domingo, 14 de abril de 2019

SIGNIFICAR. CAPÍTULO CATORCE.


SIGNIFICAR.
CAPÍTULO  CATORCE.



“LOS NADIES.
Eduardo Galeano.
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.”

¿Qué hace una persona cuando ve algo inverosímil? Derrotada por la evidencia, la incredulidad se resiste, insiste en él no puede ser, hasta que la imagen fresca en la retina lentamente hunde su ancla en la conciencia y se sumerge descendiendo a lo profundo, arrastrando a su paso  la superficie del mar donde el barco sobre el que creía navegar naufraga en silencio. El paisaje conocido en el que el sitio propio y el de todos los personajes principales se asienta, sufre un retumbante cataclismo: Juan deja de ser Juan, el marido predecible y se convierte en el enigma. La Esfinge con patas de león, un monstruo irreconocible. ¿Habrá acaso una explicación distinta?,  se pregunta Guillermo, ¿estaré acaso haciendo deducciones falsas, proyectándome? Ha seguido andando despacio, acercándose a la farmacia donde don Julio comienza a apagar las luces. El Aralen, se dice Guillermo. Tengo que comprar la medicación para doña Bea, regresar donde Pedro. Hablaré con él. Él tiene que saber algo. Él me lo podrá explicar. Está agitado. El pensamiento desordenado salta sobre un tablero con un ruido de fichas derrumbadas. ¿Es esto o aquello? Guillermo sube las gradas. Espere. No cierre aún, le dice a Don Julio, necesito una caja de Aralen para doña Bea. Tiene malaria. El viejo se vuelve y lo mira.
__Usted es el señor del accidente de Pedro, ¿no es cierto?
Guillermo se pregunta si sabrá que ese hombre que  salió con Matías es su marido.
__ ¿No está Camila o Matías? _pregunta intentando disimular mas averiguar.

__Camila pidió licencia y Matías se fue ya. Últimamente se va a las cinco en punto. ¡Ese muchacho es peor que Camilita!
__No los culpe, son jóvenes _ sonríe zalamero_-. Tienen que tomar buses. Viven lejos de aquí.

__Camila sí toma el bus y cuida a la madre. Matías qué va, nada de bus, no señor _el viejo está detrás del mostrador. Pone la caja de pastillas sobre el vidrio_. Eso era antes. Ahora lo vienen a recoger.

__ ¿Todos los días?
__Casi. Son cincuenta pesos. __Don Julio desliza la caja de pastillas hacia él.

Guillermo quiere preguntar más. No se atreve. El viejo lo mira fijo.
_ ¿Y a usted que lo trae por aquí?
__Vine al taller de Pedro a encargarle un trabajo, es buen ebanista.
_ ¿Y cómo se enteró que doña Bea tiene malaria?
No es asunto suyo, quiere decirle, pero se aguanta. Le explica que estudió medicina, que supo de los síntomas de la señora, lo supuso y la llevó al centro de salud. Tiene prisa y la conversación se ha alargado. Desiste de comprar más cosas. No quiere que el viejo siga  preguntando.
__Me tengo que ir, don Julio. Muchas gracias por atenderme, y consiga más suministros, podría haber una epidemia o algo así.

El viejo levanta la mano con intención de descarte y retorna a su oficio de apagar las luces, moviéndose torpe apoyado en el bastón.
Guillermo tiene el cuerpo descompuesto. Al bajar hacia la calle se percata de la flojera de las piernas, el cosquilleo en los brazos. Está atrapado en la sensación que producen las caídas, las bolsas de aire en los vuelos, los temblores, lo sólido convertido en gelatina. Juan cayendo en picada del cielo como un globo agujereado por un pájaro. Su casa, su noción de hogar, el futuro, Juan podría estar enamorado, podría anunciarle cualquier día de estos que ya no lo quiere y que se marcharía a vivir con ese hombre apuesto y joven, modoso, no bello quizá pero agradable, dulce, desconocido además, ávido sin duda de ser descubierto, no como el a quien conoce ya quizá demasiado bien, con quien en veintiséis años ha traspasado cuanto límite existe en la intimidad entre dos hombres. Lo espantaría la vejez cercana, los kilos de más, las arrugas, los pijamas sudados, y pensará que él se rendirá a esos signos del tiempo y se doblegará. Si supiera que está dispuesto a dar pelea, a no dejar que la biología lo engañe, a no confundir el medio siglo con el fin de los tiempos, si supiera que él también ha hecho el amor con un hombre joven y bello. ÉL TAMBIÉN.  El pensamiento centellea así, en mayúscula, lo asalta como una novedad, sí, él también está haciendo lo mismo. ¿Por qué lo de Juan parece una traición mayor? Se enciende la luz en el alero de las casas por donde camina. Apenas se ha percatado de la oscuridad que sube como un vaho y deshace los contornos de las cosas. Aquí y allá las ventanas se tornan amarillas., las luminarias  que no están rotas emiten un zumbido cuando el neón las surca y empieza a despertarlas. Guillermo no sabe cómo ha logrado caminar pero pisa fuerte, con rabia. No logra procesar la cascada de emociones anegándolo, le falta el aire. La noche se acopla a su sangre, se le mete por los poros como humo espeso y tóxico.

__! Guillermo! __es Pedro que sale a encontrarlo y lo rodea en una jaula__, pensé que te había pasado algo. Tardaste mucho. ¿Todo bien?

No le contesta, está decidiendo no decirle nada, mas lo besa, lo ansía, lo necesita.
__ ¡Qué maneras las de usted de enloquecerme! De llevarme a visitar el universo cuando me concede que le explore cada parte de su cuerpo con mis besos. Qué maneras las de usted
de enamorarme, con esa inocencia que ante mis  caricias se corrompe, cuando sus gemidos lo delatan por completo al repetir en mis oídos excitado tres palabras... ¡Te amo, junto con mi nombre! Qué maneras tan propias las de usted de declararse mi dueño por completo, de penetrar todo mi corazón... Y hacerse cómplice  de todos mis deseos, de hacerme temblar las piernas al estremecer cada poro  de mi cuerpo. Qué maneras las de usted  de volverme loco,
de sacar a flote su pasión que con mis besos le provoco... Porque cuando usted cierra los ojos en el recorrido de mis labios soy tan solamente suyo. ¡Yo lo reconozco! Qué maneras las de usted  de controlar lo que mi piel y mi corazón desean cuando su boca me sonríe,  es tan hermoso que hace brotar en mi vientre  primaveras, provoca en ambos las erupciones
de un volcán, ardo en deseos de saborear  sus montañas con mi lengua.
 Qué maneras las de usted  de ser tan mío, cuando nuestro amor y  nuestra pasión  se vuelven una sola. Cuando no desperdiciamos  una sola gota,  cuando  nuestras miradas  de delirio, hacen una postal sugerente  y seductora. Qué maneras las de usted de ser ese hombre que me cubre, me posee, me colma, me llena, me trastorna, cuando los dos nos volvemos una sola piel. Y al impregnarnos en la piel nos extasiamos, convirtiéndonos en café de  dos aromas.
Estás pálido.
__La subida _ sonríe seductor__. Tengo días de no hacer ejercicios y me cansé. Tengo el Aralen.

