sábado, 16 de noviembre de 2019

EL EMBAJADOR TERCERA PARTE. CAPÍTULO VEINTINUEVE.







EL EMBAJADOR
TERCERA PARTE.
CAPÍTULO VEINTINUEVE.
“Lo elegí a usted porque me di cuenta que valía la pena,
valía los riesgos… valía la vida”. Pablo Neruda.


Pedro desprendió los dedos de los de Guillermo, y, mientras con una mano le sujetaba las suyas por sobre la cabeza, con la otra le presionó el sexo, lo notó duro e hinchado, aumentó el vigor de las embestidas hasta que Guillermo arqueó el cuello y abrió la boca en un alarido mudo que se convirtió al cabo en un clamor lastimero que se repitió segundos después pero Pedro no los oyó porque había enterrado la cara en el colchón para que absorbiera sus clamores. Los glúteos de Guillermo se ceñían en torno a su carne, y el flujo de semen parecía inagotable como sus últimos estertores del orgasmo. Aún minutos después tendido inerte sobre la espalda, la pelvis se agitaba en espasmos tardíos y gemía de placer.

__Quiero que te desnudes __le pidió Guillermo.

__Perdón amor, llegué desesperado por tomarte, no quisiera salir de ti, así sabría que nadie te apartará de mi lado _ dijo en susurro.

__Nadie lo hará.

A Pedro, exhausto y desganado, le tomó un rato salir de su refugio, rodar por la cama, y abandonar el capullo en que los envolvía el tul mosquitero. Se desvistió con movimientos pesados que la mirada fascinada de Guillermo siguió, Pedro estaba cansado. Le había tocado una ronda de guardia a las cuatro de la mañana y no había vuelto a dormir, ni siquiera unos minutos. La expectativa por el reencuentro con Guillermo lo mantuvo enérgico toda la jornada. A esa hora después de haber descargado en él el deseo y el enojo acumulados durante veinte días, experimentó un agotamiento que le comprometía hasta los huesos.
Guillermo se recostó sobre su vientre, todavía cruzado en la cama y se asomó por la abertura del tul. Lo observó mientras se pasaba la toalla para secarse el sudor y se limpiaba los restos de semen del glande. Adoraba ese cuerpo delgado pero fibroso, los músculos marcados y elásticos, que exudaba salud y juventud. Le fascinaba su pecho de vello ralo y la armonía con que el torso se afinaba en la cintura para recobrar medida en las caderas, donde el vello raleaba salvo la mata espesa que protegía el pene y los testículos. Le ponía la mente en blanco la conjunción que formaban el músculo oblicuo externo del abdomen y la espina ilíaca anterosuperior, sobre todo el modo en que el músculo se insertaba en el hueso y lo marcaba.
 Sus miradas se encontraron, y la seriedad de Pedro le robó el aliento. Se quedó quieto mientras él rodeó la cama. Lo escuchó levantar el tul del otro lado. El colchón se hundió cuando Pedro apoyó las rodillas y los costados de su cuerpo.

-De este deseo ferviente recorres mi alma con tu afecto, te vuelves pasión absoluta del amor y
destellas tu luz en mi piel…
Amor… Tatúas caricias al besarme intenso en un sinfín de emociones, mi piel expide el sincero deseo… Ser tan tuyo, ser tan ajeno a mi voluntad, me derrites en el ideal del amarme, conquistador de mi corazón embriágame de ti… Quiero ser solo tuyo, quiero ser tu amor infinito ese que llevas a las nubes, y  siente el cielo con un beso. Ese que sueña en noches de cama y  se pierde en sábanas blancas, ese que te ama y te añora, ese que acaricias a escondidas en amor sincero y real.
Amor… Llévame a tu antojo, llévame a lo prohibido y querido,  quiero sentir el fuego de tu piel, quiero que me hagas gemir de gloria, quiero ser tu esclavo y sumiso por amor… por tu corazón mi amor. Ahí…  Siento  el sabor de tu sudor, vierte tus labios en el fulgor de tu esencia. Te beso en un para siempre. Calientas nuestras almas, nublas mi razón, emigra la distancia del puede ser, bésame… Bésame por favor. Yo palparé cada porción de tu piel con un dulce beso de pasión… Recorro tus caderas y siento tus gemidos, me inundo en besos profundos… Amor… amor… te amo. Mi suspiro forma parte del recuerdo desde esta posibilidad, eres esa realidad que siento tu piel es la seda de mis deseos. Tu boca es el néctar que alcanza mi libido. Nuestro idilio se forja  con la pureza de la noche en honor a tu esencia.
Vamos amor: Hazlo…Te quiero en mí.
Me colmas en la gracia de un gemido, me rodeas en cariño prohibido, palparé tus pezones,
los regocijaré con mis labios, viajaré al sur de tu vientre, me alojaré en tu sexo, mi morbo será la nave que viaja al infinito de tu amor.
Te daré mil besos hasta conseguir tu placer. Pereceremos en el placer del amor. En este amor sincero, en este querer nuestro… Te amo.
__Cuando tu mirada se unió a mi mirada, esa fue la chispa que encendió mi cuerpo,
inundándolo de deseo y la pasión, cuando tus labios  rozaron mi boca, fue como si un volcán comenzara con erupciones y su lava ardiente recorriera mis venas, cuando tus manos, acariciaron mi cuerpo, fue como si un terremoto hiciera temblar todo y me inundara de placer,  cuando fueron nuestros cuerpos los que al fin se unieron, y se fundieron en uno solo,
fue como, haber surcado las puertas del paraíso, en un éxtasis de amor infinito.
Imagínate, cómo y cuánto deseo poder  por las noches  vivir en tus sueños, besaría tus ardientes labios, y estos vestirían tu piel desnuda, mientras mis manos delinearían paso a paso cada recoveco de tu cuerpo y así luego de pasear por el jardín de los deseos y con los cuerpos agotados, sobre las sábanas húmedas, tú te dormirías entre mis brazos, pegado a mi pecho,
mientras yo, tan solo cuidaría tu descanso, si tan solo por desearlo, pudiera superar las distancias y que me llevara a tus sueños, como vuelan las aves hacia el sol.
__Quédate cómo estás, no te muevas _ dijo, Pedro__.  Me encanta verte en tus planicies y montes desde aquí_ dijo y le pasó la mano abierta por los cachetes, se recostó sobre él y Guillermo suspiró, aliviado, ahogado y reconfortado a un tiempo por el peso de él__. ¿Por qué no le diste una respuesta a Juan en el momento en que te propuso ser su amante?

__Porque en realidad, no me lo propuso_ dudó, no deseaba iniciar una discusión, y el ánimo de Pedro presintió se encontraba proceloso__. Dijo otra cosa.

__ ¿Qué?__ se impacientó Pedro y le mordisqueó el trapecio, mientras acomodaba el pene entre las nalgas de Guillermo.

__Que me quería para siempre con él.
__ ¿Y eso no merecía un rotundo no? __Guillermo percibía el esfuerzo en el que Pedro se empeñaba para no explotar.

__Me pidió que lo pensara. Ya te dije que no quise decirle que no en ese momento porque tenía miedo de lastimarlo o de enojarlo.
__A mí me lastimas. Me lastimas muchísimo.
__Perdóname amorcito, no quiero lastimar a nadie, especialmente no quiero lastimarte a vos.
__ ¿Por qué no quieres especialmente lastimarme a mí?
__! Qué pregunta!
__Quiero una respuesta, Guille, porque de hecho lo vienes haciendo, primero con Matías, luego con este, cuando te digo que quieren usarte pero le crees a ellos _le reprochó en voz baja, aunque el sustrato amenazante saltó a la vista.

