lunes, 28 de octubre de 2019

REDENCIÓN CAPÍTULO DÉCIMO.


REDENCIÓN

CAPÍTULO DÉCIMO.
Julio Cortázar: "No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas".


__Cuando vine hace unos días no sabía con qué me iba a encontrar. Tenía miedo. Pero ahora estoy muy feliz de haber venido. Al menos dos de las piezas de mi vida rota están volviendo a encajar. Si Guillermo se mete contigo y te hace sufrir, avísame. Abordaré el primer avión.

Con la partida de Gaby, Guillermo y Pedro se vieron obligados a prescindir de la guía de su santa particular. Pero como si  de una auténtica santa se tratara, antes de partir había llevado a cabo todas las misiones que se había propuesto. Y había sembrado las semillas que germinarían pronto de maneras inesperadas.

“Lo que no arrastra el viento, se resiste a dejar mi suelo, este suelo de emociones… aún profundas son las raíces de esta soledad que se abraza a la nostalgia y las ráfagas de viento que azotan la piel,  viento que desordena un paisaje, mas no logra arrancar de mis sentidos lo que entristece el alma.
Se confunde el cielo gris con el polvo que Eolo a su paso levanta, no se distingue el cielo del mar, ni las nubes del suelo… no se distingue mi cielo con el triste gris que pinta mi alma, algo quiere llorar mi pecho, sin saber qué nombre darle a las lágrimas que por un instante inundan mis ojos… es extrañarte, es necesitarte o es por tan lejos tener que amarte.
Viento que despeina los cabellos, vuela y juega con la gorra de algún caballero… por qué no arrastra de mí esta nostalgia, renueva este aire tóxico que respira mi pecho, aire viciado de soledad… saca de mí este vacío que siento por no tener el aliento de aquel llenando mi pecho.
Viento del oeste sacude mis sentidos y trae entre tus alas pronto ese amor que invada mi espacio, tráeme su aroma que hechice de amor mi razón y sentidos, al momento que despeines con tu repentino soplido sus cabellos, estos acaricien mi rostro y despierten la sensibilidad de mis poros adormecidos por la fría soledad.
Viento de este desierto, llévate veloz el tiempo y trae ese momento en que tus ráfagas sean la excusa perfecta para beberme su aliento, para que mis brazos se anclen a su cuerpo, se pierda mi mirada en la suya, que sus manos mis mejillas sujeten y en sus labios mis besos de pasión hagan para siempre su puerto, si supieras que sueño contigo. Que con solo verte tiembla mi ser, que en mi noche fría  quisiera estar  en tus brazos... solo me consuela el saber que existes en algún lugar aunque estés tan lejos, mi corazón aún late por ti... miramos el mismo cielo la misma luna y te siento tan cerca de mí y quiero comprender el no tenerte en mi vida”.

El martes por la tarde, a última hora, Pedro y Matías estaban sentados en la confitería disfrutando de sus respectivos cafés, acurrucados en un sofá de terciopelo y charlando. Estaban cerca, pero no demasiado, lo suficientemente cerca como para que Matías pudiera admirar su belleza, lo suficientemente lejos como para que Pedro pudiera mirarlo a los ojos __aquellos ojos claros y amables__ y no sentirse inquieto. O apabullado.

 __ ¿Te gustan los Nine Inch Nails? __le preguntó Pedro, que sostenía una taza grande de café con las dos manos.

__Pues no. La verdad es que no _respondió, encogiéndose de hombros_. Trent me crispa bastante. Menos cuando canta temas de Tori Amos. ¿Por qué? ¿A ti te gustan?

Pedro se estremeció.
__No. En absoluto.
__Este es el tipo de música que me gusta. Música que me permite trabajar mientras la escucho.
Matías rebuscó en su morral y sacó un CD.
__ Nunca he oído hablar de ellos _dijo, Pedro, dándole la vuelta a la funda.

__Tienen una canción que creo que te gustaría. Es preciosa, y nadie grita,  ni da berrinches ni te dice que te va a… __Se interrumpió, ruborizándose. Estaba tratando de hablar bien  con Pedro pero no terminaba de conseguirlo.

Pedro le alargó el CD, pero Matías lo rechazó.
__No, lo compré para ti.
_Gracias, pero no puedo aceptarlo.
Matías pareció ofendido y dolido.
 __ ¿Por qué no?
__Porque no. Pero gracias de todos modos.
__Pues has aceptado que alguien te regalara un precioso maletín  _protestó Matías, señalándolo. ¿Un regalo de Navidad adelantado de algún novio?

__No tengo novio__ respondió, Pedro, incómodo__. La madre de mi mejor amiga quiso que me lo quedara. Murió hace poco.

__Lo siento. No lo sabía.
Le dio unas palmaditas en la mano y dejó el CD en el sofá. Entre los dos. Pedro no se apartó. De hecho, estuvo rebuscando en el maletín hasta que encontró el CD del profesor y se lo devolvió sin apartar la mano que Matías le tenía sujeta en ningún momento.
__ ¿Qué puedo hacer para que aceptes mi regalo? __preguntó él. Mientras guardaba el CD de Mozart en su maletín.

__Nada. Ya he recibido demasiados regalos últimamente.
__Deja que lo intente. Tienes unas manos tan lindas… Nadie, ni siquiera la lluvia tiene las manos tan bonitas y esbeltas _ añadió, moviendo sus manos unidas para verlas desde todos los ángulos. La de Pedro se veía diminuta dentro de la de él.

