martes, 26 de septiembre de 2017

¿ERES TÚ? CAPÍTULO SEGUNDO. RELATO.



¿ERES TÚ?
CAPÍTULO SEGUNDO.
RELATO.

 (…) No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados? (…) Así, marchamos un poco como sonámbulos, pero con la misma seguridad de los sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el comienzo nuestros destinatarios.
*Ernesto Sábato, "Sobre héroes y tumbas" frag.
“yo sí..., ¿y vos?
Yo prefiero a los locos,
Los sensibles, los ingenuos
Los soñadores, los ilusos.
Yo me quedo con los rotos,
Los heridos de amor,
Los que sangran melodías.
Los que Lloran poesía,
Los que pintan sonrisas,
Los que todavía creen en utopías
Me quedo con aquellos,
Que se atreven a seguir soñando,
Propagando la esperanza,
E invitando a enamorarse.
Yo me quedo con ellos,
Los que no se doblegan,
Ante la frivolidad y apatía,
Con los que sienten y vibran,
Con los que AMAN todavía”.
*Emiliano Sánchez.

Bs. As., 23 de diciembre de 2016.

__Aquí me tienes. Yo soy el imbécil  del  Mercedes.

Pedro en ese instante, sintió que la sangre se le helaba. No era tan agresivo ni borde. Levantando la mirada hacia el hombre que había estado a su lado en todo momento, sintió que se quedaba sin palabras. Era alto, de hombros anchos, perfil cincelado, mentón arrogante, ojos canela y miel que tropezaron con los suyos y se sintió desnudo, con los labios finos curvos en media sonrisa, era endiabladamente sexy, todo él y… ¿Dónde había visto antes ese rostro?

Tribunales, Guillermo, el penalista, Guillermo Graziani, no podía ser, el abogado penalista mas sexy y codiciado por los hombres del planeta.

Las miradas se encontraron, y el mundo dejó de girar, el reloj se detuvo en la eternidad.

__ ¿Eres tú?

“Dios mío, el ogro, el león, el lobo feroz de tribunales, se dijo Pedro sin desenganchar la mirada.”

Tragó en un intento de deshacer el nudo de emociones que se le había formado en la garganta. Guillermo lo miraba con esos ojos embriagadores y colmados de misterios, color café, era el mismo que su sobrino veneraba porque un vecino no dejaba de hablar del juicio que le había ganado, al que a veces veía en televisión y exclamaba como si fuera su ídolo.
Guillermo con una media sonrisa de sus finos labios sensuales no dejó de observar los sensuales movimientos de Pedro.
Aún boquiabierto por el efecto que le había causado que aquel tipo fuera Guillermo Graziani, Pedro se alejó como pudo del bullicio al ver llegar a la policía y caminó hacia su coche. Lo observó con gesto de horror y compasión y sin que pudiera evitarlo sus labios esbozaron el dolor: ¡Ay… ¿qué te han hecho?!

A Guillermo lo atrapó la gente y los policías que lo reconocieron, dio explicaciones sin demasiadas ganas durante unos minutos. Le apetecía prestar atención al bello joven que, desesperado, miraba su coche y gesticulaba. Con la ayuda de varios policías, logró quitarse de encima a la gente, pero de pronto oyó una voz a su lado que le decía:
__Creo que lo más sensato es que te vayas en un taxi antes de que llegue la prensa, Guille. Yo me encargaré del coche, y por favor, tranquilo.

Guillermo sabía que su amigo, Alberto Marini, llevaba la razón. Lo más inteligente era marcharse del lugar. Pero aquel muchacho, su belleza, sus movimientos ronroneantes y sensuales, su aspecto de adonis recién llegado del olimpo, su palidez  y desparpajo le atraía como un imán. Por ello, mirándole, respondió:
__Beto, no me marcharé sin solucionar antes el estropicio que he organizado, te dije que manejaras vos, yo no debí hacerlo, no me sale, no sé cómo me dieron el registro, la licencia.
__Por los contactos de Marcos, no te quejes, y sí,  me arrepiento de haberte dado el Mercedes, es lo más valioso que jamás compraste y lo desarmaste, Guille.

