ÉL
CAPÍTULO TREINTA Y DOS.
“Entre el dolor y la nada, prefiero el
dolor”. William Faulkner
El dinero se preparó a medianoche. La
víspera, la unidad del servicio secreto del departamento del tesoro había
ingresado medio millón de dólares en billetes marcados en la cuenta de Pedro.
Matías llamó al banco y le pidió que le entregara doscientos mil dólares.
Colocaron el dinero en un maletín negro de piel y a las dos de la madrugada
este ya estaba depositado en un armario de consigna como indicara la voz en el
teléfono. Les habían dicho que, una vez colocado el maletín, insertaran un
anuncio en el periódico de la mañana siguiente. A la mañana siguiente, el
periódico publicó el anuncio y cientos de policías vestidos de civil invadieron
la zona, fingiendo dormir en los bancos, comiendo hamburguesas, leyendo
revistas a la espera de que alguien acudiera a recoger el dinero del rescate.
Al cabo de tres días, comprendieron que nadie
iba a acudir a recogerlo. La llamada había sido una broma o para ganar tiempo
en los planes del secuestrador, y Camila sufrió una decepción tan grande que no
tuvo fuerzas ni para levantarse de la
cama.
Para el sábado estaba muy pálida y el aspecto
de Pedro no era mucho mejor. Estaban perdidos y destrozados porque faltaba muy
poco para el cumpleaños de los gemelos, y la perspectiva de pasar la fecha sin
sus hijos los horrorizaba. Pedro tropezó con la mirada brillante de Camila a la
hora del almuerzo, ninguno de los dos había probado bocado.
__ ¿Por qué? ¿Por qué no fueron a recogerlo?
__preguntó Camila desolada __.
Estaba obsesionada por aquella llamada en la
que habían amenazado con matar a los chicos en caso de que algo fallara. __ ¿Y
si los hubieran matado? ¿Y si el miedo los hubiera inducido a matarlos?
__Si quien los tiene es Nancy, esa mujer no
le teme a nada _ dijo entre dientes Guillermo.
Camila le destinó una mirada de odio.
__ Olazábal dice que esa llamada fue solo una
broma, ya lo sabes _replicó, Pedro con dureza. Él tampoco podía resistir la
tensión__. Sigo pensando en que ha sido Nancy.
__Pues entonces, ¿por qué no encuentran nada, maldita sea? Al fin es una mujer y de
lo contrario, ¿por qué no descubren quién lo ha hecho?
Camila dejó los cubiertos, bajó la mirada
para ocultar el llanto, no quería que lo viera Guillermo y subió a su
habitación. No podía resistirlo. Ya ni la familiar presencia de Matías la
tranquilizaba.
Pedro le pidió a este un nuevo allanamiento
en casa del ex de Nancy, este le prometió hacerlo.
El
domingo apareció, casi a una semana después del secuestro, lo encontraron.
Estaba en la bodega del sótano de la expareja de Nancy, escondido detrás de
unas cajas. Uno de los agentes descubrió
algo que al comienzo parecía un trapo. Sin embargo, cuando apartó las cajas y
lo sacó, descubrió con asombro que acababa de encontrar lo que estaban
buscando. Era un pijama infantil de color rojo, con un cuello azul bordado con
trenecitos. Subió a toda prisa, pidió hablar con el inspector Olazábal, y le
mostró lo que había descubierto.
Matías
contempló largo rato el pijama mientras repasaba la declaración de Camila y
después se preguntó dónde estarían los niños y qué habría hecho Nancy con
ellos. Tenía que averiguar muchas cosas,
para ello, debería demorar o apresar al hombre por encubrimiento, y lograr dar con el paradero de ella. Regresó al lugar donde este se
hallaba y ante la presencia del hijo mayor de la pareja que vivía con él, poco
esfuerzo debió emplear para que una vez dejar
al muchacho de diez años con sus abuelos paternos declarara dónde podía
encontrar a Nancy, mientras se cubría el rostro y juraba que él nada tenía que
ver con el secuestro, que solo sabía dónde paraba ella.
__Tengo
un hijo de diez años _ dijo mirando a los ojos claros de Matías que lo
horadaban, con expresión implorante__. Yo sé lo que podría sentir si algo le
sucediera… ¿cómo quiere que haya tenido valor para participar de algo así? Ni
siquiera puedo creerlo de ella, nunca me dijo nada, ni supe antes que ustedes
llegaran de ese pasado que dice.
Era
absurdo, pensó Matías, confiando en su fuero interno en que no hubiera sido
Nancy.
Matías
le colocó las esposas, y momentos después bajó, sosteniendo en una mano el
sobre sellado que contenía el pijama. El hombre acababa de ser detenido bajo la
acusación de encubrimiento, y pocas horas después tras un fuerte operativo
policial, la misma suerte corría Nancy, luego de un tiroteo con los guardias y
sicarios que mantenía en el country donde efectivamente halló a la mujer, que
negaba hasta tener contacto con su expareja, cosa que Matías desestimó porque
lo seguía a él y al hijo desde el día del secuestro.
Matías
llamó a Pedro para comunicarle la noticia, y Camila rompió a llorar al
enterarse que habían hallado uno de los pijamas.
__Pero
¿dónde están los chicos? _repetía Pedro
como un mantra con los ojos anegados, eso era lo único que le importaba.
__Todavía
no lo sabemos, ahora vamos a interrogar a la mujer y su pareja con dureza, mis
hombres quedaron allanando la propiedad, no están allí ellos, pero buscamos más
pruebas __informó el fiscal__. El juez Moravia se encuentra con nosotros, puede
estar tranquilo Beggio de que las cosas
se están haciendo bien. Les volveré a llamar en cuanto sepamos algo.
Pedro
solo buscó refugio en la mirada de Guillermo que asintió y ambos comprendieron
que Matías lo haría sin mayores miramientos.
Pedro
descargó el dolor en dos puñetes que hicieron temblar la mesa, y que le causó
un dolor físico que no aplacó el del alma.
__Calma,
Pedro, le tienen _ le sugirió, Guillermo__. Ya está cielito, tendrá que
confesar.
__Mierda,
esto explica por qué nunca recogieron el dinero ni había petición de rescate.
Esta mujer lo ha hecho por venganza o por rabia, o porque está enamorada de ti,
Camila, para atraerte a ella.
__Eso
no.
__Deja
de negar lo evidente. El dinero no le importaba nada. Tenía lo único que le
interesaba, a los chicos. Pero, ¿qué habrá hecho con ellos tras habérselos
llevado? ¿Dónde estarán tras una semana en este momento? Y lo más importante… ¿seguirán
vivos?
Camila
estaba destrozada cuando el fiscal colgó la llamada, más ante la mirada
desesperada mas acusatoria de Pedro. No pudo evitar preguntarse qué estaba
pensando este, el cual no le dijo nada más y seguido por Guillermo se limitó a
subir a su dormitorio, cerrando silenciosamente la puerta a sus espaldas.
El
grito que borboteaba en la garganta de Pedro estalló en un clamor desgarrador
que asustó a Guillermo y que traspasó las paredes, mientras se dejaba caer en
el suelo apoyando los codos en las
rodillas y ocultando el rostro entre las manos.
Guillermo
corrió hacia él y se cerró alrededor de su cuerpo como deseando incorporarlo al
suyo, y así lo mantuvo dejándolo llorar hasta que se agotó el agua y los
espasmos cedieron dejándolo laxo en sus brazos, entre sollozos residuales.
__Ya,
amorcito, ella los entregará, no querrá
pasar años encerrada, calma mi amor, lo importante es haberla encontrado _intentó
reconfortarlo, Guillermo.
__No
lo sé, ¿y si está despechada porque Camila no fue con ella y los asesinó? ¿Por
qué no estaban ellos allí con ella si
hasta el tío ha muerto? _balbuceó.
__No
lo sé, debe de tenerlos a resguardo, no
la creo capaz de matar a tres chicos, Pedro.
__ ¿Y
si acaso quisiera vengarse de ella por aquel hijo perdido? Maldito sea, ¿qué
tienen que ver mis hijos con toda esa basura de años atrás? No habían nacido
siquiera.
