jueves, 24 de octubre de 2019

LA CÁTEDRA CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.



LA CÁTEDRA
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.


“… aún espero que me pasé a mí.
Como si se pudiese elegir en el amor.
Lo que mucha gente llama amar
consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto.
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.
Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse.
A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
—Julio Cortázar
Rayuela
Fragmento, cap. 93.”

Pedro condujo a Guillermo al interior del hotel, llevándolo siempre de la mano y allí avisó al recepcionista que esa noche compartiría la suite con su esposo.
 Contuvieron sus impulsos dedicándose miradas hasta que entraron en la habitación y la puerta se cerró, dando paso a la intimidad tan anhelada. A Pedro todavía le costaba creer que Guillermo se hallaba  frente a él, delante de la ventana, mirándolo, como se contempla un sueño lejano, sin saber que el sueño era él.

__Siento que te he seguido por medio planeta Pedro, leyendo tus cartas o esperándolas,   iba a buscar cada sitio e interesarme en lo que hacías _ tentó Guillermo sin apartar la mirada.

__ ¿Cómo me encontraste?
__Acá, específicamente por Camila, ella me ayudó a colarme entre los periodistas.
¿Y Agustín?
__En Nueva York, en un colegio con Willy, el chiquito que…
__Sí, el que te salvó la vida, lo sé todo, hablé con tu amigo en la empresa… __La voz salió ronca por el dolor que punzaba en el pecho y  se aunaba al nudo en la garganta.

__Guille, si  te hago el amor en este momento así como me siento ahora temo abrumarte y hacerte daño, pero quiero que sepas que me muero por ti __le hizo saber  Pedro casi sin aliento. Su voz sonaba entrecortada entre los sentimientos y el deseo __. ¿Y  los chicos y Guillermito?

__De Fabián mejor no me hables con las cosas que te dijo, aunque te extraña como loco, el nene mucho más, hasta ha enfermado en tu ausencia.
__Precioso. Lo extraño mucho… a todos.  ¿Cuánto te quedarás?
__Lo que sea necesario hasta que regresemos juntos, o en el estudio no aceptan que regrese _ bromeó Guillermo__. Creo que ya no me soportan sin vos.

__Guille, debo regresar por los chicos y a dejar el activismo, y no tengo la tutela legal de Willy aún,  pero soy lo único que él tiene__ le informó, Pedro.

__Lo sé o lo imaginaba, cielito, iré contigo, será más simple lograrla juntos.
Guillermo se le acercó, seducido por la promesa de esa mirada colmada de amor y de las palabras previas, y deslizó la yema del índice por el pecho rumbo al cuello percibiendo el deseo en la piel erizada.

__Te necesito, te deseo, Pedro _ dijo aproximando las manos al gran pañuelo violeta en busca de quitárselo. La prenda acabó en el piso.

Me senté frente a la mesa y te miré. Había llegado la hora de explicarte. Con mis propias manos desgarré mi piel y separé mi esternón. De un golpe arranqué este tonto corazón que latía en emoción violenta y te lo mostré. Me sorprendió lo rojo de la sangre que imaginaba azul. No conforme con eso, introduje mi mano y retiré las entrañas y las vertí sobre una bandeja con líquido álcali, suponiendo un refrigerio que hasta ahora no había conocido y que no llegó. Mientras tanto vos… como si nada. Le llegó el turno a mis dedos y pelé la piel de la punta y los adherí en su piel como para que nada cambiara en la percepción. Fue el turno de mis ojos y a la mesa ellos también. Los coloqué frente a su foto y los cerqué rodeándolos con mis brazos para que no pudieran ver nada más que tu rostro pero recordé mi cerebro.
 Al acomodarlo sobre la superficie de mi estado más puro, me concentré en la zona de mis sentimientos y deseché la razón y la cordura. Regresé a mis ojos y no les permití ver otra cosa salvo tu imagen, no les permití que hicieran otra cosa más que lo que habían hecho desde que te conocí.
En carne viva, vacío, y expuesto de una manera descomunal te dije en la vehemencia de este intento de que al fin entendieras: “Esto es el amor para mí.”

--El delgado hilo de coser estaba tenso, uniendo las cúspides de las magníficas torres enfrentadas. Caminé por sobre el mismo casi sin darme cuenta hasta que llegué cerca de la mitad del recorrido. Justo en ese punto comprendí que un atemorizante abismo pronunciaba mi nombre con afán. Me aterré y sucumbí al terror por la inminente caída. Como último recurso, cerré mis ojos, respiré profundo y trate de recobrar el equilibrio. A pesar de eso, Aún estaba a mitad de camino.
Así me siento desde que te reconocí.

