“SUR”.
CAPÍTULO
CINCUENTA Y DOS.
“Si
hay algo de lo que sé, es del amor, quizá porque lo anhelo
intensamente, con cada fibra de mi ser.” Toulouse-Lautrec.
intensamente, con cada fibra de mi ser.” Toulouse-Lautrec.
Me pregunto qué sabremos en este viaje.
__Tal vez nada y quizás el todo, amorcito,
arriba que es la hora.
Sus
ojos se abren temprano, seis a.m. más o menos, ahí aferrado a su dueño
se le queda contemplando. Y así lo va despertando como él sabe hacerlo, utilizando sus métodos con besos y otros encantos.
Fascinado
escudriñando en sus oídos y el cuello,
las tetillas de su pecho en el vientre y
más abajo. Y deja así consumado lo que
para él es bueno, lo que le parece bello,
lo que hace con tanto agrado. Antes
de irse al trabajo primero pone su
empeño, en ver que su compañero sepa qué
tiene a su lado.
Lo
que siempre el ha esperado, el ser de sus anhelos, que posee hielo y fuego, el que otros no han
encontrado. Magia de lo imaginado, lo
palpado en algún sueño, lo que queremos eterno
pero perece temprano.
Y el
día transcurría dopado cada uno en sus
pensamientos, de ese hombre es el dueño
y él tiene el indicado. La faena se ha agotado y en las miradas sugieren más dosis de amor
del bueno después de un día de trabajo.
Hay
amores perfectos que nacen con una mirada y crecen con los años, son amores
protagonistas de las más grandes
historias.
Son
almas gemelas magnéticamente
sincronizadas, los une un hilo energético, aun en la distancia sus corazones sienten el dolor, la agonía y la pena del ser amado. Son
amores tan perfectos que se vislumbran a través
del brillo del aura, su esencia es
la luz que ilumina su vida. Irradia la alegría que emana su alma enamorada. Hay amores tan
perfectos sin límite, que van más
allá del deseo, son tan profundos y verdaderos
que van más allá del infinito,
porque son eternos.
__Tú
me inspiras amor, cuando te veo, me sonríes
y me brindas esa mirada pícara,
que parece surgir, cual travesura inesperada y todo mi ser se estremece, mas vuelves a sonreír y el amor rebosa por los poros de mi piel, es que tú, mi bello travieso, logras despertar todos mis sentidos y el mundo parece detenerse, acompañado de un silencio ensordecedor, mientras tú, pareces jugar con ese silencio, pero solo tú y yo sabemos que ese silencio, encierra las mil y una formas de amarnos y lentamente, mis hojas en blanco, se van llenando, con nuestra historia de amor.
que parece surgir, cual travesura inesperada y todo mi ser se estremece, mas vuelves a sonreír y el amor rebosa por los poros de mi piel, es que tú, mi bello travieso, logras despertar todos mis sentidos y el mundo parece detenerse, acompañado de un silencio ensordecedor, mientras tú, pareces jugar con ese silencio, pero solo tú y yo sabemos que ese silencio, encierra las mil y una formas de amarnos y lentamente, mis hojas en blanco, se van llenando, con nuestra historia de amor.
No
sé por qué tus besos me confunden. Sí, para mí es como una llamarada, me
enloquecen y me fascinan. Tus labios y tu boca, un mar que provoca pasión y deseo por
sentirte mío, por ser tu dueño, si supieras cuánto te necesito. No dejo de
pensar en ti, cierro los ojos, y
tú estás aquí, eres indescriptible para mí, mi universo lo eres tú, me vuelve loco. Tu amor, tu sentir, y más, quedo clavado de tu mirar en mí, desvistiendo mi alma, y más te amo y más deseo estar contigo. Entre tus brazos no siento frío, tú me abrigas, me das el calor necesario que necesito. No sé qué has hecho para llamar mi atención, pero, aquí estoy en tus brazos, respirándote, amándote día y noche, inhalándote, deseándote, mirándote, eres perfecto para mí mi amor, y es que tus manos dan la ternura perfecta a mi piel.
tú estás aquí, eres indescriptible para mí, mi universo lo eres tú, me vuelve loco. Tu amor, tu sentir, y más, quedo clavado de tu mirar en mí, desvistiendo mi alma, y más te amo y más deseo estar contigo. Entre tus brazos no siento frío, tú me abrigas, me das el calor necesario que necesito. No sé qué has hecho para llamar mi atención, pero, aquí estoy en tus brazos, respirándote, amándote día y noche, inhalándote, deseándote, mirándote, eres perfecto para mí mi amor, y es que tus manos dan la ternura perfecta a mi piel.
Es
el aroma esencial de ti, que lo traigo en los poros de mi piel, ¡cómo te amo mi
amor!
Tú, mi locura de amar, mi razón de existir. Mi tierno y dulce amor, con el que quiero compartir mi eternidad, soy y eres mi realidad, me hace tan feliz saber que eres mío nada más.
Tú, mi locura de amar, mi razón de existir. Mi tierno y dulce amor, con el que quiero compartir mi eternidad, soy y eres mi realidad, me hace tan feliz saber que eres mío nada más.
__Deja
que nuestros mundos choquen, que
colapsen y exploten, que se incendien, que nos consuman hasta volvernos cenizas y resurgir de ellas,
como uno solo.
__ Mientras
duermo, siento una brisa de aire fresco, refrescando mi ardiente cuerpo, y de
repente, siento tus latidos contra mi
pecho, abrazo tu esbelta figura, siento la calidez de tu piel y cómo tu aroma
emborracha mis sentidos, pero una tenue luz se cuela por la ventana y entreabro
los ojos, me veo acurrucado y abrazado a la almohada, miro a mi alrededor y si tú no estás, un vacío profundo eriza mi piel, por
un instante, no sé qué me pasa, no sé si eres un sueño o eres una realidad, pero
aún siento en mi cuerpo la humedad de las sábanas, dudo nuevamente, vuelvo a
mirar la almohada vuelvo a dudar, y en mi mente, no sé si eres real o solo eres
un sueño que yo deseo que sea realidad, de repente se abre la puerta del cuarto
y te veo bebiendo una taza de café.
__
Aróbaro era su nombre de guerra. Pese al
aspecto de hombre común, era un doble agente. Analía no estaba errada al
desconfiar de él. El carácter arquitectónico de la mentira en que vivía
permitía sostener dos realidades paralelas: El agente encubierto de Interpol,
inmerso en el corazón de La Legión, y Aróbaro, el espía que La Legión creía
haber formado y preparado para infiltrar en la Editorial.
Para los Servicios secretos de Interpol,
Alejo Riglos se convirtió en el Agente Cero y solo unos pocos oficiales
conocían su verdadera identidad, misión y destino. Para la Legión, que venía
formándose desde aquella vieja legión seguidora del Arzobispo de Alejandría,
era Aróbaro, su espía en la Editorial de Analía.
Él ya no sabía quién era, en realidad.
Demasiados años pasaron, trabajando en la clandestinidad.
Y fueron las muertes del padre de su único
amor y de Rubén Maler, su amigo, las que despertaron la necesidad de
parar. El objetivo de estar metido en el centro de la organización era poder
desbaratar sus planes, pero Disco no lo había participado del asunto. Se
encontró con el hecho consumado y la culpa a flor de piel. Apenas pudo mirar a
los ojos a Analía.
