SIGNIFICAR
CAPÍTULO DIECISEIS.
Del romance, la dosis suficiente de sentido de
ser de ese matrimonio que permitiera validar lo mucho de sí mismo que lo
mantenía alto y orondo sobre el mar.
Y es que llegó un momento __y él lo reconoce__ en que
no luchó más, en que claudicó y abandonó todo intento de fuga o ilusión de
libertad. Eso había sucedido hacía varios años. Por eso lo de Pedro jamás se le
presentó como una ruta de escape. Por eso el embeleso de Juan por Matías, de no
ser por lo inesperado y súbito de la revelación (pero eran siempre así esas
revelaciones) empieza a perfilarse en el salado estallido de su mente como una
oportunidad, como una puerta que él debió abrir pero que, a través del hecho
fortuito del accidente, a través de ese azar de atropellar a un transeúnte
distraído, la vida le ha abierto de par en par, cómplice al fin, de par en par
como es esa sonrisa con hoyuelos encantada de Pedro que lo cautivó desde verlo.
Sonríe. Pedro… él es su barco llegando a puerto, con él es como regresar a casa…
o mejor dicho… como tener un hogar.
_Tu pecado estará en tu memoria, rememorarás aquellas
noches inspiradas en el placer ante el fuego de mis deseos por amarte. Esa
magia que un día te enseñé, en respuesta a tu proposición tentadora de amarnos
sin respiro durante horas que detenían su paso en el tiempo, como testigo de aquellas locuras de pasión
que nos envolvía con frenesí de abrazos y caricias nuestros cuerpos, divino
recuerdo en tu memoria. Sentíamos el rocío de la mañana con ojeras a cuestas en
miradas lejanas que se perdían por el cansancio deseado, que provocó el volcán de sentimientos que nos
empujó a perdernos en la oscuridad de tus secretos que dejaste al descubierto
cuando te entregaste seducido por mis besos. Recordarás que desafié tus miedos,
venciéndolos con mi estilo romántico y embrujado, donde te toqué el corazón con mi barita
mágica, llena de un convencimiento
innato dentro de mi ser. Cuando llegue el crepúsculo de cada noche recordarás
el placer de habernos amado, mirarás a la luna y sentirás cómo mis ojos te
consumen provocando la desnudez de tu alma,
sentirás la brisa del viento donde mi espíritu te tocará sintiendo el
deseo de aquellas noches cuando nuestras siluetas se perdían fundidas en una, unidas en un solo
corazón, coronando el deseo de haber
conocido el amor. ! Yo, no podría olvidarte!
¿Lo harías tú? Estoy seguro que no Guillermo.
¿Lo harías tú? Estoy seguro que no Guillermo.
__ Quisiera poder guardar tus besos, para cuando no te
beso, para cuando estás ausente y no puedo saciar mi sed, para poder beberlos
uno a uno y no estar muriendo de sequedad de ti.
Quisiera poder ahorrar tus caricias, guardarlas en un
rincón de mi cuerpo y poder sacarlas cuando el hambre de tus manos me muerde
desde dentro, me come poco a poco sin remedio.
Quisiera poder llenar mis ojos de tus ojos, que se
inunden mirada a mirada mis pupilas con las tuyas y que cada lágrima que me
brota de extrañarte, viniera de la mano con una mirada tuya y así llorar y
consolar mi llanto de una vez.
Quisiera poder decir tu nombre una y mil veces y que
existiera el eco de tu voz cada vez que yo te nombro y decir te amo y escuchar
te amo de respuesta con tu voz, para que el silencio de tu ausencia no me
martirice como lo hace hoy.
Quisiera poder guardarte en mi memoria y que todo
fuera de lo más real y que todo fuera tangible y que me diera el valor para
aguantar está sequía de ti, para cuando te vea poder besarte con calma y no con
esa desesperación que suelo hacerlo.
Pero lo que más quisiera es poder estar contigo y no
dejarte y que no me dejes, vivirte y que me vivas, eso es lo que en verdad
quisiera. ¿Te veo mañana?
__Claro. ¿Cómo sigue ahora esto? __interrogó Pedro y
Guillermo cerró los ojos.
__No lo sé aún, supongo que sigue que le cuente a mi
hijito__ ¿Sabes qué siento?
__ Dime.
__Que al fin puedo dedicarme a ser quién soy. Esa era
la apuesta: cincelar el camino fuera de la roca, fuera de la escultura
engañosamente perfecta y blanda. Aparecer en alguna costa sonriendo, como esas
estatuas recuperadas del olvido con los brazos y las piernas cortadas, incompletas,
pero sobrevivientes, admiradas en
magníficos museos, bellas a pesar de cuanto les arrebatara el tiempo.
__Tú eres bello, Guille, el más bello en mi vida.
__
Guillermo se levanta y baja a la cocina, mira
alrededor. ¿Seguirá viviendo en esa casa? Técnicamente es suya, fue construida por los abuelos, le fueron
remodelando, sumando, comprando, decorando, la idea de un traspaso o división
de bienes lo agobia, le encargará a Gaby. ¿Cómo será eso de separar dos vidas
que se han fundido y al tiempo son tan disímiles? ¿Podrá recuperar la
independencia? Se calienta leche, busca chocolate, hace la mezcla, se le antoja
darse ese gusto. Imagina una larga estación de chocolate, la sustitución del
hombre por él, pero la imagen de Pedro
bañado en esa mezcla es más poderosa, él bebiendo de su cuerpo. Ríe en
la oscuridad, aunque quisiera desalojarlo está allí, en la piel, el alma y la
mente. Se siente liviano, libre pero también desconcertado. Nada de lo sucedido
le parece real, es como flotar a metros del suelo. ¿Qué acontecerá a la mañana
siguiente? ¿Cómo le irán a atacar las dudas que a ratos le rodean la cabeza
como moscardones necios y estridentes?, dudas sobre qué parte del edificio de
desmoronará primero, qué artificios o aparatos entrarán a su vida, además de
los anteojos que ya usa para leer. Pero no quiere pensar a largo plazo, sabido
es que la influencia de un hombre joven es benéfica y Pedro lo hace sentir
libre, un adolescente a cada momento.
Quizás al inicio no fuera un amor normal sino desesperado, atormentado, culposo dado que siempre sintió que no se
entregaba por entero, y que Pedro no era real, sino alguien inasible, mágico,
etéreo, libre, que podía esfumarse entre
sus dedos como la niebla y él seguramente sintiera lo mismo cargando con su
peso de sentirse pobre, menos, y sabiéndolo casado, cómodo, perezoso. Recuerda
a Edith Piaf, creciendo en un burdel, con amantes siempre menores a los que
regalaba mancuernitas siempre iguales, pero él se reinventará a sí mismo, hará
ejercicios, comerá sano, sobretodo hará
más a menudo el amor, porque a Pedro lo desea, es una mirada, un roce, una
caricia y todo se precipita entre ellos hasta saciarse para recomenzar en un
instante que es al tiempo eterno y no es fingido, es auténtico, y eso le
oxigena el alma y el corazón.
