lunes, 5 de agosto de 2019

EL VIAJE CAPÍTULO 133.


EL VIAJE
CAPÍTULO 133.
«Parecía especializarse en causas perdidas. Perderlas primero, y después largarse atrás como un loco».
Julio Cortázar | Rayuela [31]
“No importa cómo muere un hombre, sino cómo ha vivido.
El acto de morir no es importante, su duración es escasa.”
Samuel Johnson.


__Son sorpresas. ¿Te interesa ese muchacho acaso?
__No.
__ ¿Me interesó mandar a… ya sabes dónde a Maximiliano cuando apareció al conocerte?
__No.
__Entonces, vamos a hacer lo que vinimos a hacer.
__ ¿Que sería?
__Cumplir con nuestro sueño erótico, tengo hambre de vos, y no me iré de acá sin vos, es más,  sin renovar nuestros votos, no olvides que perdimos los anillos, allí empezó la maldición.
__ ¿Qué sería?
__ ¿La maldición?
__No, lo otro, el sueño…
__Sueño erótico. Cuando pierdes la inocencia. Cuando un orgasmo vale más que mil te quiero. Cuando el encuentro cuerpo a cuerpo ilumina la noche. Cuando el sudor se confunde y nuestros cuerpos resbalan. Cuando las caricias rebasan más allá del pudor. Cuando nuestros centros se confunden con nuestros cerebros. Cuando desdibujados y casi invisibles hacemos palidecer de los siete pecados capitales al más candente. Cuando detenemos el tiempo y nos volvemos labios, manos como ventosas y cuerpos que penetran unos poros en otros.

“Parado frente a los tres caminos, cuarenta años después, aún puedo sentir la emoción que me movilizaba en aquellos años de niñez extrema. Puedo oler de alguna manera el aroma de la aventura que me llamaba en esas tres direcciones.
En una calle de  Santiago, mi ciudad, barrio Las Delicias, un par de cuadras después de los galpones de la “F” (Empresa de transporte urbano), calle que en esa época era de tierra y daba contra la calle Ombú. Allí comenzaba el campo que estaba alambrado. Recuerdo que llegábamos en bici, mi mejor amiga, y primero estaba la zanja casi sin profundidad y una vez sorteada la misma había unos tres metros hasta el alambre, en ese espacio dominaban esos árboles que tienen racimos de bolitas que usábamos para soplar a través de canutos de caña o los tubos de sifones de soda. Estos arbolitos se extendían hacia los lados por varias cuadras y le daban al paisaje un tono encantador, eran como la división entre el mundo real y la maravillosa aventura que nos invitaba a probarla.
Montados en las bicicletas, con un pie en el suelo, admirábamos emocionados los tres caminos que custodiados por espesa vegetación y yuyos de considerable altura, no nos permitían ver la ilusión que estaba vedada por el momento debido a la falta de edad. En esos tiempos se obedecía lo que te habían permitido no hacer. Recorrer los caminos deseados tenía que esperar, pero igual siempre nos asegurábamos que estuvieran esperándonos hasta que nos dieran permiso. El recorrido en bici siempre y de alguna manera pasaba por allí. El cerco de alambre estaba cortado como insinuándose y provocándonos para desobedecer a nuestros padres.
40 años después parado al final de la calle Pueyrredón, edificaciones, árboles extraños y extranjeros, pavimento y autos yendo y viniendo, no pueden robarme mi pertenencia, la esencia de lo que soy por dentro, un viajero y aventurero incansable en bicicleta. Los tres caminos aún están ahí aunque nadie los vea, en mi memoria.
¿Si pude recorrer los tres caminos algún día? Sí, al fin llegó la autorización y pude explorarlos. Lo que vi en ellos y en dónde desembocaban, me lo guardo para mí. Pagaron con creces la espera. No te llegues hasta el lugar para tratar de verlos, ese privilegio es solo mío y de mi vieja bicicleta”.

“El mundo en una ciudad de tantas a fecha de un día cualquiera de un siglo que comienza.
Querida libertad, desde el exilio de mi tristeza, le escribo al viento para que mis letras lleguen hasta ti. Todo ha cambiado desde tu marcha, la ciudad no es la misma, se detiene moderada en cada semáforo, la gente, se viste con la prisa arrastrado por una moda que les consume no fabricada a su medida, por el último héroe de la diosa publicidad, que canta una canción repetitiva, plasmada en el sonido digital que te confunde con la comunicación.
Querida libertad, un fuerte abrazo a tus hermanos los vientos. Un beso efusivo a tu hermana
pequeña la brisa y un saludo de mi parte a tus amigos los océanos y los mares. Sigo a la espera de tu regreso, y sé, con la absoluta certeza de mi corazón, que un día harás un hueco en tu solícita agenda, comprendo que infatigable viajas allí donde te reclaman gritando tu nombre.
Disculpa mi atrevimiento, pues no pretendo ser egoísta,  pero te hecho tanto de menos que no concibo la vida sin ti. Mi querida libertad, no hay día que mi pensamiento sea reiterativo en ti.
A veces, pienso en tu regreso, el cual se me hace eterno y el día menos pensado, calzaré  las sandalias de la existencia y vistiéndome con el polvo de mil caminos, me iré a tu encuentro. Cada noche tu ausencia es más grande, y cuando el ovillo de la luna, desgaja su último hilo de plata, sueño, sueño que entre las nubes estás conmigo atrapando estrellas como quien atrapa pensamientos en la utopía, y es que tu recuerdo me invita a soñar.
Mi apreciada infravalorada libertad, un profundo abrazo de parte de mi amiga la paz. La esperanza, no cesa de pedirme que la visites. La muerte, ya cansada, me ruega que por favor la liberes de su esclavitud mortuoria y mi amiga la soledad, te recuerda que cumplas tu promesa de visitarla. Mi muy querida libertad, antes de despedirme comunicarte que Dios te recuerda que concluyas tu bagaje, pues el paraíso sin ti está perdido. Un saludo protocolario a tu padre el universo, y un abrazo con mi más amplia sonrisa, a tu madre, la naturaleza. A la espera de tu ansiada vuelta me despido de ti, esta que siempre te quiere, tu amiga la democracia.
POSDATA:
Con urgencia te ruego que visites a la guerra y al hambre, pues están viejos y cansados y precisan un poco de tu libertad.
"En vano buscamos la libertad en una sociedad donde debemos de consumirla bajo un orden establecido."

