“EL PODER DEL AMOR”
CAPÍTULO QUINCE.
Simplemente no soy de este mundo… Yo habito
con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena,
agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar
como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los
encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y
no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré
volver. Es más, no sabré siquiera que hay un “saber volver”. No lo querré
acaso.
En extrañas cosas moro.
En extrañas cosas moro.
* Alejandra Pizarnik
Cuando Pedro no pudo seguir leyendo, se dio
cuenta que estaba temblando, y que las lágrimas resbalaban por sus
mejillas.
__ ¿Puede ser tan diferente Nahueltruz de su
padre, el hombre que secuestró y violó a mi tía?
¿A quién me he entregado en cuerpo y alma?
No… él no me violó, yo lo amo, él me ama,
conoce a mi hermano.
Y dice que su padre amó a Blanca.
¿Por qué siempre lo nombra como Mariano
Rosas? El nombre huinca.
¿Rosas?
“La fuerza aborigen pujaba con fuerza y 500 años reprimidos en un
grito que permanece ahogado. Lanzas, arcos y flechas esperaban el momento en
que la orden fuera dada. La sangre en ebullición rompía los vasos y teñía la
piel color guerra. ¿Quién pudiera contener la aproximación del grito sagrado
que inclinase la balanza al lado perdedor, a la insuficiencia del espíritu, la
nostalgia del poder, la gloría en estado latente? Se acercaba el día.
La contraparte no era la docilidad
personificada ni en vano cargaba la pesada bolsa con mares de sangre y
despojos. Occidente de nombre, marchaba erguida a la confrontación. La comitiva
de tumbas y dolor le infundían una temida visión de poder devastador. ¿En vano
tantos años aplastando cabezas de todo color? Ostentaba la furia y la sed
vestida de piedad. “Acérquense”, grita a viva voz, “nosotros también somos vos.
Bajen sus cabezas, alcen las manos al sol, alaben al poniente. ¿Por qué han de
morir? Mi nombre es victoria y destrucción, no es necesario perecer”.
En la llanura desértica del encuentro
generacional, el combate se dio sin tregua ni ganador, ¿acaso todos perdimos?
Nueve meses después nací yo, en las postrimerías del siglo y de la
confrontación. Llevo en mi sangre la sed de venganza también. El ala
occidental, la Europa paternal, apaciguó la furia por un tiempo.
¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? La confluencia de
esas dos vertientes en puja por la exaltación. Un animal doméstico, una fiera
enjaulada, mi imagen moral me precede pero el desastre sigue ahí, después de
tanto, sigue ahí ese instinto cazador. El indio debe esperar, mi Europa, dejar
de pujar. Sé que algún día tendré que decidir, ese día está por llegar”.
_ ¿Qué te une al cacique, Agustín? _
inquirió, Pedro mientras daba de comer a su hermano__. ¿Quién es Nahueltruz? ¿Y
Mariano?
__Dos buenos hombres, y muy valientes, Pedro
_ respondió el hermano__. Los pueblos
originarios no son todo lo salvajes e incultos que creen en Buenos Aires, o que
el blanco pueda pisar sin motivo.
__ ¿Crees que alguna vez vivirán en paz
entonces?
__Sinceramente… no. En el 1700 y hoy las cosas no son diferentes,
entonces el huinca los sometía, los despojaba y los convertía en esclavos, hoy
y entonces como ocurría en las misiones, el indio es un pueblo trabajador y
honesto, que solo aprende a luchar para defenderse, pero no son los salvajes
que critican en las tertulias. Cuando
llegamos con la palabra tal vez vivían
sin ley, pero hoy muchos toman los sacramentos, por ejemplo, Nahueltruz no vive
en pecado con diez esposas, solo se casó con una y tiene un hijo legítimo, y
tanto él como su padre no son ni por lejos analfabetos o incultos. Por el
contrario, si siguen entre su gente es por lealtad, pero bien podrían estar en
cualquier otra parte.
__ ¿Crees que si el huinca avanzara
aceptarían mudarse de sus tierras así, sin más? __ interrogó Pedro con ceño
pronunciado.
__ La verdad es que no, cada vez que el
ejército sea el que sea, avanza, ellos defienden con lo que tienen su tierra,
jamás los despojarán de ella sin que den pelea, allí enterraron a sus padres y
abuelos, la trabajaron, formaron sus
familias, no la dejarán por una ley, un decreto, o un acuerdo firmado entre la
corona española, o del país que fuere y los gobiernos locales _ dijo el hermano
perdiendo la mirada__. Me temo que cada vez que el huinca avanza, es una
carnicería.
__Y que el destino está marcado, ¿verdad?
__Eso dice el indio, sí, ellos conocen su
sino, pero prefieren dar la vida a no hacer nada _respondió y buscó la mirada
de Pedro__. Antes de que llegue papá, y si sobrevivo a esta enfermedad, quiero
que sepas que hace tiempo he pedido a mis superiores ser enviado Tierra Adentro
en misión permanente, quiero estar con ellos.
__ ¿Cómo? ¿Y puedo ir contigo?
__ ¿Y tu madre, y Laurita? ¿Estás enamorado
de Camila, Pedro?
__No. Ese compromiso terminó, ya sabes que lo
acepté porque es lo que se esperaba de mí, como lo hizo Laura, pero no
estábamos enamorados, no me casaré, y no quiero regresar a Buenos Aires, ya soy
mayor como para decidir lo que deseo, y
no seguir sometido a la voluntad de la abuela Ignasia.
__ ¿Se lo dirás a papá? Puedes vivir con él en Córdoba, el general está grande,
podrías administrar sus bienes, la hacienda __ dijo Agustín mientras Pedro
negaba con la cabeza.
__No. Ir con él sería como traicionar a
madre, él nos dejó, Agustín, aunque Laurita y yo no soportemos a la abuela,
aunque las tías sean tan rígidas, no
podemos ir con padre y dejar del todo a
madre.
__ ¿Y qué sería si fueran conmigo Tierra
Adentro?
__Sería eso mismo, vivir contigo, como legos,
ayudar en la misión, y visitar a
madre cada tanto _ dijo Pedro
pensándolo en ese momento.
__Pedro, tú y mi hermanita vivieron siempre
entre lujos y mimos, ¿de verdad crees poder soportar una vida de sacrificios y trabajo, o estar
siempre amenazado?
__Sí, o al menos quiero intentarlo,
conocerlo.
__Espera a ver a papá, hace tiempo que
ninguno de nosotros lo ha visto ni sabe de sus planes, ¿sí? Yo te prometo que
cuando llegue te contaré muchas cosas, pero en tanto no tomes decisiones
apresuradas, menos le digas a nuestra hermana.
