miércoles, 19 de junio de 2019

EL EMBAJADOR. TERCERA PARTE. CAPÍTULO VEINTICUATRO.

EL EMBAJADOR.
TERCERA PARTE.

CAPÍTULO VEINTICUATRO.


Matías vaciló.
__De acuerdo _ aceptó__. Nos vemos __Después de cortar se dijo: Pedro Beggio no puede estar detrás de esto.

Cuando Guillermo trató de llamar de nuevo a Matías, este se había ido y nadie sabía adónde.

“Me llamas tu vida, llámame tu alma; porque el alma es inmortal,
y la vida es un día, un instante.” Paul Charles Borge.
“Hay dos miradas: La mirada del cuerpo que puede olvidar a veces,
pero la del alma, ella recuerda siempre”. Alejandro Dumas.
“La felicidad es amor, no es otra cosa.
El que sabe amar, es feliz”. Herman Hesse.
“No ser amado, es una simple desventura.
La verdadera desgracia es no saber amar”. Albert Camus.

__Yo no confiaría en Olazábal, Guillermo, y solo puedo decirle que Pedro daría su vida por usted _ afirmó Alberto.

__De hecho ustedes me salvaron la vida cuando el atentado.
__Es nuestro trabajo embajador. ¿Sigue enamorado de su esposa?
__El amor y el amar son y serán, para todo ser humano, un arte maravilloso, aprendido en la universalidad de la vida misma.
Con el inexorable paso del tiempo de la vida irá cambiando sus formas y su interpretación, pero nunca jamás perderá su esencia.
El niño, en su adorable pequeñez, interpreta todo el amor que recibe a su manera, y pensará: “Amo a todo aquello que me ama”.
Luego y a su tiempo, ya absorbido en sus propias vivencias pero todavía inmaduro, pensará diferente: “Te amo porque te necesito”.
Más adelante en el tiempo y en los años de su vida, y en su íntima relación familiar, pensará distinto, “me aman porque amo”.
En la plenitud de su vida y con la experiencia de vivencias compartidas, seguirá, con la humildad necesaria, este sabio principio, “te necesito porque te amo”.
Nosotros, seres pensantes, nos sentimos bien si nos aman, y creo que también anhelamos amar apasionadamente. Sentir el amor con todo nuestro ser. Entenderlo y recibirlo, será el más maravilloso de nuestros anhelos.
Y me refiero a las diferentes formas de dar y recibir a todo el amor, conyugal, filial, de amistad, etc.
Pero, a veces, por inesperadas y duras circunstancias en nuestra existencia que nos toca vivir, (nunca estaremos preparados para las impensadas desgracias y los “antes y después”), podemos perder de vista la necesidad de necesitar y buscar tener el amor.
La mejor maestra es la propia vida. Cuando somos niños, en nuestra inocencia, equivocadamente queremos ser mayores, creyendo que eso nos dará mayores privilegios, pero sin pensar y saber que los privilegios vienen junto con mayores obligaciones.
En la madura adultez, mirando un poco hacia atrás, tal vez agobiados por el duro vivir pensamos en la quimera de volver a ser niños. Y allí descubrimos que en el tiempo de la vida, solo somos como una estrella fugaz, que ilumina por instantes el firmamento de nuestra existencia, que vuela sin conocer su destino y se apaga en algún momento inesperado.
Nuestra conciencia, suprema rectora de nuestra conducta, a veces puede impulsarnos como una forma de mitigar nuestras penas, al auto sacrificio, como una solución a esas duras circunstancias que nos golpearon en momentos no esperados, al darnos cuenta de nuestra infelicidad.
Y optamos por deprimirnos en una gris soledad, o dedicarnos mucho más al trabajo, al estudio o a ser solidarios hasta el cansancio con los seres que nos rodean o los que no, sacrificando el tiempo de nuestras vidas, pensando que esta será la forma que los otros y nosotros mismos, interpretaremos esto como la máxima expresión de nuestra capacidad de amar.
Pero debemos convencernos, sin lugar a dudas, que la mejor prueba de amor es y será la disposición y la renuncia hasta el sacrificio, por lo que amamos y especialmente con esa persona amada, y como también asumir la responsabilidad a favor del ser amado que hemos herido sin desearlo, rozando la grandeza de espíritu.
Y valorar a ese amor de aquella persona que permanece a nuestro lado, sin importarle las inclemencias de los tiempos cotidianos, la que nos entrega su pasión y ternura todos los días de la vida.
La correspondencia a esta actitud es la confirmación que el amor total y pleno es posible y existe, en una simbiosis de sus propias fuerzas, unidas con un único destino.
Ser felices. Con mi esposa fui feliz, pero ya no está y no logro adaptarme a mi vida con otra persona, con los chicos, no termino de entenderme, de confiar.  Confirme a Arismendi que iré a esa fiesta.

Guillermo y los chicos cenaban en la residencia.
__Realmente se te ve mucho mejor papá _ dijo Malena__. Estábamos asustados, y preocupados.
__Ya me siento bien, hijita__ aseguró Guillermo, y era la verdad. “Gracias a Dios tuve la ayuda de Matías. No podía apartar a Pedro de su mente, dejar de oír su voz: Aquí tiene su café. Lo preparé yo mismo. Poco a poco iba matándolo”. Se estremeció.

__ ¿Tienes frío? __quiso saber Fabián.
__No hijito.
No debía hacer participar a sus hijos de sus pesadillas, aún estaban de duelo por Silvina. A lo mejor debería enviarlos a Los Estados Unidos por un tiempo, los Baunes los podrían cuidar, y luego pensó: También podría ir yo con ellos, investigar lo de Silvina, tal vez todo se relacione, pedir ayuda a Moravia. Pero eso sería una cobardía, una victoria para Pedro Beggio y quienesquiera fuesen sus cómplices. ¿Acaso trabajaba como doble agente, lo enviaba Arismendi? Sin embargo, había una sola persona que podría ayudarlo. Orestes Moravia. Solo él sabría qué hacer con Pedro.
Sin embargo, no puedo acusarlo sin pruebas. ¿Y qué pruebas tengo? ¿Qué me servía un café todas  las mañanas?
Fabián estaba hablándole.

__ ..Entonces contestamos que íbamos a preguntar si nos dejaban ir con ellos.
__Perdón, hijo. ¿Qué decías?
__Que el hijo del presidente nos invitó a ir de campamento el fin de semana que viene, con su familia.
__! No! __La respuesta le salió más violenta de lo que hubiera deseado. __No quiero que ninguno de los dos se aleje de la residencia.

