viernes, 23 de agosto de 2019

EL EMBAJADOR. TERCERA PARTE. CAPÍTULO VEINTISEIS.


EL EMBAJADOR.

TERCERA PARTE.

CAPÍTULO VEINTISEIS.



Pedro escapó del enredo y tras depositarle un beso rápido, se escabulló por el resquicio de la puerta y desapareció.


"He pensado alguna vez que, quizás una persona que esté enamorada vea a la otra como Dios la ve, es decir, la ve del mejor modo posible. Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única." J.L. BORGES.


__Beto, llegó el momento, sabes que no podemos permitirlo __le comunicó a Beto.

__Pedro si no es hoy será en un mes, en dos, están decididos.
__Tendrán que matarme antes, y te ocuparás de que no vaya a le ceremonia, yo debo cumplir con la misión de tomar la mina, pero luego, tendremos que sacarlo de acá o nada podremos hacer para evitar que lo maten.
__Quiere verte.
__Lo  sé, suerte amigo.
__ ¿Y lo del nene de la misión?
__Todo bien, quiero que lo adoptemos, cuando salgamos de acá será nuestro hijo.
__Pedro, no vas a convencerlo de al menos no terminar el mandato, hermano _dijo preocupado Alberto.

__Ya veremos. Eso ya lo veremos.

__ ¿Deseaba hablar conmigo, embajador? _preguntó, Pedro, en tono despreocupado.

__Sí, quería encargarle algo.
__Estoy a sus órdenes. __La ironía de su voz le cayó como una cachetada.

__Me llamó alguien que quiere desertar.
__ ¿Quién es?

No tenía intenciones de decírselo para que no traicionara a la joven.
__Eso no interesa. Quiero que traiga aquí a esa persona.

Pedro frunció el entrecejo.
__ ¿Se trata de alguien que los rumanos deseen conservar?
__Sí.
__Entonces podrían suscitarse innumerables…

 Guillermo lo interrumpió bruscamente.
__Vaya a recogerla a la posada Roscow, de Moldavia.

Él iba a protestar, hasta que vio la expresión en el rostro masculino, de igual modo no le sería difícil pasar por quien fuera en ese sitio.
__Si es eso lo que desea, enviaré…
__No _se opuso Guillermo con voz férrea__. Quiero que vaya usted con dos hombres más.

Al ir acompañado por Gunny y otro soldado, no podría jugar ninguna mala pasada. Guillermo ya le había advertido a Gunny que no debía perder de vista a Pedro que le miraba intrigado.

__Hoy tengo muchas cosas que hacer. Mañana sería…
__Quiero que sea ya mismo. Gunny está esperándolo en su oficina. Deberá traer aquí a la desertora. __Su tono de voz no dejaba lugar para las discrepancias.

__Está bien _aceptó al fin.

_Guillermo lo observó  partir con una profunda sensación de alivio, al haberlo eliminado del panorama se sentía seguro.

Marcó el número de Alberto.
__Voy a concurrir a la ceremonia de esta tarde.
__Yo le aconsejaría que no fuera, señor embajador. ¿Para qué quiere exponerse a un riesgo innecesario si…?
__No me queda otra alternativa. Estoy representando a nuestro país. ¿Qué pensarían de mí si me escondiera en un armario cada vez que recibo una amenaza? Si lo hago una vez. Nunca más podré dar la cara. Para eso mejor me vuelvo, coronel. Y le aseguro que no tengo la menor intención de hacerlo.

__
La ceremonia iba a realizarse a las cuatro de la tarde en el amplio predio desocupado que había frente a la biblioteca norteamericana, ubicado en la plaza Alexandra Sahia. A las tres ya se había congregado una multitud. El coronel Marini se había reunido antes con el capitán Aurel Istrase, jefe de seguridad del organismo rumano.

__Brindaremos a su embajador el máximo de protección _aseguró Istrase.           

Fiel a su palabra, ordenó que se retiraran todos los vehículos de la plaza, de modo que no existía el peligro de que estallase un cochebomba. Se apostaron policías en toda la zona y un tirador certero en los techos de la biblioteca.
Pocos minutos después antes de las cuatro ya estaba todo listo. Los técnicos habían revisado la zona con dispositivos electrónicos sin encontrar explosivos. Al conducir todas las verificaciones, el capitán le informó al coronel Marini que todo estaba en orden.

__Muy bien __Marini se volvió para hablar con un grupo  de ayudantes. Avísele al embajador que ya puede venir.

Cuatro infantes de marina lo escoltaron para subir al coche de la embajada.
Florián le sonrió con agrado.

__Buenas tardes, señor embajador. Vamos a tener una biblioteca grande y hermosa, ¿verdad?
__Sí.

El chofer dándole charla en el trayecto no logró que Guillermo le prestara atención. Pensaba en la expresión risueña que tenía Matías en los ojos, en la ternura con que le había hecho el amor. Se clavó las uñas en las muñecas para que el dolor físico le quitara la enorme angustia interior, se sentía culpable de su muerte. “No debo llorar. Pase lo que pase. No debo llorar. No existe más el amor, solo el odio. ¿Qué está sucediéndole al mundo?”

Cuando la limusina se acercó al predio, dos infantes de marina se acercaron, miraron cautelosamente alrededor y le abrieron la puerta a Guillermo.

__Buenas tardes señor embajador.

Al encaminarse hacia el sitio donde se llevaría a cabo la ceremonia, dos custodios armados caminaban delante de Guillermo y otros dos detrás, protegiéndolo con sus cuerpos. Desde el techo el francotirador controlaba toda la zona.
El público aplaudió cuando el embajador llegó al pequeño círculo que habían despejado para él. Entre los presentes había rumanos, estadounidenses, y agregados diplomáticos de otras embajadas. Guillermo vio algunas caras conocidas, pero casi todos los demás les resultaron extraños.
Paseó la vista por la multitud, y pensó: “No voy a poder pronunciar el discurso. El coronel Marini tenía razón. No debí  haber venido. Estoy deshecho y aterrorizado”.

__Damas y caballeros. __decía Marini en ese instante__. Tengo el agrado de  presentarle al   representante diplomático de los Estados Unidos.

La muchedumbre aplaudió.
Guillermo respiró hondo y tomó la palabra.
__Gracias. Tanto se había dejado atrapar por la vorágine de los acontecimientos que no había preparado el discurso. No obstante las palabras le surgieron de una suerte de manantial interior: El motivo que hoy nos congrega puede parecer insignificante. Sin embargo tiene una gran importancia pues constituye otro puente más que se tiende entre mi país y  todas las naciones de Europa Oriental, el nuevo edificio que inauguramos hoy está colmado de información relativa a los Estados Unidos. Aquí se podrá aprender la historia de mi patria, tanto en sus aspectos positivos como en los que no lo son. Podrá el público ver fotos de nuestras ciudades, fábricas, granjas…

El coronel Marini se abría paso lentamente entre la multitud. La nota decía: “Disfrute de su último día en la tierra”. ¿A qué hora terminaría el día para el asesino? ¿A las seis? ¿A medianoche?

“… pero hay algo más importante que conocer el aspecto de mi país. Cuando este nuevo edificio esté concluido, finalmente podrán ustedes saber cómo son realmente los Estados Unidos. Vamos a mostrarles el espíritu de nuestra nación”.

