha representado un cambio muy grande para mí.
__Pero nadie lo diría. Desde la ceremonia yo te he visto muy contento.
__Es cierto _admitió Pedro con sinceridad__. Es maravilloso, halagador e interesante y me lo paso muy bien en el trabajo, lo disfruto a pleno, no puedo mentirte. Es emocionante, pero también me da mucho miedo porque a veces no sé cómo manejarlo. Por otra parte, no quisiera herirte.

__No te preocupes por eso.
__ ¿Cómo que no me preocupe? Yo te quiero mucho, llevamos años juntos, y no deseo que esto nos destruya.
__En tal caso no nos destruirá _dijo, Matías, encogiéndose de hombros.

Pero ninguno de los dos estaba demasiado convencido, y él pasó varias semanas enfurruñado. Pedro dormía en la casa de Tigre siempre que podía y procuraba halagarle constantemente, pero Matías estaba enfadado. Pasaron unas Navidades tristes en la nueva casa, y él le dio a entender que nada de la nueva situación le gustaba. Se fue a las ocho de la mañana del día siguiente, alegando que tenía cosas que hacer, y estuvo varios meses haciéndole la vida imposible.
__
Guillermo llevaba los mismos meses siguiendo la carrera de Pedro Beggio desde tribunales a la prensa, cada vez más aislado del mundo, de Miller, y hasta de Fabián y Valeria, concentrado solo en él. A menudo  leía sus fallos, y guardaba una foto del bello rostro que le robaba el aliento y le causaba escalofríos debajo de la almohada.

No puedo quererte más de lo que ya te quiero…  No puedo amarte más de lo que ya te amo, no puedo pensarte  más de lo que te pienso, ya no sé qué hacer con tanto amor que siento por vos,  el sol y el cielo están tan lejos,  pero más lejos siento tu amor,  donde no tengo el calor de tus besos. ¡Quererte como te quiero!  Como yo te estoy queriendo ahora, nadie te ama en la vida como te amo yo, y te amaré mientras viva  con el alma, la vida y corazón.
¡No puedo quererte más  de lo que ya te quiero!, quiero te des cuenta  que nací para amarte, entiéndelo te amo como nadie, no hay amor más grande  que el que siento por vos y ni siquiera me conoces. Prisionero de tus ojos dueño de tus labios,  acariciado por tus manos,  apretado en tu pecho,  entregado a tus antojos, reconciliación de arrebatos, arrumacos en tus abrazos, con besos de despedida,  y buen día de bienvenida, refugio de mis noches,  fuego de mis pasiones,   calendario de mis días, reloj de mis horas,  sueño de mis noches,  ilusión de mis fantasías,  agua de mi regadera para acariciar mi cuerpo,  pensamiento que me abraza  y todavía te preguntas: ¿Por qué te quiero?
¡Te quiero porque sí!
Te quiero porque me da la gana amarte como te amo, quererte como te quiero.
Mi siempre amor estés o no estés. Qué quieres que te diga, no le temo a nada  pero es que me miras  y no sé qué me pasa, que grata sería la muerte bajo esa mirada cuando esta me habla y al ánima traspasa.
No temo nada pero tiemblo ante su brasa que ni bajo la lluvia logra hallar la calma con ese simple calor que el fuego propasa en el incendio de amor que calda al alma.
Ni temo el infierno que en ellos se entrama pues de ese paisaje anhelo arder con gana,  donde el velo se engalana con tanta trama que en su rama la llama se hace más vana. No temo a perder el corazón en su entrega si quien lo quiere lo cuida la vida entera y si más tarde o más temprano todo llega por seguir corriendo por la carretera. Ya no temo a que el dolor de amor  me mate  solo deseo atarlo y  que los trazos de sus luceros me den ese lenguaje que sin una palabra contará los cálidos gestos que en verbos hablarán.
No temo el pecado que sus ojos encierran o el dilema que su brillar forma el teorema, cómo los rayos del sol a tu piel se aferran o cuando te hablo de poesía siendo poema. No temo la oscura noche, ni a la fugaz alba si eres el sueño que da vida a mis mañanas pues despertar pronto esta mente ansiaba para ver lo más bonito tras sus ventanas. No temo destinos que de oro estén escritos como descrito he dejado perdido al olvido y lo que dio tus labios al ser proscritos por ese amor que al corazón fue prohibido.
Abrázame,  fúndete en mí, vuélveme loco,  enciéndeme. Convirtamos la habitación en nuestro paraíso, se escucha raro. Perdamos la razón, sin remordimiento despertemos nuestras fantasías con gran ilusión.  Entregarnos todo, acariciar tu suave piel. Ya no puedo esperar, quiero llevarte en mí día y noche.
Mis fuerzas se me van, pídeme más. Siento tu calor, me olvido de todo. Me acerco a tus labios, aprecio tu desnudez. Esta vez no terminaremos en la cama. Caerán nuestros más bajos instintos, nuestros cuerpos se buscarán.
Para engalanar el huerto de mi corazón, he avistado un amor de comparsa ardiente
Si el cuerpo pide hay que darle; ¿por qué volverse mojigato? -eso solo existe en los cuerpos aprisionados en forros de apariencia con mentes esclavas y sumisas.
¿Por qué abstenernos del placer, si las mentes libres juegan el papel más importante como lo es el alimento del espíritu?
Blasfemaba a la tarde porque la creí culpable de confabularse en mis desgracias en asunto de amores
Y el amor que todo lo puede, me hizo comprender lo equivocado que me encontraba, porque aun a pesar de lo avanzado de la tarde; la noche trae consigo su luz.
Entonces brillaron las estrellas, la luna salió con mayor densidad; y ahí estabas: bello y radiante como la noche estrellada.
Y me adentré en la vorágine; sí, esa maraña envolvente del amor donde nada más importa, así llegáramos a perecer en las lides libidinosas del amor donde el tiempo no existe y morir de tal manera sería lo más bello: con placer puritano.
El firmamento nos ofreció un tapete estrellado y la luna me dejó contemplarte en todo su esplendor con ojos de cristal.
Nunca antes belleza alguna me había hechizado, pero esa noche todo parecía una visión de delirio ante belleza virginal de la silueta que esparció su aura cuando la brisa ondeó sus cabellos y el arco iris te abanicó en esplendor.
Tan bello,  dulce y fresco que me tentó al pecado y el deseo de entregarme a un mundo sin control ni abstinencia.
De pronto, un ruido estridente bloqueó la magia, y comprendí que no hay felicidad completa: el despertador anunciaba la hora de levantarme para comenzar jornada, que a veces no nos deja espacio ni para soñar en paz con un bello amor en delirios de quien al no tenerlo despierto, se consuela con lo soñarlo.

