lunes, 1 de julio de 2019

¿ERES TÚ? CAPÍTULO VEINTE. ÚLTIMO CAPÍTULO.


¿ERES TÚ?
CAPÍTULO VEINTE.
ÚLTIMO CAPÍTULO.


“Mirando el río que fluía lento, lento
teñido por aquel atardecer tan rojo
fuimos gritando nuestros nombres contra el viento.
¿Me amas en serio...  o no?
Después bailamos ese vals tan delirante
entre tus muecas y mis saltos de gigante
nos encontramos en un beso de repente.
Esto es muy bello para que sea cierto
demasiado bello, demasiado bello.
Amor mío…
¿Cómo cambiaste tanto el aire que respiro?
¿Cómo logras meterte en cada pensamiento?
Por Dios júrame que existís, que no es un sueño.
Amor mío…
¿Qué es lo que te hace diferente de la gente?
Frente a vos que sos para mí tan importante
todo el amor que puedo se vuelve impotente.
Después de haber pintado el cielo de poesía
compramos pan recién salido y nació el día
nos vio durmiendo junto a la orilla del río
con las manos unidas”.
('Todo el amor que puedo'. Marilina Ross)

“Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir
en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no
soltarte jamás”. Mario Benedetti.
 “Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad
errante, hasta tu compañía!” Pablo Neruda.

NUEVA YORK. 2018.

Era la primera vez que se alojaba en la que fuera la casa de sus padres, hoy de Mirna, y se asombró de lo agradable que le resultaba teniendo a Pedro y al nene con él, a su lado. Pedro y él ayudaban a Mirna a preparar las comidas, a limpiar todo luego. El único parte médico que les facilitó Mirna la primera noche se refirió a la enfermedad de la mucama. Sin embargo, esta vez no les habló de ataques cardíacos ni de apoplejías porque, afortunadamente, no contaba con información. El único problema surgió al desear hacer el amor aquella noche.

__ ¿Y si entra mi madre? __preguntó en la oscuridad, mientras Pedro se reía quedo.

__Podría saltar por la ventana y esperar en el jardín hasta que no hubiera moros en la costa.
__ Me parece perfecto. Solo quiero amarte, hacerte el amor es un terreno que ya conozco mas no todo suelo es el mismo, así tu piel se me presenta como algo nuevo a explorar, habré encontrado en esta noche, el comienzo de mi caminar en un punto de tu cuerpo desnudo, un paso a la vez que me llevará a tu conquista, la bandera del deseo enarbolan mis besos y mis manos armadas con caricias hacen que tus erizados poros se sometan  a ellas.
Esta no es noche cualquiera, suaves mis besos suben  por tus piernas, buscando llegar al calor, a la humedad que en tu intimidad se comienza a despertar… aroma excitante  invade mis sentidos, mi olfato se vuelve adicto  a ese perfume, mis labios que besan tus glúteos y como un imán, me dejo llevar por ese deseo irresistible que siente mi boca de ahogarse en el delicioso flujo de tu excitación.
Mi andar se detiene en un punto estratégico, oculto donde mi lengua insistente rinde tributo, tu cuerpo, como poseído por el delirio se agita, se retuerce… algo en tu interior hago detonar, tu boca y el vibrar de tus sentidos lo delata… por un instante tu cuerpo se paraliza, liberas la tensión, mi boca siente una vibración al estallar en ti la pasión y siento me besa suavemente el eco de tu orgasmo.
Incansables los pasos de mis labios no se detienen, son ahora prisioneros de tu boca, hipnótico sabor me atrapa cuando las lenguas se entregan caricias, tus manos se aferran a mi espalda y tus uñas quieren dejar en ella tu marca, tus piernas que abrazan mi cintura me indican que deseas te ame en  esa pose, no perdiendo la mirada, y acompañas el movimiento de mi pelvis, empujas al compás de la excitación llevándome a un ritmo frenético, cada vez más profundo dentro de vos.
La pasión nos consume, ardernos en delirio, arrastran mis labios besos por tu cuello, llegando a tu pecho mi aliento despierta el sentir de tus pezones, por debajo de la piel el torrente de pasión  invade esas cumbres y perfecta dureza logra provocar... Las ansias incontenibles de mi lengua la llevan a acariciar suavemente los gemidos de tu boca, melodía que excita los sentidos, movimientos rítmicos de tu cuerpo y el mío nos llevan al delirio, buscas con desesperación mi boca para ahogar tu grito, cuando sientes que dentro de vos estamos ambos por estallar de pasión.
__La vida está hecha de instantes…
Ese momento preciso y precioso en que tus besos se despliegan libres, y alzan su vuelo a mi encuentro; parten de tus tierras, mi conquista, y son todo  alas. Ese instante en que tus manos
se deslizan en caída libre por mi piel, abriendo uno a uno sus poros  cual flores silvestres que se abren ante la caricia del viento; es increíble cómo emerge tanta magia desde cada uno de tus dedos. Momentos eternos, que guardará por siempre el éter, en la memoria de todos los tiempos; mira cómo logras sacudirme el alma  cuando clavas en mí tus ojos térreos, y me pierdes en ese territorio, tan mío, que tu mirada me ofrece a pleno. La delicia de tu sonrisa,
que entrega el mundo a mis manos, y tu amor ofrendado en silencio; mi alma lo resguarda,
y en mi corazón  solo habita este amor que crece dentro. Se expande por todas las células,
fluye raudo en mi sangre, abarca todo cual mano extendida, le inspira aire a mis pulmones, brinda latidos extra, y por mis campos siembra besos y desvelos. Eres ese instante eterno, único e irrepetible, en que el mundo detiene su andar cuando en tus brazos,
mi refugio, me encuentro. Eres todo aquello que me faltaba, y cuanto un día le pedí en un susurro al viento… Eres tú…  el amor de mi vida, mi tesoro, mi amor absoluto luego de tanto andar Guille.
_ Te voy a amar, te voy a proteger, a todos _ dijo Guillermo__. Con mi vida mi amor.