__Porque… Porque vos…
__ ¿Tanto te cuesta decirlo? __Guillermo chilló cuando Pedro con brutalidad, lo obligó a darse vuelta, le sujetó los hombros y lo aplastó  en el colchón__. ¿Por qué? __insistió, de tal modo, y lo sacudió.

__Porque nada ha cambiado, nada, ¿no te das cuenta?
__ ¿Por qué? Dímelo __le exhortó, para nada convencido con el sollozo de Guillermo__. Dímelo.

__! Porque te amo! ¡Porque te amo más que a mi vida! ¡Porque te amo como nunca amé a nadie! ¡Porque nunca voy a dejar de amarte! Y no quiero… no quiero, me aterroriza amar así, porque te amo tanto que no me permite vivir…. __el llanto lo ahogó.

__Lo sé mi amor, lo sé porque me pasa igual, este es un amor tan grande, poderoso y único que a veces me aterroriza, porque en verdad si te pasara algo, yo no podría seguir viviendo, y por otro lado es una bendición, y es único, y ni eres mío, ni yo soy tuyo,  tú eres yo, yo soy tú porque compartimos el alma, y no queda más que confiar en Dios y seguir adelante, con las pruebas que nos ponga nuestro sino.
Pasados unos segundos de desconcierto, Pedro lo envolvió en un abrazo y le acunó la cabeza, le siseó para calmarlo, le arrastró los labios por las sienes, las orejas, por la frente…

__Amor mío __le susurró, muchas veces, embargado de felicidad__. Te amo, Guille. Te amo tanto. Yo no sabía…

__ ¿Qué? __le instó entre sorbidas.

__Yo no sabía que un ser humando pudiese sentir así como siento, sentir así tanto por otro. Es tan grande lo que siento por ti… ___Le había confiado lo que le asustaba porque lo dominaba y porque era más poderoso que él, calló y volvió a besarlo.

Se calmaron. Guillermo se había acomodado en la concavidad que formaba el cuerpo de Pedro. Él apoyado sobre un codo, lo estudiaba, las sienes,  las venas azules que se le transparentaban en los párpados y bajo la piel blanca y fina, nunca había reparado en ellas,  quería conocerlo como nadie.

__ Somos como dos hojas desnudas del otoño que nacieron como todas las hojas caducas, en primavera, como dos niños jugaban con el aire que empujaba a él hacia ella, y ella, volaba hacia él atraídos, el uno por el otro, se besaron como los niños,  se enamoraron, adolescentes, adultos, los sació el sentimiento y el amor.
Enfermó él, sin que sombra alguna los visitara, ella o en nuestro caso él, cansado, mal dormido
sobre una silla, a los pies de su hoja, sin ningún pariente lejano o próximo, lo visitara.
El invierno se acercaba violento, despiadado, poseso, atrayéndolas hacia él mientras la vida
las empujaba en su inercia, y un aire despiadado las arrancó de su árbol protector, como una pluma,  pululaban  en el aire, bajo el abanico de un vals, un paso adelante, un paso atrás, un remolino de vueltas, hasta posarse en el suelo en ese extenso camino de hojas caducas.
Rojo, amarillo, añil,  verde, dorado, añejo, marrón, a tierra seca, ras, ras, el camino seco
de sus hojas al pisarlas, ras, ras, hacia el cementerio, hacia esas rejas donde los vivos no quieren entrar, y los muertos no desean salir. Perecieron, solos sin esperas y en su epitafio
decía: Aquí yacen, los que cada invierno perecen, los que cada primavera nacen para volver amarse y no estar nunca solos.
__Mi señor... Vivimos en una sociedad en la que ostentamos el derecho de hablar, pero no la necesidad de ser comprendidos, ya que la comprensión es un estado de entendimientos, en base a un argumento  con aportes culturales y sentimental. Y usted, incomprendido para el mundo, en la oficina criptográfica de mi alma, donde desvelo su química la física de sus arcanos y enigmas, entre agridulces tertulias de café y risas, besos espontáneos, furtivos, mi silencio contemplativo, mis sentimientos de guardia las veinticuatro horas del día, el sexo y mi comitiva en ese avance del tiempo, conociéndolo para mi sorpresa acallando mis descubrimientos de sus galimatías y acertijos.

Incomprendido  es el sol, en sus milenios de soledad, contemplando su estrella enamorada, más cercana. Es  su tímida luna, casi llena enamorada del sol, ingenuamente escondida tras su amante la tierra, que la atrae y la lleva, le acerca y la aleja.
Es incomprendido el universo, que no se conoce ni se reconoce a sí mismo, es la compleja materia hacia algo impreciso, en su causa y efecto en el daño colateral, que dio a la trágica causa del hombre.
Es Dios  en su silencio existente, en el entramado de religiones en laberintos de engaños
en el centro de las mentiras. Es la libertad  de escoger un nuevo amo, en promesas políticamente correcta,  que democráticamente nos engañan, por omisión, es el prostíbulo de la justicia para algunos y leyes para todos. Así es,  este mundo incomprendido.
Deme su incomprensión,  las claves de su compañía, las pesquisas de su ser,  sus huellas y sus pistas,  el tiempo y su cuerpo, para cuando anciano descubra su ser, al viento.
Por ti, por hacerme que te piense, por ponerme tan feliz cuando llegas a mis noches, por confesarme que te rindes ante el espejismo de una vida llena de sueños y deseos, por ser el provocador exclusivo de mis sueños en las madrugadas sosegadas y, donde el amor le dará la bienvenida a la pasión de mis besos enredados en el sosiego de la noche cuando me sueñas, a ti, por haber entrado en mi vida sin comprar billete de vuelta, por hacerme sonreír, por ti muero vida mía, solo por haber bailado conmigo bajo la luna en nuestras noches, por sorprenderme cada noche amor mío, para que mi alma reine serena y encuentre en la noche el placer de amarte, para que pueda sentir en las oquedades de la soledad el respiro de la vida en un instante, y mi cuerpo desprenda las negruras de tu ausencia,  las que hacen que te busque entre el silencio y la tristeza, entre la soledad de este amor que duele, no quiero darle razones al dolor para que vuele sobre mí, porque mis brazos te esperan para que puedas volar libre, tengo mis besos con sabor a libertad que derraman ternura, los restos de mi sentir los encontrarás cuando recorras cada línea de mi cuerpo y dibujes en mi piel los colores de la vida, que guardados están tras las puertas de mi alma.