Pedro lo miró con curiosidad.
__Es muy bonito. ¿Se te ha ocurrido ahora?
Matías apoyó la cabeza en el respaldo y se acercó la mano de Pedro a los ojos, mientras le trazaba la línea de la vida con el pulgar. Parecía como si le estuviera leyendo la palma de la mano.

__No, es una cita de un poema de Cummings, ¿lo conoces?
__No. Pero, me encantaría. __La voz de Pedro sonó tímida de repente.

__Algún día  te lo leeré. __Matías lo miró a los ojos con una sonrisa esperanzada.

__Me gustará mucho.
__No es de Dante, pero es bonito. _El pulgar de Matías  le presionó ligeramente la mano__. Y me recuerda a ti. Tú estás en un lugar al que nunca he viajado-. Tú, tu fragilidad y tus manos delicadas.

Pedro se inclinó hacia delante para simular el rubor que le cubría las mejillas y bebió un poco de café. Pero permitió que Matías siguiera acariciándole la mano dulcemente. Al llevarse el vaso a los labios,  su viejo jersey de lana le resbaló un poco del hombro dejando al descubierto la zona cubierta por la fina camiseta.
Inmediatamente Matías abandonó la mano para correr al jersey y llevarlo al hombro.

__Así _ susurró__. Arreglado.

Y volvió a reclinarse en el asiento. No quería arriesgarse a que se enfadara. Con mucha prudencia le volvió a tomar la mano. Tenía miedo de que la apartara en cualquier momento.
Pedro observaba lo que él estaba haciendo conteniendo el aliento. Parecía como si todo sucediera en cámara lenta. La manera de actuar de Matías le llegaba al corazón. Sus movimientos eran íntimos pero castos al mismo tiempo. Le había tapado el hombro. Había cubierto una parte de su cuerpo pequeña e inocente. Para protegerlo de miradas lujuriosas. Y al hacerlo, le había demostrado su aprecio y su respeto. Virgilio lo estaba honrando.
Con ese acto, galante y caballeroso se estaba ganando el acceso a su corazón. No hasta el fondo, pero sí hasta el Vestíbulo por decirlo de alguna manera. Si ese gesto había sido una muestra del contenido de su alma, Pedro estaba convencido de que no le importaría que fuera virgen. Estaba seguro de que, al enterarse, lo cubriría con una manta de aceptación.
No lo acusaría ni se burlaría de él. Y mantendría cualquier secreto que tuvieran entre los dos... sin contárselo a nadie. No lo trataría como a un animal, no lo violaría. Y no querría compartirlo con nadie.
Empujado por esos sentimientos, hizo algo impetuoso, se inclinó hacia Matías y lo besó. Fue un beso tímido y casto. No sintió que la sangre se le acelerara, ni una vibración por todo el cuerpo, ni mariposas o cosquillas, ni una explosión de calor, ni erizamientos o pálpitos. Los labios de él, que eran muy suaves, respondieron vacilantes. Pedro notó su asombro en el modo en que apretó la mandíbula. Sin duda lo había sorprendido con su atrevimiento y lo lamentó inmediatamente.
Lamentó que sus labios no fueran los de Guillermo. Lamentó que aquel beso no fuera ni por asomo como los besos de… Guillermo.
Una gran tristeza se abatió sobre él. Una vez más. Se maldijo por haber probado algo de lo que no podría volver a disfrutar. Con el primer bocado de aquella manzana, había echado a perder la oportunidad de que otro hombre pudiera estar nunca a la altura de Guillermo. Morder la manzana había sido adquirir conocimiento. Y ahora lo sabía.
Se alejó de Matías antes de que lo hiciera él, reprendiéndose por haber sido tan atrevido. Se preguntó qué pensaría de él. “Acabo de perder a mi único amigo por un beso” _reflexionó__. “¡Maldita sea!”

__Pedro _dijo, él mirándolo con cariño y acariciándole la mejilla.

Su contacto no era eléctrico. Sino suave y relajante. Todo en Matías era amable. Hasta su piel.
Rodeándolo con sus brazos lo atrajo hacia su pecho para acariciarle el pelo y susurrarle algo dulce al oído. Cualquier cosa que sirviera para tranquilizarlo y borrara aquella expresión de dolor y de confusión de su rostro. Pero sus dulces murmullos se interrumpieron en seco con la llegada de una arpía de grandes alas, zapatos de tacón y labios carmesí, con un vaso de café en la mano.

__Vaya, qué bonita escena _dijo una voz fría y dura como el acero.

Al levantar la vista, Pedro se encontró con los ojos verdes de Sonia.
Trató de apartarse de Matías. Pero este se lo impidió.
__Hola, Sonia _ la saludó él sin ningún entusiasmo.

__ ¿De visita en los barrios pobres para confraternizar con los alumnos del curso de especialización? Qué democrático y amable de tu parte, Matías _se burló ella, ignorando a Pedro.

__Ten cuidado, Sonia _ le advirtió,  Matías__. ¿A dos manos? ¿No será demasiado café? ¿Acaso no has dormido en toda la noche?