__No _musitó Pedro__, con tu vida no quiero, porque es la mía y el nene y las mamás nos necesitan.

Guillermo lo besó con ternura para tranquilizarlo, sin querer había despertado sus demonios al olvidar su pasado de pérdidas, lo besó para transmitirle lo que las palabras no lograban comunicar. El beso que comenzó delicado, fue volviéndose tórrido bajo las sábanas. La fricción de sus cuerpos, el contacto húmedo de sus labios y los suspiros contenidos que soltaban por la nariz constituían los únicos sonidos, que extrañamente, ahondaban el silencio de la habitación, hasta que Pedro apartó la cara, necesitaba gemir, porque la mano libre de Guillermo entre sus piernas estaba volviéndolo loco, y así lo hizo, profirió un gemido como un lamento largo y sonoro que rebotó en las paredes del dormitorio, quebró la quietud y volvió de piedra el pene de Guillermo.
La boca de este que dibujaba una sonrisa de satisfacción o vagaba por el cuello de Pedro, cayó sobre su pezón y lo chupó con succiones enardecidas para que Pedro no cesara de gemir. Y este lo sorprendió colocándose a horcajadas sobre su vientre. La visión del rostro arrebolado, del pelo alborotado, de todo Pedro dibujado por la impertinente luz que se colaba desde el patio a Guillermo le robó el aliento y se quedó quieto admirándolo en la penumbra. Sus labios fascinantes brillaban con la saliva prestada que su boca le había impreso.

__Mírame, Pedro.
Pedro irguió la cabeza e hizo lo que él le pedía: lo miró. Guillermo contuvo el aliento ante el fulgor de los ojos de miel, se trataba de una visión sobrenatural. Lo vio colocarse de rodillas sobre el colchón.
Se contorsionó y respiró de manera irregular cuando su esposo le aferró el pene para guiarlo dentro de su túnel íntimo, la posición de por sí  unida a las miradas y bocas atadas hacían estragos en los dos. Guillermo observó con fascinación cómo su carne apretada y caliente lo devoraba hasta el final. Pedro quebraba la pelvis en una cadencia enloquecedora montándolo con un ritmo lento, y las manos de Guillermo ociosas no lo guiaban sino que se concentraban en sus pezones, solo sus caderas acompañaban el ritmo de embistes, y con la aspereza de los pulgares le masajeaba la piel sensible de los pezones mientras los ojos de Guillermo vagaban del rostro de Pedro, alterado por el deseo, al fascinante punto en que sus cuerpos se unían en un ser. La mata de vello de su pelvis,  negra e hirsuta contra la blancura de la piel de las nalgas  que se mecían conformaba la visión más erótica que jamás había visto.
Quería decirle que lo amaba como a nadie, que se trataba del ser más acabado que conocía, que nunca lo abandonaría como los demás, pero sin aliento, hablar se dificultaba. El orgasmo los sorprendió a los dos, y los catapultó al infinito y al abandono, al estado de dejar de ser individuo para no definir límites, a la falta de razón y sentido,  a la esencia del amor una con la divinidad y con el todo, al sueño cumplido y mucho más allá.
 Y se amaron toda la noche con un fervor desconocido para ambos, todo lo pasado podría asumirse, era la hora de comenzar otro camino, y dejar de soñar para hacer realidad la plenitud de la vida feliz, permitirse serlo perdonando años de equivocados y de ausencias.

__Me quedaron tantas cosas que no te pude decir  en los votos, Guille, que en mis caricias aquí te las dejo,  disfrútalas que son para ti, tus labios pecando fueron apoderándose de mí,
solo deseé  besarte y  que el tiempo  nos dejara allí,  en el contrato de besos que de buen trato asumí, y bien sabes de lo que hablo pues  también estabas ahí.
__Un tibio rayo de sol perforó la penumbra vaga en aquella cristalina y fresca mañana en que desperté y te encontré a mi lado por primera vez. Y la mariposa transparente toda vestida de oro en sus alas se asentó suavemente en tu espalda. Todavía duermes, también todavía sueñas en tu bella y joven primavera. Y yo, testigo de tanta belleza tu amanecer desnudo, y
entre tu imagen dulce  muda mi esperanza. Quieto mi verbo tiemblo, saciado de amor de verte y pensar que ya sos mío, hasta siempre. Esperanza  agita mi vientre de  que permanezcas en mi morada como la bella mariposa en tu espalda. Apasionado y enamorado  siento que vivo la dulce dicha de tenerte olvidando grises esperas, entre tu amor ardiente. Duerme amor, duerme y sueña,  mi etéreo, bello, dulce y joven  esposo que mi amor te velará, hasta tu nuevo amanecer.
__  Mi vida sueña y concreta contigo madrugadas de insomnios,  empapados del sudor seductor por amarnos sin cautela,  ni pudor. Nos vigilan miradas que se ocultan tras los ojos de un vidente que presagia el destino,  de una aventura inconclusa y resignada a fracasar en las penumbras del olvido. Caminando sobre algodones me encuentro en la tierra del deseo,
donde florecen prisiones  y se marchitan los te quiero. El tiempo pasa y pasa,
mutilando mis sueños que se escapan de mi mente,  arrastrándome al lamento de mi alma empobrecida llena de tormentos. Matices de color gris, que reposan en mi cuerpo  desgarrando mis heridas cuando sufro en silencio. Pasiones que se ahogan en un mar de dudas, donde naufraga la nostalgia y se pierde mi fortuna. Mueren mis verdades dando vida a mi cordura, no deseo ser normal,  fiel amante a mi locura. Si te aferras a encontrar los misterios de mi ser,  solo lograrás que un día me pudieras perder. Siempre seré un libro abierto a los ojos del saber,  llegarás a mi corazón  pero jamás lo podrás entender.
__Te equivocas, cielito, lo entiendo, supe de sus hojas rotas, de sus pérdidas y entiendo todo lo que te sucedió por años, por ello nadie como yo puede sanarte, confía, solo confía en mí __dijo Guillermo disfrazando el dolor que le causaba saber que había sufrido en una sonrisa.

__Amanece y mis labios   son el pincel con el que escribiré  sobre tu ardiente piel desnuda,
para que los mismos,  cual caricias dormidas, puedan lograr seducirte, saciando así mis ansias por tenerte, y tratando de olvidar esas  noches de continuos desvelos,  entre tus sueños y los míos, por eso  hoy juntos terminaremos de escribir, esta, nuestra inmensurable historia de deseo,  amor y pasión. Mi felicidad  está en tu mirada llena de luz, en el candor de tus labios, en tus besos apasionados, en la sensualidad de tu voz, en tus manos, que son las que me marcan el camino, en tu ardiente piel, por eso me quitas el sueño, mi felicidad está en el deseo que  siento por tenerte a cada instante, en esos botones  que me invitan como  dos gotas de agua a beber de ellos, en la humedad de tu cuerpo, único néctar capaz de saciar mi sed, en tus suspiros y gemidos, cual música celestial para mis oídos, en tu fuente y elixir secretos,
único capaz de alimentarme y nutrirme por el resto de mi vida, en tu cuerpo, que me llama, me incita, me provoca, llevándonos a amarnos desenfrenadamente y a fundirnos de placer el uno en el otro, porque mi felicidad tiene grabado a fuego tu nombre.

