lunes, 24 de septiembre de 2018

"SIGNIFICAR". CAPÍTULO NUEVE.


"SIGNIFICAR".

 CAPÍTULO NUEVE.


“Uno se conoce a sí mismo y sabe lo fácil que es resultar herido, sobre todo si uno se emplea a fondo. A mí me gusta comer de verdad, beber de verdad, besar de verdad, hablar de verdad, enamorarme de verdad y cuando pones tanto en todas esas cosas lo más normal es que salgas lleno de cicatrices. Son pruebas de que has vivido”.
*Joaquín Sabina.
“Perdón por aprender a quererte tanto en tan poco tiempo.
Pero eras aquello que nunca busqué, pero siempre necesité”.
José de Espronceda.
“El amor no necesita nada más que ser entendido,
y sólo necesita ser demostrado,
así será siempre, y entre ensueños, esperado. Mike.
La rutina nos arruina lentamente la vida, por ello es preciso volvernos locos antes de sucumbir a ella”.

Él iba al gimnasio desde joven. En los vestidores se desnudaban los hombres. Sus cuerpos eran fuertes, simples, y en su época de adolescente los contemplaba con fascinación: las piernas largas, nalgas firmes, los brazos de sus compañeros. Le atraían las líneas rotundas, económicas de su anatomía, su olor, admirables en sí mismas, hasta que se supo definitivamente gay. Pero al fin cada género era Narciso atraído por su idéntico reflejo natural. La aceptación era generalizada, y pronto quizá condujera a la bisexualidad.

Rato más sigue pensando, está inquieto, se estaciona en el sitio asignado para él en el hospital. Ha empezado a correr viento… será un día lluvioso.
Juan piensa en Fabián, en los jóvenes que ve a diario, en la misma Camila, en la sexualidad moderna, relajada, disminuida de importancia quizá por supremamente accesible, fácil. Vivían absortos en sus cosas, Fabián ni siquiera parecería pensar en un futuro con esposa e hijos, se les permitía ausentarse de la realidad, flotar por encima, ser parte del mundo sin arriesgar demasiado. Se pregunta si es la época. Luego de las grandes guerras y revoluciones los sobrevivientes se refugiaron cada quien en su burbuja, y la generación crecida bajo el fin de ese experimento es crítica y cínica. Oyen las historias de sus padres y secretamente les reprochan haberles escatimado los sueños y solo heredarles la desilusión, el desengaño. Se pregunta si  está bien no haber deseado hijos propios, o compartidos con Guillermo. La manera de esos chicos de rebelarse es la apatía, el ensimismamiento, la pretensión de desinterés. Es la generación de la tecnología, la del mundo cibernético, de los mensajes de texto y las computadoras, celulares, conectados sin intimidad equivalente a desconectados, acostumbrados a la distancia, al amor líquido, a lo light, a sacrificarse en altar de las profesiones a costa de la vida personal, el éxito empresarial y el dinero.
Hasta los nuevos médicos, los jóvenes internos, carecían de vocaciones apasionadas por el oficio. Juan recuerda la sensación de poder al descubrir la verdad de la ciencia, aun la inexacta ciencia de la medicina. Uno llegaba a sentirse cercano a Dios, árbitro entre la vida y la muerte. Los médicos noveles de ahora decidían su especialidad de acuerdo al mercado, a lo más cotizado.
Mira el rótulo de una enorme farmacia a pocos metros de la entrada del hospital. El rostro de Camila, su timidez, el rubor que se le corrió por las mejillas cuando le preguntó por Pedro la aparecen en la memoria. Piensa que es una mujer diferente, inteligente, interesante, atractiva por no intentar serlo, por el aire de digna distancia y cortesía con que respondió a sus pesquisas. La notó halagada cuando le dijo que él también hubiese cruzado la calle sin mirar para ir a saludarla. No lo dijo para adularla. Fue sincero. Desde que conversaron en el hospital la primera vez, le pareció una joven con un eje interior perfectamente centrado, como hecho con una plomada de ingeniero. Emanaba un aire de saberse a sí misma que era muy seductor, que dotaba a sus facciones de una belleza sutil, un ánima envolvente. Volvería a conversar con ella. Si algo le queda claro es que su visita la turbó y él quiere saber por qué.
Se estaciona en el sitio asignado para él en el área de los médicos del hospital. Ha empezado a correr la brisa. Será un día lluvioso.
__

Despliegan  alas como los cóndores en los altos albores de los cielos, tan majestuosa lanza, un beso a Dios  y muchas caricias jugueteando con la brisa, las lanza con la ayuda del arco de Cupido que presta sus flechas que al llegar al corazón se vuelve en esporas en un fino polvillo con ese toque mágico de las hadas al hacerlo luminiscente con aromas de amor.
Cada flechazo deja un camino de puntos suspensivos,  cada uno con un mensaje venido de la distancia,  unos con abrazos de oso, otros con dulzura con envolventes sonrisas, cantos susurrantes que el aire confidencial se presta a conducir  para cumplir con los mandados  del amor. Nada  detenía la magia así estuvieran lejos,  cualquier medio se prestaba para alcanzar logros de orden fantástico que venían como las pinceladas de un escultural artista que rasgaba los lienzos en finos trazos con paisajes románticos que impulsaba en óleos dibujar en danza los héroes de los sueños que salían como espíritus a cumplir con su amada consigna de dejar hondas huellas.
Mientras,  la felicidad abría puertas de dos corazones,  cada uno trazando puentes para acortar las distancias libros y cartas, llamadas que rompían ese lejano cerco se fueron haciendo asiduas para soportar la soledad que ofrecía cuatro paredes de cemento y un techo que sin ser cárcel ni tener rejas, no dejaba  la libertad de estar cerca uno del otro.
Miles de historias se fueron tejiendo por los círculos del mismo aire, para romper con los fríos enigmas se hicieron esposos virtuales, para hacer transcendental ese amor que nació a pasos agigantados como si las palabras tuvieran piel, se agitara en intrépidos hálitos,  incursionaban en todos los elementos de la naturaleza hasta hacerse en un hogar en casa del léxico y de las románticas letras con derramados verbos al ser felices en ese argot literario y verbal de días.
Tantas cosas enmarcadas en el tiempo, cuadros dibujados que se configuraron para ir acercando esa realidad que ya se cuenta con las manos y los pies para que no sea solo una fantasía, si la bella historia de dos  seres, cada uno con un legado,  agenda de  sino en los ojos de Dios para que ocurriera el milagro de ser esposos.
La habitación se llena de luz y las altas montañas de café se llenan de ese aroma romántico para destilar un nueva aroma, ese concebido olor de una bella catracha de radiante sonrisa, corazón alegre musitando felicidad, en los labios sella al fin el pacto en consagradas nupcias y la bendición de  dioses con nuevas historias para contar ya como un matrimonio en dulce hogar sin contratos ni firmas otros que esa unión.
Como el aguacero, piensa Guillermo. No hay más sonidos que el de sus lenguas, su respiración, el ritmo de sus palpitaciones. Pedro desliza  las manos y camina su espalda bajando hacia las nalgas, no sabe cómo se cuela hasta la piel, él recuerda llevar un minúsculo bóxer, pero de inmediato tras el quejido de cremalleras y botones él está sobre su piel que arde al contacto, la mano de Pedro nerviosa, activa, palpándolo todo, y también Guillermo siente la curiosidad, le palpa la espalda, el acaricia el cuello, le revuelve el pelo, le delinea las orejas, presa de una sensación que es fuego, es pasión pero a la vez es ternura y es nueva, sabiduría del hombre que se abandona al desaforo pero quiere prolongarlo, lograr que el cuerpo hable, diga cosas, que le cuente cómo ha deseado morderlo, cómo lo ha imaginado bajo su boca mientras muerde a Juan, pensar en Juan de pronto descubre no le produce culpa. No importa, hace tiempo que el amor no está entre ellos si es que era amor al inicio, ya no lo recuerda. Guillermo está allí, junto a ese joven irreverente que se cruzó ante su auto y quiere sentir y dejar que cada poro encuentre su placer, él es en ese instante solo esa piel, que conectada al alma es solo cuerpo, ser, su cuerpo todo, su esencia, el ser listo para dejar de ser suyo y compartirse.