__ ¿Y para ir al colegio? _inquirió Malena.

Guillermo dudó. No podía tenerlos presos y tampoco debía alarmarlos.
__Esta bien, irán, siempre y cuando los lleve y traiga Florián, pero nadie más. ¿Entendido Fabián?
Malena le inquirió con la mirada.
__ ¿Pasa algo, papá?
__No. No, en absoluto. ¿Por qué me lo preguntas?
__No sé. Noto algo en el ambiente.
__Déjalo tranquilo _ intervino Fabián__. El pobre tuvo la fiebre rumana.

“Qué interesante manera de definirlo. Envenenamiento con arsénico: la fiebre rumana. Con todas las pestes que hay en este país, es lo que más o menos pensaría Moravia antes de un atentado más”.
__ ¿Vemos una película esta noche? _propuso Fabián.

__Podemos ver una película esta noche __le corrigió el padre.

__ ¿Eso significa que sí?
Guillermo no había pensado en pasar una película, pero como últimamente había estado tan poco tiempo con los niños, decidió darles el gusto.
__Efectivamente, significa que sí.
__Gracias, señor embajador _ gritó el hijo__. Yo elegiré la película.

__Eso sí que no. La última la elegiste tú. ¿Podemos ver American Graffiti de nuevo?
American Graffiti. De pronto ya supo qué pruebas podría exhibirle a Orestes Moravia.

__
A Medianoche le pidió a Carmen que llamara un taxi.
__ ¿No quiere que Florián lo lleve en el coche?
__No.
La visita que planeaba, debía hacerla en secreto. Y minutos más tarde llegó el taxi, y Guillermo subió.
__A la embajada norteamericana, por favor _le indicó al chofer.

__Está cerrada a esta hora. No hay nadie… __El hombre  se volvió y lo reconoció. __Señor embajador. Qué gran honor. __Puso el auto en marcha. __Lo reconocí por tantas fotos suyas que han aparecido en periódicos y revistas. Es usted casi tan famoso como nuestro gran conductor.
Ya otros en la embajada habían hecho también comentarios al respecto de la enorme publicidad que su persona recibía en la prensa rumana.
__A mí me gustan los norteamericanos _parloteaba el conductor__. Son gente buena. Espero que tenga éxito en su programa de acercamiento entre los pueblos que inauguró el presidente. Nosotros lo apoyamos de todo corazón. Ya es hora de que reine la paz en el mundo.
Guillermo no estaba de humor como para conversar.
Al llegar a la embajada le indicó al taxista un sitio señalado por un cartel.

__Deténgase aquí, por favor, y vuelva a buscarme dentro de una hora para regresar a la residencia.
__Cómo  no, señor embajador.
__No se puede estacionar aquí. Está reserv… __Al reconocer a Guillermo,  el guardia de marina se acercó al vehículo, le hizo la venia. __Ah, perdone. Buenas noches, señor embajador.

__Buenas noches.
El soldado lo acompañó hasta la entrada y le abrió la puerta con solemnidad.
__ ¿Necesita algo, señor?
__No. Voy a estar solo unos minutos en mi oficina.
__Sí, señor. __Lo miró alejarse por el pasillo.

Guillermo encendió la luz de su despacho y contempló las paredes donde antes le habían escrito las amenazas. Fue hasta la puerta de comunicación y entró en la oficina a oscuras de Pedro.
Al encender la luz, vio que no había papeles sobre el escritorio. Comenzó a revisar los cajones, pero lo único que halló fueron folletos y otros impresos inocentes, nada que pudiera llamarle la atención a un empleado curioso. Sin embargo, tenía que estar por alguna parte. No podía tener todo escondido en otro lado, y era muy improbable que lo llevara encima.
Decidió entonces revisar más minuciosamente el contenido de los cajones. Al llegar al de abajo, sintió algo duro al fondo, detrás de una pila de papeles. Lo sacó y se quedó mirándola.
Era una lata de pintura roja en aerosol.
“No puedo amarte, no te respeto y no confío en vos, Pedro, ¿cómo hacerlo si encuentro esto y estás sacando arsénico de la farmacia? ¿Por qué?”
__
Poco después de las nueve de la noche, el doctor Matías Olazábal, aguardaba en el bosque Baneasa, cerca de la fuente. Se preguntó si no habría hecho mal al no denunciar a Pedro Beggio. No, pensó. Primero quiero oír qué explicaciones me da. Una falsa acusación de mi parte lo destruiría.
Súbitamente apareció Pedro camuflado en la penumbra.

__Gracias por haber venido-. Podemos aclarar este asunto enseguida. Usted cree que alguien estuvo envenenando a Guillermo Graziani, ¿verdad?
__Lo sé positivamente. Han estado dándole arsénico, y antes le dejaron amenazas.
__Sabe bastante por lo que dice. ¿También conoce de los otros dos atentados? Del secuestro lo salvó usted, muy convenientemente, por cierto, doctor.
_No sé de eso, solo del arsénico.
__ ¿Y piensa que el culpable soy yo?
__Podría habérselo agregado al café… una pequeña dosis por vez.
__Siendo amante del embajador también pudo agregárselo usted, que además es médico ¿no es así?

Matías empalideció.
__ ¿Ya informó de esto a alguien?
__Todavía no. Primero quería hablar con usted.
__Me alegro, el embajador ha sido blanco de demasiados atentados, y no creo que con lo que hizo por su hijo, vengan del presidente rumano. __Pedro sacó la mano del bolsillo, donde llevaba una pistola Magnum calibre 357.

Matías lo miró fijo.
__ ¿Qué… qué hace? ¡Escúcheme! ¡No puede…!
Pedro Beggio apretó el gatillo y vio cómo el pecho del francés estallaba en una nube roja.
“Por Guillermo puedo todo... todo, traidor de mierda”.

En la embajada, Guillermo se hallaba en la burbuja llamando por teléfono a la oficina de Moravia por la línea de seguridad. Era la una de la madrugada en Bucarest, y las seis de la tarde en Washington.

__Habla el embajador Guillermo Graziani. Sé que el señor Moravia viajó a la China con el presidente pero tengo urgencia en comunicarme cuanto antes con él. ¿Hay alguna forma de localizarlo?
__Lo siento, señor, pero como su itinerario es muy flexible, no tenemos ningún número donde llamarlo.
El corazón le dio un vuelco.
__ ¿Y cuándo llamará él ahí?
__No sabría qué decirle, por la cantidad de compromisos que figuran en su agenda. A lo mejor alguien del departamento de seguridad podría ayudarlo.
__No. Nadie más puede ayudarme. Gracias.

