lunes, 13 de mayo de 2019

SIGNIFICAR CAPÍTULO QUINCE.


SIGNIFICAR

CAPÍTULO  QUINCE.


Cuando llega a su casa, el auto de Juan no está.
Mejor, piensa.
Se calmará. Tomará unas copas de vino. O quizás algo más fuerte.
¿Cómo era que la gente hablaba con tanta tranquilidad de la infidelidad?
Si se encuentra alguien mejor que yo, mis respetos, solía decirse Miller. Pero cuando el marido lo dejó, se fue con un tipo trofeo. Sin embargo, Pedro no lo era, o sí, era un verdadero premio que había elegido desde la primera mirada, aun sin darse cuenta.

“Las cosas vuelven al mismo lugar,
de donde salieron”. Rómulo Gallegos.


-Acabo de llegar, precioso, no puedo hablar con vos a cada rato _le dice más sonriendo por el cuidado.

__Lo sé, solo quería saber si estabas bien _ responde con el auricular tomado por   el hombro mientras se prepara la cena__. Sé que está mal que me meta con un hombre casado,
que estoy destruyendo una relación y todos esos argumentos o etiquetas negativas por la sociedad. Pero todo eso se nos olvida al cerrar la puerta, al chocar nuestros labios en un dulce y apasionado beso. Tú eres perfecto, solo yo soy algo imperfecto. Me enloquece unir mi juventud con tu experiencia. Me hace feliz cuando me desnudas y estremeces  mi piel con caricias que no me pertenecen, pero hacen sangrar a mi corazón y me elevan al cielo.
Amo sentir tu cuerpo, amo respirar tu aliento. Tal vez no soy dueño de tu corazón,
pero sí de tu cuerpo y de esas caricias que me hacen gritar de placer sin importarme lo que piensen afuera.
Te pido que me quites la vida, pero nunca me quites tus caricias. El viento trae a mí  tu presencia  y no sabes cómo quisiera  que amanezcas en mis brazos y así sentir el calor de tu piel, mientras oigo tus dulces suspiros, y así lentamente ir embriagándome con tu respirar,
por eso quisiera tenerte esta noche y que fuéramos dos cuerpos en el universo, amándose,
unidos en el deseo y la pasión, en el silencio sutil y en la penumbra de la noche,  dos seres, tan solo sintiendo el derroche de caricias  y de labios uniéndose, besándose y amándose, en un prodigar de ilusiones y sueños y es por eso,  amor  mío, que cada noche cuando cierro mis ojos, echo a volar mis fantasías  y entonces puedo tenerte a mi lado, como un gran volcán ardiendo.
__Quiero sentir cómo me miras, que me llegue tu aliento  como fuego encendido que derrite todo mal comienzo y se queda dando calor al hogar, al corazón que atrapado por tantos desprecios, está lleno de remiendos que quizá  sin tener conciencia de ello, de tanto mal uso está cansado, raído y hueco.

Quiero sentir que me miras como dos girasoles lo hacen al ser mecidos por el viento, que al caer el sol se inclinan llenos de energía buscando el reconocerse el uno al otro, después de mantenerse todo el día erectos, como hacíamos nosotros hace tiempo, al retornar de nuestros trabajos ansiosos de volver a vernos, nos fundíamos en un abrazo exagerado que terminaba en carcajadas libres y cantarinas sin venir a cuento.
Quisiera terminar como entonces, mirando sin miedo la vida, pues teníamos nuestro amor y nos sobraba todo lo demás; no existía para nosotros la desconfianza, ni las dudas, ni los celos, no sabíamos qué  era la desgana, nos parecía tener la potestad de parar el tiempo y vivir en un paraíso creando música con el ritual de nuestros cuerpos.
Quiero sentir, solo eso, pues me doy cuenta que en mí solo hay un vacío, estoy muerto  por dentro sin vos.
Inerte me siento, como botón de rosa caído sin poder abrirse, sin lozanía,  arrugado y seco.
Quiero sentir, que vuelvas a restituir mi alegría aunque no te quedes a mi lado, pues sabes que ningún mal te deseo y con un beso que me sonará como chasquido de látigo negro, te vayas de mi entorno, salgas de dentro de mí pues estás adherido a mi cuerpo.
Quiero sentir que apoyado en la pared blanca, como quedará mi faz cuando constate tu partida, lo único que sentiré será el aire que no quiero respirar, pues quiero morir si no te tengo, sin ti seré yo un muerto  en vida al no tener ese amor que yo creí único, especial y que lamentablemente no lo tengo.
Quisiera en este instante, ponerme una armadura para poder asfixiar esos sentimientos que tengo arraigados por  vos, que se vayan ahogando en su amarillenta y amarga hiel y no puedan golpear mi corazón como gota de agua que cae insistentemente en el mismo lugar, abriendo, desgarrando y produciendo un lacerante y profundo dolor, sobre todo aquello que humedece insistente sin descanso, hasta llegar a convertirlo en la nada.
Espero que llegue la hora del hastío donde no me importe nada lo que te esté sucediendo, deseo poder esconder entre las vicisitudes y las arrugas que me traerá el sufrimiento, este mal sueño que espero se diluya con la fuerza del devastador viento.
Esta tarde después de tu llegada no pude contenerme, cerré mis ojos y te trajeron a mí, bailé con tu alma y me dejé morir en tus brazos, ese dulce momento me besaba los labios, emprenderemos viaje a lo más sagrado del amor prohibido,  me gritaba el silencio, al amor tan deseado, donde solo las sonrisas guardadas en los silencios del alma toman vida, y es ahí vida mía donde bailaremos amor la danza nupcial de la vida en todo su esplendor porque al fin, nuestras almas se unirán  en el ardiente suspiro de un beso enamorado y eterno.

En la soledad de tus noches, recuerda siempre que no soy lo que escribo  para vos, soy lo que vos  sientes y deseas, soy ese silencio que no te olvida, ese silencio que te piensa, un silencio que siente en la soledad de tus noches la ausencia de mis brazos, pero yo también estoy huérfano  de tu mirar, tampoco tengo tu presencia en mis mañanas, pero encadenado tengo tu recuerdo atado a esa sombra  de vos que me acompaña en esta soledad cruel que va minando mi alma, donde en sus oquedades resuenan tus palabras y anhelos, me falta la mirada profunda de tus ojos, ¿sabes amor que guardo cosas de vos y a la vez nada tengo?, guardo tu sonrisa y la forma de tu boca, las guardo en mi retina, echo de menos tus ojos rodeándome todo  y perdiéndote en mi sonrisa, pero aquí sigo en esta historia de amor soñada, donde sueño a cada instante ese abrazo esperado, donde al confesarte mi amor un rubor de enamorado  surge de mis adentros, la respiración se corta y mis pulsos se frenan, parece faltarme el aire en esta tarde al sentir que esta  tarde volvías a sembrar amor en el jardín de mi vida.