__Nosotros hoy somos libres ¿acaso no es así? __interrogó Guiiermo con esa expresión entre curiosa y confundida.

__Sí, nos lo hemos ganado creo pero pocos lo son si no tienen siquiera cubiertas las necesidades mínimas como viste en camino a la ciudad, y de algún modo quise dejarlo reflejado en el libro. ¿La sorpresa?
__Luego.

__Y después del amor me dijiste. ¿Bailamos? y fue el mejor baile de mi vida, aún recuerdo la melodía. Sí, bailamos pegaditos muy pegaditos, sintiendo cómo nuestros cuerpos se movían al mismo ritmo en la misma sintonía. Y volvimos, la ropa cayó de nuevo, esa música, el roce de mi pecho, tus labios en mis oídos cantándome tan quedito susurrando apenas tu deseo… Bailamos de nuevo en un tono tan sensual como solo lo podemos hacer juntos tú y yo, ese vaivén nos atrapó por muchas horas más.
Edith Piaf, ¿te gustaría?
__Tenía una voz extraordinaria, sí me gustaría oírla. Me conmueve su historia.
Se trataba de una selección de sus temas más conocidos. Pedro colocó el CD y al volverse chocó con el cuerpo de su esposo.
__Sigamos bailando precioso.
Pedro asintió conmovido por la delicadeza con que le apoyó la mano en la cintura y embelesado en la contemplación del rostro y lo atrajo a su cuerpo.  Guillermo descansó la mejilla sobre su pecho y se meció al ritmo de la canción.
__ ¿Me la traduces por favor? __pidió Pedro.

Guillermo apuntó el equipo con el control remoto, volvió atrás, pulsó play y la canción recomenzó y perdido en el cuello de Pedro fue susurrando los versos en voz baja, ronca y al oído: “Ojos que hacen bajar los nuestros… Una sonrisa que se pierde en su boca… He aquí el retrato sin retoques… del hombre a quien pertenezco… Cuando él me toma en sus brazos… y me canta bajito veo la vida en rosa. Él me dice palabras de amor… Me las dice cada día… Y eso me hace sentir algo…  Él hace entrar en mi corazón… una parte de felicidad… donde yo conozco la causa. Él es para mí, yo soy para él… Para toda la vida… Me lo ha dicho, lo juró por la vida. Tan pronto lo vi… sentí mi corazón saltar emocionado.
Las noches de amor tienen que terminar… Una gran felicidad toma su lugar… Los problemas y penas se alejan… Felicidad, felicidad por la cual se puede morir”.

 Le siguió la preferida de Guillermo No me arrepiento de nada. No, no lamento nada.
--“No, no, nada de nada,
No, no lamento nada.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal,
todo eso me da igual.
No nada de nada,
no…  no lamento nada.
Está pagado, barrido, olvidado...
Me importa un bledo el pasado.
Con mis recuerdos
he encendido el fuego,
mis penas, mis placeres…
Ya no los necesito.
Barridos los amores
Y todos sus temblores,
barridos para siempre,
vuelvo a empezar de cero.
No nada de nada,
no no lamento nada.
Ni el bien que me han hecho,
ni el mal, todo eso me da igual.
No nada de nada,
no no lamento nada.
Porque mi vida,
porque mis alegrías,
hoy comienzan contigo”.
Edith Piaf, nació en París, el 19 de diciembre de 1915, bajo el nombre de Edith Giovanna Gassion. Su padre, Louis Alphonse Gassion (nacido en Castillon en la región de Calvados en Normandía en 1881), era acróbata, y para celebrar su nacimiento se emborrachó y dejó a su madre, que era cantante ambulante, Annetta Maillard (1895-1945), de origen ítalo-bereber. Sin apoyo, tuvo que afrontar el parto sola. Salió a la calle por sus propios medios, pero no consiguió llegar al hospital y Edith nació en plena calle debajo de una farola frente al número 72 de la calle de Belleville en París.
Annetta, al ser demasiado pobre como para criar a la pequeña Edith, la confía a su madre, Emma (Aïcha) Saïd Ben Mohammed (1876-1930) de origen marroquí , quien en vez de darle leche con biberón, la alimentaba con vino, con la excusa de que así se eliminaban los microbios. Después la entrega a su padre, quien está a punto de ir al frente en la Primera Guerra Mundial, lo que lo lleva a dejar a la niña con su madre (abuela paterna de Édith), dueña de una casa de prostitución en Bernay, Normandía, donde la niña es criada por las prostitutas de la casa.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, su padre vuelve del frente y la lleva consigo a vivir la vida de los artistas de los pequeños circos itinerantes, luego la del artista ambulante, independiente y miserable. Édith revela su talento y su excepcional voz en las canciones populares que canta en las calles junto a su padre, tal como su madre lo hacía. En Montmartre, Rue Veron Nº 18 se encuentra el Hotel Clermont, donde residió Edith Piaf a los 14 años al separarse de su padre en 1929. Hace su propio camino como cantante en la Place Pigalle, Ménilmontant, y en los suburbios de París. En 1933 a los diecisiete años se enamoró de un chico de los recados, Louis Dupont, con quien poco después, tuvo su única hija, una niña llamada Marcelle, que murió a la edad de dos años de meningitis.
En marzo de 1936, debutó en el género de music-hall en el teatro abc de París. Se convierte inmediatamente en la estrella de la canción francesa, adorada por el público y difundida por la radio. En 1940 Piaf triunfa en el Bobino con una pieza escrita especialmente para ella por Jean Cocteau llamada Le Bel Indiférent, que interpreta con éxito, junto al actor Paul Meurisse.
Siempre con Paul como partenaire, en 1941, Piaf interpreta la película de Montmartre-sur-Seine de Georges Lacombe. Durante el rodaje de ese largometraje, Edith conoce a Henri Contet, que, como Marguerite Monnot, se convertirá en uno de sus autores fetiches. Durante la ocupación alemana, la cantante continua dando conciertos, sin ceder a la ocupación nazi. Ella interpreta canciones con un doble sentido evocando la Resistencia cuando interpreta Tu es partout en la que alude a la traición de un amante. En este período tan difícil para todos los habitantes de Francia, Piaf se erige como protectora de los artistas judíos, perseguidos por las autoridades alemanas.
En la primavera de 1944 se presenta en el Moulin Rouge, donde el joven cantante de music-hall Yves Montand forma parte importante del espectáculo. Se produce un flechazo entre los dos artistas y Édith Piaf lo presenta a las personas más importantes de la época en el mundo del espectáculo: Joseph Kosma, Henri Crolla, Loulou Gasté, Jean Guigo, Henri Contet, Louiguy, Marguerite Monnot, Bob Castella, Francis Lemarque...
Durante la guerra, Edith Piaf cantaba en los clubes y music-halls, y ayudaba a los prisioneros a escapar de los invasores alemanes. Tras la guerra, en 1945, escribe la letra de La vie en rose, su canción más célebre, que interpreta en la Comédie-Française.
Su fallecimiento fue anunciado oficialmente el 11 de octubre, el mismo día en que muere su amigo el cineasta Jean Cocteau con quien mantenía una estrecha comunicación. Al enterarse de la muerte de su amiga, Cocteau, horas antes de morir el mismo, dijo: "Nunca he conocido un ser más desprendido de su alma. Ella no entregaba su alma, ella la regalaba, ella tiraba oro por las ventanas."

