viernes, 26 de enero de 2018

“SIGNIFICAR”. ESTRENO. Prólogo y capítulo primero.



“Significar”.

Capítulo estreno. Prólogo y capítulo primero.

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"Cuando el amor te llame, síguelo": un poema de Kahlil GibranLa imagen puede contener: 2 personas
Incluso a través de sus calles extenuantes y empinadas.
Y cuando tus alas te envuelven, abandonadas.
No importa si la espada escondida entre sus plumas puede lastimarte.
Cree en él, aunque su voz puede hacer añicos los sueños y arrancar flores en el jardín de tu alma.
Cuando el amor te llame, síguelo.
Él sabe cómo acariciar los momentos más tiernos, incluso cuando tiemblan al sol.
Síguelo.
Te dará la bienvenida como el césped que crece la hierba, como el cielo que dora
las orejas, como el molino que blanquea el trigo.
Cuando el amor te llame, síguelo.
Conocerás todos los secretos de tu corazón, así como serás el dueño de cada
fragmento de la vida.
Nunca tengas miedo del amor.
Entra en su mundo.
Vive las temporadas de la sonrisa, así como las de llorar.
Descubrirás que no están amando sus lágrimas.
Cuando el amor te llame, síguelo.
Y déjate guiar”.
Kahlil Gibran.


Provincia de Bs. As., jueves 24 de enero de 2018.
Estudio Graziani y Asociados.

__Mírate, Guillermo, sos patético, un viejo, la nada misma __ bramó Juan con los ojos brillantes__.  Y aun así andas por la vida humillando gente, engreído, creyendo ¿qué?
__!Te vas, Juan!  ¡Se terminó, ya basta con insistir, déjame en paz si soy todo lo que dices! No quiero volver a verte. Crónica de mi día... una mierda.
__ Te espero en casa, recapacita, te dejo la camioneta, necesito caminar.

Guillermo Graziani, abogado penalista famoso que en apariencia todo lo tiene, cincuenta y dos años, furor en tribunales, poderoso, fachero, casado con Juan Arismendi, su amante desde la facultad, luego de su divorcio de Silvina, madre de Fabián, su único hijo, veintitrés años, hoy en la facultad siguiendo sus pasos, dueño del bufete Graziani y asociados, al parecer nada le faltaría, y sin embargo siente su existencia… vacía.

__Guille, ¿qué sucedió? __ interrogó Gabriela, asociada más joven y preferida.

__Los recuerdos tristes y ajados del alma saben secretos que la memoria ha olvidado, están grabados a fuego guardados en el corazón.
__No entiendo, ¿pelearon?
__No lo amo, Gaby, es lo que pasa en definitiva, que nunca amé, que me siento inútil, la nada misma, que ando a tientas por la vida.
Escondemos sentimientos bajo el manto de las dudas, el alma llora en silencio cuando la verdad es desnuda. Y en el fondo de la ausencia quisiera estar hoy con alguien que no es él, poner mi hombro en su pena para reconfortar su herida.
Desde mi soledad te escribo mordiéndome los orgullos, rumiando una pena fría queriendo sentirte mío.
__ ¿Te enamoraste de otro? ¿Conociste a alguien?
__No, Gaby, nadie, es más de lo mismo, está furioso porque me vio con Matías en un bar, pero solo estábamos tomando algo, no pasa nada con nadie. Me siento en andropausia creo, feo, gordo.
_¿Qué? __asombrada.

__Nada, no hagas caso.

Guillermo se levantó, y posando un beso en la mejilla se despidió  de su amiga, olvidado del saco y tomando el morral salió a la calle, y subió al vehículo que manejaba poco.

