sábado, 23 de marzo de 2019

EL EMBAJADOR. TERCERA PARTE. CAPÍTULO VEINTIUNO.



EL EMBAJADOR.
TERCERA PARTE.
CAPÍTULO VEINTIUNO.


__Sí, señor embajador. Le pasaré el mensaje al coronel Marini.
__No se moleste. Yo mismo lo haré.
Mientras lo observaba retirarse de la oficina, pensó si Pedro no sabría quién era el autor.
Y si no sería él mismo. ¿Odio o amor?


Alberto trató de disculparse.
__Créame, señor, que esto me tiene tan mortificado como a usted. Voy a reforzar la guardia en el pasillo y pondré un custodio junto a la puerta durante veinticuatro horas.

No por ello se sintió Guillermo más tranquilo: el responsable era, obviamente, alguien de adentro de la embajada.
El coronel Marini era de adentro de la embajada.

“Guillermo yacía en su cama aquella mañana de octubre, ensimismado en sus innumerables pensamientos. Sin embargo nunca consideró la posibilidad de aquel día iba a cambiar de manera tan profunda su existencia. Consideraba que había llegado a un punto en su vida que ese tipo de día había quedado atrás y, también una parte de sus pensamientos se centraba en el reconocimiento de que comenzar un nuevo día de esta manera, no sabía cómo hacerlo, y si le parecía atractivo no levantarse. ¿Levantarse para intentar impedirlo o, solo dejar que simplemente ocurriera? Esa pregunta recién asomada a su mente le dio un leve toque a su voluntad; pero no alcanzaba. Necesitaba mucho más energía para romper tanta inercia y pasar de este cómodo estado de reposo al de movimiento.
De pronto todo se aclaró. No estaba en la cama, tampoco era octubre, era el 28 de noviembre de 1897. En el paraje de Miraflores, Provincia de Salta. El suceso indetenible era su propia muerte. Ya se había producido. Su espíritu no se había alejado aun y se veía desde una perspectiva extraña tirado sobre un suelo húmedo y fofo con un tiro en la cabeza a merced de cuervos y caranchos que ya estaban merodeando.
Los datos que llegaron en un principio hablaban de suicidio. Más tarde una expedición rescató el cuerpo y lo trasladó a Buenos Aires, estudios posteriores dejaron en claro que el explorador había sido asesinado presumiblemente por un par de baqueanos que lo acompañaban. Estaba en preparación sus intenciones de navegar el rio Pilcomayo. Se propuso navegar ese río y develar su secreto, como era su costumbre. Comenzó desde la naciente, cerca de Bolivia con la idea de llegar hasta su desembocadura en el río Paraguay. La muerte lo sorprende en este intento a los cincuenta años, cerca de sus nacientes casi en el límite con Bolivia. Sus restos recibieron cristiana sepultura el veinticuatro de febrero de mil ocho noventa y ocho  dentro del Cementerio de la Recoleta en la bóveda de la familia Andrade.
Sobre su tumba alguien escribió. Aquí yace Ramón Lista. El explorador sin límites. Fue el primer explorador criollo en Tierra del Fuego. Navegó por primera vez con una lancha a vapor el río Santa Cruz. Recorrió las nacientes del río Chico y en 1884 realizó un viaje a caballo de 3500 kilómetros que le permitió relevar las principales vías hidrográficas patagónicas que desembocaban en el Océano Atlántico. Fue el segundo Gobernador de Santa Cruz, nombrado en 1887. Don Ramón Lista decide trasladar la capital del territorio, que funcionaba en Puerto Santa Cruz, a Río Gallegos en 1888 con el objeto de vigilar mejor las riquezas auríferas de Cabo Vírgenes. El traslado jurídico de la capital solo se realizó por ley del año 1898 y es ratificado el 19 de mayo de 1904 cuando el Poder Ejecutivo Nacional promulgó el decreto respectivo.
Semillas de argentinidad sembradas particularmente en esta bendita Patagonia austral. Semillas sembradas con la entereza de su espíritu que al fin partió en paz porque le había dado a la planta nacional, el agua para que se produzca el milagro del incipiente florecer argentino en los confines sur de la patria.
“Levántate Ramón y mantente vigilante. Los argentinos necesitan que les recuerdes que el sur también existe…”.

__Papá, despierta, por favor _ susurró Malena asustada ante su padre que hablaba y se agitaba en la cama.

__Hijita, ¿qué haces acá?
__ Vine a verte, hablabas fuerte, gritabas, me asusté __dijo Malena acomodándose en la cama.

Guillermo la llevó a su regazo abrazándola con fuerza.
__Es solo que sigo soñando con mamá tesoro, solo eso, no tienes que asustarte,  duerme preciosa, ya pasó.
__Te quiero papi. No nombrabas a mami, sí a otro país, al sur.
__Yo  te quiero más preciosa. Es porque no termino de adaptarme, ya estaremos mejor, duerme.
Cuando el sueño se los llevó,  era ya tarde esa noche.

__No debí aceptar el cargo, Beto, supe que lo amaba desde que lo vi en Estados Unidos _dijo Pedro tomándose el rostro entre las manos en un banco del parque.

__ ¿Y ahora qué piensas hacer?
__Él no me ama, lo sé, no confía en mí, y es lógico, es lo que tengo que hacer,  aparentarme distante, pero duele demasiado, porque no soporto que sí le atrae Olazábal que es su peor enemigo.
__ ¿Crees que corre riesgo su vida?
__Creo que sí,  por todos los frentes, si no es por Olazábal será Arismendi o grupos disidentes, yo no puedo por mi amor dejar que lo maten, Alberto.
__Cuenta conmigo para lo que sea, ya sabes que anda haciendo preguntas, creo que tampoco confía en mí, en nadie de la embajada.
__Eso es lo peor, que nos ve como enemigos a nosotros y se deja embaucar por esos encantadores de serpientes. Gracias amigo.
__ ¿Te llevo a casa?
__No, gracias, prefiero caminar y pensar.
__Pedro, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿quieres que lo haga yo?
__No. Déjame unos días más, es mi deber, y no pienso dejarlo ahora, cueste lo que cueste.