Cuando ese beso lleva implícito todo el amor que es posible dar, todos los besos que se den así son siempre el primer beso, y el beso número un millón sigue siendo: «El Primer Beso». Se puede dar un primer beso acariciando el alma con un poema, no necesariamente tiene que haber contacto físico, solo basta la voluntad y el amor; y... a veces... es el beso que más arraigo tiene. Aún percibo el calor vivificante, la pureza y la espontánea honestidad de ese beso que robé con ansiedad; me donaste larga vida en un instante.
Aún se encienden en pasión abrasadora estos labios de besaste en arrebato; me siento como un niño... un novato y te espero en cada ocaso y cada aurora. Con un beso a mis labios alentaste aquel día, en ardiente primavera, como previa caricia y la postrera. No comprendo por qué ya te olvidaste de alimentar y abonar esta quimera. Me diste vida... y también me aniquilaste.

__Pedro, estamos en la calle, y yo no olvidé nada _le dice sonriendo.

__ Es el día internacional del beso, y estaba pensando en que podríamos festejarlo.
_ ¿Sí? Nunca lo supe ni le di importancia.
__Bueno, pero no, doña Bea tuvo otro ataque de fiebre, ven...

No entran en el taller. Tocan la puerta  de la casa vecina, les abre la hija de doña Bea, la madre de la niña, una mujer pequeña, de carnes apretadas y pelo largo oscuro, Leila. Entran tras ella a la casa. Hay luces de neón adosadas a la pared. La luz blanca en la pared verde baña con un reflejo duro, sin sombras, el interior de la pequeña sala. La niña ve muñequitos animados en la televisión acostada en el suelo sobre una almohada. Huele a guiso, hay una olla en el fuego. La cocina a gas de dos quemadores está sobre una mesa junto a la pared, cerca de la niña.

__Cuidado con la olla _dice Guillermo.

__La niña es cuidadosa _le responde Leila.

La mujer ha ordenado la casa. Las dos mecedoras de madera están ahora acomodadas frente a la puerta del dormitorio. Guillermo se percata de dos colchonetas apoyadas sobre la pared. De seguro duermen en la sala de estar la madre y la hija. La enferma está otra vez temblando. Ahora es Leila quien retorna a sentarse a su lado y le aplica los paños de agua fresca en la cabeza.
__Doña Bea, ya  le vamos a dar la medicina _dice Guillermo__: Se sentirá mejor pronto.

La ve abrir los ojos, sonreír, asentir con la cabeza. Encarnar el papel de médico ayuda a concentrarse. No recuerda exactamente la posología más allá de las dos pastillas iniciales del tratamiento, pero por suerte la caja trae el vademécum dentro y mientras Leila le da lo dosis inicial a la mamá, Guillermo consulta y anota las indicaciones en un papel tomado de uno de los cuadernos de la niña, dice pastillas, dos  más a las seis horas y dos tabletas más en  los dos días siguientes, reposo, mucho líquido, dieta suave, no deben dejarla sola las próximas veinticuatro horas. Puede tener náuseas.

Al fin Guillermo y Pedro se despiden. Regresan al taller. No bien cierra la puerta, Guillermo lo observa y lo abraza. Se pega a él. Cierra los ojos. Pedro lo abraza pero está eufórico y lleno de orgullo, no cesa de celebrarlo, de admirar su tino  con doña Bea, de decirle cuánto le impresionó verlo transformado en doctor, tendría que terminar la carrera, le dice, tendría que ejercer la medicina, quizás hasta podría acompañarlo, le gusta, le permitiría ayudar a esa gente carenciada, nunca lo vio así de hermoso, le lucía. Guillermo ríe por sus ocurrencias, le sonríe, es tan hermoso y le hace tanto bien su juventud, su alegría, Pedro lo mira viéndolo, lo admira, lo valora, es noble, divertido, culto, atento. No puede hablar, siente que se echará a llorar si habla o si abre la boca. Como un poseso, Pedro lo besa, lo toca, lo tienta, lo embriaga, lo delinea, lo dibuja con caricias, lo amolda a su antojo con ellas, lo estruja, lo envuelve, lo desnuda, le permite todo, solo se dedica a oír la dulzura de esa voz y cuánto lo seduce.

El agua cae lentamente, sobre nuestros cuerpos desnudos y mis manos libre y traviesas,
suben y bajan enjabonando tu cuerpo y lentamente los suspiros comienzan a brotar
y la piel se eriza, mientras el agua trata de apagar ese fuego que comienza a crecer, mas las manos siguen recorriéndote y la espuma abraza nuestras siluetas, los labios se unen en un beso, mientras la cascada de agua  que corría sobre nuestros cuerpos intenta en vano separarnos, y el agua seguía cayendo,  sin poder diluir nuestras ganas, la pasión se desboca y comenzamos a amarnos bajo la fina lluvia de la ducha que recorre gota a gota  todo,  nuestros ardientes cuerpos. Se apoya contra la pared de azulejos, la boca y las manos de Pedro no dejan sitio, plano o recoveco sin adorar, lo asaltan sus besos húmedos, le lame la oreja susurrando los te amo mientras lo penetra y él lo desea, se concentra, lo escucha, lo enardece, se acopla al otro cuerpo y al movimiento, lo desea muy dentro suyo más allá de todo lo conocido, suyo, quiere serlo.

_ Mi alma reclama a tu alma, mis labios tu despertar y mis caricias las llevas grabadas en tu piel,  estas son las pequeñas cosas que nos unieron y dieron inicio a esta pasión,
mas júrame  que lo que hoy nos une, no es un simple sueño y que serás mío para siempre, porque tú sabes sacar lo mejor de mí y hasta sacas una sonrisa cuando la vida  me ha obligado a llorar, por eso si volviera a nacer, sin duda que volvería a buscarte, para encontrarte otra vez, porque haberte tenido en esta vida, no es suficiente para haberte amado, porque el amor no tiene límites y es eterno como el tiempo, por eso mi amor por ti, es un amor sin final… Respiras en mis párpados cual suspiro de un niño dormido; es tu canto el silencio del olvido.
En el capullo del sopor, mis latidos se ciñen al rosario de sueños rendidos. Danzan en mis labios recuerdos alados en mi insondable ponto, férreos anclados. ¡Sello de acero ígneo arrulla mi nido; es tu nombre anestesia en mis sentidos! Fecundo mi piélago anhela tus besos en su oquedad húmeda, mi fuente tus labios para darte mi deseo, mi secreto oscuro tu mástil para que me recorra y posea.

Permítame usted amarlo con toda mi pasión, extender mis brazos y susurrarle palabras de amor,  encontrar las palabras precisas para seducirlo y lograr erizar su piel, mi pasión y mi deseo es entregarme a usted completamente, meterlo a mi cama, entre mis sábanas hacerle el amor... acaríciame,  quiero sus manos locas recorriendo mi cuerpo,  hacerlo vibrar con mil emociones, atormentarlo si es preciso, darle mi fuego encendido, quiero ser su tentación, no tenga miedo, abrígueme con su piel que tengo frío, cobíjeme con su cuerpo, deseo ser adicto a usted, esclavo de sus besos, de sus fantasías, de sus placeres infinitos, me encanta seducir su mente, entrégueme sus infiernos y sus gemidos, quiero poseerlo, quiero ser la droga  perfecta que le cause daño, que se extinga por todo su ser, quiero ser su peor pecado, que su insomnio sea por mí, me fascina excitar sus deseos, hacerlo sentir un hombre vivo, que llene de gozo su alma, y que su aroma y esencia se quede en mis sábanas, en mi piel, déjeme amarlo con intensidad, que sea usted un volcán en erupción, yo abrazarle tan fuerte que se quede siempre conmigo, cada tatuaje de usted es significativo en mi piel, son sus besos que recorren cada centímetro  que me endulzan  la vida por tener su boca tan exquisita, entrelace todo su cuerpo
con él mío, quizás usted no lo sabe pero me vuelve loco su forma de amarme, porque señor mío Usted es mi vicio deseable.

