domingo, 25 de agosto de 2019

LA CÁTEDRA. CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.


LA CÁTEDRA.
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.
Irónico

“Un anciano cumplió 98
Ganó la lotería y murió el día siguiente
Es una mosca negra en tu Chardonnay
Es un perdón de la pena de muerte dos minutos demasiado tarde
¿Es irónico… No lo crees?
Es como la lluvia, en el día de tu boda
Es un aventón gratis, cuando ya has pagado
Es el buen consejo que tu simplemente no tomaste
Quién lo hubiera pensado… Calcula.
El señor “Cuidadoso” tenía miedo a volar
Hizo su maleta y besó a sus hijos de despedida
El esperó toda su maldita vida para tomar ese vuelo
Y cuando el avión de estrelló él pensó
“Bueno, no es esto agradable…”
Y ¿Es irónico… no lo crees?
Bueno, la vida tiene una manera curiosa de engañarte
Cuando piensas que todo está bien y que todo está yendo bien
Y la vida tiene maneras curiosas de ayudarte cuando
piensas que todo ha ido mal y todo
te explota en la cara.
Un atasco de tráfico cuando ya vas tarde
Un letrero de “No fumar” en tu descanso para fumar
Es como diez mil cucharas cuando todo lo que necesitas es un cuchillo
Es conocer a el hombre de mis sueños
Y conocer a su bellísima esposa
Y ¿Es irónico… no lo crees?
Un poco demasiado irónico… Y sí yo realmente lo pienso.
La vida tiene una manera curiosa de engañarte
La vida tiene una curiosa, curiosa manera de ayudarte.
Ayudarte”.
“Aquel día, aquel instante donde solo un beso fue mi sentencia condenatoria, quiero salir y mi dolor me lleva cada tarde en busca del olvido, le hablo a mi soledad y le cuento de mis noches frías y vacías de ti, le cuento que me iré de ti para siempre en la madrugada porque no puedo vivir en desespero, y que seguiré sin ti, pues mi mundo ya lo ves, carece de alimento para mi alma, no existe y no te puedo mentir, no es fácil vivir.
El no poder entender, por qué me faltan las fuerzas, el porqué tú no habitas en mis labios, y que solo la soledad es mi fiel compañera, me duelen mis adentros solo con el pensamiento de este abandono, cuando ahora en estos momentos, ese grito con eco adormecido, me grita golpeando mis sentidos, porque no regresas a mi vida, Guille.
Sería todo tan distinto, pondría en tus manos un mundo lleno de locura de amor, pero ese mundo ahora desvanecido entre la nada cubre y baña mi cuerpo como ola de un mar gélido, congelando mis sentidos y mis lágrimas de cristal”.

Octubre 2017.
… acuerdas de nuestra primera sesión? __Guillermo asintió__. Te pregunté qué esperabas de un hombre, y describiste al padre perfecto. ¿Sabes qué siento ahora? Que quieres ser un padre y abuelo perfecto, y eso es tan imposible como encontrar al modelo de hombre de las telenovelas. Es tu conciencia la que no te permite liberarte de tus ataduras y el “debe ser”  que te impones a vos mismo. Temías porque Fabián conociera a los hermanos, y ya ves, la relación y el cariño fluyó naturalmente.

__Gracias a Pedro _recordó en voz alta.

__Pedro los presentó en esa reunión, ellos dejaron fluir la vida, de ellos deberías aprender, a fluir con la vida sin pretender controlarlo todo y adentrarte aun en los abismos oscuros y fluir, entregando el peso de cómo salir a una fuerza superior a vos porque la inmensidad de lo que te rodea te supera. Sos humano, tienes miedo, sentimientos, y vas a cometer errores siempre. Permítete equivocarte, no te juzgues tan severamente. Y vas a ver cómo tu nieto presiente que estás bien y deja de mentir sin que tengas que hundirte en la desesperación por eso.
__El nene dijo en el colegio que extraña a su papá _ expuso Guillermo un poco más calmado pero aún sintiéndose culpable__. No se refería a Fabián sino que a veces le dice papá a Pedro y yo no puedo devolvérselo. No todavía, y él me culpa de su ausencia.

__Está perfecto _dijo ella__. Tienes derecho a tomarte tu tiempo. Y nadie puede mandar sobre eso.
__Pero me siento culpable.
__Borra la palabra culpa de tu mente Guillermo.
__
Luego por Fabián ahora por Guillermito, luego porque sentía que ya no podía amigarse con la vida.
Alzó la mirada nublada de lágrimas y estrujó la carta contra el pecho. De solo pensar en Pedro tocando esos mismos papeles sentía que se hallaban más cerca. ¡Lo necesitaba tanto! Era su aire, su vida su todo.
Se humedeció los labios. Y el gusto salado le recordó el mar turbulento. Se había dejado llevar por las olas y por el amor de su vida una noche de tormenta. Había sido feliz entre sus brazos mientras su alma y el ritmo de sus caricias lo conducían  aunque su corazón se debatiera entre lo que deseaba y lo que debía. Comprendió por primera vez a qué se refería su terapeuta cuando hablaba del deber ser y de la conciencia. Y supo cómo encontrar lo que quería.
La felicidad estaba dentro de él, e iba a liberarse de las cadenas que lo habían encarcelado en una prisión toda su vida, que lo ataban a la tierra, al fin iba a volar…
“Cielito lindo”, pensó en su mudo sentir.


¡Gaby! –llamó, golpeando  a la puerta.

Hizo sonar el timbre y esperó un instante antes de insistir con el nombre.
Su socia y amiga  abrió la puerta con la camisa   a medio abotonar, resultaba evidente que acababa de llegar del trabajo y que no esperaba la visita. Lo miraba con expresión de “¿qué haces acá si nos vimos hace un rato?”

__ ¿Podrías pasar el fin de semana en casa con Fabián y Valeria? __preguntó Guillermo entrando en el departamento sin siquiera saludar.

__! Hola, yo estoy genial, ¿y vos?! _lo regañó Gaby, al tiempo que le echaba los brazos al cuello y le besaba la mejilla.

Guillermo sonrió a modo de disculpa.
__Perdón, hola, puedes llevar a Beto pasa que no lo encontré por ningún lado, ¿cómo estás? _ se corrigió__. ¿Pueden pasar el fin de semana en mi casa? No quiero dejar a mi hijo solo, no confío en que haga las cosas bien.

Gaby miró atrás para asegurarse que Aída no oyera y cerró la puerta para susurrar.
__ ¿Te reconciliaste con Pedro y tienen un encuentro romántico?
__No. Conmigo mismo. Bueno, no estoy peleado con Pedro, pero el tiempo este lo quiero para mí.
__Ah __ masculló Gaby, algo desilusionada__. Sí, claro que me puedo trasladar a tu casa, ¿acaso no tuviste noticas de Pedro?
__Tuve, sí, creo que anda por Alemania, pero antes de buscarlo necesito unos días para mí.
¿Vas a casa entonces?
__Sí, cuando me digas.
__Gracias.
__ ¿Y vos adónde vas? ¿Algo más necesitas?
__Algo más, te parece poco. Voy a casa de unos amigos, no la usan en esta época. A Santa Clara del Mar, me la prestó un cliente.
Gaby sacudió la cabeza.
__! Pides prestada la casa de la costa a un cliente y tienes el coraje de decirme que no te reconciliaste con Pedro? __gruñó__. ¿Con quién te vas a ahora? Ni se te ocurra  pasar el rato con José o renuncio y me mudo a Baunes.