__Si yo te contara __ronroneó  ella__. Pero no son los dos para  mí. Uno es para Guillermo. Oh, no te había visto, Pedro. Supongo que para ti sigue siendo el profesor Graziani. _Y se echó a reír.
Alzando una ceja, Pedro reprimió el impulso de sacarla de su error y de borrarle aquella sonrisa burlona de la cara. Porque ante todo, era un caballero. Y porque le gustaba la sensación del brazo de Matías sobre su hombro y no tenía ganas de moverse. De momento al menos.

__Tú tampoco le llamas Guillermo a la cara, Sonia _ dijo Matías__. Te reto a que lo hagas la próxima vez que lo veas.

La mirada de la joven se endureció aún más.
__ ¿Me retas? Qué gracioso. ¿Es algo típico en ti? ¿Algo que los campesinos dicen unos a otros mientras apilan estiércol? Después de la reunión  con Guillermo probablemente iremos al pub a tomar unas copas. Le gusta ir allí después del trabajo. Estoy segura de que esta noche… intercambiaremos más que nombres. __Sacó un poco la lengua y se la pasó por el labio inferior lánguidamente.

Pedro sintió náuseas.
__ ¿Te va a llevar a ti? __preguntó, Matías, escéptico.

__No lo dudo.
Pedro sintió una arcada, pero lo sofrenó. Pensar en Guillermo junto con aquella… furcia era repugnante. Hasta la camarera del pub le parecía preferible a esta.
__No eres su tipo _murmuró, Pedro, sin poder evitarlo.
__ ¿Perdón?
Él alzó la vista y se encontró con los ojos entrecerrados y cargados de suspicacia de Sonia. Calibró sus alternativas durante un par de segundos y decidió optar por la prudencia.

__He dicho que no es mi tipo de local.
__ ¿Cuál?
__Ese pub. No me parece nada del otro mundo.

La otra le dedicó una sonrisa glacial.

__Como si el portero te fuera a dejar entrar. Es un club exclusivo.

Luego lo miró de arriba abajo, como si fuera un animal de esos que nadie quiere. Como si fuera un animal viejo y casi ciego en una granja escuela. De pronto, Pedro se  vio feo y poco adecuado. Sintió ganas de llorar, pero las reprimió.
Matías sabía lo que Sonia estaba haciendo. Notó que Pedro empezaba a temblar como reacción al afilamiento de garras de su compañera así que, aunque le dolió, soltó a Pedro y se echó hacia adelante en el sofá.

__ ¿Qué te hace pensar que no dejarían entrar a Pedro en el pub, Sonia? ¿Acaso solo dejan entrar a profesionales?
La joven se ruborizó violentamente.

__ ¿Qué sabrás, tú, Matías? ¡Eres prácticamente un monje gay! O tal vez sí.  ¿Es eso lo que hacen los monjes? ¿Tienen que pagar para acostarse con alguien? _preguntó con una mirada malintencionada hacia el nuevo maletín de Pedro.

__Sonia, si no cierras la boca ahora mismo, voy a tener que levantarme. Y en cuanto me ponga de pie, me voy a olvidar de mis modales aunque seas mujer _dijo, Matías, mirándola muy serio, sin dejar de recordarse que no podía pegarle a una mujer.

 Sonia seguía siendo una, por mucho que pareciera una puerca  anoréxica en celo. Matías nunca la habría comparado con una vaca, porque consideraba a las vacas como animales nobles.
__No te excites tanto __explicó, Sonia__. Estoy segura de que hay múltiples explicaciones. Tal vez no lo dejaran entrar por su coeficiente intelectual. Guillermo dice que no eres demasiado listo, Pedro.

Y sonrió, triunfalmente al ver que Pedro agachaba la cabeza, sintiéndose insignificante. Matías se apoyó en los talones. No iba a pegarle a Sonia, solo iba a asegurarse de que se callara de una vez. Tal vez pudiese llevarla a rastras hasta la salida. Pero al final no tuvo que hacer nada.

__ ¿Ah, sí? ¿Y qué más dice Guillermo, si se puede saber?

Los tres estudiantes se volvieron a la vez hacia el especialista en Dante de ojos penetrantes que  se había acercado a ellos sin que se dieran cuenta. No sabían cuánto tiempo llevaba allí ni lo que había oído, pero tenía la mirada brillante y no podía esconder su enfado con Sonia. Era como una nube de tormenta que crecía amenazadoramente. Por suerte, pensó Pedro, esa vez no avanzaba en su dirección.

__Matías _lo saludó, Guillermo con frialdad, mirando intencionadamente el espacio cada vez mayor que separaba a Pedro de su ayudante de investigación.

“Así será mejor. Las manos lejos del ángel, desgraciado, o te degollaré.”
__ Señor, Beggio, es un placer verlo. __Guillermo esbozó una sonrisa un poco forzada_. Lo veo estupendamente, como siempre.

“Sí, mi ángel de ojos castaños. He oído lo que te ha dicho. No te preocupes. Yo me encargo de ella. A vos, Pedro podría escribirte veinte poemas de amor como decía Neruda, pero hoy vida mía, día que se celebra el amor, solamente quiero  beber de tu boca, atrapar tus besos que como gotas de lluvia caen sobre mí, hoy amor quiero hacer locuras con los sentimientos y dejar que la noche nos abrace en su negra sombra.
Estoy enamorado y este amor hace grande mi vivir, me sienta bien amarte, quedándome dentro de ti en este cautiverio eterno, para vivir del mismo aire que respiras, y en cada espacio que deja el latido de tus pulsos donde me sueñas y alimentas el alma, donde me quedo naufraga en tu orilla para no despertarme de este profundo sueño.
Esta noche vida mía voy a encender tu piel callada, la llenaré  de primaveras que portarán mis manos, te entregaré sueños que me inventaré de la nada, te entregaré mi vida desahuciada de tu amor para que nazca en ti un cielo de ternura.
Eres mi himno de amor en este delirio vida mía, el que me rescata del abismo en la oscuridad, donde esta inmensa espera se hace eterna, solamente en las noches cuando te sueño vivo, librándome de esta realidad desahuciada de amor.

