martes, 15 de enero de 2019

“SUR”. CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS.


“SUR”.
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS.
“Si hay algo de lo que sé, es del amor, quizá porque lo anhelo
intensamente, con cada fibra de mi ser.” Toulouse-Lautrec.


Me pregunto qué sabremos en este viaje.
__Tal vez nada y quizás el todo, amorcito, arriba que es la hora.


Sus ojos se abren temprano, seis a.m. más o menos, ahí aferrado  a su dueño  se le queda contemplando. Y así lo va despertando  como él sabe hacerlo, utilizando sus métodos  con besos y otros encantos.
Fascinado escudriñando  en sus oídos y el cuello, las tetillas de su pecho  en el vientre y más abajo. Y deja así consumado  lo que para él es bueno, lo que le parece bello,  lo que hace con tanto agrado.  Antes de irse al trabajo  primero pone su empeño, en ver que su compañero  sepa qué tiene a su lado.
Lo que siempre el ha esperado, el ser de sus anhelos,  que posee hielo y fuego, el que otros no han encontrado. Magia de lo imaginado,  lo palpado en algún sueño, lo que queremos eterno  pero perece temprano.
Y el día transcurría dopado  cada uno en sus pensamientos, de ese hombre es el dueño  y él tiene el indicado. La faena se ha agotado  y en las miradas sugieren más dosis de amor del bueno después de un día de trabajo.
Hay amores perfectos que nacen con una mirada y crecen con los años, son amores protagonistas  de las más grandes historias.
Son almas gemelas magnéticamente  sincronizadas, los une un hilo energético,  aun en la distancia  sus corazones sienten  el dolor, la agonía y la pena del ser amado. Son amores tan perfectos que se vislumbran a través  del brillo del aura, su esencia  es la luz que ilumina su vida. Irradia la alegría que emana  su alma enamorada. Hay amores tan perfectos  sin límite, que van más allá  del deseo, son tan profundos  y verdaderos  que van más allá  del infinito, porque son eternos.

__Tú me inspiras amor,  cuando te veo,  me sonríes  y me brindas esa mirada pícara,
que parece surgir, cual travesura inesperada  y todo mi ser se estremece, mas vuelves a sonreír y el amor rebosa por los poros de mi piel, es que tú,  mi bello travieso, logras despertar todos mis sentidos y el mundo parece detenerse, acompañado de un silencio ensordecedor, mientras tú, pareces jugar con ese silencio, pero solo tú y yo sabemos  que ese silencio, encierra las mil y una formas de amarnos y lentamente, mis hojas en blanco, se van llenando, con nuestra historia de amor.
No sé por qué tus besos me confunden. Sí, para mí es como una llamarada, me enloquecen y me fascinan. Tus labios y tu  boca, un mar que provoca pasión y deseo por sentirte mío, por ser tu dueño, si supieras cuánto te necesito. No dejo de pensar en ti, cierro los ojos, y
tú estás aquí, eres indescriptible para mí, mi universo lo eres tú, me vuelve loco. Tu amor, tu sentir, y más,  quedo clavado de tu mirar en mí, desvistiendo mi alma, y  más te amo y más deseo estar contigo. Entre tus brazos no siento frío, tú me abrigas, me das el calor necesario que necesito. No sé qué has hecho para llamar mi atención, pero, aquí estoy en tus brazos, respirándote, amándote día y noche, inhalándote, deseándote, mirándote, eres perfecto para mí mi amor, y es que tus manos dan la ternura perfecta a mi piel.
Es el aroma esencial de ti, que lo traigo en los poros de mi piel, ¡cómo te amo mi amor!
Tú, mi locura de amar, mi razón de existir. Mi tierno y dulce amor,  con el  que quiero compartir mi eternidad, soy y eres mi realidad, me hace tan feliz saber que eres mío nada más.
__Deja que nuestros mundos choquen,  que colapsen y exploten, que se incendien, que nos consuman  hasta volvernos cenizas y resurgir de ellas, como uno solo.
__ Mientras duermo, siento una brisa de aire fresco, refrescando mi ardiente cuerpo, y de repente,  siento tus latidos contra mi pecho, abrazo tu esbelta figura, siento la calidez de tu piel y cómo tu aroma emborracha mis sentidos, pero una tenue luz se cuela por la ventana y entreabro los ojos, me veo acurrucado y abrazado a la almohada, miro a mi alrededor y si  tú no estás, un vacío profundo eriza mi piel, por un instante, no sé qué me pasa, no sé si eres un sueño o eres una realidad, pero aún siento en mi cuerpo la humedad de las sábanas, dudo nuevamente, vuelvo a mirar la almohada vuelvo a dudar, y en mi mente, no sé si eres real o solo eres un sueño que yo deseo que sea realidad, de repente se abre la puerta del cuarto y te veo bebiendo una taza de café.
__

Aróbaro era su nombre de guerra. Pese al aspecto de hombre común, era un doble agente. Analía  no estaba errada al desconfiar de él. El carácter arquitectónico de la mentira en que vivía permitía sostener dos realidades paralelas: El agente encubierto de Interpol, inmerso en el corazón de La Legión, y Aróbaro, el espía que La Legión creía haber formado y preparado para infiltrar en la Editorial.
Para los Servicios secretos de Interpol, Alejo Riglos se convirtió en el Agente Cero y solo unos pocos oficiales conocían su verdadera identidad, misión y destino. Para la Legión, que venía formándose desde aquella vieja legión seguidora del Arzobispo de Alejandría, era Aróbaro, su espía en la Editorial de Analía.

Él ya no sabía quién era, en realidad. Demasiados  años  pasaron, trabajando en la clandestinidad.
Y fueron las muertes del padre de su único amor y de Rubén Maler, su amigo,  las que despertaron la necesidad de parar. El objetivo de estar metido en el centro de la organización era poder desbaratar sus planes, pero Disco no lo había participado del asunto. Se encontró con el hecho consumado y la culpa a flor de piel. Apenas pudo mirar a los ojos a Analía.
Se comunicó con su contacto en la Agencia y le informó sobre su necesidad de terminar su misión. Los servicios accedieron a liberarlo de su posición encubierta una vez que completara la misión que le había encargado La Legión. Después de eso podía retirarse y ellos, desbaratar la organización que venían investigando por más de una década.
Accedió, no faltaba demasiado para concretar la misión que Disco le había encargado.

Madrid, sábado 13 de agosto de 2016.

Estudio notarial.
La lectura de testamento estaba acordada para la mañana, y Analía se sentía fuera de lugar.