__Nuestro deseo es hoy y en este momento  disfrutar ese deseo de tu romance como un excelente vino, con su aroma delicioso,  sabor para compartir  los dos  aquí en nuestra intimidad gracias a esa edad de madurez mutua, nuestro sueño prohibido.
Hagamos el delicioso sexo cargado de romance hoy  hasta que nos tiemblen nuestras piernas y la voz, siendo siempre tú mi excepción favorita,   esa regla que he roto varias veces,  eso que negué, eso que según nosotros dos nunca más lo viviríamos  como pareja comprometida que somos hoy día por separado sabiendo jugar en nuestra intimidad el ajedrez, sabiendo cada uno la posición de la reina y del rey, siendo tú y yo uno de ellos en su momento de estar juntos. Estando seguros los dos en alma y cuerpo de humano  que seremos uno del otro, quien descontrola ese ser y terminamos adictos a nuestro romance porque los perversos como tú y yo, siempre se deleitan cuando encuentras un alma parecida  a la suya.
Sabiendo en nuestro elemento de fuego,  inmensa caloría,   que nos hicieron con los escombros del mismo derrumbe, y las cenizas del mismo fogón,  porque los dos juntos en nuestro romance hoy sabemos  acompañarnos mutuamente aquí en esta cama, como vino,  un excelente romance en esta hora e instante.
__El verdadero amor es como la paz de la muerte,  duele para irse, se siente solo una vez en la vida, con suerte precioso.

Yo siento cómo tus manos recorren mi ser y tocan mi alma, cada instante es maravilloso, sensacional seducción la tuya que me hace delirar pues nunca me tocaste físicamente, solo era tu vista que recorría impacientemente mi cuerpo como buscando algo perdido, como un tesoro valioso. Claro está que para hacer el amor no es necesario que nuestros cuerpos se toquen, sencillamente ese es el fin, todos confundimos el sexo con el amor pero muchas veces tenemos sexo sin amor. Maravilloso es cuando juntas el sexo y el amor.

__Permíteme verme en tu mirada,  déjame embriagarme con el licor de tus labios, concédeme la posibilidad de respirar tu aliento, permíteme el calor de tus caricias, déjame colmarme con tu aroma, concédeme tu lujuria desenfrenada, de tu ardiente piel, permíteme beberte totalmente, hasta saciar mi sed, déjame tomar tu candente cuerpo y concédeme tus suspiros de goce, permíteme disfrutar  de los placeres prohibidos de la carne, y déjame inundarte con mi ser, concédeme otra noche  y permíteme seducirte una vez más.

Pedro  le introduce y posiciona la lengua bajo los labios, en derroche de alientos, sobre los dientes. La boca de Guillermo le sabe fresca, ligeramente salada, su saliva espesa. La piel  que ha ido indagando es cálida y su mano se escurre sobre ella sin resistencia, crea el rocío donde fundir con la propia el agua, resbala, rasguña dejando la marca a fuego candente, va delineando la perfecta curvatura de las dos nalgas redondeadas, sólidas, moldeando y  modelando a antojo, sugiriendo la puerta de ingreso, mas dejándola sin abrir. Sienten la prisa por adivinarse por entero, en esquinas, ángulos, curvas y mesetas, montes y llanuras, en descubrir el mapa, en mirarse desnudos, tendidos, y Pedro se lanza a la ardua tarea de contemplarlo al fin así, mordiendo sus pies, cada uno de los dedos, mas deslizando la mirada hacia el cénit, la lengua perfeccionando los espacios, lamiendo el empeine, venerando los tobillos, vislumbrando las pantorrillas.
Lo ha soñado desde el inicio, siente que lo conoce de eones, ha sentido el sabor, ha palpado esa textura, se ha embriagado en aromas, y cuando se hace el amor no se detiene la conciencia. El pensamiento divaga, la mente produce imágenes con cada  cúmulo de sensaciones captadas y catadas.
Guillermo al fin siente, vibra por entero y se pregunta cómo es que ese hombre atravesado por fluidos destellos ha vivido medio siglo quieto dentro de él.
Desde los talones cursando por sus piernas brotando por su umbría,  Pedro sabe arrancar chispas y derrames, conciertos desde la garganta entre suspiros, gemidos y jadeos, no puede, no recuerda cómo articular su nombre pero todo lo que emana lleva devoción por él que sabe que produce como un faro que se encendiera de súbito, hay en Guillermo un haz de sensaciones que de tan intensas son dolorosas, como si partes de su cuerpo jamás utilizadas respiraran por primera vez y súbitamente. Guillermo no abre los ojos porque otra parte de él teme, siente el famoso pudor del que alardea,  de esa metamorfosis creada que le hace gemir, ansiar con desespero que Pedro se extienda sobre y dentro de él, que lo doblegue, y lo toque y lo invada y haga cuanto se le venga a la imaginación.
Pedro con desparpajo estrenado sí lo mira y disfruta del paisaje, lo enciende, lo cautiva, y mirarlo es el detonante, es el pulso que acicatea su ímpetu porque aunque Guillermo no le diga nada, su desnudez abandonada, rendida y suave, la piel sin resistencia sin tensión, trémula de esperarlo, le dice lo que él ha venido albergando y conteniendo tras las tardes de pláticas en el taller, los almuerzos y cafés, el viento en la puerta de atrás que gime a la par, el silencio de mirar juntos en la terraza el caer la tarde. En definitiva la intimidad que se crea en cada hecho cotidiano compartido, en cada mirada, en cada sorbo, en cada roce, en el cuidado con empeño, en el interés, en la charla fluida, en el sincero compartirse desde el alma, fluir y vuelo,  trepidar de pieles que se abren para fundirse en una.
Pedro mira, venera el rostro de Guillermo cincelado por algún escultor renacentista en alguna vida, anguloso, mentón arrogante, con los pómulos altos, está ligeramente pálido, pero su pecho como avergonzado por el pasaje de sus besos está enrojecido, tiene los pezones altivamente erectos, la punta tentadora que ha chupado a deleite como un trocito de madera perfectamente redondo y duro. Él no teme nada. Está ávido por darle lo que Guillermo espera de él, sabe que desde el inicio, desde que se prendieron las miradas, quiere mostrarle su fuerza, su hombría y sentir la ajena, hacer que  disfrute y estalle como nunca lo ha hecho.
Sienten cuando se tumban en la cama, Pedro impide lo que intuye, asiendo los brazos fuertes que abre, se los sostiene, impide que Guillermo busque instintivamente el abrazo que lo proteja de su propia desnudez, ve cómo de la cintura para abajo ese hombre que es ya suyo en la intimidad del beso va comprendiendo lo que él más quiere, y va abriendo las piernas, acomodando las piezas para que él se adapte y lo busque allí donde él está palpitando de ansia como un corazón descendido que Pedro acaricia recibiendo el estremecimiento que lo sacude no bien él roza su lugar remoto, la lengua en el glande con pericia baila, saborea la esencia, le sabe a sal y a picante, y se dedica con ahínco, explora después lentamente, en tortura premeditada con lengua y dientes hasta dejarlo ir y venir en el ósculo, donde lo enfunda y succiona, donde quiere que le cause la muerte, donde desea albergarlo por entero, para embeber cada átomo  con la misma esencia.
Guillermo lo deja hacer, se retuerce, goza, se da permiso para sentirlo todo, en cada milímetro, sabe que camina y flota sobre una fina cornisa, a su lado el abismo es oscuro, no vislumbra fondo, pero no teme morir en el lanzarse, pero quiere rehacerse, al menos para terminar de descubrirse a partir del ser que lo está amando.
Por momentos se muere de vergüenza pero también de lujuria y se piensa estúpido por alegrarse de que él lo vea y sepa, siente que Pedro lo lee, en alma y piel, adivina cada sensación porque son gemelas. Recuerda que lo pensó camino a su casa, pensó que iría a verlo para que él supiera que lo estaba deseando. No imaginó cómo se lo haría saber y no quiso preguntarse por qué le importaba que él lo supiera al fin, pero hace demasiado que tiene sexo con Juan solo para imaginarlo a Pedro, y tenía que poner un final.
Pedro no se arredra, ni le pone reparos, solo le susurra: Me gusta  mirar tu boca, deleitarme  con tus labios, alabarlos  con los míos, acercarme  y besarlos. Ese encuentro tan vital, armonioso sideral, me devuelve  todo el aire, para volver  a soñar. Besarte con mucha  fuerza, besarte  para tomar  parte  de tu existencia, generoso bienestar.
Besarte  con muchos besos, es el arte de besar, de mezclar  todas mis ganas, y las tuyas para amar. Que no terminen los besos, que nunca exista un final, quiero  por siempre besarte, besarte Amor, nada más.
Le susurra que no se preocupe, que es bueno un poco de dolor, sigue su camino como si nada, Guillermo se relaja en sus labios, en sus manos, en la piel que ansía retener y que lo envuelva.

