domingo, 20 de octubre de 2019

EL EMBAJADOR. TERCERA PARTE. CAPÍTULO VEINTIOCHO.


EL EMBAJADOR.

TERCERA PARTE.

CAPÍTULO VEINTIOCHO.


“Elegía del recuerdo imposible/Jorge Luis Borges.
Qué no daría yo por la memoria
de una calle de tierra con tapias bajas
y de un alto jinete llenando el alba
(largo y raído el poncho)
en uno de los días de la llanura,
en un día sin fecha.
Qué no daría yo por la memoria
de mi madre mirando la mañana
en la estancia de Santa Irene,
sin saber que su nombre iba a ser Borges.
Qué no daría yo por la memoria
de haber combatido en Cepeda
y de haber visto a Estanislao del Campo
saludando la primer bala
con la alegría del coraje.
Qué no daría yo por la memoria
de un portón de quinta secreta
que mi padre empujaba cada noche
antes de perderse en el sueño
y que empujó por última vez
el 14 de febrero del 38.
Qué no daría yo por la memoria
de las barcas de Hengist,
zarpando de la arena de Dinamarca
para debelar una isla
que aún no era Inglaterra.
Qué no daría yo por la memoria
(la tuve y la he perdido)
de una tela de oro de Turner,
vasta como la música.
Qué no daría yo por la memoria
de haber oído a Sócrates
que, en la tarde la cicuta,
examinó serenamente el problema
de la inmortalidad,
alternando los mitos y las razones
mientras la muerte azul iba subiendo
desde los pies ya fríos.
Qué no daría yo por la memoria
de que me hubieras dicho que me querías
y de no haber dormido hasta la aurora,
desgarrado y feliz”.

De regreso a la misión Pedro iba en silencio observando el camino que el día anterior se hallaba cubierto por las aguas del río, que ahora mostraba los vestigios, como charcos y baches profundos. En dos oportunidades habían estado a punto de ser arrastrados por el río, y Pedro los había salvado. Era obvio que entre sus talentos contaba con saber hacer frente a las fuerzas de la naturaleza.

--¿Les enseñan a los soldados a hacer frente a los diferentes climas y geografías? _ se arriesgó a preguntar Guillermo.

__En general, sí.
__ ¿En general?
__Está bien embajador, pero prométeme que no discutiremos por esto, al menos no ahora.
__Dímelo primero.
__A los soldados rasos no los adiestran con la misma intensidad con que lo hacen con los de grupos especiales de élite.
__ ¿Grupos de élite?
__Son soldados especializados. Se les envía a realizar misiones puntuales de alto riesgo.
__ ¿Es Alberto uno de ellos?
__Lo era, sí.
__ ¿Vos eras un soldado de élite, allí se conocieron?

Pedro mantuvo la vista en el camino y guardó silencio. Para Guillermo, la respuesta era clara, necesitaba oírla de sus labios, y lo miró con tozudez.
__Sí _ contesto, Pedro__. Pertenecía a un grupo de élite secreto. Solo Alberto y ahora vos lo saben, es confidencial, Guille, por favor no puedo decirte nada más, no por ahora.

__ ¿Y tu familia, Orestes, Camila? ¿Qué les decías?
¿Estaba Camila al tanto? ¿Eras o eres?
__No.
Debió ser difícil para vos. ¿No podías decirle la verdad?
__Así se me había ordenado.
__ ¿Por qué abandonaste esa carrera? ¿La de soldado de élite?
__Porque comenzó a aburrirme, y nunca tuve paciencia para recibir órdenes.
__ ¿Te aburrirás de mí? __preguntó Guillermo con talante divertido, que se esfumó en cuanto Pedro volvió la cabeza para mirarlo con enojo.

__No hagas preguntas a la ligera, Guille. No juegues con lo que hay entre nosotros después de lo que vivimos anoche y esta mañana. Y no olvides nunca que fuiste tú quien me dejó de lado por el francés.
Un mutismo incómodo se apoderó de la cabina de la cuatro por cuatro. Guillermo prefirió callar a exponer sus puntos de vista porque eran al fin simple vías de escape nacidas del miedo a enfrentar el amor que le despertaba ese hombre, desesperado, enorme, aterrador, infinito, arrebatado. Al pensar en él tan cerca de Pedro empezó a experimentar un ahogo que lo obligó a bajar la ventanilla, y a sacar la cabeza para recibir el aire cálido y húmedo de la selva.

__Me dijo Evangelina que quieres a adoptar a Adul _comentó, Pedro luego de un rato sin hablar__. ¿Les contaste a tus hijos?

__No hasta no tenerlo por seguro, sí quiero adoptarlo.
__ ¿Te aseguraste de que es un niño sano? Quiero decir  si no tiene sida o algo por el estilo, ya sabes cómo llegan esas criaturas a la misión.
__Abdul es tan sano como vos y yo, un hallazgo en esta tierra plagada de pestes. ¿No debería adoptarlo si estuviese enfermo?
Pedro meditó la respuesta.
__Creo que la respuesta es sí, si lo quieres y deseas, deberías adoptarlo igualmente. Es inteligente y tiene un sentido de la ubicación que muchos adultos no alcanzan ni de viejos.
Guillermo contempló el paisaje como para ocultar la sonrisa de satisfacción. Era consciente de la transfiguración de su rostro, del calor que colmaba sus ojos, y habló con la seguridad de que no le fallaría la voz.

__Las hermanas están ayudándome con las autoridades internacionales, han llamado para agilizar los trámites. Son muy burocráticos pese a las condiciones en que viven estas criaturas.

Pedro condujo sin pronunciar palabra el resto del trayecto, aunque las preguntas y comentarios bullían en su mente, anhelaba saber si el embajador deseaba que él fuera el padre del niño también, si aceptaría casarse con él para agilizar los trámites, y sobre todo deseaba saber, si después de lo compartido la noche anterior, las cosas volverían a ser como antes o mejor entre ellos, como antes de que apareciera Matías, como antes del veneno, donde la dicha empezaba a no tener fin. Guillermo era a la única persona a la que ponía por encima de él y a la que temía. En cierta forma, todo seguía siendo igual.

El rugido del motor atrajo a los niños, que evacuaron la capilla como en bandada y corrieron para darles la bienvenida a los recién llegados, y mientras Pedro estacionaba la camioneta, saltaba junto a la puerta, algunos niños lo  miraban.
Cuando Pedro bajó y Abdul se echó a sus brazos, lo levantó en el aire, le dio un beso en la mejilla y le hizo dar vueltas. Las carcajadas del niño contagiaron a Guillermo, que observaba la escena con embeleso. Nunca lo había visto a Pedro siendo tan cariñoso con una persona como no fueran Alberto y Gabriela.
Las religiosas, Gaby, y Sonia, el cura de la misión salieron de la capilla con menos ansiedad y expectativa que los huérfanos. Abrazaron a Pedro y agradecieron a los dos por haber salvado a la niña.