__Se empieza a consumir  la noche, los ojos son los primeros en valerse de ella para conciliar el sueño… luego le siguen los sentidos, dominados por la percepción y un inconsciente despierto, imagen repetida una y otra vez queda registrada en la memoria, aquella piel desnuda de él detrás de mi espalda, mi mano que se va hacia atrás y recorre sus piernas hasta su cintura, noto que no es un escultural cuerpo pero es perfecto para mí.
Sus labios en mi espalda dejan sellados los besos de suave sonido pero que mi piel vive a cada instante, lo recuerda, lo necesita… sabor de su boca sienten mis labios aun sin esa noche haber besado, no hizo falta abrir mis ojos, ni voltear mi mirada para que en mi corazón su cuerpo, su amor quede guardado, hizo falta saber que su amor existe para mí, hizo falta saber que mi pasión a su piel sucumbe aun en los sueños.
La noche me condena a sentirte sin tocarte, a hacernos el amor sin que nuestros cuerpos puedan poseerse, te escondes en las penumbras para despertar tantas veces a tu gustos mis deseos de tu piel, de tu aroma, de tu sabor, me has despertado de madrugada para hacerme percibir que has estado montado en mi pelvis y te has atrevido a sobresaltar mi descanso con tus excitantes gemidos de placer.
Selladas quedan las noches que por tu piel desnuda mis labios, mi lengua sus huellas dejaron, sonidos inconfundibles del delirio que entre sueños nos bebimos, tu aliento ardiente de pasión que enmudeció de garganta, tu boca que supo ocultar en su oscuridad mi excitación… me has amado tantas veces así en sueños que mis desvelos húmedos  se han adueñado  de mis madrugadas.
Es un delito no temerte, cuando tanto este amor de nuestra piel ausente se mantiene, es un delito que los besos se den al aire cuando las bocas por ellos están sedientas, es un delito que la humedad de la pasión, el sudor del cuerpo se pierda en una solitaria noche al abrigo de frías sábanas sin la presencia de la pasión…  Que no sea un delito impune, en las noches exclamo cuando despierto creyendo estar amándote y descubro mis brazos vacíos, que el cielo pronto nos condene a saciar los cuerpos de tantas noches vacías de pasión… nos condene a hacer perpetuo este amor.
__Sí mi amor así fue y así lo hice sin miedos ni pensamientos con turbulencias, solamente pretendía abrazar al amor de nuevo, por eso borré cada rincón cada lugar de mi vida, borré mi pasado para que no te molestara, para así amarte con todas mis fuerzas, desalojé mi corazón para darte todo mi espacio cada noche, en cada sueño cubría con mis verbos tu piel, dejé que volaras por mis labios y mi alma, y aun así lloré, lloré por ti y por mí, por tus ausencias y mi soledad, lloré y me sentí vivo, muy vivo pero sin ti, ya no bailan nuestros corazones al compás de una melodía cualquiera que sonaba en nuestras noches de amor, ya no, ya las melodías están muertas, la pasión se ha dormido en ese suspiro de amor, mis besos tiritando de frío están.
La noche se me presenta inmensa, con tu silencio que me mata, mi corazón, te buscará al igual que cualquier noche, mi voz, gritará tu nombre en el aire adormecido, hace calor vida mía, me pesa el cielo y me sobra la vida porque tú no estás, quiero amor unos sueños nuevos, quiero volver a empezar, quiero verte en mi locura de amor, el eco de la gloria será nuestro y mañana será un día nuevo donde los sueños recobrarán vida y mis verbos serán compuestos de melodías encadenadas, así vida mía se acabará mi llanto ahogado, seré de nuevo tu enamorado, que quiere sentirse vivo, ven abrázame amor esta noche _susurra Pedro adormilado y Guillermo lo contempla embelesado.

-Te amo amor. Llámame soñador por vivir en este sueño de amor, por escribir versos de amor imposibles de cumplir, desde que te conocí, eres el sueño en mis silencios, y compañero de juegos en mis noches de soledad, donde te busco y te encuentro para no poder besarte vida mía, al cerrar mis ojos sueño para sentir tus besos lentos, bésame despacio te susurro para que tus besos sean eternos y pueda sentirlos en mis labios en mis noches de insomnio, y guardarlos en mi memoria.
De momento amor mío me soñaré en tus brazos, me soñaré bailando y dejándome acariciar, dejaré que mis zapatos vacíos de amor se pierdan dejándose llevar por los tuyos y entre paso y paso nos acercaremos a ese momento enamorado que todo lo envuelve, me dejaré besar, cuando acerques tu cuerpo al mío y en esa sensación de explosión de deseo dancemos vida mía. No tardes y abrázame vida mía.
__Quiero  amarte  muy duro, mientras te miro a los ojos, para llevarte deprisa junto al lavabo, meterte los dedos entre la humedad del cabello, y acariciar tus sentidos mientras te peino despacio. Deseo ponerte de espalda y taparte con vendas los ojos, con sutileza penetrarte hasta el subconsciente, con bellos poemas  e historias hermosas, y además repetirlo, muchísimas veces. Quiero que ahora te vengas  hacia esta cálida estancia, que desnudes tu cuerpo y también tu alma, acuéstate suavemente sobre la cama, que con dulces masajes,  acariciaré tu mente.
Deseo robarte la calma y protegerte a la vez de tus miedos, que sientas el cálido aliento  de mis besos fugaces  detrás de tu cuello, y el calor corporal de mis ansias, explorando el interior de tu cuerpo. Quiero rozar tus intenciones y acelerar cada latido, sentir tu piel relajada mientras recorro tus emociones, vente conmigo al cielo, o si prefieres al infierno, pero por lo que más quieras, vente conmigo de nuevo.
__El tiempo,  tesoro que se nos escapa cada segundo, transcurren las horas y yo esperando a mi eterna amiga,  a mi tierna y querida noche, donde me abraza con tanto amor y placer que caigo rendido ante sus cualidades infinitas, dejándonos al desnudo sin defensa ante su poder de posesión. En ese instante entran a mi mundo sin pedir permiso ángeles y musas,
obligándome a compartir mis historias con duendes que se sienten identificados con las más sublimes y profundas ideas que brotan de mi alma. En mi encierro de fantasía,  del cual no quisiera salir, camino hacia mi silla donde reposo mi cuerpo extenuado, pero con deseos de perderme en el viento, flotando como nube buscando eternamente el final de un camino sin regreso. Frente a mí me seduce la mesita de noche, la cual domina mis manos,  colocando en ella la pluma donde cae la tinta frágil y continúa en versos y liras sobre la seducción de hojas blancas,  enamorándose ambas,  uniéndose al igual que la tierra y el mar. A mi lado sobrevive la lámpara que me acompaña sin descanso en la oscuridad de cada instante de soledad, alumbrando con sus luces de ideas, mi mente prisionera de mi propia locura. Y en ese vaivén en los espacios del tiempo, me encuentro atrapado entre poemas y prosas, al cual pertenezco, a este mundo mágico y soñador, donde nos sentimos libres y seguros de llegar a ese camino fantástico que solo encontramos en la incansable, inagotable y poderosa materia gris de nuestra mente. Pero en ellos solo hay un dueño, un nombre, un destino, un amor, y eres tú, Guillermo __le dice y le cree.

