"DESAFÍO".
CAPÍTULO VEINTIDÓS.
Bs. As., martes 26
de julio de 2016.
“Locamente enamorados al cabo de tantos años de
complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como
en la cama, y llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos
agotados seguían retozando como conejitos peleándose como perros. "
*Gabriel García Márquez (Cien años de soledad).-
Jorge Luis Borges
(1899–1986)
(1899–1986)
La otra muerte
(El Aleph (1949) /Cuento completo
(El Aleph (1949) /Cuento completo
Un par de años hará (he perdido la carta), Gannon me
escribió de Gualeguaychú anunciando el envío de una versión, acaso la primera
española, del poema The Past, de Ralph Waldo Emerson, y agregando en una
postdata de que don Pedro Damián, de quien yo guardaría alguna memoria, había
muerto noches pasadas, de una congestión pulmonar. El hombre, arrasado por la
fiebre, había revivido en su delirio la sangrienta jornada de Masoller; la
noticia me pareció previsible y hasta convencional, porque don Pedro, a los
diecinueve o veinte años, había seguido las banderas de Aparicio Saravia. La
revolución de 1904 lo tomó en una estancia de Río Negro o de Paysandú, donde
trabajaba de peón; Pedro Damián era entrerriano, de Gualeguay, pero fue adonde
fueron los amigos, tan animoso y tan ignorante como ellos. Combatió en algún
entrevero y en la batalla última; repatriado en 1905, retomó con humilde
tenacidad las tareas de campo. Que yo sepa, no volvió a dejar su provincia. Los
últimos treinta años los pasó en un puesto muy solo, a una o dos leguas del
ñancay; en aquel desamparo, yo conversé con él una tarde (yo traté de conversar
con él una tarde), hacia 1942. Era hombre taciturno, de pocas luces. El sonido
y la furia Masoller agotaban su historia; no me sorprendió que los reviviera,
en la hora de su muerte... Supe que no vería más a Damián y quise recordarlo;
tan pobre es mi memoria visual que sólo recordé una fotografía que Gannon le
tomó. El hecho nada tiene de singular, si consideramos que al hombre lo vi a
principios de 1942, una vez, y a la efigie, muchísimas. Gannon me mandó esa
fotografía; la he perdido y ya no la busco. Me daría miedo encontrarla.
El segundo episodio se produjo en Montevideo, meses después. La fiebre y la agonía del entrerriano me sugirieron un relato fantástico sobre la derrota de Massoller; Emir Rodrígez Monegal, a quien referí el argumento, me dio unas líneas para el coronel Dionisio Tabares, que había hecho esa campaña. El coronel me recibió después de cenar. Desde un sillón de hamaca, en un patio, recordó con desorden y con amor los tiempos que fueron. Habló de municiones que no llegaron y de caballadas rendidas, de hombres dormidos y terrosos tejiendo laberintos de marchas, de Saravia, que pudo haber entrado en Montevideo y que se desvió, “porque el gaucho teme a la ciudad”, de hombres degollados hasta la nuca, de una guerra civil que me pareció menos la colisión de dos ejércitos que el sueño de un matrero. Habló de Illescas, de Tupambaé, de Maseller. Lo hizo con períodos tan cabales y de un modo tan vívido que comprendí que muchas veces había referido esas mismas cosas, y temí que detrás de sus palabras casi no quedaran recuerdos. En un respiro conseguí intercalar el nombre de Damián.
— ¿Damián? ¿Pedro Damián? —dijo el coronel—. Ése sirvió conmigo. Un tapecito que le decían Daymán los muchachos. —Inició una ruidosa carcajada y la cortó de golpe, con fingida o veraz incomodidad.
Con otra voz dijo que la guerra servía, como la mujer, para que se probaran los hombres, y que antes de entrar en batalla, nadie sabía quién es. Alguien podía pensarse cobarde y ser un valiente, y asimismo al revés, como le ocurrió a ese pobre Damián, que se anduvo floreando en las pulperías con su divisa blanca y después flaqueó en Masoller. En algún tiroteo con los zumacos se portó como un hombre, pero otra cosa fue cuando los ejércitos se enfrentaron y empezó el cañoneo y cada hombre sintió que cinco mil hombres se habían coaliado para matarlo. Pobre gurí, que se la había pasado bañando ovejas y que de pronto lo arrastró esa patriada...
Absurdamente, la versión de Tabares me avergonzó. Yo hubiera preferido que los hechos no ocurrieran así. Con el viejo Damián, entrevisto una tarde, hace muchos años, yo había fabricado, sin proponérmelo, una suerte de ídolo; la versión de Tabares lo destrozaba. Súbitamente comprendí la reserva y la obstinada soledad de Damián; no las había dictado la modestia, sino el bochorno. En vano me repetí que un hombre acosado por un acto de cobardía es más complejo y más interesante que un hombre meramente animoso. El gaucho Martín Fierro, pensé, es menos menos memorable que Lord Jim o que Razumov. Sí, pero Damián, como gaucho, tenía obligación de ser Martín Fierro —sobre todo, ante gauchos orientales. En lo que Tabares dijo y no dijo percibí el agreste sabor de lo que se llama artiguismo: la conciencia (tal vez incontrovertible) de que el Uruguay es más elemental que nuestro país y, por ende, más bravo... Recuerdo que esa noche nos despedimos con exagerada efusión.
En el invierno, la falta de una o dos circunstancias para mi relato fantástico (que torpemente se obstinaba en no dar con su forma) hizo que yo volviera a la casa del coronel Tabares. Lo hallé con otro señor de edad: el doctor Juan Francisco Amaro, de Paysandú, que también había militado en la revolución de Saravia. Se habló, previsiblemente, de Masoller. Amaro refirió unas anécdotas y después agregó con lentitud, como quien está pensando en voz alta:
—Hicimos noche en Santa Irene, me acuerdo, y se nos incorporó alguna gente. Entre ellos, un veterinario francés que murió la víspera de la acción, y un mozo esquilador, de Entre Ríos, un tal Pedro Damián.
Lo interrumpí con acritud.
—Ya sé —le dije—. El argentino que flaqueó ante las balas.
Me detuve; los dos me miraban perplejos.
—Usted se equivoca, señor —dijo, al fin, Amaro—. Pedro Damián murió como querría morir cualquier hombre. Serían las cuatro de la tarde. En la cumbre de la cuchilla se había hecho fuerte la infantería colorada; los nuestros la cargaron, a lanza; Damián iba en la punta, gritando, y una bala lo acertó en el pecho. Se paró en los estribos, concluyó el grito y rodó por tierra y quedó entre las patas de los caballos. Estaba muerto y la última carga de Massoller le paso encima. Tan valiente y no había cumplido veinte años.
Hablaba, a no dudarlo, de otro Damián, pero algo me hizo preguntar qué gritaba el gurí. —Malas palabras —dijo el coronel—, que es lo que se grita en las cargas.
—Puede ser —dijo Amaro—, pero también gritó ¡Viva Urquiza!
Nos quedamos callados. Al fin, el coronel murmuró:
—No como si peleara en Masoller, sino en Cagancha o India Muerta, hará un siglo.
Agregó con sincera perplejidad:
—Yo comandé esas tropas, y juraría que es la primera vez que oigo hablar de un Damián.
No pudimos lograr que lo recordara.
En Buenos Aires, el estupor que me produjo su olvido se repitió. Ante los once deleitables volúmenes de las obras de Emerson, en el sótano de la librería inglesa de Mitchell, encontré, una tarde, a Patricio Gannon. La pregunté por su traducción de The Past. Dijo que no pensaba traducirlo y que la literatura española era tan tediosa que hacía innecesario a Emerson. Le recordé que me había prometido esa versión en la misma carta en que me escribió la muerte de Damián. Se lo dije, en vano. Con un principio de terror advertí que me oía con extrañeza, busqué amparo en una discusión literaria sobre los detractores de Emerson, poeta más complejo, más diestro y sin duda más singular que el desdichado Poe.
Algunos hechos más debo registrar. En abril tuve carta del coronel Dionisio Tabares; éste ya no estaba ofuscado y ahora se acordaba muy bien del entrerrianito que hizo punta en la carga de Masoller y que enterraron esa noche sus hombres, al pie de la cuchilla. En julio pasé por Gualeguaychú; no di con el racho de Damián, de quien ya nadie se acordaba. Quise interrogar al puestero Diego Abaroa, que lo vio morir; éste había fallecido antes del invierno. Quise traer a la memoria los rasgos de Damián; meses después; hojeando unos álbumes, comprobé que el rostro sombrío que yo había conseguido evocar era el del célebre tenor Tamberlinck, en el papel de Otelo.
Paso ahora a las conjeturas. La más fácil, pero también la menos satisfactoria, postula dos Damianes: el cobarde que murió en Entre Ríos hacia 1946, el valiente, que murió en Masoller en 1904. Su defecto reside en no explicar lo realmente enigmático: los curiosos vaivenes de la memoria del coronel Tabares, el olvido que anula en tan poco tiempo la imagen y hasta el nombre del que volvió. (No acepto, no quiero aceptar una conjetura más simple: la de haber yo soñado al primero.) Más curiosa es la conjetura sobrenatural que ideó Ulrike von Kuhlmann. Pedro Damián, decía Ulrike, pereció en la batalla, y en la hora de su muerte suplicó a Dios que lo hiciera volver a Entre Ríos. Dios vaciló un segundo antes de otorgar esa gracia, y quien la había pedido ya estaba muerto, y algunos hombres lo habían visto caer. Dios, que no puede cambiar el pasado, pero sí las imágenes del pasado, cambió la imagen de la muerte en la de un desfallecimiento, y la sombra del entrerriano volvió a su tierra. Volvió, pero debemos recordar su condición de sombra. Vivió en la soledad, sin una mujer, sin amigos; todo lo amó y lo poseyó, pero desde lejos, como del otro lado de un cristal; “murió”, y su tenue imagen se perdió, como el agua en el agua. Esa conjetura es errónea, pero hubiera debido sugerirme la verdadera (la que hoy creo la verdadera), que a la vez es la más simple y más inaudita. De un modo casi mágico la descubrí en el tratado De Omnipotentia, de Pier Damiani, a cuyo estudio me llevaron dos versos del Canto XXI del Paradiso, que plantean precisamente un problema de indentidad. En el quinto capítulo de aquel tratado, Pier Damiani sostiene, contra Aristóteles y contra Fredegario de Tours, que Dios puede efectuar que no haya sido lo que alguna vez fue. Leí esas viejas discusiones teológicas y empecé a comprender la trágica historia de don Pedro Damián.