__Las olas de tu virilidad me inundan de un perfecto y cálido deseo. En mis muslos crecen lirios azules que te roban la quietud y su perfume. Mis rincones, resquicios, senderos se estremecen al roce mineral de tu potente beso y un sol naciente de carne se abre a tu conjuro, te engulle,  te devora y  se une a tu suerte. En tus ojos miro ternura y soy la  barca demorada en tu puerto _susurró, Pedro.

_He descubierto en tu bosque encantado tu gozo entre mis caricias salvajes, tus ojos turbados de lujuria y embeleso, cuando beso el  tatuaje de tu vientre, toda tu piel se estremece, trepida
al contacto  tibio de mi cuerpo y mis simientes  mientras, el roce tibio de tus manos enciende el aire entre nuestras pieles en la erótica quimera cumplida en las turgencias de tus pezones ardientes.
__Soy una primavera que te brinda su aroma y cariño en esta tarde. Quieres beberme todo desde las tiernas curvas de mis labios. Ya persigo tus pliegues y quedo demorado en la pendiente de tu carne. Mi talle tiene magia de conjuro. Y  tu   pelvis es mi horizonte mágico.
__Te poseo ardientemente y siento el espasmo de tu gozo, premura y locura. Perdida la razón entre tus muslos ardientes, y en tibio rosedal de tu boca. Embelesado en el volcán de tu  sendero oscuro…  mi morada,  deja a mis otoños beber tus bellas primaveras hasta perderme en tu vida. Te amo y amé tanto porque no existen amores prohibidos.

Amanezco  y solo deseo sentir tus labios como cada mañana, ese sabor que aún perdura en mi boca, amanezco   y mi cuerpo guarda celosamente  las marcas de la ardiente noche de placer,  que viviéramos juntos, amanezco  con tu aroma esparcido entre las húmedas sábanas de mi cama, amanezco  refugiado en tu piel, y totalmente embriagado en tu esencia, amanezco  y mi cuerpo aún pide a gritos, tus besos, tus caricias, tus suspiros  y tus traviesos deseos,
amanezco,  me miro en tus ojos,  beso tus labios  y te susurro al oído, volvamos a amarnos, corazón.

__Guille, ¿no crees que Mirna debería mudarse a Buenos Aires? __propuso Pedro.

__No lo sé, siempre he deseado tenerla a distancia prudencial, no te imaginas cómo era mi madre antes de conocerte, a veces creo que la odiaba _ dijo divertido Guillermo__. Vos y el nene han hecho el milagro, aun así no sé si quiera mudarse.

__No, yo no tengo nada que ver, en todo caso creo que ha sido Agustín quien la ha hechizado.
__Puede que los dos. __Guillermo lo contempló amorosamente a la luz de la luna__. Eres el hombre más extraordinario que jamás he conocido.

__Ese eres tú _respondió Pedro mientras le reseguía los rasgos del rostro con la yema de los dedos__. Y me has robado el corazón.

__ ¿Solo eso? __dijo Guillermo haciendo una graciosa mueca mientras le introducía la mano entre los muslos__. Yo estaba pensando en otra cosa, monsieur.

Guillermo lo atacó de nuevo y fue entonces cuando ambos iniciaron verdaderamente la tercera luna de miel. Y aquella noche Agustín no entró a la habitación para dormir entre ellos, y fue una suerte porque perdieron el pudor y la ropa para permanecer piel a piel  enredados aun en el sueño y hasta mucho más allá de la salida del sol.
A la mañana siguiente, ambos se presentaron a desayunar respetablemente enfundados en unas batas, y mientras daban cuenta de las tostadas con mermelada, la mamá de Guillermo hizo un sorprendente anuncio.

__Hoy no tendremos tiempo de acudir a despedirlos al aeropuerto, como mi nieto les anunció, nos vamos a Radio City Hall. Ya tenemos las entradas, y luego al Museo Metropolitano.
__! Es inauguración de espectáculo, papás! _ explicó Agustín, lleno de júbilo__. Y, tomaremos un carruaje para pasear por el Central Park.

Su madre era extraordinariamente hábil, pensó Guillermo, dirigiendo una sonrisa a Pedro. Lo había organizado todo de tal forma que el nene no tuviera que ir a despedirlos al aeropuerto. En su lugar, fueron ellos quienes acudieron a despedirlo a la estación, cuando subió al tren en compañía de su abuela.  Por un instante el niño mostró un temblor en los labios cuando se despidió de ellos, pero lo olvidó todo en seguida cuando el tren se puso en marcha y empezó a charlar como si tal cosa con Mirna, mientras Guillermo y Pedro regresaban a la casa, y volvían a hacer el amor. Al marcharse, cerraron cuidadosamente la puerta con llave y tomaron un taxi para dirigirse al aeropuerto, donde comenzaría oficialmente la luna de miel.

__ ¿Preparado para ir a París mi amor?
__ Oui, Monsieur __contestó él riendo.

Aún no había visto Nueva York, pero tenían pensado quedarse allí unos días a la vuelta. De este modo, sería más fácil y podrían dedicar más tiempo a Agustín.
Fueron a París en un avión de la Air France y aterrizaron en el aeropuerto  Charles de Gaulle a primera hora de la mañana siguiente. Eran los ocho de la mañana, hora local, y llegaron al hotel Ritz dos horas más tarde, tras recoger el equipaje y pasar por la aduana. Alquilaron previamente un automóvil y se quedaron boquiabiertos de asombro al ver el hotel. Jamás habían visto un vestíbulo más hermoso, más lleno de mujeres elegantes, hombres impecablemente vestidos y de mozos paseando caniches y pequineses.