“!Amores prohibidos, viejo yo! Como si él fuera más joven por el hecho de ser más alegre.
Para mí no hay un amor prohibido si es natural y puro y basado en leyes espirituales y del universo y no humanas, amar es querer al otro ser total e integralmente, es aceptarlo con errores y aciertos, es conocerlo profundamente, es en cada acción demostrarle y proporcionarle bienestar, afecto y amor, así que quién me impedirá darte y ofrecerte mi amor sin importarme tu condición o etiqueta humana ,esa programación social que inventó el hombre para dominar y controlar al hombre, no creo en eso, es como si yo solo pudiera amar al sol y no a la luna, el amor no es propiedad ni exclusividad de nadie,  es una energía intensamente infinita que se irradia sin mediar ningún papel o invento de por medio. Esto claro diferenciarlo del machismo que trata al otro como objeto, eso es parte de la programación, yo hablo de encuentros de dimensiones más excelsas entre personas maduras y evolucionadas, claro algo raro en la sociedad terrícola.
Y obviamente no lo he conocido, no es él. No sé el significado de la palabra,  menos entiendo la existencia sin significado, no sé ni qué hago manejando esta cosa, ni siquiera sé dónde ir.
Andropausia, no sé de dónde sacó la palabrita, como si  existiera para nosotros un reloj biológico, o si algo o en algo cambiara la vida por pasar los cincuenta años, es ridículo.
De un momento a otro puede cambiarle a uno la vida, no hace falta estar al borde de la muerte para saber que todo es cambio. Pero quizás es algo sabido que preferimos ignorar. Suficiente lidiar con las incertidumbres cotidianas. Si encima nos mortificamos con la idea de cuánto puede suceder de forma imprevisible, viviríamos titubeando cosa que no es mi estilo. Sin embargo algo de embriaguez tiene la noción de que todo lo que nos parece seguro y sólido puede desaparecer en un instante. Se vive al ras de esa percepción leve que aletea como pequeño insecto en la conciencia.
Sin embargo me niego  a refugiarme en el pasado que enluta  mis apetencias en oscuro desconsuelo, imágenes evocadas como fantasmas rememoran el plañir por duelos al morir las ilusiones. No es el cielo que añoro en mi vuelo,  deseo  aletear esperanzas sin celajes de rencores,  deseo alcanzar a alguien que no sé siquiera si existe y cegarlo a falsas cumbres, que en su mirar solo llegue el horizonte con el sol en mis manos. No sé qué estoy pensando ahora.
Uno prefiere la engañosa certidumbre con que la vida dispensa mañanas y noches iguales, prefiere creer la existencia  como un manso y predecible río.
Cuando oímos historias de súbitos sobresaltos nos anclamos en la fe de que a nosotros no nos sucederá lo mismo, pero, ¿quiénes somos para estar seguros?
Yo mismo, estoy conduciendo un vehículo que ni siquiera es mío ni me gusta, llevo anteojos que ni siquiera necesito y parezco absorto en la autopista.
 Mis manos aferradas al volante son finas, esbeltas y cuidadas. En la izquierda llevo el anillo de matrimonio haciendo juego con el de diamante de compromiso.  Mi mirada fija, como esos anillos sin amor…  engaña, parece fija, parezco mirar el camino, pero voy mirándome por dentro.
Soy un tipo duro, exigente, exacto, firme, autoritario a veces, y sin embargo lleno de fobias estúpidas. Mas que todos me vean seguro me trae alivio, es un sentimiento de ligereza y buen humor, el presagio de envejecer nunca me trajo intranquilidad o irritabilidad, y no me siento como él me ve, es más…  siento una especie de energía acumulada, una intensa subida de voltaje, cuando toco la ropa me electrizo. No me explico el fenómeno de que mi cuerpo produzca electricidad estática aunque he leído que es posible, y me pasa.
 A mi marido se le alzan los vellos del brazo al acercarse y siempre le advierto que  mejor se mantenga alejado para evitar terminar como pararrayos celeste. Después de varios días de sacudidas eléctricas al abrir la heladera o la puerta del coche y de verme obligado a usar gel en el pelo para bajar el frizz, el rumor de alambre de alta tensión empieza a zumbar en los oídos afectando mi concentración. Es demasiada la tensión eléctrica que cargo, y cuando busco a esos pibes y no a Juan, dejo con ellos que me embargue la deliciosa distensión que experimento,  cuando músculo por músculo  mi cuerpo como si al fin hiciese polo a tierra se descarga de la magnética energía.
No lo entenderá nunca, es solo eso, en los días que llevo evitándolo mi cuerpo se viene alterando sobremanera, mi mente tras él.
 Recién he cumplido cincuenta y dos años pero la madurez no ha hecho más que acentuar mi aire juvenil, la seducción del tipo hermoso sin ser bello a quien no arrendan los pocos kilitos de más en el vientre que bien disimulo destacando mis mejores atributos: el cuello largo, el mentón arrogante, la mirada penetrante, los ojos canela profundos, las manos de dedos largos, los labios finos que seducen en la sonrisa, los brazos torneados, los hombros anchos, el pecho fuerte, la nariz mediana, la boca larga, sensual con un arco como delineado a lápiz. Me siento atractivo, carajo. No me sobra el cabello, tengo entradas, seré calvo alguna vez, pero el gusto que exudo por estar en el mundo me hace emanar una fuerza sensual masculina que lo enamoró a él, que atrae a los otros.
La idea de la vejez hoy me espanta, pero mi espanto está dirigido a una vejez lejana, a la de ancianos arterioescleróticos, olvidadizos, temblorosos, olvidados, ajados y dependientes. Nunca antes he pensado en cómo empieza aquello, en cómo se camina desde la juventud a ese estado de ruina. Me he sentido capaz de controlar alguno que otro dolor de espalda o rigidez, pero si bien lo he oído, sé que existe algo que llama andropausia, no quiero pensar qué será.
Sin embargo mi mente, en ese camino por el que viaja mi imaginación, mientras mi cuerpo viaja en el coche por el barrio anónimo, me lleva a una senda oscura llena de señales de alerta, de grandes círculos iluminados encendiéndose intermitentes con la palabrita, el fin de la masculinidad, es como él me marca,  como lo quiere imponer.
Juan y tus malditas palabras, los celos que acechan en cada tipo que miro como si fuera capaz de  enamorarme.
¿Qué mierda es el amor?
¿El amor es solo felicidad?
Les diría  que los sufrimientos vienen acompañando al amor.
Nos presionan el pecho, nos desangran las venas, sentimos los arañazos dolorosos de garras que nos dejan su veneno mortal en nuestro corazón.
Agonizan los recuerdos en la memoria, dando entrada a los miedos protagonizados  por las dudas de nuestra desconfianza.
 Abrazos que se pierden, besos que enmudecen, roces que se fugan lejos de la piel, caricias que escapan como polvo en el viento. Pasiones convertidas en demencia, que corren sin destino en busca de lo incierto, placeres mal heridos que conversan con la muerte esperando su antídoto, y en su laberinto de rosas marchitadas yacen los deseos por tentaciones pasajeras.
Y sigo preguntándome: ¿Solo existe felicidad en el amor?