__No tontita. Cómo se te ocurre que le haría algo así a Pedro, voy solo.
__ ¿Solo? ¿Qué vas a hacer a la costa solo? Es más ¿qué vas a hacer a un lugar que te produce fobia cuando ni siquiera por la época hay un alma?
__Pensar, y justamente eso busco, ir cuando no está el gentío que me espanta.
¿Podrías avisarle a Alberto y mudarse a mi casa que paso a buscar la llave y  viajo?
Gaby suspiró, fingiéndose impaciente, pero Guillermo que la conocía muy bien y sabía en realidad que estaba feliz de verlo a él tan entusiasmando le besó la mejilla.

__Guille, deja de vueltear, que luego de la feria queremos a Pedro de regreso, o no te quejes si Marcos contrata a otro, no podemos solos, y además me dijo tu hijo que su reemplazo en la cátedra tiene contrato solo hasta fin de año, parecen chicos.
__Te prometo que regreso del viaje corto, y me decido a encontrarlo, no sé dónde está, si en el Congo, en Nueva York, en Alemania o en el Ártico, pero a mi regreso  lo encontraré.
__ ¿Lo prometes?
__
Esa misma tarde, antes de que cayera el sol, Guillermo emprendió el viaje hacia su interior representado en lo visible por un trayecto hacia Santa Clara del Mar.
“Pedrito, cuando no estás conmigo  las noches lloran la ausencia, cuando tú no estás conmigo, pues mi corazón enamorado sufre catalépticos momentos de amor, una ansiedad,  vendavales me consumen  que solo se calman al verte llegar. Soñé que te encontrabas con la luna y que en lo lejos te confundías con las estrellas, y las praderas galácticas te reverencian
caminando por las sábanas del universo. Todo lo que puedo ver al salir el sol es ver tus lindos ojos y tu dulce mirar, entrelazando el bello rostro de mi amado en las montañas de bellos paisajes. Sentir el palpitar de tus ardientes deseos,  la calidez de tus sonrisas enerva mi alma, por eso la interacción contigo se vuelve luz con las palabras que brotan de tus labios
donde mis palabras  se nutren con tu amor y tu aliento”.

Se sentía alegre y tranquilo por primera vez en mucho tiempo. Por un momento le parecía que la parte triste de su biografía se había borrado por completo luego de leer esa carta que enviara esa chica desde Alemania, era como un adolescente que salía a la vida después de haber cumplido un sueño.
En la ruta, cambió la música que escuchaba habitualmente y volvió a las ilusiones que alguna vez había tenido. Buscó Ironic, su canción preferida de Alanis Morissette, y empezó a tararearla mientras meditaba en la letra. Cuando era adolescente solía mirar el video en que  la intérprete iba en auto, sacaba la cabeza por la ventanilla y cantaba a los gritos, algo que él siempre había querido hacer, pero jamás se había atrevido. No llegó a sacar el medio cuerpo afuera, pero sí cantó a gritos y rio como jamás pensó que volvería a hacerlo. Unos chicos que iban en otro auto lo miraron y él les sonrió mientras seguía cantando. Ellos le devolvieron el gesto con risas y, al adelantarse, hicieron sonar la bocina.
“La vida tiene una forma graciosa de pasar inadvertida. La vida tiene una forma graciosa de socorrerte”, decía la letra. Para Guillermo, la vida también tenía una forma misteriosa de trabajar en las personas, y esperaba que ese misterio se manifestara en él.
No puedo abstraerse del recuerdo del viaje que hicieran a la costa todos para festejar el cumpleaños de Pedro, los días en que le regaló el anillo, los paseos por la costa, las noches junto al fuego de la chimenea, pero aún no quería dedicarle todos sus pensamientos.

Llegó a la casa de Santa Clara cuando ya era de noche. Como el viaje no había sido planeado, no tenía ni comida no bebidas. La última vez que había ingerido algo había sido en la mañana y ya no había negocios abiertos. Pero a cambio vio que en el costado de una casa había un gran grupo de personas reunidas. Dedujo que festejaban un cumpleaños, porque había guirnaldas y globos, e hizo una cosa que antes jamás se habría atrevido a hacer.
 Cuando la gente oyó que alguien golpeaba las manos, acallaron las conversaciones y miraron hacia la verja. Guillermo sonrió. Una señora se le acercó.

__Hola __ la saludo él__, mi nombre es Guillermo y soy pariente de los dueños de casa, de la casa vecina_ señaló__. Acabo de llegar, y como este viaje no estaba planeado, no tengo nada en las alacenas y heladera.  Al verlos reunidos, pensé que…

No hizo falta más. La señora señaló la mesa y lo interrumpió con una sonrisa.
__Claro que sí, pase _respondió abriendo la verja, que ni siquiera tenía candado.

Guillermo sonrió, terminó de presentarse y entró dándole las gracias. La señora lo condujo hasta la mesa y le ofreció un asiento mientras le presentaba como un vecino. Le sirvieron sándwiches de miga, pizzetas y hasta helado. Todos lo incluían en sus conversaciones, y como sacaban chistes de cualquier lado, rio junto a ellos. Se sentía bien entre gente nueva. Completos desconocidos que tenían mucho para enseñarle y de los que él ansiaba aprender.
__Trabajo en el puerto de Mar del Plata _le comentó un hombre que estaba sentado frente a él.

__Mi abuelo era marinero __le contó otro.

Y así prosiguieron hablando de la pesca y del oficio, del vínculo que se establecía con el mar durante un buen rato.
Pasó una noche entretenida y especial sin querer. Se hizo de nuevos amigos con solo golpear las manos, y descubrió que cuando uno se abre al mundo, la gente es receptiva.
Volvió a la casa a las dos de la madrugada, sin deseos de dormir. Le había gustado tanto lo que acababa de hacer, que pensó en las nuevas experiencias que podía vivir si continuaba atreviéndose a volar, y decidió crear una lista que tituló “Las cosas que quiero hacer antes de morir”.