__Guillermo, disculpa, es que no entiendo por qué Rubén ha dejado tantas instrucciones y no puedo soportar la mirada de la madre _susurró.

__Tranquila, mantén la calma, que ya lo sabremos __respondió este.

Pedro palideció mientras un escalofrío le recorrió la espalda, al percibirlo, Guillermo volteó hacia él.
__ ¿Qué sucede, cielito? __interrogó con cautela.

__No lo sé, o sí, de repente tengo la certeza de que acá hay algo que me pertenece, nada, no me hagas caso. Hacía desde tu muerte en Polonia que no pisaba Europa, o mejor dicho desde la huida de la guerra, creo que regresar me tiene aturdido.
__Ya, Pedro, está todo bien, no tengo que recordarte quién  sos niño sabio, ¿o sí?
__Perdón amor, lo mismo me dijo Dora antes de salir de Buenos Aires, tienen razón, creo que el conflicto con  Camila me alejó de mi centro.
__! Fue al revés, bruja! _lanzó de súbito Analía.

__ ¿Qué sucede amiga?
__Perdón, Guille, esa mujer, Nora, la vieja, me mira como si fuera una mala mujer, como si hubiera desaparecido de la faz del planeta y le hubiera roto el corazón al hijo, y no fue así, y tengo ganas de gritar, pero no se preocupen, pese al encono y la ira que me despierta esa mujer no pronunciaré ninguno de los discursos que tengo in mente, solo deseo saber para qué el muerto me expuso a esto y regresar a casa.

Dejó que su conciencia fuera fiel resguardo de sus pensamientos mientras esperaba que el notario terminara de leer los preliminares del testamento de Rubén Maler.
--Al menos no veo en la sala a Sabrina, la socia, eso me alivia, es la persona con quien menos deseo encontrarme hoy, aunque la ausencia resulte inquietante, es aliviadora.
Intento sonreír pero no me sale,  siento angustia al mirarme  al espejo, no me reconozco,  veo una persona triste, y sin vida. Me siento furiosa,  me invade la sensación  de que no valgo nada, la impotencia de  una muñeca de trapo  que no consigue  mantenerse en pie. Siento la necesidad  de gritar hasta que mi garganta y pulmones estallen dejándome sin aire. Es como si hubiese caído al vacío pero sin acabar de estrellarme, me siento ahí en ese vacío  que te encoge el alma,  pataleas y das manotazos,  intentando sujetarte  pero no hay un lugar  de donde poder sujetarte.

__Analía,  no estás sola, calma, pero si ella no da la cara tendremos que verla, lo sabes, ¿verdad? _ dijo Guillermo.

Había otra mujer en la sala Luisa. No parecía del tipo, pero por más que a Analía le doliera, era su mujer. Sin embargo, y para su desconcierto, Rubén había dejado expresas instrucciones de que, si moría, Analía debía ser puesta en el primer vuelo a Madrid, alojarse en el Ritz, frente al Museo del Prado, en la suite 306 (la que habían compartido aquel último verano) y esperar órdenes del notario que lo representaba para estar en la sala a la espera de ser notificada de la situación.
Al llegar ella presentó a Guillermo y a Pedro como sus asesores legales. Percibió la mirada de la esposa sobre sus ropas y sintió estar vestida con harapos, aquella la estudiaba sin disimulo y la madre del muerto no dejaba de acotar a su oído algo que ella no alcanzaba a escuchar.
El notario ingresó en la sala. A su lado iba  Marcos Gutiérrez. Entraron, se acomodaron y el escribano comenzó con la lectura del testamento. Cuando concluyó la lista de propiedades y sumas de dinero, dijo que el señor Rubén Maler había dejado una caja para la señorita Analía Beltrán. La caja, del tamaño de una de zapatos, fue acercada por un asistente del notario. La esposa pidió que se abriera en ese momento, ya que si era dinero o  joyas, pensaba reclamar, y Analía no tuvo inconveniente en aceptar. Eran papeles y recuerdos. Luisa sonrió con desgano. De por sí, no podía soportar el desplante de su marido por hacerla compartir el momento con esa mujer, la noviecita de antaño. ¿Y ahora tenía el descaro de dejarle una caja con recuerdos? La mujer dio media vuelta, pegó un portazo y desapareció.
Analía abrió la caja y la llave de la suite  306 del Ritz le perforó las pupilas. Una caja de recuerdos… Rubén Maler tenía esos giros que la desconcertaban. Le dolió el corazón. Sintió un vacío de años que se hacía palpable y parecía potenciarse al infinito.
Rubén estaba muerto.
Lo habían matado como a su padre.
Lo habían colgado. Igual que a su padre. Muertos.
Y ahora, allí, como si jugara una broma macabra, le dejaba el legado  del recuerdo. Como si estas imágenes no la hubiesen acompañado desde siempre. Como si el esfuerzo por olvidar todo no hubiera sido suficiente sacrificio. Ahora, allí, a tan solo dos dedos de distancia, su vida y la de él en una fría caja de madera, como la llave del hotel, como la foto en Place Vendôme, como la servilleta del Café Marly en París, como la suma de esas pequeñas memorias en una caja.
Era el principio del olvido. Un final para un hombre…  inesperado, sin vocación de suicida. El panorama le resultaba abrumador. Vacío. La vida sin Rubén, ahora sin posibilidad de retorno. Otra vez.
Sola.
Cerró la caja de un golpe, firmó los papeles que Guillermo revisara que le diera el notario y se despidió. Necesitaba salir.
Los tres decidieron caminar, Guillermo pensativo perdía la mirada por María de Molina a media tarde, cuando Madrid empezaba a llenarse de gente que salía de sus trabajos.

__ ¿Conocían? _interrogó al fin ella.

__No. Y es precioso _ dijo, Guillermo__. Pero creo que no hemos terminado el viaje.

__No era un suicida, ni lo era mi papá, Guillermo, fueron asesinados y cada vez entiendo menos.
Necesito, pensar, descansar, paseen un rato, los veré más tarde en el hotel, ¿sí?
__Entendemos, revisa a fondo esa caja y cuando termines, llama.
__Hay más _ acotó Pedro__, no me hagan preguntas pero sé que cerca hay más datos, quizás en la caja _ acotó, Pedro y Guillermo supo que hablaba desde su don.