El olor a amor es lo que me detiene en ese punto en donde la lógica pide a gritos huir y el corazón se aferra a palabritas que saben a chocolate en noche fría. No, no es que no entienda el miedo y el dolor. La vida me enseñó a golpes y cada tanto miro mis cicatrices. Yo extiendo mi mano, te espero. Te miro con ojos de niño, con el amor latiendo en trabajo de parto. El abismo siempre nos espera y por miedo al salto sufrimos más. Huir no es de cobardes, es el naturalísimo instinto de supervivencia emocional. El grito desesperado por ayuda, que alguien nos diga “sí, da ese paso, entrégate, sécate las lágrimas y comienza  a vivir”.
Te veo enfrente, a la distancia correcta para atraparte o dejarte ir pero no sin luchar. Sos el fin de la búsqueda y hasta ahora lo entiendo, pobre de mí que sueño con los ojos abiertos y saboreo el café que aún no te atreves a tomar. Te dejo un beso de novios, la ternura del roce en tu nariz, el besito en tus párpados, el toque que espera sediento por vos. Cierro mis ojos y nos los abriré hasta tenerte aquí, a mi lado, sintiendo tu olor. Decidí vivir así hasta que digas “Sí amor, yo también muero por ti.”
Es lo que intenté alejándome, Guille, y sí además supongo que  verte con Miller, tus palabras y las de Fabián desataron esos celos rabiosos que me ciegan, pero luego solo quise morir.
Aún fluyen en mi cuerpo tus ardientes caricias ríos de pasión que arrastran los placeres que guardan en el fondo tus entrañas… instantes de amor convertidos en eternidad,  momentos de una entrega que jamás termina, que muere de amor a cada instante y con cada muerte, a este ser le dan vida.
Aún guardo en mis labios el sabor de tu piel y en mi piel el candente sabor de los tuyos… Pasión que por las noches cura las heridas que la soledad a su paso en el alma ha dejado y que a fuerza de los férvidos besos que me diste solo en vanas cicatrices se han quedado…
Aún siento la tibieza de tu lengua lasciva arrastrar por mi piel la pasión vertida, como sentir todo mi ser profanar impío tu cuerpo  sofocando con besos los gritos de gozo,  cuando por completo, cerrando los ojos te ofrendas a la pasión que nos da la vida y termino amándote postrado…  Recorriendo  con desesperada lujuria  las líneas de tu cuerpo ardiente, para  hacerte sentir hombre  en el momento  en que la suerte y el destino  te pongan de nuevo en mi camino para disfrutar del dulce vino  que tus labios me han de ofrecer,  fuente de luz para mi alma,  néctar de vida para mi ser… Apaga  la sed de mi alma con la esencia  que me ofrece el sentir de tu querer, quiero arrancarte la pasión con suaves jadeos  que se vuelven gritos salvajes de amor cuando arremeto mi hombría sin temor  para consumar el placer de tus deseos infinitos.
 En cada sueño, donde se alimenta este amor que se entrega al viento, solo sueño para vivirte amor mío,  me duermo para no morirme en esta realidad, juntos perdidos en una sola mirada, creamos ilusiones que tejíamos en los silencios de la vida sin decirnos nada, solo en los sueños de la noche te esperaba, a pesar del espacio de la ausencias y el tiempo, sabes vida mía, que vivo desafiando a la vida mi mente vuela por ella, ella, la vida, nos animó a salvar todos los infiernos vividos y a traspasar las barreras que en cada  recodo del río varadas estaban nuestras almas, la vida, tejía y sin decirnos nada hizo sentirnos en cada suspiro, en cada beso deseado, en todas las caricias no vividas, donde mi mundo quería evadir la realidad, esta realidad donde sueño que algún día se llenará de gozo mi alma, viviendo un amor libre y sin límites.

Dejaré que vuelen alto las mariposas que anidan en mis adentros donde revolotean nada más al oír tu nombre en mi mente, donde solo en mis sueños, mis deseos hablan, aferrándose a mi almohada llena de flores deshojadas que dejabas para mí en las noches donde las lunas se enamoraban, donde las rosas que habitaban en mis labios querían ser regadas para no morirse en soledad.
Así vida mía, este amor caminaba disfrazado, ya no me siento mariposa rota, escribiendo para ti de amor y deseo, es solo una muestra del amor que por ti siento, de esta bendita locura donde solo tú y yo habitamos en su espacio vacío de urbanidad, donde la melodía más bella envuelve nuestros sentidos. Quiero ser tu abrazo, tu momento, quiero, ser ese suspiro apretándote el alma, quiero amarte así, libremente, sin tiempos, sin límites, sin ataduras, amarte quiero vida mía, quiero amarte con la razón o con el pecado, solo amarte quiero, quiero dejar en tus labios mis besos dulces.

Hoy, la noche se ha desnudado de sus lunas blancas, esta noche, las estrellas emigraron al brillo de otros ojos enamorados, yo, ya nada tengo, ya nada soy sin ti en mis frías noches, solamente poseo un hilo de esperanza, porque sé que le pides al destino que  te hable de mí, que amaneces enredado en mis besos, solo la nada envuelta en pétalos de rosas duerme en mi espalda, pétalos que dejabas en mis sueños de amor, y yo, enamorado con mis manos desnudas las recogía en el rocío de la noche, las ponía en mi almohada, ellas, lo impregnaban todo con tu nombre.

Te amo amor, te amo. Mil mariposas alojadas en mi estómago quieren abandonar su refugio para con su aleteo alcanzar la calma en mi mente, donde acumuladas viven las pasiones que se convierten en versos florecidos sobre mi almohada, buscando renacer en tus labios para hacerse cielo en la noche, y que al fin los sueños tomen vida.
Mientras, la luna dormida bajo la luz tenue de las estrellas color de rosa, despertará para ser cómplice una noche más de nuestro amor, en esta tierra desnuda de nuestros cuerpos, que despojados de caricias sueñan una noche más que se aman en el vaivén de la melodía de nuestros labios.
Soñaré una vez más mi vuelo de mariposa rota recogiendo mis besos esparcidos por el aire, y escribiré, que eres el arquitecto de mis castillos de cristal, el jardinero que riega las flores de mi jardín sin ser en primavera, que todo eso eres tú para mí,  vida mía, aunque hayas elegido tomar el camino a ninguna parte.
Hoy quiero decirte, que te amo, que te siento y que te espero siempre en esta orilla.
__Mis encuentros no son solo para besarte la frente, sino los labios, tu boca, tu piel completamente fina, tersa, que me enloquece, que me fascina, quiero besar tus sueños, ahí te encuentro, ¡te imaginó mío! Apelo a tu cuerpo, consumando nuestros deseos, desbordando la pasión y dejarnos sin aliento.
! Sigues siendo mi fantasía! Un anochecer con caricias extremas, un océano húmedo y jadeante, un aroma excitante y sugerente, un suspiro y enemigos conocidos; es la fiesta de la piel, tú mi mejor pecado, el agua del desierto, el mar seco, el fuego del incierto, el sol del cielo, el cobijo con ternura, hoy me has dado tantos ósculos, sin pedirme permiso, me los has robado, y yo tanto que los necesito.
Le he devuelto cada roce de mis labios, que a mí me han parecido la gloria, es ese magnetismo de su mirada, sus ojos, ¡la bravura del mar! la espesura de la niebla en cada madrugada, tu mi cómplice, mi amante, quiero tu boca que es tuya y mía, la que sabe gritar de rebeldía; la que tiene sabor a miel, o amargo como un café.
¿Dime a quién añoras? Si cada beso es mi deseo, mi pasión, mi júbilo, mi gran seducción en esta noche de luna, ¿en quién piensas? ¿A quién quisieras en tu soledad? ¡Contéstame si soy yo! si estoy en tus pensamientos, en la brisa del viento que llega cuando sopló y cae en cualquier parte de tu cuerpo, ¡es como mimarte! ¡Que seas mi realidad!