__ Cada vez que nos besamos olvidamos los percances, los problemas de salud, la soledad por la falta  de nuestros hijos. Guiados por el arte de besar un solo beso nos une, somos cielo y mar que a lo lejos se confunden. Es sencillamente por eso que escribo y metaforizo para que así nuestros besos queden escritos.
-Ven, sitúate a mi costado,  consúmete a mi siniestra, extíngueme a tu lado,  recompón el puzle de tus dedos a mis manos, o cose el hilo de tu brazo al ojal del mío.
Transita conmigo por el frío de esta ciudad, desangelada, triste e indiferente, y bésame, bésame a rabiar ante esta masa de gente, ante este baño de multitudes y deja que este bullicio  de soledades, rabie, rabie de envidia ante un simple beso de tu sentir y tus labios.
Ven, enlaza tus dedos al simple enmarañado del entramado de mis manos, evitemos monumentos de hombres olvidados, turísticas catedrales sin fe con prepago a la historia,
de santos de velas monetariamente pagadas,  adineradas, al calor de la llama, de estampas  in vitro de vírgenes acaudaladas que fueron madres, desvirgadas, de rosarios y crucifijos
de escapularios de un niño Jesús, siempre eterno,  adolescente que no llegó a ser anciano, y un Dios impasible, inmutable con el castigo de la existencia, y lo que la vida te impone en su beneficio, y bésame, bésame, hasta saciarte y perdóname, aunque el mal no me perdone, y que rabie, que rabie Dios y el diablo de envidia por mis besos de enamorado. Ven, ajústate a mi mano a mis andares, a mis alturas, a mis prisas y mis risas, visitemos parques de niños de olvidos y ancianos, de enamorados furtivos,  de furtivos desenamorados, de farolas a la intemperie escalabradas, derramando la hemofílica luz  sobre vagabundos dormidos, sobre flores que agrietan el alquitrán y el cemento, sobre enredaderas que camuflan la naturaleza y los edificios, sobre los pájaros que dormitan a la mañana que no recitan, sobre palomas torturadas sobre migajas muertas de agotados ancianos, y bésame hasta  el hastío del agotamiento, y que rabien de envidias y de celos, el frío, el cemento, las farolas y el silencio, por nuestros besos.
Ven, aglomérate al contrachapado de mi mano, lígate a mi alcoba, desnúdate en mi cama,
ámame conspirativo sobre mi almohada, calcina tus caricias  en el estampado de mi colcha,
dame la erótica de tu sombra sobre mis paredes, el entramado de tu sexo en las esquinas del dormitorio, la sensualidad de todos tus labios, dame un orgasmo por cada esquina de mi cama de los jadeos ahogos de tu garganta, voz, y ya calmados, saciados llenos de nosotros, bésame, bésame incesante, persistente, perenne, y deja que el mundo, el gentío, el bullicio y la gente, la multitud, el diablo, Dios, ángeles  y arcángeles, rabien de celos hasta envidiarnos.
Te amo, Guillermo y siempre estaré esperándote,  no volveré a decírtelo, pase lo que pase.
Mis deseos transitan  los caminos de tu cuerpo,  deseándolo  como un delicioso fruto
y moldeándolo,  como lo hace el escultor  cuando talla la piedra, o como lo hace el pintor,  cuando pinta en el lienzo o como lo hace el poeta  cuando escribe sus poemas, o como lo hace el músico, cuando crea sus letras, porque el cuerpo es algo precioso, bello y único,  que deseamos tener, poseer  y ansiamos amar.
A veces deseo sentir el contacto de tu piel sobre la mía, excepto en mis labios. Quiero en ellos añorar tu mirada sibilina que me trastorna. Tu respiración y su vaho que a mis pestañas despeinan. La cercanía de tu boca que me hace temblar. El tacto de tus dedos como pinceles de Dalí, que perfilan mis labios  con ondulaciones finas, con toques trémulos, que buscan el botón oculto que abrirá mi boca para escuchar el rumor de sutiles solfeos al oído que saben a melodía de agua dulce. Estremecer los sentidos, emanciparlos y hacerlos volar al confín de mi boca y llegar a besarla. A veces deseo sentirte… a besos.
Me inventé caricias y palabras de amor, me invente el mar de tus ojos, me inventé también vida mía el sabor de tus besos, me inventé tu llegada y tus alas fueron mi vuelo.
Y en mi trágica manía de adorarte, al tiempo descubrí, que mi fantasía inundaba cada día de mi vida con tu presencia, cada noche de mi vida me vestía para ti de enamorado, creaba confesiones apasionadas para inundar tu alma.
Me inventé sueños para vivir tus idas y venidas y melodías regaladas. Me inventé soledades que me hacían compañía. Y en mi trágica manía de adorarte amor mío te perdí.
Pero no me inventé tu sonrisa amplia al verme ante ti, ni tu mirada de aquella mañana mágica que me regaló el destino, no me inventé tu mirada perdida en la mía ni tus ojos perdidos en mi sonrisa, eso no me lo inventé vida mía, fue real como la vida misma.
¿Cómo deshago ahora mis sueños amor?
Si preguntan acelerados mis latidos por ti, en mis noches frías de sábanas de lino blanco donde el invierno se instala, se presenta sin previo aviso y sin ti.
Me inventé un paraíso lleno de amor y de primaveras por vivir, y, en mi trágica manía de adorarte en ese mundo de silencios, amor mío…  te perdí.
¿Cómo un hechizo de amor pudo hoy confiar en ti? Encender esta hoguera que tú provocas con tu pasión.
La sombra de tus alas ya me envuelve con ternura, tus manos sedosas claman labrar mi frágil piel en líneas que profundizaremos juntos... Inspirados en nuestra primera y única noche donde la luna es nuestra cómplice.
Escapemos tú, yo y nuestro deseo, que nuestras tormentas protagonicen un inmenso arco iris, que nos sorprenda inadvertido; hurgando nuestro latente ser.
Que nuestros rostros distorsionados y nuestras venas estallen nuestro caudal de miel, que sean absorbidos por nuestro deseo.
Con calma vuelves tu mirada, tu porte sensual y tus labios forman una mueca de gozo en tu instinto animal. Ven aullemos juntos bajo la inmensa luna. Somos dos alfas que se aman de verdad.

