martes, 24 de septiembre de 2019

"SEÑALES DE AMOR" CAPÍTULO TREINTA Y TRES.



 “Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”.
Pablo Neruda.
"Te amo a tiempo. Te amaré por mucho tiempo. Y cuando se acabe el tiempo, aún te amaré. Y nada de este amor como nada de lo que ha sido, podrá ser jamás borrado."
*Jean D’Ormesson.


"SEÑALES DE AMOR"

 CAPÍTULO TREINTA Y TRES.

09  de diciembre de 2016.

__No puedo creerlo, Pedro, es muy difícil de entender _respondió Camila ante la verdad de Pedro.

__Es por tu bien Camila, por tu bien no me casé, no quiero hacerte daño, yo no me atrevía a enfrentar la verdad, pero hace mucho que sé que no me gustan las mujeres, y te pido perdón__ musitó secándole las lágrimas con el dorso de la mano__. Fui muy egoísta, solo pensaba en ocultar lo que sentía, no podía enfrentar la muerte de mi madre, la culpa y el pánico, pero no quiero fingir ni continuar en la mentira, mucho menos arruinarte la vida.

__ ¿Estás enamorado de él, de Guillermo? _interrogó ella enfrentando la mirada.

__Sí, desde que lo conocí, quise negar las señales de amor pero en verdad ante él sentía de todo, el corazón se me disparaba, se me secaba la garganta, el mundo se detenía… Perdón. Si quieres seguir trabajando acá eres la mejor contadora, y si no, lo entenderé _le ofreció.

__No quiero dejar la empresa, llevo cinco años acá, me gusta lo que hago, aprecio a la gente _respondió recomponiéndose__. Ya me acostumbraré a lo que debemos de ser que es solo amigos  pero déjame seguir acá.

__Yo encantado, nada mejor que te quedes, hermosa, y ojalá tu padre pueda entender que lo que hago no es cobardía sino lo mejor para ti __ dijo, con firmeza y ternura.

__ ¿Puedo darte un último abrazo? _preguntó ella.

__Claro, un abrazo no se niega a nadie __dijo atrayéndola a sus brazos y acariciándole el largo cabello rubio__, y espero que no sea el último, te quiero mucho.

__Yo te quiero, tonto.
Transcurrieron años de soles infinitos, veranos de tardes calurosas llenaron tus vacíos tiempos sin amor, encerrada en tu jaula de aristas puntiagudas, el racimo dulce de tu sonrisa se marchitó. Confianza, se llamaba el rito sagrado que solíamos adorar en ese tiempo, tomados de la mano como en plegaria, lloramos, sufrimos, nos amamos.
La ardiente bendición de las mañanas, felices cada día nos despertó, y en la embriaguez sabia de las palabras, solíamos abrazarnos en la cama,  hablando de nuestra íntima intimidad.
Han pasado tantas cosas desde ese tiempo, que todo en la casa se perdió, el agua en los jarrones ya no es fresca, el sol en lluvia y neblina se transformó, tus labios cerrados se mantienen, ya no dicen te quiero como yo.
La vida es un puñado de sal que se derrama grano a grano, poco a poco, sin amor, debemos cerrar fuerte los puños, reteniendo lo que más podamos del amor aunque solo sean vestigios de ilusión…
--

__ ¿Sabes cuándo regresas? _preguntó Ana a Guillermo que le contó del viaje.

__En una semana supongo, quince días, no más, quiero estar para el  parto de mi nieto aunque mi hijo me deteste _respondió suspirando, sentándose en el sillón del living.

__No te detesta, Guille, está enojado, y con los dos por cierto, debimos decírselo antes.
__Se lo dije ahora, cuando pude, como pude.
__Lo sé. Ya  sé que despediste a pedido de Pedro a la nueva socia, pero le firmé  la demanda de divorcio a Marcos, en unos meses serás libre __le informó Ana __. En cuanto a Fabi, creo que en cualquier momento lo tendrás  pidiéndote algo, perdón por el arrebato, es solo que lo está procesando, o le cuesta perdonar la omisión de tantos años y la farsa que le montamos.

__Quise hacer lo mejor, darle una madre, y no me arrepiento, Ana, espero que lo entienda.
__Lo hará, ¿cómo está  Gaby?
__Mejor, en unos días más estará en el estudio, al fin se casará… más adelante.
__ ¿Casamiento doble? __ adivinó Ana__. Al fin Alberto y Pedro son hermanos y es lógico.

__A lo mejor, Ana, aunque dudo que logre convencer a Pedro y no creo que ellos nos esperen años. __Guillermo se puso de pie y depositó un beso suave en la frente de su ex__. Gracias por todo, saluda a mi hijo y Valeria de mi parte, dile que… No le digas nada, solo que estaré, que estoy.

__Ve tranquilo, saludos a Pedro.
__Iré por mis cosas a la suite, ya a mi regreso quizá me instale en el loft o alquilemos algo.

Guillermo pasó una hora en su casa, buscando la ropa que llevaría al viaje pero también muchas cosas que ya deseaba sacar de esa casa que no sentía como propia. Y en cada instante su mente volaba a Pedro. Al recuerdo del día de la mudanza, al momento en que supo lo querría en su vida para siempre.

