domingo, 14 de julio de 2019

DESAFÍO. CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO.


DESAFÍO.

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO.


Aquí estoy yo para hacerte
Reír una vez más
Confía en mí, deja tus miedos atrás
Y ya verás
Aquí estoy yo con un beso
Quemándome los labios
Es para ti, puede tu vida cambiar
Déjame entrar
Le pido al sol
Que una estrella azul
Viaje hasta a ti y te enamore en su luz
Aquí estoy yo
Abriéndote mi corazón
Llenando tu falta de amor
Cerrándole el paso al dolor
No temas yo te cuidaré, solo acéptame
Aquí estoy para darte
Mi fuerza y mi aliento
Y ayudarte a pintar mariposas en la oscuridad
Serán de verdad
Quiero ser yo el que despierte en ti
Un nuevo sentimiento
Y te enseñe a creer
A entregarte otra vez sin medir, los abrazos que des
Le pido a Dios
Un toque de inspiración
Para decir lo que tú esperas oír de mí
Aquí estoy yo
Abriéndote mi corazón
Llenando tu falta de amor
Cerrándole el paso al dolor
No temas yo te cuidaré, solo acéptame
Dame tus alas
Las voy a curar
Y de mi mano
Te invito a volar
Aquí estoy yo (Aquí estoy yo)
Abriéndote mi corazón (Ay, mi corazón)
Llenando tu falta de amor (Tu falta de amor)
Cerrándole el paso al dolor (Cerrándole el paso al dolor)
No temas yo te cuidaré (Te cuidaré)
Siempre te amaré
Fuente: LyricFind
Compositores: Luis Fonsi / Claudia Brant / Gen Reuben

 Lunes, 08 de agosto de 2016.

… en secreto. Solo trataron con ella unos pocos miembros de la corporación… y el propio director. De hecho tengo entendido que fue él en persona quien se encargó de negociar con ella el contrato y todo lo demás.
__ ¿Nuestro hombre en persona?
__A él era a quien más le gustaba el personaje __dijo ella y miró fijamente al inspector.

Este asintió y volvió la mirada al libro. Había un espacio dedicado a la autora, pero no aparecía su nombre real ni el resto de datos.
De todos modos era claro que esa persona encajaba en el perfil, ilustradora y tenía libros publicados.
__ ¿Puedo llevármelo prestado?
__Claro _respondió ella y miró su reloj.

__Bien, tengo que volver al trabajo. Les he dicho todo lo que sé. Espero les ayude.
__Seguro que sí. Muchas gracias _dijo Malvárez.

Una vez la mujer se hubo marchado entregó el libro al oficial.
__Anda, pregunta en la editorial.
__ ¿Hemos dado en el clavo?
__Es posible. Al menos está claro que entre esta autora y nuestro hombre… había algo. Me he convencido al ver la cara que ponía esa señora mientras nos contaba su historia. Es claro que sospechaba que entre los dos había algo desde antes.
__ ¿Entonces por qué no dijo nada hasta ahora? Es de suponer que los policías que vinieron a verla antes que nosotros también le preguntarían por las relaciones del occiso, ¿no?
__Tal vez pensaba que era mejor mantener la boca cerrada, o Edyth se lo pidiera o los hijos. De hecho si lo piensas, a nosotros tampoco nos lo ha dicho claramente. Únicamente lo reveló cuando vio que mostrábamos interés por el autor de ese personaje. Obviamente ella sabía que esa autora de libros infantiles era alguien especial para su jefe, así que ha decidido contárnoslo.
__Ya. Ahora lamento haber dicho que parecía de plástico.
__Pues, si lo que quieres es que su buena voluntad sirva de algo lo mejor que puedes hacer es llamar a la editorial ya mismo.

El oficial sacó su móvil y salió del café con el libro en la mano. Mientras lo veía marcar el número, Malvárez apuró su taza de café. Se le había quedado frío.
El ayudante regresó al poco tiempo. Parecía desanimado.
__ ¿Qué pasa? ¿No te han atendido?
__Sí. Ya me han informado sobre esta mujer.
__Entonces, ¿a qué viene esa cara?
__Me dieron el nombre real. Este libro fue publicado hace unos cuatro años. Está descatalogado.
__ ¿Te han dado sus datos de contacto?
__No, la verdad es que…__. Está muerta.

__ ¿Desde cuándo?
--Dicen que hace unos dos años…  se suicidó en su casa.
__
Jésica estaba escribiendo un informe en la sala de reuniones de la comisaría cuando llegaron Malvárez y el oficial. Los dos traían mala cara.
__ ¿Y el abuelo? ¿Ya se ha ido a casa? __preguntó Malvárez.

__Si se refiere al inspector jefe, creo que está en la sala de detectives.
Sin siquiera responder una palabra, Malvárez salió de la habitación. Su ayudante levantó las manos en señal de rendición.
__Parece que viene de mal humor ¿no? _ dijo Jésica a su compañero.

__La hemos encontrado. Por fin hemos dado con esa antigua novia del muerto, la escritora.
__ ¿De veras? Pero ¿entonces…?
__Es que ha sido muy inesperado _dijo el inspector mientras se sentaba.

 Jésica se sorprendió al oír el relato. Que la anterior novia de la víctima se había suicidado era algo cuando menos, sorprendente.
__Primero fuimos a la editorial, y nos proporcionaron una foto de ella. Luego fuimos al establecimiento especializado en tés que el occiso solía frecuentar con su entonces novia. Se la mostramos a la camarera que lo conocía y la reconoció sin vacilar. Le mostramos fotos de Elsa Contreras y no lo hizo. En fin, con esto damos por terminado otro capítulo en la investigación. La teoría de Malvárez de que el crimen podría haber sido cometido por la antigua novia se ha ido más a pique que  la de Edyth poniendo el veneno a distancia.
__ ¿Y por eso está de tan mal humor…?
__Yo también estoy agotado. Llevo dos días dando vueltas por Buenos Aires con Malvárez. Total para terminar de este modo… En fin, estoy reventado.
El muchacho se desperezó, estirándose en su silla, cuando sonó el móvil de Jésica. Miró la pantalla y comprobó que se trataba del físico, a quien acababa de ver ese mismo día.

