VECINOS.
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES.
«Me
senté y encontré en el cenicero medio puro apagado. Lo encendí, le di una
calada, no tiraba. Lo volví a intentar.
No estaba demasiado mal. Me sentía introspectivo. Decidí no hacer nada más
durante ese día. La vida agota a un hombre, le consume. Mañana sería otro día».
Charles
Bukowski –
Partido
de la costa, enero de 2018.
De
la piel apasionada de mi alma salen mis verbos enamorados, de los poros de mi
piel salen los deseos apasionados como mariposas desnudas sin sus colores ni
vuelos donde ir, de mi pensar nacen los
sueños, sueños blancos, sueños negros, sueños dorados danzando apasionadamente
la danza del amor.
Yo no deseo amor mío que me traigas ni cielos ni estrellas, solo quiero tu alma apasionada enredada en la mía, no quiero noches dormidas, quiero besarte bajo nuestra luna blanca, la de siempre, la cómplice en nuestras noches de amor.
Sin yo saberlo un hechizo sembró en mí esta locura enamorada, dejando tu nombre grabado en mi alma, los sortilegios que en cada noche nacían en mí cuando te instalabas en mis sueños, me ataron a tus ojos donde dejé grabada mi sonrisa para que acariciara tu alma cuando me extrañes.
Déjame vida mía, flores en mis madrugadas, deja que tus manos escriban juramentos en mi cuerpo, quiero ser el aire que te da la vida y no dejar de amarte ni un instante, quiero amor despertarme abrazado en ti en mis madrugadas, solo eso quiero amor.
Quiero volver a soñarte esta noche amor mío, quiero entregar mi alma al pecado, morir en condena por volver a encontrarte, por entregarte lo que no supe darte en aquel instante, quiero vida mía, que puedas tocar el cielo cuando juegues con mis besos y te enredes en mi pelo, quiero ser tu sueño, solo eso quiero.
Te escribiré cada noche mil versos de amor, y mi declaración perfecta de amante enamorado.
Yo no deseo amor mío que me traigas ni cielos ni estrellas, solo quiero tu alma apasionada enredada en la mía, no quiero noches dormidas, quiero besarte bajo nuestra luna blanca, la de siempre, la cómplice en nuestras noches de amor.
Sin yo saberlo un hechizo sembró en mí esta locura enamorada, dejando tu nombre grabado en mi alma, los sortilegios que en cada noche nacían en mí cuando te instalabas en mis sueños, me ataron a tus ojos donde dejé grabada mi sonrisa para que acariciara tu alma cuando me extrañes.
Déjame vida mía, flores en mis madrugadas, deja que tus manos escriban juramentos en mi cuerpo, quiero ser el aire que te da la vida y no dejar de amarte ni un instante, quiero amor despertarme abrazado en ti en mis madrugadas, solo eso quiero amor.
Quiero volver a soñarte esta noche amor mío, quiero entregar mi alma al pecado, morir en condena por volver a encontrarte, por entregarte lo que no supe darte en aquel instante, quiero vida mía, que puedas tocar el cielo cuando juegues con mis besos y te enredes en mi pelo, quiero ser tu sueño, solo eso quiero.
Te escribiré cada noche mil versos de amor, y mi declaración perfecta de amante enamorado.
Guillermo
asintió con amargura. Una pregunta hacía mella en su cerebro y parecía
atorada en su garganta, pero no fue tan valiente como para preguntarlo. De
verdad, quería a ese hombre y el miedo de que él quisiera dejarlo, lo
atormentaba. Su encuentro con Miller y la efusividad de su antiguo amante le
estaban cobrando factura, precisamente en ese viaje tan esperado con los
chicos.
— ¿Qué te parece si damos un paseo? —propuso, con una sonrisa que no dibujó alegría en su mirada.
— ¿Qué te parece si damos un paseo? —propuso, con una sonrisa que no dibujó alegría en su mirada.
Ambos caminaron en absoluto silencio a la orilla de la playa, sin tocarse y sin mirarse más que de soslayo, se habían deshecho de sus zapatos, sintiendo solo la arena bajo sus pies y la brisa fría traída del mar, esperando aquel momento en que uno de los dos rompiera el silencio, pero por algún motivo ninguno se atrevía a hacerlo.
A unos cien metros de ellos, observaron una luz proveniente de una pequeña fogata, junto a un grupo de personas que a ritmo de la música y tambores bailaban disfrutando de la noche en la playa.
— ¿Quieres que nos lleguemos a ver? —pareció haber algo de qué hablar que no fueran las preguntas que sin hacer causaban dolor en él.
—Quiero quedarme un rato, aquí —anunció Pedro, sentándose sobre sus piernas dobladas.
— ¿Estás seguro?
— ¡Claro! La música llega hasta aquí y podemos acercarnos antes de partir. — Guillermo, lo miraba estudiando su rostro y viendo cómo sus cabellos se agitaban sobre su rostro.
Se veía sencillo y hermoso ante sus ojos. ¿Cómo podría vivir sin él? ¿Cómo iba a poder dejarlo partir?
Era
solo una idea recién nacida, ante la aparición de Malena, viajar solo a Italia,
pero de solo pensarlo el corazón se le encogía.
— ¿Por qué me miras así? —inquirió con una sonrisa—. No me digas que te molesta la arena en el trasero —se mofó conociendo de su fobia y comenzó a reír.
— ¡Ah! Así que sabes hacer chistes — Guillermo se dejó caer de rodillas en la arena y se abalanzó sobre Pedro, haciendo que ambos cayeran de espalda.
—No preguntes por qué te miro, no puedo dejar de hacerlo, como lo hice embelesado cuando fuimos a Chile, y es tu culpa vecino.
— ¿Por qué me miras así? —inquirió con una sonrisa—. No me digas que te molesta la arena en el trasero —se mofó conociendo de su fobia y comenzó a reír.
— ¡Ah! Así que sabes hacer chistes — Guillermo se dejó caer de rodillas en la arena y se abalanzó sobre Pedro, haciendo que ambos cayeran de espalda.
—No preguntes por qué te miro, no puedo dejar de hacerlo, como lo hice embelesado cuando fuimos a Chile, y es tu culpa vecino.
__Ya
no, ahora soy amante, amigo, concubino… prometido suena mejor, ya dejamos los
departamentos, y me costó, siento nostalgia de aquellas primeras noches.
__Te miro porque vos pareces uno de esos cisnes o duendes o sirena
masculina de las historias de marineros,
que llaman con su canto a los pobres infelices, atrayéndolos y enamorándolos
para luego... —su frase quedó sin terminar ya que Pedro prorrumpió en carcajadas.
—Es una muy triste metáfora —logró decir, aún bajo su peso—, aunque no podría ser tan cruel y arrancarte el corazón.
—No, eso no es posible —murmuró mirándolo a los ojos __. Pedro, fue un encuentro casual por la causa de Matías y los hombres de Miguel, y él se equivocó intentando seducirme, olvídalo cielito, es solo un amigo.
—Es cierto —concordó, sintiendo cómo el aire comenzaba a faltarle ante aquel hermoso café de sus ojos por el cual sentía que se desintegraba en miles de pequeñas células conformando el universo.