__Hablas raro a veces, Guille, apenas te has ido y pareces despedirte.

__Juan me engaña, Pedro _le confiesa.

__ ¿Qué?
__Lo que oyes, con el chico de la farmacia, se terminó, mi matrimonio se termina, sé que podría seguir así, con máscaras y mentiras pero no creo que  merezca la pena, me parece que es hora de volar cielito.
__ ¿Estás seguro de  lo que dices? Es raro que Camila no sepa ni me contara nada.
__ Estoy seguro, igualmente por lealtad a tantos años de matrimonio  espero que podamos hablar con la verdad,  y luego no sé, ya veremos.
__Lo siento.
_Tal vez sea lo mejor.  ¿A qué sabe el amor?, me pregunto cada mañana   cuando amaneces en mis brazos y debería decir que por la mañana sabe a fresas, que es el sabor de tus besos,
con los que me das  el néctar de tu esencia,  mas también sabe a pasión,  esa misma que me ofreces  cuando me miras y tus ojos parecen devorarme o cuando me brindas esa sonrisa
tan tuya y tan pícara, esa misma sonrisa  que lentamente enciende  mi cuerpo  cual cerilla, y sí,  hasta tu respirar agitado  con el que amaneces cada mañana, mientras el calor de mi cuerpo abriga tu desnudez   sabe a tu aroma, esa fragancia  que cautiva y enloquece mis sentidos, en conclusión, el amor simple y sencillamente  siempre sabe  a   vos.
__Te propongo algo.
__Escucho.
--Entrelazado en la enredadera de tus brazos, mezclado con el dulce néctar del amanecer de tus versos y contemplando el rojo carmín de tus labios, he visto colibríes de mil colores y arrecifes coralinos de infinitas tonalidades.
He visto el azul ultramar del amor en la mirada de tus ojos, el verde simbolizando la alegría de tu sonrisa,  el amarillo símbolo de la nostalgia, de viejas historias pasadas y el rojo como fiel reflejo de la pasión encendida que expele tu cuerpo, así como el morado, símbolo de sufrimiento.
He vivido del lila de tus besos, al rosa de tus caricias así como del naranja de recuerdos sentimentalistas de viejas historias pasadas y vividas en la lontananza, a veces, de un adiós lanzado al viento sin dirección ni rumbo.

Te he sentido como un arco iris de sensaciones alejando dudas existenciales de tu memoria, he bebido el desamor y me he embriagado en ti de ansiedades escarlatas que no esperaba, enmarañado en el magenta de arcaicas turbulencias pasadas.
Es lo mejor para todos, Guille _ le dice Pedro, te amo __. A veces, cuando te miro sin la percepción de mi presencia, te contemplo abstracto imbuido en tu persona. Te miro, como ese punto del horizonte, donde te percibo  más allá de esta física, escaneando cada partícula
invisible de tu alma ajeno al restos de los ojos. Ese punto inalcanzable en que no alcanzo a abrazarte, simplemente, limitándome a esa fascinación de admirarte, saborearte con la mirada asombrarme, suspendido, a esa simple admiración enamorada de mirarte, y sentirme satisfecho de que seas ese punto cercano que nunca desvelo.
A veces, que suele ser frecuente, reiterado, te observo, en ese tu hacer silencioso, envuelto
en tu rutina, y sobreabstraído, rodeándote te examino envolviéndote, como los videntes, buscan a Dios  en el infinito, como quien busca la esencia de su ser la razón de su existencia, su eterna soledad en el silencio del universo, como quien busca en la materia, su alma, como el astrofísico busca los orígenes en el cosmos, como yo busco la infinita pregunta  del porqué te quiero tanto.
A veces, cuando la ocasión lo precisa, cuando el oportunismo  lo requiere, me gusta con qué naturalidad te desnudas…  sutil, pretensioso, con la sola pretensión del silencio confidente.
Te ausculto con la mirada, cómo desabotonas esa camisa contenedora de tu cuerpo, con qué magia encantadora te liberas de los corchetes opresores  de tus salientes, descendiendo por tus piernas  los tejanos  que mis manos desearían  descender, y así, desarropas la breve tela, de ese tu misterio más oscuro, quedando en la breve desnudez  de mi cuerpo, abrigándote con mis manos desnudas. A veces, cuando cabalístico te contemplo obsesivo, desearía desvelar, todos tus enigmas y misterios, pero siento y pienso que es mejor  no descubrirlos hasta mi muerte, porque así soy feliz, en ese intento de descubrirte para siempre.
__Como cada mañana en ese ritual de cada día, iniciándome en él he despertado a su recuerdo, como siempre me despiertan los números breves, menguantes, que suman lo que resta del día, en la matemática de un mundo que posee más relojes que tiempo, más tiempo que hombres, más razas que humanos, que creen poseer el espacio y el tiempo.

He desayunado la vida siempre, baja en calorías, un café fuerte, negro personalizado con sabor a usted, y el amor que siento a veces dulce  o ausentemente amargo, y esta emoción que siento más por causa que por efecto.
Me he asomado a la ventana contemplando el nublado cielo, he mirado hacia el punto
abstracto del horizonte, donde comienza la calle,  usted y el sol. La lluvia  me amenaza con acariciar su cuerpo, la tormenta, sádica me previene, retorcida, de poseerlo hasta los huesos.
Ya el cielo rabioso le atronó piropos, en el intento de espantar mis ojos, y un flash tras otro
 lo retrata en el negativo del cielo, y un trueno salvaje de relámpagos luminiscentes, brevemente lo ilumina a usted con el horizonte.
No, no dudé, ni divagué ni pensé, puse un paraguas en mis manos, un aislante a mi alma inquieta, y corrí, corrí a esperarlo a mi puerta. Cuál fue mi sorpresa al verlo bajo la lluvia,
que trajo usted una sonrisa y dos paraguas, bastó solo uno para encontrarnos en un mojado beso.

__

Juan está por llegar a casa. Se ha bañado en el motel. Un baño mal mantenido, las esquinas curtidas, pero él se ha quedado bajo la ducha mucho rato, se ha dado en todas partes con el jabón pequeño, duro, con olor a lejía. No quiere que Guillermo perciba nada. No quiere que note su confusión, ¿o sí?  Ha llevado a Matías a su casa, a su barrio en la autopista norte, un barrio cerca de andenes. Qué vidas más dispares viven, y sin embargo cuánto lo desea, el muchacho es delicado, no hay nada de tosco ni malsano en él. Su ingenuidad lo conmueve, su falta de artificio, su cuerpo y su vida elementales le atraen. Él fue así en su juventud, pero Guillermo siempre fue un reto, y se propuso esa relación como un desafío. Si hubiese seguido la carrera, habría sido un médico estupendo, pero él lo convenció de no seguir. Luego la abogacía lo absorbió y además estaba Fabián. Él fue egoísta. Por celos. Sabía que Guillermo habría podido encontrar otro quizá  más merecedor que él de su afecto, más guapo, mejor amante, más honesto y temió eso. Y le creó un castillo donde conservarlo ocupado, seguro, y protegido aunado a ese oficio que le pareciera pleno. Y él lo aceptó. Ahora el hijo se ha ido y él odia verlo rondar y quizá mantenerlo enjaulado en su dominio.