En el extremo más lejano de la plaza, un auto burló en ese instante una barrera policial y frenó bruscamente junto al cordón. Cuando un azorado agente iba a acercarse, el conductor se bajó del vehículo, echó a correr, sacó un aparato del bolsillo y lo accionó. El coche explotó lanzando al aire una lluvia metálica. Las astillas no alcanzaron a llegar hasta donde estaba Guillermo, pero los espectadores comenzaron a arremolinarse y tratar de huir, dominados por el pánico. El francotirador apuntó con un rifle y apretó el gatillo hiriendo al terrorista en el corazón. Para mayor seguridad hizo dos disparos más, igualmente certeros.
Una hora demoró la policía rumana en despejar la plaza y retirar el cadáver del aspirante a asesino. Los bomberos apagaron el incendio que estalló en el auto. A Guillermo lo llevaron de regreso a la embajada, terriblemente conmovido.

__ ¿No  preferiría ir a descansar a la residencia? _le propuso el coronel __. Acaba de pasar por una horrible experiencia.

__No. A la embajada.

 Ese era el único sitio desde donde podía hablar sin peligro con Orestes Moravia. “Debo comunicarme pronto con él, porque de lo contrario voy a terminar deshecho”.

La tensión que le provocaba todo lo que estaba pasando era intolerable. Pese a que consiguió sacar de en medio a Pedro, igualmente habían atentado contra su vida, eso quería decir que Pedro no actuaba solo.
Deseó ardientemente que lo llamara Orestes.

A eso de las seis de la tarde, Pedro se presentó furioso, en el despacho de Guillermo.

__Instalé a Corina Socoli en un cuarto de la planta alta __informó__. Maldita sea, usted debió haberme dicho a quién se refería. Cometió un craso error. Tenemos que devolver a esa mujer porque es un monumento nacional. El gobierno rumano jamás le permitirá salir del país. Si…

El coronel Marini entró de prisa a la oficina.
__Ya hemos identificado al muerto. Efectivamente, es Ángel. Su verdadero nombre es H.R. de Mendoza.

Pedro le miraba sin comprender.
__ ¿Qué dice?
__Me olvidaba que usted se perdió lo mejor del programa _ expresó Marini__. ¿No le contó el embajador que hoy intentaron matarlo?

Pedro se volvió para indagar a Guillermo con la mirada.
__No.
__Ángel le mandó un anónimo amenazándolo de muerte y esta tarde trató de matarlo en la ceremonia inaugural, pero uno de los francotiradores de Istrase le dio muerte.

Pedro permaneció de pie en silencio, con los ojos fijos en Guillermo.
__Parece que _ continuó Alberto __todo el mundo tenía a este Ángel en su lista de personas más buscadas.

__ ¿Dónde está el cadáver? __preguntó, Pedro.

__En la morgue del cuartel de policía.


El cuerpo yacía desnudo, sobre una losa. Correspondía a un hombre de aspecto común, estatura mediana, facciones corrientes, un tatuaje en un brazo, nariz fina que no desentonaba con la boca de labios apretados, pies muy pequeños y pelo algo ralo. Su ropa y sus pertenencias estaban apiladas sobre una mesa.
__ ¿Puedo echarle un vistazo?

El funcionario policial se encogió de hombros.
__Adelante. Estoy seguro de que a él no va a importarle. __Festejó con una risita su propio chiste.

Pedro tomó la chaqueta y examinó la etiqueta, que indicaba una sastrería de Buenos Aires. Los zapatos de cuero también tenían marca argentina. Al lado de las prendas, había pilitas de dinero: lei rumanos, francos franceses, libras esterlinas y diez mil dólares en pesos argentinos, una parte en los nuevos billetes del país. El resto en los de un millón, ya devaluados.

__ ¿Qué averiguaron sobre él? __preguntó Beggio.

__Llegó a Londres en Tarom Airlines hace dos días. Se anotó en el hotel Intercontinental bajo el nombre de Mendoza. El pasaporte menciona un domicilio en Buenos Aires, pero es un documento falso. __El policía se adelantó para observar el cadáver más de cerca.__ No parece una asesino internacional, ¿verdad?

__No _convino, Pedro__. En absoluto.         


A veinte cuadras de allí, Ángel pasaba caminando frente a la residencia.     


__Pedro, disimulé frente a él, ¿qué se hace?
__Ese tipo no es Ángel. Yo debo tomar la mina del coltán, Beto, a como dé lugar ponlo a salvo, a él y a los chicos. Llámame desde una línea segura.
__Hecho hermano. ¿Dónde quedamos?
__No se me ocurre mejor sitio por ahora. Solo me tomará un par de días la misión, y los encontraré, dejaré todo en manos de los soldados de élite _dijo preocupado __. Lo dejo en tus manos.


 Diez días después.

 Lo que duró el trecho a la misión desde el hospital de una mañana de inusual tranquilidad, Guillermo observaba al niño que llevaban, en tanto Gaby hacía silencio en la parte delantera, prácticamente no había pronunciado palabra.

__Es la primera vez que ando en automóvil, manifestó el niño en su lengua madre que Sonia traducía.

Fabián y Malena no apartaban la mirada del rostro lleno de cicatrices de quemaduras con ácido del niño.
__ ¿Sabes qué? _ dijo Guillermo __. Pronto también subirás a un avión de este señor cuando vayas al hospital donde te harán la cirugía del rostro.


__Los niños de la misión se burlarán de mí __se opacó Koly, con las manos sobre las mejillas quemadas con ácido, y las vendas en las zonas que aún no cicatrizaban.

__Te aseguro que nadie lo hará. En la misión  hay un niño llamado Abdul  a quien le hablé mucho de ti y que está esperándote porque quiere ser tu amigo.
__ ¿Abdul? __Guillermo asintió__. ¿Sabe que me quemaron con ácido porque creen que soy un niño diablo o brujo?

__Lo sabe, y tú no eres nada de eso, muchachito __ soltó Sonia que le hizo cosquillas en la pancita__. Lindo, en la misión de la hermana Angélica todos están esperándote con alegría,  las hermanas tienen un orfanato con muchos chicos cuyos papás están en el cielo, y tendrás muchos amigos.

__Alberto, este fin de semana en la misión es lo último que haré antes de regresar a la capital __ dijo Guillermo.

Alberto se limitó a asentir.
__ ¿Dónde está Pedro?
__En una misión especial, embajador, pero estará de regreso en cuanto regresemos, seguramente.

