“REDENCIÓN”.
PRÓLOGO
Y CAPÍTULO PRIMERO.
“Me besó sin pedir permiso y me pareció la
gloria,
le devolví el beso con hambre atrasado”. Mario Benedetti.
le devolví el beso con hambre atrasado”. Mario Benedetti.
La historia está repleta de amores y
desamores.
Algunas de estas historias han permanecido a través del tiempo y sus
protagonistas han adquirido una especie de inmortalidad. Pero, ¿qué sabemos
realmente sobre el amor? ¿Qué nos impulsa a enamorarnos?
Son
muchas las personalidades que han escrito sobre el amor y sus ‘mágicos’
efectos. Sin ir demasiado lejos, por ejemplo, el ilustre Oscar Wilde dijo así: “El misterio del amor es mayor que el misterio
de la muerte”. Y es que este sentimiento ha sido motivo de historias
conmovedoras y pasionales, pero también de auténticos conflictos bélicos y
dramas personales.
Henry
Holiday plasmó en este cuadro el encuentro entre Dante Alighieri (1265-1321) y
Beatriz (Beatrice Portinari, 1265-1290). Sin embargo, el primer encuentro de
estos dos amantes se produjo cuando tenían nueve y ocho años respectivamente.
Eran vecinos, pero apenas coincidieron y se dirigieron la palabra, lo que no
evitó que alimentara la mente del escritor para escribir sus dos obras
maestras, La divina comedia y La vida nueva.
Florencia,
1283.
De
pie junto al puente, el poeta observaba a la joven que se acercaba. El mundo se
detuvo al ver sus ojos, grandes y
oscuros, y su pelo castaño peinado formando elegantes formas.
Al
principio, no la reconoció. Era tan hermosa que cortaba el aliento con sus
movimientos gláciles y seguros. Y algo en su rostro, le recordó a la niña de la
que se había enamorado varios años atrás. La vida los había llevado por caminos
distintos y él siempre había llorado la pérdida de un ángel, su musa, su amada
Beatriz. Sin ella, su vida había sido solitaria e insustancial.
“Y
ahora aparece mi bendición.”
Mientras
ella seguía acercándose, acompañada de sus amigos, el poeta inclinó la cabeza
en un saludo caballeroso. No tenía ninguna esperanza de que ella se lo devolviera.
Era perfecta e inalcanzable, un ángel de ojos castaños, vestida de blanco
resplandeciente, mientras que él era un hombre mayor, hastiado del mundo. Que
no le llegaba a la suela de los zapatos.
Cuando
ya casi había pasado de largo, los ojos del poeta se clavaron en una de sus
delicadas zapatillas, una zapatilla que vacilaba delante de él. El corazón se
le desbocó mientras aguardaba, sin resuello. La voz que le habló, suave y
educada, dispersó sus dudas. Era ella.
Levantó
la cabeza y la miró asombrado. Llevaba años esperando ese momento, soñando con
ese encuentro, pero nunca se imaginó que se produciría de un modo tan fortuito.
Y menos aún que ella lo saludara con tanta dulzura.
Desconcertado,
le devolvió el saludo, y se permitió el lujo de dedicarle una sonrisa, una
sonrisa que su musa le devolvió multiplicada por diez. Sintió henchírsele el
corazón, mientras su amor por ella crecía y ardía como una hoguera en su pecho.
Desgraciadamente,
la breve conversación llegó a su fin cuando ella anunció que tenía que irse. El
poeta se inclinó para despedirse, pero enseguida se incorporó para contemplarla
mientras se alejaba. La gran alegría que había sentido por el reencuentro se
vio empañada por la tristeza de no saber si volvería a verla nunca más.
Chile,
febrero de 2019.
“Me
bastó ese primer beso para ir conociendo de tu alma, ese vislumbrado y vasto
universo. Y era un enceguecedor valle de
luz el que tenías adentro. Y yo, con enloquecido placer, ya estaba palpando a tu esencia divina. Por tu mundo subterráneo caminaba con volátil
ligereza, y te acariciaba. En el azul
corazón del agua quieta de tus portales abiertos, con indómito anhelo, formidable
estremecimiento, te besaba y te gozaba.
Y entonces comprendí que yo ya te amaba... Era tan joven, y tú tan diferente.
Que tú a mí, no solo me gustabas. Yo ya te amaba. Y dejé a la flor de mis ansias bebiendo de tu aliento y en la raicilla de tu grito un jadeo mío en un insostenible suspenso.
Y removí tus sensaciones. Profané el recinto de tus pasiones. Amarré a tus delgadas venas el pulso temblón de mi sangre. Y fui rumor, tiempo y viento aquella tarde. Y había en tu alma un mar irremediable que me llevaba hasta un sueño silencioso y con destellos... Ay amor, ay vida... Y cómo no tener la convicción de que te quiero... Así le hablé con estos ojos de fuego cuando él con sus yemas ya me iba quemando el pecho y el deseo. Y las pupilas le ponían brasas al adorable silencio. Y sentí que se incineraban nuestras almas, los huesos,
el paisaje y el sentimiento. ¿Qué sucedió contigo que olvidaste aquella tarde? ¿Por qué me tratas así?
Y entonces comprendí que yo ya te amaba... Era tan joven, y tú tan diferente.
Que tú a mí, no solo me gustabas. Yo ya te amaba. Y dejé a la flor de mis ansias bebiendo de tu aliento y en la raicilla de tu grito un jadeo mío en un insostenible suspenso.
Y removí tus sensaciones. Profané el recinto de tus pasiones. Amarré a tus delgadas venas el pulso temblón de mi sangre. Y fui rumor, tiempo y viento aquella tarde. Y había en tu alma un mar irremediable que me llevaba hasta un sueño silencioso y con destellos... Ay amor, ay vida... Y cómo no tener la convicción de que te quiero... Así le hablé con estos ojos de fuego cuando él con sus yemas ya me iba quemando el pecho y el deseo. Y las pupilas le ponían brasas al adorable silencio. Y sentí que se incineraban nuestras almas, los huesos,
el paisaje y el sentimiento. ¿Qué sucedió contigo que olvidaste aquella tarde? ¿Por qué me tratas así?
Ya
madura la noche, amanecidas y trasnochadas letras que de ti tanto me han
hablado, se niegan a dormir en la mente. Pues algo se sabe, falta como un beso
de buenas noches, sé que no llegará pero algo tan dentro de mí se niega a dormir sin algo de tuyo.
De
calma la noche se viste, contrasta con
la extraña inquietud que se siente en la panza, la habitación colmada de calor
de noche de verano, desentona el frío que siente ahora mi acelerado pecho. Cómo
hacer para engañar mis sentidos e intentar dormir tranquilo sin nada tuyo.
Me
voy perdiendo entre las horas y, los pensamientos de amor se tornan sombríos,
¿es que acaso la noche o este destino no saben que mi amor depende y pende de
ti? Las vueltas en la cama no relajan la
tensión que contagia al alma y de mi cuerpo espanta el sueño.
Esta
noche toda se calla... Los besos están mudos en el teléfono, los te amo algo
los escondió y el sonido de las voces no los logra pronunciar. Parece que las
bocas no encuentran las palabras que
hacen de cada descansar un maravilloso sueño de amor.
Te
esperan mis sentidos, como cada día ser el destino de tu suspirar, saber qué
sentiré al beber tus besos sin tocar tus labios. Pero esta noche algo más se
calla y este silencio de ti inquieta. Mi alma enamorada desespera.
Un
hilo rojo invisible conecta a los que están destinados a encontrarse, sin
importarles el tiempo, el lugar o las circunstancias y este hilo jamás se
romperá.
Es
sábado, fin de semana dedicado al ocio y a estructurar los pensamientos. El
azar me ha traído hasta aquí, un lugar donde la playa se asemeja a una estela
interminable de sabor a nata y caramelo de postín. Un lugar donde se detiene el
tiempo y el mar te devuelve recuerdos imborrables. Un pescador se afana en sacar
su redada, no sin esfuerzo, de las aguas azules del mar. El sol parece que se
ha dormido acurrucado detrás de las sábanas nubosas, por temor al frío de
febrero. Una pareja corretea por la playa saltando y abrazándose, disfrutando
del fin
de semana, entrelazando sus manos por un visible hilo rojo de su
destino. En este instante mi pasado es un trastero y mi presente una casa
limpia y medio vacía frente al mar. Hace fresco. Un café humeante y
reconfortante me retrae a una leyenda que conocí y un bloc de notas me aproxima
al relato. Lo peor que te puede pasar cuando miras a una persona hermosa es que
te sostenga la mirada. Este chico, el camarero, casi derrama el café.
Los japoneses y chinos tienen la creencia de que las personas están predestinadas a conocerse y a encontrarse unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Los hilos rojos del destino unen los meñiques con los corazones, es decir, simbolizan el interés compartido y la unión de los sentimientos.
Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de sus provincias del reino vivía una poderosa bruja que poseía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y ordenó traerla a su presencia. Cuando la bruja se personó en palacio, el emperador la conminó a encontrar el otro extremo del hilo que ataba su dedo y lo alargara hasta la que podría ser su esposa. La bruja accedió a la petición y comenzó a seguir el hilo. Su búsqueda la llevó hasta un mercado rural donde una campesina, con su bebé en brazos, ofrecía los productos de su cosecha. Avisado el emperador, se acercó hasta el mercadillo, e invitó a la campesina a ponerse en pie diciendo:" Aquí termina mi hilo". El emperador enfurecido azotó a la bruja creyéndose engañado por el destino final del hilo e, indignado, empujó a la campesina con tal furor, haciéndola caer con su hijita hasta el suelo produciendo en el bebé una importante herida en la frente. Después ordenó a su guardia la detención de la bruja para ser decapitada.
Pasaron los años y el emperador había tomado la decisión de contraer matrimonio. La corte le recomendó desposarse con la hija de un afamado general y así se hizo. El día de la boda la novia entraba en el templo cubriendo su rostro con un velo, cubriendo su cuerpo con un hermoso vestido, que resaltaba su belleza. El emperador levantó el velo y descubrió que el angelical rostro tenía una cicatriz que llenaba casi su frente. Era la cicatriz que él mismo había provocado al rechazar lo que el destino le tenía reservado como le anunciara la bruja. Él necesitaba un abrazo a ojos cerrados. De esos en los que uno se aferra al otro y a la vida. De esos que convierten sus brazos en hogar, fuego y azúcar.
Esta milenaria leyenda oriental nos trae un poco de luz al misterio de las almas gemelas. La ancestral cultura japonesa nos enseña que el futuro de cada persona está predestinado por un intangible hilo de color rojo amarrado al dedo meñique. Es la otra mitad, la parte naranja restante, aquello que falta para su total complemento. En el extremo del hilo estará la persona que esperamos encontrar.
Los japoneses y chinos tienen la creencia de que las personas están predestinadas a conocerse y a encontrarse unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Los hilos rojos del destino unen los meñiques con los corazones, es decir, simbolizan el interés compartido y la unión de los sentimientos.
Cuenta la leyenda que, hace mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de sus provincias del reino vivía una poderosa bruja que poseía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y ordenó traerla a su presencia. Cuando la bruja se personó en palacio, el emperador la conminó a encontrar el otro extremo del hilo que ataba su dedo y lo alargara hasta la que podría ser su esposa. La bruja accedió a la petición y comenzó a seguir el hilo. Su búsqueda la llevó hasta un mercado rural donde una campesina, con su bebé en brazos, ofrecía los productos de su cosecha. Avisado el emperador, se acercó hasta el mercadillo, e invitó a la campesina a ponerse en pie diciendo:" Aquí termina mi hilo". El emperador enfurecido azotó a la bruja creyéndose engañado por el destino final del hilo e, indignado, empujó a la campesina con tal furor, haciéndola caer con su hijita hasta el suelo produciendo en el bebé una importante herida en la frente. Después ordenó a su guardia la detención de la bruja para ser decapitada.
Pasaron los años y el emperador había tomado la decisión de contraer matrimonio. La corte le recomendó desposarse con la hija de un afamado general y así se hizo. El día de la boda la novia entraba en el templo cubriendo su rostro con un velo, cubriendo su cuerpo con un hermoso vestido, que resaltaba su belleza. El emperador levantó el velo y descubrió que el angelical rostro tenía una cicatriz que llenaba casi su frente. Era la cicatriz que él mismo había provocado al rechazar lo que el destino le tenía reservado como le anunciara la bruja. Él necesitaba un abrazo a ojos cerrados. De esos en los que uno se aferra al otro y a la vida. De esos que convierten sus brazos en hogar, fuego y azúcar.
Esta milenaria leyenda oriental nos trae un poco de luz al misterio de las almas gemelas. La ancestral cultura japonesa nos enseña que el futuro de cada persona está predestinado por un intangible hilo de color rojo amarrado al dedo meñique. Es la otra mitad, la parte naranja restante, aquello que falta para su total complemento. En el extremo del hilo estará la persona que esperamos encontrar.
Hago
mías las palabras de Paulo Coelho:”...A lo largo de nuestra vida tenemos dos
grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, con el padre o la
madre de tus hijos; y dicen que hay un segundo gran amor, esa persona que
perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las
fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirá, siempre, alcanzar un
final feliz, hasta que cualquier día dejarán de intentarlo, se rendirán y
buscarán a esa otra persona que acabarán encontrando. A veces, se desprende más
energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien
a quien aprecias".
Te propongo algo, le decía él a ella, permanecer solos frente al mundo y, si este nos traiciona, fundaremos nuestro propio mundo.
El
mar se agita. El sol parece levantarse de su adormecimiento al lado de la luna.
La playa se queda sola bañada y amada por el mar, cierro mi bloc. Vuelvo a mi
destino, y mi memoria me trae una frase de Isabel Allende: eran amantes
eternos, buscarse y encontrarse, una y otra vez, era su karma.
Subo
al coche, el dedo meñique me hace cosquillas, parece un hilo desprendido de
algún botón... parece rojo... ¿Será mi imaginación? El hilo puede tensarse,
enredarse, pero nunca podrá romperse.
¿Acaso
soy yo quien se confundió contigo? De ser así, ¿por qué en tantos años solo he
vivido para reencontrarte?”
El
amor puede nacer en cualquier espacio donde abundan sentimientos profundos y
libres, en el final de un camino inimaginable, de una forma que jamás
esperarías, en sueños que crecen de la nada, de una rosa cuando comienza a
abrir sus pétalos. Solo necesitas de una mirada cautivadora para caer en las
redes de una telaraña deseada que se apodera de cada pensamiento en tu interior
conquistando el alma. El amor puede
silenciar los miedos
o hacerte gritar tus verdades. El amor puede respirar sin temores y nos marca el sentido de un camino que deseamos en las brisas pausadas del viento. El amor puede romper tu mañana hermoso o cicatrizar las heridas de un ayer tormentoso. El amor propaga su propia luz en las penumbras inciertas de la oscuridad, puede convertir una desilusión en un beso delicado y pasional. El amor traspasa los límites de la cordura, absorbe el sentido común de la razón. El amor hace que ardan en llamas las puertas blindadas del corazón, entrando en su interior y apoderándose del tesoro que guarda en sus arcas. El amor te ahoga en las lágrimas producidas por el dolor inevitable que provocan los recuerdos nostálgicos en el tiempo.
o hacerte gritar tus verdades. El amor puede respirar sin temores y nos marca el sentido de un camino que deseamos en las brisas pausadas del viento. El amor puede romper tu mañana hermoso o cicatrizar las heridas de un ayer tormentoso. El amor propaga su propia luz en las penumbras inciertas de la oscuridad, puede convertir una desilusión en un beso delicado y pasional. El amor traspasa los límites de la cordura, absorbe el sentido común de la razón. El amor hace que ardan en llamas las puertas blindadas del corazón, entrando en su interior y apoderándose del tesoro que guarda en sus arcas. El amor te ahoga en las lágrimas producidas por el dolor inevitable que provocan los recuerdos nostálgicos en el tiempo.
Amor,
toma mi mano y abraza el misterio de mi soledad para siempre, desata tus
virtudes en las intimidades de mi ser, elévame hasta sentirme como un ángel en
el cielo, donde te encontraré en las paredes imaginarias que aíslan mi destino.
Mis
besos anclarán en el mar profundo de tus labios, y mis deseos desenfrenados en tus latitudes,
sentirás el roce de mis manos suavemente por tus secretos, desenmascarando tus misterios, y tu corazón
sentirá el abrazo de mis caricias,
gritará tu alma en libertad por las pasiones de mi amor, ese amor que ha
llegado para contagiarte de mis placeres ardientes,
que se esconden tras las tentaciones intensas que rigen el rumbo de tus dudas”.
que se esconden tras las tentaciones intensas que rigen el rumbo de tus dudas”.
Bs.
As., 2019.
__
¿Señor Beggio?
La
voz del profesor Guillermo Graziani atravesó el aula en dirección al atractivo
joven de cabello castaño sentado en las últimas filas. Perdido en sus
pensamientos, o en la traducción, tenía la cabeza gacha, mientras tomaba
frenéticas anotaciones en su cuaderno.
Doce
pares de ojos se volvieron hacia él y contemplaron la cara pálida, sus ojos
almendrados con largas pestañas y sus delicados dedos, que sostenían un bolígrafo.
Luego, esos mismos doce pares de ojos se volvieron hacia el apuesto profesor,
que permanecía inmóvil y había empezado a fruncir el ceño.