Y aquí aun aguardo, en esta estación fría de soledad, sentado en una banca de recuerdos, esperándote en este andén del tiempo, viendo cómo a cada instante llega ese tren de horas que se lleva mis pensamientos, con sus sesenta vagones en minutos y buscándote en cada uno de ellos, en sus sesenta asientos de segundos espero algo de ti traiga y me vuelva el aliento.
A diario mi atención absoluta está en esas puertas, cuando se abren esos minutos esperando descienda entre palabras, entre imágenes y voces que en esos segundos vienen viajando, algo que de ti me hable, una palabra que me diga me piensas, una imagen tuya que ilumine mis días de espera, el sonido de tu voz que llene de melodías el pecho.
En espera aquí me tienes, las horas diurnas pensando, las horas nocturnas soñando, solo en ti mi tiempo se ocupa, a cada tren de horas que llega con el reloj, con ansias lo espero a que venga con tu nombre, que los vagones de minutos me traigan de ti esas palabras simples tuyas, palabras de amor que permanecen grabadas en mi corazón y mis sentidos.
Seguiré por ti aguardando, en compañía de nuestros recuerdos, de tantos momentos que llenaste mis silencios, cuando el tren de las horas de ti venga repleto, detendré para nosotros el tiempo, besaré tus palabras, abrazaré tu voz para que mis latidos vuelvan a tener tu ritmo, montaremos juntos un nuevo tren llamado nuestro tiempo, donde comenzaremos el recorrido sin final… que será por siempre amarnos.
---
__Bueno, ¿estás segura de que vas a estar bien?

Gaby cruzó los brazos sobre el pecho y soltó el aire entre los labios.
__ Si me preguntas eso otra vez o a tu hermano no te molestes en volver porque buscaremos otro testigo de casamiento.
Le lancé a Guille una mirada y él negó ligeramente con la cabeza.
__A mí no me mires. Gaby no tenía esa actitud hasta conocerlos.

Eso no era justo.
Gaby sonrió ante mi falsa expresión de herido y levantó las manos.
__Chicos, Albert  ayúdame a empujarlos, vamos. Ha pasado un mes. Estoy bien. Albert vive prácticamente conmigo, tenemos que organizar la boda…  y tienen un avión esperándolos.

Guille abrazó a mi hermano, besó a Gaby antes de volverse para abrir la puerta con nuestra maleta en la mano. Al final, había sido buena idea que rompiera mi billete porque invitarlo a venir conmigo significó reordenar su agenda y cambiar las fechas del vuelo. Y bueno, para ser sincero, queríamos asegurarnos de que Gaby volvía a estar en pie antes de marcharnos.
Después de un mes de que la cuidaran  como madres todas las mujeres, Alberto, Guille, su madre real y yo, probablemente estaba contenta de librarse de nosotros, lo único que nos apuraba era el próximo parto de Valeria, y que quizá con él, llegara la comprensión de Fabián que al momento…  seguía sin hablar con su padre.

__Regresaremos para Navidad, y lo del casamiento está por verse.
__Deja de molestar, Guille, no vas a convencer a mi hermano, y yo no quiero esperar, somos la segunda pareja de la leyenda, una vez casados nosotros todo te será más fácil, créeme _ le dijo Beto mientras nos despedía.

Gaby todavía estaba tratando de recuperar sus niveles habituales de energía, y continuaba exhausta y muy agitada por la experiencia. Yo le había aconsejado que fuera a ver a mi terapeuta y sé que tiene la primera consulta al cabo de unos días. Con un poco de suerte la buena doctora la ayudará a superar lo sucedido. Me preguntaba al salir si la buena doctora me ayudaría a mí con todas las experiencias nuevas. Estaba sintiendo un poco de angustia de separación de lo conocido.

__Pedro, el taxi está esperando en la puerta _dijo Guillermo, y Gaby empezó a empujarme hacia la puerta__. Gaby, ni se te ocurra ir al estudio, Marcos terminará de cerrar el trabajo antes de fin de año, comenzarás luego de la feria.

__Eso si te la devuelvo, Guille _ acotó Alberto abrazándola__. Puede que sigamos de luna de miel o que ya esté embarazada.

__Vamos, Pedro, ni se te ocurra Alberto.
__ Bien _ murmuré__. Pero si te pasa algo mientras no estemos, te mataremos.

__Entendido.
__Lo mismo corre para ti, hermano, cuídense.
__Le avisaré _ dijo Alberto haciendo el tonto, Ahora vete y ocúpate de esto, que es muy importante.  __Me abrazó con fuerza__. Ojalá pudiera ir contigo, tráeme lo que te pedí.

Le di un apretón en el brazo y me aparté.
__Estaré bien. Tengo un abogado penalista mandón cubriéndome las espaldas.
__Lo he oído _dijo Guillermo desde el otro lado de la puerta.

Maldición. Pensaba que ya estaba en el taxi.
__Será mejor que vaya antes de que termine tomando este vuelo solo.
__Llama cuando aterricen.
__Lo haré.