__Hola profesor. Gracias por atenderme hoy _ dijo ella a modo de saludo.

__ ¿Dónde estás ahora? __preguntó bruscamente el hombre.

__En la comisaría.
__Después de que tú y los abogados se fueran, he estado pensando sobre ello y he llegado a una conclusión así que hay algo que quiero pedirte. ¿Podríamos venos ahora mismo?
__ ¿Ahora? Bueno, no tengo inconveniente, pero… ¿de qué se trata?
__Por teléfono, no. Te lo cuento cuando nos veamos. Elige tú el sitio _ dijo. Por su tono daba la impresión de estar bastante excitado, lo cual era algo muy raro en él.
__No se preocupe. No me importa ir hasta la universidad…
__Ya no estoy allí. Ahora mismo me dirijo hacia allí, elige pronto un sitio de encuentro, no quiero micrófonos ni cámaras.
Ella le dio el nombre de un restaurant familiar. El científico se despidió y colgó. Ella guardó en su bolso el informe que tenía a medio escribir y tomó su chaqueta.

__ ¿Era el profesor?
__Sí, Dice que tiene que contarme algo.
__Pues qué bien. A ver si él consigue dar con el truco que emplearon en la colocación del veneno. Nos sería de gran ayuda. Y toma nota de todo cuanto diga. Siempre habla de temas muy complicados. Así que estate oído avizor.
__Lo sé _dijo Jésica, y se marchó.


Martes, 09 de agosto de 2016.  

_Qué bello que es el amanecer,  pero mucho más bello es despertar  envuelto en el aroma de tu ser, porque es la pasión de tus besos  la que guía mi destino, mas muérdeme los labios
que quiero agonizar  y morir en tu boca, mientras nuestras lenguas  se entrelazan en un remolino  de lujuria, excitación y amor, en tanto tu cuerpo se va  adhiriendo contra el mío, dándome ese erótico placer de sentir tus latidos, controlando mi respiración y así poder hacer realidad nuestros deseos y anhelos más incontrolables, mientras las noches mueren amándonos.

Voy separando un labio del otro provocando la transpiración de tus poros y siento que tu vello se eriza en el país de las maravillas a la par que el silencio es roto en un suspiro de mil agonías que manejo sin más decoro, sin disimular, siquiera un poco, extrayendo el fruto de mi codicia
entre tus miedos y mis prisas, doy el amor de un lobo que no da, pero te quita.
Y respiro la humedad de la alcoba perfilando entre luces y sombras las curvas que a ti te perfilan para alear tu boca con la mía, donde dejamos de ser dos formas en la fragua de una ilusión perdida. Dejan tus dientes en mi boca las huellas de quien no perdona para explorar nuevos senderos que ya no desconocemos, plena la sonrisa, te enojas, laboras porque quieres tu premio, las promesas ahora no importan cuando en tus pupilas me reflejo y muero mientras me robas y te llenas con mi veneno. Detrás de ti me pregunto al verte si tus labios tímidos y trémulos han conspirado al señalar con la  miel  de tu sustancia el territorio de ese inmenso espacio  invitando a tu lejano y amante ósculo que sea tu cercano y enamoradizo destino.
Detrás de ti yo averiguo al verte si tus labios han apuntado cómplices y confesores
a esas amorfas montañas disparando sin piedad ni cuidado queriendo alcanzar la recompensa de imposibles amores  siendo tu boca soñadora ineludible culpable de crear ese cielo de hermoso gris casi inerte. Detrás de ti yo fantaseo al verte pensando si entre tus piernas pudiera escalar hasta llegar al lugar más al sur de tu espalda,  si entre tus nalgas pudiera perderme y volar y gritar desde allá abajo que yo te quiero besar con mi boca exhausta sin la cumbre de tu rostro. Detrás y delante de mí el mundo te ve, raíces profundas te vieron crecer,
mariposas de colores fueron probando tu sabor,  es buena madera noble tu alma, es mañana y amanecer sobre tu frente temprana, hormigas de tierra y agua bajo tus pies.
Detrás del mundo me muero por ti cuando tus ojos enamoran la brisa suave del viento y tu cabello con dulzura es tirado y se eleva llevándote esta mágica alfombra soñadora muy lejos.
Quién fuera tus zapatos y tus pisadas, primavera laboriosa de hormigas, verano caliente bajo tu hormiguero, enredadera enredada en tus rodillas, tu sombra en tu flotante madera, el cielo mojado y seco en tu suelo. Quién fuera vanidad dentro de tu aliento aquel que acaricia tus delicias, quién fuera pecado observando tu deseo, sueño en tu dulce pesadilla y enamorado contemplando  lo mejor de la vida y debajo de tu  ropa contemplar el mundo entero. Mirándote solo pienso que bajo tu ropa yo te amo  que sobre el embarcadero yo te quiero.
Qué te parece si despertamos esta noche al pecado  dando el brillo en la piel de los actos más paganos  en el que saciamos con grato placer al ser tomado  por esa cálida vereda que hizo brisa de mis manos. Que no hay lazo que aquí ate la lujuria que desato  ni se puede adiestrar lo que no se deja ser domado,  pues no se tenga a la pasión para un solo arrebato  si una vez que empiezo a arder deseo ser quemado. Por eso no me pidas apagar la llama que más ardo  y el fuego que iré dando será más de todo encanto, con tanto a entregar que para mí nada me guardo  y acabo dándolo todo pues sin darlo poco aguanto. Pues nada más tener empiezo a complacer al tacto  con el descaro del que por aquí  vengo contando, así que no te pienses que tu corazón se irá intacto, si poseo mil maneras de llegar hasta donde mando.
Si en un suspiro mismo hago fuego en cada tramo  no me pidas de más flama de la que encima cargo  o haré amigo de Cupido y explicaré cuánto te amo  mientras talla la flecha que le mandé por encargo. Pues habrás hallado una puerta que no han tocado,  sí hasta el lacado de la madera continúa brillando  y eso que paseó el diablo no hace tanto por su lado  que me pidió solo un instante y se acabó quemando.