__Lo
sé, tranquilo, precioso, esperemos a que llame Matías, yo confío en él, es
bueno en lo que hace _ dijo Guillermo sin demasiado asidero__. Además
seguramente en ese sitio encontrarán más pruebas.
__Si
Camila la hubiese denunciado una semana atrás, mis hijos estarían acá, o no se
habría perdido una semana en que pudo sacarlos del país inclusive _ dijo Pedro
y se estremeció.
__No
creas que es fácil sacarlos, menos a tres menores, esperemos, ¿sí?
_Gracias
por estar a mi lado, siento culpa de que no veas a Fabián, pero te necesito, no
sé si podría soportar esto sin ti, soy muy egoísta, ¿verdad?
__No
mi amor, sos el ser más bueno y puro que he conocido, y por nada ni nadie te
dejaría solo, mi hijo es grande y está a salvo. Te amo más que en momentos
felices, vos me amaste cuando conociste mi oscuridad en Uruguay.
__Me gusta sentir cómo nos amamos, gozar la
unión de nuestros cuerpos al fragor
delirante de la pasión, liberar las ansias de furor alocadas al despertar de
tus débiles gemidos, llenándome de tu esencia
al poseer tu cuerpo y alma, sintiendo en tus entrañas mis instintos contenidos.
Sentir cómo en un instante se nos va la vida, cuando con la mirada perdida y silente nos entregamos a la pasión elocuente bajo el
sublime placer que no se explica, y sin embargo se siente en el alma.
Me gusta ser la fuente por la que emana el placer que quema y enardece tus sentidos, y hacer
realidad tus fantasías. Sentir el roce de tu lengua en mi piel al arrastrar la
gloria y perderme en la locura cuando
con tus besos advertías mis deseos.
Cuando perdido de amor entre mis brazos, tus labios con pasión
delirante abrías para decirme con suave susurro
un “te amo vida mía”.
Verbo apasionado de amor para mi ego que encadenado a la pasión tu alma contenía.
Verbo apasionado de amor para mi ego que encadenado a la pasión tu alma contenía.
Es la madre de mis hijos, no fue malo nuestro
matrimonio, pero sin embargo hoy siento que la odio, Guille_ balbuceó Pedro y
un dolor lacerante le traspasaba el pecho__. Por sus errores mis hijos… __ Veía
en sus ojos aquel sentimiento tan conocido y detestado de sentirte vacío. A
poca distancia y furtivos esperaban el rencor, la desidia, el desconsuelo, la
incredulidad y la apatía por la vida que debería haber tenido y que por esas
razones de la vida no se le había dado. Leía como en un libro bien escrito el
pedido de auxilio revocado con gruesas capas de frialdad y forzado
convencimiento de que lo mejor era seguir así. Seguir así… Eso significaba
haber pellizcado desde lejos el amor, la felicidad de tener un compañero, la tranquilidad
de no sentirte solo en el mundo. Imaginaba sus lágrimas detenidas en público al
paladear la dicha de los protagonistas de cualquier telenovela, cuando sellaban
su futuro con un beso interminable y sobrecogedor. Lágrimas que soltaba
descuidadamente en la soledad del baño o cubierta por las alas protectoras de
las sábanas otra vez prolijas e inevitablemente decoradas con su solo aroma.
Selló su destino a una hora temprana, ¿para qué seguir esperando lo que no sería? Mejor así, solo en la inmensa soledad de la vida que para esta persona no había preparado alivio, ni alegría duradera, ni una ínfima gota de esperanza, pero aceptó su destino así y así terminaría. La vida se alimenta de ironías y se divierte al cambiarnos, como en un juego sádico, los cierres de historias aun cuando ya lo habíamos aceptado. De pronto la humedad en los ojos, y la boca. El lento entibiar de la sangre que creías muerta, la dilatación de las pupilas a niveles no esperados y ese aroma a flor que nuestra piel yerma se negaba a volver a soltar. El amor… Apareció el amor en tu vida y todo cambió. Y hasta el recuerdo del yermo y angustiante tiempo de soledad en blanco y negro, se olvidó.
Veía en sus ojos aquel sentimiento tan conocido y volví a mirar y entendí que al que estaba viendo reflejado en sus ojos era a mí, que también una vez había como ella, resignado mi deseo de vivir… Pero me engañó, ocultaba un pasado oscuro, miles de secretos, yo solo fui un salvavidas, y me engañé porque tampoco la amaba, no la amo.
Selló su destino a una hora temprana, ¿para qué seguir esperando lo que no sería? Mejor así, solo en la inmensa soledad de la vida que para esta persona no había preparado alivio, ni alegría duradera, ni una ínfima gota de esperanza, pero aceptó su destino así y así terminaría. La vida se alimenta de ironías y se divierte al cambiarnos, como en un juego sádico, los cierres de historias aun cuando ya lo habíamos aceptado. De pronto la humedad en los ojos, y la boca. El lento entibiar de la sangre que creías muerta, la dilatación de las pupilas a niveles no esperados y ese aroma a flor que nuestra piel yerma se negaba a volver a soltar. El amor… Apareció el amor en tu vida y todo cambió. Y hasta el recuerdo del yermo y angustiante tiempo de soledad en blanco y negro, se olvidó.
Veía en sus ojos aquel sentimiento tan conocido y volví a mirar y entendí que al que estaba viendo reflejado en sus ojos era a mí, que también una vez había como ella, resignado mi deseo de vivir… Pero me engañó, ocultaba un pasado oscuro, miles de secretos, yo solo fui un salvavidas, y me engañé porque tampoco la amaba, no la amo.
__Ya mi amor, relájate, vamos a descansar
hasta que llame Matías, verás que algo sabremos, ¿acaso sientes que ellos están
lejos?
__No, mis hijos están en mí, yo los siento
parte de mí, no siento que están muertos, y no soporto que ella lo diga
siquiera.
Una
hora después, Guillermo regresó con una bandeja con café y algo para comer,
Pedro seguía como lo había dejado, solo
que con la espalda contra la pared, y los ojos cerrados.
No hubo un saludo como tal… un hola, un beso,
cómo estás. 0 qué tal te ha ido,
se cerró la puerta se soltaron las cargas, y en un silencio no contenido casi infinito, nos miramos, sin la radiografía de nuestras ropas.
Había en sus ojos por instinto un celo animal, un salto del ángel en caída libre en el sedentarismo de mi piel. El cristalino de mis miradas lo desnudaba perdiendo la vida en ello,
no hubieron preámbulos, permisos ni consentimientos, todo fue mutuo, premeditado.
Los cuchillos de los dedos, al asalto de las manos, acuchillaban botones bajando cremalleras,
rasgando mi camisa, subiendo la ajena, bajando brutal el acrílico del bóxer de entre sus piernas, al tiempo que el pozo seco de mis labios buscaba el oasis de su boca aplacando mi sed en su lengua.
se cerró la puerta se soltaron las cargas, y en un silencio no contenido casi infinito, nos miramos, sin la radiografía de nuestras ropas.
Había en sus ojos por instinto un celo animal, un salto del ángel en caída libre en el sedentarismo de mi piel. El cristalino de mis miradas lo desnudaba perdiendo la vida en ello,
no hubieron preámbulos, permisos ni consentimientos, todo fue mutuo, premeditado.
Los cuchillos de los dedos, al asalto de las manos, acuchillaban botones bajando cremalleras,
rasgando mi camisa, subiendo la ajena, bajando brutal el acrílico del bóxer de entre sus piernas, al tiempo que el pozo seco de mis labios buscaba el oasis de su boca aplacando mi sed en su lengua.
Y lo poseí, lo poseí en el estampado de la
pared medio desnudo, medio vestido, alzándole las piernas sujetándolas en mi cuerpo…
entregados y perdidos.
Me arrodillé en el suelo frente al confesionario de su sexo, paladeé, lamí, succioné ese oro líquido de su elixir, en el regalo de un orgasmo. Yacido en el suelo medio desnudo, medio vestido, se posó en mis caderas, nativo, cruel, ávido avasallándome con su sexo. Y sobre la mesa, sibarita improvisado, me alimenté de sus pezones, del terrón de azúcar de su ombligo, me nutrí de la miel de su espalda poseyéndola, endemoniado hasta el éxtasis de sus adentros.