Como de costumbre en esos días,  los niños salieron a recibirlos al divisar el automóvil. Koly se puso nervioso al ver tanto movimiento y bullicio y se arrebujó en el regazo de Sonia, que lo bajó en brazos y así lo sostuvo buen rato. Guillermo se ocupó de transportar unas bolsas con alimentos y medicamentos, potes de repelentes para mosquitos, donaciones de Manos que Curan y levantaba las bolsas sobre la cabeza para que los niños no lo asaltaran, incapaz de ahuyentarlos, y fue la rápida intervención de Soeur Encarnación quien los puso en orden.
Pedro, con Abdul, el niño de cinco años del Congo que hacía meses había quedado huérfano y del cual sin saber el porqué Guillermo se había enamorado al instante de conocerlo en el hospital  más cercano a la selva donde se hallaba la misión, donde acababa de perder a toda su familia, avanzaba de la mano de Pedro, los dos lo observaban reír y dar besos a los niños que se le acercaban.
Pedro había tenido días duros y bajas entre sus hombres, contra los rebeldes de la zona minera, concesionada por el gobierno central a Israel, pero su malhumor remitió al sentirse alagado por la devoción de Abdul, que era obvio sabía todo de él por Guillermo que había visitado la misión en varias oportunidades. La misión de las madres del Sagrado Corazón, constaba de diez monjas que se hacían cargo de un orfanato, un refugio de mujeres maltratadas y de otro de refugiados, y el gobierno de  los Estados Unidos enviaba fondos para la manutención. Abdul, huérfano desde hacía pocos meses se fue acercando a Pedro hasta aferrarle la mano. La ansiedad que compartían era la misma y crecía minuto a minuto en tanto esperaban la llegada de Guillermo, que también fue barriendo la rabia que lo asolaba por tantas cosas. Al oír el motor, Abdul  saltó de la silla que ocupaba junto a Pedro en la cocina y lo apremió a salir.


__Vamos, Pedro. Llegó mi papá.

Se detuvieron cerca de la entrada a la casa de las religiosas, ambos absortos mientras contemplaban a Guillermo.

__Sonia trae a un niño con él __comentó Abdul__. Debe de ser Koly. Tiene la cara quemada.

Pedro no oyó el comentario, Guillermo acababa de descubrirlo. No lo supo por su expresión de azoro, sino porque se detuvo de pronto.

Rescatado del asedio de los niños, Guillermo avanzó hacia la casa de las religiosas riendo mientras buscaba a Abdul entre los huérfanos. Lo avistó apartado, como siempre, y de la mano de un hombre con gorra azul y lentes Ray Ban espejados. Se paró en seco con la mente congelada en una imagen que parecía extraída de un sueño, Pedro Beggio y Abdul, los dos juntos, de la mano. La emoción resultó tan perturbadora que no atinó a nada, y sin darse cuenta cesó de respirar.

__! Guille! __exclamó, Abdul, y corrió hacia él.

Guillermo soltó las bolsas y le abrió los brazos para recibirlo. Pedro caminó sin apuro detrás del niño, levantando la comisura izquierda en una sonrisa que disimulaba la ternura, y al mismo tiempo, los celos que le provocaba que Guillermo abrazara al niño con tanto ardor. Él también quería que lo bañara de besos en el rostro y la cabeza y que lo llamara amor mío, tesoro mío…

__Guille, está Pedro. ¡Tu amigo, al que quieres muchísimo! __Se alejó para tomar de la mano a Pedro y arrastrarlo los últimos pasos, y permaneció expectante, alternando la mirada entre Guillermo Y Pedro, que se contemplaban en un duelo de voluntades y con fijeza.

__Hola _ dijo Pedro, y se inclinó para besarlo muy cerca de la comisura izquierda luego de comprobar que solo el niño miraba, tanto que Guillermo percibió su respiración sobre los labios húmedos. Bajó los párpados e inspiró el perfume de Pedro e intentó retenerlo dentro de sus fosas nasales, sin éxito, se disipó en el aire de la selva.

“¿Quién sos chiquitín lindo? ¿Qué estuviste haciendo estos días, y qué haces acá? ¿Cómo supiste que Matías era un traidor que iba a asesinarme y cómo conoces a Abdul?”

__Hola _ saludó, cortante, contrariado porque olía a hospital, y tenía pinta de reo, mientras Pedro, en cambio, estaba listo para una caminata por una pasarela. Le sentaba muy bien la gorra, le daba un aire juvenil, relajado, no le conocía los anteojos que le daban una veta amenazadora e intrigante que lo subyugaba. Se aprestaba a levantar las bolsas pero él le ganó de mano.

__Yo las llevo.
__Gracias.

El niño se colocó en medio y tomó la mano libre de Pedro y la de Guillermo. Con el parloteo incesante llenaba el silencio que había caído entre ellos.

__La maestra me dijo que soy muy inteligente.
__No lo dudo _expresó, Guillermo__. Porque lo sos. ¿Por qué te lo dijo?    

__Porque hice unas sumas muy difíciles y dos dibujos, uno para ti y otro para Pedro.
__! No veo la hora de que me des el mío! _ exclamó, al tiempo que simulaba de un modo llano la curiosidad. “¿Desde cuándo conocía a Pedro?”__. ¿Qué me dibujaste?

__Lo dibujé a Pedro porque es tu amigo que quieres muchísimo, ¿sabías que es aviador? Sabe volar aviones __Pedro asintió, en tanto Guillermo lo miró asombrado__. Algún día me llevará a volar en un avión de guerra. ¿No es verdad, Pedro?

__Sí, algún día te llevaré a volar…

Guillermo giró el rostro para enfrentar a Pedro, y recriminarle de un vistazo la promesa vana. Él seguía imperturbable, con una expresión en la boca, que él sabía, refrenaba la risa. Se escondía tras los lentes y caminaba con la vista en el suelo. Entraron en la casa, Guillermo saludó a las religiosas y a las muchachas que las ayudaban en la cocina, consciente de los ojos hambrientos que lo seguían como un depredador a su presa. Estaba nervioso, no sabía qué esperar de la presencia de Pedro.
Sus hijos, Alberto, Gaby y Sonia, entraron un momento después seguidos del chofer, que cargaba dos bolsas de provisiones. Ante el anuncio de que pronto se serviría el desayuno, Guillermo le indicó a Abdul que se lavara las manos. Fueron juntos al baño. Y aunque no lo oía porque él sabía deslizarse como un gato, Guillermo sentía la presencia de Pedro detrás de ellos.

Se apoyó sobre el marco de la puerta del baño, se cruzó de brazos, y observó la escena. Guillermo le enseñaba al niño a higienizarse de manera divertida contándole historias del señor virus y la señora bacteria que arrancaron risas al niño tan cristalinas e ingenuas que lo contagiaron, y empezó a reír por lo bajo de pura dicha, mientras un deseo lo turbaba, el de abrazarlos a los dos y llevárselos de ese lugar de dolor, enfermedad y carencia. “Qué buen padre es”, se dijo. Guillermo lavó la cara al niño y le secó con suavidad y, mientras le revisaba las uñas y le decía que más tarde se las cortaría, le preguntaba cómo había dormido, si había comido bien, si había tenido pesadillas, si había jugado. Entre pasadas de toallas y respuestas, Abdul le daba un beso en la mejilla.
Fue la voz de una de las monjas quien lo hizo separarse.

__Ve __ le conminó, Guillermo __, no la hagas esperar.

Se lavó las manos y se las pasó por la cara. Fingía no reconocer la presencia de Pedro, más allá de que su corazón desbocado se lo recordaba sin permitirle recobrar el dominio. Él lo miraba con una media sonrisa que lo había fastidiado, Guillermo se secó, acomodó la toalla en el perchero y se dispuso a salir. Pedro se incorporó y le obstruyó el paso, se detuvo a centímetros de él y clavó la vista en su pecho. No debía concentrarse en la mata de pelo negro que asomaba por la cartera de la chomba blanca. ¡Qué bien le sentaba el blanco!
El silencio se prolongaba, y Guillermo no se atrevía a herirlo con palabras falsas, como “déjame pasar”, que, por otra parte, surgirían disonantes. No sabía bien cómo estaban las cosas entre ellos, y lo mortificaban los recuerdos  de lo que le había hecho en el cuartito de la limpieza, del modo en que se lo había permitido.