Detesta su ambiente, no comparte sus intereses ni amigos, pero no puede oponerse, solo masculla  a solas o se desahoga con quienes tienen opiniones similares. Él no tiene claro qué hace Guillermo con su tiempo, nunca fue a uno de sus juicios, no entiende ese estudio de provincia con esa gente que eligió por relámpago o presentimiento. A veces lo nota silencioso, deprimido, hosco. En otras, percibe en él una energía casi animal como la que hace meses lo enfebreció sexualmente. Llegó a pensar que no era por él esa pasión que mostró, los súbitos orgasmos. Pero lo descartó. Era un asunto hormonal quizá. Podía darse. Luego él se interesó por Matías y esa inquietud se esfumó y ahora es Guillermo quien ha perdido el interés. A falta del tema del hijo que por años lo absorbió, no compartiendo intereses otros, conversan poco. Sospecha que lo culpa por no haber seguido su vocación inicial.
¿Cómo iría a ser el resto de sus vidas? ¿Envejecerían con la fraternidad de compañeros de cuarto en la universidad del tiempo transcurrido?
Matías es la promesa de un espacio suyo. Le remuerde  la conciencia pero piensa en tantos de sus amigos que así resuelven las carencias hogareñas. No es un mal arreglo, pero él es posesivo, celoso. Ha debido controlarse para no ir sin anunciarse a la farmacia. Se preocupa de eso que ha crecido en él como una  de esas explosiones vegetales repentinas que, en el invierno de lluvia del trópico transforma una rama seca en florida de la noche a la mañana. No está seguro si se trata de una obsesión o de amor y teme el ímpetu poderoso de su propio sentimiento.
 Entra a su calle, ve el auto de Guillermo en la vereda, se estaciona, respira profundo y mete la llave en la cerradura de la puerta de su casa.
Imagina por un instante la turbulencia en el corazón de su matrimonio. Encuentra la casa en penumbra. Pasa por el vestíbulo y enciende la luz. Entonces ve a su esposo sentado en la silla de su madre con la copa de whisky, mirando  la fuente del jardín.

__ ¿Qué haces en lo oscuro? _pregunta al tiempo que se acerca a  darle un beso en la mejilla, apenas un roce superficial.

__Nada _dice él, recibiendo fríamente el beso que él le da.

__Vengo con un hambre tremenda, no  puede comer nada desde el desayuno _dice Juan, adoptando un tono liviano__. Voy a lavarme las manos.

Es una obsesión profesional, desde que inició la carrera siente que debe de lavarse las manos a cada rato. En tanto Guillermo se levanta y va a decirle a Julieta que ponga la comida.
En el baño, Juan se lava las manos esta vez más por nervios que por higiene, aunque su intuición no suele darle señales de alerta, su olfato de médico ha percibido la rigidez y distancia del cuerpo de Guillermo.
Se tranquiliza diciéndose y pensando que es su sentimiento de culpa el responsable de que imagine lo que no tiene razón de ser. Regresa al corredor y sigue a Guillermo a la mesa donde está servida la cena.

El comedor está iluminado por la pequeña araña de cristales. La madera torneada y bruñida de los muebles refleja diminutos racimos de rombos que cuelgan de la lámpara. Son seis las sillas alrededor de la mesa. Guillermo está sentado en la cabecera, él a su derecha, Los muebles art dèco, las pinturas de paisajes de estilo italiano nunca han sido del gusto de los comensales, pero se han acostumbrado a esos objetos heredados y solo en momentos como este el entorno contribuye a que noten el rastro de los ancestros y huelan el pasado en las especias que usa la mucama. Discípula culinaria de la antigua ama de casa.
Es una noche húmeda y calurosa. Sobre la mesa luce un mantel bordado y una ensalada verde además de papas al vapor. Hay tenedores y cuchillos.
Guillermo está poseído por las furias, al llegar a su casa y entrar a su habitación ha sentido que cuanto lo rodea es falso y estático. Con una sensación de asfixia, se ha dado una ducha y mientras el agua de la regadera caía empapándolo  ha llorado silencioso. Las palabras  de su psicóloga de ver ese tiempo como suyo, de habitar su cuerpo por el puro placer de ser quien es, la experiencia de sentirse médico en el dilapidado centro de salud, Pedro y sus ternezas, la visión de Juan con Matías, se han arremolinado en su conciencia formando un tornado, un huracán que se enrosca en su garganta y le impide probar bocado.
Juan le sirve. Habla de su trabajo. Él no ha dicho más que hola y qué tal tu día…  las fórmulas civiles de siempre. Guillermo corta el pollo con fruición en pequeños trozos, incapaz, por más que se lo propone, de fingir que nada ha cambiado, de continuar el engaño (la suma de engaños, piensa) que es su matrimonio.
Juan, en cambio, no cesa de hablar. Cuenta la historia de un paciente cuyo hígado ha dejado de funcionar, habla del dilema de la familia, la imposibilidad de un trasplante.
Guillermo lo mira fijo. Toma el vino tinto de su copa en sorbos anchos y se sirve otra vez.

__ ¿Te has dado cuenta de que siempre escoges la cena para hablarme de enfermedades? _interrumpe Guillermo.

Juan se queda mirándolo con el tenedor en el aire.
__ ¿Te molesta? Porque vos me hablas de tus clientes y casos.
__Siempre me ha molestado como a vos mis casos, supongo.
__Nunca me lo has dicho.
__Porque no se me ocurre qué otra conversación podríamos tener sino esta.

Juan sonríe incómodo. Muerde el pollo, las papas. Teme el rumbo beligerante de la conversación. No está de humor para disgustos. Querría terminar esa noche en paz y así dormir con las imágenes desnudas de Matías que por instantes atraviesan su pupila como una película de fondo.

__Es mi vida, Guille, lo que hago a diario __sonríe irónico__. ¿De qué otra cosa quieres que hable?

__ ¿Estás seguro de que eso es lo único que haces en la vida, ir al hospital, ver pacientes?
Juan lo mira con aire de que lo responderá porque ni modo, aburrido.
__Y estar con vos, con tu hijo. Si no quieres hablar de mí, ¿por qué no me hablas de tu día? _ sonríe irónico__. De seguro ganaste varios juicios y tu día está lleno de historias.

Guillermo no piensa en el estudio ni en tribunales sino en  Menfis,  el gato de Pedro. El aire cimbrea dentro de su cuerpo, se enrosca y recorre su espina dorsal. Alza la cabeza con despecho.

__Vamos a ver. Mi día podría narrarse de dos maneras.
La primera. Esta mañana. Cuando me levanté, ya te habías marchado. Sylvia, la masajista llegó puntual a las ocho. Salí a juntarme con José para hacer ejercicio de nueve a once. Regresé a casa, me bañé. Vi con Julieta la despensa. Hice la lista de lo que debía comprar. Discutimos esta cena que nos estamos comiendo, si hacer papas o ensaladas, si el pollo asado o en salsa, ella conoce tus gustos: “A la parrilla lo prefiere”, me dijo. Y así se hizo a la parrilla. Luego almorcé algo rápido, y pasé el resto del día en el estudio, una quiebra fraudulenta, un divorcio contencioso, las peleas de siempre con Marcos, las discusiones de ética con Gaby, y de regreso hice las compras en el supermercado. Gran día, ¿no? Un día de neuronas fritas, de matar el tiempo hasta la noche.