Si  es en sueños donde solo puedo tenerte qué más da, si así me lleno de ti y de tus besos, si así puedo dormirme entre tus brazos, si así me sorprende la muerte dulce entre un beso lento, y un te quiero eterno, será entonces cuando se llenen los silencios de tu ausencia y podré gritar nuestro amor.”

__Señorita _dijo Guillermo al fin. Indicándole a Sonia que lo siguiera con un gesto, como si de un perro se tratase.

“Has mirado a Pedro como si fuera basura. No lo volverás a hacer. Me aseguraré personalmente de ello.”

Pedro vio que Guillermo rechazaba el café que Sonia le había comprado y que se dirigía al mostrador para pedir otra cosa. Vio también que los hombros de la chica se estremecían de rabia.
Matías se volvió hacia Pedro y suspiró.

__ ¿Dónde nos habíamos quedado?

Pedro respiró hondo y dejó pasar unos instantes antes de decir lo que sabía que tenía que decir.
__No he debido besarte. Lo siento de verdad _se disculpó, mirando el maletín para no mirarlo a la cara.

__Yo no lo siento. Solo siento que lo sientas _replicó, Matías, acercándose y mirándolo con una sonrisa__. Pero no pasa nada. No estoy enfadado ni disgustado.

__No sé qué me ha pasado. No suelo actuar así. No voy besando a cualquiera por ahí.
__Es que yo no soy cualquiera. __Lo miró fijamente__. Personalmente, llevo mucho tiempo queriendo besarte. Desde el primer seminario, para ser sincero. Pero habría sido demasiado pronto.

Trató de obligarlo a mirarlo a los ojos, pero Pedro apartó la vista y miró a la pareja sentada en otra mesa discutiendo. Suspiró.

__Disculpa, Matías, no quiero perder tu amistad por mi torpeza, pero no habrá otra cosa entre nosotros, a pesar de mi torpeza de recién.
__Pedro, ese beso no tiene por qué cambiar nada. Piensa en ello como una demostración de cariño entre amigos si así puedes. No tiene por qué volver a suceder  a no ser que tú así lo quieras _insistió él preocupado_. Yo estoy enamorado de ti, pero si solo quieres mi amistad, tendrás en mí al mejor amigo del mundo. ¿Te sientes mejor así? ¿Quieres que finjamos que no ha sucedido?

Pedro asintió y se removió en el sofá.
__Lo siento. Eres tan amable conmigo… pero de verdad que no puedo verte más que como un amigo.
_No quiero que sientas que me debes nada... No soy amable contigo para conseguir algo a cambio. Soy así contigo porque me apetece. Por eso te compré el CD. Y por eso el poema me recuerda a ti. Me inspiras. __Se inclinó hacia él para susurrarle al oído, aunque era muy consciente del par de ojos café clavados en él desde otra mesa__. Por favor, no te sientas obligado a hacer nada que no te apetezca. Y seré tu amigo hagas lo que hagas. __Guardó silencio unos instantes__. Ha sido solo un pico amistoso. Pero a partir de ahora podemos limitarnos a abrazarnos. Y algún día, si quieres que pasemos a algo más…

__No estoy preparado _susurró, Pedro. Algo sorprendido al haber encontrado con tanta facilidad las palabras que expresaban exactamente cómo se sentía.

__Lo sé. Por eso no te he devuelto el beso con el entusiasmo y pasión que me habría gustado. Pero ha sido un beso muy bonito. Gracias. Sé que no dejas que cualquier persona se acerque tanto a ti y yo me siento muy honrado de que me tengas confianza.

Le dio unos golpecitos en la mano y volvió a sonreír. Él abrió la boca para decir algo, pero Matías habló primero.
__Qué ganas tenía de romperle el cuello a Sonia cuando te ha dicho esas cosas. Otro día no me molestaré en responderle. __Miró hacia la mesa de El Profesor y comprobó aliviado que sus ojos estaban clavados en Sonia, que parecía a punto de llorar.

Pedro se encogió de hombros.
__No tiene importancia.
__Sí la tiene.  He visto cómo te miraba. Y he visto tu reacción, te has encogido, Pedro. ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué no la has mandado al infierno?
__Porque yo no hago esas cosas si puedo evitarlas. Intento no ponerme a su nivel, me resulta fácil amar con confianza y entrega, otras veces me quedo tan asombrado de que la gente sea tan desagradable sin motivo que no me salen las palabras.
__ ¿Hay más gente que se porta así contigo? __preguntó, Matías empezando a enfurecerse.

