EL PODER DEL AMOR.
CAPÍTULO NUEVE.
De modo que si siempre estuviera expresando
el máximo ¿qué dejaría para esos momentos (siempre hay cuatro o cinco en cada
vida, en cada individuo) en que uno debe apelar el corazón en pleno? También
siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece
justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.
Mario Benedetti - La tregua.
Mario Benedetti - La tregua.
“Mientras el corazón late, mientras el cuerpo
y alma siguen juntos,
no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad tiene
necesidad de perder la esperanza en la vida”. Julio Verne.
no puedo admitir que cualquier criatura dotada de voluntad tiene
necesidad de perder la esperanza en la vida”. Julio Verne.
“No puedo morir aún doctor. Todavía no. Tengo
cosas que hacer.
Después de todo, tendré una vida entera en la que morir”.
Carlos Ruiz Zafón.
Después de todo, tendré una vida entera en la que morir”.
Carlos Ruiz Zafón.
“Deja de preocuparte por envejecer y piensa
en crecer”. Philip Roth.
Es de aquellos obsequios que aún
conservo, el guardapelo de oro, que
siempre llevo colgado al cuello con los mechones de mis dos hijos, uno rubio
como el oro, el otro negro azabache, y el reloj de platino de mi padre que
había pertenecido a su abuelo el duque de Montalvo con las iniciales grabadas
en su interior.
Hace poco se lo regalé a Mariano, que lo
conserva en su caja de madera, junto a sus recuerdos más preciados.
__
Pedro perdió la mirada en el techo,
cerrando el libro con los pensamientos arremolinados en un torbellino.
__Tía Blanca, tu amor era mi padre, ¿era
Escalante o era Mariano Rosas? ¿Los dos?
¿Acaso viviste Tierra Adentro?
Las palabras de Guor resonaron de súbito: “El
huinca está allá por… amor”.
El guardapelo tiene el cabello rubio de Agustín,
y ¿el negro es… de quién?
No te mueras, hermano, necesito hablar
muchas cosas contigo, y tienes que leer este diario, y por otra parte, ¿por qué
la urgencia de hablar con papá y por qué necesitas estar cerca de Nahuel?
__ ¿Nahuel? __murmuré mirándolo.
__ ¿Qué?
__Dime la verdad, ¿hay gente como yo en
Tierra Adentro? ¿Acepta tu padre al huinca allí?
Lo digo porque en el Fuerte Sarmiento hay
gente como Blasco y más que desean estudiar y evangelizarse.
__Blasco no es del todo ranquel, no importa.
Gente como vos no hay, porque vos sos único, pero sí, hay huincas viviendo en
mi tierra.
__ ¿Esclavos como todos dicen?
__No. No tomamos esclavos, no Mariano
Rosas ni yo. El huinca que vive allá lo hace por su voluntad, por amor, Pedro.
Solo por amor. Pero no pienses en eso ahora, no creo que puedas soportar
esa vida, de veras.
__ ¿Entonces?
__Entonces, no seas ansioso, espera a que
Agustín se recupere, y ya veremos, yo he estudiado, y pude ir a Europa a seguir
haciéndolo, como también mi padre, pero mi deber era entonces regresar a su
lado.
__ ¿Qué quieres decir?
__Nada, amorcito, duerme tranquilo. Y puedes
llamarme por el nombre que me dio Agustín, él me bautizó como a un huinca, si
quieres, me llamo… Guillermo Graziani.
__Guille _balbuceé.
“Caminaba
en blanco y negro por ese camino que en condiciones psíquicas y emocionales
favorables, me hubiese aterrorizado a muerte. Los brazos y manos viscosas y
adherentes trataban de refrenar mis pasos y pensamientos, retrotraerlos
indefinidamente al dolor desmedido, al llanto pleno y desgarrador pero no
vacilé, no ahora. Firme continuaba hundiéndome en ese fango terrible y sombrío
de las voces que no dejaban de exasperar lo que me quedaba de voluntad y
retorcían mis entrañas tratando de provocar el vómito de impiedad hacia la
figura de lo que alguna vez fui y ya no estaba seguro de ser. No lograron
quebrarme, el pronóstico acerca del límite de mis fuerzas para mantenerme
cuerdo eran pesimistas como siempre lo fue hacia cualquier faceta de mi
transitar por este mundo que todavía no logro entender pero seguí, emperrado en
encontrar el final, no el final de mi vida como estas voces perturbadoras
deseaban, el final del sopor y del suplicio, la veta de oro reluciente que me
empoderara con voluntad nueva y un mínimo deseo de volver a ver, de volver a
sentir.
Tropecé y caí, casi muerto pero me levanté a pesar de las manos que tiraban para que me diera por vencido. Quise llorar pero encontré la última fuerza y seguí. El vacío del abismo frente a mí gritaba con fuerzas mi nombre pero no cedí. En eso el fulgor de una voluntad nueva e inmaculada me cegó por un rato y recuperé de a poco la visión mientras las crueles voces elevaron su tono a niveles insoportables pero las ignoré. La silueta frente a mis ojos era como otras pero supe que me devolvería algo, indefectiblemente eras lo nuevo que podría devolverme a la vida. Solo estaba ese abismo entre los dos pero caminé unos pasos atrás, cansado, muy cansado, igual haría el intento, corrí en desesperación y salté.
Tropecé y caí, casi muerto pero me levanté a pesar de las manos que tiraban para que me diera por vencido. Quise llorar pero encontré la última fuerza y seguí. El vacío del abismo frente a mí gritaba con fuerzas mi nombre pero no cedí. En eso el fulgor de una voluntad nueva e inmaculada me cegó por un rato y recuperé de a poco la visión mientras las crueles voces elevaron su tono a niveles insoportables pero las ignoré. La silueta frente a mis ojos era como otras pero supe que me devolvería algo, indefectiblemente eras lo nuevo que podría devolverme a la vida. Solo estaba ese abismo entre los dos pero caminé unos pasos atrás, cansado, muy cansado, igual haría el intento, corrí en desesperación y salté.
Lee,
Pedro, lee las memorias de Blanca y sabrás todo, no quiero hacerte daño, no
quiero que sufras lo que ella”.
Pedro
cerró el libro suspirando.
Mi
querida negra María Pancha _susurró.
Habían
tenido que pasar veinte años para que las memorias de Blanca Montes le
descubrieran la vida y penurias de la mujer que amaba como una madre. Había
tenido que vivir veinte años de mentiras y farsas para que aquella mujer
censurada le refiriera con generosidad
las ruindades más arcanas de la familia, que debería contarle a Agustín.
¿Qué
otras verdades contendría el diario?