El ruido de una ambulancia consiguió que más gente se arremolinara alrededor. Alberto Marini, socio civil del bufete y amigo de Guillermo, al ver el alboroto que se estaba originando con la presencia del famoso penalista allí, habló con los policías y éstos, echándole una mano, comenzaron a retirar a la gente hacia atrás.
Hacía días que Guillermo había ganado un caso resonante que lo hizo aparecer en los medios, luego del cual el cobro de las costas le permitió comprar ese auto, que ni siquiera se animó a que manejara su hijo Fabián.
Guillermo, al que en ese momento nada le importaba, se acercó hasta Pedro, que con gesto desconcertado sacaba unos papeles de la guantera.

__Pedro, quiero que sepas que siento lo ocurrido, es mi culpa, apenas sé manejar __dijo.

__ ¡Oh, sí!, no lo dudo __se mofó él.

__ Te estoy hablando en serio, cielito.
__Yo también. __Y mirándolo con el ceño fruncido enfurruñado agregó__. Y como me vuelvas a llamar cielito, te juro que te tragas los dientes, Graziani.

Asombrado por aquella amenaza, Guillermo fue a contestar, pero al ver que Pedro clavaba los bellos ojazos marrones en él, calló, dispuesto a escuchar.

__Mira, no me cuentes rollos patateros, que ya tengo suficientes con los míos. Rellenemos los papeles del seguro para que me pueda marchar. Estoy muerto de calor y tengo cientos de cosas que hacer, y ahora sin el coche, gracias a ti, todo se complicará.

Guillermo lo observó, sorprendido. Ningún hombre le hablaba así. Al contrario. Debido a su condición, todos los hombres que se cruzaban en su camino babeaban por él, tal actitud llamó poderosamente la atención.
__De acuerdo __respondió __.No volveré a llamarte cielito, Pedro Beggio.

__ ¡Perfecto, Guillermo Graziani!
__ Y si me lo permites, hago un par de llamadas, y antes de una hora, tienes un coche de sustitución en la puerta de tu casa hasta que te arreglen el tuyo. No te preocupes por nada, fue mi culpa y yo lo solucionaré.
“Yo lo solucionaré”, repitió él mentalmente. ¡¿Cuánto tiempo llevaba si oír eso?!

La seguridad que trasmitía su voz profunda y aquella manera de mirarlo  casi palpable, abandonando caricias en su piel le resecaron a Pedro hasta el alma. Nunca un tío tan guapo, y sobre todo tan deseado, hasta por Matías que lo había mencionado más de una vez, le había prestado la más mínima atención. Y allí estaba él, junto al buenorro por el que más se suspiraba en tribunales, calcinándose bajo el calor de diciembre y con una pinta que no quería ni imaginar. Finalmente, regañándose a sí mismo por pensar en lo que no debía, respondió:

__Vamos a ver, aclaremos algo. Acepto tus disculpas, seguro que no pretendías empotrarte en mi pobre soneto, ¡pero así ha ocurrido, y lo tengo que aceptar! No es preciso que hagas ninguna llamada, y menos todavía que mandes ningún coche a la puerta de mi casa. Sólo y exclusivamente, necesito que cumplimentemos los papeles del seguro, para que me arreglen el coche y no nos desplumen.
Aquella manifestación, cómo llamaba al auto y la sinceridad de su tono, a él le hicieron sonreír, y sin mediar palabra Guillermo al ver la palidez y el estremecimiento a pesar del calor le colocó su saco, le quedaba enorme, pero  debía estar congelado. Tras ese gesto, excesivamente íntimo, Pedro reparó en que el abogado estaba en mangas de camisa, sin corbata, con los dos primeros botones desabrochados y se estremeció en cada fibra de la piel.

__No. Estás tonto, quédate el saco, hace calor.
__No, por favor __insistió Guillermo__. Estás temblando y es lo mínimo que puedo hacer por vos.

De pronto una extraña sensación les atenazó a ambos el estómago. ¿Qué ocurría ahí?