Me arrodillé en el suelo frente al confesionario de su sexo, paladeé, lamí, succioné ese oro líquido de su elixir, en el regalo de un orgasmo. Yacido en el suelo medio desnudo, medio vestido, se posó en mis caderas, nativo, cruel, ávido avasallándome con su sexo. Y sobre la mesa, sibarita improvisado, me alimenté de sus pezones, del terrón de azúcar de su ombligo, me nutrí de la miel de su espalda poseyéndola, endemoniado hasta el éxtasis de sus adentros.
En un sofá, más rojo que avergonzado
invertimos labios y sexos, adentré en
sus secretos el bípedo lenguaje de mi lengua, recorría perceptivo sus labios y
los míos, el pene palpitante que se
adentra y sale de mi boca en la succión de mi lengua.
Fálico y erecto me succiona por dentro, húmedo, sensitivo hasta su garganta profunda,
besa, lame, paladea, succiona intercalando la oratoria de su saliva, sosteniendo el momento… eyaculo en su cuerpo palabras de amor.
Fálico y erecto me succiona por dentro, húmedo, sensitivo hasta su garganta profunda,
besa, lame, paladea, succiona intercalando la oratoria de su saliva, sosteniendo el momento… eyaculo en su cuerpo palabras de amor.
Deshidratados de todo sexo ingerimos el líquido elemento, sentados, sobre una silla
de la decorada estancia. Me mira, sonríe, me traspasa en intenciones… desbordado, sentado sobre mí me dejo llevar en su cabalgadura, asciende, baja, reptil arquea su espalda,
desciende, se eleva apretando sus pezones y yo, mordisqueando sus aureolas.
Sin desprenderme de sus caderas aún en sus adentros, lo desplazo, a esa coja lavadora y sentado sobre ella, sin salir concluyo su desnudez, y en ese aclarado de revoluciones extremas vibramos hasta el placer, suspiró usted, como el viento, se agitó como la tierra, gritó, con la rabia de los volcanes y como un tsunami en su orgasmo se desparramó sobre mi cuerpo, y en el arsenal de mis caricias le regalé todos mis besos.
Desnudos los cuerpos, saciadas las almas, frente a frente, abrazados en la cama, nos poseímos en la calma como dos niños inocentes.
He querido estremecerme por la fiebre, tu
cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca, pegado a mi piel con dulce desatino,
eternizar esta noche al límite de lo prohibido, insoportablemente mío, tu
desnudez sobre mi cama, sedúceme con tus caricias espaciadas, con frases
susurradas boca a boca, quiero temblar, tiritar en este frío invierno, ser la
cobija que me abriga.
Tu aliento lo respiro, te permití dominarme,
fundirme en ti, embriagándome de tu perversidad por sentir tus labios, vibrando
me entrego a ti, gozar tu cuerpo, ver tu carne a mi carne confundido, huelo a
ti a tu perfume que debilita mis sentidos, anónimo de mis vértigos, el oleaje
de tu silueta que me enloquece, trazar esa geometría electrizante.
Te espero radiante, seductor, soberbio,
atrevida, listo para ese enigmático encuentro, dentro de mí la marea que te espera, siente en ti mi calor
que como fragancia emana de mi cuerpo candente, gemir, morder y quizá llorar de
placer, solo con leer tu piel, secuestra mis ganas de amarte, desplomarte
extenuado, aliviado amoroso en mi cuerpo complacido.
__ Perdona mi tristeza _dijo, Pedro en
susurro.
__No pidas perdón, yo también la siento a menudo.
__Pero hace meses que no rio.
__A veces nos acostumbramos a cierto tipo de tristeza,
una que se nos impregna en la piel y nos viste de una melancolía que nos da una apariencia extraña en el alma.
Nos deja un vacío en los ojos que solo pueden apreciar otras almas que tienen esa misma tristeza.
Es una tristeza que deja que el portador vea una belleza que muy pocos entienden, un dolor continuo que nos recuerda la vida, y lo importante que es tenerla.
Vivo enamorado de esa tristeza que casi nadie entiende, me enamora en cada mañana con ese aroma a café, y el calor maternal que me regala la luna. O ese inigualable sabor que me deja en la mente esa buena música, porque me permite vivir atrapado en mi pasado, en recordar pequeños momentos que me hicieron el ser que soy, de ese peculiar olor que tienen los años viejos, los momentos que me dejan entrever de él porqué estamos vivos.
Nos deja un vacío en los ojos que solo pueden apreciar otras almas que tienen esa misma tristeza.
Es una tristeza que deja que el portador vea una belleza que muy pocos entienden, un dolor continuo que nos recuerda la vida, y lo importante que es tenerla.
Vivo enamorado de esa tristeza que casi nadie entiende, me enamora en cada mañana con ese aroma a café, y el calor maternal que me regala la luna. O ese inigualable sabor que me deja en la mente esa buena música, porque me permite vivir atrapado en mi pasado, en recordar pequeños momentos que me hicieron el ser que soy, de ese peculiar olor que tienen los años viejos, los momentos que me dejan entrever de él porqué estamos vivos.
__ En tus ojos me busqué un día cuando la
brisa acariciaba tu sonrisa, cuando el sol calentaba tus mejillas, cuando el
ocaso amenazaba al día y la noche se asomaba algo tímida, tu alma pude ver y su
brillo intenso de dicha me cubrió.
En tus brazos me sentí bien amado, trenzando tus cabellos, peinando tus sueños hasta mirarlos flotar sobre tu cabeza, tu rostro resplandeció como el sol de mediodía, tu manos acariciaron mis ilusiones que de amor bonito tú las llenabas.
En mi cielo te vi volar, te vi surcar el azul infinito dejando una estela dorada, te vi elevarte más alto y a las nubes romper sin cuidado alguno, te vi y al cerrar mis ojos volé contigo, tomaste mi mano y con ella mi corazón y alma, te vi batir tus alas y desafiar al viento hasta perderte más allá de mi vista
Si te fueras dejando en mí un vacío lo llenaría con tus recuerdos, con tus sonrisas, con tu amor infinito y puro, con tu voz que me susurra al oído palabras que a mi corazón desborda de amor. Cómo quisiera que todo pasara, y regresar a nuestro mundo de dos pero con mis hijos, con Fabián.
En tus brazos me sentí bien amado, trenzando tus cabellos, peinando tus sueños hasta mirarlos flotar sobre tu cabeza, tu rostro resplandeció como el sol de mediodía, tu manos acariciaron mis ilusiones que de amor bonito tú las llenabas.
En mi cielo te vi volar, te vi surcar el azul infinito dejando una estela dorada, te vi elevarte más alto y a las nubes romper sin cuidado alguno, te vi y al cerrar mis ojos volé contigo, tomaste mi mano y con ella mi corazón y alma, te vi batir tus alas y desafiar al viento hasta perderte más allá de mi vista
Si te fueras dejando en mí un vacío lo llenaría con tus recuerdos, con tus sonrisas, con tu amor infinito y puro, con tu voz que me susurra al oído palabras que a mi corazón desborda de amor. Cómo quisiera que todo pasara, y regresar a nuestro mundo de dos pero con mis hijos, con Fabián.
__Y esto también va a pasar, lo prometo __ lo
reconfortó Guillermo antes de posar sus labios en los del hombre que amaba.
Abraza el silencio tus labios, arranca
sembrados vientos y de cuajo cada rocío que explica en grietas tu aliento. Amas
ese aire que de palabras es vacío, ese anciano rencor que sonámbulo recorre las
comisuras de dos bocas que llenas de sed caminan entre dunas locas. Es junio,
la noche se viste de verbena, con el velo de un anhelado equinoccio lo viejo
arde en la hoguera, lo nuevo se piensa y la emoción de un sentimiento poco a
poco en el cielo se dibuja. Chispas, brujas, baile, escalofríos en vientres y
espaldas... miradas ilusionadas y algún que otro borracho lamiendo copas y
también, pasiones ufanas: dulce aquelarre de San Juan, maldito momento que
rompes vidas, bendito grial que unges de sangre una lanza que ya no es caricia
y tampoco espina.