Allí se quedó, solo, con la mirada perdida, rodeado por el instrumental electrónico más moderno del mundo, que sin embargo de nada le servía. Pedro Beggio estaba tratando de asesinarlo y él debía hacérselo saber a alguien. Pero, ¿a quién? ¿En quién podría confiar? La única persona que estaba al tanto de las intenciones de Pedro era Matías.
Marcó nuevamente el número y tampoco le atendió. Recordó entonces lo que le había dicho Orestes Moravia. “Si quiere enviarme un mensaje y no desea que nadie más lo lea, escriba en el encabezamiento del cable el código de tres equis.
Volvió de prisa a su despacho, redactó un cable urgente dirigido a Moravia y agregó las tres equis. Sacó del cajón con llave el libro de códigos y con sumo cuidado cifró el texto del mensaje. Si algo le pasaba, al menos Moravia sabría a quién atribuirle la culpa.
Fue luego a la sala de comunicaciones, atendida en esos momentos por el agente de la CIA, Miguel Ángel Mendoza.

__Buenas noches, señor embajador. Tuvo que trabajar hasta tarde hoy.
__Sí. Quiero despachar este mensaje, y que salga en el acto.
__Yo mismo lo remitiré.
__Gracias. _Guillermo le entregó el papel y se encaminó a la puerta, ansiaba desesperadamente reunirse con sus hijos.

En la sala de comunicaciones, Mendoza terminó de descifrar el mensaje que le entregara Guillermo. Lo leyó dos veces con rostro de preocupación. Luego se dirigió a la máquina destructora de documentos con una diabólica sonrisa, arrojó dentro el cable y vio cómo se convertía en papel picado.
Acto seguido llamó a Washington, al secretario de estado, Edgardo Pérez. Nombre en clave: _Thor o G.
__
Dos meses demoró Levin Pasten, custodio antiguo de Groza, el exrebelde en exilio asesinado, en seguir la tortuosa pista que lo condujo hasta Buenos Aires. El Servicio de Inteligencia Británico y otra media docena de organismos de seguridad del mundo habían colaborado para identificar a Ángel como el asesino. El Mossad, servicio de inteligencia israelí le suministró el nombre de Ana Acevedo. Todos querían eliminar a Ángel. Para Levin, Ángel se había convertido en una obsesión. Por un error suyo su querido jefe Groza había muerto y con él el líder revolucionario que podría liberar a Rumania del dictador, y eso nunca se lo perdonaría. Podía, eso sí, expiar su culpa y así lo había decidido.
No se puso en contacto directamente con Ana Acevedo. Localizó el departamento donde vivía y comenzó a vigilarlo, en la esperanza de ver aparecer a Ángel. Al cabo de cinco días de infructuosa espera, Pasten resolvió actuar... Esperó que la mujer se hubiera ido. Quince minutos después subió. Abrió la puerta con una ganzúa, entró al departamento y lo revisó concienzudamente. Sin embargo, no encontró foto, cartas ni nada que pudiese conducirlo a Ángel. Luego descubrió los trajes del armario. Leyó las etiquetas de Herrera, descolgó una chaqueta de una percha y se la colocó debajo del brazo. Segundos más tarde volvía a salir, tan silenciosamente como ingresó.
A la mañana siguiente se presentó en la tienda con la ropa arrugada, despeinado y oliendo a whisky.

__ ¿En qué puedo servirlo, señor? _le preguntó el gerente con cara de desagrado.

Pasten esbozó una sonrisa tímida.
__Mire, anoche me emborraché como un beduino. Estuvimos jugando a las cartas con unos sudamericanos en mi habitación del hotel, y creo que todos nos pasamos con la bebida. Bueno, lo cierto es que uno de esos tipos _no me acuerdo en nombre_ se dejó la chaqueta en mi habitación... _la levantó para mostrarla, con mano temblorosa. __Como tenía la etiqueta de acá, pensé que ustedes podrían indicarme adónde debo devolverla.
El gerente examinó la prenda.
__Sí, es de confección nuestra. Tendría que  fijarme en nuestros registros. Déjeme su número, así le aviso.
__Imposible _ farfulló Levin __. Me voy ahora a otra partida de  póquer. Si me da una tarjeta suya, lo llamo yo.

__Sí. __El gerente se la entregó.
__No va a robar la chaqueta, ¿no? __preguntó Levin, con acento de borracho.
-Por supuesto que no _ se indignó el hombre.

Pasten le dio una palmada en la espalda.
__Bien _ dijo__. Esta tarde le hablo.

Cuando esa tarde llamó desde su hotel, el gerente de Herrera le informó:
__El caballero a quien confeccionamos el traje es el señor H.R. de Mendoza, que se aloja en la habitación 417 del hotel Astor.

Lev Pasten verificó que la puerta de la habitación estuviese trancada. Sacó luego una maleta del armario, la colocó sobre la cama y la abrió. Adentro había una pistola SIG Sauer calibre .45 con silenciador, cortesía de un amigo suyo, miembro del servicio secreto argentino. Pasten controló que el arma estuviese cargada y el silenciador trabado. Volvió a poner la valija en el armario y se fue a dormir.

A las cuatro de la madrugada avanzaba sigilosamente por el desierto pasillo del cuarto del hotel Astor. Al llegar a la habitación 417, miró alrededor para comprobar que no hubiese nadie en las inmediaciones. En silencio  introdujo un alambre en la cerradura de la puerta. Al oír que se destrababa el pestillo, sacó en el acto la pistola.
Sintió una corriente de aire en el instante en que se abrió la puerta de en frente, del otro lado del pasillo. Sin darle tiempo de volverse, algo duro y frío lo golpeó en la nuca.

__No me gusta que nadie me siga __murmuró Ángel.
Lev Pasten oyó el chasquido del gatillo un segundo antes de que le volara la tapa de los sesos.

Ángel no sabía a ciencia cierta si Pasten andaba solo o trabajaba con alguien, por eso no estaba de más tomar otras precauciones. Ya le había llegado el aviso telefónico, de modo que era hora de actuar, pero primero había que hacer algunas compras. Había una hermosa lencería en la avenida Pueyrredón, era cara, pero  Ana se merecía lo mejor.

__Quiero que me muestre algún salto de cama con volados y puntillas _pidió Ángel.
La empleada se quedó boquiabierta.
__Y un slip con abertura en la entrepierna.
Minutos más tarde, Ángel entraba en Frenkel”s y contemplaba el despliegue de artículos de cuero en las estanterías.
__Quiero un portafolio. Negro, por favor.
---

__El Aljibe, del hotel Sheraton. Era uno de los mejores restaurantes de Buenos Aires. Ángel se ubicó en una mesa de un rincón. Y apoyó el portafolio nuevo sobre la mesa. El camarero se acercó a atenderlo.
__Buenas tardes.
__Voy a empezar con centolla. Después quiero una parrillada con ensalada de berro. El postre se lo pido más tarde.
__Cómo no.
__ ¿Dónde quedan los baños?