La
actitud mordaz de Guillermo, contrastaba vivamente con la atractiva simetría de
rasgos: sus ojos, grandes, expresivos, portadores de una mirada capaz de
atravesar el alma e indagar sus vericuetos, y su boca, de labios finos pero
sensuales como la fruta prohibida del Edén. Era uno de los hombres atractivos
de aspecto duro, pero en ese momento, su gesto amargo y severo estropeaba el
efecto.
__!
Eh!
Una
tos discreta a su derecha llamó la atención del joven, que levantó la vista
hacia el estudiante de buen porte y mirada diáfana sentado a su lado.
Sonriendo, este señaló con la mirada hacia el profesor.
Pedro
Beggio siguió el recorrido de su mirada
y se encontró con unos ojos penetrantes color café divinos y muy enfadados. Tragó saliva
audiblemente.
“Una
mañana como tantas otras, nuestras miradas se cruzaron y surgió un hola espontáneo,
mas nuestros corazones parecieron explotar y sin darnos cuenta, en esa mañana cualquiera, como tantas otras, nació un intenso amor apasionado, con una furia salvaje y con una indómita tentación , nació sin darnos cuenta, como nace esa flor silvestre que crece sin que nadie la siembre, al costado de algún camino, perfumando la ruta de cualquier viajero errante,
embriagando las almas solitarias de deseo y pasión, nació sin ninguna explicación y cuando menos se esperaba, nació sin importar los tiempos, las edades, ni las razones, nació porque debía nacer, como nace una mirada, o como nace una sonrisa o como nace un poema, con una fuerza interna que va más allá de los sentidos, nació porque cuando las almas se tienen que encontrar o están predestinados a estar juntas, no hay nada ni nadie que pueda separarlas, porque el destino o ese ser superior que llamamos Dios, ya los unió, y sin embargo, no me recuerda, profesor”.
mas nuestros corazones parecieron explotar y sin darnos cuenta, en esa mañana cualquiera, como tantas otras, nació un intenso amor apasionado, con una furia salvaje y con una indómita tentación , nació sin darnos cuenta, como nace esa flor silvestre que crece sin que nadie la siembre, al costado de algún camino, perfumando la ruta de cualquier viajero errante,
embriagando las almas solitarias de deseo y pasión, nació sin ninguna explicación y cuando menos se esperaba, nació sin importar los tiempos, las edades, ni las razones, nació porque debía nacer, como nace una mirada, o como nace una sonrisa o como nace un poema, con una fuerza interna que va más allá de los sentidos, nació porque cuando las almas se tienen que encontrar o están predestinados a estar juntas, no hay nada ni nadie que pueda separarlas, porque el destino o ese ser superior que llamamos Dios, ya los unió, y sin embargo, no me recuerda, profesor”.
__Estoy
esperando una respuesta, señor Beggio. Si le apetece unirse a la clase _añadió,
con una voz tan glacial como su mirada.
El
resto de los alumnos del seminario se revolvieron inquietos en sus asientos y
se dirigieron miradas furtivas. En estas se leían preguntas del tipo:
“¿Qué
mosca le ha picado?” Pero ninguno dijo nada. (Porque es de sobra conocido que
los licenciados odian enfrentarse a sus profesores sobre el tema que sea, no
digamos ya por una falta de educación)
El
joven abrió la boca para contestar, pero cambió de opinión y la cerró, sin
apartar la vista en ningún momento de aquellos imperturbables ojos hechizantes.
Los de él estaban abiertos como platos, no por asombro sino por temor.
__ ¿Habla
nuestro idioma? __ se burló el profesor.
“Tu
boca es fruta escarchada en mi boca.
Qué
agridulce escalofrío sostengo. Qué agridulce recorre mi cuerpo mientras tus
labios me mortifican con su frío y suave vaivén. Tu beso me duele como flujo de
sangre helada que se ciñe a mi garganta: Un hilo de aguja que traspasa
agridulce mi corazón y diluye sin
compasión mi alma abatida. A
ti, trampa simpática permiso para ser la víctima, azótame, con tu sonrisa quiero
una tortura enfática. Sin defensa legítima sin ir a forcejeos, amor esclavízame
apresa mi pichón gorjeo. A la brava, somete al verbo que todos sean dedicados a
ti, en esos calabozos negros la cadena perpetua disfrutaría feliz. El que tiñe
de oro ese cabello, tú, el que me hace trasnochar y en autómata zombi me
convierto. Mueve a este gato del tejado por exagerar en sigilo y lerdo, con ese
terremoto alado conmocione mi dormido cielo. Así te quiero con dichosa
tendencia verdugo, listo para acabar mi desvelo y sentir el hacha de la boca
tuya.”
A
una chica morena sentada a la derecha de él se le escapó la risa, aunque trató
de disimularla con una tos poco convincente. Todos los ojos volvieron a
dirigirse hacia el joven asustado, que se había ruborizado furiosamente y que
agachó la cabeza, apartando la vista del profesor.
__Dado
que el señor Beggio parece estar asistiendo a un seminario perdido en un idioma
distinto, ¿tal vez alguien sería tan amable de responder a mi pregunta?
La
belleza morena sentada a su lado, estuvo encantada de hacerlo.
Se
volvió hacia él y le dirigió una sonrisa deslumbrante, mientras respondía a su
pregunta con todo detalle gesticulando mucho con las manos. Al terminar dedicó
una sonrisa ácida al recién llegado, se volvió de nuevo hacia el profesor y
suspiró. Lo único que le faltó fue rodar un poco por el suelo y frotarse contra
sus piernas para demostrarle que nada le haría más feliz que ser su mascota.
(Aunque a él no le hubiera gustado nada que lo fuera)
El
profesor frunció el ceño de manera casi imperceptible a nadie en particular y
se volvió para escribir en la pizarra. El
joven asustado parpadeó con fuerza varias veces mientras seguía tomando
apuntes, gracias a Dios no lloró.
Más tarde, cuando Graziani seguía hablando sin
parar, un trozo de papel doblado apareció sobre el diccionario de italiano de
Beggio. Al principio él no se dio cuenta, pero un nuevo sonido hizo que se
volviera hacia el joven sentado a su
lado. Esta vez él le dedicó una sonrisa más amplia y le señaló la nota con los
ojos.
Al
verla, él parpadeó sorprendido. Vigilando la espalda del profesor que no dejaba
de rodear con círculos palabras
italianas, se llevó la nota al regazo y la abrió directamente.
“Graziani
es un idiota.”
Aunque
nadie que no hubiera estado observándolo
se habría dado cuenta, al leer la nota se ruborizó de un modo distinto. Le
aparecieron dos manchas rojas en medio de las mejillas mientras sonreía con dos
pocitos que aumentaban su atractivo. No fue una sonrisa de las que dejan los
dientes al descubierto, ni de las que hacen aparecer arrugas de expresión más que los hoyuelos, pero era una sonrisa.
Se
volvió hacia su vecino, que le sonrió otra vez, franco y amistoso.
__ ¿Algo
divertido que quiera compartir con el curso, señor Beggio?
Los
ojos del nuevo alumno se abrieron aterrorizados y la sonrisa de su nuevo amigo
desapareció de su cara al volverse para mirar al profesor. Sin atreverse a
enfrentarlo, él bajó la cabeza y se quedó inmóvil, mordisqueándose el labio
inferior.
__Ha
sido culpa mía, profesor. Le estaba preguntando por qué página íbamos _dijo el
chico, tratando de protegerlo.
__Una
pregunta poco apropiada para un estudiante que está preparando el doctorado,
Matías. Pero, ya que lo preguntas, estamos empezando el primer canto. Espero
que seas capaz de encontrarlo sin ayuda del señor Beggio. Ah, y ¿señor Beggio?
Pedro
tembló como conejo asustado al elevar la mirada.
__Lo
espero en mi despacho después de clase.
“Quiero
encontrar en mi vida, como los pintores impresionistas: " Mi luz”. La que
haga brillar mi camino sin permitir que tropiece y que con sus tonalidades vaya
variando mis estados de ánimo y con sus reflejos me dé la suficiente fuerza
para si caigo, volverme a levantar y poder llegar al final de mi recorrido.
Esa que deja según su iluminación que se achique o alargue mi sombra, jugando entre los claroscuros.
Deseo que cambie constantemente para no caer en la rutina del monocolor, que huya de todo lo ya establecido.
La que no turbe mis silencios ni mis delirios y me dé paz, la que capte esos instantes fugaces pero únicos que no volverán jamás.”
Esa que deja según su iluminación que se achique o alargue mi sombra, jugando entre los claroscuros.
Deseo que cambie constantemente para no caer en la rutina del monocolor, que huya de todo lo ya establecido.
La que no turbe mis silencios ni mis delirios y me dé paz, la que capte esos instantes fugaces pero únicos que no volverán jamás.”
Al
acabar el seminario, Pedro guardó cuidadosamente el trozo de papel dentro del
diccionario de italiano, junto a la entrada de la palabra más semejante.
