NO SOY YO
CAPÍTULO TREINTA Y UNO.
“No existe nada más interesante que la
conversación
de dos amantes que permanecen callados”. Achile Tournier.
de dos amantes que permanecen callados”. Achile Tournier.
La luz de la heladera se derramaba sobre
Guillermo en la oscuridad de la cocina como por su sangre lo hacía la
inquietud. No tenía hambre y sabía que una cerveza no le aliviaría el nudo que
se le había formado en la boca del estómago. Sin embargo acostarse en la cama
para recordar la presencia de Pedro a su lado tampoco iba a ayudar en absoluto.
Miró el teléfono. Debería llamarlo, pero no
sabía si lo escucharía, o si por el contrario le colgaría directamente.
Mientras se frotaba el pecho, soltó el aire
despacio y cerró los ojos recordando cómo le hacía el amor desde tantos años
atrás, y pensando que experiencias así
no tienen olvido.
“Esta noche, como tantas otras noches soy un
esclavo de tu cuerpo, y solo amándote puedo saciarme, porque añoro el aroma de
tu cuerpo y necesito tus placenteros sabores, por eso ardo de deseo cuando mis
labios, sedientos de pasión, se unen a los tuyos, en ese beso desenfrenado, que
me da la vida, mas lentamente se incinera mi respiración y se ahogan tus
gemidos en la hoguera de nuestra excitación, y una vez más deambulo por el
infierno de tu cuerpo, porque tú eres la atracción de lo indomable, lo
imposible e inigualable, lo que me hace enloquecer de pasión, porque solo vos Pedro sos mi cielo y definitivamente
mi infierno.
Después de una noche llena de placeres,
divertimento y melodías desencadenadas en el aire, me he despertado confuso,
mis pensamientos (esta parte de mí que sabe bien cómo atormentarme) están
dispuestos a seguir soñándote y a guardarte en un rincón de mi piel, siguen su
camino buscando la salida, porque no comprenden tus silencios, aunque no haya
silencio que Dios no comprenda, mientras, apaciguaré la sal que derraman mis
lágrimas.
Si pudiera gritar en este día tu nombre, si pudiera en este día besar tus labios, te regalaría el más hermoso de los besos que tengo patentados para vos, mis besos lentos ¿recuerdas cómo soñabas con ellos? Los recogidos cada noche para soñarnos y darles vida, calmaría vida mía el hambre que padeces de ellos.
Si pudiera amor, cerrar mis ojos e imaginarte en esta noche a mi lado bajo este cielo gris como mi ánimo sin vos, llenaría todo tu cuerpo de música, bailaría sobre tus pies dejándome llevar mientras llenas de caricias mi espalda, y así enredarte entre mis locuras de enamorado, así lo haría, sería mi propósito. Te amo”.
Si pudiera gritar en este día tu nombre, si pudiera en este día besar tus labios, te regalaría el más hermoso de los besos que tengo patentados para vos, mis besos lentos ¿recuerdas cómo soñabas con ellos? Los recogidos cada noche para soñarnos y darles vida, calmaría vida mía el hambre que padeces de ellos.
Si pudiera amor, cerrar mis ojos e imaginarte en esta noche a mi lado bajo este cielo gris como mi ánimo sin vos, llenaría todo tu cuerpo de música, bailaría sobre tus pies dejándome llevar mientras llenas de caricias mi espalda, y así enredarte entre mis locuras de enamorado, así lo haría, sería mi propósito. Te amo”.
Le
daría un día. Y después lo intentaría otra… y otra vez. Pedro no iba a librarse
de él tan fácilmente, no esta vez que al fin Camila estaba muerta, acababa de
tener la certeza.
Su
móvil sonó sobresaltándolo. Tras cerrar la puerta del frigorífico con
brusquedad alargó el brazo hacia la encimera para tomarlo. Sintió brillar un
rayito de esperanza. Esperanza de que Pedro hubiera recuperado el sentido
común. Le llamaría Gastón como deseaba, se anotaría un punto por ahora.
__
¿Gastón?
__Guille,
soy Gaby, ayúdame.
__Ah,
hola, ¿qué sucede? __Le embargó la desilusión.
__Agustín
no contesta el teléfono.
El pánico que transmitían esas palabras hizo
que se le erizara el vello de la nuca.
__
¿Cómo dices?
__Que
no me toma el móvil. Dijo que lo llevaría encima permanentemente. Gastón
tampoco contesta, lo he llamado al fijo y al móvil.
Mierda.
Ni siquiera se paró a pensar en lo que hacía. Fue corriendo al pasillo en busca
de los zapatos.
__Gaby,
he contratado a un vigilante de seguridad para que controle el exterior de la
casa. No me ha llamado. A lo mejor solo es la tormenta.
__Es
posible _ convino ella, si bien en el contexto de lo que venía sucediendo
estaba tan poco convencida como lo estaba él__. Por fin tengo el informe del
detective privado. Acabo de leerlo porque se había caído el servidor y te aseguro que es asombroso, Guille.
__Gaby,
habla.
__Preferiría
que sea personalmente.
__Habla,
ya __ exigió.
__Okey…
Moravia tenía más hijos, no solo a Camila como todos pensamos, bueno y no
exactamente hijos.
__No
entiendo nada.
__
Que era tutor al menos de otro muchacho más o menos de la edad de Camila al que
quería tanto o más que a ella, Paul… McKellen, murió de cáncer hace cinco años,
para la época en que desapareció Pedro.
Guillermo
se detuvo en seco, con una mano en la puerta principal, y las llaves del coche
de alquiler en la otra, pues el suyo lo tenía la policía.
__Y
lo que sigue te gustará, porque en definitiva confirma que Camila nunca se casó
con Pedro, solo se lo hizo creer.
__
¿Qué es?
__Lo
que te dije explica que Camila estaba
relacionada con los MacKellen, se casó con uno de ellos, ese chico fue su
esposo, Paul.
__
¿Cómo?
__Bueno
no eran hermanos de sangre, cuando Orestes lo llevó a la casa, era un
adolescente, y se enamoró de ella,
fueron amantes desde chicos y se casaron hace como diez años.
__
Sí, mierda, estos todos llevaban doble identidad, Orestes Moravia era tal
cuando ejerció de Juez cuando desapareció del juzgado fue Karls Mc Kellen presidente de McKellen Publishing. __ Su hijo
adoptivo digamos, se casó con Camila hace exactamente nueve años. Murió después
que la FDA prohibiera los ensayos clínicos con
tabofren. Creo que él participaba de esos ensayos.