--- ¿Qué sucede amor?
__Nada Pedro, cansancio supongo, anda,  ve a ver a ese  socio para renunciar a tu estudio, te veré en  el salón de la editorial, cuídate.
__No amor, te vendré a buscar, quiero ir contigo a esa recepción, y perdón que no te avisé de la publicación de ese libro, en medio del lío del divorcio, del caso lo había olvidado.

Estudio Graziani y asociados.

--¿Quién sos cobarde? Da la cara hijo de…
__Guille, ¿qué sucede? _interrogó Alberto que lo vio caer derrotado en el sillón.

__Una maldita amenaza, que nos cuidemos o alguien saldrá herido.
__ ¿Por el caso?
__Eso creo,  aunque mi olfato me dice otra cosa, no lo sé.
__Guille, no entiendo ¿qué te dijeron exactamente?
__Me pidieron que me alejara de todo, que me fuera de viaje… solo.
Beto, en todo este tiempo nunca  recibimos amenazas por el caso, nadie del equipo, no  las veo pese a todo a Elsa o a Edyth amenazando  __dijo Guillermo abatido.

__Guille, estamos pensando que mataron a un tipo. ¿Le avisamos a Malvárez?
---No. No todavía.                    
__Guille, te conozco, ¿de quién estás sospechando?
__De Camila, sinceramente…  de ella, está obsesionada con Pedro, no cree que sea gay, quiere tener un hijo con él… _La voz  se cortó.

__No Guille, la piba está media loca pero de allí a amenazar…  además dijiste que hablaron al padre… ¿Quieres que hable con Oscar Arévalo para que les ponga custodios?
 _No por ahora, no a nosotros, esperaremos unas horas,  solo busca entre los conocidos a alguien que siga con sigilo a Fabián, pero que no se dé cuenta _dijo Guillermo comprimiéndose los ojos con los dedos__, no quiero que vea su vida interrumpida, y me arrepiento de haber sacado a Ana de la clínica, también pon custodia a la casa y si sale que la sigan.

__Perdón Guille, pero si querían atentar contra ella, internada era más fácil y si piensas en Camila a ella no le hará nada _dijo Alberto preocupado.

__Hazme caso, que  protejan a mi familia por ahora, necesito pensar de dónde viene esto. Puede que haya un tercero en el caso, que quiera sacarnos de en medio antes de que lo sepamos, no lo sé, no le digas a Gaby, a nadie,  menos a Pedro.

Guillermo esperó inmóvil a que se abriera la puerta del despacho, Pedro lo hizo con cuidado entornándola poco a poco, y asomó el bello rostro. Se contemplaron en silencio, hasta que luego de cerrar tras de sí corrió hacia él. Guillermo lo recibió  en sus brazos y en tanto como piezas de un lego ajustaron los cuerpos en el abrazo sus bocas se fusionaron en un beso, Guillermo lo apoyó de espaldas contra la pared, y se deslizó hasta el suelo y continuaron besándose como si en lugar de un par de horas hubiera pasado un siglo.

__Pedro _ suspiró Guillermo sin apartar la boca de la de él__. No veía la hora de que llegaras, estaba volviéndome loco. Llegas tarde.

__Perdón. Si supieras lo ansioso que estuve todo el rato, no te enojarías conmigo, es solo que llevaba el reloj atrasado. No me llamaste.
El reproche  apenas susurrado lo conmovió. Había pensado en él, lo había añorado. Apretó el abrazo y hundió la nariz detrás de la oreja para inspirar el perfume.
__Cómo deseaba olerte. Amo tu perfume.__Las manos de Guillermo eran un huracán y Pedro gimió cuando colándose bajo la ropa le rozó los pezones con los pulgares de modo insistente. Para acallarlo, Guillermo se apoderó de su boca en tanto se incorporaba con Pedro enroscado en su cuerpo, lo llevó hacia atrás, despejó la mesa del escritorio de un manotazo __los expedientes terminaron sobre el sillón y el piso__ para depositar a Pedro.

_No puedo esperar hasta la noche _le confesó sin consideración al lugar en que se encontraban, enternecido por la expresión turbada de él.

__Guille, el libro… No sé si podré… __Se mordió el labio y fijó la vista en el cielo raso, en tanto Guillermo lo despojaba de los zapatos y del pantalón.


_Parado  al borde del precipicio con las puntas de los pies avanzadas sobre el abismo, el temblor de mis piernas era incontenible y exasperante. Tenía tanto miedo de que me empujaras, o de algún ardid para tirarnos sin que yo realmente lo quisiera, que mi atención sobre tu figura era más exhaustiva que la que ponía en el precipicio mismo que me llamaba por nombre y apellido. Te paraste a mi lado y extendiste tu mano invitándome a lo que catalogaba como el desastre de mi vida, pero tu atracción era comparable a la del polo norte y quién te diría que no. Mi derecha temblorosa tomó tu seguridad, cerré mis ojos guardando tu gentil y sobrio rostro como último recuerdo, respiré tan profundo como el día en que entendí que venías a cambiar mi mundo y me lancé.
El día que te conocí, no percibí que eras el arreglador de mundos perdidos. Con una seguridad aplastante me dijiste que me enseñarías a volar y por dentro reí y por fuera, una roca. Poco a poco fuiste metiendo todas esas ideas locas de ser feliz y del vuelo compartido. Yo, yo mismo, el  que pregonaba la libertad individual, estaba siendo tentado a entregar mi postura bajo rendición completa y ¡qué cosa! Acepté. “Hago lo que quieras”, dije como esperando el milagro de ver esto, esto… terminado antes de ese tiempo, pero no, no señor, tú no te ibas a mover hasta lograr que saltara contigo. La magnífica resolución de girar alrededor hasta que confundido, terminé diciendo: sí.
Si ya tenía mi mundo resuelto, ¿por qué te seguí? A cada propuesta, mi rotundo no, y con el tiempo este se torna en sí y otra vez sí y de nuevo: Sí. Sí, sí, sí y sí. ¿No te cansas de hacerme dudar? Qué manía de sacarme de este mundo gris y cómodo en donde solo hay brisa y movimientos ralentizados y la tonta calma de sentirte solo  y bien, qué va… Al rey de los cambios justo lo tenía que encontrar yo. Cerré los ojos y salté y sentí el tirón. Los abrí en plena caída libre y me entregué a su merced. Me aferró a sí y creí morir de amor. “Está todo bien amor”, solo eso escuché cielito, solo eso necesitaba escuchar y el ala se abrió y nos frenó y sentí cómo mis latidos se unieron con los de él y recién ahí entendí y lo abracé con más fuerzas y lo besé y le dije: “Gracias amor, tenía tanto miedo…” Ya en el verde césped de la convivencia real, tuve que reconocer que recién ahora y por fin, conocía la libertad de verdad. Como siempre tuvo razón, la propuesta la haría yo.