__Pedro,
siento lo que ha pasado. Soy Matías Olazábal _lo saludó su amable compañero
tendiéndole una esbelta mano.
Pedro
se la estrechó y su compañero se maravilló en la suavidad de esa piel.
__Hola,
Matías, soy Pedro Beggio.
__Encantado
de tenerte aquí, Pedro. Siento que Graziani se haya comportado como un idiota,
es soberbio y pagado de sí mismo. Y ahora entenderás por qué su apodo es El
Profesor, con mayúsculas _dijo él, con no poco sarcasmo.
Pedro
se ruborizó levemente y volvió a centrarse en sus libros.
__Eres
nuevo ¿no? __interrogó, Matías y ladeó la cabeza para mirarlo.
__Acabo
de llegar de la Universidad de Santiago de Chile.
Él
asintió como si la conociera.
__ ¿Has
venido a hacer un curso de doctorado?
__Si.
__Señalando hacia las primeras filas, añadió__. Ya sé que no lo parece, pero
teóricamente estoy estudiando para especializarme en Dante.
Matías
soltó un silbido de admiración.
__Entonces,
¿estás aquí por Graziani?
Pedro
asintió y, al fijarse en su cuello, Matías se dio cuenta de que el pulso se le
aceleraba. Como no encontraba explicación para ello, de momento se olvidó del
tema, aunque más adelante regresaría a ese hallazgo.
__Tiene
un carácter difícil, por lo que no tiene demasiados alumnos, pero es mi
director de tesis. Y también el de Sonia, ya la conoces.
__ ¿Sonia?
__La
coqueta quedándome corto de la primera fila. Es su otra alumna de doctorado,
aunque su auténtico objetivo es, convertirse en la futura señora de Graziani.
Acaba de llegar y ya le hace galletas, se deja caer por su despacho, le envía
mensajes telefónicos. Es increíble.
Pedro
asintió, pero no dijo nada.
__Sonia
no parece consciente de la estricta política de no confraternización de la
Universidad _explicó, Matías, que fue recompensado con una sonrisa preciosa.
Se
dijo que iba a tener que hacer sonreír a Pedro Beggio todo la frecuentemente
que pudiese. Pero eso tendría que esperar, de momento.
__Será
mejor que vayas. Quería verte después de clase y te estará esperando. Es
implacable.
Pedro
guardó sus cosas a toda prisa en la vieja mochila que lo había acompañado desde
su primer año en la Universidad.
__No
sé dónde está su despacho.
__Cuando
salgas, gira a tu derecha, luego gira otra vez. El suyo es el último, siempre a
tu derecha, al final del pasillo. Buena suerte y, si no nos vemos antes, hasta
la próxima clase.
Pedro
le dedicó una sonrisa agradecida y salió del aula.
Al
doblar la esquina vio que El Profesor había dejado la puerta del despacho
abierta. Se quedó delante, nervioso, dudando sobre si llamar primero o asomar
la cabeza directamente. Tras unos segundos de duda, se decidió por la primera
opción. Armándose de valor respiró hondo, contuvo el aliento y levantó el puño,
justo entonces, oyó la voz profunda:
__Siento
no haberte devuelto la llamada. ¡Estaba en clase! __exclamó la voz enfadada que
ya empezaba a resultarle familiar. Se hizo un breve silencio antes de que
volviera a hablar__: ¡Porque era el
primer seminario de este curso, idiota, y porque la última vez que hablé con
ella me dijo que estaba bien!
Pedro
se apartó de la puerta. Al parecer, el señor estaba hablando por teléfono, gritándole
a alguien. No quería ser su siguiente víctima, así que decidió huir y afrontar
las consecuencias más tarde. Pero justo entonces lo oyó sollozar. Fue un sonido
ronco que fue transformándose en un llanto desgarrado que le llegó al alma, impidiéndole
marcharse.
__!
Claro que habría querido estar allí! La quería, la quiero. __Le llegó otro
sollozo desde detrás de la puerta__. No sé a qué hora llegaré. Diles que voy en
camino. Salgo ya para el aeropuerto, tomaré el primer avión que salga, pero no
sé cuándo llegue...
Otra
pausa.
__Lo
sé. Diles que lo siento. Que lo siento mucho, sobre todo a Gaby…_Su voz se
perdió entre sollozos y Pedro lo oyó colgar el teléfono y se estremeció. Gaby,
su amiga, algo grave debía haber sucedido.
Sin
pensar se asomó.
El
hombre tenía la cabeza entre las manos y lloraba con los codos apoyados sobre
el escritorio. Pedro vio cómo le temblaban los anchos hombros. Y sintió
compasión, etimológicamente, sintió su dolor, “me duele porque tu dolor es el
mío, el dolor de la persona amada se hace mío”, pensó.
Quería
acercarse a él, rodearle el cuello con sus brazos, consolarlo, ofrecerle su
pecho para llorar su dolor. Quería acariciarle la cabeza y decirle que lo
sentía mucho. Por el momento, se imaginó cómo sería secar las lágrimas de
aquellos expresivos ojos café y verlos volverse hacia él con amabilidad. Se
imaginó estrechándolo entre sus brazos, dándole un casto beso en la mejilla,
solo para confortarlo.
Pero
verlo llorar de esa manera, como si acabasen de romperle el corazón o
desgarrarle el alma, lo dejó clavado en el suelo, por lo que no hizo nada de lo
que se había imaginado. Al darse cuenta de dónde estaba, volvió a esconderse
detrás de la puerta, a ciegas tomó un papel de la mochila y escribió un mensaje
que enganchó en el pomo de la puerta que cerró silenciosamente.
“Lo
siento. Pedro Beggio.”
La
timidez no era el rasgo más característico de Pedro. Su mayor cualidad, la
virtud que lo definía como persona, era la compasión, algo que no había
heredado de sus padres. Su padre, Alberto, aunque era un hombre decente, tenía
tendencia a ser inflexible. Su madre, Amalia, ya fallecida, no había mostrado
compasión hacia nadie en toda su vida, ni siquiera hacia su único hijo.
“Pedro
se llamaba, en su
mirada se abrían geranios, las azucenas estiraban pistilos en su pestañar;
había un jardín de belleza entre la cuesta rosada de sus mejillas y el rosedal
de su risa, amaba la alegría, -para eso- se puso a tejer una historia con los hilos cantores de la lluvia, amaba la
música navegando en los ríos, chapoteando en los charcos ; por eso, derramaba
su hermosura bajo el cincelar campesino del aguacero mezclándose puro, limpio y
cristalino, amaba las edades sin tiempo, el pecado original, la manzana, creía
devotamente
en la ternura y el amor, por eso, una mañana de abril, decidió vestirse de Adán y recorrer el camino del pecado… amaba la poesía como un delgado invierno hundido en el corazón de la primavera, ¡así lo conocí¡
Y me metí en su sangre alborotado, tímido y avergonzado, el alba oía su corazón, la noche se abrigaba con su mirar, su ternura, la almohada donde soñaban los claros de luna la luz de abril,
¡así lo conocí¡ delgado como un suspiro, esbelto como el violín, dispuesto a mover el universo al reír, al besar por eso, una noche de abril estando el país de sus labios a punto de embanderarse con mis besos me miró a los ojos y no pude ver el brillo de la fidelidad, abrumado, sollozando destajó el calendario de mi pecho arrancándome el corazón donde sangraba la palabra febrero; las catorce gotas de soledad y sufrimiento.”
en la ternura y el amor, por eso, una mañana de abril, decidió vestirse de Adán y recorrer el camino del pecado… amaba la poesía como un delgado invierno hundido en el corazón de la primavera, ¡así lo conocí¡
Y me metí en su sangre alborotado, tímido y avergonzado, el alba oía su corazón, la noche se abrigaba con su mirar, su ternura, la almohada donde soñaban los claros de luna la luz de abril,
¡así lo conocí¡ delgado como un suspiro, esbelto como el violín, dispuesto a mover el universo al reír, al besar por eso, una noche de abril estando el país de sus labios a punto de embanderarse con mis besos me miró a los ojos y no pude ver el brillo de la fidelidad, abrumado, sollozando destajó el calendario de mi pecho arrancándome el corazón donde sangraba la palabra febrero; las catorce gotas de soledad y sufrimiento.”
Alberto
Beggio era un hombre de pocas palabras pero bastante popular y, en general,
apreciado por sus vecinos. Era conserje en la Universidad. Y dado que el
departamento de bomberos estaba formado íntegramente por voluntarios, él y sus
compañeros estaban de guardia casi permanentemente. Se sentía orgulloso de su
personalidad y le dedicaba mucho tiempo
y energía, lo que implicaba que no paraba en la casa, ni siquiera cuando no
había ninguna emergencia. La noche del primer seminario de Pedro, lo llamó por
teléfono desde el cuartel, contento al ver que por fin respondía el móvil.