__Está bien, lo esperaré.
A la noche cuando Pedro se presentó en el
convento, Guillermo lo condujo a la
torreta del baptisterio, se había hecho con la llave en la casa de los
padres, y pensó que sería un buen sitio
de encuentro alejado de todos, lo condujo a la luz de la luna llena, vigilando que nadie los
siguiera.
Se sentaron con la espalda contra la pared,
Guillermo desvelo el cuello de Pedro y hundió la nariz aspirando el aroma.
__ ¿Por qué estabas herido? __le preguntó,
Pedro.
__ Porque le partí la cara a un tipo que te
miró, sos mío precioso, nadie tiene derecho a tocarte, a mirarte siquiera,
aunque ser sodomita está condenado, los hay y demasiados, puedo reconocerlos… como ese doctor que los acompaña.
__ ¿Qué es sodomita? _interrogó, Pedro
abriendo los ojos muy grandes.
__Homosexuales, amar a otro hombre, como
nosotros.
__ ¿Qué haces cuando estás en tu pueblo?
__Un poco de todo, desde que era pequeño, me
interno en la selva a cazar, en el monte a aserrar, hacho árboles, luego los
cargo hacia el puerto para que se lleven a la venta, a veces paso semanas en el
monte, ¿por? (No les contaría sus correrías como guerrero ni las veces que se enfrentaban con los blancos)
__ ¿Qué significa rohayhu? __preguntó, Pedro.
__ ¿De dónde sacaste eso?
__Lo leí, ¿qué es…?
__Te quiero, te amo, en guaraní.
__ ¿Hablas guaraní?
__Sí, es el idioma que se habla cerca de
Paraguay, pero con el comercio entre misiones aprendí, lo mismo que el
castellano que me lo enseñaron los padres.
__ ¿Cómo supiste que no eras como todos?
¿Quién te enseñó a hacer el amor?
__ Mi padre me explicó cuando íbamos a cazar,
le vi en los animales, y luego, empecé a sentir cosas extrañas en el cuerpo,
hasta que una india me enseñó, pero luego supe que no me gustaba hacer eso con
las mujeres.
__Cuéntame.
__Nada, una noche una india de mi pueblo
simplemente sin mediar palabra me besó en los labios.
Abre la boca, me dijo, y le obedecí sin pensarlo dos veces. La joven
me introdujo la lengua entre los dientes, y al contacto con la mía sentí la sensación
más desconcertante de mi vida. Fue como yo imaginaba que debía sentirse el
golpe de un rayo, el beso de la india fue como un rayo que me agitó todos los
sentidos, y lo demás se desenvolvió con naturalidad, yo instigado por un hambre
que no sabía que tenía, le devolví el beso como si hubiese besado cientos de
veces, y era fácil de explicar porque simplemente hacía tiempo que miraba
copular a los animales y yo sentía como un fuego interior que temía que terminara
arrasándome, y una vez me descubrí excitado, y tuve un estallido de placer,
luego lo provocaba, solo en el monte, y esa vez quería que la india me tocase
como yo me tocaba en esas noches solo en el monte o en la selva. Le aferré por
la muñeca y le guié la mano hacia mi erección. Sonreí sobre los labios cuando
ella abrió la mano y me acunó los testículos, luego ella a ciegas me aflojó la
jaretera y deslizó las manos hasta que sus dedos dieron con mi carne desnuda,
gemí y volví a sentir la descarga del rayo.
Ella sabía que era mi primera vez, me dijo
que me quería dentro de ella, la alejé del pueblo, y la llevé a un sitio
solitario, ella se quitó el tipoy, con la misma urgencia con que yo me deshice
de los pantalones, y sin vergüenza, ella muy segura aferró mi erección y la
guió entre sus piernas, fue fácil deslizarme dentro, estaba caliente y
resbaladiza, y no necesité moverme demasiado para saber que debía retirarme
porque lanzaría el líquido espeso y caliente, no quería dejarla preñada.
__ ¿Qué están haciendo? __le había preguntado
años atrás a Mariano.
__Están fornicando _ me respondió él__.
Cuando un hombre y una mujer se gustan, sentirás deseos de tocarla, pero sobre
todo de estar dentro de ella. Querrás poner tu lengua en su boca y tu tembo
entre sus piernas, en un orificio que te alojará, y te moverás dentro de ella, eso es fornicar.
--No creo que quiera, le dije, pero él me
dijo que lo querría y que una vez dentro de ella sentiría la necesidad de
moverme como estaba viendo entre los animales, hasta sentir una sensación muy
agradable, que crecería y crecería hasta explotar, para escupir dentro del
cuerpo de ella mi simiente y crear vida.
__Así lo hiciste con Ana _ meditó, Pedro.
__Y sí, y nació mi hijito, solo que no lo
sentí, no me gusta hacerlo con mujeres sino con hombres, y eso nunca se lo pude
decir a nadie, porque está prohibido, y es pecado. ¿Nunca lo hiciste con tu
novia?
Pedro avergonzado bajó la cabeza para negar.
__Mejor así, será más fácil dejarla o te
obligarían a desposarla.
__Nahuel, tu papá secuestró y violó a mi tía,
fue muy duro leerlo _ musitó, Pedro al fin.
Guillermo lo miró y carcajeó.
__ ¿Y crees que lo hizo como yo con la india,
para satisfacer y apagar ese fuego, y nada más? Pedro, mírame __insistió,
Nahuel.
¿Crees que yo solo quiero tu cuerpo de vos?
__ ¿No?
__Vos sos lo más hermoso que he visto en mi
vida, sos el amor de mi vida, y Blanca fue el amor de la vida de Mariano, si él
se la llevó, y la tomó, fue por amor. Ella estaba casada, y él es un indio, no
pudo hacerlo de otra manera.
__Pero, la forzó, ella no quería, la sacó de
su familia, de su sitio, se la llevó.
__Lo sé, pero ella no amaba tampoco a tu
papá, ya leíste cómo se casó con él, como vos ibas a casarte con esa chica o tu
hermana con ese prometido, simples matrimonios por conveniencia __ aseguró,
Nahueltruz __. ¿Le preguntaste a Agustín qué opina de casarse sin amor?
__No. Y no sé qué vaya a pensar si sabe que
te amo, para él es pecado.
__Para él y para el mundo, sí, ¿tú te sientes
mal por eso?
__Yo te amo, quiero vivir contigo, tranquilo,
en la ciudad, en el campo o con los tuyos, podría llevar esa vida que cuenta mi
tía, pero no separarme de ti _ dijo Pedro con las lágrimas columpiándose en los
párpados.