_Volver con Pedro.
_Ver crecer a Guillermito y a los nietos que lleguen.
__Tener más hijos con Pedro… previo casamiento claro.
__Acompañarlo en alguna de sus batallas o en todas. (Después de todo me llevó a ver el cielo estrellado y me acosté a su lado en la hierba sin temor a los bichos en el primer paseo)
__Ir a ver delfines.
__Decir a mis seres queridos que los amo.    __ Hacer más cosas inesperadas.
__Aprender idiomas.  __Aprender a nadar.
__Tirarme en paracaídas o hacer parapente.
__Atreverme a compartir tiempo con gente desconocida más a menudo.
__Cantar con frecuencia, aunque lo haga pésimo.   __Adoptar un perro.
__Hacer el amor en la playa.    __ Reír y divertirme más.
__Perdonar y perdonarme.    _Vencer el miedo a la felicidad y el resto de mis fobias que me alejan de ella.
__irme de viaje sin hacer planes. Sin saber siquiera dónde.
__Ayudar a alguien a cumplir un sueño.     __Comprarme algo que siempre haya deseado, aunque ya no me sirva.
__Pasar más días fuera de mi zona de confort, es decir fuera de la ciudad.
__Disfrutar de la soledad y volver a la compañía más feliz que nunca.
__Ganar algún premio.
 __Asistir a un concierto.
__Hacer algo fuera de la ley.
__Agradecer.
Habitante que estás contemplando en esta noche tibia la luna con su redondez precisa y recibes las embestidas del viento fuerte que azota esa esquina, escogida para que puedas admirar en todo su esplendor las sembradas sensaciones que produce su brillante hermosura, vibra con ella; que no te den miedo sus entresijos, ni sus caras ocultas, ni sus llanuras desiertas.
Contengo el aire, no quiero romper la magia del momento, no me explico cómo se mantiene en el espacio celeste y la gravedad la respeta sin tirar de ella hacia su centro.
Viene creciendo en oleadas el misterio de lo oculto, se me seca la boca y no segrego saliva para humedecer mis cuarteados labios, siento que mis ojos con la fijeza del mirar, se llenan de lágrimas que raudas escapan y se pierden escondidas en los pliegues de mi camisa.
En el cielo, de un azul intenso, no aparecen estrellas brillantes que puedan opacar la grandiosidad del astro, pues es el momento de la " luna llena”.
Corren dentro de mi ríos mansos de agua que producen ternura, todo me dice que vivo un momento especial, único, que el aire va anunciando con su silbido virgen, que puedes viajar con la luz y dar el paso hacia ese lugar mágico antes que llegue la madrugada y se oculte esa luna que contemplas hoy y sientes que te cuenta leyendas sin oír sus palabras.
Cierro los ojos, una resurrección íntima me invade, me siento puro, la quietud da a mi cuerpo una necesaria y justa soledad.
Refresca y mi cuerpo se cimbrea cual rama tocada por el viento que trémulo llega.
Se ahonda el mundo y me digo...
¡Deja de soñar, despierta!
Durmió pocas horas, porque alrededor de las siete de la mañana la claridad se filtró por las cortinas blancas y decidió levantarse para aprovechar el día al máximo.
Desayunó en pijama con el café y las masas secas que le había regalado la vecina, luego se vistió con ropa deportiva y se abrigó con un saco viejo para ir a la playa. Caminó por la arena mientras el sol nacía en el horizonte, y en su paseo solo se cruzó con un hombre que estaba paseando a un perro. Se saludaron como si compartieran el gozo que brinda el aislamiento, y cada uno siguió su camino sin molestar al otro.
Se sentó junto a unas rocas y disfrutó el silencio solo herido por las olas rompiendo al chocar contra ellas. Le pidió al mar que le guiara en su camino, que le ayudara en la búsqueda de su felicidad. Las olas llevaban y traían recuerdos mientras sus ojos contemplaban la danza del viento. Todo lo que aparecía referido a Pedro lo iba escribiendo, así como esa carta era su tesoro también él le daría el suyo.
“Mi amado cielito. Mirando el mar no puedo olvidar cuando hicimos el amor contra las olas, cuando me adentré en él sin temor aferrado de vos amorcito, aunque me moría de frío, apenas me quejé. La belleza está en los ojos del que mira y la piel que la habita, ya hace tiempo que desnudé mis ojos de la venda de Cupido, apreciando de qué está  hecha la piel que habita usted. Tersa de adolescencias y amores suicidas, kamikazes del deseo más que sentimentales, de amores, de eternas despedidas y adioses olvidados. Forjada en el temple del tiempo,  de cosidas heridas de llagas, como tumbas abiertas, de remiendos y soledades de apuñaladas lágrimas en el puñal del silencio. Su piel, es otra piel que no habita piel alguna, es su reflejo por dentro el sentir que calla, su reservado deseo sus poros abiertos, el sudor de su sexo en el teorema de sus dedos. Su piel y solo su piel es mi guía en las constelaciones de sus lunares, el revestimiento de la carne en el encanto de su ombligo, la gracia de sus aureolas en el erotismo de sus pezones, el púbico vello que hace bello
todo lo púbico en usted, el rosado a fuego de su  glande, la gracia mueca de su boca en el rojo de sus labios henchidos  por mis besos,  la justa piel exacta y precisa, que hace la belleza de su rostro en la piel que la habita. Si es el corazón, el que me engaña disculpe usted, mi ceguedad y guíeme hasta su alma, y si por el contrario son mis ojos los que me traicionan,  soy consciente de su complot, entre su belleza y su piel”.

Ahí estaba una nota de Juan, la que había dejado antes del abandono, también se mezclaba con la de Silvina, alejándose como se alejaba un rastro de espuma marina.
Allí estaba su voz, diciéndole que jamás progresaría a su lado, uno, que nunca fue tan humillada, la otra, que todo lo que él hacía requería supervisión. Lo recordó cuando aun sabiendo poco de inglés en un trabajo compartido se tomó el atrevimiento de corregir sus traducciones, y él, Guillermo Graziani a quien Pedro idolatraba, cambiaba cada palabra que Juan dispusiera solo porque él le hacía creer que todo lo que él hacía, lo hacía mejor.
Todo eso se iba, como se iban los caracoles al fondo del mar para perderse luego en alguna isla desierta.
De pronto el dolor y el rencor invadieron sus pensamientos, a la vez que una brisa fría le helaba el cuerpo. Casi al mismo tiempo, otra parte de sí se opuso a que eso sucediera. Tenía que dejar ir los instantes oscuros de su vida si quería llegar lejos, entonces comenzó a soltar esa cadena. ¿Qué importancia tenía el pasado? Juan, Silvina, Nazarre, y cada amate. Todo lo que importaba era lo que resistió, el presente y lo que hiciera con su futuro.
Cerró los ojos y desechó el dolor, la humillación y la ira, ya no quería albergar esos sentimientos. Poco a poco dejó de imaginar el rostro de ellos cuando le transmitían exigencias y trató de pensar en lo bueno.
Una ola le trajo un recuerdo feliz: se vio una vez llegando al salón donde había conocido a Juan. Él estaba sentado entre muchos otros  y no reparó en los expositores hasta que encendieron los micrófonos. En ese momento, dejó de concentrarse en su teléfono alzó la cabeza, y él le robó el entendimiento. Era un acto de oratoria.
Estaba sentado entre dos hombres, pero destacaba del resto, su cabello lacio reluciente, sus ojos vivaces, y su expresión segura le cautivaron y le hicieron pensar  que el aburrido encuentro pasaría más rápido de lo esperado. Cuando le tocó el turno de hablar, descubrió que tenía una voz clara y seductora, y eso terminó de convencerlo de que estaba frente a un hombre muy atractivo. Se movía por el escenario como un experto y sabía usar tan bien las palabras, que Guillermo se rindió ante ese encanto.
Lo enalteció desde ese primer encuentro, le pareció un hombre magnífico, tan soberbio, y distinguido, que su inteligencia brilló a través de lo que aparentaba. Por entonces, él era muy ingenuo y pensaba que merecía a alguien así de grande. El tiempo le demostró cuán equivocado estaba, porque en realidad Juan no era grande. Tan solo era un pobre sujeto tratando de parecerlo.
“Cielito, vos sí, sos inmenso mi amor”.
 Junto a otra ráfaga de viento frío se dio cuenta de que el rencor volvía a invadirlo, entonces se ocupó de alejarlo de nuevo, tenía que ignorar los malos recuerdos.
Así fue como acabó imaginando a Silvina en el registro civil, esperándolo. Después la alegría de los dos cuando le dijo que estaba embarazada. Luego cómo Juan no había permitido que él estuviera presente en el parto de su hijo llevándoselo a un supuesto urgente viaje de trabajo, pero sustituyó con creces ese acto por su mirada cuando por primera vez tuvo a Fabián entre sus brazos. Eran esos breves momentos de luz al inicio los que hacían que Guillermo siguiera adelante, pensando que todo valía la pena. Aquella vez, el amor había brillado en los ojos de Silvina, y recordarlo le hizo pensar en que tal vez, pese a los engaños y sus otros hijos, jamás había dejado de amar a ese hijo suyo.
A veces había sido feliz a su lado, por ejemplo cuando habían ido de campamento y se habían abrigado con abrazos, no habían previsto el frío, ninguno de los dos servía para la vida al aire libre. O la vez en la que  le había sorprendido con dos pasajes para ir de vacaciones a Colonia, también habían sido felices cuando supieron que Fabián estaba en camino…  al menos él lo pensó así, y cuando él se cayó esquiando en Bariloche y ella le tomó una fotografía riendo muy al inicio de la relación.
Sentado junto a la playa, con la única compañía del mar y las aves que surcaban el cielo diáfano, Guillermo supo que otra cadena se estaba rompiendo y se echó a llorar en silencio.
“Te perdono todo, pensó con regocijo, y te pido perdón si me supe gay y ya no pude amarte. Solo deseo que, dondequiera que estés, recuperes tu felicidad, y que tu alma vuele muy lejos.”
Sonrió entre lágrimas sintiendo que su corazón se aliviaba de un peso que había cargado durante mucho tiempo y que así se volvía cada vez más liviano dispuesto a buscar la dicha que tanto había anhelado. Guillermo iba renaciendo, y así también su amor por sí mismo, y su confianza, como un ave fénix en la que siempre ardería el fuego.
Supo entonces que tampoco albergaba rencor hacia el hombre que había sido el esposo de Silvina, cómplice del abandono, padre de sus otros hijos y que Fabián tenía derecho a amar y relacionarse cuando él lo deseara con sus hermanastros o medio hermanos. Decidió que en un tiempo hablaría con el esposo de su exmujer y le propondría que sus hijos pasaran más tiempo juntos, la identidad era algo muy importante para cualquiera, se felicitaba por haber corroborado la de Fabián.
Se puso de pie y caminó hacia la orilla, con los pies en el agua. Cada ola que  rozaba su piel, le susurraba algo. Cerró los ojos para sentir con mayor plenitud la brisa que le acariciaba la cara, que iba secando sus lágrimas, y las que alguna vez había derramado. Como también las que creyó que siempre llevaría enterradas en el alma. La música del mar lo hizo sentir libre y le prometió que ya no habría cadenas.