Mar que despliegas tu lienzo sobre el espejo de una noche diáfana. ¡Sentimientos concupiscentes que buscan la vara donde arde la brasa! ¡Miedos de ignorancias pertrechos, de mentirosas salvas manipulados, desde la falsa enseñanza preñados y con fuerza, con denostada fuerza, sembrados!
Recuerdas tu alma como regalo preciado, quieres arrancar del destino el mal presagio, de tu mirada el odio empañado mientras entre tu pecho sientes un corazón, que sigue en silencio, muy callado. Lates en un limbo que no has comprado, vendes tu abrazo a precio regalado, muestras sonrisas con un gesto forzado y hasta tus lágrimas resbalan secas, por un sentimiento hipócrita y mal creado. Guardas un último suspiro para cuando un elegido esté a tu lado pero te das cuenta que el vivir has olvidado, que a la esperanza le pusiste un candado, a la ilusión un lazo envenenado y al sueño, un eterno letargo. Retumba entre tus sienes la duda y el engaño: mides cada minuto y estiras el tiempo para poder pensar en algo, súplicas oportunidades cuando no hay quién te lance una mano, le reprochas al camino cada piedra, a la lluvia cada gota que no empapa, al cielo cada estrella que la nube tapa y a la oración cada palabra, que sabes es impuesta, pues no nació de tu alma.
Mar que despliegas tu lienzo sobre el espejo de una noche diáfana. ¡Sentimientos concupiscentes que buscan la vara donde arde la brasa! ¡Miedos de ignorancias pertrechos, de mentirosas salvas manipulados, desde la falsa enseñanza preñados y con fuerza, con denostada fuerza, sembrados!
Recuerdas tu alma como regalo preciado, quieres arrancar del destino el mal presagio, de tu mirada el odio empañado mientras entre tu pecho sientes un corazón, que sigue en silencio, muy callado. Lates en un limbo que no has comprado, vendes tu abrazo a precio regalado, muestras sonrisas con un gesto forzado y hasta tus lágrimas resbalan secas, por un sentimiento hipócrita y mal creado. Guardas un último suspiro para cuando un elegido esté a tu lado pero te das cuenta que el vivir has olvidado, que a la esperanza le pusiste un candado, a la ilusión un lazo envenenado y al sueño, un eterno letargo. Retumba entre tus sienes la duda y el engaño: mides cada minuto y estiras el tiempo para poder pensar en algo, súplicas oportunidades cuando no hay quién te lance una mano, le reprochas al camino cada piedra, a la lluvia cada gota que no empapa, al cielo cada estrella que la nube tapa y a la oración cada palabra, que sabes es impuesta, pues no nació de tu alma.
Llega la vigilia, una ceguedad detiene el
alba. No ves más allá del manto de una niebla cercana, difuminada y fría,
retadora de ajenas melancolías, extraña y vestida con una gris sotana, de
viento helada y cubriendo a tu mar con una sutil marea baja. Piensas que no es
otro día sino el mismo de siempre disfrazado de alegoría, que no importa el
olor ni el sabor de su música, tampoco la textura de sus letras ni las tildes
de las palabras cuando crean hermosos poemas. Revientas tu condición, no tienes
elección, sufres porque en tu cuento no hay adicción, tampoco en el sentir y
mucho menos en un sueño que no eres capaz de vivir.
Solo esperas, sabes que tu último suspiro debe acariciar piel, acicalar mejilla, besar aliento, acercar espacio, amar el silencio de un profundo deseo y ser la última explicación de un punzante escalofrío, que nace en el vientre, en la pelvis y desgarra de placer la membrana de tu alma. Es tanto el anhelo que la memoria desliza su mirada, la imaginación recorre sendas que permanecen tatuadas entre los hilos de mojadas sábanas, tus lágrimas ya cuecen cada arruga de tu cara, la sonrisa es falsa, también el gesto y solo el reflejo, salva la soledad de tu venerado espejo. Grita la melodía de una recordada música desgarradora y consentida, buscas templanza en una mesita de noche que todavía guarda gemidos y añoranzas, en una almohada besada con el calor de unos labios que te llenaron de enseñanzas y duermes perdido entre el blanco de unas paredes, que te recuerdan el destello fugaz de unas ceras, que entre tintos y suspiros, un día abrazabas.
La decisión está tomada. Entras a la hoguera, donde arden viejas quimeras, donde el equinoccio toma forma de hiena y dibuja carcajadas en cada chispa de antiguas maderas. Muerde la brasa en tu piel cada hebra, el denso humo ciega miradas añejas, tanto sabor baña de miel tu belleza y poco a poco el alma del fuego, crea un ser a imagen y semejanza del dios más perfecto. En el viaje encuentras tu esencia, en el fuego purificas tus miedos y penas, capaz de amarte sin barreras, de tocarte sin permiso y con toda tu fuerza, de exprimir cada deseo que del pecado es bandera y también de guardar un último suspiro, para cuando mi orgasmo te comparta más allá de cualquier norma.
Me explicas que ya aprendiste a quererte, que te hiciste el amor en silencio al romper el alba, que tejiste gemidos en cada sitio y que preñaste cada vaho de tu boca, con el perfume de tu hombre encelado. Te sonrojas cuando te leo en pausa, también al escribir mi primer verbo sobre tu alma blanca, cuando acaricias cada humedad y dejas que tus dedos en mis labios la pinten empapada antes de que mi boca te anhele y se pierda en el calor de tanta ansia. No hay palabra cuando bailan su tango nuestras miradas ni miedo cuando el amor en marea alta nos nada. Te vive perverso mi aliento cuando es tu boca la que me ama, sufre dulce el erotismo cuando tu desnudo en silencio muestra su elegancia, camina el deseo cuando es el sentimiento quien esculpe cada contorsión y arquea tu espalda, es la poesía quien acaricia cuando el verso explica el alma y son tus labios, los que excitan cada poro de piel de mi hombre, porque ahora sé que soy el dueño de ese último suspiro, que de tu boca, para mí guardabas.
Solo esperas, sabes que tu último suspiro debe acariciar piel, acicalar mejilla, besar aliento, acercar espacio, amar el silencio de un profundo deseo y ser la última explicación de un punzante escalofrío, que nace en el vientre, en la pelvis y desgarra de placer la membrana de tu alma. Es tanto el anhelo que la memoria desliza su mirada, la imaginación recorre sendas que permanecen tatuadas entre los hilos de mojadas sábanas, tus lágrimas ya cuecen cada arruga de tu cara, la sonrisa es falsa, también el gesto y solo el reflejo, salva la soledad de tu venerado espejo. Grita la melodía de una recordada música desgarradora y consentida, buscas templanza en una mesita de noche que todavía guarda gemidos y añoranzas, en una almohada besada con el calor de unos labios que te llenaron de enseñanzas y duermes perdido entre el blanco de unas paredes, que te recuerdan el destello fugaz de unas ceras, que entre tintos y suspiros, un día abrazabas.
La decisión está tomada. Entras a la hoguera, donde arden viejas quimeras, donde el equinoccio toma forma de hiena y dibuja carcajadas en cada chispa de antiguas maderas. Muerde la brasa en tu piel cada hebra, el denso humo ciega miradas añejas, tanto sabor baña de miel tu belleza y poco a poco el alma del fuego, crea un ser a imagen y semejanza del dios más perfecto. En el viaje encuentras tu esencia, en el fuego purificas tus miedos y penas, capaz de amarte sin barreras, de tocarte sin permiso y con toda tu fuerza, de exprimir cada deseo que del pecado es bandera y también de guardar un último suspiro, para cuando mi orgasmo te comparta más allá de cualquier norma.