Guillermo lo llevó a su regazo y le secó las
lágrimas con los dedos.
__No llores, no soporto verte sufrir. Yo no pienso en abandonarte, y si en algún
momento me fuera con los míos, quiero que sepas que jamás nada ni nadie me
separará de ti, que siempre regresaré donde estés. Quiero que confíes en mí, yo
siempre regresaré al sitio donde tú estés, nunca nada ni nadie me alejará de
ti, ni esos pitucos de Buenos Aires. Te amo más que a mi vida, mataría por ti,
sin vos Pedro nada de lo que he hecho en la vida, ni de lo poco que tengo ni mi
hijo tendrían sentido.
__ ¿De verdad? ¿Y me llevarías con los tuyos
como Mariano se llevó a mi tía?
__Sí, amor mío, si me lo pidieras te llevaría
donde fuere.
__Pero nunca podría contarle a mi hermano
porque él nos condenaría __dijo apesadumbrado.
__No lo sé, no sé qué diría Agustín, yo no le
he confesado lo que soy, todavía, sí tienes que elegir entre lo que hace mucha
gente como nosotros que se casa, y vive en secreto otra relación, o atreverte a
que vivamos así.
__Yo no creo que amarnos sea pecado, y lo que
se confiesan son los pecados, nunca el amor puede ser pecado, yo no lo
confesaría por eso, tú eres mi bendición, nuestro amor nos regaló esta
bendición, o habría terminado casado con ella, sin amor, eso sí sería pecado
_dijo, Pedro con una seguridad que emocionó y asombró a Guillermo.
__ ¿Te sentirás culpable por amarme?
__No dije eso.
__Te gustaría que nos casáramos de algún
modo.
__ ¿Cómo?
__Algún día quizá podamos, en mi pueblo hay
quien nos casaría, pero podríamos hacer algo para que te sientas mejor y para
que yo me sienta con menos miedo.
__ ¿Miedo de qué?
__De que te vayas a Buenos Aires y me
olvides.
__Eso no sucederá.
__Puede que sí, no podrás no volver más,
Pedro.
Guillermo se refrenaba de hablarle de lo que
ellos podrían hacer conviviendo, en primer lugar, porque si empezaba a
referirle sobre el tema, y las imágenes de Pedro y él amándose le obnubilasen
el pensamiento, sería incapaz de no tomarlo allí mismo en la torreta, y en
segundo lugar porque Pedro sabía poco y nada sobre sexo y quizá lo
escandalizaría, y lo asustaría.
__Tú desconfías de mí, pero te aseguro que en
tu pueblo todas las mujeres deben estar tras de ti.
Guillermo le acunó el rostro y lo miró con
fiereza.
__ No podría saber cómo me miran, precioso,
porque yo solo tengo ojos para ti, yo solo te miro a ti. __Con la punta del
índice le recorrió la frente.
__No quiero que nadie diga a los padres que
quiere desposarte.
El cacique ahogó una carcajada, sorprendido,
halagado, confundido.
__Amorcito, nadie me obligará a tomar esposa,
no lo quiero.
__ ¿Lo prometes?
Nahuel no contestó. Lo guió para que se
arrodillasen el uno frente al otro. Le tomó las manos.
__Pedro, quiero que hagamos algo, pero no
quiero que te asustes.
__Dímelo, no me asustaré. Soy grande, no me
asusto fácilmente.
__Esto nos hará sentirnos unidos para
siempre, aunque yo tenga que regresar a mi pueblo y tú a Buenos Aires.
__No…
__Quiero que hagamos un pacto, tú y yo, pero
un pacto que sea para toda la vida. Un pacto de sangre _añadió, e hizo unas
pausa para estudiar su reacción.
__ ¿De sangre?
__Sí, quiero que mezclemos nuestras sangres,
así yo estaré en ti y tú, en mí, para siempre.
__Está bien.
__Gracias mi amor. Es más que hacer el amor
que es un montón solo si es contigo.
__ ¿Qué es?
__Mirar tus ojos y verme en ellos, percibir
esa respuesta que me incita, me provoca,
activando mi mente, mis impulsos, mis ansias... Y, mis labios toman los
tuyos. Y así, suavemente los van devorando,
jugando con ellos, saboreándolos... Sentir, la calidez de tu piel que se
derrite,
se pega a la mía y tus brazos me envuelven aprisionándome... y, mi respiración entrecortada, agiliza aun más mis sentidos, y mi cuerpo reacciona a tus caricias, que no reprimen, que no vacilan, y ya claman por más... Es ahí en donde manos y boca, compiten en cada centímetro de esa pasión, de esos cuerpos, sedientos de amor... Es el diálogo del amor, del deseo, en donde cada gemido, cada beso, cada caricia, recibe una respuesta, que se profundiza cada vez más... Queman los besos que caminan, que recorren, sin rumbos ni límites, y... el tiempo se hace segundos cuando el éxtasis se apodera, y todo explota, todo llega a su fin, ese final, que no se quiere finalice nunca... Donde... somos dos almas, dos cuerpos, en un solo gemido que me lleva a gozar, con el gozo tuyo... y, sentirnos recíprocamente plenos, en un clímax, que nos deja inertes, en una felicidad indescriptible. O somos el mismo ser, lo mismo, yo soy vos, vos sos yo, y no sabemos dónde empieza uno y termina el otro.
se pega a la mía y tus brazos me envuelven aprisionándome... y, mi respiración entrecortada, agiliza aun más mis sentidos, y mi cuerpo reacciona a tus caricias, que no reprimen, que no vacilan, y ya claman por más... Es ahí en donde manos y boca, compiten en cada centímetro de esa pasión, de esos cuerpos, sedientos de amor... Es el diálogo del amor, del deseo, en donde cada gemido, cada beso, cada caricia, recibe una respuesta, que se profundiza cada vez más... Queman los besos que caminan, que recorren, sin rumbos ni límites, y... el tiempo se hace segundos cuando el éxtasis se apodera, y todo explota, todo llega a su fin, ese final, que no se quiere finalice nunca... Donde... somos dos almas, dos cuerpos, en un solo gemido que me lleva a gozar, con el gozo tuyo... y, sentirnos recíprocamente plenos, en un clímax, que nos deja inertes, en una felicidad indescriptible. O somos el mismo ser, lo mismo, yo soy vos, vos sos yo, y no sabemos dónde empieza uno y termina el otro.
Esa pasión, ese deseo, ese placer, se lo
consume así... con dulzura, con ternura, con susurros,
con caricias suaves, muy suaves, lentas, muy lentas, despacio, muy despacio... Nunca es tiempo perdido, lo que conducirá a un final feliz... Eso...es hacer el amor.
con caricias suaves, muy suaves, lentas, muy lentas, despacio, muy despacio... Nunca es tiempo perdido, lo que conducirá a un final feliz... Eso...es hacer el amor.