__ ¿Cómo está ella? __ Le preguntó la madre superiora a Guillermo.

__Estuvimos con ella antes de venir aquí _ informó el embajador__. Está muy bien, gracias a Dios, aunque asustada. No dijo ni una palabra. Solo miraba con ojos desmesurados.

_ ¿Y su madre? _quiso saber la religiosa.

__Con ella, junto a su cama.
__Gracias a Dios.

Luego del almuerzo mientras Pedro y Abdul  lavaban la camioneta, y Sonia con Gaby conversaban en lo que parecía ser su sitio predilecto, una hamaca, Guillermo y Alberto, charlaban el resguardo del calor y del sol en la cocina.

__! Daría cualquier cosa por ver a Pedro vestido con esa bata y pantuflas! ¿Dónde durmió? __ se animó a preguntar.

__Se suponía que tenía que dormir en otra habitación, pero a la madrugada, me desperté y lo encontré durmiendo en la mía.
__ ¿Y?
__Shhh __lo conminó__. Las hermanas duermen.

__ ¿Y? ¿Qué tal? ¿Se reconciliaron? Porque después de tanto tiempo…
__Beto, no puedo describirlo con palabras, no sabes lo que fue. No fue solo sexo, que estuvo maravilloso. Hubo algo más. Una magia. Algo que asusta y ni puedo definir por la poderoso. Lo sentí tan mío, como una parte de mí, como si su ausencia fuera la muerte, creo que si le pasara algo, yo no podría supervivirlo.
__Perdona, Guille, pero has estado medio muerto pese a los otros en este tiempo intentando mantenerlo a distancia. Pedro y vos son almas gemelas, las que reencarnan una y otra vez para reencontrarse en este mundo y amarse.
__Tengo tanto miedo.
__ ¿De?
__De mi carácter endiablado y desconfiado, de la naturaleza de él.
__Sí, es un hombre muy lindo y romántico, pero también temerario y atemorizante, no tiene límites, ni paz, nada le basta.
No era feliz con Camila y…
__Sí, lo imagino, ¿y cuando se cansará de mí?
__Contigo es distinto, en mi vida he visto a un hombre tan obsesionado con otro.
__Sí, quizá se trate de una obsesión, y una vez que me tenga asegurado se canse de mí como con todo. Él mismo me acaba de confesar que a la larga todo lo aburre.
Basta de Pedro, vamos a ver qué está haciendo mi futuro hijo que es la cosa más linda del mundo.
 De camino al sendero donde se hallaba la Range Rover, Guillermo se detuvo de pronto, Pedro al volante con Abdul sobre sus piernas, señalaba el tablero, le hablaba al niño, que se mantenía serio y atento, con expresión de entrecejo apretado.

__Beto… verlos juntos de esta manera tan armoniosa… parece un sueño.
__! Papá! _vociferó, Abdul, al verlo a distancia.

__ ¿Acabas de oír lo que yo oí?
__Sí, embajador, lo llamó papá.

Pedro puso la camioneta en marcha y permitió al niño ponerse al volante. La sonrisa de Abdul brillaba y se expandía, y alcanzaba a Guillermo en el corazón que palpitaba, descontrolado. La camioneta se detuvo frente a él y el niño se precipitó fuera a los brazos de Guillermo que lo esperaban abiertos.

__ ¿Viste cómo manejo? ¿Me viste, papá?
__Sí, tesoro mío, te vi. ¡Lo hiciste muy bien! Igual de bien que Pedro.

Guillermo y Pedro intercambiaron la mirada cargada de significado hasta que el primero rompió el contacto porque el niño le atrapó las mejillas y le obligó a mirarlo.
__Pedro me prometió que cuando cumpla dieciocho años, me va a comprar un auto, que será solo para mí, ¿verdad, Pedro?
__Así es, campeón.
Guillermo nervioso abrazó al niño.
__ ¿Te mojaste la cabeza como te dije?
__Pedro me la mojó varias veces.
--Gracias _ dijo Guillermo y destinó una mirada rápida a Pedro de pronto avergonzado, pero este que permanecía en el asiento de conductor lo tomó de la mano y lo atrajo hacia él, apoyó la frente en la de Guillermo.

__Te dice papá _le susurró, y Guillermo se limitó a asentir__. Le pregunté por qué te llamaba así solo cuando no podías oírlo.

__ ¿Qué te dijo?
__Nada. Me miró medio desconcertado, y se quedó pensativo, luego al verte te dijo papá con la soltura de tus otros hijos.
__Tesoro mío.
__ ¿Yo también lo soy?
__Me temo, Pedro Beggio… que vos sos mi vida.

__Alberto ¿dónde está Pedro? _interrogó el embajador.

__Trabajando, no sé nada más embajador.
__Alberto, yo soy su jefe, la única misión que le di fue la deserción de la artista,  si algo admiro de él es su capacidad de resolver problemas y encontrar soluciones.
__En efecto, eso lo delegó y está hecho, es otra cosa, y debe de permanecer lejos de la capital hasta que él regrese, por favor embajador, ni siquiera yo podría asegurar su vida.
__ ¿Qué dices?  No puedo estar lejos de la embajada porque mi subjefe desaparezca y lo diga.
__Guillermo, por favor, confíe en mí si no cree en Pedro.
_Esperaré unos días más pero si no reaparece, regresaré. Cambiando de tema, ¿es linda la casa de Gabriela?
__ ¿Cómo?
__Vamos coronel, que los vi en la velada de Arismendi pese al lío, sé que salieron juntos.
__Es cierto, sí, la llevé hasta su casa, vive en las afueras con su padre, pero no le caí simpático al anciano, me sacó como llegué, pero no puedo negar que Gaby me fascina. Guillermo hay un tema.
__El padre, ya me dijiste, supongo que puedes conquistarlo.
__Además, la casa, me preocupa, no tienen un sistema de seguridad, ni un guardia, yo entré por la puerta principal, como lo haría un terrorista, no dejo de pensar en eso. Quisiera pedirle permiso para ocuparme, cuando Pedro regrese, ¿puedo?
__Por supuesto, si consideras que están en peligro, no tienes que pedirlo _respondió Guillermo__. Me encariñé mucho con Gaby y no quiero que le suceda nada malo, nadie mejor que vos para ver cómo protegerla.

