sábado, 15 de junio de 2019

SIGNIFICAR CAPÍTULO DIECISEIS. ANTEPENÚLTIMO CAPÍTULO.


SIGNIFICAR
CAPÍTULO DIECISEIS.


 Del romance, la dosis suficiente de sentido de ser de ese matrimonio que permitiera validar lo mucho de sí mismo que lo mantenía alto y orondo sobre el mar.
Y es que llegó un momento __y él lo reconoce__ en que no luchó más, en que claudicó y abandonó todo intento de fuga o ilusión de libertad. Eso había sucedido hacía varios años. Por eso lo de Pedro jamás se le presentó como una ruta de escape. Por eso el embeleso de Juan por Matías, de no ser por lo inesperado y súbito de la revelación (pero eran siempre así esas revelaciones) empieza a perfilarse en el salado estallido de su mente como una oportunidad, como una puerta que él debió abrir pero que, a través del hecho fortuito del accidente, a través de ese azar de atropellar a un transeúnte distraído, la vida le ha abierto de par en par, cómplice al fin, de par en par como es esa sonrisa con hoyuelos encantada de Pedro que lo cautivó desde verlo. Sonríe. Pedro… él es su barco llegando a puerto, con él es como regresar a casa… o mejor dicho… como tener un hogar.

_Tu pecado estará en tu memoria, rememorarás aquellas noches inspiradas en el placer ante el fuego de mis deseos por amarte. Esa magia que un día te enseñé, en respuesta a tu proposición tentadora de amarnos sin respiro durante horas que detenían su paso en el tiempo,  como testigo de aquellas locuras de pasión que nos envolvía con frenesí de abrazos y caricias nuestros cuerpos, divino recuerdo en tu memoria. Sentíamos el rocío de la mañana con ojeras a cuestas en miradas lejanas que se perdían por el cansancio deseado,  que provocó el volcán de sentimientos que nos empujó a perdernos en la oscuridad de tus secretos que dejaste al descubierto cuando te entregaste seducido por mis besos. Recordarás que desafié tus miedos, venciéndolos con mi estilo romántico y embrujado,  donde te toqué el corazón con mi barita mágica,  llena de un convencimiento innato dentro de mi ser. Cuando llegue el crepúsculo de cada noche recordarás el placer de habernos amado, mirarás a la luna y sentirás cómo mis ojos te consumen provocando la desnudez de tu alma,  sentirás la brisa del viento donde mi espíritu te tocará sintiendo el deseo de aquellas noches cuando nuestras siluetas se perdían  fundidas en una, unidas en un solo corazón,  coronando el deseo de haber conocido el amor. ! Yo, no podría olvidarte!
¿Lo harías tú? Estoy seguro que no Guillermo.

__ Quisiera poder guardar tus besos, para cuando no te beso, para cuando estás ausente y no puedo saciar mi sed, para poder beberlos uno a uno y no estar muriendo de sequedad de ti.
Quisiera poder ahorrar tus caricias, guardarlas en un rincón de mi cuerpo y poder sacarlas cuando el hambre de tus manos me muerde desde dentro, me come poco a poco sin remedio.
Quisiera poder llenar mis ojos de tus ojos, que se inunden mirada a mirada mis pupilas con las tuyas y que cada lágrima que me brota de extrañarte, viniera de la mano con una mirada tuya y así llorar y consolar mi llanto de una vez.
Quisiera poder decir tu nombre una y mil veces y que existiera el eco de tu voz cada vez que yo te nombro y decir te amo y escuchar te amo de respuesta con tu voz, para que el silencio de tu ausencia no me martirice como lo hace hoy.
Quisiera poder guardarte en mi memoria y que todo fuera de lo más real y que todo fuera tangible y que me diera el valor para aguantar está sequía de ti, para cuando te vea poder besarte con calma y no con esa desesperación que suelo hacerlo.
Pero lo que más quisiera es poder estar contigo y no dejarte y que no me dejes, vivirte y que me vivas, eso es lo que en verdad quisiera. ¿Te veo mañana?
__Claro. ¿Cómo sigue ahora esto? __interrogó Pedro y Guillermo cerró los ojos.

__No lo sé aún, supongo que sigue que le cuente a mi hijito__ ¿Sabes qué siento?

__ Dime.
__Que al fin puedo dedicarme a ser quién soy. Esa era la apuesta: cincelar el camino fuera de la roca, fuera de la escultura engañosamente perfecta y blanda. Aparecer en alguna costa sonriendo, como esas estatuas recuperadas del olvido con los brazos y las piernas cortadas, incompletas, pero sobrevivientes,  admiradas en magníficos museos, bellas a pesar de cuanto les arrebatara el tiempo.
__Tú eres bello, Guille, el más bello en mi vida.