__ ¿Cómo
van las cosas, Pedro? _le preguntó. Su voz, poco dada a sentimentalismos, lo
conformó igualmente, como si fuera un mantra.
Pedro
suspiró.
__Bien.
El primer día ha sido… interesante, pero bien.
__ ¿Cómo
te tratan esos porteños?
__Muy
bien, son muy amables. “Son los
argentinos los que son unos desgraciados. Bueno en verdad un argentino
para ser más exactos.”
Alberto
se aclaró la garganta un par de veces y Pedro contuvo el aliento. Gracias a sus
años de experiencia, sabía que su padre se estaba preparando para decir algo
serio. Se preguntó qué habría pasado.
__Tesoro,
Mirna ha muerto, hijo.
Pedro
se incorporó en la cama y se quedó mirando el vacío.
__ ¿Me
has oído?
__Sí,
le he oído.
__El
cáncer volvió con fuerza. Todos pensaban que estaba bien, pero la enfermedad
volvió sin avisar y, cuando se dieron cuenta, ya no pudieron llevarla a la
capital, se había extendido al cerebro, a los huesos. Todos están muy
afectados.
Pedro
se mordió el labio inferior y ahogó un sollozo.
__Sabía
que te iba a doler. Era como una madre para ti, y Gaby y tú, siempre fueron
buenos amigos… ¿Te ha dicho algo?
__No…
No me ha llamado. ¿Por qué no me dijo nada?
__No
sé cuándo se enteró la familia de que había vuelto a recaer. He pasado por su
casa hace un rato, y Guillermo ni siquiera había llegado. Estaban todos
furiosos con él. No sé cómo lo recibirán cuando llegue. Hay mucho rencor en esa
familia _añadió su padre, renegando en voz baja.
__ ¿Vas
a mandar flores?
__Sí,
supongo. No se me dan bien estas cosas, pero puedo pedirle a Clarisa que me
ayude.
Clarisa…
era su novia. Pedro puso los ojos en blanco y se sopló un mechón atrevido de
cabello, pero se guardó su opinión.
__Dile
que envíe alguna cosa de mi parte, por favor. A Mirna le encantaban las
gardenias. Y pídele que firme la nota en mi nombre, Gaby entenderá.
__Descuida.
Lo haré. ¿Necesitas algo?
__No,
estoy bien.
__ ¿Dinero?
__No
padre. Con la beca voy bien si me ando con cuidado.
__Siento
lo de Harvard, hijo. Tal vez el año que viene…
Pedro
enderezó la espalda y se obligó a sonreír, aunque su padre no pudiera verlo.
__Tal
vez. Hasta pronto, papá.
__Adiós.
__
A la
mañana siguiente, Pedro se dirigió a la universidad un poco más despacio que el
día anterior. EL iPod lo aislaba del exterior y en su cabeza iba redactando un
correo electrónico de pésame y de disculpas para su amiga, Gabriela,
escribiéndole y corrigiéndolo mentalmente mientras caminaba.
La brisa
era cálida. A Pedro eso le gustaba. Le gustaba estar cerca del lago en Palermo.
Le gustaba la luz del sol y la amabilidad de la gente. Le gustaba estar en
Buenos Aires. Y sobre todo, le gustaba estar a miles de kilómetros de él. Solo
esperaba seguir así mucho tiempo.
Cuando
entró en el Departamento de Estudios Italianos para ver si había recibido
alguna carta, seguía redactando en su mente el correo para Gaby. Alguien le dio
un golpecito en el hombro y entró en su campo de visión.
Pedro
se quitó los auriculares.
__Matías…,
hola.
Él
sonrió desde su altura. Pedro era casi tan alto como él, pero era demasiado
alto, se sentía pequeño con zapatillas a su lado.
__ ¿Qué
tal fue la reunión con Graziani? __le preguntó el joven, cambiando la sonrisa
por una mirada de preocupación.
Pedro
se mordió el labio, costumbre de cuando estaba nervioso. Debería dejar de
hacerlo, pero no podía, básicamente porque no era consciente de ello.
__Al
final no fui.
Matías
cerró los ojos y negó con la cabeza.
__Eso
no es bueno, Pedro.
__La
puerta de su despacho estaba cerrada _mintió__. Creo que estaba hablando por
teléfono. No estoy seguro. Le dejé una nota.
Matías
vio que sus cejas se unían con preocupación. Le dio lástima y maldijo a El
Profesor por ser tan cáustico. Pedro aparentaba ser una persona frágil, que era fácil lastimar y Graziani no parecía
darse cuenta del efecto que causaba en sus alumnos, así que decidió ayudarlo.
__Si
estaba hablando por teléfono, hiciste bien en no interrumpirlo. Esperemos que
así fuera. Si no, diría que te has metido en un lío. __Enderezó la espalda y
cruzó los brazos. Si la cosa va a peor, avísame y veré qué puedo hacer. A mí no
me importa que me grite pero no quiero que te grite a ti.
Le
pareció que Pedro iba a decir algo, pero al fin guardó silencio. Con una débil
sonrisa el joven asintió y regresó la atención a su casillero.
Casi todo era propaganda basura. Había algunos
comunicados internos, entre ellos el de una conferencia pública del profesor
Guillermo Graziani: “La lujuria en el infierno de Dante_ el pecado capital
contra el Yo”. Pedro leyó el título varias veces antes de ser capaz de asimilarlo.
Luego empezó a canturrear en voz baja.
Lo
seguía haciendo mientras leía una segunda circular que avisaba que la
conferencia del profesor había sido postergada. Y no dejó su canturreo al ver
la tercera nota, en la que se avisaba que todos los seminarios, compromisos,
citas del profesor quedaban cancelados hasta nuevo aviso.
Finalmente
alargó la mano para alcanzar una nota doblada que estaba al final de la casilla.
La desdobló y leyó.
“Los
siento. Pedro Beggio:”
Sin
dejar de canturrear, se preguntó por qué el profesor le habría devuelto la nota
que le dejara en la puerta del despacho. Pero su canto se detuvo en seco igual
que su corazón, al darla vuelta y leer:
“Graziani…
es un idiota.”
“Eres,
lo que más quiero, la ilusión de mi corazón, la tranquilidad que llegó a mi
alma en días de tormenta, el paño de lágrimas cuando lloro. Eres, el ángel de
mi guarda, el que vela mis sueños y a mi lado está acompañándome con tus
sonrisas y caricias cuando estoy dormido desde hace años, cómo pude dejar ese
papel.
Eres,
mi fantasía imaginaria en el cofre de mis sueños, voy al cielo en deseos por ti a buscar mis
anhelos que se pierden entre las ramas de tus sombras. Eres, el complemento perfecto entre amor y
pasión que me trasporta en quimeras hasta donde tú estás y llego a tu mente
desbordado pasión. Eres, el panal de miel donde degusta mis labios su sabor.
Donde se ancla mi boca a tu piel con deseo de que de allí no quiere salir hasta ver marchita tu piel con mi extasiada pasión. Necesito esta noche sentir, todo el goce que tú siempre me das,
más, deseo ver mi cuerpo palpitando con tus besos y caricias, mas quiero con mis labios beber la fogosidad y el ardor que reside en ti, deleitarme con tu mirada, besar tu ardiente boca, comer de tu carne, respirar tus sollozos, penetrar en tu ser y que nos olvidemos de todo, como si esta fuera nuestras última noche, pero lo que más deseo de ti, es despertar cada mañana al amanecer y encontrarte siempre junto a mí.
Donde se ancla mi boca a tu piel con deseo de que de allí no quiere salir hasta ver marchita tu piel con mi extasiada pasión. Necesito esta noche sentir, todo el goce que tú siempre me das,
más, deseo ver mi cuerpo palpitando con tus besos y caricias, mas quiero con mis labios beber la fogosidad y el ardor que reside en ti, deleitarme con tu mirada, besar tu ardiente boca, comer de tu carne, respirar tus sollozos, penetrar en tu ser y que nos olvidemos de todo, como si esta fuera nuestras última noche, pero lo que más deseo de ti, es despertar cada mañana al amanecer y encontrarte siempre junto a mí.
Las
primeras luces invaden el cuarto, después una madrugada secreta, donde yacen
aún entrelazados los cuerpos de los amantes después de haber gozado de una
noche de locura y de pasión y donde se
mezclaron los besos, las manos, las caricias, los suspiros y el placer de hacer el amor, mas en esta
madrugada, una inquietante calma, nos muestra la quietud de los amantes, bajo
unas húmedas sábanas blancas, pero lentamente vuelven los roces, los labios se
unen y los cuerpos comienzan a
encenderse en llamas nuevamente y los deseos van en aumento, los latidos
se apresuran, el sudor vuelve a correr por las manos, las ansias y los deseos
prohibidos comienzan a controlarlo todo, los músculos se contraen, los
susurros, los gritos y los gemidos estallan al alba, cuando vuelvo a hacerte mío, y una vez
más, mientras la vida se derrama, se
unen nuestras almas por toda la eternidad. Lamento que solo sea mi sueño.
