ÉL.
CAPÍTULO TREINTA Y TRES.
Bs. As. 23 de agosto de 2017.
Cuando ya habían transcurrido tres semanas
desde la desaparición de los chicos, se iniciaron los preparativos de juicio
sin que se hubiera averiguado nada sobre los niños.
Camila se quedó aislada en sus habitaciones,
mientras Pedro rodeado de guardias alternaba su tiempo entre llamados y el
teclado, aunque le resultaba imposible cantar o componer.
Una tarde se puso a revisar unos contratos
para no pensar en sus hijos y tampoco subir constantemente a sus habitaciones
donde cada juguete, ropa o rincón le recordaba un momento con ellos. Intentar
ver televisión o escuchar la radio lo paseaba por programas preferidos de uno u
otro, lo cual lo deprimía o lo hacía llorar. Y al final había enviado a la niñera
a tomarse unas vacaciones a casa de una hermana pues estaba demasiado triste
como para verla cada vez que subía a la habitación de los chicos.
Guillermo solo salía de la casa para tratar
algunos temas laborales con Alberto a cargo de la empresa, y para ver a Fabián
que insistía con ver a Pedro aunque de
momento no se lo había permitido.
Pedro podía estar a veces solo en el piso de
sus hijos con su ropa, sus juguetes y los pequeños objetos que ellos utilizaban
como sus peines, perfumes y cepillos, como en las caballerizas se quedaba
absorto acariciando el poni de Damián o las mascotas de los gemelos.
A veces se pasaba horas y horas acariciando
sus cosas con la mirada perdida y las imágenes de ellos en su mente,
tendiéndose en sus camas, procurando no recordar los meses que pasó sin verlos
o la última vez que los vio reír aquel uno de enero antes del inicio de la
pesadilla.
“Estoy sentado aquí casi inerte, casi vivo,
mirando inconmovible el río y las islas pero sin verlos. Presiento los
camalotes río abajo, no quiero pestañear. Puedo sentir cómo los hilos impulsan
mis movimientos, como si alguien se empecinara en dictaminar mis acciones que
se reducen a estar sentado aquí casi sin vida, pero no me quejo, lo acepto.
Cerca de una hora llevo de pura contemplación y aislamiento impuesto cuando percibo, siento que alguien se acomoda en el mismo banco. Perfume, aroma. No puedo darme vuelta y mirar, ni siquiera me interesa.
No estoy replanteando mi vida ni estoy tomando fuerzas para decidir si continuar o no. No tengo una pena que me ahogue, aunque estoy solo. La soledad es mi compañera amada aunque sea solo hoy y podría permanecer en este estado mucho tiempo.
Ondulantes llegan las primeras palabras de mi compañero de banco: ‘Sentí tu aroma, por eso me senté a tu lado’. ¿Qué clase de expresión es esa? ¿Cómo debería entenderla? Bajé la cabeza unos milímetros sin perder el foco de la nada misma. ‘Es una forma de decir’, continuó. ‘Todos tenemos un olor, o un tono o un color, ¿sabías?’
Cerca de una hora llevo de pura contemplación y aislamiento impuesto cuando percibo, siento que alguien se acomoda en el mismo banco. Perfume, aroma. No puedo darme vuelta y mirar, ni siquiera me interesa.
No estoy replanteando mi vida ni estoy tomando fuerzas para decidir si continuar o no. No tengo una pena que me ahogue, aunque estoy solo. La soledad es mi compañera amada aunque sea solo hoy y podría permanecer en este estado mucho tiempo.
Ondulantes llegan las primeras palabras de mi compañero de banco: ‘Sentí tu aroma, por eso me senté a tu lado’. ¿Qué clase de expresión es esa? ¿Cómo debería entenderla? Bajé la cabeza unos milímetros sin perder el foco de la nada misma. ‘Es una forma de decir’, continuó. ‘Todos tenemos un olor, o un tono o un color, ¿sabías?’
Todavía estoy confundido pero no puedo
preguntar ni hacer nada. Lo próximo que dijo fue que él tenía ese don, que
podía leer a las personas de otra manera y que se debía a su búsqueda incesante
de su complemento, del ‘olor’ que lo completara y que llevaba años tratando de
encontrar.
Me negaba íntimamente a escucharlo, a dejar que unilateralmente me distrajera de mi rutina de inactividad. ‘Puedo oler tu soledad y necesidades, de alguna manera veo tu carencia y tu búsqueda’. Suspiré involuntariamente y lo odié, me expuse, di la señal. De alguna manera había contestado y ya mi atención había cambiado de dueño. Me contó de sus desamores, frustraciones y preferencias; de los errores cometidos en busca del amor, de sus miedos y más profundos sentimientos.
Provocó a mi orgullo por todos sus flancos pero no me atreví a contradecirlo, todo lo que decía de mí eran verdades irrefutables, hablaba con la autoridad de un dios y hoy estaba demasiado vulnerable como para negar lo incuestionable. Cuando tomó mi mano, solo se lo permití pero acusé la transferencia, esa conocida chispa. No miré el reloj pero sabía de las horas que habían pasado.
Me negaba íntimamente a escucharlo, a dejar que unilateralmente me distrajera de mi rutina de inactividad. ‘Puedo oler tu soledad y necesidades, de alguna manera veo tu carencia y tu búsqueda’. Suspiré involuntariamente y lo odié, me expuse, di la señal. De alguna manera había contestado y ya mi atención había cambiado de dueño. Me contó de sus desamores, frustraciones y preferencias; de los errores cometidos en busca del amor, de sus miedos y más profundos sentimientos.
Provocó a mi orgullo por todos sus flancos pero no me atreví a contradecirlo, todo lo que decía de mí eran verdades irrefutables, hablaba con la autoridad de un dios y hoy estaba demasiado vulnerable como para negar lo incuestionable. Cuando tomó mi mano, solo se lo permití pero acusé la transferencia, esa conocida chispa. No miré el reloj pero sabía de las horas que habían pasado.
‘Te voy a esperar’, me dijo y me soltó la
mano, me besó la mejilla con dulzura y
se marchó. Casi no podía oír sus pasos por la vereda de la costanera norte
cuando abandoné para siempre mi actitud contemplativa e indolente y lo miré. Vi
lo suficiente como para entender, nunca sentí el golpeteo de su blanco bastón
contra el suelo. Todos acusamos cierto grado de ceguera. Se encendió mi amor
con toda su furia en ese momento y así mismo no lo corrí ni le grité, lo dejé
partir. No me sería tan difícil encontrarlo, si es que me atrevo a vivir
nuevamente.”
__Pedro, vamos a comer algo, Orestes está
solo _pidió Guillermo apoyando la barbilla en la coronilla y las manos en los
hombros.
__No puedo, no quiero más que estar solo,
dormir y soñarlos, que se abra esa maldita puerta y verlos entrar, Guille _
dijo con voz apenas audible pues el peso en la garganta le hacía doler ante
cada sílaba.
__Mi amor, no puedes seguir así, ella está
presa, el juicio por comenzar, tiene que quebrarse y confesar _lo animó__. La
conozco, no es alguien que quiera una cadena perpetua.