Y me respondo:
A pesar que el amor no siempre es dicha, no siempre es alegría, no siempre es paz, daría lo que llevo de vida sin significado de existir para mantener lo que reste con mi alma y corazón amando sin piedad, no dejando dudas de mi entrega y consagración a esas cuatro letras. A: de adorar los sentimientos más hermosos que produce.
M: de merecerlo por actitudes ante la vida. O: de oxigenar los momentos difíciles de la existencia. R: de respeto hacia el prójimo. Ellas juntas provocan una bella unión llamada Amor.

Aunque el amor me provocara diferentes estados en mi cuerpo le sería fiel hasta la muerte.
 Si Dios me permite entrar al cielo, al reino de la paz eterna, solo le pediría que me convirtiera en un ángel para regalarles amor a todos en esta tierra. Para que el amor continúe vivo por los siglos de los siglos pero más que ello, casi como una venganza porque ni siquiera creo en Él, mi vida es una estúpida balada monstruosa.
Los monstruos que enviaste serán tus monstruos para siempre, como este enero en las pesadillas del viento, que es tu barrio, si leo tus neblinas. Nadie nos salva de morir ante el ave que nos mira, ante un no, ante un sí, o la carta que nunca llegó, o un adiós inesperado.
Los monstruos lucen caducos hace tiempo olvidé el miedo. Tu adiós fue solo tu adiós, una página que leí muy rápido,  mi renglón alcanzó su siguiente milagro y la calle resultó inabarcable para mi aire. La noche es tinta milagrosa, trueno que nos salva, no existe nada más oscuro y luminoso que el rencor.
He cicatrizado de tantos, no habitan más mi desvelo, los monstruos se desvanecieron y sus fantasmas son fotos perdidas…  quién sabe adónde.
Pero este día  nunca será la mitad de mi historia, la ciudad libera otras vidas, canciones que no son para vos ni para mí. La sonrisa es otra centella más de los lápices que son mis ojos si gobierno los colores de mi soledad con las vivas hogueras de mis pupilas.
Los monstruos que enviaste se quedaron en tu enero,  pero en los torbellinos de las persianas sigue escribiéndose el canto demencial de nuestras humedales.
Paso lento marcado por el tiempo, errores que se apilan memorias borrosas.
Rostros presentes pero ahora irreconocibles,  me resbalo en este camino que es la vida,  los días pasan rápido indiferentes a mi ir.
Huelo olores y perfumes, voces y canciones que no reconozco me pasan al lado.
Deseos y emociones impasiblemente,   sin embargo, todavía está presente el sentido de proceder. No rendirse a los años que marcan el cuerpo.
He vivido mi tiempo con infinita arrogancia, he perdido amores y abrazos pero hoy todavía quiero oírlo.
Este deseo de manos abrochadas, de caricias agotadoras… me gustaría que terminara así, acostado al lado de un alma loca,
ilusión y realidad.