__Mierda,
por eso se cabreó tanto, y por eso yo no he
reconocido el nombre Mc Kellen ni
lo relacioné con la mujer que había conocido siempre, no relacioné a Camila con el hombre con el que
había hablado en el despacho tras cuyo enojo desapareció Pedro porque la hija de mil… usaba los dos nombres a fin
de mantenerse en la oscuridad mientras llevaba a cabo su ensayo clínico ilegal,
Camila usaba los dos nombres, y estaba asociada a su padre y con Gray
Pharmaceuticals para lograr que la FDA aprobara el medicamento. No relacioné a
Camila con el hombre que había conocido y con el que había hablado en el
despacho, Gaby, y es tan difícil de creer, ¿tienes pruebas?
_Sí,
tranquilo, las hallaremos _replicó, Gaby __. Ya contamos con que la policía
sabe que Camila contra los papeles que puede aportar Pedro, murió hace días en
la bahía, no en el accidente aéreo que todos pensamos.
Guillermo
corrió hacia el coche bajo la lluvia y arrancó el motor una vez dentro.
__
¿Quién mató a Nancy y a todos los demás, Gaby? porque ese alguien usó mi auto.
__Hay más, mucho más, pero no te vuelvas loco
ahora porque Fabián te necesitará
entero.
__
¿Qué mierda tiene que ver Fabián con todo esto?
¿Gaby?
__Bueno,
va… Moravia… no era el tutor de ese muchacho solamente, hay otro hijo no
biológico, y los usaba sexualmente, era pedófilo, abusó de ellos cuando eran
menores pero eso sí, les dio la mejor educación y usó el cerebro de Camila para
manejar laboratorios que se están
descubriendo como el de la clínica privada que quemaron, pero mucho más
sofisticados.
__
¿Qué?
__Encontraron
todo esto, una ciudad subterránea al allanar luego de hallar su cadáver,
Guille, y tenía como te dije una hija adoptiva, amante del chico que murió, se
supone se amparaban, se cuidaban entre ellos y se consolaban de los abusos de
ese degenerado, al tiempo que estudiaban y llevaban una vida de ricos.
Guillermo
se apartó un mechón de pelo húmedo de los ojos y dio marcha atrás para salir al
camino de acceso a su casa a toda prisa.
__
¿Dónde está esa hija?
__Camila
la dio por muerta por años, parece que el tipo los asfixiaba al momento del
orgasmo y ella casi muere en una de esas prácticas, estuvo en coma meses y
convenientemente al despertar bloqueó esa parte y entonces ya era mayor, ya no volvió a violarla, y ella lo idolatró.
__
¿Dónde está y qué tiene que ver con todo esto?
__Aquí,
Guille, en Buenos Aires, lo siento, estuvo a tu lado años, y sigue trabajando
contigo.
__
No hay ningún Mc Kellen en mi familia o en mis empresas. Ni Moravia.
__No
usa esos apellidos, sino el suyo de nacimiento.
La otra hija es Ana, Guille lo siento.
__
¿Qué? Mi ex, no, no puede ser. ¿Estás segura?
__Sí.
Ana Acevedo __siguió Gaby, todos los papeles estaban en ese laboratorio ultra
moderno, una ciudad subterránea con casas del personal que trabajaba para
ellos.
“Mierda”
pensó. Ana que había viajado en su lugar
y había viajado a Canadá varias veces en el último año. Ana que sin contar con
el cariño que le tenía Fabián, había sido la responsable de la fusión con Gray.
Ana que le había insistido con el cambio y había comprado el coche y podría
haberlo usado el día en que murió Nancy, después de que él lo dejara aparcado
en el garaje de la empresa, Ana que conocía todos los detalles del regreso de
Gastón porque él había sido tan imbécil
como para contárselo, Ana hermanastra de Camila.
El
apremio se apoderó de él, pisó el acelerador.
__Gaby… Ana sabe que Gastón está en la casa de la
playa esta noche.
__Lo
imaginé. Estoy en el coche por tomar la ruta dos, y ya he llamado a la policía.
__Es
probable que igualmente yo llegue antes que vos. De todas formas, no entres sin
mí o sin la policía. ¿Me has oído? No necesitamos más víctimas.
¿Gaby?
La
llamada se cortó, Guillermo con furia arrojó el móvil al asiento, se concentró
en el parabrisas, la cortina de agua apenas le dejaba ver.
Mierda,
no estaba seguro de que ella lo hubiera oído.
Tomó
el móvil. Marcó el número del guardia que había contratado. No obtuvo
respuesta.
Tras
pisar a fondo el acelerador. Arrojó el teléfono en el otro asiento, no tenía caso intentar con Pedro, y aferró
con fuerza el volante.
“Cuando lo vi por primera vez quedé cautivo,
prendado, fascinado con la silueta que se deslizaba cortando el aire dejando a
su paso, vórtices afilados que podía
comprender como el halo de un ser superior moviéndose con soltura entre esta
casta inferior que lo rodeaba. Solo del azul de su rostro fuimos testigos los
afortunados presentes en aquel momento peculiar de la vida, todo lo demás
estaba cubierto por su ropa. Sus grandes ojos celestes solo miraban para abajo,
como permitiendo deducir una timidez que no tenía por qué ser. Capas y capas de
errores, atrevimientos, y simple humanidad me habían convertido en un ser
incapaz de una jugada audaz para conquistar, pero desde el primer momento supe
que si no reaccionaba, lo perdería para siempre.
Me acerqué hasta el punto en que no tenía otra solución más que mirarme para poder seguir su trayectoria. Se detuvo frente a mí y esperé paciente, rogando que no escuchara mis latidos que me aturdían y daban la sensación de sacudirme de forma visible para cualquier persona que me estuviese mirando. Poco a poco elevó su mirada hasta la mía y con aparente seguridad en mí mismo le volqué todo mi parecer sin pausa y con una emoción indescriptible: “Quisiera conocerte”, le dije con voz temblorosa. “Quisiera saber si tu interior es tan bello como lo es tu rostro y hermosa figura, porque si es así, nunca, pero nunca te voy a dejar de amar ni me iré de tu lado”. Me preparé para la bofetada o al menos la burla o el desdén pero en cambio me respondió con voz de ángel mientras trataba de hundir su bello rostro azul debajo del cuello del suéter de Bremer que lucía en exagerada elegancia: “¿Está seguro de lo que me está diciendo? ¿O se está burlando de mí?” Tomé una de sus manos escondida tras el puño y sentí el fuego como de una corriente eléctrica que me dio en la nuca y bajó en forma de escalofrío. Sin duda era él, no me equivocaba. Su piel era extremadamente suave y ahí pude ver su color en toda la profundidad, era azul o muy parecido y la textura de su piel, como la gamuza.