__A veces.
__ ¿Graziani? _susurró.

__Ha mejorado mucho. Ya lo has visto. Hoy ha sido… educado.

Matías asintió a regañadientes.
__No pretendo ser un santo ni nada parecido pero cualquiera puede gritar obscenidades. ¿Por qué debería ser como ella? Me gusta pensar que a veces, solo a veces, el silencio puede ser más fuerte que el mal. Y me gusta pensar que, si no digo nada, la gente oirá el odio que sale de su boca con sus propios oídos, sin nada que los distraiga. Tal vez la bondad sea suficiente para mostrar el mal como lo que es, sin necesidad de reprimirlo con más mal. Aunque no es que yo sea la encarnación del bien. Sé que no lo soy. __Se detuvo y miró a Matías__. No me estoy explicando bien.

Él sonrió.
__Te explicas con absoluta claridad. Precisamente hablamos de esto en el seminario sobre santo Tomás de Aquino.
El mal es su propio castigo. Mira a Sonia, por ejemplo. ¿Crees que es feliz? ¿Cómo podría serlo portándose así? Algunas personas son tan egoístas y egocéntricas y viven tan engañadas que ni todos los gritos del mundo servirían para que se dieran cuenta de sus errores.
__O para activar su memoria _ añadió, Pedro, con una mirada de reojo a la otra mesa.

__

_ Escribiendo te recuerdo, siendo tú mi inspiración pierdo la respiración, añorando tu pasión siento el latir del corazón.
Me cohíbo de tu nombre escribir para que el dolor descrito no te haga descubrir que eres el causante de mi sufrir.
Escribiendo voy en las hojas plasmando, toda la felicidad, toda la dicha, toda la pasión, todo cuanto soñé y deseé cuando contigo estaba y por ti fui amado.
Escribiendo, veo tu silueta en la mente, y me inspiro en tus ojos, en tus labios y en todo tu cuerpo, añorando y suspirando lentamente.
Escribiendo estoy, mi sentimiento y cómo te extraño en este momento. Eres inspiración, eres pasión, eres deseo.
Es tu dulce y tersa piel el lienzo perfecto que con caricias y besos solo se puede escribir sobre ella, pues con cada beso y caricia se van formando palabras, hasta hacer un verso en todo el lienzo de tu piel.
Eres tú mi musa y tu piel el lienzo perfecto en que todas las noches hacemos un poema diferente a besos y caricias, que van quedando grabados en el alma.
Eres tú, que con esos hermosos ojos tan expresivos, tu bella mirada y esa hermosa sonrisa te has adueñado de mi corazón y me has robado el alma.
Es por ti por lo que en las noches suspira mi corazón y mi alma te llama.
Eres tú la perfecta compañía para los senderos que la vida, con ese ánimo y tu forma de afrontar la vida, solo puedo decir que eres todo un hombre __ susurró, Pedro.

_Se ha perdido la noción de las horas, los días parecen viajar montados en un tren de imágenes imposible de detener, los años sin que este amor se viva entre mis brazos,  hoy creo se perpetuaron en un otoño indefinido, pues mis caricias que a tu piel no llegan caen como hojas secas y mis besos que a tus labios no llegan como una gota en el desierto se evaporan.
Sobreviviente al tiempo y a la distancia se ha vuelto este amor, a veces agónico en mí latiendo, cuando en mis horas ausente te siento y otras veces con fuerza en mí palpitando haciendo sentir al corazón por primera vez enamorado, cuando siento que tu voz me acaricia y tu mirada me besa, cuando siento que frente a mí duermes o descubres para mis besos diamante, tu piel.
Latidos con ritmo de pasión despiertas en mí con tan solo pensarte, arrancas de mi boca un suspiro cuando mis sentidos parecen con desesperación gritar querer amarte, cómo negar a este amor sus ganas de seguir por ti viviendo, si extrañas percepciones me invaden cuando a distancia de mis brazos algo a ti te aqueja y aunque ausente de tus pensamientos me tengas, mi amor incondicional sentirás, en ti me despierta.
Perdón, Pedro, me dejé llevar, supongo que de algún modo te extraño, durante la estancia de Gaby, estuvimos cerca.
__Así es, gracias por lo de hoy, no ha debido…
__ He debido y siempre lo haré, con Sonia, con Matías o quien te moleste, siempre los pondré en su lugar. Ella no tiene nada que ver conmigo,  menos entra a mis lugares.
_No tiene que explicarme. ¿Está bien profesor?
__Perfecto. Solo he bebido dos medidas de whisky si es que Gaby te ha dicho que me vigiles, y solo pensaba en el poder salvador del amor, el que alguna vez pudo ser mi salvación, mi redención.__ De rodillas y quebrado en espíritu, y de algún modo rogando el silencio final, solo me atrevía a recordar momentos felices como forma de sublevación, un tibio intento de ponerme de pie aunque mi rostro no dejara de mirar hacia abajo. Apagado, con el ánimo en reversa, esperaba no sé qué, pero seguía esperando, en estado de shock. Mi imagen por su parte se mostraba feliz y segura. Daba cátedra de vida y alegría. La gente solo contemplaba esa realidad sin entender que solo era eso, una imagen.

¡Qué sorprendente!, buscaba mis sentidos y estos no estaban o se escondían. Quise recordar la magnífica sensación del aroma del amor, la alegría de rozar una piel que sabía a ilusión poderosa. Por más que me ensañara en rechazar esa realidad, más obstinadamente se plantaba con fiereza frente a mí y pronunciaba mi nombre con tristeza absoluta y desgastante. Este patético dúo seguía así por la vida en acuerdo de caballeros, ninguno hablaría del otro, mientras tanto, este pobre corazón mío meneaba la cabeza en franca desaprobación. Era el arreglo perfecto. El dedo que pretende tapar el sol, la sonrisa que esconde un mar de amargura y mis ojos que me delatan ante los que quisieran saber, si es que alguien quería.