__ ¿Lo hacemos sin  protección? __jadea Pedro.

__No importa __contesta Guillermo__, quiero sentirlo todo.

__Estoy muy sano __presume Pedro.

__Yo también.
Pedro no espera, no puede, no quiere, tan solo ingresa, lo penetra y una vibración de gozo se desencadena en Guillermo apenas él termina de acomodarse en su interior que parece estar hecho para acogerlo y cobijarlo, uno en el otro, la llave en su cerradura, la sacudida, la embestida, el abrazo, el detenerse, el vaivén acompasado, pautado, y el frenesí, la cabalgata, el descontrol, más allá, lejos, profundo, entrañas que se funden, grietas,  sacudidas, tensión, más profundo, más en él, más, y más allá, hasta que en un ascenso  final, una embestida feroz ambos sienten al fin la explosión de un magnífico y sonoro orgasmo.

__Es verdad  que se necesita  vivir la tristeza, para conocer la alegría, sentir la crueldad,  para disfrutar la felicidad. Es verdad  que se necesita escuchar  el bullicio del ruido,  para oír la voz del silencio, sufrir la ausencia, para extrañar la presencia. Es verdad  que se necesita amar para conocer  las delicias del amor, que se debe sufrir  para conocer  el sabor amargo del llanto.

Es verdad  que se necesita besar para conocer  la dulzura de un beso, que se debe sentir  para conocer  la pasión del deseo. Que bese tu alma es mi verdad, que removí tus fibras es mi verdad, pero que jamás me olvidarás. Esa es tu verdad.
__Es difícil, aunque  parezca sencillo,  no es locura,  no es travesura, pero es abrasivo, saca tus imágenes  más ocultas, has brotar  tu criterio, tu sentir, tu pensar, no hay espera, no hay dudas,  nada puedes pedir  en ese instante, no puedes huir a ningún sitio. Saca todo solo ante el encuentro conmigo, hazlo  pero con calma,  respira recuerdos de toda tu vida,
exhala sublime todos los suspiros de todos los días vividos, así como todos los anhelos
que guardas  con amor en tu alma.  No mientas, no evadas,  desnúdate, prepárate, identifícate con quien te conoce más, será increíble el momento, entre tu alma y la mía, entre vos y yo en un nosotros,  el encuentro será único, lo es.

Pedro sostiene el cuerpo que tiembla en violentos espasmos. Lo besa en la frente, en el hombro, torpe en la nuca y está tan excitado que grita y colapsa sobre Guillermo, uniendo en esa espalda pieles fundidas, sudores derramados, ansias para anhelos, agitados en el mismo ritmo, ambos resoplando, ahogados, agonizando, sintiendo que están llorando de susto ante la muerte instantánea, de gozo, de alivio, de felicidad, con deseos de al tiempo reír de que ambos hayan estado tan desesperados como dos chiquillos, maravillados por la respuesta y entrega,  que sabe a halago mutuo.


__Criticar y ver los defectos de otros cuerpos y otras mentes es relativamente fácil, está al alcance de cualquiera con solo permitir ese tipo de pensamiento que surge con tanta facilidad como la de escudarse y evitar la propia ignorancia, de huir de sí mismo, idea significativa de la mente que se cree y piensa separada del resto.
Pero todo cuerpo es igual: cambia en su forma, en la manera en que se ajusta al estereotipo de belleza del momento. Alto y bajo, guapo y feo, listo o tonto, son adjetivos soltados al aire con mucha facilidad, hablan del dos, de la división, de la partición de lo que no puede ser partido.
¿Acaso alguien puede dividir el aire? Podrá en cierto momento encerrarlo, compartimentarlo en un recipiente pero solo aparentemente porque el aire siempre busca su salida y las moléculas ahí estancadas en nada difieren de las que circulan alrededor, dentro y fuera de cada cuerpo, alimentando la vida.
Así pensamos que todo cuerpo está corrupto, como cadáver sensible, todo cuerpo de los demás, el propio no, por supuesto, ya que se diferencia tanto del resto de los mortales que a veces no se entiende cómo pudo acabar aquí abajo con todos los demás ¿verdad?
El vestido es el mismo para todos aquí abajo, la túnica está igual de corrupta, impregnada del color de la ignorancia, sepulcro con brazos y piernas que mueve el conjunto a la orden de la mente, reina y señora, siempre presta a ser obedecida, que cree poseer, saber y serlo todo.
Conocerse a sí mismo es volver hacia dentro la mirada sin tapujos, despiadadamente, en lucha contra el enemigo que, aun sin saberlo, trabaja para el mismo fin: el verdadero y auténtico descubrimiento de que nada hay que descubrir, nada que hacer ni que llevarse, nada que lograr ni que reivindicar, nada ni nadie que ser, porque todo ya Es, se quiera o no se quiera, se resista o no se resista. Se ame o…
La lucha es innecesaria y en la medida en que se reconoce esta realidad el sufrimiento se disuelve como una gota de agua en el ancho mar donde cada ola puede tener su nombre, pero ¿en qué se diferencia cuando llega a la orilla del resto del mar, en qué y en dónde se separa de él?
¿Quién quiere dejar de sufrir?
¿Quién desea abrazar la vida recién recuperada?
Siete son las notas de la guitarra, de la música en cualquier instrumento que  toques y ejecutes la partitura de la vida, no más,  y en ellas se encierra la más hermosa melodía jamás compuesta.
Solo hace falta saber la combinación.
Estás bien, ¿verdad? __le dice Pedro indagando la respuesta en la mirada.