__ ¿Qué haces acá? __ musitó al fin. 

__Ayudo a la misión, mi familia lo hace __ respondió, Pedro __. Nuestro gobierno lo hace, y una de las monjas es mi prima.

Pedro le acarició el pelo, Guillermo no se movió, y apartó las manos para sofocar el temblor.
__ ¿Vos me hiciste sacar de Bucarest?
__Sí, porque te iban a asesinar y yo no estaría allí por estos días para impedirlo.
__Vos me envenenaste y mataste a Matías porque lo supo.
__Yo te puse arsénico en dosis bajas para asustarte y que volvieras a Kansas donde te buscaría para salvarte la vida que Olazábal entre otros querían arrebatarte.
__ ¿Tengo que creerte?
__Me hiciste una pregunta y te respondí. Y el tiempo te dirá la verdad. ¿Estás cansado?
__No __susurró.

__ ¿Cómo no? Sé que estuviste todo el día recorriendo el hospital y parte de la noche.
__ ¿Cómo lo sabes? ¿Te lo dijo, Alberto?
__Podría decirte que sí pero no quiero mentirte,  tres guardaespaldas  he designado para que te cuiden, ¿no pensarás que me iré de tu lado dejándote solo, verdad?
__ ¿Me estás haciendo seguir?
__Te estoy haciendo cuidar, embajador.
__Vamos. __Trató de pasar pero Pedro no se movió__. Permiso, Pedro. Tengo muchas cosas que hacer.

__No quiero que hoy trabajes. Quiero que lo pases descansando. Para eso estamos todos, para ayudar acá.

Guillermo abrió grande los ojos, por fin soltó un suspiro y aflojó los hombros.

__Por favor, Pedro. ¿Qué estás haciendo aquí?
__Ayudar. Y quería verte. Estaba loco por verte.
__Estoy tratando a aprender a vivir sin vos, y así… no puedo. Vos delante de mí. “! Yo también estaba loco por verte, mi amor. Te extraño tanto!
__ ¿Estás aquí por la guerrilla o alguna guerra? ¿Es verdad lo de que eres soldado?
__No, y sí.
__No mientas más, Pedro.
__No te miento, Guillermo. __Dio un paso adelante y cerró los brazos alrededor de Guillermo.

--Déjame.
__ ¿Por qué? _le susurró en el cuello, y Guillermo maldijo porque con el roce de sus labios bastaba para que su anatomía respondiese, se volvió palpitante y urgente__. ¿Podrías jurarme que no querías esto tanto como yo?

__ ¿Vos no lo quieres? _ se enojó, y plantó las manos sobre los antebrazos para alejarlo__. La última vez me dejaste tirado como a una basura.

__Tenía bronca.
__ ¿Por qué?
__Por todo… tu desconfianza, el francés...
__ ¿Por todo? Todo es demasiado, Pedro.
__ ¿Demasiado es saber que te fuiste de viaje con ese imbécil de Olazábal y dormías con él, que le permitías que te tocara cuando eres mío, que se creyera con derecho sobre ti, y…?
__ ¿Por eso lo mataste? Entre él y yo no hay nada, y si tuvimos algo, ¿qué te importaría a vos? ¿Acaso te cuestiono lo tuyo con Arismendi?
__! Por Dios! __Pedro se llevó las manos a la cabeza__ ¡Arismendi! ¿Qué tengo yo que ver con él?

__! Uf! _exhaló, Guillermo.

 Y se escabulló hacia la cocina.
Formaban parte del grupo algunos médicos de manos que curan, y enfermeros que completarían la campaña de vacunación.
Koly seguía prendido al torso de Sonia.
Pedro advirtió que Guillermo se inclinaba en el oído de Abdul y le decía: “traga antes de hablar”, y no comprendió por qué ese simple acto provocó que en su interior se alzase con fuerza renovada el sentido de propiedad que Guillermo siempre le inspiraba, solo que ahora también reclamaba la propiedad sobre el niño, como si los dos, o mejor dicho los cuatro, con Fabián y Malena, fueran una misma cosa, una cosa de él. Tal vez porque Guillermo era o deseaba ser el padre y él quería satisfacer todos sus caprichos y deseos.
Al fin de la mañana los chicos se integraban al resto que vivían en el orfanato.

Como le costaba esconder su ira, Pedro se mantuvo lejos de Guillermo que pasó la mañana colaborando con la campaña de vacunación, y paseándose con los médicos y personal de manos que curan, en tanto él con Alberto ayudaron a las monjas a armar camastros y dormitorios, colocaron a Koly y a Abdul juntos, en tanto arreglaron algunos electrodomésticos.

Gaby rondaba a Alberto en un mutismo sospechoso, en tanto Guillermo exhausto, pero incapaz de pegar un ojo cuando todos dormían para evitar el golpe de calor de la siesta, deambulaba por el orfanato, sumido en un silencio turbador. Koly y Abdul, acababan de dormirse luego de contarles un cuento. Se preguntaba dónde estaría Pedro, no lo había mirado durante el almuerzo, celoso de los elogios que recibió de la gente de manos que curan.

Momentos atrás, Abdul le mostró una cajita de madera con un mechón de cabello de Guillermo que este le había regalado para que lo recordara cuando tuviese miedo, y cuando la abrió para Koly advirtió que dentro había algo más, un llavero que le resultaba familiar.

__Me lo regaló, Pedro _contestó el niño.

__ ¿Cuándo?
__El otro día, cuando nos conocimos.
__ ¿Por qué?
__Para que me acuerde de él y de ti.  

Caminó por el orfanato con el ánimo por el piso, le dolía la cabeza y el cuerpo, se quejaba de los esfuerzos del día, avistó a Pedro con Angélica en una charla intimista que lo hizo sentir excluido hasta que la religiosa le llamó para ofrecerle un té, Pedro jugaba con un trozo de papel, Beto y Gaby charlaban en el patio en una hamaca.
Al fin aceptó una taza de té y la religiosa dijo tener que ir a bombear el agua para que subiera a los tanques y los dejó solos.
Se quedaron solos en un silencio profundo que Pedro no se atrevía a romper.

__ ¿Qué estás haciendo? __susurró, al fin Guillermo, incapaz de sostener el mutismo.

__Un avión para Abdul.
__Estoy preguntando demasiado, sé que no te gusta que invadan tu privacidad.
__Antes mi privacidad y la tuya eran la misma cosa.
__Quiero verle la cara cuando le entregues ese avión _ dijo Guillermo con timbre risueño, que Pedro no compartió__. Pedro, ¿por qué le dijiste que lo vas a llevar a volar? Está muy ansioso con eso. Y muy ilusionado.

__ A tus tres hijos se lo he dicho, porque pienso hacerlo.

El silencio se prolongó. Pedro persistía en actitud esquiva y malhumorada. De pronto, la desazón y el cansancio formaron un frente demasiado poderoso y Guillermo claudicó: necesitaba descansar o terminaría desvaneciéndose. Se puso de pie y rodeó la mesa, arrastrando las manos sobre el mantel, que Pedro atrapó antes de que la levantara para marcharse.