Con la última estrofa Pedro se aferró a la solapa de la bata de su esposo y hundió el rostro para llorar. Las canciones siguieron y Guillermo ya no tradujo. Guardó silencio mientras lo contenía en su abrazo y lo mecía al son de las baladas.

__Me emocioné, creo que escribieron esa canción para mí.
__Dicen que fue lo que dijo Edith  cuando la escuchó por primera vez.
__ ¿De verdad? __Pedro elevó el rostro y Guillermo barrió una lágrima con el pulgar__. Entonces sufrió mucho antes de hallar al verdadero amor.

Guillermo se quedó mirándolo hasta que Pedro volvió a buscar refugio entre sus brazos en su pecho y le ocultó los ojos. Él no podía saber el daño que le había causado con esa frase. El sufrimiento de Pedro… los golpes, el desamor sus pérdidas,  sus padecimientos…  no existía nada que le produjese más desolación que imaginarlo sufriendo.
Al cabo Pedro expresó.

__Edith Piaf también amó tanto como te amo yo. Es obvio para mí. Nadie puede cantar así sin el sentimiento.
__Dicen que amó muchísimo a un boxeador que murió en un accidente aéreo y nunca se repuso.
Se miraron de nuevo fijamente con el pánico de la pérdida silente disimulado,  con la certeza de que el amor resiste.

--Debajo de mi ropa, tus manos descubren mi piel, curioseas por conocer todos mis secretos, me miras y me cautivas, tus ojos destilan infierno exquisito, quieres poseerme, lo transmiten tus ojos, la lascivia entre los dos está a la orden del día.
Te levantas y dejamos la taza del café, una invitación tuya al hotel, y ahí empieza el dulce tormento, seducirme con el mejor y el más oscuro de tus besos, anhelas mi silueta y de ella haces la mejor obra de arte, me esculpes, me tocas, me fascinan tus caricias, tus manos saben perfectamente cómo desquebrajarme de tanto que hacen caer ante tus brazos.
Nuestras aromas se impregnan con nuestros cuerpos, mezclas de perfumes que erotizan la piel, me sumo en tu fuego, sin cadenas, somos la locura, ansias envueltas en deseo, pasión y sexo, es la adrenalina de lo rico que es lo prohibido.
Degustamos de la miel, besas mi cuerpo, vibro, me siento tan vivo, mi desnudez y la tuya luchan cuerpo a cuerpo, provocando lo inefable y la agonía de entregarnos a lo maravilloso, hacer el amor, que no es fantasía, sino una realidad bellísima, en mis poros deja cada huella inventada donde ambicionas despertar mi cuerpo.
Tu geografía embelesa mis sentidos, escalas lentamente mi cuerpo hasta la cúspide, mis caderas al ritmo de tus gemidos, acallamos los gritos con besos fugaces que se vuelven etéreos, mis pezones no se escapan de tus labios, de tu boca, es la perdición de mis sentimientos, entregando mi alma, y todo mi ser, tú, yo y nuestras pieles pedirán nombrarse antes de conciliar el sueño... Quedamos exhaustos, esperando la llegada de otro encuentro como este, tan lleno de pasión y deseo.

Pedro despertó en un sitio oscuro y desconocido.
__Guiie? _dijo con voz adormecida y estiró la mano para tocarlo no estaba__. ¿Guiiermo? __Se incorporó asustado__. Guiie.
Oyó un correteo. Provenía de la planta alta. Abrió las cortinas para que las luces del jardín del hotel y el tenue resplandor de la luna a la que las nubes tormentosas intentaban engullir se filtrasen en el dormitorio y lo iluminasen apenas sin resplandores impetuosos.
Vio a Pedro sentado en la cama con la bata abierta y caída por un hombro, el cabello alborotado y un destello sobrenatural en los ojos.

__Aquí estoy amorcito __lo tranquilizó y entrelazó sus dedos con los  que él le ofrecía__. ¿Qué pasa?__Lo obligó a recostarse a su lado__. ¿Otra pesadilla?

Pedro se ovilló contra él que profundizó la cavidad de su cuerpo para contenerlo.
__No. Me desperté confundido. No sabía dónde estaba. Te llamaba y tú no me escuchabas, he perdido la costumbre de dormir solo, en casa siempre están los chicos en medio.
__Vine apenas de oí.
__ ¿Qué hora es?
__Poco más de las ocho.
__Dormí demasiado ¿no?
__Sí por suerte. Estabas exhausto.
__Por tu culpa. ¿Qué estabas haciendo?
__Trabajando…  es solo una asesoría que me pidió un político.
__Y si estoy dormido estar conmigo te quita tiempo ¿no?
Guillermo enterró la nariz en la tibieza del cuello
__Sí, muchísimo tiempo _bromeó.

__ ¿Soy pura pérdida de tiempo Graziani o su esposo lo compensa de algún modo?
__Ha hecho algunos intentos por compensarme pero todavía no me encuentro del todo satisfecho.
__! Qué hombre más desconsiderado! __Pedro se desovilló para encontrar la mirada. Le pasó el índice por los labios y le delineó la sonrisa que despuntaba.

__El más desconsiderado de todos. Pero yo lo soporto igualmente porque es hermoso. Ninguno es como él.
__Te amo Guiie  no quiero que volvamos a pelear esos celos que nacen como fuego y nos dominan como cerilla echada a la paja seca. __Pedro acercó la boca a la de él. Primero se trató de un intercambio de alientos húmedos y tibios y de miradas fijas y anhelantes al que siguió un roce de labios. Caricias sutiles__. No sé qué hice para merecerte no me importa. Lo único que pido es que nunca me faltes.