Pedro le contemplaba  mientras él, dormido no se sabe dónde, soñaba, miró ese rostro que tantas noches, a solas le martirizaba. Contempló su mirada cerrada que cuando era abierta amanecía del color de sus ojos, y sin apartar sus ópticas  en esa tertulia, entre el silencio y su alma, le dijo.

-Mi amor, qué hago yo contigo que sin ti no vivo, y viviendo contigo creo que no existo, si amanece, que siempre amanece, te llevo pegado a mis huesos. Te encuentro en las esferas
de mis jornadas, en las agujas de mis horas en el minutero que discurre, ese eterno segundo del presente, que persistente insistiendo, en mi pensamiento me duele.
-Amor, qué hago contigo- le dijo mientras sutil, imperceptible acariciaba su frente, besaba el horizonte de sus labios callados, humedeciendo sus desérticas mejillas, ahogándose
en un beso del oasis pozo de su barbilla.
-Qué hago contigo- le decía mientras enredaba sus dedos en el cartón de su pecho, mientras esperanzado escuchaba el tic, tac de su corazón.
-Amor, qué hago contigo y estas ganas de poseerte, de hacerte mío, de concluir
tu desnudez, de sentarme en tu cintura cabalgar mis locuras, elevarme a las alturas al éxtasis de tus torturas, y gritar que te quiero desde todos mis orgasmos, pero, reprimiré mis ansias, detendré tu desnudez, en la intención de mis dedos en el pecado de mi boca, las intenciones de mi frente, reprimiré mis labios por tenerte.
-Amor, qué hago yo, contigo- le dijo, entre su emoción y su silencio entre la piel y el alma.

Le besó, como besan los sueños apoyando su cabeza sobre su pecho, hasta dormirse, repitiéndose para sí -amor, qué hago contigo. Hoy el día ha amanecido con el color  de tus ojos.

__Pedro, no sé si te seguiré viendo por fuera de la embajada, creo que tengo que ser más cuidadoso, las amenazas son ciertas y necesito quedarme con los chicos _dijo Guillermo al volver  a la realidad.

__Está bien, no me juraste amor eterno y estoy dispuesto a esperarte el tiempo que sea necesario. Sé que no estás preparado para amarme, no confías, fueron muchos cambios,  la muerte de tu esposa, la mudanza, esto, lo entiendo.
__Soñé algo raro, con Argentina, supongo que porque lo nombraste alguna vez, no tiene importancia. Me voy.

Guillermo al día siguiente invitó al doctor Olazábal a cenar en la residencia. Había otros doce invitados y cuando al final de la noche los demás se retiraron, dijo  Matías.

__ ¿Puedo subir a ver a los chicos?
__Ya deben de estar dormidos, Matías.
__No voy a despertarlos. Solo quiero mirarlos.

Lo acompañó a la planta alta y se quedó parado mientras él se acercaba a contemplar la silueta dormida de Fabián.
Al cabo de un ratito, Guillermo susurró:

__El cuarto de Malena queda por aquí.
Lo llevó al otro dormitorio que había al fondo del pasillo, y abrió la puerta, Malena estaba hecha un ovillo abrazada a la almohada y enroscada en el cubrecama, Matías se aproximó despacito y con suavidad se lo acomodó. Allí permaneció un largo instante con los ojos fuertemente cerrados. Luego dio media vuelta y salió.

__Son unos niños preciosos _ dijo, con voz ronca.

Se quedaron de pie, mirándose de frente, sintiendo que el aire que los separaba se había cargado de electricidad.
Ahora va a suceder, pensó Guillermo. Ninguno de los dos puede impedirlo y necesito salir de las dudas.
 Se aferraron estrechamente y juntaron sus labios con fuerza. Luego Matías se retiró.

__No debí haber venido. Te das cuenta de lo que estoy haciendo, ¿no? Pretendo revivir mi pasado. _Se calló un instante. __O quizá sea mi futuro. ¿Quién sabe?

__Yo lo sé _respondió Guillermo dulcemente.

El encargado de asuntos comerciales, entró en la mañana en la oficina de Guillermo precipitadamente.

__Lamento traerle muy malas noticias. Acaban de informarme que el presidente Arismendi va a suscribir un contrato con la Argentina por un millón y medio de toneladas de maíz y otro por quinientas mil toneladas de soja. Nosotros contábamos con esos convenios.
__ ¿Hasta dónde han llegado las negociaciones?
__Están casi concluidas. Y lo concreto es que nos han excluido. Yo estaba por enviar un cable a Washington… con su autorización desde luego _ añadió.