Pedro
dejó la mansedumbre del huerto y la sombra del limonero. Y se encaminó a la
habitación de su hermano donde halló a María Pancha. La abrazó por detrás y le
besó el cabello crespo de la nuca, apenas cortado al ras. La negra, que ponía
paños frescos sobre la frente de Agustín se sobresaltó y lo reprendió, pero
Pedro, que reía de contento, volvió a abrazarla y a besarla. La hilaridad del
muchacho contagió a sus hermanos. Pedro y Laura aún conservaban el espíritu
juguetón, retozón, puro e inocente. ! Qué cristalina eran las risas y cómo les
brillaban los ojos! Agustín reía a pesar
de que la fiebre le había regresado, junto con puntadas en el pecho,
sudoraciones y dolores en la nuca, síntoma que alarmaba al doctor Javier, siempre
temeroso de una meningitis.
No
importaron las intervenciones de la negra, sus hermanos se recostaron junto al enfermo sujetándole las manos.
Si
él poseyera el conjuro mágico para hacer desaparecer esa maldita fiebre, Pedro
se decía, si él tuviera ese poder, daría su vida por salvar a Agustín, le
hablaba con el pensamiento. Le abatió la impotencia y se esforzó por frenar las
lágrimas recordando palabras del diario de
su tía: “Yo te digo, Blanca, ningún dolor dura la vida entera”. Pero,
Pedro tuvo la certeza de que si su hermano moría, el dolor lo acompañaría hasta
su último día.
Quiso
desalojar los augurios y desvió la mirada hacia María Pancha.
“Pensar
que se trata de una princesa africana, se le nota en el porte, en la soberbia
de la postura.
Nahueltruz Guor, después de todo, también es un
príncipe. Un príncipe ranquel, príncipe de la Pampa, rey del desierto, como lo
había apodado, Blasco”.
__Hoy
almorzó con nosotros el cacique Nahueltruz Guor _comentó, Pedro__. Se mostraba
muy interesado en tu recuperación.
__Es
un gran amigo __ manifestó Agustín.
__
¿Qué edad tiene? __se interesó, Pedro.
__
¿Qué tanto preguntas? __ Se mosqueó, María Pancha__. Se trata de un
indio__apostilló, con palmario desprecio.
__No
parece indio __opinó, Pedro.
__No
hagas hablar a tu hermano, lo agitas.
__No
es nada _terció Agustín, y se incorporó en la cama con ayuda de Laura.
__Me
refiero _retomó el hermano _a que parece indio en cuanto al aspecto físico. En
ese sentido es un claro hombre de la Pampa, pero no lo parece en cuanto a su
actitud y maneras. ¿Qué edad tiene? --repitió.
__Cuarenta
años, y sí es ranquel, pero eso no implica que se trate de un hombre sin
valores ni educación.
Su
padre, el cacique Mariano Rosas, lo envió a estudiar al convento de los dominicos
en San Rafael donde fue confiado en calidad de oblato y donde pasó siete años.
Allí estaba destinado a recibir la enseñanza básica, pero, como pronto fue
visible para todos que Nahueltruz tenía buena predisposición y facilidad para
aprender, le enseñaron latín y griego, además de literatura y filosofía. En
cada oportunidad que Mariano lo reclamaba, el principal del convento le enviaba
una carta donde le informaba que la educación del niño no estaba completada. El
día que Nahueltruz cumplió dieciocho años, el principal le ofreció enviarlo a
estudiar a Madrid. Ellos se encargarían de blanquear su origen y de conseguir
el Certificado de Pureza de Sangre que exigen las universidades. En Madrid
profundizaría el estudio en filosofía y letras que había comenzado en el
convento. Pero, Nahueltruz tomó sus cosas y se marchó porque, según manifestó
al dominico en el único lugar donde quería estar era entre su gente ranculche.
El indio no es feliz sino en la Pampa, porque en el fondo sabe que, en
cualquier otra parte, será despreciado e insultado.
Pedro
se entristeció. La infamia de segregar a un hombre como aquel le encogió el
corazón y le resultó intolerable. Gracias a la estirpe de los Escalante y de
los Montes, él jamás había sufrido
afrenta semejante, de todos modos, sufrió aquel desprecio como propio. Le
resintió el ánimo no hallar respuesta lógica a semejante injusticia. El coraje
se le terminó por mezclar con una sensación de frustración, que lo dejó más
bien deprimido que exacerbado. “En el único lugar donde quería estar era entre
su gente ranculche”. Esa afirmación lo hizo sentir inexplicablemente excluido,
era él el que ahora experimentaba el rechazo. María Pancha le notó el fastidio,
Agustín en cambio, prosiguió con la exposición.
__A
pesar sí que las ideas de la Revolución Francesa y las de los filósofos
liberales europeos influyen los ánimos de nuestra gente, este país sigue ligado
a tradiciones de la más antigua extracción _señaló _: Entre otras cosas,
todavía se pide “Certificado de Pureza de Sangre” para ingresar a la
Universidad de Córdoba, algo que Nahueltruz o sus hijos jamás conseguirían.
__Se
acabó el discurso __ordenó, María Pancha, y simuló enojo __. Siempre te ha
gustado hablar mucho. Es de tus pocos defectos. Ahora refrena la lengua, no te
hace bien agitarte de ese modo.
Llamaron
a la puerta y Agustín invitó a pasar. Se trataba de Naheultruz Guor. Pedro aún
en la cama, acurrucado contra su hermano, se puso de pie de un salto y, con
manifiesto embarazo, se acomodó la ropa. Guor también se mostró sorprendido e
incómodo, y, luego de balbucear una disculpa, amagó con abandonar el cuarto.
Pero Agustín lo invitó a quedarse.
__Solo
venía a despedirme.
__
¿A despedirse? _soltó, Pedro. Y percibió el sutil pellizco de la negra en el
brazo__. Disculpe _ atinó a farfullar.
__
¿Ya no soportas la lejanía de tus gentes? __sonsacó, Agustín con ironía.
__Bien
sabes que cuestiones de índole más
delicada me obligan a alejarme.
__”Maldito
Racedo” _masculló, Pedro.
__Me
voy tranquilo. El doctor Javier me ha dado las mayores esperanzas de tu pronta convalecencia __mintió, Guor. Y
miró fugazmente a Pedro.
__Concedida
la mentira piadosa a los médicos _declaró, Agustín con una sonrisa lastimera.
__Hierba
mala nunca muere _bromeó, Guor.
__Cierto
__admitió, Escalante. Antes de que te vayas, quiero cruzar unas palabras
contigo.