Desde los colores de las acuarelas de Pol
Ledent, que transparentan las sensaciones, de los deseos intensos vienes desde
el invierno atravesando el umbral del tiempo de las estaciones que se habitan
en el corazón, brumas como anhelos que quedaron fríos por no haberse cumplido,
primaveras que se niegan a dejar su colorido sin dejar sus aromas y de las
mañanas sus primeros rocíos, la vida adormecida porque no quiere existir sin
ser vivida, sensaciones que quedaron esperando a recibir las caricias de los
besos, emociones nuevas, vidas envueltas en sentimiento. La piel no olvida las
sensaciones que se revuelven en la memoria de los veranos ardientes, las
pasiones pueden regresar desde las propias estaciones donde habitan los hielos,
tibio calor de la mañana devuelve las caricias tempranas. Llegaste desde el
invierno pasando por el umbral del tiempo donde nacen las estaciones, tu
corazón hibernó entre las brumas habitando junto con tus anhelos, junto a las
ansias que se quedaron frías por no haberse cumplido. Tus primaveras sin
embargo se negaron a dejar su colorido, se negaron a olvidarse de sus aromas y
en las mañanas de sus primeros rocíos, tu piel se resiste a estar adormecida, a
no vivir porque no quiere existir sin ser vivida. Ahí están las sensaciones que
dejaste esperando para recibir las caricias de los besos, ahí quedaron flotando
los gemidos con las súplicas por sentir la pasión del amor, tu piel sabe, tu
piel siente que pronto vendrá la primavera. Vienen las sensaciones con los
sentimientos desde más allá del umbral del tiempo, con ella regresarán las
emociones nuevas, con ellas las vidas que se quedaron en suspenso, esperando a
ser vividas con los más intensos deseos.”
_
Durante
una época de su vía, si hubiera tenido que enfrentarse a un acontecimiento tan
embarazoso como ese, Pedro se habría echado al suelo en posición fetal,
probablemente para siempre. Pero a los treinta y tres años ya estaba hecho de
otra pasta. Así que en vez de quedarse frente a los buzones, contemplando cómo
su breve carrera académica ardía y quedaba reducida a un montón de cenizas a
sus pies, hizo rápidamente lo que había ido a hacer y regresó a su casa. Solo
esperaba poder hacerle llegar a Guillermo lo que llevaba escrito desde su
adolescencia.
“Desde el horizonte de los cinco soles, desde la cuna de los veleros que traen que se llevan vidas, desde los dorados enamorados del sol, llega la magia de volar entre la pasión, donde los pegasos en libertad pasan alegres los días. Con tu abrazo envuelto en estrellas, con tu vida viviendo mi vida, donde las primaveras nacen en el invierno, donde son eternos los veranos, eleva el vuelo conmigo entre los ojos del cielo, vuela muy suave como las mariposas.
Tesoro eterno de la misión del amor, rojos apasionados que se convierten en dulces anaranjados antes de ser el oro de tus ojos, montañas valles ríos desiertos mares, todos aromados como tus dulces labios de color carmesí.
Bello ser tocado por melancólicos azules, sentir cómo invaden nuestros pensamientos cuando cantamos las melodías de nuestras vidas, eres tan azul, de un triste tan alegre, es tanta mi dicha por estar a tu lado, bajo el laurel de los cotorros, oírlos cantar, verlos volar entre sus escándalos desparpajados, nos envuelve en su pasión la hamaca del mediodía, es tan suave la manera como me acaricias, que por momentos hasta pienso que son las brisas tibias, el aroma de tus cabellos, tus besos con la dulzura exquisita de tus labios, tú en mi vida… mi vida para vivirla contigo, junto con las mariposas, con las caracolas que recorren tus caminos, nuestros destinos están unidos como los dientes de león al viento, las turquesas del cielo con los verdes tiernos como espejo, así serás tú en mi vida… porque mi vida es solo para vivirla contigo.
Suavemente
cambiando de azules a verdes, tus besos tiernos son de una dulzura exquisita,
tomas los oros del sol para entibiar tu
piel, energías que me regalas cuando dibujamos al amor, eres a veces un poco
turquesa, eres melancólico, triste y
alegre, eres tú en mi vida, mi vida para vivirla contigo, caracolas en tus
caminos, destinos unidos como dientes de león al viento.
Te
pido que corras lejos de mí. Corre lo más lejos que puedas, no permitas que te
dé alcance.
Corre tan rápido que no te pueda alcanzar. Y mucho menos que te pueda enamorar.
Corre tan rápido que no te pueda alcanzar. Y mucho menos que te pueda enamorar.
Huye
de mis manos, de mis brazos. No dejes que mis manos te toquen. Y menos que mis
brazos rodeen tu cuerpo. Huye de mí para que no pueda acariciarte. Escóndete de
mí, busca un lugar seguro, un escondite donde no te pueda encontrar. Donde mi
mirada no te localice. Donde no pueda seducirte, para hacerte mío. Vete de mi
lado, vete lo más lejos posible. No quiero enamorarte, ni que te enamores. No
quiero besarte, no deseo sentir tus labios. Quiero que te vayas, para no
tocarte, para no besarte. Corre, huye, escóndete, vete. Porque mientras estemos
cerca uno del otro correremos peligro, que uno se enamore del otro. O peor aún que
los dos comencemos a amarnos. Ahora vete de mi lado y llévate tus besos. Esconde
tu piel para que no pueda acariciarte. Huye de mí para que no pueda seducirte. Corre
lo más rápido que puedas, porque si te alcanzo; yo te haré mío, yo te voy hacer
el amor.
Esta
noche llenémonos de lumbre los labios;
descarnemos el instante en la sangre del
ensueño, encendamos la crepitante frase
del arte amándonos, alucinando un crepúsculo
tierno y bello. Tú y yo somos la vida, binomio fosforescente imantado, raíz
profunda, savia, sangre viviente, mansa cascada del sueño anhelado. Esta
noche olvidemos el periplo del tiempo,
seamos el mundo girando en nuestro
propio sueño, sé mi flor estambre de
miel en mis labios, descalza tu fantasía
en el deseo de mi silencio. Hoy plasmaremos el más bello poema a lo largo de nuestros
cuerpos... ¡Estallaremos los espejos! despertaremos la cotidianidad del planeta, pintaremos de
luz esta noche divina, nos amaremos cerrando los ojos remando en un mar ¡Nunca imaginado! Definamos lo eterno en el café de nuestras miradas; desbordemos la
ilusión que dibuja de prisa nuestros
anhelos; fundámonos en la ternura y en el rayo, que sean nuestras almas gemelas luz, amor y fuego,
siempre fogosa llama ¡ardiendo! Esta noche amor mío... ¡Esta noche!
En
esta noche llena de estrellas donde brilla con más fuerza la luna, mudo testigo
de amores entregados a la pasión, de dos seres que se aman con amor verdadero, puro,
leal. El amor es lo que nace en el corazón de dos amantes eternos, que se aman
a escondidas que llegaron tarde a que la flecha del amor atravesara su corazón.
El amor es una sensación que tengo en mi alma, que desgarra mi corazón, al ver cómo todos hablan del amor. Pero a veces me pregunto con la mirada perdida en el tiempo, por qué el amor es tan intenso, es tan hermoso, tan real, que me hace llorar de emoción. El amor es el fruto de la esencia de la pasión, donde dos amantes entregan su cuerpo por amor, entregan todo lo que sienten, nada se puede comparar con el amor. La esencia del humano es vivir por amor, que nace de dos corazones enamorados entregados a la inmensidad de sueños, desvelados por caricias entregadas por amor. El ver caminar un anciano arrastrando sus pies afirmado de su bastón me enternece. El llanto de un niño me saca de mis pensamientos y me hace pensar que él nació por amor. Creo que estoy perdido en mí, no puedo vivir sin un beso, no puedo vivir sin esa piel fina, delicada, suave, como el baño de espumas. El amor a veces ha dejado a muchos con el corazón roto, su alma destrozada pero qué importa si en la vida se sufre, se gana, se ríe, se pierde y se sufre por amor que viva el amor de los que aman y los que sufren por amor.
El amor es una sensación que tengo en mi alma, que desgarra mi corazón, al ver cómo todos hablan del amor. Pero a veces me pregunto con la mirada perdida en el tiempo, por qué el amor es tan intenso, es tan hermoso, tan real, que me hace llorar de emoción. El amor es el fruto de la esencia de la pasión, donde dos amantes entregan su cuerpo por amor, entregan todo lo que sienten, nada se puede comparar con el amor. La esencia del humano es vivir por amor, que nace de dos corazones enamorados entregados a la inmensidad de sueños, desvelados por caricias entregadas por amor. El ver caminar un anciano arrastrando sus pies afirmado de su bastón me enternece. El llanto de un niño me saca de mis pensamientos y me hace pensar que él nació por amor. Creo que estoy perdido en mí, no puedo vivir sin un beso, no puedo vivir sin esa piel fina, delicada, suave, como el baño de espumas. El amor a veces ha dejado a muchos con el corazón roto, su alma destrozada pero qué importa si en la vida se sufre, se gana, se ríe, se pierde y se sufre por amor que viva el amor de los que aman y los que sufren por amor.