“El Ritz Paris se encuentra en París, a 500 metros de la ópera Garnier, y ofrece varios bares y restaurantes, un centro de fitness y un spa y centro de bienestar con piscina, sauna y servicio de masajes. El hotel también alberga un jardín y un centro de negocios.
Las habitaciones incluyen TV de pantalla plana, baño privado con secador de pelo y artículos de aseo gratuitos y un minibar. Algunas tienen zona de estar y algunas también cuentan con un balcón o una terraza.
El establecimiento tiene recepción abierta las 24 horas, servicio de conserjería, cambio de divisa y tiendas. Además, a poca distancia a pie del hotel hay una gran selección de restaurantes, cafeterías y bares.
El Ritz Paris se halla a 500 metros del jardín de Tullerías y a 900 metros del Museo Orsay. La estación de metro de Concorde está a 5 minutos a pie y el aeropuerto Charles de Gaulle, a 30 km en coche. Hay aparcamiento privado y WiFi en todas las instalaciones.
Louvre - 1er distrito es una opción genial para los viajeros interesados en la comida, las compras y los museos.
Esta zona es ideal para ir de compras y está cerca de marcas como: Rolex, Cartier, Chanel, Louis Vuitton, Gucci. “
A poco de acomodarse  disfrutaron de las vistas desde el balcón terraza, y  enredados en tumbonas dispuestas allí, volvieron a amarse protegidos por el techo y por las plantas que los rodeaban de miradas de vecinos curiosos que solo oían sonidos extraños, que costaba discernir.

La pasión nos consume, ardemos en delirio, arrastran mis labios besos por tu cuello, llegando a tu pecho mi aliento despierta el sentir de tus cumbres, por debajo de la piel el torrente de pasión las invade y perfecta dureza logra provocar... Las ansias incontenibles de mi lengua la llevan a, suavemente acariciar los gemidos de tu boca, melodía que excita los sentidos, movimientos rítmicos de tu cuerpo y el mío nos llevan al delirio, buscas con desesperación mi boca para ahogar tu grito, cuando sientes que dentro de ti de pasión, ambos estamos por estallar.
Ese día mágico te acercaste a mí con dulzura, tu boca se unió a la mía explorando mundos
mientras el alma se nos iba y las manos temblorosas,  signo de emoción contenida recorrían las rutas del deseo. No sé en qué momento tu piel y mi piel era todo lo que teníamos. Nuestros labios debían reconocer cada milímetro,  probar el sabor que nos reconoce, para saber que éramos nosotros. Tú y yo, los de siempre... Ahí estaba tu piel tan mía, ahí estaba mi piel tuya
y nos sumergimos en el impulso de poseernos. Tu mano exploró mi cuerpo mientras nuestras lenguas hablaban sin sonido. Eras mío hasta las profundidades de ti, era tuyo desde el alma al cuerpo.
Te aferraste a mis manos  en las ansias innegables de perpetuar esto, tu cuerpo unido al mío, en la gloria de amarnos. Un ritmo endemoniado golpea las puertas del cielo,  mientras tu cuerpo se desliza por el mío y yo resbalo por el tuyo, aferrados, desesperados... no sé cuál soy yo, ni cual eres tú.  Hemos traspasado las barreras de la piel para entregarnos... todo tú te sientes tan yo y todo yo me siento tan tú. Hemos cubierto todos los espacios no hay nada de mí que no sea tuyo  y no hay nada de ti que no sea mío. No necesitamos alcohol para embriagarnos,  nuestros alientos son suficientes  para hacernos perder la razón.
Tampoco necesitamos drogas porque desde el primer momento  nos convertimos en adictos sin recuperación a nuestros cuerpos. No necesitamos la primavera para florecer ni el verano para sudar. Bastó tu cuerpo y el mío para hacer una danza de emociones y estaciones. Por horas nos mantuvimos rítmicamente, alocadamente, reclamando la gloria, esa que veo en tu rostro que ahora descansa tendido a mi lado.

-Hacerte el amor no es cualquier cosa,  no es desahogar tus ganas, ni las mías,  tampoco es rendirte cuentas, ni pleitesías,  ni darte placer mientras te beso la boca.  Hacerte el amor no es cualquier cosa,  es tocarte el alma y que me sanes la vida, es que ilumines mi vida con tu mirada,  y atar corazones con la más bella sonrisa.  Hacerte el amor es algo más que intimar,
es que toques mi alma con tus caricias,  es sentir tus latidos hacerme cosquillas,  no hay mejor forma de poderlo explicar.  Hacerte el amor es resucitar en tu piel,  saltar al vacío para ser rescatado,  desatarme los nudos para estar liberado,  y sentir la dulzura de tus besos de miel,
es descubrir todas tus joyas y tus tesoros,  es cuidar de un adonis, de sus secretos,  y soñar despierto con una historia hermosa.
Yo me encontraba en el frente oriental y el tibio sol del amanecer ya era un fuego que insuflaba coraje aunque la batalla pareciera perdida. El terreno áspero y lodoso dificultaba el paso firme y una caída a esta altura significaría la derrota, la final. Mis soldados tenían experiencia y pericia con las armas, la estrategia y el camuflaje bajo la presión del fuego enemigo. Confiaba en ellos, éramos un equipo y yo el comandante. A mi señal algunos subieron la colina y plantaron la insignia bajo la metralla atronadora que paralizaría a cualquiera, pero grité con todas mis fuerzas y nos imbuimos del espíritu necesario para morir con dignidad, si es que ese era el destino trazado. Moriríamos con honor, empuñando las armas.
De pronto un quieto y tenso silencio atropelló las trincheras y nos miramos desconcertados, pálidos ante el presagio del vendaval que asomaba presuntuoso en nuestras mentes turbadas. La hora había llegado y listos para el golpe. Sabíamos que estaban allí, deleitándose en nuestra zozobra. Habíamos hecho el juramento y era hora de honrarlo, salté a su encuentro comandando la estrategia y el enemigo desplegó su táctica y se posicionó en escuadra amenazante blandiendo su poderío sin piedad.

__ Te amo -le dije esperando el tiro de gracia, la realidad que detuviera este impulso loco de conquista.

__ ¡Por fin! Pensé que nunca lo ibas a hacer -respondió y asaltó mi cuello y me abrazó y nos besamos locamente.

¿Quién había ganado? ¿Quién era el derrotado? Los dos bandos festejaron esa noche la paz conseguida con dolor. En el mapa del amor marqué la posición y fecha, y clavé un corazón y besé el ajado papel y cerré el libro con hojas por escribir. Un ligero aire ganador se plasmó en mi sonrisa y tuve la certeza de que el botín lo tenía yo.
__Los  ojos  penetrantes del jinete me cegaron y no entendí ni el tirón ni el movimiento de estar cabalgando apoyado sobre el pecho que tantas noches había soñado acariciar. El audaz jinete había robado mi persona pues mi corazón ya le pertenecía, frente a todos aun sabiendo que esto acarrearía que su vida o muerte tuviera un precio. La mía, mi vida, la deposité confiado en sus brazos y el amor contenido por tanto tiempo provocó la pérdida de mi consciencia. La recobré otra vez en sus brazos, pero sentado en su regazo, sobre el césped verde, y maduró el amor. Me besó con tanta intensidad que creí perder mi alma. Locura y pasión junto con deseo incontrolado fueron protagonistas de ese espacio de tiempo en ese lugar en particular. Mi costoso  traje de casamiento solo participó de la fiesta oficiando de manta sobre la cual muestro amor goteó hasta casi perder las fuerzas.
__Recuerdo momentos hermosos de este año, Pedro, todo lo que he vivido con vos ha merecido la pena _dijo Guillermo embargado de emoción.