Guillermo estaba dispuesto a alargar aquel momento con él, así que miró alrededor en busca de un cobijo para intentar escapar del bullicio, y en especial de ser el centro de las miradas de todos.
__ ¿Qué te parece si entramos a esa cafetería, tomamos algo y rellenamos los papeles? Te invito un café o lo que quieras.

Pedro, todavía atontado, lo miró. Le habría encantado entrar allí y tomarse un café o veinte sólo para perderse en el abismo de esos ojos hechiceros. Pero tras echar un vistazo a la gente que se arremolinaba alrededor y los señalaba, respondió con gesto indiferente.

__ Vale, pero en otro momento, va a ser que no ahora.
__! ¿No?!
__No __repitió con leve acento chileno que para Guillermo no pasó desapercibido como nada en ese rostro que lo estaba volviendo loco, desde el pelo alborotado hasta los labios carnosos nacidos para ser besados__. No quiero nada de ti, excepto lo que te he pedido, ¿entendido?

__Te invito a cenar, Pedro __insistió él, los desafíos le gustaban tanto como Pedro Beggio, que de pronto se había convertido en uno.

__No.

Boquiabierto por la segunda negativa, sonrió como sólo él sabía que tenía que hacerlo a los hombres.
__Nadie rechaza una invitación así: Piénsalo bien, Pedro.
Aquel comentario a él le hizo gracia, y tras quitarse un mechón rebelde de pelo del rostro, contestó:
__ Mira guapetón, yo no ceno con cualquiera, ¿pero que te has creído, tú, arrogante?

Aquella negativa, lo hizo redoblar sus esfuerzos, y haciendo uso de toda su galantería y poder de seducción, murmuró acercándose.
__Pero yo no soy cualquiera. Yo…
__ ¡Ah, claro! __resopló alejándose de él. Tú eres Guillermo Graziani, alias el ogro de tribunales, un endiosado insustancial arrogante que cree que todos los hombres deben caer de rodillas a sus pies por la cantidad de ceros a su favor que tiene en el banco o por sus encantos, ¿verdad?
Sorprendido no respondió y Pedro Prosiguió.
__ Pues mira… lo siento, pero no soy ninguna desvalida Caperucita Roja, lobo feroz. Nací rubio, pero no soy tonto, en tribunales puedo ser tan bravo como tú, soy abogado, te conozco, vale, conozco tu fama mejor dicho, Graziani, tampoco soy un cazafortunas que correrá así para cenar contigo… ¿Y sabes por qué? __ Él negó con la cabeza__. Porque tengo dignidad, me quiero a mí mismo, y con lo que gano con mi trabajo, me sobra y me basta, y…

__Cuando he dicho que yo no soy cualquiera, creo que no me has entendido, no soy millonario por ese Mercedes, casi lo aceptó mi socio por pago de un juicio que gané, Pedro __cortó, molesto por cómo le hablaba__. Me refería a que yo no soy un desconocido, porque soy el pelotudo que se ha salteado en rojo el semáforo y ha dejado a tu auto como un acordeón, además de enterarme de que somos colegas. Al menos no soy ahora un desconocido para vos, ya soy alguien en tu vida mal que te pese.

Pedro, que esperaba cualquier contestación, menos aquélla, sonrió, y apoyándose en su arrugado y maltrecho coche, respondió.
__Mira, en eso te doy toda la razón. Tú…, tú siempre serás ése.

La sinceridad de Pedro, lo desconcertó, aunque en cierto modo y en todos, también le gustó. Y cuando creyó haber conseguido el efecto que él pretendía, lo miró, y dijo de nuevo con su inconfundible voz sensual y profunda:
__Déjame invitarte a cenar.
__Ni lo sueñes.
Él sonrió, y sin darse por vencido, volvió a la carga.
__Es Navidad, cielito, y en  Navidad…
__Mira, Graziani __siseó al mismo tiempo que las piernas le fallaban___, no vuelvas a llamarme cielito, y haz el favor de tener más respeto hacia mi persona. No me conoces nada para que me llames así, y ¡no me gusta!”

__Pero…
__No hay peros que valgan __cortó, llevándose las manos a la cabeza. Se estaba mareando__. Rellenemos los papeles y…, y… acabemos con esto de una buena vez para que pueda marcharme.