—Ya tienes mi corazón, Guille, si lo deseas puedes darme el tuyo, no tengo riquezas ni títulos de nobleza, solo fui tu vecino alocado y pobre, pero te ofrezco todo lo que soy, y lo que tengo acá —sus palabras fueron tan sinceras, reales, y dulces, sin cabida a dudas, que no pudo evitar que su corazón temblara como hoja movida por el viento, rozó con la yema de sus dedos el rostro de él y sintió el mismo estremecimiento que lo recorría, sus ojos no podían separarse del otro como si cada gesto, cada rasgo de su rostro, sus labios y cada parte de su fisonomía se perpetuaran por la eternidad en sus memorias.
—Y vos el mío, cielito. Siempre lo tuviste —respondió, arriesgándose a quedar descubierto ante él.
—Prometo preservarlo, cuidarlo y amarlo —sus ojos brillaron cual dos luceros en la penumbra, se acercó a sus labios y depositó un beso sutil en ellos, cauto y tierno, como si con rozarlo le robara a la noche algo sagrado.
Lo observó con los ojos cerrados, se veía dulce e inocente como antes, como siempre lo había recordado. Volvió a besarlo y esta vez más apasionado, manteniendo la calma y la cautela en el beso, Pedro gimió en sus labios, causando que él sonriera con placer, con lo que aprovechó a internarse en su boca como explorador ávido de aventura, cual marinero que ansía el mar, como un niño extraviado buscando su hogar. Poco a poco, todo se tornó intenso, el deseo se estaba apoderando de ellos, las ganas de ser uno solo, como el tiempo pertenecía al todo.
—Debemos parar... debemos parar —susurró en su boca, tratando de amainar la intensidad de aquella ola de pasión, que arreciaba sobre ambos.
—Lo sé y no es el modo en el que quiero que perdamos la cabeza, frente a un montón de gente danzando alrededor de una fogata —razonó él riendo.
—Sí, no creo que debamos desviarlos de su diversión.
Guillermo
lo miró pícaro y con esa absurda sonrisa torcida en los labios. —Pedro Beggio,
te has vuelto muy travieso. ¿Todo olvidado entonces?
__Lo
olvidé al momento, ese cara de cera no
es competencia para tu exvecino, Graziani.
__Y
no te dejaré ir solo a Italia, Beggio. Ahora somos socios en el estudio y en la
vida, la presencia de mi hijita no hace que no vaya con vos a todos lados.
¿Vamos
a la habitación?
-Esta noche, como cada noche, invado tus sueños, y lo hago en total silencio, con el solo
objeto de saciar mis deseos, lentamente
te acaricio y revoluciono tu cuerpo, logrando así despertar esas ansias dormidas en ti, y haciendo de esta noche, una noche
ardiente,
una noche donde explota el placer, donde robo tus besos, donde enciendo tu cuerpo, donde bebo gota a gota la humedad de tu piel excitada y absorbo cada uno de tus suspiros, llevándote así al éxtasis total y que hace que al amanecer tu cuerpo despierte entre sábanas húmedas. Ven, te invito a que habites unas horas unos minutos, lo que tú desees; sumérgete en mis aguas, mar adentro, hasta que llegues a lo más profundo.
una noche donde explota el placer, donde robo tus besos, donde enciendo tu cuerpo, donde bebo gota a gota la humedad de tu piel excitada y absorbo cada uno de tus suspiros, llevándote así al éxtasis total y que hace que al amanecer tu cuerpo despierte entre sábanas húmedas. Ven, te invito a que habites unas horas unos minutos, lo que tú desees; sumérgete en mis aguas, mar adentro, hasta que llegues a lo más profundo.
Pero ten cuidado. Mis aguas son peligrosas y
adictivas, no dejes de explorar cada uno
de mis senderos, porque al hacerlo te
darán ganas de querer más. Te haré la invitación con un beso, que con disimulo te llene de deseos, y con tus manos calurosas disminuya mi
impaciencia. Impaciencia a que me enseñes a alcanzar los orgasmos que al besarme provocas con tu
lengua, que tu experta caricia
transcurra en el tiempo, al compás de nuestro gemidos, adueñándose así hasta de
mi más pequeño sentir. Harás que al no
tenerte cerca de mí, cada pensamiento y
suspiro que tenga de ti sea con lujuria
y así tendré que buscar a tu lado una respuesta; pero que esta no muera en el
tiempo de espera porque estaré ansioso
de tenerte de nuevo.
Hoy acariciaré tu cuerpo
hasta extasiarme de pasión, hasta
hacerlo mío, haré míos tus ardientes
labios, nadie ha llegado jamás, y así convertirte y llegar hasta donde tornes
en esclavo de mis ganas, también
haré míos tus suspiros y jadeos, hasta
desgastar la carne llenándote de mí, besándote después de amarte, porque haré
míos cada uno de esos deseos que aún tienes pendientes, y que incineran tu cuerpo por esas pasiones silenciadas, tratando
y logrando así que tengas el placer inagotable de ser amado y así poder consumar
cada una de tus fantasías. Te amo, Guille, pase lo que pase en Italia, nada de
lo que tenemos contigo y los chicos tiene que cambiar. Bésame, hazme el amor.
Tras ese apetito que se diluye ante mis besos
s saciando el hambre que me quema las entrañas, con ese toque entre lo divino y
lo perverso quiero devorar sus exquisitos frutos
Quiero morder sus labios en mi paso mientras modelo con las yemas de mis dedos su silueta,
mientras usted aprisiona mi cabeza contra su pecho sintiendo estremecer su piel con la voracidad que hay en mi lengua. Y aunque podemos saborearnos mutuamente, usted prefiere ver cómo lo devoro, cómo manejo la ansiedad desde sus pies a su cabeza sin una sola pausa de decoro. Siente mis labios recorrerlo sin distracción alguna, y complaciente me ofrece la entrada al paraíso. Le excita ver qué de un espíritu salvaje lo complace como el siervo más tierno y más sumiso. Mi paladar se extasía con sus sabores, mis oídos quedan en el limbo por sus espasmos y gemidos, pero no permite que me detenga al sentir sus pezones comprimidos en mis manos y mi caliente aliento invadiendo sus muslos, provocándole temblores y alaridos al abrasar su fuente.
Amo ver cómo se deshace entre mis manos y con su rostro de delirio agradecido, es casi intolerante el masaje de mis labios y para saciar todo mi apetito, succionan y suavemente limpio con mi lengua hasta el último rincón donde minutos antes se desbordaba su mar de placer en mi boca. De forma minuciosa mis ojos buscan un espacio que no haya sido explorado por mis labios y al ver su rostro de satisfacción y por toda su piel las huellas de mis labios y mis manos, nuestros cuerpos bañados de sudor y el aliento aún no recuperado, comprendo que a veces hay más placer en ver, cuándo nuestra piel es devorada por bocados.