__”Se
va, caviló, Pedro, decepcionado. En medio de la amargura, conocer al cacique
ranquel había significado un interludio placentero. Él era un hombre agradable,
por cierto sumamente atractivo, no elegante pero sí viril. Su masculinidad se
le trasuntaba en el cuerpo recio, saludable, en la voz también, grave,
cavernosa. Hasta en su modo de caminar lo atraía, medio torpe, desmañado, la
cabeza hacia delante y las piernas arqueadas, seguramente por haberse pasado la
mayor parte de su vida a caballo.
No
me mintió, tuvo la oportunidad de estudiar”.
Guor
abandonó la habitación y rodeó lacónicamente a la negra y a Laura, se
apresuró rumbo a la salida, Pedro se
quedó mirándolo. Llevaba el pelo suelto retinto, lacio, se le movía sobre los
hombros, también los guardamontes le flameaban al ritmo de su paso, y Pedro
siguió atento a las nazarenas que golpeaban los mazeríes del patio cuando ya no
se lo veía, hasta que ese sonido también desapareció y el silencio en que dejó
sumida la casa de los Javier lo entristeció.
Al
pasar a su lado alcanzó a susurrarle
ante la sonrisa de satisfacción de Guor.
__El
amor se adueñó de mi alma. Me gusta estar contigo, sentirte cerca de mí pues
estando juntos siento cómo mi alma se
llena de gozo, colmándose de profundos sentimientos y con grandes emociones Guillermo, y no sé cómo haré, pero no pienso
separarme de ti, aunque me eches. Eres el amor que siempre soñé, el que siempre quise con toda mi alma, eres mi destino, mi
hoy, mi mañana, el dueño de mi alma, de mi corazón, de mi espíritu.
Tú
eres mi luz en el camino, el compañero de mi destino, solo contigo quiero
vivir, solamente a tu lado seré eternamente feliz. El amor se adueña del
alma, el amor es estar a tu lado, el amor es verte cada día y quererte más si cabe. Seré tu amante
prohibido, mas tu amor verdadero. Tengo ganas de amarte sintiendo tus labios
sedientos de ti y de mí, sin ti, quisiera besar tus labios sosegados que
descansan en una fotografía que no sé ni cómo la tengo, creo que te la
robé. Esta noche quiero amarte sin
motivo alguno. Hoy tengo ganas de ti, de nosotros, de los dos. ¡De tanto
amarte, hasta el cansancio y todavía
amarte más! Y no olvidarte y, tú sin
saberlo, sin sentirme, sin soñarme y sin
tenerme en tus ganas de mí, en el verbo
que me dedicas sin saberlo cuando lo leo y pensándote entre mi piel desnuda
deseándote en cada beso tuyo y de mí,
imaginándote mío.
Y sin querer ruedan mis lágrimas, en la soledad donde no te tengo y te deseo, beso tus ojos, míos, y no lo sabes, me gusta tu mirada esquiva de la mía. Huyes de mis pensamientos pero te alcanzo con mi amor y mis deseos solo para amarte, en el tiempo y en la distancia cuando nació este amor en contra de los dos. Hoy precisamente tengo ganas de ti y de mí en mis sueños donde te tengo mío, sin importar siempre te sueño mío y, yo de ti olvidando los celos y los reclamos, en cada reconciliación volvemos con más fuerza y pasión, enloquecemos y tu cuerpo enredado a mi cuerpo abrazado a mis caderas y tú bebiendo de mis botones floridos,
apagando la sed de poseernos, llevando el sabor de la saliva boca a boca en la pasión del beso, la noche aquella que me dijiste adiós, amo todo de ti, hasta tus enojos, porque me enloqueces y me excito con tu mirada sosegando en la mía, y adivinas las ganas que tengo de ti,
y de sofocarte entre mis piernas y no dejarte ir, beber de tus labios el aliento boca a boca,
besos míos y abrazos míos, amor mío pasión mía que nunca olvido, secretos y confidencias de noche sin reproche solo por amarnos todas las noches y todas las vidas ¡Hoy tengo ganas de ti y no te tengo! ¡Te Amo, Amor!
Y sin querer ruedan mis lágrimas, en la soledad donde no te tengo y te deseo, beso tus ojos, míos, y no lo sabes, me gusta tu mirada esquiva de la mía. Huyes de mis pensamientos pero te alcanzo con mi amor y mis deseos solo para amarte, en el tiempo y en la distancia cuando nació este amor en contra de los dos. Hoy precisamente tengo ganas de ti y de mí en mis sueños donde te tengo mío, sin importar siempre te sueño mío y, yo de ti olvidando los celos y los reclamos, en cada reconciliación volvemos con más fuerza y pasión, enloquecemos y tu cuerpo enredado a mi cuerpo abrazado a mis caderas y tú bebiendo de mis botones floridos,
apagando la sed de poseernos, llevando el sabor de la saliva boca a boca en la pasión del beso, la noche aquella que me dijiste adiós, amo todo de ti, hasta tus enojos, porque me enloqueces y me excito con tu mirada sosegando en la mía, y adivinas las ganas que tengo de ti,
y de sofocarte entre mis piernas y no dejarte ir, beber de tus labios el aliento boca a boca,
besos míos y abrazos míos, amor mío pasión mía que nunca olvido, secretos y confidencias de noche sin reproche solo por amarnos todas las noches y todas las vidas ¡Hoy tengo ganas de ti y no te tengo! ¡Te Amo, Amor!
__Quiero
tu paz, en mi paz, tu aliento en el mío, tu sonrisa copia fiel de la mía, darte mi vida compartiéndola a tu lado, ya no hay más que dar o decir que no
haya dicho, menos escribir que no haya
escrito del amor que nace de mi ser hacia ti, hablar de amor es una constante en mi vida. Quiero tenerte,
sentir cómo se impregna el aroma de tu piel en los sentimientos que afloran de
mi corazón, tocando las fibras de mi ser que goza teniéndote y recoger la miel
que de tu piel emana tomándola con el
roce de mi labios al besar tu
adorado cuerpo que invita al amor y el mío se entrega a ti. Quiero salir
de la monotonía, pues no se puede inventar ya nada en los juegos del amor, solo
sentir la melodía que va surgiendo de los oídos de los amantes que se unen en
el ritual del amor, pues mis ojos del
alma ven tu cara, tiemblo tan solo al pensar, somos dos en uno, el amor manda
mi sol _respondió el cacique__. Te haré saber de mí, cuídate y cuida a tus
hermanos.
__
¿Vas Tierra Adentro?
__No,
solo me esconderé de Racedo, hoy en mi tierra me sentiría en el exilio
_respondió Guor__. La distancia opaca mi sentimiento, se apaga el refulgir de mi alma, parecía un
amor diferente, pero la soledad nos ganó, el amor lentamente se fue muriendo.