__Lo haré.

Guillermo tomó la mano de Pedro y continuaron caminando hasta que La Castellana se convirtió en el Paseo de los Recoletos y luego devino en el Paseo del Prado. Allí se cruzaron con la fuente de Neptuno y el Hotel Palace. Analía solo se les había adelantado.
Ingresó al hotel, fue a la confitería y se ubicó en un sillón de terciopelo oscuro. Pidió un café. A su lado, la caja apoyada que en ese momento solo pudo mirar. En silencio. La caja, inerte sobre una mesa redonda, con la fuente de Neptuno como fondo mientras ella sorbía el café y tomaba valor para abrirla.
Recordó el mensaje: “Si no haces exactamente como te digo, van a ir por vos, porque sos la heredera de la editorial”. Cuando comprobó que no había ningún otro mensaje frente a sus abogados, decidió hacerle caso a Rubén y viajar.

Ya en la suite, Guillermo llamó a Buenos Aires.

__Dora, ¿todo bien con los chicos?
__Perfecto hijo, tranquilos, como le dije a Pedro,  ni ellos ni nosotras somos como todos, mucho menos ustedes, recuerden que pueden enfrentar lo que sea. Nosotros estaremos bien, además de Agustín e Ivanna, Gaby y Beto pasan a cada rato.
__Bueno, gracias y saludos a todos, no sabemos la fecha de regreso, es todo muy raro.
__No será ya, hijo, y no me preguntes nada, pero creo que Pedro lo sabe.

Guillermo clavó la mirada en Pedro echado vestido en el somier.
__Creo lo mismo, adiós madre.
Todos bien por allá, y yo cansado, con hambre y ganas de pasar un día a solas con vos.
__No, Guille, ahora no podemos ir de turismo, hay que saber qué tiene esa caja.
__ ¿Quién dijo de ir a ninguna parte? Te tengo exactamente donde quiero, Beggio.
__Tú;  con quien sueño cada noche y que estás en mi mente cada día, hombre  que naciste de mis sueños, en el paraíso de tus ojos  es donde deseo comenzar a vivir y en el placer de tus labios  saciar mis más íntimos deseos,  tú; que eres misterioso  como la noche, romántico  como la poesía y capaz de conmover este corazón arcaico, tú; que me has enseñado a amar nuevamente, sabes muy internamente,  que siempre te amaré y que lo haré con cada uno de mis sentidos, con mi cuerpo y con mi alma, y que te amaré más allá de la locura, hasta el último soplo de mi vida, y continuaré amándote más allá de la propia muerte, porque a ti
te amé desde el comienzo de los días, en esta y en otras tantas vidas, por eso siempre, siempre y por siempre te amaré, naciste en mis sueños y hoy has nacido a mi vida.
__No hay muerte amorcito, estás raro vos.
__Quizá sean mis cien años, me pesan a veces, o el peso de algo que se esconde tras estas muertes, o que necesito estar en la naturaleza como mi niño.
__Perdón, olvido a veces tu don,  la necesidad que tienes como el nene de respirar a los árboles, pero pronto viviremos en el Delta para que puedan disfrutarlo _ afirmó Guillermo besándole el cuello.

__Lo sé, no me quejo.
__A veces me pregunto para qué los saqué del sur, al fin lo del libro solo trajo problemas _ dijo Guillermo mirando el techo.

__No digas eso, tenía que ser así, esa etapa de un siglo allí llegó a su fin para todos con tu llegada, además quiero ejercer en el estudio,  que el nene viva en la ciudad, cuando  definitivamente Camila se aleje,  todo será perfecto, verás que sí.
Paso tras paso, en la acallada  ciudad desnuda, donde las palabras abrazadas se aman locamente, donde los relojes no llevan horas ni cuerda, donde fue luz el sueño entre nosotros, cielo,  tierra, sol, piedra, lluvia que amanece entre nuestros agitados cuerpos, raíz secreta y húmeda como agua lenta, tierra tendida ante el portal de mis ojos, islas y  montes de olvido,
mientras... en paz nuestras bocas se buscan, agitadas, intranquilas, sedientas de amor y tibia saliva, mi querido amor eterno, de secreto túnel ensalivado por el beso de mi boca, preso estoy del sabor de tus labios de azúcar,  es que tus aguas son plumas que acarician las estrellas talladas en mi boca, como púdicos los besos con los que alimentas mi boca.
Ni me atrevo a cerrar los ojos por si te pierdo, mas ya solo deseo que me dejes beber de tus labios cuando esté sediento del amor de tu boca.

Lento,  suspiro… y el silencio se apodera de tu noche y la mía, se conectan tus pensamientos a los míos, tus deseos se atan y atraen hacia ti  los míos y se quiebra en pedazos la soledad, mi voz vibra por debajo de tu piel y me arrastras hasta tu espacio, me llevas a tus labios atraído por tu aliento, como atrae el dulce néctar de la flor al colibrí.
Viajo en la tibieza de tus manos a la velocidad de mis gemidos por rincones ocultos de tu cuerpo, sabes te pertenezco… sabes cuando quieres soy aire ardiente que aspiras para llenar tus sentidos y allí hacerlos estallar en delirio, me llevas gustoso a besar cada rincón de tu piel y me exhalas en gemidos cuando mi pasión te domina.
Me consumes, abiertamente y en secreto me llevas a tu encuentro, adicto te sientes a mi amor,  mis besos son  tu droga que a diario buscas beber, vacías el aliento de mi boca sin ahogar mis labios, sabes cuánto te pertenece mi aliento,  qué pasión te hace llegar sin saber por cuál de tus sentidos,  aun  logro estremecerte las pasiones.
Pierdes por mí la noción del tiempo, si no me sientes desesperas y si me tienes adicto,  me consumes más allá del tiempo permitido… mas sabes que soy aire seco del desierto  si mi aliento no recorre la humedad de tu piel, universo oscuro se refleja en mis ojos si la luz de tu mirada no me ilumina.
Adicción eres tú a mi ser, adicción perpetua que me lleva a querer morir cada noche en un último beso sobre rincones húmedos de tu piel… y renacer en cada mañana con la tibieza de una naciente pasión que en tu cuerpo quiere comenzar a arder como furia de un amor contenido y que en tu cuerpo ansío  dejar estallar.
Mis besos anclan en el mar profundo de tus labios, y mis deseos desenfrenados en tus latitudes,  sientes el roce de mis manos suavemente por tus secretos,  desenmascarando tus misterios, y tu corazón el abrazo de mis caricias, tu alma grita en libertad por las pasiones de mi amor, ese amor que ha llegado para contagiarte de mis placeres ardientes, que se esconden tras las tentaciones intensas que rigen el rumbo de tus dudas.