--La tarde gris y lluviosa se me hace eterna,
por fin se termina, las agujas del reloj y la oscuridad traen la noche, se
acerca serena, como la luz de un reloj detenido en el momento exacto, donde yo
tengo que traerte a mi sueño, donde tu presencia se convierte en esa realidad
que enaltece mi alma, cuando irresistiblemente sueño tus besos, y su caída en
mis labios, son como las gotas de rocío entre las alas del ángel de los sueños,
ese que me cuida en cada momento de desespero, convirtiéndolo en reparadoras
lágrimas de miel, cayendo por mi piel.
Yo, libre como un cielo gris, azul, blanco, tormentoso o en calma en el que los lamentos son tormentas que alborotan el universo, dejo que mi alma baile en esa melodía que me lleva hacia ti donde se encuentra la felicidad eterna, y le dejo, que sueñe al compás del pentagrama de esta dulce razón, para seguir viva.
Yo, libre como un cielo gris, azul, blanco, tormentoso o en calma en el que los lamentos son tormentas que alborotan el universo, dejo que mi alma baile en esa melodía que me lleva hacia ti donde se encuentra la felicidad eterna, y le dejo, que sueñe al compás del pentagrama de esta dulce razón, para seguir viva.
Mientras la noche no llega, me arreglo para tu llegada, quiero que me sientas, dulce, sereno y libre, dejaré que te acurruques en mis brazos, donde el sentir del corazón hará que emanen momentos de dulzura, eternos, donde puedas sentirte amor mío vivo y libre en mí.
Por fin aquí está la noche negra, la recibo con agrado porque sé que ella será fiel, y te traerá a mí, como cada noche de luna blanca para encontrarnos entre sus sombras.
Déjame amor mío, ser tu ángel de amor.
__Y tú eres mi primer amor, y serás el único.
¿Te acuerdas de nuestro primer beso, una
tarde
bajo el silencio de un árbol que suspiraba entre vuelos de viento en un parque?
bajo el silencio de un árbol que suspiraba entre vuelos de viento en un parque?
Tus mejillas se ruborizaron enamoradas,
rojas como dulces manzanas mientras mis manos felices alborotaban tus
cabellos.
Fue un sábado, ¿lo recuerdas? Y no era un sueño que se evapora al despertar; fueron momentos eternos de caricias sin palabras y alegres latidos del corazón. Son recuerdos que los recuerdo como si fuera ayer, porque fue mi primer amor. Voló del arrullo de mis brazos, pero no lo quité de mi cabeza, nunca lo olvidé.
Fue un sábado, ¿lo recuerdas? Y no era un sueño que se evapora al despertar; fueron momentos eternos de caricias sin palabras y alegres latidos del corazón. Son recuerdos que los recuerdo como si fuera ayer, porque fue mi primer amor. Voló del arrullo de mis brazos, pero no lo quité de mi cabeza, nunca lo olvidé.
Mi muy soñado señor mío, y mi muy bella cruda
realidad de mi canibalismo:
Esta mañana, mientras usted dormía
envuelto en el dulce paladar de la
noche, y la satisfacción final del
sentimiento, lo he dejado dormido para no perturbar el largo orgasmo de sus
sueños.
He salido a la calle con el ayuno de sus besos, la gratificación de amarlo y el sabor de su placer en el paladar de mi lengua.
El nuevo día me ha saludado desconocido, sintiendo la despedida anciana y amarga, de las sombras. La ciudad, hueca, bostezaba su vacío, en los huérfanos reflejos de los escaparates.
Como otras veces, caminando en mis conversaciones en diálogos con mis pensamientos, sentí, una brisa revoloteando a mi alrededor, envolviéndome silenciosa.
Sin darle importancia continué mi camino, el pueblo despertaba a sus muertos vivos o a sus vivos durmientes, se llenaron los vacíos de pública soledades, despertó la prisa más por consumir que por morir. Y de nuevo, siento esa brisa, rodeándome transformada en viento, enamorando mis oídos con su canto, poseyéndome, como un espíritu como un ente, condenado a enamorarme ahogándome en sus besos.
Continúo mi calzada perceptivo, sigo mi camino, en baños de multitudes inadvertido, entre arboles vencidos por mil otoños, huecos, como esta multitud que se mira y se ignora.
Soy esclavo, en esa misma dirección del viento llamado civismo, quizá más civilizado pero menos humano, pero soy de esa especie que va contra corriente desafiando al viento, que de nuevo me circunda me acordona, me acorrala, desafiante me mira, me atrapa y me desnuda, entremezclando imágenes olores y sonidos, y una voz que me llama que me nombra, que me invita a despertar. Fue su mirada, señor mío la brisa que me acompañaba, el viento de sus caricias rodeándome de besos, fue usted, el viento inhóspito desafiante de mis sueños, que me desnudaba despertándome, para amarme. Hay sueños tan perfectos que solo su realidad
supera todo lo soñado. Te amo a como dé lugar, Pedro, desde la primera vez que te vi en la casa de los Javier __afirmó Guillermo mirándolo con devoción.
He salido a la calle con el ayuno de sus besos, la gratificación de amarlo y el sabor de su placer en el paladar de mi lengua.
El nuevo día me ha saludado desconocido, sintiendo la despedida anciana y amarga, de las sombras. La ciudad, hueca, bostezaba su vacío, en los huérfanos reflejos de los escaparates.
Como otras veces, caminando en mis conversaciones en diálogos con mis pensamientos, sentí, una brisa revoloteando a mi alrededor, envolviéndome silenciosa.
Sin darle importancia continué mi camino, el pueblo despertaba a sus muertos vivos o a sus vivos durmientes, se llenaron los vacíos de pública soledades, despertó la prisa más por consumir que por morir. Y de nuevo, siento esa brisa, rodeándome transformada en viento, enamorando mis oídos con su canto, poseyéndome, como un espíritu como un ente, condenado a enamorarme ahogándome en sus besos.
Continúo mi calzada perceptivo, sigo mi camino, en baños de multitudes inadvertido, entre arboles vencidos por mil otoños, huecos, como esta multitud que se mira y se ignora.