Se comunicó con su contacto en la Agencia y
le informó sobre su necesidad de terminar su misión. Los servicios accedieron a
liberarlo de su posición encubierta una vez que completara la misión que le
había encargado La Legión. Después de eso podía retirarse y ellos, desbaratar
la organización que venían investigando por más de una década.
Accedió, no faltaba demasiado para concretar
la misión que Disco le había encargado.
Madrid, sábado 13 de agosto de 2016.
Estudio notarial.
La
lectura de testamento estaba acordada para la mañana, y Analía se sentía fuera
de lugar.
__Guillermo,
disculpa, es que no entiendo por qué Rubén ha dejado tantas instrucciones y no
puedo soportar la mirada de la madre _susurró.
__Tranquila,
mantén la calma, que ya lo sabremos __respondió este.
Pedro
palideció mientras un escalofrío le recorrió la espalda, al percibirlo,
Guillermo volteó hacia él.
__ ¿Qué
sucede, cielito? __interrogó con cautela.
__No
lo sé, o sí, de repente tengo la certeza de que acá hay algo que me pertenece,
nada, no me hagas caso. Hacía desde tu muerte en Polonia que no pisaba Europa,
o mejor dicho desde la huida de la guerra, creo que regresar me tiene aturdido.
__Ya,
Pedro, está todo bien, no tengo que recordarte quién sos niño sabio, ¿o sí?
__Perdón
amor, lo mismo me dijo Dora antes de salir de Buenos Aires, tienen razón, creo
que el conflicto con Camila me alejó de
mi centro.
__!
Fue al revés, bruja! _lanzó de súbito Analía.
__ ¿Qué
sucede amiga?
__Perdón,
Guille, esa mujer, Nora, la vieja, me mira como si fuera una mala mujer, como
si hubiera desaparecido de la faz del planeta y le hubiera roto el corazón al
hijo, y no fue así, y tengo ganas de gritar, pero no se preocupen, pese al
encono y la ira que me despierta esa mujer no pronunciaré ninguno de los
discursos que tengo in mente, solo deseo saber para qué el muerto me expuso a
esto y regresar a casa.
Dejó
que su conciencia fuera fiel resguardo de sus pensamientos mientras esperaba que
el notario terminara de leer los preliminares del testamento de Rubén Maler.
--Al
menos no veo en la sala a Sabrina, la socia, eso me alivia, es la persona con
quien menos deseo encontrarme hoy, aunque la ausencia resulte inquietante, es
aliviadora.
Intento
sonreír pero no me sale, siento angustia
al mirarme al espejo, no me reconozco, veo una persona triste, y sin vida. Me siento
furiosa, me invade la sensación de que no valgo nada, la impotencia de una muñeca de trapo que no consigue mantenerse en pie. Siento la necesidad de gritar hasta que mi garganta y pulmones
estallen dejándome sin aire. Es como si hubiese caído al vacío pero sin acabar
de estrellarme, me siento ahí en ese vacío
que te encoge el alma, pataleas y
das manotazos, intentando sujetarte pero no hay un lugar de donde poder sujetarte.
__Analía,
no estás sola, calma, pero si ella no da
la cara tendremos que verla, lo sabes, ¿verdad? _ dijo Guillermo.
Había
otra mujer en la sala Luisa. No parecía del tipo, pero por más que a Analía le
doliera, era su mujer. Sin embargo, y para su desconcierto, Rubén había dejado
expresas instrucciones de que, si moría, Analía debía ser puesta en el primer
vuelo a Madrid, alojarse en el Ritz, frente al Museo del Prado, en la suite 306
(la que habían compartido aquel último verano) y esperar órdenes del notario
que lo representaba para estar en la sala a la espera de ser notificada de la
situación.
Al
llegar ella presentó a Guillermo y a Pedro como sus asesores legales. Percibió
la mirada de la esposa sobre sus ropas y sintió estar vestida con harapos,
aquella la estudiaba sin disimulo y la madre del muerto no dejaba de acotar a
su oído algo que ella no alcanzaba a escuchar.
El
notario ingresó en la sala. A su lado iba
Marcos Gutiérrez. Entraron, se acomodaron y el escribano comenzó con la
lectura del testamento. Cuando concluyó la lista de propiedades y sumas de
dinero, dijo que el señor Rubén Maler había dejado una caja para la señorita
Analía Beltrán. La caja, del tamaño de una de zapatos, fue acercada por un
asistente del notario. La esposa pidió que se abriera en ese momento, ya que si
era dinero o joyas, pensaba reclamar, y
Analía no tuvo inconveniente en aceptar. Eran papeles y recuerdos. Luisa sonrió
con desgano. De por sí, no podía soportar el desplante de su marido por hacerla
compartir el momento con esa mujer, la noviecita de antaño. ¿Y ahora tenía el
descaro de dejarle una caja con recuerdos? La mujer dio media vuelta, pegó un
portazo y desapareció.
Analía
abrió la caja y la llave de la suite 306
del Ritz le perforó las pupilas. Una caja de recuerdos… Rubén Maler tenía esos
giros que la desconcertaban. Le dolió el corazón. Sintió un vacío de años que
se hacía palpable y parecía potenciarse al infinito.
Rubén
estaba muerto.
Lo
habían matado como a su padre.
Lo
habían colgado. Igual que a su padre. Muertos.
Y
ahora, allí, como si jugara una broma macabra, le dejaba el legado del recuerdo. Como si estas imágenes no la
hubiesen acompañado desde siempre. Como si el esfuerzo por olvidar todo no
hubiera sido suficiente sacrificio. Ahora, allí, a tan solo dos dedos de
distancia, su vida y la de él en una fría caja de madera, como la llave del
hotel, como la foto en Place Vendôme, como la servilleta del Café Marly en
París, como la suma de esas pequeñas memorias en una caja.
Era
el principio del olvido. Un final para un hombre… inesperado, sin vocación de suicida. El
panorama le resultaba abrumador. Vacío. La vida sin Rubén, ahora sin
posibilidad de retorno. Otra vez.
Sola.
Cerró
la caja de un golpe, firmó los papeles que Guillermo revisara que le diera el
notario y se despidió. Necesitaba salir.
Los
tres decidieron caminar, Guillermo pensativo perdía la mirada por María de
Molina a media tarde, cuando Madrid empezaba a llenarse de gente que salía de
sus trabajos.
__ ¿Conocían?
_interrogó al fin ella.
__No.
Y es precioso _ dijo, Guillermo__. Pero creo que no hemos terminado el viaje.
__No
era un suicida, ni lo era mi papá, Guillermo, fueron asesinados y cada vez
entiendo menos.
Necesito,
pensar, descansar, paseen un rato, los veré más tarde en el hotel, ¿sí?
__Entendemos,
revisa a fondo esa caja y cuando termines, llama.
__Hay
más _ acotó Pedro__, no me hagan preguntas pero sé que cerca hay más datos,
quizás en la caja _ acotó, Pedro y Guillermo supo que hablaba desde su don.
__Lo
haré.