__ ¿Y si están muertos, Guille? ¿Si antes de
caer los asesinó para vengarse? __Se volvió con el rostro anegado, y Guillermo
le tomó del filo de la mandíbula arrastrando lágrimas con los pulgares.
__No pienses así, los debe de tener
escondidos, los encontraremos. Te amo y estoy con vos, lo sabes, ¿verdad?
__Sin ti ya no estaría vivo, solo este amor
me da la fuerza para seguir levantándome cada día, aunque parezca que estoy
ausente, solo vivo por ti, Guille, eres el aire que respiro, mi coraje, mi
motor. Basta alejarme un poco de ti para
llevarte más conmigo, para abrazarme a
este amor con mayor firmeza, para confirmar que el amor puede seguir creciendo.
Basta dejar de mirarte para encontrarte por
todos lados, para que acompañes mis
pasos, para ver que nunca me dejas.
Basta dejar de escucharte para que me
susurres cuánto me amas, para que el
silencio diga más que las palabras, para que vibres debajo de mis costillas
izquierdas. Basta que no hagas nada para
que me lo entregues todo, para sentir
que no me falta nada, para agradecer que
seas mi todo. Basta de decir "basta" para callar a los obstáculos, para gritar con seguridad que podremos con lo
que sea siempre que estemos juntos.
__Y podremos con todo, te lo aseguro, si
Matías no es capaz de arrancarle la verdad a Nancy, yo mismo tomaré un sitio en
la mesa del fiscal y llevaré a José, a Gaby, pero le arrancaré a Nancy dónde
tiene a los chicos.
__Camila, ella no termina de acusarla, ella
no la entregó, y es algo que me da vueltas y vueltas, Guille, hay algo allí que
se escapa, pero me ocultaba tantas cosas, que no lo puedo ver _ murmuró, Pedro
encerrando el rostro entre las manos y agitando la cabeza.
__Pero yo sí conozco ese pasado, y veré cada
señal, lo prometo, lo prometo por mi propio hijo, somos uno ahora, compartimos
el alma, es la misma, nos pertenecemos, tu dolor es el mío, precioso.
__ Y te necesito, a cada rato, eres mi ancla,
mi pilar, mi amor, mi vida mi todo. Debo ser valiente, sé que tengo que
mantenerme sereno, ser digno compañero del hombre más extraordinario que he
conocido, porque el destino me quitó a mis hijos pero te puso en mi camino para
soportarlo. Y aún mi piel huele a ti, me estremece tu latir, mi corazón palpita
tan rápidamente de tu ternura y locura, mis manos buscan tu mar, tu océano, las
llanuras y montes por acariciar, navegar por cada rincón y cavidad. Ese aroma que día a día dejas en mí, con
sabor a ti.
Mi boca busca saciar esta pasión, alborotando todo tu ser. Busca el placer de
besarte, de enajenarme al vibrar sintiendo
esa mirada tan dominante, tan seductora, tan comprometedora, para entregarte mi
esencia; tu voz tierna, varonil, vibrante eriza mis sentidos, provocando oír
esas palabras que se vuelven pasión y desatino.
! No sé qué has hecho conmigo! Pero tu
desnudez tan voluptuosa siembra
placeres, deseos de pertenencia, de sensibilidad ante tu bello físico, a tus
pies me tienes rendido,
es el deseo perverso por amarme.
Por sentirme completo, ante tu cuerpo que se atreve a amarme, a sentirme tan benévolo, tan tuyo solamente.
es el deseo perverso por amarme.
Por sentirme completo, ante tu cuerpo que se atreve a amarme, a sentirme tan benévolo, tan tuyo solamente.
Aquella tarde el mayordomo se presentó en la
biblioteca mientras Pedro guardaba unos contratos reprogramados, el hombre
estaba casi tan apenado como él, y se compadecía aunque jamás se hubiera
atrevido a decírselo.
__Señor, hay alguien que desea verlo. Una tal
señorita Sanz. Dice que tiene una cita.
__No conozco a nadie con ese apellido ni
recibo a nadie.
__Sí me conoce, Pedro, usted y su esposa me
vieron hace unos días _dijo una mujer.
Al oír las palabras, Pedro y Guillermo se
volvieron y vieron entrar a una joven en la estancia. Era menuda, baja, tenía
aproximadamente su edad, y aunque su rostro le resultaba vagamente conocido, no
lograba identificarla. Por un instante rezó en silencio porque la desconocida
le transmitiera una amenaza o le solicitara una suma de dinero a cambio de
conducirlo a sus hijos, a pesar de que secretamente ya casi no albergaba
ninguna esperanza en ese sentido.
El dinero del supuesto rescate no había sido
recogido y aún estaba en el casillero de consigna.
__ ¿Quién es usted? __preguntó, Pedro
desconcertado, mientras el mayordomo se situaba a su lado, dispuesto a echarla,
o defenderlo.
De pronto vino el reconocimiento, en la
pareja. Era la reportera que había conseguido entrar en la casa en un
principio, que había cruzado unas palabras con Camila.
__ ¿Puedo hablar a solas con ustedes?
__preguntó la joven mirando al mayordomo con intención.
__No… lo siento… no es posible _ contestó,
Pedro aparentando una entereza que no sentía.
La chica parecía muy audaz y Pedro iba con
pie de plomo, Guillermo la estudiaba con interés.
__Es muy importante, por favor… __suplicó la
joven.
__Creo que no puede ser. ¿Cómo ha llegado
hasta aquí?
__Concertamos una cita para esta tarde _ contestó
ella muy serena, con cierto descaro.
Pero, Pedro sabía que no era así, llevaba un
mes sin salir y antes meses escondido, sin hablar con nadie, aparte de
investigadores y los agentes de policía.
__Lo siento, señorita…
__Soy
una de sus fans más fiel, Pedro,
a decir verdad lo sigo desde el inicio de su carrera, no es la primera vez que
entro a esta casa, Rita Sanz _ dijo la
joven esbozando una amable sonrisa con la esperanza de despertar el interés de
Pedro y conseguir que este la invitara a sentarse, pero él no parecía estar
dispuesto a dejarse convencer.
… tendrá que retirarse.
Por un instante, la chica pareció sufrir una
amarga decepción, pero después asintió con la cabeza.
__Lo comprendo. Solo quería hablarle de
Nancy.
La pronunciación de aquel nombre con una
cierta familiaridad fue para Pedro algo así como una descarga eléctrica o un
rayo, para Guillermo una luz de reconocimiento. Pedro miró fijamente a la
joven.
__ ¿Por qué?
__Porque necesita de Camila, y porque yo
puedo ayudarlos, al menos eso creo.
El asunto era demasiado delicado como para
discutirlo con una desconocida.
__ ¿Señorita...? __ dijo el mayordomo,
mirándola inquisitivamente.
Sin saber el porqué, Pedro decidió permitir
que la chica se quedara, aunque solo fuera un momento. Asintió con la cabeza y
el mayordomo se retiró, pero al salir avisó a los agentes y Pedro vio que dos
se situaban tras la puerta.