Guillermo le pasó el dorso del índice por el filo de la mandíbula admirando el corte perfecto de su cara, el delicado oval de pómulos encumbrados que terminaba en ese mentón pequeño respingado hendido y redondeado.

__No puedo creer yo que algo tan valioso como vos sea solo mío. Yo no sabía amar… creo que desde vos y los chicos aprendí.
Decía que nunca sintió pena, que no conocía los zarpazos en el corazón, que su pecho jamás saboreó el amargo sabor del desconsuelo, pero, sin embargo, en sus ojos se dibujó la extrañeza cuando le hablé de suspiros paridos por los recuerdos, de lágrimas hijas de la felicidad, de sueños capaces de dibujar una sonrisa aunque las manos estuvieran vacías.
No conocía la hiel del desamor ni la miel del amor; entonces, ¿qué habitaba en ese extraño pecho, incapaz de padecer o de sentir el fuego de una ilusión?
Precisamente, ese era el problema: una morada tan herida, que cerró las puertas a los sentimientos, cortó ese hilo que une los recuerdos con la vida y se construyó unos fríos e insensibles muros que lo aislaran de cualquier atisbo de emociones y de pasiones que pudieran resucitarlo de su mortal letargo.
Prefería sentirse muerto antes que respirar los distintos aires que nacen del amor.
Pero, ¿realmente no sufría?, ¿era verdad que su carne era tan inmutable que ni una canción, ni un acto de piedad, ni una mirada o palabra teñida de amabilidad, ¡nada!, eran capaces de alterar esa piel o de invitarle a responder con una sonrisa o de esbozar, en su alma, un atisbo de esperanza o de ilusión?
No lo creo. No podía ser verdad…  y no lo era.
Fue suficiente que el corazón más sincero y desinteresado se interpusiera en su camino, para que todos esos muros de hielo se fundieran y dejaran al descubierto un erial de dolor sepultado bajo el rencor.
Fue el siguiente suceso.
Sentado, solitario, en un banco de un parque poblado de niños, su mirada procuraba evitar ese infantil mundo del que solo nacían risas y voces alegres mientras sus ojos, ausentes, buscaban en el cielo un punto limpio y vacío.
Pero esa cascada de vitalidad infantil que lo rodeaba era como esas gotas que, desde tiempos inmemoriales, van cayendo lentamente, una a una, sin apariencia de daño, pero que acaban erosionando la roca más viril hasta transformarla en débil esponja.
Así, bastó que uno de esos niños le pidiera, con un “por favor” capaz de agrietar las paredes más pétreas, si podía cogerles un balón que quedaba lejos del alcance de sus cortos brazos, para que esa angelical voz resonara en su pecho con clamores de “aleluyas” que le invitaban a hacer una obra buena.
Fue suficiente que viera a uno de esos pequeños llorando por tan lamentable pérdida, para que esas lágrimas, al igual que esas milenarias gotas de agua, empezaran a horadar esa oscura costra en la que él escondía las suyas.
Y esas sinceras risas, esa humilde súplica, ese sentido llanto, fueron capaces de hacerle recordar que él también vivió esas emociones, salvo que no tuvo quién le ayudara.
Ahora, él podía curar esas mismas heridas que otros sufrían y quién sabe si, así, se resarcía de las propias.
Vencido, derrotado por la purificadora fuerza de un amor limpio, escuchó las lejanas voces de su alma y corazón que le pedían ayudar a esos niños.
No habían muerto, jamás lo hicieron, solo esperaban un motivo que les devolviera la vida.
Una vez asaltada su fría y pétrea fortaleza, saboreó las felices consecuencias de un acto que, para él, fue heroico.
La alegría de esos niños al recuperar su balón, la felicidad grabada en sus rostros, el ver cómo esas sentidas lágrimas se secaban en el rostro infantil y se transformaban en sonrisas, todo ello, revirtió en su corazón y le hizo revivir aquellos felices momentos que le hicieron sentirse niño; esos momentos en los que el amor le hizo soñar o aquellos en los que las pinceladas de los sueños decoraban su futuro.
Sí, él vio cómo todo aquello, un día, se hundió, pero descubrió, en ese parque, que pueden volver a nacer si buscaba la felicidad de los demás.
Desde entonces, se olvidó de sus propias penas y vivió para curar las de los demás.
Ahí encontró la verdadera fuente de la felicidad, una fuente que impidió que volvieran a nacer esos fríos muros de hielo.

__Tuyo y solo tuyo __Pedro volvió a encogerse contra el torso de Guillermo__. Cuéntame algo lindo.

__ ¿Que llamé a casa y que vi a los peques es algo lindo?
__! Sí! __Guillermo vio cuando Pedro encendió el velador y se sentó en la cama como los indios y lo apremió con los ojos fulgurantes__. Cuéntame todo en detalle.