__La propiedad es inmensa, el padre tuvo un accidente cerebrovascular y está en silla de ruedas, apenas tiene un puñado de sirvientes, no puede vivir así.
__Adelante coronel, cuídala, no queremos que le suceda nada.
__Gracias, Guillermo, me dejó dicho Pedro que no se exponga, que puede quedarse en la casa de manos que curan o en la misión, que él lo buscará en cuanto termine, por favor, embajador, recuerde la última vez que le dije que era peligroso, se salvó por milagro del último atentado.
__Ya te dije que esperaré unos días, pero mi sitio está en Bucarest, Beto, no puedo ocultarme porque Pedro desaparezca, anda, ve con tu chica.

“Amor mío. ¿Dónde estás?  Es  normal pensar tanto en alguien? porque ocupas cada minuto de cada día, todos mis pensamientos, y pese a lo del veneno, a que creí que más allá del amor, se me quebraba el corazón porque rompías con la confianza que te tenía, nunca estuvo en juicio que te amo, como también que estoy rabioso de celos, no me castigues con tu ausencia, Pedro, regresa. Fuiste lo tercero que vi, aunque la tristeza y la soledad no sé si contarlas, debido a la intimidad que nos une. Me senté a la justa distancia como para sentir tu perfume o imaginarlo tal vez, pero no hay error en eso, de todas maneras su tarea fue cumplida. Un rato después empezó el verdadero reconocimiento, esperando que sí seas, casi suplicándolo. Contemplaba tu lacio y achocolatado cabello, que angelicalmente caía invitando a seguirlo y soñar. Reconocí todo lo que me gusta en tu rostro, aunque lo veía apenas, solo cuando grácilmente mirabas a los lados o ponías parte de esa belleza que deseaba acariciar, tras tu delicada y perfecta oreja que decoraba al pequeño aro que quedaba en segundo plano.
Pude imaginar tus pies abrigados y regresé a tu rostro, mientras inspiraba y cerraba los míos para permitir que tu aroma pintara mis párpados y así llevármelo a casa suplicando que no se desvaneciera. Sabía que el momento era ineludible y lo fue y pagó con creces estos días grises. Buscaste algo, miraste atrás y ahí estaba mi amor esperando, disfrazado de indiferencia que nadie creería. Con pudor soltaste a la perfección esa mirada escondida y me sonreíste apenas y me encantó.
No sé si fue adrede o si solo me dejé llevar, pero allí estábamos en un tiempo diferente y de frente los dos. Estiraste tu mano y yo correspondí, pero fue demasiado rozar tu tibieza y esa voz que esperaba revolucionó mi interior y mis ojos no pudieron mantenerse firme ante los tuyos y miré al piso mientras me imaginaba colgado de tu cuello, caminando a la par, sorbiendo esa dulzura que tu mirada derrama como algo insignificante y normal sin ninguna pretensión. Nos cruzamos otra vez y ninguno se atrevió a mirar. Me aterré al sentirme descubierto. ¿Será que notó que muero de amor por él? ¿Será que no entendió que ese día salvó mi vida? ¿Será que no comprende aún que dejamos de ser tres en la mía? Y ese nombre que no puede ser real. Tal vez me esté apresurando, tal vez no llegue a ser, tal vez…, tal vez… pero de algo sí estoy seguro, es que ese ser ya sabe que yo estoy ahí, que lo voy a esperar y que de algún modo, ya nada va a ser igual.
Dedicado a este compañero de años que me mantiene aquí: El Amor.
Tengo celos de amor, celos crueles que me turban la mente y sin razón, son celos que me llevan a un abismo arrastrándome hacia él sin compasión.
Siento celos del viento que te besa, celos hacia el sol que da a tu piel, son celos hacia el día y a la noche que se asoman para verte. Siento celos del agua que te toca cuando bañas tu cuerpo con pasión, son celos que van hacia las cosas que aprecias y acaricias con amor.
Son celos que siento por mis manos que desean a tu cuerpo acariciar, son celos que siento por mis labios porque quieren saborear tu boca. Siento celos del mundo y su sistema, de todo lo que está a tu alrededor, me dan celos cuando veo que en el día, te estremeces de alegría al oír mi voz. Son los celos que siento por el aire, sé muy bien que si respiras es por él, son los celos que siento por mis ojos porque viven muy pendientes de tu ser, son los celos que tengo hacia mi mente porque a diario piensa en tu querer, celos que atormentando están mi alma y destrozando van mi mente y corazón, son amargos, cual hiel que va vertiendo… en mi ser… ¡Estos celos sin razón! Sos el aire que respiro, regresa, cielito, porque son un autómata lejos de vos, no vivo.
__
El conductor de color de Gaby le cedió el volante en un acto de generosidad a Alberto, que se ofreció a acompañar a Gaby hasta su granja en tanto Guillermo se trasladaba con Sonia y sus hijos a la casa de manos que curan.
Gaby, sentada a su lado, iba atenta al camino,  en una postura de hombros erguidos que realzaba su elegancia natural. Beto la miraba de reojo, colmado de dicha y orgullo, aún azorado por el hecho de que esa criatura buena y sensible pudiera corresponderle. Conducía y cada tanto disfrutaba de la imagen que componían su nariz pequeña, sus pómulos salientes, sus labios generosos, sus ojos chispeantes, la curvatura de su frente amplia y el largo cuello, expuesto gracias a que se había recogido el cabello en una coleta. Se mantenía serena y confería la idea de solidez, de mujer sensata y eso lo seducía tanto como su belleza.
A lo largo de su vida, Alberto se había embarcado en numerosas relaciones sentimentales, algunas más serias que otras, con mujeres de todo tipo, jóvenes, mayores, casadas, solteras, aun viudas. No obstante, con ninguno de esos amoríos había experimentado la sensación de plenitud vivida ese fin de semana en la misión, solo con la mayoría lo había pasado bien y disfrutado de sexo… Sostener la cálida y firme mano de Gaby era suficiente para cobrar fuerzas y  enfrentar lo que fuera, y estando lejos de Bucarest sin micrófonos ni espías se sentía volar. Se trataba de una experiencia novedosa, la de sentir que ella le daba fuerza. Con cada beso que le había robado ese fin de semana ella lo había transformado. Las emociones lo asaltaban al unísono, lo inquietaban por lo nuevas y ardientes, simplemente era feliz.

__Gaby, tienes una hermosa propiedad. ¿Qué significa su nombre?
__Luz de luna _ explicó ella__. La hacienda tomó el nombre del lugar donde se encuentra. Así llamaban a ese sitio mis compatriotas, antes de que mi abuelo comprase las tierras.

