“Significar”.
Capítulo
estreno. Prólogo y capítulo primero.
"Cuando
el amor te llame, síguelo": un poema de Kahlil Gibran
Incluso
a través de sus calles extenuantes y empinadas.
Y cuando tus alas te envuelven, abandonadas.
No importa si la espada escondida entre sus plumas puede lastimarte.
Cree en él, aunque su voz puede hacer añicos los sueños y arrancar flores en el jardín de tu alma.
Y cuando tus alas te envuelven, abandonadas.
No importa si la espada escondida entre sus plumas puede lastimarte.
Cree en él, aunque su voz puede hacer añicos los sueños y arrancar flores en el jardín de tu alma.
Cuando
el amor te llame, síguelo.
Él
sabe cómo acariciar los momentos más tiernos, incluso cuando tiemblan al
sol.
Síguelo.
Te dará la bienvenida como el césped que crece la hierba, como el cielo que dora
las orejas, como el molino que blanquea el trigo.
Síguelo.
Te dará la bienvenida como el césped que crece la hierba, como el cielo que dora
las orejas, como el molino que blanquea el trigo.
Cuando
el amor te llame, síguelo.
Conocerás
todos los secretos de tu corazón, así como serás el dueño de cada
fragmento de la vida.
Nunca tengas miedo del amor.
Entra en su mundo.
Vive las temporadas de la sonrisa, así como las de llorar.
Descubrirás que no están amando sus lágrimas.
fragmento de la vida.
Nunca tengas miedo del amor.
Entra en su mundo.
Vive las temporadas de la sonrisa, así como las de llorar.
Descubrirás que no están amando sus lágrimas.
Cuando
el amor te llame, síguelo.
Y déjate guiar”.
Y déjate guiar”.
Kahlil
Gibran.
Provincia
de Bs. As., jueves 24 de enero de 2018.
Estudio
Graziani y Asociados.
__Mírate,
Guillermo, sos patético, un viejo, la nada misma __ bramó Juan con los ojos
brillantes__. Y aun así andas por la
vida humillando gente, engreído, creyendo ¿qué?
__!Te
vas, Juan! ¡Se terminó, ya basta con
insistir, déjame en paz si soy todo lo que dices! No quiero volver a verte. Crónica
de mi día... una mierda.
__
Te espero en casa, recapacita, te dejo la camioneta, necesito caminar.
Guillermo
Graziani, abogado penalista famoso que en apariencia todo lo tiene, cincuenta y
dos años, furor en tribunales, poderoso, fachero, casado con Juan Arismendi, su
amante desde la facultad, luego de su divorcio de Silvina, madre de Fabián, su
único hijo, veintitrés años, hoy en la facultad siguiendo sus pasos, dueño del
bufete Graziani y asociados, al parecer nada le faltaría, y sin embargo siente
su existencia… vacía.
__Guille,
¿qué sucedió? __ interrogó Gabriela, asociada más joven y preferida.
__Los
recuerdos tristes y ajados del alma saben secretos que la memoria ha olvidado, están
grabados a fuego guardados en el corazón.
__No
entiendo, ¿pelearon?
__No lo amo, Gaby, es lo que pasa en definitiva, que nunca amé, que me siento inútil, la nada misma, que ando a tientas por la vida.
__No lo amo, Gaby, es lo que pasa en definitiva, que nunca amé, que me siento inútil, la nada misma, que ando a tientas por la vida.
Escondemos
sentimientos bajo el manto de las dudas, el alma llora en silencio cuando la
verdad es desnuda. Y en el fondo de la ausencia quisiera estar hoy con alguien
que no es él, poner mi hombro en su pena para reconfortar su herida.
Desde
mi soledad te escribo mordiéndome los orgullos, rumiando una pena fría
queriendo sentirte mío.
__
¿Te enamoraste de otro? ¿Conociste a alguien?
__No,
Gaby, nadie, es más de lo mismo, está furioso porque me vio con Matías en un
bar, pero solo estábamos tomando algo, no pasa nada con nadie. Me siento en
andropausia creo, feo, gordo.
_¿Qué?
__asombrada.
__Nada,
no hagas caso.
Guillermo
se levantó, y posando un beso en la mejilla se despidió de su amiga, olvidado del saco y tomando el
morral salió a la calle, y subió al vehículo que manejaba poco.
“!Amores
prohibidos, viejo yo! Como si él fuera más joven por el hecho de ser más
alegre.
Para
mí no hay un amor prohibido si es natural y puro y basado en leyes espirituales
y del universo y no humanas, amar es querer al otro ser total e integralmente, es
aceptarlo con errores y aciertos, es conocerlo profundamente, es en cada acción
demostrarle y proporcionarle bienestar, afecto y amor, así que quién me
impedirá darte y ofrecerte mi amor sin importarme tu condición o etiqueta
humana ,esa programación social que inventó el hombre para dominar y controlar
al hombre, no creo en eso, es como si yo solo pudiera amar al sol y no a la
luna, el amor no es propiedad ni exclusividad de nadie, es una energía intensamente infinita que se
irradia sin mediar ningún papel o invento de por medio. Esto claro
diferenciarlo del machismo que trata al otro como objeto, eso es parte de la
programación, yo hablo de encuentros de dimensiones más excelsas entre personas
maduras y evolucionadas, claro algo raro en la sociedad terrícola.