Adoro los despertares donde te pienso y sueño que voy a verte, donde no lo sé, si será hoy o mañana, hoy te he visto en las montañas acariciadas por el sol al abrir mis ventanas, solo sé vida mía que ese día será el día perfecto, donde habrá caricias nuevas para los dos, y el placer de poder mirarnos a los ojos será inmenso, podré morirme en el suspiro de tus besos lentos, mientras yo te llenaré el alma con mil verbos de amor donde te repetiré que fue un placer encontrarte, y haremos que desaparezcan las sombras de nuestras vidas, alimentadas de una soledad ingrata.
Acércame tus labios esta noche amor.
 Atrapa mis susurros con tus besos, déjalos navegar por tu cuerpo…  déjame que estoy sediento, bésame, porque no me duermo.
Escribiré en tu piel mis verbos y tatúa tus besos en mis labios,  quiero sentir caricias de tu corazón, quiero estar preso. Eres mi sortilegio de amor el más rico de los perfumes, déjame sentir las caricias que tu olor me consume.
Tú y yo, cita de amor,  una velada fantástica dándonos mutuo calor,  que sea una noche romántica. Fogata de pasiones sentimientos encantados es una cita de amor es lo que hemos experimentado.
__Me encanta su descaro y adoro su locura, unidos en esta hora incierta, cedo el privilegio de saciar el hambre de tus placeres, en mi esqueleto lleno de laberintos, lucho contra tu cuerpo, sin ser tu enemigo, tú que me dejas ser tu amante, anoche eras naufrago en mi cama, me profanaste sin pedir permiso, y ahora no puedo dejar de pensarte.
Tu sombra una mancha de luz y blancura, ser  tu amor, tu sabor en el estío, me atrevo a tomar el agua viva, quiero ver en tus ojos el destello, la inquietud de mi fibra, ¡me desordeno amor, cuando voy a tu boca! Demorado, al besar tus labios que me incitan, es el deseo incalificable de intercambiar el huésped pecaminoso de tu cuerpo.
Amor de hombre fuerte y exigente, de manos fieras, el rocío asido a mi mar, van por delante, mis labios pecadores te profanan, mi tentación, mi devoción, tu océano mi perdición, en un temblor de sexo anhelante, al desnudarse me arrebata el juicio, hasta que entras a mí, con la fuerza de la marea, me invades con el ir y venir del mar furioso, acaricio tus formas suaves, lo emblemático y crepitante lo natural de tu esencia.
Sin inhibiciones solo déjame amarte, tu olor estimulante lo llevé impregnado, eres irresistiblemente el hombre varonil  que me hace pedazos, que arde, y que su fuego me  entrega sin piedad, pierdo mis sentidos, púleme y enséñame, ¿cómo se hace el amor?
Sálvame de esta agonía, de este temor, que como tabú, lo tengo en mi mente.

__Cada noche me aprisionas a tus brazos, tus besos son los barrotes perfectos, nada más placentero que dormir a tu lado, disfrutando el sabor de tus labios y embriagándome con tu piel... Quiero refugiarme en la prisión de tu cuerpo, sentir tu piel encendida, al aroma perfecto de tu piel desnuda, acariciar con mis manos lentamente tu piel, ser esclavo de tus besos.
Átame a ti, amo ser tu prisionero, encadéname a tu corazón, a tu alma completa, quiero ser de ti, alimentarme con placer y deseo, quiero beber tus mieles, es el deseo de estar secuestrado ante tus redes.
Amo ser tu carcelero, no por crueldad, quiero castigarte con mis besos, llenarte el cuerpo de verbos, amarrarte a mis sueños mas eres una realidad, eres como un amor prohibido, que solo se deja llevar a la seducción, entregando todo,  cuerpo, alma y corazón.
Quiero una noche amor de mi alma, una noche fugaz, llena de placer, sediento estoy por ti, tenerte, yo tendido en la cama y tú enloquecerme, desnudo solo para ti, hasta enloquecerme, porque seré el que me entregue a todos tus deseos y fantasías, prisionero soy de ti.

__Aún se deleita mi cuerpo  con el sabor de tus besos, aún siguen vagando por mi mente
las caricias de amor ardientes, los momentos de locura vividos que se han de guardar muy dentro para mitigar los deseos reprimidos… Traes de pronto a mi pérfida mente todo el inmenso placer derramado a lo largo de esta piel que aún te extraña… soñándote como loco por las noches, esperando que jamás llegue el mañana…
Saboréame, siente la esencia frenética de esta piel que con ansia te reclama, persigue con afán la gloria de sentirme tuyo, siente temblar mi cuerpo, animal en brama que demanda la pasión perdida de tus noches. Cuando con débil clamor, frágil mariposa  cediste por entero al amor…  Cuando con las caricias de mis manos, y  mi boca pude acariciarte y besarte todo  sin ningún temor… y te hice mío cual bella rosa.
Aún me estremecen tus ardientes caricias, aún frota en el aire el perfume de tu piel, aún siento tu aliento quemar mis entrañas… aún se pregunta indecisa la luna celosa cuál fue la razón por la que anoche, sin dar explicación, le cerraste las persianas.
Cualquier parte de tu cuerpo que queda al descubierto que mis ojos pueden mirar es motivo suficiente para despertar el deseo,  para desbordar mi pasión porque debajo  de esa piel desnuda habita un ser hermoso y yo, yo muero de amor por él.
Aún no sé de cómo hizo su mirada, para enredar al destino,   cómo logró que mi alma recordara lo que un día fue bonito,   lo enterrado en el olvido, creído perdido donde nadie quiso,   ahora toda sístole me dice que mi corazón no está dormido.
Repica con su cariño digno de cumplido sonando a suspiro  con un sur round de sonido que no escuché en ningún vinilo  si no sé de ritmo lascivo tan prendido,  si perdido lo persigo  cautivo, plácido, furtivo, de ahí que por su tacto sea herido.
Ante el cielo y mar de sus ojos que mis versos han descrito  cual mil hilos en un telar que lograron bordar en su zafiro,   sí,  aparté mi cautela de la poesía por ese pecado prohibido  que envidioso calda al sol por cada vez que rozo el camino.

_ ¿Qué piensas de mí, Guille?

Lo tomó por sorpresa. En realidad, cuando la idea de Pedro ocupaba su mente lo que acontecía la mayor parte del día, él no pensaba, se limitaba a sentir. Al cabo, contestó:
__Pienso en vos todo el día. Esa es la verdad, aunque no debería decírtelo porque sos lo suficientemente vanidoso para que yo venga a aumentarte los niveles. __Pedro ahogó una carcajada en el hombro de Guillermo, el cálido aliento le golpeó la piel y le erizó los pezones__. Y cuando pienso en vos, te extraño, te deseo, te celo, te necesito. Siempre te necesito…  sufro también.

__Sí, pero ¿qué piensas de mí como persona? __A causa del silencio de él, se tensó__. ¿Piensas que soy un mercenario y un mentiroso y que por eso soy una mala persona?

__No __se apresuró a asegurar, y le pasó el indicie por el ceño para borrárselo, y descendió por su nariz perfecta  hasta terminar entre sus labios__. Creo… Bueno, creo que sos orgulloso posesivo, vanidoso, egocéntrico, ambicioso… __ Lo interrumpió una carcajada de Pedro__. ¿Quieres la verdad? __Él asintió, todavía risueño__. Creo que sos mandón.

__Mandón.
__Significa que quieres comandar a todos. Supongo que eso te viene por tu índole militar. También creo que sos impaciente y desconfiado, y celoso. Vos sos todo eso, pero también sos generoso, responsable, constante, aunque detestes la rutina. Sos un excelente amigo, y un hombre brillante, tu inteligencia me pasma. Sos honesto y honrado. Trabajas duro para obtener lo que quieres y tienes y eso me encanta de vos. Tratas con respeto a los que te sirven, lo que me lleva a pensar que sus compasivo. Tu corazón es enorme, pero está como el mío muy cerrado, o quizás al estar expuesto a un mundo peligroso e hipócrita, prefiere volverse de piedra para no sufrir, para no experimentar remordimientos, aunque yo creo que a mí me muestras tu esencia. __Sonrió antes de seguir__. Pero sobre todo, Pedro, sos mi ángel de la guarda, mi sanador, mi príncipe azul, mi roca.

__ ¿Y un excelente y maravilloso amante?
__No lo sé _ se sinceró__. No he tenido tantos como para  dirimir, aunque no hay nada que se compare a tus besos.