__
¿Qué dices?
__Que
eso me pasó una vez. Hoy sé que no era el amor, pero no quiero que la distancia
opaque esto… lo nuestro. Recuérdalo.
Pero,
con el paso de las horas, las sombras ganaron la mente de Pedro.
__Ya
no existe una justificación, tu ausencia
lo dice todo, transformaste mi tiempo
en una pesarosa espera, estropeaste mi pasión. En nostalgia decadente, que también oprime tu corazón, silentes estamos los dos, en medio del frío indolente, mi alma suspira impotente.
en una pesarosa espera, estropeaste mi pasión. En nostalgia decadente, que también oprime tu corazón, silentes estamos los dos, en medio del frío indolente, mi alma suspira impotente.
Cual
luna prohibida nos atamos en tormentosa
condena, acepta tu taciturno exilio, errante vivirás en extremado viento y yo, implorando remedio en el tiempo. El tiempo contigo no es
tiempo. Se cae el destino si los minutos no son eternos, pero contigo viven
como testigos, son momentos eternos sin matemático ruedo, y se anclan en mi
corazón, como un ave a su nido, y te beso sin remedio a esta enfermedad llamada Amor, desde el alba
hasta el sol encendido de tu cuerpo. La tinta de mis venas, el vuelo de tu voz, el calco de tu piel en la
mía y tus ojos de mar bajo el cielo del paraíso, la luz bendita que me atrapa
en verdades y laberintos.
__
Al
atardecer de ese día, Blasco apareció en cada de los Javier. Laura y Pedro
recogieron sus cosas y marcharon a lo de doña Sabina. El agotamiento les
ablandaba el cuerpo, como perdiendo el dominio sobre los músculos y miembros, a
su vez un quebrantamiento del ánimo les oscurecía los pensamientos, el presente
los abrumaba, el futuro los acechaba.
__
¿Qué será de nosotros del regresar a Buenos Aires, Pedro? _se lo preguntaba por
primera vez desde la huida diecisiete días atrás. Solo diecisiete días
vertiginosos.
Las
lecciones de su madre y de los restantes miembros de la familia se les
dibujaron como imágenes de un sueño a las que trataban de aferrarse y que se
disipaban a pesar de los esfuerzos.
__
¿Y Lahitte?
__Lo
conozco demasiado para suponer que me disculpará. Haberlo convertido en el
ludibrio de la ciudad como tú a Camila, pesará más que el ferviente amor que
había jurado profesarme. Ya conseguirá con quién enmendar su orgullo maltrecho,
admiradoras no le faltaban, Amelita Casamayor por ejemplo, ella se mostraría
dispuesta a considerarlo.
Blasco
parloteaba disimulando la alegría de oír a la preciosa señorita Escalante.
Pedro, sumergido en sus pesares, le dirigía de tanto en tanto la mirada vacía y
monosílabos, apenas mascullados, hasta que el muchacho dijo la palabra: Nahueltruz,
que, como abracadabra, operó magia en su semblante triste y le concentró la
atención.
__
¿De dónde conoces exactamente al cacique, Blasco? __interrogó, Pedro.
__Yo
también soy ranquel, señorito _manifestó el muchacho, con aire de orgullo__. Mi
abuela Carmen y yo vivimos en el Fuerte ahora, ella le hizo llegar lo que recibió, pero yo soy
ranquel. Y no del todo, porque mi madre era huinca.
__Huinca.
¿Qué significa huinca? _interrogó, Laura.
__Así
llamamos a los cristianos, señorita. Usté es una huinca como mi madre. Igual
que ella que era así como usté, blanca y suavecita.
__
¿Cómo fue que tu madre conoció a tu padre? _se interesó, Pedro.
__Mi
padre maloqueaba junto a un grupo de compadres, cuando atacaron la diligencia
de mi madre. Mi padre nomá verla y ya
quedó tocado. Y se la llevó nomá
pa” “Tierra Adentro”, y la hizo
su mujer. Cuando yo era bien pichi, mi padre y mi madre murieron en una
epidemia de viruela, y mi abuela Carmen, pa” salvarme me trajo aquí, con los
huincas, pa” que me curara. El doctor Javier me salvó, dice mi abuela.
Al
imaginar la escena del asalto a la diligencia, los hermanos sintieron el terror
de los ocupantes, los alaridos, el ruido ensordecedor de las armas de fuego que
dispararían los postillones, las mujeres apretando el rosario y enjugando
lágrimas, los hombres fingiendo entereza, y después el momento temido, el
encuentro con los indios. Salvajes, sucios, malolientes, con facciones de
perdularios, oscuras, toscas, burdas, y le repugnó a Laura pensar en esas manos
sobre la piel blanca de una mujer. Las manos de la gente de Nahueltruz Guor.
Las manos de él, pensó Pedro no repugnarían al huinca.
__A
la hijita de Nahuel se la llevó la misma epidemia de viruela que a mis padres
__prosiguió, Blasco__. Solo se salvó, el hijito, pero por eso Nahuel me quiere
tanto, porque la nena se murió, y Linconao y yo somos como hermanos. Yo soy más
grande que Linconao _añadió__, pero éramos amigos lo mismo.
__
¿Linconao? __preguntó, Pedro.
__Fabián
lo bautizó el padrecito, el ranquel lo llama Linconao, Malena era la nena.
Golpeó
a Pedro que Nahuel tuviera dos hijos, la existencia de la esposa era lo que
dolía y fastidiaba. “Casado y con hijos tal vez”, masculló para sus adentros.
Tal vez está viva y por eso se marchó.
__
¿Cómo es la esposa de Nahueltruz?
__Cómo
era, patroncito _corrigió, Blasco__. Se murió también.
__Ah
__exclamó, Pedro apenas, y miró hacia otra parte__. ¿Murió de viruela?
__No,
esa se murió de pérfida__ prorrumpió, Blasco, y escupió a un costado__. Se fugó
con un cautivo, un hombre del coronel Baigorria.
__Eso
no significa que está muerta __sonsacó, Pedro. A sabiendas de que preguntaba de
más. Ávido de información, curioso.
__Está
bien muerta __insistió, Blasco, y se hizo la cruz sobre los labios__. Después
de que Quintuí y Rogelio Serra huyeron de los toldos, Baigorria y un grupo de
sus hombres, también Nahuel, salieron a
perseguirlos. Los encontraron días después, cerca de la Laguna de los Loros,
despedazados por los tigres.
Laura cerró los ojos y respiró profundamente,
asqueada por la imagen de esos cuerpos mutilados. Nadie merece una muerte tan
horrenda, pensó. Se apiadó también del cacique, que había experimentado un
suplicio ante la visión de su esposa reducida a una piltrafa sanguinolenta, la
mujer a la que amaba, la que había dado a luz a sus hijos.