Guillermo  se oía  y le contemplaba largamente las piernas largas hasta concentrarse en el rostro, contemplándolo y repasándolo como si hubiese perdido algo, para  descender al bóxer que intentó comenzar a bajar con las manos de Pedro aferradas a las muñecas como intentando detenerlo.
__Pedro, déjame quitártelos, te necesito, amorcito.
El sexo imponente y lleno de salientes y vello se reveló centímetro a centímetro y emergía en todos sus accidentes luego de la depresión del vientre. Lo enloqueció esa visión y refregó la cara en él, y lo lamió, y lo olió y le pasó la punta de la lengua por el glande en tanto Pedro se arqueó.
_Pedro! _exclamó, casi con exasperación y él se agitó al percibir el resuello caliente en su virilidad__. Pedro _susurró __. Sos mi roca, mi refugio, mi oasis, jamás vayas a dejarme siguió.
Con las manos ajustadas en las crestas ilíacas y la frente en su pubis. Pensó en Cuca, en sus socios, que trabajaban a pocos metros apenas separados de esa escena por unos pasos.
Jamás había perdido el control de esa manera. Guillermo se sabía frío, calculador, moderado, mantenía sus pasiones bajo control. No perdería el tiempo tratando de explicar lo inexplicable ni lamentándose, todo desde el primer día con Pedro fue diferente, las almas se reconocieron apenas verse, y ya había aprendido que Pedro ejercía esa extraña influencia sobre él, algo que escapaba a la razón y más a la comprensión. Pedro lo contemplaba azorado desde su posición de vulnerabilidad, había percibido su lucha. Le sonrió  para animarlo.  Cerró los brazos en torno al cuello de Guillermo y lo pegó a su cuerpo. Sus bocas se buscaron con desesperación, sus lenguas se entrelazaron, sus alientos se fundieron, las manos de él se escurrieron bajo la camisa y le acariciaron los pezones. Pedro apretó los ojos. Chispazos verdes explotaron en su interior. El placer le surcaba como una corriente fría y veloz, sus miembros se debilitaron, Guillermo lo sujetó por las nalgas para atraerlo hacia el filo de la mesa, donde le obligó a apoyar la punta de los pies, situándose entre sus piernas, le levantó los muslos  con lo que elevó a Pedro  suspendiéndolo en ese apoyo, las manos de Guillermo aferradas a sus muslos, y el contraste entre pieles, vello y ondulaciones lo enardeció. La mano se hundía en su carne, y anhelaba él tocarlo, ascendió con las palmas abiertas por sus brazos percibiendo aun a través del género la sinuosidad de sus músculos. Le delineó el filo de la mandíbula, los labios, descendió por el cuello y le apretó las tetillas en el instante en que Guillermo se impulsaba elevándolo del escritorio dentro de él. Se asustó. La espalda de Guillermo se arqueó con violencia, como si hubiese recibido un golpe o una descarga eléctrica, y Pedro asimiló su sacudida, incluso vio sus ojos hacia atrás.
Al cabo se cerró sobre él respirando con dificultad, y Pedro sentía el furioso latido de su miembro dentro de él, abriéndose paso en cada embestida más allá en sus entrañas como deseando llegar a un sitio oculto, al que jamás nadie podría acceder. Le acarició la cabeza y Guillermo levantó la mirada, hipnotizado, como en trance.  Pedro apreció la alteración de su semblante. Guillermo sin pronunciar palabra empezó a moverse adentro y afuera siempre con la vista enganchada en la de su amante. Le gustaba salir por completo para penetrarlo con una embestida sorda y profunda, le fascinaba la reacción de Pedro que se mordía el puño en intento de atrapar los sollozos y gritos del éxtasis. Los gritos del placer  que se quedaron encerrados dentro del pecho de él  trasmutaban en la fuerza con que le clavaba los dedos en el cuero cabelludo, en la nuca, en donde llegara. Guillermo atinó a taparle la boca cuando el orgasmo llegó y aniquiló la voluntad para permanecer callados. Al  ver a Pedro convulsionarse sobre la mesa, aceleró el vaivén y pronto lo siguió hacia el abismo. Sus fosas nasales, que se dilataban para inspirar grandes porciones de aire, y sus labios convertidos en una línea blanquecina daban cuenta del esfuerzo para no prorrumpir en gritos. El semen fluía desde su interior en una corriente sin fin. El orgasmo parecía no tener fin, lo ahogaba. Tenía la impresión de que estaba sordo, le zumbaban los oídos junto con su torrente sanguíneo, más reprimía los gritos, más lo ensordecía su éxtasis.  Se desplomó sobre Pedro. Respiraba por la boca con un sonido angustioso. Ninguna inspiración bastaba en el intento por llenar los pulmones. Las caricias de Pedro que también necesitó minutos para recuperarse  solo ayudaban.