__Te responderé con una leyenda.
__Seguro que la sé.
__Seguro que no.

__Una vez, se congregaron varios demonios para afinar sus travesuras. Uno de ellos propuso: que se haga sufrir al hombre quitándole lo más valioso que tiene en esta vida que es la felicidad.
Después de unas contadas deliberaciones se pusieron de acuerdo en esconder la felicidad en lugares remotos como a lo alto de una montaña, a lo que inmediatamente repuso otro diciendo: el hombre con su ímpetu podrá encontrar y recuperar su felicidad.
 Entonces se pusieron a pensar de nuevo y un demonio saltó ¿por qué  no esconderla  bajo el mar? el otro desde un eco inaudible dijo que el hombre tiene curiosidad y vive  siempre poniendo tensión a sus límites.  Se han quedado encallados,  sin creatividad  promocional,  sumidos en un silencio sepulcral que cubría sus entrañas.
Un demonio que estaba guardando el silencio, miraba y observaba a cada uno de ellos escuchando con ánimo las propuestas , analizando su fiabilidad y la proporción de su éxito  dijo con una lacónica  frase: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren". Ellos se giraron hacia él  preguntándole con una ansiedad  ¿dónde?  Él sin permutarse, continuó su alocución…  “la esconderemos dentro de ellos mismos,  los hombres están tan ocupados buscándola fuera que olvidan que la tienen dentro y al alcance de sus emociones”.
El último de ellos era un demonio que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una de ellas y entonces dijo: “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”. Todos se volvieron hacia él asombrados y preguntaron al mismo tiempo: “¿Dónde?”. El demonio respondió: “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
El hombre con su afán de ostentar algo que no le conviene, se olvida de vivir su esencia.

Estaba en mí, siempre  he tenido la respuesta, Pedro, no he sido feliz con Juan, tampoco antes con otros, ni con la madre de Fabián, la felicidad te esperaba, y no supe esperar tu llegada, ocupé en tanto tu sitio con otros… “equivocados”, con relaciones inadecuadas, y solo hoy acabas de significar mi existencia.
__Es el amor el significar, acabo de hacerte el amor, Guille.
¿Quién no ha sentido el amor resquebrajándole la piel, y penetrando en cada poro de su ser?
¿Quién no ha sentido el amor abriendo surcos en su corazón, y sembrando en él la semilla de una ilusión?
¿Quién no ha sentido el amor acariciándole el alma y acelerándole el corazón?
Dime que lo has sentido, cómo galopa la sangre enloquecida y expiran la tristeza y el dolor.
Dime que no estoy loco, que no solo yo lo he sentido, de tenerte frente a mí, y sentir que en el cielo he renacido.
Dime que como yo, eres capaz de subir al cielo y encender las estrellas, que eres capaz de regalar la luna y atrapar algún cometa.
Dime que sientes mi perfume en la almohada, y el aroma de mi cuerpo en las sábanas, si haber conocido el sabor de mis besos.
Dime señor si no es un sueño recurrente por las noches, que soy el  culpable de todos tus desvelos.
Dime que no estoy loco, que no es solo un sueño, que a ti también te ha pasado, que de toda nuestra vida, el amor se hace dueño.
__Sí, cielito, te vengo soñando casi desde conocerte.
En mis sueños susurro que sos mi destino, ahora deseo escribir para vos, pero anhelo manifestar mi sentir sin perturbar o llegar a ser trivial.
Deseo en estas palabras llegar a lo más profundo de tu alma y entrar en tu corazón, explicarte lo que brota de mi alma, lo que vales para mí, porque hoy siento que vos sos el dueño de mi vida,  lo que sueño y escribo son los recuerdos desde aquel día en que llegaste a mi vida, con solo tu presencia me sacaste de las sombras y llegaste a iluminar mi existencia, al llegar la noche le pido a Dios que vengas a mí, que te traiga a mi lado, y al mirarme en tus ojos sea el sueño más bello de tenerte junto a mí.
Jamás podría explicarte todo lo que siento hoy por vos, pero sé que sos quien  me hizo tan feliz en cada instante en los que te tenía entre mis brazos como jamás he sido.
Y como temo huir de lo que siento, te imploro que me saques de las sombras y de esta soledad, porque hay cosas que solo Dios nos puede explicar, porque yo mismo no sé cómo  poner en palabras o explicar lo que siente mi corazón, hoy que no me veo en otros ojos no soy  capaz de pasar  junto a mi esposo,  pareciera que me ha borrado de su corazón y no existo en su vida,  lo mismo siento yo. Ahora te grito a vos  que te amo y que me haces mucha falta, es una combinación de sensaciones que hay dentro de mi alma, ahora le pido a Dios que mis  palabras entren en tu corazón porque sin vos la vida no tiene sentido. Incuestionable amor es esto que hoy siento por primera vez, y te ruego que no me creas si te digo que no te amo, que me esperes  si llego a dudar o a escapar, porque ya no podré estar demasiado tiempo lejos, cielito, hoy respiro tu aire y camino a la vera de tus pasos, y no podría dejar de hacerlo.
__Yo te diré cada día que es suficiente para mí tu sonrisa. Podría decirte tantas
cosas bellas  pero prefiero demostrarte la verdad de lo que siento día con día en gestos y actitudes que hablen de este amor eterno e incuestionable.
Qué maravilloso sería dormir en la comisura de tus labios, mientras exhalas un te amo al compás del viento. Te amo por todo lo que me haces sentir, aunque no te toque, aunque no te bese. Mi alma te acaricia, te tiene, tan lleno me siento de ti que solo necesito eso para amarte aunque tus labios besen otros, aunque no te nombre por recato. ¡Sé que me sientes!           Sé que te tendré eternamente. No te necesito pero cuánto te extrañan mis labios dormidos en tus besos con sabor a regreso. No te necesito, pero mis ojos tristes no saben de tiempo, tampoco de espera en la aurora  de gloria y quimeras.
No te necesito, pero mi cama te llama con sabor a recuerdo, hoy tan llena de olvido.
No, no te necesito, estas lágrimas mías que llenaron el cántaro, dejaron sin sales los cuencos vacíos, el alma  me tiembla,  reseca y sentida, mi corazón se pierde dibujado en la arena.

Suena el teléfono, Guillermo se incorpora, suspira al ver la pantalla, no quiere atender, pero lo hace, oye el reclamo, olvidó que quedó en almorzar con Juan.

–Ese es tu jodido problema Juan, que no te enteras que el mundo no gira porque lo dices vos, que hay muchas personas pequeñitas, insignificantes haciendo cosas grandiosas que no necesitan de nadie para cambiar el mundo.
Y dentro de esas personas estoy yo, un sencillo hombre de clase media nacido y criado en una ciudad liberal, una ciudad llena de drogas, prostitución y diversidad sexual, una ciudad que nos vio nacer y crecer, donde quizá  muchos la considerarían un entorno hostil, pero que para nosotros ha sido lo más normal del mundo, porque aun así fuimos criados con valores, nos educaron en la tolerancia y el respeto, y digo nos, porque yo estaba ahí Juan y nuestra educación no fue diferente.
Nos enseñaron a tener actitud positiva ante la adversidad y eso es lo que estoy haciendo ahora, estoy intentando tener una actitud positiva para asumir que si alguna vez hubo algo entre los dos, ya no existe nada, acabo de comprender que quien te rompe el alma jamás podrá reconstruirla de nuevo.
Yo no digo nada, no puedo, mi voz se ha quedado muerta en algún lugar de mi cerebro, mientras observo cómo se dirige a abrir la puerta para que yo salga de su vida para siempre.
__ ¿Qué estás diciendo? _contesta ofuscado, Juan.

__No sé, no lo sé, hablemos a la noche, más tranquilos.
__ ¿A dónde estás?
__Llegando a una audiencia, no importa, te veré en casa. Adiós.