Nos dijimos adiós y dejé que Guille me metiera en el taxi.
Había sido un mes largo, nos habíamos preocupado por Gaby y seguíamos preocupándonos, pero un montón de sexo improvisado con Guille desde luego nos había quitado un poco de peso de encima.
Todavía estábamos recolocándonos después de todo el lío de la ruptura, pero ese nuevo nosotros era caliente, y en esa nueva isla ya no estaba la gerente suplente de Gaby. Guille la recolocó en otra parte cuando se lo pedí, creo que podría haber conseguido trabajo sola, porque es increíblemente hermosa, pero Guille se sentía culpable. Técnicamente su gerente se le había echado encima, con lo cual no tenía nada por lo que sentirse culpable, pero Guille no estaba a gusto con la idea de que ella hubiera intentado de alguna forma aprovecharse de él. Eso no encajaba en su mundo cavernícola.
__ ¿Todo bien con Ana?
__Todo perfecto con ella, ya ha firmado la demanda, ahora solo falta que me digas que nos casemos. ¿Todo terminado con Camila?
__Sí, y bien. Pero no me apures.
__Me sorprende el día y sigo pensando en ti, eres madrugador en mis recuerdos, aclaras mi mirada de ojos turbios con la sola alegría de saber cómo estás. La lluvia ya se asoma por el sur, se deshilacha despacio y va mojando la tierra,  mordiendo los rencores, humedeciendo penas; como si este fuera el último de mis otoños. Y las resecas hojas caen como el olvido, silenciosas, ausentes, llenas de vida muerta, desnudando los árboles, acariciando ausencias, mariposas sin alas, frías, frías como la nieve.
El tiempo mientras tanto se deshace en el cielo, en bandadas de pájaros buscando algún refugio que les brinde abrigo en el húmedo suelo. Y sigue viviendo en mi mente la demacrada caricia que me diste esa tarde triste, triste de despedidas, muriendo en el sendero de las gotas perdidas, esperando la noche en que seas solo mío.

Yo todavía por mi parte me sentía culpable por el lío emocional en el que me había metido. En un esfuerzo por compensarlo, despejé una de las mesitas de noche y dos cajones del vestidor, una parte del perchero, en la habitación de casa, para que lo usara Guille. Todavía no podía sacarme de la cabeza la imagen de su sonrisa estúpida cuando le dije eso. Había saltado de la cama _en medio de una sesión de besos, podría añadir__ para vaciar su bolsa y meter su ropa en esos vacíos.

Era como un niño nervioso en una mañana de Navidad.
Pero Guille tenía que estar por encima de mí, y me dio una llave del loft que ocupa al día siguiente. Yo le había dado llave de casa y mi loft aunque ya tenía una.
Estuve bastante callado de camino al aeropuerto y bastante callado cuando llegamos allí.
Ya tenía la cabeza en Chile, con los recuerdos de mi familia. Íbamos a volar a Santiago, nos hospedaríamos en un hotel cinco estrellas. El almacén donde los abogados habían puesto todas las pertenencias de mi familia estaba en la ciudad.
Pese a la insistencia reiterada de Beto y aun de Eloísa cuando estaba viva de llevar todo a Buenos Aires  en lugar de vaciarlo, yo continué pagando el alquiler y luego de la muerte de mi madre allí trasladé sus cosas para dejarlas todas allí. Una vez que lo ordenara todo y decidiera qué hacer con ello, Guille y yo no dirigiríamos al pueblo donde había crecido Alberto y que luego yo visitara a poco más de una hora de la capital, y el viaje en coche por la costa sería una experiencia para ambos, porque ninguno de los dos había conducido en bastante tiempo, es más a Guille no le apetecía conducir en un país extranjero.

Medité sobre esto mientras él se ocupaba de la facturación y pasaba delante de mí el control de seguridad. No he dejado de observarlo de soslayo, es tan arrebatador, no imagino si alguna vez me cansaré de mirarlo.

__Sé que tienes muchas cosas en la cabeza _dijo al tomar asiento junto a la puerta de embarque__, pero si empiezas a asustarte, avísame.

__Vale. __Asentí.

__ ¿Prometido?
Me senté a su lado, plantando un beso suave en sus labios al hacerlo.
Permanecimos un momento callados, en un silencio agradable.
Y entonces…
--¿Te apetece hacerlo en el avión?

Lo miré entornando los ojos, y él me ofreció esa sonrisa lenta y sexy que me había conquistado.
__Sería divertido _añadió.

Negué con la cabeza… sonriendo a mi pesar.
__Guille… contigo siempre es divertido.
__Hum. __Hundió su cabeza hacia la mía y susurró en mis labios antes de darme un beso desgarrador__. Buena respuesta.

Cierras los ojos, muerdes tus labios, intentando ahogar los gemidos, mientras mis traviesas manos  comienzan a conocer tu cuerpo,  los suspiros y los latidos aumentan, el corazón parece estallar, la respiración se agita  cuando mis labios  se deslizan temblorosos  sobre tu candente piel, bebiendo el néctar de  cada parte de tu cuerpo, ya no hay límites,  todo fluye,  tu piel es mi piel,  tu sudor se confunde con el mío, nuestros cuerpos entrelazados en una sola y silenciosa forma, lo mejor acaba de comenzar, y estamos en el límite de la excitación, lo que viene después,  lo dejo a  la  imaginación.

Un día cualquiera, un sitio  junto al mar. Chile.