Nuestro amor fue más de lo que pude aquel día imaginar. Juntos descubrimos el amor, la pasión y la vida de la que tanto él se escondía. Amor era el único nombre que nos permitíamos usar para referirnos a nosotros mismos y el que mejor se ajustaba. Siempre lo presumí con mis amigos y parientes. Sus azules y largas piernas poco a poco fueron mostrándose a un mundo que a priori parecía hostil a las diferencias pero que sencillamente cayó bajo el encanto de esta imponente criatura de color único. El día que desaté por primera vez su cabello y, como ola que rompe contra el acantilado, descansó sobre sus hombros, supe indefectiblemente que mi vida ya no me pertenecía. Con creces su espíritu interior y ternura pagaron la duda que le planteé el día que me enamoré de él.
Todo llega, y el día en que le preguntaría sobre su extraño color de piel, no sería la excepción. Llevábamos mucho tiempo juntos y la confianza necesaria como para hacerle esa pregunta era natural, parte de la relación. Cuando le pregunté sobre su color, me miró con una cara que dijo mucho más de lo que hubiera podido su boca. Hice silencio y no volví jamás a referirme al tema. Con el tiempo una duda cruzó mi mente con toda intención de quedarse: Quizá solo yo veía que mi novio era color azul.”
Me acerqué hasta el punto en que no tenía otra solución más que mirarme para poder seguir su trayectoria. Se detuvo frente a mí y esperé paciente, rogando que no escuchara mis latidos que me aturdían y daban la sensación de sacudirme de forma visible para cualquier persona que me estuviese mirando. Poco a poco elevó su mirada hasta la mía y con aparente seguridad en mí mismo le volqué todo mi parecer sin pausa y con una emoción indescriptible: “Quisiera conocerte”, le dije con voz temblorosa. “Quisiera saber si tu interior es tan bello como lo es tu rostro y hermosa figura, porque si es así, nunca, pero nunca te voy a dejar de amar ni me iré de tu lado”. Me preparé para la bofetada o al menos la burla o el desdén pero en cambio me respondió con voz de ángel mientras trataba de hundir su bello rostro azul debajo del cuello del suéter de Bremer que lucía en exagerada elegancia: “¿Está seguro de lo que me está diciendo? ¿O se está burlando de mí?” Tomé una de sus manos escondida tras el puño y sentí el fuego como de una corriente eléctrica que me dio en la nuca y bajó en forma de escalofrío. Sin duda era él, no me equivocaba. Su piel era extremadamente suave y ahí pude ver su color en toda la profundidad, era azul o muy parecido y la textura de su piel, como la gamuza.
Nuestro amor fue más de lo que pude aquel día imaginar. Juntos descubrimos el amor, la pasión y la vida de la que tanto él se escondía. Amor era el único nombre que nos permitíamos usar para referirnos a nosotros mismos y el que mejor se ajustaba. Siempre lo presumí con mis amigos y parientes. Sus azules y largas piernas poco a poco fueron mostrándose a un mundo que a priori parecía hostil a las diferencias pero que sencillamente cayó bajo el encanto de esta imponente criatura de color único. El día que desaté por primera vez su cabello y, como ola que rompe contra el acantilado, descansó sobre sus hombros, supe indefectiblemente que mi vida ya no me pertenecía. Con creces su espíritu interior y ternura pagaron la duda que le planteé el día que me enamoré de él.
Todo llega, y el día en que le preguntaría sobre su extraño color de piel, no sería la excepción. Llevábamos mucho tiempo juntos y la confianza necesaria como para hacerle esa pregunta era natural, parte de la relación. Cuando le pregunté sobre su color, me miró con una cara que dijo mucho más de lo que hubiera podido su boca. Hice silencio y no volví jamás a referirme al tema. Con el tiempo una duda cruzó mi mente con toda intención de quedarse: Quizá solo yo veía que mi novio era color azul.”
El
agua caliente se deslizaba por la piel de Pedro. Estaba rodeado de burbujas.
Puesto que no podía dormir, se estaba dando un baño con la esperanza de que lo
librara del frío que sentía en los huesos. De momento no funcionaba. Usando el
dedo gordo del pie abría y cerraba el grifo, mientras contemplaba una mancha en
el borde de la bañera, aun sin recuerdos de años, le abrumaban los recientes.
El goteo del agua era el único sonido que se oía en la estancia. Recordó la
cara de Guillermo, y cerró los ojos
deseando que el agua pudiera borrar su sufrimiento.
“Como cada noche al apagar la luz, un beso le
dejo a tus labios en aquel retrato, un suspiro inevitable huye de mi boca para
besarte en la distancia y entre la penumbra mi piel te reclama, mis ojos se
cierran para sentirte llegar, mi mente se entrega al corazón y allí mi mano
como una pluma al aire, te dibuja a mi lado.
El contorno de tu cuerpo va sintiendo mi mano
y tu silueta en la penumbra mis sentidos perciben, voy respirando tu aire,
juego a acomodar tus cabellos, el paso de mis caricias dibuja las líneas de tu
cuello, voy sintiendo la suavidad de tu piel, camina mi mano por tu hombro y en
un punto, mis labios graban allí un beso.
Mi piel se despierta ante la sensación de
sentir la proximidad de tu calor, escucho susurros de te amo… melodía de tu voz acariciando mis oídos y
haciendo vibrar las fibras de mi ser, sigo dibujándote entre mis sábanas, mis
piernas juegan con la suavidad de las tuyas y para mis labios mi pulgar dibuja
los tuyos a centímetros de mi boca.
Y abrazo un vacío que ocupas en la cama, mis
párpados dormidos no pueden ocultar la emoción en mis ojos al sentirte tan
cerca teniéndote lejos, entre suspiro y humedad mis labios a ese espacio de la
almohada, que ocupa tu boca, van camino a besar y en mi pecho grito tu nombre
con tantos te amo que logren hacer un
puente entre tu espacio y el mío para poder amarnos.