__
Guillermo se levanta y baja a la cocina, mira alrededor. ¿Seguirá viviendo en esa casa? Técnicamente es suya,  fue construida por los abuelos, le fueron remodelando, sumando, comprando, decorando, la idea de un traspaso o división de bienes lo agobia, le encargará a Gaby. ¿Cómo será eso de separar dos vidas que se han fundido y al tiempo son tan disímiles? ¿Podrá recuperar la independencia? Se calienta leche, busca chocolate, hace la mezcla, se le antoja darse ese gusto. Imagina una larga estación de chocolate, la sustitución del hombre por él, pero la imagen de Pedro  bañado en esa mezcla es más poderosa, él bebiendo de su cuerpo. Ríe en la oscuridad, aunque quisiera desalojarlo está allí, en la piel, el alma y la mente. Se siente liviano, libre pero también desconcertado. Nada de lo sucedido le parece real, es como flotar a metros del suelo. ¿Qué acontecerá a la mañana siguiente? ¿Cómo le irán a atacar las dudas que a ratos le rodean la cabeza como moscardones necios y estridentes?, dudas sobre qué parte del edificio de desmoronará primero, qué artificios o aparatos entrarán a su vida, además de los anteojos que ya usa para leer. Pero no quiere pensar a largo plazo, sabido es que la influencia de un hombre joven es benéfica y Pedro lo hace sentir libre,  un adolescente a cada momento. Quizás al inicio no fuera un amor normal sino desesperado, atormentado,    culposo dado que siempre sintió que no se entregaba por entero, y que Pedro no era real, sino alguien inasible, mágico, etéreo, libre, que podía  esfumarse entre sus dedos como la niebla y él seguramente sintiera lo mismo cargando con su peso de sentirse pobre, menos, y sabiéndolo casado, cómodo, perezoso. Recuerda a Edith Piaf, creciendo en un burdel, con amantes siempre menores a los que regalaba mancuernitas siempre iguales, pero él se reinventará a sí mismo, hará ejercicios, comerá sano,  sobretodo hará más a menudo el amor, porque a Pedro lo desea, es una mirada, un roce, una caricia y todo se precipita entre ellos hasta saciarse para recomenzar en un instante que es al tiempo eterno y no es fingido, es auténtico, y eso le oxigena el alma y el corazón.
__
A la mañana siguiente Pedro se viste. Movido por un impulso que no alcanza a descifrar, antes de tomar el café, va a la farmacia. Desde la entrada los ve, Camila y Matías parecen llevarse bien, los saluda.
Le dice un piropo a la amiga que ríe, mientras Matías lo saluda con un hola.
El chico es guapo, se dice, no sabe si lo nota cambiado por lo que ahora sabe o porque se desenvuelve con más desparpajo.

__ ¿Qué has hecho? __la interroga a ella.

__ ¿Qué he hecho desde que olvidaste que existo? _pregunta ella con una media sonrisa llena de ironía.

__No he olvidado que existes. He estado ocupado. Tenía que recuperar el tiempo perdido. Diego me consiguió buenos trabajos.
__Ajá _dice ella maliciosa y  Pedro ve un guiño a Matías.__Yo  he descansado unos días, y he salido con amigas, he  buscado algún sitio donde poder estudiar acomodando los horarios.
__Tú también has estado ocupado, ¿verdad, Matías?
__Pues sí yo también.
__ ¿Sabían que estamos en peligro de una epidemia de malaria en el barrio?
Ellos se ponen serios.
__Doña Bea cayó con malaria. En el centro de salud dijeron que se les terminó el Aralen porque han tenido como diez casos.  No estamos exentos de dengue ni mucho menos.
__Nos contó el jefe que ayer vino don Guillermo a comprar Aralen  _ dice Camila__. ¿Era para doña Bea?
__Sí.
__ ¿Y cómo se dio cuenta él? Estaba en tu casa, ¿no es cierto?
__Sí. Yo lo llevé  donde doña Bea y fuimos los tres al centro de salud. La cosa es que Guille vino a comprar la medicina justo en el momento en que Matías subía al coche del marido de él. __Pedro lo mira fijo, interrogante.

Matías se ruboriza intensamente, Camila lo mira con picardía.
__Nos hemos hecho amigos _ dice__. El doctor está haciendo una investigación sobre antibióticos y yo le he estado ayudando.

__ ¿Qué? ¿Te hiciste doctor de pronto? _ sonríe Pedro.

__No, por supuesto. Es que él necesitaba información acerca de cómo se automedica la gente.
__ ¿Y no siguió preguntando por Guillermo?
Camila y Matías miran nerviosos hacia adentro, sienten la mirada del dueño sobre ellos.  El interrogatorio de Pedro les molesta. ¿Qué derecho tiene él a interrogar a Matías?
_No pregunta por el esposo _ responde Matías. Mira Pedro. Mejor te vas. Nos va a regañar el jefe.

__Ya me voy, no sin llevar antipiréticos por las dudas, y por favor cuídate, Matías, no te vayas a enredar con un hombre mayor y rico solo por eso.
Ellos lo miran largamente.
__Mira quién me lo dice _responde Matías.

__Yo me enamoré que es diferente, solo te digo que se cuiden  los dos, no acepten menos que amor.
Durante el resto del día, mientras hace las compras de madera, clavos, pega, en el mercado y en la ferretería, Pedro acarrea un sentimiento de desasosiego. Se ha comunicado con Guillermo para comunicarle que doña Bea, a quien visitó luego de almorzar luce mejor. Él puede pasar al salir del estudio a eso de las seis de la tarde a visitar a la enferma. ¿Qué hubo con Juan? Le pregunta en un texto. Te lo contaré cuando te vea, responde él.
Julieta se levanta de madrugada a barrer el patio, arreglar la cocina y preparar el desayuno. La casa se le hace otra, muda, como si percibiera el vacío que ha empezado a crecer dentro de sus paredes. Ignora la hora a la que retornó el doctor Juan tras su salida intempestiva. Apenas le dio los buenos días. Se tomó el café de pie en la cocina y se marchó apresurado. Desde el corredor donde barre el polvo, Julieta escucha a Guillermo hablando con su amigo el fiscal Miller. No distingue las palabras. Cuando sale de la habitación de Fabián a tomar café luce tranquilo, ensimismado. Le dice que no se angustie. Hacia las once, bañado y vestido, se despide. No volverá al almuerzo y le da instrucciones para que haga cualquiera de los menús de la semana para la cena y que anote cuándo regresa de viaje su hijo si llamara. Cuando se queda sola ella reza a Jesús. Desde varios meses atrás notaba cambiado al señor Guillermo. Pero era un cambio bueno. Lo veía contento. Ese día es otro el ánimo. Se ocupa en limpiar las habitaciones y cada tanto se persigna. Entre quitar el polvo y las manchas recuerda lo que ella vivió, cuando su hijo único se casó le dio tal pánico de perderlo todo que se echó al primer hombre que la cortejó. Mandó todo el juicio al diablo por él. Los señores no se imaginan las veces que lo metió clandestino a la casa. Se sintió como una loca, solo pensaba en el sexo, hasta que le contó a una amiga, su íntima, y ella la llevó a la iglesia. Tuvo necesidad de un Dios completo para que se le quitaran las ansias.  Se sumergió en rezos, en la comunidad. Los hermanos le hicieron un rito para expulsarle los demonios y se le fue pasando.  Todavía sentía aleteos en el corazón cuando se acordaba de él. ¿Dónde estaría el pobre?  Se escapó de morir cuando ella lo cambió por el Hombre. Pero él supo que no podía competir con Jesucristo.  Y ella salió ganando. Se calmó. Pero se dio cuenta que allí había terminado su juventud. No volvió a ser la misma. Se iría al cielo santa pero  tristona.
 Ni modo, de seguro que al señor Guillermo le pasaba lo mismo. Ella lo ve todo. Sería el hombre ese que atropelló que lo tenía loco. A ese era a quien le llevaba las ensaladas de pollo, los pancitos dulces, el café. Allí debían haber ido a parar los manteles individuales que habían desaparecido, los cubiertos que ella había buscado por todas partes. Ojalá que no se le ocurriera dejar al pobre doctor Juan.
El hombre sería una papa sin sal y arrugada, pero era buena persona, y sobre todo lo quería. Don Guillermo se había puesto lindo últimamente, con dietas y ejercicios, ella sabía el porqué. Nunca estuvo más guapo, pero no se encontraría con otro como el doctor. Tantos años juntos. ¿Cómo iba a echarlo al tacho de la basura?