Pero, mi día puede ser narrado de otra manera. Después que te despedí al desayuno, me vestí con mi ropa de gimnasia. No me bañé porque al amante a quien iba a visitar le gusta oler la noche entre mis piernas. Llegué a su casa. Hice el amor. ¿Cuántas veces? No lo recuerdo bien. Más de una, creo, pero una habría sido suficiente. Él es joven, vital, con una energía abrasadora y a veces tiene ímpetus.
 Pero alguien llegó a tocar la puerta. La vecina estaba enferma y mi amante, sabiendo que estudié algunos años de medicina, me llevó como tabla de salvación a ver qué le pasaba.
Ni siquiera te llamé porque no es tu hábitat la gente humilde. La enferma estaba febril. Tenía frío. Temblaba de pies a cabeza. Sopesé si era dengue o malaria. Revisé la vivienda. Había agua en barriles. Le prescribí antipiréticos y cuando bajó la fiebre, la llevé al centro de salud, al espantoso centro de salud del barrio, descuidado, repleto de gente esperando ser mal atendida. Con esta cara mía, mi ropa de señor bien, y, logré entrar al laboratorio, ¿sabes?
Dije que era doctor y me creyeron porque en ese momento yo  era el doctor que debí ser y nadie osó cuestionar mi autoridad. Le tomaron  la muestra. Era malaria. Plasmodio vivax. Le reconocí bajo el microscopio. (Juan ha dejado de comer. Lo mira incrédulo. Quiere sonreír, pretender que está disfrutando su descabellada historia, pero la mueca en su cara denota y delata el efecto desconcertante de las palabras de su esposo)

En el centro de salud no tenía Aralen. Han tenido diez casos de malaria en los últimos días y se les terminó. ¿Qué te parece? Riesgo obvio de epidemia que nadie informó. No han dado la voz de alerta. Entonces llevé de regreso a la enferma a casa y me fui caminando a la farmacia.
Ah, pero en el camino tuve un súbito temor o inicio de pánico y no quise entrar así a la farmacia. Caminé alrededor de la cuadra. (Juan baja la cabeza. Se mira las manos que junta por la punta de los dedos) ¿Cuál sería mi sorpresa, Juan, imagínate, cuando vi a mi marido, muy sonriente y caballero entrar en su automóvil y partir raudo a la par de Matías, el muchacho que atiende junto con Camila? Curioso, ¿no?
¡Las cosas que uno le debe a los cambios de la vida! De no ser por lo que pasó en los vecinos me habría perdido ese encuentro.

Guillermo calla y solo le sostiene la mirada cuya intensidad asusta. Bebe hasta el fondo lo que le queda en su copa de vino y se sirve  más.
__Guillermo, por favor, casi has tomado media botella vos solo.  No te alteres. Te lo puedo explicar. No necesitabas hacer esa historia de amantes para decirme lo que viste.
__Ajá _replica él con una ancha sonrisa perversa __. Soy todo oído.

__Pasé por la farmacia a comprar unos medicamentos y le di a Matías un  aventón a su casa.
__ ¿Qué medicinas? ¿Dónde están? __Guillermo sigue sonriendo.

__Eran para un paciente que fui a visitar antes de venir a casa.
__No mientas, Juan _el semblante de Guillermo ahora es casi compasivo__. No sabes mentir.

__Pero es cierto, Guille. No saques tus conclusiones. Yo no voy a creerte esa historia que tejiste con Pedro… ¿Eso quieres que crea, que te estás acostando con Pedro?
__Pero es cierto, Juan_ dice con una sonrisa superior, imitando  su tono ligeramente cínico__, todo lo que dije es cierto. Primero lo cuidé  luego del accidente, empecé a pasar tiempo con él mientras estabas en tus congresos. Aquí el único que ha mentido sos vos. Yo estoy hace tiempo con Pedro, vos con Matías. Es casi risible. Ni siquiera un triángulo sino un cuadrilátero.

__Pedro nunca tuvo nada con Matías, ni siquiera con Camila.
__ ¿Te fijas? ¿Y cómo sabes que no tuvo nada con ellos? ¿Te lo contaron?

Juan se levanta. La sorpresa de sentirse descubierto es como la calma que precede la tormenta. Se asoma al jardín. ¿Es que yo lo sabía y no quería verlo? _ se pregunta. Regresa al comedor. Guillermo no se ha movido.

__Sí, me acosté con Matías. Me gusta, me atrae, no sé si lo quiero o no, pero pienso en él todo el tiempo. Pero vos te estás acostando con Pedro. ¿Qué derecho tienes  de reclamarme nada?
__Estamos mal, Juan, hace años que somos solo compañeros de ruta, que andan  en paralelo y solo se acuestan en la misma cama con algún encuentro sexual por necesidad, esto se acabó.  No sé ni siquiera cuántos años hace que se acabó y ni siquiera nos dimos cuenta.
__No entiendo cómo puedes hablar así _ dice él aferrándose al respaldo de la silla.

__Porque es la verdad.
El rostro de Juan se ha transformado en un rictus de impotencia y rabia.
--¡Nunca nos ha faltado nada, Guille! Yo he cumplido siempre con vos. ¡Cómo te atreviste! ¿Qué se  te metió en la cabeza? ¿Qué va a decir tu hijo? Mira que acostarte con un carpintero, podrías haber escogido mejor, José por ejemplo, al menos alguien de tu edad y profesión. ¡No puedo creerlo!
__Pues en gustos hacemos buena pareja por lo visto _ dice Guillermo, apartándose, parapetado tras de la silla. El corazón  afanado y retumbante latiéndole en el pecho_. Vos también estás fuera de tu liga de médicos y enfermeros, con un pibe que bien podría ser tu hijo.

__No es lo mismo. Lo sabes bien, yo llevo días, poco, no sé si te dejaría por él.
__No es lo mismo porque… pones las reglas de juego, y decides qué está bien y qué no, Juan.
__ Los tiempos cambian y ahora se supone que deseas una pareja abierta y acostarte con todos, ¿es eso lo que quieres?
__No me insultes,  nunca lo he pensado ni he cobrado o pagado por sexo –lo dice con una sonrisa burlona, malévola__. Lo hice por gusto, porque me dio la gana, ¿estás claro? Igual que vos.

__ ¿Con que esa es tu idea de la igualdad ahora? –grita Juan, un grito impotente con los ojos cerrados y la cabeza alzada, al tiempo que se da con el puño derecho en la mano izquierda una y otra vez__. ¡No puedo creer esto! Llevamos veintiséis años casados y nunca hubo un reproche, un alerta. ¡Jamás habría esperado esto de vos!

__Ni yo de vos. Pero todo sucedió por algo Juan, de hecho quizá porque nunca hubo reproches aunque ninguno de los dos era feliz, y por Fabián no te preocupes, le diré la verdad, es un hombre, tiene su vida, espero entienda que tengo derecho a vivir la mía como me venga en gana.  Esto es vos y yo haciendo lo mismo y al mismo tiempo. Las cosas ocurren como debe de ser. ¿No crees que sea una señal? Ya no nos queda nada que decirnos siquiera. Andamos huyendo, buscando sentido en otra parte porque ya no lo encontramos en esta relación. No es culpa tuya, ni mía, o si lo fue, ya es muy tarde para remediarlo.
__No digas una palabra más, ni una más _ dice Juan_. Si lo que quieres es que esto se acabe, ¡se acaba ya! __se dirige a la puerta de la casa y sale dando un portazo. Guillermo se deja caer sobre la silla apabullado pero aliviado.