Me explicas que ya aprendiste a quererte, que te hiciste el amor en silencio al romper el alba, que tejiste gemidos en cada sitio y que preñaste cada vaho de tu boca, con el perfume de tu hombre encelado. Te sonrojas cuando te leo en pausa, también al escribir mi primer verbo sobre tu alma blanca, cuando acaricias cada humedad y dejas que tus dedos en mis labios la pinten empapada antes de que mi boca te anhele y se pierda en el calor de tanta ansia. No hay palabra cuando bailan su tango nuestras miradas ni miedo cuando el amor en marea alta nos nada. Te vive perverso mi aliento cuando es tu boca la que me ama, sufre dulce el erotismo cuando tu desnudo en silencio muestra su elegancia, camina el deseo cuando es el sentimiento quien esculpe cada contorsión y arquea tu espalda, es la poesía quien acaricia cuando el verso explica el alma y son tus labios, los que excitan cada poro de piel de mi hombre, porque ahora sé que soy el dueño de ese último suspiro, que de tu boca, para mí guardabas.
__
En la penitencia de la noche Camila no
encuentra el sueño, solo da vueltas en la cama, hasta que su mirada se detiene en
el techo, cientos de imágenes acuden a su mente, ninguna ayuda a la calma.
En el eco suena el clamor de los gritos de dolor, golpes secos retumban en los tambores de guerra.
Dicen: que la luna en ella está muerta y que ella se cubre el rostro con un fino velo negro, con bordes de fino hilo dorado, en el que cuelgan finas cadenas.
Ella. Mujer que divaga en la noche, mientras que guarda silencio por el luto del desamor.
Es una noche, donde las estrellas en sus ojos no brillan y en ellos se esconde un manto espeso de nubes. ¡La luna llorando se queda!
En la oscuridad, solo se ven los ojos verdes de las panteras negras.
La noche es turbia y está llena de premoniciones donde tiemblan en las ramas hasta los gorriones.
El agua del río baja desde las altas montañas, baja muy helada y baja como un devastador torbellino que todo lo arrasa, los peces se mecen, mientras son arrastrados por la fuerza de las redes, hacia la entrada de la puerta del mar muerto.
En la noche, el alma de la mujer vaga solitaria, por un bosque lleno de tiniebla, con sueños que se rompen, como lo hacen las olas cuando chocan contra una gigantesca roca.
El llanto de ella es ensordecedor y todo se desordena en su cabeza.
Es noche sin estrellas, incluso se interrumpe la calma celestial de los ángeles caídos, que entre ellos se pelean.
Ella sola habla... Dice: será mejor cerrar los ojos y tumbarse sobre la crecida hierba y así adormecer la tristeza y así poder hallar a un nuevo amanecer lleno de paz.
Ya en sus ojos las lágrimas queman, en cada gota de lágrima derramada, también hay un desconcierto que la acecha, escuchando aquellas voces, de todos aquellos que pronuncian tan a la ligera la palabra llamada amor. Cuando ella en su corazón solo halla y conoce los signos y el estupor del desamor.
Ella sigue… calla, afligida, sin que se dibuje la sonrisa en su cara y sigue en la espera de que Cupido de nuevo llame a su puerta y por eso la mantiene un poco abierta, aunque sabe que necesita ser abrazada. Pero ahora prefiere ignorar lo que intuye, solo desea que ese abrazo sea el de sus hijos.
En el vacío de la noche, ella alza sus brazos y con sus manos abiertas, seca hasta su última gota de lágrima. Con su voz rota por todos los sollozos, aun así cree sentirse aliviada, al arrancar de cuajo todo dolor que le oprime en el pecho y de esa manera se despide del luto, de la condena y de todas esas pesadas cadenas de desamor, y guarda su entereza para tratar de ayudar a encontrar a sus hijos.
En el eco suena el clamor de los gritos de dolor, golpes secos retumban en los tambores de guerra.
Dicen: que la luna en ella está muerta y que ella se cubre el rostro con un fino velo negro, con bordes de fino hilo dorado, en el que cuelgan finas cadenas.
Ella. Mujer que divaga en la noche, mientras que guarda silencio por el luto del desamor.
Es una noche, donde las estrellas en sus ojos no brillan y en ellos se esconde un manto espeso de nubes. ¡La luna llorando se queda!
En la oscuridad, solo se ven los ojos verdes de las panteras negras.
La noche es turbia y está llena de premoniciones donde tiemblan en las ramas hasta los gorriones.
El agua del río baja desde las altas montañas, baja muy helada y baja como un devastador torbellino que todo lo arrasa, los peces se mecen, mientras son arrastrados por la fuerza de las redes, hacia la entrada de la puerta del mar muerto.
En la noche, el alma de la mujer vaga solitaria, por un bosque lleno de tiniebla, con sueños que se rompen, como lo hacen las olas cuando chocan contra una gigantesca roca.
El llanto de ella es ensordecedor y todo se desordena en su cabeza.
Es noche sin estrellas, incluso se interrumpe la calma celestial de los ángeles caídos, que entre ellos se pelean.
Ella sola habla... Dice: será mejor cerrar los ojos y tumbarse sobre la crecida hierba y así adormecer la tristeza y así poder hallar a un nuevo amanecer lleno de paz.
Ya en sus ojos las lágrimas queman, en cada gota de lágrima derramada, también hay un desconcierto que la acecha, escuchando aquellas voces, de todos aquellos que pronuncian tan a la ligera la palabra llamada amor. Cuando ella en su corazón solo halla y conoce los signos y el estupor del desamor.
Ella sigue… calla, afligida, sin que se dibuje la sonrisa en su cara y sigue en la espera de que Cupido de nuevo llame a su puerta y por eso la mantiene un poco abierta, aunque sabe que necesita ser abrazada. Pero ahora prefiere ignorar lo que intuye, solo desea que ese abrazo sea el de sus hijos.
En el vacío de la noche, ella alza sus brazos y con sus manos abiertas, seca hasta su última gota de lágrima. Con su voz rota por todos los sollozos, aun así cree sentirse aliviada, al arrancar de cuajo todo dolor que le oprime en el pecho y de esa manera se despide del luto, de la condena y de todas esas pesadas cadenas de desamor, y guarda su entereza para tratar de ayudar a encontrar a sus hijos.
__
Cuando
se filtró la noticia de las detenciones, la prensa se alborotó y, a la mañana
siguiente, el número de reporteros que aguardaban delante del domicilio de Martínez
se había quintuplicado. Pedro salió con
una fuerte escolta policial y los reporteros acosaron también a Matías y al
jefe superior de policía. Querían
saberlo todo. La noticia era muy importante, y todos estaban deseando publicar
el reportaje del año. El secuestro de los hijos del famoso cantante y de la
hija del juez Moravia, y a ello se sumaba que en el delito se mezclaban los
motivos pasionales con la venganza que llegaba desde un oscuro pasado de la
madre de los niños. A pesar de los esfuerzos del fiscal, la noticia se había
filtrado, y con los días el escándalo estaba en pleno apogeo.
Nancy
ya llevaba seis días detenida, su expareja había sido liberada, en la
dependencia de la jefatura de policía, y no solo negaba ser autora del
secuestro sino que no se sabía nada de los niños. Sintiéndolo mucho, el agente
no tuvo más remedio que exponerles sus temores a Pedro y a Camila. Estaba casi
seguro de que la obstinación de Nancy significaba que esta lo había hecho por
venganza, de modo que lo más probable era que hubiera matado a los niños.
__!
No! No, no, Dios mío, no _ gritó, Pedro y lo repetía como un mantra, Guillermo
intentó aferrarlo del brazo pero se soltó y cayó de rodillas con el rostro
anegado sacudiendo la cabeza.
En
cambio Camila reaccionó con admirable entereza a los ojos del fiscal y trató de
consolar a su marido, rodeándolo con su brazo. Llevaba varios días con su vida
entera concentrada en recibir noticias de sus hijos, y las lágrimas parecían
haberse terminado, sus ojos estaban
secos, aunque irritados, con manchas violáceas debajo, y mejillas enjutas pues
había perdido peso...
__No
puedo creerlo _ dijo en un susurro tras recibir la noticia de los labios de
Olazábal__. No puedo creer que jamás volvamos a verles. Aunque lo haya hecho
Nancy, me resisto a creer que ella los haya matado.