__ Es capaz este pibe como juez, ¿verdad papá? _preguntó Fabián sacándolo de los pensamientos.

__ Así parece, hijo.
__ ¿Nunca apelaron uno de sus fallos? ¿Lo conoces personalmente?
__Que sepa no aún, sus fallos han sido intachables, y solo lo he visto de lejos un par de veces. ¿Por?
__Nada, me pareció que llevas estudiando su carrera, al menos por lo que dice la prensa.
__Me interesa como la de cualquier juez, hijito, siempre cualquiera de ellos puede que llegue a mí, nada más.

__
Pedro seguía encantado con su nuevo trabajo. Solo le molestaba la cantidad de horas que debía dedicarle, no le parecía quedarse en el despacho hasta medianoche para regresar antes del alba. Pero le quedaban muchas cosas por aprender y tenía que leer y prepararse bien. Estaba tan enfrascado en sus cosas, que no se daba cuenta de nada. Ni siquiera se fijó en lo desmejorado que estaba Beto y en lo poco que aparecía por su despacho.
A finales de abril, Matías ya no pudo más, y le dijo a gritos:

__Pero ¿es que estás ciego? Se está muriendo, mierda, por Dios bendito. Lleva seis meses así, Pedro. ¿Es que ya todo te importa una mierda?

Las palabras de su amigo lo tocaron en lo más hondo y le miró entre incrédulo y horrorizado.

__Eso no es cierto, no puede ser. __Pero de pronto recordó aquellos ojos espectrales, el rostro pálido, la delgadez extrema. ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Por qué? Miró a Matías con expresión acusadora__. ¿Por qué no me lo dijiste?

__Ni te hubieras enterado. Estás tan cochinamente orgulloso de lo importante que eres que no ves nada de cuanto ocurre.
Eran acusaciones muy duras y palabras muy fuertes.

Aquella noche, Pedro se marchó en silencio de la casa, y se dirigió a su nueva casa. Una vez allí, llamó a Beto pero, antes de poder pronunciar una palabra, rompió a llorar.

__ ¿Qué te pasa, Pedro? __preguntó Alberto con voz fatigada.

__No puedo… dime que no es verdad… Yo… Beto, no es verdad.

Estaba mortalmente angustiado. De repente, empezó a experimentar los efectos acumulados de todas las tensiones de los últimos meses, el enojo de Matías y lo que este que había dicho aquella noche sobre la enfermedad de Alberto. No podía creer que este estuviera muriendo. Era como su hermano gemelo, como su otra parte del todo, y no podría funcionar sin esa mitad. No podía creer que este estuviera muriendo, lo conocía desde los dieciocho años.
Pero al día siguiente, cuando almorzaron juntos, Beto lo miró serenamente a los ojos y le dijo que era verdad.