__El lenguaje del alma es complejo de entender. Es algo que es difícil de comprender,
pues tiene sus propias reglas, y aunque en entenderlo te esfuerzas, solamente él sabe lo que quiere decir. Solamente lo puede entender otro corazón que se detenga a escuchar esa particular forma de hablar, y que otros no lo pueden hacer. Cada corazón tiene su forma de expresión, pues transmite su verdadero sentir, y la forma en que quiere vivir, lo cual hace con mucha pasión. Muy pocos corazones se entienden, pues no tienen mucha empatía, yendo con orgullo y soberbia, defendiendo lo que por su verdad comprenden.
Es mágico cuando encuentras ese corazón que te entiende a la perfección, sintiendo una gran emoción, al sentirte escuchado de veras. Cuando dos corazones encajan, las almas empiezan a brillar, al empezar una forma distinta de amar, al poder hablar  desde la sinceridad.
El lenguaje del corazón es mágico, y no existe otro que se pueda comparar, al ser un lenguaje realmente universal, y que por su sentimiento es único. Es algo tan especial, que cuando se habla al amanecer, el sol sale con forma de corazón.
__De a poco te fuiste apoderando de mí, de mis suspiros, de mis pensamientos, de mis letras hasta quedar atrapado en ti, atado a tu sonrisa, esclavo de tus deseos.
Mis labios te besan cuando así lo pides y mis dedos te recorren cuando de mí te quieres saciar y yo me quedo atrapado en tu cuerpo que clama por mi boca y mis manos, termino sometido,  yo me someto a tus deseos con gusto y placer. Dejas descansar tu cabeza en mi regazo y de amor te lleno, de caricias que me atan y así me atrapas de nuevo en tus ojos.
De palabras que suenan a poesía y tu rostro hermoso me hechiza y en sí mismo es poesía.
Vivo preso de tus maneras, a veces dulce como la miel, a veces loco y atolondrado como la locura misma. A veces tierno como la mirada que brota de tus ojos  y me atrapa, a veces fuego que me incinera de pasión. A veces risas y carcajadas. A veces triste como el silencio que rasga el vacío que deja tu ausencia. A veces fría y distante como el más grande y alejado témpano de hielo. A veces mío a veces tuyo, esclavo siendo amo pero siempre amante, siempre hermoso y esplendoroso. Siempre bello y en ti yo atrapado por voluntad propia. Atrapado y atado con el amor siendo mis cadenas y tus besos el cerrojo.
Y con el paso del tiempo me di cuenta de que el destino me cruzaría con ese ser de luz,
ese ángel que ante los demás aparenta ser un demonio. Ahora quiero luchar por su amor;
quiero desatarlo de esas cadenas que lo aprisionan, que no dejan que vuele libremente.
Un día alguien me habló sobre las almas gemelas; esas con las que sientes una empatía profunda. ¡Y yo estoy dispuesto a comprobarlo!  Antes mis pasos eran distintos, ahora son completamente firmes. Antes caminaba sin rumbos, ahora el camino se encuentra marcado en las calles y como referencias tengo muchas para poder llegar a él. Tengo que mirar a un ángel que por fuera sonría, pero por dentro está destrozado. Yo sé que no es malo. Sin embargo, la gente piensa lo peor de él y yo quiero cambiar ese concepto. Su corazón late muy débil, pero yo creo que con la llama del amor se irá fortaleciendo un poco más.
Así es él por falta de cariño, por falta de amor y por falta de una persona  que lo comprenda.
Y que por más que sufra siempre entrega su noble corazón. Yo soy capaz de salvarlo, de dirigir sus pasos por el buen camino. Me siento con la capacidad suficiente de cuidar a mi alma gemela. Soy capaz de abrazarlo sin que haga frío, sin que él me lo pida. Yo daría mi vida por conseguir un poco de su amor a manos llenas. No necesito poner carteles ni activar alertas.
Ya encontré a mi alma gemela y aunque no sepa exactamente dónde vive yo tocaré su puerta y le diré al oído: Alma gemela no sufras más. He llegado para cuidarte, protegerte y enamorarte.
Voy a luchar por ello y sé que con el tiempo lo voy a lograr.

Guillermo lo escucha, lo arrulla, le deja hacerle el amor y concienzudamente se lo hace a él. Se abandona a un sentimiento anverso oscuro, vengativo, pensando en Juan. Si Juan lo viera.
__Juan se está acostando con Matías, el compañero de Camila __dice cuando yacen uno al lado del otro, quietos.

__No seas loco _responde Pedro sin moverse.

__No soy loco. Acabo de verlos. Juan lo pasó a buscar y al parecer viene haciéndolo a diario. Los vi entrar al auto juntos. Se reían. No me quedó duda.

Pedro se sienta en la cama aturdido. Se levanta. Busca los cigarrillos, enciende uno. Exhala una gruesa cortina de humo.
__Nunca te lo dije, pero hace uno o dos meses, cuando esto empezó, Camila me contó que tu esposo había pasado por la farmacia queriendo saber si  tú habías venido a verme. Se hizo amigo primero de ella.
 ¿Será solo amigo del muchacho o cómo se llamaría esto? ¿Un cuadrilátero?
__Vos no tenías nada con Camila y espero no gustes de Matías. Eso espero.
__No, claro que no, pero Camila es mi amiga, y al pibe lo conozco. Vos creías que ella estaba enamorada de mí, ella pensó que Matías se iba a enamorar de mí… y bueno, creo que ella sí, que así era. Tú sabes lo irresistible que soy _ríe__. Perdón, pero es insólito. ¿Qué vas a hacer? ¿Quieres que hable con el pibe?

__Los vi. ¡Me dio un susto! Pero después me di cuenta de que si yo estoy haciendo lo mismo que Juan, ¿qué podría reclamarle en buena consciencia?
__! Reclamarle! No creo que se trate de eso, pero evidentemente algo pasa o no pasa en tu matrimonio. Algo te falta a vos y algo le falta a él.  Eso es lo que me parece serio a mí, lo que me preocuparía si fuera vos.
Guillermo toma un cigarrillo y lo enciende.

__Recuerdo la descripción de una pareja en un restaurante hecha por un escritor argentino. La pareja no habla mientras come, y él escribe que luce como “una pareja condenada a matrimonio perpetuo”. Pero sin embargo para él es ejemplo de la soledad entre la gente, por ello se siente bien mirándolos, porque se siente y conoce la soledad, y le gusta verlos así, solos entre dos.
__ ¿Así te sientes con él?
__Nunca hasta hoy había pensado dejar a Juan con certeza. Soy cómodo, me da pereza, y después de tantos años no sé si tiene sentido. Pero verlo con Matías tambaleó todas mis convicciones. Es curioso, ¿no? Uno piensa que la fidelidad es una convención, que nadie espera realmente esa monogamia absoluta, pero no es lo mismo hacerlo uno a que se lo hagan a uno.
__Pero, amorcito, a estas alturas ¿para qué necesitas a Juan?
__ ¿Vos me quieres adoptar? __ríe Guillermo.

__Aquí mismito te pongo tu camita y te enseño a tapizar muebles_ se burla Pedro, fingiendo el tono machista de un campesino.

Guillermo se acerca. Lo abraza.