__ ¿Por qué lo llamaban así?
__Según cuenta la leyenda, es porque la luna estaba enamorada de esa laguna ubicada a unos kilómetros de la casa, sobre la cual gustaba reflejarse para mostrar cuán bonita era y conquistarla. Su luz era tan intensa que se refractaba en las aguas de la laguna e iluminaba varios kilómetros a la redonda.
__ ¿Existe esa laguna?
__Sí, y es hermosa. Algún día te llevaré. Iremos a caballo. Es un lindo paseo, si soportas el calor.
__Oye Froile, ¿qué opinas de la seguridad de la hacienda? _ dijo Alberto buscando al chofer en el espejo retrovisor.

__Es pésima, coronel _ contestó__. Yo duermo dentro de la casa, cerca de los dormitorios, con mi fusil al lado de la cama. Tendrían que pasar sobre mi cadáver para dañar a la niña o al patrón, y no sería fácil, señor.

__Le creo _ acordó__. ¿Pero qué ocurriría si entrasen varios hombres y te resultase imposible lidiar con todos ellos?

__No sería fácil, coronel.
Beto percibió la mano de Gaby sobre su rodilla y se quedó quieto mientras ella la subía y bajaba. Justo con ese ir y venir, la respuesta de su cuerpo vibraba en cada centímetro de su piel. Lo maravillaba que Gaby, con una simple caricia, lo excitara como una piedra. Giró la cabeza para observarla, consciente de que era incapaz de suavizar la severidad de sus ojos, que no se relacionaba con el enojo, sino con un deseo tan carnal y agudo que eliminaba los artificios que solía emplear con una mujer que le gustaba, lo desproveía de todo control, lo desnudaba. ¿Por qué esta mujer era distinta de las demás? Ella le sonreía, y le expresaba agradecimiento por su preocupación.
__Si nos invadiese una decena de hombres armados __ habló el chofer, luego de reflexionar__, me vería en serios problemas, señor Marini. __Pasado un silencio, el hombre continuó__. Señor, si usted hablase con el patrón sobre las medidas de seguridad, yo lo apoyaría.

A medida que se aproximaban a la hacienda, Beto percibía el nerviosismo que se apoderaba del ánimo de Gaby, sabía que se relacionaba con su padre. El hombre aguardaba su regreso, padre e hija se abrazaban cuando Alberto se aproximaba con el bolso de ella, y la alegría se borró del semblante del anciano cuando lo descubrió.

__Usted, otra vez. Buenas tardes.
__Buenas tardes, señor _ saludó, mientras palmeaba el lomo del perro  de Gaby.

__Encontré a Alberto en la misión. Me acompañó aquí, papá.
__ ¿Le  pasó algo al chofer?
__No _ se apresuró a aclarar__. Pero como ayer llovió tanto y el camino está muy pantanoso, Alberto se ofreció por si se presentaba algún inconveniente.

__Gracias __ masculló el hombre, desde su silla de ruedas, lo percibía a Beto como un gigante.

__ ¿Qué te gustaría tomar? __ofreció, Gaby__. ¿Café, jugo, vino?

__Lo que tú tomes para mí está bien.
La muchacha abandonó la galería, nerviosa, inquieta. Alberto en cambio, se sentía sereno frente a la hostilidad del padre. Tomó asiento en un sillón a un ademán del anfitrión.

__Mi hija no me comentó que usted estaría en la misión__. Como no tenía nada que manifestar, Beto guardó silencio__. ¿Por qué fue usted allá, Marini?

__Fui en misión diplomática, acompañando al embajador. __Pese a la penumbra que se apoderaba de la galería, Beto advirtió que la información pasmaba al hombre.

__ ¿A qué se dedica, señor  Marini?
__Soy militar, coronel de la embajada en estos momentos. __Más que nada dependo del subjefe de misión, tal vez venga a buscarme de un momento a otro.

__La verdad, señor, es que esta no es una zona donde uno pueda andar hasta muy tarde por rutas y calles.
__Coincido con usted, señor, Soria. Justamente quería mencionarle que…
Se presentó Gaby con las bebidas y un té para su padre.
__No me trajiste mis galletas, dos me abren el apetito antes de cenar.
__Papá, sabes que no puedes _ le recordó, Gaby__. A veces eres como un niño caprichoso. __Con una sonrisa tímida, Gaby se dirigió a Beto__. Mi padre es diabético.

En ese momento él comprendió la falta de una pierna.
__El jugo está delicioso, Gaby _ expresó al cabo__. Gracias.


_Estaba a punto de mencionarme algo.
__Sí, el tema de la seguridad de su propiedad señor Soria.
__Papi, Alberto trabaja en la embajada, es militar y experto en medidas de seguridad.
__ ¿Y eso qué tiene que ver con mi propiedad?
__Usted acaba de mencionar los peligros de andar de noche por estas rutas y calles. Entrar aquí me resultó muy fácil. No hay seguridad en el portón, no hay cámaras, no hay hombres armados.
__ ¿Está insinuando que soy un irresponsable y que no protejo a mi propiedad y a mi familia?
__Papá, por favor…
__No __ contestó, Beto, sereno__, estoy diciendo que su propiedad carece de medidas de seguridad, las que yo me encuentro más que dispuesto a proveerle.

__Es un vil vendedor. Si cree que porque la casa es palaciega, este viejo está lleno de dinero, se equivoca.
__Papá.
__!No podrá sacarme un centavo coronel!
__Señor _pronunció, Beto y, al ponerse de pie de súbito, causó un sobresalto al dueño de casa, que, de manera instintiva, movió la silla hacia atrás__. Las medidas que planeaba instalar en su casa iban a ser un obsequio. Un regalo para usted y su hija. Lo único que quiero es que Gaby esté segura.

__ ¿Se atreve a entrar a esta casa y echarme en cara que no protejo a mi hija, a lo que más amo en este mundo? Es usted un impertinente.
 __Papá, por favor, no te alteres, te hará mal.
__Le pido disculpas señor Soria, si le he parecido impertinente. Le aseguro que esa no fue mi intención. Simplemente quise poner mi conocimiento a su servicio y de su hija. ¿A cuento de qué, me pregunta?
A cuento de que amo a Gabriela.
__!Ama a Gabriela! Una muchacha que apenas conoce. Todos vienen a decirme lo mismo. Pero le aseguro que ninguno está a la altura de ella. Usted menos que nadie.
__Lo sé.
__Vamos, Alberto, te acompaño fuera.
__Buenas noches, señor Soria _lo saludó sin obtener respuesta.

__Estoy tan mortificada __llorisqueó Gaby en la recepción, junto a la puerta principal__. Perdónalo. Tú que eres tan bueno y generoso, perdónalo. Es muy celoso de sus cosas.