Soy esclavo, en esa misma dirección del viento llamado civismo, quizá más civilizado pero menos humano, pero soy de esa especie que va contra corriente desafiando al viento, que de nuevo me circunda me acordona, me acorrala, desafiante me mira, me atrapa y me desnuda, entremezclando imágenes olores y sonidos, y una voz que me llama que me nombra, que me invita a despertar. Fue su mirada, señor mío la brisa que me acompañaba, el viento de sus caricias rodeándome de besos, fue usted, el viento inhóspito desafiante de mis sueños, que me desnudaba despertándome, para amarme. Hay sueños tan perfectos que solo su realidad
supera todo lo soñado. Te amo a como dé lugar, Pedro, desde la primera vez que te vi en la casa de los Javier __afirmó Guillermo mirándolo con devoción.
__Hagamos el pacto _dijo, Pedro.
__Gracias, precioso, no sabes lo que significa
para mí que hayas aceptado _dijo aliviado y le besó las manos.
__ ¿Es muy importante para ti?
__Sí. Es lo más importante.
__Entonces lo es para mí también.
__ ¿Te acuerdas cuando dijiste que temías que
yo algún día te dejase? __Pedro asintió__. Este pacto te servirá para saber que
siempre regresaré a ti, no importa lo que ocurra, yo siempre volveré a
buscarte. __Lo miró durante unos segundos antes de volver a hablar__. En este
pacto que hacemos en el día de hoy quiero prometerte que siempre serás lo más
importante para mí y que estaré a tu lado la vida entera. Solo tú estás en mi
corazón y nunca nadie ocupará tu lugar. Eres lo que más quiero en el mundo y
siempre lo serás. Ahora tú _lo instó, y como no recordaba qué decir lo ayudó__:
¿Siempre seré lo más importante para ti?
__Sí. Siempre serás lo más importante para
mí.
__Repite el resto.
__Siempre estaré a tu lado, la vida entera.
__ ¿Es de verdad lo que quieres?
__Quiero estar a tu lado la vida entera.
__ ¿Nunca me dejarás?
__Nunca te dejaré.
__ ¿Soy lo que más quieres en este mundo?
Pedro dudó, porque también amaba a sus
hermanos, pero al descubrir la desolación que su titubeo causó en Guillermo,
asintió decidido.
--Sí, eres a quien más quiero en este mundo.
Te amo Nahuel __dijo, e impulsado por el brillo que la sonrisa le había
devuelto a los ojos de él le echó los brazos al cuello y lo besó.
__Te amo, Pedro. Te amo más que a nada, ni a
nadie en el mundo. __Lo obligó a separarse de él__. Y ahora cerremos el pacto
de amor eterno.
__ ¿Es un pacto de amor eterno?
__Sí, Pedro, para mí, lo es. ¿Y para ti?
__Si, porque sé que siempre te amaré.
__Y siempre estaremos juntos. Toda la vida,
¿verdad?
__Sí, toda la vida.
Pedro se acobardó al ver que Guillermo
extraía la navaja del morral.
__ ¿Me va a doler?
__No, confía en mí.
Guillermo le aferró el pulgar de la mano
izquierda y lo apretó hasta que la punta se cargó de sangre y se tornó roja.
__Cierra los ojos, Pedro. Te prometo que no
sentirás nada. __Pedro obedeció y él sin dejar de presionar el dedo, hundió
apenas el filo de la navaja en la carne__. Ya está. ¿Dolió?
__No __admitió, Pedro, mientras veía brotar
la sangre.
Guillermo se cortó el suyo, también en la mano izquierda, aplicando la misma
técnica, y enseguida entrelazaron las manos y mientras unieron los pulgares,
los hicieron coincidir en el corte.
__Así sellamos nuestro pacto de amor eterno,
Pedro, mezclando nuestras sangres. Desde ahora, yo siempre estaré en ti, y tú
en mí, nos amaremos la vida entera y
nunca nos separaremos.
__Nunca _acordó el joven.
Nahuel se inclinó y lo besó ligeramente en
los labios, los ojos de Pedro lo seguían sin pestañear, atentos al mínimo
movimiento o señal, Nahuel le devolvía la mirada con una intensidad que a otro
habría atemorizado. Estaba muy afectado
por el rito, y también por la sumisión de él, por la confianza que depositaba
en él, y por ese suave contacto de sus bocas que nunca imaginó que lo excitaría
tanto. La presión en el pene era casi insoportable, y tenía pesados los
testículos. Llevarse el dedo de Pedro a la boca no podía juzgarse como una
buena idea en esas circunstancias, igualmente lo hizo para restañarle la
herida, Pedro no se alteró, ni pareció sorprenderse, se limitó a contemplarlo
con una expresión que, como por ensalmo, lo desposeyó de los últimos vestigios
de inocencia, lo imitó, se colocó el pulgar de él en la boca y lo chupó y lo
acarició con la lengua sin dejar de mirarlo. Guillermo se tensó, se agitó
apenas, y emitió un gemido, mientras luchaba por recobrar el control y medir la
reacción de Pedro que lo miraba, y se quitó el dedo de la boca sin soltarle la
mano.
__ ¿Te hice doler? __Nahuel negó con la
cabeza, incapaz de responder, falto de aliento -. ¿Qué te ocurre?
__Estoy bien _susurró, con voz ahogada.
La necesidad de estrecharlo entre sus brazos
se tornó incontrolable. Se cerró sobre él y lo aplastó contra su pecho. Hundió
la cara en su cabello e inspiró como si acabase de emerger de debajo del agua.
__Abrázame, Pedro _ suplicó.
Degusta con tu boca el sabor de mi piel. Apréndete
el aroma a jabón de mi cuerpo. Roza suave mi espalda al pasar. Dibuja con tus
ojos los relieves firmes de mi pecho. Enamórate de mis ojos cada noche, sorbo a
sorbo, cuerpo a cuerpo, beso a beso. Con caricias, saliva y sudor
graba mi nombre en el perfil de tu talle. Yo tatuaré tu esencia en mis dedos. Déjame el néctar de tu cuerpo beber, derrama sobre mí tu belleza. Quiero ser parte de ti, hazte mi sombra en tus sueños. Gocemos juntos de este amor, viviendo instantes de pasión, comiéndonos con el apetito insaciable de los besos. Devora cada centímetro de esta desnudez, toma con ansia mi cuerpo… mitiga tu hambre con mi carne.
Dime el precio de tu alma, te ofrezco una vida colmada de amor, días de sol y noches muriendo con locura y sexo. Emborráchate de mi sabor saciémonos hasta quedar repletos. Y cuando nuestro sudor sea ya solo sal… volvamos a comenzar de nuevo.
graba mi nombre en el perfil de tu talle. Yo tatuaré tu esencia en mis dedos. Déjame el néctar de tu cuerpo beber, derrama sobre mí tu belleza. Quiero ser parte de ti, hazte mi sombra en tus sueños. Gocemos juntos de este amor, viviendo instantes de pasión, comiéndonos con el apetito insaciable de los besos. Devora cada centímetro de esta desnudez, toma con ansia mi cuerpo… mitiga tu hambre con mi carne.