__ Soy tu amor escondido, tu amor prohibido  ese amor que callas  aunque mueras por decirlo. Soy tu amor escondido  tu amor prohibido  porque el destino  así lo quiso. Soy tu amor escondido, tu amor prohibido,   ese que enciende tu pasión  y se entrega sin condición.
Soy tu amor escondido tu amor prohibido,   ese que escondes en tu corazón  y llena tu vida de ilusión. Soy tu amor escondido  tu amor prohibido,  sin papeles sin promesas,  sin compromiso. Soy tu amor escondido tu amor prohibido,   y aun así, quiero vivirlo.
Siento que en cualquier momento nos haremos entrega de este sentimiento, me invade este pensamiento en el silencio de mi estancia, mis adentros presienten que van a alcanzar la pasión que de ti sueño, como una sentencia escrita haremos entrega de nuestros cuerpos sintiendo el placer y el amor que llevamos dentro,  amor mío, desnudos del dolor y los miedos viviremos nuestro sueño, no dejaremos que nada se interponga, es nuestro tiempo, nuestro tiempo eterno.
Mientras…  caminaré por las calles a tu encuentro, soñador y romántico tu  enamorado, en espera de ese momento te escribe versos, versos del alma para que moren en tu vida y en tu ser, para que cuando en soledad te encuentres puedas llenarte de mí, y te sientas amado al recoger mis besos lentos en los perfiles de tu boca. Y como siempre, a fondo perdido te amaré más y más.
¿Me admiras? Porque yo te admiro profundamente mi amor. Admiro tu capacidad para salvar vidas, para… No creo que nadie haya amado tanto a alguien como te amé cuando salvaste a esa nena en la misión. Y admiro tu compasión, porque en verdad yo no lo soy.
__Te compadeciste de mí y me salvaste __ respondió, Guillermo_. Creo que no sos consciente de lo que hiciste por mí cuando me enseñaste a ver mi naturaleza y el hombre que soy.

__No me compadecí de ti, Guille te amaba, te deseaba, quería y quiero que te conviertas en mi hombre. Quería que fueras feliz.
__Fuiste paciente cuando sé que te cuesta serlo. Me tratas con dulzura infinita.
__ ¿Me admiras? __insistió, con la ansiedad del niño.

__Sí te admiro.
__Me admirarías si fuese un médico como el francés, o quizá solo un subjefe de misión, pero no creo que admires lo que te cuento a medias.
__Lo que no admiro es que me lo ocultes, aunque quizá lo hagas por mi culpa. __Pedro frunció el entrecejo__.  Crees que soy de una moral implacable de esas que llevan a creerse superior al resto, y por esa razón me proteges. Odio pensar que te inspiré eso.

__Te oculto ciertas cosas porque te considero muy por encima de mí. Porque me avergüenzo, y porque no le temo a nada en este mundo excepto a perderte.
__No amor mío, que nada te avergüence ante mí. Y te amo, Pedro. Sos perfecto para mí.

Se le calentaron  los ojos, y aunque quería decir algo aguardó unos segundos, carraspeó antes de hablar.
__Guille, San Agustín decía, si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama. Y yo te amo a ti, con todas las fuerzas de mi ser. Y por eso soy mejor persona, por amarte, por amar a alguien tan bueno y puro como tú.
De incalculable valor esos abrazos eternos, que nacen del corazón al compás de besos tiernos... Caricias enamoradas que entre las manos se quedan... A pesar de los pesares… Nunca lograrán que mueran.
Aunque no estés a mi lado... Aunque mis ojos ya no vean el perfil de tu reflejo,  mi alma te siente y anhela... Aunque ya no tengas brazos, cabeza, ni piernas... Aunque solo haya sollozos,
te abrazo en noches eternas... Aunque el tiempo esté parado y ya no divise tu huella, tu sentir enamorado entre mis dedos se queda... Abrazos eternos al aire... Por fin habrá quien los llene,
en momentos amorosos que no congela la nieve. Calor de cuerpos unidos sin ropas que los envuelvan. Solo las pieles desnudas que queman.

__ ¿Cuándo regresaremos a la embajada? _ interrogó Guillermo adormilado.

__Pronto, cuando pueda regresar contigo _ respondió, Pedro.

__Pedro, no puedo seguir lejos, ¿por qué estamos acá? ¿Dónde estás cuando no conmigo?
__Ya te lo he dicho,  custodiando una mina, tengo que ayudar a Alberto a colocar seguridad a la propiedad de Gaby, pronto volveremos.
__ ¿Puedo regresar con ellos y esperarte allá?  Y ¿quién te dio permiso para estar en todas esas cosas? Porque yo, no.
__Sin preguntas…
__Está bien, sin preguntas, pero yo no puedo alejarme de mis funciones y dejar aquello a la deriva.
__No lo está, y no regresarás sin mí para cuidarte, ¿olvidas el último atentado acaso? __Lo miró con severidad.

