miércoles, 24 de octubre de 2018

EL PODER DEL AMOR. CAPÍTULO OCHO.



EL PODER DEL AMOR.
CAPÍTULO OCHO.
'' No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras. Yo hablo como puedo, no sé decir lo que siento''.
Capítulo 20 de ''Rayuela''- Julio Cortázar.
''Pobre amor el que de pensamiento se alimenta. ‘‘
Capítulo 27 de ''Rayuela''- Julio Cortázar.


Habían llegado a sus oídos historias alarmantes acerca  de que su hijo curaba heridas de esclavos castigados, además de sus pestes y enfermedades y que atendía gratis a los trabajadores del saladero y a sus familias, incluso atendía partos a mujeres de mala vida, propensión que Leopoldo, no había heredado de él.
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“MARÍA DEL PILAR Y ABELARDO MONTES, ABUELOS DE BLANCA MONTES. LEOPOLDO, PADRE  y LARA PARDO, MADRE DE BLANCA MONTES. CAROLITA, TITO Y FRANCISCO, TÍOS DE BLANCA MONTES, MADRE DE AGUSTÍN ESCALANTE MONTES, HERMANO DE PEDRO Y LAURA.
IGNACIA MORA Y ARAGÓN SERÁ IGNACIA MONTES, POR CASAMIENTO CON FRANCISCO MONTES, HERMANO MENOR DE LEOPOLDO, ABUELA DE PEDRO Y LAURA.”

__De ninguna manera _expresó el doctor, y el hombre terminó por sentarse y aceptar un plato de comida.

__Le presento a los hermanos Escalante, Laura y Pedro _dijo el médico__. Muchachos, el señor… es el cacique ranquel Nahueltruz  Guor, gran amigo de mi familia… y de vuestro hermano. Siempre bienvenido en esta casa.

Laura atinó a estirar la mano para recibir el saludo del cacique, que se la apretó con firmeza, en tanto Pedro escrutaba su rostro esculpido por los dioses, y esperó el roce como quien en ello deposita la vida. Las chispas hicieron que se soltaran las manos cuando los hermanos pensaron que al fin aquel extraño que entraba y salía como un fantasma de la habitación de Agustín salía a la luz como el famoso cacique Naueltruz Guor, el indio más buscado por la milicia.
Pedro se ruborizó cuando le vino a la mente lo que había hecho en la tina la noche anterior pensando en ese hombre. Le incomodó también que el doctor Javier hubiera insistido en que el indio se quedara a comer, sabía que a Laura le horrorizaba pensar siquiera que lo hiciera indebidamente, no deseaba que en un arrebato lo humillara.
Laura recordó que entre los indios no se usarían cubiertos, ni servilletas ni vasos, y se los imaginó masticando con la boca abierta, atorados con la comida, bebiendo sin esperar  a tragar, limpiándose con el antebrazo.
El indio se sentó a la mesa y se condujo con propiedad, pese a que sus modales carecerían de la pomposidad de los de la abuela Ignacia, resultaban mesurados y agradables.
No se volvió a mencionar el tema de Agustín durante el almuerzo, y Pedro, lejos del foco de atención logró sofrenar el tumulto de ideas, sentimientos y desbarajustes físicos que invariablemente sufría cada vez que ese hombre se le presentaba. Lo escuchaba sin hablar, sin levantar la vista, porque temía encontrarse con la mirada. El cacique se refería al último malón en Achiras, y explicaba que había sido obra de un tal Sayhuenque, indio mapuche que desacataba la autoridad del cacique ranquel Mariano Rojas y la del otro grade, el salinero calfucurá, y que, por ende, no respetaba los acuerdos de paz celebrados entre estos caciques y el gobierno.

__Sayhueque tiene sus razones _añadió Guor, luego de una pausa__. El araucano Calfucurá casi exterminó a su tribu y a la de sus aliados, los vorohueches, en el 35. Fue un asalto a traición, donde murieron asesinados el cacique Rondeao y sus hermanos, a más de tantos otros capitanes, ancianos y adivinos. Los que no terminaron por unirse al nuevo jefe (a Calfucurá me refiero), se retiraron hacia el norte al mando de Sayhueque. Para peor, el año anterior, en el 34, el coronel Francisco Sosa, por aquellos tiempos mayor Sosa, había asesinado a Chocorí, el padre de Sayhueque. Chocorí había salvado el pellejo de milagro en el 33, cuando el general Pacheco arrasó con sus tolderías, pero al año siguiente no pudo escapar a Sosa, que le dio muerte a él y a muchos de su tribu. Sayhueche no se olvida de estas cosas. Él no entiende de pactos ni tratados, ni con los huincas ni con otras tribus ni con los salineros ni con los ranqueles.


“La fuerza aborigen empujaba con fuerza y  años reprimidos en un grito que permanece ahogado. Lanzas, arcos y flechas esperaban el momento en que la orden fuera dada. La sangre en ebullición rompía los vasos y teñía la piel color guerra. ¿Quién pudiera contener la aproximación del grito sagrado que inclinase la balanza al lado perdedor, a la insuficiencia del espíritu, la nostalgia del poder, la gloria en estado latente? Se acercaba el día.
La contraparte no era la docilidad personificada ni en vano cargaba la pesada bolsa con mares de sangre y despojos. Occidente de nombre, marchaba erguida a la confrontación. La comitiva de tumbas y dolor le infundían una temida visión de poder devastador. ¿En vano tantos años aplastando cabezas de todo color? Ostentaba la furia y la sed vestida de piedad. “Acérquense”, grita a viva voz, “nosotros también somos vos. Bajen sus cabezas, alcen las manos al sol, alaben al poniente. ¿Por qué han de morir? Mi nombre es victoria y destrucción, no es necesario perecer” __pensaba Pedro viendo la otra cara de la conquista.

En la llanura desértica del encuentro generacional, el combate se dio sin tregua ni ganador, ¿acaso todos perdimos? Nueve meses después nací yo, en las postrimerías del siglo y de la confrontación. Llevo en mi sangre la sed de venganza también. El ala occidental, la Europa paternal, apaciguó la furia por un tiempo.
¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? La confluencia de esas dos vertientes en puja por la exaltación. Un animal doméstico, una fiera enjaulada, mi imagen moral me precede pero el desastre sigue ahí, después de tanto, sigue ahí ese instinto cazador. El indio debe esperar, mi Europa, dejar de pujar. Sé que algún día tendré que decidir, ese día está por llegar.”

Nahueltruz Guor siguió contando la historia de los vorohueches, que los hermanos juzgaron muy interesante. El cacique se expresaba con seguridad y su exposición resultaba, una vez más, clara y entretenida. Se notaba que conocía cabalmente la historia de su pueblo y la de sus vecinos. Los Javier lo contemplaban absortos, seducidos por la voz y el atractivo de aquel indio. Luego de servirse café, el doctor Javier invitó a Guor a su estudio para conversar, según precisó.