__
A la mañana siguiente Pedro se viste. Movido por un
impulso que no alcanza a descifrar, antes de tomar el café, va a la farmacia.
Desde la entrada los ve, Camila y Matías parecen llevarse bien, los saluda.
Le dice un piropo a la amiga que ríe, mientras Matías
lo saluda con un hola.
El chico es guapo, se dice, no sabe si lo nota
cambiado por lo que ahora sabe o porque se desenvuelve con más desparpajo.
__ ¿Qué has hecho? __la interroga a ella.
__ ¿Qué he hecho desde que olvidaste que existo?
_pregunta ella con una media sonrisa llena de ironía.
__No he olvidado que existes. He estado ocupado. Tenía
que recuperar el tiempo perdido. Diego me consiguió buenos trabajos.
__Ajá _dice ella maliciosa y Pedro ve un guiño a Matías.__Yo he descansado unos días, y he salido con
amigas, he buscado algún sitio donde
poder estudiar acomodando los horarios.
__Tú también has estado ocupado, ¿verdad, Matías?
__Pues sí yo también.
__ ¿Sabían que estamos en peligro de una epidemia de
malaria en el barrio?
Ellos se ponen serios.
__Doña Bea cayó con malaria. En el centro de salud
dijeron que se les terminó el Aralen porque han tenido como diez casos. No estamos exentos de dengue ni mucho menos.
__Nos contó el jefe que ayer vino don Guillermo a
comprar Aralen _ dice Camila__. ¿Era
para doña Bea?
__Sí.
__ ¿Y cómo se dio cuenta él? Estaba en tu casa, ¿no es
cierto?
__Sí. Yo lo llevé
donde doña Bea y fuimos los tres al centro de salud. La cosa es que
Guille vino a comprar la medicina justo en el momento en que Matías subía al
coche del marido de él. __Pedro lo mira fijo, interrogante.
Matías se ruboriza intensamente, Camila lo mira con
picardía.
__Nos hemos hecho amigos _ dice__. El doctor está
haciendo una investigación sobre antibióticos y yo le he estado ayudando.
__ ¿Qué? ¿Te hiciste doctor de pronto? _ sonríe Pedro.
__No, por supuesto. Es que él necesitaba información
acerca de cómo se automedica la gente.
__ ¿Y no siguió preguntando por Guillermo?
Camila y Matías miran nerviosos hacia adentro, sienten
la mirada del dueño sobre ellos. El
interrogatorio de Pedro les molesta. ¿Qué derecho tiene él a interrogar a
Matías?
_No pregunta por el esposo _ responde Matías. Mira
Pedro. Mejor te vas. Nos va a regañar el jefe.
__Ya me voy, no sin llevar antipiréticos por las
dudas, y por favor cuídate, Matías, no te vayas a enredar con un hombre mayor y
rico solo por eso.
Ellos lo miran largamente.
__Mira quién me lo dice _responde Matías.
__Yo me enamoré que es diferente, solo te digo que se
cuiden los dos, no acepten menos que
amor.
Durante el resto del día, mientras hace las compras de
madera, clavos, pega, en el mercado y en la ferretería, Pedro acarrea un
sentimiento de desasosiego. Se ha comunicado con Guillermo para comunicarle que
doña Bea, a quien visitó luego de almorzar luce mejor. Él puede pasar al salir
del estudio a eso de las seis de la tarde a visitar a la enferma. ¿Qué hubo con
Juan? Le pregunta en un texto. Te lo contaré cuando te vea, responde él.
Julieta se levanta de madrugada a barrer el patio,
arreglar la cocina y preparar el desayuno. La casa se le hace otra, muda, como
si percibiera el vacío que ha empezado a crecer dentro de sus paredes. Ignora
la hora a la que retornó el doctor Juan tras su salida intempestiva. Apenas le
dio los buenos días. Se tomó el café de pie en la cocina y se marchó
apresurado. Desde el corredor donde barre el polvo, Julieta escucha a Guillermo
hablando con su amigo el fiscal Miller. No distingue las palabras. Cuando sale
de la habitación de Fabián a tomar café luce tranquilo, ensimismado. Le dice
que no se angustie. Hacia las once, bañado y vestido, se despide. No volverá al
almuerzo y le da instrucciones para que haga cualquiera de los menús de la
semana para la cena y que anote cuándo regresa de viaje su hijo si llamara.
Cuando se queda sola ella reza a Jesús. Desde varios meses atrás notaba
cambiado al señor Guillermo. Pero era un cambio bueno. Lo veía contento. Ese
día es otro el ánimo. Se ocupa en limpiar las habitaciones y cada tanto se
persigna. Entre quitar el polvo y las manchas recuerda lo que ella vivió,
cuando su hijo único se casó le dio tal pánico de perderlo todo que se echó al
primer hombre que la cortejó. Mandó todo el juicio al diablo por él. Los
señores no se imaginan las veces que lo metió clandestino a la casa. Se sintió
como una loca, solo pensaba en el sexo, hasta que le contó a una amiga, su
íntima, y ella la llevó a la iglesia. Tuvo necesidad de un Dios completo para
que se le quitaran las ansias. Se
sumergió en rezos, en la comunidad. Los hermanos le hicieron un rito para
expulsarle los demonios y se le fue pasando.
Todavía sentía aleteos en el corazón cuando se acordaba de él. ¿Dónde
estaría el pobre? Se escapó de morir
cuando ella lo cambió por el Hombre. Pero él supo que no podía competir con
Jesucristo. Y ella salió ganando. Se
calmó. Pero se dio cuenta que allí había terminado su juventud. No volvió a ser
la misma. Se iría al cielo santa pero
tristona.
Ni modo, de
seguro que al señor Guillermo le pasaba lo mismo. Ella lo ve todo. Sería el
hombre ese que atropelló que lo tenía loco. A ese era a quien le llevaba las
ensaladas de pollo, los pancitos dulces, el café. Allí debían haber ido a parar
los manteles individuales que habían desaparecido, los cubiertos que ella había
buscado por todas partes. Ojalá que no se le ocurriera dejar al pobre doctor
Juan.
El hombre sería una papa sin sal y arrugada, pero era
buena persona, y sobre todo lo quería. Don Guillermo se había puesto lindo
últimamente, con dietas y ejercicios, ella sabía el porqué. Nunca estuvo más
guapo, pero no se encontraría con otro como el doctor. Tantos años juntos.
¿Cómo iba a echarlo al tacho de la basura?
“Me sentía derrotado, abatido, la felicidad se me
había escapado y la desesperanza controlaba mis horas del día y las de la noche
las sufría sin casi cerrar los ojos. Treinta años de matrimonio tirados a la
basura. El empezar de nuevo, en la soledad, el tiempo que todo lo cura, dicen,
eran los pensamientos que sobrevolaban mi mente casi todo el día. Abuela, abuelita,
que falta que me haces. Esas charlas en el jardín, parecía que siempre tenías
la respuesta precisa, cuántas veces me consolaste en la aflicción.