__No lo olvido, pero no fue el primero y sospecho no será el último.
__Guille, mi amor, escúchame _ le advirtió__. Por ahora quiero que te quedes en manos que curan, este sitio no será atacado por ningún bando, cuando podamos volver lo haremos todos juntos, ¿puede ser que confíes en mí alguna vez? Y Otra cosa,  no te acerques a Arismendi.
__Está bien, con una condición.
__ ¿Cuál?
__Que duermas todas las noches conmigo, te añoré en estos días, y me aterra pensar que te pase algo en esas misiones que no puedes o no quieres contarme.
__Mi amor, voy a limpiar mi apellido, mi reputación de toda injuria, porque el día en que nos casemos y compartas mi apellido quiero te sientas orgulloso de mí.
Guillermo se limitó a asentir, incapaz de articular. Le sonrió con labios trémulos, mientras sus manos le acariciaban el cuerpo desnudo para comunicarle la inmensidad de su amor.
__ ¿Qué extrañaste de mí en estos días?
__De todas las cosas que de ti más extraño, son esos camino, que nunca anduvimos, esas caminatas que ambos de la mano, forjaron mil huellas por playas desiertas y esas fogatas entre tus pupilas, mostrando marchito, el sol en su cuesta.
Extraño el verdor rastreado en tu lengua y el sabor pistacho, que tanto en tus labios, lo mismo en los míos, quedaba impregnado después de un helado, mientras la pasión de besos ardientes, al cuerpo irradiaba calor anhelante. Extraño en tu voz ángeles divinos, risas de alegría, susurros, suspiros, esos despertares bajo un solo lienzo, dos cuerpos desnudos, libres y felices, fundidos en uno.
El abrir mis ojos después de soñarte,  sentirte tan cerca, despertarte a besos, tocarte sutil tu piel con mis dedos, verte estremecer y volver a amarte. Extraño el abrazo largo y caluroso, que en nuestros encuentros, siempre relucía y ese palpitar al ritmo del mío, por el amor tierno que en ambos crecía,  ese amor intrínseco de dos corazones, motivos sueños, romances y versos.
Extraño a tu lado esa puesta de sol, tiñendo nuestras pieles de dorado, las aguas burbujeantes y a toda prisa borrando las pisadas al caminar, deleitándose con cada toque de tus plantas y la delicadeza de tus pies, los que al compás de los míos, van en busca de un mismo destino.
Extraño cuando nos rendíamos, arrullados al murmullo de las olas, que trataban sin suceso, de remover las arenas que cubrían nuestros cuerpos, para que así la luna nos contemplara desnudos, rendidos por amarnos, sin tiempo, sin vergüenza y casi mudos.
__Entonces haré que me extrañes mucho más, y si dices que soy tu ángel de la guarda, acepto, te contaré mi misión. Un día Dios  dijo:
Un bello ángel a la tierra fue enviado, por la misión encomendada de cuidar a un hombre, amar su espíritu. Él lo protegía, a todo lado lo seguía brindándole dulce cariño, él sonreía como niño. El hombre sentía la presencia del ángel,  del despertar de la conciencia conectándose en la meditación, donde le palpitaba al terrícola el corazón. En su espíritu observaba un hermoso arcángel, parecía un humilde dios y su perfume mágico y potente, donde descansa la paz interior del ente. Ojos cristalinos, cabellos  castaños. Dulzura insuperable, poder amable. Se unían para danzar al ritmo celestial, emanaban agua viva del manantial y cantaban en divina gloria, todo era positiva victoria. Sus espíritus se entrelazaron, transparentemente se amaron.
Él  más humano se sentía, percibía ya la noche y el día. Cuidaba los sueños del hombre, donde el tiempo y el espacio no tenían nombre. Lo abrazaba con ternura, llegaron los deseos convirtiéndose en casi humano.
Él sentía lo mismo, donde la tierra y el cielo combinaba. Pero un superior arcángel no estuvo de acuerdo, en la relación de los dos estaba interviniendo. El hombre fue llevado a otra dimensión, borrando parcialmente su mente de toda terrenal expresión convirtiéndolo en un ángel celeste, y que su presencia a la tierra por mucho tiempo no se muestre.
En la tierra fue dejado el enviado, recordando toda huella y convertido en semihumano, lo invadió la tristeza. En altas montañas fue su estadía, al lado de los estanques permanecía llorando. Muchos en las tardes lo solían ver, pero al momento se sabía esconder. Sabe que regresará al cielo algún día y que volverá el resplandor, que por ahora eso no se ha cumplido y cada noche canta tristes melodías, pero en sueños oye a su amor que le promete que volverán a sonreír y a vivir felices eternamente, que la deuda está siendo pagada, que sabe su hermosa historia de almas gemelas hasta la gloria, que sabe que volverá, para vivir con él todas las vidas. Espérame que falta  poco tiempo, para unirme a tu divino templo.  Gracias Dios por los ángeles antepasados, por siempre serán recordados.
El arcángel semi-humano tristemente recitaba plegarias al cielo, tener nuevamente a su amado era el único consuelo. En su lamento decía, “solo deseo verlo, Padre amado, que vuelva a la tierra, y a mis brazos sea entregado…Ya he sufrido muchos siglos terrenales, por favor abre los sobrenaturales portales. O déjame ser totalmente humano para morir, porque sin él es mejor dejar de existir. Con gemidos sus lágrimas caían, y en sangre se convertían”. El Padre desde su dimensión miró el dolor, sintiendo compasión al ver en  él, el gran amor.
Llamó al arcángel, que había raptado al hombre, y que ahora era ángel. Le dijo, “ya  el arcángel recibió su castigo por su decisión, ahora tengo compasión. Devuelve al ángel su memoria humana, nuevamente sus pensamientos terrenales a él emana. Transfórmalo en semi-humano para que pueda recordar, y con  el arcángel se vuelva a encontrar.”
El arcángel obedeció, y dando destellos, los pensamientos del ahora ángel semi-humano restableció. El ángel semi-humano volvió a recordar, con lágrimas en sus ojos a la tierra como un rayo vino a parar…
Buscando a su amado arcángel, donde la tierra y el cielo combinan. Cerca de un estanque lo encontró tendido, él seguía invocando al hombre de su vida eterna.
Él suspirando lo abrazó, con sus manos y alas lo entrelazó.
Ambos lloraron por largo rato, uniendo su amor del indestructible pacto…
El arcángel primero enviado  dijo, “mi hombre amado por ti he soportado el cruel castigo, ahora por fin estoy contigo.
Los sufrimientos fueron bastantes, mis plegarias al cielo eran incesantes…
Te amo con todo mi corazón, alma y razón.”
Él le dijo, “bendito eres mi  ángel de la guarda hermoso, cada súplica fue gloriosa que estremeciste hasta el Padre, nunca te rendiste. Te amo con todo mi ser, juntos nuevamente nos vamos a restablecer.
Sus labios se acercaron, destellos de luz reflejaron. Dos semi-humanos unidos perpetuamente, más allá de cuerpo, alma y mente.
Los dos vuelan junto al viento, brindando a la tierra cariñoso aliento. Juegan como niños por las praderas, esta historia sucedió hace miles de eras. En el atardecer muchas personas aseguran haberlos visto a los ángeles semi-humanos, tomados amorosamente de las manos
Gracias Dios por la misericordia, almas gemelas por siempre hasta la gloria.”

__Cuéntame de esa mina que estás custodiando.
__Es parte de mi trabajo, no tienes que preocuparte, estoy preparado para defenderla, como tú lo estás en la embajada.
__Tengo miedo de que algo malo te pase. No puedo expresar lo que sentí cuando me dijeron que te había rozado una bala. Casi me muero, Pedro, quise morirme.
__Sé muy bien lo que sentiste porque Abdul me lo contó.
__ ¿En serio? ¿Qué te dijo?
__Que llorabas todo el tiempo porque pensabas que había muerto y no te lo decían. Cuéntame de él, háblame del niño.
__Como suponía, en estos días se desilusionó mucho porque no fuiste a la misión. Lo abrazaba y lo besaba en el fin de semana después de una semana de no verlo, y él se limitaba a estirar el cuello para buscarte, y ver si bajabas de la camioneta, me preguntaba: “¿Dónde está Pedro? ¿Y Pedro? A mí, que me partiese un rayo. __Pedro rio conmovido__. Estaba tan ansioso por verte.
Uno de los señores acogidos en la misión, ebanista, está enseñándole a trabajar la madera, y él te había hecho un avioncito, y me sorprendió porque es hermoso, es muy prolijo y con los detalles.
__Estoy ansioso por verlo. Intentaré ir en el fin de semana. Pero no puedo asegurarlo. Yo también tengo un regalo para él y para todos los niños __aclaró.

La sonrisa de Guillermo lo afectó, como de costumbre.
 “Hombre enigmático de mirada triste y gris. Sonrisa plena y tranquila aunque solo para los demás. Así lo conocí y no tardé mucho en comprender que mi vida toda sería afectada por el portador del premio mayor, del regalo que tanto soñé. Siempre me sentí gigante y poderoso, el dueño del control y qué gracioso es descubrirme frente a este ser, como un puntito, la insignificancia misma, el cachorro que solo quiere mirar y ser feliz. Su figura se agiganta más y más al compás de los segundos que tardo en verlo  otra vez. La escala cromática de los sentidos, con solo oír su voz.
El juego está planteado así: El amor descontrolado y loco, la velocidad de la luz, el corazón a estallar, las ganas en la sobrepujanza de lo que se puede sentir. El miedo fuera de control, las caricias aplazadas, los ruegos a un ser superior, la conquista cuerpo a cuerpo, todo transformado en palabras calmas de amor, en caricias distantes, en besos que aún no son, en soledad que desapareció.
Yo también vi su interior y el olvidó del pasado que parece se heló, aunque siempre estará allí. Su mirada triste se dibujó con los crayones vivos de la ilusión. Sí  hombre de miel... El amor te alcanzó y crecimos los dos y nuestras frentes en el cenit y el corazón que empuja sin cesar. He vuelto a creer, yo también olvidé. Quisiera gritar y cantar y decir que esta vez sí, que  el hombre en flor de labios de almíbar es más, es todo, aunque me conforma saber, que él es mi amor eterno que al final me encontró.”