No
fue un capricho amarte y en la vida encontrarte, acercarme a tu rostro y tu
boca muy despacio besarle. Caprichos no, eres y serás el hombre que amo, a ti
mi juicio entregaré; porque mi piel vuelve a amarte, más de una vez. Por
aquellas lindas las mañanas al despertar, tu rudo rostro blanco besaré, te tomaré de la mano y suavemente te
despertaré. Te llevaré el café a la alcoba, esa que por las noches nos ve
arder, y pondré fresas en tus labios para evitar tu piel otra vez... Cuando
vayas a la ducha, tan solo te veré, y te diré dulces palabras para que me mires
después. El tiempo termina... la mañana comienza a entibiar, te ayudo con el
nudo de la corbata, ese que cada viernes extraño más.
Nuevamente
tus labios... Bésame, para que sepas que siempre te amaré, sé que cuando me
miras así me lo haces saber también. Tu amante incondicional he sido el tiempo
me lo has permitido, sé que cerca está su final... y por él a Dios le pido. Amor
incondicional te he entregado el verte partir,
mi corazón sufre en el pecado... pero aun así, seguiremos amándonos. Tus
llegadas sorpresivas y la atención que te he dado no es mentira vida mía, sabes
bien que aquí te amo. Estaré cuando tú vuelvas a este nuestro rincón sagrado, y
esperaré con paciencia un día te quedes más ilusionado. Por ahora nuestro amor
incondicional será porque todo pronto partirá, porque tú me amas vida mía, y yo
cada día te amo más.
Amar
es el día desperezándose afablemente dentro del alma. Es sentir a la sangre en
las entrañas con la más infinita calma... Y que los sueños y ensueños jamás se
acaben. Amar definitivamente es y
será, cuando ya traspasaste los límites
del encantamiento, con un amor puro y real,
confundir a la noche y su oscura inmensidad con la más diáfana luz de la
mañana, clareada de solemnidad. Y con la
más descollante alborada... y con ese
solo deseo y esa indómita idea que todo
se transforme, en ti y en mí, en la más dulce eternidad.
Y
algo de todo eso es amar. Eso es
quererte abrazando el cielo completamente. Y para mí, particularmente, amar es besarte
con el corazón sin pensar en nada, y sentir
que el tiempo se detiene. Y transitar en
un ardido suspiro por el más deslumbrante ocaso... Y morir de amor en los portales de tu
respiro, morir en tus brazos. Amar es poder ir hasta una lejana estrella
montados en el viento. Sostenerse en el
pensamiento. Y es un mundo inmóvil de
palomas
capaces de anidar en el desván de las manos. Es ver el loco palpitar de azules astros por el rojo descarado de tus labios. Y en fin, amar es un tumulto de planetas y de árboles en ti... Y todos los pájaros de Dios, en mí. Y amar también es saber más del otro de lo que él cree que se puede saber de él. Y amar es solo amor... amor del que para ti ha germinado en mí desde el día en que te conocí.”
capaces de anidar en el desván de las manos. Es ver el loco palpitar de azules astros por el rojo descarado de tus labios. Y en fin, amar es un tumulto de planetas y de árboles en ti... Y todos los pájaros de Dios, en mí. Y amar también es saber más del otro de lo que él cree que se puede saber de él. Y amar es solo amor... amor del que para ti ha germinado en mí desde el día en que te conocí.”
__Si
no vuelvo a verte, de alguna manera te dejaré lo que llevo escrito, y cuando
sepas quién soy, ya estaré lejos.
Una
vez en su casa e intentando no pensar al cerrar el cuaderno, hizo cuatro cosas.
Primero,
tomó un poco de dinero del fondo para emergencias que guardaba debajo de la
cama.
Segundo.
Fue a una tienda de licores cercana y compró una botella de tequila muy barata.
Tercero,
volvió a casa y escribió un largo y sentido mensaje de pésame para Gaby, en el
fondo esperaba que lo leyera Alberto también. Olvidó adrede comentarle qué
estaba haciendo y dónde estaba viviendo, y lo envió desde su cuenta de gmail en
vez de desde la cuenta universitaria.
Cuarto.
Se fue de compras. Esa última actividad era
un desconsolado homenaje tanto a Mirna como a Gaby, porque a ambas les
encantaban las cosas caras. En realidad, Pedro era demasiado pobre para ir de
compras.
Cuando
se mudó a Rosario y conoció a Gaby, durante el primer año de instituto, no
podía comprarse nada. De la misma manera que tampoco podía permitírselo en ese
momento. Con la beca de estudios que le habían concedido, a duras penas llegaba
a fin de mes y no podía trabajar para complementar mayores ingresos, porque,
como chileno con visado de estudios,
eran muy pocas las tareas que podía realizar. El tiempo que vivió en Rosario,
así como era el caso de su padre, lo había hecho del mismo modo, y solo porque
Amalia era argentina, ahora su padre, al haber él terminado en la Universidad
de Chille, intentaba casarse con esa otra novia, para obtener la ciudadanía, y
por ende conseguirla más fácilmente para
él.
Mientras
paseaba por los bellos escaparates de la calle Florida, pensó con cariño en su
preciosa amiga y en su madre sustituta. Se paró frente al negocio de Armani,
recordando el día en que Alberto le había insistido en comprarse un traje, que
tenía guardado en un extremo del vestidor. Solo se lo había puesto una vez, la
noche en que descubrió que estaba siendo traicionado. Quiso destrozarlo, igual
que había sucedido con su alma, pero no pudo. El traje había sido el regalo de
bienvenida de Gaby y Alberto, su novio, y ellos no sabían qué iba él a encontrase en su casa.
Se
detuvo luego frente a la tienda de Chanel y lloró recordando a Mirna, mujer buena y
refinada si lo había. Recordó que siempre lo recibía con un beso y un abrazo
cuando iba, y recordó que cuando Amalia murió en trágicas circunstancias, Mirna
le dijo que lo quería y le encantaría ser su madre si él aceptaba, lo mismo que
le había dicho a Guillermo solo que él… Había sido mucha mejor madre que
Amalia, para pena de Pedro.
Cuando
se le agotaron las lágrimas y las tiendas cerraron, regresó a casa diciéndose
que había sido un mal hijo adoptivo, un desastre de amigo, y un bobo insensible
al que no se le ocurría asegurarse de que un trozo de papel estaba en blanco
antes de dejárselo firmado a una persona cuya madre acababa de morir y había
visto destrozado.
“¿Qué
habría pensado al ver la nota?”. Más animado luego de un trago, Pedro siguió
haciéndose preguntas. “¿Qué debe de pensar de mí ahora?”
Se
planteó hacer el equipaje y tomar el primer colectivo, en cinco horas estaría
en Rosario para no tener que enfrentarse a él. Se sentía avergonzado por no
haberse dado cuenta que Guillermo Graziani estaba hablando de Mirna ese
horrible día al teléfono. Pero no se le había pasado por la cabeza de que el
cáncer de esta se hubiera empeorado. Y mucho menos que hubiera muerto. Aquel
día estaba más preocupado por haber empezado su relación con El Profesor con
tan mal pie. Su hostilidad lo había pillado desprevenido, pero todavía lo había
sorprendido más verlo llorar. En lo único que había podido pensar había sido en
consolarlo. Esa idea se había impuesto a todas las demás y ni siquiera lo había
dejado preguntarse por la causa de su dolor.
No
había bastado con que acabara de romperle el corazón la noticia de que su madre
había muerto sin haber podido despedirse de ella ni decirle que la quería. No
había sido suficiente con que alguien, posiblemente Miguel, hubiera discutido
con él por no haber vuelto aún a casa. No. Cuando destrozado y llorando como un
niño había abierto la puerta del despacho para irse corriendo, se había
encontrado su nota de consuelo y con lo que Matías había escrito del otro lado
del papel.
Estupendo.
A
Pedro le sorprendía que El Profesor no lo hubiera expulsado del curso en aquel
mismo momento.
“Tal
vez me ha reconocido después de todo.” Un nuevo chupito le permitió formular
esa idea, pero ninguna más, porque cayó al suelo desmayado.
Dos
semanas más tarde, cuando fue a revisar el casillero en el departamento, Pedro
se encontraba ligeramente mejor, aunque como si hubiera estado esperando en el
corredor de la muerte, sin posibilidad de indulto. No. No se había marchado a casa.