En este calor que siente mi pecho, en la sed
de mis labios y entre las caricias que duermen en mis manos, todo mi ser y mi alma
parecen cada noche gritar, por Dios… cuánto más enamorado de ti se puede estar.
Escribo para desahogarme, la voz se ahoga, brotan mis lágrimas y no puedo
olvidar, mis sueños rotos están, mis anhelos sin rumbo van, sin ti amor mío ha
aparecido la hoguera del dolor, has hecho morir mis penas, hundido en mi triste
lecho, extrañando aquellos días tan felices que jamás volverán, eras mi
respiración, eras solo para mí, mi amor eterno.
Otoño ha llegado y el viento se oye cual
chiflido de miedo, le perdono cada centímetro acariciado, la trampa de sus
labios, fui carnada de sus ojos, haber devorado mi piel, mi boca, el sexo,
verme enamorado, pronunciar su nombre tatuado en todo mi cuerpo, fui esencia,
aroma mezclada, piel a piel, con ese erotismo maravilloso que él poseía, la
labia de sus palabras, los susurros en mis oídos, que hoy son mi derrota.
Me fundí en su piel, en mis sábanas, lo hice
enloquecer, mío solamente fue, los besos hoy solo están rotos, y el corazón con
cicatrices, amordazaré a mi piel y morirá la insensatez, dejé que me tocará,
que me amara, que me pervirtiera y sedujera en mi cama, solo me he quedado
vacío y en la nostalgia, atado a su vida, solo mi capricho, la impertinencia de
rogarle que me quisiera.
Eras y fuiste esa obsesión, me quitaste la
venda y me diste una gran lección, fuiste mi castigo, ¿Cuánto te amé, cariño
mío? Amores que se van pero que no habitan dentro del corazón y se perderán
para siempre. De nuevo solo, tu piel me quema, el insomnio y la soledad en esta
oscuridad que lentamente voy muriendo al estar en este infierno, en esta
tiniebla.”
Tras
pasar una hora al teléfono con su jefe inmediato, haciendo planes de trabajo
para las semanas siguientes luego de la charla con su hermano, estaba agotado.
Desaparecer no era una buena opción dadas las circunstancias, pero no se le
ocurría otra cosa mejor.
Sus
padres y Agustín lo entenderían. Y encontraría alguna manera de lograr que
Malena lo entendiera. Además, no sería para siempre obviamente por ellos, por
esa familia que había empezado si no a recordar sí a querer, solo hasta que
todo se tranquilizara. A esas alturas ya ni siquiera quería saber la verdad.
Quedarse en Buenos Aires mientras la prensa lo perseguía y la policía hacía
preguntas que no podía responder, por culpa de toda la historia solo serviría
para prolongar la agonía.
Se
pasó una mano por el pelo y suspiró, deseando no ponerse a llorar otra vez, qué
poco entendía de lo que estaba sucediendo.
Y
además no olvidaba la lista de nombres donde la mayoría eran muertos y el suyo
estaba marcado, aunque las lágrimas no iban a ayudarlo en absoluto, también
deseaba no poner en riesgo a sus seres queridos.
Las
luces se apagaron, un escalofrío le recorrió la médula espinal.
Se
sentó en la bañera de repente derramando el agua por el borde. El viento
soplaba furioso en el exterior. Desde la
planta baja le llegaba el traqueteo de la mosquitera de la puerta trasera, que
se movía azotada por el viento.
“Estás
nervioso. Tranquilízate. Agustín está en la planta baja. No pasará nada.
Seguramente la tormenta haya dejado a oscuras todo el barrio”, se dijo.
Salió
de la bañera y tomó del perchero un albornoz violeta. Tras atarse el cinturón
se encaminó hacia la escalera, y lanzó una maldición cuando se tropezó con uno
de los juguetes de Bruno, ya que en el pasillo reinaban las sombras. El dolor
agudo que azotó el dedo gordo del pie fue tal que tuvo que morderse los labios
para no gritar mientras recorría el resto del pasillo saltando a la pata coja e
intentando aliviar el dolor del dedo.
¿Por
qué todo le salía mal?
Los
escalones crujieron bajo sus pies. Sentía el dolor palpitante en el dedo. Al
llegar al último peldaño, contuvo el aliento, ya que no quería despertar a
Agustín, que estaría dormido en el sofá.
Al
entrar en la cocina sintió una ráfaga de aire frío. La puerta trasera estaba
abierta y la mosquitera se zarandeaba con el viento, golpeando el marco.
¿Qué
narices había pasado? Dio un paso al frente y se detuvo.
Había
cerrado la puerta con el pestillo antes de subir. El sentido común hizo que se
detuviera a pensar. Sintió un nudo en el estómago y se quedó sin aire en los
pulmones.
“Ve
en busca de Agustín.”
Salió
de la cocina caminando hacia atrás y se golpeó con la consola del pasillo,
tirando la lámpara al suelo.
El
susto le provocó un subidón de adrenalina.
“!
Por el amor de Dios! Se estaba comportando como un adolescente nervioso viendo
una película de terror. Seguro que su hermano estaba detrás de él, riéndose.
Se
llevó una mano al abdomen mientras se volvía y miraba hacia el sofá del salón.
Estaba
vacío.
Miró
hacia la cocina.
_ ¿Agustín?
No
obtuvo respuesta.
El
sudor le corría por la espalda aunque estaba helado de frío.
“Piensa
Gastón. ¡No eres tonto!”, se reprendió.
Reparó
en el teléfono inalámbrico, que descansaba sobre la mesa del salón. Lo tomó con
dificultad y se lo llevó a la oreja con una mano temblorosa. No había línea.
Otra
ráfaga de viento estampó la mosquitera
contra el marco. El ruido lo sobresaltó y lo hizo entrar en la cocina.
Había
dejado el morral sobre la encimera, con el móvil y las llaves. Tenía que
cogerlo. Respiró hondo para tranquilizarse y comenzó a andar entre las sombras.
De
repente. Pisó algo húmedo y se resbaló sobre el parquet. Se libró de caerse al
suelo porque consiguió aferrarse de una silla. Al mirar, vio que había un
reguero de algo que comenzaba en la puerta trasera y rodeaba la mesa.