__No comprendo por qué ha venido. ¿La ha
enviado esa mujer? Ella se contactó con mi esposa que fue a visitarla a la
comisaría y se hallaron pruebas en su casa, cosas de mis hijos.
Pero la periodista quería ser sincera con
ellos y había comprendido que tendría que exponer rápidamente el motivo de su
visita antes de que le pidieran de nuevo que se marchara, la propia Nancy le
había dicho que el matrimonio no accedería a recibirla.
__Soy de una agencia de publicidad
importante, pero no es lo que importa. Como le dije, Pedro, soy una de sus fans
y… Quiero ver si puedo contribuir a encontrar al o a los culpables de esto, me
dedico a investigación periodística, he venido a preguntarle si usted estaría
dispuesto a ayudarme. ¿Me recuerda Guillermo?
__ ¿Cómo? __Reaccionó de pronto este mientras
Pedro alternó la mirada entre los dos.
__
Creo… __balbuceó Guillermo.
__Crees
bien, Guillermo, yo estaba en Brasil y me conociste en esa empresa de
acompañantes, pero a diferencia de Camila y de Nancy que te odian por
desbaratarla, yo no terminaré nunca de agradecerte que nos rescataras de aquel
infierno _ dijo la Chica tendiéndole la mano que Guillermo tomó con firmeza__.
¿Me recuerdas?
__Sí,
el rostro sí, entonces ellas…
__Ellas
no me recuerdan, al menos Camila no lo hizo, y sé que ella la pensó inocente a Nancy y que hoy duda porque
se hallaron los pijamas y los ositos en la casa de Nancy, pero quizá los
verdaderos secuestradores estén asustados o tienen alguna razón para no ponerse
en contacto con ustedes o con el dinero del rescate. Tiene que haber una razón
__dijo la chica que ahora sí se sentó al tiempo que ellos en un rincón con
sillones__. Estoy visitando a Nancy, le hice recordar que nos conocemos, y
pensar que quiero ayudarla, he pasado horas hablando con ella, y le hice creer
que estoy convencida de su inocencia, en verdad al morir su tío, al
traicionarla su ex, ella solo cuenta al menos
en evidencia con un grupo de sicarios. Yo pasé un tiempo con ella en la
clínica psiquiátrica, por eso ella me recuerda y Camila no. No me avergüenza decirlo,
yo tuve la suerte de restablecerme, ella por lo visto, no.
__Siento no poder ayudarla _dijo, Pedro confundido.
Sus ojos reflejaban un profundo dolor y su corazón estaba destrozado por la
pena. No quería escuchar a aquella chica ni hablando otra vez de ese horrible
pasado, y menos defendiendo a una u otra.
__ ¿Le
cree capaz a Nancy de hacerlo? __preguntó la periodista__. ¿La cree capaz su
esposa, Pedro?
Pedro
temía lo que ella sería capaz de publicar en los periódicos.
__Le
creo capaz _respondió de pronto con el corazón endurecido.
__Estaba
bebida, y tal vez drogada _ dijo la chica.
Entonces
comprendieron que efectivamente ella había estado hablando con Nancy. Era
lista, fuerte e increíblemente decidida, a una extraña manera era atractiva, y
Guillermo rebuscaba en su memoria
recuerdos de ella.
__El
hecho de haber bebido no es excusa para nada _ tomó la palabra Guillermo__. Lo
siento, no entendemos si le crees o si quieres ayudarnos.
__Guillermo,
ella no quiere a Camila como le ha hecho
creer desde que reapareció _los sorprendió diciendo.
__Es
lo que yo pienso, que desea vengarse de ella, no es lo que le hizo sentir a
Camila, que ni siquiera la entregó antes del secuestro de los chicos.
Pedro
se detuvo en seco de un ir y venir que había iniciado minutos antes para
mirarla.
__
¿Se lo ha dicho ella?
__Está
clarísimo uniendo los episodios de enero y este, Pedro __respondió__. Es claro
que buscó que su tío asesinara a Guillermo, sé del odio que le profesa, amén que como su guardaespaldas, le fastidia,
y pensó que podrían secuestrarlo a usted en ese concierto, como nada salió como
esperaba, tenía el otro plan y lo hizo andar, Camila voluntariamente o no en
algo colaboró… quiero pensar que no sabía que se llevaría a los chicos.
__Hace
mucho tiempo que para mí no está nada tan claro, he desconocido el pasado de
Camila siempre, y no quiero volver a oír hablar de eso.
__No
es inocente, pero no es la única culpable.
Lo
dijo con tanta seguridad y determinación que de haber estado allí Camila le
habría creído a su amiga de nuevo inocente.
__ ¿Cómo
se atreve usted a decir casi que esa mujer es inocente? Si lo es, ¿dónde están
mis hijos? ¿Quién me baleó en enero?
__Ella
jura que no lo sabe _ contestó la joven sin apartar los ojos del rostro de
Pedro.
__Usted
ni siquiera las conoce _le espetó.
Les
conocía más de lo que Guillermo pudiera recordar y Pedro vislumbrar. Se había
pasado muchas horas con Nancy en su celda, tras haber sobornado a dos agentes
que la custodiaban. Al principio su objetivo había sido simplemente obtener una
entrevista para un reportaje, pero al verla y reconocerla, por alguna extraña
razón creía poder llegar a la verdad. A petición suya había aun intermediado para que uno de los mejores
defensores de la ciudad aceptaran el caso. Ambos se conocían desde años atrás,
pero en primer momento el joven abogado criminalista había rechazado todas las
cartas y llamadas telefónicas de Nancy. La periodista había logrado hacerle
cambiar de parecer, convenciéndole de la inocencia de la mujer en contra de
todas las apariencias y recordándole, que si no aceptaba el caso, condenarían a
cadena perpetua a una inocente, y de serlo, él era el único que podía
demostrarlo. Finalmente el abogado había aceptado la defensa.
__ ¿Querrán
ustedes ayudarme? __ preguntó la joven con mirada implorante.
__Encuentre
a mis hijos y me ayudará usted a mí _ dijo Pedro abatido, con un Guillermo
pensativo.
__Lo
intentaré, Pedro, Guillermo creo que sabe de qué hablo _dijo la chica poniéndose
de pie__. ¿Puedo llamarlo si hubiera alguna novedad?
Pedro
asintió a regañadientes con la cabeza.
__Gracias
_balbuceó__. Pedro, el objetivo de Nancy si en algo la conozco, y creo que
Guillermo sabrá atar cabos, es vengarse
de Camila, y usted, atraerlo hacia ella
no a Camila como le hiciera creer, sino a usted. __Guillermo, tú la conoces,
¿de verdad la crees tan básica como para confiarle su paradero a su ex y caer
así sin más a manos de la policía? Yo les diría que intenten dejarla huir, ella
los llevará a los chicos, tal vez en algún momento su esposa misma, Pedro __dijo Rita que lo miró por un instante como
si estuviera reflexionando acerca de todo lo que había escuchado y después le
dio nuevamente las gracias a Pedro y salió.