Y
obviamente no lo he conocido, no es él. No sé el significado de la
palabra, menos entiendo la existencia
sin significado, no sé ni qué hago manejando esta cosa, ni siquiera sé dónde
ir.
Andropausia,
no sé de dónde sacó la palabrita, como si
existiera para nosotros un reloj biológico, o si algo o en algo cambiara
la vida por pasar los cincuenta años, es ridículo.
De
un momento a otro puede cambiarle a uno la vida, no hace falta estar al borde
de la muerte para saber que todo es cambio. Pero quizás es algo sabido que
preferimos ignorar. Suficiente lidiar con las incertidumbres cotidianas. Si
encima nos mortificamos con la idea de cuánto puede suceder de forma
imprevisible, viviríamos titubeando cosa que no es mi estilo. Sin embargo algo
de embriaguez tiene la noción de que todo lo que nos parece seguro y sólido
puede desaparecer en un instante. Se vive al ras de esa percepción leve que
aletea como pequeño insecto en la conciencia.
Sin
embargo me niego a refugiarme en el
pasado que enluta mis apetencias en
oscuro desconsuelo, imágenes evocadas como fantasmas rememoran el plañir por
duelos al morir las ilusiones. No es el cielo que añoro en mi vuelo, deseo aletear esperanzas sin celajes de rencores, deseo alcanzar a alguien que no sé siquiera
si existe y cegarlo a falsas cumbres, que en su mirar solo llegue el horizonte
con el sol en mis manos. No sé qué estoy pensando ahora.
Uno
prefiere la engañosa certidumbre con que la vida dispensa mañanas y noches
iguales, prefiere creer la existencia
como un manso y predecible río.
Cuando
oímos historias de súbitos sobresaltos nos anclamos en la fe de que a nosotros
no nos sucederá lo mismo, pero, ¿quiénes somos para estar seguros?
Yo mismo,
estoy conduciendo un vehículo que ni siquiera es mío ni me gusta, llevo
anteojos que ni siquiera necesito y parezco absorto en la autopista.
Mis manos aferradas al volante son finas, esbeltas
y cuidadas. En la izquierda llevo el anillo de matrimonio haciendo juego con el
de diamante de compromiso. Mi mirada
fija, como esos anillos sin amor… engaña, parece fija, parezco mirar el camino,
pero voy mirándome por dentro.
Soy
un tipo duro, exigente, exacto, firme, autoritario a veces, y sin embargo lleno
de fobias estúpidas. Mas que todos me vean seguro me trae alivio, es un
sentimiento de ligereza y buen humor, el presagio de envejecer nunca me trajo intranquilidad
o irritabilidad, y no me siento como él me ve, es más… siento una especie de energía acumulada, una
intensa subida de voltaje, cuando toco la ropa me electrizo. No me explico el
fenómeno de que mi cuerpo produzca electricidad estática aunque he leído que es
posible, y me pasa.
A mi marido se le alzan los vellos del brazo
al acercarse y siempre le advierto que
mejor se mantenga alejado para evitar terminar como pararrayos celeste.
Después de varios días de sacudidas eléctricas al abrir la heladera o la puerta
del coche y de verme obligado a usar gel en el pelo para bajar el frizz, el
rumor de alambre de alta tensión empieza a zumbar en los oídos afectando mi
concentración. Es demasiada la tensión eléctrica que cargo, y cuando busco a
esos pibes y no a Juan, dejo con ellos que me embargue la deliciosa distensión
que experimento, cuando músculo por
músculo mi cuerpo como si al fin hiciese
polo a tierra se descarga de la magnética energía.
No
lo entenderá nunca, es solo eso, en los días que llevo evitándolo mi cuerpo se
viene alterando sobremanera, mi mente tras él.
Recién he cumplido cincuenta y dos años pero
la madurez no ha hecho más que acentuar mi aire juvenil, la seducción del tipo
hermoso sin ser bello a quien no arrendan los pocos kilitos de más en el
vientre que bien disimulo destacando mis mejores atributos: el cuello largo, el
mentón arrogante, la mirada penetrante, los ojos canela profundos, las manos de
dedos largos, los labios finos que seducen en la sonrisa, los brazos torneados,
los hombros anchos, el pecho fuerte, la nariz mediana, la boca larga, sensual
con un arco como delineado a lápiz. Me siento atractivo, carajo. No me sobra el
cabello, tengo entradas, seré calvo alguna vez, pero el gusto que exudo por
estar en el mundo me hace emanar una fuerza sensual masculina que lo enamoró a
él, que atrae a los otros.