La mano extendida apareció como en visión y dudé en mirar. A esas alturas todo parecía perdido pero algo me insinuaba que debía hacerlo y accedí. Ahí estabas vos, con tus ojitos lindos y tristes, también detrás de esa imagen sonriente. Me jalaste e infundiste en mí un espíritu nuevo y arrolladoramente conmovedor. Mis lágrimas abandonaron su lugar mientras se fundían entre la alegría y el profundo dolor. Me hablaste al oído, palabras lindas y veraces, me enseñaste lo conocido y supe que no por tu voluntad. Algo grande viniste a plantear y fuiste como el viento sur que dibuja en tono alentador y confiable. Despedí a mi imagen, a la que me precedía y no volteé a mirarla. Era yo otra vez. Curado por el implacable amor adolescente y puro que llega como vendaval que escurre lo gris y pinta todo de rosas floridos.  El hombre, el príncipe real mira desde su lugar sin saber cuán grande es a mis ojos y lo que representa. Se coloca a mi lado aunque yo lo hubiese seguido, toma mi mano, besa mi mejilla con un beso eterno y dulce y me dice: “Te amo amor eterno”. Ahogado por la emoción, no me atrevo a contestar, no puedo. Aprieto su mano y lo admiro en silencio y agradezco. Mi corazón comenzó a hablarme otra vez.
__ ¿A quién se refiere profesor?
__No lo sé, a alguien que amé o que sueño, o que creo está cerca, pero es tarde, Pedro, para mí es tarde. Adiós.
__Hasta luego.

“Que se apaguen los mundos, que hablen las lunas de los amores prohibidos, que me traigan los mares tus besos, que la noche me traiga ya los sueños, porque ya mi alma desbordada está de ansias de amarte vida mía, sabes que en cada trazo de mis letras y a través de mi desvelo llego a ti, y me instalo ahí donde desde lejos me miras y me acaricias con tu sonrisa, siento, que cada mirada dice mi nombre bajo esta oscuridad de la noche que agita mi piel porque atrapado me siento en tus ojos cuando me miras, tú, vida mía, eres la sombra que elevas mis sentidos adormecidos, llevándome a ese oasis deseado de tus labios.
Ahora vida mía, me instalaré con el sosiego que me permita mi mente, y ahí estaré a la espera de tu llegada, porque sé que no me dejarás solo, lo sé, porque este sentimiento enamorado me dice que tu alma necesita alimentarse de mis versos.
Te amo con locura como nunca pensé amar.
Como desde siempre, desde hace mucho tiempo, trato de mirar a la vida de frente, sin prisa, siempre mirando a la verdad con ojos ilusionados, sin maldades estrenadas y primaveras por vivir, contigo amor mío o sin ti, uso la esperanza para admirar lo prodigiosa que es la vida, me ha dado la oportunidad de amar, de soñar a través de mis pupilas, y he ahí, que mirándome en las tuyas descubrí vida mía, la belleza que posee este universo y lo que nos entrega cada día.

Me gusta el mundo cuando hace que vuele sin alas, me gusta cuando en la noche llegas apretando amores para entregármelos en mis sueños, me gusta soñar tu risa con mis ojos cerrados, tragar saliva por sentir un suspiro ahogado que aprieta mi garganta cuando un beso tuyo traspasa mis infiernos, hoy nado solo en el mar de tus sueños, hoy, vuelo de nuevo sin alas en busca de tu cuerpo, hoy, he emprendido el sueño del deseo y te sueño como jamás he soñado, hoy, en mi noche negra muero por tus besos lentos, muero por esos suspiros que hablan de mí, hoy, sí que muero por tener tu mirada apasionada perdida en el vértice de mis ojos, más que nunca vida mía hoy me duermo soñándome en tus brazos en el calor de tus besos, y soñando con la vida que nos queda por vivir, ni más ni menos.
Sobre tus labios una poesía”.

__ ¿Pedro?
__ ¿Sí?
__Tus labios son un poema en sí mismo, lo sabes, ¿verdad? Ensayo en tus labios un suceso de nácar, una andanza de soles, una osadía fortuita del garbo, una línea de Shakespeare  o una canción de Lenon. Se atiesta en tus labios  el vocablo de la mañana, el bisbiseo de la tarde, y la sordina de la noche.
Proclamo que en tus labios  encuentro, el resguardo de mi fárfara, el abolengo de la fealdad, el plañido de los rubores, y el sosiego que procuras a mi hálito. Concurro a tus labios, con un adagio augusto  redimido de pecado, a resucitar del desaliento, del brebaje fosco de las falacias, a confesar mi venerar, y volar sobre este infinito placer. Tus labios. Acudo a ellos a conectar con el alma  que me aguarda en su interior.
__Gracias.
__Es la verdad. Pedro, soy un sobreviviente, solo un sobreviviente.
__ ¿Cómo?
__Se ha perdido la noción de las horas, los días parecen viajar montados en un tren de imágenes imposible de detener, los años sin que este amor se viva entre mis brazos hoy creo se perpetuaron en un otoño indefinido, pues mis caricias que a tu piel no llegan caen como hojas secas y mis besos que a tus labios no llegan como una gota en el desierto se evaporan.
Sobreviviente al tiempo y a la distancia se ha vuelto este amor, a veces agónico en mí latiendo, cuando en mis horas ausente te siento y otras veces con fuerza en mí palpitando haciendo sentir al corazón por primera vez enamorado, cuando siento que tu voz me acaricia y tu mirada me besa, cuando siento que frente a mí duermes o descubres para mis besos diamante, tu piel.