__Precioso los viste hace un día. Pero bueno están grandes, bien,  con la bebé de muñeca y con fiebre porque están cortando los dientes… balbuceando lo que ellos solo entienden, intentando caminar cosa que espero no suceda hasta dentro de un año.
__Amor no seas malo.
__No quiero que rompan todo Pedro y si además de custodiar a las chicas tengo que perseguir a estos tres y dar la mema  al nuevo…  creo que pediré la jubilación o el divorcio.
__Guiiee no empieces. Ya está casi lista la ampliación, en unos días podremos llevarlos con nosotros.
__Y nos volverán locos en el estudio, no hay mucha diferencia.
__ ¿Quieres que desistamos del  biológico?
__Yo no he dicho eso.
__Solo mi amor es capaz de amar a alguien que no conoce.
__ ¿Cómo no voy a amar al hijo del amor de mi vida?
__No sabes si será mío o tuyo pero da igual y  a veces dudo, leo que hay tantos sin hogar en África, en países en posguerra.
Guillermo lo atrajo para sentarlo en el hueco que formaban sus piernas.
__Nosotros ya hicimos todo el bien que se puede al respecto ¿acaso olvidas la cantidad de chicos que encontraron hogar luego de aquel caso de trata?
Bueno como sea que fuere nuestros peques ya caminan con ayuda, dicen papá y papi, y otras nimiedades, les gusta dormir con el osito de toalla en los brazos, los postres de chocolate y si se los prohíbo  compota de manzana con miel y posan para las fotos como vos, en trapitos.
¿Te acuerdas que te dije de la sorpresa?
Bueno, ese pibe que conociste y que casi asesino ayer es editor ¿verdad? Me lo dijo… Maximiliano.
__Obstetra es y no hace falta que lo nombres al bendito amigo de Rosario.
__Bueno, me dijo mi amigo que le envíes el libro que en un par de meses puedes estar firmando ejemplares. ¿Aceptas?
__Pero… Siempre dijimos que no era para publicar sino solo nuestro.
__Y yo quisiera que lo hagas. Mi amor, mi abogado, mi socio, mi esposo es escritor y quiero que todos lo sepan y valoren.
__Te confieso que nunca pensé que me entusiasmaría publicarlo pero visto así sería otro sueño hecho realidad, y que los chicos podrían ver,  leer nuestra historia desde el libro, y quizá pueda continuar con otra parte que refleje desde aquí para que nunca quede este presente en el olvido.
--No, no jamás. __Guillermo lo recostó y lo cubrió con su cuerpo, sus brazos lo envolvieron, el peso de sus piernas le comunicó fuerza, sus besos le recordaron que no estaba solo, sus labios le barrieron lágrimas, sus palabras de amor lo reconfortaron__. Amor mío me parecería perfecto porque en este primer libro hay mucho dolor, está nuestra historia previa a encontrarnos que no es linda y todo lo que tuvimos que superar casi morir para lograr este presente…  a mí me encantaría esa segunda parte.

__Sí _ suspiró entre sollozos__ por supuesto será más linda no tengo dudas si estamos juntos__: Quiero pedirte algo.

__ ¿Qué?
__Quiero que todo lo que ganemos por la venta de los libros lo destinemos a sitios refugios de chicas y niños víctimas de abuso, de tráfico humano, de  esclavitud sexual y maltrato.
__Claro amorcito cómo negártelo, somos muy afortunados y tenemos demasiado.

Guillermo lo condujo por otros derroteros para alejarlo de la herida a veces sangrante de su infancia de maltrato.
__ ¿Quieres que salgamos a cenar y a dar un paseo? Hemos estado todo el tiempo encerrados en el hotel.
__No. No quiero salir de nuestro nido a solas. Tenemos poco tiempo de intimidad en el Delta.
__Está bien pediremos que nos traigan las comidas acá.

Se sumieron en un cómodo mutismo. En la mente de Pedro resonaban las estrofas de la canción, horas atrás se había quedado dormido en el sofá escuchándolas y se había despertado en la cama.
__ ¿Seguro que si el amor termina es que nunca lo fue?
__Ya te dije que antes de vos no habría sabido cómo responder a algo que no conocía, hoy sé que es imposible acabar con el verdadero amor, que no imagino la situación en que dejaría de amarte. Puedo estar celoso, furioso, enojado pero no soy capaz de dejar de amarte.

Por la mañana se levantaron temprano, se ducharon juntos luego de hacer el amor y subieron en bata a desayunar.
Con una taza de café en la mano Pedro se sentó en las piernas de Guillermo frente a la computadora y vieron fotos de los chicos admirados de la emoción que crecía en ellos y preguntándose se amarían tanto al hijo nacido de ellos como a esos trillizos de Mariana. Lo deseaban, amar a más hijos con el mismo amor inefable infinito y poderoso que ellos les despertaban como si en otra vida hubiesen nacido de sus entrañas.

__Fantaseo con ellos y dos más _dijo Pedro mirándolo.

__ ¿Dos?
__Sí sueño con que  yo estoy enseñándoles a nadar a los trillizos en la parte profunda de la piscina y tú esperas a que lleguemos del otro lado haciendo flotar a los más pequeños, intentas enseñarles y los otros llegan a ti buscando refugio porque yo quiero atraparlos, cierro los ojos a veces y me sonrío imaginándolo. Te llaman papá y eso me da más alegría que me lo digan a mí y se me ocurrió que si sueño con esa escena entonces la atraeré. ¿Crees en el poder del amor? __. Guillermo imposibilitado de responder asintió__. Nuestro amor traerá esa escena a la realidad. Ámalos Guiie porque como cuando estábamos en el otro lado y vimos a los trillizos estos sentirán nuestro amor y llegarán.

Guillermo transformó la energía del llanto emocionado en un beso arrollador, en el cual el gusto salobre de las lágrimas de ambos se disolvió en sus lenguas, se mezcló con las salivas, se secó con los suspiros.

__Vos me enseñaste a amar Pedro, y a partir de amarte pude amar y aceptar a nuestros hijos y sé que puedo amar a muchos más, porque el amor que vos les tienes es tan grande que contagia, es imposible resistirse a quererlos. __Inspiró profundo antes de continuar__. Te prometo que cuando completemos la familia vamos a crear esa escena que hoy imaginas en la piscina de casa, jugaremos y reiremos y todo dolor quedará en el pasado.

__Entonces diremos lo mismo que Edith Piaf: Je me fous du passé.

Guillermo rio con el llanto atascado en la garganta un sonido afectado y conmovido, no solo por la ocurrencia de Pedro sino por el fervor con que lo había expresado, una pasión violenta tan impropia de él, tan ajena a sus facciones de duende, que lo impactó.
__Sí mi amor aquel pasado mío y tuyo a solas, el otro antes de casarnos, todo lo malo va a importarnos un bledo porque serán tantos los recuerdos felices que iremos creando que ya se irá difuminando.
Pedro volvió a observar las fotos en la pantalla…  en una estaba Guillermo con Guillermito en brazos, los dos reconcentrados con aspecto severo muy erguidos con la vista clavada en el objetivo de la cámara. Un impulso lo llevó a arrastrar los dedos en la imagen.