__Almacenas dulces milagros, el amor está dado en nuestros corazones, ha surgido un sentimiento, amor lo han llamado eternamente, dos almas entrelazadas, nadie puede detenerlas, no nos culpemos, ha nacido esta sensación, por querer estar abrazados, sentir cada latido de este corazón que vibra al saberse vivo.
Entre arcoíris me voy transportando, bellos colores por amarte, un quédate en mis labios quemando mi piel; el tiempo contigo es infinito, tú eres mi destino, causante de mi existir, tú significas lo más hermoso, lo más grandioso, mi vida sin ti no la quiero, eres alma de mi alma, siempre añorando tus brazos, tus besos, tu locura; me enamoré  de tus ojos, de tu boca perfecta,  eres el culpable de mis largas noches de insomnio.
Cuánto cariño te tengo, cuánto deseo por besarte, tenerte en mis brazos, me he enamorado perdidamente de tu presencia, es el influjo de tu miel mezclada con esencia, tu sonrisa sutil que llevo en mi alma, es la atracción, el encanto, la fascinación de pertenecer a tu vida; no quiero prometerte nada, simplemente quererte, escalemos el cielo juntos.
Hoy por hoy mi vida es diferente, tú eres mi sueño hecho realidad, porque dime tú ¿de qué color es el amor? ¿De qué color es el sentimiento? Solo quiero darte mis emociones, mi sentir, todo el amor que reservo para ti.

Desesperación es lo que define este tiempo solo,  Guille. Otro día, otro amanecer sin ti y yo sigo aquí, esperándote, y aunque ya te he esperado en tantas otras vidas, seguiré esperando en muchas más, porque mi corazón siempre latió por ti, y aún recuerdo esos ojos, que parecen haber anidado  en los míos, y que aún hoy siguen  iluminando mi camino, mas como un autómata te busco en miles de rostros, tratando de encontrar, esa sonrisa, tuya, muy tuya y muy mía, y a veces  me abrazo al silencio, con desesperación, y me pregunto…
¿Cuándo te encontraré?  Imposible no sucumbir al hechizo hermoso de tus ojos. Cómo no rendirme ante una caricia de tus suaves manos. Cómo no querer sentir el néctar de tu aliento fogoso. Cómo negarme a  libar el dulce néctar de tus rojos labios.  Cómo no sucumbir al fragor del deseo íntimo de tus pasiones en acoso. ¡Cómo no sucumbir al danzar de tus encantos! Es mejor guardar silencio, porque el ritual del amor  está… tan solo a un paso.

Guillermo comenzó a desabrocharle los botones de la camisa, tomándose todo el tiempo del mundo para hacerlo… uno a uno, mientras Pedro le acarició la nuca y enredó los dedos en el cabello corto, estudiando sus facciones como reconociéndolas y reaprendiéndolas de memoria. Apoyó los labios suculentos en las sienes, bajó a las mejillas, donde la pintura semejaba un tatuaje de guerrero, y la lamió para quitarla.
Guillermo al terminar de desprender los botones, abrió la camisa para disfrutar del torso desnudo de Pedro. Le besó el pecho arrastrando los labios y le acarició el vientre llevándose su perfume al espacio de su memoria que tanto lo había extrañado.

__ ¿Por qué viniste? _ susurró, Pedro como deseando corroborar que no era ilusorio.

__Porque te amo _respondió, Guillermo, agitado, mientras la lengua de Pedro recorría los bordes de su oreja y sus dedos masajeaban la nuca justo en la línea donde nacía el cabello.

__ ¿Y por qué me amas a mí? __ insistió, Pedro, y cerró la pregunta dejando caer los labios en lluvia de besos en la sien, en los párpados, en la nariz, en el mentón deteniéndose en la comisura de los labios.

__Porque somos  felices juntos y solo con vos _contestó, Guillermo sin dudarlo__. Porque sos el aire que respiro, el sentido de mi vida, porque soy por y para vos, porque daría mi vida por  vos, porque solo no tiene valor.

No sabía cuán importante era la respuesta para Pedro.
Pedro lo miró, respiró sobre su boca abrasándolo y buscó el borde de la remera de protesta.

__Te queda muy linda pero te prefiero desnudo _le dijo con una sonrisa mientras levantaba la prenda para sacársela por la cabeza junto con la credencial de periodista. Una vez que se deshizo de ella, se ocupó de la camisa que estaba debajo, y entonces descubrió que Guillermo llevaba puesto su amuleto. Sonrió al pensar que lo había conservado y que de alguna manera había cumplido su función de protegerlo.
Pensando en ello fue que se deshizo también de los pantalones que fue bajando despacio, disfrutando de cada centímetro que fue dejando al descubierto y se arrodilló para terminar de quitarlos y sacarle el bóxer que terminaba de cuidar la intimidad que añoraba.
Dejando la ropa en el suelo, Guillermo se sentó en el borde de la cama. Pedro lo observó con lujuria, sin reparos. Su mirada era intensa y profunda. La boca entreabierta de Guillermo era un abismo que él deseaba llenar con su lengua  y sus labios, un deliciosos manjar que moría por devorar a besos.

Guillermo gimió cuando recibió el primer roce de Pedro en esa zona que ansiaba ser redescubierta. Siguió quejándose de gozo cuando un dedo de Pedro se introdujo por el costado de su boca. No aguantaba más, quería que él se internara en su cuerpo, por eso lo arrastró cuando se acostó de espaldas. Pedro se sostuvo con una mano y con la otra le acarició el pelo. Tan solo lo miraba, pero era tan intenso lo que le transmitían sus ojos, que Guillermo tembló de desconcierto. El deseo creció a límites insospechados, sin embargo, paradojalmente, recuperó la conciencia.

Tragó con fuerza, mientras Pedro comenzó a vagar de nuevo con besos.
 __ ¿Qué estás haciendo? __le preguntó Guillermo, tomándolo de los hombros.

Pedro alzó la cabeza y lo observó desde donde se había detenido.
__No tengo preservativos _respondió con voz muy baja.

Guillermo se dio cuenta de que respiraba con dificultad y se tensaba, estaba intentando disminuir el nivel de deseo.  No podía creer, que aun deseándolo tanto, fuera capaz de satisfacerlo sin obtener nada para sí mismo.
__ ¿Por qué te reprimes? Nunca los hemos usado. ¿Acaso has tenido a otros? ¿Piensas que yo he tenido amantes en este tiempo?
Pedro apoyó el dedo índice y mayor sobre los labios para detenerlo.