__ Y yo… Era la primera vez que salíamos juntos, pero no estábamos solos. En realidad yo era el  extraño pues aquella decena de personas era de todos amigos  tuyos. Pero cuando alzaste la copa al inicio de la comida, me miraste únicamente a mí, en un gesto que me sorprendió por su matiz, y que hoy, todavía no he olvidado. Lo que leí en tus ojos no sabría explicarlo, pero supe que una puerta hasta entonces solo entornada se abrió para dejarme paso.
Aún no sabía de los azules de mar, de acurrucarme en tus brazos, ni de los rojos celestes que latían en tu pecho, ni de los verdes húmedos de campos recién llovidos que eran nuestros labios, midiendo el hueco de su molde preciso.
Todavía al corazón no le crecían plumas, ni la piel se entretejía erizada de júbilo y calimas. Ni los recuerdos, peregrinos locos del continente virgen, adivinaban la ruta de su feliz presagio.
Todavía no te amaba, no. Pero esa mirada firme de amanecidas noches no la olvido, ni la llama crecida que yo anhelaba inmortal.
La terrible constancia de la vida con su martillo de lágrimas la hizo languidecer. Las flores aplastadas bajo el peso repetido de su maza de hierro. Pero con el amor, no pudo. Era una flor robusta que resistió los golpes, aunque perdió su perfume… ay, el perfume. Añoro su frescura intacta de mirada nueva regalada, las calles abiertas solo para nosotros, caminantes abrigados en la noche mutua, y sus mil ojos ígneos espiando nuestros besos.
Late en la corriente su magia verdadera, crecida, esperándote al otro lado del cansancio y los silencios dormidos. Yo la guardo y mantengo su aliento con el mío, incluso en los días amargos la desnudo para contemplar su tierna belleza, que te reclama para recuperar el paso de los días completos.

__
 Las tiendas del  Foubourt sT. _Honoré aún les parecieron más bonitas de lo que habían imaginado, y pasearon por todas partes siendo cada recorrido como un nuevo sueño. Los bares, restaurantes Fouquet”s, Maxim” s y La Tour d” Argent, la torre Eiffel, el Arco de Triunfo, el  Bayeau- Mouche del Sena o el paseo y el crucero por la ribera y el río, las Galerías Lafayette, el Louvre, el Museo del Jeu de Paume, el Museo Rodin. La semana que pasaron en París fue la más feliz de su vida. Salían tarde por la mañana y regresaban al atardecer, y luego viajaron a Roma y Milán, hasta presenciaron desfiles de moda, y regresaban a la tarde para hacer el amor y salir por las noches a pasear por la Via Veneto o arrojar monedas a la Fontana de Trevi.

__ ¿Qué es lo que más deseas, amor mío? _le preguntó Guillermo tras arrojar la moneda.

__Ya lo sabes, creo _contestó él sonriendo.

__ ¿De veras? ¿Cómo? __sin embargo, Guillermo ya lo sabía porque deseaban lo mismo__. ¿Es ese que si fueses mujer te convertiría en muy gorda?

__Si te lo digo, no se cumplirá.

Regresaron al hotel Excelsior y volvieron a hacer el amor. Una vez en Londres donde tenían previsto pasar los últimos dos días una especie de anhelo y frustración se apoderó de Pedro, y Guillermo lo supo.

__ ¿Qué sucede amorcito? ¿Extrañas a Agustín?
__Siempre, pero es que no me parece justo ni que la iglesia nos condene ni que no podamos concebir uno o varios hijos  __le sorprendió a su esposo__. Guille, adoro a mi… a nuestro hijo pero quiero más o propios, perdón tú tienes a Fabián, pero yo  en ninguno de mis matrimonios  he podido.

__No te preocupes _dijo Guillermo, rodeándolo con sus brazos__. Algo haremos al respecto.

 El penúltimo día visitaron a unos amigos de Mirna, argentinos que llevaban años en Londres, y Guillermo se entretuvo viendo fotos con la hija del dueño de casa que lo tomó de tío, de apenas tres años, mientras Pedro conversaba con la familia en el living,  la situación mundial y el terrorismo no pasaron  desapercibidos, como tampoco las miradas de la hija mayor del matrimonio dirigidas a su esposo. Guillermo tensó las mandíbulas, apretó los puños, y desoyendo a la criatura que seguía dando vuelta páginas se encaminó donde todos y sentándose junto a Pedro   inspiró y exhaló hasta retomar el control.
 Cuando se levantaron para pasar al comedor, bajó la mirada y exhaló un suspiro, su amigo le pasó el brazo por el hombro.

__Tranquilo.
__Lo siento, son mis celos, no desconfío de mi esposo, no es eso, soy yo, es algo mío que tengo que aprender a dominar _dijo avergonzado.

_ Es lógico, lo amas, es tu esposo y estás loco por él, no pasa nada. __No es de eso que quiero hablarte, sé que  tú tienes a Fabián y Pedro a un sobrino pero que quieren  hijos, ¿verdad?
__Nos gustaría, sí, aunque yo siento que tengo dos _ dijo Guillermo__. No quiero desilusionar a Pedro, pero la adopción no es fácil para nosotros. Y tener hijos biológicos es aún más complejo.

__Guillermo, una de mis hijas es monja, se encuentra en las Kivus desde hace años _dijo el hombre.

__ ¿Dónde?
__En la República Democrática del Congo, en  unas provincias del Este, donde las guerras de guerrillas entre las diferentes etnias del sitio hacen estragos, hay niños huérfanos por miles de miles de todas las edades, la burocracia para adoptar es terrible, quizá tanto como en  países desarrollados, imposible te diría para solteros, pero tengo contactos, podría ayudarlos, si me autorizas, claro, si lo desean.
__ ¿Deberíamos viajar?
__Si lo quieres, mi hija está en una misión, y tiene allí mismo el orfanato y la escuela, casa de mujeres refugiadas, víctimas de violaciones y maltrato, pero déjame contactarla,  y háblalo con Pedro. Tal vez no desee un niño adoptado, y menos de esa raza, si lo quieres… cuenta conmigo.
__Gracias, le diré, lo tendremos en cuenta.