Entré a casa de los abuelos como buscando algo, no sé qué, pero algo me llamaba. Quizá la esperanza de sentir algún alivio rodeado de los recuerdos de tiempos pasados felices. Quizá la memoria de ese ser tan especial todavía podría apaciguar mi dolor. Si se pudiera describir el amor con aromas diría que el que me recibió al ingresar a la casa, lo hacía a la perfección. Cuando heredamos esta casa pensamos en venderla pero siempre lo postergamos por una cosa o por otra y ahora me alegro de que no lo hayamos hecho. La vieja y simple llave de bronce del patio sigue allí, como cuando ella estaba. Es la casa de campo, no la que compartí con Juan. El chirrido al abrirla, rememora esos felices días. Gano el patio y el jardín parece preguntarme por qué tardé tanto en volver. La mano del jardinero se nota en la prolijidad con que los hermosos tulipanes se yerguen orgullosos. Me da risa pensar en la abuela señalando con el índice al jardinero, indicándole los cuidados que debían recibir estas hermosas flores y todo el jardín, creo que entendió. El pobre hombre debe temer que ella se le aparezca por las noches recriminándole no seguir sus instrucciones.
Sentado en el banco de cemento en forma de medialuna con recortes de azulejos multicolores, me siento niño otra vez. Siempre me pregunté por qué la abuela pasaba tanto tiempo aquí, y ahora lo entiendo. Respiro la paz que emana este lugar, por un rato me olvidé del dolor, y la angustia se fue a dar una vuelta pero ya está aquí nuevamente, furiosa. Mis codos sobre las piernas y mis manos sobre mi cara como escondiéndome de la realidad, y el llanto que brota incontenible. Si tan solo tuviera el poder de cambiar las cosas, de recobrarme, de detener el sufrimiento, pero el solo recuerdo de su perfume me atormenta.
__ No deberías sufrir así -resonó la dulce voz.
Entré a casa de los abuelos como buscando algo, no sé qué, pero algo me llamaba. Quizá la esperanza de sentir algún alivio rodeado de los recuerdos de tiempos pasados felices. Quizá la memoria de ese ser tan especial todavía podría apaciguar mi dolor. Si se pudiera describir el amor con aromas diría que el que me recibió al ingresar a la casa, lo hacía a la perfección. Cuando heredamos esta casa pensamos en venderla pero siempre lo postergamos por una cosa o por otra y ahora me alegro de que no lo hayamos hecho. La vieja y simple llave de bronce del patio sigue allí, como cuando ella estaba. Es la casa de campo, no la que compartí con Juan. El chirrido al abrirla, rememora esos felices días. Gano el patio y el jardín parece preguntarme por qué tardé tanto en volver. La mano del jardinero se nota en la prolijidad con que los hermosos tulipanes se yerguen orgullosos. Me da risa pensar en la abuela señalando con el índice al jardinero, indicándole los cuidados que debían recibir estas hermosas flores y todo el jardín, creo que entendió. El pobre hombre debe temer que ella se le aparezca por las noches recriminándole no seguir sus instrucciones.
Sentado en el banco de cemento en forma de medialuna con recortes de azulejos multicolores, me siento niño otra vez. Siempre me pregunté por qué la abuela pasaba tanto tiempo aquí, y ahora lo entiendo. Respiro la paz que emana este lugar, por un rato me olvidé del dolor, y la angustia se fue a dar una vuelta pero ya está aquí nuevamente, furiosa. Mis codos sobre las piernas y mis manos sobre mi cara como escondiéndome de la realidad, y el llanto que brota incontenible. Si tan solo tuviera el poder de cambiar las cosas, de recobrarme, de detener el sufrimiento, pero el solo recuerdo de su perfume me atormenta.
__ No deberías sufrir así -resonó la dulce voz.
Levanté impresionado la cabeza para ver de quién era la voz. La vergüenza de haber sido escuchado o contemplado en mi dolor me obligó a un cambio de postura. Quizá solo fue un juego de mi mente estresada, el cansancio, la falta de sueño… Volví a mi posición desesperanzado sobre mis piernas y otra vez:
__ No deberías sufrir así Guille, no lo amabas.
Aterrado miré a los lados, a todos lados y nada.
“¿Quién es?” -- pregunté un poco descorazonado al ver que nadie estaba
cerca de mí. “¿Quién es?”, repetí.
__ Adelante tuyo. Ya sabes quién soy… ¿No te acuerdas? -preguntó la suave voz con aire maternal.
__ Adelante tuyo. Ya sabes quién soy… ¿No te acuerdas? -preguntó la suave voz con aire maternal.
__ No, no entiendo, no te veo. ¿Es una broma? ¿Cómo sabes mi nombre, como me decía la abuela? –pregunté sin saber si todo esto realmente estaba sucediendo.
__ Mira adelante a las flores –me sugirió con paciencia. -A las flores.
Allí estaba erguida esta flor, un hermoso tulipán rosa con pintas amarillas. Mientras todas las otras eran mecidas suavemente, ella se mantenía alzada e inmóvil, como reina ante sus súbditos que bailaban en festejo.
__ ¿Todavía no recuerdas? - dijo como dibujando una sonrisa en su voz.
Mis pensamientos me llevaron a varias imágenes: Ver a la abuela como hablando con alguien mientras tejía con agujas sentada en este banco, otras diciéndome que hablaba con las flores, de esa flor especial y de la nona diciendo que era su mejor amiga. ¡Hablaba con las flores!, es cierto entonces ¡La abuela hablaba con las flores! Pero…
__ No con las flores, con la flor, -me corrigió. -Cuántas veces le rogué que me dejara hacerlo contigo y me repetía una y otra vez: “A su debido tiempo amiga”. Bueno… ese tiempo parece haber llegado Guille.
__ Pero… ¿Cómo? ¿Qué significa? –pregunté todavía incrédulo de lo que podría solo ser una invención, un escape ante el tortuoso momento que vivía.
__ Guillermo… _balbuceó como lo hacía mi abuela. -Siempre quisiste saber. Pero no es necesario saber, solo disfrutar el momento. Yo supe en ese momento lo que hoy te está sucediendo, lo supe apenas conocí a aquel chico pero tu abuela no me permitió hablar. Sabiamente me dijo que cada uno debe vivir y sufrir sus decisiones y que además tú no escucharías. Aunque me llevó tiempo entenderlo… tu abuela tenía razón, como siempre. Ella también me dijo que tú, que de toda la familia, tú serías el que continuaría esto y pacientemente esperé cada año y aquí estamos frente a frente comenzando nuestra amistad. La extraño mucho, extraño esas charlas con ella.