__
¿Qué es lo que ha dicho, Guille? __ preguntó, Pedro aturdido __. ¿Está
ratificando el autosecuestro a manos de Camila, que son cómplices?
__No
lo sé, Pedro, solo sé que ese día la ayudó al no entregarla, y esta chica puede
ayudarnos _reconoció, Guillermo __. Ella bien puede ganarse la confianza de
Nancy, y sí que tiene razón, ella no
cometería errores tan gruesos como para ganarse el resto de su vida en
la cárcel, y pienso como esta muchacha, Nancy siempre quiso todo lo de Camila,
coincide con lo primero que le dijo, lo visceral, que ella no merecía haberse
casado con vos ni a sus hijos.
__Guille,
dime todo, por favor.
__A
medida que la escuchaba, creo que Nancy en ambas oportunidades ha querido
llevarte a vos hacia ella, y vengarse de Camila por lo que su mente enferma
piensa que ella le quitó en Brasil __razonó Guillermo casi consigo mismo__. En
enero creo solo pensó en secuestrarte, y lo del nene y herirte fue un
accidente, hoy pienso que su plan pudo ser asesinarme en el concierto, y lo
mismo de antes… secuestrarte, pero que
tenía el plan B de llevarse a los chicos
si no lo lograba su tío, como sucedió, y usarlos para atraerte a ella, para lo
cual quizá quiso asegurarse que Camila confiara en ella en todo momento, y le
hizo esa visita en parte como coartada, por otra para hacerle creer que estaba
de su lado, que la amaba, que era su amiga, que la quería a su lado, que te
dejara, cuando en verdad te quiere a vos, Pedro, siempre fuiste vos, y creo que
esta chica lo sabe, y yo no descartaría que esté jugando el doble juego y que
Camila la haya ayudado a sacar a los chicos, de hecho lo hizo porque no dio
aviso de que ella estaba acá ese día.
__ ¿Camila
sabe dónde están y finge? __preguntó, Pedro mientras sintió la ira bullendo en
las venas e inyectando los ojos.
__No
creo que lo sepa, pero sí que quizá guarde la esperanza de que al fin ella le
permitirá reunirse con ellos si te deja y la ayuda a escapar__ pensó en voz
alta Guillermo__. Nancy no se quedará en una celda, si el tío no hubiese
muerto, diría que tendría con él una
fuga armada, ahora no sé con quién pero en algún momento si ella es parte del
secuestro como creo que lo es, va a escapar. Que la ayudemos nosotros, con Olazábal en
medio es un riesgo enorme, y sin la seguridad de que nos lleve a ellos.
__Esta
chica la ayudó a conseguir un abogado defensor, y además nos sugirió que
hablemos con el fiscal y ¿que digite el juicio?
__Creo
que piensa que ella será más útil fuera que encerrada, Pedro _ concluyó,
Guillermo__. Pero yo no voy a arriesgarte por nada del mundo, no puedo, no
podría soportarlo si algo te pasara, si ella…
__Shhh
__Pedro lo calló colocándole el dedo en los labios que Guillermo besó con
fervor sosteniendo su mano.
El hombre
sentado frente a su amado, ni bien terminó de cenar, se preparó para el
discurso de su vida. No hacía mucho que él había entrado en la suya pero él
comprendía que era su última oportunidad y no quería volver a cometer los
errores del pasado. Había meditado mucho en su vida, en sus yerros, en la tonta
manera que tienen algunos hombres de callar lo que se mueren por decir, en que
ya no debía mirar atrás y solo concentrarse en el futuro, futuro que
fascinantemente sentado frente a él, lo miraba con una complicidad y dulzura
exactas. Carraspeó preparando su garganta para proferir las palabras que tan
esquivas les habían resultado desde la adolescencia y comenzó su argumento ante
el amor de su vida, su nuevo amor, que con paciencia infinita esperaba una vez
más:
__ Necesito decirte que desde que llegaste a mi vida, la mía comenzó a brillar. Es como si tu luz hubiese invadido mi ser por completo y fue llenándolo a la vez de una paz que solo se interrumpe cuando nos amamos locamente. Jamás hubiese siquiera imaginado que alguien o algo tuviera el poder de convertir esta piedra que fui por tantos años, en un corazón expuesto y latiente que comprobó cómo día a día, las cosas esenciales y comunes de la vida, cobraban coloración y formas que quizá fueron las de siempre, pero yo nunca pude percibirlas. Lo más sencillo sería concluir que estoy enamorado, pero yo ya estuve enamorado muchas veces y sé lo que es. Esto, nuestra relación, va más allá del amor de humanos, trasciende la comprensión, los límites de los sentimientos plasmados por tantos en simples hojas de papel.
Mis
pensamientos invariablemente orbitan sobre tu recuerdo y sé cuándo es hora de
volver a casa porque mi corazón se acelera y tu rostro comienza a aparecer de
forma intermitente, y se antepone a
cualquier otro pensamiento. Te veo en las luces del semáforo mientras manejo,
en las personas que pasan frente a mí,
en el círculo del sol que asoma entre las copas de los árboles, en las
marquesinas que brillan sin igualar tu luz. Sos mi amor, mi vida, mi ternura,
mi nuevo ser y sin vos ya no podría
vivir.
Sin embargo algo empaña nuestra felicidad, o mejor dicho la mía. Me parece percibir en tus ojos, preciosos ojos, un dejo de melancolía, un tono distinto al que embriaga nuestros sentidos y convivencia. Creo no equivocarme con este diagnóstico. Esa pena percibida, tiene la capacidad de generar en mí una pequeña molestia. Es como una ínfima astilla bajo la piel de un dedo y que no se recuerda, salvo cuando tocas algo con esa parte. Todo mi día divago en lo que haremos, en la felicidad de esta unión fortuita, del choque de planetas que nos depositó frente a frente y colmó mi vida de emociones solo envidiadas hasta ese momento, pero cuando te miro… la astilla, esa molestia dice presente. Te pido perdón si no fui capaz en este tiempo de lograr tu confianza, de entregarte mi comprensión completa, de escucharte como quizá tu aún esperas que te escuche, por mi falta de atención, pero mi amor… quiero que sepas que me puedes contar todo lo que te sucede y yo solo te prometo que sea cual sea el dolor que aqueja tu alma, seré un bálsamo que cure tus heridas, nunca oirás de mí un reproche o un cuestionamiento sobre el tema, seré solo el cajón en donde tú deposites ese sentimiento y ahí permanecerá hasta que desees o hasta que cese tu dolor.
El hombre, con lágrimas en los ojos, afectado por ese sentimiento que no era nuevo pero que jamás lo había podido expresar con humedad en sus ojos, se levantó, circundó la mesa apropiadamente ataviada respecto al romanticismo que la noche y ese amor proponía, se colocó detrás de su amado y haciendo a un lado el cabello del dueño de su ser, lo besó tiernamente en la mejilla y descansó un segundo apoyado allí. Suspiró con una inmensa congoja, era feliz y lo tomó entre sus brazos pensando tal vez en lo maravillosa que sería esa noche, como todas las anteriores noches junto a su amado.