__Y de ti _ añadió y la atrajo hacia él__. Dios mío, Gaby, no soporto dejarte en esta casa insegura. Quisiera llevarte conmigo.

__Bésame, por favor.

Lo hizo con suavidad, tratando de calmarla, de infundirle paz. Saboreó sus lágrimas e intentó absorber sus temblores. No quería que sufriera, que nada la dañase. Quería hacerla feliz.
__ ¿Cuándo me llevarás a la laguna? _le preguntó, para hacerla olvidar del altercado con su padre.

__Mañana. Ven temprano para evitar las horas más duras de sol. ¿Es cierto lo que le dijiste a papá…  que me amas? ¿Cómo puede ser? Hace tan poco que nos conocemos.
__Lo sé, lo sé. No creas que no estoy desconcertado. Lo que siento por ti es tan repentino e inesperado. Pero es la verdad. Te amo. Te amo, y no me importa si la lógica no puede explicarlo. Quiero sentirlo y basta.
__ ¿Cómo puede ser verdad que esto esté sucediendo? Es como una fiebre que nos devora desde el momento en que nos vimos. No puedo dejar de pensar en ti. Sueño con tu presencia. Con tu olor _ dijo de manera enfática. Y se puso en puntas de pie para olfatearle el cuello__. Amo tu perfume.

__Es Sauvage, de Christian Dior por si quieres regalarme un frasco. __Ella rio, y él le contuvo el rostro delgado con las manos__. Quiero que sonrías siempre. Quiero hacerte sonreír a cada segundo. Quiero hacerte feliz. No sé por qué pero de pronto ese parece ser el sentido de mi vida, hacerte feliz. Mi amor, dame la oportunidad. ¿Estás pasando necesidades? Tu padre dijo que está al borde de la ruina.

__ ¿Luce la casa como de alguien que pasa necesidades? __Beto negó con la cabeza__. Es verdad que la fortuna se esfumó. Era inmensa pero se agotó. Aún nos quedan los cultivos, pero sin tecnología y con las tierras agotadas, cada vez rinden menos. Pero tengo recursos.
Y por otro lado, con solo vender uno de los cuadros que tenemos en la sala, podríamos vivir años. Sucede que no lo haría porque papá ama todas y cada una de las pinturas que coleccionó a lo largo de su vida.

__Entiendo. ¿Crees que tu padre quiera volver a verme?
__No lo sé _admitió, y el espíritu de Beto decayó__. Será mejor que tú y él no se encuentren por un tiempo. Le pediré a Froide que lo ablande, solo  él lo escucha.

El sonido de un motor anunció la llegada de Pedro. Antes de permitirle que abriese, Beto la atrajo hacia él y la besó no con la suavidad empleada minutos atrás, sino con fervor desmesurado para transmitirle la pasión que despertaba en él.
__Deseo tanto hacerte el amor. __Gaby emitió un gemido ahogado que enardeció a Beto.

__ Te deseo, Albert.
__Repítelo.
__Te deseo, amor mío. __Y no lo dijo porque no sabía cómo lo tomaría, pero estuvo a punto de agradecerle por haberle devuelto las ganas de gozar con un hombre, por haberle devuelto la índole de mujer.

Se despidieron con dificultad. Ella permaneció en el umbral hasta que la camioneta desapareció en el bosque que circundaba la casa. Agitó la mano con el mismo entusiasmo con que se empeñaba en no romper el contacto con los ojos azules que la devoraban desde la cabina de la camioneta, hasta que la noche cayó de pronto y ya no pudo verlos.

Cerró la puerta y se encaminó hacia la galería, exaltada y deprimida dada la hostilidad de su padre, y ante el mutismo en la casona oyó la respiración agitada de su padre y lo supo, estaba sufriendo un ataque, corrió el último trecho y cayó de rodillas, el hombre casi sin aliento intentó golpearla con los ojos inyectados en ella. Ella acostumbrada a esos episodios, le sujetó los brazos y a gritos llamó al sirviente.

__No vas a dejarme por ese. No te irás. No me dejarás _ vociferó el padre.

__Tranquilo papá, por favor. No te dejaré, no te dejaré _le prometió y apretó los labios para sofrenar el llanto__. Cómo crees que te dejaría, no me iré a ningún lado con nadie.

__ ¿Lo prometes?
__Lo prometo.

__ ¿Qué hay entre Gaby y tú? _ preguntó Pedro sin desviar la vista del camino oscuro y amenazador, les esperaba una difícil misión, su amigo permaneció en silencio, el gesto reconcentrado.

__Supongo que lo mismo que hay entre Guillermo y tú.
__ ¿Así de grave está la cosa? _bromeó.

__Me temo que sí.
__ ¿Cómo lo sabes? Digo, un sentimiento tan profundo. Recién la conoces _ agregó.

__ ¿Cuánto tiempo te llevó saber que el embajador era el hombre correcto?
__Lo que dura una mirada.
__ ¿Y qué te dio la pauta?
__Todo en él. Su mirada, su porte, su sonrisa… Su carácter. Me gustaba que fuera fuerte de ideas claras cuando tenía que serlo, dulce con sus hijos, que amara su profesión. Es el único hombre al que admiro. Sí, creo que en el fondo se trata de eso, de que además de excitarme, provocaba en mí admiración y respeto, rara combinación.
__Difícil de ganar.
Así es.

Días después.

Guillermo escribía una carta a sus amigos en Kansas. En el dormitorio se oía el bisbiseo del ventilador de techo y el rasgueo del bolígrafo sobre el papel, desde el jardín llegaban los sonidos de la selva a los que ya se había acostumbrado, como también a su olor penetrante y a su humedad.
Lo sobresaltó un golpeteo. En un primer momento creyó que llamaban a la puerta, que se repitió segundos después, y Guillermo se giró con violencia hacia la ventana. Soltó el bolígrafo al distinguir la silueta tras el mosquitero de alambre. En un acto maquinal, se cubrió con la bata.

__Guille _dijo la figura.

Se aproximó deprisa al reconocer la voz, quitó el pestillo y se alejó unos pasos hacia atrás mientras Pedro deslizaba el mosquitero y se trepaba al alféizar para introducirse. Saltó dentro con agilidad, y  sus borceguíes apenas sonaron al caer sobre el piso de cerámica. Miró el entorno hasta que sus ojos se congelaron en la cama pequeña, cubierta por el tul, donde lo había amado después de tanto tiempo,  el reencuentro había sido sublime.
Después, buscó a Guillermo con la mirada y lo encontró expectante, en tensión, con el pecho agitado y aprisionado bajo la toalla. El deseo lo turbó a punto de quitarle la respiración, de privarlo de la palabra, Había estado observándolo escribir casi desde que saliera de ducharse, inclinado sobre el escritorio, con el cabello húmedo, se había entretenido observándole los rasgos del rostro, estudiándole los tendones y venas del cuello, la nuca blanquísima y las vértebras, el filo de los omóplatos, la curva de la espalda. Todo eso era de él, y solo de él.