__Te llama papá cuando no estás _ dijo, sin mirarlo, con la vista fija en los dedos de Guillermo.

__ ¿En serio? __Pedro asintió__. Jamás lo imaginé __aseguró y carraspeó para deshacer el nudo de emoción.

__Nunca había visto a un niño querer tanto a un adulto __admitió, Pedro más sorprendido que celoso__. Solamente habla de ti, todo el tiempo habla de ti.

__Pues mientras intentaba que se durmiera todo el tiempo me habló de vos.
__Me quiere porque piensa que soy tu amigo.
__Te quiere porque le caes bien. Tengo otros amigos y le caen pésimo.
__ ¿El francés solo tu amigo?
__Ya no está, pero sí, al fin entendí que era solo mi amigo. Y si hay alguien a quien le guste que seamos otra cosa, no puedo.
__ ¿No puedes? __retrucó, mordaz__. ¿Eso quiere decir que querrías?

__No, no quiero y tampoco puedo… porque estoy… enamorado de vos.
Pedro estoy cansado _dijo, y que lo admitiese fue suficiente para que Pedro se preocupara.

Abandonó la silla y lo abrazó con delicadeza, Guillermo hundió la nariz en su pecho donde anidaban los olores que él relacionaba con la dicha, el de su perfume, el de su sudor, el suavizante con que lavaban la ropa. Ajustó los brazos en torno a él y descansó en su cuerpo sano y joven.

Pedro apretó los párpados emocionado por la entrega de Guillermo, lo sintió temblar de extenuación mientras Guillermo se dejó arrastrar a lo que luego supo era una habitación que ocupaban los soldados cuando iban de visita, apoyó la cabeza en su pecho, cerró los ojos que se le escocieron, escozor que se propagó por el cuerpo. Soltó un suspiro que humedeció el cuello de Pedro.

__Duerme, mi amor, duerme.


El trueno lo estremeció a Guillermo. Alteró el ritmo de la respiración, cambió de posición y siguió durmiendo. Pedro, echado en la cama junto a él, lo observaba dormir desde hacía tres horas. No podía apartar sus ojos de él. Como si  presintiera la caricia de la mirada, los párpados de Guillermo se levantaron, y los labios gruesos de Pedro le regalaron una sonrisa, olvidado de enfados y celos.



__ Tu  mirada  me aclaró la mañana, tu voz es una suave melodía que llega como aroma de primavera en el amanecer, con los primeros rayos del sol te escurres entre la persiana, entibiando las sábanas… te veo a los ojos y allí ese amor que me inunda por completo el alma, te vuelves…  mis sentidos, mis latidos.
Voces como caricias entredormidas nos entregan los primeros te amo del día… mis mirada que te atrapa, mis sentidos que se escabullen entre los corazones y tu bata, que como latidos se multiplican y logro al abrigo de esas sábanas y entre el cobijo de la mañana viajar por tu piel, en ascenso desde la tibieza y suavidad de tus piernas.
Y a la espalda de nuestras palabras y miradas, delineo en caricias tu cuerpo, interrumpo con mis sentidos el contacto  de la ropa con tu espalda, la aíslo de tu vientre, sigo en ascenso por tus pezones, es inevitable, pero se hace casi imperceptible para ti, que mis labios se saboreen pues sienten que dejan besos en el recorrido por tu cuerpo.
Por un instante  mis sentidos  descansan entre tu pecho y tu cuello… luego continúan su caminar en caricias por tu hombro donde lentos caen suave allí mis besos, es ahora mi mirada quien guía a los secretos sentidos, para que viajen por tu rostro, que mis labios sientan, se posan en tus ojos… desciendo hasta tu boca donde en un apasionado beso yo siento, que de madrugada todo tu amor me bebo.
Se callan las voces, se duermen los jadeos, los gemidos y los suspiros, se apagan por esta noche las insinuantes miradas de deseos, descansarán esas húmedas caricias que recorrieron nuestros cuerpos, nos abrigamos, extasiados de pasión, en un abrazo… nos entregamos al descanso en un mismo sueño.
Es habitual mi despertar de madrugada, tan solo para verte dormido a mi lado, dejarte una suave y tibia caricia en tu piel desnuda, que la noche enfría, si insinúas despertar…  un beso mío te dará tranquilidad, será arroparte el alma… será decirte en voz baja duerme amor, estamos juntos, en mis brazos duermes y en ellos despertarás mañana.
Se duermen las horas nocturnas, entre aromas que esconden las sábanas de la noche que vivimos apasionados, nos despertamos, muda habla nuestra cama del amor que allí nos entregamos, tan natural se nos vuelve una ducha compartida, que luego mis manos guíen a esa crema en su viaje por tu piel y el mirarte al vestirte, un paisaje nuevo cada mañana.

Es así como tú y yo una vida nos debemos, que este amor se vuelva caricias y besos que se desahoguen  en las bocas y en los cuerpos,  nos daremos comprensión y atención entre los dos, será como despertar de un mal sueño, celebraremos en cada momento de pasión el día que se duerme.
Llega la hora de encender las luces de la pasión, la ternura y la dulce hora de versar para ti, por este amor  murieron nuestros miedos, nuestras angustias por amarnos estando lejos.

__Contrario, llegó la hora de que el sol apague sus luces y nos deje las sombras para soñarnos entre misterios porque solo tú eres quien comprende mi pasión, mis desvelos y amores soñados.
No quiero vida mía que te alejes, ni que pintes soles oscuros en mi cielo, no quiero que te sientas solo, unamos nuestro horizonte soñado…  el tuyo y el mío, en el camino de mis sueños, como sabes amor, dejo cada noche la puerta de mi alma abierta para recibirte, yo te cogeré en mis manos cuando lleguen tus ojos a posarse en los míos, mientras, en el crepúsculo de la noche que adormece mil lunas para mí,  paciente te esperaré.
Quiero ser tu compañero de viaje, ese que nos dará la oportunidad de vivir nuestro sueño de amor, no importan los tiempos ni las cárceles del destino, yo te esperaré vida mía.
¿Y si de pronto resbalo desde tu cabello hasta tu pecho? ¿Quién me salvará del agujero negro de tu  barranco, que amenaza con tragarse mi deseo? Quizá solo tus ojos, quizá solo tu boca.
¿Y si me dejo caer desde tu sonrisa hasta tu ombligo? ¿Quién me salvará de ser consumido por mis antojos? Quizá solo tu cuello, quizá solo tu risa.
¿Y si mis manos se pierden en tu espalda? ¿Quién evitará su cautiverio amado? Quizá solo tus manos, quizá solo tu voz.
Eres el camino a mi perdición, te necesito y siento que me matas, pero eres también mi salvación, porque si tú me besas...me desatas.__ Perdón, Pedro, no sé qué hice, pero me he sentido un extraño desde que murió Silvina, y cuando supe del veneno…

__Shhh.

__Mientras duermo, sueño con nuestra primera vez, cuando deslizaba mis manos  por tu ardiente piel y tu cuerpo comenzaba a temblar, se erizaban tus poros y yo besaba tus labios, bebía tu humedad, y sofocaba tus gemidos con mis besos, despierto empapado en sudor,
sé que te he vuelto a soñar y pienso,  que sería capaz de dar el resto de los días que me quedan de vida, por volver pasar otra noche contigo _susurró, Guillermo emocionado__.