__Chiquito…  es tan parecido a ti que de no saber que es tu nieto diría que es tu hijo. Hasta en la seriedad se te parece.
__Él es más simpático. Se parece al padre, se ríe todo el tiempo.
¿Y mi sorpresa?
__ Poder tocarte con mis palabras  y hacerte vibrar. Que tu mente y deseos sean para mí y me sientas. Mi piel espera por tus labios, como tu piel espera por su dueño. Tomar de ti lo que desee y sentir de tu boca "sí mi señor".
Transformar todo mi placer en tu gran placer. Grabar tus gemidos en mi mente y mi placer en tu cuerpo. Dejar marcada toda mi pasión con fuego ardiente en tu entrepierna. Hacer que me sientas en tu piel aun a la distancia. Mis manos firmes y fuertes te tocan y te poseen. Hacerte mío y disfrutar de este universo sin límites,  sin prisas, sin tiempo.
Cuando esos ojos me miran,  siento como que ellos me  cautivan y me atraparan, y aunque quiera resistirme, ya no puedo lograrlo, porque su encanto enciende  el fuego incandescente de mi  loca y olvidada pasión, y con esos ojos nada pude hacer…  mas, mi viejo corazón vuelve  a latir desenfrenadamente, porque en esos ojos empieza  la ilusión de sentirme al borde  de lograr esa hermosa fantasía, que no es otra cosa que hacerte mío  y esta pasión que has desencadenado, se ha transformado en mi vida.
Estoy sobre tu cuerpo bebo de tus labios, así mojados saboreando un fogoso beso entre la pasión y el deseo acaricio tus pezones, que son como dos perlas, siento el calor y olor a sexo ardiendo, gritando la liberación del deseo,  gozando de placer acaricio la desnudez de tu piel
el temblor, la excitación que se libera al penetrar un grito de goce, el dulce éxtasis de placer liberando orgasmos salvajes.
__Esa no es sorpresa.
__Bueno, que no era para ahora pero te lo diré. El novio de tu ex, me dijo que podríamos ir a la clínica, es jefe del departamento de obstetricia y ginecología, con Moni y que nos haría los estudios y que aunque no estemos decididos, podría criopreservar el semen y los óvulos y hacer la inseminación e implante cuando lo deseemos.
__Te amo, lo haremos entonces si todo está bien, hablaremos con Moni y lo haremos, será mejor que no haya tanta diferencia con los peques,  para criarlos será mejor que sean de poca diferencia de edad o sí nos volveremos locos.

__Se acerca como siempre la inevitable soledad de mis noches, soy el silencio que te habla y no te olvida, soy el aire que baila cuando te piensa, soy la carne que te siente, soy los labios que te esperan, y soy tu hombre soñador, tu enamorado que cuenta los tiempos de ausencia, que nunca se cansa porque sé que está por llegar ese día soñado por los dos.
En la soledad de tus noches sueño con el abrazo de tus brazos, pero no tengo tu mirada para perderme en ella, tampoco tengo tu presencia en mis mañanas, pero encadenado tengo tu recuerdo atado a esa sombra de ti que me acompaña en esta soledad cruel que va minando mi alma, donde en sus oquedades resuenan tus palabras y anhelos, me falta la mirada profunda de tus ojos, ¿sabes amor que guardo tus palabras y a la vez nada tengo?, guardo tu sonrisa y la forma de tu boca… las guardo en mi retina.
No te buscaba, y menos te esperaba, las caricias regaladas que salían de tu mirar me producían ternura y a la vez esa locura de sensación ya olvidada de rubor de niño enamorado surgía de mis adentros, me hablabas y no encontraba el momento ni las palabras, ni el momento de hablar, tu mirada me cortaba la respiración, mis pulsos me ahogaban, faltándome el aire, y algo me quemaba en mi alma, en mi primavera de nuevo había colores, de nuevo un cielo azul cubría el jardín de mi vida.
Contigo de nuevo la vida. Antes de que nazca la luna amémonos como si no hubiera un mañana, como si las noches se quedaran para siempre a oscuras y los amaneceres no volvieran a despertar, amémonos amor, con los cinco sentidos déjame que mi boca muera meciéndose entre los murmullos de un quiero amarte eternamente y envolverte entre ternuras, mientras nos inventamos auroras y dejamos que nos salude y nos besen los rayos de sol al ver que la noche se despide hechizada, de tanto amor.
Mientras, en mí, tiernos amaneceres nacen cada día, amaneceres que sé que no podrán traerte a mí, ni tampoco tus besos podrán posarse en mis labios, entonces es cuando el dolor y ese nudo que ahoga mi garganta hacen acto de presencia, donde los deseos se convierten en verbos dolientes que nacen en mi mente, no sé cómo frenar el deseo de amarte, he tratado de firmar en las hojas del olvido el poder olvidarte pero las hojas ya están muertas, no sé cómo frenar ese desenfreno de soñar un beso enamorado, no sé amor,  háblame vida mía, miéntele a tu sinrazón y sal en mi busca, dile que tu niño enamorado muere por morirse en tus brazos que muere por pasearse en tus ojos, miéntele a la razón engaña a tu conciencia, amor miéntele y ven a mí.
Esta noche llueven ausencias de amor, y la noche esta fría, acurrúcate en mis brazos, yo te regalaré miles de sueños para vivirlos conmigo.
Te amo amor, te amo.
__ ¿Y cuándo te sientes así?
__Cuando me celas al límite de enojarte.
__Eso se resuelve con un beso.
Hoy, por accidente he caído en los accidente de su geografía. La maldita culpabilidad del día me negó el placer de admirarlo tras los cristales de mi ventana, a la hora de siempre con la misma gente, que vanidosa e hipócrita lo envidian. Recordé el día, que en mi largo caminar,  concluí mis pasos en el banco de un parque. Seguí con la mirada el aletear de una paloma, y bendita casualidad o bendita divinidad, mi corazón echó a volar cuando el ave, se posó
en sus pies. Y le miré, Dios que le miré hasta agotar las retinas de mis ojos. Era usted, ese punto inflexible del infinito donde siempre me pierdo, el punto exacto del universo donde usted, y solo usted le da sentido a la vida. Sostenía un libro en el atril de sus manos,
mientras sus miradas se perdían entre infantes, de brazos agitados tras las palomas. Coloreó sus labios esa sonrisa tierna, que solo enternece a los niños. Me enamoró la risa de sus labios,
provocada por esos niños tras el aleteo de las aves que escapaban a sus manos, sus gritos inocentes tras el vuelo de los pájaros. Me enterneció su ternura esa que siento, cuando en la
culpabilidad del día no me permite verlo…   si algún día coincidimos en alguna biblioteca,
me detendré a leer su nombre, en el libro abierto de sus ojos. Sos tan perfecto Pedro que me preguntaba cuando te enamoraste de mí cómo podía ser mío un ser tan perfecto y transparente, lleno de luz con una esencia pura, ingenua, tan excepcional como transparente, pero no obstante al verte supe que quería fueras mío para siempre.
Tras verlo pasar por la bohemia de mi calle, osado, me tomé la libertad de comprarle flores,
y un paraíso sin serpiente en mi imaginación, con la exclusiva del pecado de su cuerpo.
Le mandé margaritas porque las dudas, siempre es una tendencia al error. Me quedé, en si me quiere omitiendo el resto de pétalos, para que usted, deshojara a placer, un sí, lo quiero.
Un girasol que gire en torno suyo, aun cuando duerma si al azar conmigo, sea la luna que gira
orbitando los secretos de su almohada. Y entre el ramo de mis ojos y flores, deposité violetas,
pequeñas, delicadas del cristal de su piel frágil y sensible. Tulipanes, de mil colores
sin fronteras, de un mismo lenguaje en el esperanto de su pecho. Un racimo de claveles desnudos, en su sonrisa desnuda, en la piel de sus labios, que hace su boca, que hacen los besos en la fragua de su lengua. Alguna enredadera para ascender a su cuello, abrazar su esqueleto, subir por su espalda, sorprendiéndolo en sus pensamientos, abrir las rejas de sus dientes y enredarme en su voz. Algún narciso vanidoso para que la envidie. Una flor de loto
para el estanque sereno de su alma. Rosas de mi sangre sin los cementerios de mi ser,
con los pétalos perfume de sus formas.