“Por favor no pierdas el tiempo preguntando, te aseguro que nunca lo recordará.
Me he valido del don del sabio para hacer contacto contigo, sabía muy bien que así sería puesto que siempre has amado la sabiduría.
Solo quiero que sepas que estoy bien, que ya nada me duele, que este sitio en el que habito es un lugar maravilloso y lleno de luz, que desde aquí puedo verte, sé que lloras aún al recordarme y eso no me gusta, quiero verte siempre mostrando a los demás tu hermosa sonrisa.
Te agradezco por el tiempo en el cual pudimos convivir y conocernos, por todo ese amor que hasta hoy día me demuestras, por esas oraciones en las que pides a Dios por mí, te aseguro que él las escucha y te responde llenándome de su infinito amor.
Quizás lo habrás notado o quizás no, pero eso no importa, yo siempre voy a tu lado, lo que realmente me importa es tu bienestar, es por ello que a veces llamas corazonada a mi voz, te aconsejo al oído, te indico cuál es el mejor camino porque te amo y quiero siempre lo mejor para ti.
Sí..., el hecho de que no puedas verme, no significa que he dejado de amarte, a decir verdad; te amo más cada día, me siento orgulloso de la persona que eres, de tus logros, y lo mejor de todo:  ¡Me siento muy orgulloso y feliz de haber sido parte de tu vida!
No llores más, te aseguro que yo estoy muy bien en este sitio en el que se respira tanto amor, de cuando en cuando, utilizaré este medio para hacerte saber de mí, así como tú pides a Dios por mí, yo le pido por ti, por ahora te dejo un beso enorme y un abrazo infinito, sigue adelante, si alguna vez se te presenta una situación difícil, recuerda que siempre voy a tu lado con la bendición de Dios. Soy  tu padre, Guillermo”.

Padre, qué difícil es estar de este lado sin usted, sin poder amar aunque exista mi hijo.
Puedes sentirte feliz Juan, hoy en mí todo lo tienes, ternura y sincero cariño porque eres lo verdadero. Tus manos pueden recorrer todo mi cuerpo sintiendo que eres mi dueño.
 Tus ojos podrían ver tan cerca los míos, con ello verás que jamás he mentido, siempre brillarán por y para ti querido. Sentirás el perfume de mi piel viendo lo dulce que puedo ser, por nada querrás dejarme aunque tengas que marcharte.
Tus labios sobre los míos pondrás sintiendo un grato y dulce sabor del que no querrás escapar, sin ellos un enorme amargo sentirás. Si yo pudiera tenerte aquí conmigo sabrías lo que es la felicidad total, esa que no sentiste jamás, la que presientes y solo yo te puedo dar... Fueron palabras las que te unieron a mi alma, las que hicieron que en mí te fijaras.
Aunque en cada verbo expreso tristeza, rencor y dolor, descubriste detrás de esos sentimientos un hermoso corazón. Mi voz no conocías, aun así, yo era más que tu sueño, sin importar la ausencia. Jamás importancia le di al tiempo que transcurría sin que de mí supieras,
aun sabiendo que deseabas amarme. Tal vez muchas noches  tu almohada fue humedecida
por las lágrimas  que anidaban en tu alma y la luna convertiste en confidente. Fue tan poco lo que te brindé que tu corazón con el tiempo se fue endureciendo, te dejé  embargar por la soledad que cubre mi alma, sí Juan, es lo que he hecho con vos, mas es lo que has hecho conmigo, no sos el Amor, ni yo soy lo que amas. Tu sonrisa desapareció y tu sombra se convirtió en la mejor compañía. Como dagas mis palabras clavaban en tu corazón causando profundas heridas a tu alma... Sin desearlo te condené a vivir tras la sombra del desamor
convirtiendo en tristeza aquello que en mí descubriste. Varias veces pedí te alejaras de mí
aunque en la distancia fueras tu luz en la oscuridad, consuelo en medio de la soledad, la felicidad que jamás podría alcanzar.
__


__Muñeca de  la sonrisa más bella del planeta, ¿vamos hoy al cine?
__No, Pedro, no puedo salir con mi jefe estudiándome, sabes que necesito el trabajo.
Otro día, cuando tenga franco, ¿sí?