__Tu hermosa mirada profunda, refleja todas las bondades que se pasean como beldades
por todo este mundo. Naturaleza, tierra y nubes es lo que obtuve al mirarme en tus bellos ojos. Pero en ese cielo infinito  de tu maravilloso mirar, también encontré la dicha que creía perdida: tu amor. Amor del bueno, amor de verdad, porque tampoco puede mentir, es transparente y dulce,  tanto, que siento alegría y paz.
No lo cierres amor mío, déjame disfrutar un poco más, del más bello mirar. Nunca vi tantas cosas juntas, que me hicieran emocionar.
¿Cómo puede una mirada enamorar? Porque yo de tus ojos no me puedo olvidar.
Manso el tiempo cuando se dibujan los barcos en las esquinas de mis recuerdos, las paraulatas gentiles besando lo imperecedero. Corre por mis venas la dulce quietud de amarte, en cada espacio que la noche promete. Al transitar los versos de Góngora, la pasión se levanta, como arenilla en el desierto un escalofrío tácito, invade la orbe de mi cuerpo cansado. Ya vez, cuánto puedo abrigar a través de un beso no entregado, de una caricia, aun esperando  y de una mirada convaleciente en los años. He de llenar tus manos con mi hálito, echar a volar mariposas ebrias de viento, abrazarte en el mismo instante que los planetas giren en torno al abismo. Nada complace mi alma si tu risa no desconcierta mi soledad, pescar en un río de platinadas ilusiones, tomar tu mano con los alisios de las madrugadas y caminar dejando nuestras huellas, en un pasado que hará historia cuando tu boca duerma y mis ojos se claven en la perpetuidad de amarte, más allá de las profecías.
__Cómo no pertenecerte maldita sea si no quiero conocerte más y haces que enloquezca en cada entrega. No sabría qué es, pero mueves mi piso en confusión de tanto placer y por ti me desquicio, tus fuertes, decisivas, traviesas e impredecibles manos, tu voz atinada que de a poco en mí va penetrando, la falta de palabras con tu felina mirada que me dice todo lo que tu cuerpo para mí guarda.
¿Cómo lo haces? Que mi instinto desgarra. Disfruto verte tan calmo y desesperado cuando el lobo en mí lame tu carne tiernamente o con descaro. Lo que a mi anatomía haces erizando cada poro hasta volverme loco, frotando mi dinamita que perdiendo el decoro sobre ti explota.
Adoro la forma que me comes bebiéndote el olor de labios y toda mi boca. Cómo no ser todo tuyo cuando entre tu cuerpo me guardas (soy tan pequeño cuando inicias y por horas no paras) o cuando te alejas y nuestra química conspira para que regreses poniendo una reja.
No hay título que nos una y estando conmigo nuestras partículas vibrando se hacen una. Allí eres solo mío y calmamos nuestra hambruna. Cómo no mojarme hasta las rodillas de solo pensarte, imaginando que eso te encanta y quieres de nuevo probarme.
Por un beso tuyo  yo daría la vida entera. Me volvería loco de contento, escribiría versos por
todo tu cuerpo, besos que saben a cielo y tu boca a miel, tiernos bellos agradables que
encienden mi deseo y el mar de mis anhelos. Por un beso tuyo  rico, pasional, sabroso
erótico y amoroso,  sería capaz de detener el mundo entero y demostrarle todo el amor que te tengo, que estoy dispuesto a  darlo todo para contemplarte en pleno gozo.
Por un beso tuyo qué no daría. Por uno solo, iría hasta la constelación mayor solo para traerte la más bella estrella que hay en el firmamento. Si me dieras un beso detendría el tiempo
y así cada amanecer admiraría tu hermosa sonrisa sintiendo el amor, milagro de la vida.  Por un beso tuyo entrelazaría mis manos con las tuyas, me quedaría  en el oasis de tu sonrisa  y me internaría por siempre en tu mirada, como una ola que se interna en la inmensidad del mar.
Me mezclaría con tu esencia, fragancia de olorosas flores que despide tu cuerpo   y  te diría al oído en susurros lo mucho que te quiero, que  eres mi mundo lo más mágico,  sublime, es lo que daría por un beso tuyo,  mi amor.
__ Siento celos de la lluvia que acaricia  cada centímetro de tu piel, sin que mis manos puedan
sentir el sagrado goce de tus estertores. Siento celos de las estrellas  que te iluminan de noche, sin que yo esté allí  para amarte toda la noche y brindarte  el calor de mi  corazón, tengo celos
de las aves que con su trinar melodioso acarician tu alma  y llenan de paz todo  tu ser, imposibilitándome de declamarte las más bellas poesías en tu nombre. Siento celos
de la luna,  esa   a la que le cuentas en las noches oscuras, todos  tus secretos, sin que sea yo, el confidente que  guarde comentarios prohibidos tuyos y míos que se hacen peligrosos si
llegan a ser vistos u oídos. Siento celos de tu  sombra porque a donde quiera que vayas siempre es tu fiel acompañante y yo en la distancia no puedo hacerlo. Siento celos del viento que ondula tu cabellera a su antojo, acaricia tus mejillas y todo tu cuerpo sin que yo esté presente  para mimarte y arroparte y decirte lo hermoso,  lo espectacular que eres. Tengo celos  de tu risa, esa que ríes  sin ser yo el motivo de tu franca alegría. Siento celos de la vida que nos  mantiene alejados  que casi puedo palpar la distancia, cada kilómetro, cada metro, que hay frente a mí y  tu bella presencia. Siento celos del sol que cada amanecer te da su luz cálidamente  iluminando tu día. Siento celos de todas las personas que  tienen el privilegio de verte, de saludarte, y de decirte piropos  cada vez que pones tu foto sin que yo pueda borrar sus comentarios. Siento celos de quienes te dicen buenos días cada mañana mientras yo sufro
tu ausencia en la lejanía  invocando tu  nombre en mis noches aciagas.

Alrededor de las cinco de la mañana la esclava de la casa se deslizó dentro del dormitorio, y como había sospechado los halló dormidos.

__Señor _ masculló en un susurro__. Despierte, señor __Se atrevió a tocarle el empeine cubierto por el mosquitero, y Pedro se incorporó de súbito, con la HP .35 en la mano. Reconoció la silueta de la mujer a través del tul. Bajó el arma y se aseguró de que estuviese cubierto por las sábanas.

__ ¿Qué sucede? __preguntó con voz enronquecida.


__Son más de las cinco de la mañana, señor, tiene que irse. En un rato, empezarán a levantarse los demás. No pueden encontrarlo.
__Gracias. Ya me voy.
__ ¿Volverá esta noche?
__Sí.
__Dejaré el portón abierto, entonces.
__Gracias.
La mujer cerró tras de sí, y Pedro se desenredó del abrazo de Guillermo con sigilo, para no despertarlo. Apenas habían dormido un par de horas. Se permitió observarlo durante unos minutos antes de besarlo en la sien y abandonar la cama. Se vistió deprisa y salió por la ventana.

 A partir de ese día, la rutina de las visitas nocturnas de Pedro se convirtió en la alegría de Guillermo. La noche siguiente, la entrada de Pedro fue la misma, por la contraventana, como un ladrón, sin embargo su humor había cambiado, era afable y relajado, a pesar de la dura jornada de trabajo con un intento de grupos rebeldes de recuperar la mina, al que habían neutralizado rápidamente, aunque con tres soldados heridos.
Trepó al alféizar, sosteniendo una bolsita de Galerías Lafayette en la boca y se la entregó a Guillermo en silencio y con gesto esperanzado. Guillermo metió la mano sin apartar la mirada de la de Pedro y sacó una caja con un perfume.

__Gracias mi amor, me encanta este perfume.
__Me encanta como huele en tu piel.
Guillermo trató de abrazarlo, y Pedro se mostró reacio.
__Estoy sucio, no tuve tiempo de ducharme, pero no quería pasar la noche lejos de ti.
_No me importa _ aseguró, Guillermo, y amoldó su cuerpo, apenas velado por una bata fina de seda al de él, que notó tenso__. Bésame, Pedro. Por favor.