Guillermo le contó la charla a Pedro esa misma noche mientras se relajaban en el Jacuzzi, decidieron pensarlo, sería una decisión compleja, y Agustín tendría que comprenderla, lo mismo que Fabián.

__Voy a lavarte _le dijo Guillermo.

__Me encantan esos lunares.
__Cosas de la piel blanca __conjeturó él.

__Yo tengo uno más grande  cerca del tatuaje, apuesto a que no lo descubres _lo provocó Pedro y siguió distraídamente lavándole los pabellones de las orejas.

__ ¿Puedo verlo? __preguntó Guillermo aunque sus dedos ya habían resbalado hacia las carreteras del vientre, el efecto fue inmediato: la boca  se le llenó de saliva, la respiración se le tornó más lenta, los testículos se le tensaron y el pene se le pegó al vientre. Lo levantó con una delicadeza que no reflejaba la tormenta de sensaciones que sufría su cuerpo. El lunar estaba escondido, casi en el límite donde empezaba el vello púbico y se perdía el diamante, era más grande, sí, era negro, y resaltaba solitario en la blancura de la piel. Sin pensarlo, lo tocó con la punta de la lengua, y notó que Pedro detenía el lavado y permanecía quieto. Dibujó una línea entre el lunar y el nacimiento del pezón. Recorrió la areola con una lamida que arrancó gemidos quedos en Pedro. Su excitación se evidenciaba también en la manera inconsciente con que se prendía a sus orejas. Lo sorprendió hundiendo el pezón con la punta de la lengua para luego engullirlo y succionarlo, era inútil, no podía dejar de hacerle el amor,  de venerar cada centímetro de su alma y cuerpo. Pedro emitió un clamor profundo, envolvió la cabeza de Guillermo y la pegó a su torso.
Lo obligó a abandonar el pezón y a ocuparse del otro, así, una y otra vez.

__Tócame _le imploró__. Abajo.__Soñaba que llegaba tarde a los sueños, que no podría recrearme en tus ojos, que me engullía el tiempo y al pasar casi te rozo con mis dedos tus labios, viendo cómo se ennegrecían mis deseos, y tú vida mía, gritabas en el aire, no me busques entre las sombras largas de la tarde, ni tampoco en los gritos ahogados de tu alma, no me busques por los laberintos ni recovecos de un amor dormido, búscame en los amores intensos de dos enamorados, donde las memorias perdidas vuelan y deambulan entre la bruma serena de la noche, y en los despertares por los albores de la aurora porque aquí estaré.

Guillermo que le cubría los glúteos con las manos deslizó los dedos de la derecha por la hendidura, le rozó el ano y prosiguió hacia delante. El agua no era capaz de diluir la densa lubricación que le cubría.

__Oh, Pedro… __susurró antes de seguir chupando el pezón.

Pedro se mecía sobre su mano, que le recorría salientes y pliegues húmedos y le provocaba gemidos que a veces se convertían en sollozos
__Dime cómo soy allí abajo, Guille __le pidió al oído, con un acento agitado que lo enardeció.

--Sos perfecto, con vello oscuro y órganos sutiles y mágicos que laten y se modifican cuando te excito.
__Me gustaría verme y verte.
__Ponte de pie. __Se miraron con la genuina intensidad que se despertaban__. Pedro, no hay nada más hermoso que vos. Amor mío… __Le acarició la mejilla con el dorso de los dedos, Pedro inclinó la cara y bajó los párpados__. Ponte de pie, conócete íntimamente porque yo quiero poseer cada milímetro de tu alma y cuerpo, y que me lo des será demostración de que confías tu vida a mí, y yo haré siempre lo mismo.

Lo obedeció, como siempre y lo observó desde arriba.
__Separa las piernas. __Lo hizo hasta que sus pies chocaron con los confines de la bañera__. Ahora cuando se aquiete el agua, podrás verte.

Se quedaron inmóviles. Se sostuvieron la mirada. Pedro sonrió con timidez y Guillermo le paseó el pulgar por los labios.
__Mírate sin pudor amor mío, es parte de ti, como el rostro. __La superficie serena del agua servía de espejo--. Usa las manos para conocerte como las uso yo. Obsérvate. __Pedro lo hizo__. ¿Ves qué hermoso sos?

__ ¿A ti te gusta?
__ Sí, como todo de vos, sos perfecto. Como lo imaginé la primera vez.
_ ¿Lo imaginabas?
__Sí. Cuando estaba solo en casa y me rehuías, o escapabas, te imaginaba y hasta me masturbaba extrañándote, me daba placer imaginándote a vos _le explicó.

__Yo también _admitió Pedro, sin vergüenza, la vista atenta a esa superficie accidentada de su cuerpo que se permitía explorar. __Hazme gozar Guille __señalando el sitio que dolía y pulsaba cuando Guillermo lo excitaba __. Lo complació y las rodillas de Pedro cedieron__. ¡Guille! __Le clavó las uñas en los hombros. Él volvió a apoderarse de un pezón y lo succionó con apetito.

__No te detengas, más rápido, más_ susurraba Pedro entre jadeos.

El orgasmo lo ahogó, y por un instante quedó sin aliento ni razón. Su cabeza cayó hacia atrás y Guillermo observó, extasiado, las venas azules en el cuello tirante que se convulsionaba con los gemidos lamentosos que le brotaban de los labios y que marcaban el ritmo de las fricciones de su pelvis sobre los dedos de él.
--Sí, Pedro, goza para mí, goza para tu amor.
Pedro apoyó la frente en el hombro de él, que lo besó en la mejilla y siguió acariciándolo entre las piernas sin dejar resquicio ni saliente, ni hueco, ni pliegue virgen porque le gustaban los espasmos que sufría cada vez que le pasaba los dedos.

__ ¿Estás bien? __Pedro asintió__. ¿Crees que ya podrías recibirme, que podría entrar dentro de vos?

__No es cuestión de pedir permiso, de si te permito o no entrar en mi ser, sino de que te necesito, siempre añoro el momento de tenerte dentro de mí, es ya una necesidad, porque siento que somos lo mismo, que somos uno.
Lo sujetó por el filo de la mandíbula y lo atrajo a sus labios.