Dime el precio de tu alma, te ofrezco una vida colmada de amor, días de sol y noches muriendo con locura y sexo. Emborráchate de mi sabor saciémonos hasta quedar repletos. Y cuando nuestro sudor sea ya solo sal… volvamos a comenzar de nuevo.
__El amor es un acto de fe, precioso.
__Nunca pensé que tuvieras fe, que creyeras
en Dios, y eso.
__No es la misma fe que tú conoces, creo. La
fe, en su esencia como Cupido y la justicia,
como la religión y la muerte, de cuencas vacías y mirada hueca, cada una posee en su esencia, su condición, que ligada a otras en su propósito abyecto, son ángulos ciegos de cualidades distintas, de otras verdades disfrazadas, de mentiras enmascaradas.
como la religión y la muerte, de cuencas vacías y mirada hueca, cada una posee en su esencia, su condición, que ligada a otras en su propósito abyecto, son ángulos ciegos de cualidades distintas, de otras verdades disfrazadas, de mentiras enmascaradas.
El amor, es esa ciega fe que te hace feliz y
a la vez, desdichado, te fustiga, te fuerza a buscar la felicidad entre objetos
perdidos, en otros cuerpos en otros rostros, en otros labios, en otras sonrisas
que te conquistan, y a tu pesar, o tu vanidad te das cuenta que no es amor, tan
solo lujuria, y odias a quien amas para olvidar cuando duele recordar.
La justicia es ciega y violada, componiéndose
de una balanza, reclinatorio, hacia las leyes dejando en la duda ciega la fe de
la justicia, posee una espada que sentencia pero no ejecuta, y tras la venda de
su ceguedad, que sostiene sus lágrimas y sus miradas apagadas las monedas de
Judas.
La fe y la religión, en su imposición, se
abrazan y se dan la mano, no mueve montañas ni paraliza las guerras, no abre
los mares ni provoca diluvios, cada dios juega sus cartas, sus arcanos, sus
juegos malabares de poner vendas a las multitudes, de ser el verdadero Dios de
esta raza variada e inhumana, mientras salvamos viejas catedrales y nos morimos
de hambre.
La muerte, es la fe más certera, no te
engaña, ella, huye de los dioses como la felicidad no te busca, te encuentra,
te ofrece la ventaja de la existencia, es perfecta, pues solo se muere una vez,
sin miedo, sin perjuicios, mira al diablo a la cara, desafiante, descarado diciéndole:
-Mírame si te atreves, desafíame, osa mencionar mi nombre, y dejaré el mundo sin almas hundiendo a tu Dios, en la miseria, de vuestra ciega fe. Pero no le cuentes a Agustín.
-Mírame si te atreves, desafíame, osa mencionar mi nombre, y dejaré el mundo sin almas hundiendo a tu Dios, en la miseria, de vuestra ciega fe. Pero no le cuentes a Agustín.
__No hay nada más hermoso que cuando entre
las cortinas de la noche te busco para soñarte amor, no hay nada mas delicioso
que imaginar tus manos perdiéndose al recorrer mi cuerpo cuando tus brazos se
enredan en los míos para bailar esa melodía única que hace que nuestros cuerpos
se pierdan, eres el amor que siempre soñé, el que siempre me habla estando
dormido, siento cómo en mis sueños pones tus ojos en los míos, para recorrer
cielos de amor, me vas besando con la ternura que tú solo sabes, yo no quiero
despertar de este sueño vida mía, porque ya sé que soy tu enamorado, que mis
sueños ya no son sueños, ahora te encontré sin buscarte, ahora tengo al amor
que deseo, me besas sin pedirte tus besos a cada momento, en cada sueño dejas
que mi cuerpo tiemble, siento la libertad cuando viajo por tus ojos perdiéndome
en tus adentros, buscando ese no sé qué, que mi alma necesita, eres el amante perfecto.
Los misterios de este amor inundan mis noches, y cuando en su negra oscuridad la noche llora, llora también mi alma, y el cielo entristecido, palpita destellos de lunas muertas, ellas ya no cuentan secretos, ni hablan de ti y de mí, de aquella mirada que se hizo dueña para siempre de nuestro sentir, de nuestro vivir, y de nuestro dolor, cuando la noche cae crecen los recuerdos en mi maleta llenándola de sueños, cuando llega la noche las puertas de mi alma se abren para ti, para dejar que las palabras escriban con sus dedos la dulzura de cada uno de sus soles, de sus lunas, dejando que recobren vida para que adornen tu cielo y tu mundo sin mí.
Los misterios de este amor inundan mis noches, y cuando en su negra oscuridad la noche llora, llora también mi alma, y el cielo entristecido, palpita destellos de lunas muertas, ellas ya no cuentan secretos, ni hablan de ti y de mí, de aquella mirada que se hizo dueña para siempre de nuestro sentir, de nuestro vivir, y de nuestro dolor, cuando la noche cae crecen los recuerdos en mi maleta llenándola de sueños, cuando llega la noche las puertas de mi alma se abren para ti, para dejar que las palabras escriban con sus dedos la dulzura de cada uno de sus soles, de sus lunas, dejando que recobren vida para que adornen tu cielo y tu mundo sin mí.
__Déjame ser… Hoy te sentiré mío y me
sentirás tuyo entre sábanas, olas de pasión satinadas en la inmensidad de estas
cuatro paredes, paraíso de necios náufragos en busca de placeres profanos que olvidaron las diosas del amor redimidas.
Entrégate ferviente a la pasión que emana de tu profunda y nostálgica mirada, libera
los deseos de amar que nacen de tu
divina alma enamorada, ven e incinera
con tus caricias este corazón que solo vive para ti… cual ave que por amor se siente libre y que
en tus brazos vive aprisionada. Hoy gritos de pasión se tornarán canto, jadeos se convertirán en bella melodía, susurros
que invitan a disfrutar del amor a través de sentir los espasmos divinos,
marejadas de placer que unen tu alma con la mía.
marejadas de placer que unen tu alma con la mía.
Déjame ser el instrumento causa de tu placer,
déjame ser la pasión de tu febril
demencia, déjame ser el hombre que te
cubra de caricias, de besos ardientes, desnudando tu cuerpo que tímido se oculta
entre las sábanas tibias y pétalos de rosas que deshojé con impaciencia. Déjame
ser quien apague el fuego de tu pasión, déjame ser la fantasía nocturna de tu
bella locura, déjame ser la caricia que cubra con voraces besos la quimera de pasión
que ronda por las noches buscando la manera
de amarte hasta enloquecer, de vivir con intensidad el placer al sentirte amado,
y creer que la locura inicia con un beso al anochecer.