__Por favor, doctor __pidió Pedro en acuerdo con Laura__. No se retire a su estudio. Nosotros también deseamos saber cómo está Agustín.

Nahueltruz Guor tomó asiento de inmediato y, luego de un titubeo, el doctor lo imitó. Pedro levantó la vista porque sabía que el indio lo estaba mirando, casi sentía que le quemaba la piel, y le sonrió en señal de agradecimiento. El médico se dirigió en todo momento a Guor mientras explicaba los pormenores del carbunco y sus efectos en la salud del padre Escalante.

__A veces creo __expresó el médico por último__, que el padre sigue viviendo para volver a ver a vuestro padre.

Las miradas se encontraron en Laura que pidió permiso y se retiró.
Lo mismo hizo Pedro que no obstante no fue tras su hermana sino que llegó al huerto de doña Generosa, el lugar donde más le gustaba estar.
Cortó un ramo de azahares y se sentó pensativo bajo el limonero. El calor se tornaba insoportable a esa hora del día, con todo, protegido por la sombra del árbol, la siesta se hacía llevadera. A su alrededor había tanta vida que resultaba absurdo que, unos metros más allá, su hermano aguardara la muerte con estoicismo. El diagnóstico, sin embargo, había sido lapidario. Agustín moriría, era cuestión de tiempo. Hasta deseó que su padre nunca llegara a Río Cuarto y que la espera de Agustín se prolongara al infinitum.

__Agustín no morirá, Pedro, es más fuerte de lo que el doctor cree _expresó en voz alta.

Una sombra que cambió el juego de luces a su alrededor, lo obligó a levantar la vista. Nahueltruz, de pie frente a él, lo contemplaba con gravedad. Lo desconcertó que no lo hubiese oído acercarse, a pesar de ser robusto y tosco, se conducía con el sigilo de un gato. Volvió a percatarse de la rastra de plata y del facón, pero no le tuvo miedo esta vez, la incomodidad y el temor habían desaparecido, ahora le contemplaba sin recelos, y le gustó cómo le sentaban los pantalones azules de nanquín y la camisa blanca abierta hasta la mitad del pecho.

__ ¿Puedo sentarme? __preguntó, Guor, y Pedro apartó unas ramas para darle espacio __. Se está muy bien aquí _admitió.

__Es mi lugar favorito _confesó, Pedro, extrañamente contento de entablar una conversación intrascendente sin esconderse.

__Mi lugar favorito está a orillas del río  Cuarto, a media hora a caballo del centro del pueblo.
__Es importante tener un lugar favorito __expresó, Pedro__. Yo no lo tenía hasta descubrir este. Un sitio donde uno busca paz cuando ha desparecido en el resto de los lugares.

__Mi madre aseguraba que uno hace al lugar y al momento.
__ ¿Conociste a Blanca Montes, Nahuel? __interrogó Pedro.

__Una mujer admirable, hermosa, inteligente, y sobre todo valiente _admitió el cacique__. Pero no me preguntes más de ella que no te cuente tu hermano o leas en su libro. Sé que está en tus manos.
__Está bien. Y supongo que tampoco me contarás qué te hace estar junto a mi hermano, sé que no vienes a confesarte.
__Ya te he dicho que él me ha mandado a llamar, y siempre estaría cerca si él está enfermo, pero, es verdad, no puedo decirte nada más.
Pedro suspiró.
__Solo los seres muy especiales hacen al lugar y al momento. Se trata de personas con un don, una alegría eterna y un optimismo inquebrantable, que contagian a quienes los rodean, incluso a los ambientes donde se mueven. Los demás, los menos dotados, somos esclavos de los vaivenes de la vida.
__ ¿Conoce a alguien así? Me refiero, a alguien tan especial.
__Sí, mi tía abuela Carolita… Carolina Montes. Nosotros, sus sobrinos, la llamamos Carolita.
__Usted la quiere mucho. Eso quizá la convierta en especial.
__Tal vez, pero no soy el único en pensar que ella es especial.
__Entonces el don de su tía es hacerse querer.
__Concedido. Pero eso también es especial, créame. Yo no me hago querer fácilmente. Soy un tanto complejo y rebelde.
En eso Nahueltruz no hizo comentarios y se mantuvo silencioso, con la vista perdida hacia delante. Pedro lo miró de reojo. Prestó atención a la manera en que pestañeaba, lenta y suavemente, como si las pestañas le pesaran en los párpados. Su pecho, apenas cubierto por la camisa, subía y bajaba a un ritmo regular y pausado. La mansedumbre de esos movimientos lo relajó. Había un gran atractivo físico en él. Recordó los dientes de tigre y de punta del colgante de Blasco, y un escalofrío le jugueteó en la boca del estómago.
__Usted también se hace querer __manifestó sin reflexionar, estaba dicho, ya no pudo volver las palabras atrás, y enseguida añadió__: Blasco no hace otra cosa que hablar del gran cacique Nahueltruz Guor. Me atrevería a jurar que el colgante que usted le regaló es su tesoro más preciado. Daría la vida antes que separarse de esos dientes de fieras salvajes.
Nahueltruz rio complacido y Pedro rio también, movido por la risa de él, plena y hermosa. La sonrisa le había transfigurado el rostro, los ojos le brillaban de simple alegría, un milagro se había operado en aquel semblante invariablemente serio y severo. Pedro se preguntó cómo había sido capaz de temerle en ocasiones anteriores.
__Blasco asegura __prosiguió Pedro__que usted mató a esas bestias con sus propias manos, que les clavó una puñalada y luego les arrancó los dientes.
__En realidad los maté de un lanzazo, y le aseguro a usted que estaba a más de dos varas de distancia _-rio.
__Jamás le diré la verdad a mi fiel amigo Blasco _-aseguró, Pedro__. Disminuiría considerablemente el valor del talismán y quizá dejaría de llamarlo el rey del desierto. Eso sería imperdonable.
__Gracias. Usted es una persona de gran sensibilidad _-expresó, con humor, Nahueltruz.
__ Y jamás __retomó Pedro, seriamente __le diré al coronel Racedo que lo he visto a usted en Río Cuarto.