“Me sentía derrotado, abatido, la felicidad se me había escapado y la desesperanza controlaba mis horas del día y las de la noche las sufría sin casi cerrar los ojos. Treinta años de matrimonio tirados a la basura. El empezar de nuevo, en la soledad, el tiempo que todo lo cura, dicen, eran los pensamientos que sobrevolaban mi mente casi todo el día. Abuela, abuelita, que falta que me haces. Esas charlas en el jardín, parecía que siempre tenías la respuesta precisa, cuántas veces me consolaste en la aflicción.
Entré a casa de los abuelos como buscando algo, no sé qué, pero algo me llamaba. Quizá  la esperanza de sentir algún alivio rodeado de los recuerdos de tiempos pasados felices. Quizá la memoria de ese ser tan especial todavía podría apaciguar mi dolor. Si se pudiera describir el amor con aromas diría que el que me recibió al ingresar a la casa, lo hacía a la perfección. Cuando heredamos esta casa pensamos en venderla pero siempre lo postergamos por una cosa o por otra y ahora me alegro de que no lo hayamos hecho. La vieja y simple llave de bronce del patio sigue allí, como cuando ella estaba. Es la casa de campo, no la que compartí con Juan.  El chirrido al abrirla, rememora esos felices días. Gano el patio y el jardín parece preguntarme por qué tardé tanto en volver. La mano del jardinero se nota en la prolijidad con que los hermosos tulipanes se yerguen orgullosos. Me da risa pensar en la abuela señalando con el índice al jardinero, indicándole los cuidados que debían recibir estas hermosas flores y todo el jardín, creo que entendió. El pobre hombre debe temer que ella se le aparezca por las noches recriminándole no seguir sus instrucciones.
Sentado en el banco de cemento en forma de medialuna con recortes de azulejos multicolores, me siento niño otra vez. Siempre me pregunté por qué la abuela pasaba tanto tiempo aquí, y ahora lo entiendo. Respiro la paz que emana este lugar, por un rato me olvidé del dolor, y la angustia se fue a dar una vuelta pero ya está aquí nuevamente, furiosa. Mis codos sobre las piernas y mis manos sobre mi cara como escondiéndome de la realidad, y el llanto que brota incontenible. Si tan solo tuviera el poder de cambiar las cosas, de recobrarme, de detener el sufrimiento, pero el solo recuerdo de su perfume me atormenta.
__ No deberías sufrir así  -resonó la dulce voz.

Levanté impresionado la cabeza para ver de quién era la voz. La vergüenza de haber sido escuchado o contemplado en mi dolor me obligó a un cambio de postura. Quizá  solo fue un juego de mi mente estresada, el cansancio, la falta de sueño… Volví a mi posición desesperanzado sobre mis piernas y otra vez:
__ No deberías sufrir así  Guille, no lo amabas.
Aterrado miré a los lados, a todos lados y nada.
“¿Quién es?” -- pregunté un poco descorazonado al ver que nadie estaba cerca de mí. “¿Quién es?”, repetí.
__ Adelante tuyo. Ya sabes quién soy… ¿No te acuerdas? -preguntó la suave voz con aire maternal.

__ No, no entiendo, no te veo. ¿Es una broma? ¿Cómo sabes mi nombre, como me decía la abuela? –pregunté sin saber si todo esto realmente estaba sucediendo.

__ Mira adelante a las flores –me sugirió con paciencia. -A las flores.
Allí estaba erguida esta flor, un hermoso tulipán rosa con pintas amarillas. Mientras todas las otras eran mecidas suavemente, ella se mantenía alzada e inmóvil, como reina ante sus súbditos que bailaban en festejo.
__ ¿Todavía no recuerdas?  - dijo como dibujando una sonrisa en su voz.
Mis pensamientos me llevaron a varias imágenes: Ver a la abuela como hablando con alguien mientras tejía con agujas sentada en este banco, otras diciéndome que hablaba con las flores, de esa flor especial y de la nona diciendo que era su mejor amiga. ¡Hablaba con las flores!, es cierto entonces ¡La abuela hablaba con las flores! Pero…
__ No con las flores, con la flor, -me corrigió. -Cuántas veces le rogué que me dejara hacerlo contigo y me repetía una y otra vez: “A su debido tiempo amiga”. Bueno… ese tiempo parece haber llegado Guille.
__ Pero… ¿Cómo? ¿Qué significa? –pregunté todavía incrédulo de lo que podría solo ser una invención, un escape ante el tortuoso momento que vivía.
__ Guillermo… _balbuceó como lo hacía mi abuela. -Siempre quisiste saber. Pero no es necesario saber, solo disfrutar el momento. Yo supe en ese momento lo que hoy te está sucediendo, lo supe apenas conocí a aquel chico pero tu abuela no me permitió hablar. Sabiamente me dijo que cada uno debe vivir y sufrir sus decisiones y que además tú no escucharías. Aunque me llevó tiempo entenderlo… tu abuela tenía razón, como siempre. Ella también me dijo que tú, que de toda la familia, tú serías el que continuaría esto y pacientemente esperé cada año y aquí estamos frente a frente comenzando nuestra amistad. La extraño mucho, extraño esas charlas con ella.
__ Yo también la extraño… ¿Cómo te llamo? ¿Cuál es tu nombre?
__ Amiga, como me decía tu querida abuela, solo amiga.
__ Seguro ya me escuchaste y viste y sabes cómo me siento  -le dije avergonzado.