__Pedro, lo de Miller no fue más que una mala broma mía y de mi hijo, intentaba lograr lo opuesto por los celos, pero si algo deseo es que regresemos a nuestros lugares, y continuemos donde quedamos, no me he quitado la alianza, vos tampoco, estamos comprometidos, y quiero que nos casemos, que tengamos más hijos.
¿Acaso ya no quieres lo mismo? _le preguntó. Él frunció el ceño, confundido, y Pedro rio con su reacción.

__ ¿Pensaste que te avisaba porque no pensaba seguir o porque he tenido amantes o creo que los puedes haber tenido?
__Y yo te digo no solo que no a eso, sos el único en mi vida, sino que quiero tener hijos con vos y solo con vos, pero quiero hacértelo saber por si vos en este tiempo has cambiado de idea.

Pedro volvió a lucir inquieto, casi fuera de momento. Y, en realidad lo estaba. Se había quedado pensando en las propuestas y en lo increíble que se sentía que Guillermo lo estuviera aceptando.
Volvió a colocarse sobre él después de un momento.

__ ¿Estás seguro? __le preguntó, mirándolo a los ojos-. Quería comprobar que lo que decía era cierto.

__Más de lo que estuve en toda mi vida __ le respondió él.

__Lo mismo dijiste cuando me ibas a presentar a tu familia, cuando lo planeábamos en Buenos Aires _le recordó Pedro. Guillermo lo abrazó mientras reía.

__Bueno, digamos que estoy todavía más seguro de lo que lo estaba en ese momento __ aseguró.

Pedro sonrió conforme. Se incorporó seguido por la mirada ávida de Guillermo que seguía todos y cada uno de sus movimientos, y que sin darse cuenta se puso de pie, pero cuando Pedro lo atrapó llenándolo de besos y cosquillas caminó hacia atrás hasta que sus talones chocaron con algo. Se dio vuelta, e intentando escabullirse trepó por el costado de la cama, dispuesto a escabullirse hacia el otro extremo. Pedro lo sujetó por los tobillos y lo arrastró hasta el borde. Guillermo reía y se aferraba a las sábanas, que se deslizaban junto con él.
Quedó con el torso sobre la cama y las piernas en el aire, sostenidas por Pedro, que guardaba un silencio inquietante, mientras le clavaba los dedos en la parte más carnosa de las pantorrillas. Guillermo se apoyó en los antebrazos para mantener erguida la cabeza y se asió a las sábanas. Intentó reptar hacia el lado opuesto, sin éxito. La fuerza de Pedro lo sometía fácilmente, tanto que le separó las piernas y se ubicó entre ellas. Guillermo de puro placer se removía y sentía la erección caliente de él contra la piel sensible.

__ ¿Me deseas? _le preguntó de puro orgullo.

__Mucho __respondió, Pedro soltando un respiro__. Más de seis meses sin ti me tienen loco. E impaciente. No sabes cuánto. Tus nalgas… No sabes cómo me gustan. Siempre han sido mi debilidad. Sigue moviéndote amor mío para que ellas me golpeen los testículos. Eso me excita más todavía, si eso es posible.

Guillermo se dio cuenta de que él, con las manos ajustadas en las caderas, adelantaba la pelvis y guiaba la cabeza del pene buscando penetrarlo. Le pasó el glande entre los cachetes de la cola y ejerció una ligera presión contra el ano que bastó para hacerle dar un respingo, Guillermo apretó los párpados, cerró  los puños en las sábanas y se mordió el labio para no dejar escapar el gemido de excitación que le explotó en la garganta. La cabeza del pene se deslizó entre sus nalgas hasta atravesar la barrera de su ingreso y se internó en él tan despacio que los dos parecieron detenidos en el tiempo__. Te amo__ le dijo en cuanto alcanzó el límite de su cuerpo y el clamor ronco que emitió, Pedro tras salir y reingresar le endureció a Guillermo  los pezones hasta causarle dolor.

__Guille __ dijo entre dientes, y el acento torturado y la respiración afanosa__. No sabes cómo esperé este momento.

Lo penetró con un impulso sordo. Los dos gritaron al mismo tiempo y permanecieron inmóviles, Pedro porque pugnaba por sofocar la eyaculación, Guillermo porque intentaba acomodarlo dentro de él, habituarse a la quemazón que lo alcanzaba hasta los dedos de los pies, y lo atravesaba hasta el ombligo, y que poco a poco se diluía y le permitía sentir el miembro pulsante de Pedro dentro de él…  colmándolo, llenándolo y caer en cuenta de que, con él enterrado en sus entrañas, volvía a estar completo, pleno, y que el frío y el vacío que lo habían acompañado durante esos meses eternos desaparecían. Soltó un suspiro de alivio y de resignación, lo asustaba esa dependencia de él al tiempo que lo excitaba, el depender de otra persona para sentirse pleno y vivo era temerario, lo abrumaba la dependencia de él, como si de alcohol se tratase. Pedro era su vicio, él…  la droga de Pedro, de los cuales ninguno de los dos podrían deshacerse sin morir en ese intento, de lo cual no podrían prescindir.
 Solo así se sentía vivo, con él alojado en su interior o al revés, y esa posición extraña en que llevado por la urgencia lo había tomado lo excitaba como pocas. Con las piernas en el vacío se sentía ligero, y por alguna razón, eso exaltaba las sensaciones que cada movimiento de él le provocaba.
No podía verlo,  hasta que elevó la vista y lo descubrió en el espejo del vestidor que se erguía del otro lado. Se quedó sin aliento, suspendido en el tiempo, hechizado, como si la imagen de Pedro le hubiese lanzado un conjuro.  No estaba siendo suave, era evidente la excitación.
Le hundía los dedos en la carne de las caderas con la firme intención de marcarlo y demarcarlo como propio y se impulsaba dentro de él con movimientos cortos y rápidos de la pelvis. Solo movía esa parte, el resto del cuerpo de adonis permanecía tenso y quieto. Los músculos remarcados de los brazos, que cargaban con su peso y los de las piernas, que lo sostenían a él. Por momentos se detenía, resoplaba y echaba la cabeza atrás, ahogaba un bramido, como si sufriese una agonía, y a Guillermo se le atascaba el respiro ante la visión del cuello esbelto surcado de venas y tendones, con la nuez  de Adán remarcada en el centro. Era lo más bello que había visto en su vida, Pedro, con el cabello alborotado y más bien largo  y la expresión torturada, los labios sensuales y abundantes entreabiertos, los dientes blanquísimos que asomaban. Era lo más bello y era de él. Solo de él.
No hubo cuestionamientos, las sensaciones lo obnubilaron, la de la fricción de los pezones sobre las sábanas y la del filo del colchón en el punto exacto de su hombría que comenzaba a vibrar,  e impulsó el miembro hacia arriba y abajo contra el filo lanzando gemidos roncos que no sofocó por orgullo. Cuánto había esperado para revivir esas sensaciones inefables.
Pedro percibió los músculos glúteos de Guillermo que se ajustaban a él, Guillermo cómo se contraían y relajaban los de Pedro en los dedos de sus manos que llevó atrás para empujarlo más dentro se sí, y supieron que pronto el gozo los haría gritar.