_ Una vez era la nada, sin ti era nada, fue entonces que de la nada se pudo vislumbrar que había luces y sombras, luces y sombras flotando en el mismo espacio y tiempo, sumergidas en el propio universo de la nada,  separando  la nada del algo en diferentes tiempos,  separarlos a través de ideas que flotan entre los pensamientos, así de entre blancos y negros surgidos de luces y sombras, es que surgen los colores,  surgen los colores bellos que nos permiten sentir.
Colores que dan razón para ser algo más que la nada, para ser admirados por alguien, colores que se convierten en el reflejo de algo, para reflejarse sobre alguien que pueda sentirlos, cualquiera que los pueda disfrutar, para darse cuenta que en el fondo en este universo de ideas, de pensamientos, se logra conseguir algo bello, que se puede sentir mucho mejor que la nada, gracias a sus miradas que envuelven las letras en caricias, porque son como besos con toda la dulzura que me hacen sentir, en aquellos amaneceres que inquieto esperaba para poder ver el sutil reflejo de tus ojos, gracias al azul del cielo, los verdes que inundan mis pensamientos cuando vuelan por ellas.

Ensombrecí las cejas, la angustia secaba mi boca, escombrando en mí  a mi amor y mi credo.
La luz difuminaba las sombras y el alma se debatía en duelo, efímera ya era su boca,  su mirada lánguida de espliego,  y el color de la cerveza  me recordaba su pelo. Se hizo acre, el dolor de mi pecho, aquel castillo de naipes,  se hacía una montonera. Después de la ruptura fue la carcoma y la ausencia quien minaba el corazón, temeroso se creó el vacío y en aquella oquedad cavernosa se instaló el hastío. Las necesidades del alma son cortesanas del ego, y el ego es soberbio y egoísta.
Imperiosa la mente buscaba el encuentro, no quería ser la homicida de su otra realidad,
aunque el dios creado en la locura de la indulgencia, fuese divino,  erótico y gracioso.
Y aquel día de improviso el azar quiso que estuvieran en el mismo sitio, y un escalofrío recorrió el espacio,  una presencia mitigó al dolor,  las miradas celadas se buscaron y el encuentro radiante diluyó el dolor. Una media sonrisa dibujaba las caras, y sin mediar palabra
los labios tiraban de los cuerpos como dos imanes que se atrapan y el uno sin el otro no fuese nada. Y aquel beso irradió la paz y el sosiego quebrantando las armonías del alma, tatuado a fuego en los labios, grabado a hierro en las almas.
Sin decir nada, te dije todo, sin mediar palabra, tuvimos la conversación más larga, y sin unir nuestros sexos llegamos al más profundo éxtasis. La alegría y el rictus trasmutó en las caras
la armonía del espíritu, nunca fuiste mío, como aquel instante, nunca habré amado así a nadie.
Después de aquello mirándonos nos reconocimos y saltaron sendas lágrimas,  de mis ojos y tus ojos fue un fin apacible pero irremediable. No se puede parar el tiempo, ni deshacer lo hecho, una vida bramaba en algún lugar del cielo  y algunas burbujas del pasado duelen más que un dulce beso.
He sentido tu vaho en mi espalda, vida mía,  tus manos sobre mi piel  suave y vaporosa,  tu estela de rocío que se derrama en mí esencia,  en el travieso escondrijo de la fusión de nuestras almas,  acaríciame en la senda de tu almohada. Cual misterio empapado  del aroma de tus besos al fragor de tus ojos de miel, escudriña mis besares,  en la fulgurante fuente de lo etéreo.  Acaricia mis sentidos, vida mía,  la visión y la locura que se cimbran en mi tacto, en el sollozo sutil de mi mirada,  y mi olfato que te besa en tu alborada.
Reverbera el alba que entrelaza mis aromas,  sublima vida mía mis caricias,  y tus labios engarzados en mi boca,  cual límpido besar de los tordos a la rosa.  Acaricia, amor, el crepúsculo de mi mirada,  tatúame en tu alma, amor mío,  y en la entrega total de los sentidos,  acaríciame en el halo de mi piel dormida.  Como acaricia el sol los misterios de la vida,  como acaricia el mar su espuma en la marea,  así,  y en la entrega fiel de nuestras almas,  envuélveme,  en el fuego sordo de tu piel,  amado mío.
Yo no sabía de tu existencia hasta ese día que apareciste en mi vida, fue suficiente mirar tus dulces ojos  con esa mirada triste para enamorarme de ti, al mirar esos dulces ojos un impulso, un deseo de besarte eso fue lo que sentí,  bastó con mirarte y entender que el cielo  cambia de color desde el alba  hasta el atardecer pero yo jamás  te dejaré de querer. Hoy en esta noche que solo puedo  pensar en ti en la intimidad de mi habitación abrazado a la almohada y con los ojos apretados  recorreré cada milímetro de tu cuerpo,  ese que solo en sueños amé imaginando hasta  el perfume de tu fina piel durante años de ausencia en que soñé el sabor que dejaste en Polonia en mi boca que mis labios han de soñar también  y yo deseoso te busqué,  busco tu cuerpo de hombre.
Tus ojos son mi cielo en el que cuento cada instante para poderte ver,  tus labios como el agua del mar  pues cuanto más los beso más ganas de besarte me dan, tu cuerpo es la tierra fértil  donde plantar la semilla de nuestro amor. No importa dónde te encuentres,  donde quiera que estés yo iré a buscarte, tu casa será mi hogar, nunca jamás me detendré  pues sé muy bien que algún día  tú y yo estaremos juntos  y nada ni nadie nos podrá separar. Nuestro amor no está solo en nuestros cuerpos,  también está en la libertad que nos separa. En el aire que respiramos cuando uno pasa junto al otro, en ese suspiro que se escapa de los ojos que nos sabe a pura vida, de un modo tan profundo que tenemos la sensación  de estar besándonos, pero sin el beso.
Cuando me quitas la camisa pero sin la violencia  con la que se abre un regalo; suave, como si algo pudiera explotar allí dentro. Me invades de una suavidad  inmensa cuando tocas el  hombro y estremeces la piel haciendo que suene como un acorde que recuerda  al comienzo de mi canción favorita.
Sabes de la debilidad  en la desnudez de mi espalda. Suspiras, poniéndome un collar de besos alrededor de mi cuello. Pero este, no viene solo porque tus labios se convierten en un par de besos, uno en cada lóbulo de mis orejas. Es entonces cuando mis paredes internas convulsionan en medio de la lava ardiente anegando todo tu deseo, como si estuviera amurallando tu alma contigo dentro. Te aseguro que disfruto viendo  cómo los vellos de tus brazos  sueñan con que vuelva a ser verano,  y el verano, lo traiga yo cuando sea necesario.
Cómo poder explicar que mi amor,  no se mide con las monótonas campanadas de un reloj  ni las hojas desprendidas de un calendario,  ni tan siquiera con los rayos del sol en cada amanecer  o el sortilegio que nos regala cada noche la luna. Mi amor es un don con inmensas alas,  no conoce límites ni fronteras;  puede flotar en un cielo diáfano  o trasladarse montado en nubes tormentosas  y derramarse en subyugantes bendiciones. La intensidad de ese amor me fortalece,  llena mi vida de expectativas. Me ayuda a comprender a mis semejantes,
fluye en mi torrente cada día,  logrando erizar mi piel y acelerar mis latidos.
Aumenta copiosamente ese amor dentro de mí  y descubro que es porque al darlo, recibo mucho más todavía. Agradezco a Dios, a quien más amo,  por permitirme sentirlo, vivirlo y poderlo brindar.
Así, con tus labios desnudos o vestidos de rojo a distantes pasos de mí, no me sirve sentir, pues sabes cómo mueren los míos aquí por beber esos besos que creo hay en tu boca tan solo para mí… de qué me sirve ver ese punto exacto en la unión de tus labios, un pequeño espacio desde donde creo se escapan como gorriones en fuga esos besos de los que creo hoy, ser dueño ajeno y aun así, distante me besas.
Me encierras en tu mirada aun sin verme a los ojos, siento que me consumes en tu esencia, algo dentro de mí grita te pertenezco… grita soy leño de tu hoguera, soy aquí distante de ti lo que quieras tener entre tus manos… mas si el brillo de tus ojos no me pertenece aún  me pregunto de qué me sirve distante de ti la luz de tu mirada si aquí no iluminas mis días.
Es tu voz un canto de ensueños que transforma mis momentos y te vuelves el centro de mis sentidos, atrapas mi atención completa, son tuyos  los pulsos acelerados,  te pertenecen, el suspiro callado, la emoción retenida al comenzar a sonar tu melodía en mis oídos,  son tan tuyas como este amor que me tiene ordenando para ti palabras  viajeras que quieren ser caricias y besos míos que en tu piel  se duerman en las noches y despierten en las mañanas.
Ansias de ti que me invaden al no sentirte aquí presente, me enloquece sentir tu ausencia y me grito en este silencio de qué me sirve recorrer las líneas de tu rostro, el camino en tus labios, de qué me sirve colgarme de ese cielo que adorna tus párpados para verme consumido en el café de tus ojos… de qué me sirve aquí distante perderme en ese punto exacto de tu cuello donde quisiera nazcan y mueran mis besos.
Pero dime tú… dímelo ahora tú, de qué me sirve este calor en mis brazos que esperan por tu cuerpo, si en soledad  abrazo el frío de tu ausencia. Dime tú cómo le doy sentido a este vacío que llena este espacio, si distante el amor que complementa mi vida,  se entregara a otra piel… mas yo aquí distante espero, dispuesto a borrar con esta pasión las huellas que sobre tu piel dejó otro pasado.
__Basta celoso, llevo siglos solo con vos.
No somos amantes de ocasión. No deja de latir nuestro corazón por no mirarnos, digamos, que al solo recordarnos mantenemos el amor y la pasión. ¡Sin dejar de necesitarnos!
No somos amantes solo en el colchón, nuestro olfato no pierde la memoria de esos momentos cuando estamos juntos,  hacemos sobre nuestros cuerpos el amor. ¡Nunca le dejamos de escribir  capítulos a nuestra historia!
No somos amantes por promesas. Nuestro amor es realmente una proeza porque sabemos ensamblar cada diferencia, hemos aprendido a amarnos formando de dos almas  una sola pieza. No somos amantes sin sentido,  cada latido, cada risa y cada suspiro aunque nos amamos siendo libres hemos elegido dirigir todos nuestros sueños, anhelos y deseos hacia un solo destino. No somos amantes de ocasión. Nuestros besos no terminan donde mismo, hacer el amor es nuestra religión y en nuestras pieles como en nuestro corazón se impregnan de delirio,  romance de pasión sin una sola gota de egoísmo. No somos amantes limitados porque cuando supura del roce en nuestros labios, los susurros, de cuánto te deseo y  cuánto te amo, no nos cohíben  nada a nuestro alrededor, sin miramientos ni censura en la calle nos besamos.
No somos amantes de ocasión. Somos amantes a toda hora y por completo. Y aunque a veces lleguen momentos de silencio, en nuestro interior nos recorre la pasión y  hacemos el trinomio perfecto  porque nos amamos como lo hacen pocos haciéndolo con el alma, la piel y con el cuerpo. Porque en nuestro idilio  no existe un solo hueco, porque en todo nuestro ser hay esa devoción que contagia la magia en nuestros cuerpos, nuestras miradas producen un cálido fuego. Para nosotros, es amarnos con locura aunque sea inverosímil para el universo.