__ Yo también la extraño… ¿Cómo te llamo? ¿Cuál es tu nombre?
__ Amiga, como me decía tu querida abuela, solo amiga.
__ Seguro ya me escuchaste y viste y sabes cómo me siento -le dije avergonzado.
Hablamos por horas y al marcharme le comenté que vendría a vivir a la casa y que hablaríamos todas las tardes como con la abuela. Ella me advirtió que la vida era muy corta como para sufrir por algo que ya está en el pasado, que mirara adelante, que lo mejor aún estaba al frente, no recordando lo dejado atrás. “Pronto vas a reírte de cómo te sientes ahora” -- me aseguró y juro que quise creerle. La saludé y me marché con una luz de esperanza en mi corazón.
Al abrir la puerta de calle me topo con un rostro conocido que pregunta: “¿Guille… eres tú?” Yo conocía esos ojos de miel. Era Pedro, en realidad Pedro, el vecino de en frente de mi abuela. Le pareció reconocerme y vino a saludar. Él también cargaba con una historia. Lo invité a tomar un café y aceptó. En ese preciso momento recordé las palabras de mi nueva amiga: “Lo mejor aún estaba al frente”, creo que entendí. Lo mejor estaba ahora junto a mí.
Ninguno de los dos menciona que de niños vivimos en
esas casas, al menos los fines de semana, que el destino quiere que regresemos
allí en el mismo día y hacernos saber desde cuándo nos conocemos.
__
__ Eres un egoísta, Guille, no todo en la vida es
trabajo.
__Yo he cambiado mucho en este tiempo, Pedro. Yo he
tenido una gracia, la gracia del amor, lo sabes. ¿Qué es? Que me desperté
muchos días y estabas conmigo durmiendo al lado, y yo quiero que sea así
siempre, te quiero ahí, al lado mío, te quiero cuidar y proteger. Te quiero ahí
al lado, ahora y siempre.
Pude devorar tus estrellas, tu saliva de aromas
tiernos, una pizca de un morbo de otro cielo, un deseo voraz de mi garganta, es
un escándalo. Escuché a tus ojos sollozar, un lamento silencioso, cálido, rico
en júbilo, perversa algarabía, rico en lujuria. Tomaste mis manos, lamiste mis
dedos, fuiste su guía a través de tu
piel, tus mares nacieron, aguas sin límites tragaron mi piel, y mi violenta
ternura. No hay descanso en tu mundo, mi esplendor liberado, continua creación,
mi mástil te toca, te miro, provoca tu sonrisa de locura. Tus brazos, los juntos,
los beso, estrecho sus confines, su dictadura, su cabalgata sobre mi cuello,
qué amplios caminos subyugas. Y en tu boca, y en la mía, veo, un reflejo del
tiempo, tu luz, verte solo jugando con
tu mundo, haciendo del poema un cielo escrito. Unos pedazos de nubes en forma de agua , bajan por el único camino
abierto , ahí está mi fauces , el resguardo de tus caricias , mi boca , el
almacén de tus recuerdos , mi boca , la maldita placentera de tu sexo , mi
boca, la habladora , la musa del alma , mi boca , donde dejas crecer todas tus oscuridades . Toco a través de tus
muslos tu recóndito bosque, que entrega
su mejor fuente,
un disfrute cauteloso, porque tú ardes, eres un corcel en flamas, que dibujan un bello arcoíris, cuando yo, traigo la lluvia generosa. Y en una llegada gloriosa, entre gritos y abruptas palabras, con la armonía, llega una paz, que aún habita en nuestras sábanas.
un disfrute cauteloso, porque tú ardes, eres un corcel en flamas, que dibujan un bello arcoíris, cuando yo, traigo la lluvia generosa. Y en una llegada gloriosa, entre gritos y abruptas palabras, con la armonía, llega una paz, que aún habita en nuestras sábanas.
Respiro la humedad de tu cuerpo, me bebo el aire de tu
aliento, me maravillo con el contorno de tu cuerpo, que la diosa luna, con su
suave luz, dibuja para mí en esta tibia penumbra, nos dejamos atrapar por este
aire de deseos que ese brillo desata en los sentidos, poco a poco voy perdiendo
la razón, solo sé que en tu esencia debo perderme.
Se calla mi consciente, en el océano de tu amor me
encuentro sumergido, al momento de cerrar los ojos millones de estrellas
parecen iluminar los sentidos y guían tus labios a los míos, guían mis manos
hacia tu cuerpo y nos confundimos en una sola silueta ante la luz nocturna.
Se calla todo alrededor, la luna en la ventana parece
husmear nuestro momento, la tina casi por rebalsar de pasión, el agua que
parece hervir por el fuego que se despierta en los cuerpos, las olas de espuma
y deseos esconden lo íntimo de los cuerpos, solo nosotros sentimos lo que allí
está ocurriendo.
Recorro los confines de tu boca… insaciables nos
bebemos de deseos, ahogamos las ansias, acallamos con gemidos el sonido de la
noche y el vaivén del agua que en nuestras orillas, agitada golpea, incita a que entre nosotros navegue el amor y
entre los cuerpos se desate la tormenta de pasión.
Se entrelazan
tus piernas en mis muslos, la humedad de la pasión que nos arrastra al
delirio se confunde con la espuma que suave se escurre por la desnuda piel, nos
amarramos… mis brazos a tu cintura, tus
brazos en mis nalgas, navegamos en esta
tormenta de amor que desatamos y con la luna de testigo, bebiéndonos el ultimo
gemido, sellamos ante ella nuestro pacto de amor eterno.
__ ¿A dónde vamos a vivir?
__No lo sé, tal vez en un tiempo podrías dejar esto
para trabajar y mudarte a casa, depende del arreglo que haga con Juan, o puedo
vender, y comprar algo más chico si quieres, ¿importa?
__ Te busco en los bolsillos vacíos de mi alma,
perdido y solitario busco la forma de
enredarme contigo, tu imagen en mis sueños es tangible eres tan real, estás
sereno, me miras sin miedos, me das tus
manos y te acercas a mis labios que tiemblan como niño enamorado, me pides a
gritos en el silencio de la noche que nunca deje de tenerte, que no cuente las
horas ni los días de soledad, que deje mis palabras escritas para que la noche
se duerma, y el desasosiego que te inunda encuentre la paz.
Te esperaré vida mía con el alma desnuda, viajaré entre pensamientos enamorados donde me enredo perdidamente en ti, me apetece dar un paseo por los caminos de tu piel, te aseguro amor mío, que dibujaría mil mundos de libertad en tu piel para soñar, te acariciaré muy despacio y me enredaré entre tus brazos, me pasearé por tus ojos donde me alimento, te dejaré sensaciones donde sentirás que el tiempo se detiene en el punto exacto antes de tropezarte con mis ojos donde escrito llevo cuánto te amo.