Hablamos por horas y al marcharme le comenté que vendría a vivir a la casa y que hablaríamos todas las tardes como con la abuela. Ella me advirtió que la vida era muy corta como para sufrir por algo que ya está en el pasado, que mirara adelante, que lo mejor aún estaba al frente, no recordando lo dejado atrás. “Pronto vas a reírte de cómo te sientes ahora” -- me aseguró y juro que quise creerle. La saludé y me marché con una luz de esperanza en mi corazón.
Al abrir la puerta de calle me topo con un rostro conocido que pregunta: “¿Guille…   eres  tú?” Yo conocía esos ojos  de miel. Era  Pedro, en realidad Pedro, el vecino de en frente de mi abuela. Le pareció reconocerme y vino a saludar. Él también cargaba con una historia. Lo invité a tomar un café y aceptó. En ese preciso momento recordé las palabras de mi nueva amiga: “Lo mejor aún estaba al frente”, creo que entendí. Lo mejor estaba ahora junto a mí.
Ninguno de los dos menciona que de niños vivimos en esas casas, al menos los fines de semana, que el destino quiere que regresemos allí en el mismo día y hacernos saber desde cuándo nos conocemos.
__
__ Eres un egoísta, Guille, no todo en la vida es trabajo.
__Yo he cambiado mucho en este tiempo, Pedro. Yo he tenido una gracia, la gracia del amor, lo sabes. ¿Qué es? Que me desperté muchos días y estabas conmigo durmiendo al lado, y yo quiero que sea así siempre, te quiero ahí, al lado mío, te quiero cuidar y proteger. Te quiero ahí al lado, ahora y siempre.


Pude devorar tus estrellas, tu saliva de aromas tiernos, una pizca de un morbo de otro cielo, un deseo voraz de mi garganta, es un escándalo. Escuché a tus ojos sollozar, un lamento silencioso, cálido, rico en júbilo, perversa algarabía, rico en lujuria. Tomaste mis manos, lamiste mis dedos, fuiste su guía  a través de tu piel, tus mares nacieron, aguas sin límites tragaron mi piel, y mi violenta ternura. No hay descanso en tu mundo, mi esplendor liberado, continua creación, mi  mástil  te toca, te miro, provoca  tu sonrisa de locura. Tus brazos, los juntos, los beso, estrecho sus confines, su dictadura, su cabalgata sobre mi cuello, qué amplios caminos subyugas. Y en tu boca, y en la mía, veo, un reflejo del tiempo, tu luz, verte solo  jugando con tu mundo, haciendo del poema un cielo escrito. Unos pedazos de nubes  en forma de agua , bajan por el único camino abierto , ahí está mi fauces , el resguardo de tus caricias , mi boca , el almacén de tus recuerdos , mi boca , la maldita placentera de tu sexo , mi boca, la habladora , la musa del alma , mi boca , donde dejas crecer  todas tus oscuridades . Toco a través de tus muslos  tu recóndito bosque, que entrega su mejor fuente,
 un disfrute cauteloso, porque  tú ardes, eres un corcel en flamas, que dibujan un  bello arcoíris, cuando yo, traigo la lluvia generosa. Y en una llegada gloriosa, entre gritos y abruptas palabras, con la armonía, llega una paz, que aún habita en nuestras sábanas.

Respiro la humedad de tu cuerpo, me bebo el aire de tu aliento, me maravillo con el contorno de tu cuerpo, que la diosa luna, con su suave luz, dibuja para mí en esta tibia penumbra, nos dejamos atrapar por este aire de deseos que ese brillo desata en los sentidos, poco a poco voy perdiendo la razón, solo sé que en tu esencia debo perderme.
Se calla mi consciente, en el océano de tu amor me encuentro sumergido, al momento de cerrar los ojos millones de estrellas parecen iluminar los sentidos y guían tus labios a los míos, guían mis manos hacia tu cuerpo y nos confundimos en una sola silueta ante la luz nocturna.
Se calla todo alrededor, la luna en la ventana parece husmear nuestro momento, la tina casi por rebalsar de pasión, el agua que parece hervir por el fuego que se despierta en los cuerpos, las olas de espuma y deseos esconden lo íntimo de los cuerpos, solo nosotros sentimos lo que allí está ocurriendo.
Recorro los confines de tu boca… insaciables nos bebemos de deseos, ahogamos las ansias, acallamos con gemidos el sonido de la noche y el vaivén del agua que en nuestras orillas,  agitada golpea,  incita a que entre nosotros navegue el amor y entre los cuerpos se desate la tormenta de pasión.
Se entrelazan  tus piernas en mis muslos, la humedad de la pasión que nos arrastra al delirio se confunde con la espuma que suave se escurre por la desnuda piel, nos amarramos…  mis brazos a tu cintura, tus brazos en mis  nalgas, navegamos en esta tormenta de amor que desatamos y con la luna de testigo, bebiéndonos el ultimo gemido, sellamos ante ella nuestro pacto de amor eterno.