__Deja que sean mis labios los  que griten la pasión de mis sentimientos, porque hoy quiero dejar de amarte en silencio, ya me cansé de callar mi amor, quiero dejar de imaginarme
tu mirada, tu sonrisa, tus besos y tus caricias,  basta de jugar a tenerte, basta de sueños y fantasías, hoy quiero al fin detener el tiempo, vivir en tu mirada y que sean tus ojos, la luz de mi amanecer, perderme en tu cuerpo, con el candor de mis labios y así conocer cada uno de los  secretos que esconde tu piel, mientras los cuerpos se irán fundiendo, en el eterno abrazo de la pasión  y así podré pintar un arco iris en mi vida, porque al fin pude tenerte a mi lado… ¿Dime qué harías esta noche, si nos arrancase la ropa  y en esa fragua de tu cuerpo me fundiese con tu boca  al tiempo que mi caricia con dulce pasión te arropa  dejando a la lengua jugar por tu piel y volvernos locos?

Pedro lo abrazó… Permaneció allí, quieto con la mejilla apoyada en su pecho mientras Guillermo se ocupaba de trabar la falleba de la ventana y correr las cortinas. La habitación quedó sumida en la más insondable oscuridad. Pedro no se habría visto la mano a diez centímetros de distancia del rostro.
Con un movimiento impaciente Guillermo lo apoyó contra la pared lo obligó a levantar los brazos por encima de la cabeza y le devoró los labios. Le sujetaba las muñecas con rudeza y lo aprisionaba contra el muro empujándolo con la pelvis. Le refregaba la erección en el vientre, y seguía besándolo e introduciéndole una lengua autoritaria que nada le permitía hacer solo contenerla en el interior de su boca. Estaba allí atrapado sometido al deseo y también a la rabia del hombre que lo era todo para él y se quedaba quieto porque comprendía que necesitaba marcarlo como el macho alfa de una jauría habría hecho con una hembra.
Guillermo lo soltó para desvestirlo. A ciegas le sacó la chaqueta y Pedro lo ayudó con las demás prendas que se había puesto para salir a comprar un regalo como aquella primera vez en que él llegó de sorpresa y el terremoto los halló en medio de la confesión y el amor.
Guillermo  se quitó rápidamente lo que llevaba y le tomó la mano y se la pasó por el cuerpo para que supiese que estaba desnudo. Frenó en su erección.

__Aférralo __ le ordenó.

Lo complació enseguida y él respondió con jadeos roncos que soltaba entre los dientes clavados en su hombro y en un estado de parálisis en el que lo sujetaba con rudeza, sin ser consciente del malestar que le causaba. Movió la mano…  subió y bajó lentamente por el largo de su pene, y Guillermo reaccionó. Le buscaba el pezón arrastrándole los labios con una ansiedad desmedida como si de eso dependiese el próximo respiro.
Le raspaba la piel con la barba incipiente y ese aspecto de su masculinidad le potenciaba las sensaciones y le arrancaba jadeos reprimidos. Encontró el pezón y lo engulló con un gemido de satisfacción. Mamó con una avidez que le causaba dolor lo mismo que relámpagos de placer que le confluían en el pene. Echaba la cabeza hacia atrás sobre la pared y se mordía el labio para no romper en gritos desaforados. Guillermo le deslizó las manos entre los cachetes del trasero y le refregó el ano y Pedro explotó en un inesperado y repetido orgasmo tan insospechado que no tuvo tiempo de atajar el alarido de gozo que Guillermo ahogó al devorarle los labios. Medio desfallecido, se dio cuenta de que lo guiaba en la oscuridad.

__Ven _le escuchó decir y se oyó el ruido de la cama cuando él se sentó.

__Enciende la luz __le pidió, Pedro__. Necesito verte. Me gusta ver tus labios en mis pezones.

__ Sí _dijo solo Guillermo con la voz rasposa cargada de deseo, y Pedro sufrió un escalofrío de lujuria.

Lo acomodó a horcajadas y se estiró para encender la luz. La lámpara del velador lanzó destellos mortecinos sobre el rostro anhelante de Guillermo, sobre sus labios finos, sobre la barba crecida, le arrancaron un brillo de obsidiana a sus ojos que se habían vuelto negros de anticipación. Sentía sus manos abarcarle la espalda con posesiva exigencia. Se miraron fijamente.

__Eres lo más hermoso que he visto __pensó Pedro en voz alta.

__Dime que me amas _le exigió.

__Sabes que te amo más allá de la comprensión, de la vida misma.

Le ordenó en un susurro apurado que se volviera y elevara y lo obligó a deslizarse sobre su pene erecto tumefacto hasta  introducírselo profundo en las entrañas.  Guillermo expelió el respiro como si se hubiese aliviado de un gran padecimiento. Pedro hubiese querido acunarle la cabeza pero lo hizo desde atrás Guillermo y aunque deseoso de moverse Pedro esperó a que él superase el momento de tensa quietud.
Guillermo recuperó la urgencia repentinamente y de nuevo volvió a buscarle con los dedos un pezón como el cachorro ciego que desea alimentarse.  Como antes succionaba uno y luego el otro ahora los hacía rodar entre sus dedos, nunca conseguía satisfacerse, y solo con la presión de las manos lo dirigía en los movimientos que más lo hacían gozar. Se aliviaron juntos…  las bocas unidas…  las manos tiesas sujetas a la carne del otro, los respiros mezclados, las agitaciones reprimidas y  los gritos tragados.