Te esperaré vida mía con el alma desnuda, viajaré entre pensamientos enamorados donde me enredo perdidamente en ti, me apetece dar un paseo por los caminos de tu piel, te aseguro amor mío, que dibujaría mil mundos de libertad en tu piel para soñar, te acariciaré muy despacio y me enredaré entre tus brazos, me pasearé por tus ojos donde me alimento, te dejaré sensaciones donde sentirás que el tiempo se detiene en el punto exacto antes de tropezarte con mis ojos donde escrito llevo cuánto te amo.
Eres esa ternura de mis antojos. Desde que te conocí
eres el amor de mi vida y en mis alas
del amor te has quedado atrapado para siempre mi dulce amor de primavera. Tal
vez no te esperaba pero llegaste. Tal vez no te buscaba pero te encontré entre
el verbo amor y hoy perfumado de abedules tu amor navega en mi alma enamorada.
Desde que llegaste a mi alma enamoraste
y desde entonces mis poemas tienen alas,
tú eres mi amor y ese verbo que encuentro entre mis hojas. Te amo amor mío. Y a ti te
entrego mi alma embelesada
y perfumada con aromas de deseo. También te entrego los te amo que guardo y los secretos de mi amor. Te contaré una historia, el letargo que era mi vida, cielito.
y perfumada con aromas de deseo. También te entrego los te amo que guardo y los secretos de mi amor. Te contaré una historia, el letargo que era mi vida, cielito.
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Es un día de desasosiego y de revelación de secretos y
anhelos mas mientras los corazones y las mentes intentan dilucidar sus próximos
movimientos, hay mosquitos, parásitos, virus que viajan de casa en casa
haciendo desmanes. Doña Beatriz está mejor esa mañana. Aunque no tenga fuerzas
para andar trastabillando como suele, limpiando y preparando el arroz, y opte
más bien por quedarse en la cama, con un trapo sobre los ojos, le ha dicho a la
hija que vaya al trabajo y le deje a la niña. La pequeña, al regresar del
colegio, ha estado entretenida, mirando dibujitos en la televisión, pero por la
tarde, se acurruca con la abuela y esta le siente el cuerpo enfebrecido y la
aprieta y cubre con las cobijas cuando la niña empieza a temblar.
Por la tarde llega Guillermo y a esa hora por lo menos tres personas se
han presentado en el taller de Pedro a buscar al doctor para que les ayude con
sus enfermos febriles. Acompañado por Pedro, Guillermo trata de concentrarse
mientras camina por la calle y le narra a él la conversación de la noche
anterior con Juan, la confesión que se hicieron mutuamente. Se lo cuenta en
fragmentos, dispersa, porque entre un párrafo y otro deben detenerse y entrar a
las casas del barrio donde la malaria empieza a hacer estragos.
De una casa donde una televisión en la sala y un viejo
asiento de jeep parecen ser los únicos muebles pasan a otra con una sala de
mecedoras toscas con una mesa al centro y un jarrón con flores de plástico.
Las condiciones de las habitaciones en ambas son
deplorables. El olor a ungüentos a base de eucaliptos, remedio preferido de los
humildes, se le mete a Guillermo hasta el fondo de la nariz mezclándose con el
olor mustio de la ropa sudada, los cuerpos asediados por las condiciones de
vida poco conducente a la higiene, en
cada casa hay niños, tías, madres, abuelas, pocos hombres aparte de los viejos.
Guillermo hace acopio de su noble predisposición, de
su deseo de ayudar, para sonreír y no echarse a llorar de ver lo que jamás ha visto y percatarse de lo que
ha optado por ignorar.
Frente a esas vidas que cada día deben aceptar la
falta de futuro, la incertidumbre del suyo se le hace una broma irrelevante.
Qué incongruente debe ser su aspecto para todos ellos, piensa. Y sin
embargo se consuela porque sabe que
verlo llegar, entrar, tocarlos y explicarles lo que pasa, adquiere veracidad
precisamente porque él habla como una persona educada, alguien con una compasión que puede significar que habrá
medicinas y esperanza. Pero, después de ver a los tres enfermos y oír otros
casos de distintas calles del barrio, sabe que su buena voluntad, sus básicos
conocimientos, no son suficientes.
__El viejito de la primera casa necesita que lo
internen, Pedro _ le dice__. Está deshidratado y sospecho que puede tener las
plaquetas ya muy bajas y empezar a tener hemorragias.
¡Qué día aquel, qué situación la suya! Querría
recurrir a Juan pero no se anima a llamarlo y confundir las cosas. Se le ocurre
llamar a su médico, explicarle lo que sucede, pedirle consejos, nombres
de personas en el Ministerio de Salud a quien debe recurrir para que
manden una brigada médica, un hospital móvil, personal que intervenga con lo
necesario. No se trata de repartir Aralen a diestro y siniestro, le dice, ya
hay personas en situación crítica, al menos una niña y un anciano.
Regresan al taller y Guillermo hace llamadas en el
celular, intentando comunicarse con la ministra de salud.
__No puede ser _ dice__. No paso de la secretaria que
me promete informarle a la ministra.
Voy a ir al centro de salud del barrio, Pedro. Tal vez
ya el jefe haya regresado y él pueda
hacer algo.
__ ¿No será mejor que llevemos a la gente allá? Los
podemos llevar en tu coche. Uno por uno si es necesario. O les das Aralen a
todos _ sonríe impotente.
__No les puedo dar Aralen a todos, ancianos y niños
necesitan dosis diferentes. Es una droga muy tóxica y no quiero matar a nadie.
Y no quiero llevarlos al centro de salud para que los hagan esperar en esos
bancos mugrientos.
__Pero ¿qué vas a ganar yendo?
__No sé, Pedro, no sé. Pero no me puedo quedar sin
hacer nada, puede que manden médicos a ver a esta gente.
__Buena suerte _ dice él, escéptico.
_Mi médico me prometió venir, cuando cierre el
consultorio, pero alguien tiene que interceder
ante las autoridades, esto es inaudito y empeora. Además hay que reunir a la comuna y dar charlas de prevención, es lo realmente
efectivo. Ellos tendrían que saber que esto iba a suceder si se han reportado
tantos casos en pocos días y no movieron un dedo. ¿Qué estarán esperando?
Tienen que mandar a desinfectar, a fumigar las casas, a educar a esta gente.
Mientras yo voy al centro de salud, ve a la farmacia y compra lo que quede de
Aralen, busqué en el centro pero allí no hay casos menos la droga. Y vos y yo
tenemos que tomar una pastilla a la semana como medida de prevención, usar
repelentes y aunque dé calor cubrir las zonas expuestas. Y dile a ellos que
tomen también, que le den a su jefe.
Guillermo sube
al coche. Está frenético. El conflicto personal y el padecimiento ajeno son un
espumarajo que borbotea en su mente. Respira hondo. Se llama a la calma.
El Centro de Salud es el mismo caos de la otra vez. No
sabe en qué ventanilla preguntar por el jefe y decide volver al laboratorio.