Solo necesito una señal…, pensó. Una señal para saber que ya soy completamente libre.
En ese momento el canto de un pájaro invadió el aire. Abrió los ojos y buscó la fuente de ese sonido, que se esparcía por su cuerpo como una llamarada. Entonces lo vio, un inmenso pájaro de color marrón rojizo surcaba el cielo con sus alas desplegadas, invitándolo a imitarlo.
Puedo volar como un ave, pensó Guillermo, esbozando una sonrisa entre lágrimas. Soy el fénix.
Sabiéndose al fin fuerte y libre fue en busca de su auto y recorrió los kilómetros que lo separaban de Mar del Plata. El sitio que había odiado por años. Almorzó en un restaurante especializado en mariscos y después recorrió la ciudad. Fue al casino, jugó, y se divirtió perdiendo: Desafortunado en el juego, pero afortunado en el amor, pensó. Pedro, vos sos ese amor que pese a los meses sigue allí, esperándome.
Fue a la peatonal y compró un cassette que se vendía en un kiosco lleno de objetos antiguos. No sabía qué canciones folklóricas contenía, pero se lo llevó solo porque recordaba que su madre alguna vez lo había tenido.
Acabó la tarde en la playa La Perla frente al monumento a Alfonsina Storni, pensando en la desdichada vida de la poetisa, una de sus preferidas, sometida a los juicios de su época. La recordó paseando por la arena mientras en su mente trataba de reponer los versos que acababa de leer en la piedra, pertenecientes a su poema Dolor.
Compró un pequeño obsequio para su vecina, pensando en demostrarle el agradecimiento por haber sido tan amable con él y después decidió regresar a Santa Clara.
Estuvo allí justo para comprar la cena. Como la noche anterior había dormido poco, se acostó temprano, pero aunque pensó en que el sueño lo asaltaría rápido, se equivocó. Tachó mentalmente un ítem de su lista de acciones pendientes: había adquirido algo que ya no le servía, y luego no pudo evitar que sus pensamientos lo llevaran al primer punto: “Volver con Pedro”. Esperaba ese momento con ansias. ¿Y si estuviera ya en Buenos Aires? De pronto lo asaltó el pensamiento.
Se acordó de él en la audiencia Postiglione por estafas, durante el cruce con Miguel, en el flechazo en la cátedra y le costó creer que él no lo hubiera descubierto antes, y que incluso desde que lo viera ya  hubiese pasado ese tiempo.  Tan solo pensar en él le produjo un cosquilleo que no experimentaba desde que era un adolescente.
Imaginó conociéndolo entonces, y siendo llevado en la moto como hiciera no hacía demasiado tiempo, abrazándolo para que no sintiera frío.
Lo imaginó compartiendo el colegio, el viaje de egresados, cruzando miradas en la fiesta de fin de curso, y le pareció que lo podía considerar vivido, aunque los recuerdos que le había impreso en la retina, el alma y la piel eran de su vida adulta.
Después de haber leído su carta, todos esos momentos cobraban un nuevo sentido. Adquirían una dimensión infinita, porque ya no solo sabía que para él habían sido momentos intensos, Pedro los había vivido con la misma intensidad que él y era tan feliz de saberlo que se sentía grandioso de nuevo. Era capaz de brindar felicidad a alguien y eso no tenía precio.
Pedro había amado a su hijo y a su nieto desde conocerlos, lo mismo que él a Agustín, ahora esperaba rescatar de la calle a Willy, y él estaría allí para brindarle su ayuda.
Te amo, precioso, pensó. Sos el amor de mi vida.

“Y, como una rosa seca que vuela al viento sin  tener destino soltaré tu recuerdo triste, como si fuera una brisa que vuela al cielo porque ya tu amor no me hiere y mi sueño que se muere, y quedo solo es falso, es quimera.
 No amarás a otro hombre mientras yo camino hacia tu olvido. Y sueño tú sabes dónde, cuánto amor esconde mi gesto indiferente y cuándo mi boca miente, aunque arde en mis labios tu beso reciente. Te quiero junto a mí, pensar en ti, es un martirio. En el recuerdo de las noches contigo mi alma se aquieta de tristeza.
¿Tú crees que traicionar es lo mismo que libertad? No, es una vileza.
 Entre nosotros no hubo traición alguna, y no  dejaré que el olvido borre de mi vida tu vida, como hojas muertas volando secas arrastradas en los vientos de las penas y las tormentas.
Y alguna vez no me preguntaré, ¿que habrá sido de ese hombre? No quiero que solo me llegue tu recuerdo y tu  mirada como una luz  lejana y olvidada…  el murmullo presentido de tu voz que me habla  sin que me diga nada. No guardo rencores, pero solo mi vida sigue…  con vos a mi lado.
Dime, ¡cómo evitar! a que no sienta nostalgia de los gratos momentos compartidos a tu lado, cómo puedo evitar los recuerdos de eso ayeres tan vívidos, donde sentía mi amor que se desbordaba de mi pecho, haciendo vibrar mi corazón y mi alma, eras la luz que hacías brillar mi vida.