Guillermo
tomó la mano de Pedro y continuaron caminando hasta que La Castellana se
convirtió en el Paseo de los Recoletos y luego devino en el Paseo del Prado. Allí
se cruzaron con la fuente de Neptuno y el Hotel Palace. Analía solo se les
había adelantado.
Ingresó
al hotel, fue a la confitería y se ubicó en un sillón de terciopelo oscuro.
Pidió un café. A su lado, la caja apoyada que en ese momento solo pudo mirar.
En silencio. La caja, inerte sobre una mesa redonda, con la fuente de Neptuno
como fondo mientras ella sorbía el café y tomaba valor para abrirla.
Recordó
el mensaje: “Si no haces exactamente como te digo, van a ir por vos, porque sos
la heredera de la editorial”. Cuando comprobó que no había ningún otro mensaje
frente a sus abogados, decidió hacerle caso a Rubén y viajar.
Ya
en la suite, Guillermo llamó a Buenos Aires.
__Dora,
¿todo bien con los chicos?
__Perfecto
hijo, tranquilos, como le dije a Pedro, ni ellos ni nosotras somos como todos, mucho
menos ustedes, recuerden que pueden enfrentar lo que sea. Nosotros estaremos
bien, además de Agustín e Ivanna, Gaby y Beto pasan a cada rato.
__Bueno,
gracias y saludos a todos, no sabemos la fecha de regreso, es todo muy raro.
__No
será ya, hijo, y no me preguntes nada, pero creo que Pedro lo sabe.
Guillermo
clavó la mirada en Pedro echado vestido en el somier.
__Creo
lo mismo, adiós madre.
Todos
bien por allá, y yo cansado, con hambre y ganas de pasar un día a solas con
vos.
__No,
Guille, ahora no podemos ir de turismo, hay que saber qué tiene esa caja.
__ ¿Quién
dijo de ir a ninguna parte? Te tengo exactamente donde quiero, Beggio.
__Tú; con quien sueño cada noche y que estás en mi
mente cada día, hombre que naciste de
mis sueños, en el paraíso de tus ojos es
donde deseo comenzar a vivir y en el placer de tus labios saciar mis más íntimos deseos, tú; que eres misterioso como la noche, romántico como la poesía y capaz de conmover este
corazón arcaico, tú; que me has enseñado a amar nuevamente, sabes muy
internamente, que siempre te amaré y que
lo haré con cada uno de mis sentidos, con mi cuerpo y con mi alma, y que te
amaré más allá de la locura, hasta el último soplo de mi vida, y continuaré
amándote más allá de la propia muerte, porque a ti
te amé desde el comienzo de los días, en esta y en otras tantas vidas, por eso siempre, siempre y por siempre te amaré, naciste en mis sueños y hoy has nacido a mi vida.
te amé desde el comienzo de los días, en esta y en otras tantas vidas, por eso siempre, siempre y por siempre te amaré, naciste en mis sueños y hoy has nacido a mi vida.
__No
hay muerte amorcito, estás raro vos.
__Quizá
sean mis cien años, me pesan a veces, o el peso de algo que se esconde tras
estas muertes, o que necesito estar en la naturaleza como mi niño.
__Perdón,
olvido a veces tu don, la necesidad que
tienes como el nene de respirar a los árboles, pero pronto viviremos en el
Delta para que puedan disfrutarlo _ afirmó Guillermo besándole el cuello.
__Lo
sé, no me quejo.
__A
veces me pregunto para qué los saqué del sur, al fin lo del libro solo trajo
problemas _ dijo Guillermo mirando el techo.
__No
digas eso, tenía que ser así, esa etapa de un siglo allí llegó a su fin para todos
con tu llegada, además quiero ejercer en el estudio, que el nene viva en la ciudad, cuando definitivamente Camila se aleje, todo será perfecto, verás que sí.
Paso
tras paso, en la acallada ciudad desnuda,
donde las palabras abrazadas se aman locamente, donde los relojes no llevan
horas ni cuerda, donde fue luz el sueño entre nosotros, cielo, tierra, sol, piedra, lluvia que amanece entre
nuestros agitados cuerpos, raíz secreta y húmeda como agua lenta, tierra
tendida ante el portal de mis ojos, islas y montes de olvido,
mientras... en paz nuestras bocas se buscan, agitadas, intranquilas, sedientas de amor y tibia saliva, mi querido amor eterno, de secreto túnel ensalivado por el beso de mi boca, preso estoy del sabor de tus labios de azúcar, es que tus aguas son plumas que acarician las estrellas talladas en mi boca, como púdicos los besos con los que alimentas mi boca.
Ni me atrevo a cerrar los ojos por si te pierdo, mas ya solo deseo que me dejes beber de tus labios cuando esté sediento del amor de tu boca.
mientras... en paz nuestras bocas se buscan, agitadas, intranquilas, sedientas de amor y tibia saliva, mi querido amor eterno, de secreto túnel ensalivado por el beso de mi boca, preso estoy del sabor de tus labios de azúcar, es que tus aguas son plumas que acarician las estrellas talladas en mi boca, como púdicos los besos con los que alimentas mi boca.
Ni me atrevo a cerrar los ojos por si te pierdo, mas ya solo deseo que me dejes beber de tus labios cuando esté sediento del amor de tu boca.
Lento,
suspiro… y el silencio se apodera de tu
noche y la mía, se conectan tus pensamientos a los míos, tus deseos se atan y
atraen hacia ti los míos y se quiebra en
pedazos la soledad, mi voz vibra por debajo de tu piel y me arrastras hasta tu
espacio, me llevas a tus labios atraído por tu aliento, como atrae el dulce
néctar de la flor al colibrí.
Viajo
en la tibieza de tus manos a la velocidad de mis gemidos por rincones ocultos
de tu cuerpo, sabes te pertenezco… sabes cuando quieres soy aire ardiente que
aspiras para llenar tus sentidos y allí hacerlos estallar en delirio, me llevas
gustoso a besar cada rincón de tu piel y me exhalas en gemidos cuando mi pasión
te domina.
Me
consumes, abiertamente y en secreto me llevas a tu encuentro, adicto te sientes
a mi amor, mis besos son tu droga que a diario buscas beber, vacías el
aliento de mi boca sin ahogar mis labios, sabes cuánto te pertenece mi aliento, qué pasión te hace llegar sin saber por cuál
de tus sentidos, aun logro estremecerte las pasiones.
Pierdes
por mí la noción del tiempo, si no me sientes desesperas y si me tienes adicto,
me consumes más allá del tiempo
permitido… mas sabes que soy aire seco del desierto si mi aliento no recorre la humedad de tu
piel, universo oscuro se refleja en mis ojos si la luz de tu mirada no me
ilumina.
Adicción
eres tú a mi ser, adicción perpetua que me lleva a querer morir cada noche en
un último beso sobre rincones húmedos de tu piel… y renacer en cada mañana con
la tibieza de una naciente pasión que en tu cuerpo quiere comenzar a arder como
furia de un amor contenido y que en tu cuerpo ansío dejar estallar.
Mis
besos anclan en el mar profundo de tus labios, y mis deseos desenfrenados en
tus latitudes, sientes el roce de mis
manos suavemente por tus secretos,
desenmascarando tus misterios, y tu corazón el abrazo de mis caricias, tu
alma grita en libertad por las pasiones de mi amor, ese amor que ha llegado
para contagiarte de mis placeres ardientes, que se esconden tras las
tentaciones intensas que rigen el rumbo de tus dudas.