El segundo episodio se produjo en Montevideo, meses después. La fiebre y la agonía del entrerriano me sugirieron un relato fantástico sobre la derrota de Massoller; Emir Rodrígez Monegal, a quien referí el argumento, me dio unas líneas para el coronel Dionisio Tabares, que había hecho esa campaña. El coronel me recibió después de cenar. Desde un sillón de hamaca, en un patio, recordó con desorden y con amor los tiempos que fueron. Habló de municiones que no llegaron y de caballadas rendidas, de hombres dormidos y terrosos tejiendo laberintos de marchas, de Saravia, que pudo haber entrado en Montevideo y que se desvió, “porque el gaucho teme a la ciudad”, de hombres degollados hasta la nuca, de una guerra civil que me pareció menos la colisión de dos ejércitos que el sueño de un matrero. Habló de Illescas, de Tupambaé, de Maseller. Lo hizo con períodos tan cabales y de un modo tan vívido que comprendí que muchas veces había referido esas mismas cosas, y temí que detrás de sus palabras casi no quedaran recuerdos. En un respiro conseguí intercalar el nombre de Damián.
— ¿Damián? ¿Pedro Damián? —dijo el coronel—. Ése sirvió conmigo. Un tapecito que le decían Daymán los muchachos. —Inició una ruidosa carcajada y la cortó de golpe, con fingida o veraz incomodidad.
Con otra voz dijo que la guerra servía, como la mujer, para que se probaran los hombres, y que antes de entrar en batalla, nadie sabía quién es. Alguien podía pensarse cobarde y ser un valiente, y asimismo al revés, como le ocurrió a ese pobre Damián, que se anduvo floreando en las pulperías con su divisa blanca y después flaqueó en Masoller. En algún tiroteo con los zumacos se portó como un hombre, pero otra cosa fue cuando los ejércitos se enfrentaron y empezó el cañoneo y cada hombre sintió que cinco mil hombres se habían coaliado para matarlo. Pobre gurí, que se la había pasado bañando ovejas y que de pronto lo arrastró esa patriada...
Absurdamente, la versión de Tabares me avergonzó. Yo hubiera preferido que los hechos no ocurrieran así. Con el viejo Damián, entrevisto una tarde, hace muchos años, yo había fabricado, sin proponérmelo, una suerte de ídolo; la versión de Tabares lo destrozaba. Súbitamente comprendí la reserva y la obstinada soledad de Damián; no las había dictado la modestia, sino el bochorno. En vano me repetí que un hombre acosado por un acto de cobardía es más complejo y más interesante que un hombre meramente animoso. El gaucho Martín Fierro, pensé, es menos menos memorable que Lord Jim o que Razumov. Sí, pero Damián, como gaucho, tenía obligación de ser Martín Fierro —sobre todo, ante gauchos orientales. En lo que Tabares dijo y no dijo percibí el agreste sabor de lo que se llama artiguismo: la conciencia (tal vez incontrovertible) de que el Uruguay es más elemental que nuestro país y, por ende, más bravo... Recuerdo que esa noche nos despedimos con exagerada efusión.
En el invierno, la falta de una o dos circunstancias para mi relato fantástico (que torpemente se obstinaba en no dar con su forma) hizo que yo volviera a la casa del coronel Tabares. Lo hallé con otro señor de edad: el doctor Juan Francisco Amaro, de Paysandú, que también había militado en la revolución de Saravia. Se habló, previsiblemente, de Masoller. Amaro refirió unas anécdotas y después agregó con lentitud, como quien está pensando en voz alta:
—Hicimos noche en Santa Irene, me acuerdo, y se nos incorporó alguna gente. Entre ellos, un veterinario francés que murió la víspera de la acción, y un mozo esquilador, de Entre Ríos, un tal Pedro Damián.
Lo interrumpí con acritud.
—Ya sé —le dije—. El argentino que flaqueó ante las balas.
Me detuve; los dos me miraban perplejos.
—Usted se equivoca, señor —dijo, al fin, Amaro—. Pedro Damián murió como querría morir cualquier hombre. Serían las cuatro de la tarde. En la cumbre de la cuchilla se había hecho fuerte la infantería colorada; los nuestros la cargaron, a lanza; Damián iba en la punta, gritando, y una bala lo acertó en el pecho. Se paró en los estribos, concluyó el grito y rodó por tierra y quedó entre las patas de los caballos. Estaba muerto y la última carga de Massoller le paso encima. Tan valiente y no había cumplido veinte años.
Hablaba, a no dudarlo, de otro Damián, pero algo me hizo preguntar qué gritaba el gurí. —Malas palabras —dijo el coronel—, que es lo que se grita en las cargas.
—Puede ser —dijo Amaro—, pero también gritó ¡Viva Urquiza!
Nos quedamos callados. Al fin, el coronel murmuró:
—No como si peleara en Masoller, sino en Cagancha o India Muerta, hará un siglo.
Agregó con sincera perplejidad:
—Yo comandé esas tropas, y juraría que es la primera vez que oigo hablar de un Damián.
No pudimos lograr que lo recordara.
En Buenos Aires, el estupor que me produjo su olvido se repitió. Ante los once deleitables volúmenes de las obras de Emerson, en el sótano de la librería inglesa de Mitchell, encontré, una tarde, a Patricio Gannon. La pregunté por su traducción de The Past. Dijo que no pensaba traducirlo y que la literatura española era tan tediosa que hacía innecesario a Emerson. Le recordé que me había prometido esa versión en la misma carta en que me escribió la muerte de Damián. Se lo dije, en vano. Con un principio de terror advertí que me oía con extrañeza, busqué amparo en una discusión literaria sobre los detractores de Emerson, poeta más complejo, más diestro y sin duda más singular que el desdichado Poe.
Algunos hechos más debo registrar. En abril tuve carta del coronel Dionisio Tabares; éste ya no estaba ofuscado y ahora se acordaba muy bien del entrerrianito que hizo punta en la carga de Masoller y que enterraron esa noche sus hombres, al pie de la cuchilla. En julio pasé por Gualeguaychú; no di con el racho de Damián, de quien ya nadie se acordaba. Quise interrogar al puestero Diego Abaroa, que lo vio morir; éste había fallecido antes del invierno. Quise traer a la memoria los rasgos de Damián; meses después; hojeando unos álbumes, comprobé que el rostro sombrío que yo había conseguido evocar era el del célebre tenor Tamberlinck, en el papel de Otelo.
Paso ahora a las conjeturas. La más fácil, pero también la menos satisfactoria, postula dos Damianes: el cobarde que murió en Entre Ríos hacia 1946, el valiente, que murió en Masoller en 1904. Su defecto reside en no explicar lo realmente enigmático: los curiosos vaivenes de la memoria del coronel Tabares, el olvido que anula en tan poco tiempo la imagen y hasta el nombre del que volvió. (No acepto, no quiero aceptar una conjetura más simple: la de haber yo soñado al primero.) Más curiosa es la conjetura sobrenatural que ideó Ulrike von Kuhlmann. Pedro Damián, decía Ulrike, pereció en la batalla, y en la hora de su muerte suplicó a Dios que lo hiciera volver a Entre Ríos. Dios vaciló un segundo antes de otorgar esa gracia, y quien la había pedido ya estaba muerto, y algunos hombres lo habían visto caer. Dios, que no puede cambiar el pasado, pero sí las imágenes del pasado, cambió la imagen de la muerte en la de un desfallecimiento, y la sombra del entrerriano volvió a su tierra. Volvió, pero debemos recordar su condición de sombra. Vivió en la soledad, sin una mujer, sin amigos; todo lo amó y lo poseyó, pero desde lejos, como del otro lado de un cristal; “murió”, y su tenue imagen se perdió, como el agua en el agua. Esa conjetura es errónea, pero hubiera debido sugerirme la verdadera (la que hoy creo la verdadera), que a la vez es la más simple y más inaudita. De un modo casi mágico la descubrí en el tratado De Omnipotentia, de Pier Damiani, a cuyo estudio me llevaron dos versos del Canto XXI del Paradiso, que plantean precisamente un problema de indentidad. En el quinto capítulo de aquel tratado, Pier Damiani sostiene, contra Aristóteles y contra Fredegario de Tours, que Dios puede efectuar que no haya sido lo que alguna vez fue. Leí esas viejas discusiones teológicas y empecé a comprender la trágica historia de don Pedro Damián.
La adivino así. Damián se portó como un cobarde en el
campo de Masoller, y dedicó la vida a corregir esa bochornosa flaqueza. Volvió
a Entre Ríos; no alzó la mano a ningún hombre, no marcó a nadie, no buscó fama
de valiente, pero en los campos del ñancay se hizo duro, lidiando con el monte
y la hacienda chúcara. Fue preparando, sin duda sin saberlo, el milagro. Pensó
con lo más hondo: Si el destino me trae otra batalla, yo sabré merecerla.
Durante cuarenta años la aguardó con oscura esperanza, y el destino al fin se
la trajo, en la hora de su muerte. La trajo en forma de delirio pero ya los
griegos sabían que somos las sombras de un sueño. En la agonía revivió su
batalla, y se condujo como un hombre y encabezó la carga final y una bala lo
acertó en pleno pecho. Así, en 1946, por obra de una larga pasión, Pedro Damián
murió en la derrota de Masoller, que ocurrió entre el invierno y la primavera
de 1904.