La
idea de la vejez hoy me espanta, pero mi espanto está dirigido a una vejez
lejana, a la de ancianos arterioescleróticos, olvidadizos, temblorosos,
olvidados, ajados y dependientes. Nunca antes he pensado en cómo empieza
aquello, en cómo se camina desde la juventud a ese estado de ruina. Me he
sentido capaz de controlar alguno que otro dolor de espalda o rigidez, pero si
bien lo he oído, sé que existe algo que llama andropausia, no quiero pensar qué
será.
Sin
embargo mi mente, en ese camino por el que viaja mi imaginación, mientras mi
cuerpo viaja en el coche por el barrio anónimo, me lleva a una senda oscura
llena de señales de alerta, de grandes círculos iluminados encendiéndose
intermitentes con la palabrita, el fin de la masculinidad, es como él me
marca, como lo quiere imponer.
Juan
y tus malditas palabras, los celos que acechan en cada tipo que miro como si
fuera capaz de enamorarme.
¿Qué
mierda es el amor?
¿El
amor es solo felicidad?
Les
diría que los sufrimientos vienen acompañando
al amor.
Nos presionan el pecho, nos desangran las venas, sentimos los arañazos dolorosos de garras que nos dejan su veneno mortal en nuestro corazón.
Agonizan los recuerdos en la memoria, dando entrada a los miedos protagonizados por las dudas de nuestra desconfianza.
Abrazos que se pierden, besos que enmudecen, roces que se fugan lejos de la piel, caricias que escapan como polvo en el viento. Pasiones convertidas en demencia, que corren sin destino en busca de lo incierto, placeres mal heridos que conversan con la muerte esperando su antídoto, y en su laberinto de rosas marchitadas yacen los deseos por tentaciones pasajeras.
Y sigo preguntándome: ¿Solo existe felicidad en el amor?
Nos presionan el pecho, nos desangran las venas, sentimos los arañazos dolorosos de garras que nos dejan su veneno mortal en nuestro corazón.
Agonizan los recuerdos en la memoria, dando entrada a los miedos protagonizados por las dudas de nuestra desconfianza.
Abrazos que se pierden, besos que enmudecen, roces que se fugan lejos de la piel, caricias que escapan como polvo en el viento. Pasiones convertidas en demencia, que corren sin destino en busca de lo incierto, placeres mal heridos que conversan con la muerte esperando su antídoto, y en su laberinto de rosas marchitadas yacen los deseos por tentaciones pasajeras.
Y sigo preguntándome: ¿Solo existe felicidad en el amor?
Y me respondo:
A pesar que el amor no siempre es dicha, no siempre es alegría, no siempre es paz, daría lo que llevo de vida sin significado de existir para mantener lo que reste con mi alma y corazón amando sin piedad, no dejando dudas de mi entrega y consagración a esas cuatro letras. A: de adorar los sentimientos más hermosos que produce.
M: de merecerlo por actitudes ante la vida. O: de oxigenar los momentos difíciles de la existencia. R: de respeto hacia el prójimo. Ellas juntas provocan una bella unión llamada Amor.
Aunque el amor me provocara diferentes estados en mi cuerpo le sería fiel hasta la muerte.
Si Dios me permite entrar al cielo, al reino de la paz eterna, solo le pediría que me convirtiera en un ángel para regalarles amor a todos en esta tierra. Para que el amor continúe vivo por los siglos de los siglos pero más que ello, casi como una venganza porque ni siquiera creo en Él, mi vida es una estúpida balada monstruosa.
Los
monstruos que enviaste serán tus monstruos para siempre, como este enero en las
pesadillas del viento, que es tu barrio, si leo tus neblinas. Nadie nos salva
de morir ante el ave que nos mira, ante un no, ante un sí, o la carta que nunca
llegó, o un adiós inesperado.
Los
monstruos lucen caducos hace tiempo olvidé el miedo. Tu adiós fue solo tu
adiós, una página que leí muy rápido, mi
renglón alcanzó su siguiente milagro y la calle resultó inabarcable para mi
aire. La noche es tinta milagrosa, trueno que nos salva, no existe nada más oscuro
y luminoso que el rencor.
He
cicatrizado de tantos, no habitan más mi desvelo, los monstruos se
desvanecieron y sus fantasmas son fotos perdidas… quién sabe adónde.
Pero
este día nunca será la mitad de mi
historia, la ciudad libera otras vidas, canciones que no son para vos ni para
mí. La sonrisa es otra centella más de los lápices que son mis ojos si gobierno
los colores de mi soledad con las vivas hogueras de mis pupilas.
Los
monstruos que enviaste se quedaron en tu enero, pero en los torbellinos de las persianas sigue
escribiéndose el canto demencial de nuestras humedales.
Paso
lento marcado por el tiempo, errores que se apilan memorias borrosas.
Rostros presentes pero ahora irreconocibles, me resbalo en este camino que es la vida, los días pasan rápido indiferentes a mi ir.
Huelo olores y perfumes, voces y canciones que no reconozco me pasan al lado.
Deseos y emociones impasiblemente, sin embargo, todavía está presente el sentido de proceder. No rendirse a los años que marcan el cuerpo.