De
acuerdo. Aquello no le gustaba un pelo. Algo iba mal. Era hora de largarse. Extendió
el brazo para tomar el morral.
Y
algo duro le golpeó la cabeza por detrás. El contenido de su morral salió volando. Se tropezó contra un
taburete, y cayó sobre la encimera tras lo cual acabó en el suelo. Un brazo se
llevó lo peor del impacto, y el dolor le llegó hasta el hombro. Cuando abrió
los ojos vio que Ana, la secretaria de Guillermo, la madrastra de Fabián estaba
de rodillas a su lado, con una pistola en la mano.
__Bienvenido
a la fiesta, Pedro, o Gastón como prefieras.
En
ese momento Gastón vio que Agustín se encontraba en el suelo detrás de la mesa.
Estaba inmóvil con los ojos cerrados. Le salía sangre de la cabeza.
Se
le revolvió el estómago. ¡Por Dios! No sabía resbalado con agua.
__No,
Pedro mírame a mí __le ordenó, Ana__.
¿Sabes el lío en que me has metido al regresar a Buenos Aires?
¿De
qué narices estaba hablando? Pedro frunció el ceño. Abrió la boca para hablar,
pero no logró articular palabra.
__No
te hagas el tonto conmigo, puedes haber perdido recuerdos pero de tonto no
tienes nada, yo no voy a tragarme eso de “yo no recuerdo nada”, como Camila y
Guillermo. Solo me has ocasionado problemas desde que empezó todo esto.
“Desde
que empezó todo esto. Camila. ¡No!”, pensó.
__Tú…_logró
decir a duras penas mientras procesaba información a toda prisa__. ¿Fuiste tú?
Pero trabajas con Guillermo eres la madre de Fabián. No lo entiendo.
__La
madrastra a gatas de Fabián y de eso hace años, apenas me ve ahora __afirmó con
una sonrisa torcida__. No eres muy listo, ¿verdad? __Ana esbozó una sonrisa
grotesca__. Seguro que es por culpa de la medicación. El Tabofren habría
salvado a Paul. Y Guillermo lo sabía.
__ ¿Paul?
Pedro
frunció el ceño. Intentó incorporarse protegiéndose el brazo herido con el
otro.
__ ¿Quién
es Paul?
__Mi
hermano. Y el esposo real de tu… Camila.
__ ¿Qué?
¿Entonces ella y yo...?
__Nuca
estuviste casado con ella idiota. Guillermo estaba tan entusiasmado con el
tabofren que lo promovió de inmediato para los ensayos clínicos. Y funcionó.
Pero decidió echar marcha atrás cuando la FDA se enteró de los efectos
secundarios y frenó en seco la producción
y Paul murió. Ese medicamento como a la esposa de tu jefe, le habría
salvado la vida.
Pedro
tragó saliva.
__Eso
no lo sabes y pudo morir por alguno de esos efectos secundarios.
__ ¿Ah,
no? Yo creo que sí estaría vivo, Pedro. ¿Sabes lo que se siente cuando se
pierde a un ser querido? ¿O debería llamarte Gastón? ¿Qué prefieres? __La
carcajada amenazadora de Ana hizo que Gastón se sobresaltara_. Se me olvida con
quién estoy hablando. Por supuesto que sabes lo que se siente cuando pierdes a
un ser querido, eso suponiendo que quisieras algo a Camila. Bueno, Guillermo sí
que lo sabe, el muy idiota siempre te veneró. Nosotros nos aseguramos de que lo
supiera.
__ ¿Ustedes?
¿Lo hicieron a propósito? ¿Por qué no me mataron sin más?
__A
posteriori es muy fácil tomar decisiones. Me quedé en minoría, mi voto no
contó. Mi padre y Camila pensaban que podrías sernos útil a largo plazo. Así
que un secuestro era mejor, creo que ya sabes cómo simulamos todo. Sin embargo, el avión en el
que supuestamente viajabas se estrelló y todo el mundo te dio por muerto.
__Eso
no fue un accidente.
__Lo
sé, mi padre lo arregló con una carga de explosivos en la bodega de
combustible, y nos pareció adecuado que Guillermo sufriera. Y tuvimos suerte de
que yo tuviera un conocido en la aerolínea, que se aseguró de que tu nombre
apareciera en la lista de pasajeros. La gente está dispuesta a hacer cualquier
cosa por dinero.
__Tú…
ustedes… ¿me mantuvieron vivo a propósito?
Ana
se encogió de hombros.
__Camila
necesitaba muestras de tejido para sus ensayos si quería que otra agencia
gubernamental aprobara el uso del medicamento. Nos daba igual que no tuvieras
ya el cáncer de años atrás. Lo que nos interesaba eran los efectos secundarios.
Y como tú estabas ahí…
Pedro
levantó un brazo y se frotó la herida de la cabeza.
__Pero,
¿cómo…?
__Esa
fue la mejor parte. __Ana rio__. No fuiste muy dócil durante el secuestro. Al
final, escapaste o lo intentaste, y provocaste un accidente de coche. Camila no
te mintió en eso. Te golpeaste en la cabeza y entraste en coma. Eso fue lo que
le dio la idea de utilizarte en el ensayo clínico.
__Camila…
Ana puso
cara de asco.
__Camila
era una imbécil, aunque se casó con Paul, descubrió que era mi amante y cuando
descubrió eso al recordar que había sido tu novia se negó a
suministrarte fármacos.
¿Quién
habría pensado que tenía consciencia?
Cuando se le detectó el cáncer a Paul tuvo que elegir, ella supuso que
el destino estaba jugando con su entereza, y
reanudó el suministro en los dos, pero él murió de todas maneras.
__Orestes
Moravia es tu padre _dijo Gastón.
__Mi
tutor, mi padre, veo que no eres tonto después de todo _replicó Ana con una
sonrisa__. También se hace llamar Karl Mc- Kellen. Es el dueño de McKellen
Publishing. Tu jefe.
Gastón
sintió una oleada de náuseas. Camila lo había enviado a trabajar allí.
__ ¿Qué
le pasó a Camila?
Los
ojos de Ana se tornaron gélidos.
__Se
asustó, además siempre la odié, Paul era mío, pero se casó con ella.
_ ¿La
mataste?
__No
me importaba que quisiera analizarte a modo de venganza. ¿Tener sexo con el
marido de Guillermo Graziani de forma habitual, arrebatarle su familia y a todo
lo que antes tuvo? Era una idea
brillante.