No pasa mucho tiempo antes que Guillermo se levante al baño. Pasa frente a Pedro desnudo. El baño es limpio pero rudimentario, sin azulejos, las paredes pintadas en verde, como en los hospitales, piensa, el inodoro sin aro, los grifos del lavamanos herrumbrados igual que el marco del gabinete con espejo.
La idea de meterse bajo esa ducha le da asco por el piso descascarado. Se pregunta si habrá agua caliente y abre el grifo. En el espejo ha visto su cara distendida, lejana y joven, las mejillas arreboladas por el calor del ejercicio. Oye que golpean la puerta de la habitación. Oye a Pedro hablar con alguien.
¿Qué pensará él de que haya sabido del motel? En verdad, Miller y él entraron una vez de curiosos, solo entraron a la calle que conducía a los cuartos y salieron, riéndose como dos tontos porque lo veían al pasar de camino a sus casas y se les antojó.
Hay agua caliente. Lo que no ve son toallas, pero Pedro golpea a la puerta y le pasa un paquete envuelto en plástico que le había llevado el mozo del hotel con una toallas y jabones.

__Me imagino tantas veces  envuelto en tus fuertes brazos,  y sin querer escapar  deseo que me hagas pedazos. Pedazos el corazón  porque derrochas dulzura,  a la vez que haces que sueñe  con vivir nuestra aventura. Pues al tenerme abrazado junto a tu pecho, con gusto,  tus manos me acarician muy sensualmente __susurra Pedro que se cuela bajo el chorro adosando los cuerpos ofreciendo esta vez el suyo.

Inquieto, porque me excitas  mientras te abrazo, alocado,  muevo caderas rozando  tu parte más abultada. Vas siguiendo mis contornos  tironeando de mis caderas,  es cuando prendes con gusto  tus dos manos en mis nalgas.
Mi deseo va produciendo  mil rumores y quejidos, mientras esos gruesos dedos  en mi humedad van metidos. Acariciando mi túnel secreto preparas tu entrada y sí, piensas bien, es mi vez primera, nunca he sido de nadie y solo quiero ser tuyo, me provocas un placer delirante, más enloquezco cuando llevas los mismos dedos a tu boca y a la mía, cuando rozas mis labios  y cuando pellizcas mis pezones.
Ya no soy dueño de mí,  me vas quitando la vergüenza,  me recuestas sobre la pared  y comienzas  a beber desde mi fuente.
Muerdo mis labios sediento,  al notarlo tú te ofreces,  para que calme mi sed, me bebes y transportas al cielo, bebo de ti y permaneces en mi boca.
Las llamas de nuestra hoguera  se animan con el aliento  y arde el leño del amor  porque ha llegado el momento. Solo jadeos y suspiros  en el ambiente flotan,  llevan a cuestas tu nombre,  mientras te sigo soñando. Y tú estás cabalgando dentro de mí, estoy siendo tuyo, me apretujas, me cautivas, me chupas, me embebo, me calcinas, me muerdes, me posees, te das, te entrego, me ofrendo, estallamos, y volvemos a morir para regresar a la vida en la esperanza de volvernos a amar.
Hoy he paseado con los pies desnudos por la orilla del río y mirando allá, a lo lejos, hacia donde se unen el cielo y el mar volví a recordar, cerré los ojos, vi las barcas con sus velas desplegadas, dejándose llevar. Con los ojos cerrados, a ti yo te vi, estabas a mi lado y con una suave caricia  rozaste mi mano.
Miré a tus ojos pero estaban cerrados, miraban sin mirar cómo se mecía la blanca espuma en la orilla. Tu cabeza sobre mi hombro, de tus ojos una lágrima quiso escapar, las palabras cobraron vida y quisieron caminar. Quiso el río unirse también en nuestro largo caminar.

__ ¡Dime algo! ¿Por qué tanto dolor?
__No es dolor lo que siento sino dicha en el corazón. Pues el destino devolvió a mi vida lo que un día me robó.
 Abrí los ojos y tú a mi lado, te cogiste de mi mano y por la orilla  nos fuimos juntos paseando.

Se enjabonan y entran bajo el chorro, el agua es apenas tibia, mas el calor de los cuerpos parece calentarla. La mente de Guillermo le funciona muy lentamente tratando de remontar la sensación de irrealidad y de no ponerse nervioso, lo descoloca el llamado de Juan, como si percibiera lo que sucede. Todavía no, piensa, todavía no quiere analizar lo que ha pasado, lo que pasará cuando salga y Pedro y él sean otra vez quienes son en la vida cotidiana a la que al menos ahora regresarán sin remedio.
Cuando terminan, sacan toallas de la bolsa, Pedro la usa, pero Guillermo la descarta y opta por secarse con papel higiénico. Un motel es un límite en su vida, piensa, no en la de Pedro.
¿Quiénes habrán hecho el amor allí? ¿Cuántas infieles parejas escondiéndose habrán pasado por ese lugar, se habrán secado con esas toallas? ¿Cuántos habrán muerto en esa habitación? Le recorre un escalofrío de aprensión, saca la cabeza.

Pedro sale antes, para cuando él lo hace lo encuentra tendido, desnudo con un cigarrillo en la boca, fumando, impávido, el pene desmadejado, las piernas y los brazos musculosos, los pies grandes. Recuerda la textura granulosa de la piel un poco áspera. Él lo mira también. Guillermo se sienta en la cama y empieza a vestirse.

__Te imaginaba lindo, pero superaste mis expectativas _dice Pedro__. ¿Qué comes para tener esa piel? Dios mío, es como resbalarse sobre pura seda.

__ ¿Quieres saber qué como en el último tiempo? _ ríe y se enfunda el bóxer, sentado en el borde, apenas levantando las caderas.

Pedro lo quema con la mirada como si siguiera deseándolo. Las preguntas, la mirada de él lo hacen pensar en un niño que observa un juguete nuevo con desparpajo. Él  no hace ademán de vestirse. Apoyado sobre un codo, está inclinando la cama atento a verlo.
__No te vistas más _por favor __, quédate así. ¿Cuál es la prisa? Ven _le hace un gesto de que se acomode a su lado.

Guillermo lo mira. Se da cuenta de que ha tenido el impulso de salir corriendo. Suspira y se sienta en la cama para quedar frente a él, sujetándose las rodillas con las manos, vestido con el bóxer.
__ ¿Quieres que te confiese algo? _dice Pedro__. Nunca he estado con alguien como tú, nunca he estado con otro hombre, pero tampoco con mujeres que me atraigan como  tú. Eres diferente.
¿Cómo te lo explico?
A ver, he nadado en piscinas, pero tú eres como el mar, hondo, lleno de peces, de criaturas mágicas, fosforescentes, cardúmenes de peces de colores. Creo que ni tú te das cuenta de lo que eres, de lo que tienes por dentro.
Guillermo sonríe. Bromea.

__ ¿Te picó algo cuando estabas allí? ¿Estás delirando por efecto de algún veneno? – le dice sonriendo.

__Cuando estaba dentro de ti… sentí que perdí el conocimiento, que me sumergí y vi un montón de seres deliciosos _ríe,  Pedro __.Vi la idea de un ser perfecto, rico, porque jamás he comido uno en toda mi vida.

_ ¿En serio?
__En serio. Tú eres de otro mundo don Guillermo. El misterio más grande de todo esto es cómo es que tú y yo estamos hoy en este motel, con ese aire acondicionado que suena como un avión a punto de despegar.
__Somos dos hombres que se atraen. En esencia iguales, pares, no somos de ningún otro mundo ni vos, ni yo. Que vivamos diferentes, no nos hace diferentes. Te digo que vos sos más leído e instruido que mucha gente que conozco, que tiene plata pero no sabe quién es “El Conde de Montecristo” _sonríe Guillermo __. Ningún amigo de los míos tiene un gato  que se llame Menfis. Vos no sos cualquier carpintero  _perdón, ebanista__. Lo sabes muy bien. Y dicho esto mejor nos vamos. Se va a hacer tarde.