Quiero morder sus labios en mi paso mientras modelo con las yemas de mis dedos su silueta,
mientras usted aprisiona mi cabeza contra su pecho sintiendo estremecer su piel con la voracidad que hay en mi lengua. Y aunque podemos saborearnos mutuamente, usted prefiere ver cómo lo devoro, cómo manejo la ansiedad desde sus pies a su cabeza sin una sola pausa de decoro. Siente mis labios recorrerlo sin distracción alguna, y complaciente me ofrece la entrada al paraíso. Le excita ver qué de un espíritu salvaje lo complace como el siervo más tierno y más sumiso. Mi paladar se extasía con sus sabores, mis oídos quedan en el limbo por sus espasmos y gemidos, pero no permite que me detenga al sentir sus pezones comprimidos en mis manos y mi caliente aliento invadiendo sus muslos, provocándole temblores y alaridos al abrasar su fuente.
Amo ver cómo se deshace entre mis manos y con su rostro de delirio agradecido, es casi intolerante el masaje de mis labios y para saciar todo mi apetito, succionan y suavemente limpio con mi lengua hasta el último rincón donde minutos antes se desbordaba su mar de placer en mi boca. De forma minuciosa mis ojos buscan un espacio que no haya sido explorado por mis labios y al ver su rostro de satisfacción y por toda su piel las huellas de mis labios y mis manos, nuestros cuerpos bañados de sudor y el aliento aún no recuperado, comprendo que a veces hay más placer en ver, cuándo nuestra piel es devorada por bocados.
Recorro los senderos de tus muslos a tientas,
como un ciego vadeando lagunas insondables, océanos de fuego, volcanes
palpitantes y candentes hirviendo entre mis dedos. Me arrastro, peregrino de tu
cuerpo surcando tus arenas en busca del oasis primigenio donde mana la vida y
hundo mi cabeza entre las aguas
placenteras que emergen de tu fuente y que sanan mis heridas.
Mi lengua juguetea entre tus montes empapados
de rocío, y más tarde penetro en ese túnel secreto navegando
como un pez insaciable que se pierde en los fondos abisales de tu divino
secreto donde dejaré mi esencia al estallar en estrellas. Ya he bebido del maná que en tus entrañas los dioses
atesoran. Cuando desnudo, entrego en tus abismos mis últimos suspiros, tras el
furioso vaivén de dos cuerpos en uno, el
cosmos eclosiona y me desborda en un mar infinito, donde muero y renazco de tu
magma como si fuera un niño.
__Llegas a mí desde el misterio de tus
soledades encendidas. Apareces, y un destello lujurioso de mirada de fuego
quema mis pupilas cuando me sonríes con tu aliento a fresas y ardiente me robas mil vidas. Y así, entre un embrujo y
lo real, nace el milagro de tu cuerpo.
Tu belleza se parece al cielo, cuando en sus rojas auroras florecen flores allí donde buscas amor, en tu horizonte de fuegos y gratos resplandores.
Tu belleza se parece al cielo, cuando en sus rojas auroras florecen flores allí donde buscas amor, en tu horizonte de fuegos y gratos resplandores.
Tus curvas y contornos rompen los embrujos al amparo de las
profecías desatando en mi alma música y
pasiones con fuego, amarte hasta que mi vida no exista, y este
deseo que fluye al alma mía. Embrujas mi cuerpo y alma con la luz de tus ojos color del fuego.
Me llevas a penumbras de tu túnel y una extraña ternura y congoja me invade entre las brumas de bosques encantados donde vuelan luciérnagas rojas. La brisa perfumada se torna amante y tibia, con tu aliento de fuego. Tu boca ardiente vierte risas de invierno que revelan tus secretos eternos y tus manos tibias trazan surcos de fuego a mi espalda y mis muslos en vuelos etéreos.
Me llevas a penumbras de tu túnel y una extraña ternura y congoja me invade entre las brumas de bosques encantados donde vuelan luciérnagas rojas. La brisa perfumada se torna amante y tibia, con tu aliento de fuego. Tu boca ardiente vierte risas de invierno que revelan tus secretos eternos y tus manos tibias trazan surcos de fuego a mi espalda y mis muslos en vuelos etéreos.
Has despertado en mí, embrujos y locuras de
lujurias apasionadas. Tu desparpajo y tu desnudez van gestando una tormenta en mi morada cuando
mis manos buscan la turgencia de tus
pezones, de ti enamoradas.
¡Eres tan hermoso! Como un capullo
encendido de una rosa roja. Padezco tu
amor imaginando no tenerte, y con dolor en la misma sangre cuando mis otoños se
mueren es tus primaveras, con mi pasión que arde. Aunque me robes el alma, ente
tus embrujos apasionados, te amaré hasta verte volar a tu infierno, de ti
enamorado para siempre.
Mis desvelos saben a ti, al sabor de tus
labios cargados de besos, besos colmados de miel y llenos de deseo; a la
suavidad de tus manos que me acarician y no dejan nada de mí por descubrir; al
delirante aroma de tu piel que me embriaga cual vino fino, divino placer que me
deleita hasta la saciedad; a la febril sensación que me recorre cuando me miras
tan sensual y a la vez tan inocentemente, tu mirada me penetra en lo más
profundo de mi ser y cada fibra en mí se estremece y entonces termino repleto
de ti.
Mis trasnochos tienen tu nombre, con su carga de dulzura, con su toque de sensualidad, con lo tierno de cada letra en este que me hace enloquecer cuando en mi mente lo recreo y te tomo de la mano para no dejarte escapar, con el sonido de tu voz que me susurra al oído mil 'te amo' y cierro los ojos para sentirte cerca y te imagino en mis brazos y te devoro a besos y me interno en ti hasta poseerte, hasta que me posees, hasta poseernos.
Mis desvelos son fantasías y realidades que llevan tu rostro, mis trasnochos son deseos y necesidad de tenerte tan cerca de mí para amarnos, para de amor y pasión colmarnos.
Mis trasnochos tienen tu nombre, con su carga de dulzura, con su toque de sensualidad, con lo tierno de cada letra en este que me hace enloquecer cuando en mi mente lo recreo y te tomo de la mano para no dejarte escapar, con el sonido de tu voz que me susurra al oído mil 'te amo' y cierro los ojos para sentirte cerca y te imagino en mis brazos y te devoro a besos y me interno en ti hasta poseerte, hasta que me posees, hasta poseernos.
Mis desvelos son fantasías y realidades que llevan tu rostro, mis trasnochos son deseos y necesidad de tenerte tan cerca de mí para amarnos, para de amor y pasión colmarnos.
__
_ ¿No es genial pa?, plata nos sobra _ se
entusiasmó Fabián.
__Hijo, paso a paso, despacio, recuerda lo que Italia.
__ ¿Iremos papi? Aunque si es tu luna de miel
no deberíamos.
La ocurrencia de Malena hizo reír a todos.
__No amor mío, no es nuestra luna de miel, y
ya veremos si Fabián y tú vienen, ¿recuerdas lo que te contó Pedro de su mamá?
La niña hizo un gesto de reconocimiento.
__Cierto, tienes que ir a buscarla, está
bien, papá, lo que tú digas. ¿Iré a conocer el estudio?
Sí hijita, claro.
Mientras Guillermo perdía la lengua en la
cuchara colmada de mermelada, Pedro lo hacía en algún punto distante imaginando
su vida cuando todo acabara y al tiempo se iniciara al regresar de Europa.