¡Cómo evitar! el no querer recordar lo maravilloso que era mojarnos bajo la lluvia tomados de la mano, llenando aún más mis sentimientos de ese amor que me hacías sentir, que es capaz hasta el momento de brindarme los recuerdos de muchas historias vividas.

En mi corazón llevo guardado, como en mi mente grabado, todo lo bello que me inspira a escribir lo mejor de vos, donde plasmo mis sentimientos más profundos, que solo vos has logrado infundir en mi ánima.

Estos versos victoriosos  los hago más míos de puro gozo, me deleito con melancolía, por todo lo bueno que recibí de vos, ahora sufro por no tenerte a mi lado porque aún te amo, sabes que daría mi vida por estar contigo hasta el fin de nuestros días, fuiste y serás lo mejor de mi existencia.

Desde que te fuiste, no he tenido a nadie que llene este vacío que dejaste en mí, ahora solo vivo de tus recuerdos con añoranza, pero al mismo tiempo me hacen feliz, porque te siento muy cerca de mí…  No soy yo quién te retiene aunque sea el culpable de todo, dejé ir la esencia de tu amor sin preguntarte a vos, si debía hacerlo. Ya ves, cada vez tu camino se aleja mientras el mío permanece solitario, quieto, solo, conmigo dentro recordando cuánto te amaba hasta mis pies tiemblan de frío, no pueden siquiera echar a andar, cuánto amor, cuántas alegrías perdidas, cuántas lágrimas por vos derramadas,  te quiero y  lo sabes, aunque no estás ya junto a mí, no sé yo si acaso por tu camino ya lejano, sigues pensando en el amor que vos  y yo teníamos, algún día yo iré tomando ese camino por el que vos ahora andas,
yo sé que un día volveremos a estar juntos porque el amor no se rompe y menos siendo el tuyo y el mío que nos quisimos tanto, tanto y tanto.
Brisa fría, silencio que amenaza, te alejas de mí, tomo tu mano y me sonríes con un dejo de tristeza en tus ojos, miro atrás y allí está, allí están, pero se desdibujan y se desvanecen lentamente, no de mis recuerdos sino de mi vista, no de mi corazón, que fuerte late por vos, sino de mi mirar, sobrecogedora soledad siento, nadie alrededor, cientos en mi entorno pero sin tu presencia es un vacío que mata, pero en mi alma te has metido, se metieron allí, llenándome de alegría y felicidad, cubierto estoy de amor, abrigado estoy en tu corazón, cálido rayo de sol, susurrante sonido de tu voz que me llama y me dice te amo y yo respondo te amo, respondo los amo, rayito de luna acogedor, de plata tu brillante aura, caricias suaves de tus manos, firmes me toman, mirada dulce de miel, risas cálidas y apaciguadoras, no se marchen de mí, no se vayan de aquí, no me dejen así, no se alejen sin mí, se despiden, en un hasta luego se despiden, ya luego nos veremos de nuevo y retozaré como niño otra vez, ángeles de mi vida, amarlos quiero toda la vida, acá están, acá siguen, viven en mí “.

Ansiando volver a verlo, tomó el celular de la mesa de luz e ingresó en la galería de imágenes. Entre los recuerdos de Guillermito en actos del jardín y las fotos en la casa halló las que habían tomado en la playa. Ni bien la distinguió entre otras, sonrió como un niño henchido de emociones e ilusiones.
La desplegó y se quedó prendado del encanto de su protagonista.
Casi no le veía el rostro, porque en ese momento justo se había cubierto la mitad con la toalla pero aun así la parte visible lo embargaba. Había tanta paz y bondad en su mirada, que Guillermo tuvo que cerrar los ojos, emocionado.
Se le escapó una lágrima. Tembló imaginando           que Pedro estaba con él y sonrió cuando le pareció oír que le hablaba.
“Yo adoro sentir tu piel”, recordó, y entreabrió los labios como si el aire lo hubiera abandonado para ir a la boca de su ser amado. Cuando él lo había dicho, él había tiritado de deseo.
De pronto comenzó a extrañarlo más que nunca. Necesitaba si contención, su compañía en los lugares que entre ambos habían construido para estar siempre juntos, su afecto, su piel, sus besos, su voz... Necesitaba su energía, la luz de su sonrisa, la ternura de su mirada, la fuerza de su cuerpo. Sus manos, sus ojos, su respiración que era su aire. Era tan atractivo cuando ni siquiera se lo proponía que eso mismo quizá lo volviera irresistible... Extrañaba sus caricias y sus besos, hacerle el amor a cada rato, en cualquier parte.
Por un rato, se quedó sin movimiento. Apretó los párpados y suspiró para calmar el ritmo acelerado de su respiración. Después abrió los ojos y los focalizó en la lámpara del techo. Se sentía tan bien, tan distinto, que sonrió sin darse cuenta.
Acababa de recordar que la felicidad está en uno mismo, hacía años que no se amaba a sí mismo, nada de lo que había hecho lo llevó a animarse... Hacía años que no se encontraba con sus verdaderos deseos. Solo necesitaba que Pedro lo invitase de nuevo a recorrer ese camino de extremos en el que antes él no se había atrevido a desenvolverse sin miedo.
La última cadena se había roto, ya nada impedía su vuelo.
Tenía que volver a verlo.


“Serán mis letras, convertidas en palabras, las cuales puedan de algún modo o manera,
el poder describir o decir lo que vos, representas y sos para mí. Es posible que conjugando verbos, creando metáforas, pueda yo decirte  lo importante y especial que sos.
El valor que vos representas en mi vida… quiero yo poder describir tu belleza. Mirarte a los ojos y en palabras, expresar tu hermosura y sensualidad al mirarme. Quiero que cada oración  describa cada curva de tu figura. Que cada verbo sea una forma de describir,
la suavidad y el olor de tu piel. Deseo que imagines cada momento que mis manos hayan desnudado tu cuerpo. Cada vez que mi cuerpo ha entrado en el tuyo. Que sea una descripción de eso momento, en que vos has gritado y gemido de placer. Placer que yo te he dado  entre las sábanas de mi cama donde has experimentado el deseo de poder amar.
Estarán escrita las noches que juntos hemos estado. También estarán escritas  las mañanas en que juntos despertamos. Y que con el alba y el primer rayo de sol, yo te hice el amor.
Hoy he vuelto a encontrarme al margen del perfil figura de tus besos en esa ingenua malicia de tus labios, que se enraíza en el abrigo de mis sueños. Cuando beso tu boca me imagino tocar las fronteras del universo; y desde ahí van surgiendo los verbos al compás de tus labios divinos. Así escalo por tu espalda, con el sino de probar de tus labios los beso.
Ese dulce fulgor de los sueños que me llevan a tu universo infinito. Cuando abordo tus labios ya poseo la frescura, y el alma diferentes y  todas las esencias conocidas tiemblan fieles dentro de mi mente.
Y con esa dulzura por trofeo avanzo en mi aventura de poseerte cruzando el portal de mis otras vidas para embriagarme en tus labios ardientes.
Brillo perfecto de tus sensuales labios. Fulgor de tu cuerpo de las mil fantasías. Buscando aromas de otras briznas me encontré el manantial de tus caricias.
Quiero ser el sol y acariciar a un mismo tiempo toda tu piel. Quiero ser el aire para poder entrar en ti y vivir en tu cuerpo. Quiero ser lluvia  y recorrer lentamente cada parte de tu ser. Quiero ser el cielo para proteger tus sueños, tus ilusiones y esperanzas. Quiero ser el suelo y llevarte por un camino seguro y de aciertos. Quiero ser el universo, “tu universo”, para que tú siempre habites en mí.”