Sin embargo algo empaña nuestra felicidad, o mejor dicho la mía. Me parece percibir en tus ojos, preciosos ojos, un dejo de melancolía, un tono distinto al que embriaga nuestros sentidos y convivencia. Creo no equivocarme con este diagnóstico. Esa pena percibida, tiene la capacidad de generar en mí una pequeña molestia. Es como una ínfima astilla bajo la piel de un dedo y que no se recuerda, salvo cuando tocas algo con esa parte. Todo mi día divago en lo que haremos, en la felicidad de esta unión fortuita, del choque de planetas que nos depositó frente a frente y colmó mi vida de emociones solo envidiadas hasta ese momento, pero cuando te miro… la astilla, esa molestia dice presente. Te pido perdón si no fui capaz en este tiempo de lograr tu confianza, de entregarte mi comprensión completa, de escucharte como quizá tu aún esperas que te escuche, por mi falta de atención, pero mi amor… quiero que sepas que me puedes contar todo lo que te sucede y yo solo te prometo que sea cual sea el dolor que aqueja tu alma, seré un bálsamo que cure tus heridas, nunca oirás de mí un reproche o un cuestionamiento sobre el tema, seré solo el cajón en donde tú deposites ese sentimiento y ahí permanecerá hasta que desees o hasta que cese tu dolor.
El hombre, con lágrimas en los ojos, afectado por ese sentimiento que no era nuevo pero que jamás lo había podido expresar con humedad en sus ojos, se levantó, circundó la mesa apropiadamente ataviada respecto al romanticismo que la noche y ese amor proponía, se colocó detrás de su amado y haciendo a un lado el cabello del dueño de su ser, lo besó tiernamente en la mejilla y descansó un segundo apoyado allí. Suspiró con una inmensa congoja, era feliz y lo tomó entre sus brazos pensando tal vez en lo maravillosa que sería esa noche, como todas las anteriores noches junto a su amado.
__Guille, solo es por lo de mis hijos… la sombra que empaña mi mirada, no pienses
cosas raras, sanamos todo el pasado de ambos en esos meses que añoro _ratificó,
Pedro dejando caer un beso en los labios __. Te amo más que a mi vida. Cómo
explicarte lo que siento, cuando escucho tu voz susurrándome al oído que me
amas y quieres todo conmigo.
Cómo explicarte cómo late mi corazón con cada uno de tus suspiros.
Cómo explicarte con palabras cómo hierve mi sangre al escucharte decir esas palabras, cuando estás excitado, amor mío.
Me pones en éxtasis y con ganas de fluir con mi sexo para que recorra todo tu cuerpo ardiente con mi deseo, hasta quedar sin caudal mi vertiente.
Cómo decirte que estoy volviendo a vivir, con esperanza y con fe. Hagamos este sueño realidad y amémonos por toda la eternidad.
Quédate junto a mí porque solo a tu lado soy feliz aunque ahora esté desesperado.
Cómo explicarte cómo late mi corazón con cada uno de tus suspiros.
Cómo explicarte con palabras cómo hierve mi sangre al escucharte decir esas palabras, cuando estás excitado, amor mío.
Me pones en éxtasis y con ganas de fluir con mi sexo para que recorra todo tu cuerpo ardiente con mi deseo, hasta quedar sin caudal mi vertiente.
Cómo decirte que estoy volviendo a vivir, con esperanza y con fe. Hagamos este sueño realidad y amémonos por toda la eternidad.
Quédate junto a mí porque solo a tu lado soy feliz aunque ahora esté desesperado.
Si tan solo a todas esas horas… incontables
vueltas al reloj, si tan solo uno de tantos minutos que vimos tan distantes pasar… si tan solo uno de esos minutos hubiese
sido nuestro, donde tan solo por sesenta segundos en un simple beso de aquel amor
hubiésemos podido saborear.
Un minuto de tus labios con los míos… habrías
saboreado el amor que hiciste nacer en mí para ti, sabrías allí si era el sabor
que tú buscabas, sabrías allí qué valor tendría para ti un alma distante
enamorada… un minuto de tus ojos frente a los míos, habrías descubierto la
transparencia de un amor que latía por el hombre que llevas dentro.
Minuto para amar… minuto en algún viaje de
tantas horas que allí quedó perdido, un minuto para mí habría sido suficiente
para saber que del tiempo restante de tus labios sería por siempre dependiente…
minuto para amar del que el destino quizá pensé tan solo nos hizo ilusionar, pero
fue suficiente para saber que eras a quien yo por siempre mi amor quería
entregar.
Minuto para amar que la distancia egoísta de
nuestro reloj logró ocultar por ratos, pero pronto solo habrá sabor de tus labios que
invadan los míos, habrá aliento de tu boca que oxigene la mía… minuto para amar…
pero mas allá del minuto que llegara, sé que guardarás de mí el amor que en hilos de pasión en algún
momento tu piel abrazará.
__No
me enorgullece haber tenido a tantas personas en mi vida, Pedro, pero si de
algo me sirve, es para saber que esto que tengo con vos es único, sublime, para
siempre. Y no pienso exponerte.
Pedro,
esa chica jugará a nuestro favor, con Nancy y con Camila, lo sé, ella me aprecia, y es tu fan, y creo que sabe que
Nancy hace creer que ama a Camila cuando en verdad está obsesionada con vos,
quiere vengarse de ella y ha usado a los chicos para llevarte con ella, caso de
no lograrlo, tal vez, aceptaría llevarse
a Camila, y vengarse de los dos.
__ ¿Y
yo que tengo que ver con ella?
__Nada,
pero si no pudiera tenerte pasará a odiarte, está enferma cielito, no piensa
como nosotros, nunca lo hizo.
__ ¿Crees
que mis hijos están vivos?
__Estoy
seguro, lo que no logro imaginar es quién los cuida no estando su tío _ afirmó,
Guillermo __. De haberlos asesinado, ya
hubiese escapado, los tiene como moneda de cambio en algún lado, y es
claro que en enero su tío cuidó al nene,
ahora, no se me ocurre, dudo que los haya dejado en manos de simples sicarios y
Camila no sabe nada de ellos o no
estaría acá, aunque sí quizá le hizo creer que la ama y lo del hogar feliz para
que ese día no la entregara, es más, tal vez la ayudó, de hecho lo hizo.
Estaban
pensando en la periodista cuando llegó Matías Olazábal con el fiscal designado
para el juicio.
Un
hombre alto, delgado, enjuto y de severa apariencia, el cual parecía estar no
solo absolutamente convencido de que Nancy era culpable del secuestro, sino de
que encima, a esas alturas, los había
matado.
Pedro
hizo una mueca al oír las palabras que le horadaron el pecho. Todo aquello
parecía justamente lo contrario de lo que pretendía Rita Sanz.
El
fiscal les dijo que el juicio se celebraría
antes de la feria de fin de año, que se esperaba un veredicto de
culpabilidad y que confiaba en la máxima colaboración del matrimonio.
__ ¿Y
eso qué significa, doctor? __preguntó, Pedro.