El hotel estaba a pocas cuadras. A su izquierda  el Museo Thyssen Bornemisza. En diagonal, el Prado. Y, más allá, otra vez el Ritz y su habitación 306. No tenía fuerzas para volver, no todavía, el silencio sería un peso demasiado pesado para sus hombros cansados y tristes, por lo menos esa tarde. La conjunción del silencio y la caja no era una buena combinación para mezclar con los recuerdos que la acechaban desde que había escuchado la voz de su ex en el contestador.
Miró nuevamente la caja. Oscura por fuera, oscura por dentro. La suma de todos los recuerdos y emociones que daban una imagen, una que dolía demasiado. Todos los detalles que habían formado parte de un pasado  y que ella había intentado olvidar, estaba allí, ahora. Y era ella quien decidía si volvía o no. Si abría la caja o no.
Dudó.
“He elegido amarte en soledad porque solo ahí me perteneces, porque solamente en la distancia evito el dolor de no poder besarte, lo he elegido porque así también evito el sufrimiento que tus ojos sentirían de tener que cerrarse por no poder pasearse en el verde mar de los míos, también he elegido vida mía besarte en el viento, por la suavidad del aire,  ella sabrá cómo posarlos en los tuyos en esa fragilidad del deseo, lo he elegido así de esta manera porque así podremos amarnos en libertad fuera de las rejas del pecado que cada día hacía más cautivo este amor mío.
Hoy he decidido amarte eternamente porque las ironías del destino así lo han querido, ellas han permitido que este corazón mío se enamorara de tu sonrisa, de tus ojos en solo un instante, cuando yo ya había aprendido a caminar sola en la noche negra, a regalar sonrisas sin miedos, a conformarme que jamás besaría unos labios, ni dormida me quedaría en unos brazos que en el amanecer me acurrucaran, por eso vida mía te amaré y te esperaré tras las sombras de esa luna que me habla de ti cada noche.
Te amo y te amaré.
Disculpe, no escuché su llamada, estaba dormida, pero dígame, ¿qué necesita? ¿Por qué me llama ahora? ¿Acaso para saber si aún sigo llorando su ausencia? ¿Por qué ahora, después de que jugó y pisoteó mis sentimientos decidió llamarme? Usted me dejó para ser feliz con ella, ¿lo recuerda? y ahora me llama, ¿acaso ella no cubre sus necesidades como alguna vez yo las cubría? O ¿qué quiere? ¿Quiere saber si su recuerdo aún me persigue? ¿Si sigue usted clavado en mi corazón? Ok, con estas líneas despejaré sus dudas...
Cuando usted rompió mi corazón quedé devastada, debo reconocer que mi mundo se derrumbó por completo tras su partida, y lloré, no entendía por qué me había mentido, por qué construir un mundo de mentira, una dolorosa fantasía, pero pasó el tiempo, ese bendito tiempo que lo cura todo, y un día, mis ojos se cruzaron con los de un escritor, un hombre que me describió a través de letras, que me desnudó con verbos, que me hizo el amor con prosas, e irremediablemente me enamoré, no crea que él fue el clavo que lo sacó a usted, él fue el arquitecto que derrumbó por completo esa pared, no existen más clavos, él retiró por completo los escombros de amores pasados y prejuicios construyendo cimientos con pasiones y caricias, y soy feliz al despertar cada día y hacer el amor entre letras y tintas...
Disculpe, no escuché su llamada, estaba dormida entre los brazos del amor de mi vida”.
Tremenda mentira, Maler, tremenda.
En la madrugada me desvelo con lágrimas en mis ojos provocando una devastadora melancolía que me lleva a mis verbos impacientes pero dormidos. Evocando melodías con sorteos mutilados por la incongruencia de noches tristes. Madrugada dudosa donde nos invade la angustia y nos condena al dolor de pesadillas que nos arrugan el  alma. Y siento unos toques frágiles de la soledad pasando sus manos por mis sentimientos, mirando estoy a la implacable oscuridad que agita sus nervios introduciendo sus temores en mi alma. Hablo atónita con mi subconsciente donde improvisamos como locos un intercambio de deseos y placeres aludiendo el silencio de una terrible tempestad que abarca el cielo enrojecido por centellas que contienen furiosos presagios y me ahogan en mi absurda presencia. Encadenada me encuentro por las hostilidades de huellas que se hunden en el estierco de penumbras desesperadas por continuar su emancipación sobre mis pasos inseguros. Enmudecida quedo cuando no aparecen respuestas para callar la pérdida de tu presencia, de tu calor, de tu dulce placer y tu divino deseo. Ahí sobre mi propia sepultura donde espero el renacimiento de mi alma quedo moribunda, ahí donde yace el amor que un día abandonó mi corazón.
Quiero navegar por tus costas,  embriagarme en tus aguas tibias, refrescarme en tus tierras, cobijada bajo tu manto de amor querido mío. Quiero anclar en tu puerto, calmar la sed que recorre mi cuerpo, saciar a mi alma con tus caricias, beber el néctar de tus tierras que quiero mías. Quiero ser la sirena que navega en tus mares, recorrer cada centímetro de tus bravíos acantilados y tirarme segura sobre tus aguas a nadar. Quiero terminar mi vida en tus playas
doradas, saboreando la sal de tu vida,  y en remolinos de amor, enmarañados dejarme adormecer en tu arena calma.