Llegaste a mí  como un rayo de sol caliente  en un frío invierno, o como la luna llega al ocaso, o como el amanecer llega  después de cada noche, o como las olas  que bañan la arena de las playas, o como un verano en pleno otoño, o como esa luz al final del camino, y ahora que estás aquí, todo mi mundo está completo, porque conocerte ha sido,  sin duda la cosa más maravillosa  que me ha sucedido, y hoy tú eres mi vida, mi deseo, mi pasión, pero principalmente  eres quien inspira cada  palabra y suspiro que salen  de mi corazón, porque mi futuro perpetuo eres tú. Si mañana en la embajada te echo, no lo tomes en serio, si vuelvo a desconfiar  no me creas, si me asusto de amarte, no me dejes… Pedro Beggio.

__ Jamás __dijo con voz ronca__. Siempre añoré tener un amor prohibido, pero no fue posible, intenté darme la oportunidad; y sin embargo, me invadió el miedo, a sentir esa piel, esos besos llenos de lascivia, de mirada penetrante, de desnudar el alma, ser la llamarada y el fuego que consume el cuerpo, mi condena es envejecer sin amar, ni ser amado.
Cómo borrar la sensación de unas caricias; me arranqué la piel  para no sentir y ser pecado de alguien, acelerando mi memoria, las huellas que quizá dejó alguien especial en mi ser, y que solo fueron fantasías, esos besos inefables que dejaron tatuajes en mi piel y gran algarabía, solo sucedieron una vez; y eso, fue hace tanto tiempo que ya lo olvidé.
Enfocado y enfrascado estoy en una soledad, en la que se ahoga mi alma, estoy agotado por mi existencia, no dejar entrar a nadie es mi cordura, aunque mi cuerpo exige la sensualidad y el erotismo; he marcado perfectamente mi destino, quizá porque unos brazos hicieron tanto daño,  y yo no quiero ser el desperfecto de la ausencia total que existiría, un prohibido amor.
Yo, no estoy hecho para amar, más,  me siento feliz, porque soy una  persona que no necesita solo el sexo para vivir, soy entregado a la pasión, y si he de quedarme así, es porque no encontraré nunca el amor que me haga sucumbir, me dije hasta conocerte, pero hoy no puedo alejarme demasiado tiempo de tu lado, ni permitirte que te niegues a este amor. No me temas, Guillermo, por favor confía en mí, hay cosas que no puedo decirte todavía __pidió, Pedro.



__A veces, contemplando ese punto infinito de la nada, que subyace en el entramado del pensamiento. Ese punto in concreto de la nada del ser, abstraído en el vació del no ser.
Ese punto inconcluyente de la naturaleza que no ostenta las razones de la existencia, salvo el continuo y salvaje equilibrio exento de toda inteligencia emocional y todo sobrevive adaptándose al entorno, de una evolución que insiste y persiste, en la eterna lucha del más fuerte, donde los débiles inadaptados, como yo, perecemos en el punto concreto del excremento abono de la muerte. A veces, contemplando ese punto infinito, perforado en la profundidad del pensamiento, donde el tiempo se ralentiza y todo es nada en el entorno paralelamente inexistente. Ese punto estático en la oquedad del horizonte, donde toda pregunta tiene respuesta y toda respuesta queda suspendida. No es atraída a la atracción de su razón, entre la incerteza y la duda, la verdad y la mentira. Ese punto, donde los dioses se adjudican el azar, de la creación, refugiándose de la existencia y la muerte, allí, donde discurre el espacio tiempo, en la genética humana del universo, fraguada en las sombras de nuestro vacío. Allí, en ese punto infinito de la nada en la eternidad, de breves segundos es donde subyace la verdad que omitimos. El amor es esa verdad, Pedro __concluyó mirándolo profundamente__. Tu belleza, es un atentado a  la naturaleza. Un acto terrorista a mi ser. Una declaración de guerra a tu conquista, en la guerra fría de mi corazón. Es una masacre a mi alma. Un golpe de estado a mi ser. Una dictadura a mi piel. La imposición por las armas de tu belleza es hacer el amor en medio de la guerra. El éxtasis de un jadeo entre batallas. Un orgasmo en el cementerio. Una orgía en el desierto. La caricia de la calma entre disparos y balas.
Un te quiero, desgarrando el alma entre estallidos y bombas. Es el lamento de la vida en el llanto de la muerte. Tu belleza, es una arrogancia a la primavera, una ofensa a las flores. El esmaltado cobrizo del viento. El dorado camino de hojas muertas del vivo otoño. Un regalo de la existencia en la incubadora del mundo. Es una ofensa a Dios que tienta al diablo, maldecida, por los ángeles. Una lascivia a la creación. La especie perfecta adaptada a la evolución. Es el Kama Sutra en el paraíso perdido. El árbol, la manzana, la serpiente, el ángel caído, es la barbarie que amenaza la carne en la brutalidad de mis pupilas. Mortal, cruda, salvaje, cruel
hasta los abismos del dolor. Realista, como la soledad y el hambre. Tu belleza, es una invitación a perecer en la paz. Es una luciérnaga entre las sombras. Una flor en el infierno. Una flama en el cielo. Las lágrimas del tiempo en la impotencia de tu secuestro, los celos del infinito de la eternidad que te conquista. Del amante ambicioso, del futuro que te desea, de la muerte que impaciente y ansiosa, espera su momento. Es el fetichismo de tu piel en la desnudez de mis noches entre tus encajes. El masoquismo de mis miradas a los golpes de tus movimientos. La hidrofobia de la lluvia que te moja, adaptándose a tu cuerpo. La salada humedad de tus recónditos. El síndrome de tus pertenencias, más íntimas y calladas.
La espada de Damocles arrojándose a mis huesos. Mi talón de Aquiles para mi engañado corazón. Tu belleza, es el silencio, la soledad, el enigma del universo, toda la materia en un gramo de sentimiento expandiéndose en el cosmos del tiempo hasta mi zafia fealdad, así, así, es tu belleza.
No me expongas tus virtudes, háblame de tus defectos que ansío conocerte.
 __ Guille, yo despierto y duermo en tu mirada, respiro y exhalo en tu aliento cuando me hablas, un torrente de sentimiento por debajo de la piel me recorre, se aceleran los latidos en el pecho cuando te veo, allí por mí, aguardando… hallo el alimento perfecto en tus besos para mi alma, nada parece calmar mis ansias, solo saberte allí dispuesto a darme de ti, el amor que me llena de calma y hace renacer las esperanzas.
Mirarte cuando me paseas por esos rincones de la casa, perseguir las líneas de tu rostro, de tu cuerpo cuando siento entre tus manos me llevas… solo tú puedes provocar que mis pulsos se aceleren lentamente y allí en aquel espacio tuyo sienta yo, el impulso de callar tus palabras en la mordaza de mis besos, que se cierren allí tus ojos y los míos para ver el amor que llevamos dentro.
Entre palabras y miradas te confieso cómo tienes mi amor entre tus manos, cómo has provocado se sacuda mi mundo con tu presencia, que la idea de tu ausencia me deja perdido en un mundo lleno de vacío, tienes entre tus manos, en tus ojos y en tu voz lo que mis estados de ánimo, como luna a las mareas, controla y a su antojo regula, pues es inútil quitarte de mis pensamientos… pues un amor como el tuyo se lleva muy dentro.
Y los minutos allí contigo quiero detener, que el tiempo se detenga en cada mirada mía que te llevas, en cada beso mío que te alimenta, en cada caricia de mis manos que te abriga… cómo detener a tan pocos centímetros de tus labios, de tu piel, el impulso loco de apoderarme de ti, en ese instante llenarte por completo de esta pasión que ante ti se vuelve caldera, que desespera por consumirte, que ardas en mí y yo en ti… y dar rienda suelta por siempre, al impulso de vivir amándonos.