“Esperaba a su amado con toda intención de soltar su arrebato al verlo, tan rápidamente como haría con su largo y castaño cabello. No era su amor, era más que eso, mucho más. Era su voluntad, su príncipe azul que no se había desteñido un tono en estos años que llevaban compartiendo sus corazones. La emoción al aproximarse el horario en que él llegaba a casa, era tan intensa que hasta las cosas se les caían de la mano mientras solo pensaba en remilgarse en su cuello y besarlo tiernamente y verse reflejado azulado en los ojos de ese, ese al que pertenecía en cuerpo, alma, y seguramente cualquier cosa más que hubiese escondida por los pliegues de este amor eterno.
Preparar la comida, la mesa, y los quehaceres diarios era algo que hacía casi sin darse cuenta pues su mente solo refrendaba imágenes en las que se diluía en los brazos de él y de algún modo se daba cuenta que era una locura, que un amor así era solo posible en una novela romántica, una de esas en que el amor inunda las páginas convirtiendo todo en rosa puro y aroma dulce de pasión perfecta. Encendió las velas como flotando en el aire, soñando el momento en que él las soplaría y todo se tornaría en locura ahí mismo, y teniendo una vista anticipada del paraíso, solo que vertido allí, en la alfombra clara que espera paciente la furia que casi todas las noches contempla en la más absoluta pasividad, hasta que esos cuerpos jadeantes casi al borde de la muerte emocional, luchan por volver a la vida con la sola esperanza de repetir el ritual la próxima vez.”
Pedro recordaba sus noches de amor y
proyectaba a futuro, Guillermo leía ahora un cuento a Malena, muy diferente al
de ellos, uno que vivió con mujeres y otros.
--Sonó el timbre de la puerta y las manos fallaron. Levantó el libro que tan puntillosamente sorbe en la soledad de su alma más que en la real. Se apresuró a esconderlo tras los frascos pulcramente acomodados en los estantes de la cocina y corrió hacia la puerta y la abrió, con la emoción cubriendo finamente sus ojos. Él entró sin expresar sentimiento, ni palabra, ni nada. Él esbozó un tibió “qué tal”, que retumbó en el marco de la puerta varias veces hasta que no fue más. Secó esos ojos que no se reflejaron en ningún lado y volteó resignado esperando lo de siempre. “¿La comida?”, resopló él mientras su atención se la regalaba toda al televisor ahora encendido. “Ahí la sirvo”, respondió el otro esforzando una intención copiada a su héroe de la novela que lee. Mientras miraba al que alguna vez soñó como príncipe devorar lo que estaba sobre la mesa, trató de imaginar la escena romántica que podría tranquilamente acontecer poco después, pero eso no sucedería. Recompuso su mente y ya no pensó en lo que aún faltaba por soportar en la cama fría y el supuesto acto de amor desplegado por su esposo, mientras cada cincuenta por ciento de esa pareja sobre el lecho de amor indigno, soñaba con algo más que lo que sucedía allí en ese momento.
De lado sobre la cama matrimonial, fingiendo un cansancio comparable al emocional, él contaba los minutos que lo separaban de la historia de amor que mañana tendría entre sus manos. Historia de amor en la que él, Guillermo junto a Pedro, sin tener que pedir permiso a nadie, sería el protagonista.
_ ¿Te gustó? __preguntó Guillermo a Malena.
__Más o menos. ¿Por qué no es feliz el
protagonista en su casa?
__Porque no ama a la persona con la que vive,
sino a la que lo espera.
__ ¿Como tú y mami o Ana?
__Así es preciosa, papá solo fue feliz cuando
conoció a Pedro.
Guillermo se sintió embargado de emoción en
tanto esperaba a Pedro y Fabián para llevar a la nena a un cumpleaños.
__ ¿Listos ustedes? __interrogó Fabián
arrebatándole a su hermana de los brazos.
__Listos. ¿Hijito estás seguro de que esa gente es respetable?
__Pero sí, papá, es la hermanita de una amiga
de la facultad, será un día precioso
para Malena.
__ Vamos amor, que si queremos que viajen a
Italia con nosotros, Male tiene antes
que salir un poco por acá.
__Sí papi, por fa. , además Guidro nunca me
deja sola y me guía.
__ Vamos, si sale hoy todo bien, una vez el médico me dé el alta del chequeo
tras la paliza, sacaremos los pasajes, haremos las reservas para el viaje.
La merienda campestre organizada para los
niños asistentes al cumpleaños tenía lugar en
una zona de provincia provista de colinas, rodeadas de un bosque y
arroyos, más allá el mar y el country en
medio de cinco hectáreas de jardines cuidados, algunos simulando los de pequeños castillos franceses
como así también la arquitectura y decoración de la mansión que dejó atónitos a
los presentes, entre ellos a los
Graziani- Beggio.
Los coches llegaron en caravanas y una
multitud de niños de entre cinco y doce años
salió a los jardines para saludar a los recién llegados a medida que
bajaban de los coches, hasta que muy pronto hubo un bullicioso enredo entre adultos y niños, estos pasando entre
las piernas de los mayores en busca de camaradas y posibles nuevos amigos,
todos hablándose entre ellos a gritos, a un volumen que podría haber sido
escuchado a cinco kilómetros a la distancia. Guillermo ya llevaba una expresión
severa en el rostro que sugería que prefería estar en cualquier otra parte
menos allí y en medio de la muchedumbre.
__Recuérdame que te mate, Fabián, ¿acaso no
sabes lo que me causa la muchedumbre? Solo falta que esté Ana y cartón lleno _le recriminó a su hijo
mientras ensayaba una sonrisa cuando Pedro le aferró la mano y con la mirada le
marcó la presencia de la nena.
__ ¿Estoy linda papi?
__Como una princesa mi niña _respondió con
orgullo Guillermo que contempló extasiado a Malena ataviada con su mejor
vestido blanco regalo de esos días del hermano y el pelo recogido atrás, alto,
con una cinta blanca__. Te voy a bajar yo, y luego no te sueltes de la
mano de uno de nosotros y de la correa
de Guidro, ¿bien?
__Lo prometo, papi, gracias _ dijo con voz
tierna, la cara levantada hacia la voz de su padre dibujando una traviesa sonrisa.
Pedro lo miró a los ojos y en ellos había
profundidades que al instante lo hacían pasar a través de esa coraza bajo la
cual se ocultaba el hombre cálido y apasionado que era.
Al llegar Guillermo descendió, se giró hacia el automóvil para ayudar a
alguien a bajar, tomando a su hija por la cintura la levantó en el aire antes
de depositarla en el suelo, asida de su mano, y por la otra de la correa de
Guidro que no se separaba de ella,
mientras Fabián estacionaba.
Luego de las presentaciones y más o menos
media hora después, un real ejército de niños iban caminando en absoluto
desorden hacia el sitio de la merienda, una amplia y llana extensión de césped
al lado de un lago, a la derecha de la casa, los mayores corriendo delante, los
pequeños que apenas sabían andar montados en los hombros de algún adulto, los
bebés llevados en brazos, moviéndose sin parar o durmiendo.