Nahuel truz lo contempló con fijeza y Pedro no se intimidó ni bajó el rostro, sino que le sostuvo la mirada, sin desafiarlo ni mostrarse impertinente. Lo miró mansamente como lo habría hecho con una persona a quien conocía de años, a quien lo unía una larga amistad, un profundo entendimiento y confianza.
__Usted debe de ser especial, Pedro Escalante Beggio. Hacía mucho tiempo que no me reía.
__Yo tampoco, Nahuel, no debe de ser fácil para ti estar acá, ¿verdad?
Me gustaría ir Tierra Adentro, y conocer a tu padre, a tu pueblo como lo hizo mi hermano.
__No te gustaría, Pedro, Agustín  tuvo otra crianza, tú no soportarías mi tierra.
Pedro… Soy marica. Tuve una esposa y un hijo, pero no más como tienen en mi lugar. ¿Sabes lo que significa?
__Por supuesto.
__No me refiero a ser homosexual, sino a esa soledad especial que siente un hombre en todo momento y que no tiene con quién hablar, que asfixia, que pesa. Yo creo que tú también la conoces, ¿verdad, Pedro?
__Sí. Y no sabía qué era lo que me sucedía hasta hace unas horas apenas, hasta conocerte __se apresuró a confirmar Pedro en tanto evadió la mirada encharcada tratando de ahogar los sollozos.
Años de soledad e incomprensión de su propia naturaleza se estaban abriendo a borbotones como una represa a la que le abren la puerta. Nahuel miró a todos lados, y lo abrazó, conteniéndolo en su llanto.
__Tranquilo, mi amorcito, tranquilo. Conmigo no pasa nada, yo lo entiendo, tranquilo.
¿Hiciste el amor con alguna chica alguna vez?
Pedro negó con la cabeza.
__Por eso me di cuenta, nunca me interesó ninguna mujer, no las deseo, lo sospechaba, desde niño me sentí raro. Mis primos y el mismo Agustín antes de ser cura eran muy machotes, mi padre los admiraba, en cambio, a mí no.
__No es un camino fácil, menos en tu sociedad del huinca, pero no estás solo, cielito, nunca estarás solo si me buscas.
__No quiero casarme, Nahueltruz, no amo a Camila __afirmó Pedro buscando la mirada.
__Lo sé, y no quiero que te cases, pero no piense en eso ahora, ya pensaremos cuando Agustín esté bien. ¿Alguna vez te confesaste con él?
__No. Ni siquiera. Solo contigo, es nuestro secreto.
Tú eres el amor.  Te veo, muerdo mi labio,  es pura atracción, deseos  de tenerte entre mis manos, de sentir tu cuerpo,  tu cálida piel, tu respiración delata tus ganas que son las mismas. Ven,  soy fuego en tu presencia, deseos que están a flor de piel, me consumen las ganas de  sentirte mío  una y otra vez, dos cuerpos entrelazados viviendo la pasión  durante horas, cuerpos sudorosos  buscando la fricción, ese roce perfecto que los eleve al cielo. Casi divino es el amor junto a ti envidiado por los ojos  que nos observan, nuestro fuego deja un rastro de olor a deseo, pasión,  rastro de aroma a sexo  que está pegado en nuestra piel.
Sé que parece una locura, que todos se opondrían,  sé el precio que tendré que pagar, pero nunca será peor que haberme negado a decirme a mí mismo mi verdad durante toda la vida. Ni en mil vidas vividas  encontré a un ángel como tú, pura pasión, deseo, tú eres el amor.

__Tengo un sueño entre lo santo y lo profano, lo divino y lo prosaico, lo falso y lo verdadero, lo fiel  y lo infiel. Y tocas mi alma y besas mis labios, puros e impuros, divino e impúdico.
Te sueño conmigo, entre el cielo y la tierra con mis piernas trenzadas en tus piernas, sudando con mi aroma  en tus poros, y mis pezones erectos ofreciéndose a tus labios entreabiertos con sabor a miel. Y tu piel juntándose a la mía, en un arrebato te hago mío, para encontrarme con tus ganas de mí, y dejas en mí tu esencia de hombre fuerte, audaz, atrevido deseoso de besos y de entregarte a mí y llenarme de ti con tus arrebatos de hombre y de caballero dulce y tierno, en la entrega de dos cuerpos con deseos de amarse perdernos en pasiones y arrebatos, hasta que nos amanezca la vida amándonos, robándonos el aliento, sintiéndonos, teniéndonos con ganas de no dejar espacios vacíos, llenarnos de ti y de mí, ser uno en el lecho de rosas y juntar los cuerpos con deseos de sabernos uno para el otro hasta amanecer abrazados.
Juntar la vida para amarnos envueltos en pasiones y deseos después de una noche arrebatada de amor, entregarnos cuerpo, alma y espíritu, para amarnos toda la vida... ser de ti y tú de mí en un arrebato de amor. Eres un loco, pero loco mío.  ¡Te amo!
Se acerca la noche con su irremediable oscuridad, y te llamo y nadie responde ni siquiera el eco que retumba en mi alma me contesta, se acerca irremediablemente ese momento de espera, que todo lo ocupa y nada se llena hasta tu llegada, mil veces miro a la luna por ver si a ella le cambia el semblante y me anuncia tu llegada, ella sabe de cómo me enamore de ti irremediablemente, también es conocedora de mis ansias por besarte y perderme en tus ojos, de viajar mano a mano por este mundo de sueños que no conoce fronteras ni permiso, ni pecado, porque cuando me besas en mis sueños,  vida mía,  soy el más feliz,  el que de ti se volvería a enamorar mil veces más. Bendito aquel momento de encuentro donde tus ojos me miraron en aquel instante de vida, benditos también tus ojos porque ellos me hablaban de tu sentir y de tus ganas de bailar en mi sonrisa, cómo no voy a amarte si todo tu cuerpo sintió mi cercanía y se alegraban con un débil temblor tus manos al coger las mías, cómo no voy a amarte vida mía.

Volveremos a sentir aquella sensación desbocada por los latidos de nuestros pulsos, estoy seguro, volveremos amor a respirar profundo la emoción de aquel momento, donde perdimos la noción del tiempo, a mí no me esperaba nadie, tenía todo el tiempo del mundo para ti, fue el instante más maravilloso de mi vida, sin pensarlo, dejamos en nuestra alma las huellas imborrables de un amor que nacía hoy, buscando los verbos cómplices del amor me encuentro a solas con tu recuerdo, esos verbos que se escriben cuando tu mirada refleja en la noche el paisaje de mi corazón, lo sé vida mía, sé que me sueñas en tu piel, ahí donde se realizan los sueños, donde es tangible la felicidad deseada, mientras yo me imagino tu rostro se ilumina con una sonrisa cuando me sueñas al leer mis verbos.