__ ¿Qué pasa con tu matrimonio? _pregunta Pedro, Guillermo pierde la mirada.

Ahora después de tanto tiempo deseaba dejar el confort que me atormenta en él, vivimos momentos llenos de felicidad, pero ahora pareciera un cuarto de guerra todo nuestro hogar, parece como un desierto árido, seco y olvidado, aquellos años maravillosos que juntos pasamos con Juan, han quedado en el recuerdo como nuestro silencio, como  los momentos más felices que vivimos en aquella habitación, vuelve a mi mente aquel nuestro amor y de mis ojos brotan lágrimas de nostalgia por no tenerlo a mi lado, o por entender que nunca lo había sentido con él.
Hoy he visto que la vida no lo es  sin ilusiones, sin amor, y los momentos que fueron maravillosos, mágicos,  instantes que llenaban mi alma, no están allí y ahora la vida me da la oportunidad de ver más allá del universo y en el firmamento observo  una luz que guía mis pasos, y me lleva a tu presencia porque  siento que vos sos mi destino, pero hay momentos en los cuales nos tenemos que dar una pausa porque así es la magia del amor, mi vida la vivo con tristeza desde hace demasiado tiempo, y necesito tiempo para convencerme que estás alojado en mi corazón como en mi piel las caricias que dejaste.
A pesar de la luz que tiene mi alma, como una flor al rayar el sol y el destello del paraíso que deslumbra nuestra realidad, en lo alto del cielo hoy vuelvo a ver tus ojos llenos de calor que abrigan a mi alma, como un huracán de pasión desbordando paz y armonía a este corazón partido que nuevamente vuelve a ver la chispa del amor, hoy todo mi ser lo has iluminado con solo tu presencia y sé que seré eternamente tuyo y vos mío, pero no sé cómo sigue… “esto… lo nuestro”.
Soy casado, tengo un hijo, soy grande, y me atrevo a sentir después de mucho… demasiado tiempo.
__No vayas a atormentarte ni a sufrir ahora _dice Pedro__. Esto fue un regalo de la vida.

Esta tarde, diré en un rato,  desnuda tengo mi alma, desnuda porque no te tengo, desnudas están mis noches y mis sábanas blancas de todos mis deseos y delirios, ven pronto vida mía que se hace tarde y las primaveras se han dormido, despiértalas con tus manos, despiértalas con un suave latido, roza con tus labios los míos, y piérdete en mis ojos, lee lo que en ellos está escrito.
Quisiera abrirte todas las ventanas de mi vida, si yo pudiese y la vida me dejara te traduciría los verbos que nacen para ti, y lo que mi piel grita y mis ojos hablan al cerrarlos para soñarte cuando  te extraño, y te necesito, y te abrazo para amarte después, si el cielo me lo permitiese sabrías cómo te amo amor.
Aún siento la magia del momento vida y guardo tu ternura en mí, aún siento tu respirar y tus ojos muriendo en mi boca, volveré de nuevo esta noche a mi sueño, quiero sentir, cada instante cada minuto vivido, cada suspiro perdido y las ganas ahogadas de amarte el resto de mi vivir, y hoy más que nunca, quiero amarte hasta que duela de tanto amar y tú te sientas amado, hoy vida mía más que nunca. Pienso muchas veces en dejar de amarte, en irme a soñar en las piedras del camino, a vagabundear con mis letras lloronas, a sentirme abandonado frente al altar de tu amor, mas vienen a mi rescate de esta melancolía, la fe y la esperanza, que mañana habrá una nueva luz.
Y de milagro deja de dolerme el espíritu de mis palabras, me arrepiento de este pensamiento, apago la música del que dice: "¿Y cómo es él…?"
Sí muchacho, también un soñador se enamora, porque también el aedo tiene su lado de carne y hueso, y en su momento no escribe fantasías, sino su propio dolor de amor.
Tienes miedo, yo también, y no me he sugestionado con mi droga de palabras, siento latir acelerado mis latidos, y sé que es por tu duda, que acrecienta la mía.
Desaparecido,  te voy a llamar, huyes no sé de qué, al menos que sientas este pavor de sentirte ajeno, y sientas que haces un sacrificio de vida al entregarme tu amor.
No sabes cómo me encantaría decir que no me importa, si fuese más mentiroso de lo que supones tú, cómo quisiera decir tu nombre, el mío lo perdí en bares y cantinas, en firmas escritas en paredes mudas, y hoy, también pierdo hasta el aliento de luchar por ti si lo pides, pero te ruego que no lo hagas.
No te pido nada, solo que sigas viniendo al taller, que compartas la charla, el café, lo que hemos ido construyendo.
Te lo confieso... estos últimos meses el recuerdo tibio de tu cuerpo ausente, marcaba una inquietante silueta en mi mirada empañada con los fríos suspiros que dejaron los besos que no me diste. Una viscosa soledad se derretía sobre mí, lenta, pegajosa, asfixiante. Mi corazón se vestía de tristeza. El agobio intentaba desplazar la vida.
Y en esa caída libre titilaron mis pasados de pisadas plenas, de grandes logros muy míos, celebradas irrelevancias, felicidades simples y alegrías gratuitas que atrajeron mis ojos ya cegados por amor vacío. (Los recuerdos colorean de importancia cierta los presentes vividos con indiferencia). Y entonces, me vi en pasados con mejores trajes. Fui integrante. Soy posible. Incluso este final contigo tuvo un empezar y un bastante transcurrir, hermosos.
Me agranda la mirada sujetarme de eso. Y caí en cuenta de alguien que aparece en todas mis vivencias, ha estado incondicionalmente conmigo todo este tiempo y que estaba abandonando por el desamor: yo mismo.
Y detener mi derrumbe me costó morir, sintiendo la descomposición rozar mis huesos de orgullo propio. Estoy renaciendo, me siento importante en mi particularidad. No soy mal hombre ni extraño humano. Solo que me dejaron de amar y me abandonaron al sentir resonancia en otros brazos. Ahora lo acepto. En poco me comenzaré a abrir al mundo, solo siendo yo mismo. El amor siempre ha estado en mí y por eso ha dolido. Aún permanece.
Amaré sin distorsionar lo amado y tal vez me pueda amar bonito quien a mi alma se asome, sin pretender cambiarme. Nuestro amor, al final, hizo gritar en mí la vida con mejores pasos. Gracias por eso. Tendrás en mi memoria la dimensión que mereces. Hoy no  me separo definitivamente de ti desde mi corazón y mi intención.