__Significa
que espero que asistan ustedes al juicio y que traten de despertar el interés
de los miembros del jurado.
Quiero
que comprendan lo que ha significado para ustedes la pérdida de sus hijos, para
que, de este modo, emitan un veredicto de culpabilidad. Con un poco de suerte,
si podemos demostrar o dar a entender que cruzó la frontera del país con los
niños, conseguiremos nada menos que una pena máxima, señor Beggio.__La forma en
que el fiscal pronunció aquellas
palabras le provocó a Pedro un
estremecimiento de angustia y desesperación. El hombre insinuó además que
intentaría conseguir un veredicto, basándose más en las emociones suscitadas
por el caso que en auténticas pruebas, a Pedro no le agradaba la idea de exhibirse
durante el juicio, sabía que a Camila tampoco, aunque entendía en ello al fiscal.
Matías
también lo entendía, el hombre era un fiscal muy respetado, pero tenía poco de
humano__. Por supuesto que si para entonces hubiéramos encontrado a sus hijos,
nos gustaría que ellos también comparecieran en el juicio aunque solo fuera
brevemente.
Pedro
pensó que le encantaría. Con tal que encontraran a sus hijos, estaba dispuesto
a aceptarlo todo, y eso significaría que estarían vivos.
__ ¿Alguna
otra cosa? __preguntó, un tanto molesto por las desagradables palabras del
fiscal.
El
hombre se levantó sin darse por enterado.
__Ya
los mantendremos informados _ dijo ajustándose las gafas y mirándolo como si
evaluase sus aptitudes de testigo mientras recogía su morral para marcharse__.
Me gustaría ver a su esposa tan pronto se sienta en condiciones, si fuera usted
tan amable de decírselo.
__Se
lo diré.
El
fiscal se fue, Olazábal se quedó. Pedro suspiró. Había sido un mes muy largo,
un periodo terrible, y seguían sin saber absolutamente nada, no había habido
llamadas ni informaciones confidenciales, solo alguna que otra pista falsa y un
puñado de llamadas de la zona efectuadas por personas que creían haber visto a
los chicos.
__Es
un verdadero encanto _ dijo Pedro refiriéndose al fiscal.
Terminaron
riendo los tres sin ganas, al tiempo que llegaba Camila y se sentaba con ellos.
__Es
mucho mejor en tribunales que en un salón.
__Me
alegro por él _ dijo Camila que lo había
oído, mirando inquisitivamente a Matías, a su manera, ambos se habían hecho
buenos amigos, y Pedro se despidió, saliendo con Guillermo para escapar de la
presencia de ella. Camila tenía a veces la sensación de que Matías era su único
aliado__. Supongo que el juicio será espantoso.
__Será
muy duro. Y la defensa sacará a relucir cosas que a usted no le van a gustar…
Quizá su estancia en la clínica o algo
por el estilo. Tienen que hacer todo lo posible por desacreditarla.
__ ¿Por
qué? Yo no acuso a Nancy.
Sin
embargo Camila por ahora la creía culpable, aunque de vez en cuando la asaltaba
alguna duda.
__A
veces no sé qué pensar _reconoció abatida__. Pero ahora ya qué más da. Los
chicos han desaparecido. Todo lo demás no tiene importancia _ añadió, mirando
tristemente a su alrededor. Había perdido a tres hijos en un espacio de días, y
se sumaban a las pérdidas anteriores.
__Para
Nancy sí la tiene, porque está en juego su vida, al fin es muy joven, y pasar
el resto de su vida en un penal, no creo entre en sus planes, se agarrará de lo
que pueda para no quedar como culpable.
__ ¿Tiene
abogado?
__Ha
elegido a uno muy bueno, joven e inteligente, de lo que deduzco que tiene
dinero como para pagarlo. Puede ser brutal en una sala de justicia, si hay
alguien que puede salvar el pellejo, es él.
__No
sé si alegrarme o no. Ya no sé qué pensar. Pedro dice que ha sido ella. Cuando
encontraron los ositos…__Camila parpadeó para disipar las lágrimas que habían
asomado a sus ojos__. Pero, no sé… Cuando fui a verla, la creí, sin embargo
ella entró en enero, aunque dice algo opuesto a desear herir a Pedro, pero si
ella no lo ha hecho, ¿dónde están ellos?
Era
la única pregunta a la que nadie podía responder. Mientras la miraba, Matías se
sintió tan atraído por ella que apenas prestó atención a la pregunta. Nadie le
había inspirado jamás aquellos sentimientos, ni siquiera su esposa, y mucho
menos las mujeres con quienes solía tratar en el curso de las investigaciones.
Algo en ella lo atraía poderosamente, algo tan frágil y vulnerable, que,
estando a su lado, solo sentía el deseo de alargar la mano para acariciarla.
__Ojalá
tuviera las respuestas a esas preguntas, Camila _ dijo mirándola con dulzura,
sentado a su lado en el sofá mientras empezaba a oscurecer. Ella se quedaría
sola como de costumbre, pensó. Pedro suponía era pareja de Guillermo, y a pesar
de la presencia de la policía y los sirvientes la casa resultaba muy vacía y
solitaria. Le hubiera gustado llevarla a cenar a alguna parte donde hubiera
ruido, risas, música… Hubiera deseado
apartarla de todo aquello, de ese pasado, de los hombres que le pegaban y le
destrozaban el corazón o de los que no le hacían el menor caso. Una de las
cosas que sentía era que Camila recibía de quienes la rodeaban, mucho menos
cosas de las que merecía. Y él quería con toda el alma modificar esa
situación__. Ojalá pudiera librarla de todo esto, Camila.
No
era un comentario muy profesional por su parte, pero ella se emocionó.
__Es
usted tan amable. Yo también lo quisiera… Antes pensaba que las cosas raras
ocurrían por algún motivo. Ahora me parece que ya no lo creo. Me han ocurrido
demasiadas cosas. Cuando creía que todo estaba bien, empezó esta pesadilla que
sin ellos…
La
voz se le quebró y desvió la mirada. Parecía imposible que por horribles
circunstancias totalmente imprevistas, aquella mujer hubiera perdido a tantos
hijos, pensó el detective.
__ ¿Tiene
usted hijos? __le preguntó Camila.
Lo ignoraba
casi todo de él, pero sabía desde hacía
un mes que se sentía atraído por ella.
__Dos,
la parejita, adolescentes ya.
De
pronto Matías se arrepintió de haberlo dicho, a pesar de la aparente serenidad
con la que Camila le había escuchado.
_Es
la edad que tendría mi niña de haber sobrevivido…
Y el
niño de Nancy, el que murió sin nombre y sin haber respirado ni una bocanada de
aire… por la muerte que me culpa y quizá me odie.
__ ¿Se
parecen a usted? _ dijo para alejarse de
los negros recuerdos.
Le
encantaba hablar con él de cosas normales, y no de secuestros y asesinatos.
__Pues
no sé. La gente dice que el niño sí. Es difícil saberlo. Hábleme de usted. ¿Qué
hace en condiciones normales?
Ella
sonrió al oír la pregunta pues casi todo lo hacía con sus hijos.