Ángel se levantó y se encaminó al fondo del local, dejando el maletín sobre la mesa, a la vista de todos. Había un angosto pasillo con dos puertas pequeñas. Una decía Damas, y la otra, Caballeros. Al terminar el corredor había una puerta doble que daba a la ruidosa cocina. Ángel empujó una de ellas para entrar y se encontró con una febril actividad: chefs ajetreados, que trabajaban  tratando de cumplir con urgentes pedidos de la hora del almuerzo, camareros que entraban y salían con bandejas, los cocineros le gritaban a los camareros y estos hacían lo propio con los ayudantes.
Ángel se abrió paso por la cocina y salió por una puerta del fondo que daba a un callejón. Allí esperó cinco minutos para cerciorarse de que nadie lo hubiese seguido.
Tomó un taxi que había en la esquina, le dio la dirección, se bajó luego de un breve trayecto y subió a otro coche de alquiler.

__ ¿Adónde, por favor?
__Al aeropuerto de Ezeiza.
Allí lo aguardaba el  pasaje para Londres. En clase turista porque la primera habría llamado mucho la atención.

Dos horas más tarde observaba desaparecer la ciudad de Buenos Aires detrás de las nubes como si fuese un truco de algún mago celestial, y comenzó a pensar en las instrucciones que le habían dado para la próxima misión.
“Que los hijos mueran con él. Deben ser muertes espectaculares”.
No le hacía ninguna gracia que le indicara cómo debía trabajar. Solo los aficionados eran estúpidos como para atreverse a dar consejos a los profesionales. Ángel sonrió. Todos morirían, y sería algo más espectacular de lo que esperaban.
Después, se durmió como un lirón.

__
__El significado de amor es contraer toda la fuerza que te arrulla, es alcanzar lo imposible y soportar dolor y pena de una manera plausible.
El significado de amor es vivir, es compartir lo vivido, es mostrar tu cara a lo adverso y valorar lo conseguido.
El significado del amor es escribir sobre poemas ya olvidados, es tomar su mano y sentirse de los mundos apartados.
El significado de amor es volver a ser niños, es reír y rogar por mimos, es pagar con travesuras todos los regaños y aventuras.
Es mostrar a mano limpia el alma, es perder el cuerpo al compartir el otro lado de tu cama, es andar por los caminos de ilusión con verdadera calma.
El amor y su significado nos llevan al terreno de la experiencia más divina que hay: ser humano y amar la canción de una vida que nos brinda su alegría.
Amor significa reír y llorar, soñar y volar, vivir y tener más allá adonde ir, motivar y gritar todo lo que tienes por sentir.
El significado del amor es música del viento, es llover y alzar tu cara al cielo descubierto, es tocar fuego que no arde y no se extingue, tu calor es lo que le distingue.
Amor no significa sexo sin límites, regalos o detalles que te dignifiquen, es abrazar el tiempo y en la gente dejar legado.
Esto para mí es el amor y su significado.
__Te admiro, Pedro _dijo Beto al oírlo.

__Solo quiero salvarlo, mierda si yo mismo debería poder arrancarlo de acá, necesitaría un ejército que lo llevara a Los Estados Unidos, pero me temo que no lo hará, ¿irá a lo de Arismendi?
__Sí.
__Lo imaginé.
__

Había varios automóviles en el sitio dedicado al estacionamiento en la mansión Arismendi, todos costosos y salpicados de barro. Para quien entendía no pasaba desapercibida la custodia,  hombres armados, que con M-16 en bandolera, walkie- talkies en mano y actitud atenta los observaban al llegar.
Alberto traspuso el portón seguido por un jeep con cuatro soldados, los guardias controlaron las identificaciones, y no tardó en detectar las cámaras de seguridad que se movían siguiendo el recorrido de los vehículos, y también observó el paredón de tres metros que se extendía a ambos costados del portón de chapa blindada, y que desaparecía de la vista engullido por la vegetación, había rollos de alambre de púa rematando el muro, y los perros que ladraban a cada auto que llegaba. Sabía que Pedro  había llegado antes, y que el embajador, Sonia y Gaby llegarían con él en minutos. A poco de subir por un camino pavimentado con pórfido observaron la construcción moderna, de una planta, que, a un simple vistazo, se caracterizaba por la abundancia de aberturas de paño fijo sin cortinas, como si el interior estuviese expuesto y no guardara ninguna intimidad.  El diseño arquitectónico, de líneas duras y revestimiento en piedra laja, confería la idea de frialdad, soberbia y suntuosidad a tono con el dueño de casa.

__General, es inusual verlo tan elegante sin uniforme __le dijo el asistente según se decía el amante fijo del presidente.

__Me sienta mejor el uniforme, le aseguro.
__Enseguida le avisaré al presidente, por favor disfruten de las copas y de la comida, del grupo que rodea  el perímetro de la piscina.

Dentro de la casa, Pedro se preguntó por qué soportaba el asedio como de perro en celo de Juan Arismendi, y la respuesta le llegó en imagen, Guillermo.

__Anoche te esperé hasta tarde despierto, cariño _ dijo Juan en reproche.

__Lo siento, estaba cansado.
__ ¿Por qué? ¿Qué estuviste haciendo?
__Juan, hace tiempo que no le doy explicaciones a nadie.

Después de cambiarse para la fiesta en la casa de fin de semana, Juan abandonó la actitud combativa para cubrirse con una seductora. Lo encontró solo, en la biblioteca, husmeando entre los libros, y se le acercó por detrás. Le pasó la mano abierta por los glúteos, firmes, bajo el género liviano del pantalón, y lo excitó que él siguiese sin volverse, sin articular palabra, como si estuviese solo. No obstante, percibía el ligero endurecimiento de los músculos, y, cuando hundió  el dedo mayor, y dibujó la raya del pantalón, lo oyó inspirar. Sonrió con aire triunfal.
Pedro devolvió el libro al estante y se dio vuelta. Se topó con los ojos de su anfitrión, que no parpadeaba y, contenía la respiración. Le pasó la mano por la nuca, otra por las caderas, y lo pegó a su cuerpo para besarlo. ¿Por qué lo hacía? ¿Para castigar y vengarse de Guillermo y su traición?  ¿Por deseo? ¿Porque estaba aburrido? En tanto el beso se desmadraba, el apetito se despertaba en Juan, en Pedro, en cambio, se diluía. Fastidiado se apartó y, cuando Juan se movió para atraparlo de nuevo en su abrazo, él levantó la mano y lo detuvo.

__Mírame _ exigió Arismendi, y lo sujetó por el mentón para obligarlo a cumplir la orden.

__ ¿Qué quieres, Juan? __le preguntó con hastío.

El hombre le sujetó los testículos y el pene a través del pantalón y los comprimió con cuidado.
__Esto quiero lindo. Y esto –dijo, y deslizó la mano hacia la zona del corazón__ y esto _repitió, y le contuvo el costado de la cabeza con la palma abierta__. Te quiero todo, Pedro Beggio. __Pedro rio sin ganas y se apartó__. ¿Qué te ha hecho ese hombre? Te ha despojado de tu energía y de tus ganas de vivir. En otra época, ya me habrías tomado en todas las habitaciones de la casa y en todas las posiciones que la mente humana es capaz de inventar, eres el ser más viril que conocí jamás.- Estaríamos riendo de todo y todos.