__ ¿Qué haces aquí? __ interrogó Guillermo de nuevo.

__Quería verte, pero no es seguro regresar a la ciudad __ se sinceró, Pedro.

__ ¿Quién te dijo que Alberto me trajo con todas las chicas al hospital y a la misión?
__Los custodios,  Guille _lo dije__. Tienes asignados guardaespaldas desde el primer atentado, cuando quisieron secuestrarte, detrás de Matías estaba yo con ellos, estoy en persona o está mi gente dondequiera que vayas desde el minuto uno en que llegaste a Washington.

Guillermo lo miró asombrado.

__Dijiste que estamos rodeados de enemigos, micrófonos,  espías…
__Es  la verdad, por ello te llevo a la burbuja o al parque, lo viste con el chip que la mucama te puso en el zapato.
__No entiendo.
__Los guardias, los custodios que me informan de ti y de los chicos… no son rumanos, ni siquiera de los Estados Unidos, es gente de mi confianza, amor, por favor, no me preguntes ahora _suplicó__. Necesito un tiempo más para contarte todo,   y ni siquiera estoy del todo seguro que este sitio esté limpio, pero te aseguro que en Bucarest estaremos en peligro y te pido que veas lo que veas, pase lo que pase, confíes en mí, y si no estoy, solo en Alberto, por favor.

¿Vas a adoptar a este chico?
__Sí, no me preguntes por qué, pero en cada vez que lo he visto, desde la primera en que acababa de morir su madre, sentí por él algo tan profundo como el día en que nació, Fabián, pero ellos… mis hijos no lo saben aún, es complejo, muy difícil _dijo emocionado.

__Yo puedo ayudarte, y mi prima también, ya veremos al regresar.
__No le pidas nada a Arismendi, Pedro, por favor, no lo veas.
__Guille, no lo haré, lo detesto, mi vida eres tú, si me invita y ocupo sus casas, es porque desde mis estancias anteriores es así, nada más.
__Tampoco lo mates a trompadas, porque es quien llevará en su avión a Koly al hospital donde le intentarán hacer las cirugías que necesita, es lo que intenté decirte ese día.
__Podremos hacerlo nosotros, no necesitas de él.
__!Pedro!


Abdul, con la maestría que poseía para escabullirse, se deslizó dentro de la casa de las religiosas después de verificar que nadie lo viera, para verificar que no le mentían, que su “papá” dormía. Hasta que entornó la puerta de la habitación y lo vio tendido en la cama con Pedro a su lado no recuperó la calma. Temía que se hubiese ido, que lo hubiese abandonado
Pedro le hizo una seña de guardar silencio, Guillermo había vuelto al sueño, y, al descubrir el pánico en la expresión del niño, se le oprimió el corazón. Lo invitó a pasar con un ademán de su mano. Notó que estaba recién bañado. Con ropa limpia, y los rizos húmedos, tan apretados que parecían abalorios negros. El niño se arrodilló cerca de la cabecera y susurró, más bien movió los labios.

__ ¿Mi papá está enfermo, Pedro? __Pedro agitó el índice para negar, todavía le costaba oír ese papá, la parte posesiva y salvaje en él se rebelaba y gritaba __. ¿Qué le pasa entonces?

__Estaba muy cansado. Si no dormía, se iba a desmayar.

Apretó los labios para reprimir la carcajada que le causó la mueca del nene, que levantó las cejas, luego frunció el entrecejo, se mordió el labio y sacudió la cabeza y los hombros, abrumado por la impotencia y la preocupación. Apoyó la mejilla en la almohada.
Pedro lo observaba. Movía los párpados lentamente, como si  las pestañas tan vueltas y tupidas, le pesaran. La respiración se le acompasaba y los hombros se le relajaban, no debía estar cómodo, caviló, Pedro, con las rodillas sobre el piso de ladrillo, y, sin embargo, se mantenía estoico en actitud protectora, lo admiró por eso.

__Pedro, ¿Fabián y Malena no me quieren? __ preguntó en un susurro.
__No te conocen, pero te van a querer mucho, ellos dos son muy buenos, y no tienen mamá.
__ ¿De verdad? __se asombró__. ¿La mamá de ellos se fue al cielo como mi familia?

__Así es, tuvo que irse al cielo y dejarlos con Guille, pero lo tienen a él, y pronto tú lo tendrás como ellos.
__ ¿Y están tristes y lloran?
__A veces, aunque ahora no tanto.
__Yo ahora no estoy tan triste porque Guille dice que soy su tesoro, y que nunca me separaré de él, y es tu amigo __ dijo el niño mirándolo, y Pedro no pudo articular.


Un nuevo trueno perforó el silencio de la habitación, y abrió paso a la lluvia, que cayó sin misericordia. Pedro abandonó la cama para cerrar el postigo y se acostó de nuevo. Guillermo agitó la cabeza y las piernas y despertó. Pedro lo aguardó, expectante, hasta que sus ojos lo descubrieron junto a él y le sonrieron.
Pedro le pasó la punta de los dedos por la mejilla caliente y sonrosada, y se inclinó para besarlo en los labios. Abdul le depositó varios besos en la espalda y en el brazo.

__ ¿Quién anda ahí?
__ Yo, Abdul _dijo muy serio.

__! Ah, mi tesoro está aquí! __exclamó, sin volverse__. Quítate las zapatillas y acuéstate con nosotros.

A Pedro le dio risa la velocidad con que se descalzaba y subía a la cama, muy angosta para los tres. Se introdujo entre ellos, más bien se embutió, dándole la espalda y mirando a Guillermo con una adoración en la que Pedro se reconoció.

__Gaby y Sonia nos ayudaron a bañarnos, a Koly y a mí.
__ ¿Se portaron bien?

El niño asintió.

__A él  Gaby le curó las quemaduras y a mí no me dio asco verlas.
__Eres un niño muy valiente tesoro mío.
__ ¿Ibas a desmayarte si no dormías?
__Estaba muy cansado _admitió Guillermo__, pero no creo que me hubiera desmayado.

__ ¿Por qué te pregunta eso? ¿Te desmayaste alguna vez por cansancio? __Pedro simuló no saber, y Guillermo elevó la mirada para encontrar sus ojos, severos y cargados de reproches. No reparó en la preocupación ni en el enojo de Pedro, pensó, en cambio, que se trataba de un sueño hecho realidad, tenerlos a todos juntos, con él. Resultaba tan estremecedor e inverosímil que temía fuese parte de una ilusión que se desvanecería cuando él despertase.

__Hace unos días tuve una lipotimia, acá mismo.
__Mierda, Guillermo _exclamó__. Eso es porque trabajas sin descanso y ni siquiera paras para almorzar, más cuando no estoy cerca para vigilarte.