Malena enseguida se hizo compinche de dos
nenas, una de alrededor de trece años e iban saltando.
__Mira cuando con la herencia haga construir una casa así papá _ dijo
Fabián__. Estaría bueno tenerla en la costa.
__Perderás
la fortuna tras dos años de mantenerla hijo, tienes que consultar con
alguien que entienda, amén de que me cuesta creer que alguien viva en esta
opulencia, nuestra casa siempre ha sido cómoda pero esto es demasiado.
__Es como un mundo mágico aislado del otro, si pueden permitírselo, no lo veo mal.
__Allí está el problema _intervino Pedro por
primera vez__, es todo lo que hay. No creo que sea bueno aunque entiendo que te
deje impactado y admires a esa gente, Fabián, inclusive tal vez mi madre hoy viva así en un palazzo
en Italia, pero creo es todo fachada.
Habría que saber cuánto de corazón hay debajo, de lo contario es solo buena
pinta, belleza, un buen sastre y dinero.
__Así es hijo, opino como Pedro, esto es algo
demasiado superficial para mi gusto, y está comprobado que la gente se aburre
de esta frivolidad, no tienen la intimidad de una familia común que pelea el
día a día, pero, de todas formas no dejo de reconocer que hay que ser valiente
para haber organizado una merienda al aire libre como esta, porque además de
los niños, la explanada de la casa tiene al menos tantas personas como en la
noche puede que asistan al salón de baile.
Aunque no era necesario vigilarla mucho,
Malena la estaba pasando en grande, acompañada de cerca por Guidro, a pesar de
que ahora no lo necesitaba como guía pues estaba disfrutando de tortas y
chocolate, se la veía mejor que nunca en
su vida y era lo único importante. Adultos sentados en las terrazas linderas a
la casa como niños peleaban por tomarla bajo su cuidado, sin embargo eran otras
niñas las que la llevaban para presentarla a amigos y compañeros. Un grupo la
invitó a sentarse a orillas del lago y pasar ahí un rato.
__Doctor Graziani, es un gusto verlo __dijo
un juez que lo sorprendió caminando de la mano con Pedro__ ¿Su prometido?
__Pedro Beggio, encantado. Iré con la nena,
Guille _-dijo este, y el juez rodeó los hombros de Guillermo.
__ ¿Enamorado al fin?
__Muy enamorado, Pedro es todo en mi vida, es
perfecto. Es simplemente tal como tantas veces lo soñé, imperfecto, incorrecto,
inestable... Pero para amar, único y
exclusivo como nadie. Un toque de locura
en cada risa, un tanto rebelde y de lo
que guarda bajo esa silueta
y en sus ropas sé que de todo, a mí me dedica más del ciento por ciento. Pedro es tal como yo tanto lo deseé y como viejo amigo de mis padres, de Pablo y más tarde de mí, lo sabes. Solo dócil ante el amor que yo le otorgo las caretas falsas para él son un triste estorbo y coincidimos en que solo y él y yo somos pacientes perfectos d el mismo manicomio. ÉL es así, tan perfecto en sus esquinas entre inocencia de un infante y la seducción recatada perfecta. Aunque no lo acepte ni lo sienta su piel conserva una embriagante temperatura, y cuando se entrega a mí hacemos derroche de locura.
A veces explosivo, apaciguado por esas caricias de las cuales en total le pertenecen, comprensivo, compartido, sus labios son unos manglares de delicias que podemos disfrutar
entre guerra de almohadas, besos, abrazos y mordidas _ dijo sin sonrojarse al que quería como a un padre, Guillermo __. ¿Qué nos une más que nada? Una locura, una complicidad a la misma altura. Yo puedo ser sequía y él lluvia y nuestro tratamiento medicado. Es hacer de vez en cuando el amor bajo la hermosa luz que despide la luna o en el piso, él es así, tan informal a la hora de amar q que puedo amarlo en la cercanía y la distancia, cuando lo observo caminando con soltura por la casa, cuando en mi cerebro tengo memorizada su natural fragancia tan única. Él tan mío con un toque sutil de celoso o posesivo.
Pero nos amamos tanto que no hay reproche, porque mi corazón le pertenece mi piel, mis pensamientos, mis huesos, hasta el último aliento de mi vida.
y en sus ropas sé que de todo, a mí me dedica más del ciento por ciento. Pedro es tal como yo tanto lo deseé y como viejo amigo de mis padres, de Pablo y más tarde de mí, lo sabes. Solo dócil ante el amor que yo le otorgo las caretas falsas para él son un triste estorbo y coincidimos en que solo y él y yo somos pacientes perfectos d el mismo manicomio. ÉL es así, tan perfecto en sus esquinas entre inocencia de un infante y la seducción recatada perfecta. Aunque no lo acepte ni lo sienta su piel conserva una embriagante temperatura, y cuando se entrega a mí hacemos derroche de locura.
A veces explosivo, apaciguado por esas caricias de las cuales en total le pertenecen, comprensivo, compartido, sus labios son unos manglares de delicias que podemos disfrutar
entre guerra de almohadas, besos, abrazos y mordidas _ dijo sin sonrojarse al que quería como a un padre, Guillermo __. ¿Qué nos une más que nada? Una locura, una complicidad a la misma altura. Yo puedo ser sequía y él lluvia y nuestro tratamiento medicado. Es hacer de vez en cuando el amor bajo la hermosa luz que despide la luna o en el piso, él es así, tan informal a la hora de amar q que puedo amarlo en la cercanía y la distancia, cuando lo observo caminando con soltura por la casa, cuando en mi cerebro tengo memorizada su natural fragancia tan única. Él tan mío con un toque sutil de celoso o posesivo.
Pero nos amamos tanto que no hay reproche, porque mi corazón le pertenece mi piel, mis pensamientos, mis huesos, hasta el último aliento de mi vida.
__Irreverente como cuando eras un chiquillo,
¿verdad?
__Algo menos, pero Pedro es así, mi socio de
momentos de silencio, quien le da
sentido a mis suspiros, a mis deseos, a tiempos, a los trastornos que hay en mi cerebro. Yo
soy su loco aventurero. El que a su alma,
a su piel y corazón le podría escribir toda una enciclopedia
de prosas, de poesías o de versos. Pero él es así y así lo amo, así lo quiero. Porque en este universo donde se premia a la cordura, luego de tantos lo prefiero a él con sus hermosas porciones de amor y de locura.
de prosas, de poesías o de versos. Pero él es así y así lo amo, así lo quiero. Porque en este universo donde se premia a la cordura, luego de tantos lo prefiero a él con sus hermosas porciones de amor y de locura.
__Me alegro, muchacho, lo mereces luego de
tanto padecer, supe lo de Miguel, lo de tus padres y Bruno, que casi te matan,
y ahora debes de seguir adelante liviano, sin reparos porque lo mereces, y ese
muchacho y tus hijos seguramente también.