__No puede ser, no es justo. __Parecía que le hubieran clavado un afilado cuchillo en el pecho__. Mientras estés vivo hay esperanza, la vida siempre continúa,  hay que seguir luchando  y manteniéndose firme aunque  muchas veces parezca imposible.

Muchas veces sientes ganas de tirar la toalla,  sientes que no tienes fuerza para continuar, la esperanza te abandona, las ilusiones se desvanecen,  las alegrías desaparecen.
Muchas veces enmudece el alma,  me hace sentir siempre tan débil,  la vida nos mantiene alerta,  en ocasiones, es tan dura y cruel. A pesar de todos los inconvenientes,  nunca deberíamos de rendirnos,  debemos de tener siempre presente que la vida es valiosa, lo más importante y no rendirnos sin luchar.
Abre bien tus bellos ojos y extiende tu mirada más allá de tu alma.  Siempre habrá un mañana,  un nuevo comienzo, un atardecer a tu lado, una nueva oportunidad. Siempre. __Sin embargo, Pedro empezó a sollozar como un chiquillo. Estaba demasiado desesperado como para poder consolar a su amigo. Entonces, Beto se le acercó y lo rodeó con sus brazos otrora fuertes. También había lágrimas en sus ojos, pero estaba insólitamente tranquilo.

__Sé que estoy enfermo desde hace casi un año, y me lo había dicho el médico cuando regresé de  Malvinas, Pedro, las lesiones de guerra por uno u otro lado me acortarían la vida. Me cuidaste, me salvaste la vida cuando me había rendido entonces, me llevaste a ser abogado, pero ahora ya no puedes hacer nada, nadie puede. Tengo una lesión renal irreversible, progresiva, una hidronefrosis que me ha llevado en meses a insuficiencia renal, entré en diálisis sin que casi nadie supiera, estuve y sigo en lista de trasplante, pero me temo que no llegará un donante a tiempo, me estoy muriendo.
__Yo te donaré un riñón, los dos, de nada me sirve la vida si mueres _dijo Pedro prorrumpiendo en llanto abierto, Alberto esbozó una sonrisa leve.

__No es tan simple, no creo que seas compatible. Gaby no lo es, y ni siquiera he permitido que los chicos se hagan las pruebas.
_Pero… ¿por qué? Mucha gente vive con un riñón, y alguno de ellos sí debe de serlo.
__No, Pedro, ellos son mi límite y debes respetar mi decisión.__Los médicos han hecho lo imposible pero la enfermedad sigue avanzando sin remedio.

Pedro lo miró  horrorizado.
__No puedo vivir sin ti.
__Sí puedes. __Beto estaba preocupado por Gaby y los niños, sabía que Pedro era fuerte y lo iba a superar. Él lo había salvado y no se daría por vencido__. Quiero que me hagas un favor. Quiero que te ocupes de Gaby cuando yo no esté, que esté bien. Todo lo referente a los chicos está arreglado.  Y ella tiene todo cuanto pueda necesitar. Pero no es fuerte como tú, Pedro. Siempre ha dependido de mí.

__ ¿Quiénes más lo saben?
__Solo Matías, Gaby y ahora vos _contestó Beto, agitando la cabeza. Le dolía que Matías se lo hubiera dicho de aquella manera, pero quería que Pedro le prometiera una cosa__. ¿Me prometes que cuidarás de Gaby?

__Pues claro que sí __era espantoso. Hablaba como si estuviera a punto de emprender un viaje. En un abrir y cerrar de ojos pasaron por su mente veinte años de amor fraterno, el baile donde lo conoció, los años transcurridos en la universidad, la guerra, el hospital, la facultad de derecho, el apartamento que habían compartido donde al fin llevó a Gaby, las noches en que nacieron los chicos… Era increíble, imposible. Su vida aún no había acabado. No podía acabar. Lo necesitaba demasiado. Pero, entonces recordó aquella serie de infecciones urinarias y comprendió adónde conducía todo aquello. Beto se estaba muriendo, con él una parte de él. Se echó nuevamente a llorar y él lo abrazó con cariño.

__Al menos me alegra  haber visto que llegabas a ser juez.
__ ¿Por qué? No es justo.
__Pocas cosas lo son en la vida –dijo Beto, dirigiéndole una triste sonrisa.

No se estaba preocupando por él, sino por su mujer y sus hijos. Hacía varios meses que intentaba enseñarle a Gaby el manejo del estudio y a manejar sus asuntos ella sola, pero era inútil. Estaba completamente histérica, acabada, se negaba a aprender como si con ello pudiera evitar que ocurriera lo inevitable, y Beto sabía que solo seguiría viviendo por los chicos. Él estaba cada día peor y lo sabía. Solo iba al estudio una vez por semana. Por eso Pedro casi nunca lo veía cuando iba a visitar a Matías.
De pronto necesitó hablarlo con el amigo que pronto ya no estaría.