__ ¿Te encuentras bien? __se preocupó, Guillermo.

Pedro lo miró con intención de asentir, pero sin previo aviso y descolocando por completo al penalista, puso los ojos en blanco y se desmoronó en sus brazos. Guillermo lo estrechó contra su cuerpo gritando a los paramédicos del SAME, que llegaban en aquel momento, les hizo correr hasta ellos.
__
Con los ojos cerrados, Pedro notó cómo el calor regresaba a su cara. Empezó a mover lentamente su cabeza de un lado al otro. Estiró los brazos y las piernas, parecía que llevaba siglos encogido. Con parsimonia abrió los párpados, y sus bellos ojos se fijaron en la lámpara que sobre él lucía esplendorosa. Extrañado, miró hacia un lado, y sus ojos se enfrentaron a una habitación espaciosa en tonos melocotón, con muebles claros y alegres, y un enorme ventanal vidriado.
Sin entender dónde estaba, se sentó en la cama de sábanas claras y revueltas, y casi gritó cuando se vio vestido solamente con el bóxer blanco.
Sin tiempo que perder, tiró de las sábanas, se puso de pie, se tapó con ellas, mientras oía el silbido de alguien y el sonido del agua de la ducha.
Lo último que recordaba, era el golpe con el coche. El guapo y seductor abogado penalista... Pero ¿dónde estaba?

Primero se apoyó en la pared y luego comenzó a caminar hacia la ventana. Quizá asomándose al exterior entendería qué hacía allí. Pero al mirar  y ver un amplio jardín desconocido para él, murmuró:
__ ¿Dónde narices estoy? ¿Acaso este tipo me ha raptado? Debería llamar a Matías, pero…
__Buenas tardes, cielito __dijo la voz profunda y sensual a sus espaldas.

Con rapidez, Pedro se dio vuelta, y su mandíbula se desencajó al ver salir del baño, vestido únicamente con una toalla anudada en la cintura, a… a… a… ¡Guillermo Graziani!
Lo vio caminar con soltura por la suite, mientras sin palabras observaba cómo las gotas de agua de su pelo resbalaban por la espalda hasta fundirse con la toalla. Sin saber qué decir ni qué pensar, lo siguió con la mirada, hasta que de pronto vio que se quitaba la toalla, y se quedaba como Dios lo trajo al mundo, ante él.

”! Guau, qué cuerpazo tiene!” Ésos sí que son unos increíbles oblicuos.

Tan petrificado estaba por aquella visión que no se pudo mover. Casi no podía respirar, pero disfrutó de lo que le ofrecía sin ningún pudor, en tanto la boca se le resecaba por momentos.
__Amorcito __dijo mientras se ponía unos bóxeres negros__, ha llamado tu madre y  ha dicho que llegará un poco más tarde.

__ ¿Mi madre?
__Sí.
__ ¿Que ha llamado mi madre? __preguntó perplejo.

Guillermo tras sonreír se acercó a él, que interpuso la cama entre los dos.
__Sí__ dijo__. Ha llamado mientras dormías. Por lo visto ha salido del gimnasio, y se va a tomar el café con unas amigas.

__Con la cabeza a mil, Pedro pensó que debía tratarse de una broma. Su madre no tenía amigas, menos salía de la casa sola, si no era con él, y aun menos iría a un gimnasio. Pero antes que pudiera contestar  a aquel adonis, cuya tableta de chocolate era de la mejor calidad, éste saltó por encima de la cama y, atrapándolo contra la pared, dijo de todo, mientras acercaba peligrosamente la boca a la de él.