En la Suma Teológica se niega que Dios pueda hacer que lo pasado no haya sido, pero nada se dice de la intrincada concatenación de causas y efectos, que es tan vasta y tan íntima que acaso no cabría anular un solo hecho remoto, por insignificante que fuera, sin invalidar el presente. Modificar no es modificar un solo hecho; es anular sus consecuencias, que tienden a ser infinitas. Dicho sea de con otras palabras; es crear dos historias universales. En la primera (digamos), Pedro Damián murió en Entre Ríos, en 1946; en la segunda, en Masoller, en 1904. Esta es la que vivimos ahora, pero la supresión de aquélla no fue inmediata y produjo las incoherencias que he referido. En el coronel Dionisio Tabares se cumplieron las diversas etapas: al principio recordó que Damián obró como un cobarde; luego, lo olvidó totalmente; luego, recordó su impetuosa muerte. No menos corroborativo es el caso del puestero Abaroa; éste murió, lo entiendo, porque tenía demasiadas memorias de don Pedro Damián.
En cuanto a mí, entiendo no recorrer un peligro análogo. He adivinado y registrado un proceso no accesible a los hombres, una suerte de escándalo de la razón; pero algunas circunstancias mitigan ese privilegio temible. Por lo pronto, no estoy seguro de haber escrito siempre la verdad. Sospecho que en mi relato hay falsos recuerdos. Sospecho que Pedro Damián (si existió) no se llamó Pedro Damián, y que yo lo recuerdo bajo ese nombre para creer algún día que su historia me fue sugerida por los argumentos de Pier Damiani. Algo parecido acontece con el poema que mencioné en el primer párrafo y que versa sobre la irrevocabilidad del pasado. Hacia 1951 creeré haber fabricado un cuento fantástico y habré historiado un hecho real; también el inocente Virgilio, hará dos mil años, creyó anunciar el nacimiento de un hombre y vaticinaba el de Dios.
¡Pobre Damián! La muerte lo llevó a los veinte años en una triste guerra ignorada y en una batalla casera, pero consiguió lo que anhelaba su corazón, y tardó mucho en conseguirlo, y acaso no hay mayores felicidades”.
En la Suma Teológica se niega que Dios pueda hacer que lo pasado no haya sido, pero nada se dice de la intrincada concatenación de causas y efectos, que es tan vasta y tan íntima que acaso no cabría anular un solo hecho remoto, por insignificante que fuera, sin invalidar el presente. Modificar no es modificar un solo hecho; es anular sus consecuencias, que tienden a ser infinitas. Dicho sea de con otras palabras; es crear dos historias universales. En la primera (digamos), Pedro Damián murió en Entre Ríos, en 1946; en la segunda, en Masoller, en 1904. Esta es la que vivimos ahora, pero la supresión de aquélla no fue inmediata y produjo las incoherencias que he referido. En el coronel Dionisio Tabares se cumplieron las diversas etapas: al principio recordó que Damián obró como un cobarde; luego, lo olvidó totalmente; luego, recordó su impetuosa muerte. No menos corroborativo es el caso del puestero Abaroa; éste murió, lo entiendo, porque tenía demasiadas memorias de don Pedro Damián.
En cuanto a mí, entiendo no recorrer un peligro análogo. He adivinado y registrado un proceso no accesible a los hombres, una suerte de escándalo de la razón; pero algunas circunstancias mitigan ese privilegio temible. Por lo pronto, no estoy seguro de haber escrito siempre la verdad. Sospecho que en mi relato hay falsos recuerdos. Sospecho que Pedro Damián (si existió) no se llamó Pedro Damián, y que yo lo recuerdo bajo ese nombre para creer algún día que su historia me fue sugerida por los argumentos de Pier Damiani. Algo parecido acontece con el poema que mencioné en el primer párrafo y que versa sobre la irrevocabilidad del pasado. Hacia 1951 creeré haber fabricado un cuento fantástico y habré historiado un hecho real; también el inocente Virgilio, hará dos mil años, creyó anunciar el nacimiento de un hombre y vaticinaba el de Dios.
¡Pobre Damián! La muerte lo llevó a los veinte años en una triste guerra ignorada y en una batalla casera, pero consiguió lo que anhelaba su corazón, y tardó mucho en conseguirlo, y acaso no hay mayores felicidades”.
__
__Disculpa Edyth que no te esperara, preferí regresar a
casa, vivo acostada.
__No pasa nada, ¿te encuentras bien?
__Sí, físicamente estoy bien, ¿y usted? ¿No está cansada de interrogatorios? __ dijo
Elsa pensando si los detectives habrían confirmado a la viuda su relación con
su esposo.
__Pues sí, un poco la verdad es que sí. No sé bien lo que
está pasando Elsa. Ni siquiera logro hacerme a la idea de que todo sea
realidad, de pronto me veo con la carga de tener que en parte hacerme cargo de la
empresa, sabes que mis hijos siempre se apoyaron en su padre, ahora lo harán en
mí, y la verdad es que aunque siempre lo supe al estar en el directorio no sé
ni cómo reintegrarme, por ahora está a cargo el asesor letrado, es todo muy complejo.
No puedo digerir ni menos procesar la muerte de mi
esposo, apenas entiendo el testamento, y de ello también deseo hablarte antes
que lo deba decir a la policía, o a los abogados que tengo.
Lo mismo le ocurría a Elsa, aunque por motivos
diferentes, aquello era una sucesión de pesadillas.
__Lo comprendo __dijo escuetamente.
__Elsa, ¿de verdad te encuentras bien?
__Sí, me siento bien, creo que mañana ya me reintegraré
al trabajo aunque tengo días pedidos.
__Por el trabajo no te preocupes, sabes que siempre
tuviste un lugar especial, mi esposo y Paula se encargaron siempre de ello. Me
gustaría verte un rato, ahora.
__ ¿Ahora? __ repitió Elsa, una súbita intranquilidad se
apoderó de su pecho__. ¿Para qué?
__Es algo que quiero charlar en persona, Elsa, ni sé si
las líneas no están intervenidas, están dando vuelta mi casa, tengo peritos
hasta en el jardín, la policía científica, los forenses, los de criminalística,
no sé qué más habría allí de haber muerto por una bala, de haber rastros biológicos.
Si estás muy cansada, puedo ir yo para allí…
__No hace falta, iré en la mañana a primera hora.
__Bueno, pero no estoy en casa, está invadida como sabes,
estaba en casa de uno de los muchachos pero al fin fui a un hotel con Paula, te
pasaré los datos aunque lo conoces. Los policías me dijeron que querían volver
a inspeccionar la casa, y no sé por cuánto tiempo estarán, así que he decidido
trasladarme al hotel.
__Yo iré, Edyth, no se preocupe.
Hasta luego.
Edyth se desmoronó en el sillón dejando que lo que
quedaba de la noche decantara. Se sentía abrumada. Le gustaba la vida tal y
como era antes, simple y sencilla para ella. Y heredar el multimedio iba a
obligarla a cambiar sus hábitos. También estaba el tema del asesor legal, su
esposo confiaba en él como mano derecha, pero ella desde aquel fatídico verano,
no tanto. No sólo por un pasado compartido, había algo más en él que no lograba
definir.
Cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre el respaldo del
sillón. Necesitaba dormir y dejar de pensar una y otra vez en el cadáver.
Necesitaba poner la mente en blanco y no elaborar conjeturas, para ello estaba
la Policía, el investigador, la forense, pero sabía que no podría descansar
hasta no despejar sus dudas. Había mucho por resolver. Se incorporó lentamente,
le dolía el cuerpo por falta de sueño, estiró el cuello y aunque sin ánimo fue
a escuchar los cientos de mensajes que llegaban a diario... Se sentía
extrañamente sola en medio de hijos y nietos, heredando una empresa familiar.
“Familiar”, repitió la palabra y sonrió con tristeza.
Provincia. 09.00 horas.
Estudio Graziani y asociados.
__ Cielito, no sé
en realidad por dónde empezar.
__ Ni yo amor, es que mañana tendremos que ir a
corroborar las coartadas, estaba pensando,
este hombre hoy es tapa de los medios, era un magnate, pero querido,
dueño de un imperio de medios gráficos y audiovisuales, respetado, independiente,
que tuvo la mala suerte de tener una esposa infiel y mentirosa y una amante
dudosa con un hijo, pero ¿y si no fueran ellas las asesinas?
Guillermo lo miró y enarcó las cejas.
__ ¿Cómo? ¿Y ahora en quién estás pensando?
__En que toda la policía está detrás de ellas, hasta de Paula si nos descuidamos,
¿y si alguien quiso callar algo, algún secreto, alguna información que el
occiso guardara o estuviera por denunciar?
¿Si fuera un mensaje su muerte para el multimedio o para
alguien más y las mujeres no fueran las asesinas?
No olvidemos que cuando murió al padre de Paula hace diez
años, también iban por este hombre, ¿si el móvil es otro, desde otro lugar y
confunde el que haya sido mujeriego?
Guillermo perdió la mirada pensándolo, le sonó a
interesante la hipótesis.
__Podría ser, pero en ese caso, el o los asesinos,
igualmente se valieron de alguna de ellas para entrar el veneno, no es el
estilo de un mensaje mafioso sino más de algo doméstico, pero podría estar
hecho a propósito, es más contaminando la insulina para desviarlo a Paula.
Un empresario poderoso, cercano al poder ejecutivo, dueño
de un multimedio, con cuentas claras aparentemente, respetable. Secretos debía
conocer, tanto de políticos como de otros poderosos, evidentemente.