Milagrosamente le informan que el responsable sí está. Lo llevan a su oficina.
Tras el escritorio, el médico canoso, gordo, parece afable antes de que su
semblante, mientras él habla, adquiera un rictus de cinismo.
__ ¿En qué hospital trabaja usted, doctor, en el
Austral o en Los Arcos?
__No trabajo en ninguno. De hecho, soy abogado, pero
estudié medicina. Sé lo suficiente, no sea irónico, sé a dónde quiere ir.
__Mire, ya sabemos que hay un problema en el barrio y
estamos procediendo a solicitar recursos para hacerle frente pero esos recursos
tienen que ser aprobados a nivel central, ¿me entiende? Hasta que no llegue esa
aprobación, yo tengo las manos atadas.
__Mire, doctor, si usted me presta un médico, uno
solo, yo lo llevo a que vea a los pacientes, lo traigo de regreso y compro las
medicinas que él indique en tanto le respondan. Considérelo una disposición de
emergencia. Usted luego puede encargarse
de tomar las medidas que ya no están a mi alcance. Yo vine hace tres días con
un caso ¿sabe? Y ya para entonces les habían detectado el plasmodio a diez
personas ¿Cómo es que no se han movilizado aún?
__Mire, doctor Graziani, usted es muy simpático y capaz en lo suyo y admiro su
interés, tal vez como abogado hasta podría ayudar a golpear puertas, pero este
no es asunto suyo. Y le dije que estamos en proceso de resolver este problema.
No tengo por qué darle más explicaciones. Y asómese afuera. ¿Ya vio cuánta
gente está esperando consulta? Usted dígame qué médico le voy a dar si solo
tenemos dos aquí y ambos están tapados de trabajo. Mándeme los enfermos para
acá, si quiere. No puedo ofrecerle más.
El médico con la bata ajada, se pone de pie y le
extiende la mano para despedirse, dando por terminado el asunto. Lo mira de
arriba abajo burlón, mientras pronuncia un buenas tardes.
Dejándolo con la mano extendida, las mejillas rojas,
la mandíbula en tensión con la rabia que le sube como espuma y le hace
cosquillas en los brazos, Guillermo se da vuelta y sale. No quiere llorar, que se le nublen los ojos,
pero no logra evitarlo, la empatía de Pedro y su sensibilidad comienzan a contagiarlo y ahora entiende lo que es conmoverse, entiende al fin a Fabián.
Se queda hasta tarde en el barrio. Acompaña a su
médico de casa en casa. No regresa al taller de Pedro, que ha preferido no
estorbar e irse a terminar una mesa que debe entregar,
Cuando llega a la casa, muy cansado, Julieta le está
esperando sentada en la silla frente a la fuente, despierta asustada. Se pone
de pie, junta las manos. Guillermo ruega silencioso que no sea una mala noticia
sobre su hijo.
__Doctor Guillermo, ¿sabe qué pasó? Vino el doctor
Juan temprano y se llevó toda su ropa. Aquí lo he estado esperando, rogándole a
Dios que esto se arregle.
__ ¿Dijo algo más?
__Solo que le avise cuando llegue el niño Fabián.
----
Pedro tiene mucho trabajo que entregar, pero cuando él
llega al taller, le mima, le atiende como
cuando en el día entra a tomarse un descanso.
__ ¿Sabes, Pedro, que vos tienes el poder de abrazar
con los ojos?__le dice Guillermo. La intensidad y luz con que lo envuelve logra reconstruir en
un instante cuanto edificio de sí mismo él siente vacilar o resquebrajarse.
__Me enamore de ti _ dice él, levantando la mirada de
la tabla que cepilla. Se lo dice con una naturalidad que a él lo deja pasmado.
En esos días, a pesar de que no hacen el amor, él lo
sostiene, le habla, lo tranquiliza y Guillermo siente, por primera vez la sensación de que otro ser humano le brinde
un apoyo de igual a igual, sin paternalismo. Sin arrogancia. Detrás de su
permanente ánimo jovial, Pedro es sencillo, siempre de buen humor contiene,
inteligente con una fuerza y valentía asombrosas, alberga una persona cuya
virtud, si él pudiera resumirla en una palabra es un auténtico y profundo
respeto por los demás y una cortesía innata. Piensa que allí reside lo que les
permite esa relación rara en que ambos se perciben iguales, adultos,
desprovistos de artificios que los obliguen a falsificarse el uno frente al
otro.
__ ¿Crees que te dejará la casa?
__No lo sé aún, he pensado que lo mejor sería ponerla
a nombre de Fabián, pero debo hablarlo con ellos, y darle lo que él ha
comprado.
__Yo puedo vivir donde elijas, mi lugar es donde tú
vayas Guille.
__ ¿Pedro, qué dirías si me pusiera a dar libre
materias de medicina?
__ Que serías el mejor médico, amor, y que quizá
podría estudiar contigo, creo que nunca lo hice por falta de incentivo, pero
verte atendiendo a la gente, me ha hecho pensar, me gustaría hacerlo.
__ Me cambiaste la vida precioso, aunque lamento
haberte herido en el choque, me doy cuenta de cuánto necesitaba conocerte, y no
existen las casualidades.
__ No quiero presionarte ni lo haré, comprendo que aunque ese
matrimonio terminó necesitarás tiempo, no quiero cortar tus alas, ni que pases
de una cama a la otra si no puedes o no quieres, mas yo siempre estaré aquí,
esperándote, estaré para ti Guille. Gracias a ti entendí por qué andaba solo
por la vida, mi esencia, lo que amo, y solo eres tú _ afirma embargado de
emoción, Pedro __. Enférmame de amor, hazme un sortilegio con tu mirada de
hechicero, déjame prisionero de por vida
a tu boca. Anúdame a tu sombra como el eco de tus pasos. Conviérteme en el
esclavo de tu sonrisa. Tócame el corazón con la raíz de tu alma y conviérteme a
la religión de tu piel. Enférmame de amor,
que no sea capaz de respirar si no tengo tus besos o esa luz prístina de
tus ojos de primavera o el aroma que
dejas cuando me anudas. Hazme adicto extremo al contacto de tus huesos, al
hambre de lobo de tus entrañas, a la
magia de tus dedos, al oleaje de tu pelvis
danzante que me devora. A las palomas de tu risa en la mañana. Al
ondular de tus caderas. Conviérteme en el
sudor y aroma en tu lecho y que no pueda vivir sin el beso de tu mirada.
Porque en mí vive parte de ti, y en ti respira lo que soy yo, quisiera en la
cúspide de tus brazos ser el cautivo en la jaula de tu amor, cada día ser el
pan en tu mesa, el vino santo en el tubo
de tu umbría.