Pero
después de que Guillermo prohibiera el desarrollo del tabofren por segunda vez,
después de la fusión con Gray Pharmaceuticals, Camila perdió el fuelle. Yo los
habría asesinado a los dos. A ella le preocupaba demasiado que la descubrieran,
le preocupaba que Guillermo descubriera que vos estabas vivo, que habían tenido
gemelos, y que Bruno estaba contigo. Quería que lo abandonáramos todo cuando
estábamos tan cerca de conseguir nuestro objetivo por el bien de la humanidad.
Por eso y por papá que es filántropo e invirtió una fortuna en el desarrollo de
fármacos no podía permitir que tirara todo por la borda. Entregué mi vida para
asegurarme de que ese medicamento y otros menores verían la luz.
__!
Dios mío! __Gastón sintió el amargor de la bilis en la garganta.
__Adelante,
vomita. A mí me da igual, las veces que lo has hecho luego de aplicarte los
fármacos. No te queda mucho tiempo en este mundo. __Los labios de Ana esbozaron
una sonrisa satisfecha.
__Hiciste
que… hiciste que cambiaran la lista de pasajeros del avión para que pareciese
que Camila murió en ese accidente aéreo. Como pasó conmigo, ¿verdad?
__Un
paralelismo. Artístico, ¿verdad? Y todo habría salido bien de no ser por ti.
Tenías que empezar a escarbar sobre ciertas cosas que estaban mejor muertas y
enterradas.
Y de
no ser por Camila, esa imbécil. Cometió la estupidez de dejar la foto de Malena
en la casa. Debería haberla matado hace años.
Gastón
tragó saliva. Nadie lo salvaría. Agustín no se movía, quizá ya estaba
muerto, no podía saberlo…
__Mataste
a todos los pacientes que participaron
en los ensayos clínicos para no dejar pruebas.
Ana
no replicó.
__Y
a Nancy Kelly. Aquella mañana tomaste el coche de Guillermo. ¿Te había amenazado
con delatarte? Ella trabajó para todos ustedes ¿verdad?
¿También
a Matías Olazábal?
__Matías
hacía todo lo que Camila le decía. ¿De verdad crees que voy a contestar a todas
tus preguntas?
Gastón
captó un movimiento detrás de Ana.
__ ¿También
mataste a tu padre?
__Eso
fue un accidente. __El rostro de Ana reflejó el dolor que sentía__. Yo a él lo
amaba, era todo para mí, pero tuvimos una discusión. Igualmente su sacrificio
no es nada comparado con el número de personas que han muerto porque los
fármacos que deberían usarse para salvar vidas y se les niegan a aquellas
personas que los necesitan. ¿Qué sentido tiene desarrollarlos si luego no van a
usarse?
Agustín
se levantó, detrás de Ana. Le brotaba sangre de la frente. Parpadeó varias
veces y se tambaleó.
Gastón
sintió una oleada de pánico. Necesitaba que Ana siguiera hablando con él.
__La
FDA se encarga de establecer las normas que garanticen la seguridad de los
pacientes.
La
ira relampagueó en los ojos de Ana.
__No
me des lecciones sobre la seguridad. Si los pacientes hubieran podido acceder a
ese medicamento, mi madre estaría viva. Mi hermano estaría aquí también. Si
mueren unas cuantas personas por el bien general, así son las cosas.
Agustín
cruzó una mirada fugaz con su hermano y golpeó a Ana desde atrás, estampándola
contra la encimera. La pistola resbaló al suelo. Gastón se puso de pie como
pudo, con la intención de tomar un candelabro
de la mesa de la cocina, al ver que Ana trataba de levantarse, la golpeó.
Agustín gimió y tras sentarse en una silla, cayó al suelo.
Gastón le dio a Ana en la cara y después se
apartó para que no lo agarrara. Sin embargo, resbaló en un charco de sangre.
Ana
logró levantarse y se lanzó a por él. Forcejearon, rodando por el suelo de la
cocina, hasta que Ana lo inmovilizó.
A
Gastón le dolían los brazos y le palpitaba todo el cuerpo, pero no pensaba
morir así… no pensaba morir. Ana alargó el brazo para recuperar la pistola, y
Gastón forcejeó con brazos y piernas, hasta que logró aferrarle la mano que
empuñaba el arma.
“No,
no, no”, pensó. Así no. Tenía muchos motivos para seguir viviendo.
Continuó luchando con la energía que le
quedaba… Bruno, Malena. No podía perderlos…
Guillermo, su amor de siempre.
La
pistola se disparó, por un momento Gastón pensó que le había atravesado el
pecho, pero Ana abrió los ojos sorprendida de par en par. Se quedó paralizada
mientras miraba a Gastón como si estuviera en estado de shock.
El
cañón de la pistola que empuñaba apuntaba directamente a su pecho.
Cayó
hacia un lado, liberando a Gastón. El arma golpeó el suelo con fuerza.
Gastón
se puso de rodillas a duras penas para comprobar si Ana tenía pulso. No lo
encontró.
__Vamos,
vamos… __murmuró al tiempo que comenzaba a hacerle un masaje cardíaco. La
sangre manaba de la herida y se extendía bajo su cuerpo.
Gastón
retrocedió y cayó al suelo. Miró alrededor presa de temblores. Y en ese momento
vio que Agustín yacía inmóvil en el otro extremo de la cocina.
Los frenos
del coche de Guillermo chirriaron cuando se detuvo en el camino de entrada de
la casa de Gastón. Al otro lado de la calle, estaba aparcado el coche del
vigilante de seguridad. Sobre el volante había un cuerpo y los cristales
estaban manchados con alguna sustancia viscosa. Se le aceleró el pulso mientras
apagaba el motor.
Gaby
llegó justo después de él.
__ ¡Quédate
aquí! __gritó mientras ella abría la puerta de su coche.
Pese
al aullido del viento… se oyó un disparo.
__
Guillermo
corrió por el jardín delantero y abrió la puerta principal golpeándola con un
hombro.
__!
Pedro!
Gaby
le pisaba los talones, mientras corría por el oscuro pasillo. Sus ojos se
clavaron en Pedro que se encontraba en el suelo de la cocina. Tenía el albornoz
cubierto de sangre.