He vivido mi tiempo con infinita arrogancia, he perdido amores y abrazos pero hoy todavía quiero oírlo.
Este deseo de manos abrochadas, de caricias agotadoras… me gustaría que terminara así, acostado al lado de un alma loca, ilusión y realidad.
Rostros presentes pero ahora irreconocibles, me resbalo en este camino que es la vida, los días pasan rápido indiferentes a mi ir.
Huelo olores y perfumes, voces y canciones que no reconozco me pasan al lado.
Deseos y emociones impasiblemente, sin embargo, todavía está presente el sentido de proceder. No rendirse a los años que marcan el cuerpo.
He vivido mi tiempo con infinita arrogancia, he perdido amores y abrazos pero hoy todavía quiero oírlo.
Este deseo de manos abrochadas, de caricias agotadoras… me gustaría que terminara así, acostado al lado de un alma loca, ilusión y realidad.
“Por
favor no pierdas el tiempo preguntando, te aseguro que nunca lo recordará.
Me he valido del don del sabio para hacer contacto contigo, sabía muy bien que así sería puesto que siempre has amado la sabiduría.
Solo quiero que sepas que estoy bien, que ya nada me duele, que este sitio en el que habito es un lugar maravilloso y lleno de luz, que desde aquí puedo verte, sé que lloras aún al recordarme y eso no me gusta, quiero verte siempre mostrando a los demás tu hermosa sonrisa.
Me he valido del don del sabio para hacer contacto contigo, sabía muy bien que así sería puesto que siempre has amado la sabiduría.
Solo quiero que sepas que estoy bien, que ya nada me duele, que este sitio en el que habito es un lugar maravilloso y lleno de luz, que desde aquí puedo verte, sé que lloras aún al recordarme y eso no me gusta, quiero verte siempre mostrando a los demás tu hermosa sonrisa.
Te
agradezco por el tiempo en el cual pudimos convivir y conocernos, por todo ese
amor que hasta hoy día me demuestras, por esas oraciones en las que pides a
Dios por mí, te aseguro que él las escucha y te responde llenándome de su infinito
amor.
Quizás
lo habrás notado o quizás no, pero eso no importa, yo siempre voy a tu lado, lo
que realmente me importa es tu bienestar, es por ello que a veces llamas
corazonada a mi voz, te aconsejo al oído, te indico cuál es el mejor camino
porque te amo y quiero siempre lo mejor para ti.
Sí...,
el hecho de que no puedas verme, no significa que he dejado de amarte, a decir
verdad; te amo más cada día, me siento orgulloso de la persona que eres, de tus
logros, y lo mejor de todo: ¡Me siento
muy orgulloso y feliz de haber sido parte de tu vida!
No
llores más, te aseguro que yo estoy muy bien en este sitio en el que se respira
tanto amor, de cuando en cuando, utilizaré este medio para hacerte saber de mí,
así como tú pides a Dios por mí, yo le pido por ti, por ahora te dejo un beso
enorme y un abrazo infinito, sigue adelante, si alguna vez se te presenta una
situación difícil, recuerda que siempre voy a tu lado con la bendición de Dios.
Soy tu padre, Guillermo”.
Padre,
qué difícil es estar de este lado sin usted, sin poder amar aunque exista mi
hijo.
Puedes
sentirte feliz Juan, hoy en mí todo lo tienes, ternura y sincero cariño porque
eres lo verdadero. Tus manos pueden recorrer todo mi cuerpo sintiendo que eres
mi dueño.
Tus ojos podrían ver tan cerca los míos, con
ello verás que jamás he mentido, siempre brillarán por y para ti querido. Sentirás
el perfume de mi piel viendo lo dulce que puedo ser, por nada querrás dejarme
aunque tengas que marcharte.
Tus
labios sobre los míos pondrás sintiendo un grato y dulce sabor del que no
querrás escapar, sin ellos un enorme amargo sentirás. Si yo pudiera tenerte
aquí conmigo sabrías lo que es la felicidad total, esa que no sentiste jamás, la
que presientes y solo yo te puedo dar... Fueron palabras las que te unieron a
mi alma, las que hicieron que en mí te fijaras.
Aunque
en cada verbo expreso tristeza, rencor y dolor, descubriste detrás de esos
sentimientos un hermoso corazón. Mi voz no conocías, aun así, yo era más que tu
sueño, sin importar la ausencia. Jamás importancia le di al tiempo que
transcurría sin que de mí supieras,
aun sabiendo que deseabas amarme. Tal vez muchas noches tu almohada fue humedecida
por las lágrimas que anidaban en tu alma y la luna convertiste en confidente. Fue tan poco lo que te brindé que tu corazón con el tiempo se fue endureciendo, te dejé embargar por la soledad que cubre mi alma, sí Juan, es lo que he hecho con vos, mas es lo que has hecho conmigo, no sos el Amor, ni yo soy lo que amas. Tu sonrisa desapareció y tu sombra se convirtió en la mejor compañía. Como dagas mis palabras clavaban en tu corazón causando profundas heridas a tu alma... Sin desearlo te condené a vivir tras la sombra del desamor
convirtiendo en tristeza aquello que en mí descubriste. Varias veces pedí te alejaras de mí
aunque en la distancia fueras tu luz en la oscuridad, consuelo en medio de la soledad, la felicidad que jamás podría alcanzar.