Pedro Beggio, tampoco mira por dónde va. Ha salido  a buscar a un colega carpintero para pedirle prestada la cola para madera que requiere para terminar un par de sillas que fabrica por encargo. Está corto de dinero,  él y el amigo se ayudan en situaciones similares.
Encuentra el taller cerrado y va de regreso pensando en la clienta que llegará mañana. Imagina qué le dirá cuando, a pesar de lo prometido, él no pueda cumplir a tiempo.
No lo intimidan sus clientes, en general, pero esta doña en particular  es especialmente altanera y sabe cómo hacerlo sentir pequeño, incapaz.
 Le recuerda a su madre, la mujer que arrasó con su vida durante toda su infancia. Tendrá que soportar su diatriba y se pregunta si podrá hacerlo sin que la propia arrogancia lo lleve a pedirle que jamás vuelva a poner los pies en su taller, y sí es arrogante.
“Desde la insatisfacción afectiva de mi infancia he aprendido la vida como una pelea, es dura, es una lucha, es una guerra,  me costó demasiado llegar a conseguir algo de paz. Y sí,  doña insoportable, sería una pena mandarla al demonio porque es buena clienta a pesar de todo y la necesito, necesito que me pague sus sillas”.

Treinta y siete años, alto, delgado, fibroso, lleva dos días de barba sobre un rostro preciso de escultura clásica: los rasgos estilizados, la  nariz respingada, los ojos almendrados color miel con abismo verdoso donde mujeres y hombres se lanzarían sin pensárselo dos veces, los pómulos altos con pocitos, los labios sensuales carnosos, que derriten al curvarse en sonrisas de luz que acentúan los hoyuelos, la piel como azúcar quemada por el sol.
Confiado de sí, cómodo con su cuerpo, transmite en su andar una cierta desfachatez, un aire despreocupado. No sonríe pero se adivina que lo hace con facilidad por el trasfondo de ironía con que miran sus ojos. Del pelo hoy castaño oscuro rubio al nacer, le cae un mechón rebelde sobre la frente. Solo las manos inquietas, los brazos tensos revelan un carácter acostumbrado a enfrentarse con determinación a cualquier cosa que le sirva la bandeja de la vida.
Recién nota que dejó el taller sin  ponerse los zapatos, y que calza sandalias de cuero viejo que un cliente agradecido dejó olvidadas dentro de un baúl antiguo que llevó a restaurar  pero que nunca recogió.
Pedro no posee mucho, pero es pulcro y cuidadoso. No le gusta salir desharrapado.

“En fin, es poca la gente que se fija en los pies, pocos son los que tienen miradas entrenadas para los detalles como la mía. No podría vivir con una mujer que no tuviera la sonrisa bella, por muy linda que fuera. En cambio, sonrisas como la de Camila me excitan.
Más de un domingo voy a la costanera o al río a ver pasar a la gente, me basta con ver pasar una sonrisa hermosa para tener fantasías exóticas que me cubren la semana.
En mi barrio, solo hay una persona con una sonrisa espontánea que lo logra. Me pregunto si estará de turno en la farmacia. Pasaré a verla antes de regresar a casa. Y sin embargo siento otra presencia, algo desconocido, anónimo pero intenso, una señal, una alarma, un no sé qué.
La brisa en el aire está impregnada de tu esencia y el corazón da vuelcos de alegría, no para el tintineo  de las campanillas de viento, qué felicidad tan dulce y serena respirar el murmullo de los árboles, es melifluo  como el olor del sándalo en tus cabellos,   eres inolvidable primavera en plena florescencia  al lado del arroyo efervescente que lleva tu luz que acaba con el invierno anciano tan fugaz,  mi copa tiene ahora tu elixir etéreo,  es maná de los cielos arriba en las estrellas pero te encontré  pues, si esto no es así entonces ¿qué es el amor?”

Se encamina hacia el semáforo para cruzar la calle, pero decide que no vale la pena, más rápido cruzar allí mismo, como se hace en el interior, al fin vive en un pueblito olvidado.
Camila está atendiendo a un cliente cuando mira a Pedro al otro lado de la acera. Encuentran sus ojos. Él le sonríe y camina hacia ella.

__Yo vi el accidente __declarará ella después al policía __. Él venía para la farmacia. Me saludó y cruzó, pero apenas había puesto el pie en la calle cuando la camioneta  lo levantó por los aires, lo atropelló y, Pedro salió volando sobre el capó y fue a dar detrás del coche, al pavimento.