_ Una
vez era la nada, sin ti era nada, fue entonces que de la nada se pudo
vislumbrar que había luces y sombras, luces y sombras flotando en el mismo
espacio y tiempo, sumergidas en el propio universo de la nada, separando la nada del algo en diferentes tiempos, separarlos a través de ideas que flotan entre
los pensamientos, así de entre blancos y negros surgidos de luces y sombras, es
que surgen los colores, surgen los
colores bellos que nos permiten sentir.
Colores
que dan razón para ser algo más que la nada, para ser admirados por alguien, colores
que se convierten en el reflejo de algo, para reflejarse sobre alguien que
pueda sentirlos, cualquiera que los pueda disfrutar, para darse cuenta que en
el fondo en este universo de ideas, de pensamientos, se logra conseguir algo
bello, que se puede sentir mucho mejor que la nada, gracias a sus miradas que
envuelven las letras en caricias, porque son como besos con toda la dulzura que
me hacen sentir, en aquellos amaneceres que inquieto esperaba para poder ver el
sutil reflejo de tus ojos, gracias al azul del cielo, los verdes que inundan
mis pensamientos cuando vuelan por ellas.
Ensombrecí
las cejas, la angustia secaba mi boca, escombrando en mí a mi amor y mi credo.
La luz
difuminaba las sombras y el alma se debatía en duelo, efímera ya era su boca, su mirada lánguida de espliego, y el color de la cerveza me recordaba su pelo. Se hizo acre, el dolor
de mi pecho, aquel castillo de naipes,
se hacía una montonera. Después de la ruptura fue la carcoma y la
ausencia quien minaba el corazón, temeroso se creó el vacío y en aquella
oquedad cavernosa se instaló el hastío. Las necesidades del alma son cortesanas
del ego, y el ego es soberbio y egoísta.
Imperiosa
la mente buscaba el encuentro, no quería ser la homicida de su otra realidad,
aunque el dios creado en la locura de la indulgencia, fuese divino, erótico y gracioso.
Y aquel día de improviso el azar quiso que estuvieran en el mismo sitio, y un escalofrío recorrió el espacio, una presencia mitigó al dolor, las miradas celadas se buscaron y el encuentro radiante diluyó el dolor. Una media sonrisa dibujaba las caras, y sin mediar palabra
los labios tiraban de los cuerpos como dos imanes que se atrapan y el uno sin el otro no fuese nada. Y aquel beso irradió la paz y el sosiego quebrantando las armonías del alma, tatuado a fuego en los labios, grabado a hierro en las almas.
aunque el dios creado en la locura de la indulgencia, fuese divino, erótico y gracioso.
Y aquel día de improviso el azar quiso que estuvieran en el mismo sitio, y un escalofrío recorrió el espacio, una presencia mitigó al dolor, las miradas celadas se buscaron y el encuentro radiante diluyó el dolor. Una media sonrisa dibujaba las caras, y sin mediar palabra
los labios tiraban de los cuerpos como dos imanes que se atrapan y el uno sin el otro no fuese nada. Y aquel beso irradió la paz y el sosiego quebrantando las armonías del alma, tatuado a fuego en los labios, grabado a hierro en las almas.
Sin
decir nada, te dije todo, sin mediar palabra, tuvimos la conversación más
larga, y sin unir nuestros sexos llegamos al más profundo éxtasis. La alegría y
el rictus trasmutó en las caras
la armonía del espíritu, nunca fuiste mío, como aquel instante, nunca habré amado así a nadie.
Después de aquello mirándonos nos reconocimos y saltaron sendas lágrimas, de mis ojos y tus ojos fue un fin apacible pero irremediable. No se puede parar el tiempo, ni deshacer lo hecho, una vida bramaba en algún lugar del cielo y algunas burbujas del pasado duelen más que un dulce beso.
la armonía del espíritu, nunca fuiste mío, como aquel instante, nunca habré amado así a nadie.
Después de aquello mirándonos nos reconocimos y saltaron sendas lágrimas, de mis ojos y tus ojos fue un fin apacible pero irremediable. No se puede parar el tiempo, ni deshacer lo hecho, una vida bramaba en algún lugar del cielo y algunas burbujas del pasado duelen más que un dulce beso.
He
sentido tu vaho en mi espalda, vida mía,
tus manos sobre mi piel suave y
vaporosa, tu estela de rocío que se
derrama en mí esencia, en el travieso
escondrijo de la fusión de nuestras almas,
acaríciame en la senda de tu almohada. Cual misterio empapado del aroma de tus besos al fragor de tus ojos
de miel, escudriña mis besares, en la fulgurante
fuente de lo etéreo. Acaricia mis
sentidos, vida mía, la visión y la locura
que se cimbran en mi tacto, en el sollozo sutil de mi mirada, y mi olfato que te besa en tu alborada.
Reverbera
el alba que entrelaza mis aromas,
sublima vida mía mis caricias, y
tus labios engarzados en mi boca, cual
límpido besar de los tordos a la rosa. Acaricia,
amor, el crepúsculo de mi mirada,
tatúame en tu alma, amor mío, y
en la entrega total de los sentidos, acaríciame
en el halo de mi piel dormida. Como
acaricia el sol los misterios de la vida,
como acaricia el mar su espuma en la marea, así, y
en la entrega fiel de nuestras almas,
envuélveme, en el fuego sordo de
tu piel, amado mío.
Yo
no sabía de tu existencia hasta ese día que apareciste en mi vida, fue suficiente
mirar tus dulces ojos con esa mirada
triste para enamorarme de ti, al mirar esos dulces ojos un impulso, un deseo de
besarte eso fue lo que sentí, bastó con
mirarte y entender que el cielo cambia de
color desde el alba hasta el atardecer
pero yo jamás te dejaré de querer. Hoy
en esta noche que solo puedo pensar en
ti en la intimidad de mi habitación abrazado a la almohada y con los ojos
apretados recorreré cada milímetro de tu
cuerpo, ese que solo en sueños amé imaginando
hasta el perfume de tu fina piel durante
años de ausencia en que soñé el sabor que dejaste en Polonia en mi boca que mis
labios han de soñar también y yo deseoso
te busqué, busco tu cuerpo de hombre.
Tus
ojos son mi cielo en el que cuento cada instante para poderte ver, tus labios como el agua del mar pues cuanto más los beso más ganas de besarte
me dan, tu cuerpo es la tierra fértil donde
plantar la semilla de nuestro amor. No importa dónde te encuentres, donde quiera que estés yo iré a buscarte, tu
casa será mi hogar, nunca jamás me detendré
pues sé muy bien que algún día tú
y yo estaremos juntos y nada ni nadie
nos podrá separar. Nuestro amor no está solo en nuestros cuerpos, también
está en la libertad que nos separa. En el aire que respiramos cuando uno pasa
junto al otro, en ese suspiro que se escapa de los ojos que nos sabe a pura
vida, de un modo tan profundo que tenemos la sensación de estar
besándonos, pero sin el beso.