__Hola.
__Hola _ susurró, Guillermo.

Se sentía torpe, intimidado. Desconcertado y pasmado también. La energía de Pedro, que lo alcanzaba como rayos calientes, lo mantenía alejado. No obstante, tenerlo frente a él lo hacía dichoso y lo colmaba de ansiedad. Pedro se había escurrido en su dormitorio como un ladrón y, en ese momento, lo contemplaba con dureza,  no importaba, había vuelto a él después de más de quince días. Le estudió el atuendo militar, chaqueta y pantalón de estampa camuflada en tonos verdes y marrones como se veían en las películas de guerra.

__ ¿Cómo entraste?
__Esta tarde estuve con la mucama negra _habló Pedro y las notas de su voz causaron vibraciones en la piel de Guillermo__. Esa mujer me cae bien, es fácil comunicarse con ella y no tuve problemas de que me dejase abierto el portón para mí.

Guillermo levantó la ceja, Pedro no le refirió de que a cambió le ofreció dinero a la mujer que lo había rechazado, no ofendida sino con un gesto sibilino. Lo que manifestó a continuación también resultó misterioso: “Usted, señor, algún día me lo pagará, pero ese tiempo no ha llegado aún”. “Usted es el escudo protector del embajador”, sentenció, antes de volver a la cocina.

__ ¿Recibiste la nota que te envié con Alberto?
__Sí __contestó, y fue una afirmación oscura, de timbre grave, que volvió a afectarlo. Pedro se tocó el pecho, a la altura del corazón__. La llevo conmigo siempre _aclaró, y sonrió con todos sus hoyuelos.

__ ¿Dónde estás parando?
__A unos kilómetros de acá, en la mina del coltán de la que te hablé. __Guillermo asintió y bajó la vista__. No pude venir antes, no está siendo simple defenderla.

__ ¿Ni llamarme por radio?
Pedro se quedó mirándolo. Lo deseaba al tiempo que lo detestaba por haberse paseado en el hospital con Arismendi y el nene que tenía la cara quemada, lo  sabía por los custodios que dejaba tras él, por haberle permitido que lo tocase en los hombros, que le rozase la mejilla, por haberse quedado a solas con él. No  necesitaba tener dotes de adivinador para saber lo que ese hijo de mil putas le había dicho.

__ ¿Te viste con el presidente en estos días?
__Sí.
Pedro rio con una mueca de desprecio y desvió la mirada.
__Ese desgraciado está buscando que lo descuartice _masculló para sí__. ¿Y para qué vino a verte? ¿Qué quiere con vos? ¿Qué te dijo?

__Me dijo que soy fascinante, me dijo que me ama, que soy lo mejor que le ha ocurrido en la vida, y que quiere que seamos pareja.

Guillermo se arrepintió al instante de su impulso. En el interior de Pedro estaba gestándose el huracán de la ira, él lo sabía por el modo en que los párpados le celaban los ojos, por la arruga del entrecejo y por el aleteo de sus fosas nasales.
__ ¿Y vos qué le contestaste?
__Nada. No le contesté nada. Él me pidió que lo pensara.
__ ¿El muy hijo de puta te pidió que lo pensaras? _exclamó, y se aplastó el jopo con ambas manos mientras reía con sorna y giraba sobre sí.

__Baja la voz, no quiero que sepan que estás aquí, no lo permiten las reglas.
__Por supuesto, que el doctor que también te admira no se entere que estoy aquí, no sea que se ponga celoso.
__Pedro, por favor.
__ ¿Por qué no le contestaste nada?
__Porque no quería lastimarlo. Tengo la impresión de que sufre mucho.
__! Pero no te importa lastimarme a mí! ¿Puedes imaginar lo que siento cuando me entero de que a mi hombre, un tipo al que detesto, le pide que sea su amante?
__Basta, Pedro, por favor _ dijo, y se cubrió la frente con la mano__. ¿No podemos tener un momento de paz? ¿Siempre tienes que dudar de mí? Me he pasado casi veinte días esperándote y ahora que estás aquí, me atacas y me reclamas.

__ ¿Te olvidas lo que sucedió con Olazábal?
Antes de que Guillermo tuviese chance de contestar, Pedro se lanzó sobre él, le arrebató la toalla, que arrojó hacia atrás, y lo contuvo entre sus brazos.
__Guille __pronunció con la misma ferocidad con que lo apretó.

Guillermo sintió la aspereza del género de la chaqueta en los pezones y en el vientre, mientras lo torturaba una puntada en la espalda donde Pedro lo oprimía, le faltaba el aire. Se sujetó a él con ímpetu, refregando su cuerpo, buscando su olor, refugiándose en su fortaleza, aun en su ira, porque la ira de Pedro al tiempo que lo asustaba, lo atraía, lo seducía.

__ ¿Por qué me hiciste esperar tanto? _susurró, Guillermo, agitado, con la garganta seca a causa del placer que él le proporcionaba al masajearle los glúteos. Acababa de descubrir que existía un nervio en el ano que se conectaba con el glande, porque cuando Pedro le separaba las nalgas con rudeza, él experimentaba una pulsación dolorosa acuciante__. ¿Por qué? __insistió, ante el mutismo de él.

__No pude venir antes __ contestó afectado, jadeando sobre el hombro desnudo de él__. Quería, pero no podía.

__ ¿Pensabas en mí? __lo provocó y abandonó la espalda de Pedro para abrirse paso entre sus cuerpos y acariciarle la bragueta__. Ah _ exclamó, complacido no tanto por la dureza que percibió, sino por el calor que irradiaban sus genitales y por el latido que pulsó en la palma__. ¿Pensabas en mí como yo en vos? ¿Todo el tiempo? __añadió, con acento resentido__. No lo creo.

Pedro profirió un gruñido, y con una mano apartó el tul de la cama y lo colocó sobre ella sin mayor consideración.