__No creo que alguna vez pueda salir de aquí, siento que llevo tatuado lo que acaba de suceder _balbuceó.

__Qué lindo sería que llevaras ese cartel.
__Alberto me dijo algo, pero no quiero mencionarlo mientras aún estás dentro de mí.
___ Quiero amarte así sin que importe una llamada, sin que nada interrumpa, que solo sea mi placer, esperando por el tuyo, y solo se escuchen suspiros cuando mis manos te cubran,
y mis labios devoren  cada centímetro de tu piel, que se estremece, y reacciona, rasgando surcos, en mi espalda... Y eso. Me desestabiliza... me apasiona, y no soy yo, deseo poseerte,  cual fiera a su presa, deseo darte el mundo, bajarte el mismo cielo, somos amantes, de esos que se aman, que se entregan, que se extrañan,  que no se dejarán nunca... aunque en la realidad,  tenga, cada uno… Su propia historia.
Con usted estoy aprendiendo a amar, a dejar de ignorar cuando los labios callan  y  grita la mirada.
Con  vos descubro la necesidad de acariciar tu rostro con el brillo  de mis ojos,  y dejar mis sentimientos grabados en lo más profundo de tu alma. Con vos estoy aprendiendo a amar de una forma sublime, exquisita... Tan intensa, tan atrevida, tan audaz e indescriptible, una forma que no permite que se rinda el alma.
Con  vos estoy aprendiendo a amar como todo mi ser lo había deseado, que soporta cualquier tipo de tempestad, una forma que parece dejar de respirar pero que lo resucitan los te amo.  Y es que esta clase de amor no tiene comparación, no tiene lógica y a veces raya en la locura,
a veces parece una enfermedad terminal, sin cura... Pero tan solo con vos yo tengo el mejor tratamiento, que me retorna a la cordura y es que con vos aprendo  que el amor, ese sentimiento de los que tanto  se mofan, al final nos llena de razones entre tanta entrañable diferencia convirtiéndolo en una hermosa paradoja. Pero es hermoso que a los dos nos pase igual después de descubrir que es algo nuevo, que este amor no es común no es tradicional,
es intenso, fuerte, pasional, que nos habita, en la sangre y  en los huesos.
Que se siente en cada poro de la piel y se delata en los latidos más intensos.
Con vos estoy aprendiendo a amar, a besarte el alma desde adentro, a enamorar tus oídos.
A llenarte tu boca de sonrisas y a sembrarle escalofríos a tu cuerpo.
Quiero toda la vida para aprender esa lección, porque vos sos mi maestro, y sin saber me elegiste para que yo fuera tu amor y tu maestro.

__
La rueda de prensa sobre el libro que Pedro había escrito antes de conocerlo,  en referencia a una ficción basada en algunos casos, se llevó a cabo en una librería antes del inicio de la presentación. Una cincuentena de periodistas sacaba fotografías, filmaba, apostaba sus grabadoras y micrófonos. Pedro y la editora habían ensayado respuestas a las posibles preguntas, por lo cual él se sentía tranquilo y seguro. Entró en el recinto con una tenue sonrisa, secundado por Guillermo. Los murmullos se acallaron. Los periodistas los siguieron con los ojos, preguntándose dónde estaría la esposa, quién era ese hombre que lo guiaba con su brazo en el hombro apoyado posesivamente, algunos hablaban de un guardaespaldas, otro de un amante, pero nadie se habría acercado a Pedro con ese hombre apostado a su lado.  Cuando tomó asiento tras una mesa llena de micrófonos y sorbió algo de agua, su editor se ubicó a su lado, y Guillermo permaneció detrás, de pie, adoptando actitud de un guardaespaldas hasta que se dio por finalizada la rueda, tras lo cual siguió la presentación del libro, y la firma de ejemplares. Pedro había respondido con amabilidad, escueto y sin entrar en su intimidad.
Pedro se trasladó al sector dispuesto para la firma de ejemplares, y mientras saludaba y conversaba con sus lectores, Guillermo se alejó para atender un llamado de Malvárez.
El corazón se le detuvo cuando al regresar, apenas trasponer el ingreso, vio a un hombre que sacaba un arma. El cuerpo se le cubrió de un sudor frío. Pedro se ponía de pie y sonreía ajeno a la amenaza, en tanto el sicario enviado por  quien fuese acechaba.

__! Pedro! _ vociferó Guillermo y se lanzó a correr, consciente de que no llegaría a tiempo.

El hombre sacó un arma, y disparó. Guillermo soltó un rugido.
__ ¡Pedro! __clamó, en tanto corría hacia él, la muchedumbre se aglomeraba, y los guardias, los que la editorial habían contratado llamaban a la policía y a emergencias.

___
Jésica estaba tomando un té en el restaurante cuando apareció el científico. Se sentó frente a ella y pidió un capuchino.

__ ¿Esta vez no va a tomar café?
__No. Ahora sí que estoy harto. Cuando estaba contigo también tomé un par de tazas, ¿verdad? _ dijo el hombre con gesto adusto__. Perdona que te haya hecho venir así, tan de repente.
__No pasa nada. Bien ¿de qué quería hablarme?
El hombre bajó la mirada que luego alzó de nuevo y la fijó en el rostro de la chica.
__ Permíteme que lo confirme preguntándotelo pero tus amigos y tú ¿siguen sospechando de la viuda?
__Pues… sí. La verdad es que sí,  no puedo evitarlo.
__Bueno… __El científico se llevó la mano al bolsillo interior del saco y extrajo un papel pegado. Lo dejó encima de la mesa__. Léelo. Anda.