__Me
gusta nadar, dar largos paseos, leer, cabalgar. Me encanta la música, creo que
ella me unió a Pedro, pinto un poco… hace años pintaba, pero lo dejé hace mucho
tiempo… __A raíz de la estancia en la clínica, pero eso no se lo dijo__. Me
gustan todas las tonterías que solía hacer con los chicos. __Al final, siempre
volvía a lo mismo. No podía pensar en otra cosa__. El día en que…
__Lo
sé _ dijo, Matías en un susurro. Lo recordaba muy bien, cada detalle de ese día
que había declarado. Camila asintió tristemente y, mientras él le rodeaba los
hombros con su brazo, se preguntó por qué era tan amable y se preocupaba tanto
por ella. Le agradecía mucho su presencia en los momentos en que ella más lo
necesitaba__. Camila…
Pronunció
su nombre en voz baja y después, sin añadir nada más, se inclinó hacia ella y
la besó. Camila sintió que todo su cuerpo se fundía mientras él la tomaba en
sus brazos y la estrechaba contra su pecho. Solo podía pensar en su fuerza y en
su bondad. No supo qué decirle cuando él se apartó y ella sintió el vacío.
Ambos parecieron extrañarse de lo ocurrido pero a juzgar por la expresión de su
rostro, Camila se sentía feliz.
__No
sé muy bien qué decir… solo le diré que usted significa mucho para mí… y no creo
que hubiera podido sobrevivir a todo esto sin usted. Pedro me culpa, mi padre
no está nunca…
__Quiero
ayudarla…
Matías
hubiera querido decir mucho más que eso, pero no sabía cómo expresarlo. Se
apartó muy despacio y se reclinó contra el respaldo del sofá, preguntándose por
qué lo habría hecho pese a constarle que no había tenido más remedio que
hacerlo. Solo le hubiera podido ofrecer lo único que a ella le faltaba desde
hacía meses al menos: amor. De una cosa estaba seguro: Pedro Beggio no la
amaba.
Camila
miró serenamente a Matías mientras este le acariciaba y le besaba la mano.
__Quiero
que sepa que odio el doble discurso respecto de la mujer, no soy de esos.
__ ¿De
qué? _dijo ella confundida.
__
Te pondré un ejemplo de cómo te he visto en este tiempo:
Con
desesperación la mujer batallaba con las telas que la retenían rodeando su
delicada figura hasta que con una fuerza descomunal que fluía de su interior
logró desprenderse de ellas y las dejó atrás. Presumí que la imagen hablaba a
las claras de la lucha de la mujer contra los prejuicios a los que se enfrenta
día a día y la tendencia machista de posicionarla en un sitio del cual ella no
es capaz, sin esfuerzo y auto convencimiento, de rechazar.
La joven ahora corría hacia su libertad, la imagen era en cámara lenta y dejaba ver cómo su atuendo compuesto por gráciles sedas apenas rosa, tomaba la forma del espíritu que iba dejando tras ella. Sentí su miedo al fracaso, a la detención antes de lograr su cometido. La preparación para el salto no careció de belleza y dramatismo. Pude adivinar la tensión en sus tendones y la presión de sus dedos buscando el impulso final que la depositara frente al sueño de todos pero que las mujeres no consiguen salvo con lucha.
Liviana y potente, flotando en el enrarecido y pesado aire que la condiciona a una vida que no merece, deja entrever la euforia de quien percibe la meta y siente que nadie puede cambiar su destino. Cuando da contra los cristales ámbar y los parte en mil pedazos, deja en mí una sensación dulce de victoria y empatía, lo amargo se había convertido en historia. Era mujer, y era libre al fin.
Parada frente a la vida que la espera rendida a sus pies, no se atreve a sonreír, el alivio inunda su bello rostro pero en sus ojos todavía se puede apreciar un toque de tristeza. Venció, es cierto, pero no dejó de perder algo en su lucha por vivir a su modo.
Apagué el televisor antes que el anuncio terminara, supongo que es de perfume de mujer. Me reí pensando en lo hipócrita de los publicistas que pergeñaron ese comercial tratando de ponderar a la mujer, la misma que desdeñan aprovechando sus sentidos para hacerle creer algo que ellos no quieren que suceda. Tomé un trago más de café y me fui a trabajar. En la esquina casi choco a una mujer que se cruzó distraída delante de mi coche. Bajé el vidrio de la ventanilla y le grité: “Estúpida, por qué no miras lo que haces” me fui mascullando por lo bajo: “Mujeres… mujeres…”. Pero le juro que me odié al tomar conciencia de ello __confesó con una sonrisa.
La joven ahora corría hacia su libertad, la imagen era en cámara lenta y dejaba ver cómo su atuendo compuesto por gráciles sedas apenas rosa, tomaba la forma del espíritu que iba dejando tras ella. Sentí su miedo al fracaso, a la detención antes de lograr su cometido. La preparación para el salto no careció de belleza y dramatismo. Pude adivinar la tensión en sus tendones y la presión de sus dedos buscando el impulso final que la depositara frente al sueño de todos pero que las mujeres no consiguen salvo con lucha.
Liviana y potente, flotando en el enrarecido y pesado aire que la condiciona a una vida que no merece, deja entrever la euforia de quien percibe la meta y siente que nadie puede cambiar su destino. Cuando da contra los cristales ámbar y los parte en mil pedazos, deja en mí una sensación dulce de victoria y empatía, lo amargo se había convertido en historia. Era mujer, y era libre al fin.
Parada frente a la vida que la espera rendida a sus pies, no se atreve a sonreír, el alivio inunda su bello rostro pero en sus ojos todavía se puede apreciar un toque de tristeza. Venció, es cierto, pero no dejó de perder algo en su lucha por vivir a su modo.
Apagué el televisor antes que el anuncio terminara, supongo que es de perfume de mujer. Me reí pensando en lo hipócrita de los publicistas que pergeñaron ese comercial tratando de ponderar a la mujer, la misma que desdeñan aprovechando sus sentidos para hacerle creer algo que ellos no quieren que suceda. Tomé un trago más de café y me fui a trabajar. En la esquina casi choco a una mujer que se cruzó distraída delante de mi coche. Bajé el vidrio de la ventanilla y le grité: “Estúpida, por qué no miras lo que haces” me fui mascullando por lo bajo: “Mujeres… mujeres…”. Pero le juro que me odié al tomar conciencia de ello __confesó con una sonrisa.
__Entiendo.
¿Ama usted a su esposa?
Deseaba
saberlo por simple curiosidad. Quería conocerlo mejor a Matías, y él que jamás
hubiera podido mentirle, vaciló antes de asentir en silencio con la cabeza.
__Es
una mujer muy afortunada _dijo Camila.
Pero
a él no le apetecía hablar de su mujer.
__No
pienso más que en usted desde la noche en que la conocí, Camila. Aquella noche
solo hubiera deseado estrecharla en mis brazos, y le prometo que nunca antes me
sucedió, no le he sido infiel a mi esposa.