__Me enamoré de ti, Guille. Sutil tu
presencia que poco a poco se apoderó de mis días, de mis pensamientos, de mi
corazón que acelerado palpita cuando sé que cerca estás.
Y mi mundo dejó de ser cuando tú mi mano tomaste, cuando tu rostro iluminó mi vida con tu sonrisa, cuando con una frase, cual dios creador, de ti surgió un nuevo sol, una nueva luna, unas nuevas estrellas, un nuevo cielo, una nueva tierra, un universo entero, tan lleno de vida, tan falto de maldad, tan bello y luminoso.
Y mi mundo dejó de ser cuando tú mi mano tomaste, cuando tu rostro iluminó mi vida con tu sonrisa, cuando con una frase, cual dios creador, de ti surgió un nuevo sol, una nueva luna, unas nuevas estrellas, un nuevo cielo, una nueva tierra, un universo entero, tan lleno de vida, tan falto de maldad, tan bello y luminoso.
Bastó un abrazo y un beso para que mi alma de la tuya se prendiera, para que mi corazón al tuyo sucumbiera. Y me enamoré de tus locuras, de tus contradicciones, de tus bellos sentimientos, de tus momentos de dulzura y de tus silencios, de tus berrinches y de tus risas sinceras, de tus ardientes maneras y de tu frialdad que por momentos muestras.
Me enamoré de ti, siendo amor y belleza, ternura y dulzura, calor y frío, pasión y lujuria, locura y cordura, inseguridad y valentía, humanamente contradictorio e imperfectamente perfecto
Me enamoré de ti y mi amor es para ti.
__
Blanca
sintió repulsión por su propio cuerpo que había enloquecido a ese salvaje,
porque le había pertenecido en un acto bajo. Quería lavarse, sumergirse en el
agua y refregar la piel hasta volverla de color carmesí, pero no se atrevía a
moverse, a trasponer el umbral de la tienda y pedir ayuda. ¿Y quién acudiría en
al país de los ranqueles?
“Al
día siguiente amanecí con los ojos empastados de lagañas y un dolor en la
garganta que me dificultaba tragar. Aún me encontraba ovillada entre las
pieles, y fue una ordalía estirar los
miembros y ponerme de pie. Luego de restregarme los ojos, advertí que había una
india a mi lado, me contemplaba con cara de pocos amigos, al tiempo que me
ofrecía un plato con un guiso humeante. Lo aparté de un sacudón y terminó en el
piso. Le ordené que se fuera, y la muchacha salió de la tienda vociferando en
su lengua.
Había
un vaso con agua que bebí con deleite y que calmó el ardor en la garganta. Como
pude, até las tirillas del corsé y cerré la bata de cotilla para asomarme a la
enramada, una especie de galería delante del toldo con techumbre plana de
maderas y cubierta con chalas de maíz, para dar sombras en esa tierra carente
de grandes árboles.
Había
tiendas diseminadas y algunos ranchos, veía a las indias en sus telares en las
enramadas, a algunos hombres tendidos en hamacas, o bebiendo lo que supuse era
mate pero en unas especies de calabacitas. Se destacaba un grupo de toldos,
dispuestos en semicírculos, que deduje serían los del tal Painé. El de mayor
tamaño lucía, en el ingreso, cinco lanzas con penachos de plumas coloradas y
moharras de plata sobre las que reverberaba el sol.
El paisaje era yermo, estéril, y ondulado a
causa de las cadenas de dunas que se perdían en el horizonte. Caldenes, chañares y espinillos constituían
la vegetación, junto a arbustos menores y gramilla.
La
actividad frenética de esas gentes menguaba la tristeza del entorno, avisté a varios
hombres en un potrero atiborrado de caballos de excelente estampa, algunos los
vareaban, otros cepillaban, las mujeres limpiaban las enramadas con escobas de biznagas y aplastaban la tierra salpicando
agua y zapateando, unos indiecitos arrastraban bolsas, baldes de madera con
agua al interior del toldo. En medio de aquel fervor se notaba que nadie
padecía lo que yo, y eso me hacía sentir aún más sola.
Me
hice de un perro que no parecía en mejor estado que yo, y que me lamió la mano
antes de echarse a dormir en un rincón de la tienda.
Como
no deseaba llamar la atención, permanecí en el toldo, precario e inestable,
pero contaba en su interior con una sólida estructura de madera y cuero bien
curtido, cosidos con una tripa de algún animal, eso daba la pauta de que estas gentes no eran nómades.
La
tienda, un espacio pequeño, constaba con dos compartimientos bien
diferenciados, y aislado uno de otro, con piso de tierra, pisoteada, tan dura y
plana. En el primero había pasado la noche sobre las pieles, en el segundo, que
hacía de recámara, descubrí un catre increíblemente cómodo. Me recosté,
exhausta mental y físicamente, y mientras imaginaba la mejor manera de escapar,
me quedé dormida.
Me
despertó horas más tarde el bisbiseo de varias mujeres que me circundaban,
entre ellas reconocí a la que me había ofrecido el guiso. Una mujer mayor me
acarició la mejilla con una mano reseca, otra tanteó el tafetán de mi
falda, y así todas se animaron a manosear alguna parte de mí. Me incorporé
ciega de furia y las eché con cajas destempladas. Ellas se abalanzaron sobre
mí, y a la rastra me sacaron fuera... En la pelea, tragué polvo, se me
rompió aún más el vestido, y me ligué un
mamporro que me hizo sangrar la nariz. No tenía voz para gritar, y me limitaba
a sacudir las piernas y brazos, a repartir puñetes y puntapiés. Hasta que
apareció Miguelito, y me quitó de encima el enjambre.
A mi
paso hacia el toldo, asistida por él las mujeres me gritaban pero él levantaba el brazo en son de amenaza y las espantaba.
Niños
marchaban a nuestro lado y me observaban como si yo fuera una criatura de otro
mundo. Los más ancianos también me miraban y comentaban, cada uno con pipas
largas que les colgaban de los labios.
__Las
chinas no querían hacerle daño, señora _terció Miguelito, mientras me ayudaba a
regresar al catre __. Querían llevarla a la laguna para lavarla y ponerla
bonita para Mariano, que está al llegar.
__Que
no me toquen, que se queden lejos, que las odio, que no soporto su olor, que
Mariano se puede ir al demonio __grité.
Cansada,
débil y triste, me largué a llorar, mientras Miguelito, en silencio, y con
gesto serio, me limpiaba la sangre y el
polvo.