__Te amo vida mía.
Huele a peligro esta conmoción de sentires, esta lejanía de aullidos ocultos, de oraciones olvidadas. Huele a peligro, gritos de desidia, alarmas en la propagación  de resonancias distantes, del alcance de tus manos. Huele a peligro, negligencia de cuidados,
deserción de exaltaciones, desatención de esplendores, desvalimiento de coincidencias, en este mes que transcurre, vertiginosamente. Huele a peligro, cuando fluimos en inimaginables momentos, cuando bosquejamos proyecciones, por ubicar nuestros misterios.
Deja que escriba unas caricias  con mis dedos por tus piernas  y cure las cicatrices internas que por tu piel tanto avaricias. Cuidaré con delicadeza la seda dando a la mente rienda suelta al dar la vuelta y verte revuelto contra el pecado que te conceda.
Y esa gruta de placer sin pena, ese túnel oscuro de secretos con tanta lengua a ser pionera de ese encanto de lamerte entero bajo el influjo de una luna llena. Mas arrodillado junto a tu vera mi aliento prende esa candela  que sobre tu pecho te consuela ese poder que la flama nos diera.
En tus muslos ronda mi alma y en esa vereda de tanta llama,  siento que tu calor me reclama y solo quiero arder en su calma. En tus labios apasiona la letra de la colosal obra  que en la piel forma el teorema a la conspiración que perpetra. Y por eso peco entre tus pecas para delinquir en tu condena que por ese amor desencadena el sinfín de unas gratas muecas. Que tu rostro al mío muestra  al bailar al son de esa cadera que no es gusto de cualquiera todo lo que tu amor demuestra.
Ven a mi cuarto tarde a la noche.

__Pedro, ¿estás seguro que quieres reconocer tu esencia? Una vez decidido no hay camino de regreso. Algunos lo hacen pero no estoy convencido que les sirva.
__Nunca estuve más seguro, Nahueltruz, quiero  que sea contigo, y solo contigo, ser siempre solo tuyo.
__ ¿Soy el único en tu vida?
__Sí. He sido virgen antes de ti, nunc a hubo nadie, ni lo habrá.
__Un  hombre  diferente, es así,  como una especie en peligro de extinción, de esas que se encuentran un día por la calle y no llama la atención, pasa desapercibida y nadie ve todas las cualidades que tiene; nadie sabe que si la detuvieran a mitad de la calle les contaría historias sobre los libros que ha leído, les diría que podría hacer algún escrito de lo sucedido, hablaría sobre música y guitarras, sobre bicicletas y deporte ; luego se pondría pensativa y quizá compartiría una de sus tantas decepciones; tendría una charla interesante sobre estrellas y constelaciones,  sobre tejido y construcciones, sobre la vida y la muerte, se declararía fanática de las letras y sin dudarlo compartiría algunos de sus poemas.
Tú eres así, precioso, uno de esos hombres que llama la atención de manera diferente, un eslabón perdido que quisiera ser encontrado por la persona correcta, uno que sepa y entienda que como tú no hay nadie más.
__Sueño contigo, me excito solo pensando en ti, me perturbas, me conmueves, Nahuel.
Aferrado aún a ti, con mis manos dormidas en tu pecho, y luego de extinguida  la llama que en el lecho se encendiera vivaz, de beso en beso. Despiertos los sentidos del tacto y del oído en el oscuro ambiente, entre perfumes de nardos y de lilas, con el amor latente en las pupilas,
el cuerpo exhala su aroma de embeleso. Más tarde, luego se calman los latidos en un sueño manso y esperanzado, anida; entonces, agradezco este amor que bendecido, nos regala el cielo en nuestra vida. Déjame tocar tu piel. Necesito tu calor que me calienta, algo me pasa,  se me va el aire. Mi alma se quiebra, mi corazón se paraliza. Te doy mi mano, mis sentimientos te buscan. Cálmalos con tu calor, no hables, ni siquiera una palabra. Deja que yo te haga el amor, te quiero atrapar, abrazarte, acariciarte, besarte. Hasta hacerte estallar, me acerco a tu piel, busco llenarla de besos, posarme en tus labios. Pasar por tu figura, sí. Desdibujar tu sonrisa  en el silencio. Pasar a atarte a la cama  para mirarte más de una vez, y producirte placer.
__Sos… Eres atrevido y me encanta __dijo el cacique mirándolo.

__ El corazón  es un órgano hueco, musculoso, del tamaño del puño del que lo acompaña.
Es responsable de bombear alegría, tristeza, sangre a través de los vasos sanguíneos, mediante contracciones a la razón de lo que se siente feliz, o desenamorado, en una repetida arritmia al estado emocional. Componiéndose este órgano de un músculo cardíaco en un tejido muscular involuntario, que se encuentra dentro de este, una bomba doble, de cuatro cámaras por donde impulsar la sangre derramando toda emoción, ubicándose en la cavidad torácica entre el aire que respira, y los suspiros que del pecho que se lamentan y se pierden.
Este valiente músculo es auto excitante, lo que implica poseer su propio sistema de conducción de aceptar o engañarse. Esto es lo opuesto al musculo esquelético, que requiere de estímulos nerviosos, consciente por la acción reflejo.
Las contracciones rítmicas del corazón ocurren espontáneamente, aunque la frecuencia o ritmo cardíaco, se puede cambiar por la influencia nerviosa, por acercamiento  hormonal  del deseo, tales como el ejercicio o la percepción del peligro o el acercamiento del sexo.
 La anomalía congénita más común del corazón, es el amor, que lo hace fuerte audaz y valiente, o débil, cobarde, sufrido de sí mismo a la razón de cuanto siente.
El corazón, mi señor posee sus razones, sin anatomía y razón de peso para querer y ser amado. En su inventiva cualidad casi infantil, aporta argumentos, políticamente audaces y correctos, asombrados guiones que superan  su propia realidad, ancianos discursos de niños
superando a veces  en su astucia  toda inteligencia emocional, apelando, cuando se siente perdido a la fría lógica del pensamiento. Este musculo  que se ablanda y se endurece, que es preso y es libre, abierto y cerrado en las mazmorras del alma, que se enamora, más por los ojos, que por sus latidos, que orgulloso y peregrino cual perro abandonado se arrastra  a la primera caricia dando por autentificado cuanto siente al primer beso de amor de una publicitaria sonrisa. Este corazón, a veces herido a veces asesinado, enterrador de sentimientos, querubín de cementerios poeta de epitafios, guardián de silencios argumentador de llantos. Este corazón, posee esas razones, que a usted, le enamora.
Llego a la conclusión, mi señor,  a la lógica, y a toda razón, que tengo más argumentos
misterios, cábalas y enigmas que este, mi corazón. Atentamente, este musculo que sufre de usted. Te lo dejo en las manos, cielito. Nunca pase lo que pase te sientas solo, porque él te acompañará, estará en ti, en tu pecho, en las palmas, habitándote.
__Descansa amor  y cuídate que  Racedo está cerca.
__Cada noche me acerco a tu cama para verte dormir en calma, pienso que estoy en tus sueños y en silencio observo como placida y tranquilamente respiras y mi alma por ti suspira. Con toda mi alma deseo abrazarte, entregarte mi vida entera, mi corazón es el nido que  te dio cobijo para siempre y a ti con amor quiero  entregarme  de por vida. Que tengas buenas noches, dulces sueños,  mi amor. Que la paz de nuestras almas  llene todos tus sueños, que los ángeles te arropen hasta llegar el alba  de un bello amanecer. Que tengas bellos sueños  amor mío, que tu cama sea  como un jardín de flores,  que sus fragancias  echen fuera los malos  pensamientos para que  los sueños plácidos y serenos  te den la paz en tu descanso. Que tengas un feliz descanso amor mío, te buscaré en mis sueños  para fundirme con tu cuerpo  y disfrutar juntos de los placeres,  tu cuerpo que da vida a mis sentidos,  a este  ladrón de tu alma que desea descansar junto a ti. Que tengas un feliz y plácido descanso amor,  que yo estaré abrazándote, descansa sobre las nubes de felicidad que yo velaré tu sueño  y lo cuidaré hasta que llegue el sol de un nuevo día con su calor  y nuevas alegrías. Cuando llegue la hora de despertar besando tus labios te daré  los buenos días mi príncipe con un tierno abrazo. Descansa amor mío, dulces sueños,  unidos a los míos entrelazados  tú y yo en vida y sueño.
Me siento celoso de todo cuanto le rodea, señorito mío.
Mi amor por ti es inmenso, te amo con toda la fuerza de mi corazón. ¿Pero el amor es lo único que mueve el mundo? Odio, rencor, envidia que la mayoría  de las veces suele ser por amor, un amor no correspondido, un amor que los traicionó, un amor perdido. Amor, tú me das la vida y  tú me la quitas,  amo tenerte a mi lado, odio cuando te alejas, me siento traicionado, celoso hasta del aire  que acaricia tus mejillas, confuso de estos sentimientos  sabiendo que eres mío   pero mi estómago se anuda  si te veo cerca de otro hombre aun sabiendo que me amas.
__ ¿Lo dices por Matías? Es mi amigo, y está enamorado de Laura, de verdad. No tienes que temer, es solo mi amigo.
__ Te miro a los ojos y me desviste tu mirar. Tu desnudez  me fascina más,  figuras lentamente desvestidas, me excitan tus labios,  cuando los entreabres, tus labios carnosos, seductores,
un beso que en la humedad de  nuestras bocas eriza la piel, un beso  tuyo, precioso es todo lo que me hace falta, para entregarme, es lo que anhelo noche y día, y más  te deseo, y me atrevo a quitarte la ropa lentamente, sin prisas. Un beso que en la humedad  tibia de tus ardientes labios y tu boca exquisita me devore. Me saboree, me endulces a granel.