Ciudad Autónoma.

Las semanas siguientes, Guillermo se preparó para el reencuentro.
Comenzó el martes después de su viaje, en la que decidió sería su última sesión de psicoanálisis.
__Tomé una decisión, y aunque posiblemente no estés de acuerdo, tengo que decírtela__dijo a su analista__. Esta será mi última sesión. Desde hace un tiempo sentía que estaba estancado en el tratamiento, y un día se me ocurrió que algunos cambios no parten del psicoanálisis y mucho menos de que la realidad externa sea distinta. Hay cambios que solo dependen de nosotros mismos, y este fin de semana creo llevé adelante unos cuantos, los suficientes para empezar a elevarme sin miedos, como alguna vez lo hice cuando era un niño.
Para empezar, entendí que entre Silvina y Juan destrozaron mi autoestima sin que yo me diera cuenta, y que tal vez de ellos aprendí a ser infiel, al tener sexo sin amor ni el compromiso de almas encadenadas que da la verdadera intimidad que redime y significa que solo conocí junto a Pedro.
Ni siquiera sé cómo pasó. Pero ya no guardo rencor. El rencor es un peso demasiado grande  para alguien que quiere remontar vuelo. Y es una cadena que nos ata al suelo. Así que lo dejé ir, y con él se fue mi dolor por ellos. Silvina y Juan no fueron más que personas pobres y perdidas, que no  supieron ser felices, Silvina en esta vida, y yo no quiero que me pase lo mismo.
Por otra parte me reencontré con mi deseo. Te había contado que luego de la muerte de Silvina y de pedir  un tiempo a Pedro no tenía ganas de tener sexo, cosa rara en mí, pero ahora me siento más despierto que nunca en ese sentido. Es más, creo que cuando nos reencontremos, lo voy a matar contra una pared o algo así, porque me muero por hacerle el amor__rio__. Y es obvio que este deseo tiene un único destinatario hoy y se llama Pedro Beggio. No más un amante tras otro, un vacío, la soledad, Pedro me significa la vida misma.
Si te preguntas si eso fue todo, no, no lo fue.
Hice muchas otras cosas impensables hace una semana, como autoinvitarme a un cumpleaños de un desconocido o cantar a los gritos con la ventanilla baja del auto, ir a Mar del Plata. Lo más importante es que con cada cosa fui feliz.
Descubrí que hay otra forma de ver la vida, menos estructurada y rígida, con los ojos de un adulto que en parte nunca deja de ser un niño con asombro, y eso me hizo sentir completo aun estando solo, si no soy feliz con la soledad, no puedo serlo con otra persona.
Disfruté de ser yo mismo, me divertí, hice lo que me gustaba y que me gustara lo que antes era fobia, y ahora quiero compartirlo todo con Pedro, como también quiero hacer todo lo que él disfruta, sé que así vamos a sentirnos bien los dos.
“Por favor, no pienses que no me ayudaste porque me voy. No tienes idea de cuánto hiciste por mí, sin vos no habría llegado a este punto, y por siempre te estaré agradecido”.
__Ya lo sé __lo interrumpió la licenciada__. Que hayas decidido dejar de venir al consultorio, en realidad es parte de tu terapia. Quiere decir que te sientes lo suficientemente fuerte como para hacer y buscar tu camino sin ayuda, y eso me hace sentir orgullosa. Te felicito, Guillermo.