Se entregaron de nuevo a aquella promesa que iniciaron una noche de luna en la hierba, en Buenos Aires a poco de encontrarse en la cátedra. Todo se tornó frenesí, respiros agitados, jadeos, sudores, alientos, respiraciones que se convirtieron en un solo monótono de jadeos. Había soñado cada uno con esos gritos ya con el alma que era una al descubierto, cuántas veces habían despertado con el eco de ellos en los oídos, rabiosamente dichosos, para luego darse cuenta de que se propagaban en la nada.
 Pero la tortura había acabado en ese vaivén mágico y real, casi era un sueño estar dentro de  él para Pedro, alojarlo,  estrujarlo, exprimir su deseo y  para Guillermo sentir el respiro golpeando y secando el sudor de la piel en su calor, el único sitio donde eran felices, uno en el otro, el mejor hogar, el único lugar, uno dentro del otro, en un ser.
Aunque las cosas se habían complicado entre ellos, el amor y la pasión siempre los rescataban de las trampas del destino.
Y allí estaba, Pedro con los dedos hundidos en las caderas lechosas de Guillermo con su miembro alojado en sus entrañas candentes. Le gustaba esa posición… mucho.

__Pedro __le oyó exclamar, y, gracias al espejo ubicado frente a él, fue testigo Guillermo de la imagen más extraordinaria y sobrecogedora que conocía.

 Y Pedro de su par. La de su Guillermo en el alivio, el mentón ligeramente echado hacia atrás y los labios entreabiertos, por donde brotaba un gemido ronco gutural y doliente que le robó el escaso respiro. Su torso se mecía ante sus embistes, los pezones rozaban la cama. Se le llenó la boca de saliva, y su simiente estalló dentro de él, que seguía gimiendo y friccionándose en el colchón mientras él no acababa de vaciarse y de bramar mientras el placer inundó los cuerpos antes de agotarse y dejarlos indefensos.

Los codos de Guillermo cedieron, y su mejilla dio con la cama. Elevó apenas el mentón hasta descubrir el reflejo de Pedro en el espejo. Lo acometía una parálisis, y fruncía el rostro como transido de dolor, mientras las últimas corrientes de placer lo mantenían quieto, los testículos pegados a sus glúteos, los músculos en una tensión que se aflojaría en cualquier momento. Guillermo aguardó sin respirar, sin quejarse por la crueldad con que le clavaba los dedos en las caderas. Pedro aflojó las manos y echó el cabeza hacia delante, vencido.
Guillermo aprovechó para meter las piernas dentro de la cama. Pedro siseó cuando Guillermo se apartó y su carne abandonó el calor de su habitáculo.
Apoyó las manos en el bode del colchón para descansar el peso del cuerpo
Levantó la vista al escucharlo moverse, lo vio reptar sobre la cama, y el movimiento de espaldas le devolvió la energía que acababa de drenarse con el semen. Clavó las rodillas a la altura de las caderas de Guillermo y se acostó sobre él, cubriéndolo por completo. Soltó un suspiro cuando entró en contacto con su piel suave y tibia.

__Guille _ exclamó sin aliento, la boca pegada a la sien de el__. ¿Por qué me negabas esto, amor mío? ¿No te das cuenta de que lo necesitamos para supervivir?

__Lo mismo digo, porque hace meses que te busco.
Guillermo sonrió.
__ ¿Quién iba a decir que terminaría con mi primer amor?
__! Guille!
__ ¿Qué?
__No mientas ni me enfades.
__No miento, he tenido sexo con amantes, pero vos sos mi primer y único amor, el chico más lindo de la cátedra que se convirtió en el hombre que más amo en el mundo. Nadie lo podría haber imaginado, excepto vos y yo mismo al conocerte __por eso se sintió a punto de llorar al comprender que a partir de ese día, nada ni nadie volvería a separarlos_. Me siento especial cuando vos me miras. Me siento fuerte y capaz de volar.

A Guillermo el peso de él lo abrumaba pero no le habría pedido que se apartase, lo hacía feliz la sensación de protección y cobijo, y de bienestar. Quedaron cruzados en medio de la cama, sin hablar, mientras se calmaban. Pedro se ubicó de costado y lo obligó a pegar la espalda a su pecho. Lo circundó con los brazos y le calzó la mano izquierda en su sexo mientras con la otra cruzó el pecho sobre los pezones, mientras le mordisqueaba el pabellón de la oreja.
Volvió a besarlo, sin abandonar su interior. Quería vivir allí dentro. Donde hallaba la paz que siempre había buscado, y donde  sabía que comenzaba a cambiar el mundo. Eso era digno de llamarse un milagro. Como lo era también adoptar a Willy y luego ir por más hijos.

__ ¿Estás bien? ¿Estás cómodo? _musitó__. Porque no quiero salir, quiero volver a amarte, te deseo de nuevo.

__ Hazlo cuando desees _musitó.

__Gracias, amor mío.
__ ¿Por qué? _se sorprendió, Guillermo.

__Por haber venido a buscarme, por elegirme como esposo en poco tiempo, por acompañarme en lo que me quede fuera del país, por cuidar de nuestros lugares,  por amarme. Desde que tengo memoria es todo lo que más he deseado en la vida y el día en que seamos esposos, habré conseguido todo. __Ajustó el abrazo y hundió la nariz detrás de la oreja de Guillermo__. ¿Recuerdas cuando te lo pedí en la costa?

__Yo te lo pedí.
__No, yo lo hice.
__Yo te sorprendí con aquel cartel, tramposo, y fui tan feliz cuando me dijiste que sí.
__Es que nos lo hemos pedido decenas de veces, de mi parte siempre te he dicho que sí. A todo _dijo Pedro sonriendo__. Tú eres mi tesoro más preciado. Soy tan feliz, Guille.