Después de la merienda, unas maestras jóvenes
decidieron organizar unos partidos de críquet para todos los niños a los que
les interesara participar, Malena no podía, pero con una amiguita nueva
decidieron quedarse allí de todos modos, la chiquilla le explicaba lo que
ocurría. De repente se produjo un momento extraordinario cuando Fabián se hizo
del bate, hizo todo un espectáculo para colocarse delante de los postes y paró dos
de las pelotas que le lanzó su nueva admiradora, Valeria, compañera de
facultad y causa de que en verdad
estuviera allí, pero justo antes de que esta pudiera lanzarle otra pelota, él
se enderezó y miró pensativo a las dos niñas.
__Espera _ dijo __, necesito ayuda. Malena,
ven aquí a batear conmigo y así me traerás suerte.
Diciendo esto, fue a tomarla de la mano y la
llevó a situarse delante de los postes mientras Pedro tomaba a Guidro por el
collar para impedir que la siguiera. El hermano se inclinó a explicarle algo a
la niña.
__Sí _ dijo Valeria__, Malena va a batear,
vamos preciosa.
Mientras Guillermo observaba ceñudo temiendo
el fracaso de su hija, Fabián se puso detrás de Malena rodeándola con sus
brazos, le acomodó las manos bajo las suyas alrededor del mango del bate y
luego miró a Valeria.
__Ahora, Vale _ gritó__. Tíranos tu mejor
boleo. Vamos a golpear para un siete, ¿sí hermanita?
La cara de Malena estaba radiante de
entusiasmo.
Pedro giró levemente la cabeza para mirar a
Guillermo y no perderse a Malena al momento de batear con su hermano, y vio que
estaba observando atentamente a sus hijos.
Valeria llegó
con sus mayores zancadas hasta la
mitad del campo y luego lanzó la pelota con mucha suavidad hacia el bate.
Fabián con las manos sobre las de Malena,
echó atrás el bate, y le movió hacia delante, dándole a la pelota con un
satisfactorio crac.
Malena chilló y rio.
La pelota voló por el aire directo a las
manos levantadas de Valeria, que inexplicablemente no logró tomarla bien,
pareció tomarla por sorpresa, tocarla con torpeza, y se le resbaló cayendo al
suelo.
Pero Fabián no se quedó a esperar lo que
parecía a todas luces un fuera de juego, tomó a la nena por la cintura y corrió
con ella de un poste al otro hasta hacer dos carreras, anotándose dos puntos.
Se estaba riendo, también Malena,
desternillándose de risa. El equipo lanzaba vivas. Guillermo también estaba
riendo y lanzando vivas, hasta que Fabián se inclinó a besar a su hermana y al
instante llegó a ellos Valeria para
llevarla a participar de otro juego, mientras Pedro se unía a Guillermo a
tiempo para ver las lágrimas asomando a sus ojos.
__ ¿De verdad es su hija bastarda, Graziani?
_interrogó otro invitado, para desgracia
de Guillermo conocido de la fiscalía.
Su primera intención fue romperle todos los
huesos, mas la ternura de ver a Malena en un círculo que se disponía a jugar al
corro lo detuvo.
__ Hay sucios de mente y corazones vacíos, hay mentes andrajosas y cuerpos harapientos. Cuerpos bien vestidos pero sucios por dentro. Hay ricos en la pobreza y humildes ricos.
Las apariencias engañan, de lo que siembra recoges. El mundo está lleno de hipocresía; nada importa el hermano caído, mientras no sea nuestra sangre __dijo impasible mientras Pedro miraba ya a él, ya a Malena __. La indiferencia es tal, que un animal herido es más que un semejante moribundo. Los valores son el portafolio de la economía donde el peso es moneda y el dólar oro. Las gallinas de arriba cagan las de abajo y dedo parado es aquel que camina por encima de otros.
Le huimos a la miseria, sin darnos cuenta que cargamos con pobreza mental. Somos jinetes por lucir pantalones, pero las gallinas tienen huevos. Si las mentes se dislocan, entonces el psiquiatra es loco, loquero que quiere que el enfermo lo entienda. Si los valores se pierden, no necesito monedas. La decadencia es la deshonra de los valores.
Me gusta señalar con el dedo porque me creo importante - si no lo fuere, renegaría del que me señala.
Reliquias de amor, son migajas de cariño. Me siento cómodo al lado de mi vecino pobre: estamos muertos.
¿La competencia terminó y quién ganó? -usted un traje de seda y yo de humildad; qué extraño que los gusanos no lo notaron.
Resalta tu lapidario de castillo fósil; muertos vagamos por el cementerio sin entender que es estrato social. Nos reímos porque queremos y somos felices sin saber por qué. Las metas son difíciles, qué metas, la de caminar parece más fácil. Casarse parece de cacería, y el cazado con soga. Entre más brutos más tercos defendiendo la ignorancia.
Si no tuviéramos competencia andaríamos parados en la cabeza: los piojos.
No andamos en cuatro para no ladrar ni que nos digan perros así lo seamos.
Machista es aquel que se las tira de perro maullando fino siendo vagabundo.
La que más se acomode a tu estado, acéptala, y entonces comprenderás; que de la tierra al cielo hay un paso, pero una caída desde allá debe doler.
No te aflijas por lo que no sos, que cada quien es distinto y en el árbol de la vida siempre habrá consuelo; otros más feos que nosotros. Si deseas otro idioma, contrata un boquinche.
Es mi hija y lleva mi apellido, y no es hija
de mi ex esposa porque es verdad, tenía
entonces una amante de una noche que la parió, pero es tan legítima como
Fabián, la amo, es ciega y es nuestro mayor tesoro, adiós, doctor.
Vamos Pedro.
Casi
corrieron hasta alcanzar a Malena, y tomándola cada uno de la mano,
mientras ella levantaba hacia uno y otro la cara con expresión de dicha, como
si toda la luz del sol la hubiera inundado por dentro, siguieron a los adultos
que corrían con niños en los hombros, sonriendo a su vez con inmensa ternura.
El grupo comenzó a dar vueltas y vueltas cantando y llegado el momento todos
se soltaron de las manos, se arrojaron al suelo chillando encantados, y luego
volvieron a ponerse de pie y tomarse de la mano, a reanudar el corro una y otra
vez.
Pero
Malena, Pedro y Guillermo no se soltaron. Se arrojaban al suelo juntos riéndose
y la niña estaba radiante de entusiasmo y felicidad, tanta para ellos que
estaban a punto de echarse a llorar no sabiendo muy bien el porqué. O tal vez
sí lo sabían, pero el número de causas era desconcertante y no supieron
determinar cuál era la más importante.
Guillermo estaba más apuesto que nunca
con jeans, remera y zapatillas jugando y
brincando con los niños más pequeños y
sonriéndole a su hija feliz, desentendido de comentarios malintencionados,
fuesen de su hija o de su pareja con un hombre.
__Es una fiesta hermosa Valeria _dijo Fabián
a su amiga__, gracias por invitarnos, creo que nunca había visto juntos a
tantos niños y tan absolutamente felices y todo está muy bien organizado.
__No tienes que dar gracias, me emocionó lo
de tu hermanita y pensé que sería ideal para ella, y sí está todo muy
organizado.
Además de juegos de antes de la merienda y el
partido de críquet y el corro, había un grupo jugando a las estatuas, en otro
grupo se daba clases de tiro al arco a un grupo de niños mayores, y otros
habían ido a los botes a dar una vuelta por las cercanías de la costa y por el
lago. En rincones y sillas había grupos
de niños o jugando solos, vigilados por señoras mayores,
madre de alguno. Otros trepaban a los árboles y padres o abuelos entretenían a
los bebés.