__Siéntate sobre mí, desciende, y me cobijarás __pidió Guillermo __. ¿Me sientes?

Pero Pedro antes sumergió la mano y le sujetó el miembro. Retiró el prepucio y acarició la cabeza con el pulgar. Guillermo se sacudió bruscamente, y el agua rebasó los límites y salpicó las tablas del piso. Lo sujetó por las caderas, lo elevó sobre su pene, y al hacerlo descender, lo empaló en él. Pedro soltó un grito, y se sujetó a los bordes de la bañera, a Guillermo se le cortó el respiro, le había dado el control, y había devoción en la manera en que lo miraba en cada ascenso y descenso que lo llevaba cada vez más profundo, había admiración y complacencia, deseo, pasión, pero sobre todo amor. Al principio se mantuvo quieto para que terminase de recibirlo y lo acomodase en su interior, era mágico ser parte de otro de esa manera.
Pedro levantó la mirada y encontró la de Guillermo, y una emoción le explotó en el pecho, y le calentó los ojos. Nadie lo hacía sentir tan deseado, tan amado. O tal vez solo a él le había dado ese derecho. No se lo dio a su exesposo, no habría soportado hoy que otro lo codiciase con la fuerza devastadora de Guillermo. En el deseo de él no había solo hambre de su cuerpo o por una cópula que compartían, sino también una necesidad de él, como la del niño que precisa de la madre para subsistir, y lo mismo experimentaba él, y era ese aspecto de su relación lo que la tornaba única y sagrada, la que lo hacía sentir bendecido por Dios más allá de las instituciones. Mientras Guillermo se arqueaba acompañando su vaivén y el deseo  se apoderaba de los cuerpos como una oleada expansiva, Pedro llevó los brazos hacia atrás, necesitaba tocarlo, entreveró los dedos en su cabeza y buscando el beso, le susurró sobre los labios.
__ ¿Me sientes tan tuyo como yo me siento de ti?
_Pedro, no creo que ni siquiera empieces a  entender lo que siento por vos.
__Soy tuyo, solo tuyo, Guille.
__Sí, mío, solo mío _ acordó con acento enfebrecido y mordidas en el cuello.

__ ¿Para siempre?
__Mi alfa y mi omega, no habrá fin para nosotros, Pedro. Nunca.
Pedro le buscó los labios, y el beso se desató lento, profundo, deliberado, un entrevero de labios, lenguas, alientos compartidos, salivas candentes. Se abandonó a los movimientos que le imponían las manos de Guillermo en sus caderas. Primero lo llevaron hacia atrás y abajo, hacia delante y arriba, presionándolo hacia él, hacia abajo, mientras su lengua le ocupaba la boca y la recorría con lamidas lánguidas. La respiración comenzó a congestionarse y acelerarse, y lo mismo ocurrió con el vaivén al que lo sometía y colaboraba y la invasión de la lengua, que se volvió casi agresiva. Sus manos se tornaron más exigentes, más crueles, más brutales. Sentía crecer la ansiedad en todo el cuerpo, sabía que faltaba poco para que llegase el placer y el estallido. Guillermo le friccionaba su sexo con una mano, y él ceñía la carne en torno a su miembro que crecía y latía con furia, para proporcionarle lo que tanto le gustaba.
__Pedro __lo escuchó susurrar con voz torturada.

__ ¿Qué, amor mío?
__No hay nada mejor que esto, nada. Estar enterrado dentro de vos… Tan apretado dentro de vos. Creo que lo he esperado durante años, quisiera quedarme en vos.
__Dime de nuevo que conmigo es especial.
__Es especial porque es con vos. Sos vos el secreto. Vos lo sos todo. Vos sos lo único que tengo, lo único que quiero. Te amo más que a nada. Nunca me dejes. Por favor, nunca te separes de mi lado.
__No lo haré porque tú eres mi vida, lo único en mi vida, no vivo sin ti.
__Júralo.
__Lo juro, amor.

Volvieron a besarse, y así los sorprendió el alivio, con sus bocas unidas. Pedro cortó el beso sin darse cuenta y arrastró los labios por la mandíbula de Guillermo, le clavó las uñas en el cuero cabelludo mientras gemía de placer y se agitaba sobre su pene.
Guillermo tuvo un momento de parálisis en la primera salida de semen, a la que siguieron varias más con otros embistes y que lo sumieron en un goce en el que no midió los clamores roncos que profirió, ni la manera despiadada con que hundía los dedos en los muslos de Pedro.
Cuando se aquietaron los sonidos que brotaban de sus gargantas y cesaron los espasmos de sus cuerpos, perduraron la rigidez de los músculos, las respiraciones rápidas, las manos tiesas. Guillermo mantenía la boca abierta y los dientes clavados en el hombro de Pedro. Los despegó lentamente y admiró las marcas violáceas. Le quedaría un moretón, como otros que le había impreso. Levantó uno por uno los dedos y supo que las piernas también quedarían con testimonios de su desmesura, así era con Pedro, loco, endiablado, descontrolado. En lugar de lamentar haberlo llenado de cardenales se solazó con la idea. Nunca nadie rozaría esa piel, ni la saborearía, ni la marcaría, ni la gozaría… solo él.

__ ¿Estás cómodo o quieres que me retire ya?
__Sí lo estoy.
__No quiero salirme de vos. ¿Podríamos quedarnos un rato de este modo?
__Yo quiero que te quedes. __Ajustó el abrazo en torno a su cuello. Buscó el rostro, y fue dejando hilos de saliva por besos pequeños en la frente, y le acarició el entrecejo con los labios para alisar la eterna arruga, le dibujó con la punta de la lengua el diseño de las cejas. Le besó los párpados, mientras pensaba que debajo de ellos se ocultaban los ojos más bellos y exóticos que conocía, ojos que lo horadaban,  lo devoraban, lo leían con su fuego y que lo hacían sentir hombre… suyo. Le besó la línea de la nariz, y los círculos bajo los ojos, y los pómulos salientes, y el filo de la mandíbula. Se detuvo sobre la boca, y sonrió, aunque estaba con los ojos cerrados, Guillermo se dio cuenta.

__ ¿Por qué sonríes?
__Porque me siento dichoso por primera vez en la vida, siento que lo que viví antes de ti se desvanece.
__ ¿Por qué?
__Porque tú me amas y es todo lo que vale. Es el regalo más grande que Dios puede hacerme.
Tú y nuestro amor son mis tesoros más preciados.

Guillermo le cubrió las mejillas arreboladas con ambas manos y se quedó mirándolo. Pedro notó lágrimas que le anegaban los ojos y la tensión que le afinaba los labios. Las lágrimas que se suspendían en delicado equilibrio en el borde de los párpados desbordaron y rodaron por las mejillas.

__ ¿Me amas tanto aun con todos mis errores del pasado? No soy nadie __las palabras emergieron como un soplo cargado de angustia.