Cuando la tristeza te ahoga, cada rincón se te hace un mundo y los minutos en el reloj son eternos.
Cuando la tarde te desespera, la noche se hace tu amiga y la madrugada es tu aliada.
Un búho canta tras tu ventana y el silencio te acompaña, vivir se convierte a veces en esa lucha sin cuartel, donde tú eres tu único amigo, los enemigos no existen, la batalla la vas a ganar sí o sí, las balas son los nudos que se van formando como llagas en tu garganta. ¿Lágrimas?, te acompañan, te brotan mientras recuerdas o extrañas, mientras piensas, cavilas y esperas el amanecer con los sentimientos a flor de piel, ¿soledad?, encontrada.
Quizás algún día te despiertes y veas el mundo tal como es y notes que no estás solo, que eres tu mejor compañía, que eres tu mejor amigo, ese que nunca te falla, creas en ti y no temas a nada, ¿la soledad?, que vuelva cada vez que le venga en gana.
Abrázate, tira de la  palabra, tú la amas, ella se muere porque la escribas, ambas están hechas para continuar plasmando sobre un espacio en blanco, un borrón, una plegaria al amor, unas manos abiertas regalando amor.
En tu soledad únete a ella, te brindará la mejor de las amistades, la más sincera, cuando te permita volcar todo lo que sientes sobre ella y sin excusas ni impedimentos te acepte tal como eres, desnuda el alma ante ella y tendrás el alivio a esos momentos de vacío.
¿Qué le escribo yo a mi alma, qué le confieso a mis deseos, qué palabra le doy a mi corazón, qué le cuento a mis sueños del mañana?, si para todo eso necesito siempre de tu aliento amado mío, pecado mío.
¿Qué verbo diferente te escribo?, si me falta tanto por descubrirte, tanto que apenas empiezo a escuchar la voz de tus deseos, y tus travesuras ingenuas te dan miedo a ti mismo.
Claro que sé que eres lindo, me encanta saberlo lo sabes, me enamora cada instante tu presencia, sin embargo me falta sentirte mío solamente, y dejar de sentir tu ausencia, que hiela mi sentimiento enamorado de ti.
Tú, sabes que no me canso de decirte cuánto te amo aun sin palabras, que es un privilegio para mis labios pronunciarte amor, entregarte mi vida si es preciso, tómala, te lo he dicho, no deseo nada más que el roce de tus manos que transmiten vida.
Lo siento, porque sé que peco por amarte, más aún por anhelar hacerte mío siempre, no es mi derecho, pero como amar no es delito, te amo hombre prohibido.

__Ya, Pedro, nada puedo prometerte, todavía _dice Guillermo __. Llevo treinta años casado con Juan, aun sin amor, es una rutina que atrapa, que no puedes entender siquiera.

__No te lo pido _contesta Pedro  mirándolo intensamente __. Yo llevo treinta años solo, esa también es una rutina compleja, Guille, te lo aseguro.

Tú serás mío, porque eres el elegido,  eres esa persona que siempre esperé, y con quien sueño y soñaré, ese hombre que amo y que me enseña el significado de la palabra amor y sin duda,
quien me ama también, porque mi alma así me lo dice, ya que solo tú y nadie más, puedes llenar el vacío de mi vida, porque mis ojos mueren por ver los tuyos y esa mirada cómplice, porque mis labios guardan miles de besos y mi manos aún tienen caricias, que esperan tu piel, porque mi cuerpo ansía a tu cuerpo y en cada prosa que escriba, siempre estarás tú, porque tú eres mi prosa y aunque sé que el hablar así, puede lucir como una osadía, no dudo que tú serás mío y aunque hoy puede no ser así, al fin de los días, así lo será.

Caminos marcados por destinos de soledades inquietantes, de misterios desnudos,  de sueños en cárceles bajo el mismo cielo, donde amarnos en silencio detrás de los espejos de esa luna de plata, se convierte en la celda maravillosa para robarnos los besos, donde miles de deseos callan sus verdades, palabras húmedas descargan suspiros de mi alma, amarte vida mía es mi dulce pecado, dulce pecado que aporta a mi vivir pasiones desbocadas, y sueños llenos de soledades cómplices de este silencio atronador que grita verbos al aire.
Los días pasan y pasan, y sin poder verte entre la gente, siguen mis ojos perdidos en otros ojos que buscan la suerte de encontrarte, me estremece el soñarte cuando abrazado a ti no quiero dejarte ir, y con voz susurrante te digo, arrímate más a mi amor que va a anochecer, que aquí me encuentro yo tratando de vivir nuestro sueño donde volverte a sentir será el alimento de mi alma y mi carne, el día me regala tu presencia en la mañana, donde solo saber que al despertarte acude a tu mente mi nombre y me buscas cerrando de nuevo tus ojos para seguir soñándome y perderte en mi sonrisa para sentir el sabor de mis besos, hace que me sienta tu enamorado.
Te amo amor. Hoy has despertado, es momento de dar gracias a Dios por la oportunidad de estar un día más, sonríe que este día está lleno de bendiciones, felicidad y alegría.
Y si algún día me puedo ver frente a tus ojos caeré hechizado por tus encantos y el origen del dolor terminará, sé que no me entregarás tu corazón pero calmarás todas mis penas y dolores, tú me darás una nueva ilusión para seguir adelante y que mi corazón se llene de una nueva esperanza.

Voy a soportar por amor a ti que el viento hiera mi otra mejilla, que se esconda en mi oído y susurre, entre latidos de ocre aliento, la constancia errónea de tu ausencia, si tras la humedad del tiempo pasan mis horas y se vislumbra entre ecos el dolor de mi sonrisa.
No llores, recuerda que náufrago de tus soles llené de sueños los lirios blancos que florecían en mi alma, recuerda que fui niño y que crucé la verja de tu cielo para recoger hojas secas de otoño cuando aún se vestía de púrpura la primavera; no olvides que recordar es volver a vivir, que cierro mis ojos y dibujo tu silueta en la sombra de la luna y la acaricio con ternura para que se posen tus mariposas en la sien de mi delirio hasta llevarme al infinito con un beso puro.
Sí, por amor a ti, ha de dolerme el llanto desgarrado del silencio que lacera sin piedad mi piel dejándola trasquilada y hecha jirones de soledad, ha de dolerme su queja que deja su huella aplastando un suspiro virgen en medio de mi algarabía enrevesada, ha de dolerme el abandono abrupto de mi voluntad que se sienta a contemplar el estío en el columpio del patio buscando en el horizonte una pizca de tu aliento; he ser yo sin serlo y de vivir sin conseguirlo, pues eres tú quien abraza mi conciencia y en el infinito de tus alas la guardas, para que aun en el más crudo invierno florezca sin ultrajes y sin frío.
He de ser yo, pues de otra manera no podría disipar la bruma de esta dialógica ingrata y tácita que cabalga enamorada en los pistilos de este misterio que se escuece en el crujir de mi llanto cuando te acaricio a lo lejos; he de ser yo quien cuelga en la percha de un recuerdo, el olor repatriado de un café viejo junto a las orlas griegas de un pincel muerto, y aun así, vas a dolerme porque te extraño y te quiero, pero nada te pido más que lo que tenemos __afirma Pedro.

He de ser yo quien trenza caminos para unirnos en los surcos vacíos, que deja la lluvia en mi rostro cuando me visto de silicio, porque esta soledad mata, se coagula en su flama y se apodera del vicio; he de ser yo quien vuelque razones grises en cada letra, poniendo en frente mi amor como estandarte, para que la mísera tristeza no opaque tu sonrisa, sin tener en cuenta cuánto vas a  dolerme porque te extraño, te quiero y te necesito.
__

Guillermo sabe que  antes de Pedro terminaba  cada noche igual que la anterior,  se bajaba del coche y caminaba por un callejón, solo la luna podía ver cuán cansado lucía su semblante marchito, cruzaba la avenida y llegaba a su hogar, una casa que da la impresión de estar abandonada, la fachada casi en ruinas muy deteriorada, todo un desorden nunca tiene tiempo de arreglarla por fuera, él se sienta en el sofá, y se sirve antes un café o una copa de whisky.
La noche se apresura y el café se enfría. Guillermo se concentra en la lectura, no le importan las horas que corren antes de la llegada de Juan, si llega, sigue luego en la bañera refrescándose a solas, disfrutando de su libro en la pequeña habitación con olor a rosas.
Sabe que  es muy solitario,  no disfruta mucho de la compañía de las personas, suele andar siempre solo y es que… ¿de qué hablar? Si las cosas que para él son de interés para otros son aburridas y hasta les causa estrés.
Es difícil ser una persona diferente pero también es realmente maravilloso saberse único e irrepetible. Y de pronto en Pedro encuentra que con él sí puede hablar, él sabe de arte, el arte que le gusta no le disgusta como a Juan.
Pedro es hermoso y lo sabe, él quiere sentirse igual, quizá tenga un poco de ego pero es saludable. Se sabe consciente de que el día tiene veinticuatro horas y que la vida se escapa, se evapora, por eso siempre se le ve sonriente aun cuando por dentro se desmorona, y Pedro es igual.
Guillermo  crea un mundo a su manera construyendo edificios de papel y personas de escarcha, árboles de chocolate y flores de algodón de azúcar, Pedro vive en un mundo mucho más gigante del que habita, por eso siempre se le encuentra ausente a las conversaciones típicas y da respuestas incoherentes cuando le hacen preguntas, al igual que él.
Nunca hay algo nuevo que la gente cuente, prefiere que se carcoman entre ellos como los alacranes a su madre, mientras él se sueña entre flores multicolores montando los arcoíris de chicle o viajando en burbujas del café que hierve, fumando cigarrillos en un día nublado o cazando tesoros junto a algunos piratas malos. Guillermo siente que pese a ser abogado o tal vez por ello,  prefiere la fantasía porque en él no existen límites y mucho menos discordia, y Pedro no parece tener ninguno.