El
corazón se le subió a la garganta mientras caía de rodillas a su lado y
comenzaba a tocarlo por todas partes, en un frenético intento por encontrar
alguna herida.
__ ¿Dónde
te ha dado?
__ No
es mía __logró responder en un hilo de voz__. La sangre no es mía.
__ ¿Estás
seguro? Hay mucha.
__No.
Estoy bien. Guille por Dios. Agustín.
Guillermo
apartó la vista de él lo justo para ver a su cuñado que yacía en el suelo,
inmóvil. Le sangraba la cabeza. Gaby estaba a su lado tratando de despertarlo.
__Mierda.
__Guillermo se puso de pie y rodeó la isla de la cocina en dirección a los
cajones. Se le revolvió el estómago al pasar sobre el cuerpo de Ana, de cuya
herida aún brotaba sangre. Sus ojos, ya sin vida, miraban el techo. Él se había
acostado con esa mujer, le había confiado a su hijo, a su empresa.
Sacudió
la cabeza para reaccionar y buscó paños de cocina en los cajones y tras coger
unos cuantos, corrió para dárselos a Gaby y a Pedro.
__Presiona
para detener la hemorragia mientras llamo a emergencias.
__Agustín,
¿me oyes? __Pedro se inclinó sobre su hermano tratando de sofrenar el llanto ya
copioso en Gaby, mientras Guillermo llamaba a emergencias y hablaba con un
operador.
__ ¿Agustín?
_ dijo Gaby ente sollozos, abrumada por el pánico__. Ni se te ocurra dejarme, tenemos
que casarnos, ¿me oyes? Quédate con nosotros. Si abres los ojos te juro que me compraré
el conjunto de cuero rojo que tanto te gusta.
Guillermo
intentaba hablar de forma coherente con el operador. En el exterior, se
escuchaba el aullido de las sirenas pero él solo tenía ojos para las toallas
que Pedro tenía en las manos, empapadas en la sangre de Agustín.
Hacía
escasos minutos rezaba para que Pedro no estuviera malherido. En ese momento,
rezaba para que no lo estuviera Agustín.
__
Pedro
abrió la puerta de la habitación del hospital y sonrió al escuchar la
conversación que pilló a medias.
__ ¿Quieres
dejarme ya tranquilo letrada? __Agustín apartó la mano de Gaby cuando ella
intentó arroparlo con las mantas__. No tengo cuatro años.
__Creo
que no pero sí te prometo que eres el peor paciente de la historia. No sé cómo
te soportan las enfermeras. __Lo miró con irritación.
Pedro
entró. El sol de la tarde se filtraba por la ventana.
__ ¿Gruñón?
__Insoportable
__masculló, Gaby.
__Tú
también eres un cielo, cariño _replicó Agustín entre dientes.
Con
una carcajada al verlos pelear, Pedro se acercó a la cama y le dio un apretón
en los dedos de los pies a su hermano.
__Un
buen golpe en la cabeza le hace esto a la gente. Créeme, lo sé por
experiencia__dijo sonriendo__. Agradece no haber olvidado quién eres.
__Muy
gracioso.
¿Me
pueden contar qué diantres pasó en esa casa mientras yo estaba desmayado?
Tras
dos días, Agustín estaba recuperando las fuerzas poco a poco. Aún tenía la
cabeza vendada y había perdido unos cuantos mechones de pelo ya que habían
tenido que afeitarle parte del pelo para darle los quince puntos de sutura pero
iba recuperando su habitual humor sarcástico.
__Necesito
cafeína. __Gaby bajó los brazos y echó a andar hacia la puerta.
__ ¿Por
qué no compras el modelito de cuero rojo de camino? __sugirió__. Cuando ella lo miró con
expresión asombrada, añadió__. Sí te oí preciosa. Y ni sueñes que voy a
olvidarme de esa promesa.
Gaby
resopló y salió. Una vez que se quedaron solos, Pedro le sonrió a su hermano.
__Qué
susto nos diste. Enhorabuena, por cierto que estás mejor__ añadió.
__ ¿Cómo
es que no está acá la familia entera?
__Nuestros
padres piensan que estás de viaje _le contó__. No me atreví a decirles la
verdad.
__Hiciste
bien ¿Por qué enhorabuena? No pensarías que iba a morir justo ahora, ¿verdad?
__No
tonto, por haber encontrado a tu polola o a tu pingüina. Malena me ha hablado
del libro que leyó.
Agustín
puso los ojos en blanco.
__No
voy a casarme con ella, no quiere, solo estamos saliendo, ahora mismo es lo
único que he conseguido sonsacarle y créeme que con ayuda de mi casi muerte.
__No
bromees con esas cosas, y lo sé. __Pedro le apartó un mechón de pelo de la
cara__. Pero deberías ser más amable con ella. Recuerda que ya murió su
anterior esposo, y estaba muy preocupada. Parecía que estabas muerto en mi
cocina. Ana te dio con una piedra enorme, y creo que Gaby creyó que estaba
reviviendo lo de Antonio.
__Vaya,
no sabía. __Cerró los ojos__. No había caído en eso.
__Ya
me lo imaginaba. Después de todo, eres un soltero empedernido.
__ ¿Y
todos los hombres somos unos insensibles?
__Bueno…
__No
empieces, listillo. __Se puso serio__. ¿Cómo estás?
Pedro
tomó una honda bocanada de aire. Salvo por el acoso de la prensa desde que salió
la noticia y la agonía que lo invadía cada vez que pensaba en Guillermo iba
tirando. A duras penas.
__Estoy
bien _consiguió esbozar una sonrisa que no llegó a los ojos ni engañó a su
hermano__. Será un alivio cuando las cosas se calmen. Agustín yo…
__Como
se te ocurra darme las gracias por los servicios prestados como si no fuese tu
hermano, te echo a patadas de acá y de mi vida.
Pedro
esbozó una sonrisa real.
__Ni
se me pasaría por la cabeza.
__Bien.
__Su hermano frunció el ceño__. Porque mi reputación está por los suelos. Me ha
dado una paliza una mujer. De nuevo.
__Una
psicópata asesina. Hay una diferencia. Y no fuiste el único.
Agustín
suavizó la mirada.
__ ¿Cómo
está el otro?
Se
refería al vigilante de seguridad que Guillermo había contratado para que
protegiese su casa a espaldas de Pedro. Ana le había disparado en el pecho
antes de ir por Agustín.