Jésica lo tomó  y lo desplegó. Tras leerlo, frunció el ceño.
__ ¿Qué es esto?
__Algo que quiero que averigües. Pero no por encima. Necesitaremos que sea de un modo preciso.
__ ¿Y con ello se resolverá el enigma?
El hombre parpadeó y resopló.
_No. Seguramente no. Se trata de una averiguación para comprobar si el problema es irresoluble. En vuestra jerga, sería una indagación de respaldo. Una comprobación de si lo afirmado coincide con la realidad o no.
__ ¿A qué se refiere?
__Hoy después de que se fueran. He estado dándole mil vueltas intentando averiguar el método empleado para la colocación del veneno, suponiendo que fuera cosa de la esposa. Pero sigo sin tener ni idea y la conclusión a que he llegado es que esta ecuación no tiene solución. A excepción de una…
__Entonces sí tiene solución.
__Sí, pero sería una solución imaginaria.
__ ¿Imaginaria?
__Concebible teóricamente pero imposible en la práctica. Solo existe un método por el que la esposa de ese hombre podría haber hecho beber veneno al esposo. Pero las posibilidades de llevarlo a cabo tienden a cero. ¿Lo entiendes? El truco es teóricamente posible pero su ejecución no.
__Pues no, no lo entiendo bien. Porque, en tal caso, lo que ocurre es que resulta realmente imposible, ¿no? ¿Y quiere que yo lo indague solo para poder demostrarlo teóricamente?
__Demostrar que un problema no tiene respuesta también es muy importante.
__Pero lo que yo busco es una respuesta práctica. Las soluciones teóricas me traen sin cuidado. Lo que quiero es averiguar la verdad de lo ocurrido. En eso consiste mi trabajo.
El hombre quedó en silencio.  En ese momento le trajeron el capuchino. Tomó la taza lentamente y comenzó a beber a sorbos.

__Es verdad… __murmuró__. Tienes razón.

__Profesor…
__Son manías de científico. Nosotros solo con saber que el problema tiene solución, aunque sea imaginaria, no nos quedamos tranquilos. Queremos confirmarla. Pero ustedes no son científicos. No pueden malgastar el valioso tiempo en demostrar cosas como esta _ dijo volviendo a guardar el papel, perfectamente plegado. Luego esbozó una sonrisa__. Olvida lo dicho.

__Profesor, por favor, cuénteme antes en qué consiste ese método en el que ha pensado. Y permita que sea yo quien lo juzgue después. Si considero que merece la pena le averiguaré lo que me pide.
__Eso es imposible.
__ ¿Por qué?
__Porque conocer en qué consiste el método viciaría tu opinión. Y si tu actuar estuviera condicionado por ideas preconcebidas, no podrías llevar a cabo una investigación objetiva. Sí, por el contrario, la investigación no la vas a efectuar de todos modos, tampoco hace falta que conozcas el método en cuestión
En cualquiera de los dos casos, ahora no te lo puedo decir.
Con la nota del pago de consumición en una mano, Jésica le extendió la otra al científico.

__Deme ese papel, por favor. Voy a averiguarlo.
__Ten en cuenta que es una solución imaginaria…
__Aun así, quiero saberla. Quiero conocer esa única respuesta que usted ha sido capaz de hallar.
__Si al final resulta que la solución no es imaginaria como usted dice, el enigma se podría resolver, ¿verdad?
Pero el hombre no asintió. Se limitó a subirse las gafas con el dedo índice.
__Quién sabe… __murmuró.
__ ¿No es así?
__Si al final resulta que no es imaginaria… __ dijo él con un destello en la mirada__, entonces tal vez ustedes pierdan y yo tampoco consiga ganar. Estaríamos ante un crimen perfecto.

El corazón de Elsa continuaba imparable su descontrolado ascenso, como un globo al que le cortaran un hilo tras conocer a ese hombre  sin saber que era el novio de su hermana, cuando ella la llamó para decirle que la esperara, esos momentos que diez años atrás o más había pasado junto a él  bastaron para que la semilla del amor prendiera en ella, y no pudo detenerla ya más. Solo cuando por fin se decidieron a cruzar la frontera que separaba toda relación entre un hombre y una mujer se dio cuenta de que había hecho algo terrible. Sin embargo, las palabras que le dijo él  aquella noche tuvieron la fuerza suficiente para borrar de un plumazo su inquietud.
Le había dicho que seguramente iba a dejar a Edyth, que ella sabía de antemano que lo de ellos estaba acabado, que deseaba tener más hijos y con ella aquello ya no era posible, además de no  amarla.
Sus palabras fueron realmente frías, despiadadas, pero en aquel momento a ella le sonaron esperanzadoras. En eso se había convertido ella. A tal punto su egoísmo.
Rememorando todas esas cosas, Elsa volvió a caer en la cuenta de la tremenda traición que ambos habían cometido. No sería  de extrañar que Edyth la odiara a muerte.
Podría ser…, pensó.
Tal vez fuera Edyth quien había matado a su amante. Y era posible que también su afectuoso trato hacia ella fuera solo una suerte de camuflaje para ocultar sus intenciones criminales hacia ella.
Pero Edyth contaba con esa coartada. Y la policía no parecía sospechar de ella. Así que seguramente seguían considerando imposible la perpetración del crimen por su parte.
Elsa se preguntó quién más aparte de Edyth, podría tener alguna razón para querer matarlo. Y mientras pensaba en ello, se sintió invadida por otra sensación distinta de tristeza, la de saber que, a pesar de lo mucho que deseaba tener ese hijo, ella misma tampoco sabía apenas nada sobre su padre.

Jésica llegó en ese momento, y pidió disculpas a Elsa por molestarla de nuevo.
__Por mucho que venga a verme, por muchas preguntas que me haga, esto no va a ayudarla a resolver el caso _-dijo  Elsa__. Ya le he dicho en muchas ocasiones que yo no conocía muy bien al señor.