__Creo que empieza a odiarme.

Estaba tan desolado, que él asintió. Jamás lo había visto a Pedro de aquella manera. Eran tiempos difíciles para todos. Aún no podía creer que iba a morirse. Era como si se estuviera escapando el relleno de una muñeca de trapo, iba desapareciendo poco a poco, hasta que, por fin, dejaría de existir.
Sencillamente eso. Los demás despertarían y él ya no estaría. Así de sencillo. Sin el llanto, los empujones y los berrinches con que se viene al mundo. Sino con las lágrimas y los suspiros de los que pasan a otro plano, si de veras existía semejante cosa. Beto ya no estaba seguro ni de eso, y no sabía si le importaba. Estaba demasiado preocupado por las personas a las que iba a dejar, su mujer, sus hijos, su socio, Pedro, sus amigos. Todos parecían de pronto depender de él. La situación era agotadora, aunque, en cierto modo, también le ayudaba a vivir un poco más, tal como le ocurría en aquellos momentos con Pedro, le parecía que aún tenía que compartir algo con él antes de marcharse. Algo importante para él. Quería que cambiara de vida antes de que fuera demasiado tarde. Lo mismo le había dicho a Matías, pero este no quería ni oír hablar del asunto.

__No te odia, Pedro. Mira, tu cargo representa una amenaza para él, además, lleva varios meses muy disgustado con lo mío.
__Hubiera podido decirme algo, por lo menos.
__Le hice jurar que no lo haría, no le culpes. Por lo demás, tú eres ahora un hombre muy importante, Pedro. Tu trabajo es más importante que el suyo. Así están las cosas. Es una situación muy difícil para los dos, y tienen que adaptarse.
__Díselo tú.
__Ya lo he hecho.
__Quiere castigarme por lo que ha ocurrido. Odia mi casa, no es el mismo de antes.
__Sí lo es. __Demasiado, para lo que Beto hubiera querido. Seguía empeñado en los mismos principios, amaba su libertad. Llevaba una vida vacía y Beto se lo decía a menudo, pero Matías se limitaba a encogerse de hombros. Le gustaba su forma de vivir por lo menos hasta que a Pedro le ofrecieran el nuevo cargo. Esto le había molestado mucho, aunque no se lo hubiera dicho a Beto__. A lo mejor, está celoso de ti. No es bueno ni bonito, pero si posible. Al fin y al cabo, es un ser humano.

__ ¿Y cuándo se portará como un adulto? ¿O tengo que resignarme?
Era un alivio hablar de esas cosas normales, como si aquella pesadilla no estuviera ocurriendo, como si, hablando de cosas comunes con Beto, pudiera impedir que ocurriera lo inevitable. Como en los viejos tiempos. Eran tan dulces… Las lágrimas asomaron a los ojos de Pedro al recordarlos.

__No tienes que resignarte, pero dale tiempo. __Miró a su amigo pero pensando en otra cosa__. Quiero decirte una cosa, mejor dicho dos. __Habló con tanta vehemencia que a Pedro le pareció que sus palabras penetraban en  su alma como un fuego abrasador__. No sé lo que me va a deparar cada nuevo día ni cuánto quede… Si aún estaré aquí… Lo que voy a decirte será lo único que te dejaré, Pedro. Escúchame con atención.

En primer lugar, quiero darte las gracias por cuanto hiciste por mí, yo era un tipo descarriado. Estos años últimos de mi vida han sido un regalo tuyo, no de los médicos que me salvaron al regresar herido, solo tuyo. Tú me obligaste a volver a vivir, a seguir adelante. De no haber sido por ti,  no hubiera conocido a Gaby ni tenido a mis hijos. __Las lágrimas se deslizaban lentamente por las mejillas de Beto y Pedro se alegró de que ambos hubieran decidido almorzar en su despacho. Necesitaban estar solos__. Y eso me lleva a lo segundo.