__!
Despierta de una vez! _ Le gritó, Pedro con la ira y la pena, el dolor y la
desolación pintadas en la mirada__. ¿Cuándo te vas a enterar de que esa mujer
lo ha hecho para vengarse de la muerte de su hijo a manos de tu… del que fuera
tu amante? Su hijo muerto y los míos también, solo que ellos son inocentes.
Camila
comprendió con toda claridad que le echaba la culpa a ella. Matías también se
dio cuenta, pero no podía decir nada para ayudarla. Hubiera querido susurrarle
“ánimo”, abrazarla un momento antes de abandonar la estancia, pero no podía
hacerlo. Por consiguiente se limitó a estrecharle imperceptiblemente la mano
antes de retirarse.
Aquel
año no se celebró el cumpleaños de los chicos ni hubo intercambio de regalos, y
la habitación de ellos se convirtió en una especie de altar en memoria de todo
lo que habían perdido. Ambos visitaban la estancia a cada momento, como si
quisieran renovar su esperanza y su valor.
Camila
no podía creer que jamás pudiera volverlos a estrechar contra su pecho y que
hubieran desaparecido para siempre… otra vez… no era posible… Nancy no podía
haberlo hecho.
Orestes
no dejaba de recordar los años pasados y
de temer por la cordura de su hija.
Cuando
Matías se fue, ella permaneció despierta toda la noche, y al final comprendió
lo que tenía que hacer.
A la mañana siguiente, antes del alba, cuando
Pedro salió para atender unos asuntos con Diego y su guardaespaldas, ordenó que
sacaran su automóvil y pidió a uno de los agentes que la acompañara al centro
de la ciudad.
La
petición les pareció un poco rara, pero, tras consultarlo con el sargento que
estaba al mando. Accedieron a hacerlo. La sacaron como antes para ver a Pedro
por la puerta de servicio con un vestido y un sombrero negro, envuelta en un
abrigo de su madre, y el vehículo avanzó entre los fans de Pedro y los
reporteros que esperaban en los alrededores de la casa.
Camila
ocupaba el asiento de atrás, sentada entre dos agentes. Llevaba sin salir de la
casa desde el secuestro y, antes solo lo había hecho acompañada o bajo
instrucciones dos veces desde enero, le pareció horrible tener que abrirse paso
entre montones de gente y ser conducida a la comisaría por cuatro policías.
Pero sabía que tenía que hacerlo. Tenía que verla como fuera.
Nancy
llevaba una semana en la prisión incomunicada tras haber sido formulada
oficialmente contra ella la acusación de secuestro de persona menor, tentativa de homicidio en enero, y
secuestro de menores a la fecha. Matías abrigaba la esperanza de que confesara,
o, por lo menos, les revelara el paradero de los niños. Pero, de momento, la
acusada no había dicho nada, tampoco había pedido abogado, por lo que el estado
le impuso uno de oficio.
Cuando
Camila llegó, los reporteros que aguardaban junto a la entrada trataron de
acercarse a ella pero la escolta lo impidió.
Una vez
dentro, Camila anunció a quién quería ver, y los jefes empezaron a hablar en
susurros entre ellos. No era un día de visita ni la acusada los tenía, no se
podía romper la norma. Pero era la hija del juez y Camila les explicó que
necesitaba verle.
Al
final, uno de los sargentos la acompañó a una pequeña estancia y diez minutos
más tarde, la llevaron a su presencia.
Nancy
vestía pantalones anchos y ambo de tela gris, calzaba unos botines negros, y la
palidez del rostro era notoria.
La
expresión de dolor y tristeza de sus ojos le hizo comprender a Camila lo que
deseaba saber antes incluso de hacerle ninguna pregunta.
Nancy
rompió a llorar al verla y el guardia las dejó a solas cuando Nancy la estrechó
en sus brazos.
__Yo
no lo he hecho, Camila… te lo juro… no hubiera sido capaz… estaba loca… aquel
día del concierto estaba borracha, drogada… no sé qué me pasó… al verte con
ellos… me acordé de mi hijito, del que
había imaginado…
__Lo
sé… Lo sé… pero tenía que hablar contigo. __Camila se apartó para mirarla y no
se arrepintió de haber ido a verla. Necesitaba que ella le dijera lo que había ocurrido. Nancy se
sentó muy despacio y ella tomó asiento delante de allá. Cuán lejos estaban la
una de la otra, y, sin embargo, cuánto dolor compartían todavía.
__ ¿Qué
ocurrió?
__No
lo sé. Dijeron que habían encontrado el pijama en el sótano de mi ex, yo lo
visito a veces por mi hijo mayor, pero jamás bajo a ese lugar. Dios mío,
Camila, dime que tú no lo crees.
__Nancy,
en enero secuestraste a Jonathan y baleaste a Pedro.
__No
yo, yo nunca quise llevarme al nene, los inútiles de los hombres que envié se
asustaron, pero jamás quise llevarlo, por eso te lo devolví.
__Enviaste
a tu tío al concierto, ¿verdad? ¿Ese hombre era tu tío?
__Lo
último que me quedaba en la vida, el ser que me protegía, sí, se inmoló por mí
_dijo sin apartar la mirada__. Cami, él fue solo a matar al ser que vos y yo
más odiamos, y lo haría yo misma quizá de ser capaz de matar, ¿cómo crees que
si no pude con él podría con tus hijitos?
__Guillermo
__ balbuceó Camila.
__ ¿No
lo matarías acaso?
__No…
No, Nancy, no. Yo detesto con toda mi alma a Guillermo, pero no soy capaz de
matarlo, ni a él ni a nadie, nunca empuñaría un arma, no _ aseguró Camila sacudiendo
la cabeza.
__Yo
tampoco, por ello envié… quiso ir mi
tío, pero todo era una trampa.
__ ¿Y
Pedro? ¿También quisiste verlo muerto las dos veces? ¿Por qué a él?
__En
enero fue todo un accidente, yo siempre quise
acercarme a ti, que vinieras conmigo. __La miró con tanta ternura que a
Camila la conmovió__. ¿Recuerdas nuestro pacto de no separarnos nunca? Bueno,
sí, ahora lo quería ver muerto porque me aleja de vos, porque lo elegiste, me
traicionaste y te casaste con él, rompiste nuestro pacto.
__Nancy,
aquello fue todo una locura, nada era normal en ese sitio, yo te quiero mucho,
pero no soy… No te traicioné, tuve un
buen matrimonio con Pedro, y no sé si los merezco o no a mis hijos, pero ellos
son inocentes de todo, y… Pedro lo es. Yo no podré hacer nada para negar lo que
sucedió en enero.
__Lo
sé. Y no te lo pediría, todo salió mal, pero no tengo a tus hijos, yo no los he
secuestrado...
__
¿Cómo llegó el pijama a lo de tu ex?
__No
lo sé. Te juro por Dios que no lo sé… soy una estúpida… me he portado muy mal
contigo, hace años y ahora… no sabía lo que hacía… pero he pasado el resto de
mi vida tratando de expiar mis culpas, no dejes que me condenen, puedo
defenderme de lo de enero, el nene regresó, Pedro está vivo, no de esto, no sé
cómo, no lo hice, pasé años en una celda de locos, tú sabes lo que se siente,
no quiero envejecer ahora presa. Antes estaría dispuesta a morir porque si no
puedo estar con vos no tengo nada que perder. Cami __le tomó las manos, Camila
no las retiró__ ¿por qué iba a causar
daño a tus hijos? ¿Por qué te lo iba a causar ti? Bastante daño te he hecho,
bien lo sabe Dios… Lo que yo más quisiera es que viviéramos juntas como siempre
soñamos… con ellos… __Nancy se echó a llorar mientras Camila le atrapaba las
lágrimas que caían en las manos__. Te sigo queriendo.
__Lo
sé __dijo Camila en un susurro. Ella también le quería. Pero más quería a sus hijos.
¿Dónde están mis hijos? ¿Dónde tuviste a Jonathan en enero?
__Te
juro que no lo sé _ contestó__. A tu
hijito lo tuve donde me encontraron en enero, hasta que mi tío se lo llevó a él… a
Guillermo, pero ahora no tengo a nadie _repitió Nancy mirándola directamente a
los ojos. Y Camila le creyó__. Te juro, Camila, que, aunque me mataran, no
podría decir nada porque nada sé sobre este secuestro. Espero que encuentren a
los niños por tu bien. A pesar de todas las estupideces que te dije, mereces
encontrarlos.