Sin ti, nada de lo que soy existe… No podría existir
si tú no me amas como solamente tú
puedes amar y yo deseo amarte en tu bendición de dios. Enférmame de amor,
arrancado de mis carnes y huesos, y déjame soñar toda la vida en el altar de
tus dulces brazos escuchando el evangelio puro de tu corazón.
-Mi buen amante,
he soñado con sus dulces caricias, con su cuerpo que me hace
vibrar, con sus besos apasionados, con
su boca que es mi delirio, ya no quiero soñarlo, a usted lo quiero cada noche
en mi cama, en mis sábanas, sobre mi cuerpo, muero por hacerle el amor,
empaparme de su piel, fundirme en usted, saciando esta sed y hambre de que solo
sea mío, que me pervierta , soy su pecado, quiero condenarme, será un suplicio entregarme a sus brazos, a
su fuego encendido, desnudando por completo su alma enternecida, fuego y llamas
del infierno en la madrugada escuchando nuestros gemidos y gritos, acallándolos
con besos furtivos, es el éxtasis, la lujuria, su voz clama más deseo de mi
esencia, quiero enloquecer hasta perder
la cordura, tener sexo sin ataduras, mi
amante incítame a que te beba, a que te devore , a embriagarme de ti, a perder
el tiempo entre besos, la timidez que me
hace sonrojarme, tu solo tú puedes llevarme a ese paraíso, al cielo infinito.
--Ven amado mío entrégate sin miedo al amor que ofrezco… hagamos de este instante
finito una copla de pasión desenfrenada, compartiendo caricias y besos… dejemos en libertad nuestros rubores, dejemos atrás nuestros complejos… Guardemos
nuestros efluvios de amor, secretos etéreos de amantes incógnitos flotando en
la soledad de nuestra habitación… ven y seamos cómplices fervientes de los dioses del amor y la pasión. Que el
mañana no existe, ven junto a mí y aférrate al amor que llama, no dejes que la cruel soledad te invada… ven
a mí, que mi cuerpo con ansiedad te nombra y te reclama… Acércate a mi lecho
amante mío, déjame sentir el temblar de tu cuerpo, ver el deseo ferviente en tu
mirada al mirar con deseo y embeleso la firme dureza de mi espada… e imaginar la
entrega del néctar de tu fuente al varón
que te tiene por completo entre sus
brazos hechizado… Por eso te pediré,
perdón amante mío, por querer invadir muy dentro de ti, por intentar sin
sosiego beberme tu alma… por no saber conservar la quietud al amarte y mucho
menos que con amor me pidas calma.
Y de nuevo tus intenciones, y me dejas en el aire, sin
permiso ni pecado ni tampoco penitencia, sabes de mi amor en el que no debí
caer, y mucho menos dejar que tus ojos enamoraran a los míos, no debí de
permitirme sonreírte, sabía que te
perderías en mis labios, lo sabía vida mía y aun así te regalé la más bella sonrisa, y mucho menos dejar que mi alma desnuda te
diera alojamiento, debí haber evitado dejarte ver cómo viajo entre
pensamientos enamorados, imaginándome
por los caminos de tu piel, te aseguro amor mío, que dibujaría en tu espalda
mil lunas para soñar, donde en su anverso quedarían grabados mis besos más
dulces, acariciándote muy despacio enredándome en tus brazos, me pasearé por
tus ojos donde me alimento, te dejaré
sensaciones, donde sentirás que el tiempo se detiene,
porque mis labios emprenderán su acción.
Hoy volverás a verme vida mía entre mis letras, perdido entre deseos y ansiedades, ellas buscan el sosiego para mi alma enamorada, en ellas, te entregaré mil sensaciones, donde en la media luz que acerca la noche, tú, te vas instalando en mis sueños, acomodándote en el diván de mis labios donde se duermen mis besos.
Te amo. Con solo ver tu cuerpo cadencioso se ilumina mi alma de rimas. Y tuyo seré, entre la arrogancia de sutiles profecías en una noche profana entre mi jardín de los sueños, sombras y desvelos, horizontes y alboradas. Eres como una suave y tibia brisa, en la vigilia de mis ensueños. Quiero morar en tu regazo, sentir tu calor y tu piel ardiente y tú, alucinado
mientras bebo de la fuente del amor de tu boca entre caricias enamoradas.
Hoy volverás a verme vida mía entre mis letras, perdido entre deseos y ansiedades, ellas buscan el sosiego para mi alma enamorada, en ellas, te entregaré mil sensaciones, donde en la media luz que acerca la noche, tú, te vas instalando en mis sueños, acomodándote en el diván de mis labios donde se duermen mis besos.
Te amo. Con solo ver tu cuerpo cadencioso se ilumina mi alma de rimas. Y tuyo seré, entre la arrogancia de sutiles profecías en una noche profana entre mi jardín de los sueños, sombras y desvelos, horizontes y alboradas. Eres como una suave y tibia brisa, en la vigilia de mis ensueños. Quiero morar en tu regazo, sentir tu calor y tu piel ardiente y tú, alucinado
mientras bebo de la fuente del amor de tu boca entre caricias enamoradas.
Tu continente, es un abecedario de curvas y amores
descarriados. Allí mi verbo te acuna con palabras inventadas, sobre tu espalda
mientras mi boca busca como el picaflor
a su flor besar esa boca tuya, tu desnudez asalta mis pupilas, como ángel de
un mundo alucinado. Amarte y seas mío es
dulce y lenta agonía de morir de amor cada mañana, con tus caricias paganas incendias a mi
cuerpo, que engalanas y profanas.
Amor, déjame morar en tu morada, hasta el fin de mis
días. Quiero conocer nuestro destino en el firmamento azul sin salir de tu
lecho entre los luceros de tus ojos, la luna de tu espalda, y todos tus ¡te
quiero! Te buscaré en mil estrellas. Y en mil vidas. Para amarte mil años.
Dejé mis caprichos naciendo en cada pacto de su cuerpo sus lúdicas vacilaciones, sus brechas, sus infartos, sus olas de calor, sus lágrimas guardianas, cada marea tuvo su delirio, su
privilegio, una grandeza en esa
boca que liberaba todos mis argumentos.
Rescaté el
poder de tus manos, les enseñé el camino de la liberación, me diste un sol,
te dejé mi sol. Aprendimos a cultivar las raíces de los ojos. Cada beso es una semilla, que mira la profundidad del alma. Pero descubrimos más, tus pies son un regalo para mi boca un degustar sobre la lengua enamorada, tus muslos llenan todo el espacio como un mar de vientos cálidos en franca procesión abriendo la entrada de la primavera, la humedad que silba en el aire, los olores silvestres brindan la medida del fruto ahí, los dos somos los amaneceres y los anocheceres… somos el infinito.
te dejé mi sol. Aprendimos a cultivar las raíces de los ojos. Cada beso es una semilla, que mira la profundidad del alma. Pero descubrimos más, tus pies son un regalo para mi boca un degustar sobre la lengua enamorada, tus muslos llenan todo el espacio como un mar de vientos cálidos en franca procesión abriendo la entrada de la primavera, la humedad que silba en el aire, los olores silvestres brindan la medida del fruto ahí, los dos somos los amaneceres y los anocheceres… somos el infinito.