Latidos con ritmo de pasión despiertas en mí con tan solo pensarte, arrancas de mi boca un suspiro cuando mis sentidos parecen con desesperación gritar querer amarte, cómo negar a este amor sus ganas de seguir por ti viviendo, si extrañas percepciones me invaden cuando a distancia de mis brazos algo a ti te aqueja y aunque ausente de tus pensamientos me tengas, mi amor incondicional sentirás en ti me despierta.

“No me pidas permiso, precioso. Concédeme cada noche, no pedir permiso para poseer mi cuerpo, te regalaré mi perversa imaginación, mis fantasías llenas de pasión, toma lo que quieras: mis fronteras, los montes, mis llanuras y valles, hasta llegar a explorar mi mar embravecido; sin vestimenta adquirida, me desvisto lentamente, caen mis ropas al suelo, me miras y me sonrojo.
Sorpréndeme, recorre mi espalda, deambula por dondequiera, cada rincón te pertenece; tus labios se incendian; toma lo que quieras, a cualquier hora, ya sea de día, o de noche; ¿a qué sabrás?

A dulce néctar o a amarga soledad; a deseo prohibido tal vez, la travesía de tus dedos sobre mi  fuente y así sin temor diciéndote ¡no pares! Labras tus huellas perennes en mi ser.
Abrázame, bésame, muérdeme, cómeme, rómpeme, sin pedir permiso; hoy vibra el viento al compás de nuestros cuerpos, tuyo a plenitud seré, ¡ámame ido, loco o como quieras! Pero hazlo, convénceme para fusionar las esencias; solo acaríciame, provócame, ven a mi cama, aromas clandestinas, con sabor a censura.
De ti siempre querré beber, embriagarme de placer, como el más fino licor burbujeante; ¡ah si la noche hablara! Qué diría de nosotros, tu virilidad se hace presente, la combinación perfecta de dos mundos, soy pecado bajo tus manos, solo quiero que me entregues tu esencia, soy lo que quiero ser contigo, intenso… Que te quiero devorar”.

_ Se puede especular de muchos temas, incluso llegar a considerar de eruditos a algunos que dediquen a ello estudios o profesiones de toda una vida, pero ¿qué sucede con el amor?, esa cuestión que influye de manera tan decisiva en la procreación y perpetuidad de la especie y a la que, siendo la fundamental en la existencia del ser humano, solo dedicamos pocas frases diarias.
Desde que se alcanza el uso de razón cada persona se va formando una definición en el subconsciente de cuál es el modelo perfecto al que enfocar prioridades en lo relacionado a la atracción personal.
De tal guisa, se conforman algunos patrones muy definidos que, unos más y otros menos, arman en no sé qué parte del cerebro junto a la información del ADN heredada de la ascendencia, un detonador que se dispara cuando estamos en presencia del modelo que más se ajusta a nuestra percepción de perfección cuando el corazón lo estime conveniente. Para ser serios, y evitar un panfleto interminable, hablemos del amor supremo, el que se entrega sin esperar nada a cambio, el incondicional.
El amor cuando se presenta lo hace como una patada en el pecho, sin planificar, lo mismo surge al doblar la esquina que igual nunca aparece, pero cuando llega es imposible de aguantar, destruye todos los planes y retuerce la vida hasta donde estime conveniente, y lo peor de todo es que no hay posible defensa ante semejante locura.
Claro que hay quienes lo rechazan por miedo a tanta debacle personal y niegan una vida de pasión, claro que quienes así lo hacen nunca entenderán las locuras que se llegan a hacer por amor, claro que no explorarán los límites en que se puede desarrollar la vida, claro que tales desalmados pierden casi por completo la condición que les diferencia del resto de animales irracionales, la sapiencia; sin embargo, están los otros, los que se dejan llevar por el amor, locos que le echan valor a los designios del corazón, esos son los que mantienen al mundo girando.
El proceso de enamoramiento se puede dividir por fases cuyo número depende de cada persona, pero por regla general son cuatro fundamentales.
 La primera es cuando todo lo que hace la otra persona tiene un valor incalculable, las conversaciones, aunque banales suelen tornarse interminables, los gestos, la manera de hablar, andar, etc., son consideradas supremas. En esta fase solo se notan los aspectos positivos de la otra persona y ambos se atraerán con las mejores artes seductoras que posean, las endorfinas campan por sus anchas en el cerebro convirtiéndoles en perfectos drogadictos de amor, proceso que suele durar como máximo un año a riendas de la madre naturaleza con el objetivo de la procreación.
La segunda fase es la del acomodamiento. Una vez la madre natura decide poner fin a la “drogadicción” de amor por el simple hecho de considerarlo insostenible para el buen funcionamiento de la salud, comienzan las acciones mutuas por complacer al otro sin depender de la pasión, más bien por la importancia que se ha dado por cada miembro de la pareja al otro y el deseo de hacerle feliz de la mejor manera posible; es una fase que puede durar años y depende mucho del carácter y el temperamento (la idiosincrasia influye sobremanera, pero como sabemos está subordinada a la moral imperante o impuesta, entonces es un indicador falso)