__Postérguelo un poco. Deme tiempo para pensar.
__No conseguirá que Arismendi cambie de opinión. Créame que yo ya procuré persuadirlo con todos los argumentos.
__Entonces no tenemos nada que perder si lo intento yo. __Llamó por el intercomunicador a su secretaria. __Gaby pídame una entrevista con el presidente Arismendi lo más pronto posible.

Juan Arismendi lo invitó a almorzar al palacio de gobierno. Al llegar, lo recibió Nico, su único hijo de quince años.

__Buenos días señor embajador. Soy Nico. Bienvenido a palacio.
__Gracias.

Era un muchacho alto y delgado para su edad, de hermosos ojos negros y un cutis perfecto. Tenía además la seriedad y el porte de un adulto.
__Me han contado muchas cosas buenas de usted, señor embajador.
__Me alegro de oírlo, Nico.
__Le avisaré a mi padre que ya está aquí.
__
Se ubicaron uno frente al otro, los dos solos, en el comedor. Guillermo se preguntó dónde estaría la esposa de Arismendi siendo gay, quien sabía muy rara vez aparecía, ni siquiera en las recepciones especiales, en las oficiales.
Como Arismendi había estado bebiendo, se lo notaba meloso, mas le daba asco su cercanía. Encendió un snogov, el cigarrillo nacional de espantoso olor.

__Tengo entendido que ha andado  de paseo con sus niños.
__Sí, excelencia. Rumania es un país tan bello, y hay tanto para ver.
Juan le dirigió una sonrisa que pretendió ser seductora.
__Podría acompañarlo, claro discretamente, quiero decir que uno de estos días debe permitirme mostrarle mi propio país. __Esbozó una suerte de mueca al querer hacer más insinuante su sonrisa. __Soy un guía excelente, y podría enseñarle cosas muy interesantes.

__No me cabe duda, señor, hoy tenía necesidad de reunirme con usted porque hay algo muy importante que deberíamos conversar.
__No seas tan formal cuando estamos solos,  te conozco más de lo que crees.
__ ¿Perdón?
__Atrápame con tus bellos sentimientos, hazme volar en un mundo de fantasías donde seas tú el trovador de mis sueños, acaríciame con tus ojos de galán toda mi alma.
Quiero sentir contigo todo el placer que desborda mi alma cuando rozo tu piel con mi intimidad humedeciendo con mi manantial tu virilidad.
Quiero sentir la lluvia de tu esencia caer sobre mi piel acariciando cada poro de mi ser.
Quiero amanecer entre tus brazos atrapado entre las redes de tus extremidades.
Mis deseos te lleven a viajar al puerto de mi mar coronando de besos y caricias,  mi cuerpo
derritiéndose como chocolate entre tu piel.
Siento el fuego ardiente de tus  montes frotar mi sexo y me haces gemir dando de mí mis exquisitos orgasmos haciéndote vibrar de placer hasta encadenarnos en cuerpo y alma
unidos en un solo ser.
__No sé de qué habla su excelencia.
Arismendi casi suelta una risotada, sabía perfectamente a qué se refería aunque sus intenciones eran otras.

“Los norteamericanos quieren venderme maíz y soja pero es demasiado tarde. Esta vez el embajador de no darse a él mismo a mis antojos, se irá con las manos vacías, solo me interesa él, si se niega a mis encantos, qué pena, un hombre tan hermoso…”
__ ¿Sí? _ dijo con aire inocente.

__Quiero hablarle sobre las ciudades hermanas.
Juan parpadeó.
__Perdón, no le entendí.
__Las ciudades hermanas. Usted sabe… Como San Francisco y Osaka. Los Ángeles y Bombay, Washington y Bangkok…
__No… no comprendo. ¿Qué tiene que ver con…?
__Se me ocurrió que usted podría ocupar los titulares periodísticos del mundo entero si nombrara a Bucarest ciudad hermana de alguna ciudad norteamericana. A esa noticia se le brindaría casi tanta atención como al programa de acercamiento entre pueblos del presidente Labrapoulus. Sería un paso importante en aras de la paz mundial. Un verdadero puente tendido entre nuestros países.   No me sorprendería incluso que lo nominaran para Premio Nobel.
Arismendi trataba de ordenar sus pensamientos.
__ ¿Una ciudad hermana en Los Estados Unidos? La idea me resulta interesante. ¿Y eso qué implicaría?
__fundamentalmente una enorme publicidad para usted, que se transformaría en un héroe. La idea sería suya. Usted visitaría la ciudad y una delegación de Kansas City vendría aquí.
__ ¿Kansas City?
__No es más que una sugerencia, desde luego. No creo que usted se incline por una ciudad grande como Nueva York o Chicago… demasiado comerciales. Kansas City queda en el centro del país. Allí viven agricultores, como los de aquí, gente con valores de arraigo al suelo, como su gente. Sería el acto de un gran estadista. Todo el mundo hablaría de usted. A nadie en Europa se le ha ocurrido hacer algo semejante.

Juan permaneció unos instantes callado.
__Yo… naturalmente tendría que pensarlo en profundidad.
__Desde luego.
__Kansas City y Bucarest. _Hizo un gesto afirmativo. __La nuestra es una ciudad mucho más grande, por supuesto.

__Sí, claro. Bucarest sería la hermana mayor.
__Reconozco que la idea tiene su atractivo.
De hecho, cuanto más la pensaba, más le gustaba.
“Mi nombre estará en boca de todos. Y servirá para que el abrazo de oso de los soviéticos no nos sofoque”.