__ No es que fuera un vicioso del juego y la bebida. Simplemente, me habían inculcado que mi profesión y esas «distracciones» estaban vinculadas. Soy un ser introvertido, me gusta contemplar los atardeceres, como el que acababa de presenciar, y otras cosas que serenan mi espíritu tras una jornada en la que, en contra de mis deseos, debo aparentar una competitividad que no poseo. Pero recién acabado el servicio militar conseguí aquel trabajo y en mi primera visita a la ruta asignada, acompañado de mi predecesor en la zona, este me presentó al grupo de agentes comerciales con los que él se reunía tras la jornada laboral para jugar interminables partidas de póquer y vaciar un sinfín de botellas, en humeantes y pestilentes habitaciones de hotel, para acabar en algún puticlub donde eran muy conocidos. La condena por abandonar aquellas diversiones, según las normas no escritas, consistía en ser tildado de afeminado o directamente de maricón, sobre todo si, como a mí, gustabas de contemplar atardeceres.
Sencillamente, me dejé llevar por la opinión de unos cuantos, pocos, que inmediatamente me tomaron la medida, y si bien es cierto que yo no inventé aquellas timbas, tampoco hice nada por evitarlas. En esas circunstancias nos encontrábamos al menos la mitad de los que nos reuníamos en torno a los naipes. Y lo mismo pasa con las relaciones, y con cada adicción  aunque hoy sé que es posible amar. Cuando decidí decir que era gay, ya dejé todo aquello, y fue cuando encontré a Juan. Él me enseñó a no aparentar lo que no era.
Con vos creo que aprendí otra cosa, que el amor existe más allá de las diferencias.
Se puede amar a pesar de las distancias. Se puede amar a pesar de las ausencias. Se puede amar aun en las carencias. Se puede amar en todas las instancias. Se puede amar «a pesar de»
saber que no existe perfección; es cuestión de entregar el corazón y darlo entero, total y por la fe. Un beso no es solo el contacto ni el fugaz intercambio de los fluidos; un beso es entrega y sin sentido dar todo de sí.
__ De las bellas flores, el color es  el que dicta el motivo; a ese tu amor tan esquivo yo le regalaré una flor. Deja que te lleve, mi amor, esta hermosa rosa negra, que a nuestra vida se integra con un beso del mismo color. Besándote de esa manera, con pasión y sin recato, amando de rato en rato nos hallará la primavera; y rubricaremos el trato segunda vez y tercera.

_Déjame entregarte, erguido, un casto beso en la frente, que por gravedad, vencido,
él solo busque la fuente donde sumergirse ansioso, tras recorrer tu sendero, toda tu esencia, y con gozo, en libar, será el primero. Un ramillete de besos con estrategia entregados,
en tu piel quedarán presos, y por tu esencia embriagados, colmado por los excesos podrás verme aniquilado.
Beso tu cabello, aromático y sedoso, que al viento describe ágiles trazos, y me lleva al ensueño en tu regazo al influjo de tu cuerpo tan sinuoso. Beso el amplio reflejo de tu frente, donde inician en tropel tantas pasiones; que organizan sensuales elucubraciones y nos aísla del resto de la gente. Alcanzando llegar hasta tu cuello con mi beso en desenfrenada osadía, de sobra sabes su efecto, vida mía; de mi pecho se escapa tal resuello que obligado me veo a moderarme, pido tregua benigna que me ayude a recobrar las fuerzas con que pude en la contienda amorosa aplicarme. Recobradas ya mis fuerzas me aventuro a iniciar la ascensión de tus montañas, y de una u otra forma... y con mañas, besaré tus cúspides enhiestas, yo lo juro.
La tibia y mullida meseta de tu vientre, se me ofrece generosa a la caricia, es la cima de tu ombligo tal delicia, remembranzas de odalisca del oriente. Con audacia suicida me he lanzado
a la fuente de la vida y del amor; cual sediento colibrí en rica flor, en ella presuroso he libado. He llegado a besar labios de vida, aún con riesgo mortal en el intento; al final de mis días no lamento, y exclamo por fin.  ¡Misión Cumplida!
__Deposita en mis labios esa boca, dales aliento de vida, están muriendo; con tu lengua acaricia, humedeciendo las áridas y secas grietas de la roca. Se tornó pergamino el beso aquel;
de tu amor la tinta se secó; con promesas, tan solo, no bastó; otro beso necesito, amante y fiel.
Que se apaga muy lento, ¡y se me nota! la existencia de este eterno admirador; corre amado y raudo deposita en la fuente reseca que se agota. Ya  tu beso agrega  por favor y la vida de este bardo finiquita.
Continuas mareas, vaivenes por mil, furiosos embates me da tu perfil, que ponen en riesgo con fiera amenaza mi estable paciencia en frágil vivir. Por Dios, te lo ruego, clemencia te pido, no tolera tanto mi leal corazón; ya dale el reposo, un beso te pide, un cálido beso... un beso de amor.
Me sentaré frente a tu cama contemplando la naturaleza de tu desnudez, cómo el tiempo te desnuda en el tiempo. Te miraré, como un elemento más de tu habitación.
Cómo cotidiano te desprendes de tus atuendos y complementos y yo, admirando tu desnudez, contemplaré tu desnudo como el calendario desnuda los días. Sentiré cómo en la privacidad
de mis miradas aligeras tu cuerpo desnudándolo en la cosmología de tus lunares.
Desértica tu piel en los oasis de tus encajes me arrojarás tu bóxer percibiendo tus olores
como  umbría se desnuda hasta la esencia de tu ser.
Cómo los montes se cimbran, decide entre mi deseo y mi ansiedad,  cómo desnudas
la incógnita de mis ojos hasta la desnudez  de tu alma y yo, mirándote absorto en tu piel.
Te acostarás en tu lecho brindando a mis ópticas, a mi cuerpo a mi ser que te ansía,  la pecaminosa visión de tu sexo y montañas, tus piernas abiertas.
 Ardo en el infierno percibiendo tus sugerencias. Premeditado, lascivo, insinuante acariciarás tu cuerpo rozando tus curvas, tus pezones, tu vientre. Adentrarás tus dedos buscando tus cavidades perforando tus interiores percibiendo el brillo del fluido de tu placer que se adentra y sale empapando tus humedades y yo, contemplándote envidiando tus dedos.
 Acariciarás tu pecho apretando tus aureolas que se endurecen y se estremecen entre tus dedos.
Agitas tu vientre en el vaivén de tus caderas. Arqueas tu cuerpo y tus dedos, jugando
en tu saliente rozando continuado el placer que te conmueve y yo, admirándote en el placer de tus labios. Gimes, gritas, jadeas en la exquisitez del orgasmo que se intuye, se precipita,  se arroja por tu cuerpo esparciéndose por tu  fuente en tu endurecido saliente.
Apretando tus pezones, encorvando tu espalda, convulsionando tus músculos,   abriendo tu carne, quebrantando tus huesos,  gritando a tu alma el placer que te reclama y yo, mirándote
en la felicidad de tus placeres. Me acercaré a ti acariciando tu rostro,  tus labios, tu frente acogiéndote en la orfandad de mis brazos y así, frágil y delicado como un niño, travieso y picarón te abrazaré eterno para ser el dueño de tu alma.
Quisiera gritar que te quiero pero me callo para no sonrojar tu silencio. Ofrecerme tu presencia y escribiré un diccionario a tu mudez.
__ Mi siempre eterna, enamorada sonrisa de sus labios. Hay multitudes que sonríen
por compromiso, por estar, por decir que poseen algo más que unas  simples bocas,
otras, más forzadas que por la fuerza de la costumbre, pierden el conjunto de su valor por la comisura de los labios. Pero su sonrisa, mi señor marca un antes y un después, se materializa en el alza  enamorada de su boca ancha y sus labios enamorados. La paz en su rostro y la felicidad en la mirada. Si pudiera fotocopiarla, clonarla sobre papel impreso, sería su peculiar sonrisa el fin que justifica todos los medios, se la acomodaría a Jesús  en todas sus cruces, haciendo más ligero  todo sufrimiento. La regalaría a los vagabundos  haciéndola limosna,  la rellenaría de alimentos para todos los niños. La pintaría a todas las guerras  como una bandera nueva de una nueva paz, más alegre.
Hay gente,  que sonríe más por publicidad  que por sentimientos, al alto precio que enmarca
sus soledades y su supuesta libertad, que si pudiera rapta su sonrisa al vuelo, saldría de esta redondez terrestre y se la instalaría al mundo, al lado oculto de la luna casi llena, al sol, para sonrojarle a las estrellas, para que brillen distintas en sus ojos, a todas las galaxias para que sepan, de su boca, haciendo de su sonrisa  esa materia que ni se crea ni se destruye, transformándola, en algo rabiosamente mejor. Se la donaría a Dios  para que se emocione de usted, y al diablo se la vendería por su alma y la mía. Hay gentío, mi señor que sonríe, más por encontrar la felicidad que por buscarla, fingiendo lo que no sienten queriendo sentir lo que finge, son sonrisas heridas, mortales que a veces te critican y te asesinan y allí, en la imprenta de sus bocas. Y querría inculcar su sonrisa en los días de lluvia bajo el sol de su paraguas, en el trueno, el rayo, el relámpago, en cada nube que llora, en todas las olas de todas las playas, haciéndola mojadamente eterna, tendría la denominación de origen de su nombre,
se vendería en los mercados,  en las bolsas de valores al coste de un regalo, que los bancos la prestasen a un bajo interés sin costes adicionales, que la publicidad la divulgue  que Monalisa la lleve con la intención de la felicidad, que se vote en las urnas hasta que la libertad bese la sonrisa…  de sus labios.
Me gustan los perfiles de su sonrisa, los realistas espejismos del silencio de sus labios, su boca ancha que me dice que de mi está enamorado.