aun sabiendo que deseabas amarme. Tal vez muchas noches tu almohada fue humedecida
por las lágrimas que anidaban en tu alma y la luna convertiste en confidente. Fue tan poco lo que te brindé que tu corazón con el tiempo se fue endureciendo, te dejé embargar por la soledad que cubre mi alma, sí Juan, es lo que he hecho con vos, mas es lo que has hecho conmigo, no sos el Amor, ni yo soy lo que amas. Tu sonrisa desapareció y tu sombra se convirtió en la mejor compañía. Como dagas mis palabras clavaban en tu corazón causando profundas heridas a tu alma... Sin desearlo te condené a vivir tras la sombra del desamor
convirtiendo en tristeza aquello que en mí descubriste. Varias veces pedí te alejaras de mí
aunque en la distancia fueras tu luz en la oscuridad, consuelo en medio de la soledad, la felicidad que jamás podría alcanzar.
__
__Muñeca
de la sonrisa más bella del planeta,
¿vamos hoy al cine?
__No,
Pedro, no puedo salir con mi jefe estudiándome, sabes que necesito el trabajo.
Otro
día, cuando tenga franco, ¿sí?
Pedro
Beggio, tampoco mira por dónde va. Ha salido a buscar a un colega carpintero para pedirle
prestada la cola para madera que requiere para terminar un par de sillas que
fabrica por encargo. Está corto de dinero, él y el amigo se ayudan en situaciones
similares.
Encuentra
el taller cerrado y va de regreso pensando en la clienta que llegará mañana.
Imagina qué le dirá cuando, a pesar de lo prometido, él no pueda cumplir a
tiempo.
No
lo intimidan sus clientes, en general, pero esta doña en particular es especialmente altanera y sabe cómo hacerlo
sentir pequeño, incapaz.
Le recuerda a su madre, la mujer que arrasó
con su vida durante toda su infancia. Tendrá que soportar su diatriba y se
pregunta si podrá hacerlo sin que la propia arrogancia lo lleve a pedirle que
jamás vuelva a poner los pies en su taller, y sí es arrogante.
“Desde
la insatisfacción afectiva de mi infancia he aprendido la vida como una pelea,
es dura, es una lucha, es una guerra, me
costó demasiado llegar a conseguir algo de paz. Y sí, doña insoportable, sería una pena mandarla al
demonio porque es buena clienta a pesar de todo y la necesito, necesito que me
pague sus sillas”.
Treinta
y siete años, alto, delgado, fibroso, lleva dos días de barba sobre un rostro
preciso de escultura clásica: los rasgos estilizados, la nariz respingada, los ojos almendrados color
miel con abismo verdoso donde mujeres y hombres se lanzarían sin pensárselo dos
veces, los pómulos altos con pocitos, los labios sensuales carnosos, que
derriten al curvarse en sonrisas de luz que acentúan los hoyuelos, la piel como
azúcar quemada por el sol.
Confiado
de sí, cómodo con su cuerpo, transmite en su andar una cierta desfachatez, un
aire despreocupado. No sonríe pero se adivina que lo hace con facilidad por el
trasfondo de ironía con que miran sus ojos. Del pelo hoy castaño oscuro rubio
al nacer, le cae un mechón rebelde sobre la frente. Solo las manos inquietas,
los brazos tensos revelan un carácter acostumbrado a enfrentarse con
determinación a cualquier cosa que le sirva la bandeja de la vida.
Recién
nota que dejó el taller sin ponerse los zapatos,
y que calza sandalias de cuero viejo que un cliente agradecido dejó olvidadas
dentro de un baúl antiguo que llevó a restaurar
pero que nunca recogió.
Pedro
no posee mucho, pero es pulcro y cuidadoso. No le gusta salir desharrapado.
“En
fin, es poca la gente que se fija en los pies, pocos son los que tienen miradas
entrenadas para los detalles como la mía. No podría vivir con una mujer que no
tuviera la sonrisa bella, por muy linda que fuera. En cambio, sonrisas como la
de Camila me excitan.
Más
de un domingo voy a la costanera o al río a ver pasar a la gente, me basta con
ver pasar una sonrisa hermosa para tener fantasías exóticas que me cubren la
semana.
En
mi barrio, solo hay una persona con una sonrisa espontánea que lo logra. Me
pregunto si estará de turno en la farmacia. Pasaré a verla antes de regresar a
casa. Y sin embargo siento otra presencia, algo desconocido, anónimo pero
intenso, una señal, una alarma, un no sé qué.