Pedro se volvió y Juan contuvo el aliento, conmovido por la mirada siniestra y el gesto, trasformado por la ira.
__Lo tengo clavado aquí __pronunció, en un susurro de dientes apretados, y se apretó el sexo bajo el cierre del pantalón__ y aquí __descargó el puño en el lado izquierdo del pecho__ y aquí _ agregó, y apoyó la punta del índice en la frente__. Está volviéndome loco.

Juan permaneció quieto, callado. Solo sus ojos se movían sobre las facciones de Pedro, contorsionadas por una mezcla de rabia y de dolor. Levantó la mano y le acarició la mejilla.
__Tal vez sea un ser muy superior a nosotros, de espíritu más ingenuo que los simples mortales, más elevado por cierto, que se encuentra por sobre las  mezquindades del mundo.
__Habla por ti. __Pedro bajó los párpados y exhaló un suspiro.

__Yo conozco personas así, y te aseguro que nunca te sientes a su altura, te parece que jamás lograrás alcanzarlas que, por mucho que subas, apenas le rozas el talón.
__Pero yo lo quiero solo para mí.
__Nunca lo tendrás por completo __profetizó el hombre y giró hacia la puerta__. Me voy, mis invitados me esperan _ declaró, sin volverse y abandonó la biblioteca.

Pedro permaneció en silencio en recogimiento, asolado por lo dicho por Juan. Salió de la biblioteca envuelto en un impulso de rencor. No le gustaba el modo desesperado, casi obsesivo con que amaba a Guillermo, lo debilitaba, lo hacía sufrir, lo convertía en alguien que no era. Quería volver a ser egoísta, seductor, libre. Con ese espíritu, se unió al festejo que se desarrollaba en torno a la piscina.

Guillermo con Gaby y Sonia llegaron a la fiesta apenas oscurecía. Caminaron por un sendero de laja hacia la mansión, cuyos enormes ventanales descollaban en la penumbra soltando sobre el exterior un fulgor de luz y colores. La música, una canción bastante movida se filtraba, y competía con el incansable rumor de la noche. Guillermo observó que la fiesta había comenzado en el jardín, porque, gracias al reflector que iluminaba el área, descubrió copas, los platos, los ceniceros y las botellas vacías que atestaban mesas apostadas alrededor de la piscina. Resultaba obvio que los invitados se habían desplazado al interior al caer el sol para evitar la picadura de insectos aunque el olor al pesticida fumigado que solo allí y pocos más, pensó se podían permitir, le inundó las fosas nasales. La puerta blanca, imponente, de dos hojas, se abrió, y la casa expulsó una onda fresca aromatizada y sonora que lo envolvió como un puño y los atrajo dentro, Guillermo puso un pie en el amplio vestíbulo experimentando poca simpatía por el sitio, y sus ocupantes.

Lo intimidó el movimiento de gente unos metros más allá. Se trataba de un grupo nutrido, especialmente compuesto de hombres, que se desplazaban por un amplio salón con copas, cigarros, y canapés, en la mano. Reían, algunos bailaban, y las chicas a duras penas reprimían las ganas de bailar y sacudían los brazos, impacientes, mientras no terminaban de saludar al hombre del servicio doméstico que había abierto la puerta.
A Guillermo la visión de espaldas de Juan le produjo inquietud. Este volteó y su mirada se congeló en él, Guillermo permaneció inmutable en tanto pensó que el hombre le recordaba al mal, pese a la ternura que sentía por su hijo. De nuevo supo que no se encontraría con la esposa.
Juan se repuso enseguida de verlo rodeado de sus asistentes y caminó hacia el vestíbulo con una sonrisa. Guillermo seguía fijando la mirada en él, sin ser capaz de distinguir cómo y qué lucía.

__Qué gusto embajador _ exclamó y lo envolvió en un abrazo.

Guillermo percibió el perfume y le acometió una punzada de celos y rabia, ese perfume les pertenecía solo a Pedro y a él, aunque no le sorprendía, Arismendi siempre despertaba lo peor de él.
__ ¿Conoce a mis asistentes?
__Claro, encantado de verlas. Qué sorpresa tan agradable. ¡Cuánto me alegra saber que se ha hecho amigo de estas jóvenes tan maravillosas! _ exclamó mientras las mantenía abrazadas.

__Hola a todos __saludó Federico el asistente.

__Hola.
__ Estas chicas son un tesoro invaluable, ¿verdad Federico?
__El más valioso __contestó y los fotografió.
Guillermo caminó desganado, hacia el gentío, aún sumido en una mente aturdida de recuerdos e imágenes, y como a veces le asaltaba un espíritu supersticioso, se dijo, que, nada bueno le aguardaba allí. Y enseguida supo que su recelo no era infundado. Pedro Beggio, se hallaba a metros de él, de perfil, sentado en un sillón, el codo en el apoyabrazos y el dorso de los dedos contra los labios. Atendía a un comentario de su interlocutor, sentado frente a él, y bajo el puño, se le adivinaba una sonrisa. Guillermo reconoció que su belleza era arrebatadora, y le admiró el cuello tostado, la barbilla, el cabello lustroso que no iba peinado con gel, si no que alborotado le caía sobre la frente.

__Pedro __dijo Gaby.
__Ya lo vi y no quiero acercarme, ¿entendido?
__Sí señor.
__Gaby, Señor, Sonia __ Alberto se aproximó dando zancadas y Sonia se adelantó para echarse a sus brazos ante la mirada de desaprobación de su amiga.

__  ¡Qué sorpresa!
Pedro volvió la cabeza hacia el alboroto y los descubrió. Su mirada se encontró con la de Guillermo, se tocaron, se encadenaron, se entrelazaron. En el corto espacio que los separaba, atestado de personas, de ruidos, de colores, ellos solo eran conscientes de la presencia del otro, como si lo demás se hubiese desintegrado, como si la sala se hubiese sellado al vacío.
Pasado el segundo de aturdimiento y de parsimonia, Pedro se volvió para prestar atención al funcionario que le narraba anécdotas divertidas de grupos rebeldes, incluso soltó la risa, a sabiendas de que Guillermo seguía con la vista fija en él, y se empeñó en que su fachada no evidenciara el trastorno que le había causado la visión de Guillermo. “¿Qué haces en este antro de corruptos, traficantes y mafiosos, mi amor? ¿Por qué te expones a este mundo que te devoraría sin que te dieras cuenta como casi lo logró Matías?”. Se mantuvo quieto, en tensión, mientras se apretaba la boca con el puño hasta que el filo de los dientes se le clavó en la carne.
La indiferencia  de Pedro, desproveyó a Guillermo de pensamiento, aun de respiración. Sintió una punzada en el estómago, como si le hubiesen propinado un puñetazo. La familiaridad del rostro amable de Alberto, su sonrisa y sus ojos vivaces lo ayudaron a reponerse.