__Nunca hemos hablado de futuros o pertenencias, Pedro, hemos vivido el día a día sin siquiera cuestionarnos si nos mueve el amor o la lujuria. Llegamos a la encrucijada como si voláramos en un aeroplano de papel, que, súbitamente, pierde altura y debe ingeniárselas para aterrizar sin que los ocupantes perezcan en el intento.
__Habla por ti, yo sí he hablado de amor, aunque no te he pedido nada.
Dame el elixir de tus labios, alas de inquieta mariposa, deja entrar a mi cuerpo en shock, esencia lasciva, estridente, como un buen rock. Déjame saborear el aroma a café de tu boca,
y deja que escapen...  esos demonios perversos, que cada vez que te veo, me provocan un caos.  Irrumpe con todas tus ganas, hazme arder en el infierno de tus llamas, soy caso perdido, imposible no caer en tu tentación, démosle buen uso a tus deseos y mis ganas. Conviértete en la flor de mi vivero, en esos delirantes segundos que quiero estar amando contigo.
Sé lo que quieras ser, haz de mí  lo que deseas, soy masa de escultor dispuesta  a ser tu esclavo.
¿Qué poder tienen tus miradas tan penetrantes, que me besas y acaricias a cada instante? ¿Cuál es el secreto de tus labios que me dejan aturdido el deseo queriendo hacer reales estos impulsos tan delirantes? ¿Cuál es la esencia mágica y seductora, que tiene tu rostro para recordarlo a cada instante a cada hora?
¿Serán acaso las cenizas de la aurora de ese cigarrillo, que en medio de mis nostalgias, adquieren de tu boca la forma? O de mis pensamientos que claman tanto tu nombre, y tanto es la insistencia que casi te veo, casi te toco,  casi te beso.
Quisiera que al escribir mis dolores se esfumaran y mis pensamientos ya jamás se movieran, que el fuego que no arde, fuese el que menos doliera, pero a veces lo que no sucede es lo que nos mata  por dentro y por fuera.

Guillermo mira a su alrededor, el gato que duerme, la manta tirada en el suelo, huele el polvillo de la madera, escucha los ruidos nocturnos del barrio, el rodar de los buses, la respiración cercana de Pedro, no recuerda otro momento así de irreal en su vida. Estando allí, a menudo el afuera queda entre paréntesis, pero esa noche tendrá que volver a enfrentarlo. Hasta ahora ha sido fácil saltar fuera de los muros de su cotidianeidad, dejar de lado las obligaciones, permitirse el desliz, flotar. Lo que más le tortura es el planteo de si realmente se enamoró de Pedro o es un refugio donde sentirse joven, donde escapar de la rutina, donde dejar las normas, donde compartir otro mundo.

__ ¿Por qué decidiría por ejemplo ese muchacho seguirle la corriente a tu marido, o enamorarlo? No es muy de él pareciera, aunque parece coqueto y arrojado.  Si viniera a cuidarme o a dormir como hizo Camila conmigo, nada podría hacer porque es usted, señor quien ronda en mi mente y mi alma, me tiene hechizado desde el accidente.
__Cada persona es un misterio, Pedro y tal parece que ese accidente nos trastocó a todos.

Guillermo no se levanta a tiempo antes de dormirse, aunque era su intención y ya pensar en el camino, porque en teoría debería irse.

Una vez más se interrumpió su sueño, no supo cuál fue la razón, no sabe si existe alguien que piensa en él en las madrugadas o si habrá alguien que lo extrañe en sus noches de nostalgia, lo que  sabe es que despierta cada día a la misma hora, cuando abre los ojos se encuentra en un callejón de recuerdos y momentos, a veces se levanta a tomar un trago de whisky para hacer que desaparezcan los fantasmas del pasado. Pero al segundo sorbo ya está recordando más, y el callejón parece haberse transformado en un laberinto del que no se puede escapar; termina su bebida y piensa que quizá debería tomar un aguardiente o un tequila que lo lleve a perder la conciencia, se sirve un trago más para tomarlo de un sorbo y regresar a su cama sabiendo que lo que necesita es una dosis de olvido.

_Vivo solitario, en un ardiente silencio que me quema la vida. Casi como sentirse muerto y la misma vida me mata sin empezar a vivir sometido en el pecado gris de todas las palabras muertas, antes de nacer.
Y llegas tú, y es como beber el universo y florecer mis otoños. El silencio es verbo, cuando lentamente te desnudo en penumbras dulces y tus leves caricias lujuriosas encienden mis fuegos, entre llamas y luces. Apasionado, te posesionas de mi cuerpo como un crisol ardiente.
Te poseo, y es como penetrar en una constelación de estrellas encendidas, siento tu tibia, dulce piel, desesperado amándote, como vivir en mil vidas. Tu apasionada lujuria, en como una tempestad de aromas y piel. Con tu lengua en mi boca, una caricia loca, que me perturba y apasiona, bebo tu esencia y aliento, y reviven mis otoños que aman tus primaveras.
El ocaso del cielo pinta de rojo tu desnudez. Regresa la lujuria, con las curvas de tu cuerpo que solo viven para amar moviéndote como mariposa en la brisa, buscando juntos el éxtasis final. Vos Pedro sos  el ángel prohibido, para mi infierno perfecto.