__ ¿Hay alguna posibilidad de rechazo por parte de Los Estados Unidos?
__Absolutamente ninguna, se lo aseguro.
__ ¿Y cuándo entraría en vigor?
__Apenas esté dispuesto a efectuar el anuncio. Usted ya es un gran estadista, pero esto le daría más prestigio aún.
Arismendi pensó en otra cosa.
__Podríamos establecer un sistema de intercambio comercial con nuestra ciudad hermana. Rumania tiene mucho para vender. Cuénteme, ¿qué se cultiva en Kansas?
__Entre otras cosas _ respondió, Guillermo, con aire inocente__, maíz y soja.

__
__ ¿De veras suscribió el convenio? ¿Logró embaucarlo? __preguntó incrédulo su empleado.

__Ni por un instante. Arismendi es demasiado astuto como para que lo engañen. Él sabía cuál era mi propósito, pero simplemente le gustó el celofán en que se lo di envuelto. Ahora vaya usted y cierre el trato. Arismendi ya está preparando el discurso para la televisión.
__
Cuando Orestes Moravia se enteró de la novedad, enseguida llamó a Guillermo por teléfono.

__Usted consigue milagros, casi perdimos el convenio, ya creíamos haber perdido esta venta a manos de Argentina, cuénteme cómo lo hizo.
__ Todo se lo debo al ego… de él.
__El presidente me pidió que lo felicitara por la encomiable labor que está desarrollando allá, Guillermo.
__Agradézcaselo de mi parte, Orestes.
__Cómo no. Dicho sea de paso. Dentro de unas semanas el presidente y yo partimos a China. Si por cualquier motivo me necesita puede comunicarse conmigo por intermedio de mi oficina.
__Que tenga muy buen viaje, Orestes.
__

En el curso de las semanas siguientes, los impetuosos vientos de marzo cedieron paso a la primavera y luego al verano. Plantas y árboles florecieron por doquier, al tiempo que los parques adquirían un parejo tono verde. Junio casi tocaba a su fin.

En Buenos Aires era invierno. Cuando Ana Acevedo regresó a su departamento, ya era más de medianoche y el teléfono estaba sonando.

__ ¿Sí?
_ ¿Puedo hablar con Ángel?
__No está aquí, señor. ¿Qué quiere?

El organizador se ponía furioso a cada instante más. ¿Qué clase de hombre es que puede andar con semejante mujer? Según se la describiera  Franco Nazarre antes de que lo asesinaran, ella no solo era obesa sino feísima.
__Quiero que le transmita un mensaje mío.
__Un momentito.

El hombre oyó que soltaba el teléfono y esperó.
Finalmente volvió a oír la voz femenina.
__Adelante.
__Dígale que lo necesito para un trabajo en Bucarest.
__ ¿Budapest?
¡Santo cielo! Qué insoportable era.
__Bucarest, Rumania. Adviértale que el contrato es por cinco millones de dólares, y que tiene que estar en Bucarest a fin de mes, o sea dentro de tres semanas. ¿Entendió?
__Un momento, que estoy escribiendo.
El hombre aguardó.
__Muy bien. ¿Y a cuántas personas tiene que matar Ángel por cinco millones de dólares?
__A muchas…

___
Las largas colas que se formaban a diario frente a la embajada seguían torturando al embajador, que resolvió volver a trabajar el tema con Pedro.
__Algo tenemos que hacer para que a esa gente se le permita salir del país.
__Ya se intentó todo. Presionamos al gobierno, ofrecimos ser más generosos con los créditos… y la respuesta fue siempre no. Arismendi se niega a la menor tratativa. Esa pobre gente está clavada aquí porque él no tiene intenciones de dejarlos ir. La cortina de hierro no solo rodea el país sino que está dentro del país mismo.
__Voy a conversar de nuevo con él.
__Buena suerte.

Guillermo no aceptó que Pedro lo acompañara, y decidió ir solo en el coche con Florián, iba distraído con la mirada perdida en el paisaje, pensando en cuánto le gustaría disponer de tiempo para dedicarlo a las plantas, al jardín, cuando de pronto  Florián le gritó que se aferrara y ajustara el cinturón, al volver la mirada observó un enorme camión cruzándose a solo pocos metros por delante y a denodados esfuerzos del chofer por detener la marcha, pero el auto zigzagueaba enloquecido sobre el pavimento.

__ ¿Los frenos?
__No señor, las cubiertas, algo sucede, pero para el caso es peor, no puedo detener…

El impacto ocurrió en instantes, todo se volvió un amasijo de humo y de hierros torcidos, mientras Guillermo supo que eso era la muerte cuando apenas vio una luz… y la oscuridad.
Pedro no quiso quedarse en la embajada, y los había seguido de cerca, apenas ver el camión aceleró a fondo y el impacto lo encegueció.

__! No! __el grito se perdió en el aire mientras sin conciencia descendió del auto abalanzándose a correr, aunque sentía que corría y miraba hacia delante todo transcurría en cámara lenta, nunca llegaba, no lo alcanzaba, ya nada importaba, ni amigos ni enemigos, solo llegar a tiempo de salvar a ese hombre, al amor de su vida, y sin darse cuenta, estaba removiendo pedazo de hierros y latones con sus manos rasgadas y sangrantes, mientras las lágrimas le bañaban el rostro.

__! Florián! __gritaba pero el chofer parecía muerto, cuando al fin alcanzó a abrazar a Guillermo

__Guille, amor mío, despierta, necesito que me mires, oír tu voz aunque me digas que no me amas. Oh,  Dios mío…

Le tomó el pulso en la carótida y notó aliviado que todavía latía, pero no veía que respirara, aun acercando el rostro a la boca, no estaba seguro de si intentar reanimarlo o llamar a emergencias de la embajada.
__Guille, amor, despierta, yo sabía, yo debí evitarlo, yo tengo la culpa.