__Yo también tengo un pasado, tú afirmas que no eres nadie por tus errores, yo afirmo que lo eres todo.
__ ¿Por qué me amas?
__Te amo porque no vivimos si no estamos unidos. Nos necesitamos para vivir. Yo te necesito, tú y yo somos la misma persona. Y mi vida de ahora en adelante solo tendrá sentido junto a mi otra mitad que eres tú, amor mío. Tuyo y solo tuyo, para siempre. __Sobrevino una pausa en la que sus ojos compartieron tal vez el intercambio más sincero, poderoso e intenso de sus vidas__. Te amo porque eres una parte de mí y yo una parte de ti. Te amo porque no hay sol sin ti. Porque me siento vivo contigo y muerto sin ti, porque daría mi vida por ti, y porque tú la darías por mí. Pero en verdad, Guille, nuestro amor no tiene explicación, porque no es de este mundo. Por eso  me da miedo y me da felicidad. No nació aquí ni ahora sino hace eones en el cielo. Y es el don más grande que Dios nos dio.

Guillermo temblaba entre sus brazos e intentaba en vano contener el llanto que le rugía en el pecho. Lo encerró en un abrazo y rompió a llorar mientras Pedro le acariciaba.

__Eres tan amado, Guille, tanto como yo, no llores amor mío. Nunca lo dudes.
__

 Luego de la intimidad al fin compartida, de conocerse en cuerpo y alma, de pertenecerse por entero, regresaron  muy contentos a Nueva York. Agustín tampoco se lo pasó del todo mal. Tardó horas en contarles todo cuanto había hecho en su ausencia. Al parecer, la abuela Mirna había vaciado establecimientos de ropa y juguetes para él.
__Necesitaremos dos aviones para llevarnos todo a casa _dijo Pedro revolviendo el cabello de su sobrino- contemplando solo los juguetes.

__No tenía nada con que jugar aquí _ dijo Mirna, mirando algo turbada a su hijo__. Solo me quedan tus antiguos camiones y tus coches _  añadió casi en tono acusador.

Le encantaba comprarle juguetes al niño.
__Ya _dijo Guillermo mientras le entregaba a su madre  un estuche de Cartier. Le había comprado unos soberbios pendientes hechos con monedas de oro antiguas rodeadas de brillantitos hexagonales que su madre se colocó enseguida. Había llegado a extrañarlos pero se veía de lejos que el viaje a Europa les había resultado maravilloso, y le había sentado bien estar solo con Pedro.
Los días que transcurrieron como familia en Nueva York fueron satisfactorios. Cenas, copas, teatro, ópera en los sitios clásicos, paseos, y se hartaron de comprar en los legendarios almacenes Bloomingdale”s. Un día que observaban el ir y venir de personajes famosos, Pedro le dijo a su marido.

__No sabes lo feliz que soy contigo. Llenas mi vida de alegría, Guille, de ternura. Nunca pensé que pudiera ser así. Estaba tan ocupado en sobrevivir que ahora todo me parece increíble. Antes, todo era pequeño y tenso, ahora todo es apacible y grande. Es como un fresco gigante. Ahora todo tiene rojos, verdes, amarillos, brillantes verdes… Antes todo era en blanco y negro.
Guillermo tomó un sorbo de vino y se inclinó para besarlo.
__Te amo, Pedro.
__Yo también a ti _ contestó Pedro en un susurro. Después le dio un ataque de hipo tan fuerte que el hombre de al lado se volvió para mirarlo mientras el añadía, mirando a Guillermo: __ ¿Cómo has dicho que te llamas?

__Jorge. Estoy casado y tengo doce hijos en el  Bronx. ¿Quieres venir conmigo a un hotel?
El hombre de al lado les miró con curiosidad primero, con espanto luego. El lugar estaba lleno de hombres buscando aventuras, pero la mayoría de ellos no hablaba de su mujer e hijos.

__ ¿Por qué no vamos a casa y volvemos a hacer el amor? _sugirió Pedro con descaro.

__Es una magnífica idea.
En la tercera avenida tomaron una taxi y al llegar, Guillermo comprobó que su madre y el nene aún no habían regresado a casa, era agradable estar a solas con Pedro. Era agradable estar con él en cualquier sitio, mientras se introducía entre las  sábanas. Lamentó tener que levantarse cuando  Mirna y Agustín regresaron de la calle, y aun más tener que marcharse de regreso Buenos Aires, y al trabajo, para cuando se despidieron de Mirna, fue  el nene el que anunció que la abuela vendería la casa para trasladarse a Argentina.

Guillermo pensó al fin en el vuelo que tampoco era tan horrible el regreso. La casa era más bonita de lo que los dos recordaban, el primer día de trabajo en el estudio fue agradable, y para cuando esperaban al niño a la salida del colegio, este los sorprendió.

__Aquellos de allí son mis papás _dijo con orgullo a sus amigos, luego fue a sentarse con ellos para que vieran que era cierto.

Cuando ya casi habían olvidado el asunto, cuando ya tenían la adopción de Agustín, el amigo de Londres los sorprendió con una llamada.
Su prima pensaba que tenía un niño que podrían adoptar, un chiquillo huérfano libre de enfermedades y muy inteligente, tenía siete años, la edad de Agustín, y cuando este lo supo, se colgó del cuello de sus papás.

__Por fa. Sí, qué lindo que sea negro, a mí no me importará, ustedes me enseñaron que la identidad  es lo que hace mal si no se aprende a aceptarlas a todas, y yo lo quiero, sí… quiero un hermanito.
__ ¿Qué opinas cielito? __interrogó Guillermo a Pedro en presencia de las abuelas, ya las dos allí y de Fabián.

__ Opino que si ellos quieren… podríamos viajar a verlo, y podríamos ser papás de nuevo. A tu lado, me siento capaz de todo, eres tú la fuerza de mi vida, la fuerza de mi amor… por el mundo.
__ ¿Podemos ir con ustedes a África? __interrogaron a coro Fabián y su hermanito.

__Podría ser _dijo Guillermo.

__ ¡Bravo!

Esa noche a solas, luego de hacer el amor, y antes de irse hacia el sueño. Guillermo soltó la pregunta.

__ ¿He podido cumplir tu sueño de la noche en que te choqué, Pedro?

Este lo miró en profundidad.
__Hiciste realidad  no solo ese sueño, sino… todo lo que se puede ansiar para una vida, todos mis sueños, eres tú… el sueño mayor, eres tú… el amor de mi vida.
Para siempre.

FIN.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.


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