__Yo también amor mío __admitió Guillermo y le besó el antebrazo derecho.

Pasaron mucho tiempo abrazados en silencio. Ellos no lo sabían pero pensaban casi lo mismo, recordaban el pasado y planeaban el futuro. Solo después de volver a amarse Pedro se sostuvo sobre un codo y miró a Guillermo para hacerle la pregunta.
__ ¿Cómo llegaste?

Guillermo rio antes de darle la respuesta.
__Llegué porque tienes buenos amigos _ dijo al tiempo que le acariciaba la mejilla con los dedos y le desenredaba el pelo alborotado__. No sé cómo voy a hacer para no ponerme celoso con todos los amigos bonitos que tienes en Argentina y en el mundo, aunque por suerte, creo que las mejores son mujeres _ agregó sonriente__, pero ya me las voy a ingeniar. Todo empezó con una carta que me envió tu amiga alemana.

__ ¿Ella? __ exclamó, Pedro, sorprendido.

__ ¿Por qué tiraste mi carta? __ Le reprochó, Guillermo.

__ ¿Cómo lo sabes?
__Porque gracias a Dios tu amiga la encontró en el cesto de basura y prefirió enviármela, gracias a Dios que lo hizo.

Pedro, que recordaba la secuencia con claridad de sus días en el Congo, bajó la mirada.
Después que él redactara la carta, su amiga había golpeado la puerta de su camarote y él se había apresurado a arrojar los papeles al cesto antes de que alguien pensara que podrían servir para algo.
Salió del cuarto y recibió la noticia de que quería verlo el médico. Trató de excusarse asegurando que estaba en perfectas condiciones, pero su amiga le recordó que una de las reglas era cuidar la salud personal antes que nada, y por eso aceptó la cita.
Al regresar, ya no había papeles en la basura, supuso que alguien había hecho limpieza y que todo había sido destruido.

__ ¿Mi carta te hizo volver a mí? __preguntó, mirándolo de nuevo.

__No puedo decir que haya sido solamente la carta _ confesó Guillermo__, pero tuvo mucho que ver con este reencuentro.

Pedro le acarició por todas partes, el cabello que caía sobre la sien, sin dejar de contemplarlo, Guillermo se estremeció con el amor que desbordaba la mirada del hombre que adoraba, sabía que Pedro quería protegerlo de todo y que por siempre podría contar con él para lo que fuese.  Podría llorar en sus brazos cuando se sintiera triste o asustado, reiría con él cuando fueran felices, y compartirían los secretos que unen a las personas, porque la vida es una sucesión de momentos que podemos elegir compartir con alguien.
Sonrió dichoso, llenó de paz y le devolvió todo el amor que él le manifestaba con un beso suave en sus dedos que luego continuaron acariciándolo.

__También tienes que agradecerle a Camila y a tu amigo el periodista _siguió explicándole.

__ ¿Viniste con él? –exclamó, Pedro, sorprendido__. Ayer lo vi y no me dijo nada.

__Yo le pedí que no lo hiciera.
__ ¿Por qué?
__Porque te habría desconcentrado__ Pedro calló, porque era cierto__. La verdad tienes los amigos más fascinantes y buenos del mundo, sin contar con los míos que si no regresas, me  hubiesen acompañado, como Gaby o Alberto, o el mismo Fabián. Vos te los ganaste a todos, y en algún punto, se parecen a vos.

En esa oportunidad, Pedro tampoco habló, era cierto que sus amigos y conocidos, valían oro.

__ ¿Cómo está Guillermito? _preguntó. Al hacerlo sus ojos adquirieron el matiz tierno que al abuelo no le pasó por alto.

__Extrañándote y recordando tu promesa de llevarlo a ver delfines __contestó. Pedro sonrió.

__Yo también  lo extraño _ confesó__. ¿Me permitirías llamarlos más tarde?

Guillermo alzó una mano y le acarició una mejilla de nuevo. Lo amaba tanto que sentía que el corazón rebosaba, que no podía albergar tanto amor, ni siquiera en su cuerpo.

__No tienes que pedirme permiso para eso _le hizo saber, muy convencido de lo que decía__. Deben de estar junto al teléfono, y Guillermito es como tu hijito del corazón, así te  sintió en el colegio, eso vale más que cualquier otra cosa. Llegó a decir que extrañaba a su papá, y me consta que hablaba de vos.

__Yo no hice nada para merecer tanto amor __susurró.

__Lo hiciste en el día a día, sin darte cuenta _repuso Guillermo__. Desde el instante en que te vi por primera vez, supe que eras el amor de mi vida.

Incapaz de resistir la mirada profunda que Guillermo le destinaba, la ternura con la que le hablaba, Pedro decidió devolverle las palabras inclinándose hacia sus labios para rozarlos con los suyos. Su lengua buscó ansiosa la de Guillermo, y se internó en su boca para hacerle las promesas que Guillermo no tardó en creer, porque ya no tenía miedo de soñar.
Una mano de Pedro recorrió su costado, pasó por la cadera, las costillas hasta alcanzar el  rostro.

__Vamos a ser felices _ le prometió, besándole la orilla de los labios.
Lo besaría una y otra vez hasta volar tan alto que ambos se perdieran en el infinito.
_Mística y ancestral belleza arrastras en tu piel y la descubres en tu esencia, de aquello que entre aguas oculta ha vivido y que con su canto noches vacías, de solitarios marineros, llenaron de encanto.
Esencia mágica se despierta entre tus sentidos, cuando sientes la magia del mar y la luna llena invitarte a cerrar tus ojos y dejarte sumergir como la más bella sirena, entre aguas serenas y brillos de plata llenos de hechizos.
Encerrado en ti llevas misterios de noches claras en playas serenas, entre suaves olas y entre su coro de rompientes percibes solo tú, aquel canto que libera allí aquello que ocultas dentro de lo profundo de tu bello mirar.
Con mente liberada y un corazón abierto, un marinero de la vida descubrirá entre el vuelo de tu cabello vestido de noche, en el brillos de luna dorando tu piel y tantos misterios por revelar en tu mirada… sabrá develar un ancestral amor que llene su vida y encante por siempre su alma.
La distancia significa mucho más que estar lejos pero a pesar de ella, del tiempo y de lo que sea, nuestro amor es más fuerte, es indestructible _ afirmó Guillermo __. La distancia es saber valorar un café con tu gente, con los de siempre o una cerveza al sol, es echar de menos pequeños detalles y anécdotas que estando cerca de los tuyos no extrañarías tanto,  es saber a qué sabe un abrazo de bienvenida aunque solo sea por unos días y que ese sabor se convierta en tu favorito o que las despedidas se conviertan en el sabor más amargo que jamás probaste, la distancia es plantearte cara al mundo un día, hacer las maletas e irse, es no saber muy bien lo que haces hasta que pasan unos meses y cuando empiezas a ser consciente de la decisión que tomaste, seguir adelante porque sí, con un par de cojones, porque la distancia es eso, arriesgarse, tener valor, jugarse sin estar seguro nunca, tener un pie en un sitio y otro en el otro. Es muchas veces tener una lucha interior entre tus sueños y tus sentimientos.