A Guillermo cuando a regañadientes lo hace, le gusta conducir a buen paso, cuando no a velocidad. Toma impulso para subir la cuesta y baja por la pendiente acelerada. Ni sabe cómo fue a parar a esa calle, a ese barrio que apenas vio alguna vez.
El hombre surge frente a él como saltan los payasos de las cajas de juguete. No tiene tiempo de reaccionar. Lo embiste mientras atina a empujar el freno al fondo.
La sensación de golpear huesos y piel, la instantánea de piernas y pies sobre el vidrio delantero, el grito desesperado de la chica rubia de la farmacia, el impacto sordo del cuerpo cayendo detrás del vehículo, se encadenan como anillos de boa constrictor atenazándolo por entero. Se detiene bruscamente. Las manos rígidas sobre el timón no le responden no quieren soltar la rueda.
 De golpe el atardecer que apenas empieza a suavizar las líneas ásperas de aquel barrio de casas modestas, aceras irregulares, sale de su impávida  melancolía. Guillermo intenta controlar los espasmos de sus piernas que empiezan a temblar, no atina a abrir la puerta, teme lo peor. No cree poder caminar.
Un hombre se asoma al vidrio de la ventanilla. Lo llama señor, con una voz de día del juicio, instándolo a responder a sus pecados, al menos no huye, no quiere dejar a ese herido solo. Mira al hombre confundido y él sin duda nota la confusión, la parálisis, y hace el intento de abrir la puerta. Guillermo, al fin logra tocar el botón del seguro y sale apoyado en él, resbalándose hacia el suelo hasta tocar el pavimento.
Un grupo de gente le rodea, los demás están todos alrededor del hombre que yace más allá, él no sabe si muerto o vivo. No quiere ni preguntar. Siente la onda de condena de los curiosos condensarse sobre su traje de lino oscuro, el saco ahogándolo. Lo miran surgir indemne del vehículo y siente la condena. Perfecto, sin un rasguño. Vacila. Lleva zapatos caros, ropa fina, se siente como un gigante de barro entre esa gente humilde, al fin sin mirarlos avanza tambaleante hacia su víctima. Mientras camina va poco a poco recuperando sus facultades. Se pregunta si alguien habrá llamado a una ambulancia, Mete la mano en el saco, tantea buscando el celular.
La ambulancia, dice, ¿llamaron a emergencias?
Todavía no, dice alguien. Entonces él marca el número. La operadora pregunta la dirección. Él le pasa el teléfono al hombre que lo lleva del brazo.
__Dele la dirección por favor.

Ahora ya está en el círculo que se abre para que él pueda ver al hombre que gime y sangra de la cabeza, que está descalzo, un hombre joven, le calcula treinta y cinco años. No está muerto, pero el brazo derecho está torcido en un ángulo imposible, totalmente dislocado. Guillermo pone la mano sobre el pelo.

__ ¿Qué, acaso no vio dónde iba, señor?
__Casi lo mata.
__De milagro está vivo.
__Pobrecito.

Frases de vecinos, de curiosos que oye abrumado. Se arrodilla al lado del herido, un escalofrío lo recorre entero al verle la mirada.

__Perdóneme, perdón, no lo vi, no vi.
No se mueva, por favor, no se mueva __ advierte cuando intuye que él trata de inclinarse. Le pone la mano sobre la frente para inmovilizarle la cabeza.

“Raro encontrar a un hombre tan bello en un barrio como este. ¿De dónde saldría?”

__Dígame, ¿siente las piernas?
__Sí __responde una voz dulce.

Guillermo le toca el brazo, después el otro, da pequeños pellizcos.
__ ¿Siente?
Otra vez la pregunta afirmativa.

Respira hondo aliviado. La herida de la frente mana abundante sangre, pero le inserta la mano por detrás de su cuello, lo palpa.
__No me diga que es doctor… __ musita Pedro.

__No. Pero estudié unos años de medicina y sé de primeros auxilios. Pero no se aflija. Llamamos a la ambulancia. Vendrá en camino. Tiene una fractura seria en el brazo, pero su cuello está bien.

Pedro abre los ojos y lo mira fijo, curioso. Guillermo siente que su mirada lo inhibe.
__ ¿Cómo se llama?
__Guillermo __dice él.