Vacío caricias en tu cuerpo, ahueco mis sábanas para ti, me interno en tus ojos soñadores
para mirar la luna y sus colores.
Mis dedos exploran tus abismos, despacio voy logrando tus gemidos, en tus caderas encuentro mi sosiego y pruebo la dulce miel de tu  fuente. Mi lengua es una espada en tus rincones, mis besos van bebiendo tu rocío, quiero estremecer tu cuerpo con mis manos, sentir tus latidos en cada suspiro que me das. Permanezco abrazado a la esperanza a, sin falta tú estarás...
__Hoy haré que mis caricias, embriaguen tu ser hasta el punto de hacerte enloquecer, haré que mis besos incineren tu excitado cuerpo, haré que mis labios saboreen la humedad de tu piel, haré que mi sed se sacie en ese  nada apacible  ni  sosegado manantial secreto, más haré que tu candente y abrasador cuerpo sea incapaz de controlar las oleadas de orgasmos, que produciremos cuando hagamos el amor, hasta llegar al éxtasis final.
Del suspiro de una mirada surgiste a mi vida, del debatir de unas ideas la relación, del calado de la persona la atracción, del toque del alma muestro amor, y los corazones rebosantes agregaron el idilio.
¿Dónde puedo apreciarte?
Te he visto atravesar la puerta de nuestro hogar, acercarte, besarme, comentar el día y seguir, desnudarte delante de mí, cotidiano, y ducharte. Yo simplemente aportando luz, para tus andares, para guiar tus pensamientos, para que no pises el abismo en la oscuridad, para tu obra que es también mi existencia aunque nunca nos hayamos tocado. ¿Dónde puedo apreciarte? Has surcado los cielos, los mares, entrelazado los nudos universales, cruzado como una saeta los pechos, calado hasta el fondo nuestros seres.
Sin ser presente me calzas, vistes, acicalas, de la nada abarcas mis proximidades, conversas de los temas más profundos, me besas, me abrazas, me amas.
Los inviernos contigo son bochornosos veranos, la cama tierna, muy tierna en mi soledad, el candor de mi habitación te lo agradece, y aunque lo intuyes o lo anheles no imaginas el peso de tu presencia.
Como pájaro libre revoloteas mi nido, como fiera salvaje cazo las oportunidades, como la madre tierra acunas mi suerte donde me arrellano en tu pecho. Curioseas mi entorno, mis alcances, intervienes mis azares y pensamientos, la silueta que ha quedado en el lecho, la huella no borrada por el agua en la bañera.
¿Dónde puedo apreciarte? Cuántas veces te ideé para inspirar mi creación en los objetos confidentes de mi alrededor en cuyas formas yo percibía tu presencia aunque fuera con el rabillo de mis ojos. Tu olor me llega por todos lados, al pasear, al trabajar, al enfrentar la cotidianidad. Mis suspiros necesitan nueva bocanada de aire  que te roban el aliento que presumo presumes, todo el aire del mundo en una inspiración, la tuya.
¿Dónde puedo apreciarte?
¿Desde dónde planificar nuestros proyectos?
¿Cómo responsabilizarnos de algo que no existe?
¿De qué manera parar la vigilia por tu presencia?
¿Cuánto más puedo alargar las noches sin ti?
¿Acudirás definitivamente a mi llamado?
¿Eres  honesto  con tus sentimientos? Donde pueda apreciarte  edificaré nuestro hogar.
__Acércate despacio es que tengo prisa de ti. Acaricia mi voz con la seda de tus poros…  atrapa mis acantilados… mis laderas mi locura.
¡Vuélame! Corre tras el viento y respírame completo, devora mis suspiros, mis ahogos…
mi agonía. ¡Desnúdame la vida! Si he de morir hoy que sea enlazado al filo de tus ojos, al hervor de tus latidos,  a la tentación de tu boca.
Enciende mis desmayos… ¡Tiémblame! Fracturemos al éxtasis en la eternidad que lo aletea, despliega,  delira. ¡Envuélveme! Haz de mi piel un verbo de fuego de mar de desvelo.
Desenredemos los cabellos en los labios del frenesí y con los dedos de la noche desliza a tu sombra a tus ecos a tu ser.
Guille, no pares _rogué, aferrándome a las sábanas.

Guillermo me acarició suavemente un pezón antes de pellizcarlo entre el índice y el pulgar. Lo hizo al mismo tiempo que describía círculos con las caderas y embestía dentro de mí. Jadeé más todavía.
Me había despertado esa mañana tumbado de costado y sintiendo su cabeza en mi espalda, su brazo en mi cintura, y su pene ya hundido dentro de mí.
__Ven conmigo, precioso –me exigió sin aliento, con movimientos más rápidos__. Ven conmigo. __Deslizó la mano entre mis piernas, recorriendo mi sexo con un dedo para describir círculos en sitios precisos.

Eché la cabeza atrás, gritando su nombre al estallar en torno a su mano y él se hundió en mí por última vez, enterrando su grito en mi cuello cuando su cuerpo se estremeció contra mí al alcanzar el orgasmo.