Fue una batalla feroz mi permanencia en tu boca, muerte de gemidos ahogándose en tu garganta. El hilo de tus labios bordó hogueras, estallidos, volcanes en el éxtasis consumiendo a la eternidad. En el planeta de tu cuerpo extendí la explosión de mis sentidos,  asfixia sin fatiga,  sofoco sumergido al poro abierto que me bebía. Lleno de alas volé sobre tu pensamiento, desnudé a los recuerdos,  los deshice de forma, mis dedos penetraron la laguna de tu mente en la amnesia absoluta que te dejó sin memoria e impregnados de bengalas incineramos a la noche rompiendo al silencio en minúsculos suspiros.
Nos atamos a la niebla de los talles sudorosos, deambulamos la locura apretándonos los ojos y en océanos tan profundos de tu mirada sedienta, vertí gotas de flamas que solo ardían por ti.
Me enredaste a tu cuerpo, me hice cosmos, y giré,  me envolviste en la seductora elíptica
de tu pecho tocándome cada fibra con el filamento de tu voz, universo rojo  de sangre y éter fulminante,  entrega que nos halló desmayados supurando pergaminos en la esfera de la piel.

--Ayer, bajo la lluvia sin el sol de su paraguas, me caló hasta los huesos la humedad de su memoria. Sonreía a mis adentros el recuerdo del encuentro, escrutando mi rostro cada línea facial, que marcada por el tiempo determina mi comportamiento, las cicatrices que deja el paso de la vida, donde la experiencia determina tu sabiduría.
Su mirada  curiosa e interrogante, fondeaba en la simple imagen que subyace en mi ser.
Como hombre sabio percibí su interés más allá de mi piel, y usted,  fue directo, asestando su gracia en mi corazón, no se anduvo por las ramas, suscitaría el deseo, si se requiriese o fuese necesario.
Tristes aquellos hombres que convencidos en su ignorancia, son meros aduladores, embaucadores del género en su prepotencia varonil, ellos no saben o prefieren ignorar
que todo par, predispone la conquista como un acto sentimental, que cuando el amor agoniza en la rutina de siempre, en la habitual compañía que sin amor que el tiempo incomoda, y soñamos, llorando viviendo soñando entre lágrimas, con más compañía que nuestro silencio y la soledad,  el amor es vil y cruel como un acto de supervivencia, y dejas de ser para ser víctima.
Así que señor mío, le rogaría no aligere mis méritos  ni mis esfuerzos neuronales exentos de mis piernas cruzadas de conquistarlo con todo el ingenio de mi alma.
Insinúeme, y lo desnudaré, regáleme sus risas y acallaré a Dios y al mundo tan solo para escucharlo, no, no me quite su bien ganado cielo. Ahora llueve, y sin usted solo es agua, insulsa, insípida, que solo sabe a recuerdo del quejido de los cielos, un lamento, una herida abierta supurante de lluvia, una grieta que se derrama en la verticalidad horizontal de su recuerdo, llueve, llueve, los océanos atronados, de su nombre. Como en toda conquista
quizás usted, me haga una exposición abierta de sus virtudes, y yo, le expondré las heridas abiertas de mis defectos, que desean interrogarlo y conocerlo.
_Toda mi extensión huele a usted, a sus besos nocturnos, y los que me reclama durante el sol. Toda mi piel huele a sus caricias, de esas que luchan en mi cuerpo, que se introducen por dentro. Todo mi ser huele a sus sentimientos, a lamentos y tormentos, a sus latidos y sus momentos. Todo mi espíritu huele a su alma, lo que desea y me alcanza, lo lejos y cercano
y todo cuanto siento. Toda mi alma respira su rostro, la sonrisa que me enamora
la extrañeza que me preocupa. Todo su rostro respira mi memoria las neblinas que disipa el fuego que me quema, el agua de sus labios que me apaga y me conquista.
Toda mi piel le respira y solo ansío el aire de tu vida. Ya hace tiempo que mi geografía
sufrió sus accidentes, que toda su dermatología son mis continentes.
Deliciosos amaneceres son aquellos que nos entregamos, momentos infinitos cuando nos disfrutamos segundo a segundo en nuestro nido del amor. Tu piel y mi fuego haciéndonos un solo cuerpo, con dos corazones incendiando las madrugadas sin fin, derrochando pasión que sale de cada poro y no más. Sintiendo al oído tus más sensuales perversiones me haces tuyo, te hago mío, nos hacemos vida. El sol al salir tiene envidia de nuestro calor y la luna celosa esconde su rostro y se sonroja al ver par de amantes danzando al ritmo del amor.
__Voy a amarte hasta perder la cordura. Quiero dar riendas sueltas a mi locura. Amarte sin pudor hasta perder la razón. Hacerlo de mil maneras, sin tener vergüenza. Que la luna se sonroje, al ver cómo te hago mío, una y otra vez. Quiero saber cuántos besos miden tus caderas. Dejar libre mi lengua, para que recorra tu pecho y tu vientre.  Quiero fundirme en tu cuerpo. Cabalgar como un jinete enardecido. Escuchar tus gemidos  y en completo éxtasis, liberar yo mi placer para que bañe tus entrañas. Hoy quiero hacer de todo pero contigo...
Es tanto lo que te amo, que nadie podrá cambiar mi sentimiento por ti, sueño que te tengo enredado en mis brazos, que mi piel arde al sentir tu calor, es tanto lo que te amo vida mía, que los vacíos del mundo se asombran de tanto sentir.
Qué te parece amor, si te quedas esta noche a mi lado, aquí, detrás de mi espalda, y me abrazas mientras yo desnudo tu pensamiento, mientras deshojamos las ganas, sin decir nada, no hace falta amor si yo soy tu capricho y tú el mío, quiero vida mía que seas lo primero que vean mis ojos al despertar, quiero descubrir el porqué te amo tanto, quiero poner luz en tu vida y yo mirarte aunque sea de lejos, mientras sea yo tu sueño, me sentiré amado aunque tenga que respirar sin ti, no debería ser así pero no está en mis manos, me sienta bien soñar contigo vida mía, me sienta bien.
Te amo.
El otoño cumple religiosamente cada tarde con su propósito melancólico, contagia a mi alma sin remedio, hace que por instantes crezcan en mí las dudas de este sueño, cuando despierto acurrucado en ti, sintiendo tu aliento en mis labios al dejar que se posen en los míos, abro mis ojos lentamente y me da miedo no encontrarme bailando en los tuyos.
Quiero no despertarme vida mía, quiero regalarte sonrisas cuando tus manos me abrazan haciéndome sentir amado y enamorado, quiero beberme las noches soñadas acurrucado en el tiempo que dura un beso, un latido y un te amo amor.
Hoy y ahora te quisiera aquí a mi lado, estés lejos o cerca, una noche más, otro amanecer más, donde juegan los sueños dentro de ese espejismo latente que lo envuelve todo, otro día de lágrimas de negro cristal, de sangre rota por dentro, otro día que busco tu olor y no lo encuentro, me paseo, por el vértice secreto de tus ojos por ver si te encuentro y guardada tienes mi sonrisa como cada noche te dejo un te amo amor mío.
__Todos mis días y noches, me la pasó soñándote y a su vez buscándote, te busco, en la retina de mis ojos y en el silencio atroz de mi alcoba, te pienso y te busco,
en cada centímetro cuadro de mi corazón, más cómo no pensarte, ¿cómo? si pensarte es como tenerte nuevamente, por ello, te sigo buscando, buscando, y a su vez buscándome a mí mismo, te busco en cada rayo de sol al amanecer, y en las tinieblas de cada noche,
mas no te encuentro, por eso sigo y sigo buscándote y sobre todo buscándome,
porque seguramente de tanto buscarte algún día te encontraré, porque la única lucha que se pierde es la que se abandona. Amarte es soñarte cada día y cada noche, amarte es desear
estar contigo permanentemente, amarte es escuchar tu voz y al sentirla, saber que el paraíso existe y que no es otra cosa que sencillamente estar en tus brazos, amarte es darse cuenta, que la espera, es la antesala de la dicha, amarte es entregarte todo, desde mi cariño hasta mi vida, por eso amor mío, amarte es una aventura que no tiene fin, amarte es lo que tú me has enseñado a sentir y a vivir, por eso ahora sé qué es el amor, porque el amor eres tú.
--
Aquella noche mientras estábamos  amándonos de una forma bestial me arrodillé ante él y metí su virilidad en  esos labios en los que él tanto se perdía, esos que él poseía con tanto ahínco, enrosqué mi lengua pasándola lentamente por su férrea erección, cuando de repente un grito salió de él - ¡ Cuánto amo tu boca! - Me gritó guturalmente mientras le hacía una felación...
--Me encantaba su olor y con ansias recorría con mis labios su longitud chupando con suavidad, con demanda y veneración,  con la punta de mi lengua recorrí hasta aquella vena palpitante y luego volví a arremeter mis labios en su pronunciada erección,  rechinaron sus dientes de forma audible colocándome tan famélico, empujé su miembro hasta mi garganta y volvió a sacarla  tragué su sabor.
Tiraba de mi cabello al mismo tiempo que yo gemía al verlo tan excitado, su virilidad recia en mi boca y extasiado de tanto placer por mi lengua tan bífida lo sacó de mi boca y lo dirigió con fuerza en mi fuente de placer, sentí la vigorosa embestida de su miembro lanzando un trémulo suspiro, las burbujas del jacuzzi estaban tan agitadas como nosotros.
Su vigorosidad aporreaba mi interior tan sedoso, mis orgasmos se derramaban, era presa de mi lujuria, grité ante aquella sacudida mientras él profería bramidos roncos de forma gutural, me sentía inexorablemente atraído por mi señor, por su fuerza desde el principio, él me hacía sentir sus exigencias con placer y era tan difícil no ceder, esa parte de mí lo necesitaba y rogaba que cediera ante él mi voluntad.
Condené mi vida al infierno pugnando así mis demonios del pasado, me subí a horcajadas sobre él ondulando mis caderas y empecé el vaivén de ellas mientras que su boca se abrió con una respiración errática, me movía eufórico al sentir ese desespero de mi éxtasis sucumbiendo en fluidos que me golpeaban como una explosión, qué placer agonizante era sentirlo dentro de mi ser.
Ya no podía más, exclamé ahogando mis gemidos al mismo tiempo que él me volteó arqueando mi cintura y levantando mis glúteos colocándome a gatas sujetándome del borde del jacuzzi y me dio su embestida más fuerte llevándome al descontrol, mientras al mismo tiempo él se corría derramándose por completo en una ráfaga caliente y espesa inundándome por dentro cayendo así extasiado de ese placer liberado, nos miramos y un beso fue ese sello que ambos queríamos, no había más nada que decir porque entre nosotros faltaban las palabras dulces, pero sobraban las ganas.
--
Guillermo apreció el fuego que ardía en los ojos de Pedro, y se regocijó en la premura con la que él se quitaba la chaqueta, y recuperó parte de la seguridad perdida durante  las semanas de espera a las que lo había sometido. Sonrió, con gesto lascivo y triunfal, flexionó una rodilla y estiró el cuerpo, como si se desperezase. Luego, se relajó, levantó el brazo, y llamó a su amante con un gesto abúlico.
Pedro había renunciado a desnudarse. Se quitó la chaqueta con sacudidas violentas _había olvidado desabrochar los botones del puño__ y se limitó a bajar el cierre de la bragueta y a sacar de su confinamiento a su pene, le dolía. Se recostó sobre el cuerpo desnudo de Guillermo, que lo sujetó por la nuca y lo atrajo a sus labios con actitud desaforada. El beso fue intenso, profundo y portentoso, y pese a haberse besado de ese modo cientos de veces, quedaron sobrecogidos, mirándose en silencio.