__ ¿A dónde vamos a vivir?
__No lo sé, tal vez en un tiempo podrías dejar esto para trabajar y mudarte a casa, depende del arreglo que haga con Juan, o puedo vender, y comprar algo más chico si quieres, ¿importa?
__ Te busco en los bolsillos vacíos de mi alma, perdido y solitario  busco la forma de enredarme contigo, tu imagen en mis sueños es tangible eres tan real, estás sereno,  me miras sin miedos, me das tus manos y te acercas a mis labios que tiemblan como niño enamorado, me pides a gritos en el silencio de la noche que nunca deje de tenerte, que no cuente las horas ni los días de soledad, que deje mis palabras escritas para que la noche se duerma, y el desasosiego que te inunda encuentre la paz.
Te esperaré vida mía con el alma desnuda, viajaré entre pensamientos enamorados donde me enredo perdidamente en ti, me apetece dar un paseo por los caminos de tu piel, te aseguro amor mío, que dibujaría mil mundos de libertad en tu piel para soñar, te acariciaré muy despacio y me enredaré  entre tus brazos, me pasearé por tus ojos donde me alimento, te dejaré sensaciones donde  sentirás que el tiempo se detiene en el punto exacto antes de tropezarte con mis ojos donde escrito llevo cuánto te amo.
Eres esa ternura de mis antojos. Desde que te conocí eres el amor  de mi vida y en mis alas del amor te has quedado atrapado para siempre mi dulce amor de primavera. Tal vez no te esperaba pero llegaste. Tal vez no te buscaba pero te encontré entre el verbo amor y hoy perfumado de abedules tu amor navega en mi alma enamorada. Desde que llegaste a mi alma  enamoraste y desde entonces mis poemas tienen alas,  tú eres mi amor y ese verbo que encuentro  entre mis hojas. Te amo amor mío. Y a ti te entrego mi alma embelesada
y perfumada con aromas de deseo. También te entrego los te amo que  guardo y los secretos de mi amor. Te contaré una historia, el letargo que era mi vida, cielito.
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Es un día de desasosiego y de revelación de secretos y anhelos mas mientras los corazones y las mentes intentan dilucidar sus próximos movimientos, hay mosquitos, parásitos, virus que viajan de casa en casa haciendo desmanes. Doña Beatriz está mejor esa mañana. Aunque no tenga fuerzas para andar trastabillando como suele, limpiando y preparando el arroz, y opte más bien por quedarse en la cama, con un trapo sobre los ojos, le ha dicho a la hija que vaya al trabajo y le deje a la niña. La pequeña, al regresar del colegio, ha estado entretenida, mirando dibujitos en la televisión, pero por la tarde, se acurruca con la abuela y esta le siente el cuerpo enfebrecido y la aprieta y cubre con las cobijas cuando la niña empieza a temblar.
Por la tarde llega Guillermo  y a esa hora por lo menos tres personas se han presentado en el taller de Pedro a buscar al doctor para que les ayude con sus enfermos febriles. Acompañado por Pedro, Guillermo trata de concentrarse mientras camina por la calle y le narra a él la conversación de la noche anterior con Juan, la confesión que se hicieron mutuamente. Se lo cuenta en fragmentos, dispersa, porque entre un párrafo y otro deben detenerse y entrar a las casas del barrio donde la malaria empieza a hacer estragos.
De una casa donde una televisión en la sala y un viejo asiento de jeep parecen ser los únicos muebles pasan a otra con una sala de mecedoras toscas con una mesa al centro y un jarrón con flores de plástico.
Las condiciones de las habitaciones en ambas son deplorables. El olor a ungüentos a base de eucaliptos, remedio preferido de los humildes, se le mete a Guillermo hasta el fondo de la nariz mezclándose con el olor mustio de la ropa sudada, los cuerpos asediados por las condiciones de vida poco conducente a la higiene,  en cada casa hay niños, tías, madres, abuelas, pocos hombres aparte de los viejos.
Guillermo hace acopio de su noble predisposición, de su deseo de ayudar, para sonreír y no echarse a llorar de ver  lo que jamás ha visto y percatarse de lo que ha optado por ignorar.
Frente a esas vidas que cada día deben aceptar la falta de futuro, la incertidumbre del suyo se le hace una broma irrelevante. Qué incongruente debe ser su aspecto para todos ellos, piensa. Y sin embargo  se consuela porque sabe que verlo llegar, entrar, tocarlos y explicarles lo que pasa, adquiere veracidad precisamente porque él habla como una persona educada, alguien con  una compasión que puede significar que habrá medicinas y esperanza. Pero, después de ver a los tres enfermos y oír otros casos de distintas calles del barrio, sabe que su buena voluntad, sus básicos conocimientos, no son suficientes.

__El viejito de la primera casa necesita que lo internen, Pedro _ le dice__. Está deshidratado y sospecho que puede tener las plaquetas ya muy bajas y empezar a tener hemorragias.
¡Qué día aquel, qué situación la suya! Querría recurrir a Juan pero no se anima a llamarlo y confundir las cosas. Se le ocurre llamar a su médico, explicarle lo que sucede, pedirle consejos,  nombres  de personas en el Ministerio de Salud a quien debe recurrir para que manden una brigada médica, un hospital móvil, personal que intervenga con lo necesario. No se trata de repartir Aralen a diestro y siniestro, le dice, ya hay personas en situación crítica, al menos una niña y un anciano.
Regresan al taller y Guillermo hace llamadas en el celular, intentando comunicarse con la ministra de salud.

__No puede ser _ dice__. No paso de la secretaria que me promete informarle a la ministra.
Voy a ir al centro de salud del barrio, Pedro. Tal vez ya el jefe  haya regresado y él pueda hacer algo.
__ ¿No será mejor que llevemos a la gente allá? Los podemos llevar en tu coche. Uno por uno si es necesario. O les das Aralen a todos _ sonríe impotente.

__No les puedo dar Aralen a todos, ancianos y niños necesitan dosis diferentes. Es una droga muy tóxica y no quiero matar a nadie. Y no quiero llevarlos al centro de salud para que los hagan esperar en esos bancos mugrientos.
__Pero ¿qué vas a ganar yendo?
__No sé, Pedro, no sé. Pero no me puedo quedar sin hacer nada, puede que manden médicos a ver a esta gente.
__Buena suerte _ dice él, escéptico.