Finalmente corrió al coche en busca de su móvil, volvió al lado de él que había delicadamente acostado a prudencial distancia del coche, y llamó desde allí. Trató de sacudirlo, mientras lo llamaba por su nombre, pero Guillermo no daba señales de recuperar el conocimiento y Pedro veía el rostro ceniciento, que los labios se le iban poniendo de color azul oscuro.
 La telefonista de emergencias de la embajada ya estaba al tono  y le estaba dando dirección y coordenadas, por nada del mundo podía llegar antes la policía o la emergencia de Rumania.

__ ¿Se ha dado un golpe en la cabeza? _interrogó la mujer en tono profesional.

__No lo sé.__ Pedro luchó por contener la frustración y el terror__, haga algo urgente, envíe a la ambulancia, por favor… enseguida…

Esta vez cuando le tomó el pulso, pensó que había desaparecido, y aunque luego lo encontró de nuevo, apenas podía notarlo. Era como si se estuviera alejando rápidamente de él y no pudiera hacer nada para evitarlo.
__Guille, si mi amor bastara para retroceder el tiempo atrás… estarías peleándome, pero no así. Por favor… por favor… regresa, no me dejes solo, pelea, te necesito, los chicos te necesitan, no nos abandones.
Señorita… apúrese… creo que está muriendo.
__La ambulancia va en camino _ dijo la voz, tranquilizándolo__, pero necesito que me dé un poco más de información. ¿Cuántos años tiene?

__Por Dios, cincuenta creo.
__ ¿Tiene problemas del corazón?
__Es un accidente, un choque no un infarto, ¿es que no lo entiende…?
__Entiendo, pero no es lo mismo si es sano a…

Pedro lo miró y al verle el aspecto dejó el teléfono y se puso a hacerle reanimación cardiopulmonar. A los pocos instantes oyó cómo recuperaba la respiración y suspiraba, estaba igual de gris que antes, pero respiraba, y como si regresara de muy lejos, intentó abrir los ojos, apenas elevó los párpados.
__Guille, mi amor, acá estoy, todo estará bien.
__Las… cubiertas...
__Shhh.
___No fue un accidente... Las cubiertas… las amenazas.
__Lo sé. Tranquilo.
__Mis hi…
__No, amor, háblame, no dejes de hablarme, Guille… __ Había vuelto a la oscuridad, al silencio.__ No sé qué le pasó, lo saqué de entre los hierros, se debe de haber golpeado por todos lados, quizá la cabeza, ha vomitado, tengo otro hombre herido o muerto.
Pedro de pronto con un dedo en el pulso, marcó el llamado rápido al directo de Alberto, y le refirió entre sollozos lo ocurrido.

__ ¿Qué hago?
__Necesito el jet más veloz, consíguelo, llegaré con la ambulancia lo antes posible.
__ ¿Plan A o B?
__B _ dijo Pedro dudando un instante.

__ ¿Está consciente? __preguntó Alberto en voz queda.

__No…, logré sacarlo, está muy golpeado, creo que se ha golpeado en la cabeza… No sé… Beto, parece como si… __Apenas podía unir las palabras.

__Gaby se encargará de los chicos, y me reuniré donde sabes lo antes posible, habrá una unidad de cardiología por las dudas… y Pedro, se pondrá bien.
Quería tranquilizarlo desesperadamente, y esperaba estar en lo cierto.
__Gracias _fue todo lo que Pedro pudo decir antes de poner fin a la llamada, ya oía las sirenas ululando y rezó para que fuese la de ellos.

__Oigo sirenas, ¿es que son de nuestra ambulancia?
__Ojalá que sí señor. ¿Qué aspecto tiene ahora? ¿Respira?
__No estoy seguro… Tiene un aspecto horrible.

Estaba llorando, aterrorizado por lo que estaba sucediendo, aterrado por el aspecto que él tenía. Mientras se enfrentaba a todo lo que sentía, tres enfermeros lo apartaron y se acercaron a Guillermo. Lo auscultaron, le miraron los ojos, y el responsable ordenó a los otros dos que lo subieran a la camilla que habían traído, y mientras los seguía lo único que Pedro oyó fue: “desfibrilador y el corazón le dio un vuelco”. Tuvo el tiempo justo para saltar al interior de la ambulancia, a su lado antes de que les diera el sitio donde iban y arrancaran.

__ ¿Qué le ha pasado? ¿Qué le está pasando?
__Tal vez un traumatismo de cráneo severo, o tal vez hemorragias internas, por ello el paro.

Uno de los enfermeros le rasgó la camisa y le puso el desfibrilador en el pecho. Parecía que se estaba muriendo. El corazón se le había detenido. Le habían intubado y le administraban oxígeno, otro lo había canalizado y le pasaba suero y sangre, mientras Pedro observaba horrorizado cómo todo su cuerpo que una noche antes había estado a su lado, ahora se convulsionaba ante cada descarga eléctrica, ellos repitieron la operación.
__Guille, por favor… _repetía sin apartar la mirada de él, sosteniéndole la mano, amor… por favor… por favor…

El corazón empezó a latir de nuevo, pero evidentemente estaba en una situación desesperada y Pedro se abatía entre las opciones que tenía, nunca se había sentido más impotente en toda su vida. Solo una hora antes estaban en la embajada…
Los enfermeros estaban demasiado ocupados pero ahora parecían satisfechos con el estado. Con dedos temblorosos, Pedro volvió a llamar a Beto.
__Estoy en la ambulancia, ha tenido un paro y ha necesitado que lo reanimaran. Acaban de conseguir estabilizarlo, pero Dios, está gris y tiene los labios azules_ dijo de forma incoherente atravesado por el dolor y llorando sin parar.