La distancia es tener días en que deseas poder tele transportarte incluso más que cuando eras pequeño y confiar en el que algún día sin saber cuándo ni cómo sea posible porque aunque tu cabeza diga que es imposible las ganas pueden más que otra cosa, la distancia son las sorpresas y los detalles, son las notas de voz eternas, la distancia horaria, los cumpleaños por Skype y los mil "te echo de menos" por casa, es acordarse de otra persona al ver o escribir cualquier cosa y no poder evitar enviárselo, la distancia es asumir que somos el amigo que nunca está y que tu madre tenga que asumir que eres su hijo invisible, que eso cuesta un poquito más, la distancia es aprender a vivir por uno mismo o simplemente ser.
Es pasar días muy malos y días muy buenos, días de querer dejarlo todo y días de querer quedarse ahí para siempre. Es sentirse completamente solo y de golpe darse cuenta de que tu gente está ahí aunque sea lejos y aprendes que eso significa que nunca estamos solos porque a veces el corazón va donde la voz no llega, porque la distancia separa cuerpos no corazones y que tenemos que llevar la distancia lo mejor que podamos a todos aquellos que están lejos.
Sigue siendo tan valiente como hasta ahora y nuestra gente que está en casa y esperándonos estamos deseando verlos, preparen sus brazos, les necesitamos.

__Señor mío __susurró, Pedro__. Hace tiempo que no existo o nunca he sido desde su marcha, todo a mi alrededor, es ilusorio irreal, in compacto, soluble, en las amnióticas aguas de los días. Creo no haber sido nunca,  no haber sentido el haber nacido a los golpes del llanto, de conocerlo, no ser muerto, en las lágrimas de su ausencia, no haber vivido las muchas muertes que he sentido, amándolo, no haber llorado pariéndome, en sus orgasmos.
Siento que no soy que no pertenezco, o por ser solo soy una ficción más, de las mentiras que el tiempo asienta como verdades.
No soy, donde la tierra comienza, o no existo en el fin del mundo o no pertenezco
a los extremos del universo, allí, donde el silencio adquiere solidez, y la soledad, es el peso abrupto anatómico de la materia.
No soy, no existo, no pertenezco o siempre he sido, y usted me hace consciente, que existo, o tridimensionalmente en su cercanía, traspaso dimensiones en su búsqueda.
Teorizo, en teorías de cuerdas doblando el plano del universo uniendo dos puntos distantes, o aplico teorías de gusano  en la línea divisoria, entre su pasado, mi presente y nuestro futuro, o vivo en usted, un pre universo antes de conocerlo, en la agonía de otra materia con otras leyes, de la física, donde mi energía me transporta a la velocidad de la luz de mi pensamiento, a cualquier punto del cosmos para amarlo, con la materia de mi alma.
 Cuando usted, no es presente no soy, no existo, no pertenezco me muero por dentro, y creo pertenecer al mundo de los muertos.
Le rogaría no tardase en regalarme la sorpresa de su presencia eterna, me voy desvaneciendo en su ausencia, diluyéndome en los días, sin usted.
__
Bañaba el mar sus pies desnudos, las olas, es su agonía, borrarán sus pasos en su suave andanza, agitaba el viento sus cabellos al campas del aire.
Me perdí absorto en su mirada, la memoria divagaba en su extensión con la percepción de un vago recuerdo, trajo el viento resquicios de otras vidas, las sensaciones de un sentir
perdido en la lejanía, alejado de los recovecos de mi alma. Pasé por su costado, diciéndome:
no me busques, no, pues me has encontrado_ su voz se perdió en el laberinto de mis oídos, golpeando el yunque de mi memoria desbocando mi corazón.
¿Nos conocemos? le dije, sí, de otros lugares, en espacios de otros tiempos.
 Cerré los ojos y lo contemplaba, las mismas miradas, los mismos labios en su rostro olvidado. Cogió mi mano convulsionando todo mi cuerpo,  mis sentidos estallaron en sensaciones ya vividas, ya amadas en mi espíritu.
Sus vientos sopló en mi rostro, sintiendo todos los besos de todos los labios muertos en los míos ya extinguidos, cesó el aire sintiendo su amplia sonrisa que me llenaba
en mil nombres ya conocidos. Se desprendió de su manto, desnudo ante mis ojos, se detuvo el viento, se estancó el mar, cayeron las estrellas, se hizo el crepúsculo del sol y una luna roja quedó suspendida sobre un mar quieto, se asesinaron las horas agonizando el tiempo para nosotros.
Me acarició el alma poseyendo mi corazón, desnudando mi carne, mis huesos fueron sus huesos y allí, en la arena del tiempo muerto lo amé como lo había amado en otros…  en otros lugares, en otros espacios de otros tiempos.
Me adentré en él  sintiendo los elementos de su mundo, el magma fuego de su cuerpo, el ímpetu de los océanos ahogándome los labios, la paz de los cielos amansando
mi alma, la devastadora tierra de sus continentes y el rugir del viento sobre su pecho.
Tras besarlo, todo fue desvelado en la ceguedad de mi alma en el silencio de la memoria.
Me dijo te quiero, sintiendo los orgasmos de la creación, el éxtasis de Dios en mi alma y caí vencido, como un hombre sobre su cuerpo, lloré como un niño durmiendo en los latidos de su existencia encogido en su pecho.
Me desperté, sintiendo su ausencia y la del mundo, lo busqué, llorando donde la vida llora,
donde Dios no habita, donde los muertos viven viviendo muertos y sobre la arena del  grité al viento la ira de mi alma, el vacío de mis años, la desolación devastadora de mi corazón.
Grité al viento mis lágrimas, lloré fetal su vientre y mis llantos reclamaron su nombre, el nombre que reclamaba mi alma inquieta, acarició el viento mis oídos diciéndome:
mi nombre, mi nombre, es libertad. Pero es solo en el amor, no en soledad.  No solo me he enamorado de ti, también de tu pasado para que compartas mi futuro  __concluyó, Pedro emocionado.