__Cierro mis ojos para sentirte en mí, para que mi energía vuele contigo,  para que  tu alma y mi alma unan sus deseos, para que tu esencia se eleve conmigo, para que tu cuerpo y mi cuerpo acaricien sus anhelos, cierra tus ojos…  siénteme. Cierro mis ojos para que con tu aliento beses mi corazón, cierra tus ojos para que sientas mis suspiros  acariciar tu mente,  así estaremos juntos  como nadie lo hizo, del amor al delirio. Disfruto esas escapadas con vos, será sutil tu sentir en mis fibras, amante excelso tu instinto, innovará ricas caricias  con pasión, mi extracto y tu sustancia probarán la sublime lujuria y soñarán deliciosas fantasías.
Tu mente y mi mente son exquisita conexión de empeños, mientras tu alma a mi alma la besa y la acaricia, sublime  mi alma suspira y vibra, deliciosa química  de sueños y anhelos,  dinámico equilibrio  de tus ansias y mis deseos.
Mis ojos cierro para amarte, sin temor  y sin impedimentos, cierra tus ojos  para amarme, sin miedo disfruta del momento. Deja salir eso  que te aprieta el pecho, hagamos realidad  lo que ambos queremos, toma a tus vicios mi cuerpo, sólo vos sos mi dueño, hazme las cosas que te fascinan, acaríciame, bésame,  ámame,  y después... déjame complacer mis fantasías.
No nos alcanza la noche, las horas se nos fugan de nuestro cautiverio deseado.
Nos amamos en la frontera de lo ilógico y sub-real buscando cada vez más deseos de perdernos en los sueños. Las ansias de tenerte provocan en mí suspiros incontrolables, envenenados por tu pasión infinita.
Mientras más te imagino, el placer de amarte se convierte en adicción por robar tus caricias y besos a la cara de la luna, testigo de nuestra odisea.
 Estarás en mi subconsciente, viviendo eternamente en los espacios íntimos de mi mente, donde surgen las ideas más ardientes y tentadoras en estos tiempos, donde el amor ha perdido terreno ante las debilidades de un mundo materializado y hueco en su eje.
Mi vida sólo la imagino amando, y seguiré viviendo amando al límite de la locura, ahí en ese espacio de imágenes, sueños, realidades estaré, sólo búscame cuando se apodere de vos el deseo de amar en estos tiempos infértiles de amor.
¿Te he dicho ya que hoy estás especialmente precioso y apetecible?
El tiempo se detiene mientras te tengo,  no existe en mi mente nadie más que no seas vos, desde que te vi, todo es tan diferente para mí, porque en mi corazón te quedaste a vivir como mi primero y único amor.
En mi ser no existe espacio vacío que vos no habites, ni pensamiento que tu nombre no lleve.
Hoy en vos estoy pensando y seguro estoy de que en mí  también piensas, porque si no pensamos caemos en el olvido, si pensamos mucho sufrimos, pero tu amor es lo que me mantiene vivo.
Hoy en vos estoy pensando, aunque a veces me da miedo esta forma en que te amo, porque temo dejar de ser yo mismo.
Quisiera dejar de pensarte tanto, pero aunque lo intento no lo consigo, si ya tu ser en mí se ha metido, en mi corazón, en mi cuerpo, en mi mente.
En la brillante esfera de tu universo, quiero ser tu sol...en la eterna mirada de tu alma, quiero aparecer en tu mundo. Quiero ser el escudo de tu amor, quiero ser el sostén de tu sonrisa, quiero ser el vuelo infinito y compañero fiel en las inmensas soledades del romance de tu voz y en viaje sideral besar tu  ilusión, brillar juntos como astros del firmamento en la nave de nuestro desmesurado amor.

El verdadero amor no muere. Quiero compartir con vos mis palabras, aunque no te conociera, aunque estés en otro espacio lejano...quiero compartir mi tristeza, porque quizás sea la que experimentaste alguna vez en tu vida, y sé que al encontrarte con mis susurros, el viento me trajo tu compañía.
Durante años con él, con Juan, me di la oportunidad de creer amar, de ilusionarme, de saber que después de un duro día de trabajo alguien me esperaba para aliviar mi cansancio para decirme "te estaba esperando". Me acostumbré a estar pendiente, a organizar mi tiempo entre mi trabajo y él y cada día sentía que estaba dando lo mejor de mí. Yo creí que amaba y tuve que explicarlo muchas veces...para nada, sólo para sentir que no valió la pena, porque inesperadamente me di cuenta de que hacía tiempo buscaba las palabras para terminar nuestra relación. Le ahorré ese momento entregándole las llaves de su corazón. Cómo duelen las despedidas y me uní al club de los desilusionados, pero eso sí, sólo por un tiempo muy limitado. Porque la vida y el tiempo permiten volver a amar o amar por primera vez y eso fue al encontrarte a vos.