__Ya los estamos esperando, lo lograremos, tranquilo.
__Juro que si se muere, no tendré piedad, ya sabes a qué me refiero.
__
Cuando llegaron al helipuerto, ya una unidad de emergencia esperaba en la pista, lo sacaron de inmediato de la ambulancia, detrás a Florián que estaba quizá más grave si era posible, y los enfermeros tenían el desfibrilador preparado de nuevo, había una unidad de cardiología esperando, pero el corazón continuó latiendo. Lo único que pudo hacer Pedro es correr tras la camilla, y Alberto lo miró apenado. De repente su amigo parecía sentirse como de mil años, y Pedro lo único que deseaba era estar con él, no abandonarlo a manos de extraños.
Apenas despegar el jet, el corazón volvió a detenerse, y regresó a latir, pero parecía estar muy cerca de la muerte. El médico que se había sumado tenía pocas esperanzas de que lograra sobrevivir.

__Pedro, en Roma tienen todo preparado para recibirlo _le informó en susurro.

Pedro pareció vacilar pero apenas unos instantes.
__Señor, puse rumbo a Roma _ dijo el piloto y Pedro supo qué decir, se secó el rostro con la manga, y logró hablar con firmeza.

__Roma no, vamos a Zúrich, yo mismo ordenaré que preparen todo.
__Pero… señor, Roma sería más rápido y dado el estado del Embajador…
__! Dije que a Zúrich! –gritó y Alberto le puso la mano en el hombro.

La cabeza empezaba a darle vueltas, pero no podía equivocarse, no otra vez, estaba en estado de choque por todo lo que acababa de pasar__. Tendría que llamar a los chicos, no quiero que se asusten _susurró.

__No te preocupes, les dije que surgió un viaje de improvisto, y Gaby con toda la vigilancia del caso los ha llevado con ella, allí se quedará hasta que regresemos. No te precipites, la gente sobrevive a cosas así, y él es sano, fuerte.
__Su esposa también lo era, Alberto _ dijo Pedro abatido__. Solo me dijo…  las cubiertas, y las vi, se habían soltado dos de cuatro, fue un atentado. ¿Quién?

__Procura mantener la calma, te va a necesitar fuerte. No podrás ayudarlo si te desmoronas.
__Lo necesito, Beto_ dijo con voz estrangulada__. No podría vivir sin él, somos dos mitades de la misma persona, aunque él no se permita admitirlo.

__Ahora tienes que aguantar, como él llegar vivo al hospital _dijo Alberto palmeándole la espalda__. Todo pudo ser peor si no los hubieses seguido, ya averiguaremos quién fue, ahora solo importa que llegue a tiempo y lo salven.

__ ¿Me dejarán verlo? _ dijo Pedro con una voz llena de pánico.

Nunca se había sentido tan débil, tan incapaz de hacer más frente a una situación. A todos los efectos prácticos, siempre se había considerado un hombre fuerte, lo era, pero sin él, de repente sentía que todo su mundo se desmoronaba a su alrededor y de repente en lo único que podía pensar era en el aspecto que él tenía, y entendió el dolor que debió de sentir cuando supo de la muerte de su mujer, tal vez era la causa de que no pudiera aceptar su amor, tal vez tanto lo asfixiaba, porque aunque algún día pudiera rehacer su vida eso no significaría que la olvidaría a ella que había sido por años su mujer y  la madre de sus hijos.
__Te dejarán verlo en cuanto sea posible _dijo Alberto tranquilizándolo.

Le habían colocado un respirador, el jefe del equipo daba órdenes frenéticamente, todos estaban ocupándose  de él.
__ ¿Por qué no Roma?
__Intuición, creo que allí estaba todo demasiado preparado, que nos estaban esperando en todo el sentido de la palabra.
__Entiendo.
__Tiene que vivir, es insoportable, es intolerable, es inadmisible, impensable otra cosa, y no podría decírselo a sus hijos que acaban de perder a la madre, es incomprensible _pensó Pedro. Se sentía completamente desorientado por el dolor, de tanto llorar, por la falta de comida, pero no podía ni siquiera aceptar un café. Nunca en toda su vida se había sentido tan destrozado ni tan solo como en aquel momento, mientras permanecía allí, mirándolo, oyendo el pitar de los monitores. Estaba completamente seguro, sin el menor asomo de duda, de que sin él su vida también estaba acabada.
Se sentía tan vacío que ni siquiera podía llorar, jamás en toda su vida   lo había experimentado, y allí estaba con la mirada perdida en un punto fijo, cuando le pareció que la voz llegaba desde muy lejos.