Cuando
me quitas la camisa pero sin la violencia con la que se abre un regalo; suave,
como si algo pudiera explotar allí dentro. Me invades de una suavidad inmensa cuando tocas el hombro y estremeces la piel haciendo que suene
como un acorde que recuerda al comienzo de mi canción favorita.
Sabes
de la debilidad en la desnudez de mi espalda. Suspiras, poniéndome un
collar de besos alrededor de mi cuello. Pero este, no viene solo porque tus
labios se convierten en un par de besos, uno en cada lóbulo de mis orejas. Es
entonces cuando mis paredes internas convulsionan en medio de la lava ardiente
anegando todo tu deseo, como si estuviera amurallando tu alma contigo dentro.
Te aseguro que disfruto viendo cómo los vellos de tus brazos sueñan
con que vuelva a ser verano, y el verano, lo traiga yo cuando sea
necesario.
Cómo
poder explicar que mi amor, no se mide con las monótonas campanadas de un
reloj ni las hojas desprendidas de un calendario, ni tan siquiera
con los rayos del sol en cada amanecer o el sortilegio que nos regala
cada noche la luna. Mi amor es un don con inmensas alas, no conoce
límites ni fronteras; puede flotar en un cielo diáfano o
trasladarse montado en nubes tormentosas y derramarse en subyugantes
bendiciones. La intensidad de ese amor me fortalece, llena mi vida de
expectativas. Me ayuda a comprender a mis semejantes,
fluye en mi torrente cada día, logrando erizar mi piel y acelerar mis latidos.
fluye en mi torrente cada día, logrando erizar mi piel y acelerar mis latidos.
Aumenta
copiosamente ese amor dentro de mí y descubro que es porque al darlo,
recibo mucho más todavía. Agradezco a Dios, a quien más amo, por
permitirme sentirlo, vivirlo y poderlo brindar.
Así,
con tus labios desnudos o vestidos de rojo a distantes pasos de mí, no me sirve
sentir, pues sabes cómo mueren los míos aquí por beber esos besos que creo hay
en tu boca tan solo para mí… de qué me sirve ver ese punto exacto en la unión
de tus labios, un pequeño espacio desde donde creo se escapan como gorriones en
fuga esos besos de los que creo hoy, ser dueño ajeno y aun así, distante me
besas.
Me
encierras en tu mirada aun sin verme a los ojos, siento que me consumes en tu
esencia, algo dentro de mí grita te pertenezco… grita soy leño de tu hoguera,
soy aquí distante de ti lo que quieras tener entre tus manos… mas si el brillo
de tus ojos no me pertenece aún me
pregunto de qué me sirve distante de ti la luz de tu mirada si aquí no iluminas
mis días.
Es
tu voz un canto de ensueños que transforma mis momentos y te vuelves el centro
de mis sentidos, atrapas mi atención completa, son tuyos los pulsos acelerados, te pertenecen, el suspiro callado, la emoción
retenida al comenzar a sonar tu melodía en mis oídos, son tan tuyas como este amor que me tiene
ordenando para ti palabras viajeras que
quieren ser caricias y besos míos que en tu piel se duerman en las noches y despierten en las
mañanas.
Ansias
de ti que me invaden al no sentirte aquí presente, me enloquece sentir tu
ausencia y me grito en este silencio de qué me sirve recorrer las líneas de tu
rostro, el camino en tus labios, de qué me sirve colgarme de ese cielo que
adorna tus párpados para verme consumido en el café de tus ojos… de qué me
sirve aquí distante perderme en ese punto exacto de tu cuello donde quisiera
nazcan y mueran mis besos.
Pero
dime tú… dímelo ahora tú, de qué me sirve este calor en mis brazos que esperan
por tu cuerpo, si en soledad abrazo el
frío de tu ausencia. Dime tú cómo le doy sentido a este vacío que llena este
espacio, si distante el amor que complementa mi vida, se entregara a otra piel… mas yo aquí distante
espero, dispuesto a borrar con esta pasión las huellas que sobre tu piel dejó
otro pasado.
__Basta
celoso, llevo siglos solo con vos.
No
somos amantes de ocasión. No deja de latir nuestro corazón por no mirarnos,
digamos, que al solo recordarnos mantenemos el amor y la pasión. ¡Sin dejar de
necesitarnos!
No
somos amantes solo en el colchón, nuestro olfato no pierde la memoria de esos
momentos cuando estamos juntos, hacemos sobre nuestros cuerpos el amor.
¡Nunca le dejamos de escribir capítulos a nuestra historia!
No
somos amantes por promesas. Nuestro amor es realmente una proeza porque sabemos
ensamblar cada diferencia, hemos aprendido a amarnos formando de dos almas una sola pieza. No somos amantes sin sentido,
cada latido, cada risa y cada suspiro
aunque nos amamos siendo libres hemos elegido dirigir todos nuestros sueños,
anhelos y deseos hacia un solo destino. No somos amantes de ocasión. Nuestros
besos no terminan donde mismo, hacer el amor es nuestra religión y en nuestras
pieles como en nuestro corazón se impregnan de delirio, romance de pasión sin una sola gota de
egoísmo. No somos amantes limitados porque cuando supura del roce en nuestros
labios, los susurros, de cuánto te deseo y
cuánto te amo, no nos cohíben nada a nuestro alrededor, sin miramientos ni
censura en la calle nos besamos.
No
somos amantes de ocasión. Somos amantes a toda hora y por completo. Y aunque a
veces lleguen momentos de silencio, en nuestro interior nos recorre la pasión
y hacemos el trinomio perfecto porque nos amamos como lo hacen pocos haciéndolo
con el alma, la piel y con el cuerpo. Porque en nuestro idilio no existe
un solo hueco, porque en todo nuestro ser hay esa devoción que contagia la
magia en nuestros cuerpos, nuestras miradas producen un cálido fuego. Para
nosotros, es amarnos con locura aunque sea inverosímil para el universo.
El
hotel estaba a pocas cuadras. A su izquierda
el Museo Thyssen Bornemisza. En diagonal, el Prado. Y, más allá, otra
vez el Ritz y su habitación 306. No tenía fuerzas para volver, no todavía, el
silencio sería un peso demasiado pesado para sus hombros cansados y tristes,
por lo menos esa tarde. La conjunción del silencio y la caja no era una buena
combinación para mezclar con los recuerdos que la acechaban desde que había
escuchado la voz de su ex en el contestador.
Miró
nuevamente la caja. Oscura por fuera, oscura por dentro. La suma de todos los
recuerdos y emociones que daban una imagen, una que dolía demasiado. Todos los
detalles que habían formado parte de un pasado
y que ella había intentado olvidar, estaba allí, ahora. Y era ella quien
decidía si volvía o no. Si abría la caja o no.
Dudó.
“He
elegido amarte en soledad porque solo ahí me perteneces, porque solamente en la
distancia evito el dolor de no poder besarte, lo he elegido porque así también
evito el sufrimiento que tus ojos sentirían de tener que cerrarse por no poder
pasearse en el verde mar de los míos, también he elegido vida mía besarte en el
viento, por la suavidad del aire, ella
sabrá cómo posarlos en los tuyos en esa fragilidad del deseo, lo he elegido así
de esta manera porque así podremos amarnos en libertad fuera de las rejas del
pecado que cada día hacía más cautivo este amor mío.