__Pudo ser otra cosa _lo dijo sin reproche__, no estaba bien todavía.

Guillermo estiró la mano y le acarició la barba incipiente con el dorso de los dedos, lo que causó un efecto inmediato en la ira de Pedro, la neutralizó. Él le busco la mano con la boca y le mordisqueó los dedos y los besó.
__ ¿Qué pasa? ¿Qué dice, Pedro? ¿Está enojado?
__Sí _ admitió Guillermo__. Dice que no como ni descanso lo suficiente.
__ ¿Y por eso te desmayas?
__Sí __intervino, Pedro, la rabia a duras penas sofocada__, por eso se desmaya.
__! No quiero que trabajes tanto y quiero que comas mucho! __llorisqueó Abdul, y hundió la cara en el pecho de Guillermo, y le pasó el brazo por la espalda para pegarse a él.
__Pedro, estás asustándolo __ le increpó Guillermo en francés para que el nene no comprendiera__. Ha perdido a toda su familia a manos de una etnia rebelde. ¿No te das cuenta de la angustia que le causa el pensar en perderme también?

Pedro lo contempló con una expresión contrita, una mueca tan inusual en él que Guillermo se esforzó por no reír.
__Ey, campeón __lo llamó, Pedro, y se inclinó sobre el oído del niño__, no tengas miedo. A Guille no le sucederá nada porque tú y yo no lo permitiremos.
__ ¿No? __llorisqueó, sin apartar la cara del pecho de Guillermo.
__No, y tú vas a ayudarme. ¿Vas a ayudarme?
__Sí _ aseguró y giró para enfrentar a Pedro, que experimentó una emoción fuerte ante la carita húmeda de lágrimas que lo transportó al recuerdo de su hijo, y le desgarró el pecho. El sentimiento volvió a tomarlo por sorpresa, a pesar de que ya sabía que ese niño contaba con  la cualidad de Guillermo, la de despojarlo de la coraza para dejarlo inerme, expuesto, vulnerable. Le arrastró el pulgar por el cachete para secárselo y la belleza del rostro del niño volvió a admirarlo. Era tan hermoso, de rasgos regulares, y de mirada dulce.
__Tú y yo _ dijo, con acento cómplice__ nos ocuparemos de que no trabaje tanto, de que duerma y de que coma. ¿Qué te parece? ¿Me ayudarás?
__! Sí!
__ ¿Están complotando en mi contra?

Un alboroto que no lo conformaban risas sino voces asustadas y correteos, interrumpió el diálogo. Pedro abandonó la cama de un salto, Guillermo y Abdul lo siguieron.
El llamado de Gaby con un claro timbre de terror. Se convirtió en un escalofrío en el cuerpo de Guillermo, que salió del dormitorio como un vendaval, los médicos de manos que curan habían partido luego del almuerzo hacia la próxima misión.

__ ¿Qué sucede?
Un Alberto asustado traía a una niña en brazos. Las religiosas y Sonia los seguían, al igual que algunas de las mujeres acogidas.
__! Le picó una abeja! _ explicó Gaby__. Y resultó ser muy alérgica. El edema de glotis le está obstruyendo las vías respiratorias.
__Y tiene el pulso muy bajo _ concluyó Guillermo que rebuscó en su memoria los conocimientos de medicina que tenía escondidos de los años que estuvo casado con Silvina, de las noches que la oyó estudiar en voz alta, de las veces que la acompañó a un domicilio.

Si bien tenía la cara muy hinchada, inflada como un globo, tanto que los ojos se le habían sumido bajo los párpados, y la piel cobraba un tinte azulado, Guillermo reconoció a una niña de tres años que había conocido esa mañana, rechazada por su madre por haber sido fruto de una violación.
__! A la mesa de la cocina! __ordenó__. Gaby, trae mi maletín que quedó en la camioneta, lo llevo siempre conmigo cuando salgo con mis hijos.
__ ¿Se va a morir? __preguntó Abdul a Pedro.
__No __afirmó este, sin asidero_. Vamos _ dijo, y tomó al niño de la mano para sacarlo de la cocina__. Guille sabe medicina,  él la podrá salvar.
__ ¿De verdad?
__Claro, campeón.

En la cocina, Pedro descubrió que la niña ya había sido colocada de espalda sobre la mesa. Con un repasador enrollado bajo la nuca. Gaby apoyaba la mano en la frente para mantener la cabeza hacia atrás y exponer el cuello. El chofer pasado por agua fue quien al fin apareció con un maletín de primeros auxilios y lo colocó sobre la mesada. Guillermo se echó povidona yodada en las manos, las refregó rápidamente, no contaba con guantes de látex.

La niña casi no respiraba, y el riego de lesión cerebral lo empujaba pese al temor a intervenir.
__Que salgan todos __pidió, mientras extraía elementos del maletín.
Una religiosa los sacó fuera, a excepción de Pedro y de la madre de la nena, que, se quedaron en un rincón.
 __ Gaby, consígueme una lapicera o cualquier cosa tubular, y desinféctala.
Pedro lo observaba actuar con semblante congelado, como si sobre él hubiese caído un hechizo. Solo sus ojos se movían para seguir las manos.
De pronto reaccionó, él también como soldado de élite tenía conocimientos básicos, corrió junto a Guillermo, cruzaron una mirada, y se entendieron sin palabras.
__Hazle una coniotomía _ dijo __. En esta situación será menos riesgosa que una traqueostomía.
____Ya tengo el tubo _ dijo Gaby que sostenía el bolígrafo que había despojado de su interior__, lo voy a desinfectar.

Pedro contemplaba, absorto el movimiento de las manos, de los dedos de Guillermo sobre el cuellito de la niña. Lo palpaba para ubicar algo y lo hacía con destreza. De hecho intentaba localizar el cartílago tiroideo y la membrana cricotiroidea, sobre la cual, realizaría la incisión. Una vez localizado el sitio, Pedro lo pintó con alcohol yodado.
__ Angélica, Gaby sosténganla. Voy a cortar, y Pedro le colocará el tubo.
Guillermo aplicó presión sobre la piel de la niña y realizó la incisión no mayor a un centímetro y medio, de la cual brotó sangre oscura y espesa. La niña, inconsciente, no se movió. Guillermo embebió el corte con una gasa y siguió adelante hasta saber que había abierto una buena vía en la tráquea.
__Pedro, el tubo __pidió. Pedro lo insertó en el orificio, y enseguida notaron que el pecho de la niña se expandía cuando sus pulmones se colmaron de aire.
__Gracias a Dios _exclamó la religiosa.
__Se está restableciendo el pulso.
__Hay que llevarla al hospital. Ya _urgió Guillermo, mientras rodeaba de gasa la base del tubo y lo pegaba al cuello con cinta adhesiva.
__ ¿En esta tormenta? __ se espantó la religiosa__. Es muy peligroso.
__La coniotomía es un procedimiento de urgencia en casos de asfixia, pero requiere cuidados intensivos inmediatos. Los riesgos son muchísimos. Tenemos que ir.
__ Madre _intervino, Pedro__, deme las llaves de la Range Rover. Yo la llevaré.
__Yo voy con vos __dijo Guillermo, y Pedro, conocedor de esa expresión resuelta, supo que de nada valía intentar disuadir al… embajador.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE. EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON.

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