La
brisa en el aire está impregnada de tu esencia y el corazón da vuelcos de
alegría, no para el tintineo de las
campanillas de viento, qué felicidad tan dulce y serena respirar el murmullo de
los árboles, es melifluo como el olor del sándalo en tus cabellos,
eres inolvidable primavera en plena florescencia al lado del arroyo
efervescente que lleva tu luz que acaba con el invierno anciano tan
fugaz, mi copa tiene ahora tu elixir etéreo, es maná de los cielos
arriba en las estrellas pero te encontré pues, si esto no es así entonces
¿qué es el amor?”
Se
encamina hacia el semáforo para cruzar la calle, pero decide que no vale la
pena, más rápido cruzar allí mismo, como se hace en el interior, al fin vive en
un pueblito olvidado.
Camila
está atendiendo a un cliente cuando mira a Pedro al otro lado de la acera.
Encuentran sus ojos. Él le sonríe y camina hacia ella.
__Yo
vi el accidente __declarará ella después al policía __. Él venía para la
farmacia. Me saludó y cruzó, pero apenas había puesto el pie en la calle cuando
la camioneta lo levantó por los aires,
lo atropelló y, Pedro salió volando sobre el capó y fue a dar detrás del coche,
al pavimento.
A
Guillermo cuando a regañadientes lo hace, le gusta conducir a buen paso, cuando
no a velocidad. Toma impulso para subir la cuesta y baja por la pendiente
acelerada. Ni sabe cómo fue a parar a esa calle, a ese barrio que apenas vio
alguna vez.
El
hombre surge frente a él como saltan los payasos de las cajas de juguete. No
tiene tiempo de reaccionar. Lo embiste mientras atina a empujar el freno al
fondo.
La
sensación de golpear huesos y piel, la instantánea de piernas y pies sobre el vidrio
delantero, el grito desesperado de la chica rubia de la farmacia, el impacto
sordo del cuerpo cayendo detrás del vehículo, se encadenan como anillos de boa
constrictor atenazándolo por entero. Se detiene bruscamente. Las manos rígidas
sobre el timón no le responden no quieren soltar la rueda.
De golpe el atardecer que apenas empieza a
suavizar las líneas ásperas de aquel barrio de casas modestas, aceras
irregulares, sale de su impávida
melancolía. Guillermo intenta controlar los espasmos de sus piernas que
empiezan a temblar, no atina a abrir la puerta, teme lo peor. No cree poder
caminar.
Un
hombre se asoma al vidrio de la ventanilla. Lo llama señor, con una voz de día
del juicio, instándolo a responder a sus pecados, al menos no huye, no quiere
dejar a ese herido solo. Mira al hombre confundido y él sin duda nota la
confusión, la parálisis, y hace el intento de abrir la puerta. Guillermo, al
fin logra tocar el botón del seguro y sale apoyado en él, resbalándose hacia el
suelo hasta tocar el pavimento.
Un
grupo de gente le rodea, los demás están todos alrededor del hombre que yace
más allá, él no sabe si muerto o vivo. No quiere ni preguntar. Siente la onda
de condena de los curiosos condensarse sobre su traje de lino oscuro, el saco
ahogándolo. Lo miran surgir indemne del vehículo y siente la condena. Perfecto,
sin un rasguño. Vacila. Lleva zapatos caros, ropa fina, se siente como un
gigante de barro entre esa gente humilde, al fin sin mirarlos avanza tambaleante
hacia su víctima. Mientras camina va poco a poco recuperando sus facultades. Se
pregunta si alguien habrá llamado a una ambulancia, Mete la mano en el saco,
tantea buscando el celular.
La
ambulancia, dice, ¿llamaron a emergencias?
Todavía
no, dice alguien. Entonces él marca el número. La operadora pregunta la
dirección. Él le pasa el teléfono al hombre que lo lleva del brazo.
__Dele
la dirección por favor.
Ahora
ya está en el círculo que se abre para que él pueda ver al hombre que gime y
sangra de la cabeza, que está descalzo, un hombre joven, le calcula treinta y
cinco años. No está muerto, pero el brazo derecho está torcido en un ángulo
imposible, totalmente dislocado. Guillermo pone la mano sobre el pelo.
__
¿Qué, acaso no vio dónde iba, señor?
__Casi
lo mata.
__De
milagro está vivo.
__Pobrecito.
Frases
de vecinos, de curiosos que oye abrumado. Se arrodilla al lado del herido, un
escalofrío lo recorre entero al verle la mirada.
__Perdóneme,
perdón, no lo vi, no vi.
No
se mueva, por favor, no se mueva __ advierte cuando intuye que él trata de
inclinarse. Le pone la mano sobre la frente para inmovilizarle la cabeza.
“Raro
encontrar a un hombre tan bello en un barrio como este. ¿De dónde saldría?”
__Dígame,
¿siente las piernas?
__Sí
__responde una voz dulce.
Guillermo
le toca el brazo, después el otro, da pequeños pellizcos.
__ ¿Siente?
Otra
vez la pregunta afirmativa.
Respira
hondo aliviado. La herida de la frente mana abundante sangre, pero le inserta
la mano por detrás de su cuello, lo palpa.
__No
me diga que es doctor… __ musita Pedro.