_Mi médico me prometió venir, cuando cierre el consultorio, pero alguien tiene que interceder  ante las autoridades, esto es inaudito y empeora.  Además hay que reunir a la comuna  y dar charlas de prevención, es lo realmente efectivo. Ellos tendrían que saber que esto iba a suceder si se han reportado tantos casos en pocos días y no movieron un dedo. ¿Qué estarán esperando? Tienen que mandar a desinfectar, a fumigar las casas, a educar a esta gente. Mientras yo voy al centro de salud, ve a la farmacia y compra lo que quede de Aralen, busqué en el centro pero allí no hay casos menos la droga. Y vos y yo tenemos que tomar una pastilla a la semana como medida de prevención, usar repelentes y aunque dé calor cubrir las zonas expuestas. Y dile a ellos que tomen también, que le den a su jefe.
 Guillermo sube al coche. Está frenético. El conflicto personal y el padecimiento ajeno son un espumarajo que borbotea en su mente. Respira hondo. Se llama a la calma.
El Centro de Salud es el mismo caos de la otra vez. No sabe en qué ventanilla preguntar por el jefe y decide volver al laboratorio. Milagrosamente le informan que el responsable sí está. Lo llevan a su oficina. Tras el escritorio, el médico canoso, gordo, parece afable antes de que su semblante, mientras él habla, adquiera un rictus de cinismo.

__ ¿En qué hospital trabaja usted, doctor, en el Austral o en Los Arcos?
__No trabajo en ninguno. De hecho, soy abogado, pero estudié medicina. Sé lo suficiente, no sea irónico, sé a dónde quiere ir.
__Mire, ya sabemos que hay un problema en el barrio y estamos procediendo a solicitar recursos para hacerle frente pero esos recursos tienen que ser aprobados a nivel central, ¿me entiende? Hasta que no llegue esa aprobación, yo tengo las manos atadas.
__Mire, doctor, si usted me presta un médico, uno solo, yo lo llevo a que vea a los pacientes, lo traigo de regreso y compro las medicinas que él indique en tanto le respondan. Considérelo una disposición de emergencia.  Usted luego puede encargarse de tomar las medidas que ya no están a mi alcance. Yo vine hace tres días con un caso ¿sabe? Y ya para entonces les habían detectado el plasmodio a diez personas ¿Cómo es que no se han movilizado aún?
__Mire, doctor Graziani, usted es muy  simpático y capaz en lo suyo y admiro su interés, tal vez como abogado hasta podría ayudar a golpear puertas, pero este no es asunto suyo. Y le dije que estamos en proceso de resolver este problema. No tengo por qué darle más explicaciones. Y asómese afuera. ¿Ya vio cuánta gente está esperando consulta? Usted dígame qué médico le voy a dar si solo tenemos dos aquí y ambos están tapados de trabajo. Mándeme los enfermos para acá, si quiere. No puedo ofrecerle más.

El médico con la bata ajada, se pone de pie y le extiende la mano para despedirse, dando por terminado el asunto. Lo mira de arriba abajo burlón, mientras pronuncia un buenas tardes.
Dejándolo con la mano extendida, las mejillas rojas, la mandíbula en tensión con la rabia que le sube como espuma y le hace cosquillas en los brazos, Guillermo se da vuelta y sale.  No quiere llorar, que se le nublen los ojos, pero no logra evitarlo, la empatía de Pedro y su sensibilidad comienzan  a contagiarlo y ahora entiende  lo que es conmoverse, entiende al fin a Fabián.
Se queda hasta tarde en el barrio. Acompaña a su médico de casa en casa. No regresa al taller de Pedro, que ha preferido no estorbar e irse a terminar una mesa que debe entregar,
Cuando llega a la casa, muy cansado, Julieta le está esperando sentada en la silla frente a la fuente, despierta asustada. Se pone de pie, junta las manos. Guillermo ruega silencioso que no sea una mala noticia sobre su hijo.

__Doctor Guillermo, ¿sabe qué pasó? Vino el doctor Juan temprano y se llevó toda su ropa. Aquí lo he estado esperando, rogándole a Dios que esto se arregle.
__ ¿Dijo algo más?
__Solo que le avise cuando llegue el niño Fabián.

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Pedro tiene mucho trabajo que entregar, pero cuando él llega al taller, le mima, le atiende como  cuando en el día entra a tomarse un descanso.

__ ¿Sabes, Pedro, que vos tienes el poder de abrazar con los ojos?__le dice Guillermo. La intensidad y  luz con que lo envuelve logra reconstruir en un instante cuanto edificio de sí mismo él siente vacilar o resquebrajarse.

__Me enamore de ti _ dice él, levantando la mirada de la tabla que cepilla. Se lo dice con una naturalidad que a él lo deja pasmado.

En esos días, a pesar de que no hacen el amor, él lo sostiene, le habla, lo tranquiliza y Guillermo siente, por primera vez  la sensación de que otro ser humano le brinde un apoyo de igual a igual, sin paternalismo. Sin arrogancia. Detrás de su permanente ánimo jovial, Pedro es sencillo, siempre de buen humor contiene, inteligente con una fuerza y valentía asombrosas, alberga una persona cuya virtud, si él pudiera resumirla en una palabra es un auténtico y profundo respeto por los demás y una cortesía innata. Piensa que allí reside lo que les permite esa relación rara en que ambos se perciben iguales, adultos, desprovistos de artificios que los obliguen a falsificarse el uno frente al otro.