Julieta aparece al poco rato. Casi de puntillas quita los platos de la mesa. Guillermo la ve sin decir nada...
Ella termina de levantar la mesa, desaparece tras la puerta de la cocina pero regresa. Se para frente a él.

__Señor _ dice mirándolo compungida.

Guillermo se levanta, y le tranquiliza con un beso en la coronilla.
__Si me necesita, no tiene más que llamarme.
__Gracias _le dice él__. Ve a dormir. Yo saldré un rato y luego dormiré en el cuarto de Fabián.

Son las  doce  de medianoche, hora precisa para la cita en aquel hotel, cuarto 323, la habitación espera el sonido de mis  zapatos, así se van encendiendo las llamaradas de la pasión,  amor prohibido, pecado del infierno, pensamientos lascivos sin nada que me detenga.  Abro la puerta y ahí estás, sentado,  sin decir una palabra, solo miradas que gritan,  que se estremecen, que dicen: ven, hazme tuyo, acá estoy, saca a la fiera,  sé mi dueño, al que quiero yo.
Mi ropa  juega con el viento al dejarme al descubierto,  bóxer  negro  cubriendo mi tez blanca, me acerco a ti y con mis dedos,  te indico el silencio, no quiero palabras, solo besos que vistan mi cuerpo. Te abro la camisa, desato tu pantalón,  acaricio tu cuerpo, lento, muy lento, mientras el suspiro se calienta.
Así llega mi mano a tu sexo, está como quiero,  te miro con perversión y te beso...
Mis piernas sobre tu caderas, guío  tus manos a mis pezones  erectos, besos que devoran las ansias, perversión en la mente, el juego comienza, fuerzas de fieras que se desean en el silencio.
Empujo tus piernas, mientras mi cuerpo se desliza a la gloria del infierno.
A tus pies me quedo, tus manos sujetan mi pelo, te beso...  mi mano y mi  boca juegan a la aventura, sensaciones en mi  boca, sientes la humedad de mi lengua que juega como una loca, baja hasta tus origines más profundos, lame, chupa, entra y sale, muerde, tira, arranca la carne de gemidos excitantes que juega, que se entrelaza en tu sexo, manos que bailan al compás de mi lengua, suben y bajan y el gemido...  que estalla.
Mis pezones  erectos, se unen al juego, tu sexo en medio de ellos, mientras te miro lascivo gritando lo que deseo.  (Te encanta la suciedad de mis palabras que hacen reventar tus oídos)

Me levantas, me tiras a la cama, abres el camino a tu paraíso, manantial que se desborda por tus besos, infierno que arde a la medida que enciendes mi lujuria, me devuelves lo dado.
El cuerpo me arde, mi garganta se desgarra al salir los gemidos, de sentir tus dedos en mi  umbría haciéndome reventar en un fuerte grito del primer orgasmo, no tienes piedad de mí, entras con desenfreno, me galopas, mis piernas se entrelazan en tus caderas, semental salvaje que me posee y los gritos revientan el sonido de las cuatro  paredes que nos encierran en este basto hotel del infierno.
Un Kama Sutra es poco para lo que pasa a continuación en el cuarto, la posesión de mi cuerpo bajo tus deseos, bailes de caderas, ritmo que no se detiene, mil formas de hacer el amor, sin dejar nada sin tocar, sin penetrar, ansias matadas, sudor en los cuerpos, tres orgasmos regados, suspiros por haber probado el pecado y una mirada que dice en el más completo silencio...  te amo.

__ ¿Cómo estás? _le pregunta Pedro acariciándole el vientre desnudo.
__  Liberado supongo. Hay tantas definiciones de amor, las garras de la soledad pueden aparecer tan afiladas que en ese monasterio de a dos que es la interioridad de un matrimonio, aun la pasiva indiferencia se hace pasar por afecto. La relación llega a parecerse al incesto.
El vínculo de tiempo sustituye al vínculo de sangre.
Día a día se practica la benevolente tolerancia. La humana pareja labra escaleras de incendio, túneles para escape aunque nunca los use. Al cabo de años ¿quién no ha pensado en dejar que el esposo o el marido? ¿No es acaso la resistencia más que el amor lo que se celebra cuando se llega a los grandes aniversarios?
 Y sin embargo, la inercia es mayor que el impulso de desafiar la institución. Tan rotundo es el cerco de las convenciones y costumbres, tan enormes los cómplices de engaño de la iglesia, el estado, las leyes, los hijos, los amigos, que la pareja mal avenida solo puede aspirar a agrandar la jaula que ocupa del zoológico de parejas felices. A más grande el terreno, menos chance de pisarse los callos entre ambos.
Así que subsisten los que a menudo deben separarse, viajar, darse espacio. Los enclaustrados sufren, se flagelan de noche. La privacidad de los baños es santuario y celda sacrosanta de las parejas. Allí se llora, allí se masturban los esposos, allí cada quien murmura sus gritos.

__Ya pasó, Guille, ya lo peor pasó __ le susurra besándolo__. Tómame la vida.

__ Vos reclamas  todo mi cuerpo como un perito necesita  de muerte, la aprobación por identidad; es así como urge de mi humanidad. Me reclamas  con insistencia. Necesitas  verter su impudicia, un depósito para tus efluvios, una diana para tu candor.  Vos preparas tu emboscada sobre un manto de sexualidad. Aprietas fuerte tus manos contra el ardor de  mi maduro sexo. Tus deseos desgarran de mis carnes un aroma remontando el llano. El frenesí del sabor colma los éxtasis de mi avidez. La semilla, mi virtud en el mundo, se esparce dentro de tu universo; las condiciones de mi sangre a la perfección de tu seno vital.
 Vos  exiges devorarme, ya, ahora. Yo, macho  he acudido suculento a tu festín. Indescriptible. Mi vida por este amor.
_-Escribiré sobre tu piel, estas letras que brotan de mi corazón y lo haré sin tinta ni pluma, lo haré con mis labios y mi saliva, mientras mis apasionadas manos dibujan  las caricias,  que delinearán la curvatura de tu cuerpo, más trataré de rimar nuestras pieles, formando versos con tu mirada y crearé miles de metáforas  con tus ojos, tus labios de miel y con la ayuda de la llama   que late en tu pecho, haciendo de ti,  una poesía o quizás un soneto, o una fábula o un cuento, más de lo que sí estoy seguro, es de que tú y yo nos volveremos leyenda y recrearemos una historia  de amor jamás contada, por eso comenzaré con tus labios y verso a verso  los iré transformando en besos y deletrearé tus suspiros, antes de comenzar a amarte.

__Piel erizada, de poros abiertos... Como pimpollo de rosa, en pleno desierto. Latidos acelerados, sin ritmo preciso que alertan mis ganas, sin previo aviso. Cada encuentro  es química pura, cóctel de sabores, a pura locura... Todo  se improvisa, no hay planeamiento.
Nos devoramos de a poco, en eróticos encuentros. El tiempo se detiene, no sabemos por cuánto. Es casi imposible  resistirme a tus encantos. El aire es tan denso, cada vez que respiro que arranca sin piedad  una ola de suspiros. Todo es calor, atmósfera candente. La lujuria disimula un estado elocuente. Me quemo, te quemas, en frondosas llamaradas que a esta altura  ya no importa nada. Fluidos ácidos  penetran por doquier y  ahogan nuestra libido, casi sin querer. Sin explicación, el calor es tan intenso que provoca escalofríos, cada vez que te tengo.