__No.
Pero estudié unos años de medicina y sé de primeros auxilios. Pero no se
aflija. Llamamos a la ambulancia. Vendrá en camino. Tiene una fractura seria en
el brazo, pero su cuello está bien.
Pedro
abre los ojos y lo mira fijo, curioso. Guillermo siente que su mirada lo
inhibe.
__ ¿Cómo
se llama?
__Guillermo
__dice él.
____Creo
que me aniquiló, Guillermo, pero mucho gusto en conocerlo don –dice irónico, casi juguetón sonriendo,
Guillermo se paraliza en la sonrisa más bella que jamás pensó en ver.
Dentadura
perfecta, los labios como dibujados para besarlos, gruesos, anhelantes. Tan
buen humor, aun allí, tirado en el suelo.
__El
gusto es mío __ responde también sonriendo, bajando los ojos, el leve coqueteo.
¿Le duele la pierna?
__Todo
me duele. No sé dónde empieza o termina el dolor. Pero usted tiene manos
suaves.
“Con
la luz de la tarde enlazada al cielo inmenso, lleno de estrellas del firmamento
de mis sueños, no pudimos romper el silencio en el amor porque nuestra piel se
fundía en un grito que fue mas fuerte que cualquier pensamiento, hecho de
fuego, llamas ardientes y expectantes, dejó petrificados nuestros cuerpos por la eternidad de un
instante de pasión, y en aquel momento entendí que te amaba, al verte mi alma
se vestía de luz cada vez que en mis pensamientos me entrego a ti”.
__Quédese
quieto _ sonríe halagado, asombrado de
que él pueda hasta coquetear en esas circunstancias: Yo me voy a hacer cargo.
Soy una persona responsable, no saldré huyendo.
__A usted
se lo va a llevar la policía por irresponsable __ dice el hombre fuerte, que
viste una camiseta sin mangas sobre una barriga monumental.
__Si
es que viene __dice una mujer___. Nunca se aparecen por acá.
La
muchacha de la farmacia aparece con algodones y unos trapos llorando. Guillermo
y ella se ocupan de vendar la cabeza de Pedro, que no cesa de mirarlo.
__Estarás
bien, Pedro, no debiste cruzar así _le recrimina Camila.
Azorado,
Guillermo revisa la herida de la pierna de la que mana sangre abundante. Toma
una venda y hace un torniquete. La ambulancia no llega. Pedro cierra los ojos.
Guillermo le toma el pulso. Mira su reloj. No quiere que entre en shock, quiere
protegerlo. Está impaciente. No es posible que tarden tanto en enviar la
ambulancia, piensa. Habrá pasado media hora, si no llegan, la pierna donde puse
el torniquete se afectará.
__ ¿Y
si se desmaya, señor? _dice la chica angustiada. El herido está sangrando mucho
y ha empezado a quejarse con los ojos cerrados.
Guillermo
además de compasión, siente algo más.
__Le
he tomado simpatía _dice para él.__ Tan
guapo, alto muy larguirucho.
Observa
la ropa desleída, la camisa ploma floja, manga corta, una escasa mata de vello
entre los botones del pecho. La gente sigue arremolinada, hablando al mismo
tiempo, junto a él, la muchacha de la farmacia está calma: es una joven frágil,
con una coleta rubia y un rostro bello.
El
tiempo pasa muy despacio, parece detenido en la escena, Guillermo se
percata que tendría que haber llamado a
su marido.
Juan
se le borró de la mente hasta ese momento. Él sí es médico. Lo regañará seguro.
No es nada empático. No pensará en lo asustado que él está. Marca el número. La
secretaria en la clínica, modosa y perfecta, contesta y él le dice que es
urgente.
__El
doctor está con una paciente, doctor Guillermo.
__Yo
también _le dice él, aguantándose la rabia __. Dígale que estoy en la calle con
un hombre joven desangrándose frente a mis ojos.
Juan
se pone al teléfono.
__
¿Cómo le diste?
¡No te fijaste!
__
Fue un accidente __ repite Guillermo, ya no importa cómo fue, ahora aconséjame
qué hago. Llevamos rato aquí y nada de
la ambulancia. Creo que lo voy a llevar yo _dice de pronto, ¿a qué hospital lo
llevo?
__Vas
a manchar el coche _dice Juan impávido. Ten paciencia.
__Ya
tuve paciencia _responde __, pero no pasa nada.
“¿Cómo
se le ocurre a Juan pensar en la tapicería del auto?”
__ ¿A qué hospital lo llevo? _repite.
__Al
Rivadavia _dice él por fin. Allí hay buenos traumatólogos. Te alcanzo apenas termine
aquí.
__
__Ayúdenme
a subirlo a mi coche __ pide Guillermo irguiéndose, tomando el control de la
situación.
__Se
llama Pedro Beggio __ dice la muchacha de la farmacia.
__ ¿Puedes
venir conmigo? ¿Cómo te llamas? __ le preguntó Guillermo.
__Camila
_ dice ella__. Sí, claro, yo voy con usted. Pedro es amigo mío. Solo déjeme
avisar en la farmacia.