__Hola, Guillermo.
__Hola, ¿qué haces acá?
__Somos invitados del presidente, es una velada informal.
De pronto Gaby llegó arrastrada por Sonia, y casi chocó con el cuerpo fuerte de Alberto, se contemplaron mientras se daban la mano, y farfullaban un saludo. A pesar de haberla encontrado atractiva en el trabajo desde la primera vez, vestida de gala y de cerca su belleza le pareció arrebatadora. Le sonrió, y obtuvo una respuesta tímida, apenas un temblor de comisuras y una bajada de párpados para esconder la mirada del color del sol.

__Vamos a la fiesta _propuso Sonia y los arrastró con su entusiasmo hacia el sitio donde algunos bailaban.
__No, no, yo no bailo, solo miro, yo miro _dijo Guillermo.
__Yo tampoco _ se negó Gaby, cuando Sonia la tomó de las manos y la incitó a seguir el ritmo__. No sé bailar, por favor, Sonia, no quiero hacer el ridículo.
__Déjala Sonia _ intervino Guillermo__. Yo tampoco iré. Ven, Gaby, vamos a sentarnos.

Después de hacer un gesto de disgusto a Gaby, Sonia tomó dos copas de champagne de las que ofrecía una empleada y le entregó una a Alberto.
__Jamás imaginé tomar champaña en Rumania.
__Y no es cualquiera _le advirtió este__. Es Dom Pèrignon.
__Mira, langostinos empanados _ y robó dos de la bandeja.
__Llegan en vuelo desde Bruselas.
__Sí, claro, porque este país da para turismo. ¡No me jodas! Es un lugar hermoso. Me refiero a los paisajes naturales, pero la vida acá es una película de terror. ¿El papurri no se va a dignar a saludarnos?
__Está con el ministro de defensa _ justificó Beto a Pedro.

Juan No daba crédito de su suerte. Contra todo pronóstico, el embajador acababa de aparecer en la recepción, el estúpido del francés no lo había seducido como se comentaba. Lo estudió mientras terminaba con los saludos y las presentaciones. Resultaba un cambio radical verlo vestido  de etiqueta fuera de su embajada, sobrio, lejos de los trajes recargados de otros invitados, solo llevaba como joyas, un reloj y gemelos de oro. Aun de lejos, llamaba la atención el impacto que ocasionaban sus ojos, su mirada que atravesaba. Se aproximó sin disimulo al sillón donde Guillermo conversaba con su secretaria y se ubicó a sus espaldas. Apoyó los antebrazos en el respaldo y le susurró un saludo íntimo al oído.
__Hola, Guillermo.
El embajador giró la cabeza, sobresaltado.
__ Presidente, ya nos hemos saludado _ se sorprendió y lo miró.

El detalle de que lo mirara borró las malas intenciones de Juan, al menos de momento, las de provocar los celos e ira de Pedro. Se vio inmerso en la belleza de esos ojos café y en la pureza que reflejaban. Rodeó el sillón y se detuvo frente a él. Se inclinó para besarlo en las mejillas, y una estela cálida de perfume jugueteó bajo las fosas nasales. Se sentó frente a él muy próximo a las rodillas de Guillermo y separó las piernas para abarcar entre ellas las del embajador.
Desde la aparición de Guillermo minutos atrás la mente de Pedro se había precipitado en un torbellino de pensamientos oscuros, en el cual, la presencia de Arismendi no ocupaba un lugar menor. Si estuviese el otro, pensó, lo habría acompañado a esta fiesta. En medio de esos cuestionamientos y escrúpulos, recreaba la mirada que le había dirigido él, entre atónita, sorprendida, expectante y dolida. Lo había visto empalidecer a sus ojos, y le había dado vuelta la cara porque un segundo más tarde habría corrido para sostenerlo, besarlo, y olerlo… para reclamarlo como suyo. ¡Cuánto ansiaba probar sus labios, disfrutar la suavidad de su piel!
Un movimiento de Juan lo alertó de que el tipo se ponía en movimiento hacia su presa. Olfateaba el deseo que lo dominaba. Sus ojos destilaban hambre, y rodeó a Guillermo con la cadencia empleada por un lobo para acechar a un cordero. Se puso de pie, indiferente a la anécdota que le refería el ministro, y caminó hacia Guillermo sin detenerse ante las sirvientas que le ofrecían comida y bebida ni ante los invitados que lo saludaban. Cruzó la sala con la precisión de una flecha, Alberto y Sonia cesaron de bailar y lo siguieron con la mirada.

__ Juan _ explicó Guillermo a Gaby__ ha traído una pierna ortopédica para un chico amputado del hospital… __ Una voz sensual, baja, lo cortó en seco.
__Guillermo.

Se volvió hacia la derecha y echó la cabeza atrás para encontrar la mirada de Pedro. Lo conocía enfurecido y le temía cuando sus párpados celaban los ojos, el entrecejo se le arrugaba en una sola línea y le palpitaban las fosas nasales. Se quedó inerte, mirándolo. Resultaba inverosímil tenerlo frente a él y que con mirarlo le robara la voluntad, el arrojo de soltar frente a todos sus sospechas. Por el contrario, lo estudió de cabeza a pies, y le gustó la combinación de pantalón azul de gabardina y la remera blanca de hilo, le destacaba la dureza de los pectorales y de los bíceps.
__Ven un momento __Pedro se expresó en inglés a propósito__, quiero hablarte.
__ ¿Por qué? _ atinó a susurrar y la juzgó una pregunta idiota.

Debido a que el embajador no reaccionaba,  Pedro le tendió la mano, y aquel se incorporó, ahogó una exclamación, habría caído enredado entre las piernas de Juan de no aferrarlo Pedro. Arismendi, impelido por su abrupta salida, pudo abandonar su sitio un instante después. Aferró a Pedro por el hombro y lo detuvo.

__Beggio, no veo que el señor embajador vaya con usted por su voluntad. Quite su mano de él.
__Arismendi, no se entrometa entre mi pareja y yo _susurró.

__Guillermo no es su pareja.
__Lo es, Juan _ afirmó, con acento irónico y una sonrisa que no suavizaba la ferocidad instalada en sus ojos__, te aseguro que Guillermo es mi hombre.