__ No pienses ni sufras, Guille, tenemos mundos diferentes pero quizá más similares a los que compartías con él y te amo. Acaríciame despacio y déjame disfrutarte, que el amar es obra de arte,  tienes que darle su espacio, y dejar de ser reacio que mi cuerpo te ha llamado, y ya se ha confabulado a despertar tu pasión, esa ha sido la misión de este mi sueño dorado.
Recorrerte sin descanso impregnarme de tu ser, ser tu perfume y oler como jardín en remanso, contigo nunca me canso,  despiertas mil sensaciones, desnudas mis emociones tus caricias me seducen, pero luego me conducen a tu volcán de erupciones.
Mas no todo es sexo, he pensado, y quiero todo contigo, me amoldaré a tu mundo así deba estudiar, y no soy tampoco un ser primitivo, no tengo diplomas pero sí cultura. Te amo, te respeto y te admiro, eres extraordinario mi amor.
__Lo sé precioso, he visto tus libros, sé quién sos.

¿Con qué mano quieres que te acaricie si al mirarte te estoy dejando mi vida, prefieres mis labios deseosos de tu sed?
¿Cómo haces  para ser dan dulce  en tu palabra?
Sabes que me siento totalmente tuyo, qué forma sensual tienes de besarme. A veces pienso si es verdad que existes, o sos el ángel que un día Dios me prometió,  ven que junto a ti no tengo frío, voy abrazarte con toda la fuerza de mi tristeza y voy amarte con toda la ternura de tu ser, que tu piel es tan suave, cómo no vivir loco. Amor, yo no quiero , ni pido nada, solo deseo que bebas de mi misma savia, esa, la que elaboramos en cada beso tierno y así de manos apretadas y de ojos cerrados volar sin tener que pensar qué es la vida, si juntos somos  todo lo que necesitamos, amor, amor y solamente amor...
La mirada nocturna de la luna ilumina las mareas de mis sentimientos, acompaña al insomnio de mis noches donde mis verbos caminan entre sombras y penumbras, y se dan la mano los desvelos con las risas que caen de las estrellas descolgadas y trasnochadoras, ellas, me invitan a que baile la danza del cielo para renacer de nuevo en tu amor donde tejo el  bien  de los sueños, y entre ellos flotarán mis besos como plumas de ave enamorada que arroparán tu piel para que no sientas frío en tus noches sin mí.

Me abrazaré a la noche estrellada, donde el amor es azul como tu cielo, donde sentí en una noche soñada una noche cualquiera sin flechitas,  brazos en mi espalda desnuda de tus caricias, donde todos los fríos que hacían temblar mi alma en las soledades eternas desaparecían con tu llegada, dando paso al palpitar acelerado donde mis pulsos se salían de mi pecho, esto es amor vida mía, es amor como nunca lo has sentido, tú, mi caballero de sonrisa cautivadora, de ojos que acarician las almas enamoradas, tú no puedes ser solo un sueño, porque yo dejé en solo un instante, miles de soles prendidos en el ocaso de tu vida, donde tu corazón me pedía a gritos navegar como barco sin timón.

Te amo vida mía.
Déjame que te desnude esta noche entre mis  manos liberando al descaro bajo ese  ropaje  que luces rogándome ese mar de caricias con las que penetras  en esa realidad de deseo donde raro es que no suceda.
Qué locas están por el pecado las putas de mis yemas  pues les gusta el disfrutar y pagar todas sus cuentas  y que no te extrañe que en la propina igual te quemes  porque así son ellas, tan solo querrán que las sientas. Saboreando en el tramo el dulce agrado al que ruegan  sintiendo por cada dedo ese latir de todas sus venas  fundiéndose en tu piel al simple roce al que entregan  lo que me venías pidiendo y en tu mirada me ordenas.
Que no pare esa danza si quiero ver arder la hoguera,   bailaría toda la noche con ese fuego sin llevar cautela  que si sube un grado más, más valiese que aquí lloviera  porque si esa flama crece no respondo de tanta estela. Y por eso a puerta gayola recibo con mi boca tu cadera  mimando a tu tez para que abra por el placer su veda,  que sea mi lengua portavoz de negociar en su frontera  pues le concedí ese poder de ir y dar  lo que hospeda. Para que cada poro de su piel sobre una nube se sienta  al tener entre los brazos y aun así quererme más cerca  tanto que tu cuerpo en su cálido verbo a bien lo cuenta  si no hay mejor poema que el que da cuando se acerca.

__ Quiero disfrutar del tiempo de vida que me quede, y quiero hacerlo con vos, solo dame un tiempo, debo hablar con mi hijo y arreglar el divorcio.
Como llegamos nos marchamos; con los ojos cerrados como presintiendo lo horrible del mundo que vamos a ver. Con llanto en los labios como lamentando dolores y decepciones que en nuestro recorrido vamos a tener, y porque llorar es de humanos así como también llora la madre tierra y muchos animales. Con las manos cerradas y como empuñando una defensa para sortear los duros golpes donde se vale morir o vencer porque todo será lucha, y quien baje la guardia será como la bandera caída del derrotado.
Con la piel arrugada como fiel pronóstico de lo que será nuestra dura vejez, porque no hay mejor espejo que pararnos frente a este y contemplarnos a nosotros mismos.
 
Unidos a un cuerpo del que luego nos despegamos, para que logremos entender; que no podemos a nuestro antojo correr, porque siempre hay que tener a alguien al lado y siempre seremos  dependientes de otros y asistidos hasta para morir. Arañando y buscando la leche de un pecho, porque se siente con hambre frío y sed, porque en la vida somos sedentarios, nos gusta sentir un alimento maternal que nutre de pies a cabeza y todo aquello mezclado con amor, es el complemento para la vida.
Así nacemos vos,  yo,  ese y aquel, porque será nuestra marca y sello por la vida, donde cada quien ya trae su signo y territorio demarcado, para un mundo que hay que recorrer antes de perecer porque llegó la hora de volver a la nada, y aunque dando vida; esta también tiene fecha de entrega y por más amor entrañable; los apegos también deben ser temporales porque tenemos que decir adiós, excepto el amor, porque solo el amor resiste, cielito.
 
Y mientras tanto, gracias madre, gracias a la vida y a ese bello ser que como fuente de luz; cada día guía nuevos seres que lanza a la vida y jamás abandona: la madre abnegada que hoy mañana y siempre permanecerá en nuestros corazones.