__A lo largo de mis vivencias de este proceso, llamado experiencia de esta definida existencia, en este habitáculo mundo de este lugar que ubica la vida, llego a la conclusión
que a toda felicidad le sucede otra.
Que en esa búsqueda egoísta, sacrificamos en el olvido, a quienes un día quisimos que todo objeto y persona, adquieran su valor en proporción, a la felicidad que nos obsequian o recordamos, en una ficción que supera la realidad.
Y ya que mi realidad, es usted y sin sacrificio humano alguno, especificarle el prospecto
de dicho elemento. Que la felicidad no es un propósito un camino a rastrear, un estado a seguir un depósito donde arrojar nuestras miserias, un triunfo, una meta, un logro
una utopía a alcanzar.
Ella, son momentos…  instantes, suspiros, lamentos, lo que una lágrima perdura en los ojos del egoísmo o en las ópticas del olvido.
Ella hace que toda tristeza, lágrima, llanto, penuria valga la pena  sufrirla, pero codiciosos, no nos detenemos en la esencia de su elemento, en la paradójica complejidad que nos conduce a su percepción, pero se escapa por momentos como una moneda más, se evade en paraísos fiscales de otra felicidad que desgrava nuestra realidad.
Ella, despropósito del poder una pieza más del ajedrez del juego de los poderosos, la prostituta hija de Dios,  la siempre virgen devota del diablo, camaleónica, urbana metropolitana ciudadana del mundo, se disfraza de consumo, te embriaga drogodependiente de ella, y  no hay día que no te consuma, rellenándote de complementos
innecesarios, que no lo compre innecesariamente, arrojándolo famélica, ese sucedáneo llamado felicidad. Mi muy entrañable, señor mío todo ser humano, al nacer, trae como único equipaje la felicidad, y egoístas, avaros, ciegos la buscamos, ignorando que ella es un regalo para a quien usted ame. Yo te amo y solo tu amor me hace feliz, ya no necesito nada más, Pedro me siento afortunado solo por amarte _ susurró Guillermo embargado de emoción.

__Sabes que me obsesionan tus hombros, tus hombros dulces, tus hombros tiernos,
tus hombros que unas veces son camino y otras veces destino de mis besos, de mis caricias peor  intencionadas, tus hombros de locura y de pasión.
Hombros que me dirigen a mis lugares favoritos, que se avecinan a tu espalda, que corren presurosos a tu pecho, que son camino, que son el punto de partida al paraíso de tu boca, a la redención de tu cuello, al cielo de tus pecas.
Tus hombros que aligeran mis sentidos, que galopan en mis latidos, que hacen nada las esperas, que me seducen, que me alucinan, tus hombros que en tus  camisas sin mangas, me estropean las ganas de callar que me encantas.
Tus hombros mi reposo en tu abrazo, a donde va mi nariz para aspirar tu perfume, el real, el de tu piel, tus hombros que he vestido con gotas saladas, tus hombros para mi inspiración y para mi transpiración, amo todo de ti, pero hay algo muy especial, en tus hombros. __Depositó una lluvia de besos allí y aspiró el aroma.

¿Tienes hambre?
__Estoy famélico _ dijo Guillermo, y acabaron pidiendo la cena en la habitación y brindando por el reencuentro.

__ ¿Y cómo seguiremos viaje y cuándo? __preguntó, Guillermo feliz.

__ Ya, mañana mismo,  Willy es un tanto especial,  es muy buen chico e inteligente, está al cumplir catorce años, igual que mi hermano, pero no es muy adepto al colegio, y si demoro demasiado temo que huya. Si te contara, la última vez que lo hizo, tardé días en reencontrarlo, estaba viviendo en unos vagones viejos, tras un andén con otros chicos en condición de calle, y regresó a mi digamos…  departamento, a regañadientes, luego de un par de días.
__Me contaron que vives en un sitio, algo extraño –dijo Guillermo en tono de reproche.

__Vivía en un departamento lleno de trastos viejos, pero eso cambió, y no hace mucho, gracias a los muchachos, ahora no te llevarás tan mala impresión, aunque reconozco que en nada se parece a mis sitios de Buenos Aires _ concedió, Pedro __. Voy a comprar los pasajes en la web y avisar a Agustín que regreso, pero no diré que estás conmigo, sabes que te ama, se llevará la sorpresa del año.

__Quiero que me cuentes todo de ellos y que me ames, amarte, que sigas contándome.
__Ídem amor.

Esta noche beso tus labios,  palpo tu esencia,  mientras sigo entrando en ti,  como se entra en un libro abierto  y en él escribí toda mi pasión,  cuando nos amamos a la luz de la luna hasta que renació el sol del amanecer, con nuestros cuerpos extasiados de placer.
Ambos teníamos esa conexión que muy pocos tenían. No era  solo sexo  ni deseo. Era la entrega total de sentimientos. Esos que jamás mostrábamos a nadie. Estaban reservados para ese ser especial y ambos lo encontramos.
Nos encerrábamos en ese frasco de tiempo que solo era nuestro; jamás había prisa, todo salía espontáneo, tranquilo, aunque lo reconozco teníamos un carácter de la chingada. En el momento menos esperado salían carcajadas de los labios  y cuando menos lo pensábamos celos entraban danzando.
Teníamos aquel complot de no ser vistos mucho menos mostrar ante los demás que existía algo más.
Encontramos la manera de que nuestras almas sintieran el confort, el calor, el abrazo y el beso eterno.
Esa calma, bendita calma, que no tenía nadie y era un lujo que no cualquiera poseía.
Mi cambio de humor lo controlaba de manera extraordinaria, tenía el don, de atraer la felicidad o tirarme al piso con su ausencia.
Y si entraba el enojo buscábamos la manera de hacerlo a un lado y  volvíamos sumisos, entregados. ¡Todo estaba bien!
No existía poder para derrumbar las murallas en las que habitábamos, no existe ya el poder de separarnos, ni de amedrentar nuestro amor que es único, es eterno, es infinito, es indestructible, y no volveremos a separarnos, en esa convicción iremos a Nueva York, y resuelto todo allí, regresaremos a… nuestros lugares y en especial al que nos unió al conocernos… a… La Cátedra.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.

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