__Buenos días.
Su boca sonrió contra mi piel.
__Buenos días.
__Si me despiertas así al menos una vez a la semana, seré alguien muy feliz.
__Es bueno saberlo.
Huelo tu cuello, profundamente y sin descanso huelo tu cuello y paso de tu cuello a tus hombros y huelo tus brazos después de tu cuello, respiro el aire que rodea tus brazos y tu pecho y huelo una vez más tu cuello.
Vuelvo a tu cuello y lo rozo con mis labios, que te erizan al tocar tu cuello, vuelvo al camino de tus brazos y mis labios se desvían a tu cintura y mi nariz y mis labios provocan a tus poros, a tus vellos, a tu piel, a sentir y a gemir.
Beso tus caderas despacio y con hambre, beso tus caderas y tomo  tu última prenda entre mis manos y vuelvo a besar tus caderas libres ya de tu ropa.
Y huelo tu sexo, como un huracán me llega el olor de tu sexo, me rompe, me estira, me moja, me desbarata, tu sexo y su olor a piel y mar.
Bebo  de tus pezones con sed antigua y lejana, bebo despacio tus  cimas despiertas, las tomo en mis manos y en mi boca, pasando de la una a la otra, tocando y saboreando lo hermoso y terrible de tus pezones.
Entro en tu cuerpo, abriendo paso en tu carne, entro en tu cuerpo y paso de tocarte a beberte,  a olerte y a besarte y entro en tu cuerpo y te invado y me dejas entrar y me tocas y besas y hueles y pruebas.
Exploto en tu cuerpo y tú explotas en mí y no sé si te mojo o me mojas pero somos humedad y gritos, pero somos piel y sueños y somos un todo y somos uno y somos infinitos.

Salió de mí luego de tres orgasmos,  con suavidad y yo me volví hacia él, levantando la mano para acariciarle la mejilla y poder darle un beso delicioso.
Cuando Guille se echó atrás. Estaba torciendo el gesto.

__No hay más retrasos. Hoy hacemos eso.
Tragué saliva, pero asentí. Habíamos llegado al hotel tres días antes y no habíamos podido salir de la habitación porque yo insistía en tener sexo constantemente con mi novio. La situación le resultaba difícil a Guille, porque realmente no le importaba el sexo constante ahora, pero le preocupaba que no dejara de posponer lo que habíamos venido a hacer.
Obviamente, había llegado la hora.
--
El almacén estaba a solo veinte minutos del hotel, en una calle alejada del centro. Vi a Guille examinando la ciudad cuando cogimos un taxi __alquilaríamos un coche para el viaje al pueblo después__ hacia el almacén, pero la verdad era que no estaba de humor para recordar el estado en el que había crecido mi hermano y su padre.  Ya iba a tener suficiente de eso, y estaba bastante asustado para ser sincero conmigo mismo.

__Son más respetuosos que nosotros para manejar y los peatones también _ se asombró, Guille.

__Puede _respondí intentando ahorrar el aire__ hacía mucho que no venía, pero sí, acá no cruzan por cualquier lado, sino por la senda peatonal, y los conductores los respetan bastante.

El tipo del almacén era amable. Le di mi documento de identidad y le dije el número de almacén. Y él nos condujo por los que parecían garajes de coches normales con puertas de color rojo brillante. Paró delante de una de ellas abruptamente.
__Aquí lo tienes. __Sonrió y nos dejó.

Guille me frotó el hombro, percibiendo mi vacilación.
__Respira, estoy aquí, siempre. Puedes hacer esto.
__Puedo hacer esto. Gracias.

Marqué el código de seguridad en el teclado contiguo a la puerta de metal y esta empezó a levantarse. Cuando la puerta finalmente desapareció en el techo, dejé que mis ojos asimilaran la visión que tenía delante. Había cajas y cajas de cosas. Maletas. Un joyero. Temblando, di un paso al interior y traté de calmar mi corazón antes de que este me propulsara a un ataque de pánico.
Sentí la mano fría y grande de Guille deslizándose en la mía y apretándola, luego pasándola por mis hombros me atrajo hacia él hasta que percibió que respiraba normalmente.

__Respira, precioso. Solo respira.
Le sonreí, una sonrisa una tanto temblorosa.
Decididamente… podía hacerlo.
__

Tres días después,   Guillermo me observaba nadar desde un sillón ubicado en la cabecera de la piscina de la casa que alquilamos en el pueblo. Yo extendía los brazos y abría el pecho al avanzar en estilo mariposa. Los músculos de mis hombros se inflaban antes de quedar ocultos por el agua, y de nuevo aparecían, y se inflaban con el esfuerzo. Casi podía percibir la mirada penetrante en ellos. Así, una y otra vez. ¿Cuántas piscinas habían nadado? Había perdido la cuenta, deseaba descargar la energía, había estado tenso durante la cena, los recuerdos me persiguen y sé que me estaba impulsando eso, la energía que deseaba descargar en el agua.
Por fin salí de la piscina y me tiré boca abajo, empapado y desnudo, sobre un sillón largo, mis brazos caían a los costados y descansaban sobre los tablones de teca.
Guille abandonó su posición para secarme. Mi espalda se curvaba y bajaba al ritmo de las respiraciones agitadas.

__Has realizado un esfuerzo sobrehumano _ me susurró sobre la sien__. Tan fuerte y poderoso  mi precioso. ¿Sabes qué, Pedro? Podría identificar cada uno de tus músculos y los tendones de todo tu cuerpo. __Arrastró los labios por mi espalda húmeda y me debe de haber sentido removerme, y vio cómo se comprimían mis glúteos y se marcaban las depresiones a los costados__. Sos tan hermoso. __Con una caricia lánguida apenas un roce tímido, sus dedos recorrieron mi columna vertebral, dibujaron cada lunar y siguieron por la hendidura que separaba las nalgas.  Sé que ahogué un lamento, y mi mano izquierda se cerró en los resquicios que quedaban entre las tablas de teca.