__Tomé tus
quejas entre gemidos y palabras. Tomé tus locuras entre
explosiones y heridas y fue un acantilado de imágenes eróticas que dejó como herencia en mi carne. Somos
cada instante guardado. Yo soy la pluma
que escribe la historia. Tú eres las letras que la inmortalizan.
Tengo las mejores evidencias; sin duda las que
marcaron mi cuerpo, las que me recordarán a cada momento que le pertenezco. Y
también aquella bella noche llena de estrellas; donde se respiraba pasión pura
y divina. Tengo sus besos tatuados, besos que dejaron a mi corazón
completamente anestesiado. Tengo sus caricias grabadas en mi pecho, espalda y
recodos;
mismas que estremecieron a mi piel, me hicieron temblar y exclamar varios: “Te amo” entrecortados. Tengo muy bien grabadas aquellas palabras, aquellos verbos que me recitó al oído. En ese momento le juré amor eterno y que jamás me alejaría. No solo tengo evidencias físicas, sino también conservo evidencias mentales. Aquellas que me despiertan a media noche solo para escribir versos en el espejo y poesías en mi cuaderno.
mismas que estremecieron a mi piel, me hicieron temblar y exclamar varios: “Te amo” entrecortados. Tengo muy bien grabadas aquellas palabras, aquellos verbos que me recitó al oído. En ese momento le juré amor eterno y que jamás me alejaría. No solo tengo evidencias físicas, sino también conservo evidencias mentales. Aquellas que me despiertan a media noche solo para escribir versos en el espejo y poesías en mi cuaderno.
Son esos dulces recuerdos que sin querer me inducen a
pensarte, soñarte; y especialmente me inducen a buscarte para decirte que
quiero ser tu esclavo y ser dueño de
todas esas noches llenas de pasión, repletas de esa intensidad que no se puede
contener.
No quiero separarme de ti ni de tu corazón. Quiero
atarme a tu alma, a tu cuerpo y así escribir nuestra mágica historia de amor
sin importar las comas o puntos que esta tuviera.
Así quiero estar.
¡Te quiero amar hasta mi final! Quiero llenarme de ti y seguir cargando
todas las evidencias posibles, todas aquellas que toquen con dulzura a mi
corazón.
Prometo estar a tu lado, cuidarte y respetarte. Déjame
entregarte mi corazón por las mañanas, mis besos y pensamientos en la tarde, y
mi cuerpo en las noches.
Y los te amo que no tienen un horario establecido.
Y los te amo que no tienen un horario establecido.
“Bajo una gran cascada cristalina que a simple vista
parece surgir de la nada y que adherida al aire no se dispersa en su caída y
luego se introduce en el sereno lago tímidamente mezclándose para formar parte
de una mansa y serena masa de agua transparente, allí escondida deseo como
ella formar parte de ese todo.
Entre los árboles de frondosas y verdes ramas que en línea van bordeando la orilla, me oculto sentado apoyando mi espalda en uno de sus troncos.
Busco aislamiento, soledad para sosegadamente pensar, quedarme con la mente en blanco, solo percibiendo a lo lejos el suave rumor de la cascada irrumpiendo en el lago, ya perdida su fuerza.
Me reconforta contemplar desde mi escondite el infinito naranja que acorta distancias y se va extendiendo marcando con pequeñas lenguas de fuego el horizonte, que se van mermando con la escasa luz del ocaso, que glotón las engulle iluso, pensando en volverse más luminoso.
Frente a mí, veo la sombras de las verdes hojas de los eucaliptos que se distorsionan y expanden dejando pasar pequeños reflejos de luz filtrada que van formando un crisol de colores.
Tanta paz y belleza hacen tañer mis sienes y mis ideas se escapan hasta un mundo idílico y fantástico.
Se desprenden como hojas secas en el otoño, los malos pensamientos llenos de pesadumbre y desvelos.
Van cayendo los enredos y todo lo aterrador y fatídico que me produce tanto miedo.
Me siento ligero, liberado de toda esa materia nefasta y pesada que me hundía y ocultaba mi verdadera esencia.
Tocado por la magia de este instante, en medio de un aire primaveral, necesito una milagrería que haga su efecto para sentirme fuerte, liberado de las sombras, con optimismo, relajado, en paz, y de esta forma encontrar mi centro, sé que todo esto llegará , lo presiento. No sé lo que haya delante, el camino recién comienza, pero sé que no lo recorreré solo, que mi sino marcó un encuentro, que ahora camino junto a Pedro Beggio, que aunque parezca imposible vuelvo a sentir cosquillas en el estómago, he vuelto o he aprendido las señales de amor”.
Entre los árboles de frondosas y verdes ramas que en línea van bordeando la orilla, me oculto sentado apoyando mi espalda en uno de sus troncos.
Busco aislamiento, soledad para sosegadamente pensar, quedarme con la mente en blanco, solo percibiendo a lo lejos el suave rumor de la cascada irrumpiendo en el lago, ya perdida su fuerza.
Me reconforta contemplar desde mi escondite el infinito naranja que acorta distancias y se va extendiendo marcando con pequeñas lenguas de fuego el horizonte, que se van mermando con la escasa luz del ocaso, que glotón las engulle iluso, pensando en volverse más luminoso.
Frente a mí, veo la sombras de las verdes hojas de los eucaliptos que se distorsionan y expanden dejando pasar pequeños reflejos de luz filtrada que van formando un crisol de colores.
Tanta paz y belleza hacen tañer mis sienes y mis ideas se escapan hasta un mundo idílico y fantástico.
Se desprenden como hojas secas en el otoño, los malos pensamientos llenos de pesadumbre y desvelos.
Van cayendo los enredos y todo lo aterrador y fatídico que me produce tanto miedo.
Me siento ligero, liberado de toda esa materia nefasta y pesada que me hundía y ocultaba mi verdadera esencia.
Tocado por la magia de este instante, en medio de un aire primaveral, necesito una milagrería que haga su efecto para sentirme fuerte, liberado de las sombras, con optimismo, relajado, en paz, y de esta forma encontrar mi centro, sé que todo esto llegará , lo presiento. No sé lo que haya delante, el camino recién comienza, pero sé que no lo recorreré solo, que mi sino marcó un encuentro, que ahora camino junto a Pedro Beggio, que aunque parezca imposible vuelvo a sentir cosquillas en el estómago, he vuelto o he aprendido las señales de amor”.
CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO
CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO, ESCENAS EXPLÍCITAS.
Hermoso Eve...Todo romanticismo y seducción...El alma y el cuerpo renacen, una vez más, con la llegada del amor...
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino Lindo Eve Monica Marzetti pero poco diálogo . .. mucha poesía... perdón amiga
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