Las orugas se arrastran lentamente en permanente contacto con la tierra, la mirada clavada en el suelo que transita sin ver nada más que el resto que a él cae y las briznas que del mismo emergen. No conocen otra cosa pues jamás han levantado la mirada al cielo ya que esa tierra tiene tal poder de atracción y pesa tanto que el esfuerzo por alzar la vista no compensa, pronto cae en el olvido y acaba siendo la única opción de vida posible para ellas.
En cierto momento un fuerte impulso les hace parar y envolverse en un hilo fino y suave que como jaula les encierra y aísla del mundo exterior. Es incomprensible, y el resto de las criaturas que les observan les critican tal comportamiento, las tachan de ignorantes y hasta les advierten de que es un auténtico suicidio en vida. Les duelen esas palabras mientras siguen recubriéndose así, porque es imposible resistirse a esa llamada.
Ya tapadas por completo los demás pronto se olvidan de ellas y siguen con su vida hasta que, en un instante sagrado, el capullo se abre y un ser maravilloso emerge de su interior, dotado de alas frescas, poderosas y hermosas y emprende un vuelo único e inigualable, porque es el suyo. Y algunos de esos demás les ven y se asombran ante tanta maravilla sin recordar que ese ángel de alas abiertas era el mismo ser que criticaron por encerrarse en la plena oscuridad.
La mariposa sí que se acuerda y les oye mientras se eleva pero ya no le importa y, sin querer regresar jamás a esa vida anterior, tranquilamente sigue su camino mostrando sin orgullo ni interés alguno la belleza que le adorna y que surgió de un acto de fe ciega y pura.
Somos orugas arrastrándose pesadamente por la tierra de cada día y, de vez en cuando, alguno elige encerrarse en su propia oscuridad, reconocerla, verla y asumirla para obrar el milagro que solo el silencio y la oscuridad escogidos puede brindar.
El trabajo de la oruga, secreto y silencioso, permite que la vida se abra con alas desplegadas en un espectáculo maravilloso a sus ojos de asombro, de sencilla inocencia, ausente de quejas absurdas, repleta de amor por el simple placer de existir.
Somos orugas que encierran una mariposa dentro deseando emerger a la luz. No desprecies tu capullo lleno de tu propia oscuridad y, si en ella quieres refugiarte, teje en silencio, sin prisa, con el hilo de lo que dentro de ti anhela la nueva realidad soñada y olvida las demás orugas: cada una tiene su tiempo y momento de forjar el capullo, pues a todos es ofrecido y todas ayudan a forjar tus alas.
Dicen que la mariposa no cuenta meses sino momentos, y así tiene tiempo suficiente para vivir cada instante repleto de polen mágico, volando tierra y cielo recogiendo el mejor polen, libando el más preciado néctar que la vida pueda dar.
Si quieres ser mariposa, no desprecies tu oruga.
¿Qué te digo con esto? Te estás engañando, Pedro. No sabes lo que te pierdes y no lo sabrás hasta que lo conozcas, no sabes volar. Te estás privando del amor, del matrimonio, de los compromisos serios, de la intimidad real, del verdadero amor. No de un amor prestado, provisional o alquilado. Sé que ese insensato de Matías te ama, pero no está dispuesto a renunciar a lo que cree su libertad. Sé que tú lo quieres pero no es el amor.
 Y él no quiere cometer el mismo error, dice querer ser libre, y es ese su mayor error.
Cásate, Pedro. Ten hijos. Es lo único que da sentido a la vida, lo único importante que dejas a tus espaldas. Seas quien seas y hagas lo que hagas, hasta que no tienes eso y eres eso, no eres nada ni nadie. Solo vives a medias. No te engañes, Pedro, por favor.

Beto lloraba sin disimulo. Lo había querido durante mucho tiempo y no deseaba que se perdiera lo que él y Gaby tenían y habían compartido. Mientras él seguía hablando, Pedro recordó cómo solían mirarse, cómo reían juntos. Todo aquello estaba a punto de terminar. Beto tenía razón.
Por una parte, hubiera querido disfrutar de todo aquello, pero, por otra, estaba asustado. Los hombres que se habían cruzado en su vida, jamás fueron importantes ni apropiados para eso, ni siquiera Diego. Y en aquellos momentos aun Matías y otros hombres sin importancia con los que había mantenido relaciones a lo largo de su vida, ninguno trajo lo suficiente para casarse y tener hijos. Quizás…, no, había transcurrido mucho tiempo… __Si se te presenta la oportunidad, aprovéchala. Déjalo todo, en caso necesario. Aunque no creo que haga falta.

__ ¿Qué me aconsejas que haga? Qué salga a la calle con un cartel que diga: “¿Cásate conmigo y tengamos hijos”?
Se echaron a reír como en los viejos tiempos.
__ ¿Por qué no? Pues sí, tonto.
__Te quiero, Beto _dijo Pedro, rompiendo a llorar mientras él le estrechaba entre sus brazos en una despedida anticipada.

__Nunca me iré del todo, Pedro. Tú lo sabes. Tú y yo compartimos mucho, muchas cosas que no pueden perderse. Como Gaby y yo, en otro sentido. Yo seguiré aquí vigilando la marcha de la vida de todos.

Pedro no sabía cómo podría vivir sin él y ya se imaginaba lo que estaría sufriendo Gaby. Era el momento  más doloroso de sus vidas.