Y sin más lo besó. Le devoró la boca con tal vehemencia, que Pedro sintió que iba a desmayarse. Durante unos segundos perdió la noción del tiempo. Nunca lo habían besado, así, o mejor dicho, nunca se había dejado besar así.
Guillermo era pecaminoso, caliente, morboso, y eso lo excitó. Sabía que lo que hacía no estaba bien. Él no era de ese tipo de chicos de los que Guillermo abusaba y tiraba, como ese tal Juan que no tenía idea de quién era. Pero su cuerpo, deseoso de ser explorado por él, simplemente se relajó y disfrutó. No obstante cuando el calor lo iba a hacer explotar, le dio tal empujón que Guillermo cayó directamente sobre la cama. A él la situación debía parecerle divertida porque sonrió, y le preguntó, mirándolo con morbo:

__ ¿Te has levantado juguetón?

Asustado por cómo lo miraba y por lo que aquel tórrido beso le había hecho sentir, agarró en la mano un portarretratos y gritó, dispuesto a tirárselo por la cabeza y a resolver aquello.

__ ¿Se puede saber qué hago yo aquí medio desnudo y por qué me has besado así?

Sorprendido y echándose hacia atrás apoyándose en sus codos, Guillermo murmuró mientras repasaba y recorría una y otra vez aquel cuerpo digno de admiración:
__Lo de medio desnudo, creo que lo voy a resolver ahora, y tranquilo que te voy a besar todavía mejor, y por todas partes y más.