Hoy he decidido amarte eternamente porque las ironías del destino así lo han querido, ellas han permitido que este corazón mío se enamorara de tu sonrisa, de tus ojos en solo un instante, cuando yo ya había aprendido a caminar sola en la noche negra, a regalar sonrisas sin miedos, a conformarme que jamás besaría unos labios, ni dormida me quedaría en unos brazos que en el amanecer me acurrucaran, por eso vida mía te amaré y te esperaré tras las sombras de esa luna que me habla de ti cada noche.
Te amo y te amaré.
Hoy he decidido amarte eternamente porque las ironías del destino así lo han querido, ellas han permitido que este corazón mío se enamorara de tu sonrisa, de tus ojos en solo un instante, cuando yo ya había aprendido a caminar sola en la noche negra, a regalar sonrisas sin miedos, a conformarme que jamás besaría unos labios, ni dormida me quedaría en unos brazos que en el amanecer me acurrucaran, por eso vida mía te amaré y te esperaré tras las sombras de esa luna que me habla de ti cada noche.
Te amo y te amaré.
Disculpe,
no escuché su llamada, estaba dormida, pero dígame, ¿qué necesita? ¿Por qué me llama
ahora? ¿Acaso para saber si aún sigo llorando su ausencia? ¿Por qué ahora,
después de que jugó y pisoteó mis sentimientos decidió llamarme? Usted me dejó
para ser feliz con ella, ¿lo recuerda? y ahora me llama, ¿acaso ella no cubre
sus necesidades como alguna vez yo las cubría? O ¿qué quiere? ¿Quiere saber si
su recuerdo aún me persigue? ¿Si sigue usted clavado en mi corazón? Ok, con
estas líneas despejaré sus dudas...
Cuando usted rompió mi corazón quedé devastada, debo reconocer que mi mundo se derrumbó por completo tras su partida, y lloré, no entendía por qué me había mentido, por qué construir un mundo de mentira, una dolorosa fantasía, pero pasó el tiempo, ese bendito tiempo que lo cura todo, y un día, mis ojos se cruzaron con los de un escritor, un hombre que me describió a través de letras, que me desnudó con verbos, que me hizo el amor con prosas, e irremediablemente me enamoré, no crea que él fue el clavo que lo sacó a usted, él fue el arquitecto que derrumbó por completo esa pared, no existen más clavos, él retiró por completo los escombros de amores pasados y prejuicios construyendo cimientos con pasiones y caricias, y soy feliz al despertar cada día y hacer el amor entre letras y tintas...
Disculpe, no escuché su llamada, estaba dormida entre los brazos del amor de mi vida”.
Cuando usted rompió mi corazón quedé devastada, debo reconocer que mi mundo se derrumbó por completo tras su partida, y lloré, no entendía por qué me había mentido, por qué construir un mundo de mentira, una dolorosa fantasía, pero pasó el tiempo, ese bendito tiempo que lo cura todo, y un día, mis ojos se cruzaron con los de un escritor, un hombre que me describió a través de letras, que me desnudó con verbos, que me hizo el amor con prosas, e irremediablemente me enamoré, no crea que él fue el clavo que lo sacó a usted, él fue el arquitecto que derrumbó por completo esa pared, no existen más clavos, él retiró por completo los escombros de amores pasados y prejuicios construyendo cimientos con pasiones y caricias, y soy feliz al despertar cada día y hacer el amor entre letras y tintas...
Disculpe, no escuché su llamada, estaba dormida entre los brazos del amor de mi vida”.
Tremenda
mentira, Maler, tremenda.
En
la madrugada me desvelo con lágrimas en mis ojos provocando una devastadora melancolía
que me lleva a mis verbos impacientes pero dormidos. Evocando melodías con sorteos
mutilados por la incongruencia de noches tristes. Madrugada dudosa donde nos
invade la angustia y nos condena al dolor de pesadillas que nos arrugan el alma. Y siento unos toques frágiles de la
soledad pasando sus manos por mis sentimientos, mirando estoy a la implacable oscuridad
que agita sus nervios introduciendo sus temores en mi alma. Hablo atónita con
mi subconsciente donde improvisamos como locos un intercambio de deseos y
placeres aludiendo el silencio de una terrible tempestad que abarca el cielo enrojecido
por centellas que contienen furiosos presagios y me ahogan en mi absurda
presencia. Encadenada me encuentro por las hostilidades de huellas que se
hunden en el estierco de penumbras desesperadas por continuar su emancipación
sobre mis pasos inseguros. Enmudecida quedo cuando no aparecen respuestas para
callar la pérdida de tu presencia, de tu calor, de tu dulce placer y tu divino
deseo. Ahí sobre mi propia sepultura donde espero el renacimiento de mi alma
quedo moribunda, ahí donde yace el amor que un día abandonó mi corazón.
Quiero
navegar por tus costas, embriagarme en tus aguas tibias, refrescarme en
tus tierras, cobijada bajo tu manto de amor querido mío. Quiero anclar en tu
puerto, calmar la sed que recorre mi cuerpo, saciar a mi alma con tus caricias,
beber el néctar de tus tierras que quiero mías. Quiero ser la sirena que navega
en tus mares, recorrer cada centímetro de tus bravíos acantilados y tirarme segura
sobre tus aguas a nadar. Quiero terminar mi vida en tus playas
doradas, saboreando la sal de tu vida, y en remolinos de amor, enmarañados dejarme adormecer en tu arena calma.
doradas, saboreando la sal de tu vida, y en remolinos de amor, enmarañados dejarme adormecer en tu arena calma.
¿Qué
quiso decirle Rubén con las instrucciones que había dado? Lo conocía muy bien y
sabía que él no hacía nada porque sí. Esa suma de memorias era un mensaje,
estaba segura. Sin embargo, había dos cosas a las que le temía, una, enfrentar
el recuerdo, abrir y ver aquello que se negaba. La otra, descifrar el mensaje y
desentrañar qué escondía su amante detrás de la excusa.
Con
la yema de los dedos recorrió el contorno de la madera. Respiró. Vaciló
nuevamente. Un instante antes de abrirla pensó en olvidar el asunto e irse,
dejar la caja ahí, desterrarla de su vida sin averiguar nada más de la muerte de Rubén, de su padre o
del bendito mensaje. Pero reprimió el instinto y dejó que su mano empujara la
tapa. En un acto reflejo, la cerró de golpe. El corazón le latía demasiado
fuerte. Lo que logró distinguir le aceleró el pulso. Le faltaba el aire. No
podía respirar, el ambiente se había vuelto denso y un zumbido en los oídos
aumentaba. Respiró profundo y lentamente. Enfocó la vista y trató de calmarse.
Se
obligó a mirar fijo mientras volvía a abrirla. Clavó los ojos en el contenido.
No
podía respirar.
No
podía pensar.
El
corazón iba demasiado rápido.
Necesitaba
aire, tenía que salir de allí. Pero el cuerpo no le respondía y los ojos no
podían despegarse del contenido.
Bajo
los recuerdos había un libro, y en su interior, un pliego doblado. No
necesitaba abrirlo para saber de qué se trataba.
__No
fuiste al entierro _ dijo Gutiérrez mientras encendía un cigarrillo y perdía la
vista en el verde que los rodeaba a los cuatro.