Pedro se ruborizaba con facilidad y era muy
tímido. Pero también era una persona muy tenaz y testaruda, y deseaba con todas
sus fuerzas estudiar la obra de Dante. Si tenía que inventarse un cómplice sin
identificar para librarse de la pena de muerte, estaba dispuesto a hacerlo.
Aún
no se lo había dicho a Matías. Todavía.
__Pedro.
¿Puedes venir un momento? __le preguntó la encantadora auxiliar administrativa,
ya entrada en años desde su escritorio.
Pedro
se acercó dócilmente.
__ ¿Has
tenido algún problema con el profesor Graziani?
__Yo…
no lo sé __respondió ruborizándose y mordiéndose el interior de la mejilla.
__He
recibido dos correos electrónicos urgentes esta mañana pidiéndome que concierte
una cita para que te reúnas con él en cuanto regrese. No suelo recibir este
tipo de encargos. Normalmente, los profesores prefieren acordar sus propias
citas cuando les conviene. Por alguna razón, Graziani insiste en que yo sea quien
fije la tuya y en que quede reflejada en tu expediente.
Pedro
asintió y sacó la agenda de la mochila, tratando de no pensar en lo que el
profesor debía de haber dicho de él en esos correos.
La
señora Isabel Labrapoulus, lo estaba mirando por encima de los anteojos
expectante.
__
¿Qué tal mañana?
Su
fingida calma se desmoronó.
__
¿Mañana?
__El
señor Graziani regresa esta noche y propone reunirse contigo mañana a las cinco
de la tarde en su despacho. ¿Te va bien? Tengo que enviarle un mensaje de confirmación.
Pedro
asintió con un dëjà- vu mas empeorado y
anotó la cita en la agenda, como si lo
necesitara para acordarse.
__No
dice de qué se trata, pero sí que es importante. Me pregunto a qué se referirá…
__comentó la adorable señora, distraída.
Pedro
acabó su encuentro de ese día y regresó a casa para hacer la maleta, con la
ayuda de su amiga, la señorita tequila.
La mañana
siguiente tenía su ropa guardada en dos maletas, sin querer admitir la derrota
ante sí mismo, decidió no acabar de hacer el equipaje, por lo que se encontró
haciendo garabatos de aburrimiento. Necesitaba ocupar el tiempo de alguna
manera, así que decidió hacer lo que cualquier estudiante perezoso que se
precie, aparte de beber e irse de fiesta
con otros estudiantes: limpiar el apartamento...
No
le llevó demasiado tiempo. Cuando hubo terminado, todo estaba en perfecto
orden, escrupulosamente limpio y con un ligero aroma a limón. Orgulloso del
resultado, preparó su mochila para ir a la universidad.
Mientras
tanto, el profesor recorría los pasillos del departamento a grandes zancadas.
Estudiantes y colegas por igual se iban volviendo a su paso. El Profesor estaba
de mal humor y nadie quería interponerse en su camino.
Llevaba
una buena temporada con ese talante, pero ese día estaba más cascarrabias de lo
habitual debido a la tensión o la falta de sueño. Los dioses de la aerolínea le habían echado una maldición y
lo habían sentado junto a un padre y su hijo de dos años que lloró sin parar durante
todo el viaje y se meó encima __y encima el profesor__, mientras se secaba la
orina del niño de sus pantalones de Armani, pensó que, el gobierno debería
decretar la esterilización de padres permisivos.
Pedro
acudió puntual a su cita con Guillermo Graziani y comprobó encantado que la
puerta estaba cerrada. Aunque su alegría duró poco, al darse cuenta de que El
Profesor estaba dentro gritándole a Matías.
Cuando
su compañero salió, diez minutos más tarde, seguía igual de erguido que
siempre, con sus casi dos metros de altura, pero visiblemente más alterado, Pedro
buscó con la mirada la salida de incendios. Con solo cinco pasos podría ponerse
a salvo. Únicamente tendría que enfrentarse a la policía por haber hecho sonar
la alarma de manera ilegal, pero resultaba una idea tentadora, nadie como él, conocía
a Guillermo furioso.
Matías
se percató de lo que estaba pensando y negó con la cabeza. Tras murmurar
algunos insultos dirigidos al Profesor.
__ ¿Te
gustaría tomar un café conmigo algún día?
Pedro
lo miró asombrado. Estaba demasiado nervioso por la reunión para pensar en nada
más, así que asintió.
El
joven siguió sonriendo y se inclinó hacia él.
__Sería
mucho más fácil si tuviera tu número de teléfono.
Pedro
buscó un trozo de papel, asegurándose de que estuviese en blanco y le anotó el
número de su móvil.
Matías
lo agendó, y tras echarle un vistazo le palmeó el hombro.
__Machácalo.
Pedro
no tuvo tiempo de responder, porque una voz atractiva, pero impaciente dijo:
__Ahora,
su turno, señor Beggio.
Pedro
lo conocía lo suficiente como para saber que tenía un temperamento
impredecible. Y también que, al menos en los últimos años, se había vuelto un
maniático de los buenos modales y el decoro. Parecía cansado cuando lo miró al
detenerse en la puerta. Tenía ojeras oscuras y estaba muy pálido, lo que hacía
que pareciera más delgado. Mientras revisaba lentamente un documento, se pasó
la lengua por el labio inferior.
Pedro
se lo quedó mirando, hipnotizado por su boca sensual.
“Y
ahora aparece tu bendición, Guille, no me eches.”
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO.
Libro
de anclaje: “El Infierno de Gabriel”. Sylvain Reynard.
ESCENAS
EXPLÍCITAS.
Maritza Bonjour amiga, bello.
ResponderEliminarPatricia El amor perdido duele mucho. Bellísimo!!!
ResponderEliminarVictoria Hermosa. Gracias por su bello compartir
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ResponderEliminarGuille gracias, hermosa.
Miryam Felicidades mi bella SIEMPRE el maravilloso Cupido en tus exepcionales letras me encanta leerte tú PLUMA espectacular
ResponderEliminarEma SIEMPRE SORPRENDIENDOME CON TUS LETRAS Y HERMOSOS TEMAS E HISTORIAS. TE AMO MUCHOOOO ♥️💪✌️🇦🇷
ResponderEliminarIsabel El amor lo abarca todo.. lo expresas muy bello
ResponderEliminarALI. WUAW, ME ENCANTA, POR ELLO TERMINASTE DOS, GRACIAS.
ResponderEliminarGRACE. MMMM. QUÉ BUENA PINTA ESTA, UN BESO.
ResponderEliminarBelen Cruz Eve Monica Marzetti lo que hagas va a estar bien sos una gran escritora !!!!
ResponderEliminarSan Bru Eve, de cualquier forma que lo hagas, corto o largo, lo voy a devorar!
ResponderEliminarMa... AMÉ. QUE DURE MUCHO Y YO QUIERO CAPITULOS LARGOS TE DIFRUTO A MORIR AMIGA Y MAÑANA ME PONGO A LEER TE QUIEROO
ResponderEliminarSil ohhh Eve que adelanto amiga!!! quiero que siga ya ya!!
ResponderEliminarRomina Eve adorada mía a esperar entonces, mucha ansiedad pero la recompensa es inmensa leer esas magestuosidades que solo vos podes escribir
ResponderEliminarMariana Eve siempre es un enorme placer leerte !!
ResponderEliminarAna Que le pasa genia del blog?? Vamos amiga, ya pasó esa manito. FUERZAS!!!!! Nosotras estamos aca!! para eso, compartir y tambien ACOMPAÑAR!!!! Un abrazote enorme, desde el corazon!!Gracias por el estreno y regalo.
ResponderEliminarSOL. Me encantó, un beso Eve, otra histórica?
ResponderEliminarSyl, qué buena, se llega, no te preocupes, cuidate.
ResponderEliminarAle. Fascinante reina, beso.
ResponderEliminarLuna Muy hermosa
ResponderEliminarMarta Bellooo
ResponderEliminarLily Rz Maravilloso !
ResponderEliminar2
Susana Me encantooo
ResponderEliminarDelia Bellísimo
ResponderEliminarChikis Bella
ResponderEliminarBellísimo Eve...Las almas gemelas, el hilo rojo y esta relación que todavía no entiendo muy bien...Cómo puede ser que Guillermo no reconozca a Pedro, no haya sentido nada especial al verlo...O tal vez me estoy apurando y sí lo haya reconocido...Te imaginás que ya quiero saber cómo sigue...Una sola queja Eve, tenías que poner al insoportable de Matías otra vez? Mejor que se aleje de Pedro, porque sino ya veo que pronto Guillermo lo va a sacar a patadas...
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino Muy lindo Eve Monica Marzetti... por lo que entendí Están reencarnados en otra vida?.... Pedro se acuerda de el pero parece que Guillermo no... puede ser así? ... o entendí mal . ..BESOS
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