Durante tres meses, le vieron rodar lentamente cuesta abajo. Y un tibio día de verano, en el que el sol brillaba más que nunca en lo alto del cielo, Pedro recibió la noticia. Era Matías, estaba llorando y a él le dio un vuelco el corazón. La víspera había visto a Beto. Le iba a ver cada día antes de ir al trabajo o de cenar y, a veces, por más ocupado que estuviera, jamás dejó de hacerlo. Justo la víspera, Beto le había tomado la mano y lo había mirado sonriendo. Apenas podía hablar, pero Pedro le besó en la mejilla. De repente se acordó del hospital luego de la guerra cuando le dijeran que iba a morir, y hubiera deseado sacudirle diciéndole que regresara a la vida, obligarle a luchar para volver a ser el que era, pero él ya no podía hacerlo, y era más fácil morir.

__Acaba de morir _dijo Matías con voz quebrada.

Pedro empezó a llorar. Hubiera querido verle una vez más, zambullirse en el cielo de sus ojos, oírle reír, verle los ojos. Pasó un minuto sin poder hablar. Luego, respiró hondo para ahogar sus sollozos.

__ ¿Cómo está, Gaby?
--Me parece que más entera que nadie.
 Hacía una semana que sus padres estaban con ella en la casa. Pedro consultó el reloj.

__Voy enseguida. De todos modos, he suspendido el juicio hasta la tarde. __Le pareció que Matías se crispaba al oír esas palabras, como si pensara que él estaba faroleando. Pero aquel era su trabajo. Era un juez de un tribunal, y acababa de suspender un juicio. ¿Dónde estás?

__En el despacho. Hay amigos que están llamando.
__ ¿Vas tú?
__Ahora no puedo.

Pedro pensó que si él hubiera pronunciado aquellas palabras, Matías le hubiera dicho con sarcasmo que se creía un gran personaje. Ya no podía discutir con él a pesar de lo mucho que se había esforzado Beto en hacerle cambiar de actitud. Le quedaban tantas cosas por decir, tantas cosas por compartir con aquellos a los que amaba… Todo había terminado. Pedro cruzó el puente con su automóvil llorando sin desconsuelo. De súbito, le pareció que sentía la presencia de Beto a su lado y sonrió. Aunque se había ido, ahora estaba por doquier. Con él, con Gaby, y con sus hijos.
Pedro sonreía sin dejar de llorar. Cuando llegó a casa, ya se lo habían llevado a fin de prepararlo para el funeral.
 En aquel momento salió Gaby del dormitorio con un sencillo vestido negro, sin maquillar, y con una coleta,  la alianza en la mano izquierda. Beto le había regalado algunas joyas muy caras, pero no las lucía en aquel momento. Pedro se acercó y se unieron en un abrazo. Ella estaba sola con su pena, con su orgullo y su amor, con el trabajo en el estudio, rodeada por la vida, el hogar y los hijos que ambos habían compartido. Estaba extraordinariamente preciosa, y hasta cierto punto, Pedro la envidió. Beto había partido, pero le había dejado una herencia que no era material, sino humana, un hogar, una vida en amor, y recuerdos de una vida plena. Ella y Alberto habían compartido una vida y más, algo que no todo el mundo tenía la suerte de encontrar, y había merecido la pena.
Por primera vez en la vida, Pedro experimentó una sensación de vacío. Lamentaba no haberse casado, no tener ese hogar, no haber tenido hijos.
Había un hueco en su alma que el trabajo no podía llenar.
Durante el funeral,  en el cementerio, cuando escuchó al sacerdote y cuando se quedó solo, Pedro experimentó algo que no hubiera podido explicarle a nadie. Y cuando intentó contárselo a Matías, este sacudió la cabeza y lo miró a los ojos con frialdad.

__No enloquezcas porque Beto ha muerto, Pedro.
Le dijo que su vida le parecía vacía porque no se había casado y no tenía hijos.
__Yo he hecho las dos cosas y te aseguro que eso no cambia nada. No te engañes, no todo el mundo tiene esta suerte. Te diré que yo nunca he conocido a nadie tan afortunado como ellos, son la excepción, no la regla. Y si te casaras en la esperanza de encontrar la felicidad sufrirías una  decepción, yo duré menos de un año.

__ ¿Y tú cómo lo sabes? __La respuesta de Matías lo había decepcionado.

__Te lo aseguro.
__No puedes opinar. Tuviste un desliz con una adolescente y no te quedó más remedio que casarte. Eso no tiene nada que ver con una opción inteligente a nuestra edad ni con amar a alguien.
__ ¿Intentas presionarme, Pedro? __Lo miró enfurecido y Pedro vio una expresión de cansancio en su hermoso rostro. La muerte de Beto lo había afectado profundamente__. No me parece el momento más apropiado.