La tercera fase casi no se debería considerar parte del amor por ser lo opuesto, pero al formar parte de su ciclo natural hay que tenerla en cuenta y no es otra que el aborrecimiento por el otro. Desparecen: el afecto, el gusto o apreciación, las antiguas virtudes, el tiempo mutuo dedicado, la magia; se amplifican: los defectos, las manías inaguantables, las obligaciones, diferentes taras de la relación, la aversión; lamentablemente comienzan las opiniones adversas del otro ante familiares, amigos y la condición sine qua non que lo rodea todo es la de estar ciegos a razones. Por último, surgen las malas acciones que van desde una simple mirada de odio hasta la traición y vaya usted a saber qué otras cosas. Esta fase es una carrera por lo negativo en la que nunca nadie sale victorioso.
Sin embargo, también tenemos a los corredores de fondo, esos maratonistas del amor que superan lo negativo de la fase anterior y demuestran que hay amor más allá de la primera atracción física, de las condescendencias posteriores y de los posibles odios que le sucedan. Son, ya longevos, los protagonistas de la cuarta fase. Aquí obran los recuerdos de lo que fue y ya no es, se sigue amando, pero no a la persona que se tiene al lado, sino a la imagen que queda de ella, al respeto que se ha agenciado durante toda la vida y a su personalidad. Es necesario mucho de todo lo anterior, pues los cuerpos ya se han deteriorado al punto de convertirse en una caricatura de lo que fueran. Para que esta fase triunfe se necesita además de mucha paciencia y empatía por el prójimo, la mezcla de sensaciones vividas durante años, los recuerdos todos (los buenos y los malos) y por último, a pesar de la fragilidad en que se pueda encontrar la relación, una gran dosis de amor del bueno. Amor incondicional. Esta es la fase en que, aunque se esté discutiendo acaloradamente con la otra persona, cuando uno de ellos pregunte en medio de la disputa si se le ama, siempre se responde:
-Sí. Te amo.
Yo creo que se puede amar así _concluyó, Pedro.

__ ¿Cambiaste tu tesis?
__ Tal vez __ dijo Pedro.

__

Al día siguiente, Pedro se encontraba en el Departamento de Estudios Italianos, revisando la correspondencia antes del seminario sobre Dante. Estaba escuchando el CD que Matías le había regalado. Finalmente había aceptado su regalo, cosas peores llevaba hechas con Guillermo aun sin que él lo recordara, y lo había cargado en su iPod.

Su amigo tenía razón. Se había enamorado del álbum inmediatamente y pronto comprobó que podía trabajar en su proyecto mucho mejor con aquella música que con la triste de Mozart, la lacrimosa era demasiado deprimente.
Tras varios días sin encontrar nada, finalmente recibió correspondencia. Tres cartas.
La primera anunciaba la nueva fecha de la conferencia del profesor. “La lujuria en el Infierno de Dante: el pecado  capital contra el yo”. Tomó nota y pensó preguntarle a Matías si le apetecería acompañarlo.

La segunda carta venía en un sobre pequeño color crema... Al abrirla comprobó con sorpresa que contenía una tarjeta de regalo de Starbucks, una tarjeta personalizada, decorada con la imagen de una bombilla. La tarjeta decía: “Eres brillante, Pedro”.
Al darle vuelta a la tarjeta, vio que tenía un valor de quinientos dólares. “Mierda__pensó__. Eso es mucho dinero”. No le cupo duda de quién se la había enviado y por qué, pero igualmente no se desprendió de la sensación de sorpresa. Hasta que abrió la tercera carta.

Era un sobre alargado y elegante. Pedro lo abrió rápidamente y vio que se lo enviaba el jefe de Departamento de estudios Italianos.
Lo felicitaba por haber conseguido una beca. Lo primero que hizo él fue buscar la cantidad. Al ver que se trataba de diez mil dólares al semestre y que era compatible con la que ya cobraba cerró los ojos.

“Oh, dioses de los estudiantes francamente pobres que viven en agujeros de hobbit que no son aptos ni para perros, gracias”.

__Pedro, ¿te encuentras bien? _preguntó la voz de Isabel, amable y tranquilizadora, lo sacó del trance.

Dirigiéndose a trompicones hacia su escritorio le mostró la carta.

__Ah, sí, ya me enteré _dijo la mujer con una sonrisa traviesa__. Esas becas no se conceden muy a menudo __aclaró.

__Puedo imaginarlo, es una fortuna _respondió, Pedro.

__De repente, el lunes, recibimos una llamada diciendo que una fundación había donado miles de dólares para un alumno brillante, para la dotación de esa beca.
Pedro asintió, sin salir de su asombro.
La señora Labrapoulus se quedó mirando el sobre.

__Me pregunto quién  puede ser.
__¿Quién será quién?
__La persona que da nombre a la beca _ aclaró ella.

__No lo he leído hasta el final.

La mujer le devolvió la carta y le señaló el nombre.

__Dice que eres el destinatario de la Beca M.P. Graziani. Me pregunto quién será M.P. Graziani. ¿Crees que sería pariente del profesor Graziani? Aunque Graziani  no es un apellido demasiado común, olvídalo, probablemente, no sea nada más que una coincidencia.
__Graziani _  murmuró, Pedro, embargado de emoción…

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDEMCIA.

LENGUAJE ADULTO.

ESCENAS EXPLÍCITAS.


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