Voy dibujando un laberinto  en tu pecho,  furia palpitante  que sacude mis entrañas, mis manos deslizo sobre tu piel tan suave, déjame estremecerte, porque esta sed no se apaga, en cada beso quisiera beber tu alma. No tengas miedo amor. Déjame llevarte al infierno mismo sin pudor, perdiendo el control, la razón, lo nuestro es locura, es pasión, con tan solo un beso que dejo y dejas en mi piel, y palpita más mi corazón. Déjame solo besarte,  apasionarme por ti, con solo un beso sabrás lo mucho que te deseo. Me gusta más tener nuestros labios unidos, nuestros brazos entrelazados, nuestros ojos desvaneciéndose en la triste alegría de la posesión. ¿Y es que no existen otros mejores? Suaves, que prenden el alma,  tiernos porque son excitantes,  fuertes porque me muerden, poderosos porque en ellos con tan solo un beso, palpita de mi corazón.
Estás lejos sin embargo te envío un abrazo sincero extendiendo las alas del alma para que este amor cubra tu dulce corazón, tu lejanía no es capaz de hacerme ignorar la profundidad de tus besos. Esos que hacen encender mi universo inundándome de pasión sin límite al igual que con tus caricias suaves y sensuales que me llevan al mismo cielo. La distancia separa nuestra piel pero a lo lejos puedo ofrecerte mi calor, mi fidelidad,  mi más profundo y grande querer que se infiltra en tu ser haciéndote el amor al sentir mi calma al comprender la locura de mi deseo porque sabes que te pertenezco y contigo solo quiero estar,  no ser de nadie más.
Llegará pronto ese momento mágico cuando la carne y el deseo  se unifiquen en un solo sentimiento donde la llama del amor se consumirá bajo el éxtasis bendito de nuestros sexos.

__Te esperaré cada noche… siempre.



Guor  se puso de pie, se colocó el sombrero de fieltro y, luego de una inclinación de cabeza, se alejó en dirección a la casa. Pedro se tapó la boca para refrenar la risa, se sentía liviano como una pluma, pero su cacique ranquel tenía las piernas tan estevadas que un chancho habría pasado entre ellas.
___

__Leopoldo regresó dos días después luego de atender los oficios funerarios de la abuela de Lara, Alcira lo puso al tanto de los acontecimientos pues al entrar a la casa lo recibió un ambiente extraño y tenso. Lo que más fastidió a Leopoldo de la infamia de su prima Ignacia fue el efecto que provocó en la salud de su madre que, aún seguía en cama preguntando por el hijo mayor cada media hora.

“Lo que dice Ignacia no es cierto, madre. Jamás le puse un dedo encima”, aseguró, Leopoldo. María del Pilar lloraba y lo abrazaba. Ella lo creía, pero… ¿y el padre?

Leopoldo explicó a Abelardo que no desposaría a Ignacia de Mora y Aragón sino a una joven llamada Lara Pardo.
¿Lara qué?, Chilló su padre. Nadie conocía a esa mujer, de quién se trataba, dónde vivía, cómo la conocía, quién era su padre, a qué se dedicaba, nunca la habían visto en las tertulias de  Marica Thompson ni en las de Florencia Azcuénaga. ¿Quién diantres podía ser entonces?

 Nada ni nadie habría convencido en este mundo a mi abuelo Abelardo de aceptar a mi madre, la hija natural de una lavandera que vivía en la parte de atrás del norte de la ciudad, cerca de la plaza  de Marte. Solo repetía como loco: “El hijo del barón de Pontevedra, el nieto del duque de Montalvo, casado con una don nadie”, y no se detenía a recordar que su suegro había sufrido la misma desazón cuando, una treintena de años atrás, le había concedido la mano de su adorada Pilarita a él, un contrabandista de las Indias Occidentales.
“¡Pues me importa un rábano la tal Lara Pardo! Te casarás con tu prima Ignacia”, declaró Abelardo junto con un golpe de bastón, y Leopoldo, que rara vez, perdía la mesura, le contestó: “Se puede ir al carajo. Me casaré con quien quiera, y será Lara Pardo”.

Pensaron que Ignacia rompería a llorar al conocer el bandazo que había dado su situación. Leopoldo no se casaría con ella, lo haría en cambio con una muchacha pobrísima de la zona de Retiro, mientras su honra quedaba por los suelos, porque toda la ciudad daba por cierta la mentira de sus amoríos con Leopoldo Montes. Mas ella no derramó una lágrima, se levantó y abandonó la casa de su tía Pilarita seria como de costumbre.
Al día siguiente apareció en la casa de Lara, quien pensó que se trataba de un cliente que deseaba alguna costura o bordado. La invitó a pasar e Ignacia se llevó un pañuelo de encaje embebido en colonia a la nariz. Lara pasó por alto el desprecio y le indicó que se sentase, pero Ignacia con la cabeza  en claro fue al tema directamente.