Es que no termina de convencerme cómo se llevó a cabo la investigación
al inicio, llegamos tarde a la escena del crimen. Es extraño que en el entierro
sólo estuvieran los íntimos, lo habitual sería que fuera hasta el mismo Presidente, al menos a la casa a dar los
respetos a la viuda, alguien delegado, embajadores, y demás, estaban los hijos,
y los nietos apenas.
__Y Elsa con el hijo desde afuera, raro, ni los medios
entraron hasta hace horas, y se debió filtrar.
__ Guille, te traje todo lo publicado en gráficas y en la web, nadie habla mal del
occiso, te aclaro __ afirmó Gaby que llegó con todo impreso.
__Gracias linda, es que era un derroche de virtudes, lástima que murió
asesinado __dijo Guille mordisqueando la montura de los anteojos__. Me pregunto
si estaremos seguros de que murió por el arsénico.
__ ¿Qué? No amor,
no me digas que vas a pedir la exhumación del cuerpo porque nos van a matar a
nosotros, Miller por empezar. El caso se está convirtiendo en la atracción
principal de diarios, web y revistas, amén de noticieros, y estamos en cero. La
dudosa muerte del reconocido multimillonario y dueño de multimedio más
importante del país, bla, bla, bla, así lo titula la mayoría.
Es el caso que cualquiera que fuera tras el puesto de
jefe de la Policía y comisario general no dejaría pasar.
__No lo del cuerpo, por ahora, no, es sólo que creo
haremos una visita a la inspectora, a la chica que se centra en la viuda, me
parece la más seria, quisiera conocer a la jefatura de la policía científica
que está trabajando, ver las pruebas que hicieron al inicio, en cuanto a la
ruta del veneno, bastante pobre, por cierto.
__ ¿Quieres que les arme un cita?
__Por favor, Gaby, para ya, no sé si no pediré el cambio de investigador, el
superior de la chica le tiene demasiado afecto a la viuda __afirmó Guille__
Pedro, veamos lo actuado.
__El investigador Malvarez, era comisario mayor de la
Policía Federal y director del Departamento de Investigación de Pericias
Complejas de la Policía Científica dice esto, Guille, creo que estamos
equivocados, es serio.
La forense es Directora del departamento de
Criminalística de Gendarmería Nacional,
pidió hacerse cargo de la autopsia en persona para que nada escapara, para oír
al cuerpo como le gusta decir.
En cuanto a los peritos forenses y de la Policía científica,
consta que hicieron las pruebas del examen post mórtem y el procedimiento
médico fue impecable, el leit motiv de todo buen forense, sostiene la criminóloga,
es que el criminal siempre deja su sello personal sobre el cuerpo de la víctima
o en el lugar de los hechos. Una colilla de cigarrillo, un cabello, un
fragmento de piel bajo las uñas de la víctima, algo, pero lamentablemente en
cuanto a nuestro hombre, no dejó aparentemente ningún indicio.
El occiso salvo la diabetes había sido un hombre sano y
muy activo. El estado en que lo encontraron resulta brutal, envenenado en su
casa, en la suite. El abogado que quedó de director general por ahora era su
mano derecha, debe de saber más de lo que dijo.
Vaporizaron el ambiente con cianocrilato, pero las
huellas visibles eran sólo de la víctima y de los dueños de casa.
Al apagar las luces como pidió el perito la polilight,
luz que se usa para detectar manchas de sangre, semen, heces, orina, vómito o
fluidos biológicos, no mostró nada, coincidente con la muerte por el veneno.
No hay signos de
violencia, murió rápido. En general los
procedimientos fueron correctos, excepto en que confirmado el veneno como causa
de muerte, no se sabe desde dónde entró y su ruta, es lo que investigan ahora.
__Guille, hablando de afectos, digo, ustedes dos, me
dejaron colgada con las demandas.
__ ¿Qué demandas, Gaby?
__De divorcio, Pedro, a vos te choqué y llegaste acá para
divorciarte urgente de Camila y quedó en pausa, Guille se separó y allí anda,
lo mismo, ¿qué las hago? __protestó Gaby.
__Tienes razón, yo
con el lío del caso y el supuesto embarazo de Camila olvidé que la encontré en
la cama con Marcial, Guille tiene motivos, Ana está seguramente muy medicada
tras la recaída, pero no yo, termina la demanda, Gaby, y cita a Camila, si no
viene, le diré al padre lo que he callado por no involucrar a mi primo.
__Dale, marcho con la tuya entonces.
__ ¿Apurado mi cielo? __Me sonrió.
__ ¿De qué ríes Graziani? ¿Apurado con…?
De repente hubo algo en la mirada penetrante que le
despertó sensaciones incontrolables. Miradas que se cruzaban una y otra vez,
que decían todo y sólo ellos sabían Los besos que se habían arrancado en los
recodos oscuros del despacho habían sido el detonante de un fuego interno
incontenible, que estaba latente en el aire. Gaby los observó divertida. Ellos
mantenían su amor en un juego de seducción permanente, fuera donde fuese,
amantes eternos pero escurridizos a la hora del compromiso, habían tenidos
relaciones estables, pero estaban en la misma cama.
Compartían un lenguaje secreto, un código íntimo que sólo
ellos sabían descifrar. Bailaban al compás de una melodía que nadie escuchaba.
Eran tal para cual.
Se desafiaban, compartían los mismos placeres y con tan
sólo mirarse decían más que cualquier pareja con años de casados. Y allí
estaban otra vez, a la vera de la contienda, destilando feromonas mientras
mantenían la mirada de uno clavada en el otro. A ver quién de los dos caía
primero. La energía sexual que emanaban resultaba casi palpable.
Guille y Pedro, una batalla cada vez que se miraban. Cada
vez que se encontraban, aunque supieran que acabarían enroscados entre sábanas,
desplegaban sus mejores armas de conquista y se disponían a atacar al enemigo.
Eran como serpientes acorralando a la
presa. Disfrutaban tanto del preludio de horas
como del encuentro.
Se observaban, se estudiaban, se desafiaban, y antes de
acceder al convite se probaban.
__Permiso, marche tu demanda, Pedro, entonces, suerte.
_ ¿Apurado con…?
__Con casarme, por eso apuras el divorcio.
__No señor, yo no he pedido que apures tu demanda ni te
he pedido de casarnos, ya no pelees Graziani.
Volviendo al occiso, cuando Miller llegó, la Policía
científica estaba trabajando, tenemos las fotos que tomaron del cuerpo, de la
escena, el perito sacó miles de fotos desde cada ángulo, lo mismo las de la autopsia. La policía Forense cercó
el perímetro con la faja amarilla y un equipo de diez personas trabajó en
simultáneo para decodificar la muerte, era un ciudadano ilustre, un filántropo.
Un dibujante planimétrico tomó medidas del lugar y volcó la información a la
computadora, el fotógrafo capturó el cuerpo desde infinidad de ángulos.
Era dueño de una cadena de televisión, de varios diarios,
revistas, de una editorial y un misterio para muchos.
Una joya, no hay irregularidades en esto Guille, las hay
en las declaraciones, y ni siquiera quizá si esto viene de un asesino externo a
la viuda y a la amante.
¿Cómo estaba Ana?
__Viva, pero dormida. Como dijo Gaby, se volvió a tomar
todo y empezaron de cero, estaba en coma inducido, así, estaré meses en poder
hacer que firme mi demanda, me pesa por Fabián, pobre hijito, pasa todos los
días por allí, y está siempre dormida o fugada, aunque ahora que vive cerca,
estará mejor entre la facultad y lo que haga con nosotros.
__Podríamos hacer algo con él en el fin de semana, no sé,
ir a… Déjalo, no.
__ ¿Qué?
__Nada, iba a decir a la cancha o a un recital pero no te
llevaremos ni con una grúa.
__Y no, allí, ni más loco o chupado que Ana, pero a cenar
puede, a otro sitio, no sé, ya pensaré.
Pedrito, te amo, pero no puedo casarme por ahora,
__No te lo he pedido, ya deja de buscar pelea, si hace
nada que nos encontramos, estamos bien así.
Me enamoré de ti, mil veces seguidas en sólo un segundo,
mil veces lo grité al universo, mil veces lo escribí a sangre rota en mi propia
alma para no volver a cometer el mismo error, y de nada me sirvió, de nada,
cada vez que tus labios me besaban, de nada, cada vez que tu ojos me miraban,
de nada, cada vez que tus manos me tocaban, mil veces me enamoré de ti en un
segundo y mil veces sufrí el desamparo al dejarnos minutos.
Malditos labios que arañan mi hombría, malditos tus ojos que a mar me recuerdan, malditas tus manos, que como nubes de algodón me arropan , Dios cómo te amo y mi alma llora, mi bello susurro pegado a mi boca, cómo no voy a amarte si me haces hombre, cómo no voy a quererte si por ti lates en mis adentros. Bendito hombre que sin ti no soy nada ni nadie, mil veces me enamoré de ti en un segundo y mil veces daría mi vida por volver a tenerte un segundo entre mis labios.
Malditos labios que arañan mi hombría, malditos tus ojos que a mar me recuerdan, malditas tus manos, que como nubes de algodón me arropan , Dios cómo te amo y mi alma llora, mi bello susurro pegado a mi boca, cómo no voy a amarte si me haces hombre, cómo no voy a quererte si por ti lates en mis adentros. Bendito hombre que sin ti no soy nada ni nadie, mil veces me enamoré de ti en un segundo y mil veces daría mi vida por volver a tenerte un segundo entre mis labios.
Te contaré algo, pero pasó hace años, antes de Camila, y
nada, no pasó nada, fue un amor en silencio, una ilusión.