__Gracias.
__Estaré acá para cuando me necesites y ojalá que no, pero en ese caso espero me invites para tu casamiento con Pedro, al cual solo he conocido por fotos.
__Lo haré.
__La mayoría de los argentinos, que hemos pasado más de la mitad de la vida, y creo que por ser hijos de esta bendita tierra, y por obligación y necesidad, somos seres especiales hemos adquirido la capacidad y la virtud de ser solo supervivientes, médico de la familia, trabajadores multifunción, jardineros, buenos cocineros de ricos platos con magros presupuestos, muchas veces sobrevivir con lo que no alcanza, y eficientes economistas hogareños. Y muchas cosas más, pero más por necesidad que por obligación. Aunque es probable que la obligación se convierta en necesidad.
Mientras tanto, nuestra pasada clase dirigente (Gracias a Dios y a nuestros votos ya se fueron) se olvidaban de quiénes le pagábamos los sueldos, pero como no tienen un sindicato que los represente, la robaban a la nación cada vez que podían. Y lo peor es que pudieron siempre.
Si Mi Creador me hubiera castigado con tener que estar en ese congreso de la nación, con humildad digo que hubiera cometido ¡tantos desatinos!, que ya me habría ocurrido lo del Fiscal Nisman o estaría exilado en un monasterio con la túnica mostaza de un monje tibetano.
¿Tú crees que eres el más capacitado? ¿Que aprendiste todo? ¿Que ya lo sabes todo? ¿Te sientes superior? Yo creo que eso es una absurda utopía. Siempre habrá algo que no has aprendido y que no sabes, y seguro, lo tendrás que aprender. Lo bueno sería que dejes de lado la soberbia del sabelotodo, y que puedas conseguir alguien que te lo enseñe. Y que tú, tengas la capacidad suficiente para poder aprender. Y antes que sea demasiado tarde.
Pero creo que sería importante si pudieras residir un tiempo en Argentina, aquí, seguro que aprenderás algo muy importante.
A sobrevivir, urgido por la adversidad y la necesidad.
Trata en lo posible, de no decidir nada cuando te apuren o estés apurado. Cualquier resultado logrado, puede ser el no esperado. Y no dejes que te empujen a tomar una decisión. Mira hacia arriba para despejarte y pensar con tiempo. Y resuelve sin prisa pero sin pausa, como el movimiento de las estrellas. Y decide con la persistencia y la fuerza del sol.
Infinidad de veces solemos pensar sobre algunas personas,” ¡qué increíble lo que pueden hacer, mira hasta dónde llegaron!” Y pensamos que esas personas tienen algún don mágico que les permite hacer maravillas a nuestros ojos. Y creo que no es así, son personas como nosotros, pero que tienen la fuerza de voluntad, la perseverancia y la disposición para cumplir con sus objetivos y estudiaron lo suficiente para llegar a sus metas, sin amedrentarse, sin miedo a los cambios. Si nos disponemos, nosotros también podremos hacerlo. Y tal vez, mejor que ellos.
En nuestro país, donde pagamos todo tipo de impuestos, y hasta por adelantado, para que la economía pueda soportar los costos de los millones de planes sociales de los que no tienen trabajo y de los que no quieren trabajar (muchos planes ni siquiera llegan a destino) de lo que presumiblemente, con mucho esfuerzo nos fue posible ganar, trabajando de sol a sol, siempre buscamos a los mejores expertos en la materia, para asesorarnos.
Aquellos expertos en la materia que lograron por algún motivo o milagro, reducir la carga impositiva de sus clientes con honestidad, ya se ganaron un lugar en el más maravilloso de los cielos.
Cuando vemos todos los colores con alegría, le sonreímos hasta a los agentes del tránsito, encontramos a todas las flores hermosas, el arco iris tiene más colores de los que tiene y todo nos parece más bonito, hasta bajamos de peso sin hacer dieta, y la vida nos sonríe, el único responsable de todo esto es simplemente, el amor. Y seguro que estamos enamorados.
Trata de vivir siempre fijándote metas, y cumplirlas. Otórgale el tiempo necesario a cada una, sin prisa y sin pausa. Pero debes llegar, en el corto e impredecible tiempo de la vida, y con el tiempo suficiente para gozar de tus logros. De otro modo será un esfuerzo irremediablemente perdido para ti.
Hazlo siempre paso a paso, y no pienses en utopías, a las que no llegarás nunca.
Nunca pierdas las esperanzas ni tus sueños, que son el motor de la vida. Al ser humano le es imposible vivir sin la esperanza de un mundo mejor, latiendo en su alma. Si las pierdes, te sentirás un insatisfecho, y odiarás la vida misma.
En nuestro cotidiano vivir, existen muchas cosas que de alguna manera, pueden obligarse o podemos obligarnos, pero nunca podrás obligar o forzar al amor, porque el verdadero amor toma como base la libertad de pensamiento y la igualdad de los derechos y la tolerancia.
Confía en el sentimiento del amor, porque sabe distinguir lo que será bueno para los que se aman de verdad. Pero estoy hablando de amar realmente de verdad, con alma y corazón. Muchos amores contrariados, que son como dos polos opuestos que siempre se rechazan, nunca llegarán a ser amor. El verdadero amor se conjuga en la fusión de dos cuerpos y dos almas, en el fuego sagrado de la pasión y el puro sentimiento de amar, y sin límites. Hasta el último aliento, aunque se vaya la vida en ello.
Creo que el pudor, embellece a la mujer, y extraordinariamente, llenándola de luz, y de esa cosa misteriosa y bella, que nos arrebata los sentidos.
Y es un sentimiento que sólo se permite ceder totalmente y con intensidad, ante otro sentimiento, el supremo sentimiento: EL AMOR.
__Cuando nos llegue a todos El Día del Juicio Final, la mayoría de los abogados penalistas muy capaces, aquellos de los trajes caros, los autos importados y novios de las modelos más hermosas, con las excepciones de la regla, que son variadas y de gran valía, (como mi compadre Alberto o mi amiga Graciela, por ejemplo), no tendrán defensa posible, y menos conseguirán abogados defensores. Y aun menos todavía algún testigo a favor. Y no tendrán chicanas jurídicas ni ninguna apelación posible. Y el único juez de garantía en el Juicio Final es Dios, así que ¡olvídense! Pero, viéndolos como trabajan, pienso que se asegurarán a algún amigo corrupto que se muera primero, y viaje al infierno, y les conseguirá un buen lugar para quemarse con privilegios.
Argentina, de acuerdo a lo que vemos y sufrimos todos los argentinos, incluyéndome yo mismo, es el país de los festivales, de los sobreseimientos y las libertades condicionales, aunque sean asesinos, violadores, traficantes o políticos corruptos.
Y ver a la Omnipresente (o ausente) Justicia, con las justas excepciones de los probos, emitir fallos que se alejan de lo creíble, de lo probo, de lo justo, para nuestra vergüenza e impotencia. Considerando a un violador y desprotegiendo a un niño violado por él, de apenas seis años, por ejemplo.
Y en el gobierno anterior, cuando los delitos eran cometidos por políticos, a sus fallos le agregaban fuegos artificiales y luego eran premiados con cargos y jugosos emolumentos en alguna embajada extranjera, o se convertían en eternos “asesores” (nunca nadie sabe para qué y para quién) de ese gobierno de turno. Creo que a pesar de las dificultades de la herencia macabra, los argentinos esperamos, esperanzados, un nuevo tiempo.
Hay muchas cosas realmente misteriosas en este bendito planeta azul, que para una mente normal son inexplicables, como la política, pero mirándolo desde un punto de vista filosófico, nada tan insondable y misterioso como el ser humano, su pensamiento, su vida y su muerte.
Cada día que pasa, en el tiempo de mi vida, siento que me alejo de las cosas que más quiero, e indubitablemente, me acerco a lo que no quiero, o a lo desconocido y misterioso. Sigo buscando, con mi espíritu, un lugarcito tranquilo en mi interior para mi confesionario personal. Monacal, con mucha luz, lleno de perfume a libros viejos y muy leídos, silencioso, austero, donde, rigurosamente, mi implacable conciencia, castigue o premie mi sinceridad, en las conversaciones conmigo mismo, íntimamente.
A pesar de todo, soy lo que soy. Y estoy seguro más me conoce mi nieto, que mis hijos. Porque me ocupé de enseñarles a mis hijos, a ser padres. Porque ahora tengo un poco más de tiempo para ellos, porqué soy doblemente padre, soy su abuelo. Y porque los viejos comenzamos a pensar más como piensan los niños, y nos entendemos mejor, y los amo.
No es cierto aquello de que los delincuentes, motochorros, sacerdotes violadores, estafadores, asesinos, narcos, etc. etc. entran a las cárceles por una puerta y salgan por la otra. Todavía es mucho peor, salen recién afeitados, impecables, con un auto último modelo esperándolos, rodeados de abogados famosos y muy capaces que casi es imposible pagarles sus jugosos honorarios, vestidos con costosos trajes, y lo hacen por la misma puerta, a tal punto que creo que deberían colocar una lujosa puerta giratoria. Eso sí, lo hacen muy bien vestidos, muy serios y compungidos, diciéndoles a todos los periodistas, soy inocente.
Decir aquello de “el hombre y sus circunstancias” es, como todas las cosas, absolutamente relativo. Yo creo que el ser humano es el que crea las circunstancias, y no estas al ser humano. Estoy convencido que para que el ser humano modifique sus circunstancias, debe utilizar su latente fuerza interior y sus comportamientos, hacia un destino de grandeza. Y luego proyectarlos al entorno y al mundo. Esto es algo que tanto nos hace falta.
Nunca entendí, por qué les tapan el rostro a los asesinos y delincuentes que son detenidos, “infraganti “y además reincidentes ¿Para qué les preservan el anonimato? ¿Para que nos asalten o nos maten y no podamos identificarlos y denunciarlos? Inexplicable. Y para nuestra burla, cuando salen “con permiso extramuros”, no pasan más de cuarenta y ocho horas para que roben, violen o maten a otro inocente. Y es “box populi”. Pero para la justicia garantista donde los derechos humanos del delincuente son más importantes que los de las víctimas, sigue cometiendo los mismos errores, que son fatales para el pueblo que les paga sus jugosos sueldos, y para colmos, sin pagar impuestos. Me encantaría verles su rostro por la T.V. con un enorme cartel que diga “Delincuente peligroso”. Y también otro con el rostro de todos los jueces “Suelta presos”.
Recuerdo con nostalgia y melancolía, aquellos hermosos tiempos, de mucho trabajo, de progreso fecundo, donde había tiempo para todo, y todavía tenía tiempo. Para nosotros y para todo. Y todo, alcanzaba para todo. Y todos podíamos aspirar a vivir decorosamente. Nos sentábamos con nuestros vecinos en nuestras veredas, haciendo amigos y viviendo más felices.
Ahora, donde vivimos enrejados y la calle tomada por los delincuentes y motochorros.
La libertad es una condición primordial del ser humano, muy valiosa, pero es un derecho, y no un privilegio de unos pocos. Es nuestra independencia para decidir y vivir. Enseñemos a las generaciones venideras a hacer uso y defender este derecho inalienable, y las preparemos convenientemente. Así evitaremos que los corruptos de siempre, los transformen solo en un número que sume o reste a sus intereses, y los utilicen como más le convenga a sus propias especulaciones.
Creo que todos los que vivimos intensamente, sin ser hipocondríacos, siempre nos sentimos enfermos incurables de algo. Me confieso enfermo incurable del amor. Y de amar. Creo que vivir sin el amor, es imposible. Y es así que creo que como una demostración de amor a nuestro prójimo, debemos ayudar y acompañarlos con amor a todos aquellos pobres ancianos abandonados por la familia y la vida, olvidados en los asilos de ancianos.
Vete un día cualquiera a un asilo de ancianos público. Llévate unas galletas, algunas revistas viejas, tal vez también papel y sobres para cartas y quédate con ellos un par de horas. Cuando te retires, verás que a pesar de todos tus problemas en la vida, estás en la cima del mundo.
El día que dude sobre la moral, especialmente mi moral, seguro será porque mi conciencia me habrá abandonado, y estaré y me sentiré irremediablemente perdido. Y seguro, me arrepentiré de haber nacido.
Leo y escribo, casi permanentemente, o cada vez que puedo hacerlo, lamentablemente cada vez menos, como consecuencia del esfuerzo del trabajo diario que se hizo más largo y el dolor de huesos y mi vista, que la estoy de a poquito perdiendo. Leo a veces los mismos libros, porque eso me gusta. Escribo durante la noche, con palabras agolpadas en borbotones que no puedo contener. A veces afiebrado y con rabia como ahora mismo, a veces sin calma y sin pausa.
Mi espíritu no reposa, pensando que la memoria puede abandonarme, y no podré seguir haciéndolo. Pero mi conciencia prevalece, me aquieta el pensamiento, y tranquiliza la permanente lucha conmigo mismo.
En toda mi vida, como muchos de nosotros, he sido un hombre que se hizo preguntas y siempre buscó respuestas. Y aún lo sigo y lo seguiré haciendo. Pero la experiencia me enseñó que además de buscarlas en los libros, en la palabra de los sabios o en la vida misma, debo profundizar la búsqueda en mi sangre, mi interior y en mi conciencia. Y sin claudicar nunca. Aunque las conclusiones finales no me gusten.