__Por favor _ articuló el embajador, y movió el brazo en un intento de zafarse de la garra de Pedro, aunque en verdad lo ponía feliz, era la paradoja de la frustración por no desear querer que no lo retuviera__. ¿Qué pasa?

__Que no tiene idea de la calaña que es el presidente, embajador.
__Es él quien no sabe qué clase de basura eres tú.
__Sé muy bien por qué quieres acercarte a todo lo mío, Juan.
__ ¿Lo sabes? ¿Se lo cuentas tú  o yo?
 Pedro dio media vuelta y arrastró a Guillermo hacia la puerta de la biblioteca con una rudeza que lo hizo reaccionar de súbito.
__! Suéltame! __le exigió, y su orden se mezcló con el chasquido de un golpe seco y el quejido de Pedro. Guillermo exclamó al salir despedido a un costado cuando Pedro lo alejó para frenar la embestida de Arismendi.
 El rumor de los invitados se elevó por encima de la música, bastante bebidos y con cocaína en sangre,  los rodearon para alentar la pelea.

__Podría apresarte, Beggio _ dijo Juan, o extraditarte.
__Hazlo, pero jamás te acercarás a Guillermo.
__Si tenemos que pelear, vamos afuera.
Los sirvientes se apresuraron en abrir las puertaventanas, y el gentío se desplazó hacia el jardín, para escoltar a los que prometían ofrecer un buen espectáculo. Alberto intentó detener a Pedro.
__Te extraditará o te fusilará.
__Que lo haga, cuida a Guille, este me tiene las pelotas por el suelo. Es hora de ajustar las cuentas con él.
Guillermo contenido por Alberto observaba la pelea que se desarrollaba frente a él e intentaba discernir de qué modo las cosas habían alcanzado ese cariz. Un tipo levantaba apuestas. La situación adquiría ribetes de pesadilla, detestaba la violencia, y le hacían presenciar una riña de gallos, él era conciliador por naturaleza, pero detestaba la violencia con el mismo ímpetu que Pedro y Juan se lanzaban patadas y trompadas. No se atrevía a apartar la mirada de Pedro por temor a que algo malo le sucediese. Ambos eran excelentes luchadores, lo hacían con técnica y precisión, los volvía mortíferos.

Pedro trastabilló después de una patada voladora de Juan, y este aprovechó para arrojársele encima con la furia de un toro. Pedro recobró el dominio y se desplazó hacia un costado en el último instante. El rumano pasó de largo, Pedro, sin volverse, le plantó un codazo a la altura del riñón, que lo echó por tierra. Juan cayó de bruces y profirió un quejido lastimoso. Intentó incorporarse, pero Pedro se lo impidió colocándole la bota sobre la nuca. Juan humillado se rebulló sin éxito, Pedro le había inutilizado las manos a la altura de los omóplatos y en cuclillas le habló en susurro jadeante:
__Juan, manda a fusilarme, ya me has tendido decenas de emboscadas, pero no te metas con Guillermo, porque si me dejas con vida nada me detendrá.
__Yo no me detendré hasta destruirte __jadeó Juan la promesa.

__Ven detrás de mí, estoy más que listo para hacerte frente, pero mantente lejos de Guillermo, Juan, o te lo juro por mi vida, si tocas a mi hombre, te arrancaré los brazos.
Pedro se puso de pie, se retiró el pelo de la cara y supo, por instinto, por el escozor que percibió en la piel, que si no se ponía hielo, se desfiguraría.
__No te tengo miedo, Pedro.
__Eso lo has dicho otras veces.
Lo detuvo el instinto, supo que Juan lo apuntaba con un arma desde la posición en el suelo. Fijó la vista en Guillermo, flanqueado por Alberto y las chicas, y descubrió lágrimas rodando por sus mejillas.
__Guarda el arma, Juan. __Sus palabras provocaron que Guillermo se sobresaltara y que Alberto tuviera que esforzarse ante la fuerza adquirida por el embajador para no perderlo.
“¿Qué pensabas hacer, mi amor?” “Tranquilo que soy un soldado”. Le dijo Pedro con la mirada, y una oleada de ternura ocupó el sitio de la rabia que él le inspiraba a veces.

__Solo un cobarde mataría a sangre fría y por la espalda _ declaró, Pedro__. Y yo sé que tú no lo eres, Juan.
“Sí, lo soy”, pensó Arismendi.
Pedro pese a los pedidos de que entrara, siguió avanzando hasta que el cañón estuvo a la altura de su pierna.
__! Pedro! __El grito de Guillermo pareció enmudecer a la selva. Pedro apretó los puños para sofrenar el impulso de volverse y mirarlo, no se distraería, no cometería ese error.

Al fin Juan guardó el arma en su pistolera axilar, se puso de pie y miró de hito en hito a Pedro.
__Algún día te destruiré __susurró.

Pedro dio media vuelta y caminó hacia la casa envuelto en el murmullo que levantó entre los invitados. Al trasponer la puertaventana advirtió que Guillermo se había acercado a Juan, a ofrecer sus disculpas.
__Lo siento. Ha sido por mi culpa.
__ Guillermo, esto no tiene nada que ver contigo, te lo aseguro. Pedro y yo tenemos deudas pendientes, tú has sido la excusa. ¿Beggio es tu pareja? __Guillermo negó, mientras se mordía el labio porque tenía la impresión, de que mentía__. Él no es bueno para ti, Guillermo. Buenas noches.

_Embajador __lo llamó Pedro.