__ ¿Y salía con él a pesar de no conocerlo muy bien?
La boca de Elsa se tensó.
__Supongo que sabía cómo era como persona. Pero imagino que lo que ustedes necesitan para su investigación no es eso, ¿verdad? Cuando digo que no lo conocía muy bien, me refiero a su pasado a sus posibles problemas en el trabajo, y cosas así.
__Saber cómo era la víctima como persona también puede ser muy importante para una investigación. Pero no se preocupe. Hoy no he venido a preguntarle por nada tan complicado sino por algo mucho más sencillo y cotidiano.
__ ¿A qué se refiere?
__A la vida cotidiana de esa casa. Seguramente usted era quien mejor los conocía.
--- ¿En tal caso no sería mejor preguntarle a su esposa?
__No creo que podamos obtener una opinión objetiva preguntándole a la propia interesada.
__Bien. ¿Y qué quiere preguntarme?
__Tengo entendido que, desde que ellos contrajeron matrimonio usted empezó a visitar a menudo la casa. ¿Podría decirme más o menos con qué frecuencia lo hacía?
__Yo no he dicho eso…  visitaba, trabajaba en la empresa cuando se casaron, a la casa llegué hace seis meses y no era nada fijo, iría una o dos veces al mes.
__ ¿En días concretos?
__No. No había nada preestablecido. Lo más habitual eran los domingos.
__Si su visita era en domingos, imagino que el señor también se encontraría en casa.
__Así es.
_En tales ocasiones, ¿solían conversar los tres juntos?
__A veces sí. Pero en general el señor se quedaba en su despacho luego de yo colocarle la insulina, o ni siquiera lo veía si iba por Paula y mi hijo. Algunas veces también tenía que trabajar en la casa. Además cuando iba a visitarles era porque tenía que reunirme con la señora para tratar asuntos de los orfanatos y de las escuelas. No para charlar __aclaró Elsa, cuyo tono defensivo se había tornado ya en protesta. No quería que aquella detective pensara que iba a casa para verse con él.

__ ¿En qué habitación se reunía con Edyth o Paula?
__En la sala.
-¿Siempre?
__Pues sí. ¿Tiene alguna relevancia?
__Cuando se reunían ¿tomaban té, café o alguna bebida similar?
__Sí,  siempre me ofrecía algo para tomar.
__ ¿Y alguna vez llegó a prepararlo usted misma?
__Alguna vez, sí. Por ejemplo si ella estaba ocupada preparando otra cosa…
__De hecho usted nos contó que  fue ella quien le enseñó cómo preparar el café, ¿verdad? Y que en la mañana del día de los hechos siguió el mismo procedimiento aprendido.
__Así es. ¿Otra vez con lo del café? Pero si ya se lo he contado un millón de veces… __dijo Elsa torciendo el gesto.

La expresión de la joven no se inmutó.
__Elsa, no la estoy acusando de nada, durante la cena del viernes previo en esa casa, ¿llegó usted a abrir la heladera en algún momento?
 Se lo pregunto porque las botellas de agua mineral debían de estar allí. Quiero solo saber si las vio.
__Sí, las vi. En una ocasión fui a coger agua.
__ ¿Cuántas había?
__Eso no lo recuerdo. Eran varias.
__ ¿Tres o cuatro?
__Si le acabo de decir que no lo recuerdo. Estaban en fila. No sé… cinco o más _ dijo Elsa alzando la voz.

__Entiendo _ dijo la detective sin mover ni una pestaña de su inexpresivo rostro__. Poco antes del suceso el señor le había pedido que fuera a verle a su casa. ¿Ya había hecho usted eso antes en alguna ocasión?

__No. Esa era la primera vez.
__ ¿Y por qué cree que el señor se lo pidió ese preciso día?
__Bueno… supongo que porque la señora estaba de viaje en casa de sus padres.
__ ¿Quiere decir que hasta entonces nunca había tenido una oportunidad así?
_Puede que también fuera por eso, pero imagino que, sobre todo, fue porque quería decirme que la señora había accedido a su petición de divorcio.
__Ya _ dijo Jésica al tiempo que asentía con la cabeza __. ¿Y qué hay de sus aficiones? ¿Sabe algo sobre ellas?

__ ¿Aficiones?
__Sí, me refiero a las aficiones del matrimonio, ya sabe, deportes, viajes, paseos en coche, cosas así.
__El señor practicaba golf y tenis pero la señora no me consta que tuviera alguna afición en particular. Creo que solo visitar exposiciones y la cocina.
__ ¿Entonces qué hacían juntos como matrimonio los días festivos y fines de semana?
__Pues no lo sé muy bien.
__Basta con que me cuente lo que sepa.
__La señora acostumbraba a pintar  y me parece que el señor solía ver DVD”s bastante a menudo.
__ ¿En qué sitio trabajaba ella?
__En su estudio, a menudo en la sala.
Mientras respondía Elsa se iba sintiendo cada vez más confusa. No acababa de entender qué buscaban con aquel interrogatorio. Las preguntas parecían arbitrarias.
__ ¿Alguna vez salieron de viaje juntos?
__Creo que nada más casarse fueron a Europa. Después me parece que ya no volvieron a hacer nada que pudiera calificarse de viaje, aunque el señor se desplazaba a menudo a otros lugares por motivos de trabajo.
_ ¿Y en cuanto a las compras? ¿Salía usted en alguna ocasión a comprar con la señora?
_A veces.
__ ¿En domingo?
__No, eso lo hacíamos entre semana, ella me daba clases de pintura antes, de empezar la clase. Porque la cantidad de lienzo solía ser mucha.
__Bueno. Eso es todo, gracias por su colaboración.
__Perdone que le pregunte. Pero… ¿qué sentido tienen las preguntas que acaba de formularme? No acabo de entender.
__ ¿A qué se refiere?
__A todas en general. No parece que las aficiones o las compras puedan tener que ver con el caso.
__No hace falta que lo comprenda. Es solo que en la policía tenemos nuestra propia forma de pensar.
_ ¿Y en qué consiste?
__Lo siento, no puedo decirlo. Son las reglas _respondió Jésica poniéndose de pie.

Se despidió y se dirigió hacia la salida.

__Profesor, cuando quiso saber el propósito de las preguntas que le había hecho me vi en un aprieto. No supe bien qué responder porque a decir verdad, yo tampoco entiendo qué buscamos con ellas.
Estaba en al laboratorio del científico.
__Ustedes dicen que al momento de interrogar no deben de perder de vista el objetivo buscado, es correcto en la mayoría de las veces, pero depende del momento y del caso _dijo él, alzando la mirada que hasta entonces mantenía fija en el informe de la inspectora__. Estamos intentando averiguar si se ha producido o no un crimen muy especial, sin precedentes. Y determinar la existencia o inexistencia de algo tan extraordinario siempre resulta poco fiable, pues es muy frecuente que el investigador se vea influenciado por ideas preconcebidas que son peligrosas. Por eso no he querido que tuvieras ningún conocimiento previo sobre la investigación que te encargué pues podría haber contaminado tu labor... Gracias a ello ahora disponemos de esta información objetiva _dijo el científico volviendo a dirigir la mirada al informe.