¿Qué quiso decirle Rubén con las instrucciones que había dado? Lo conocía muy bien y sabía que él no hacía nada porque sí. Esa suma de memorias era un mensaje, estaba segura. Sin embargo, había dos cosas a las que le temía, una, enfrentar el recuerdo, abrir y ver aquello que se negaba. La otra, descifrar el mensaje y desentrañar qué escondía su amante detrás de la excusa.
Con la yema de los dedos recorrió el contorno de la madera. Respiró. Vaciló nuevamente. Un instante antes de abrirla pensó en olvidar el asunto e irse, dejar la caja ahí, desterrarla de su vida sin averiguar  nada más de la muerte de Rubén, de su padre o del bendito mensaje. Pero reprimió el instinto y dejó que su mano empujara la tapa. En un acto reflejo, la cerró de golpe. El corazón le latía demasiado fuerte. Lo que logró distinguir le aceleró el pulso. Le faltaba el aire. No podía respirar, el ambiente se había vuelto denso y un zumbido en los oídos aumentaba. Respiró profundo y lentamente. Enfocó la vista y trató de calmarse.
Se obligó a mirar fijo mientras volvía a abrirla. Clavó los ojos en el contenido.
No podía respirar.
No podía pensar.
El corazón iba demasiado rápido.
Necesitaba aire, tenía que salir de allí. Pero el cuerpo no le respondía y los ojos no podían despegarse del contenido.
Bajo los recuerdos había un libro, y en su interior, un pliego doblado. No necesitaba abrirlo para saber de qué se trataba.

__No fuiste al entierro _ dijo Gutiérrez mientras encendía un cigarrillo y perdía la vista en el verde que los rodeaba a los cuatro.

Habían decidido encontrarse en el Parque del Retiro, a eso de las tres, en el estanque frente al monumento de Alfonso XII.
__No me pareció lo más adecuado __respondió ella mientras se cruzaba de brazos y seguía el paso de sus acompañantes__. Creo que era un momento íntimo de la familia. Yo hubiese estado de más.