__ ¿Tuviste a alguien más antes de Camila?
__No te celes, no pasó nada. Sólo escucha.
”Caminando en la ciudad me encuentro, la rutina diaria,
pasos desafiantes, miradas destellantes, saludos complacientes. Me decidí a
cambiar el rumbo de mi camino conquistando nuevos horizontes, vagando en mi
andar a lo lejos diviso una silueta perfecta. Acercándome voy hacia esa
escultura, tallada por los dioses del universo, bendita belleza enamorado
quedé, pero ilusoriamente, de la belleza en sí. Era una mujer hermosa que
atrapó mis sentidos, muñeca impecable de elogios divinos, me rindo ante ti
princesa encantada, me dije...al tenerla frente a mí sentada en un banco del parque,
donde yacen recuerdos y aromas de historias vividas.
La saludé y no me respondió, le pedí permiso para ocupar un espacio a su lado y ella indiferente.
Empiezo a entablar una conversación, ella lejos a la distancia en su mente, con su orgullo prepotente y egoísta. Como caballero arropado, intento regalarle una rosa para encausar una charla más placentera y confiable. Ella ni intenta abrigar la flor entre sus manos, rechazo total a mis intenciones formales de educación. Empiezo a dudar por sus acciones sin razón ninguna, hacia mis cortesías donde llego a la conclusión de que espera algún galán...Se apodera de mí la envidia, jamás sentí tanta frialdad en mi cuerpo, señal que llenó mi alma de amor, pensé entonces.
A mis espaldas escucho el rechinar de hojas secas y una voz que dice: nos vamos corazón. Me martillaba el sufrimiento. Al girar mi cabeza para mi sorpresa, era un señor de cierta edad que con respeto se acerca a mí y me saluda cordialmente.
Permiso joven, me dice, recogeré mi hija que es sordomuda con una apoplejía en su cuerpo, cuando se alejan cae de su mano la rosa en el pasto que yo le puse entre sus manos.
Me inclino a recogerla, me digo lo ingrato y malpensado que fui al juzgar a una persona sin conocerla, sin saber sus situaciones, sus problemas, se alejan ambos de mí.
Ella me llegó muy adentro, puedo decir que paralizó todo mi cuerpo, sentí cómo me quemaba por dentro, muestra de que sentía amor por ella como ser humano, estoy hablándote de lo que puede inspirar el hijo o sobrino de Elsa, y la misma Paula sin incapacidad física.
Días tras día regreso a ese parque, me sigo sentando en aquel banco esperando volver a verla, pero jamás ha regresado, pasan los años y aún conservo esos pétalos de aquella rosa en las páginas de un libro llamado amor sin barreras, dedicado a ella en el cual mantengo mi fe y esperanza de encontrarla algún día en ese banco para demostrarle mi afecto, mi cariño, lágrimas que salen de mis ojos humedeciendo mis sentimientos plasmados en esas páginas que abrazan esos pétalos que guardan en el tiempo su amor.
La saludé y no me respondió, le pedí permiso para ocupar un espacio a su lado y ella indiferente.
Empiezo a entablar una conversación, ella lejos a la distancia en su mente, con su orgullo prepotente y egoísta. Como caballero arropado, intento regalarle una rosa para encausar una charla más placentera y confiable. Ella ni intenta abrigar la flor entre sus manos, rechazo total a mis intenciones formales de educación. Empiezo a dudar por sus acciones sin razón ninguna, hacia mis cortesías donde llego a la conclusión de que espera algún galán...Se apodera de mí la envidia, jamás sentí tanta frialdad en mi cuerpo, señal que llenó mi alma de amor, pensé entonces.
A mis espaldas escucho el rechinar de hojas secas y una voz que dice: nos vamos corazón. Me martillaba el sufrimiento. Al girar mi cabeza para mi sorpresa, era un señor de cierta edad que con respeto se acerca a mí y me saluda cordialmente.
Permiso joven, me dice, recogeré mi hija que es sordomuda con una apoplejía en su cuerpo, cuando se alejan cae de su mano la rosa en el pasto que yo le puse entre sus manos.
Me inclino a recogerla, me digo lo ingrato y malpensado que fui al juzgar a una persona sin conocerla, sin saber sus situaciones, sus problemas, se alejan ambos de mí.
Ella me llegó muy adentro, puedo decir que paralizó todo mi cuerpo, sentí cómo me quemaba por dentro, muestra de que sentía amor por ella como ser humano, estoy hablándote de lo que puede inspirar el hijo o sobrino de Elsa, y la misma Paula sin incapacidad física.
Días tras día regreso a ese parque, me sigo sentando en aquel banco esperando volver a verla, pero jamás ha regresado, pasan los años y aún conservo esos pétalos de aquella rosa en las páginas de un libro llamado amor sin barreras, dedicado a ella en el cual mantengo mi fe y esperanza de encontrarla algún día en ese banco para demostrarle mi afecto, mi cariño, lágrimas que salen de mis ojos humedeciendo mis sentimientos plasmados en esas páginas que abrazan esos pétalos que guardan en el tiempo su amor.
El amor no tiene límites, ni barreras que impidan ser
felices a dos almas que se aman, unidas en un sólo corazón, nada, no necesito
el casamiento para amarte. Como a esa chica la quise, me embelesó su ser
angelical, a ti me unió algo poderoso en el cumpleaños de Beto, lo sabes.
No sé si fue coincidencia encontrarnos, quizás el destino
dibujó nuestro camino, soñando nuevamente con tus deseos, y tus besos que
despiertan mi pasión. Conmigo sueñas en el aire unidos estamos como gaviotas, traviesos
como queremos, locos sin antídoto a la cordura. Tu camino me pertenece,
colgando estoy en tus brazos, nunca me dejes caer en el vacío
de un abismo interminable...canciones que envejecen por el tiempo, sentimientos que mueren sin razón como entre Edyth y el esposo, sólo recuerda me tienes colgando en tus brazos, nunca dejes caer mi corazón en las hostiles y temerosas lagunas de la desolación.....Mi corazón yacería de tristeza, y se aferraría en su lucha de no olvidarte para demorar los suspiros de tu ausencia, dejé mi alma en tus manos. Te amo como una nueva hoja, que el tiempo seduce, para que duerma en parques, donde las flores crecen sin ser molestadas. Te amo como un hermosa sinfonía, que un músico, sus notas en pautas las ha dejado. Algún día y te lo juro, nuestras miradas, nos acompañarán en maravillosos viajes donde conoceremos los eternos vuelos que los ángeles hacen para acompañar las almas, de los que por amor, sus miradas las han santificado.
de un abismo interminable...canciones que envejecen por el tiempo, sentimientos que mueren sin razón como entre Edyth y el esposo, sólo recuerda me tienes colgando en tus brazos, nunca dejes caer mi corazón en las hostiles y temerosas lagunas de la desolación.....Mi corazón yacería de tristeza, y se aferraría en su lucha de no olvidarte para demorar los suspiros de tu ausencia, dejé mi alma en tus manos. Te amo como una nueva hoja, que el tiempo seduce, para que duerma en parques, donde las flores crecen sin ser molestadas. Te amo como un hermosa sinfonía, que un músico, sus notas en pautas las ha dejado. Algún día y te lo juro, nuestras miradas, nos acompañarán en maravillosos viajes donde conoceremos los eternos vuelos que los ángeles hacen para acompañar las almas, de los que por amor, sus miradas las han santificado.
__Cielito, fue todo causal y mira que no creía en ello,
fue físico lo que sentí en esa tarde mágica, me desmoronó, y te sentí mío aun
sin serlo....Me duermo y me invade un sueño desde mi confusa y delicada alma
donde me alimenta mis sentimientos de placer inagotables. Escondido y
calculador como un prisionero me encuentro en mi propio laberinto en mis
palabras espontáneas como jamás pronuncié con nadie, cautivadoras o sigo
amándote en silencio, en roces, en miradas, en medio de la gente.....Con mi voz
profunda y quebrada, creo tus dudas donde buscas en la incertidumbre respuestas
a la tentación de preguntas que hechizan. Como guerrero batallo contra la voraz
y espeluznante verdad aunque prefiero sentir demencia en un rincón de mi alma. Permito
tu llegada a mi inocente corazón, donde liberas en él, toda la pasión de deseos
mundanos y prohibidos que provocan un fuego que sólo puede ser aplacado por un
encuentro de locura entre dos amantes. Un grito de frecuencia baja.
Una psicofonía que te manda mi corazón y un amor hirviendo en plena ebullición.
Una psicofonía que te manda mi corazón y un amor hirviendo en plena ebullición.
Y ahora, mejor vayamos a ver qué están haciendo en la
casa de Edyth, no hay irregularidades en lo inicial al menos.
__Vamos, y jamás serás mi juguete, te amo.
__Sé que no fuiste el príncipe azul que llegó cuando lo
soñaba a mi edad temprana. No fuiste mi primer beso de amor ilusión de enamorado.
Ni fuiste por años el dueño del nombre que con pasión yo nombraba. No fuiste a
quien pude amar por primera vez. Ni el que me quiso dar la ilusión de poder
creer en la adolescencia. No fuiste con
quien pude aun formar un hogar estable
con hijos incluidos. Y quien nos iba a rescatar cuando viéramos hundido el
barco, porque el amor es como un barco, y o se suben todos o se hunde cielito.
No fuiste el que secó mis lágrimas cuando lloraba la angustia de estar solo con mi bebé y no me diste el consuelo que tanto necesitaba. Y es que...así estaba escrito, que nos íbamos a encontrar en la madurez de nuestro camino. Qué nos importa ahora lo que antes hemos vivido. Después de tanto buscarnos por fin nos hemos encontrado, sí fue suerte o algo más ya no interesa, lo que me importa, es que ahora estás a mi lado.
No fuiste el que secó mis lágrimas cuando lloraba la angustia de estar solo con mi bebé y no me diste el consuelo que tanto necesitaba. Y es que...así estaba escrito, que nos íbamos a encontrar en la madurez de nuestro camino. Qué nos importa ahora lo que antes hemos vivido. Después de tanto buscarnos por fin nos hemos encontrado, sí fue suerte o algo más ya no interesa, lo que me importa, es que ahora estás a mi lado.
Ciudad Autónoma.