__Perdóname
_dice Guillermo, mirándola compungido__. En verdad no lo vi.
Cuando
regresa Camila, tres voluntarios se ofrecen para levantar al herido.
__Con
cuidado __ advierte Guillermo__. No lo muevan mucho. Háganlo con delicadeza.
Corre
a destrabar los asientos de atrás, igual que hace cuando acarrea plantas al
estudio o muebles chicos, para que quepa el herido acostado.
Pedro
se acomoda tratando de moverse lo menos posible.
Guillermo
le indica a Camila que suba adelante. Él cierra la puerta del valijero. Se pone
al volante, respira hondo. Ya no le tiemblan las manos, pero le falta el aire y
está empapado en sudor. Se sopla las manos, y se las pasa por el pelo. Enciende
el aire acondicionado y arranca.
Tendido
como fardo en la camioneta de Guillermo, Pedro es una masa de dolores.
__De
milagro estoy vivo don Guillermo. Me alegro de estar lúcido __tratando de
controlar los aullidos que preferiría de no ser por la vergüenza, porque tiene el brazo derecho como un desgarre
que le corta a todo lo largo.
Cierra
los ojos y se concentra en aguantar la desesperación del sufrimiento punzante.
El accidente se repite incesante en su mente. La sensación repentina de salir
por los aires, las mil cosas que pensó en segundos, el impacto al caer sobre el
pavimento y el absurdo alivio de abrir los ojos y saberse vivo tras la certeza
de que no soportaría semejante embestida.
“Si
hasta me fijé en los labios de don Guillermo. Qué labios y qué sonrisa, por
Dios. Perfectos. Los mejores que he visto, sin duda, la mejor sonrisa que he imaginado
siquiera. Sinuoso camino de la vida que me trajo a ti, impregnando mi piel del
aroma de tu alma, llenando mis ojos de luz como estrella en firmamento y
tatuando una sonrisa que ilumina como el sol.
Mágica
ilusión que se vuelve realidad pintando de matices los besos que me das,
embriagado mi pensamiento al sentirte junto a mí abrazando la distancia como si
estuvieras aquí.
Vuelvo
la mirada al cielo contemplando tu silueta imaginando que me abrazas como bruma
de la noche, pidiendo a la luna que te traiga hasta a mí entregándonos el alma
sin importar el fin”.
Los
vaivenes del vehículo lo atormentan y la cabeza empieza a dolerle con mayúsculas.
No quiere entregarse a lo dolores pero apenas puede resistir.
El
cuerpo le grita por todas partes, mas de súbito otra cosa se abre paso en el
torbellino que se arremolina en la mente.
“¡Dios,
mi taller, mi trabajo!, no puedo detenerme.
!Qué mala suerte!”
__
¿Sos su novia? __ pregunta Guillermo.
__
Nooo __sonríe la muchacha alargando la vocal, ya quisiera__. Somos amigos.
Va
mucho por la farmacia. Es carpintero, y vive en el barrio. Me alegra el día
cuando aparece. Es muy bromista y dice que tengo la sonrisa linda, así me
llama, Camila, la chica de la sonrisa bonita.
Guillermo
recuerda que Pedro le miró los labios, sabe que tiene una sonrisa especial.
__
Así que es carpintero.
__Ebanista,
el mejor. Hace muebles bellos. Es un artista pero…
__Pero…
__No
es muy cumplidor. Tarda mucho por
hacerlos perfectos y pierde clientes.
__ ¿No tiene familia?
__Viven
lejos.
__
¿Y sabes dónde vive él?
__En
el barrio. Usted se va a hacer cargo de él, ¿verdad, don Guillermo?
Pedro
no podrá trabajar por buen tiempo y no sé de qué vivirá si no puede trabajar.
__Claro
que sí. Claro que me haré cargo, lo prometo.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
Alicia L Esta es unica yo quisiera tener sorpresas así, todos los días, ja, espero el viaje.
ResponderEliminarEdna Romántico y amistosamente dulce. Deleite leerte.
ResponderEliminarRoss Odino me gusta
ResponderEliminarGladis Precioso
ResponderEliminarCely Eve Monica Marzetti muchas gracias por la sorpresa.
ResponderEliminarFran Muchas gracias Eve Monica Marzetti
ResponderEliminarBeatriz Martin Muchísimas gracias por tu novela por mNTENERLOS VIVOS. Saludos
ResponderEliminarGilda Me gusto ....Es todo !!
ResponderEliminarEstrella Gracias mi bella princesa
ResponderEliminarAdriana Ma Bellísimo!!!
ResponderEliminarMary... Exquisitooo ...
ResponderEliminarMartha Me encanta.
ResponderEliminarCande ESE ES AMOR DE VERDAD
ResponderEliminarPaloma Sánchez- Bravo
ResponderEliminarES UNA BELLEZA EVE!!!!NO TIENE FIN TU CREATIVIDAD.BESOS
ResponderEliminarQué linda sorpresa Eve...Promete ser una bella historia de amor...
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino muy lindo comienzo Eve... Gracias. Me encantan
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