__Y la caja, ¿qué tenía? _preguntó, Guillermo.

Ella levantó la mirada pero clavándola en Gutiérrez. No estaba segura de querer responder. Luego sacó el libro de la cartera y se lo entregó a Guillermo.
__Esto, lee, Guillermo.
El hombre lo miró. Sonrió. Las ocurrencias de Rubén seguían siendo sorprendentes.
 __Olimpio Pitango de Monalisa __pronunció el nombre del libro sin leer,  en voz alta__, de Eduardo Ladislao Holmberg, Ediciones…

__Mira adentro _interrumpió mientras le indicaba el pliego.

__ ¿Qué es?
__A mí no me hace falta _ dijo el socio, sé lo que es _respondió Gutiérrez mientras se preparaba para lo que iba a ser una terrible pelea. Había llegado el momento de confesarse.

__ ¿Vos sabías que Rubén era el dueño de Monalisa? ¿Vos estabas al tanto de que él era el verdadero dueño de la otra mitad de la editorial?
Gutiérrez asintió.
__ ¿Siempre supiste? ¿Desde el principio?
Él volvió a responder afirmativamente. Analía lo miró, furiosa. No sabía si pegarle, gritarle o ponerse a llorar como una loca. Rubén era el dueño de Monalisa y se lo había ocultado aun cuando estaban juntos. Un mentiroso.

__ ¿Por qué lo hizo?
__ ¿Qué, comprar la empresa o nombrarte su heredera?
__Las dos cosas.
__La compró porque estaba obsesionado con la editorial. Desconozco la historia, Ana _mintió__. Había algo en la empresa que él quería encontrar. No sé qué era, nunca me lo dijo. Lo que sí sé es que, repentinamente un día dejó de buscar y se vino a Madrid. Nunca más habló del tema. Y con respecto a nombrarte heredera de Monalisa, creo que está claro que todavía te amaba, que siempre te amó.

Instintivamente, Analía desvió la mirada y la fijó en el pequeño embarcadero del estanque. La gente navegaba en los botecitos, ajena a la congoja que a ella le había usurpado el cuerpo. Caminó hacia uno de los bancos de piedra en los laterales del parque y se sentó, Guillermo la acompañó y la abrazó, detrás los siguieron Gutiérrez y Pedro, el hombre abrió el pliego.

__Es la sesión del cuarenta y nueve por ciento del paquete accionario a tu favor, la parte que compró hace años. La Editorial vuelve a ser enteramente tuya. A tu padre le hubiera gustado.
Analía sonrió. Estaba desconcertada.
__ ¿Cuándo lo hizo? ¿Por qué no está legado a mi padre como si supiera que iban a…?
__Hoy, en la lectura, el notario me pidió que pasara a una sala contigua _dijo Gutiérrez__. Rubén había dejado los papeles listos para traspasarte el paquete accionario. Como miembro del directorio de Monalisa, yo tenía que dar mi consentimiento. Supongo que él ya tenía todo pensado.

__Estoy cada vez más confundida. No entiendo del interés de él por la editorial. Tampoco sé por qué dejó de interesarle ni por qué se fue. No entiendo su mensaje en mi contestador, ni su muerte.
__Algún objetivo debió de tener. Quizás es como vos dices, quizá sabía que tu vida corría peligro y dejó algún mensaje en esa caja para que descifres_afirmó, Guillermo.

__ ¿Mensaje? _dijo, ella aún más confundida__. En la bendita caja hay una servilleta del Café Marly, que era nuestro preferido. ¿De qué me hablas?

__No sé, pero tanto vos como yo sabemos que él no daba puntada sin hilo. Algo debe de haber en esa caja.
__Son pavadas, recuerdos de viajes juntos, de vacaciones juntos. No hay un criptograma que nos lleve a un tesoro escondido. No sé por qué se esmeró en juntar tanta chuchería. Menos que menos, en hacerme venir hasta acá y tener el descaro de alojarme en ese hotel, en esa suite para que reviviera una vez más, las últimas vacaciones juntos.
__Estás enojada… __reflexionó, Gutiérrez que nunca la había oído hablar así de su ex.

Ella se levantó.
__Estoy furiosa. Muerto o no, lo de él me parece un atropello. ¿Qué necesidad tenía de traerme hasta acá? ¿Qué ganaba con hacerme revivir su ausencia?
__Calma, amiga, algo debe de haber.
__No, Guillermo, yo ya lo superé, yo lo olvidé, está en el pasado. Pero él insiste… aun tres metros bajo tierra, insiste.
__Analía, murió tu papá unos días antes, del mismo modo, cálmate __insistió, Guillermo__, y ahora sos la única heredera, el mensaje del contestador cobra mayor fuerza.

Se quedaron todos en silencio, caminando el uno junto al otro por el parque. Sin rumbo aparente se detuvieron frente al lago y perdieron la mirada en las escalinatas y las estatuas a lo lejos.
__Creo que te debo una disculpa _ dijo Gutiérrez y ella posó sus ojos en los de él__. Por lo que pasó en Punta, no estuve bien.

Ella sonrió. Luego  una tímida sonrisa empezó a dibujarse en la comisura de los labios.
__Quería que lo supieras, no estuve bien.
__Ya pasó mucho tiempo y por lo que veo hiciste cosas peores.
__Igual…

Se quedaron en silencio. Ella se separó del barral que rodeaba el estanque, se tomó del brazo de Guillermo y empezaron a caminar.
__Vamos, podemos cenar en un sitio que quiero que Analía conozca.

Salieron del jardín del Buen Retiro por la entrada que desemboca en la Calle de Alcalá y caminaron en silencio hasta la Puerta del Sol.

__Por acá _ dijo Gutiérrez, que tomó por la Calle de las Carretas hasta llegar a la Plaza del Ángel__. Mi departamento sobre la Calle de San Quintín y el bar España Cañí son mis lugares preferidos en el mundo.

__No sabía que tenía un piso en Madrid _interrumpió ella.
__No sabes nada de mí, Analía _ respondió serio. Ella sonrió y lo siguieron hacia el interior del bar__. En este lugar he tomado las mejores cañas, y las tapas son para morirse. No podían irse de España sin conocer este lugar.

Todos se acomodaron en cómodas sillas y observaron la decoración del pintoresco recinto.
__No tenemos que irnos así, Analía _dijo, Guillermo cruzando miradas.

__Quiero hablar con Sabrina _ dijo ella. La idea de reunirse con la socia de Maler rondaba en su cabeza desde que había subido al avión a España__. Ella debe de saber algo, en qué andaba Rubén, no sé… ¡algo!

__Pensé que no era santo de tu devoción.
__Que él me haya engañado con ella no quiere decir que no sea lo suficientemente adulta como para saber que es con quien debo hablar si quiero averiguar en qué andaba metido él.
__No tienes pruebas _ interrumpió el hombre, al tiempo en que ella arqueaba una ceja__. No estás segura de si  Rubén te engañó. Son suposiciones tuyas.