Mientras Elsa se arreglaba para ir al hotel no dejaba de
preguntarse qué desearía Edyth. Durante la conversación telefónica se había
mostrado preocupada por su estado anímico, al tiempo que daba la impresión de
que podía plantarse en su casa en un momento. Sólo cabía pensar que, o tenía
mucha prisa, o se trataba de algo tan
importante que no podía ser pospuesto.
Tampoco durante el trayecto en subte al centro logró
dejar de especular sobre lo que la viuda le iba a contar cuando llegara. ¿Se
había confirmado su sospecha enterada por la policía de que era amante del
esposo? Por teléfono su tono no le había parecido rudo, pero quizás había
contenido sus emociones mientras hablaban.
No podía imaginar cómo reaccionaría en caso de confirmar
el engaño de su esposo. Nunca la había visto enojada, pero hasta ella debía de
montar en cólera en alguna ocasión.
Elsa se sentía atemorizada precisamente porque ignoraba
qué cara le iba a poner esa mujer siempre sosegada, estructurada, cuyo rostro
jamás reflejaba ninguna emoción intensa, a ella, la mujer que se había estado
acostando con su marido. Sin embargo, Elsa
había decidido, que si ella le preguntaba, no lo ocultaría torpemente,
lo había hecho por amor y no por su dinero, tampoco por Luciano, ni por la
hermana que también lo amara ni por sus secretos compartidos.
Le reconocería y se disculparía un millón de veces si
hacía falta por no confesarlo antes, consciente de que aun así, no la iba a
perdonar y de que, a buen seguro, la echaría con palabras destempladas. De
todos modos, lo mejor para ella en ese momento era dejar aquel asunto
definitivamente zanjado.
Al llegar al hotel, la llamó, y ella le pidió que subiera
a la suite.
__Perdona por haberte hecho venir hasta aquí, Paulita
salió, fue a casa de los primos, está demasiado pegada a mí y no es bueno,
deberé estar mucho tiempo en la empresa, ella retomar su vida.
__Descuide. Bien, ¿de qué se trata?
__De momento siéntate. __Le señaló el sillón del estar.
Elsa lo hizo y echó un vistazo alrededor. Era una
habitación doble. Al lado de la cama se encontraba abierta la misma maleta que
le vio el día en que salió de la casa. A juzgar por el contenido que asomaba,
se había traído bastante ropa. Quizá contaba con que su estancia se
alargaría más de lo previsto.
__ ¿Quieres tomar algo?
__No, gracias.
__Bueno, yo te sirvo igual, ¿vale?
Edyth sacó del
frigobar una botella de whisky y sirvió en dos copas.
__Gracias __dijo Elsa con una leve inclinación de la
cabeza tendiendo la mano para coger el vaso. Realmente lo necesitaba.
__ ¿Qué quería saber la policía, Elsa? _comenzó
preguntando la viuda.
__ Pues cuál era la situación cuando fui a la casa, antes
y después de la muerte. Si tenía alguna idea de quién puede haber sido, esas
cosas.
__ ¿Y qué le dijiste?
__Que no tengo idea, porque en verdad no puedo
imaginarlo, Edyth.
__Claro. Y aparte de eso, ¿qué más te preguntaron?
__Aparte de eso… Nada más __dijo Elsa., obviamente no iba
a contarle que también habían preguntado por el café que tomó el sábado, el
domingo__. Bueno, sí, lo de mi viaje, supongo que irán a ver si fue real, ya
fueron a mi trabajo.
__Sí, lo mismo hicieron con todos, corroborar coartadas.
Edyth asintió tomando un sorbo de su copa.
__Elsa… __dijo__. Hay algo que quiero contarte.
Elsa dio un respingo. Sus miradas se cruzaron. Al
comienzo pensó que la señora la miraba con aversión, pero luego lo desechó como
versión errónea. Los ojos de la viuda no
reflejaban ni ira ni odio. Estaban más bien imbuidos de una mezcla de
melancolía y vacío. La tenue sonrisa que esbozaban los labios no hacía más que
reforzar ambas impresiones.
__Él me había pedido el divorcio __ dijo entonces con voz
átona.
Elsa bajó la mirada hacia el suelo. Tal vez fuera el
momento de simular sorpresa por su parte, pero se abstuvo. Ni siquiera era
capaz de mirar a Edyth a la cara.
__Fue el viernes. Me lo pidió en la habitación, antes de
que llegaran los invitados para la cena, estabas en la cocina. Dijo que para él
carecía de sentido seguir casado con alguien que no estaba dispuesta a dejar a
su amante, lo tengo, lo sabes creo, y lo amo, aunque no pensaba ni deseaba
divorciarme de él, mi amante no es de los que se divorcian y a mi marido lo
quería de otra manera, es el padre de mis hijos. Pero además me dijo que
deseaba tener una esposa a tiempo completo.
Lo único que podía hacer Elsa… era seguir escuchando con la cabeza gacha.
Sabía del pedido de divorcio, pero no imaginaba que lo hubiera dicho de esa
forma.
__Además dio a entender que ya había encontrado una
sustituta. Muchas veces habíamos tocado el tema, es más alguna vez Paulita nos
escuchó, pero esta vez fue diferente, sentí que estaba decidido. No me dio
nombres, pero sí dijo que se trataba de alguien que yo no conocía.
Elsa se sobresaltó. Edyth estaba hablando con
conocimiento de causa y con franqueza, como quien no quiere la cosa, la iba
acorralando poco a poco.
__Pero me temo que eso era mentira, su amante no es
alguien a quien yo no conozco. Sé que la conozco muy bien, por eso él no quiso
revelarme el nombre.
Elsa se iba sintiendo cada vez peor, finalmente no pudo
aguantar más y alzó su rostro.
Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.
Edyth no se mostró sorprendida. Al igual que antes,
seguía mostrándose imperturbable. Con aquella tenue sonrisa que transmitía una
sensación de vacío. Cuando habló, la mantuvo en el rostro.
__Esa mujer eres tú, Elsa, ¿verdad? __ dijo con el tono
afable de quien reprende a un niño por mal comportamiento.
Sin saber qué decir, Elsa se limitó a apretar los labios
en un intento por contener los sollozos, las lágrimas se deslizaban por sus
mejillas.
__Eres tú, ¿verdad? Ya no había forma de negarlo. Asintió
tímidamente con la cabeza. Edyth dejó escapar un largo suspiro.
__Me lo imaginaba __dijo.
__Edyth, yo…
__No hace falta que digas nada, mi esposo no era un
santo, hace diez años quiso abandonarme por tu hermana, lo sé, lo sabes. No sé
por qué, pero lo supe cuando él me pidió el divorcio. En medio pasaron muchas,
pero fueron sólo eso, pasatiempos, sólo tu hermana y tú fueron diferentes.
Simplemente esta vez me negaba a reconocerlo. Aunque más bien lo supe un poco
antes. Era natural que me acabara dando cuenta teniéndote siempre al lado…
Además, dejándote a ti al margen, él no sabía ni mentir ni actuar tan bien como
se pensaba…
__Supongo que estará muy enojada conmigo, él me dijo que
usted no se lo daría, pero no lo maté, lo amaba…
__No sé, Elsa, tal vez esté enojada. Sí, creo que lo
estoy. Porque aunque estoy segura de que
quien lo propuso fue él, a fin de cuentas podrías haberte negado, o al menos
podrían haber respetado la casa de mis hijos y no encontrarse allí, menos
estando Paula presente. Sin embargo, tampoco tengo la sensación de que me lo
robaras, porque lo de él no era una aventura. Creo que primero se enfriaron las
cosas y sus sentimientos hacia mí y luego volvió los ojos hacia ti. Siento, que
en parte, también fui culpable por no haber sabido retenerle.
__Lo lamento mucho. Yo sabía que no estaba bien, pero
insistía, insistió, y…
__No sigas __la interrumpió, esta vez con tono incisivo y
frío__. Si te oigo hablar de eso, no podré evitar odiarte un poco, no quiero
saber la concreta manera como te sedujo.
Sabes _recuperando el tono cordial__, cuando nos casamos
hicimos un pacto. Si en cualquier momento uno de los dos dejaba de amar,
reconsideraríamos el matrimonio. Ninguno de los dos éramos ya jóvenes, pero aun
así, él quiso hacer valer el pacto, y la sustituta que tenía prevista para mí,
eras tú. Pero puede que desde su punto de vista, sólo se tratara de la
ejecución de ese pacto que hiciéramos antes de casarnos que yo ya casi había
olvidado.
__Me habló de ello en alguna ocasión... __dijo Elsa sin
elevar la cabeza.
De hecho Elsa había recordado que el sábado se había
referido a ello, como “las reglas”. Esas eran las reglas, y que Edyth las había
aceptado. Por eso no se había opuesto a la ruptura. Efectivamente, era lo que le había dicho, Elsa no lo comprendió
entonces, pero tras escuchar esta versión de ella, se dio cuenta de que era
cierto que ella había aceptado esas condiciones antes de casarse.
__En principio me negué, varias veces lo hice, por los
chicos, los bienes, cosas que no existían antes de casarnos. Pero si decidí
salir ese fin de semana para irme a casa de mis padres, fue precisamente para
poner en orden mis sentimientos.
__ ¿A casa de sus padres?
__Sí, la policía cree que estuve con un amante poderoso,
pero estuve con mis padres, el sábado en un spa con una amiga, no quise
involucrarlos en esto a ellos, al saber del asesinato.
Además, después de que él me pidiera el divorcio, se me hacía
muy cuesta arriba seguir viviendo en la misma casa. Por eso te entregué las
llaves. Se trataba de mi renuncia a él. Estaba segura de que durante mi ausencia
se iban a ver. Así que me sentiría más liberada si te entregaba directamente
mis llaves.
Elsa recordó la mañana en que ella le había dado las
llaves.