Ambos
se miraron largamente a los ojos sin decir nada y cada cual comprendió lo que
el otro sentía. Las palabras no eran necesarias. Solo se necesitaban el uno al
otro. Ambos sabían que él podía perder el empleo por culpa de lo que estaba
haciendo… y perder de paso a su mujer… aunque, en realidad, a él le daba igual.
Solo
quería estar con Camila, cuidar de ella y protegerla como jamás nadie lo había
hecho.
Camila
también se sentía atraída por él, pero no acertaba a imaginar qué podría
ocurrir. Ambos estaban casados, aunque no
felizmente, y por muy enojado que estuviera Pedro con ella en aquellos
momentos, Camila no podía abandonarlo después de haber perdido a los chicos.
__ ¿Qué
será de nosotros? __preguntó en un susurro.
__ ¿Qué
quiere usted que sea? _replicó dulcemente Matías.
__No
estoy muy segura.
Camila
estaba preocupada. No quería lastimara a nadie más, ni a Matías, ni a su mujer
y ni siquiera a Pedro.
Matías
le acarició el sedoso cabello. Habría estado dispuesto a dejar a su esposa por
ella, pero sabía que, si lo hubiera dicho, Camila se hubiera asustado y se
hubiera sentido culpable. No quería hacerle promesas que no pudiera cumplir,
pero le amaba de verdad. Quería estar a su lado, abrazarla, ayudarla y darle
todo lo que jamás había tenido. La quería entera… su alma… su vida… y su
cuerpo.
__No
ha tenido usted demasiada suerte, amiga mía _le dijo con una triste sonrisa mientras
sus ojos verdes la miraban con una dulzura que ella jamás en su vida había
conocido.
__No,
más bien no… Con mis hijos tuve suerte…
y ahora puede que con usted… Quizás eso es lo máximo a lo que se puede aspirar…
puede que lo máximo sean unos años, unos días… unos momentos.
Había
disfrutado de la presencia de Charles
tres años, de la hija de ambos horas, de Pedro cinco años, de sus hijos cuatro,
tres años. Puede que fuera eso, puede que eso fuera todo… puede que el por
siempre jamás no existiera.
__Se
conforma usted con muy poco.
__No
he tenido más remedio.
Camila
miró a Matías a los ojos y este se inclinó de nuevo hacia ella para besarla.
Esta vez se quedaron casi sin respiro y él temió no poderlo resistir.
__Quiero
que seas feliz _le susurró ardorosamente y Camila le miraba con tristeza, a
pesar del deleite que le habían deparado aquellos breves instantes no esperaba
más y quería que él lo supiera. Lo único que ella quería en aquellos momentos
era encontrar a sus hijos.
__Lo
estoy pasando muy mal, no lo soporto… _dijo en un hilo de voz__. Creo que si me
confirmaran que… __no pudo decir lo que restaba.
__Lo
sé. __Matías tomó su mano entre las suyas y pensó que ojalá pudiera resolver
todos sus problemas. Puede que a su debido tiempo… Se estremeció al imaginar lo
que podría ocurrir en caso de que jamás encontraran a los niños o de que solo
descubriesen sus cadáveres__. Tienes que ser fuerte. Camila _le dijo, a pesar de que le constaba que lo era__. Yo
estoy aquí para ayudarte. __En su fuero interno se preguntó por qué razón ella
le pedía tan poco__. ¿Por qué le pides tan poco a las personas? ¿Por qué eres
tan honrada? Había dado en el clavo. Por eso la odiaban todos. Porque no
esperaba nada de ellos, porque daba sin recibir nada a cambio y en su presencia
se sentían en faltan. Era demasiado bondadosa, demasiado amable, demasiado
pura, y estaba demasiado dispuesta a soportar el dolor que ellos le causaban__.
No seas tan buena… ni siquiera conmigo, Camila… No lo seas… _añadió, volviendo
a besarla.
Esta
vez ella le correspondió con pasión, y cuando finalmente se apartó de él, y le
miró sonriendo, Matías sintió que el corazón le
daba un vuelco en el pecho. A pesar de su refinada dignidad, Camila
irradiaba una sensualidad que lo volvía loco.
__No
soy buena, tú me redimes, pero como no nos andemos con cuidado, vamos a tener
un problema muy serio __dijo ella mirándolo con detenimiento.
__No
estoy muy seguro de que no lo quiera _contestó él en voz baja.
Camila,
en cambio, sí lo estaba. Llevaba meses,
el último había sido Alberto, sin hacer el amor, y los músculos que adivinaba
bajo la camisa de Matías la atraían poderosamente, pero en aquellos momentos,
no podía complicarse la vida, y ambos lo sabían.
____Cuando
todo esto termine, usted y yo vamos a tener que hablar muy en serio, señora
Moravia. No sé lo que va a ocurrir, pero sé que no pienso soltarte fácilmente.
Matías
jamás había experimentado un sentimiento tan fuerte por nadie, ni siquiera por
su mujer, y no estaba dispuesto a renunciar. En cuanto conoció a Camila,
comprendió que su vida iba a cambiar para siempre. Pero, también sabía que en aquellos
momentos su obligación era encontrar a los niños. Y caso de no poder hacerlo, por lo menos
ayudarla durante el juicio y procurar
por todos los medios que Nancy fuera condenada.
__
¿Te apetece comer algo antes de irte? _ preguntó Camila.
__Tengo
que regresar a tribunales _contestó él, lamentando tener que irse. Rara vez
regresaba temprano a su casa porque en
verdad no le apetecía. Le había dicho a Camila que amaba a su mujer y
era cierto… la había amado en otros tiempos… Pero ahora quería más a sus hijos.
Y eso era lo que los mantenía unidos__. Te llamaré mañana _le susurró al oído,
preguntándose en su fuero interno si ella se arrepentía de lo que habían dicho
y si más tarde se avergonzaría. Sin embargo, cuando Camila se levantó y le miró
a los ojos Matías descubrió en ellos una profunda emoción.
__Debería
sentirme culpable, pero no es así. Solo noto una profunda sensación de paz _dijo
ella.
Él
también la sentía. Era una sensación agradable porque ambos lo necesitaban y lo
querían.
¿Pero
podrían disfrutar de ello alguna vez? Era todavía demasiado pronto para
responder la pregunta.
__Buenas
noches, señora Moravia _ dijo Olazábal, rozándole los labios con los suyos
antes de abandonar con ella la estancia para enfrentarse a las miradas de los
policías que todavía permanecían de guardia en la casa las veinticuatro horas
del día__. Buenas noches, Camila… _añadió en un susurro.
Camila
le acompañó sonriendo hasta la puerta principal, y a los pocos minutos, subió a
su habitación. Era la primera vez que sonreía en un mes. Resultaba agradable
volver a sentirse amada y deseada, aunque solo fuera por un instante.
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES
COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.
Antonia Hermoso
ResponderEliminarLucas Muy sugerente, me gusta
ResponderEliminarBerthaMuy bello felicidades
ResponderEliminar1
Maria Hermosa
ResponderEliminarMagdalena Hermoso
ResponderEliminarBuenísimo Eve,,,
ResponderEliminar