____Creo que me aniquiló, Guillermo, pero mucho gusto en conocerlo don  –dice irónico, casi juguetón sonriendo, Guillermo se paraliza en la sonrisa más bella que jamás pensó en ver.

Dentadura perfecta, los labios como dibujados para besarlos, gruesos, anhelantes. Tan buen humor, aun allí, tirado en el suelo.

__El gusto es mío __ responde también sonriendo, bajando los ojos, el leve coqueteo. ¿Le duele la pierna?

__Todo me duele. No sé dónde empieza o termina el dolor. Pero usted tiene manos suaves.

“Con la luz de la tarde enlazada al cielo inmenso, lleno de estrellas del firmamento de mis sueños, no pudimos romper el silencio en el amor porque nuestra piel se fundía en un grito que fue mas fuerte que cualquier pensamiento, hecho de fuego, llamas ardientes y expectantes, dejó petrificados  nuestros cuerpos por la eternidad de un instante de pasión, y en aquel momento entendí que te amaba, al verte mi alma se vestía de luz cada vez que en mis pensamientos me entrego a ti”.

__Quédese quieto  _ sonríe halagado, asombrado de que él pueda hasta coquetear en esas circunstancias: Yo me voy a hacer cargo. Soy una persona responsable, no saldré huyendo.

__A usted se lo va a llevar la policía por irresponsable __ dice el hombre fuerte, que viste una camiseta sin mangas sobre una barriga monumental.

__Si es que viene __dice una mujer___. Nunca se aparecen por acá.

La muchacha de la farmacia aparece con algodones y unos trapos llorando. Guillermo y ella se ocupan de vendar la cabeza de Pedro, que no cesa de mirarlo.

__Estarás bien, Pedro, no debiste cruzar así _le recrimina Camila.

Azorado, Guillermo revisa la herida de la pierna de la que mana sangre abundante. Toma una venda y hace un torniquete. La ambulancia no llega. Pedro cierra los ojos. Guillermo le toma el pulso. Mira su reloj. No quiere que entre en shock, quiere protegerlo. Está impaciente. No es posible que tarden tanto en enviar la ambulancia, piensa. Habrá pasado media hora, si no llegan, la pierna donde puse el torniquete se afectará.

__ ¿Y si se desmaya, señor? _dice la chica angustiada. El herido está sangrando mucho y ha empezado a quejarse con los ojos cerrados.

Guillermo además de compasión, siente algo más.
__Le he tomado simpatía  _dice para él.__ Tan guapo, alto muy larguirucho.

Observa la ropa desleída, la camisa ploma floja, manga corta, una escasa mata de vello entre los botones del pecho. La gente sigue arremolinada, hablando al mismo tiempo, junto a él, la muchacha de la farmacia está calma: es una joven frágil, con una coleta rubia y un rostro bello.
El tiempo pasa muy despacio, parece detenido en la escena, Guillermo se percata  que tendría que haber llamado a su marido.
Juan se le borró de la mente hasta ese momento. Él sí es médico. Lo regañará seguro. No es nada empático. No pensará en lo asustado que él está. Marca el número. La secretaria en la clínica, modosa y perfecta, contesta y él le dice que es urgente.

__El doctor está con una paciente, doctor Guillermo.
__Yo también _le dice él, aguantándose la rabia __. Dígale que estoy en la calle con un hombre joven desangrándose frente a mis ojos.

Juan se pone al teléfono.
__ ¿Cómo le diste?
 ¡No te fijaste!
__ Fue un accidente __ repite Guillermo, ya no importa cómo fue, ahora aconséjame qué hago. Llevamos rato aquí y nada  de la ambulancia. Creo que lo voy a llevar yo _dice de pronto, ¿a qué hospital lo llevo?

__Vas a manchar el coche _dice Juan impávido. Ten paciencia.

__Ya tuve paciencia _responde __, pero no pasa nada.

“¿Cómo se le ocurre a Juan pensar en la tapicería del auto?”
 __ ¿A qué hospital lo llevo? _repite.

__Al Rivadavia _dice él por fin. Allí hay buenos traumatólogos. Te alcanzo apenas termine aquí.

__
__Ayúdenme a subirlo a mi coche __ pide Guillermo irguiéndose, tomando el control de la situación.

__Se llama Pedro Beggio __ dice la muchacha de la farmacia.

__ ¿Puedes venir conmigo? ¿Cómo te llamas? __ le preguntó Guillermo.

__Camila _ dice ella__. Sí, claro, yo voy con usted. Pedro es amigo mío. Solo déjeme avisar en la farmacia.
__Perdóname _dice Guillermo, mirándola compungido__. En verdad no lo vi.