Más
tarde pensé que no me vendría mal un baño.
Apestaba,
¿cuántos días habían transcurrido desde el último baño decente?
__Veo
que has ganado una nueva amiga _dijo una voz bonita en castellano al perro.
__Me
llamo Lucero, patroncita, soy hija del gran cacique Yanquetruz y de Dorotea
Bazán, una cristiana como usted, de San Luis, ella fue cautivada a los trece años__ me contó__.
Yo sé que no está loca como dicen sino muy lastimada, no tienes que temer, yo
estoy contigo ahora, iremos en una jaca a la laguna de Leuvucó.
A
allí fuimos, no lejos del asentamiento, ella me desnudó con delicadeza, me
bañó, me lavó el pelo y lo dejó suelto. El agua era dulce y transparente y fue
un placer sentirme fresca y limpia de nuevo.
__Ponte
esto, es mi pilquen. __Sacó de un morral un paño fino que me enroscó en torno
al cuerpo y ató detrás de mi cuello.
Sobrevino
el crepúsculo y un aire fresco que olía a campo me secaba el cabello.
Permanecimos calladas, Lucero juntaba barro de la marisma, uno compacto y
plomizo con el que formaba panes que guardaba en su talego, supuse que para
moldear vasijas.
Se
escuchaba el agua de la laguna que corría entre las espadañas, el trinar de
pájaros, y el chirrido de insectos nocturnos. Y el ruido de mis tripas, que
causó risa a Lucero.
__Anda,
vamos, mi madre ya debe de haber preparado algo para comer.
Ella
me tomó de la mano, y me ayudó a ponerme de pie.
__ ¿Qué
va a ser de mí, Lucero? __quise saber con la voz quebrada y lágrimas
suspendidas en los ojos. En medio de aquel lugar silente y yermo me había
puesto a recordar lo linda que era mi ciudad, cuánto quería a mi gente, a mi
negra, a tía Carolita, y sobre todo a Escalante, a quien de pronto añoraba
desesperadamente __. No volveré a ver a los míos jamás.
Caí
de rodillas y por primera vez lloré a mi esposo muerto. Demasiado débil para
llorar, me recosté sobre el regazo de la chica hasta que recobré la calma.
__Algún
día amarás a mi tierra y a mi gente _vaticinó la chica.
Su
madre, no era culta, pero sí irradiaba esa sabiduría de la gente de campo,
inocencia y mesura, y verla me dio paz, me apaciguó el alma. Cuando le pregunté
cómo había logrado habituarse a los
salvajes me sorprendió.
__Ni
tal salvaje señora, verá, uno se termina acostumbrando a cualquier cosa en esta
santa vida, y le diré que años atrás, un retén de soldados me rescató del
cautiverio, pero yo entonces ya con dos hijos del cacique le pedí al capitán
que me regresara al imperio ranquel. De todos modos _ agregó con cierto
fatalismo__. ¿Quién me querría de regreso siendo la mujer de un indio?
Miguelito
me fue a buscar a lo de Lucero, para regresar al toldo, donde me topé con
Mariano Rosas.
Me
miró de arriba abajo, evidentemente complacido con el pilquen rojo que llevaba.
A pesar de que el miedo me dominaba, yo también lo miré del mismo modo, y
gracias a la luz de la lámpara de sebo, advertí que se había bañado _tenía el
pelo húmedo y no apestaba a caballo como la noche anterior__ y que vestía ropas
de gaucho bastante finas.
Evité
que nuestros ojos se encontraran y, al comenzar a sentir incomodidad me agaché
a colocar los restos de la comida en el plato del perro.
__Usted
es desfachatado señor _ dije sin levantarme__. Mire que presentarse como si
nada después de lo que me hizo anoche.
La
verdad es que no sabía qué decir, ese hombre me había hecho tanto daño, lo
odiaba tanto, tenía tantas cosas que
reclamarle, que la situación me desbordaba, y no atinaba a actuar. Se me cruzó
por la mente arrojarle sebo y quemarlo vivo, arrancarle los ojos, todo tipo de
crueldades, arrebatarle el facón y hundírselo en el pecho.
¿Y
después qué?
__Lo
que te hice anoche _ empezó él sereno__,
es lo que cualquier hombre le hace a su mujer.
__Yo
no soy su mujer sino la del General José Vicente Escalante _ le espeté__, a
quien usted ha asesinado a sangre fría para complacer su propio instinto
animal.
__ ¿Quién
te dijo que yo asesiné a Escalante? Hasta la última vez que lo vi estaba
herido, pero no muerto. __Y me aferró de la muñeca para agregar con una mueca
furibunda __. No deberías preocuparte tanto por él, después de todo iba a
matarte.
__Mejor
muerta que en este infierno __le solté.
Nos
mantuvimos en silencio, segundos que
parecieron siglos, hasta que Mariano me arrojó al suelo y abandonó el toldo.
“Mi
esposo no había muerto. Vivía. Una alegría inefable me colmó de esperanzas. Él
vendría a rescatarme. No obstante, y en contra de ello razoné que un hombre
herido solo en medio de una tierra hostil, sin alimentos ni agua, jamás
subsistiría. Y recordando las palabras de la madre de Lucero, me pregunté si mi
esposo todavía me querría después de haber sido violada por un indio.
A
pesar de todo, esa noche dormí profunda y plácidamente.
Era
la primera vez en varios días que lo hacía limpia y bien comida”.
__Te
enamoraste de Mariano, tía Blanca, ¿es que mi padre ni siquiera intentó
rescatarte? ¿Acaso no te amaba lo suficiente y sin más se casó con mi madre?
¿Y
dónde estás?
¿Acaso
Nahuel no me lo dice porque quiere que lo descubra solo y sigues allí, con
ellos?
Lucero,
ella me hizo llegar tus cosas, bueno, para Agustín supongo, si sigue mejorando
debo darle el diario, el guardapelo, ¿pero qué sucederá si mi padre lee esto?
¿Lo
sabe o te cree muerta?
CONTINUARÁ.
HECHOS
Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER
PARECIDO CON LA REALIDAD ES COINCIDENCIA.
LENGUAJE
ADULTO.
ESCENAS
EXPLÍCITAS.
Narvcas Que hermoso!
ResponderEliminarAlejandro Qué belleza
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ResponderEliminarDina Hermoso
Gladis Apasionante!!!
ResponderEliminarLA Dama Azuĺ Wuau que hermoso
ResponderEliminarCecilia Bello
ResponderEliminarMabel Linda historia de amor......
ResponderEliminarSe puso realmente hermosa esta historia, y espero que Guillermo y Pedro no tengan que separarse nunca...
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