__Te daré este collar valuado en varios miles de reales si dejas libre a Leopoldo Montes __dijo y le presentó una gargantilla de tres vueltas de perlas grises que había conseguido salvar del remate  general de joyas antes de la huida de Madrid__.  Él está comprometido conmigo. Nos casaremos muy pronto __añadió.

Lara le devolvió el collar que ella había dejado sobre la mesa y la  miró directo a los ojos para decirle:
__Si está tan segura de que él es su prometido y de que se casará con usted, es un desperdicio que me entregue esta joya tan costosa.

Ignacia la miró confundida, consciente por primera vez de que su rival no era solo hermosa.
__Le ofrezco el collar para asegurarme de que no volverá a verlo después de nuestra boda.
__Se nota que usted no me conoce, señora. En caso contrario, jamás me insinuaría semejante bajeza. No se confunda. Yo soy una mujer pobre, no una desvergonzada. Además, es triste ver cómo una dama de su clase se humilla al reducir a un simple negocio el amor de un hombre _concluyó Lara.

Le señaló la puerta y, aunque Ignacia dubitó, terminó por abandonar la casucha del peor barrio de Buenos Aires, y más insegura que antes.

Esa tarde, cuando Leopoldo visitó a Lara la encontró demacrada y con los ojos irritados. La muchacha le refirió la visita y el ofrecimiento del collar, Leopoldo perdió la paciencia y despotricó contra su prima a quien no había concebido tan pérfida.
La situación en lo de Montes se había tornado insostenible, la tensión y las presiones de Abelardo para que su hijo mayor dejara a la cualquiera y desposara a su prima resultaban difíciles de sobrellevar. Discusiones, gritos, amenazas. Abelardo, impotente ante la tozudez de Leopoldo terminó por echarlo de la casa de la calle de la Santísima Trinidad, haciendo caso omiso de las súplicas de Pilarita.
Casémonos mañana __dijo Leopoldo por fin, y Lara se arrojó a sus brazos rompiendo a llorar.

Fue Tito quien ofreció a su hermano la casa donde funcionaba la botica y el laboratorio, y Leopoldo recibió la propuesta de buen grado, porque la herencia de la abuela Laure  y Luque se agotó, y por otro lado la infamia de Ignacia había dañado mucho más que su propia reputación, había defenestrado también la de Leopoldo, que, de un día para otro, perdió sus pacientes más adinerados, que eran quienes pagaban los honorarios de los cuales vivía, pues su trabajo en el Protomedicato apenas si rendía y en el vacunatorio del doctor Segurola trabajaba Ad Honorem. A su padre no causó gracia que su hijo Tito ayudara a la pareja indeseada y las discusiones se tornaron tan frecuentes que semanas después de la boda de Lara y Leopoldo, Tito llenó un arcón con ropa y libros, dejó la casa paterna y se instaló en la parte delantera de la casa de la calle de las Artes.

__Pedro cerró las memorias de Blanca, arropó a Agustín, y con una inquietud en la piel, regresó a la pensión donde ignoró a los presentes en las mesas al entrar.
Simulando ordenar algunos libros, esperó a que Lorena llenara la tina, y acomodara la cena, al fin suspiró cuando ella se retiró.
Esperó varias horas, esta vez cenó y se bañó con prisas, ansioso pensando en la visita del cacique que le robaba el sueño y el alma.
El vello se le erizó y sintió aletear el pecho cuando la voz apareció desde el jardín.

__Hermosa criatura de piel blanca, piel que sin tocarla ya me quema y que reúnes en ti, el milagro más deseado  y al mismo tiempo el pecado más condenado, no sé qué predilecciones habrá tenido el destino contigo,  para poder juntar tanta belleza en ese escultural cuerpo que arrasa corazones con tus pasos, mas mirar tu piel de huinca,  es como abrir los ojos frente al paraíso,  y poder recorrer cada centímetro de ella, es como inundar el alma de ese calor,
de ese deseo  y de esa pasión, es tu piel, la que yo quiero devorar, mas te prometo que lo haré con mucha cautela mientras te enseño lo que es amar, bella criatura  y con deseo te digo, tú eres lo único  que mi corazón y mi alma anhela.
 Hoy frente a frente me preguntas ¿cómo es que te amo, si los dos  somos tan diferentes?
Cómo te haré entender, que no se necesita ser iguales, si iguales  fuéramos no estaríamos frente a frente. Ni tampoco el tomarnos de la mano, menos mirarnos con la misma intensidad y sin dejar escapar  uno que otro suspiro, alma mía si tu ausencia es arrancar trozos de mi vida,
mi vida no es más mía, desde aquel lluvioso atardecer, dejó de pertenecerme, es toda tuya en
  ese abrazo que te di para secar tu frágil cuerpecito, que temblando de frío estaba.
Desde ese momento, cada vez que llueve, doy   gracias al cielo, pues la lluvia fue la llave que abrió al portal del paraíso que sin haber fallecido,  hoy por entero lo he conocido, tuyo soy, no más vueltas sin destino alguno, para qué,  si la meta ansiada he logrado alcanzar. Dejo todo, y aderezo mis escasos cabellos,  y te dijo, entonces abre tus brazos que a tu cálido  acojo apelo yo.  Deseo solo decir que quiero besarte entero, besar tus suaves cabellos, negra noche en mis delirios, tu frente con suavidad en acto de reverencia y esa pequeña nariz que arrugas cuando te miro. Quiero besar tus mejillas tan sutilmente encendidas, zambullirme en esos hoyuelos que me derriten, el lóbulo de tu oreja para erizarte la piel, deslizarme con destreza llegando hasta tu barbilla y adueñarme de tu boca para beberme su miel, quiero recorrer tu cuello, explorarlo sin premura, gozarme en la suavidad de los murmullos que emitas, con mis labios en tu pecho  escudriñar por tu camisa, y besar el par de rocas que llevas tan escondidas.
Disfrutar esos botones de rosa a medio brotar, tus hombros tersos también quiero saturar de besos, tu talle hasta que tu ombligo de besos pueda llenar y recalar en tu vientre en un urgido cortejo. Quiero besar tu cintura rodeándola completa, después besar tus caderas acompañando su ritmo, descender a los misterios de tu mágica silueta y embriagarme de tu esencia llevándote al infinito.
Quiero besarte las piernas cuando emitas en suspiros, la dicha que te provoque ese concierto de ósculos, y llegando hasta tus pies besándolos de a poquito, quiero sonreír contigo satisfecho de tu gozo. Entonces he de abrazarte con gran amor y ternura, para besarte la espalda mientras concilias el sueño, quiero en besos dibujar pasión sobre su tersura, y si no quieres dormir… dejémoslo para luego.
--Calla por esta noche,  hazme tuyo como la primera vez. Hagamos infinitas promesas,  inventemos sueños,  que nuestras almas se unan en un solo cuerpo. Amémonos apasionadamente. Dejemos bailar nuestros cuerpos bajo el sonido del silencio
Ven, acércate a mí adentrándote en mi alma sin miedo, sin piedad, sin permiso de nadie
Mi corazón es tuyo. Tú tienes la llave, sin regreso. Ámame hasta quedarme fundido, hasta quedar prendado de ti. Tu perfume impregnando mi cuerpo calmando mis miedos, mi sed de ti.
Quédate  solo por esta noche. Sé mi pensamiento, mi deseo. Déjame tenerte esta noche para no anhelar tus besos en mi piel, para que mi alma quede dormida eternamente en tu pecho
y cuando oigas el pálpito de tu corazón sepas lo mucho que te amo,  que te llamo a cada instante a voces, a gritos. Y sientas que en cada silencio  te extraño hasta en el aroma que dejas tatuado en mi alma.
El sabor de tus labios. Los besos deseados en mis labios cada vez por los que mis labios corrían acercándose a los tuyos,  el palpitar de mi corazón más fuerte lo sentía cada vez, que por juntarse esas locas bocas arrancaban del sentimiento, que crecía y crecía. En ese tiempo una sonrisa a ti acudía malicioso e inocente en tu adolescencia, entonces yo conforme lo presentía qué cómodo estabas con mi presencia. Así hubiese sido de conocerte antes.
Tu mirar intenso, de galanteo y coquetería hicieron que mis ojos no te dejaran confiado,  que en algún momento te rendirías y que al final del día mis labios te alcanzarían.
Tanta fuerza como pureza en ti había que el beso que rondaba fue solo roce que en voluble giro hurgó por los aires para volver quizás alguna otra tarde.
Sostén en tu mano mi corazón  palpitante, dame un beso donde todo se resuma a ese instante y cuando abramos los ojos tatuemos  nuestras miradas, para que no sean fugitivas errantes y olvidemos mañana.
Quítame la ropa con la  lentitud y belleza que caen las hojas de los árboles en otoño, despoja mis temores con el lenguaje de tus manos, trazando líneas entre el  hemisferio de mi boca y
mis labios, fundiéndonos en  la anatomía de mis profundidades.
Bébeme a sorbos lentos como se liba el buen vino , rozando el borde de la copa  con los labios, fundido entre textura y aromas  con sabor a embriaguez en la boca, y en la saciedad de los placeres, tu geometría se amolde a la mía, haciéndonos vórtices en la liviandad de los cuerpos.