__Te estoy diciendo sencillamente lo que yo siento.
__Sientes cosas tremendas porque acaba de morir tu mejor amigo. Pero no me vengas con la tontería de que el secreto de la vida es el matrimonio y los hijos. Puedes creerme, no lo son.
__ ¿Cómo demonios lo sabes? Tú no puedes juzgar a los demás, no intentes hacerme una valoración de las cosas, Matías. Te da tanto pánico encariñarte con una persona que te pones a chillar cada vez que alguien se te acerca.
¿Y sabes una cosa? ¡Estoy harto, hasta la coronilla de que me castigues porque el año pasado me nombraron juez!
__ ¿Es lo que crees?

Ambos pretendían desahogarse con sus gritos, pero las palabras de Pedro contenían cierta verdad, y Matías se ofendió tanto que se largó dando un portazo, y tardó tres semanas en volver a aparecer. Era la separación voluntaria más larga que se había producido entre ambos.
Pedro no supo nada de él hasta que llegó su hija para la visita anual, y él la invitó a su casa de la ciudad, ella se entusiasmó mucho con la idea, apreciaba a Pedro, y cuando se presentó en la casita, a la tarde siguiente, Pedro se sorprendió de lo mucho que había cambiado. Acababa de cumplir quince años y casi se había convertido en una mujer de esbelta figura, ojos azules y preciosa melena pelirroja.

__Estás muy linda.
__Gracias. Tú también.
Pedro la tuvo en casa una semana e incluso la llevó a la sala de justicia, pero solo hacia el final de semana hablaron de Matías y de su cambio de carácter.
__Ahora se pasa todo el día gritando __dijo la chica, que no se divertía mucho al lado de su padre__. Mi madre dice que siempre fue así. Pero cuando tú estabas con él se portaba de otra manera, Pedro.

__Últimamente está un poco nervioso.

Quería excusarlo frente a la hija para que esta no se creyera culpable de la situación, pero había otras muchas causas: Beto, Pedro,  los agobios del trabajo. Nada le salía de derechas. Y, tras el regreso de la niña a Córdoba, Pedro consiguió cenar una noche con él, pero acabaron arrojándose los trastos a la cabeza. Estaban discutiendo sobre lo que Gaby debería hacer con la casa. A Matías le parecía mejor que vendiera todo y se trasladara a vivir lejos, pero Pedro no estaba de acuerdo con él.

__La casa significa mucho para ella, no son ladrillos sino el hogar que creó con el amor de su vida, han vivido allí durante mucho tiempo.
__Pamplinas. Necesita un cambio, Pedro. No hay que aferrarse al pasado.
__ ¿Y tú por qué tienes tanto miedo de aferrarte a nada?

En los últimos tiempos, Pedro había observado que Matías quería estar cada vez más libre de ataduras. Era un milagro que la relación entre ambos hubiera durado tanto tiempo, aunque estuvieran un poco maltrechos. A finales de verano, el destino descargó un nuevo golpe sobre ellos. Tal como ya le habían vaticinado al ocupar el cargo de juez en el tribunal municipal, en cuanto se produjo una vacante, Pedro pasó al tribunal superior. No sabía cómo decírselo a Matías, pero tampoco quería que se enterara a través de terceros.
Con el corazón en un puño, una noche marcó el número de la casa de Matías ya que Pedro consideraba y se encontraba en su acogedora casita de la ciudad, leyendo unos textos jurídicos para analizar determinados artículos del código penal. Contuvo el aliento cuando oyó su voz.

__Hola, Pedro, ¿qué ocurre?

Parecía más relajado que de costumbre y Pedro no hubiera querido destruir aquel estado de ánimo. Pero le fue imposible evitarlo. Cuando le dijo que acababa de ser nombrado juez del tribunal superior, fue como si alguien le hubiera propinado un puñetazo en el estómago.
__Qué bien. ¿Cuándo será el nombramiento? __preguntó como si Pedro acabara de depositar una serpiente a sus pies.

__Dentro de dos semanas. ¿Asistirás a mi toma de posesión o prefieres no ir?
__Menuda manera de hablar. No parece sino que estás  deseando que  no vaya.
Se mostraba tan suspicaz, que no había por dónde cogerle.
_Yo no he dicho eso. Pero sé lo mucho que te molesta mi trabajo.
__ ¿Qué motivos tienes para pensarlo?
__Vamos, Matías. No empecemos otra vez con lo mismo. __Estaba cansado al término de una agotadora jornada de trabajo, y sin la presencia de Beto, todo le resultaba más duro e insoportable. El mal momento que atravesaban las relaciones con Matías no contribuía a  mejorar las cosas__. Espero que vengas.

__ ¿Significa que no te veré hasta entonces?
__Pues claro que no. Puedes venir a verme siempre que lo desees.
__ ¿Qué te parece mañana por la noche? __preguntó Matías como si quisiera ponerlo a prueba.