Cuando regresa Camila, tres voluntarios se ofrecen para levantar al herido.
__Con cuidado __ advierte Guillermo__. No lo muevan mucho. Háganlo con delicadeza.

Corre a destrabar los asientos de atrás, igual que hace cuando acarrea plantas al estudio o muebles chicos, para que quepa el herido acostado.
Pedro se acomoda tratando de moverse lo menos posible.
Guillermo le indica a Camila que suba adelante. Él cierra la puerta del valijero. Se pone al volante, respira hondo. Ya no le tiemblan las manos, pero le falta el aire y está empapado en sudor. Se sopla las manos, y se las pasa por el pelo. Enciende el aire acondicionado y arranca.
Tendido como fardo en la camioneta de Guillermo, Pedro es una masa de dolores.

__De milagro estoy vivo don Guillermo. Me alegro de estar lúcido __tratando de controlar los aullidos que preferiría de no ser por la vergüenza,  porque tiene el brazo derecho como un desgarre que le corta a todo lo largo.

Cierra los ojos y se concentra en aguantar la desesperación del sufrimiento punzante. El accidente se repite incesante en su mente. La sensación repentina de salir por los aires, las mil cosas que pensó en segundos, el impacto al caer sobre el pavimento y el absurdo alivio de abrir los ojos y saberse vivo tras la certeza de que no soportaría semejante embestida.

“Si hasta me fijé en los labios de don Guillermo. Qué labios y qué sonrisa, por Dios. Perfectos. Los mejores que he visto, sin duda, la mejor sonrisa que he imaginado siquiera. Sinuoso camino de la vida que me trajo a ti, impregnando mi piel del aroma de tu alma, llenando mis ojos de luz como estrella en firmamento y tatuando una sonrisa que ilumina como el sol.
Mágica ilusión que se vuelve realidad  pintando de matices los besos que me das, embriagado mi pensamiento al sentirte junto a mí abrazando la distancia como si estuvieras aquí.
Vuelvo la mirada al cielo contemplando tu silueta imaginando que me abrazas como bruma de la noche, pidiendo a la luna que te traiga hasta a mí entregándonos el alma sin importar el fin”.

Los vaivenes del vehículo lo atormentan y la cabeza empieza a dolerle con mayúsculas. No quiere entregarse a lo dolores pero apenas puede resistir.
El cuerpo le grita por todas partes, mas de súbito otra cosa se abre paso en el torbellino que se arremolina en la mente.

“¡Dios, mi taller, mi trabajo!, no puedo detenerme.
 !Qué mala suerte!”

__ ¿Sos su novia? __ pregunta Guillermo.

__ Nooo __sonríe la muchacha alargando la vocal, ya quisiera__. Somos amigos.
Va mucho por la farmacia. Es carpintero, y vive en el barrio. Me alegra el día cuando aparece. Es muy bromista y dice que tengo la sonrisa linda, así me llama, Camila, la chica de la sonrisa bonita.

Guillermo recuerda que Pedro le miró los labios, sabe que tiene una sonrisa especial.
__ Así que es carpintero.
__Ebanista, el mejor. Hace muebles bellos. Es un artista pero…
__Pero…
__No es muy cumplidor.  Tarda mucho por hacerlos perfectos y pierde clientes.
__  ¿No tiene familia?
__Viven lejos.
__ ¿Y sabes dónde vive él?
__En el barrio. Usted se va a hacer cargo de él, ¿verdad, don Guillermo?
Pedro no podrá trabajar por buen tiempo y no sé de qué vivirá si no puede trabajar.
__Claro que sí. Claro que me haré cargo, lo prometo.


CONTINUARÁ.
HECHOS  Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.

17 comentarios:

  1. Alicia L Esta es unica yo quisiera tener sorpresas así, todos los días, ja, espero el viaje.

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  2. Edna Romántico y amistosamente dulce. Deleite leerte.

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  3. Cely Eve Monica Marzetti muchas gracias por la sorpresa.

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  4. Beatriz Martin Muchísimas gracias por tu novela por mNTENERLOS VIVOS. Saludos

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  5. ES UNA BELLEZA EVE!!!!NO TIENE FIN TU CREATIVIDAD.BESOS

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  6. Qué linda sorpresa Eve...Promete ser una bella historia de amor...

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  7. Veronica Lorena Piccinino muy lindo comienzo Eve... Gracias. Me encantan

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