__Vivirá.
La ambulancia llegó a tiempo.
__Gracias
a Dios _murmuró Agustín. Le dio un apretón en la mano__. ¿Has hablado con
Guille? Él no es culpable de nada, Pedro.
Las
lágrimas le quemaron los ojos y tragó saliva para evitar que el dique se
rompiera de nuevo.
__No.
__Pedro…
__Agustín,
no empieces. Ahora tienes que concentrarte en otras cosas.
La
puerta se abrió y los hermanos miraron hacia ella cuando Guillermo asomó la
cabeza. Lucía una sonrisa en la cara, y
al verlo, Pedro sintió un montón de mariposas en el estómago.
__Hola.
¿Se ha ido la enfermera quisquillosa?
__Acaba
de irse _contestó, Agustín.
__Estupendo.
__ Guillermo se sacó la mano de la
espalda al entrar en la habitación y les mostró una bolsa__. Porque me sacaría
a patadas si ve esto. __Se sacó un botellín de cerveza artesanal y se lo dio a
Agustín.
__Oh,
gracias. __Su cuñado tomó la botella__. Si fuera gay, me casaría contigo, con
el permiso de mi hermano, claro.
__Siento
tener que decírtelo, pero no eres mi tipo.
__ ¿Cómo
está Fabián? ¿Ya le has contado todo?
__Tuve
que hacerlo antes que lo viera en los medios, por suerte estaba alejado de ella
hace bastante tiempo, si le dolió lo disimuló _ dijo Guillermo__. Me ha dicho
que quiere buscar a Silvina y me parece lógico.
A
Pedro le dio un vuelco el corazón cuando Guillermo lo miró. Tenía el pelo
brillante y llevaba unos vaqueros desgastados. La camiseta blanca que llevaba
le acentuaba los músculos.
Quería
sentir esos fuertes brazos a su alrededor, tal como los sintió antes de que
todo eso pasara. Por primera vez, deseó poder recordar lo desdichada que era su
vida.
Gaby
abrió la puerta. Se quedó paralizada, con una taza humeante en la mano.
Guillermo
musitó “mierda” en dirección a su cuñado antes de volverse.
__ ¿Qué
es eso?
__Jarabe_
contestó Agustín antes de dar un largo trago.
Gaby
se acercó a la cama y dejó el café en la bandeja que había al lado.
__No
puedes beber eso cuando estás tomando calmantes.
Hizo
el además de tomar el botellín, pero Agustín se lo apartó. Gaby se inclinó
sobre él para quitárselo tras dárselo a Guillermo, Agustín la rodeó con los
brazos y la obligó a ponerse sobre él.
__ ¿Qué
haces? Suéltame. Vas a hacerte daño.
Agustín
se apresuró a estrecharla con más fuerza.
__Cariño
eres la única que se preocupa por mí.
Gaby
intentó zafarse de él.
__Lo
digo en serio.
__Yo
también. __Continuó en voz baja__. Te quiero, Gaby.
Los
ojos de ella adquirieron un brillo soñador.
__Ay,
Agustín.
Pedro
se apartó de la cama sonriendo de verdad por primera vez desde hacía unos
cuantos días. Al menos, había salido algo bueno de toda esa pesadilla.
__Creo
que ese es mi pie para hacer mutis. Volveré después, hermano.
__Me
mandan a casa _musitó él contra los labios de Gaby.
__A
mi casa __precisó ella entre beso y
beso.
__Ay
cariño __dijo él con voz temblorosa__, es la mejor proposición que me han hecho
nunca.
Guillermo
dejó el botellín en la bandeja y se pasó la mano por el pelo.
__Supongo
que yo también me voy.
__No
más cerveza, Guille _ordenó, Gaby contra la boca de Agustín.
__Vale.
De acuerdo. Yo… lo recordaré para la próxima. Nos vemos.
Pedro
salió al pasillo. Se le pusieron los nervios a flor de piel cuando Guillermo lo
siguió. Era la primera vez que estaban solos desde aquella tarde en el porche
trasero de Gaby.
La
puerta se cerró al salir Guillermo.
__ ¿Tienes
que irte?
Sintió
que se le encogía el corazón al mirar esos ojos café. Sería muy fácil arrojarse
a sus brazos, olvidar todo lo que había pasado. Pero sabía que esta vez
que quería… no podía olvidar y que eso
no ayudaría en nada.
__Sí,
tengo un millar de cosas que hacer hoy.
__Los
niños están con mis padres. ¿Qué tienes que hacer que es tan importante?
Escuchó
el anhelo en la voz de Guillermo. Y eso aumentó
el deseo que sentía por él.
__Hacer
el equipaje. Guille, me voy.
__ ¿Qué?
¿Adónde?
__No
te alarmes, no los abandonaré, es por trabajo _añadió al ver el pánico
reflejado en su mirada__. Es solo un par de semanas. La revista quiere hacer un
artículo en Washington, y he convencido a mi jefe para que me lo dé. Necesito…
necesito un poco de tiempo ahora mismo.
Guillermo
guardó silencio tanto tiempo, que no estaba seguro de si lo había oído.
__ ¿Cuándo
te vas?
__Mañana
por la noche. He hablado con mis padres para que se queden hasta que vuelva.
Les encantaría pasar más tiempo con Bruno. No sabía si tú…
__Es
hijo mío. Quiero que esté conmigo.
__Claro.
Ay,
Dios. Si seguía mirándolo con tanta emoción en los ojos… jamás juntaría la
fuerza para irse.
__Esta
vez regresaré, Guille, lo prometo.
__Lo
sé.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
Carolina belLa.
ResponderEliminar
ResponderEliminarAny Bello <3
Graciela Muy bonito, amiga.Gracias
ResponderEliminarSusana El corazón late con cada palabra.Sentimiento puro y bello.
ResponderEliminarLily Rz Que bonito !
ResponderEliminarDelia Bellísimo
ResponderEliminarVeronica Lorena Piccinino Muy buena historia Eve Monica Marzetti... gracias
ResponderEliminarRaro lo de Ana, pero por suerte parece que la relación entre Guillermo y Pedro va mejorando...No sabés cuánto lo espero Eve...
ResponderEliminarSilvia Colases Eve Monica Marzetti siempre estoy..aunque no comente mucho. Como ya sabés Me gusta mucho No soy yo. Y ahora me enganché con La catedra.😘😘
ResponderEliminar