Nahuel me toma de la mano y lo sigo, porque lo seguiría hasta los confines del mundo. Ahora lo sé, y lo digo, me lo digo.
Me mira, sus ojos atormentados por algo y oscuros, teme, mas por mí.
Me alza en brazos y avanza dentro de la habitación, oscura, masculina, la cama está cerca de la ventana, no tengo miedo.
Nos arrojamos a la cama, tiene la mano bajo de mi cabeza y caigo sobre la almohada.
Nos sacamos la ropa rápidamente y nuestra piel está caliente y ruborizada y viva.
Estoy vivo, somos libres, acá respiramos en libertad y pasa sus dedos por mi piel trazando garabatos, me hace cosquillas, es delicado, me trata como una pieza frágil, teme aplicar su fortaleza, y  lo siento ya dentro de mí, muy adentro, jadeo, y suspiro, y me agito.
__Te amo __le murmuro al oído__. Las consecuencias y riesgos pueden irse al diablo.

Y no miento, no me importa quién es él. No me importa qué hizo, qué hace en el malón. Está aquí ahora y es lo único que quiero.
Me hace sentir. Lo deseo. Él me desea. Entonces me toma, me doy, soy su ofrenda y no hay dolor.
Está adentro de mí, se hunde, penetra, se impulsa, soy de él, está muy adentro y fuera, sus manos en todas partes, son sus alas y hacen magia, me las presta y volamos juntos.
Sus labios finos y suaves me infunden vida, ávidos poseen y liban mi néctar, su lengua entra, la mía sale al encuentro, el asalto es absoluto, conquista, le cedo, sus labios me llenan, me dibujan me crean.

Digo su nombre, él dice el mío.
Estoy intoxicado por el sonido de los cuerpos en vaivenes, por la cadencia, por el ritmo.
Su corazón late a un ritmo firme, me acoplo, estamos tan vivos que duele, nuestros brazos  y piernas se enredan en un revoltijo, somos calor y fuego, y saliva, y sudor.

Nuestros ojos se encuentran y no se apartan, él sostiene la mirada mientras se desliza dentro de mí, en cada embestida, lo disfruta, y yo, me encanta contemplarlo, es mágica la unión, también cuando sale y arremete. Se estremece, convulsiono, estamos ascendiendo. La luz de la  luna  se derrama desde la ventana hacia mi piel y hacia la suya.
Abrazo su cuerpo hacia atrás como puedo, lo empujo, quiero más, lo quiero todo, sus ojos enmarcados por pestañas negras se acercan, fulguran, se cierran, y entonces… estallamos…, no hay materia, sino luz, somos la misma luz, y movimientos, y asfixia y agonía, y uno… y la oscuridad.

Pero se despierta en minutos y volvemos a estar juntos, una y otra vez, cada vez es diferente, cada vez es salvaje y respetuosa y es increíble.
El mundo está plagado de oscuridad, seres sin corazón que hacen de la maldad su razón de vida. Está en su naturaleza, como el alacrán.
Para ellos ser bueno tiene dos significados bobo, o equivocado en una sociedad donde los valores se van extinguiendo, igual que la fe, la esperanza y la bondad. Pueden decir que estoy errado al pensar así, pero no podemos ignorar la cruda realidad. Lo que pasa en el mundo, las estadísticas de muerte son atroces y no es solo por enfermedad, es porque  el mismo ser humano se encarga de hacerlo, la forma o las causas solo están  en su desquiciada mente, así saca la podredumbre que lleva dentro, que cree que tiene la potestad de quitar la vida. Mujeres que son esclavas, niños sin padres, frustrados, traumados sin poder entender por qué tanta maldad.
¿Qué está pasando? Acaso ya vienen con defectos de fábrica, en qué momento cambia su inocencia por maldad, es el medio, vienen de un hogar disfuncional, la verdad no entiendo ¿A dónde está el amor? Quiero imaginar que el amor es una semilla que se esparce con el viento. La elección es nuestra siempre podemos elegir el bien por el mal, sembremos amor en cada niño, porque no todo es oscuridad, que si caes habrá un ser lleno de bondad para ayudar, que dar lo que se tiene te regocija el alma, que no todo está perdido, que ahí en el fondo del lodo existe esperanza. Amor quiero que repartamos como si fuera pan, para enseñar que la humanidad está hecha de luz, que lo que nos dejó Jesús no se perdió, que prevalezcan sus enseñanzas de amor infinito, porque esa semilla será nuestra salvación, que renazca el amor, porque es la mejor razón para existir.