__ ¿Crees que te dejará la casa?
__No lo sé aún, he pensado que lo mejor sería ponerla a nombre de Fabián, pero debo hablarlo con ellos, y darle lo que él ha comprado.
__Yo puedo vivir donde elijas, mi lugar es donde tú vayas Guille.
__ ¿Pedro, qué dirías si me pusiera a dar libre materias de medicina?
__ Que serías el mejor médico, amor, y que quizá podría estudiar contigo, creo que nunca lo hice por falta de incentivo, pero verte atendiendo a la gente, me ha hecho pensar, me gustaría hacerlo.
__ Me cambiaste la vida precioso, aunque lamento haberte herido en el choque, me doy cuenta de cuánto necesitaba conocerte, y no existen las casualidades.
__ No quiero presionarte  ni lo haré, comprendo que aunque ese matrimonio terminó necesitarás tiempo, no quiero cortar tus alas, ni que pases de una cama a la otra si no puedes o no quieres, mas yo siempre estaré aquí, esperándote, estaré para ti Guille. Gracias a ti entendí por qué andaba solo por la vida, mi esencia, lo que amo, y solo eres tú _ afirma embargado de emoción, Pedro __. Enférmame de amor, hazme un sortilegio con tu mirada de hechicero,  déjame prisionero de por vida a tu boca. Anúdame a tu sombra como el eco de tus pasos. Conviérteme en el esclavo de tu sonrisa. Tócame el corazón con la raíz de tu alma y conviérteme a la religión de tu piel. Enférmame de amor,  que no sea capaz de respirar si no tengo tus besos o esa luz prístina de tus ojos de primavera o el aroma  que dejas cuando me anudas. Hazme adicto extremo al contacto de tus huesos, al hambre de lobo  de tus entrañas, a la magia de tus dedos, al oleaje de tu pelvis  danzante que me devora. A las palomas de tu risa en la mañana. Al ondular de tus caderas. Conviérteme en el  sudor y aroma en tu lecho y que no pueda vivir sin el beso de tu mirada. Porque en mí vive parte de ti, y en ti respira lo que soy yo, quisiera en la cúspide de tus brazos ser el cautivo en la jaula de tu amor, cada día ser el pan en tu mesa, el vino santo en  el tubo de tu umbría.
Sin ti, nada de lo que soy existe… No podría existir si tú no me amas  como solamente tú puedes amar y yo deseo amarte en tu bendición de dios. Enférmame de amor, arrancado de mis carnes y huesos, y déjame soñar toda la vida en el altar de tus dulces brazos escuchando el evangelio puro de tu corazón.

-Mi buen amante,  he soñado con sus dulces caricias, con su cuerpo que me hace vibrar,  con sus besos apasionados, con su boca que es mi delirio, ya no quiero soñarlo, a usted lo quiero cada noche en mi cama, en mis sábanas, sobre mi cuerpo, muero por hacerle el amor, empaparme de su piel, fundirme en usted, saciando esta sed y hambre de que solo sea mío, que me pervierta , soy su pecado, quiero condenarme,  será un suplicio entregarme a sus brazos, a su fuego encendido, desnudando por completo su alma enternecida, fuego y llamas del infierno en la madrugada escuchando nuestros gemidos y gritos, acallándolos con besos furtivos, es el éxtasis, la lujuria, su voz clama más deseo de mi esencia,  quiero enloquecer hasta perder la cordura, tener sexo sin ataduras,  mi amante incítame a que te beba, a que te devore , a embriagarme de ti, a perder el tiempo entre besos,  la timidez que me hace sonrojarme, tu solo tú puedes llevarme a ese paraíso, al cielo infinito.
--Ven amado mío entrégate sin miedo  al amor que ofrezco… hagamos de este instante finito una copla de pasión desenfrenada, compartiendo caricias y besos…  dejemos en libertad nuestros rubores,  dejemos atrás nuestros complejos… Guardemos nuestros efluvios de amor, secretos etéreos de amantes incógnitos flotando en la soledad de nuestra habitación… ven y seamos cómplices fervientes  de los dioses del amor y la pasión. Que el mañana no existe, ven junto a mí y aférrate al amor que llama,  no dejes que la cruel soledad te invada… ven a mí, que mi cuerpo con ansiedad te nombra y te reclama… Acércate a mi lecho amante mío, déjame sentir el temblar de tu cuerpo, ver el deseo ferviente en tu mirada  al mirar con deseo y embeleso  la firme dureza de mi espada… e imaginar la entrega del néctar de tu fuente  al varón que te tiene por completo  entre sus brazos hechizado… Por eso te pediré,  perdón amante mío, por querer invadir muy dentro de ti, por intentar sin sosiego beberme tu alma… por no saber conservar la quietud al amarte y mucho menos que con amor me pidas calma.
Y de nuevo tus intenciones, y me dejas en el aire, sin permiso ni pecado ni tampoco penitencia, sabes de mi amor en el que no debí caer, y mucho menos dejar que tus ojos enamoraran a los míos, no debí de permitirme sonreírte,  sabía que te perderías en mis labios, lo sabía vida mía y aun así te regalé  la más bella sonrisa,  y mucho menos dejar que mi alma desnuda te diera alojamiento, debí haber evitado dejarte ver cómo viajo entre pensamientos  enamorados, imaginándome por los caminos de tu piel, te aseguro amor mío, que dibujaría en tu espalda mil lunas para soñar, donde en su anverso quedarían grabados mis besos más dulces, acariciándote muy despacio enredándome en tus brazos, me pasearé por tus ojos donde  me alimento, te dejaré sensaciones,  donde  sentirás que el tiempo se detiene, porque  mis labios emprenderán su acción.
Hoy volverás a verme vida mía entre mis letras, perdido  entre deseos y ansiedades, ellas buscan el sosiego para mi alma enamorada, en ellas, te entregaré mil sensaciones, donde en la media luz que acerca la noche, tú, te vas instalando en mis sueños, acomodándote en el diván de mis labios  donde se duermen mis besos.
Te amo. Con solo ver tu cuerpo cadencioso  se ilumina mi alma de rimas. Y tuyo seré, entre la arrogancia de sutiles profecías en una noche profana entre mi jardín de los sueños, sombras y desvelos, horizontes y alboradas. Eres como una suave y tibia brisa, en la vigilia de mis ensueños. Quiero morar en tu regazo,  sentir tu calor y tu piel ardiente y tú, alucinado
mientras bebo de la fuente del amor de tu boca entre caricias enamoradas.
Tu continente, es un abecedario de curvas y amores descarriados. Allí mi verbo te acuna con palabras inventadas, sobre tu espalda mientras mi boca busca  como el picaflor a su flor besar  esa boca tuya,  tu desnudez asalta mis pupilas, como ángel de un mundo alucinado. Amarte y seas mío  es dulce y lenta agonía de morir de amor cada mañana,  con tus caricias paganas incendias a mi cuerpo, que engalanas y profanas.
Amor, déjame morar en tu morada, hasta el fin de mis días. Quiero conocer nuestro destino en el firmamento azul sin salir de tu lecho entre los luceros de tus ojos, la luna de tu espalda, y todos tus ¡te quiero! Te buscaré en mil estrellas. Y en mil vidas. Para amarte mil años.