__
¿Cómo era Quintuí, Blasco? _preguntó, Pedro.
__La
más bonita, patroncito, Ana la bautizó el padre__. Era sobrina del cacique
salinero Calfucurá, y los había casoriado, a ella y a Nahueltruz, pa” mantener
la paz entre las dos tribus. Pero nunca es de fiar ese Calfucurá, que es más
traicionero que una serpiente.
__Y
Guor __prosiguió, Pedro para nada interesado en las contiendas políticas entre
salineros y ranqueles__, me refiero al cacique Nahueltruz, entonces lo casaron
a la fuerza.
__Eso
a él lo tenía sin cuidado. Estaba bien
contento, porque ella era más que bonita y solo quería tener hijos. Eso dice mi
abuela Carmen, porque yo era un crío en esa época.
Pedro
había indagado a Blasco hasta saciar la última gota de curiosidad, no obstante,
el orgullo y la prudencia lo refrenaron. Aquella necesidad por conocerlo todo
sobre el cacique lo desconcertaba, se trataba de una costumbre inusual en él,
costumbre, por otra parte, que despreciaba, que consideraba diversión de los
entendimientos menos cultivados, de los espíritus menos enaltecidos. Con
respecto a la avidez que lo asaltaba al leer las Memorias de Blanca Montes, en
nada se relacionaba con esa curiosidad. Era de las ideas de conocer la vida de
un ser querido de quien esa mujer hablaba. O de más de uno. Por eso le
interesaba.
Despidieron
a Blasco en la puerta de la pulpería y entraron. El coronel Racedo estaba
aguardando a Laura. Pero Pedro se quedó junto a Blasco, tenía un plan.
__
Después
que abandonó la casa de los Javier, Guor
montó su caballo y se perdió por las calles más solitarias del pueblo, rumbo al
convento franciscano. El padre Marcos Donatti le había prevenido que se estaba
aventurando demasiado, y él lo sabía, tenía que regresar a las tolderías, en
especial a la seguridad de Tierra Adentro, donde el huinca no se animaba.
Merodear la villa de Río Cuarto, resultaba una empresa descabellada, máxime
cuando el coronel Hilario Racedo se hallaba cerca, dispuesto a arrojársele
encima, porque el militar sabía que, además de saldar viejas deudas, al echarle
el lazo al cuello a Nahueltruz Guor, asestaría un golpe maestro a la columna de
la organización ranquel.
“Tengo
el alma llena de dudas, de resentimientos, de cuchillos afilados que me
inmovilizan, de desconfianza, de incertidumbre que laceran todos mis sentidos.
Tengo la duda si aún me queda alma, si aún puedo seguir sintiendo, aunque desearía ya no poder sentir más.
Tengo miedo de romper en llanto en cualquier momento, al escuchar una canción, pero… ¡qué carajos! todas las canciones me hablan de ti, no tengo a dónde ir ni dónde esconderme sin que me acompañe tu imagen, tus recuerdos… vuelvo a romperme mirando un ocaso o al caminar por algún sitio en que fuimos todo.
Tengo miedo de seguir sintiendo miedo, de sentirme al filo del despeñadero, de este nudo en la garganta constante por la razón de siempre, por las promesas rotas, por el futuro inexistente.
Me abrazan temores de que me hagan lo que ya me hicieron antes, sin piedad y sin remordimientos, no es miedo a un amor, el amor es maravilloso cuando existe reciprocidad y estoy ansioso por amar, no obstante, temo al mismo dolor.
Hay momentos en que debo estar alerta, con la espada empuñada y bien puesta la armadura, pero también hay momentos en que simplemente dejo que la vida fluya y vuelvo a colgar una sonrisa en mi rostro gris e incrédulo, por si acaso algún día me convenzo que es real, que ya no tenga que fingir estar alegre, que recuerden mis sentidos la felicidad y morir sonriendo a plenitud. Desde la primera luz de día en cada amanecer, siempre estarás ahí para avivar ese amor que nos embriaga en esta vida de esperanzas, donde tu presencia es como el aire que respiro, mi grandeza y amor de vida.
Tengo la duda si aún me queda alma, si aún puedo seguir sintiendo, aunque desearía ya no poder sentir más.
Tengo miedo de romper en llanto en cualquier momento, al escuchar una canción, pero… ¡qué carajos! todas las canciones me hablan de ti, no tengo a dónde ir ni dónde esconderme sin que me acompañe tu imagen, tus recuerdos… vuelvo a romperme mirando un ocaso o al caminar por algún sitio en que fuimos todo.
Tengo miedo de seguir sintiendo miedo, de sentirme al filo del despeñadero, de este nudo en la garganta constante por la razón de siempre, por las promesas rotas, por el futuro inexistente.
Me abrazan temores de que me hagan lo que ya me hicieron antes, sin piedad y sin remordimientos, no es miedo a un amor, el amor es maravilloso cuando existe reciprocidad y estoy ansioso por amar, no obstante, temo al mismo dolor.
Hay momentos en que debo estar alerta, con la espada empuñada y bien puesta la armadura, pero también hay momentos en que simplemente dejo que la vida fluya y vuelvo a colgar una sonrisa en mi rostro gris e incrédulo, por si acaso algún día me convenzo que es real, que ya no tenga que fingir estar alegre, que recuerden mis sentidos la felicidad y morir sonriendo a plenitud. Desde la primera luz de día en cada amanecer, siempre estarás ahí para avivar ese amor que nos embriaga en esta vida de esperanzas, donde tu presencia es como el aire que respiro, mi grandeza y amor de vida.
No
solo en cada taza de café estás, tu ser siempre estará presente en mis
pensamientos y alma, mis pasos me llevan a ti porque tú eres mi mundo y todo me
sabe a ti, tu piel es mi piel y es calor que me abriga.
En
mis manos estarás para amarte, en ellas están tus huellas, tu perfume, tu
delicadeza, tu amor y entrega de cada día para hacer florecer nuestro terruño
de ilusiones porque siempre estarás ahí para iluminar mi camino.
Tú
eres mi ternura, mi belleza, mi luz, así como cada día de bendición y
agradecimiento, cada vez que te miro a los ojos, veo ese brillo que me invade y
me permite naufragar en ellos porque somos uno solo, por eso y mucho más
siempre estarás ahí”.
A
pesar de valorar los riesgos, Guor no había resistido la tentación y necesidad
de galopar a campo traviesa cuando lo alcanzaron las noticias del padre Agustín
y de la enfermedad. Ahora menos que nunca quería abandonarlo. Cuando las
posibilidades de volver a verlo con vida eran remotas en opinión del doctor
Javier.