__Dejé mis caprichos naciendo  en cada pacto de su cuerpo,  sus lúdicas vacilaciones,
sus brechas,  sus infartos,   sus olas de calor   sus lágrimas guardianas,  cada marea tuvo su delirio   su privilegio,  una grandeza en esa boca  que liberaba todos mis argumentos.
Rescaté  el poder de tus manos,  les enseñe el camino de la liberación, me diste una luna,  te dejé mi sol. Aprendimos a cultivar  las raíces de los ojos, cada beso es una semilla  que mira la profundidad del alma.
 Pero descubrimos más,  tus pies son un regalo para mi boca, un degustar sobre la lengua enamorada,  tus muslos llenan todo el espacio celeste,  es un mar de vientos cálidos  en franca procesión  abriendo la entrada de la primavera,  la humedad que silba en el aire,  los olores silvestres brindan la medida del fruto, de la fuente y allí,  los dos somos los amaneceres y los anocheceres,  somos el infinito .
Tomé tus quejas, entre quejidos y palabras, tomé tus locuras, entre explosiones y heridas, y fue un acantilado de imágenes eróticas, que dejó como herencia en mi carne.
Somos cada instante guardado, yo soy la pluma que escribe la historia, tú eres las letras que la inmortaliza. Tus besos cargados de tanto placer me llenan cada instante de un mar de deseos que irrumpen en mi soledad con tal fuerza que mi calma naufraga en los mares húmedos de tus labios con un frenesí a seducción.
Tus besos llenos de tanta pasión hacen que me pierda en tormentas sin destinos en mi camino que me encarcelan en el tiempo, provocando la ausencia de indecisiones y desprecios, limpian los dramas de mi mente. Tus besos son antídotos que curan todos los enigmas y dudas de neuronas que se multiplican cuando sienten paz y vuelan como ráfagas de vientos haciendo sentir el fuego en mi cuerpo.
Tus besos que destilan por mi piel un veneno deseado que me asfixia y logran conectarme con la fragilidad del cristal que separa la vida de la muerte. Tus besos conquistan mi cuerpo,  seguiré perteneciendo a ellos,  sin ellos entraré al mundo infalible de la resignación.
En ese espectro que yace por entregarse al sentir de besos tan profundos, que prefiero esclavizarme eternamente de ellos, con tal de tenerlos cerca de mi cuerpo.
Tengo unas ganas tremendas de verte, de volver a tener tu cuerpo entre mis brazos, darnos el placer que no tenemos separados, hacerte mío en cada beso, poseerte con sexo, entregarme a tus manos.
Quiero que corra el día con rapidez, que las horas pasen casi sin notarlo y que en la tarde cuando esté contigo todo se detenga, que el tiempo nos haga un oasis donde marche lento, donde quepan todas las caricias que te guardo desde hace ya semanas.
Ansío estar contigo en ese hotelito cómplice de nuestra pasión y empezar a reír y empezar a ser más feliz, olvidar el mundo complicado detrás de la puerta blanca, olvidar tu pasado y el mío, abrazar tu cuerpo y tus imperfecciones tan tuyas y tan adorables.
Porque carajo te quiero, no solo es darnos todo el sexo ansioso que nos damos, te quiero para tenerte en mi vida, para ser cómplices, socios y amigos, para curarte y que me cures, aunque ya lo has hecho desde que llegaste.
Hoy más que nunca me doy cuenta que quiero estar contigo, que quiero juntar mis sueños con los tuyos y aunque parezca que no tenemos futuro trataremos de hacernos uno o destrozarnos en el intento.
Más tarde detrás de la puerta blanca ya no importará nada, nos amaremos sin miedos, nos comeremos completos y vamos a hacer un mundo bello, un mundo distinto, un mundo nuestro que va a empezar otra vez, detrás de la puerta blanca.

__ ¿Quieres mudarte a casa por un tiempo? _le propone Pedro.

__No todavía, por mi hijo, por Juan mismo,  dame unos días, un tiempo, ¿sí? __Lo mira con ternura.

__El que desees.

“Busco en sus labios, una aventura de nácar y de soles, una línea de Shakespeare, una canción de Lennon. Oigo en sus labios las voces de la mañana los silencios de la noche, y el murmullo del amanecer. Creo de sus labios  la salvación de mi piel, el nacimiento de la belleza. Y la calma que aflora en mi tempestad. Acudo a sus labios  con una verdad libre de pecado a sobrevivir al cansancio  y a volar sobre una vida  juntos en esta creación. Acudo a sus labios  a conectar con el alma  que me aguarda en su interior “.
__A través de tus delicadas palmas, es que entiendo el entorno de mi fragilidad, son tus besos aquellos que conquistan el mundo de mis ojos, de mis suspiros, y mis destierros.
Me hacen construir  un amor lleno de sueños, lleno de un todo, lleno de infinito, estrellas y horizontes.
A tu lado, he creado un lenguaje descriptivo, solo entre nosotros, claro como tu mirada, intenso, como el calor de tus abrazos.
Somos, y seremos la reencarnación del cielo, son tus alas mi libertad, es tu cuerpo, el sol con el que deseo despertar.
No existe motivo, principio, o fin, para que deje de amarte, eres el ave que alza el vuelo de mis ilusiones, la flor que transforma en primavera mis días, la estrella que guía e ilumina el camino a lo posible.
Te encuentro en cada paso, te siento en cada trazo, en el que remojo mis ganas con tu ausencia, y se evapora con el aroma de tu piel.
Contigo el amor, no se crea, ni se destruye, solo se transforma, y se construye, entonces, aún más grande, se descubre, he aprendido que Dios suele dar regalos en medida justa y en tiempos perfectos, y este regalo, amor, lleva tu nombre. Porque tú "eres" todo para mí.

__Si mi mirada no te dice cuánto te amo, si mi mirada no te dice cuánto te deseo, tal vez sería mejor cerrar mis ojos,  y seguir amándote en silencio.
Si mi mirada no expresara el sentimiento  que crece en mí cada vez que te contemplo, mira mis labios que tiemblan de ansiedad, cuando imagino que te dejas llevar perdido en ellos.
Si no descubres mis malos pensamientos cuando mis pupilas se dilatan al mirarte es porque no has experimentado la sensación  ni la pasión que con mis ojos quisiera contagiarte.
Si cuando con mi mirada te recorro todas las líneas de tu cuerpo sutil, discreto puede pasar que exista un poco de morbo al anhelar besar tu cuerpo tan perfecto, si al ver mis ojos logras descubrir esa promesa de amarte para siempre, será un oasis en medio del desierto, en mi mirada brillará el amor más puro, pero mis labios pronunciarán cuánto te deseo.

“Tengo las mejores evidencias; sin duda las que marcaron mi cuerpo, las que me recordarán a cada momento que le pertenezco. Y también aquella bella noche llena de estrellas; donde se respiraba pasión pura y divina. Tengo sus besos tatuados, besos que dejaron a mi corazón completamente anestesiado. Tengo sus caricias grabadas en mi pecho, espalda y recodos;
mismas que estremecieron a mi piel, me hicieron temblar y exclamar varios: “Te amo” entrecortados. Tengo muy bien grabadas aquellas palabras, aquellos verbos que me recitó al oído. En ese momento le juré amor eterno  y que jamás me alejaría. No solo tengo evidencias físicas, sino también conservo evidencias mentales. Aquellas que me despiertan a media noche solo para escribir versos en el espejo y poesías en mi cuaderno.
Son esos dulces recuerdos que sin querer me inducen a pensarte, soñarte; y especialmente me inducen a buscarte para decirte que quiero ser tu esclavo y ser  dueño de todas esas noches llenas de pasión, repletas de esa intensidad que no se puede contener.
No quiero separarme de ti ni de tu corazón. Quiero atarme a tu alma, a tu cuerpo y así escribir nuestra mágica historia de amor sin importar las comas o puntos que esta tuviera.
Así quiero estar.  ¡Te quiero amar hasta mi final! Quiero llenarme de ti y seguir cargando todas las evidencias posibles, todas aquellas que toquen con dulzura a mi corazón.
Prometo estar a tu lado, cuidarte y respetarte. Déjame entregarte mi corazón por las mañanas, mis besos y pensamientos en la tarde, y mi cuerpo en las noches.
Y los te amo que no tienen un horario establecido.