Dejé mis caprichos naciendo  en cada pacto de su cuerpo  sus lúdicas vacilaciones,   sus brechas, sus infartos,  sus olas de calor,  sus lágrimas guardianas,  cada marea tuvo su delirio, su privilegio,   una grandeza en esa boca  que liberaba todos mis argumentos.
Rescaté  el poder de tus manos, les enseñé el camino de la liberación,   me diste un sol,
te dejé mi sol. Aprendimos a cultivar  las raíces de los ojos. Cada beso es una semilla,  que mira la profundidad del alma. Pero descubrimos más, tus pies son un regalo para mi boca un degustar sobre la lengua enamorada, tus muslos llenan todo el espacio  como  un mar de vientos cálidos en franca procesión abriendo la entrada de la primavera, la humedad que silba en el aire, los olores silvestres  brindan la medida del fruto  ahí, los dos somos los amaneceres y los anocheceres… somos el infinito.
__Tomé  tus quejas  entre  gemidos y palabras. Tomé tus locuras entre explosiones y heridas y fue un acantilado de imágenes eróticas  que dejó como herencia en mi carne. Somos cada instante guardado. Yo soy la pluma  que escribe la historia. Tú eres las letras  que la inmortalizan.
Tengo las mejores evidencias; sin duda las que marcaron mi cuerpo, las que me recordarán a cada momento que le pertenezco. Y también aquella bella noche llena de estrellas; donde se respiraba pasión pura y divina. Tengo sus besos tatuados, besos que dejaron a mi corazón completamente anestesiado. Tengo sus caricias grabadas en mi pecho, espalda y recodos;
mismas que estremecieron a mi piel, me hicieron temblar y exclamar varios: “Te amo” entrecortados. Tengo muy bien grabadas aquellas palabras, aquellos verbos que me recitó al oído. En ese momento le juré amor eterno  y que jamás me alejaría. No solo tengo evidencias físicas, sino también conservo evidencias mentales. Aquellas que me despiertan a media noche solo para escribir versos en el espejo y poesías en mi cuaderno.
Son esos dulces recuerdos que sin querer me inducen a pensarte, soñarte; y especialmente me inducen a buscarte para decirte que quiero ser tu esclavo y ser  dueño de todas esas noches llenas de pasión, repletas de esa intensidad que no se puede contener.
No quiero separarme de ti ni de tu corazón. Quiero atarme a tu alma, a tu cuerpo y así escribir nuestra mágica historia de amor sin importar las comas o puntos que esta tuviera.
Así quiero estar.  ¡Te quiero amar hasta mi final! Quiero llenarme de ti y seguir cargando todas las evidencias posibles, todas aquellas que toquen con dulzura a mi corazón.
Prometo estar a tu lado, cuidarte y respetarte. Déjame entregarte mi corazón por las mañanas, mis besos y pensamientos en la tarde, y mi cuerpo en las noches.
Y los te amo que no tienen un horario establecido.

“Bajo una gran cascada cristalina que a simple vista parece surgir de la nada y que adherida al aire no se dispersa en su caída y luego se introduce en el sereno lago tímidamente mezclándose para formar parte de una mansa y serena masa de agua transparente, allí escondida deseo como ella  formar parte de ese todo.
Entre los árboles de frondosas y verdes ramas que en línea van bordeando la orilla, me oculto sentado  apoyando mi espalda en uno de sus troncos.
Busco aislamiento, soledad para sosegadamente pensar, quedarme con la mente en blanco, solo percibiendo a lo lejos el suave rumor de la cascada irrumpiendo en el lago, ya perdida su fuerza.
Me reconforta contemplar desde mi escondite el infinito naranja que acorta distancias y se va extendiendo marcando con pequeñas lenguas de fuego el horizonte, que se van mermando con la escasa luz del ocaso, que glotón las engulle iluso, pensando en volverse más luminoso.
Frente a mí, veo la sombras de las verdes hojas de los eucaliptos que se distorsionan y expanden dejando pasar pequeños reflejos de luz filtrada que van formando un crisol de colores.
Tanta paz y belleza hacen tañer mis sienes y mis ideas se escapan hasta un mundo idílico y fantástico.
Se desprenden como hojas secas en el otoño, los malos pensamientos llenos de pesadumbre y desvelos.
Van cayendo los enredos y todo lo aterrador y fatídico que me produce tanto miedo.
Me siento ligero, liberado  de toda esa materia nefasta y pesada que me hundía y ocultaba mi verdadera esencia.
Tocado  por la magia de este instante, en medio de un aire primaveral,  necesito una milagrería que haga su efecto para sentirme fuerte, liberado  de las sombras, con optimismo, relajado, en paz, y de esta forma encontrar mi centro, sé que todo esto llegará , lo presiento. No sé lo que haya delante, el camino recién comienza, pero sé que no lo recorreré solo,  que mi sino marcó un encuentro, que ahora camino junto a Pedro Beggio, que aunque parezca imposible vuelvo a sentir cosquillas en el estómago, he vuelto o he aprendido las señales de amor”.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.

2 comentarios:

  1. Hermoso Eve...Todo romanticismo y seducción...El alma y el cuerpo renacen, una vez más, con la llegada del amor...

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  2. Veronica Lorena Piccinino Lindo Eve Monica Marzetti pero poco diálogo . .. mucha poesía... perdón amiga

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