Nahueltruz
se apeó del caballo y abrió el portón del convento que lo conducía al
dormidero, donde se topó con Fray Humberto, que alimentaba a la vaca y a las
dos mulas y les cambiaba el agua del abrevadero. Durante algunas noches, ese
había sido su hospedaje, un cabezal en medio de las montañas de alfalfa, y del
olor penetrante del estiércol y de los animales.
Saludó
al fraile que le respondió con un gruñido y le informó que el padre Donatti
quería verlo.
__Sabes
que puedes quedarte en el convento cuanto gustes __aseguró Marcos Donatti,
mientras ofrecía a Guor una taza con mate cocido__. Esta también es tu casa.
Nahueltruz
agradeció con una inclinación de cabeza y aceptó la taza.
__Sin
embargo _prosiguió el sacerdote__, temo que Racedo sospecha que estás parando y
pernoctando aquí, en el convento, porque hoy me hizo una visita de lo más
inesperada e inusual, debo decir.
__
¿Qué le preguntó?
__No
fue muy directo, a decir verdad. Preguntó un poco de todo. Quiso saber por la
salud de Agustín, por su hermana Laura…
__
¿Qué quería saber de ella? _se precipitó Guor, y Donatti levantó la vista__.
Quiero decir _rectificó__. ¿Qué tiene que ver la señorita Escalante con Racedo?
__Debo
suponer que has conocido a los hermanos _vaticinó el sacerdote franciscano.
__Hoy
me los presentó el doctor.
__Pues
sí, Racedo no oculta la inclinación que tiene por ella, y no se será difícil
entender por qué. No quisiera decir esto, pero al parecer la pretende el doctor
Olazábal, pero Racedo cree que él…
__
¿Qué?
__Es
que no puedo ni decirlo, hijo, Racedo cree que él en verdad quiere al hermano,
a Pedro, que gusta de los hombres.
Guor
se enfureció pero intentó reprimir el sentimiento, no comentó al respecto, su
gesto permaneció invariable, como si hubiese perdido repentinamente el interés.
__Volviendo
al tema que nos atañe__retomó Donatti__, creo que tu permanencia en Río Cuarto
es insostenible. Racedo podría encontrarte en cualquier momento, alguien podría
delatarte a cambio de unas monedas. Será mejor que regreses Tierra Adentro. No
quiero una desgracia en este pueblo. Dios mediante, llegará el día en que podamos
convivir todos en paz.
__Ese
día, padre, llegará y será cuando alguno de los dos bandos haya fenecido, y
usted y yo sabemos bien de cuál se trata.
De
regreso en el dormidero, Guor acomodó sus pertenencias con la decisión tomada
de emprender el viaje de regreso al día siguiente antes del amanecer.
Estaba
molesto, un malhumor que, por lo
absurdo, lo llevaba a arrojar las prendas y las alforjas con rabia. Por fin, le
propinó un puntapié al montículo de alfalfa y amedrentó a la vaca, que mugió y
se inquietó en el corral.
No
quería regresar, no aún, dado que la suerte de Agustín Escalante pendía de un
hilo. Se sentó en la banqueta que fray Humberto usaba para ordeñar, se llevó la
mano a la frente y soltó un suspiro.
No
tenía sentido engañarse, no era costumbre de hombres sensatos y, aunque lo
pusiese de malas aceptar que no se trataba enteramente de la salud del padrecito,
debía admitir que Pedro había conseguido inquietarlo.
¿Por
qué lo fastidiaba que Olazábal se interesara por él? Al carajo con esos melindros.
Se
puso de pie y salió al huerto.
En
los días de verano. El sol tardaba en desaparecer, ya casi las nueve y todavía
el sol languidecía en el ocaso, convirtiendo el cielo en una paleta de colores
rojos y violetas que no se había cansado de admirar. En el huerto de los
franciscanos también había un limonero, allí se sentó y apoyó la espalda en el
tronco. Estaba agotado, aún no se reponía del viaje a través del desierto. Era
el cansancio que le tundía el cuerpo, le embotaba la mente y lo despojaba de la voluntad
para alejar esos pensamientos inexplicables que lo asediaban.
¿Por
qué le tenía en la cabeza? ¿Serían sus ojos almendrados de miel los que le
habían echado el conjuro? ¿Se trataría de los rizos que le bañaban la frente a veces los que le quitaban
la paz del ánimo?
Cuánto
deseaba tocarlos, hundir la cara en el pelo, olerlos.
Los
tocaría, sí, y hundiría el rostro también, y los olería, lo haría o se volvería
loco. La belleza de Pedro Escalante Beggio resultaba tan infrecuente que, ni
siquiera él, un ser más bien inerte y apático, podía mirarlo con indiferencia.
El
abandono de Quituí le había encallecido el alma entonces, lo había convertido
en un hombre frío, distante, indolente que era, pero luego se supo homosexual.
Era antes el despojo de la traición.
El
amor que le había profesado a ella ahora era odio, un odio que le enfriaba el
alma hacia las mujeres, porque era frío lo
único que sentía en el corazón. Y de pronto, mirar a Pedro Escalante
Beggio había sido como acercarse a la lumbre en una noche gélida, al sol en el
hielo del invierno.
Escuchó
un ruido y se puso súbitamente de pie, enojado de haberse dejado llevar, por
haberse distraído, algo que podía costarle la vida. Se trataba de Blasco, que
trepaba la tapia del convento y se arrojaba dentro.
__ ¿Qué
haces aquí a esta hora?
__La
Lorena quiere saber por qué no has ido a verla, ella me manda _expresó el
muchacho, mientras se aproximaba.
_ ¿Le
dijiste dónde estoy?
__No
_respondió Blasco, medio ofendido, y se apresuró a seguir a Guor, que regresaba
al establo.
__ ¿Por
qué no estás en el fuerte? Tu abuela Carmen debe de estar preocupada.
__Mi
abuela no está en el fuerte. Ella y otras mujeres pasarán la noche en vela
frente a la casa de los Javier, rezando por el padrecito. ¿Qué le digo a la Lorena?
Me mandó a preguntar.
__Que
me voy Tierra Adentro a la madrugada.
__Se
va a poner que la lleva el diablo. Desde que llegaste se emperifolla pa” ti, tú no te dignaste ni una vez. Hasta le roba
cosas a la señorita Escalante y se las pone. Le usa el perfume.
__ ¿Qué
tiene que ver Lorena con la hermana de Agustín?