__Hoy eres tú mi amor callado queriéndote en silencio sin que nadie lo sepa, estás tan
lejos de mí... Donde yo no te puedo besar y acariciar. Me muero por estar a tu lado y sentir tus brazos, abrazándome fuerte como queriendo no soltarme y  me beses con ternura y pasión. Quiero sentir el roce de tu piel cerca del mío,  sentir tu aroma, jugar con nuestros cuerpos haciendo del momento algo bello e inolvidable para los dos.
Acariciarnos suavemente con nuestras delicadas manos que están inquietas por tocar y descubrir las sensaciones de nuestros cuerpos.
Besarnos apasionadamente como deseando detener el tiempo del reloj, cada vez se hacen más fuertes nuestros deseos de entregarnos, agitados un poco por el movimiento que hacemos con nuestros cuerpos. Queriendo tirarnos uno encima del otro,  la cama nos espera entre sábanas frías y blancas, pero con nuestro calor se van calentando, entrelazamos nuestros brazos y piernas dando rienda suelta a nuestros deseos.  Sin detenernos en caricias y besos, te siento amor mío,  tu cuerpo ardiente y caliente como brasa me quema por dentro, llevándome a otra dimensión y conociendo el verdadero cielo.
Me haces gritar de pasión desenfrenada y con toda mi efervescencia te doy, mis ricas y dulces mieles que te excitan y vuelven loco, te lleno todo de todas ellas llenando todo tu cuerpo. Y tú también amor mío, quieres llenarme de tu esencia, me lo has susurrando al oído,  yo te grito sí dámelas las quiero todas para mí, sentir el olor y el sabor de tu rica esencia en mi cuerpo que está ansioso por sentirlas y tú mi amor me las das, me hace estremecer de pasión me pierdo en ti  y  quisiera que ese momento fuera interminable para los dos.
__ Fue tu mirada, o esa sonrisa pícara,  o esa carita traviesa, o quizás esa morbidez tuya, que hace que te sueñe a diario, los que despertaron mis deseo y cuando cierro los ojos, me veo en la dulzura de los tuyos  y en la placidez de tus brazos, porque tu mi niño travieso, sos como una invitación prohibida  a despertar mis instintos, que hacen que mi cuerpo se acelere y se llenen mis sentidos de tu aroma, más lentamente, fui vistiendo tu desnudez con mis besos y estos fueron grabando en tu piel mis más ardientes  deseos.
__ No sé si tú me amas, pero creo que lo descubrí,  lo vi en tus ojos pardos y en el brillo de tu mirada. También lo noté en silencio, cuando tus labios me llamaban, lo noté en el temblor de tu pecho cuando tú a mí te acercabas. En el roce de tu mano cuando mi mano tomabas... en el temblor de tu voz y cuando tus labios callaban. Cuando mi mirada indiscreta se posó en tu figura cercana, quise que la tierra me tragara... y cuando vi que te diste cuenta... el rubor nos cubrió las caras.
Soy realidad en tus noches de desenfreno,  pasión y deseo al volver el tiempo un instante eterno, soy verdad, en tu incesante y secreta locura,  el narcótico que momentáneamente cura a tu perversión.
Soy el pasadizo oculto al placer que busca tu  cuerpo, el cielo en la tierra en tus noches de desatada lujuria, soy el camino más largo hacia lo prohibido sin pena ni culpa... y la cadencia de tu cuerpo, cuando toca mi piel desnuda. Soy el gemido extasiado y profundo de tu garganta, y el arrepentimiento en vano de tu alma pecadora, soy el eco del grito que ahogas en tu estertor... noche, día o madrugada, tu luna o tu sol en todo su esplendor.
Soy toda tuyo a pedazos, aun siendo tan mío, noctámbulo y necio, de mirada expansiva, soy fuego en tus manos, mortal veneno ya quemo, ya invado... causando caos en lo sereno.
Soy infierno candente que enerva a tus ansias, gato en celo sobre tu espalda convertido en fiera, soy la sal de tu sudor que escurre y que a tu frente perla, todo soy, cuando contigo es total, la entrega. Dejando marcas como si tallara un cristal,  profundas pero delicadas
seré esa fiera,  la que despierta cuando te tengo enfrente. Que probará esa
 fuente  donde sus sales inundarán mi ser y con las caricias quedará su olor impregnado en mi piel.
Hoy me entregaré sin límites a mis deseos,  esos llenos de lujuria y ese toque de amor y sensualidad que tanto te encantan, alucinan y acomodan.  Hoy se desatarán todos nuestros sentidos  culminando entre gemidos de pasiones y cansancio  pero siempre fundidos en un solo cuerpo.

Más tarde no sin esfuerzo, Guillermo se viste con parsimonia, no sabe qué hará, ya se le ocurrirá en el camino, se dice.
__

Por esas ironías que parecen solo suceder en las novelas, Juan y Matías han llegado esa tarde a la misma habitación del motel donde Guillermo y Pedro hicieran el amor por primera vez. Igual que Guillermo, él ha pasado por allí muchas veces en ruta hacia su casa. Hombre al fin, conoce cómo funcionan esas instituciones. Más de una vez, soltero iniciándose en amores furtivos, se refugió en sitios semejantes. De casado ha sido fiel. Una o dos ocasiones acaso, aventuras pasajeras con enfermeros provocadores, sobre la mesa de exámenes. Medido con el rasero de las costumbres de los hombres de su generación, ha sido esposo ejemplar. De allí que apenas logre calmar el desasosiego al cerrar la puerta y mirar la palidez en el rostro de Matías, la habitación sórdida, la cama obvia, el sitio claramente desprovisto de otro mobiliario que el necesario para cumplir la función de lugar de citas clandestinas.

__Lo siento, Matías. Te habría llevado a un hotel… __la pausa es clara para ambos. Es casado e ir a un hotel lo expondría__. Pero esto es más seguro que el coche__. Sonríe.

__Y más cómodo __sonríe él. Matías se sienta en la cama, con las manos hacia atrás examinando la estancia. Se imaginó algo diferente... Tonto que era como le dice Camila, y romántico.

Esperaba que los hoteles del amor, como les decían, fuesen más sutiles, que invitaran al romance y no solo al sexo. Supuso que habría una sala, al menos un sofá mullido donde besarse y tomar una copa a la luz de las velas. Flores, luces, espejos, pero no.
Tocan a la puerta, Juan paga, pide algo para tomar. Matías en tanto se consuela. Inútil seguir vagando por la ciudad en búsqueda de sitios poco frecuentados, temiendo ser vistos.
No puede negar el demonio del deseo y  fantasía que le provoca Juan. La mirada de él entra en su cuerpo y alma y lo hace crecer como el agua a una esponja, le endereza la espalda, lo desinhibe, y hace su coquetería más arrojada. Ha ido perdiendo la timidez porque él aprueba cuanto hace, cómo habla, cómo se mueve y viste, cómo luce. Es una sensación nueva para él. Se ha sentido querido por sus padres, halagado por otros a ratos a sus pies, o sus manos, por partes de él, pero hasta ahora nadie le ha abarcado todo con la avidez de este hombre.
 No tiene miedo de él. Será porque es mayor que él y él jamás tuvo amor de padre o será que los hombres mayores tienen menos prisa, más experiencia. Juan lo trata como si fuera un jarrón fino, “dónde te pongo para que no te quiebres”.

Pero la pasión ha ido creciendo. El cuerpo de él responde. Los hombres tendrían que saber que la ternura es lo más sensual que existe. El único novio que tuvo de joven, con el que perdió la virginidad, lo montaba como perrito. Nada de caricias, nada de nada. Un bruto. Más bien lo había dejado pensando que si eso era el sexo para qué molestarse, arriesgarse.
Con Pedro él se habría atrevido, es guapo, en eso coincide con Camila, pero bueno, Pedro se había interesado por otro. ¡Qué cosa de la vida que terminara él con Guillermo y él con Juan! No quería ni pensar dónde iría a parar todo aquello. Él podía imaginarse subiendo de categoría, viviendo con el doctor, incluso estudiando medicina, lo que no podía imaginar era a Guillermo viviendo en una carpintería.