__Gracias
__ dijo Camila asintiendo con la cabeza.
¿Cómo
era posible que hubiera ocurrido? ¿Cómo era posible que se hubieran visto
arrastradas a aquella situación?
El guardia regresó y Nancy dijo que tenía que marcharse. Camila se
levantó y Nancy la miró largo rato luego de soltarle las manos y marcharse.
__Créeme
__se limitó a decirle mientras ella asentía en silencio.
“Me di cuenta que a mi alrededor había un clima
especial, una especie de nube transparente que lo cubría todo, como
protegiéndolo de todos los posibles fenómenos adversos.
Era un poder mágico que me daba total confianza en mí misma. Era un " don especial " que me permitía creer que todo lo que emprendiera iba a dar resultados positivos y el fracaso no tendría cabida.
Me iba a enfrentar al misterio, a lo desconocido sin vacilaciones ni dudas. La tensión tantas veces sentida, remitiría por completo, estaba segura.
Asombrada de mi propia seguridad, empecé a pensar de dónde me vendría tal convencimiento para lograr mis metas.
¿Influyó mi férrea exigencia y las constantes repeticiones para lograr que todos los hilos estuvieran bien atados?
¿Había una influencia mágica que protegía mi sombra y separándola de mí, le permitía dar paseos nocturnos por un mundo paralelo, para sustraída en sus cavilaciones poder escoger el camino de la verdad?
Tal vez no encontrara una respuesta satisfactoria, o en el fondo no quisiera encontrarla.
Me basta creer en el " poder mágico " Este hará que las palabras estén bien dichas y la obra bien hecha, entrando en la satisfacción de que por: " arte de magia “, nunca mejor dicho, avance de forma positiva en la obtención de un nuevo logro con la sorprendente vibración emocional y sin posibles conflictos.
Entrelazadas las cuerdas con nudos marineros fijos y seguros, comienzan a sucederse los acontecimientos de forma vital, se multiplicarán los contactos y las actividades y mi testimonio dará fe sin confundirse del objetivo logrado.
¿Qué cómo lo obtuve?
La respuesta suspendida, no quiero enzarzarme en ninguna discusión, donde entre la lógica y la razón”.
Era un poder mágico que me daba total confianza en mí misma. Era un " don especial " que me permitía creer que todo lo que emprendiera iba a dar resultados positivos y el fracaso no tendría cabida.
Me iba a enfrentar al misterio, a lo desconocido sin vacilaciones ni dudas. La tensión tantas veces sentida, remitiría por completo, estaba segura.
Asombrada de mi propia seguridad, empecé a pensar de dónde me vendría tal convencimiento para lograr mis metas.
¿Influyó mi férrea exigencia y las constantes repeticiones para lograr que todos los hilos estuvieran bien atados?
¿Había una influencia mágica que protegía mi sombra y separándola de mí, le permitía dar paseos nocturnos por un mundo paralelo, para sustraída en sus cavilaciones poder escoger el camino de la verdad?
Tal vez no encontrara una respuesta satisfactoria, o en el fondo no quisiera encontrarla.
Me basta creer en el " poder mágico " Este hará que las palabras estén bien dichas y la obra bien hecha, entrando en la satisfacción de que por: " arte de magia “, nunca mejor dicho, avance de forma positiva en la obtención de un nuevo logro con la sorprendente vibración emocional y sin posibles conflictos.
Entrelazadas las cuerdas con nudos marineros fijos y seguros, comienzan a sucederse los acontecimientos de forma vital, se multiplicarán los contactos y las actividades y mi testimonio dará fe sin confundirse del objetivo logrado.
¿Qué cómo lo obtuve?
La respuesta suspendida, no quiero enzarzarme en ninguna discusión, donde entre la lógica y la razón”.
Se colocó las manos en los bolsillos, y
entonces la halló, una nota, un papel, y sin dudas reconoció la cuidada
caligrafía de ella. Supo que en la carta se trasladaba a Brasil, a aquella
casa, a aquel amor de las dos, a aquella relación de tres.
“Querida mía:
Te escribo esta con mucho dolor y después de
darle vueltas y más vueltas a mis pensamientos de que lo nuestro fracasó hace
mucho tiempo, quizá por tus miedos o quizá por mi falta de decisión.
Cada vez que concertábamos el vernos en algún mall y por la necesidad que tenía de verte, y convencerte que uniéramos nuestras vidas. Que dejaras al hombre que te maltrata, que te humilla ante los demás, estando yo también presente, ya que soy yo la amiga de ustedes dos.
No puedes seguir en ese sufrimiento continuo y cuando yo te dije que hablaría con tu marido, me pediste por favor que no lo hiciera porque él era muy violento. Te dije siempre que yo no le temía y que era la mejor forma de enfrentarlo, enrostrándole su poca hombría para contigo.
Tú cada vez me pediste que no lo hiciera, que tú tuvieras miedo a su venganza. Así fue pasando el tiempo. Yo tratando de convencerte y tú asustada no me lo permitías.
Acuérdate cuando me sorprendiste con la noticia de que te casarías con él, se me estrujó el corazón, pero te di un abrazo y te dije felicidades mi amiga querida.
Te amo y te quiero y te querré siempre, a pesar de todo, pero no pasaré por encima de tus sentimientos.
Me alejaré de ti, he conseguido trabajo en otro país, así no tendrás la preocupación de verte con mi insistencia sobre nuestras vidas.
Me llevaré mis recuerdos y de ellos me alimentaré en mis soledades… ”.
Cada vez que concertábamos el vernos en algún mall y por la necesidad que tenía de verte, y convencerte que uniéramos nuestras vidas. Que dejaras al hombre que te maltrata, que te humilla ante los demás, estando yo también presente, ya que soy yo la amiga de ustedes dos.
No puedes seguir en ese sufrimiento continuo y cuando yo te dije que hablaría con tu marido, me pediste por favor que no lo hiciera porque él era muy violento. Te dije siempre que yo no le temía y que era la mejor forma de enfrentarlo, enrostrándole su poca hombría para contigo.
Tú cada vez me pediste que no lo hiciera, que tú tuvieras miedo a su venganza. Así fue pasando el tiempo. Yo tratando de convencerte y tú asustada no me lo permitías.
Acuérdate cuando me sorprendiste con la noticia de que te casarías con él, se me estrujó el corazón, pero te di un abrazo y te dije felicidades mi amiga querida.
Te amo y te quiero y te querré siempre, a pesar de todo, pero no pasaré por encima de tus sentimientos.
Me alejaré de ti, he conseguido trabajo en otro país, así no tendrás la preocupación de verte con mi insistencia sobre nuestras vidas.
Me llevaré mis recuerdos y de ellos me alimentaré en mis soledades… ”.
Al salir de la pequeña estancia apenas
terminó la carta, se encontró con el fiscal Olazábal, él no era un simple
policía, por lo cual aquel no era su sitio. Tal vez había acudido allí para ver
a Nancy, pensó Camila mientras él la acompañaba a un despacho privado,
mirándola con cara muy seria.
__ ¿Qué está usted haciendo aquí? __le
preguntó en un tono tan encolerizado como el que hubiera podido utilizar con
Pedro.
Sin embargo, Camila se alegraba de haber
hecho aquella visita. Había merecido la pena.
__Tenía que verle, Matías __respondió
serena__. Ella parecía sincera. Pero, si ella no se ha llevado a los niños,
¿quién lo ha hecho? No he averiguado nada, lo sé, pero al menos sé que no ha
sido Nancy.
__Es usted una insensata.
Camila meneó la cabeza.
__Dice que ella no lo ha hecho y yo la creo.
Tenía que verla directamente y preguntárselo.
__ ¿Y qué cree que le va a decir a usted?
¿Qué los ha matado ella? _replicó Matías con inusitada dureza, furioso mientras
ella hacía una mueca de dolor al oír esas palabras__. A usted no le va a decir…
la verdad.
__ ¿Y por qué me iba a mentir? Me ha contado
lo de enero.