Quiero hacer un largo viaje desde tus caderas a tus pies, llegar a tus rodillas duras como cimas de un claro continente.
Allí hay una montaña, no saldré nunca de ella. Hacia tus pies resbalo, a las ocho aberturas de tus dedos, agudos, lentos, peninsulares.
Voy por estas colinas, son del color de avena. Tienen delgadas huellas, que sólo yo conozco.
Aunque me cegaras podría recordar cada una de tus curvas y valles, cada lunar, cada peca, el tatuaje, te conozco de memoria.
Y caigo en el vacío de tu sábana blanca. Busco ciego y hambriento, tu contorno quemante.
Por tus piernas desciendo, construyendo una espiral durmiendo en el viaje.
Llego a tus rodillas de redonda dureza, como las cimas de un claro continente.
Aquí hay una montaña, no saldré nunca de ella. Y una ruta y una carretera en el vientre, desciendo, me decido. Hacia tus pies resbalo, a las ocho aberturas de tus dedos agudos, lentos, peninsulares.
De tus caderas a tus pies, quiero hacer un largo viaje. Y caigo en el vacío de tu sábana blanca.
Y una fuente y un mástil, desciendo, me decido. Tus piernas, tus rodillas, tus dedos agudos, lentos, peninsulares. Tu contorno quemante. Voy por estas colinas, son del color de avena. Tienen delgadas huellas, que sólo yo conozco.
Murmullo que rompe memorias y tiempos, espacio silente que me envuelve suavemente, veo la luna caer en la lejanía del mar y tu mirada, se envuelven y embelesan como amantes traviesos son observados por gaviotas que a lo lejos flotan dibujando corazones en el aire y las nubes.
Así me hipnotizo entre el mar y hermosos querubes, me miras con ternura y sé que tu alma y vos lo saben.
Esa mirada, es la que a alguna parte de mi ser hace retornar, otra se queda embelesada flotando entre galaxias idolatrando tu imagen.
El frescor de tu imagen insta a la idolatría en palabras entregadas al viento, que recorren un universo que se queda pequeño ante tu belleza. Me encuentro en un estado entre el infierno y el paraíso donde encuentro la paz y la expresión sin límites de mis ojos buscándote en todas partes, y te veo ahí como una pintura de Picasso donde refleja tu silueta en la pared derramando en ella tu imagen. Te veo ahí en los versos incontrolables de Neruda donde existes en los litigios de domar los interminables misterios de tu corazón.
Te veo ahí en una espectacular toma de fotografía sensual de Rita Lino, donde exhibes la figura de tu cuerpo como esculturas de la Grecia clásica. Te veo ahí y te siento al soñar que estás a mi lado, al otro extremo de nuestra cueva de amor, cautivos y prisioneros del veneno más intenso y feroz que es amarnos sin control del tiempo.
Liberando el placer de continuar embriagados por cada parte de tu cuerpo y pensar que me quedé corto, idolatrando tu imagen que destila ternura y entrega total en mis labios donde expresan los sentimientos inagotables en mi mente.
 Algunas nubes grises enamoradas de la brisa, juegan en el cielo.
Un azulado picaflor bebe las últimas savias de la flor, en un estío de rojos y en el espejo de ese paisaje, tu imagen de aroma y flor, entibió mis ojos.
La suave brisa fresca esculpe el tenue ropaje en tu cuerpo. Rizos de sol y oro acarician el óvalo de tu rostro y los luceros de tus ojos y sonrío, como al picaflor a su flor, rendido a tu belleza y tu infantil antojo. Voy a morir por ese beso que me das y no me importa la vida.
Porque cuando veo tu cuerpo esculpido entre el mar y el rojo atardecer, tu aliento me sabe a brisa, tus labios a rosas florecidas, y voy a enloquecer. Mis manos amantes recogen el aroma de tu piel. Cuando recorren el paisaje del barranco de tu pecho de pétalos de rosas, mientras vivo el oasis de tu cuerpo tenue, como el de una bella mariposa.
Quiero ser mar y espuma, que besa tus pies de nácar y corolas. He de desnudarte entre las olas, en el infinito placer de amores soberanos y amarte sin límites, beberé de tu boca mi sed, lujuria de placer descarriado.
Tu risa, invade el silencio, que se esconde en un arrullo en flor.
Y un beso sorprendido escapa de tu boca, y se aposenta tibio, en los míos, mi corazón estalla en la música íntima del instante supremo de ver el amor. Déjame intentar otras quimeras, en el desierto donde habitan mis sueños entre tu piel, labios y cuerpos, volando tus manos, sin pensar en el tiempo. Nuestro amor ha de abolir las fronteras de nuestros cuerpos. Sentiremos el éxtasis íntimo de la comunión de ser dos amores conjugados. Dos hombres, arrebatados por la vida, en alborozo, enamorados.
Amor, bésame y llévame al cielo sin salir de nuestro lecho.
Quiero tu amor de todos los momentos, olvidar todas mis esperas. Y lenta, dulcemente hacerte mío, y calmar así todas mis ansias desmedidas.
Voy a reposar en tu regazo, después de amarte con la vida.
Te enseñaré mis verbos con palabras tibias, hasta arrancarte tus lágrimas, pequeño y dulce hombre de pasiones descarriadas, que me robaste el alma.
Voy a vivir en tu vida, toda la mía, con una pasión soberana.
Siento mi amor por vos sublime, enamorado del cielo y de tus ojos, de tu candor cuando abandono el abismo de mis soledades, entre la ternura de tu amor. Porque así, simplemente así, te amo.

Ven aquí, precioso.
__Ni lo sueñes, me tienes secuestrado __bramó, mirándolo con un gesto furioso.

Sin darle tiempo a pensar, Guillermo se levantó y de un tirón lo atrajo hacia él. Dos segundos después, lo tenía en la cama a su merced. A Pedro le faltaba el aire.

__Pero ¿qué estaba haciendo aquel loco? Y sin pensárselo dos veces, mientras él lo besaba con deleite en el cuello, abrió la boca y le mordió la oreja.

__! Ay…! __gritó, Guillermo.

La respuesta fue inmediata, Guillermo cesó en su intento, y quitándose de encima de él lo miró enfadado.

__ ¿Se puede saber qué te pasa? ---le preguntó__. ¡Cielito, por Dios, me has mordido, animalito rabioso!

Pedro al verse libre, se levantó de la cama, y entonces se dio cuenta de que todavía llevaba en la mano el portarretratos. Iba a lanzárselo a la cabeza, pero miró antes la fotografía y se quedó de piedra.
 Era él y Guillermo besándose, y vestidos con esmóquines, en la salida de un registro Civil.