__Sé que Maler era tu amigo, pero se acostaba con él mientras estábamos juntos.
__Ella siempre estuvo enamorada de él.
__No me extraña. Rubén tenía ese poder sobre las mujeres. Viajó a Madrid por ella, ¿no?
__No sé. Y si supiera, no traicionaría la confianza de un amigo.
__Pero cuando te acostaste con su ex, no te importó traicionar su confianza, ¿no? _-respondió ella, crispada.

_Touché. __Gutiérrez sonrió, tomó el vaso helado de cerveza y lo apuró__. En aquel momento él y yo estábamos algo distanciados.

__Analía, nosotros mejor regresamos al hotel hasta que decidas revisar la caja _dijo Guillermo.

__No. Por favor, todo lo que hable con él se los he contado, y no quiero que me dejen sola, nunca, ahora menos que nunca.
¿Distanciados? No sabía que se habían peleado, ¿y eso te justifica en algo? ¿Por qué discutieron?
__No me justifica, tienes razón, y no voy a responder a lo segundo.
__Tanta fidelidad, está muerto, y necesitamos repuestas__. No veo por qué no ahora. ¿Por qué pelearon?

 Antonio perdió la vista en el amarillo oscuro. Tomó el vaso y vio cómo el brebaje bailaba al compás de su mano.
__Puede que alguna vez le haya preguntado… si estaba bien verte… __empujó el trago y se levantó de su silla.

El hombre se alejó de la mesa al tiempo en que tomaba el celular y buscaba el número de la socia de Rubén en la pantalla. Presionó el botón de marcado y esperó a que ella atendiera. Se había jurado no revelar jamás que había discutido con Rubén por Analía un año después de que ellos pelearan, pero de alguna manera la información había salido de su boca.
Analía lo seguía con la mirada. La revelación la había dejado pasmada. Este hombre le había preguntado a su ex si podía frecuentarla. Y Rubén había dicho que no. Por eso habían discutido. Lo observó hablar tranquilo y luego dejar escapar una carcajada sonora al tiempo en que echaba la cabeza atrás y se acomodaba el pelo con el dorso de la muñeca en un gesto que no le conocía. Se lo veía tranquilo hablando con ella, relajado. Analía nunca hubiera podido llamarla, tenía algo personal con esa mujer. No por el hecho de que se había casado con su primer ex, Ernesto de Alvear, un novio antiguo, sí porque en su fuero más íntimo siempre supo que Rubén la había dejado por ella. Esa idea de irse de Buenos Aires y dejarlo todo…
Habían pasado diez años. Tan solo formular ese número le impresionaba. Diez años atrás, Rubén se había despedido en Ezeiza, y dijo, como quien no quiere la cosa: “Nos vemos algún día por ahí, ¿sí?”. La pregunta retórica por obligación, le arrancó una risa nerviosa que no pudo evitar, como si uno pudiera viajar a Madrid tan fácil como subirse al subte. Sin embargo, asintió. Como si las palabras de su interlocutor le resultaran ajenas, como si estuviera viendo una película  y la protagonista, presa del desconcierto, resultara anulada ante el arquetipo del galán de melodrama.
Rubén había girado, cabizbajo, y caminó hasta llegar a la puerta de Iberia, donde hizo su check in y, sin dar la vuelta ni echar una mirada, desapareció tras de un panel que dividía a los que se iban de los que se quedaban. A Analía, de él. Por eso, cuando la idea de hablar con la socia se alojó en su cabeza, trató de racionalizar el asunto. Ella era la cabeza de la financiera, además de haber sido la amante de Rubén, era su gran confidente. Ella nunca había logrado tener ese grado de confianza. Siempre se había sentido excluida cada vez que estaban los tres juntos. Había algo especial entre ellos que no había logrado descifrar.
Y luego él se fue, y ella lo siguió. O ella se fue y él la siguió. Nunca lo supo bien, pero siempre lo había sospechado. Intentó reordenar sus ideas y hacer a un lado los recuerdos, eran demasiados. Volvió a concentrarse en Antonio, en el modo en cómo sostenía el teléfono, en cómo había cruzado el brazo sobre el pecho y se apoyaba sobre una de las paredes el España Cañí. Lo vio terminar la llamada y acercarse.

--- Ella nos espera cuando quieras.
__ ¿Nos espera? __preguntó Analía__. Quiero hablar sola con ella.

__Vamos, no seas infantil. Todos queremos saber en qué estaba tu ex. __respondió Gutiérrez con hastío.

__ ¿Qué hablaste con él en el asunto que dejaste pendiente? Tengo derecho a saberlo.
Antonio sonrió irónico. Sabía que ella iba a querer indagar. Se incorporó y dejó un billete sobre la mesa. Se iba.
__ ¿Te vas? __él asintió__. ¿No me vas a contestar?

__No.
__Pero… tengo derecho _dijo mientras se levantaba__. Tengo derecho a que me des una respuesta.

__Basta _ dijo él acercándose a ella__. No preguntes cosas que no vas a poder manejar.

Guillermo quiso intervenir, pero ellos salieron.
__Por Dios, no te hagas el galán que no te da el piné.

Analía se dirigió  a la puerta,  Antonio la alcanzó y la aprisionó contra la pared, deseando besarla y llevarla a su piso para resolver la tonta disputa entre sábanas.
__ ¿Qué? _ dijo desafiante ella__. ¿Te piensas que porque le pediste permiso para estar conmigo me olvido que me trataste como a una…? No me olvido que la única vez que te acostaste conmigo, poco bastó para que me tirases a la basura.

Salió  hecha una furia del café, y los abogados la vieron perderse entre la gente que caminaba por la Plaza del Ángel, mientras Gutiérrez se quedaba en el bar, paralizado.


ANOTACIONES DE PÉRGAMO.
EGIPTO, Alejandría  415, d.C.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.

8 comentarios:

  1. Me siento confundida Eve...Todo es muy complicado pero muy interesante por cierto, como todo lo que sucede en Sur...

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    1. Ni ellos entienden, calma ansiosa, no se sabe aún qué sucede, es que la editorial de Analía en su nacimiento tenía un secreto que llegó desde Alejandría que tiene que ver con el don de Pedro, y a su vez hay un doble agente de esas dos fuerzas siempre presentes, el poder del Cristianismo que es La legión, y la mundana pagana ahora la agencia, la CIA, ya sabrás quién es el doble agente y los asesinos, calma.

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