Ninguno de los invitados daba señales de
querer marcharse.
__Pedro, ¿vamos a dar una vuelta por la
orilla del lago? Nuestra presencia acá es innecesaria, está Fabián con su amiga
y montón de personas cuidando de los niños, y necesito alejarme, por momentos
ciertos encuentros me hicieron arrepentir de haber venido.
__Vamos, entonces, será agradable, la nena
está con Guidro y su hermano y rodeada de adultos.
Y lo fue, disfrutaron de la caminata al sol,
del pintoresco entorno y de la compañía, descubrieron a algunos en tumbonas al
sol, ya en la playa más lejana o junto a una piscina que no vieron antes,
intercambiaron ideas y opiniones del día y del próximo viaje.
__ ¿Quiénes eran esas personas? _preguntó
Pedro.
__El juez… buena gente, amigo de mis padres,
me conoce desde que nací, el idiota de recién… eso, un idiota lleno de
prejuicios cuando tiene diez amantes y decenas de hijos bastardos _rio.
Pero los niños no se cansan fácilmente, por
lo que cuando media hora después volvieron de la caminata, todavía había una
multitud de ellos arremolinados en la extensa explanada, jugando a uno u otro
juego mientras los adultos participaban,
supervisaban o vigilaban sentados conversando.
A la primera persona que buscaron los ojos
fue a Malena, y aun mirando hacia todos lados cayeron en la cuenta de que la
niña no estaba allí.
A Guillermo el estómago le dio un
desagradable vuelco.
__ ¿Dónde está Malena? __le preguntó acercándose
como flecha a Fabián que intimaba con Valeria, muy cercanos.
__Con un bebé en los brazos _ contestó este
apuntando en dirección de una joven madre, que estaba con su esposo acuclillado
junto a su silla, con la mano sobre la cabecita del bebé y sonriéndole a ella
__. Bueno, hace un momento estaba con ese bebe en los brazos.
__ ¿Dónde está Malena? –volvió a preguntar
Guillermo vehementemente a nadie en particular.
__ ¿La niña ciega? _preguntó alguien__.
Siempre hay alguien cuidando de ella. No se preocupe.
__ ¿Dónde?
__Una chica le estaba enseñando a sostener el
arco y las flechas _respondió una chiquilla de unos ocho años.
Pero tanto Pedro como Guillermo vieron a esa
chica disparando una flecha a un blanco rodeada por un grupo de chicos que miraban
admirados, y Malena no se encontraba entre ellos. Fabián no se despegaba de
ellos, incrédulo de haber quitado la vista de su hermanita pequeña y
aterrorizado, Valeria lo seguía de cerca.
Creo que pensé que había ido con ustedes,
papá _dijo al fin y Guillermo hizo un gesto de que se apartara con la mano.
__Estaba con vos, Fabián, todo el tiempo
estuvo a tu cuidado, si le pasara algo… __el nudo que tenía en la garganta, que
podría instalarse allí para siempre y siempre desear ser torrente de llanto, le
impidió seguir hablando.
__Puede que haya ido a caminar con la maestra
de grado de muchos, señor _dijo una niña bienintencionada.
Pedro le apretó el codo, intentando calmarle,
podría ser, la maestra aludida no estaba
entre la multitud al igual que algunas niñas. Malena había ido entonces a
caminar con ellas. Y Guidro estaría también con ella.
Guillermo se dejó caer en una silla y justo
cuando empezaba a relajarse dando por sentado que su hija había ido con la
maestra y las nuevas amiguitas, reprendiéndose por haberse asustado tanto y ser
tan inseguro habiendo tantas personas cuidando de la niña, vio al grupo que
regresaba de su paseo por el lado de la
casa.
Se levantó como impulsado por un resorte,
mientras Pedro y Fabián daban un respingo… Malena no estaba en el grupo que
lentamente se acercaba.
__ ¿Dónde está Malena?_ preguntó.
Nadie contestó.
__
Malena se había sentido maravillosamente
feliz. Sabiendo que su padre y su hermano con Pedro estaban allí nada malo
podía suceder, y había venido al paseo con mucha ilusión, aun sin esperar
demasiado de sus capacidades. Para empezar no quería que sus nuevas amigas
dejaran de apreciarla, por lo que intentaba participar de todos los juegos.
Sabía que era hija bastarda y de una actriz o bailarina porque su madre le había explicado eso con mucha
claridad, mas ahora todo parecía ser diferente y todos le dijeron que era una
más de la familia y que sería presentada en público, además ya vivía con ellos.
Y se sintió feliz porque Guillermo la bajó en
los brazos del coche, y luego cuando gritaron todos con elogio cuando golpeó la
pelota con la ayuda de su hermano. Se colmó de dicha cuando sus dos papás
fueron a jugar al corro con ella, como hacían solos en la otra casa cuando ella
era pequeña, y no le soltaron la mano, riendo con ella cuando se tiraron al
suelo. Y cuando terminó el juego, Guillermo le volvió a retener la mano, le
prometió llevarla cuando hubiera alguno, a pasear en bote por el lago.
Y su corazón estaba a punto de reventar de
felicidad. Y de pronto esperó a que fueran a verificar lo del bote junto a su
hermano, pero cuando preguntó supo que habían ido a pasear un rato y que
volverían pronto.
Entonces quiso dejar a Fabián con su
noviecita y fue a conocer al bebé que una señorita le prometió que le dejaría
tener en brazos, algo que no había hecho nunca,
y casi lloró de felicidad. Pero pasado el ratito, el bebé comenzó a
gimotear, molesto, y la señora dijo que debía llevarlo a la casa para cambiarlo
y alimentarlo. Entonces le preguntaron si le gustaría ir a examinar los arcos y
las flechas y a oír el silbido que estas hacían cuando se disparaban y luego el
ruido que hacían cuando se hundían en el blanco.
Casi en el mismo momento la maestra le
preguntó si le gustaría ir a caminar con ella y sus alumnas, pero ya se sentía
algo deprimida y dijo que no.
Pero a los pocos minutos, cuando muchos se
pusieron a disparar flechas, lamentó no haber ido. Eso le habría servido para
pasar el tiempo hasta que sus papás regresaran del paseo.
Y entonces se le ocurrió una idea. Era una
cosa que les enorgullecería mucho, y
seguro que haría sentirse orgullosos de ella a sus papás.
El grupo de la señorita y sus alumnos no se había
alejado mucho, todavía.
Apretó con más fuerza la correa de Guidro y
se inclinó a hablar con él, el perro le echó el aliento en la cara
entusiasmado, y ella arrugó la nariz y se rio.
__Encuentra al grupo, Guidro _le dijo.
__ ¿Vas a alguna parte? _le preguntaron
varios.
Si lo decía insistirían en acompañarla, pensó
y eso estropearía todo.
__Voy a ir
reunirme con unas amigas _dijo vagamente.
Y en ese momento la mujer se distrajo.