__Soy un viejo guerrero de regreso a cuarteles. Herido en batallas ingenuas. Sin medallas brillantes ni trofeos de victorias. Yo vi los monstruos de frente y libré con ellos mi guerra. Algunas veces herido me agazapé en los pliegues  solitarios de cuevas siniestras estrechas. Sangraba tristeza.
Y aislado de las tropas repuse valor en la soledad de unas noches frías. Reforcé mis corazas donde estaban tibias y acostumbré mis ojos a distinguir siluetas en la niebla amiga. Y descubrí las pisadas que avanzaban raudas invisibles entre la nata de las realidades magras, sobre los heridos y  sobrevivientes de inocentes lanzas, volviéndolos trozos que ya no gritaban, avasallados por sus propios dioses. Y desde la distancia, los novatos héroes, de mirada nueva, tan solo veían avanzar los torsos de triunfantes líderes que fingiendo derrotar nuevos monstruos que ellos mismos creaban los incitaban a morir alegres y perseguir horizontes de felices triunfos con felices migajas que ellos les vendía.
Llorando superar derrotas hallé las mejores armas de honesto combate. Amor, serenidad, integridad y valentía. Con mis propias manos las pensé en mi soledad, las forjé con mi tristeza y las probé con mi alegría. Guardan su esencia durante la guerra, durante la vida. Y son coraza a mentiras ciertas. Y también son medallas. De humilde apariencia no llenan las copas de felices ebrios. No derrotan los monstruos, nadie la derrota. Tan solo los entiende, acepta, aplaca y los deja pequeños, a su medida justa. Y es que hay gloria tras ellos. Y también son familia.
Y así reforzando amor, el arma más fuerte de sobrellevar respiros, conocí bellos guerreros, dulces traicioneros, ángeles sin alas, deliciosos diablos, asesinos lindos, embusteros ciertos, humanos sublimes, brujos hermosos y  mezclas extrañas. Y los astutos monstruos me esperaban débil tras de mi pareja cuando me dejaba, y así me emboscaban. La lucha era horrible así la esperara. Encontré refugio, así me arrastrara. Y tal me repuse y reforcé mis armas. Y seguí en la lucha.
Ahora regreso con parcial victoria. Mis monstruos se achican. Divisé futuros de mi propia historia. Y aún soy muy triste, el que creí mi amor está más gris... parece ya muerto. Tan solo delira. Y a veces suspira si alguno lo mira. Y los instantes futuros me enfrentan, avanzando indolentes a convertirse en pasados en busca del final del tiempo. La serenidad me ayuda, valentía me falta. La integridad sobrevive a pesar que el sobrevivir me mata.
Soy un guerrero de sabiduría vieja, retomando patria en este regreso de largo camino. Herido y erguido, con cicatrices dulces en la piel ajada que me pulsa fuerte. Los monstruos vencidos hoy se ven ya chicos. Mi pisada es firme. Impulsa mi vuelo.
Te doy permiso para que desmadres mis sueños y entres en las noches a susurrarme tu nombre, que cobijes mis angustias y después las mates de frío, que investigues el origen de mis tormentos  y rocíes de tu perfume todo mi cuerpo. Te doy permiso que liberes mis aves y en cárceles mis mares, que sufras mis depresiones y celebres mi derrotas. Te doy permiso que me analices,  que me estudies,  que conozcas mis debilidades, cada parte donde me duele un recuerdo y si es necesario me des dosis diarias de veneno entre las comidas, te doy permiso que bailes en mis entierros y disfrutes de mis manos, que frotes tu sexo hasta el desmayo, que cambies de lugar mis caminos y me pierdas entre tus brazos, que destruyas mis ilusiones y esperanzas, que desconectes mi mente del mundo y me conviertas en esclavo, que me arrodilles a rezarte y te conviertas en mi dios. Te doy permiso que pongas lágrimas en mis ojos,  que instales cadenas sobre mis manos. Te doy permiso que me dejes horas sin dormir pensando en tu sonrisa, que te lleves mis fuerzas. Te doy permiso de anclarte en mi alma,  de joderme la vida, ahora que te estoy amando...  Bésame. Amor cuando me mires bésame. Bésame como si no existiera otra oportunidad, como si no existiera un mañana, quiero perderme en tu boca y no saber más de mí _ se permite decir en voz alta.

__Cuidado si te tomo la palabra, me has dado permiso _afirma Pedro sonriendo.

Guillermo asiente emocionado con la cabeza, se levanta y continúa vistiéndose. Pedro se impulsa fuera de la cama, alza los brazos estirando el cuerpo, le roba un beso, le acaricia con los ojos, se vuelve y le sonríe con dulzura.

__Es bonito que al menos algunos sueños se hagan realidad _- y entra al baño.

Guillermo se sienta en la única silla, al lado de un escritorio con la cubierta de fórmica roja.
Además de la cama son los únicos muebles en la habitación, se asombra de lo poco que necesita cuando está junto a Pedro. La risa se extiende a la ridícula idea de estar allí. “Un regalo de la vida”.

Llegado a cierto punto la vida dejaba de hacerle regalos a uno. Se convertía en una jefa vociferando órdenes, obligaciones. El deber ser…  mucho más perentorio que el ser. Alzó el rostro, Pedro canta y la voz lo acaricia.

¿Por qué no aceptar que algunos sueños se hiciesen realidad?



CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
 CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.


12 comentarios:

  1. Leticia Cuando existe incomunicación es muy fácil herirse mutuamente , porque no existe posibilidad de dialogar con empatía , si no hay diálogo , el silencio produce malos entendidos , imposible de aclarar.

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  2. Serena Entonces, mejor que no te quieran!! Amar no es querer. A veces el amor es sintonia y química. En ocasiones queremos poseer algo hermoso, pero que no está en nuestra línea y de ese modo no puede haber nunca amor. Cuando hay incompatibilidades energética, o sea que se vibra en otra onda.....no hay comunicación, ni sintonía, y entonces todo es desafinacion y heridas.

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  3. Oscar me encanta la forma de expresar un sentimiento y ese sentido que le das a ese amor expresado

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  4. Delia Hermoso !!Enamorado del amor! de la vida de todo lo bello que nos ofrece el mundo! FELICIDADES.

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  5. Veronica Lorena Piccinino Hermoso Eve Monica Marzetti. Pensar que dos personas tan opuestas se atraigan tanto es complejo. Sobre todo para Guillermo que está acostumbrado la rutina de Juan.. .sentir como se gustan y se quieran se respetan es bellísimo. Gracias

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  6. Una maravilla Eve...Lo que hace la diferencia es ese sentimiento único, de entrega total y de sueños compartidos, es decir que la diferencia es la manifestación plena del verdadero amor...

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