_
El miércoles concurrió a una visita con su médico de cabecera para efectuar un chequeo y con su presente encaminado y el entusiasmo de empezar una nueva vida, el viernes se vistió con la fantasía de encontrar a Pedro en su empresa. No aguantaba más, necesitaba verlo y comprobar una vez más que él lo amaba y que estaba dispuesto a ayudarlo en los tramos finales de su redescubrimiento.
Después de estacionar en la puerta, se quedó un momento en el auto, su corazón latía con fuerza y le temblaban las manos. Se sentía nervioso, como si todavía tuviera dieciocho años y supiera que iba a cruzarse con el chico que le gustaba. Pedro se había transformado en mucho más que eso. Era el hombre que amaba, el amor de su vida, su vida misma y su sentido del todo, el que elegía. Un gran hombre que merecía otro gran hombre, y él iba a serlo.
Bajó del coche y entró sin mirar a nadie. Fue directo a las escaleras que conducían al despacho a pesar de que un empleado se echó a correr tras de él.
__Señor __exclamó__. ¡Señor, se dirige al sector privado!

Guillermo abrió la puerta sin prestarle atención.
__! Te amo! _ gritó aun antes de hallar a Pedro en el cuarto.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la diferencia de luz, halló una cabeza canosa un tanto calva que se elevaba hacia él y sintió el sonrojo… Era Gutiérrez, el hombre que lo reemplazaba en  la gerencia cuando Pedro viajaba.
__Gracias __dijo, y sonrió.
Guillermo palideció de vergüenza.
__Per… perdón __masculló__. No sé por qué pensé en encontrar a Pedro.

El hombre que sabía la historia sonrió, se puso de pie, le tendió la mano y señaló el asiento al otro lado del escritorio.
__Pase __pidió, y luego miró al  empleado que se había quedado tras el invasor__. Puedes retirarte __le indicó.
Guillermo entró en la oficina, aunque hubiera preferido que se abriera un hueco en el piso y se lo tragara la tierra. Se sentó, sin atreverse a mirar al subgerente.
__Ya me parecía que un hombre tan apuesto no iba a decirme eso a mí _bromeó__. Como podrá apreciar, debería tener treinta años menos para parecerme un poco a Pedro _siguió y Guillermo acabó riendo. El ambiente era distendido__. Cuénteme, qué puedo decirle.

__ ¿Ni siquiera está en Buenos Aires?
_No sé dónde ande _dijo el hombre.
__ ¿Ni siquiera con los chicos en Nueva York? _replicó Guillermo desilusionado. Esperaba que ese fuera el día en que definitivamente cambiara su vida, pero al parecer, tendría que esperar un poco más.

__Creo que tuvo un problema en el Ártico, pero está bien, tranquilo _explicó el hombre__. Y creo que hay una conferencia sobre cambio climático en Lima, aunque no sale mucho en las noticias.
__ ¿Pedro está en Perú? __el hombre asintió con la cabeza__. ¿Cuándo vuelve?

__Según creo en poco tiempo después de esa conferencia, pero no me confirmó la fecha de regreso todavía. Tal vez de allí regrese a buscar a los chicos, y pase por acá.
Guillermo asintió, tratando de ocultar la tristeza. Antonio ofreció un café, pero él lo rechazó. Le dio las gracias por la información y se despidió amablemente, al menos había cumplido con las misiones y estaba vivo.
No quería llamarlo, temía que de hacerlo, dejara todo para volver a él, y no deseaba interrumpir sus proyectos.
Regresó al auto, pensativo, y sin ánimos, pero con el consuelo de que estaba haciendo algo que podía llenarlo. Aun así, sabía por las palabras de su carta que, sin él, ya no sentía lo mismo y que lo necesitaba.
Fue así como se le ocurrió una locura.
Podía esperar a Pedro, que regresara a Buenos Aires en algún momento sufriendo por estar lejos de él, y él por estar lejos de Guillermo. Habían esperado tanto, que diez días, un mes o un año no era nada. O también podía ir a su encuentro, a buscarlo, y terminar lo que fuese a su lado, tachando más ítems de su lista: volver a verlo, acompañarlo en su lucha, hacer cosas inesperadas…
La vida se vive mejor cuando se deposita en ella el corazón, pensó... Ese era el método de Pedro. La esencia. Por eso hizo caso a lo que sentía y condujo hasta donde sabía que vivía Camila, aunque enfadada y con cara de pocos amigos, si él sabía explicarle su propósito, le daría los datos necesarios.

__Necesito tu ayuda __le dijo Guillermo finalmente.

__ ¿Mi ayuda? __repitió, incrédula.

__Supe que Pedro está en  Lima… y necesito… llegar a él, todo lo que para él es importante, me interesa, te lo juro.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.

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