Sus labios entraron en contacto, y los dos inspiraron en un arrebato seguido por la impaciencia con que sus brazos se cerraron en torno al otro, las lenguas entrelazadas daban cuenta de la danza  erótica, y el aliento mezclado del hechizo. La magia se repetía, Pedro se admiraba de que nunca desapareciera desde que estaban fuera de la capital, siempre lo sorprendía la punzada de emoción propia de lo novedoso, no de lo que se repetía una y otra vez. Entonces caía en un trance en el que las preocupaciones se esfumaban y los resquemores no existían, y la felicidad lo desbordaba.
Hundió los dedos en el pelo de Guillermo y profundizó el beso, la intrusión en su boca a lo que Guillermo respondía con la misma avidez, hambrientos, ladeaban la cabeza a un lado y al otro intentando llegar más y más allá como deseando penetrar en el otro, fundirse  en un ser, insaciables, codiciosos, voraces. El sonido áspero de las respiraciones,  el sonido húmedo de sus bocas entrelazadas y los débiles gemidos los enardecían. Guillermo lo empujó contra la pared, donde siguió besándolo con fervor redoblado. Enredó la lengua con la compañera, se la succionó, le mordió los labios, le succionó el inferior, le saboreó las encías y le lamió los dientes perfectos.  Se estremeció cuando Pedro con una brusquedad que se contraponía a su índole de seda, le aferró el trasero y lo atrajo hacia su erección para restregarse contra la de él. Después de un instante en que su boca permaneció errática sobre la otra, esperando a que su miembro cesara de pulsar dentro de los boxers, tomó una inspiración profunda y volvió a engullirlo. Pedro,  indefenso de pronto percibió una sensación extraña que le anidaba en la base de la garganta, allí donde la lengua de Guillermo tocaba y casi lo ahogaba. Bajo sus párpados la sensación adquiría corporeidad y se materializaba en un círculo de luz que giraba, incitado por el estímulo de él. La velocidad aumentaba segundo a segundo, y la luz se tornaba incandescente. De modo reflejo Pedro sujetaba la respiración, intuía que aquello acabaría explotando. El círculo se rompió cuando Guillermo encontró entre sus dedos un pezón para transformarse en una corriente que se lanzó en picada, le atravesó el torso, jugó alrededor del ombligo y terminó enrollándose en su pene erecto, como un hilo en torno al carrete, antes de acabar con un estampido fosforescente, caliente y mudo. Pedro profirió un grito coincidente con su alivio y quedó blando en medio de espasmos en los brazos de Guillermo, que sonrió con satisfacción.

__ ¿Qué pasa mi amor? ¿Qué fue eso?
__Guille, mi Dios, eres increíble… __Se inclinó para escucharlo balbucear_. Tuve un orgasmo.

 Guillermo prorrumpió en risas y lo abrazó y se perdió en su cuello. Donde siguió riendo, besándolo, olfateándolo.
__Tu beso me provocó un orgasmo _ susurró__. ¿Es común sentir así?

__No lo creo, mi amor. En absoluto.
__Tus besos son mágicos. Te lo dije.
__Sí, son mágicos si son para vos.
__Sí.
Se quedaron unidos frente con frente. Las manos de Guillermo firmes en la cadera de Pedro, las de este en los antebrazos de Guillermo. Sus respiraciones se mezclaban, los ojos cerrados, les cosquilleaban en la cara. Sonreían de modo inconsciente. La paz los acogía en un ambiente cálido y voluptuoso, volviéndolos livianos. El cansancio había desaparecido.
__ ¿Comiste?
__No _admitió, Pedro.
__Voy a buscarte algo a la cocina.
__No. Quedémonos así, por favor.
__Tendrás hambre _conjeturó, Guillermo.

__No quiero que salgas de aquí, no quiero que nadie que ande por allí te vea, ya te confesé de mis celos que son los tuyos.
__Voy a salir en bata. Además todos están durmiendo. ¿Te gusta la bata que me prestaron?
Como respuesta, Pedro inspiró profundamente, percibiendo aún los ecos del orgasmo, mientras Guillermo se escabulló hacia la cocina.
Devoraron una bandeja que la empleada cómplice dejó, con pescado, y arroz salteado, jugos, y un vino, mientras entre bocados relataban las jornadas. Pedro por un rato se limitó a escuchar a asentir, a negar, a levantar las cejas. A reír sin usar la boca, tanto había anhelado una intimidad así antes, cuando Guillermo se la había negado, o los micrófonos no la permitían. Lo observaba con atención y permitía que el entusiasmo del embajador, la facilidad con que se abría y se comunicaba y la pasión que destilaba por lo que estaba conociendo de Rumania recorriéndola con esa gente de manos que curan, y por el género humano, lo atravesaran en sus murallas y lo recubriesen. Pocas veces se había sentido tan feliz como esa noche. Y él, que conocía las perversidades del mundo, se dijo que no existía sitio más maravilloso si en él estaba Guillermo Graziani. Solo dependía de que él estuviera allí.
Guillermo devolvió la bandeja a la cocina, lavó los platos y los guardó. Al regresar a la habitación. Pedro dormía en la cama, completamente desnudo. Guillermo acomodó el tul mosquitero en torno a ellos y se acostó.

Al principio creyó que se trataba de un sueño erótico, hasta que la insistencia de Pedro lo arrancó del estado de ensoñación y lo guió a la realidad de la urgencia del deseo. A diferencia de la noche anterior, lo amó con delicadeza e, incapaz de retener los pensamientos, se los susurró sobre los labios, mientras se impulsaba dentro de él.
“Conduje como un loco hasta aquí para estar contigo. Te tuve en la cabeza rodo el día. No podía dejar de pensar en lo que vivimos anoche. Me imaginaba este momento, cuando estuviera dentro de ti, cuando me recibieras, y me excitaba. Eres el amor de mi vida, Guillermo.”
Pedro supo que el alivio se aproximaba y apoderaba de Guillermo cuando sus músculos lo apretaron, lo urgieron a seguirlo, sus dedos se clavaron en su carne en un arrebato inconsciente. Lo siguió un momento después y los dos echaron la cabeza atrás para luego hundirla en la almohada para ahogar los clamores, y morigerar el fragor que brotaba del interior con la misma violencia de la eyaculación. A regañadientes, abandonó el cuerpo amado luego de unos minutos de agitación, y el silencio de prolongó por un rato.

__Guille.
__ ¿Qué?
__Necesito que hablemos de lo que cuando no estamos solos nos separa, de Matías, de Arismendi. __Transcurrieron segundos  sin respuesta__. Mi amor, por favor, date vuelta. Quiero verte.

__Está oscuro. No me vas a ver.
__Tus ojos brillan en la oscuridad. Siempre te veo. Por favor _insistió. Al cabo Guillermo se volvió de mala gana y mantuvo los párpados cerrados__. Mírame. Guille.

__No Pedro. No estoy preparado, te lo dije anoche, tal vez nunca lo esté, él murió.
__Yo tal vez nunca estaré preparado para conjurar la escena de él y tú gozando, a veces me resulta imposible imaginar a dos personas haciendo el amor _le había pasado con sus padres, pero hacerlo con Guillermo y otro lo desgarraba, le amputaba el alma.
__ ¿Qué quieres hablar de él? _dijo para aliviar la tortura de Pedro.__De lo que hubo entre nosotros…
__Ni siquiera soporto que digas: “nosotros”, nadie tiene el derecho de mirarte siquiera, eres mío, Guille, solo mío.

Aunque Pedro guardó silencio, Guillermo percibía su tristeza y su aflicción, le había hecho daño, a él, al hombre que amaba, al único amor de su vida. También se dio cuenta de que quería tocarlo, y no se atrevía.
__Guille _ expresó al cabo, y su tono conciliador, lo alcanzó como una caricia__, no necesito hablar de él, lo que pasó, es pasado, ya no está.

__Está bien.
Guillermo supo que él quería agotar todas las cuestiones que antes los había separado, él en cambio tenía terror de hacerlo.
__Mi amor… ¿Puedo preguntarte si más allá de Matías y de lo que creíste sucedía entre Juan y yo, me habrías abandonado lo mismo?
__Sí _musitó, y al instante se arrepintió.