__Pedro __le oí decir, y me asomé para verle la cara contraída de placer, más bien parecía soportar un dolor lacerante. Siguió torturándome, pasándome la punta del índice una y otra vez por el valle entre mis glúteos. Amaba conmoverlo, tal vez, porque  él se mostraba inconmovible. Cuando su mano se hundió más allá de la hendidura y me acarició los testículos, me eché sobre él, y le hice el amor en el entablado.

Guille me apartaba el pelo de la cara y me acariciaba la mandíbula, reseguía sus ángulos. Nos mirábamos fijamente mientras yo lo embestía dentro de sus entrañas con fervor creciente. Lo poseía con la misma pasión de siempre. No obstante algo  era más libre, más íntimo, y me cosquilleaba el alma, como una nueva señal de amor.
Al regresar al dormitorio, satisfechos y exhaustos, terminamos perdiendo la conciencia, al dormirnos en la enorme cama, arrullados por el sonido a lo lejos de las olas rompiendo en la arena. Al despertar  vimos un programa especial que mi amado novio quiso que adoptáramos y adaptáramos para el futuro.

La entrevista con el afamado sexólogo y, como a él le gusta definirse: “Especialista en parejas”, comenzó con los saludos de rigor y la nómina de sus logros profesionales, títulos de sus libros y reconocimientos de otros terapeutas y famosos que elogiaban en diferentes medios, el excelente trabajo del doctor en el campo de las relaciones humanas, más específicamente en el ámbito de la pareja, fuese esta conformada en la más ortodoxa línea de lo tradicional o en la absoluta diversidad de género. El público en el auditorio ayudaba con la tensión generada en el ambiente. Parece ser que ante la posibilidad de tratar temas de índole sexual, el ser humano comienza a calibrar los músculos físicos y emocionales y esto se nota. Las primeras preguntas rondaban lo banal como el perro que parece distraído y ronda el objeto de su deseo sin aparente preocupación hasta que salta sobre él mismo sin la más mínima sutileza.

__ Profesor,  ¿cuál es el secreto para que una pareja no pierda el fuego de la pasión aun muchos años después de estar en una relación? –Irrumpió la conductora ya con pleno deseo de llegar al hueso.

El casi inaudible sonido del auditorio acomodándose sobre sus butacas, infundió un matiz preocupante al aire que ya era sustancia palpable en el amplio estudio B del canal.
__ No hay un secreto -respondió el entrevistado y continuó, anteponiendo un gesto facial que insinuaba que estaban llegando al clímax de la entrevista, a lo que realmente importaba -. Pero sin dudas, hay algo sumamente importante que uno o ambos pueden hacer para que este barco del amor en forma de pareja, llegue a buen puerto.

Hábilmente la conductora lo miró con fijeza, elevando la tensión, invitándolo a que continúe sin decir una palabra, el profesor entendió el pase y expresó con contundencia: El compromiso.
La de las preguntas no pareció decepcionada como sí lo estaba el auditorio que se había preparado para la gran revelación que era esquiva a sus ansiedades.
__ ¿Lo podría traducir a hechos profesor? -reclamó la periodista sabiendo que por un lado no sería defraudada y por otro lado, la respuesta podría poner en jaque el estilo y reputación del afamado programa que ella conducía con riendas de acero y fuego.

Él le preguntó si ella estaba en pareja, pero más que todo fue mera retórica y ella así lo asimiló. Sin esperar respuesta el invitado repreguntó. Esta vez con una retórica aún más ceñida, la cuestionó acerca de que si alguna vez había tenido una charla íntima, de esas que todas las parejas tienen cada tanto o deberían, esas en donde uno le refiere al otro acerca de sus más privados sentimientos, o miedos o dudas, mientras su compañero mantenía introducidos sus dedos en la vagina de ella y la miraba a los ojos.
La mirada de la conductora se desvió levemente hacia algún pensamiento pretérito y recobró la compostura mientras el público se preguntaba bajo un profuso murmullo que solo en el estudio se percibía, si es que realmente habían escuchado lo que habían escuchado.
__ Por favor profesor, explique ese concepto -reclamó la conductora del programa tratando de mantener el nerviosismo bajo control.

__ Si a la hora de tener una charla profunda, el varón, en este caso, introduce uno o dos dedos de su mano en la vagina de la mujer, o en la hendidura y orificio del hombre  y la/lo  mira con fijeza y le pregunta qué le sucede, más allá de una primera e incómoda reacción de ella/él, es probable que esa charla nunca sea olvidada y marque un clic en sus vidas. Una marca en la línea de la vida de esa pareja que subrayará el antes y el después. Yo estoy casado hace más de veinte  años y con mi compañera hemos atravesado muchos problemas de toda índole y los hemos solucionado, pero el cambio real sucedió el día en que ya después de más de una década de convivir y a minutos de habernos despertado a la mañana, ella pasó junto a mí, camino al baño y la detuve y le aseguré que debía hablar seriamente con ella. Recuerdo que se sentó a mi lado y esperó que le confesara mi infidelidad o deseo de abandonarla pero lejos de eso, le conté abiertamente una serie de cosas de índole sexual que quería experimentar con ella y otro tanto de deseos concretos, cosas que quería que ella me hiciera. A la vez le hablé de mi sofocante deseo de saber qué era lo que ella deseaba, qué cosas quisiera que yo hiciera con y por ella. Lo sorprendente no fue el contenido de los deseos que ambos compartimos, sino que hubiésemos pasado más de diez años ocultándolos, siendo… lo que pensábamos que el otro quería. Concordamos en un encuentro relajado a la noche para redondear la charla y ponernos al día de nuestros deseos ocultos y que en ese caso coincidían con el deseo de que el otro los supliese. Esa noche antes de hacerle una pregunta, introduje dedos en su vagina mientras le ratificaba mi amor y le pedía que me dijese todo, todo lo que deseaba desde hacía mucho tiempo o cualquier cosa que ella quisiera volcarme en confesión. De ahí en más, nuestra vida sexual y el fuego en la pareja se mantuvo en niveles superiores a los de otras parejas de nuestra edad de convivencia. Cuando surge un problema, o sentimos que se enfría nuestra relación, ella se quita la ropa, se sienta en la cama y me espera. El ritual íntimo sigue surtiendo efecto, nos impregna de intimidad y comprensión mutua y florece nuestro deseo.