En aquel momento
no era consciente de la determinación que ocultaba Edyth. Al contrario,
incluso se había sentido halagada al pensar que se las dejaba porque confiaba
plenamente en ella. Al pensar en lo que debió sentir mientras la veía a ella
aceptar esas llaves, sin sospechar en lo más mínimo, el espíritu de Elsa se
cohibió más aún.
__ ¿Le comentaste la relación a la policía?
__Ellos ya parecían haberse dado cuenta. No tuve más
remedio que confirmarlo.
__Sí, lo entiendo. La verdad que eso de que llamaste y te
preocupaste sólo porque estabas preocupada por él sonaba forzado. O sea que
ellos, ya sabían de que mantenían una relación. A mí no me dijeron ni una palabra.
__ ¿De verdad?
__Tal vez pretendieron observar mis reacciones
aparentando no saber nada del tema. Digo lo de observar porque está claro que
sospechan de mí, hasta mi supuesto abogado defensor.
__ ¿Cómo? __se asombró, Elsa__. Es imposible.
__Bueno, es normal, al fin de cuentas, yo tenía un móvil.
Mi marido me estaba engañando, ellos no tenían por qué saber que yo también.
__Yo no albergo ni la menor sospecha hacia usted, ni
siquiera se encontraba en la ciudad, además él me dijo que había aceptado al
fin lo de la ruptura.
__De todos modos, me trae sin cuidado que la policía y
Graziani sospechen de mí. Me da igual __ dijo Edyth sacando un pañuelo de la
mesa para enjugarse los párpados antes de proseguir __. Me preocupa saber qué
es lo que realmente ocurrió. Tengo hijos, nietos, una empresa tremenda. ¿Cómo
es posible que él…? Elsa, ¿de veras no tienes idea de quién pudo haberlo hecho?
¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
__El mismo domingo, por la mañana __ confesó, ya decidida
a no mentir__. Como en esa ocasión
tomamos un café juntos, y encontraron ese veneno allí, la policía me ha estado
preguntando sobre ello, pero la verdad es que no se me ocurre nada, a mí no me ha pasado nada. Y tampoco noté nada
raro en él entonces.
__Ya… __dijo Edyth, pensativa__. No le ocultarías nada a
la policía, ¿verdad? Les dirías todo lo que sabes, ¿no?
__Creo que sí.
__Bien, pero si se te ha olvidado algo, será mejor que lo
confieses cuanto antes, sino podrían comenzar a sospechar de ti.
__Me temo que ya sospechan. Por ahora soy la única que entró
a la casa ese fin de semana.
__Bueno, supongo que la policía tiene que empezar a
sospechar por algo y es lo más simple.
__Sí, en cuanto a esta charla, ¿deberíamos contarle a la
policía de su existencia?
__No veo por qué no. A mí desde luego no me importa. Si
intentamos ocultarla y la acabaran descubriendo, van a recelar de nosotras y
con razón.
__De acuerdo.
__Extraña conversación, ¿no? La esposa a la que el marido
había pedido el divorcio y la amante del marido hablando en la misma habitación.
Y además de modo civilizado.
Desconcertadas y sin saber muy bien qué hacer, pero sin
pelearse, quizá porque está muerto.
Aunque era de la misma opinión, Elsa no contestó, sin embargo
por lo que a ella se refería, no le importaría que la insultara cuanto quisiera
o le pegara si pudiera resucitarlo. Estaba convencida de que lamentaba mucho
más su pérdida que Edyth. Pero no podía hablar sobre las razones de esa
convicción.
Palermo.
__Hijito, ¿estás necesitando algo, compras, dinero?
__preguntó Guille, estábamos cenando todos en casa.
__No papá, tengo la tarjeta y al mudarme hice compras
para un mes, copadísimo estudiar en paz, me encanta.
¿No olvidaron la cena con Valeria para el sábado, verdad?
__ No hijito, todo bien, si no matan a nadie más, la
haremos, ¿qué le gusta? Porque cocinaré yo a la artífice de que hoy estés acá.
__Come como un pajarito, es delgadísima, pero me encanta.
Pescado, pero a vos no te gusta para nada, mejor pastas y todos contentos, ya
le dije que son tu especialidad.
__Vale, pastas entonces __dije sonriendo a Fabián, es
divino.
__Hijo, no vayas a la clínica por ahora, fui temprano, tu
madre está dormida, por la recaída empezaron de cero, no te tortures, no
despertará, me avisarán__ le informó Guillermo calmo.
__Bueno, ¿te vas a divorciar cuando mejore? Digo, supongo
que se van a casar en algún momento, ¿no?
__Otro más con el temita ___ dije sonriendo.
__ ¿Qué dije?
__Nada. Que le dije a Gaby que diera marcha a mi demanda
de divorcio, y tu padre cree que intento cazarlo.
__ ¿Y no es así? __ sonrió Fabián, le pegué despacito con
la servilleta.
Fuera de joda, ¿puedo ir con ustedes a ver lo de las
coartadas?
__No hijo, es un quilombo, no quiero exponerte, que te vean,
de ninguna manera, cuando sea algo más calmo, veremos, mejor estudia por ahora.
__ ¿No tienen nada todavía?
__Nada nuevo, fuimos a la casa, hay gente de Científica
hasta sacando plantas en el jardín, pero nada nuevo.
__Me voy a dormir, yo, estoy fundido, no los veo entonces
hasta el fin de semana.
__Sí hijo, volveremos en el día o me suicido, ni loco me
quedo en esos sitios, no quiero terminar muerto, Pedro sospecha de un tercero
que no es nada loco, pero yo por ahora de estas dos mujeres me cuidaría, tanto
como de Ana y de Camila.
Te veremos a la noche, anda atorrante.
__
__La semana que viene tendremos los muestreos genéticos,
saber la paternidad de Luciano será buena cosa y…
El teléfono encalló las palabras de Guillermo.
__Beto, ¿qué pasó ahora querido? ¡No me digas que
apareció alguien más en la casa de Elsa, u otro muerto!
_Más o menos, muertos no, pero raro.
__Y habla, que cada vez que llamas me hago la señal de la
cruz ya.
__ Raro, otro escribano, llamó, al estudio y al Juzgado, me avisó Miller, dice tener
otro testamento.
__ ¿Que... qué? __ Guillermo se ahogó con el whisky,
Pedro abrió los ojos como platos.
__Lo que oíste, al parecer éste es el válido, lo hizo el
occiso en la última semana, el notario dijo que dudó en aparecer, pero que se
arrepintió, va, estaba muerto de miedo. Llama a Miller, o lo verán mañana, la
lectura es en diez días, y debe estar
presente Elsa Contreras, qué tal, condición en manuscrito dada por el muerto.
___! Dios! Paula tenía razón, entonces no habrá nada en
el registro de la propiedad, pero confírmalo, ¿y ahora qué?
__Bueno, Guille, suerte mañana y pasado, no los veremos
en el estudio, te llamo cuando sepa algo.
__ Cruzo los dedos.
Se dejaron caer en el sillón resoplando.
__Por hoy ni me mires, no pienso llamar a José, la
lectura es en diez días, ahora le dejó todo a Elsa y la viuda lo vuelve a matar
si fue ella.
__! Guille!
__Es verdad, y Luciano es el hijo, verás, esto no lleva
seis meses como dice Elsa.
__ ¿Lo sellas?
__Con un beso, lo sello.
De esos que llegan sin falta, susurro completo de
ilusión, retador completo de tu razón, afecto que es tu respuesta. Robarte un
peso que queme tu alma y tu piel que reclama, un tatuaje de quien te ama, idilio
de luz que te anime. Búsqueda de alma en un roce, un vuelo sagrado que se meta
en un corazón que comprometa, un amor tuyo que acose. A un beso, tu latido, tu
vida, tu cuerpo que quiero mío, tus ganas en mí que ansío, un vuelo que tiene
cabida.
Un beso con toda el alma pasión que te quita el sueño, no
quiere tener ya ese empeño, quitarse en ti toda su calma. Un beso que es tu
interior con un vuelo de redención, que te amen sin condición, con un afecto
que es superior. Un beso que plante un amor.
Los labios se abrazaron, las ansias puestas en
saborearlos encontró los deseos y la humedad desbordada, la respiración
agitada, los latidos acelerados, los pezones erectos en el abrazo, y las manos
que se colaron encontraron como llama ardiente la piel anhelada desde la
mañana.
Rompieron deseos el escuchar ávidos gemidos penetrando el alma del ser único, queriendo ser impúdicos, deseando hacer vibrar al otro de placer, la excitación los hizo volar sintiendo la firmeza en el vientre que causó jadeos, como animales hambrientos se despojaron en instantes de la ropa adentrándose en sitios secretos, más con el néctar de vida que derramaron en el ser.
Rompieron deseos el escuchar ávidos gemidos penetrando el alma del ser único, queriendo ser impúdicos, deseando hacer vibrar al otro de placer, la excitación los hizo volar sintiendo la firmeza en el vientre que causó jadeos, como animales hambrientos se despojaron en instantes de la ropa adentrándose en sitios secretos, más con el néctar de vida que derramaron en el ser.
__Tus labios con sabor a miel suaves como terciopelo mis
espacios sublimes delinean al delirio
intenso. Te confieso que quiero escribir
mis te amo sobre tu piel, en todo tu lienzo, que es mi mapa. Tu boca me excita
a robar tus besos, morder tus labios, darte mis anhelos, palpar tu sentir,
saborear tu elixir, aducir tu esencia, embeber mis átomos en ella, tantear
instintos, provocar tus fantasías, descubrir tus secretos, hacer realidad tu
lujuria, complacer muy despacio todos tus deseos. Tus manos me incitan a
abrazar tu corazón con mi ternura, tu dedos saben diestros amar con delicia y mi esencia
haces vibrar, tu exquisito aliento explora mi esencia, mi silueta
delinea, mis contornos modela, acaríciame con calma, acaríciame todo, acaríciame
el alma.