__ ¿Guille?
__Te… amo __ fue solo una palabra, una mirada, y él regresó a la inconsciencia.

__Yo te amo, y  vas a vivir, los chicos y yo te necesitamos, gracias por quedarte con nosotros, por favor, quédate con nosotros. Después de tener el privilegio de amarnos  una noche encantada donde los magos fuimos  tú y yo, con la dulzura de nuestras pieles pintábamos un arcoíris en el cielo. Nuestros deseos aceleraban los latidos del corazón y nos hacían sentir mariposas en el estómago estremeciendo de pasión nuestras pieles que ardían en fuego.
Me ataste emocionado con tus brazos a tu cuerpo, no querías que me alejara de ti, mis caricias y besos extrañabas por todo tu cuerpo. Querías que te siguiera amando fundiéndome como un metal entre el paraíso sagrado de tu cuerpo.  Deseabas mi pasión, el frenesí de mis besos, beber del  mástil todo mi manantial hasta saciar  tu sed de lujuria en mí, tus manos acariciaban  la más radiante y bella fuente de tus anhelos.
Tus ojos inquietos acarreaban la desnudez de mi cuerpo, tu alma se adueñaba de mis ansias, yo de tu querer amándote con toda mi alma hasta caer agotado entre la hamaca de tu piel.
Acaricié tu espalda, suavemente, dulcemente, muy despacio, la recorrí en toda su extensión, besé cada poro en ella, cada diminuto vello que en pie se encontraba, mis manos y mis labios dibujaron caricias y besos sobre cada palmo de esta sin pudor alguno, de extremo a extremo, de lado a lado, hasta quedar impreso en mi memoria su exquisito olor, su suavidad casi virginal, acaricié y besé tu espalda y este fue el preámbulo de una hermosa y delirante noche de amor y pasión.

Anidarán mis labios en los suspiros de tus besos para mecerse suaves en la dulzura de tu boca, y perderse lentos en el sutil aroma de tu piel; como tiernas gotas de rocío, las caricias de mis manos recorrerán lentas la delicadeza de tu cuerpo, hasta fundirnos en un solo aliento; abrazaré tu corazón en la redes de mi pecho para que repose en las caricias de este amor inmenso.
___
Cuando llegaron al hospital la camilla salió disparada hacia el área de quirófanos, desde el avión habían informado el estado cada cinco minutos, parecía haber hemorragias internas, shock y traumatismo de cráneo, y Florián estaba en estado desesperado.
Pedro se desmoronó en el sillón y cerró los ojos.

Transportado a otra dimensión, siento que muero en tus entrañas mágicas, y vuelo hacia ti con alas de irrealidad, con alas de anhelo inenarrable por descubrirte, deseoso porque nos amemos, aunque solo seas reflejo de mi necesidad de amar…
Quiero poseerte, alma huidiza, mito indescifrable donde mi soledad ansío desnudar.
Tal vez tengas la transparencia de las hadas, la invisibilidad de las ninfas dormidas… quizás, en el brillo de la mar agitada, tu intangible belleza pueda yo adivinar.
Si... Debo confesar que te extraño.  ¿Por qué no decirlo? Eso no me hace más, ni menos valiente, sino simplemente honesto.
Extraño ese beso todas las mañanas,  el olor que dejabas impregnado en la almohada, tus caricias en mi espalda desnuda, recorriéndome entero. Extraño tanto hasta la palmadita suave depositada como para molestarme, en mis posaderas. Hay instantes en que extraño los planes compartidos,  tu ceño fruncido cuando algo te preocupaba, hasta esos momentos de mal carácter en que hacías mutis y me ignorabas.

Me hacen falta tus ojos, tu bella sonrisa, tu olor, el tiempo en que eras mío y que ahora debo de ocuparlo en extrañarte. ¡Me faltas tú! Nuestras largas conversaciones, los altercados por tonterías, las reconciliaciones entre sábanas, el sexo en las mañanas.
Es tan difícil acostumbrarme a esta ausencia que me hace vulnerable y frágil y que saca toda la fuerza que habita en mí. Cuesta entender que hay historias que no dan para más,
que es necesario finalizar aunque duela,  siempre duele lo que fue y ahora no es, porque los sentimientos aún viven.
Sin embargo... es prudente seguir solo el camino cuando los intereses no son comunes,
es mejor entender cuando ya no eres importante, cuando la proximidad hace daño, porque el amar no es vivir con tristezas.
¡Te extraño, sí, claro que te extraño! pero las penas las mitiga el tiempo, las lágrimas las borrará el viento, luego no habrá motivos para entristecerme, pues tan solo te convertirás, en un lindo recuerdo. Los besos son como pepitas de oro o de plata, halladas en tierra y sin un gran valor, pero preciosas porque revelan que cerca hay una mina.
¡Tonterías, maldito sea! Yo te amo y sé que tú me amas. No te perderé, puedes intentar morir, puedes maltratarme, echarme…  pero me quedaré siempre a tu lado, no será real el sueño que tuviste, al menos no ahora. Yo sé quién hizo esto, lo sé… y solo espero ver tu sonrisa, sé lo que tengo que hacer, y aunque me cueste demasiado, lo haré… vive amor, regresa a mí… EMBAJADOR.

CONTINUARÁ.


TERCERA PARTE-
LIBRO DE ANCLAJE: EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.


17 comentarios:

  1. Maria De La Luz Precioso, un gusto saludarte

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  2. Ayelen Bellisímos como siempre...un placer leerte..saludos 🤗

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  3. Ana Maria Feliz dia, un gusto leerte!!! Abrazos del alma.

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  4. Muy bueno Eve Monica Marzetti pero la aptitud de Guillermo sigue sin gustarme . Se siente atraído por Olazábal y lo besa y luego duerme con Pedro? .... eso no está bien ... pobre Pedro...

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  5. Silvia. Me encantó, pero supongo que no le pasará nada grave a G, por fa.

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  6. Qué fuerte Eve...De verdad Guillermo le dijo a Pedro que lo ama?, espero que haya estado consciente cuando lo dijo y que lo sostenga después, cuando se recupere, porque estoy segura de que así será...Agemás, como te imaginás, no veo la hora en que Pedro destruya a Matías, a Juan y a todos los que amenazan a Guillermo...

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    1. Esto fue un sueño que tuve cuando la inicié y lo puse acá por algo, desde acá te confieso, desaparece uno de los indeseables, pero paciencia con Guillermo, anda confundido, medio que M es un perfil símil a lo que tenía con Silvina pero no durará, besos mil, ya llega No soy yo.

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