__La
señorita Escalante alquila una habitación como don Pedro en la pulpería. Acabo
de acompañarlos hasta allí. Todos los días la acompaño. En el fuerte están que
se mueren de envidia porque es más linda que un sol. Que no se entere Racedo
que me degüella. – Se rio__. Hoy me
estuvo preguntando por vos, la señorita, va, el hermano más _soltó, Blasco, y
se concentró en el facón de Guor, el más grande que conocía__. ¿Ese es el
cuchillo que te regaló el coronel Mansilla?
__ ¿Qué
te preguntó, Pedro?
__Cosas
–respondió vagamente el muchacho con la
vista en la hoja reluciente_. Se quedó con ganas de saber nomá, yo me di
cuenta. No preguntó más porque él es así, muy respetuoso y educado. Pero tenía
ganas de saber, tenía.
--Toma.
__ ¿Qué
es?
__Me
lo dio pa” ti el señorito, Pedro. Me voy.
Guor
sintió que el corazón le aleteaba cuando desdobló el papel y vio la bella caligrafía.
“No
sé a veces lo que escribo, solo algo que nace en mi pecho, toma forma en mi
inquieta cabeza y obliga a mis manos traducir en letras, para que al iluminarlas tan solo
con tus ojos logre descifrar tu corazón,
para que sientas y entiendas este sentimiento que a ti me encadena, me obliga a
buscar en ti a cada instante, mi sustento de amor y pasión que le da sentido a
mis días.
No
sé por momentos lo que veo, si mis ojos recorren paisajes urbanos, se llenan de
colores más sin la luz de tu mirada a mi lado todo color se vuelve gris y me
rodean paisajes desérticos, nada más bello cabe reconocer en mi mente si
después de llenar con tu belleza la retina querré con desesperación buscar en
tu figura ese paisaje natural en donde sienta esa plena felicidad que mi alma
ansía.
No
sé lo que sienten mis manos que lejos de tu piel se llenan de vacío, más allá
de lo que toquen, la memoria del tacto nada
reconoce, pues solo querrá volver a sentir la suavidad y tibieza de tu cuerpo
que momentos antes dejó de acariciar, en mis poros queda impregnada tu esencia,
tu humedad y todo aquello que al amar entre mis poros logro atrapar de ti.
No
sé qué hago distante de tu piel si estando contigo te vuelves mi tierra que mi
pasión sostiene y te vuelves mi cielo donde se pierde mi delirio, nublas mi razón, tomas completo dominio de mis deseos
llevándome inconsciente de amor a navegar por escondidos rincones de tu cuerpo
y me haces sentir que desespero por amarte en un segundo fuera de ti. No sé cómo seguir un instante fuera de ti, si
al alejarme de tu lado me pierdo en un universo frío y vacío, si es a tu lado
sintiendo tu simple roce donde me siento vivo. Beber a cada instante de tus
labios esos besos de pasión que por tanto tiempo sediento me han tenido… ya
nada sé fuera de ti… solo sé que más allá de tu amor yo no existo y que a tus
brazos nuevamente quiero caer cautivo.
Hoy
me he levantado meditando sobre todos los pasajes vividos en mi vida, recuerdos
plagados de mucha emoción sentimental, historias arraigadas de una eterna
felicidad, otras guardadas en un espacio donde abunda la penumbra por ser
desgarradoras, pero que juntas han sido el sostén indestructible de mi sencilla
y abierta página de mi existencia.
Imágenes
engavetadas en el baúl del pasado, que yacen como fantasmas silenciosos en un
desierto interminable, donde nos sentimos vivos con solo saborear en nuestros
labios una gota de agua, y así volar y
volar sin detener el vuelo hacia la libertad de sueños infinitos en nuestra
mente.
Se
apagan las luces intermitentes de mi memoria, pero insisto y lucho contra la
amnesia, me declaro enemigo del olvido, y así recorro las cenizas enterradas
por heridas que se esconden en las sombras de un porvenir desdibujado por un
llanto que destila sus lágrimas tristes, dándole cobija a la incertidumbre en
mi camino. Mi alma desterrada sufre, mi
cuerpo débil sucumbe ante la pérdida de placeres y deseos perdiendo el rumbo
por la pasión de amar.
Se
aleja la claridad indisoluble de mis verbos, mi jardín llora por perder sus
adoradas rosas, marchitándose lentamente por el veneno de un descuido mortal
que impone la oscuridad y desolación del corazón. Siento hilos finos en mis
manos y piernas, como una marioneta que guían,
convirtiéndome en un maniquí del diablo, poseído por una autodestrucción frenética
de mi propia conducta, donde no encuentro el verdadero destino a mi vida. Mi
boca produce un aliento a víctima de mi interior vacío, alimentando melodías melancólicas
y devastadoras que nos llevan a ahogarnos en un mar de estierco, donde se
divierte el engaño de demonios que flotan escondidos disfrazados de ángeles y
yo no logro identificar la maldad de tan dañino proceder. Mi propia locura encontró
la perfecta cordura cuando apareciste tú,
ahí, como inspiración para un
cuadro con tu imagen y carisma, levantándome el ánimo, llenándome de fuerza mi
interior, transformando el vacío de mi soledad, en un ser lleno de amor. Con tu
magia tocaste mis mas frágiles intimidades, y hoy te digo: contigo todo, sin ti
nada...
Por
la plenitud de estar en sintonía con la persona amada, por el latir de un
corazón furtivo y navegante, por el camino que conduce al alma a través de la
senda exquisita de la piel, por la selva ampulosa que compone la flora mística
de los sentimientos, y por el deseo que insta a los amantes a vestirse
únicamente de sí, el júbilo del mar me dice que hay marea alta, y que cada ola
de amor, de ternura, de comprensión, de dulce y pulquérrima entelequia que se
prodigue, estará, irremediable e indefectiblemente destinada, a sumergirme,
bajo el íntimo requerimiento que tiene lugar en la plenitud de los cuerpos y
los abrazos, en la profundidad arrulladoramente insondable de su ser. En la
liviandad de los minutos nuestras pieles hierven, perplejas y deseosas,
mientras ella gime y mientras las olas del mar se enredan en nuestros sueños de
pasión. Si quieres huir, llévame contigo, seré fuerte, estaré esperando, no me
dejes si regresas con tu gente aunque sea un huinca, te amo.
-Era
como un flamante amanecer, con una radiante y bella luna cuando hasta mí llegaron tus palabras,
palabras todas que me hacían soñar. A mi
mente acudieron tantas cosas, todas bonitas y añoradas por mí, como tu mirada
clavada en mis ojos donde había un fuego encendido. Hiciste que imaginara
tantas cosas, cómo que mis manos te desearan,
mis labios se humedecieran, era como un fuerte torrente de brasas candentes.
mis labios se humedecieran, era como un fuerte torrente de brasas candentes.