__ ¿Por qué? ¿Por qué desconfiabas de mí? ¿Por qué pensabas que te sería infiel?
__No solo por eso, en verdad me sentía poco para vos __admitió__, me sentía menos que vos y eso me hace sentir muchos celos. Algo que nunca había sentido, y no me gusta, te lo juro. No me gustaba _ dijo con un hilo de voz__. Hoy, no me gusta sentir celos.

__Yo soy el que se siente menos que tú __se pasmó, Pedro__. Yo soy menos que tú, Guille. ¿Cómo puede ser que no comprendas lo inmenso que eres? ¿Hice algo para que sintieras así?

__ ¿Ser un hombre tan espléndido y maravilloso? __ tentó Guillermo, con humor fingido, y en la risa de él, Guillermo advirtió cansancio.

__Mi amor _expresó, Pedro, y se detuvo al sentirlo que se encerraba más__. Guille, ¿ibas a dejarme porque quieres adoptar a chicos de la misión y ya tienes dos, crees que yo no los deseo?

“¿Qué siento?, se preguntó, Guillermo mientras apretaba los dientes y los párpados para sofrenar los temblores. Siento pánico porque me aterroriza y me avergüenza mirarlo a los ojos en este momento. Nada ha cambiado. Yo lo sabía, pero de nuevo me dejé arrastrar por el poder que él tiene sobre mí. Dios, ayúdame a pasar este trago amargo. Yo no inventé lo del veneno, él aunque no entienda por qué a veces me rescata y me salva, estaba envenenándome, y tiene secretos, y así como lo amo desconfío, y si no confío, cómo puedo amarlo”. Contener los sollozos se tornó imposible porque se ahogaba. Aflojó el plexo solar y expulsó el aire con un gemido. Se cerró por completo y rompió a llorar.

Pedro experimentó el dolor de Guillermo como un zarpazo en el corazón, la sensación de desgarró le aceleró las pulsaciones. Se mordió el labio e intentó en vano controlar las sacudidas en el mentón que se extendieron por su cuerpo. Aprisionó a Guillermo y lloró en su espalda.
El llanto al tiempo que los debilitaba, los limpiaba, y, al cabo de unos minutos, Guillermo se desenrolló y se sujetó a él con frenesí. Pedro lo aprisionó con el vigor que habría empleado si un ser maligno hubiese querido arrebatárselo. Sus torsos se entrechocaban sus alientos cargados de humedad empañaban las pieles de sus rostros, sus dedos se entrelazaban, sus piernas se enredaban.

__Lo siento, amor mío, sea lo que fuere que te duela así, suéltalo, mi amor te sanará _balbuceó, Pedro__Daría mi vida…

__Shhh… siseó, Guillermo, con un sonido inestable. Y le colocó la mano temblorosa sobre la boca__. Tu vida… tu vida… es mía… es mi vida. No… No quiero nada más.

__Siempre olvido, olvidarte. Me muero por siempre recordarte. Todo me recuerda a ti.
Estoy viviendo en el olvido. Mi presente es mi pasado. Mi futuro está entre tus brazos. Recostar mi cabeza en tu regazo mientras pase la eternidad _susurró Pedro__. Te regalaré todo lo vivido mi ingrata melancolía, mi dolor, estas ganas de nunca olvidarte. Este quererte demasiado pues eres mi mayor pecado espero seas mi último dolor. Me muero de ganas de estar contigo. Tú, mi más grande pena, mi único amor, recuerdo recordarte.
Vive, vive amor conmigo que a mi vida la castiga mi pasión que germina en un apasionado latido. Es como un corto suspiro de mi alma enamorada. Vive este amor conmigo,
es como un breve tañido de una campana al viento,  como una lágrima abatida cristal que brota dolorida en tus ojos de mar y cielo. No te vayas, te lo ruego,  yo quiero sentir el fuego que me incendie, el deseo con el latir cadencioso de tu cuerpo tan hermoso que me arrebata la vida y me despoja los sueños.
Vive, vive amor conmigo que la vida es un milagro,  es una hoja que se aquieta en los pliegues de mis años.  Es una brisa que se la lleva  todo el tiempo de mi vida. Tú eres el gozo, vida, amor
un amanecer de rocío y flor,  risa, caricia, aliento, sabor,  lujuria, placer, movimiento que se aquieta en mi calma y querer amarte con el alma. Haz de mi dicha, tu savia… yo haré de la tuya, mi vida.
La primera vez que te robé un beso, en una lejana mesa,  cuando la lluvia de otoño caía cuando la intimidad tuya y mía se fundió  formando una sola caricia, mágica, suave, eterna y celestial mis manos ansiosas buscaban recorrer tu cuerpo, sin sentir el límite del tiempo. La noche fue avanzando. Envolviéndonos en su negro manto.
El tiempo  se había detenido aquella noche, y el tic tac de un reloj lejano nos dio una tregua, pero el tiempo no se detuvo solo, lo detuviste tú  lo detuve yo, lo detuvimos juntos, cuando con un beso ardiente nos dijimos cuánto nos deseábamos porque como te dije  amémonos hoy, porque el mañana no existe porque esa noche... el mañana no existió bajo nuestras pieles  que envolvían nuestras fragancias, que nos invitaban a amarnos con locura. Que se iban descubriendo, con la misma sonrisa de malicia y rubor que siente un niño  en su primera vez frente al espejo. Esa primera vez que nos besamos, ya supe lo que no era solo un beso,
una lasciva caricia. Si no que invitaba a ser eterno. No era un beso, no era solo sexo, no eran nuestras lenguas, ni nuestros cuerpos, ni deseo, aquel primer beso  nos colmó con el sabor de la certeza, que era de una amor eterno, todo, era tan cierto, no un sueño.
Me vi en tus ojos y en tus manos y en tu lengua. Me vi en tus sueños, en tu futuro,  me sentí en el latido de tu pecho y en todas tus metas. Me vi contigo, te vi en mi vida, te vi en mi vientre,
te vi en mi mente.  Aquel primer beso,  no los que después siguieron,  sino  aquel primero
bajo la noche que nos hizo amantes de aquella noche que descubrí tu cuerpo me supo a vida,
a esa vida en la que siempre estuviste desde que nuestras miradas  emanaban inocencia.
Ante la magia del universo,  yo solo pude rendirme  a sabiendas de que ya no querría irme,
de tu lado, que moriría preso de tus besos.
El amor de dos, que practicamos sin descanso y espontáneo al extremo. Es un amor,
en continuo aumento. Somos el himno del amor, en vivencia de lo pleno y válido. Amor espontáneo, despertar del corazón en los viajes anhelados para amar. El amor tocó los ingresos del corazón. Desprevenido, confiado, repentino ingreso a un puerto vacío en el amor.
El corazón nuevo, estrenó su amor y ahora habita la dulzura, el cariño, el perdón
el caudal del amor espontáneo, recíproco tomó por navío dos cuerpos y dos corazones escondidos. Amor espontáneo, amor de los dos, amor pleno y válido.
Confía en mí, en su momento lo sabrás todo, lo entenderás todo… embajador.

Bucarest.

__Ángel,  ha sido un imprevisto, no sabíamos que el embajador y su comitiva  se ausentarían _ dijo la voz.

__Y yo llevo días con todo preparado, y mi tiempo vale, regreso a Buenos Aires, cuando esté seguro de que estarán todos, llame a Elsa. __Cortó.

CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO.
ESCENAS EXPLÍCITAS.
LIBRO DE ANCLAJE EL CAPRICHO DE LOS DIOSES. SIDNEY SHELDON


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