Habían
decidido encontrarse en el Parque del Retiro, a eso de las tres, en el estanque
frente al monumento de Alfonso XII.
__No
me pareció lo más adecuado __respondió ella mientras se cruzaba de brazos y
seguía el paso de sus acompañantes__. Creo que era un momento íntimo de la
familia. Yo hubiese estado de más.
__Y
la caja, ¿qué tenía? _preguntó, Guillermo.
Ella
levantó la mirada pero clavándola en Gutiérrez. No estaba segura de querer
responder. Luego sacó el libro de la cartera y se lo entregó a Guillermo.
__Esto,
lee, Guillermo.
El
hombre lo miró. Sonrió. Las ocurrencias de Rubén seguían siendo sorprendentes.
__Olimpio Pitango de Monalisa __pronunció el
nombre del libro sin leer, en voz
alta__, de Eduardo Ladislao Holmberg, Ediciones…
__Mira
adentro _interrumpió mientras le indicaba el pliego.
__ ¿Qué
es?
__A
mí no me hace falta _ dijo el socio, sé lo que es _respondió Gutiérrez mientras
se preparaba para lo que iba a ser una terrible pelea. Había llegado el momento
de confesarse.
__ ¿Vos
sabías que Rubén era el dueño de Monalisa? ¿Vos estabas al tanto de que él era
el verdadero dueño de la otra mitad de la editorial?
Gutiérrez
asintió.
__ ¿Siempre
supiste? ¿Desde el principio?
Él
volvió a responder afirmativamente. Analía lo miró, furiosa. No sabía si
pegarle, gritarle o ponerse a llorar como una loca. Rubén era el dueño de
Monalisa y se lo había ocultado aun cuando estaban juntos. Un mentiroso.
__ ¿Por
qué lo hizo?
__ ¿Qué,
comprar la empresa o nombrarte su heredera?
__Las
dos cosas.
__La
compró porque estaba obsesionado con la editorial. Desconozco la historia, Ana
_mintió__. Había algo en la empresa que él quería encontrar. No sé qué era,
nunca me lo dijo. Lo que sí sé es que, repentinamente un día dejó de buscar y
se vino a Madrid. Nunca más habló del tema. Y con respecto a nombrarte heredera
de Monalisa, creo que está claro que todavía te amaba, que siempre te amó.
Instintivamente,
Analía desvió la mirada y la fijó en el pequeño embarcadero del estanque. La
gente navegaba en los botecitos, ajena a la congoja que a ella le había
usurpado el cuerpo. Caminó hacia uno de los bancos de piedra en los laterales
del parque y se sentó, Guillermo la acompañó y la abrazó, detrás los siguieron Gutiérrez
y Pedro, el hombre abrió el pliego.
__Es
la sesión del cuarenta y nueve por ciento del paquete accionario a tu favor, la
parte que compró hace años. La Editorial vuelve a ser enteramente tuya. A tu
padre le hubiera gustado.
Analía
sonrió. Estaba desconcertada.
__ ¿Cuándo
lo hizo? ¿Por qué no está legado a mi padre como si supiera que iban a…?
__Hoy,
en la lectura, el notario me pidió que pasara a una sala contigua _dijo
Gutiérrez__. Rubén había dejado los papeles listos para traspasarte el paquete
accionario. Como miembro del directorio de Monalisa, yo tenía que dar mi
consentimiento. Supongo que él ya tenía todo pensado.
__Estoy
cada vez más confundida. No entiendo del interés de él por la editorial.
Tampoco sé por qué dejó de interesarle ni por qué se fue. No entiendo su
mensaje en mi contestador, ni su muerte.
__Algún
objetivo debió de tener. Quizás es como vos dices, quizá sabía que tu vida
corría peligro y dejó algún mensaje en esa caja para que descifres_afirmó,
Guillermo.
__ ¿Mensaje?
_dijo, ella aún más confundida__. En la bendita caja hay una servilleta del
Café Marly, que era nuestro preferido. ¿De qué me hablas?
__No
sé, pero tanto vos como yo sabemos que él no daba puntada sin hilo. Algo debe
de haber en esa caja.
__Son
pavadas, recuerdos de viajes juntos, de vacaciones juntos. No hay un
criptograma que nos lleve a un tesoro escondido. No sé por qué se esmeró en
juntar tanta chuchería. Menos que menos, en hacerme venir hasta acá y tener el
descaro de alojarme en ese hotel, en esa suite para que reviviera una vez más,
las últimas vacaciones juntos.
__Estás
enojada… __reflexionó, Gutiérrez que nunca la había oído hablar así de su ex.
Ella
se levantó.
__Estoy
furiosa. Muerto o no, lo de él me parece un atropello. ¿Qué necesidad tenía de
traerme hasta acá? ¿Qué ganaba con hacerme revivir su ausencia?
__Calma,
amiga, algo debe de haber.
__No,
Guillermo, yo ya lo superé, yo lo olvidé, está en el pasado. Pero él insiste… aun
tres metros bajo tierra, insiste.
__Analía,
murió tu papá unos días antes, del mismo modo, cálmate __insistió, Guillermo__,
y ahora sos la única heredera, el mensaje del contestador cobra mayor fuerza.
Se
quedaron todos en silencio, caminando el uno junto al otro por el parque. Sin
rumbo aparente se detuvieron frente al lago y perdieron la mirada en las
escalinatas y las estatuas a lo lejos.
__Creo
que te debo una disculpa _ dijo Gutiérrez y ella posó sus ojos en los de él__.
Por lo que pasó en Punta, no estuve bien.
Ella
sonrió. Luego una tímida sonrisa empezó
a dibujarse en la comisura de los labios.
__Quería
que lo supieras, no estuve bien.
__Ya
pasó mucho tiempo y por lo que veo hiciste cosas peores.
__Igual…
Se
quedaron en silencio. Ella se separó del barral que rodeaba el estanque, se tomó
del brazo de Guillermo y empezaron a caminar.
__Vamos,
podemos cenar en un sitio que quiero que Analía conozca.
Salieron
del jardín del Buen Retiro por la entrada que desemboca en la Calle de Alcalá y
caminaron en silencio hasta la Puerta del Sol.
__Por
acá _ dijo Gutiérrez, que tomó por la Calle de las Carretas hasta llegar a la
Plaza del Ángel__. Mi departamento sobre la Calle de San Quintín y el bar
España Cañí son mis lugares preferidos en el mundo.
__No
sabía que tenía un piso en Madrid _interrumpió ella.
__No
sabes nada de mí, Analía _ respondió serio. Ella sonrió y lo siguieron hacia el
interior del bar__. En este lugar he tomado las mejores cañas, y las tapas son para
morirse. No podían irse de España sin conocer este lugar.
Todos
se acomodaron en cómodas sillas y observaron la decoración del pintoresco
recinto.
__No
tenemos que irnos así, Analía _dijo, Guillermo cruzando miradas.
__Quiero
hablar con Sabrina _ dijo ella. La idea de reunirse con la socia de Maler rondaba
en su cabeza desde que había subido al avión a España__. Ella debe de saber
algo, en qué andaba Rubén, no sé… ¡algo!
__Pensé
que no era santo de tu devoción.