La periodista, recomponiéndose después de haber oído tamaña declaración, lleva un puño hacia su boca y piensa su próxima jugada que todos se animaban a conjeturar iría por el lado de los detalles, de saber más acerca de los deseos que ambos confesaron como escondidos durante tanto tiempo, pero lejos de eso y fiel a su sagacidad, ella le pregunta si no le parece machista y hasta paternalista el hecho de que él introduzca sus dedos en la vagina de su compañera sin saber si realmente era eso lo que ella preferiría. El profesor, lejos de sentirse agraviado o tocado en su sensibilidad le responde que lo que el relató era solo una faceta de la resolución de conflictos con su amada, que con el tiempo los dos implementaron el método y cuando es ella la que toma la iniciativa de hablar o confrontar un problema, la cosa cambia y la que me mira con fijeza es ella mientras me pregunta qué sucede.
La periodista lo interrumpe con cierta extrañeza y confusión en la mirada, y le solicita al afamado doctor que le cuente en qué consiste el método con el que ella logra intimidad “suprema” frente a él. El profesor, inmutable en tono facial le promete que eso se lo revelará en la próxima entrevista.
__ ¿Y bien precioso?
Santos cielos,  concordamos nuestra forma…


Bs. As.  22 de diciembre.

__Pero ¿cómo mierda que el parto se complicó? _bramó, Guillermo en el teléfono__. ¿Dónde la llevan?

__Guille, ¿qué sucede?
__No sé, dice Ana que Fabián  subió en una ambulancia con Valeria, que tenía dolor fuerte en la espalda, pero cuando ha roto bolsa y la vio la médica estaba con la presión muy alta, que temen tenga convulsiones, que no lo vieron venir, no entiendo nada. __ Guillermo lloraba como un niño.

__Calma amor, ya debe  de estar en la clínica, vamos  --dije tomando las llaves del coche.

__Es una pre o una eclampsia _dijo Gaby.

__ ¿Una qué?
__Nada, es una hipertensión asociada a  otras cosas, no es rara en primerizas jóvenes o  grandes, pero qué raro, porque el parto de ella venía normal hasta la última consulta, sin edemas, sin hipertensión _ acotó Gaby ya lista para acompañarnos __. Vamos todos, tranquilo Guille, todo saldrá bien, de última  lo que hay que hacer es  terminar el embarazo,  y está en fecha, estarán bien.
__
Cuando llegamos a la clínica hice chirriar las cubiertas del Sonic en el estacionamiento de emergencias, y Guille con Gaby saltaron del auto, mientras mi hermano y yo los encontramos minutos  después en la recepción de la guardia. La mujer que miraba la pantalla le estaba indicando dónde quedaba la sala de obstetricia, y casi corrimos hasta el ascensor, para terminar subiendo dos pisos por la escalera.
Cuando doblamos por uno de los pasillos vimos a Fabián llorando en brazos de la madre, el corazón me dio un vuelco, y esta vez no podía entrar yo en pánico, pero de pronto lo que sucedió,  dentro de lo malo,  fue una bendición.
Fabián  elevó la mirada anegada  del cuello de Ana y al ver a Guille jadeando a pasos de él, se soltó, y luego de un instante de parecer clavado al piso, no supe cómo pero aterrizó balbuceando y llorando en brazos del padre, que lo estrechó siseando, acariciándole la espalda, llorando en silencio, aliviado por sentirlo de nuevo.

__Ya hijito, por favor, dime qué sucede.
__ Estaba bien papá, solo hace un par de días que empezó a  decirme que se sentía muy pesada, pensamos que era normal.
__ ¿Y?
__Y no. Dice la obstetra que tenía líquido acumulado, presión alta, que pudo convulsivar, que es una complicación que puede ser grave _ balbuceó entre lágrimas, con la voz entrecortada.

Luego me vio, y a los demás, porque no solo  estábamos nosotros sino que acababan de llegar Marcos e Isabel.
__Hola, Pedro _musitó __. Están intentando que baje la presión, pero tienen que inducir el parto de inmediato, o llevarla a cesárea, porque puede correr peligro.

__Calma, hijito, va a estar bien,  todo saldrá bien.
__Pa, gracias por venir.
__ ¿Cómo? Sos mi hijito, y es mi nieto. ¿Cómo no iba a venir?
__Pero… yo te traté mal, perdón, no fue con vos ni con Pedro, es que… no lo esperaba, es común, se ve en todos lados, es normal, creo me molestó no saberlo, no sé.
__Shhh.  Ya está hijito, está todo bien, ahora solo importa Valeria y Guillermito.