No le dio tiempo a reponerse. Lo colocó boca abajo y lo obligó a elevar el trasero. De reojo, lo vio rebuscar algo en el cajón de la mesa de noche. Se conducía en silencio y esa actitud determinada y enigmática lo llevaba a un nivel de excitación intolerable. Necesitaba que lo aliviara de nuevo.

__Guiie _suplicó.

__Quiero amarte de nuevo pero te aliviaré con gel _le confesó con un pote en la mano y al acariciarle el orificio del ano le provocó una descarga de deseo tan perturbadora que debió hundir la cara en el colchón para desahogarse__. Quiero que seas mío de todas las maneras posibles. Lo necesito _pareció suplicar.

__Sí _susurró con voz pesada consciente de que cualquier cosa que él le hubiese pedido en esa instancia él se la habría concedido.

Fue una experiencia fascinante que Pedro sabía marcaba un antes y después en la intimidad que estaban construyendo pero sobre todo en la confianza. A él todavía le tenía perplejo el modo en que desde el inicio se entregaba a él…  sin condiciones, sin recelos, ciegamente cuando en el pasado todo le había resultado sospechoso y amenazador. En esa postura casi humillante con el trasero al aire mientras él se tomaba su tiempo para estudiarlo y prepararlo antes de introducirse de nuevo tan pronto lo único que sentía era gozo y confianza, nada de miedo ni timidez.

Se dio cuenta de que Guillermo no improvisaba, sabía lo que hacía. Buscaba relajarlo en los músculos, predisponerlo para recibirlo. Primero lo había penetrado con el pulgar tras pringarlo con la sustancia oleosa del pote y luego de removerlo dentro de él lo retiró para introducirle el índice y el mayor que usó para masajearlo y relajarlo ampliarlo y mientras…  le excitaba su umbría con masajes y le desataba una increíble sucesión de orgasmos.
 Acabó prácticamente inconsciente. Al final cuando entró en él. Lo hizo con un impulso corto, certero y decidido que si bien le provocó una sensación dolorosa que lo espabiló súbitamente se desvaneció enseguida. Guillermo erguido detrás de él con las rodillas clavadas en el colchón le concedió un momento para que lo aceptara de nuevo y se adaptara y lo hacía persistiendo en el comportamiento silencioso y determinado con que lo había tratado apenas había regresado.
Con el trasero elevado, los antebrazos sobre el colchón, Pedro se mecía al ritmo lento de Guillermo que entraba y salía de él con actitud mesurada casi reverencial, respetuosa hasta que al sentirlo cómodo, seguro,  lo sujetó con más decisión por la cintura y fue adquiriendo velocidad hasta adoptar impulsos cortos rápidos y violentos.
Cada estocada implicaba un gruñido, una penetración más cruel y dolorosa, que Pedro aceptaba con lo que parecía una mansa disposición cuando en realidad se concentraba en la sensación que le crecía en el punto donde sus carnes estaban unidas y que cuando explotó fue más, mucho más de lo que había esperado.
Se estremecieron juntos con un alivio devastador.
 El primer pensamiento de Pedro con la boca hundida en la almohada fue que jamás había vivido una cosa igual. Guillermo desde encontrarlo lo había conducido por el camino a través de una nueva experiencia de placer más intenso sí pero sobre todo más íntimo, más perturbador,  una sensación indescriptible que sabía querría hacerle y repetir una y otra vez.

Permanecieron largos minutos en la misma posición mientras sea recuperaban, la espalda de Pedro soportando el peso de Guillermo, su aliento agitado en el cuello, las manos entrelazadas y cuando Guillermo se deslizó  fuera de él profirió un gemido de protesta al percibir un vacío intolerable. Se echó junto a él y lo obligó a abandonar la posición para acostarse a su lado. Lo envolvió en un abrazo exigente y le besó la frente. Pedro disfrutó del contacto tibio de sus pieles y enlazó las piernas con las de él.

__Gracias _susurró Guillermo tras unos minutos y lo contempló  con ojos expectantes.

Pedro le acarició la barbilla y sonrió.
__ ¿Por qué me agradeces?
__Por soportarme así posesivo, celoso, por darme el gusto. Necesitaba hacer lo que acabo de hacerte. Fui brusco me duraba el enojo _admitió__. No soporto que otro ni siquiera te mire.

__Pues enójate todos los días si lo deseas. Fue el orgasmo más espléndido que he tenido.
Guillermo le devolvió una sonrisa.

__ ¿Haremos los estudios entonces para tener ese hijo?
__Si lo quieres, solo si tú quieres.
__Claro que quiero, como también deseo que publiques tu libro.
Pedro se deshizo del ovillo y estiró el brazo hacia la mesa de noche.
__ ¿Qué?
__Que eres un poco intenso amor mío y en esas salidas de amantes que inventamos perdimos los anillos, como no quiero que te pasees por allí sin que se sepa que tienes dueño acá están.
__ ¿Compraste las alianzas?
__Claro ¿a qué crees que salí si no?
__Ese discurso de que lleves mi marca es mío.
__No mío… tu pasado te condena Graziani, ahora dame el dedo que por pulseras grabadas, relicarios y cadenitas ocultas que llevemos, quiero verte con el anillo.
__ ¿Quién es el ogro ahora?
__Y quiero otra cosa.
__ ¿Más?
__Siempre más.
Un tatuaje.
__ ¿Un qué? ¿Te volviste loco?
__No. Quiero llevarte impreso en el alma, en el corazón, en la retina, en la memoria y en la piel también y lo mismo vale para ti.
__Lo primero vale, tatuaje no.
__Tatuaje sí.
__Que no.
__Que sí.

El beso arrollador y hambriento  que se inició entre las palabras terminó por sellar el pacto,  al menos de momento no discutirían por ese tema.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
Lenguaje adulto.
Escenas explícitas.

4 comentarios:

  1. Conmovedor Eve...No hay amor más grande que el de Guillermo y Pedro, y El Viaje es una historia maravillosa e inolvidable que nos lleva por el camino de sus vidas...

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  2. Isabel Bonilla Eve Monica Marzetti pero salió en la publicación y me encantó

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