__ ¿Y les vas a encontrar tú sola? __le
preguntó la mujer pero no esperó la respuesta.
Y Guidro se puso en marcha, seguido por ella,
sabía que había muchísimas personas reunidas allí. También sabía que no paraban
ni un rato quietas. Tenía la esperanza de que nadie se fijara en ella y se
ofreciese a acompañarla, menos Fabián, para dar alcance al grupo. Con eso
ganaría la confianza de todos y podría ir a Europa con ellos en marzo. Solo si
podía hacerlo ella sola. Guidro era su guía y podría llevarla dondequiera que
ella quisiera.
Respiró más tranquila cuando dejó atrás a la
multitud y nadie la llamó ni corrió detrás de ella. Incluso sonrió y se rio.
__Encuéntralas, Guidro _dijo.
Pasado un rato dejó de pisar hierba, el suelo
estaba duro, era un sendero o un camino. Guidro no lo atravesó, sino que echó a
caminar por él, la superficie continuaba dura.
La euforia de la aventura no tardó mucho en
disiparse. El grupo de la caminata debía de haber avanzado mucho más de lo que
había supuesto. Entonces detuvo a Guidro, aguzó el oído y llamó a una de las
nenas con las que había jugado. No oyó ninguna respuesta.
Guidro la tironeó y continuó avanzando, hasta
que de pronto sintió el sonido hueco de sus pisadas y comprendió que estaban atravesando
un puente. Buscó a tientas por los lados hasta que tocó una baranda. Oyó el
sonido del agua correr abajo.
Cuando llegaron en coche, había oído el
sonido hueco que hacían las ruedas y alguien le confirmó que iban pasando un
puente.
_ ¿Habría cruzado el puente el grupo? ¿Guidro la llevaba hacia ellos? ¿O iban hacia
otra parte?
¿Se había extraviado?
Sintió bullir el terror en su interior. Pero
eso era una tontería. Por las historias que le leía su padre sabía que las
heroínas no se aterran, siempre son muy valientes. Y lo único que tenían que
hacer era darse media vuelta por donde habían venido. Guidro conocía el camino
de vuelta. Ya había recorrido con él toda la ribera en el Delta, fuera guiada o
no por sus papás o Santiago que ahora se quedó cuidándola. Cuando estuvieran
cerca, oiría el sonido de las voces.
Se agachó a hablarle a Guidro, pero el pie se
le enredó en la correa, se tropezó y cayó al suelo cuan larga era. No se hizo
daño. Guidro se acercó gimiendo, le lamió la cara y ella le echó los brazos al
cuello y lo abrazó.
__Perro tonto _le dijo__. Te has equivocado
de camino. Vas a tener que llevarme de vuelta. Espero que nadie se haya dado
cuenta de que no estamos. Me sentiría muy tonta.
Pero el problema fue cuando se puso de pie y
se pasó las manos por su mejor vestido para quitarle el polvo y volvió a coger
la correa, no sabía de cara a qué lado estaba.
Dejó que decidiera Guidro. Le dio un suave
tirón a la correa.
__Llévame de vuelta _le ordenó.
No le llevó mucho tiempo darse cuenta de que
no iban por el camino correcto. Sentía el frescor de la sombra en la cara, y
percibía que eso no se debía a que unas nubes estuvieran tapando el sol, sino a
que arriba había follaje de árboles pues sentía el olor.
Al otro lado del puente había árboles.
Guidro tal vez vio u oyó algo, por lo que se salió
del camino y echó a andar por un terreno
irregular por entre los árboles, eso no tardó en hacérsele evidente a ella, que
iba siguiéndolo. El perro ladraba entusiasmado.
Y de pronto aceleró el paso, tanto que ella
se soltó de la correa.
Encontró el tronco de un árbol y se aferró a
él. Entonces el pelo le cayó en cascada sobre la cara y comprendió que había
perdido la cinta.
Eso fue sin duda alguna, el momento más
aterrador de su vida.
__ ¡Hola! _gritó.
Pero ya sabía desde hacía rato que ese no era
el camino que habían tomado los otros.
__! Papás! _ gritó __. ¡Fabián!
Pero ni ellos ni el otro respondieron.
Justo entonces Guidro le empujó el codo con
la fría nariz gimiéndole. Sintió la correa golpeándole una pierna.
__Guidro __se dio cuenta de que estaba
sollozando cuando cogió la correa__. Llévame de vuelta al camino.
Si lograba llegar a ese camino, continuaría
por él. Aunque se equivocara y lo tomara en sentido contrario, finalmente
llegaría a alguna parte, o alguien la encontraría. Tampoco estaba tan lejos.
Pero ¿por dónde se iba al camino?
Guidro continuó guiándola, con mucho más
cuidado que antes. Parecía decidido a que ella no chocara con ningún árbol ni
se tropezara con sus raíces. Pero pasados varios minutos todavía no habían
llegado al camino. Seguro que se estaban internando en el bosque.
Recordó su historia, la primera que le
escribió Pedro. Era difícil no aterrarse. Ahora ya estaba sollozando.
Entonces Guidro se detuvo, jadeando de una
manera triunfal. Buscando a tientas con la mano libre, tocó una pared de
piedra. Lo primero que pensó fue que por algún milagro habían llegado a la
casa, pero sabía que eso era imposible. Palpando la pared encontró el marco de
una puerta, luego a esta y luego el pomo. Lo giró y la puerta se abrió.
__Hola _ dijo y la voz le salió trémula,
llorosa. Estaba pensando en brujas y brujos__. Hola, ¿hay alguien aquí?
No había nadie. No hubo respuesta y no oyó
ningún ruido de respiración, aparte del suyo y el de Guidro.
Entró y avanzó a tientas. Solo era una
pequeña cabaña, descubrió. Pero había muebles. ¿Viviría alguien allí? Si vivían
personas ahí, tal vez volverían pronto y le dirían por dónde debía ir. Era
posible que no fueran personas malas sino amables. No existían las personas
realmente malas ni las brujas, ¿verdad?
Pero seguía llorando con fuertes sollozos.
Seguía dominada por el terror. Y seguía intentando ser sensata.
__Vuelvan a casa, por favor _dijo sollozando
a los desconocidos propietarios de la cabaña__. Vuelvan… por favor.
Palpando encontró una cama con mantas. Se
tendió encima y se acurrucó hasta quedar hecha un ovillo, y se metió el puño en
la boca.
__Papá _sollozó bajito__. Papás, Pedro, papá…
Guido subió a la cama de un salto, gimió y le
lamió la cara.
__Papás.
Finalmente… se quedó dormida.
CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
PERDÓN CHICAS, SE ME CORTÓ UN CABLE DE TELÉFONO Y QUEDÉ SIN INTERNET, ESCRIBÍ IGUAL POR SUERTE, DE ALLÍ LA FALTA, GÉNESIS DEDICADO POR LA ESPERA Y YA DEJO LA HERENCIA. BESOS.
ResponderEliminarGracias Eve, hermoso capítulo...Eso sí, me quedo con la intriga de saber qué pasó con Malena...No puede ser que Guidro se haya perdido...Sé que lo vas a solucionar en el próximo capítulo...Lo espero con ansiedad...
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