Juan se sienta a su lado, le pone el brazo sobre los hombros. Matías se anida contra él que le acaricia la espalda, el brazo, le toma la barbilla, y lo besa, un beso que se extiende por su cuerpo como cuando se echa una piedra en agua y el agua va haciendo círculos. Hace mucho que él quiere desvestirlo. No se ha atrevido en el auto del todo. Logra soltar botones de la camisa con dedos torpes. Logra soltar uno y mete la mano para reconocer su piel suave, joven, el  saliente redondo erecto de sus pezones. Lo recorre un escalofrío al sentir los pezones, enhiestos, y gradualmente, a medida que lo acuesta en la cama y se va adentrando bajo su ropa sin dejar de besarlo deslizándose de la boca a la oreja, a los ojos a la punta de la nariz.
No debo apresurarme, piensa, recordando comentarios de Guillermo sobre su manera de hacer el amor… mecánica. Matías tiene los ojos cerrados. Se abandona, dócil, callado, Juan le abre la camisa, le besa los pezones, desciende, besa el vientre y desciende el cierre del jean hasta encontrar el ombligo. Matías empieza a gemir, a suspirar, a respirar audiblemente excitado, Juan se obliga a la calma. Le tiemblan las manos cuando él alza las caderas para que pueda deslizar el pantalón y bóxer hacia abajo hasta dejarlo expuesto, mientras Matías toca el suyo, el calzoncillo blanco de algodón, sencillo y ve la sombra oscura de abundante vello del pubis sobre la que él pone apenas la mano atraído como si se tratara de un imán, se tocan en espejo. El cuerpo del muchacho es delgado, los huesos de la cadera se alzan y crean un valle redondo en el vientre. Es un cuerpo poco más que púber, de ángulos y esquinas, sombras óseas. Juan cierra los ojos  para evitar el disturbio de pensarlo tan joven.
Sin explorar más, sin atreverse, poseído de pronto por una urgencia angustiosa, cambia de ritmo, se destraba el pantalón del todo, se coloca, agitado el condón que lleva en la bolsa y arremete adentrándose  todo entero en el muchacho, en el cálido orificio estrecho que da paso al túnel que lo hunde en un cielo que quisiera no terminara nunca. Sin embargo, le toma tiempo acercarse al clímax. Se obliga a desacelerar sus embates, a olvidarse de todo abrazando al muchacho que aún tiene puesta la camisa, pero que se alza, viaja con él en arcos, en subidas y bajadas hasta que lo siente tensarse, sacudirse y siente el apretado puño de su cavidad estrujándolo con los espasmos del orgasmo que al fin provocan en él el estallido en el que parece que ha muerto...

Un rato después, acostados ambos en la cama, Matías suspira.
 __ Quítate la camisa _ dice él__. ¿Te fijas que me acostumbré a la prisa? _ ríe.

Matías lo hace. Está tendido, desnudo, sobre la cama y él lo mira largamente, lo examina como si se tratara de una bella estatua, contemplando sus brazos, sus piernas, el vientre, el ombligo...

__Te he soñado así _le dice__, exactamente así como sos, tan delicado.

__ ¿Qué vamos a hacer, Juan? __pregunta él__. Nos estamos enamorando, creo yo.

Él lo abraza. No quiere mentirle.
__No sé, Matías. No lo sé.

Matías se pregunta si será el momento de decirle que Guillermo ha estado visitando a Pedro. El problema es que Camila lo negó enfáticamente cuando Juan empezó a indagar, a visitarla a ella, y quizá le crea. Por proteger a Pedro, entonces Camila se empeñó en disuadirlo de sus dudas.
 ¿Cómo iba ahora él a decirle lo contrario? Tendría que pensar cómo hacerlo. No era el momento. No era buen momento. Se abraza a Juan.
__Sé que no me puedes contestar _susurra__. No te preocupes. No pensemos en eso ahora.

Matías ha hecho la movida correcta, Juan lo mira con ternura. Agradecido.
Matías lo siente relajarse, quedarse dormido. Verlo así, despojado de toda superioridad, la boca ligeramente abierta emitiendo leves ronquidos, le conmueve. Quizás fue solidaridad lo primero que sintió por él, piensa. No estaba seguro, pero sí ya enterado de la constancia con que Guillermo pasaba tiempo con Pedro. Y gato encerrado sí que había entre ellos, porque Diego le había contado que Guillermo estacionaba el auto a veces en su garaje por temor a que se lo robaran. Y menos mal que Juan no le preguntó a él por eso, ni siguió preguntándole a Camila. Habría que ver cómo reaccionaba. Los hombres gais no solían tolerar las infidelidades de su esposo con la resignación propia de otras parejas.
Recordó entonces a un pariente mujeriego, que, no obstante que le paseaba las amantes por la nariz a la esposa, la echó sin miramientos cuando se percató de que ella había buscado consuelo en un pintor que llegó a trabajarles. La sacó de patitas a la calle sin misericordia. No le importaron los años que ella había tolerado sus amoríos. Con lujo de crueldad, hasta le prohibió ver a los hijos. Era difícil suponer que Juan haría lo mismo con Guillermo o que se iría él de la casa.
 Si se llegaba a dar el caso de que él dejara al marido, Matías prefería que fuera por amor, no por despecho.

__

Guillermo conduce por las calles donde el tráfico apenas empieza a aliviarse de la hora pico. Buenos Aires oscura, apenas unas luces encendidas en las avenidas, es fantasmagórica. Solo unos habitantes se han acostumbrado al extraño entorno que se asentó tras la inseguridad y la falta de garantías, la pobreza. Grandes espacios vacíos, calles anchas que se estrechan de repente, edificios rodeados de pasto, luces de neón y rótulos toscos, cartoneros, basura. En la noche no se ve el río, ni grandes rascacielos salvo en el microcentro, nada hace contrapeso al desorden y la pobreza saliendo de este, donde quien quiere ver la hermosura debe de elevar la mirada en busca de un cielo estrellado. La naturaleza se ríe del hombre en su intento de construirse un hábitat digno.  Y sin embargo, Guillermo navega por la ciudad con la naturalidad y holgura de quien lleva impresa las calles confusas e intratables de los barrios, la ama, ama el cemento, y desde joven ellos y manejar le han calmado los nervios. En ese pequeño enclaustro en que viaja solitario, su atención  puede bifurcarse: ir pendiente de él mismo, expandirse dentro de sí mismo, y también mirando el camino.
Desde el accidente, sin embargo, basta con que en su mente salte el recuerdo de Pedro lanzado por el aire, el sonido de sus carnes y huesos contra el guardabarros, para que las manos se le pongan frías y se adhieran a la rueda como ventosas.
Cuando llega a su casa, el auto de Juan no está.
Mejor, piensa.
Se calmará. Tomará unas copas de vino. O quizás algo más fuerte.
¿Cómo era que la gente hablaba con tanta tranquilidad de la infidelidad?
Si se encuentra alguien mejor que yo, mis respetos, solía decirse Miller. Pero cuando el marido lo dejó, se fue con un tipo trofeo. Sin embargo, Pedro no lo era, o sí, era un verdadero premio que había elegido desde la primera mirada, aun sin darse cuenta.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.



18 comentarios:

  1. Diosma 💖¡¡Qué belleza!! ¡¡Me encantó!!

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  2. Myriam Hermoso amor que los años no pudieron desvanecer, hermosa prosa con mucho sentimiento,

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  3. Kiki te felicito, desde la óptica de mi gusto, usar un lenguaje sencillo sin palabras rebuscadas llega al entendimiento de la mayoría que te admira, pero aveces no entiende un lenguaje de mayor instrucción.

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  4. Qué momento Eve...Ahora sí que van a tener que confesarse ambos y decidir qué van a hacer con sus vidas...Aunque yo creo que el destino ya marcó el rumbo de los cuatro...Por fin Matías sirvió para algo...Gracias Eve...

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  5. Veronica Lorena Piccinino
    Veronica Lorena Piccinino Lindo Eve Monica Marzetti... tienen que sincersrse. Para que seguir con alguien de quien se perdió el amor...

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