__Que
él me haya engañado con ella no quiere decir que no sea lo suficientemente adulta
como para saber que es con quien debo hablar si quiero averiguar en qué andaba
metido él.
__No
tienes pruebas _ interrumpió el hombre, al tiempo en que ella arqueaba una
ceja__. No estás segura de si Rubén te engañó.
Son suposiciones tuyas.
__Sé
que Maler era tu amigo, pero se acostaba con él mientras estábamos juntos.
__Ella
siempre estuvo enamorada de él.
__No
me extraña. Rubén tenía ese poder sobre las mujeres. Viajó a Madrid por ella,
¿no?
__No
sé. Y si supiera, no traicionaría la confianza de un amigo.
__Pero
cuando te acostaste con su ex, no te importó traicionar su confianza, ¿no?
_-respondió ella, crispada.
_Touché.
__Gutiérrez sonrió, tomó el vaso helado de cerveza y lo apuró__. En aquel
momento él y yo estábamos algo distanciados.
__Analía,
nosotros mejor regresamos al hotel hasta que decidas revisar la caja _dijo
Guillermo.
__No.
Por favor, todo lo que hable con él se los he contado, y no quiero que me dejen
sola, nunca, ahora menos que nunca.
¿Distanciados?
No sabía que se habían peleado, ¿y eso te justifica en algo? ¿Por qué
discutieron?
__No
me justifica, tienes razón, y no voy a responder a lo segundo.
__Tanta
fidelidad, está muerto, y necesitamos repuestas__. No veo por qué no ahora.
¿Por qué pelearon?
Antonio perdió la vista en el amarillo oscuro.
Tomó el vaso y vio cómo el brebaje bailaba al compás de su mano.
__Puede
que alguna vez le haya preguntado… si estaba bien verte… __empujó el trago y se
levantó de su silla.
El
hombre se alejó de la mesa al tiempo en que tomaba el celular y buscaba el número
de la socia de Rubén en la pantalla. Presionó el botón de marcado y esperó a
que ella atendiera. Se había jurado no revelar jamás que había discutido con
Rubén por Analía un año después de que ellos pelearan, pero de alguna manera la
información había salido de su boca.
Analía
lo seguía con la mirada. La revelación la había dejado pasmada. Este hombre le
había preguntado a su ex si podía frecuentarla. Y Rubén había dicho que no. Por
eso habían discutido. Lo observó hablar tranquilo y luego dejar escapar una
carcajada sonora al tiempo en que echaba la cabeza atrás y se acomodaba el pelo
con el dorso de la muñeca en un gesto que no le conocía. Se lo veía tranquilo
hablando con ella, relajado. Analía nunca hubiera podido llamarla, tenía algo
personal con esa mujer. No por el hecho de que se había casado con su primer
ex, Ernesto de Alvear, un novio antiguo, sí porque en su fuero más íntimo
siempre supo que Rubén la había dejado por ella. Esa idea de irse de Buenos
Aires y dejarlo todo…
Habían
pasado diez años. Tan solo formular ese número le impresionaba. Diez años
atrás, Rubén se había despedido en Ezeiza, y dijo, como quien no quiere la
cosa: “Nos vemos algún día por ahí, ¿sí?”. La pregunta retórica por obligación,
le arrancó una risa nerviosa que no pudo evitar, como si uno pudiera viajar a
Madrid tan fácil como subirse al subte. Sin embargo, asintió. Como si las
palabras de su interlocutor le resultaran ajenas, como si estuviera viendo una
película y la protagonista, presa del
desconcierto, resultara anulada ante el arquetipo del galán de melodrama.
Rubén
había girado, cabizbajo, y caminó hasta llegar a la puerta de Iberia, donde
hizo su check in y, sin dar la vuelta ni echar una mirada, desapareció tras de
un panel que dividía a los que se iban de los que se quedaban. A Analía, de él.
Por eso, cuando la idea de hablar con la socia se alojó en su cabeza, trató de
racionalizar el asunto. Ella era la cabeza de la financiera, además de haber
sido la amante de Rubén, era su gran confidente. Ella nunca había logrado tener
ese grado de confianza. Siempre se había sentido excluida cada vez que estaban
los tres juntos. Había algo especial entre ellos que no había logrado
descifrar.
Y
luego él se fue, y ella lo siguió. O ella se fue y él la siguió. Nunca lo supo
bien, pero siempre lo había sospechado. Intentó reordenar sus ideas y hacer a
un lado los recuerdos, eran demasiados. Volvió a concentrarse en Antonio, en el
modo en cómo sostenía el teléfono, en cómo había cruzado el brazo sobre el
pecho y se apoyaba sobre una de las paredes el España Cañí. Lo vio terminar la
llamada y acercarse.
--- Ella
nos espera cuando quieras.
__ ¿Nos
espera? __preguntó Analía__. Quiero hablar sola con ella.
__Vamos,
no seas infantil. Todos queremos saber en qué estaba tu ex. __respondió
Gutiérrez con hastío.
__ ¿Qué
hablaste con él en el asunto que dejaste pendiente? Tengo derecho a saberlo.
Antonio
sonrió irónico. Sabía que ella iba a querer indagar. Se incorporó y dejó un
billete sobre la mesa. Se iba.
__ ¿Te
vas? __él asintió__. ¿No me vas a contestar?
__No.
__Pero…
tengo derecho _dijo mientras se levantaba__. Tengo derecho a que me des una
respuesta.
__Basta
_ dijo él acercándose a ella__. No preguntes cosas que no vas a poder manejar.
Guillermo
quiso intervenir, pero ellos salieron.
__Por
Dios, no te hagas el galán que no te da el piné.
Analía
se dirigió a la puerta, Antonio la alcanzó y la aprisionó contra la
pared, deseando besarla y llevarla a su piso para resolver la tonta disputa
entre sábanas.
__ ¿Qué?
_ dijo desafiante ella__. ¿Te piensas que porque le pediste permiso para estar conmigo
me olvido que me trataste como a una…? No me olvido que la única vez que te
acostaste conmigo, poco bastó para que me tirases a la basura.
Salió hecha una furia del café, y los abogados la
vieron perderse entre la gente que caminaba por la Plaza del Ángel, mientras
Gutiérrez se quedaba en el bar, paralizado.
ANOTACIONES
DE PÉRGAMO.
EGIPTO,
Alejandría 415, d.C.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO.
ESCENAS
EXPLÍCITAS.
Patricia Precioso!!!
ResponderEliminarVictoria Precioso. Gracias
ResponderEliminarGladis Gracias.hermoso
ResponderEliminarDary Es verdad...Bella
ResponderEliminarIris Hermoso
ResponderEliminarMarcelina Muy bueno.Felicitaciones
ResponderEliminarMe siento confundida Eve...Todo es muy complicado pero muy interesante por cierto, como todo lo que sucede en Sur...
ResponderEliminarNi ellos entienden, calma ansiosa, no se sabe aún qué sucede, es que la editorial de Analía en su nacimiento tenía un secreto que llegó desde Alejandría que tiene que ver con el don de Pedro, y a su vez hay un doble agente de esas dos fuerzas siempre presentes, el poder del Cristianismo que es La legión, y la mundana pagana ahora la agencia, la CIA, ya sabrás quién es el doble agente y los asesinos, calma.
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