__ ¿Y por qué le diría la verdad de entonces
y de ahora? Se juega demasiadas cosas, Camila. Hágame caso y no vuelva por
aquí. No se acerque a ella. Si podemos, encontraremos a sus hijos, pero esa
mujer no puede hacer nada bueno por usted. No le ha causado más que
sufrimientos… déjele… __Olazábal sabía muy bien que ella la estaba embaucando.
Ahora ya sabía demasiadas cosas de Nancy. Había concurrido a la clínica
psiquiátrica donde estuviera internada y tomado testimonio a mucha gente. Sabía
de arrebatos de furia que sufría de vez en cuando, borracheras, adicciones, peleas… y el hecho de
que todavía la quisiera… Tal vez no estaba en su sano juicio. Eso también se
tendría que comprobar. Pero Matías no quería que Camila sufriera más de lo que
había sufrido, y como se enterara la prensa, se iba a armar un escándalo__.
Vamos, la acompañaré a su casa. __Camila asintió, sumisa, dispuesta a
obedecerle__. Y la próxima vez que quiera hacer algo así… llámeme.
__ ¿Y usted qué me va a decir? _replicó ella
con una leve sonrisa en los labios.
Matías ordenó al agente que pusiera el
vehículo en marcha y después pegó una carrerilla con Camila mientras los
fotógrafos y las cámaras los perseguían, disparando flashes, apuntándoles. Más
tarde las imágenes la mostraron a ella subiendo a toda prisa al automóvil,
seguida por Matías Olazábal.
__ ¿Qué me hubiera contestado si yo le
hubiera pedido que me acompañara aquí? __preguntó Camila mientras ambos se
acomodaban en el asiento de atrás.
__Le hubiera dicho que no _ contestó
categóricamente él, frunciendo el ceño.
__Por eso no lo llamé __dijo ella sonriendo.
Estaba mucho más tranquila, pues creía en la
sinceridad de Nancy tras haber hablado con ella. El fiscal la estudió, pensando
que era una mujer extraordinaria a la que apreciaba mucho más de lo debido.
__La llevaré a dar un paseo en automóvil y le
echaré un buen sermón la próxima vez que se le ocurra una idea de este tipo _ dijo
Olazábal como si la regañara, como a una niña.
__Eso es lo que yo me temía _ replicó ella
sin hacer ningún comentario durante el trayecto de regreso a casa.
Mientras subían a la zona alta de la ciudad
Matías se compadeció de ella. Sabía que estaba desesperada por la desaparición
de sus hijos, y él temía que no pudieran encontrarlos o que su presentimiento
ominoso si hiciera realidad.
Al llegar entraron por la puerta de la cocina
y Camila le dio las gracias por haberla acompañado. Pedro no se lo agradeció
tanto a la mañana siguiente cuando todos
los medios de prensa publicaban o mostraban la noticia. En una de las imágenes,
el fiscal la rodeaba con su brazo en el momento de subir al automóvil.
Pedro la enfrentó lívido de rabia.
__ ¿Qué es esto Camila, me lo puedes
explicar?
__Me estaba protegiendo de la prensa _ contestó
ella serenamente.
__Y con razón, pareciera que los medios han
disfrutado de lo lindo de tu paseo, no me importa que vayas a bailar con el
tipo si gustas, pues parece que se la pasan bien juntos, ¿fue suya la idea de
llevarte a ver a esa mujer? _le espetó con una ira que no sofrenó.
__No, mía. Me lo encontré casualmente. Mira,
Pedro… lo siento, pero tenía que verla… necesitaba escucharle.
__Sí, claro, llevas días escuchándola _
continuó él sin hacer caso a la presión en la mano de la de Guillermo que
intentaba calmarlo__. Desde antes del secuestro, por cierto.
__Esto es diferente.
__ ¿Y te ha contado cómo ha matado a nuestros
hijos? ¿Es eso lo que te ha contado o cómo iba a asesinarme y a Guille el tío
en el concierto? ¿O se ha puesto a llorar por el suyo y su amistad contigo y
ese degenerado en Brasil? _preguntó Pedro enfurecido.
__Pedro, me lastimas, por favor…
__Yo te lastimo, ¿se te ocurrió sugerirle que
confiese de una puta vez, Camila? ¿Se te ocurrió decirle que nos permita
enterrar a los chicos?
__! Basta! Por favor.
__Pedro, cálmate _ dijo Guillermo en voz severa pero baja.
__Por favor ¿qué…? Tu amante… tu ex o como
quieras llamarla se lleva a mis hijos ¿y me pides que me compadezca de ella
porque está presa?
¿Eso es lo que has hecho o quieres? ¿Ir allí
para decirle lo mucho que te compadeces de ella? ¿Sabes de quién me compadezco
yo?
Me compadezco de Jonathan, que es la segunda
vez en seis meses que pasa por lo mismo, de Damián que apenas tiene edad de
entender, de Thomas que como gemelo siente lo que su hermano, me compadezco de
nuestros hijos, que probablemente yacen muertos en algún lugar, y que, a lo
mejor, han sido golpeados, acuchillados, violados, martirizados, destrozados, o
quizá no, y los vendió al mejor postor.
Al oír sus palabras, Camila se cubrió los
oídos con las manos y se puso a gritar sin poderlo resistir.
__! Basta! ¡Basta! _gritó, huyendo del
comedor para subir a su dormitorio, mientras Pedro se dejó caer en el sillón
cubriéndose la cara entre las manos.
__
Alberto había quedado libre de culpa y cargo,
seguido de cerca en la vista por Gaby, y tras la declaración de Guillermo esa
misma mañana, y había querido llamar a Camila.
__No puedo soportarlo, Alberto. Están
ocurriendo demasiadas cosas y todo el mundo me considera culpable _le dijo
llorando__. Yo tengo la culpa… por haber conocido a Nancy, por haber estado en
la intimidad con ella, y por no haber podido salvar a su hijo. De esto último
ella me considera también la culpable. Y ahora Pedro me culpa del secuestro de
los chicos.
__Si de algo te sirve mi opinión, yo no lo
creo así, Camila, pero tampoco puedo culparlo por su desesperación __ le dijo
Alberto.
También Matías acudió a visitarla aquella
tarde y tuvo la delicadeza de no comentarle el alboroto que se había armado en
la prensa, pero no pudo dar ninguna noticia.
Sin embargo sí les dijo a todos que iban a
realizar un nuevo registro de la propiedad de Nancy.
La llamada llegó poco más tarde, tras el
examen exhaustivo de la casa.
Guillermo fue quien primero oyó al fiscal,
pero Pedro y Camila levantaron otros auriculares.
__ Hemos encontrado juguetes de los chicos,
unos ositos de peluche, tienen huellas de los chicos, escondidos nada menos que
en el dormitorio de Nancy _ fue el lapidario informe del fiscal.
__Ya no cabe la menor duda de que ha sido
ella _respondió Guillermo__, solo resta saber qué ha hecho y dónde están los
chicos.
Esta vez… incluso Camila lo creyó.
Pedro salió en silencio, con sigilo Guillermo
fue tras él. Lo vio llegar al salón de música, se detuvo en el dintel.
Lo ve sentado al piano, tiene los ojos
cerrados, siente la música, es uno con ella, cada nota se refleja en su
expresión. Ante la visión __la frente arrugada, la cabeza ladeada, los labios
separados__, a Guillermo se lo corta el respiro.
Se siente cautivado… Por él. Por la música.
Es un virtuoso… Y es suyo.
La composición es triste, llena de nostalgia
y aflicción, y las notas reverberan en su mente con tonos más sutiles ahora que
lo está mirando, es incluso más bello de lo que lo ve a diario. Pedro lo
descubre solo segundos después de que la melancólica melodía llega a su fin, y
Guillermo le acuna el rostro al descubrir las lágrimas rodando por las mejillas…
de él.
CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
Delma Precioso !
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ResponderEliminarEmilce Bellísimo,
Delia Kunasek Bellísimo
ResponderEliminarConmovedor Eve...Pero por favor, que se descubra de una vez si fue Nancy y, por sobre todas las cosas, que encuentren a los chicos sanos...
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