En
mi ser entraron deseos de tocarte, besarte y querer hacer el amor contigo, mi
sangre quemaba de placer al recorrer todas mis venas con ansias de hacerte mío.
Fueron
imaginaciones y fantasías especiales pues sentí que de verdad estaba contigo, y
no era así, pero solo el recordarlas me producía
deseados escalofríos de placer.
Comprendí
que todo eran imaginaciones mías, pero
lo que sentí por mi cuerpo era placer, deseando poder entrar y salir dentro de
ti pero ahora es un bello recuerdo entrañable, que deseaba volviera a pasar
muchas veces más. Clandestino fulgor, rumor prohibido, entre lascivias de amor y
lujurias henchidas, escondido espasmo entre las rocas húmedas, río crecido,
sediento entre los brazos tibios, mar bravío, despierto entre las piernas,
semillas, seductor añil, lisonja roja, gozo exquisito y loco, furtivos encuentros, sigilos de pasión, bebiendo la leche el agua pura, manantial, la miel, el manjar, panal de mieles erizadas, escondida huella
acomodada en atisbos ajenos, secreto fuego entre la sangre fiebre consorte en
la piel, mudos espasmos en la carne, sopor de miel, vergel de hechizo en la
distancia, sudor sobre el papel.
Amanecer
junto a ti, sintiendo el calor de tu cuerpo, el latido de tu corazón,
respirando tu aliento, acariciando tu desnudez, besando tus ojos, llenando de
besos tus labios, escribiendo en tu piel y cuando comienzas a abrir los ojos,
declararte todo mi amor, es la mejor manera de comenzar un nuevo día de vida”.
__
Guor, Racedo está en la pulpería, no vayas.
__Por
los santos, Blasco, hoy me vas a matar vos, ¿y Pedro?
__No
lo sé, Racedo está con la señorita, de Pedro no sé.
__Búscalo,
y dale esta nota. Solo a él.
“Sí mi amor, así fue y así lo hice sin miedos ni pensamientos con turbulencias, solamente pretendía abrazar al amor, por eso borré cada rincón cada lugar de mi vida, borré mi pasado para que no te molestara, para así amarte con todas mis fuerzas, desalojé mi corazón para darte todo mi espacio cada noche, en cada sueño cubría con mis verbos tu piel, dejé que volarás por mis labios y mi alma, y aun así lloré, lloré por ti y por mí, por tus ausencias y mi soledad, lloré y me sentí vivo, muy vivo, pero sin ti ya no bailaban nuestros corazones, ya no, ya las melodías estaban muertas, la pasión se había dormido en ese suspiro de amor, los besos tiritando de frío.
La noche se me presenta inmensa, con tu silencio que me mata, mi corazón, te buscará al igual que cualquier noche, mi voz, gritará tu nombre en el aire adormecido, hace calor vida mía, me pesa el cielo y me sobra la vida porque tú no estás, quiero amor unos sueños nuevos, quiero volver a empezar, quiero verte en mi locura de amor, el eco de la gloria será nuestro y mañana será un día nuevo donde los sueños recobrarán vida y mis verbos serán compuestos de melodías encadenadas, así vida mía se acabará mi llanto ahogado, seré de nuevo tu enamorado, que quiere sentirse vivo, ven abrázame amor esta noche.
Te amo amor. No me iré si ti, Pedro”.
En
la madrugada desnudo, sintiendo el suave roce de las sábanas de raso en mi
piel, divago en busca del distraído sueño que errático deambula buscando unas
caricias leves, pero que hagan vibrar cada molécula de mi ser.
A mi alrededor el silencio que penetra en mi cuerpo y desgarra sin piedad los límites de mi conciencia, reprochándome vagar en el mundo pasional del amor en el que me apetece entrar.
Un hálito trémulo se cimbrea sobre mí, me estremezco, veo que la ventana abierta deja pasar un ramalazo de viento que eleva la tela de la cortina.
Una vocecita en mi interior, fina y de tono aflautado me incordia repitiéndome:
--- Estás despierto, deja esos ardientes deseos para cuando entres en el mundo de los sueños.
En completa soledad, acompañado solo por un rayo diáfano de luna llena que atraviesa los cristales semiabiertos de la ventana, me asalta una idea. Ella, es ella la que me impide ser plenamente feliz y libre.
Me incorporo y tomo mi libreta, esa lustrosa y sobada por el uso que es mi compañera desde hace largos años y bolígrafo en mi mano, entro en materia.
Dibujo tu silueta, mis trazos van configurando poco a poco tu esencia.
Estás bien formado, tu pelo algo largo me embelesa, puedo sin forzarme levantar la cabeza y ver tu mirada posarse en mi figura con firmeza.
Se me escapa el aire que contenido por sentirme atraído por tan inesperada imagen, retenía con fuerza.
¿Qué estoy haciendo? _ me pregunto al sentirme sorprendido por mi actitud. No pienses en Guor, sino en ella.
Impulsivo y molesto por mi desatino, empiezo a escribir sobre otra figura… palabras, frases, pensamientos que llevan multitud de quejas que van cayendo como hojas caducas y oscureciendo el dibujo que he hecho de ti.
Y se ahonda y llena con los trazos gráficos tu imagen, te escribo tanto y tan variado, que olas de emoción me inundan y ya lleno, desapareces y te conviertes en nada, como si nunca hubieras existido. Adiós, Camila, no te amo.
Mis ojos cansados se dejan llevar por el cauce de las sombras y pleno de alegría entro jubiloso en el mundo de los sueños. Cuando despierte… retomaré las memorias de Blanca Montes.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO.
ESCENAS
EXPLÍCITAS.
Gladis Un placer leer su hermosa obra
ResponderEliminarVictoria HermosO. Gracias
ResponderEliminarVeronickka Felicidades, hermosa
ResponderEliminarPatricia Precioso!!!
ResponderEliminarElena Hermoso. Me encantó querida amiga felicitaciones 👏👏
ResponderEliminarVictoria Bello
ResponderEliminarMiryam Marvilloso romántico y sensual
ResponderEliminarDoris Donis Hermoso
ResponderEliminarScarlet Hermoso...
ResponderEliminar1
Teresa Bellísimo 💖💖
ResponderEliminarSilvana Bello!
ResponderEliminarGilda Gracias Eve Monica
ResponderEliminarDelîa Bellísimo y sentido texto. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino Lindo relato ... complejo pero lindo
ResponderEliminarHermoso Eve...Ya quiero que Pedro sepa la verdad y estoy segura de que, aunque sea tan difícil, él y Guillermo van a poder estar juntos para siempre...
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