“Eclampsia
La eclampsia —la aparición de convulsiones en una mujer con preeclampsia— se considera una emergencia médica. Se requiere tratamiento inmediato, en general en un hospital, para detener las convulsiones de la madre; tratar los niveles de presión arterial que son demasiado altos; y dar a luz al bebé.
Podría administrarse sulfato de magnesio (un tipo de mineral) para tratar las convulsiones activas y evitar convulsiones futuras. También podrían administrarse antihipertensivos para bajar la presión arterial.
La única cura para la eclampsia es dar a luz al feto.
Síndrome HELLP
El síndrome HELLP, un tipo especial de preeclampsia grave, puede provocar complicaciones graves en la madre, incluida insuficiencia hepática y muerte, también del feto. El profesional de la salud podría considerar los siguientes tratamientos luego de diagnosticar el síndrome HELLP:
  • Dar a luz al bebé, en especial si el embarazo ya lleva 34 semanas o más.
  • Hospitalización, a fin de administrar medicamentos intravenosos para controlar la presión arterial y evitar las convulsiones u otras complicaciones, así como inyecciones de esteroides para ayudar a acelerar la maduración pulmonar del feto.”

Cuatro horas después, Fabián salió de la sala donde entró a poco de que llegáramos con su bebé en brazos, un precioso Graziani auténtico, miniatura de Guille que berreaba muy saludable, y nos dijo que Valeria estaba fuera de peligro aunque quedaría internada en observación sobre todo de la presión arterial, y retirando los medicamentos.

Guille lloraba y reía con Ana, abrazados los dos a Fabián y Guillermito, cuando sentí su mano que me atrajo hacia ellos, habían ocurrido varios milagros, el reencuentro padre hijo, la comprensión, el nacimiento del niño.

Un año después.

Al oír que alguien se aclaraba la garganta, levanté la mirada del espejo y vi a Guille apoyado en la puerta  de nuestra habitación.
Me volví y puse los ojos en blanco y los brazos en jarra. Se supone que hoy  hay dos casamientos. Que Gaby y yo éramos quienes nos cambiaríamos en casa, y él con mi hermano en sus respectivos loft, donde anoche dormimos separados como manda la tradición.

__ ¿Qué se supone que estás haciendo, Graziani? Se supone que no deberías estar aquí.

Guille sonrió con delicadeza, devorándome con los ojos, él no estaba cambiado… del todo aunque su aspecto era arrebatador, y la expresión en ellos me puso sentimentaloide. Maldito fuera. Siempre saltando mis reglas.
__Estás precioso, Pedro.

Bajé la mirada al suelo y suspiré, de última estaba vestido mas no del todo, no sé si vale para la norma.
__No puedo creer que me convencieras de esto.
__Puedo ser muy persuasivo cuando me lo propongo. __ Me  estaba sonriendo con petulancia.

__Persuasivo es una cosa. Esto… Esto es un milagro. __Lo miré con atención__. Espera, ¿has venido por eso? ¿Para asegurarte de que salgo de casa? __La idea me molestó. Mucho. Al fin ya debería confiar en mí.- De hecho sentí que se me paraba el corazón.

Guille hizo una mueca.
__No. Estoy convencido de que vas a salir por esa puerta, al fin tienes que llevar a Gaby.
__Yo no tengo que llevarla, vamos al civil, al altar el que debe de llevarla eres tú. Entonces, ¿por qué estás aquí?

__Porque hace días que no te veo y te echaba de menos, con esas tonterías de mujeres que Gaby e Isabel me impusieron.
__Por empezar solo ha sido una noche, y además vas a verme en media hora. ¿No podías esperar?
__Pero allí habrá más gente. __Dio un paso hacia mí, dedicándome esa mirada que tanto conozco.

Oh, no. ¡No!

__Eso puede y debe esperar. __Levanté una mano para mantenerlo alejado__. Mira, tú me has metido en esto. No estaba seguro de quererlo, pero tú has sido muy convincente, y me has hecho entrar de cabeza. Y quería que fuera perfecto, como en… bien hecho… Así que sal de aquí, señor.

Estaba sonriendo de oreja a oreja al retroceder.
__Bueno, mira que sos bravo, chiquito, me voy, vos mandas.

Resoplé al oír eso.
__Te veré dentro de media hora __soltó__. Pero ni un minuto más tarde, ¿entendido?

__! Guille!__ Gaby se precipitó en  la habitación con un vestido de seda color champán largo hasta los pies__. Da mala suerte ver al novio antes de la boda. ¡Sal! Dime que no has entrado con Albert.  __Lo empujó por el pasillo hasta apartarlo de mi vista.

Lo último que oí es que mi hermano esperaba en el coche.
__Te veo en un ratito, Pedro __gritó, Guille, riendo.

Negué con la cabeza, tratando de calmar los nervios y el vértigo que pugnaba con ellos al mirarme en el espejo de caballete. Estaba casi irreconocible cuando me puse el saco.

__ ¿Preparado, Pedro? __preguntó, Gaby luego de haber sacado a Guille de la casa sin aliento, casi.

Emanuel apareció a su lado con una sonrisa provocadora, y un anillo de boda de oro al lado del de diamante de compromiso que le había regalado Diego. Llevaban ya meses casados.

__Sí, ¿estás listo, Pedro?


CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.



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