__ ¿Nahuel? __murmuré mirándolo.

__ ¿Qué?
__Dime la verdad, ¿hay gente como yo en Tierra Adentro? ¿Acepta tu padre al huinca allí?
Lo digo porque en el Fuerte Sarmiento hay gente como Blasco y más que desean estudiar y evangelizarse.
__Blasco no es del todo ranquel, no importa. Gente como vos no hay, porque vos sos único, pero sí, hay huincas viviendo en mi tierra.
__ ¿Esclavos como todos dicen?
__No.  No tomamos esclavos, no Mariano Rosas ni yo. El huinca que vive allá lo hace por su voluntad, por amor, Pedro. Solo por amor. Pero no pienses en eso ahora,  no creo que puedas soportar esa vida,  de veras.
__ ¿Entonces?
__Entonces, no seas ansioso, espera a que Agustín se recupere, y ya veremos, yo he estudiado, y pude ir a Europa a seguir haciéndolo, como también mi padre, pero mi deber era entonces regresar a su lado.
__ ¿Qué quieres decir?
__Nada, amorcito, duerme tranquilo. Y puedes llamarme por el nombre que me dio Agustín, él me bautizó como a un huinca, si quieres, me llamo… Guillermo Graziani.
__Guille _balbuceé.

Y cuando por la mañana  el sol enceguece mis ojos, volteo la cabeza, pero él, ya no está a mi lado, sin embargo, lo siento, es como me dijo, está en mí, se queda en mí, es mi esencia, está brillando su energía en mis átomos, es su piel la cubierta de mi dermis, es su aroma el que aspira mi nariz, es su sabor, el dulce despertar de mi aliento, es mi vida, es…  Nahueltruz Guor o es Guillermo Graziani, y es el amor de mi vida.

___

Aunque nunca le había tenido fe a Francisco, el menor de sus hijos varones, Abelardo se avino a la realidad, era el único que le quedaba. A pesar de ser el que más se le parecía en lo físico __el cabello renegrido, los ojos como el carbón y la piel cetrina __, Francisco era, el vivo retrato de su madre en lo espiritual, un joven tranquilo,  medroso en ocasiones, contemporizador y sensible.

__ ¿No me habrá salido manflorón? __se atormentaba Montes, seguro de poder soportar a un hijo casado con la bastarda de una lavandera, pero jamás a uno que le tomara el gusto a otro del mismo sexo.

Lo llamó a comparecer una mañana muy temprano a su despacho y le ordenó.
__Te casarás con tu prima Ignacia.

A Abelardo Montes le sorprendió gratamente que Francisco no solo asintiera sin chistar sino que luciera complacido con el mandato.
Ignacia no dudó en aceptar la propuesta de matrimonio de Francisco Montes, más allá de que siempre había despreciado su sonrisa timorata, su voz suave y baja y su excesivo sentido de la urbanidad.
Le gustaba Leopoldo porque era lo opuesto, un tanto desaprensivo, rebelde, seguro de sí mismo y arrojado. Pero de nada habían valido las triquiñuelas urdidas para atraparlo,  Leopoldo se había enamorado de una  muchacha basta y simple, sin nivel ni estirpe, que vestía con harapos, que tenía las manos plagadas de callos, que llevaba el pelo suelto y que no se perfumaba.

Dijo sí a Francisco, no le quedaba otra salida. Leopoldo ya se había casado y su virtud estaba en entredicho gracias a sus propios enredos.

Alcira  visitaba la casona de la calle de las Artes, y llenaba la despensa con conservas, jamones que ella misma curaba, quesos, dulce de membrillo y de leche, garrapiñada de maní y almendras. Mi madre le servía chocolate caliente en invierno y borchata en verano, mientras Alcira daba parte de los últimos chismes de los Montes y de las familias conocidas.
Pasaban momentos muy agradables. No recuerdo aquellas tardes, pero, según la misma Alcira solía reseñarme, yo, Blanca Montes, me había aficionado a ella, tanto que, cuando anunciaba su partida me ponía a llorar.
Poco más tarde, cuando mi tía Calorita, ya instalada en su mansión de la Rue du Saint- Honoré, en París, mandó a llamar a Alcira, aquellas tardes terminaron.

Mi abuela, María del Pilar, también visitaba a sus hijos cuando la salud y su esposo se lo permitían. Llevaba obsequios para mis padres, para tío Tito y para mí.
Es de aquellos obsequios que aún conservo el guardapelo de oro, que siempre llevo colgado al cuello con los mechones de mis dos hijos, uno rubio como el oro, el otro negro azabache, y el reloj de platino de mi padre que había pertenecido a su abuelo el duque de Montalvo con las iniciales grabadas en su interior.
Hace poco se lo regalé a Mariano, que lo conserva en su caja de madera, junto a sus recuerdos más preciados.
__

Pedro  perdió la mirada en el techo, cerrando el libro con los pensamientos arremolinados en un torbellino.

__Tía Blanca, tu amor era mi padre, ¿era Escalante o era Mariano Rosas? ¿Los dos?
¿Acaso viviste Tierra Adentro?

Las palabras de Guor resonaron de súbito: “El huinca está allá por… amor”.
El guardapelo tiene el cabello rubio de Agustín, y ¿el negro es… de quién?

 No te mueras, hermano, necesito hablar muchas cosas contigo, y tienes que leer este diario, y por otra parte, ¿por qué la urgencia de hablar con papá y por qué necesitas estar cerca de Nahuel?

Vive Agustín… vive.

CONTINUARÁ.

HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Lenguaje adulto. Escenas explícitas.

15 comentarios:

  1. Patricia Melancólico y nostálgico. Precioso!!!

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  2. Miryam bellisimooo, sublime excelso amor, pluma_ maravillosa

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  3. Maria Dolores Gracias amiga Eve Monica Marzetti

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  4. Teresa Extrañar no es estar vacio, sino estar lleno de alguien que se hace presente, a pesar de la ausencia 😘

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  5. Leticia A veces se extraña de una forma diferente , al que se extraña nos visita en sueños . Eso es mágico .

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  6. Respuestas
    1. génesis, chicas, aviso si no publico me han hakeado las cuentas y por el sitio en que lo hago no puedo, veré qué hacer, recién me encuentro esto, besos. Lean lo atrasado.

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  7. Veronica Lorena Piccinino Lindo capítulo.. .su primera vez hermosa... Gracias

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  8. Bellísimo Eve, no hay barreras que puedan separar a dos que verdaderamente se aman...Un encuentro mágico y una verdad muy cercana a ser revelada...

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