Y se amaron con el deseo y la pasión de cada día, de las provocaciones de cada instantes, sin desfallecer ni claudicar, agonizando en estallidos, desvaneciéndose en cada explosión para recomenzar de todas las maneras, en cada lugar con la fuerza del amor siempre presente, latente desde siempre en los sentidos, no importando olvidos y memorias, construyendo los nuevos recuerdos más queridos.
Sabiendo que adorarse era un ensueño, sintiéndose un ser,
disfrutando de glorioso empeño en cada vaivén y ritmo, en cada embestida, en
cada estallido, abandonando esencias en derrames sagrados como un alimento de
ambrosía.
Seguros de estar grabando a fuego, en la piel y en el
alma nuevos recuerdos de cuando se amaban con porfía, borrando ellos cicatrices
de otras manos, de besos erróneos, de equivocados, desalojándolas por marcas
más sublimes, tan eternas que habrían de recordarse a cada día, indelebles para
siempre, como el amor que naciera una tarde en el estudio en apariencia, porque
lo intuían de eones, grabado desde vidas cual flamas que llevaran encendidas
para reencontrarse.
__Estás en mis pensamientos a toda hora, cómo no ser egoísta y no pensar
cómo podría seguir vivo sin ver mi reflejo en esos ojos canela y miel, hombre
bello, osado, que pasaste por mi vida y me animaste a capturarte enervando la
sensible región de mi geografía, volviéndote para siempre el propietario de mi
amor, albacea de los bienes más guardados de mi vida: mi alma y corazón sufrientes.
Mi Guille, mi hombre fuerte, audaz, compañero, presencia
alegre que apaciguó mis dudas, alejó mis pretéritos, desvaneció en ilusiones y esperanza mi melancolía con
palabras diligentes de pasión y fuego, ánfora
que me contiene y excita todo mi cuerpo, que calma esta ansia de tenerte,
revíveme con tus labios, con tu pasión recórreme. Mírame con tu mirada, haz
tambalear este orgullo hasta que mi mundo tiemble.
__Quiero desnudarte pero no tu cuerpo sino cada sentido,
cada risa, las formas perfectas en las que miras con tanta emoción, lo complejo
y lo que conviertes en sencillez, así como sos. Disfrutar de tu niño interior,
cuando el agua de la ducha te hace chapotear entre juegos y risas...que se vuelve contagiosa, vos me enseñaste a reír,
la dulzura, la ternura. Siempre dices tanto cuando me miras, como el aire
cuando te acaricia y no lo puedo atrapar, atraparte...Tan distante y tan cerca
a la vez, imaginándome dentro de tu
piel, pero tan inalcanzable, tan
sufrible, como nadie. Sos la vereda de mi soledad.
__Acaríciame, sólo bésame y no me digas nada más, llena mis
silencios, vacíos de sueños… ámame y no me dejes, nunca jamás. Mi amor, escucha mi dolor, calma mis lamentos
y sólo bésame, dame la tibieza de tu
piel y tu cuerpo en el sendero del amor juntos, vivamos cada encuentro.
Quítame la soledad y arráncame del largo
letargo de mis sueños, dejemos las crueles esperas entra las cenizas del olvido
gocemos las pasiones, que viven en lujurias y suspiros, mi corazón te quiere
apasionado entre amores libertinos. No digas nada más, deja que seque tus
lágrimas de amor, espinas que mi alma aquieta, en recuerdos que desgajan, recuerda
que te amo desde siempre, no importa mi dolor. Escucha el loco latir
exasperado, que siento en mi alma enardecido de pura pasión entre todo mi
cuerpo en el delirio por tu amor que me quita la calma. Abrázame como en las
primeras noches con tus brazos fuertes amantes y déjame sentir las huellas de
tus caricias abandonadas en mi espalda, déjalas morar en mi piel, que por
quererte se desgaja.
Toda la alegría de tu vida me pertenece, como auroras que
iluminan y viviremos en nuestro amor aun
los ocasos de la vida en la misma juventud que en esta etapa, todos mis años en
tu espera ya vividos, te reclaman. Necesito, vivir el amor contigo con
nostalgia, ironía de mi vida en la miel de tus ojos, soles de amaneceres
transparentes en la lujuria de los cuerpos, con el alma que nada olvida. Bebe en
los barrancos de mis labios, de mi boca insaciable, perdido mi corazón te quiere
en el goce de tus mieles quemándonos la vida en abismos amorosos, ardientes.
Arráncame la vida, con tu néctar de aliento tibio, dulce y delicioso, déjame
gozar la paz de tu amor, en tu dulce compañía, en momentos tibios y amorosos.
__Me conecto a tu fruta escandalosa… sin control y transito
cada célula llena de vigor. Se eriza la piel en el sol de tus cumbres, muerdo los
centímetros vírgenes de tus aullidos codiciosos... Semblante lúcido, atractivo
y efusivo, la luz alineada en su centro. Veo entre labios, la hilera de tus
dientes que asoman ardorosos sin pausa, sonidos que arrastra la corriente
tropical del encuentro… Muérdeme las yemas de los dedos excitados y dejaré que
tu saliva sea el deshielo volcánico que abrasa la fragilidad tremola y primitiva.
Pídeme lo que quieras desde el la punta del cabello hasta la planta de los pies, tus deseos serán lícitos no habrá
muros…sólo sexo ilimitado. Contigo, cada noche es turbulencia ondulante, arañas
los latidos de la casa con aguerridos alaridos de desaliñada obscenidad, que
despierte la ciudad para que me pidas con voz impiadosa que te amordace, que te
ate, que te muerda, en simples palabras sabrosas, sedientas y como un péndulo
todo irá de un extremo al otro, de uno al otro el poder y el control. Explotan los
sentidos como alucinaciones que se estrellan en mi lucidez, pura
exaltación…puro libertinaje ante del jardín de los pecados, envueltos en la cruel
nostalgia de la felicidad. Te amordazaré hasta las sílabas, y luego vendrán
ruidos balbuceantes. Te ataré en el ring matrimonial, y luego vendrán tus balas
hirientes. Afilaré mis colmillos y los incrustaré en tu cuello beberé néctar al
rojo vivo… luego me perderé en tus ojos infinitos y sutiles…sin interrupciones deseoso
de tus átomos incesantes…Soy el eterno seductor de tus fantasías suplicantes, un
amante irrepetible que vive en tus caprichos sexuales...dejaré mis tatuajes en
tu sed...huellas pecaminosas marcadas en tu piel...para siempre...Y un amor
hirviendo en plena ebullición.
Te besaré sintiendo tu aliento fresco con la inocencia
que en ti existe en tus ojos. Deja que mis manos recorran por tu piel, deja que
la noche nos cobije entre suspiros y el veneno de tu piel me haga enloquecer,
deja que la luna nos alumbre para recorrerte entero, no tengas miedo a lo que
sientas, déjate llevar por el deseo del querer, que el veneno de tu piel me
hace estremecer, que mis besos de miel te lleven al placer… vivamos este amor
hasta el amanecer disfrutemos cada instante. Te llevaré a volar hasta que sientas
tocar el cielo, llenaré tus labios con mis besos cada noche, que el deseo no
termine que la pasión no se apague, que la ilusión no culmine.
Llegaron al infinito una y mil veces más, perdidos en el
amor de siempre, de cada instante, de cada vida.
Cuando el teléfono volvió a sonar dieron un brinco, mas
no era Alberto sino la inspectora.
__Disculpe, Dr., pensé que sería importante que lo sepan.
__ ¿Qué cosa ahora?
__Le pido que no lo comente con mis superiores por ahora,
deseo con ustedes ir por mi teoría, oyó que discrepo con mi jefe.
__No se preocupe, dígame.
__Estaba a punto de llegar al hotel donde se aloja Edyth.
Ya conoce mi opinión, símil a la suya creo, y cuando iba a bajar del coche, salía de allí, Elsa
Contreras.
__ ¿Cómo?
¿Entonces están juntas en esto?
__No lo sé, no me animaría a tanto, es decir a decir que
son cómplices en el asesinato, aunque podrían, pero son más cercanas de lo que
declararon, y sin dudas la que más ha venido mintiendo… ha sido la esposa, ella
dijo apenas conocer a Elsa.
__Gracias por la información, cuando corroboremos o no la
coartada, le prometo pedir una indagatoria de ellas dos, un careo, juntas,
necesito saber qué las une, el caso es un enigma, pero están mintiendo desde el
minuto uno, y lo descubriremos, es nuestro… DESAFÍO.
Continuará.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON
LA RELIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
Agustina Acuña Inmensamente HERMOSO
ResponderEliminarFarid Saoud Tres agreble
ResponderEliminarMaría Jesús Muchas gracias
ResponderEliminarYoli Ganuza Gonzalez preciosaaaa
ResponderEliminarGladys Si me gusta, me conecta con la vida...
ResponderEliminarAgus Bellísimo
ResponderEliminarBetty M Bello, gracias por compartirlo.felicidades!!
ResponderEliminarSandra Omg... honor para Mí leerte, alientan el deseo constante de escribir, abrazos y besos para ti.
ResponderEliminarGraciela Hermosas letras.... un gusto leerte, un abrazo a la distancia.
ResponderEliminarRamona hermosa....
ResponderEliminarRoss Odino me gusta
ResponderEliminarMarita Que belleza!!
ResponderEliminarMaria P Hermoso
ResponderEliminarLucero Precioso!! Me encanta esa pasion! De verdad me erizo la piel!
ResponderEliminarCely Eve Monica Marzetti muchas gracias
ResponderEliminarUn caso muy interesante Eve...Te imaginás que ya quiero saber quién es el asesino...
ResponderEliminarExcelente capítulo Eve, el caso lleno de incógnitas cada vez más complejo y el amor un desafío en sus vidas, sos única genial te quiero gracias por tanto :) !!!
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