__Pues, estupendo. ¿En tu casa o en la mía? __Pedro se echó a reír pero Matías guardó silencio.
__La tuya me produce claustrofobia __dijo sin tapujos__. Te pasaré a buscar por tribunales a las veinte.

__Sí, señor _dijo Pedro con tono burlón que tampoco lo hizo reír.

Cuando se encontraron a la tarde siguiente estaban muy alicaídos. Echaban de menos a Beto, la única diferencia consistía en que Pedro hablaba de ello y Matías no. Este se había buscado otro socio y, al parecer, se llevaba muy bien con él. Lo comentaba satisfecho y se refería a los muchos éxitos que había tenido aquel hombre y al dinero que iban a ganar juntos. Seguía muy molesto a causa del trabajo de Pedro. Y este lanzó un suspiro de alivio cuando, a la mañana siguiente, lo volvió a dejar en la puerta de tribunales. Iba a pasar el fin de semana jugando al golf con un grupo de amigos, pero no lo había invitado. Pedro subió los peldaños de tribunales pensando que su vida no era fácil, en aquellos momentos.
De vez en cuando, recordaba lo que le había dicho Beto antes de morir. Sin embargo, no se podían establecer lazos permanentes con Matías. No estaba hecho para esas cosas, aunque, a decir verdad, tampoco él. Quizá por eso se habían llevado bien durante esos años. Desde hacía algún tiempo, los roces entre ambos eran casi insoportables. Pedro se alegró de que Matías tuviera que irse en viaje de negocios el día de toma de posesión de su cargo.


Marzo de 2018.

__ Bueno, Papá, qué look, pareces modelo  en lugar de juez _le dijo Fabián aquella mañana.

__Tengo que ir a tomar juramento a nuevos jueces, hijo _respondió con algo que su hijo percibió sin saber precisar.

__Pensé que no era tu función _respondió.

__Y no lo es, solo que esta vez, me gustaría hacerlo, pero, ya basta de preguntas y ve a estudiar, atorrante.
Sin embargo, un Guillermo Graziani que sonrió a su hijo enigmáticamente, salió esa mañana de su casa en Banfield.
Pedro pensó en Beto al ver el puñado de media docena de jueces, Miller que lo felicitó con un “ya te dije”, y un puñado de amigos en la sencilla ceremonia presidida por el presidente del tribunal superior. Gaby se hallaba en Europa con los chicos y sus padres. Antes hubo una dolorosa conversación con Pedro, pero sin ellos, la toma de posesión de Pedro no fue lo mismo y la ausencia de Matías fue otro motivo de inquietud.

El juramento se lo tomó un apuesto juez de apelaciones con quien Pedro había tratado una o dos veces a lo largo de los años. Tenía cabello negro, ojos café y canela expresivos  y penetrantes que pensó le leían el alma, por momentos en mirada severa, y un impresionante porte capaz de intimidar al más pintado, pero era, también, un hombre de risa fácil y sensual, aguda inteligencia y sorprendente simpatía. Era especialmente famoso por sus polémicas decisiones de las que solía hacerse eco la prensa nacional. Pedro había leído muchas cosas acerca de él, y se preguntaba si de veras sería tan fiero. En el trascurso de la ceremonia de juramento, le pareció que era más cordero que león, pero cuando su aroma lo envolvió, Pedro sintió que el mundo le daba vueltas, y cuando tendió la mano para estrechársela, la electricidad del roce, los impactó por igual, haciendo que se estremecieran de cabeza a pies.

__Felicitaciones, Pedro Beggio _ casi susurró la voz profunda del Juez, mientras la mirada se clavaba en la de su colega como si lo conociera, como si… le perteneciera.


CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.

EN BREVE, AL FIN DE LETRADOS PENSADO COMO RELATO… “REDENCIÓN”. QUIZÁ LA TIRA DEL 2019.

15 comentarios:

  1. Bellísima historia Eve...No me gustaba nada que Pedro se sintiera tan unido a Matías pero creo que ahora sí, por fin, acaba de conocer al amor de su vida...Por cierto el encuentro, como siempre, fue maravilloso...

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    1. ¿Cuándo será el día que confíes en mí loquita, sin berrinches como una Graziani? Era obvio que tu amigo no iba a durar, me hicieron correr para sacarlo casi de en medio, tengo mil dramas y me cuesta dar las complejas por ello la adelanté, ya llega el otro, por ahí te adelanto Y si Fuera, porque está antes equivocado, el otro y la cátedra, veremos cómo sale, no dije el secreto de Sarah, no me retes, ni idea qué saldrá, por ahora voy al rescate del estudio en el otro, con tu amigo de nuevo, perdón, no fue adrede, le tocaba te juero, mil besos.

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  2. Veronica Lorena Piccinino Por fin se conocieron.. .hermoso final y un nuevo comienzo para ambos

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