__

El cuarto de Fabián es uno de joven adolescente. Hay un enorme poster de Los Beatles en la pared. Música clásica para su hijo que no oye música clásica. Pero Guillermo también quiere a esos insignes peludos, padres de la mejor música del mundo, la de su juventud la de los años setenta y ochenta. Hay un sofá tapizado naranja con altos tallos verdes de flores blancas y azules haciendo juego con el cubrecama.
¿Cómo se llevarían Fabián y Pedro? __le asalta el pensamiento sin permiso__. De seguro mejor que con Juan será.

Te ahogan los amarres de mis lazos Juan  y piensas que la muerte es tu salida, no puedes desatarte de mis brazos que necios no permiten tu partida.  Consciente que rompimos en pedazos lo poco que quedaba de la vida  decides sin rencores que tus pasos suturen para siempre las heridas. Echaste tu coraje en la maleta pensando que al llevarlo de recuerdo podrías utilizarlo cual receta. Qué bueno que lo nuestro no fue acuerdo pues siempre los caprichos fueron treta sin odio, sin amor, sin algo cuerdo.

Ve el escritorio ahora ordenado, con algunas fotos de amigos y de la infancia. El cuarto inmóvil es como una cápsula espacial detenida en una galaxia antigua.
Guillermo se acuesta vestido sobre la cama, tiene los olores de Pedro… sonríe, se deja caer. Mira en el techo las estrellas fosforescentes que él pegó cuando Fabián de niño le temía a la oscuridad y aquel fulgor le hacía sentirse acompañado, o imaginarse que dormía al aire libre. En efecto esa casa fue de sus padres, es suya.
¿Se animaría a borrar recuerdos de  tantos años y compartirla con Pedro?
¿Qué iría a pensar Fabián de su separación? ¿Le parecería absurda e imposible?
Él diciéndole a Juan que tomaría cada cual su camino.
¡Qué súbitos podían ser los cambios tomada la decisión! De un día para el otro el desplome de la casa de muñecas, del castillo de arena. Y sabía cómo podría ser, una vez lo vivió con Silvina y fue mucho peor pues estaba Fabián entre ellos. Era como un terremoto que destruía en segundos una ciudad.
No se arrepentía de lo dicho. Le salió del alma decirle a Juan su propia verdad antes de requerir lo mismo de él. En eso sintió que fue justo, que puso las cartas sobre la mesa. Todavía no se repone del intento de él por mentir, negar, inventar torpes coartadas. Menos mal que al fin tuvo el coraje de admitirlo. No sabría cuál hubiese sido el desenlace si él hubiese perseverado en la mentira y la farsa.
 Se levanta y se pone el pijama, se mete en la cama y apaga la luz. No quiere pensar más allá de mañana. El día ha sido largo y el agotamiento parece ganarle al fin.

Despierta a la madrugada desasosegado. Recuerda la cena y se asombra de haber podido actuar con la frialdad con que hizo todo. ¿Será verdad? ¿Habrá  terminado con Juan?
¿Qué seguirá tras eso? ¿Qué hará con su vida? La huella más honda de esa noche es el odio que sintió por Juan. De su memoria forzada al silencio, un cuaderno de apuntes minucioso ha salido a la luz. Páginas y páginas con imágenes, desprecios, dolores, ausencias emocionales y físicas: él soportando soledades, sus olvidos, la saña con que destruyó sus intentos de continuar sus estudios de medicina cuestionando sutilmente su capacidad por puro egoísmo que antes no pudo entender,  su entrega, su paternidad y resignación a no tener más hijos porque él no los deseaba, y tantas obligaciones se empeñó él en asignarle a ese rol  de padre perfecto en que lo hizo entrar que a veces él deseó no tener ese hijo, soñó oculto en sus almohadas en desaparecer solo para a renglón seguido decirse que era un monstruo.
Veintiséis años de resentimiento emergen como restos del barco que se hunde_ miradas, desprecios, altanerías, un desfile de instantes, de heridas más o menos graves.
Guillermo siente que el corazón va a estallarle de ganas de gritar, no solo contra él, sino contra sí mismo, él aceptó y vivió aquello, que tantas veces detuvo su propia estampida fuera de esas paredes, diciéndose discursos, desvalorizando propios argumentos, obligándose a la empatía, a la comprensión, a ver el lado bueno de las cosas cuando su cuerpo entero gritaba que huyera, que saliera de allí si quería sobrevivir. ¡Cuántas veces no pensó que moriría atragantado por la hiel que se le subía a los labios o por las palabras que él rehusaba escuchar o que le devolvía como boomerang exigiéndole que justificara dolores o sentimientos que él se confesaba incapaz de comprender por tratarse de sentimentalismos sin sustento!
Piensa en el tinglado que ha armado para ocultar ese fondo oxidado, podrido del barco en el que ha flotado, en el que ha sido él solo el motor de conciliaciones, de negociaciones, de intentos repetidos por mantener en el cuenco de sus manos la pequeña llama del cariño.
 Del romance, la dosis suficiente de sentido de ser de ese matrimonio que permitiera validar lo mucho de sí mismo que lo mantenía alto y orondo sobre el mar.
Y es que llegó un momento __y él lo reconoce__ en que no luchó más, en que claudicó y abandonó todo intento de fuga o ilusión de libertad. Eso había sucedido hacía varios años. Por eso lo de Pedro jamás se le presentó como una ruta de escape. Por eso el embeleso de Juan por Matías, de no ser por lo inesperado y súbito de la revelación (pero eran siempre así esas revelaciones) empieza a perfilarse en el salado estallido de su mente como una oportunidad, como una puerta que él debió abrir pero que, a través del hecho fortuito del accidente, a través de ese azar de atropellar a un transeúnte distraído, la vida le ha abierto de par en par, cómplice al fin, de par en par como es esa sonrisa con hoyuelos encantada de Pedro que lo cautivó desde verlo. Sonríe. Pedro… él es su barco llegando a puerto, con él es como regresar a casa… o mejor dicho… como tener un hogar.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA RELIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.

13 comentarios:

  1. R Sonia Padilla Eve Monica Marzetti 🤗Es muy linda, gracias

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  2. Hermoso relato Eve...El dolor, porque a pesar de todo lo es, de terminar una vida juntos y la magia de un nuevo comienzo, con temores tal vez pero con lo maravilloso que es sentir que la piel vuelve a estremecerse y que el corazón vuelve a elegir...Bellísimo...

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  3. Veronica Lorena Piccinino Hermoso Eve Monica Marzetti... me los imagino siempre fogosos....un fuego juntos.. ..ya era hora de que se supiera la verdad de ambos.. ..juan no es mal tipo. Debería ser feliz con Matías también...

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