__Vete, si Arismendi nos encuentra acá, no creo que le guste.
__Me importa un carajo Arismendi, necesito hablar contigo.
Pedro lo arrinconó contra la puerta, lo aprisionó con sus brazos y piernas, con los ojos aún oscurecidos. __Aún percibo el calor vivificante, la pureza y la espontánea honestidad de ese beso que robé con ansiedad; me donaste larga vida en un instante. Aún se encienden en pasión abrasadora estos labios que besaste en arrebato; me siento como un niño...  un novato y te espero en cada ocaso y cada aurora. Con un beso a mis labios alentaste aquel día, en ardiente primavera, como previa caricia y la postrera. No comprendo por qué ya te olvidaste de alimentar y abonar esta quimera. me diste vida... y también me aniquilaste.
Se puede amar a pesar de las distancias. Se puede amar a pesar de las ausencias. Se puede amar aún en las carencias. Se puede amar en todas las instancias. Se puede amar «a pesar de» saber que no existe perfección; es cuestión de entregar el corazón y darlo entero, total y por la fe.
Un beso no es solo el contacto ni el fugaz intercambio de los fluidos; un beso es entrega y sin sentido dar todo de sí... nomás... «De facto».
Estoy atado a ti. A tu amor. A tu cuerpo. Aunque sé que no eres perfecto pero eres mi adicción.
Cada vez  que te pienso me siento atado a tu cuerpo, vivo atado a tus besos, eternamente enredado a tus deseos. Vivir así siempre atado a ti es un placer, despertar y seguir a tu lado atado para toda la vida. Me ataste por completo a tu vida, a tu amor, a tus besos, a tus labios,
a tus huellas que dejaste tatuadas en mi piel, esas que me torturan y erotizan mi piel cuando mi cuerpo se enciende deseoso de ti. Mi dulce amor mío. Te amo tanto, que si me arrancaras de ti sería mi perdición porque prisionero de tu amor yo vivo. Estoy atado a ti, a tu instinto animal, a tus deseos carnales, a todas las batallas campales que he tenido en la cama contigo,
a tu fuego y tu pasión cuando llegas y me tomas sin piedad. Bésame nuevamente, bésame sin cansancio que no hay nada que tanto aprecie  como el sentir tu alma en mis labios. Bésame dulcemente  bésame con arrebato que no hay nada que más disfrute que perder contigo el recato. Bésame en la frente,  bésame en los labios que no hay nada como llevar en mí, de tu esencia los resabios. Bésame eternamente,  bésame y llévame a la gloria, con un beso enamorado que escriba nuestra historia.
Te siento totalmente mío, tu humedad, tus latidos y sobre todo tus movimientos, cuando te toco... Y un escalofrío, en todo mi cuerpo... Eres totalmente mío.
Hace tiempo un día como hoy me puse a pensar, que fue el instante más inesperado el cual llegaste y me hiciste muy feliz,  ahora estás a mi lado y no  soy inmensamente dichoso.
Aunque jamás callaré lo que siente mi corazón, que con solo pronunciar amor es la melodía que brota de tu boca, de ninguna manera esconderé lo que mi alma siente por ti, hoy sé que el amor no se oculta,  se disfruta amor mío.
Anhelo ofrecerte la magia de mis sueños llenos de pasión y que de tu rostro gane una maravillosa sonrisa llena de bondad, deseo platicar, conversar palabras de amor
y ofrecer la vida misma como la dulce madrugada.
Es una bendición el poder abrir los ojos y tenerte junto a mí en cada amanecer, ahora vivimos en nuestro universo alejado, donde no hay tiempo ni distancias en el cual mi único deseo es amarte hasta el infinito.
Por ti daría la vida misma,  eres el amor de mi vida, tú eres la chispa del amor, la que jamás había sentido en mi existencia, eres quien despertó mis ilusiones,  mil gracias te doy.
Siempre estaré muy dentro de tu alma, en la inmensidad del roce de tu piel tan suave y en lo más profundo de tus pensamientos,  del arte del amor y la pasión, siempre deseo sentir el roce de tus labios amado mío.
Eres el sueño que se ha hecho camino, son mis pasos los que guían mis deseos, son mis deseos de ti los que forjan mi destino, soy tu enamorado de paso firme y a la vez mi cuerpo es ola en las madrugadas, soy vida mía, la fragancia dulce que te llevaste en tus labios, el de la palabra inquieta y mirada serena, soy volcán en calma cuando te espero y pasión que se desarma cuando te sueño, soy todo eso amor, tu libertad deseada en las noches, en donde deshaciéndonos de los miedos dábamos rienda suelta a la felicidad.
Eres amor mío la serenidad ansiada por mi alma, el delirio que manas de un beso soñado, eres esa caricia robada cuando cierro mis ojos y te veo tras el cristal donde escribo mis versos transformados en sueños, donde la soledad no se calla, y las nostalgias besan mis ojos.
Al llegar la noche es cuando cierro las puertas de mis ojos, con un único propósito de encontrarte en mis sueños, enredándote entre el lino de mis sábanas blancas, perfumando mi cuerpo con el aroma de los pétalos de una rosa en la madrugada, ahí vida mía, es donde estás frente a mis ojos, y yo vestido de deseos veo cómo te haces el dueño de mis delirios de amor, donde poder amarte con la misma calma que el mar arrulla las olas, quiero abrigar tu alma con mis suspiros, quiero beber de tus labios la sonrisa que dibujas cuando tus ojos me miran bajo la luz de la luna, cuando con mi confesión de amor hecha verso, te desnudo mi alma en las noches oscuras, donde regalarte quiero, tu libertad soñada. Pero me humilla tu desconfianza, tu desdén, tu traición, un día te dije que necesitaba que confiaras en mí, pase lo que pase, y si no quieres o no puedes, te protegeré… desde lejos.
__ Déjame  en paz, Pedro.
__Vamos a un sitio tranquilo donde podamos hablar.
__No.  ¿Dónde está Matías Olazábal, Pedro? ¿Dónde aprendiste a pelear así?
__Demasiadas preguntas… embajador.


CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE: EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON.


19 comentarios:

  1. Veronica Lorena Piccinino Me dejaste muda Eve Monica Marzetti... Pedro mato a Matías. Amante de arisnendi eso no me lo esperé... y ahora pelear por amor y encarar a Guillermo dé esa manera ....guillermo un tonto

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    1. Eve Monica Marzetti Movidita Veronica Lorena Piccinino, te dije esperaras, no es amante de Juan, solo le hace el juego para salvar siempre a Guillermo, es soldado.

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    2. Veronica Lorena Piccinino, despertó Pedro, es soldado de elite encubierto, puede usar armas, Matías quiso matarlo las otras dos veces, no es amante de Juan, solo lo deja revolotear para dejarlo fuera de combate, y ya Guillermo empieza a ver quién es quién, te dije que esperaras.

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    3. GÉNESIS, PERDÓN, SE ME CORTÓ INTERNET A LAS SEIS HORAS, DEJO ESTE APASIONANTE EMBAJADOR Y ÉL TAMBIÉN APASIONANTE, BESOTE.

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  2. Me sorprendés Eve...No está penada la homosexualidad en Rumania? Están todos con todos, bueno casi...Un lío, confío en vos y sé que vas a arreglar semejante situación...No va a ser fácil, pero espero tranquila Eve...

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    1. Sí, entre bambalinas es esto, no está con nadie Pedro, lee arriba el comentario, es soldado y secreto, juega con Juan por ahora y como traidor mató a Matías que atentó 2 veces contra Guille, tranquila, besote. Está todo penado pero son todos al revés, recuerda los informes que le dierona Guille al asumir.

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    2. Matías fue el autor de los atentados por eso Pedro lo mata y por algo más, Pedro es soldado, secreto y puede, no es amante de Juan, ya lo irán viendo, Guillermo se derretirá por él,, paciencia Sol Urvino, Génesis, no quise como siempre que fuera el flechazo, pero es. besos mi bella.

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  3. Sol Urvino Valio la pena esperar, EVE, no teniamos derecho a dudar del sentimiento que los une, UN BESO

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