__ ¡Oh, Diossss…! __gimió con los ojos como platos.

__Lo sé, cielo…, lo sé __sonrió él, olvidándose del mordisco__. Siempre te ha gustado esa foto de nuestro casamiento, y cada vez que la ves, lloras.

A punto de un ataque de ansiedad, Pedro fue a preguntar sobre aquello de “nuestro casamiento” cuando de pronto se abrió la puerta del dormitorio, y su sobrino Agustín, de seis años que adoraba por encima de todo, entró corriendo gritando, se tiró a los brazos de Guillermo, y detrás apareció un muchacho de unos veinte y tantos sonriendo.

_
__Guille…, tío, ¿vamos a jugar al fútbol? Fabián tiene que salir con Valeria.

Guillermo sonrió y asintió
__ Claro, campeón. Estoy esperando a que tu tío se centre, deje de morder y termine de vestirse.
__ ¿El tío te ha mordido? __preguntó el nene, alucinado.

__Así es, se ha levantado de la siesta con hambre, y casi me come __asintió Guillermo, haciendo reír al niño mientras lo dejaba en el suelo.

Ver a su sobrino con aquella expresión de felicidad y el balón debajo del brazo a Pedro le puso el mundo del revés.
¿Desde cuándo su sobrino jugaba al fútbol?
Durante los últimos años había intentado que el nene jugara con él a otra cosa que no fueran las maquinitas y nunca lo había conseguido.
Pero más que eso lo que lo sorprendió fue  que aquel enano inseguro se tirara a los brazos de un desconocido y le llamara tío, más que llegara con el tal Fabián.
¿Qué estaba ocurriendo allí?
Decidido a terminar con aquella locura, se acercó al sobrino y lo asió de la mano.

__Vamos, Agustín. Regresamos a casa. Esta estúpida broma se ha acabado.
__ ¿Broma? __preguntaron al unísono los tres.

__Pero, vale, ¡basta ya! __protestó Pedro. Y mirando a su alrededor gritó__. ¿Dónde está la cámara oculta?
¿Qué hace aquí mi sobrino? ¿Y qué es eso de que te llame tío?
__Tío, ésta es ahora nuestra casa y hoy tenemos una fiesta de… ¡Huy, tío Guillermo, se me ha escapado! _dijo de pronto el niño con cara de susto.

__ ¿Nuestra casa? ¿Fiesta? ¿Tío Guillermo? __gritó Pedro perdiendo la paciencia.

Guillermo con una sonrisa que le indicó al niño que no pasaba nada, le guiñó el ojo y, volviéndose hacia su alocado marido, dijo:

__Vale, cielito. Nos has pillado. Esta noche he organizado una fiesta para celebrar que  justamente hoy hace un año que me salté un semáforo en rojo, dejé como un acordeón a tu Sonic y nos conocimos.

La habitación comenzó a dar vueltas, y Pedro soltó al niño, que rápidamente se cobijó entre Guillermo y Fabián.


CONTINUARÁ.
HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS.
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA COINCIDENCIA.
LENGUAJE ADULTO. ESCENAS EXPLÍCITAS.


14 comentarios:

  1. Alicia Leguizamon Me encanta esta nueva miniserie Eve!!espero para leerla..😉

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  2. Patricia Muchísimas gracias querida Eve Monica Marzetti. Que Dios te bendiga.Me encantó. Que pases una bella madrugada y un hermoso día!

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  3. Silvia. C....Me encanta, quiero más Eve, besosss.

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  4. Silvana..Qué bueno, qué pasó que están juntos, qué intriga.

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  5. Alucinante relato Eve, no puedo creer que Pedro haya olvidado todo lo ocurrido en un año...Me atrapa esta trama...

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  6. Veronica Lorena Piccinino
    Veronica Lorena Piccinino Te confieso algo... de esta historia a mi me encantaría despertarme y estar casada con el personaje de Julio (o con Julio)... sería lindisimo... espero que Pedro lo disfrute a lo grande...

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  7. Sol Urvino Tal como lo describe Sabato, en estado consciente o no, ellos se buscan y se encuentran. UN BESO, EVE.

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