__Bien, ¿cómo queda esto? ¿La solución es imaginaria o no?
Él no respondió. Su mirada seguía fija en el informe. Las arrugas de su frente se marcaban nítidamente en su entrecejo fruncido.
__O sea que había varias botellas en el frigorífico, ¿eh? _murmuró como si hablara consigo mismo.

__En ese aspecto también me llamó la atención, la esposa dijo que siempre procuraban tener agua mineral de sobra para que no se les agotara. Sin embargo  al día siguiente de su partida ya solo quedaba una. ¿Por qué sería?
El hombre cerró los ojos.
__Profesor…
__Imposible.
__ ¿Qué?
__Absolutamente imposible. Aunque… _dijo él quitándose las gafas. Luego apoyó la yema del índice y el pulgar en sus párpados y permaneció inmóvil en esa posición.
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Guillermo se puso de pie. El cirujano lo miraba a los ojos y él lo miraba al médico. No se animaba a pronunciar palabra. Lo acometió un escozor cuando el médico quiso saber.

__ ¿Es usted pariente del señor Pedro Beggio?
__Soy su prometido, Guillermo Graziani, su pareja.
__Buenas tardes, soy el doctor Cooper. Mi equipo y yo acabamos de operar al señor Beggio. La cirugía fue un éxito, y el paciente se encuentra estabilizado.
Guillermo se cubrió la boca para sofrenar el grito de angustia y dicha y se desmoronó en la silla. El hombre se aproximó y siguió hablándole.
__Sé que en la emergencia  hizo dos paros, que perdió mucha sangre, pero los paramédicos hicieron buen trabajo. Le practicamos una laparotomía exploradora porque sospechábamos una hemorragia interna severa y descubrimos que el proyectil se hallaba alojado en el parénquima hepático. Lo extirpamos con éxito y colocamos un drenaje en la cavidad abdominal.

Guillermo lo contemplaba a través de un velo de lágrimas y asentía maquinalmente sin comprender del todo lo que el cirujano le explicaba. Solo quería que le dijese que su amado Pedro no moriría, que no lo dejaría solo y destrozado. Los guardias de la librería habían reducido al agresor que estaba declarando, él no había deseado ir, no le importaba, si Pedro moría, él no podría seguir adelante. Eran solo uno, eran la misma cosa.
__ ¿Su vida corre peligro? _lo interrumpió.

__Lo mantendremos en la unidad de cuidados intensivos cuarenta y ocho horas para monitorear sus parámetros vitales pero creo que es fuerte, sano, que la evolución será favorable, está en excelente estado físico.
__! Gracias! __exclamó en tono ahogado y se secó las lágrimas__. Necesito verlo.

El médico asintió y le comentó.
__Despertó perfectamente de la anestesia pero lo mantendremos sedado hasta mañana. Es preciso que descanse. Acompáñeme, es por aquí.

Ingresaron en el sector anterior a la unidad de cuidados intensivos donde una enfermera le indicó el receptáculo de jabón líquido para lavarse hasta los codos. Lo hizo con minuciosidad y luego caminó por un corredor donde se sucedían los cubículos vacíos o con enfermos uno tras otro. Se respiraba un aire cargado del típico aroma a antiséptico y se oían voces bisbiseadas y los pitidos de los aparatos. El corazón le latía con rapidez y respiraba de manera acelerada y superficial. Solo quería volver a verlo y tocarlo.
La enfermera se detuvo frente a una puerta y le indicó que entrase. Guillermo abandonó el morral en una silla y se aproximó a la cama ortopédica donde Pedro, rodeado de máquinas, cables y tubos, descansada apaciblemente. Se inclinó sobre su rostro pálido. Cerró su mano sobre la de él y con la nariz le tocó la frente. Su tibieza le reconfortó. Había estado tan frío durante el trayecto en la ambulancia, había estado tan cerca de perderlo.

“Gracias, gracias”, repetía al dios del que todos  hablaban y en el cual él no creía.  Sus labios buscaron a ciegas los de Pedro.
__Amor mío _susurró__. Amor mío, amor de mi vida. Gracias por no dejarme solo. No podría seguir sin vos, Pedro, solo vos le das sentido al mundo, a mi entorno, a mi vida, sin vos nada tiene sentido, vos le das sentido a todo lo poco que soy que es tuyo.

__Como le decía, lo tendremos sedado las próximas horas. ¿Por qué no se retira a descansar?
El médico chequeó los valores de un aparato antes de elevar la mirada. Guillermo se incorporó y se secó las lágrimas con el dorso de la mano.
__No me apartaré de su lado doctor _dijo con tono de advertencia.

__Aquí sabemos por lo que ustedes han pasado y quiénes son _aclaró el cirujano de buen modo__; y el juez Moravia nos ha ordenado estar a su disposición. Se lo sugería porque parece al borde de la extenuación.

__Me quedaré _ resolvió, y el cirujano asintió y salió.
Guillermo aproximó la silla al costado de la cama no resultaba fácil ubicarla entre los aparatos y el cableado. Se sentó, le tomó la mano y le apoyó la frente en el antebrazo desnudo. Sabía que se trataba de una gran concesión autorizarlo a permanecer allí y ya había olfateado que Moravia estaba detrás, pero ni el juez lo detendría cuando Pedro se pusiera de pie, si Camila había enviado a ese sicario, por ahora disfrutaba de esa dispensa, pero lo que esas personas no sabían era que habrían tenido que sacarlo a la rastra y entre varios pues él no habría dejado solo a Pedro por nada. Si Camila había intentado asesinarlo lo intentaría de nuevo, no tenía duda al respecto. Le habían disparado con malicia sabiendo que lo destrozarían a él con su muerte.
Fuera quien fuese el agresor, cuando Pedro estuviera a su lado, a salvo, seguro, cobijado en sus brazos se pondría a la caza del mismo… era su… desafío.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.

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