__ ¿Pensaste en mí, mi amor? __insistió, Guillermo, manso, dulce, y le sujetó los mechones que le cosquilleaban en la frente.

__Guille _susurró, Pedro, con ardor__. Mon Dieu…
¿Por qué  te necesito tanto? Sé que hay quienes dicen que se puede amar sin necesitar, pero yo te amo y te necesito para vivir, eres el aire que respiro. __ Y no lo pronunció en voz alta pero también se preguntó” ¿Por qué lo que tiene que ver contigo viene con una cuota tan grande de angustia y temor? ¿Por qué me convierto en lo que no soy cuando de ti se trata?”
Aunque él calló sus cuestionamientos, Guillermo percibió la desesperación de Pedro cuando le extendió los brazos sobre la cabeza y entrelazó sus manos con las de él para formar un puño cerrado, de nudillos tirantes y uñas rojas. Le mantuvo aferrado contra el colchón para pasarle el mentón sin afeitar por las partes sensibles del cuello, por los pezones, por los párpados, por el abdomen. Con la ropa, aun el arma calzada en la parte posterior de los pantalones, con Guillermo completamente desnudo debajo de él, a punto de penetrarlo, se sentía feliz, en completo dominio. Nadie le había inspirado un sentimiento de esa naturaleza, mas se rindió ante la potencia del sentimiento, y le susurró al oído:

__Yo soy el único que te posee _susurró y se introdujo dentro de él, que contuvo el aire para soltarlo lentamente__. Por favor, sabes que no temo a nada en el mundo, excepto a perderte, ese pensamiento me tortura, necesito protegerte, cuidarte.

__Sos el único, sí, mi amor, el único, y no me perderás, Pedro __lo confortó Guillermo, y Pedro rio de gozo porque el tono empleado lo condujo a un nivel de exaltación riesgoso que podría hacerlo olvidar del sitio en que estaban.

__Te amo, embajador.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE. EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY  SHELDON

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